Publicación de noticias históricas relacionadas con la historia, el arte, la literatura, etc. de Cangas del Narcea.

Cangas del Narcea en el siglo XVIII

De la Geografía Moderna, escrita en francés por el Abad Nicollé de la Croix. Traducida y aumentada con una Geografía Nueva de España, por el Doctor don Josef Jordan Frago, doctoral de la Real Capilla del Convento de la Encarnación de esta Corte. Madrid, MDCCLXXIX.

CANGAS DE TINEO: Villa de 383 personas, y cabeza del Concejo de su nombre, con Señorío de otras jurisdicciones, distante como un quarto de legua del Monasterio de Corias, de la Congregación de San Benito; está situada sobre el río Narcea, que unido al llamado Coto en el puente, riega toda la campiña de Mediodía á Norte, la qual produce trigo, centeno, maíz, vino para el consumo, frutas admirables; y si se ingertasen los acebuches, de que hay mucha abundancia, quizá darían aceyte mas que para el gasto de los naturales. En los prados hay bastante ganado vacuno, caballar y lanar, caza mayor y menor; el queso, manteca, pescados de sus ríos son especiales. Las calles están empedradas, y hay tres plazas, una Iglesia Colegiata, que es la Parroquia, un Convento de Monjas, Hospital, cinco Casas-Palacios de buena arquitectura, dos excelentes paseos bien arboleados. Se tiene por cierto, que en el distrito del Concejo de esta Villa hay canteras de amianto, conocida de los naturales con el nombre de piedra Quemona; y también cristal de roca, que llaman los del país vulgarmente, diamantes.



 

Inauguración de la exposición «Amador, de vuelta»

La exposición «Amador, de vuelta» que inauguramos en la Casa de Cultura «Palacio de Omaña» de Cangas del Narcea reúne 60 piezas que cubren medio siglo de creación de uno de los grandes escultores españoles contemporáneos del último tercio de siglo XX.

De ascendientes cangueses, por motivos de trabajo de su padre nació en Ceuta en 1926, pero siendo aún muy niño la familia regresó a Cangas del Narcea donde Amador pasó su infancia y primeros años de juventud. Aunque autodidacta, su conocimiento sobre el trabajo en madera, hierro y piedra se inició en esos años como aprendiz de carpinteros, ferreiros y canteros de Cangas del Narcea.

En este vídeo hemos querido reflejar algunos momentos del acto de inauguración así como las intervenciones de:

  • Juaco López Álvarez, presidente del «Tous pa Tous».
  • José Ramón Puerto y Francisco Jesús Redondo, comisarios de la exposición.
  • Amador Rodríguez Calvo, hijo del escultor, en representación de la familia de Amador.
  • José Luis Fontaniella, alcalde de Cangas del Narcea.

La exposición completa se puede visitar hasta el 8 de marzo próximo. Después se mantendrá durante unas semanas una pequeña muestra en la Sala «Tous pa Tous». Más información sobre Amador en:


Amador Rodríguez Menéndez (Ceuta,1926 – Madrid, 2001), escultor cangués

Amador Rodríguez Menéndez (Ceuta, 28-02-1926 – Madrid, 10-06-2001), escultor cangués.

Su abuelo, Joaquín Rodríguez Martínez, conocido popularmente como Ravachol, casado con María García, fue alcalde de Cangas del Narcea en las legislaturas: 1894-1895 y 1910-1913.

Joaquín Rodríguez era liberal y partidario del Diputado a Cortes Félix Suárez-Inclán. En los primeros días de su primer mandato sucedió el motín de los campesinos del concejo contra el impuesto de consumos, que era completamente abusivo para una población que en su mayoría vivía en la pobreza. Los labradores asaltaron la casa consistorial y llegaron a asediar la villa. La llegada de numerosas fuerzas de la Guardia Civil y del Ejército, así como la intermediación de personas de prestigio entre los campesinos, aplacó la ira de los vecinos. El suceso se trató en el Consejo de Ministros y en las Cortes, y fue noticia en varios diarios de Madrid y Barcelona. La narración de los hechos puede leerse en El Eco de Occidente, números de 30 de noviembre y 4 y 7 de diciembre de 1894.

En su segundo mandato abrió la calle que lleva su nombre, calle de Joaquín Rodríguez, entre la plaza del conde de Toreno o el Mercao y la calle de Suarez Cantón que también se había trazado con anterioridad en esta legislatura. Durante la Guerra Civil el ejército nacional tomó la villa de Cangas el 22 de agosto de 1936. Por este motivo, esta travesía pasó a llamarse Calle del 22 de Agosto durante la etapa franquista. Con la llegada de la democracia, el nombre de la calle revierte al original.

Fueron unos años en los que la villa de Cangas sufrió una gran transformación urbanística, inaugurándose también las actuales calles de Diz Tirado, Felix María Villa en el barrio de El Corral, y el famoso y popular Paseo de Dámaso Arango (hoy calle Uría).

Precisamente, en una empresa de este señor, Dámaso Arango, diputado provincial por el Distrito de Cangas de Tineo durante ocho legislaturas entre 1877 y 1896, y cuyo nombre completo es Dámaso Rodríguez-Arango y Méndez-Castrillón (Tebongo, Cangas del Narcea, 1846 – Ceuta, 1921), trabajaba un hijo de Joaquín y María, Amador Rodríguez García, apodado Mistoja, a la postre, padre de nuestro protagonista.

Esta empresa de Dámaso Rguez.-Arango fue la adjudicataria, por subasta al mejor postor, de los proyectos de construcción, reforma y ampliación del puerto de Ceuta. Las obras se desarrollaron a través de la sociedad “Arango y García” entre diciembre de 1908 y 1928 y este es el motivo por el que los padres de Amador se trasladaron desde Cangas del Narcea (Asturias) a vivir a Ceuta donde nacerá el escultor el 28 de febrero de 1926.

Cantera de Benzú, Ceuta, año 1911.

En Ceuta, el padre de Amador dirigió la construcción y operación de un tren de vía estrecha paralelo a la costa, que transportaba las rocas para la obra del puerto desde una cantera que se explotó en Benzú, única pedanía del municipio ceutí. En la relación general de los socios de «El Tous pa Tous»
en 1 de febrero de 1928 aparece con domicilio en «Ferrocarril, Ceuta». Ejecutados los proyectos, al Puerto de Ceuta se le ratifica como puerto de interés general, por Real Decreto Ley de 24 de febrero de 1928, dos años después del nacimiento de Amador, y la familia regresa a Cangas del Narcea. El ingeniero y geógrafo cangués, Dámaso Rguez.-Arango, había fallecido en aquella ciudad el 27 de enero de 1921.

De esta manera, Amador pasaría prácticamente toda su infancia (al menos desde los dos años) y los primeros años de su juventud en Cangas del Narcea, localidad asturiana donde tenía todos sus lazos familiares y a la que siempre se sintió vinculado: «me siento asturiano, porque quiero serlo y porque lo eran mis padres, mis abuelos y todos mis antecesores.».

Sus estudios, interrumpidos a consecuencia de la Guerra Civil, son retomados después, llegando a matricularse en la Escuela Superior de Comercio de Gijón, y en 1947 se trasladó a Madrid tras aprobar unas oposiciones para técnico en el Cuerpo General del Ministerio de Hacienda.

El tiempo libre que le dejaban sus obligaciones laborales lo dedicaba a su pasión por el arte. Completamente autodidacta, su conocimiento sobre el trabajo en madera se debe a las primeras lecciones que recibió como aprendiz de un carpintero de carros en Cangas del Narcea. Con el tiempo, y ya residiendo en la capital de España, conocerá el arte del trabajo en piedra con la ayuda de Pedro Sánchez Panadero, quien dirigió en diversas esculturas el taller de Juan de Ávalos (1911 – 2006), y los secretos de la fragua y la soldadura en el taller madrileño del escultor José Espinós Alonso (1911 – 1969), autor de la gran reja de inspiración plateresca de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. A Amador se le llegó a conocer como el “domador” del hierro y en este sentido algún crítico de arte afirmó: «La chatarra informe la convierte él en expresión viva, exaltante, claramente decidora.».

Incorporación de un cubo, arista 200 cm, c.1972. Foto: Archivo del artista.

Al principio se dedicó a la pintura, donde ya se puede apreciar una tendencia hacia el constructivismo soviético. Pero a finales de la década de los años 50 la escultura le persuadió, y a ella dedicará el resto de su carrera artística, primero explorando la figura humana, para luego pasar definitivamente a la abstracción. Hacia 1960, con la serie «Tensiones» intentó una incipiente delimitación del espacio a través de estructuras de alambre y contrapesos de piedra. En 1961 realizó su primera exposición individual en la sala Amadís, de Madrid. Dos años después, en esta misma ciudad, expondrá en la Galería Eureka sus hierros expresionistas, mostrando mitigadas influencias de grandes escultores españoles como González y Gargallo, atendiendo a ritmos naturales y también convencionales.

Según Francisco Zapico [Amador. Esculturas.1959-2000. Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular. Ayuntamiento de Gijón. Oviedo, 2000] a partir de 1966 Amador, por influencia del escultor Jorge de Oteiza Enbil (1908 – 2003), comenzó a explorar las formas geométricas básicas y la generación de formas plásticas por medio de fórmulas matemáticas. De hecho, es posible observar una afinidad muy clara de su obra con la de Oteiza en particular y con la escuela de la escultura vasca en general, uno de cuyos representantes más reconocidos fue Eduardo Chillida (1924 – 2002).

Amador en el estudio de Jorge de Oteiza.

Por aquella época Amador decía: «Amo a todo oficio. No soy escultor de oficio, pero sí conceptual espiritualmente. Mis experimentos anteriores eran unos objetos móviles dentro de unas cajas de plástico. Se creaban así unos espacios interiores contenidos, en formas geométricas y visibles, por la transparencia del material. Un día Dios quiso obsequiarme al conocer a Jorge de Oteiza. Todo en él es dinámica, espacio, escultura viva. Su conocimiento, su mente de excepción, llenaron de combustible lo que yo pueda tener de depósito de creador». Preguntado por su concepto de la flotabilidad, respondió: «Pensé en la esfera como objeto o escultura perfecta donde nada sobra ni nada falta.».

Una de las características de la obra de Amador es la gran variedad de soportes que llegó a utilizar: piedra, madera, hierro, acero, mármol, hormigón, plástico… También son característicos los títulos de muchas de sus esculturas, tales como «Apertura de un cubo» o «Cilindro con cortes según triángulo egipcio», que resaltan un contenido geométrico que también es claro en las esculturas de Oteiza («Variante ovoide de la desocupación de la esfera», 1958) y Chillida («Modulación del Espacio», 1963).

A finales de los 60 y principios de los 70, Amador logró el reconocimiento internacional gracias a sus aportaciones a dos ediciones de la Bienal de Venecia (1968 y 1972). La Biennale di Venezia es una fundación que desde 1895, cada dos años, organiza la Exposición Internacional de Arte de Venecia, conocida como Bienal de Venecia, considerada en su género, la más importante de Italia y una de las más relevantes del mundo.

Cubo IV módulo, mitad materia, mitad espacio, 1968/1969. Acero pavonado. 20 x 20 x 18,5 cm. Procedencia: colección del artista; donada al Museo Jovellanos de Gijón en marzo de 2009.

Estas formas cúbicas, que pueden desmembrarse y cambiar de postura sin descomponerse jamás, no constituyen un juego de la inteligencia, sino algo más serio: una inteligente investigación del arte. Aquí todo ha sido medido, pensado por una mente razonadora que se mueve a instancias del corazón, un ejercicio mental «sentido» con emoción estética. Y esa alianza de inteligencia y sensibilidad señala el lugar exacto donde puede nacer una obra de arte.

El escultor Amador desintegra los volúmenes que tiene compuestos ya la geometría, para sacar de ellos las múltiples criaturas que cada forma geométrica contiene. Es un alumbramiento de posibilidades, un modo de desentrañar la forma para liberarla de su clausura lineal y poblar con ella mayores espacios. Y el resultado es admirable. Otras experiencias de Amador se apoyan en la esfera; aquí predomina la arista, pero tratada celosamente para no rasgar con ella la armonía intelectual de sus composiciones.

A causa de una afección cardiaca, Amador falleció en Madrid el 10 de junio de 2001, a los 75 años. Pocos meses después, el 30 de octubre de 2001, se inauguró en Gijón la escultura «Homenaje a las Brigadas Internacionales» basada en una maqueta dejada por el escultor cangués.

Homenaje a las Brigadas Internacionales, 2001. UBICACIÓN: Plaza de las Brigadas Internacionales, Gijón. Foto: Pablo Gómez

 

Desde el «Tous pa Tous» aplaudimos en Amador, no sólo el feliz resultado de su investigación, sino también su ardiente vocación de investigar. La tarea del escultor es ardua porque maneja materiales fuertes de difícil dominio y complicada naturaleza. Nuestro aplauso debe ser también de acero inoxidable.

El próximo lunes 5 de febrero, a las 19:30 horas, en la Casa de Cultura «Palacio de Omaña» inauguraremos la exposición «Amador, de vuelta». Traer a Amador y su obra a Cangas, de vuelta a su pueblo, es una idea que llevamos tiempo queriendo realizar, ya que lo sentimos como una obligación, y ahora va a ser posible gracias a la incondicional colaboración del hijo del artista, Amador Rodríguez Calvo, así como a la desinteresada labor de dos grandes creativos cangueses como son Francisco Jesús Redondo Losada y José Ramón Puerto Álvarez que ejercerán de comisarios de la exposición. Sirvan estas líneas para enviar nuestro más sincero agradecimiento a los tres. Y a todos nuestros socios y seguidores, sólo deciros, que allí os esperamos.

Más información sobre la obra de Amador en www.amadorescultor.com

Vestido de paisana de Cangas de Tineo, 1918

Ficha de la fotografía del ‘Arxiu Mas’ (Archivo Mas).

Adolf Mas Ginestà (Solsona, 1860 – Barcelona, 1936) se formó como fotógrafo en Barcelona a finales del XIX. En 1901 funda un primer establecimiento de venta de material fotográfico que se convertiría, unos años más tarde, en el «Estudio de Fotografía A. Mas», antecesor del «Arxiv Mas».

Muy cercano a los círculos artísticos de la época, entre sus clientes habituales destacan instituciones nacionales como es el caso del Instituto de Estudios Catalanes, la Junta de Museos de Barcelona, el Centro de Estudios Históricos de Madrid e internacionales como la Hispanic Society of America, la Frick Art Reference Library, el Metropolitan Museum, la Harvard University, etc.

Después de la Guerra Civil, el Archivo Mas fue adquirido, en 1941, por Teresa Amatller. Este hecho permitió la supervivencia del mismo, incorporándolo así a la colección del Instituto Amatller de Arte Hispánico (Barcelona).

La fotografía que protagoniza esta entrada pertenece al Archivo Mas y fue realizada por Adolf Mas en 1918, en Cangas de Tineo (Asturias), que una década después pasaría a denominarse Cangas del Narcea.

Vestido de paisana. Cangas de Tineo, Asturias, 1918. Fotografía de Adolf Mas perteneciente al Archivo Mas (colección del Instituto Amatller de Arte Hispánico).

Mediante inteligencia artificial (IA) la hemos coloreado para ver si el resultado coincidía con la descripción de su ficha: «Vestido de paisana. Dengue de seda negra y franja encarnada. Falda verde o encarnada con dibujos negros. Delantal seda negra. Justillo de terciopelo negro. Madreñas», y este es el efecto obtenido:


 

Don Rafael el Médico (1904 – 1982)

En 1979 durante la Transición Democrática se cambiaron los nombres de algunas calles y plazas de Cangas del Narcea. A una de las más principales, la antigua calle de la Iglesia, que desde los inicios de la villa en la Edad Media une la calle Mayor con la iglesia parroquial, se le puso el nombre de don Rafael Fernández Uría, suprimiendo el nombre de avenida de Galicia que le habían puesto los vencedores de la Guerra Civil en homenaje a las tropas gallegas que tomaron la villa el 22 de agosto de 1936. La decisión de este cambio lo acordó por unanimidad el pleno del primer Ayuntamiento democrático después de la dictadura franquista, presidido por  José Luis Somoano Sánchez, y a nadie en la calle le sorprendió este nuevo nombre que reconocía a don Rafael el Médico. Él todavía vivía, de modo que pudo disfrutar de este homenaje y agradecerles personalmente a los miembros de la corporación este acuerdo.

Calle de la iglesia en plano del s. XVIII y calle Rafael Fernández Uría en la actualidad.

Desde aquel cambio de callejero han pasado más de cuarenta años y hoy, muchos vecinos de Cangas que lean su nombre en la calle no sabrán quien fue este hombre bueno. Por este motivo, y porque creo que la vida de una persona que fue ejemplar para la comunidad no debe de olvidarse, he escrito esta semblanza.

 

DON RAFAEL EL MÉDICO
(1904 – 1982)

Juaco López Álvarez

Don Rafael nació en el palacio de los Uría en el pueblo de Santolaya, una familia hidalga con palacio y escudo de armas desde el siglo XVI, cuyos miembros tuvieron un gran protagonismo en la vida local desde finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX. Su tatarabuelo, Antonio Uría Queipo,  fue un ilustrado en cuya casa estuvo el mismísimo Jovellanos, y su bisabuelo, José Uría Terrero, y su abuelo fueron destacados liberales en la Cangas decimonónica. El abuelo, Rafael Uría del Riego (1820-1901), fue ahijado del famoso general Rafael del Riego, primo carnal de su madre, del que tomó su nombre, y, como su hermano José, al que están dedicadas las calles Uría de varias poblaciones asturianas, militó en el liberalismo y participó en la revolución de septiembre de 1868, que provocó la caída de Isabel II. Ambos hermanos fueron muy activos en política y ostentaron cargos importantes. José, a nivel nacional, fue diputado a Cortes por el distrito de Cangas del Narcea y director general de Obras Publicas, y Rafael, a escala más local, fue diputado provincial y alcalde de Cangas del Narcea. Este abuelo de don Rafael fue una persona muy singular; un audaz empresario que invirtió en la explotación de madera en Ibias, en ferrerías en Allande, en un alto horno en Navia y en la compraventa de montes y tierras, pero al que todos estos negocios le salieron mal. Se casó con Evarista Flórez-Valdés. Tuvieron cinco hijos: Carlos (1858-1900), Rafael (1859-1933), José, Antonio (1864-1927) y Blanca. Como ninguno de los varones se casaba decidieron que la única hermana, Blanca, debería de hacerlo para asegurar la continuidad de la casa. Se casó en 1901 con Antonio Fernández Fernández, vecino de la parroquia de Santolaya, de la casa de Cueiras, un hogar de campesinos acomodados, que, como no era el primogénito, es decir, no iba a heredar casi nada, había emigrado a Madrid. Allí, según tradición familiar, trabajó como sereno y sirviendo en la casa del duque de Alba, dos ocupaciones muy habituales entre los cangueses en la Corte. Era un hombre serio y organizador, que mantuvo la casa de Uría en unos tiempos en los que estas casas de terratenientes estaban desapareciendo. En los años veinte obtuvo premios en concursos de ganado. Fue concejal del ayuntamiento de Cangas del Narcea en 1927 y en abril de 1931 salió elegido en la candidatura republicana. Militó en el partido de Izquierda Republicana. El matrimonio tuvo cuatro hijos: María, que murió de tuberculosis con 16 años en diciembre de 1917, Rafael, Julia y Nieves. La madre falleció joven, en mayo de 1915, con 46 años de edad.

Edificio nº 5 en la Cava de San Miguel, Madrid, donde residió en sus años de estudiante de medicina don Rafael.

Don Rafael nació en Santolaya el 8 de septiembre de 1904. Estudió en la escuela de Cangas del Narcea con doña Jovita Rodríguez y don Ibo Menéndez Solar. Hizo el bachillerato interno en el Colegio de los Dominicos de Oviedo y al acabar se fue a Madrid a estudiar medicina en la Universidad Central. Como en la familia no sobraba el dinero, se alojaba en una pensión de la calle de la Cava San Miguel, número 5, junto a la plaza Mayor, donde en invierno estudiaba envuelto en una manta. Terminó la carrera en junio de 1929, con veinticinco años, y se presentó ese mismo año a oposiciones a tocólogo (según La Maniega, 23, noviembre-diciembre, 1929), aunque no sabemos con qué resultado.

La intención de este joven licenciado en medicina siempre fue la de volver a Cangas y establecerse aquí. Nunca tuvo deseos de quedar en Madrid o ejercer la profesión fuera de Cangas. Por eso en 1930 está instalado en Cangas y en mayo de 1931 es nombrado «médico interino del Juzgado de Primera Instancia de Cangas del Narcea».

Es uno de los fundadores del Partido Republicano en Cangas del Narcea en septiembre de 1930. Forma parte de la primera junta directiva, que esta integrada por trece hombres, que son profesionales, empresarios, comerciantes, industriales  y tres obreros. Algunos de ellos son también, como don Rafael, descendientes de liberales y republicanos del siglo XIX, como Gumersindo Díaz Morodo «Borí», Genaro Flórez González-Reguerín, Santiago García del Valle o Mario de Llano. Don Rafael es nombrado secretario. Este partido obtendrá unos buenos resultados en las elecciones municipales de abril de 1931, aunque no las ganará. Sin embargo, con la proclamación de la República el 14 de abril se hará cargo de la alcaldía su presidente Mario de Llano.

Don Rafael se casó en 1934 con Milagros Rodríguez Muñiz, hija del confitero Eduardo Rodríguez Francos y Florentina Muñiz Méndez. Tuvieron una hija, Blanca.

Don Rafael y su esposa Milagros en 1934. Fotografía Art Roca (Madrid).

Con el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y la entrada del ejercito franquista el 22 de agosto de ese mismo año, es destituido de su puesto de médico forense y encarcelado. Entra en la cárcel el 9 de septiembre y al día siguiente también detienen a su padre por sus ideas republicanas. Dos días después les comunican que para salir de prisión tienen que pagar una multa de un millón de pesetas, una cantidad extremadamente alta en comparación con las multas que se ponen a otros presos en esas misma circunstancias. Horrorizados por lo que están viviendo con las sacas de presos, que son fusilados en las cunetas, y teniendo en cuenta que carecen de ese dinero deciden entregar como aval todos sus bienes para salir de la cárcel. Según Tano Ramos, que está investigando la represión franquista en Cangas del Narcea, esta multa exorbitada fue la consecuencia de un hecho en el que se vio involucrado don Rafael. En septiembre de 1936 los franquistas matan de noche a Pepín Ordás, vecino de Ambasaguas, y su madre, Esperanza, se entera a la mañana siguiente cuando le lleva el desayuno a la cárcel; va hasta el cuartel de la Guardia Civil, sede de la comandancia militar, y allí increpa a los guardias gritándoles: «¡Asesinos, criminales!», en un estado de gran nerviosismo. Cuando llega a su casa, su hija Mercedes, viendo su estado de ansiedad, avisa a don Rafael que acude a atenderla. En ese momento llegan dos guardias civiles a detener a la madre, pero sale don Rafael a la puerta y les dice que mientras la enferma esté bajo su custodia no se la pueden llevar. Los guardias no volvieron más, pero don Rafael fue encarcelado esa misma tarde del 9 de septiembre. Con el aval de sus propiedades, él y su padre son liberados el 11 de septiembre.

Volverán a ser detenidos el 2 de abril de 1937, pero al día siguiente consiguen cumplir el arresto en su domicilio. Son juzgados en un consejo de guerra el 17 de abril. Don Rafael sale absuelto, gracias a las declaraciones favorables de personas afines al nuevo régimen. En cambio, su padre es condenado a ocho años de cárcel, que cumplirá en la Isla de San Simón (Vigo); saldrá en libertad tres años después, en abril de 1940, y fallecerá al poco tiempo.

Don Rafael coincidió en la cárcel de Cangas con Pepe Llano y Pepe Álvarez Castelao, otros dos republicanos de familias pudientes de la villa. En ese tiempo se incorpora al léxico de la familia de don Rafael el dicho: «en esta vida vale más ser el paño que la tijera», que le dice doña Balbina Castelao Gómez a Milagros, la mujer de don Rafael, refiriéndose a que vale más pasar penalidades uno mismo que ser tú la causa de esas penas en otras personas. Será una sentencia muy repetida en la familia, donde se valora la bondad sobre todas las cosas.

La represión franquista también afectó a otros miembros de la familia de don Rafael: a sus dos cuñados, también médicos y republicanos. El marido de su hermana Julia, Alfredo del Coto, natural de Tineo y amigo íntimo del republicano José Maldonado (1900-1985), alcalde de Tineo entre 1931 y 1933, estuvo exiliado durante ocho años en Francia. Y el marido de Nieves, Primitivo Suárez, fue fusilado el 19 de abril de 1937 en el cementerio de Arayón, al día siguiente de dictarle la sentencia de pena capital tras un veloz consejo de guerra.

Ante este estado de cosas, don Rafael vivió muy atemorizado durante estos años de guerra y postguerra, pero no rendido. Trabaja por su cuenta como médico en Cangas del Narcea, y hace a escondidas algunas salidas nocturnas para atender a fugados en el monte o represaliados políticos, corriendo un gran riesgo. Una vez le llamaron para asistir al parto de una mujer fugada con su marido y lo llevaron, desde La Regla de Perandones a Veiga de Hórreo, con los ojos tapados para que no supiera donde estaban escondidos. También atendió a finales de los años cuarenta al padre de los Manzaninos, José Fernández, que estaba escondido con dos hijos en la bodega de la casa de su hija Lola, en Ambasaguas.

Cangas del Narcea. Calle de la Iglesia (actual, calle Rafael Fernández Uría) y esquina de la calle Dos Amigos, 1965.

Era un hombre de pocas palabras, pero preciso y certero en sus diagnósticos. Una de las anécdotas que se cuenta de él es la de un paisano que lo describió del siguiente modo: «Falar, fala pouco, pero cavilar, muito cavila». Tenía un carácter similar al de su tío Antonio y al de otros Uría de la familia. De este tío se escribió a su muerte que era un «hombre recto, de carácter amable, ecuánime y sencillo en extremo, era querido por todo el mundo y respetado en sus juicios y apreciaciones, ya que gozaba de fama de buen calculista y pensador profundo y certero». Y también que era «tan bueno, tan pacífico, que en los sesenta y dos años de su vida jamás ha reñido con nadie, ni levantado una voz más alta que otra» (La Maniega, 6, febrero de 1927). Así era también don Rafael.

En 1947 es rehabilitado por el régimen franquista y reingresa a su cargo como médico forense. Lo destinan al juzgado de Belmonte de Miranda, pero solicita una excedencia porque no quiere marchar de Cangas. Seguirá dedicado a la medicina privada hasta 1950 en que vuelve a ocupar el puesto en el juzgado de Cangas del Narcea. Pasado el vendaval de la guerra y la represión, vuelve don Rafael a una vida rutinaria. Se traslada en 1959 a vivir al primer piso del número 2 de la calle Dos Amigos (hasta entonces había vivido en la calle de La Fuente), a una de las primeras casas de pisos que se levantaron en la villa en aquel tiempo.

No era una persona de bares ni de vida pública. Él mismo se declara en 1937 «de carácter apocado y hombre muy casero». Era miembro de la Sociedad de Artesanos encargada de La Descarga, pero tenía pánico a los voladores. Le gustaba la soledad y se entretenía a menudo jugando a los solitarios con la baraja. También le gustaba la naturaleza, los paseos por el campo y bañarse en el río, y era conocido su miedo a los perros. Amigo de la conversación y la tertulia, pero con pocas personas. En los años cuarenta y cincuenta se reunía en la rebotica de la farmacia de Peñamaría (actual farmacia Pereda) con  su propietario, Joaquín Peñamaría, y el médico Manolo Gómez y su hermana María, y en los setenta iba a casa del abogado Mario Gómez del Collado en las tardes de invierno. El anfitrión era hermano de Grato, otro fundador del partido republicano y estudiante de medicina, que fue fusilado en Luarca por los franquistas en 1937 con 27 años de edad. En aquellas tertulias privadas se hablaba de todo.

Placa profesional del médico don Rafael.

Don Rafael, gracias a su buena memoria, era un gran narrador de historias y anécdotas que le habían sucedido a él en el ejercicio de su profesión como médico. Muchas de esas historias eran el resultado del contraste entre la vida y la mentalidad urbana y la rural, entre el licenciado en medicina, comprensivo y bueno, y la cultura de los campesinos marcada por las creencias populares, la tradición y la subsistencia.

Heredó el palacio de sus antepasados en Santolaya, y lo cuidó con esmero y perseverancia, en tiempos en los que el destino habitual de estas casonas era el abandono. Supo, además, transmitir a su hija y a sus nietos el interés por este patrimonio. Hoy, es uno de los pocos palacios que existen en Asturias que sigue en manos de la misma familia que lo construyó. En 1976 el historiador Alberto Gil Novales (1930-2016), especialista en el Trienio Liberal, les dedicó a don Rafael y a don José Suárez Faya, párroco de Cangas del Narcea, su libro Rafael del Riego. La Revolución de 1820, día a día (Editorial Tecnos, Madrid), calificándolos de «entusiastas de su tierra y de su historia». Don Rafael, que llevaba el nombre de su abuelo, que a su vez, como ya dijimos, se lo debía al mítico general del liberalismo español, colaboró con Gil Novales buscando información sobre el general Riego:

Y el inteligente y simpático don Rafael Fernández Uría, médico de Cangas a quien este libro va dedicado, me comunicaba en carta del 26 de febrero de 1975 que al indagar en Tuña (casa natal del general) sobre la existencia de documentos a él relativos, se le contestó «que sí era cierto que los había antes de la guerra civil, pero que el temor a represalias, durante ésta por su tenencia, les hizo ocultarlos en el campo, con la consiguiente desaparición», datos que comprobé yo mismo en una visita posterior a Tuña.

Don Rafael se jubiló en 1974. Se le organizó una comida de despedida en la que leyó un discurso que hemos encontrado en el archivo de Mario Gómez del Collado y que acompañamos a esta semblanza. Siguió atendiendo a sus conocidos y a las familias de sus antiguos correligionarios políticos hasta casi el final de sus días. En los últimos años, durante la Transición Democrática, como otros muchos de aquellos viejos republicanos y liberales españoles de los años treinta, fue un gran admirador de Adolfo Suárez y de su reforma política. Murió el 4 de enero de 1982.

En 1989, Nieves López, vecina de Cangas del Narcea, le dedicó un poema en la revista La Maniega, nº 48 (Cangas del Narcea, enero-febrero, 1989):

«Don Rafael»

¡Ay! que médico, Dios mío,
tuvimos en este Cangas,
trabajador, listo, bueno,
nada egoísta, con garra.

Recorrió todos los barrios,
sin cobrar una peseta,
con viento, frio y nieve,
alumbrando con linterna.

Ayudó a curar los maquis,
recorrió montes y vegas,
trajo al mundo niños pobres,
hijos de huidos de guerra.

A este hombre inigualable,
entregado a su carrera,
solo le imponía respeto
un perro en la carretera.

Era parco de palabras
y una vez una mujer
dijo de él, una frase
que demostró su valía:
«Don Rafael fala pouco,
cavilar, muito cavila».


Rafael Fernández Uría, año 1980.

Minuta para el acto de despedida
(de Rafael Fernández Uría, médico forense)

DOS PALABRAS nada más, contando con vuestra benevolencia y agradeciendo a unos y a otros la asistencia y presencia en este acto. Dos palabras cargadas de emoción por el significado y por las circunstancias que se me imponen.

AMIGOS TODOS. Siempre he sentido gran satisfacción en estas reuniones de hermandad y de compañerismo, como en San Raimundo de Peñafort, Santa Tasa y tantas otras; y gran sentimiento, en mayor o menor grado, con ocasión de despedidas de amigos funcionarios, de tantos como nos dejaron con su marcha durante años. Y hoy, por fuerza de la edad y de la reglamentación del caso, me toca a mí despedirme.

Se ha dicho, por voces autorizadas, que la jubilación encierra dos direcciones: una, la confortable, de lograr el deseado descanso después de muchos años de tarea profesional, con sus placeres y sinsabores inevitables; y otra, la desagradable, por sensación del retiro, es decir, de agotamiento, de incapacidad y si se quiere de complejo, al verse el jubilado en campo tan distinto y desacostumbrado, el ocio al fin. Pero yo creo, sin embargo, que en mi caso podré sobrellevar esta situación satisfactoriamente con la compañía de mi esposa e hijos, y con la ilusión del desarrollo y encauzamiento de mis nietos; y, además, porque sin ambiente extraño, como natural de estas tierras, seguiré entre vosotros viviendo en el mismo marco, contando con vuestra amistad y compañía, y con mayor o menor proximidad. Así pues, nada de incapacidad ni de complejo, sino con optimismo; a vivir se ha dicho y desde luego a vuestra disposición.

Guardo entrañable recuerdo de los compañeros médicos que me han precedido en el cargo, de los jueces y funcionarios judiciales que durante tantos años me han auxiliado o me hicieron más llevadera y menos ardua mi función forense, y de los profesionales del derecho y de la medicina con quienes he mantenido y mantengo, más que por méritos propios por deferencia inmerecida hacia mi persona, afable y sincera relación y colaboración. A todos mi mejor recuerdo y más sincera gratitud.

El médico, por sagrado deber y verdadero honor, debe llevar la salud a los más recónditos lugares, en todo tiempo, y me queda la satisfacción de haber pateado todo el territorio del concejo y casi del partido [judicial], incluso en años en que las grandes dificultades de comunicación, y de carencia de personal y de medios auxiliares, constituían verdadera penuria. También debe el médico auxiliar a la Justicia y al necesitado; en lo primero, mi función de forense ha sido cumplida en cuanto ha estado a mi alcance, y en lo segundo, puedo contar sin vanidad y sin vanagloria, que también he llegado muchas veces, con desinterés económico y con todo interés profesional, hasta la cama del pobre tanto como a la del rico. Esto queda para mí, con especial recordación y satisfacción.

Podría contar infinidad de anécdotas profesionales, de tantos años, ya que el anecdotario es un resumen de la vida y un historial de cada persona o circunstancia, y todo ello vendría a cuento, puesto que al fin me voy retirado de mis funciones, y no sin dejar huella de mis actos. Pero no quiero excederme de estas dos palabras, ni tampoco silenciar algunos recuerdos al respecto. Me decían que casi tendría tantos conocimientos como un abogado, porque veían en mi despacho muchos libros. Que por ser yo, persona de pocas palabras, acertaría o no con la enfermedad del paciente, pero por lo menos mucho cavilaba, es decir, mucho pensaba en la dolencia; aunque la verdad es que, terminado el reconocimiento y la prescripción facultativa, ningún pensamiento me quedaba, como no fuese por la dificultad del regreso a casa. Que podía ir tranquilo hasta el pueblo de residencia del enfermo, porque no había perros por el camino y que si alguno aparecía el acompañante se encargaría de tornarlo; porque cierto es que los perros, mastines por lo regular, y pese a su lealtad al hombre, no me inspiraban gran seguridad, y porque, sin alarde alguno, confieso que el miedo es libre. Y al paisano que me acompañaba en el trayecto solían preguntar los labradores desde sus fincas de labor, que contemplaban nuestro paso: – «¿Para quién va?», y el acompañante contestaba: «Para fulano de tal, de tal pueblo que está de plumonía»; pero tantas veces preguntaban, que el paisano familiar del enfermo, ya cansado de atender, en cuanto veía que uno se acercaba, sin esperar a la pregunta, decía que «va para fulano, de tal pueblo y de tal casa, que está en la cama», y así sucesivamente.

En una de tantas autopsias practicadas, me decía uno de los presentes: – «Tenga cuidado de que todo lo que salga caiga en tierra sagrada» (se refería al terreno del camposanto o cementerio). Y en otra ocasión advertían: «Que no se toque en el muerto hasta que venga la justicia. Y ¿qué es la Justicia?, pues la Justicia debe ser ese rabañau de xente que vien de cuando en cuando a ver las fincas».

Las demás anécdotas, siempre interesantes igualmente, quedan en el archivo de la memoria. Y así llego a punto de terminar.

Yo deseo a todos los presentes la mejor suerte en sus respectivos cometidos y que puedan llegar a la jubilación, al retiro o al descanso con el mismo bienestar que afortunadamente me acompaña.

Agradezco a todos, repito, la asistencia y presencia en este acto, que embargando de emoción mis palabras, tan solo me deja ya decir, con la esperanza y con la ilusión posible: hasta luego.

Y levanto mi copa como brindis de despedida y como símbolo de gratitud. A todos mil gracias y un cordial abrazo.

 

Cangas del Narcea, septiembre de 1974.


Gracias al magnetofón de Mario Gómez del Collado, en la fonoteca del «Tous pa Tous» conservamos el final de este discurso de la propia voz de don Rafael. Un estupendo colofón a esta semblanza. Escuchemos aquí a nuestro protagonista.

 

 


Tráiler oficial del documental «Memoria de los nuestros»

El productor audiovisual Benito Sierra (Cangas del Narcea, 1976) estrenará este segundo documental sobre la minería en Cangas del Narcea (Asturias) en el primer trimestre de 2024. Tras el éxito cosechado por «Huellas mineras» este nuevo trabajo, que complementa al anterior, recoge testimonios de los trabajadores de la primera época de la minería canguesa. Son personas que desde muy jóvenes «venían de trabajar en las vides y en la ganadería, e iban a buscarse la vida a la mina».

Este tráiler oficial fue presentado en el Teatro Toreno de Cangas del Narcea el pasado 2 de diciembre de 2023. Al igual que «Huellas mineras: Patrimonio Industrial en Cangas del Narcea» este reportaje cuenta con la colaboración del «TOUS PA TOUS. Sociedad Canguesa de Amantes del País».



 

Ampliamos hemeroteca en la web del Tous pa Tous: «La Maniega» (1981 – 1990) y (2013-2016)

LA MANIEGA (2ª Época) es una revista bimestral de información y de opinión, que fue editada por la Asociación Cultural Pintor Luis Álvarez de Cangas del Narcea desde abril de 1981 hasta diciembre de 2016.

El número cero, fechado en abril de 1981, salía a la luz con el epígrafe «Realidades y esperanzas de un Concejo» y la redacción la componían: Eloína García, José María G. Azcárate, Sandalio Gurdiel, Manuel Meléndez, Xuxé Mª Rodríguez (Chema), José Luis R. Mera y Merchi Tejón; con Francisco González y Amador Otero en la fotografía y Neto como dibujante.

En nuestra línea de trabajo en la recuperación de la historia de Cangas del Narcea, ya hemos digitalizado la primera década de esta revista, sus 60 primeros números, que agrupados por años, desde este fin de semana se pueden consultar y descargar en el siguiente enlace: LA MANIEGA 2ª Época (1981-2016)

Junto a estos números también están disponibles los 24 correspondientes a sus cuatro últimos años (2013-2016), cuya digitalización nos la facilitó desinteresadamente el propio director de esta publicación local, nuestro socio José María G. Azcárate.


 

La primera librería de Cangas del Narcea

El primer establecimiento comercial de este tipo en Cangas, lo abrió el matrimonio formado por Enrique Smets y Lucía Fernández Mesa «Luz de Campa». Él era belga y ella de Cangas del Narcea. Se conocieron y casaron en París, donde ella trabajaba de doncella de una aristócrata; vivían en el n.º 77 del bulevar Grenelle, muy cerca de la Torre Eiffel.

En 1932 ó 1933 se instalaron en Cangas. Con ellos vino su hijo Paul, de 12 años de edad y nacido en París. Este matrimonio abrirá en la villa la primera librería de su historia. Estaba en un bajo del viejo ayuntamiento, situado en la calle Mayor esquina con la calle de la Iglesia (hoy del médico Rafael Fernández Uría). Cuando se derribó este edificio en 1951, la librería se trasladó a la plaza del notario Rafael Rodríguez donde después la regentó su hijo Paul.

Un socio del «Tous pa Tous» nos ha enviado el sello que acompaña esta nota, de aquella Librería Narcea, impreso en un libro de Armando Palacio Valdés editado en 1946. Durante muchos años fue la única de la villa y alguien inventó aquel dicho: «Cangas del Narcea, pueblo de gran hidalguía, con cien bares y una sola librería».

¡Grata memoria a Enrique, Luz y Paul!


10º aniversario de la inauguración del Parador Nacional «Monasterio de Corias»

El pasado mes de julio se cumplieron 10 años de la inauguración del Parador Nacional «Monasterio de Corias» en Cangas del Narcea.

El monasterio de San Juan Bautista, conocido como «El Escorialín asturiano» por su imponente arquitectura fue construido entre 1022 y 1044, reconstruido entre los siglos XVI-XVII en estilo herreriano, y reformado y ampliado tras un incendio en 1744 por Ventura Rodríguez, uno de los principales arquitectos españoles neoclásicos del siglo XVIII. Tras la última reforma para convertirlo en Parador Nacional de Turismo, esconde en la planta sótano, como su tesoro mejor guardado, un museo que muestra los restos arqueológicos de la iglesia fundacional del siglo XI.

Como celebración de este notable acontecimiento, a continuación publicamos el vídeo de RTVE que cubrió la noticia del acto de inauguración como establecimiento hotelero, el 15 de julio de 2013. Acto que presidió la Reina Sofía y en el que también estuvieron presentes el ministro de Industria, Turismo y Energía y el presidente del Principado de Asturias, entre otras personalidades.



 

 

Una clase con Uría

 

Con motivo de la exposición temporal que el Tous pa Tous presenta en la Casa de Cultura de Cangas del Narcea sobre la figura de José Francisco de Uría y Riego (1819-1862), invitamos a los centros escolares a difundir la figura de este paisano nuestro que da nombre a importantes calles en Oviedo, Gijón, Luarca, Madrid y Cangas del Narcea.

Con este fin hemos elaborado unos materiales que ponemos a disposición de todos:

  • Actividades a realizar durante la visita:

 

  • Actividades para realizar solo en el aula si no se puede asistir a la exposición:

 


 

«Huellas mineras: Patrimonio Industrial en Cangas del Narcea»

«Huellas mineras» es un documental escrito y dirigido por Benito Sierra y que ha contado con la colaboración del «TOUS PA TOUS. Sociedad Canguesa de Amantes del País», que muestra al espectador los vestigios del patrimonio industrial y las huellas de la actividad minera de Cangas del Narcea.

Este primer largometraje del cineasta Benito Sierra González, se estrenó en septiembre de 2022 en el Teatro Toreno de su localidad natal, Cangas del Narcea, y un año después, su proyección formó parte de la VI Muestra Internacional de Cine sobre Patrimonio Industrial y Paisajes Culturales, en el «Incuna Int Film Fest 2023» de Gijón (Asturias).

El cangués ha querido retratar en este inédito film «los restos de la minería de Cangas del Narcea desde un punto de vista cinematográfico» y para ello se adentra desde finales de 2018 en las entrañas de esta industria…



Más información: Huellas mineras: Patrimonio Industrial en Cangas del Narcea (Próximo estreno)


 

Concurso de ganados en Cangas del Narcea en 1930

Cangas del Narcea. La Vega un día de mercado, hacia 1901.

Fuente:

En el año 1929 fue constituida en el concejo de Cangas del Narcea la Junta Local de Ganaderos que en muy poco tiempo fue cogiendo gran arraigo entre la clase labradora. Tal es así, que un año después de su constitución, esta Junta contribuyó muy eficazmente en la planificación del Concurso de ganado vacuno, organizado por la Excma. Diputación Provincial de Oviedo, el Ayuntamiento de Cangas y la Junta Regional de Ganaderos de Asturias.

Tenía este Concurso la particularidad de ser el primero que se celebraba en Cangas del Narcea; y teniendo esto en cuenta, bien cabe afirmar que tuvo un éxito completo, pues la curiosidad despertada en el público y la atención con que todos los ganaderos seguían las observaciones y deliberaciones del Jurado, revelaban un trascendental interés por el fomento de la riqueza ganadera del concejo cangués.

Se celebró este histórico Concurso en la magnífica explanada de La Vega de la villa canguesa, la mañana del viernes 22 de agosto de 1930, siendo presentados cerca de cuarenta ejemplares.

El Jurado calificador lo presidió el alcalde de Cangas, don Joaquín Rodríguez-Arango Fernández-Argüelles, y lo formaban D. Antonio Fernández, Ingeniero Agrónomo y Secretario de la Junta Regional de Ganaderos; los veterinarios: D. Francisco Lorenzo, D. Benito Gaite y D. Manuel Rodríguez Feito; y en representación de la Excma. Diputación Provincial, D. Jesús Vázquez.

El reparto de premios se hizo de la forma siguiente:

  • GRUPO I — RAZA ASTURIANA — SUBRAZA DE MONTAÑA Y DE LOS VALLES.

    Ramón Tosar Fernández, de casa Jacinto de Gillón, propietario del toro ‘Artillero’, premiado en la Sección 1ª —Toros con cuatro o más dientes permanentes, en el Concurso de 1930.

    • Sección 1ª —Toros con cuatro o más dientes permanentes.
      Primer premio, 200 pesetas; se declara desierto.
      Segundo premio, 150 pesetas, al toro “Artillero”, de Ramón Tosar Fernández, de Gillón.
    • Sección 2ª — Novillos con menos de cuatro dientes permanentes.
      Primer premio, 150 pesetas, al novillo “Rojo”, de Ignacio Galán, de Trasmonte de Arriba.
      Segundo premio, 100 pesetas, al novillo “Brillante”, de Primitivo Álvarez Vicente, de Cibea.
    • Sección 3ª — Vacas con cuatro o más dientes permanentes. 
      Primer premio, 100 pesetas, a la vaca “Guapina”, de Manuel Flórez Sierra, de Leitariegos.
      Segundo premio, 70 pesetas, a la vaca “Galana”, de Francisco González Rodríguez, de Morzó.
    • Sección 4ª — Novillas con menos de cuatro dientes permanentes.
      Primer premio, 70 pesetas, a la novilla “Castilla”, de Francisco Fuertes Riesgo, de Villategil.
      Segundo premio, 50 pesetas; se declara desierto.
  • GRUPO II — GANADO CRUZADO.
    • Sección 5ª — Vacas con cuatro o más dientes permanentes.
      Primer premio, 70 pesetas, a la vaca “Chavala”, de David Barreiro Martínez, de San Esteban de Cibuyo.
      Segundo premio, 40 pesetas, a la vaca “Pinta”, de Antonio Fernández y Fernández, de Santa Eulalia.
  • También se concedieron las siguientes menciones:
    •  Tres, de 30 pesetas cada una, a los novillos “Lucero”, de Rafael Collar, de Posada de Rengos; “Gallardo”, de Manuel Boto, de Villacanes, y “Lindo”, de Francisco Collar Agudín, de San Pedro de las Montañas.
    • Tres, de 25 pesetas cada una, a las vacas de raza asturiana “Roxa”, de José Hidalgo, de Carceda; “Granada”, de Manuel Flórez Sierra, de Leitariegos, y “Guapina”, de Manuel García López, de Castro de Limés.
    • Cuatro, de 20 pesetas cada una, a las vacas cruzadas “Jardinera”, de Joaquín Carrizo, de Cangas del Narcea; “Navarra”, de Leandro Flórez Gómez, de Murias de Bimeda; “Galana”, de José Rodríguez Vuelta, de Adralés, y “Salada”, de Claudio Alfonso, de Morzó.

    Paisano y toro, Cangas del Narcea, hacia 1918. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Colección de Juaco López Álvarez.



Vendimia 2023: «La Mejor cosecha»

El pasado sábado 7 de Octubre de 2023, la Denominación de Origen Protegida Cangas (DOP Cangas) emitía la siguiente nota:


Vendimia 2023. La mejor cosecha.

Vendimia Cangas del Narcea. Foto: Recrea Asturias

La de 2023 ha sido la vendimia más temprana.  La recogida de la uva en la zona DOP Cangas se desarrolló entre el 31 de agosto y el 2 de octubre, el inicio se produjo en Ibias  nueve días antes que la cosecha anterior  y  se terminó en Cangas del Narcea, dos días antes que el año anterior.

Sabíamos que había sido un buen año para las vides, todo indicaba una buena calidad debido a que ha sido un año de altas temperaturas y muy seco, aunque hemos tenido lluvias ya una vez iniciada la vendimia.

En cuanto a los pronósticos de cantidad, aunque indicaban una buena cosecha, finalmente nos ha sorprendido siendo el balance oficial de la uva recogida, mayor de lo estimado.

El total de producción fue de 231.780 kg de uva, el aumento de producción con respecto a la cosecha anterior ha sido de un 164,2% convirtiéndose en la mayor cosecha de la DOP Cangas hasta la fecha, superando la cosecha 2005 que había sido hasta ahora la mayor, con 152.000 kg.

De la producción recogida en 2023 un 52,5 %, fueron de uva blanca y el resto un 47,5 % uva negra.

De los 121.690 kilos de uva blanca, 118.084 kg son Albarín blanco, se han recogido también pequeñas cantidades de Blanca Extra, Moscatel, Godello y Albillo. El Albarín blanco se confirma otra cosecha más, como la variedad estrella de la DOP Cangas,  al ser la de mayor producción y sus cifras irán en aumento en los próximos años , porque han entrado en producción las nuevas plantaciones.

Por su parte, las variedades tintas suman un total de 110.089 kg  encabezadas este año por la Mencía con una producción de 42.799 kg y el Albarín negro del que se han recolectado un total de 34.340kg , seguidas del Carrasquín con 20.194 kg y la Verdejo negra con 12.756 kg.  

Pisada de la uva en la fiesta de la Vendimia de Cangas del Narcea. Foto: Recrea Asturias

Si hubiese que resumir la cosecha en una sola palabra, sería: «uniformidad», algo que no se suele dar en agricultura y es que salvo la variedad Albarín negro que ha tenido algún problema de corrimiento de flor, todas las variedades autóctonas y todas las parcelas estaban con muy buena producción no habiendo diferencias por zonas, ni siquiera diferencias entre los viñedos situados en Cangas del Narcea y los situados en Ibias.  La producción media por hectárea se sitúa este año en 4.139 kg.

Esta vendimia refleja por fin el resultado de los cambios que se han ido produciendo consecuencia de la profesionalización del sector:  reestructuración y plantaciones nuevas que lamentablemente en los dos años anteriores no se han podido evidenciar debido la climatología y los problemas sanitarios.

Tras tres cosechas muy pequeñas esta vendimia se cierre con mucha alegría para nuestros heroicos viticultores, producción que ya está en manos de los bodegueros y que en próximos meses podremos empezar a disfrutar.

 

Denominación de Origen Protegida Cangas


Presentación del retrato de Mario Gómez y Gómez: ‘El Gaitero de Limés’

Vídeo del sencillo acto de presentación y depósito de este retrato recuperado y restaurado por el «Tous pa Tous», que se celebró en la Biblioteca Municipal «Padre Luis Alfonso de Carvallo» de Cangas del Narcea (Asturias).

  • Casa de Cultura «Palacio de Omaña», jueves 21 de septiembre de 2023.
  • Interviene: Juaco López Álvarez, presidente del «Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País».
  • Realizador audiovisual: Benito Sierra González.
  • Información de la obra:

José Alejandro

“El gaitero de Limés”, 1920

Retrato de Mario Gómez Gómez (Cangas del Narcea, 1872 – 1932).
Médico militar, escritor, historiador, filántropo, polifacético y vital, fundador del Tous pa Tous y la revista La Maniega en 1925.

Óleo sobre lienzo

Propiedad del “Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País”
(Gentileza de Sofía Mateos Peñamaría)



 

‘El Gaiteru de Limés’ vuelve a Cangas del Narcea para quedarse

El año pasado, con motivo del 150º aniversario del nacimiento del fundador de nuestra asociación «TOUS PA TOUS», el renombrado Mario Gómez y Gómez (Cangas del Narcea, 1872 – 1932), entre otras cosas organizamos una exposición que recorría la vida y obra de este ilustre cangués. En la misma se mostraron entre otras curiosidades, libros, diplomas, honores, fotografías, carta autógrafa y como pieza destacada, el retrato El Gaiteru de Limés (autor: José Alejandro, 1920) cedido para la ocasión por Sofía Mateos Peñamaría, sobrina nieta del retratado, que lo tenía en su domicilio en Madrid.

El estado de conservación que presentaba esta obra era bastante deficiente, sobre todo debido a problemas de roturas estructurales del lienzo. El aspecto general de la pintura era oscuro y mate, especialmente en las zonas con golpes y rozaduras. El barniz se hallaba oxidado por la acción del aire y la humedad, lo que daba a la obra un aspecto general oscurecido. El deterioro lógico del soporte por el paso de los años, favorecía los problemas de tensión del lienzo, dañando aún más la obra y además, en el marco se observaban bastantes faltas de dorado.

Para la exposición, se le hizo un «lavado de cara» que consistió básicamente en una limpieza general del cuadro. Tras la exposición, propusimos a su propietaria que el retrato quedase en Cangas, en algún lugar con garantías de conservación y seguridad. Su gentil respuesta fue que, por su parte, no tenía inconveniente alguno, que el «TOUS PA TOUS» podía disponer de él como si fuera suyo… procurando, claro está, esas garantías.

Desde ese momento, nos pusimos en marcha y lo primero que hizo el «TOUS PA TOUS» fue someter la obra pictórica a un completo proceso de restauración y re-entelado. Para ello utilizamos los servicios de un prestigioso restaurador de Trubia cuya profesionalidad nos garantizaba que el retrato, mediante su restauración y mantenimiento, recuperaría las mejores condiciones de conservación.

José Alejandro — «El gaitero de Limés», 1920 — Retrato de Mario Gómez Gómez (Cangas del Narcea, 1872 – 1932). Médico militar, escritor, historiador, filántropo, polifacético y vital, fundador del Tous pa Tous y la revista La Maniega en 1925. — Óleo sobre lienzo — Propiedad del «Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País» (Gentileza de Sofía Mateos Peñamaría)

Una vez terminado todo este proceso llegaba el momento de buscarle un sitio en Cangas del Narcea.  Tras varias propuestas y deliberaciones entre los miembros de El Payar, nos pareció que el mejor sitio para colocar este genial retrato del fundador de la Sociedad Canguesa de Amantes del País «TOUS PA TOUS» y de la revista La Maniega, que además de médico y militar, fue escritor y cronista de la vida y la historia de Cangas del Narcea, era la biblioteca municipal. Pedimos opinión a la bibliotecaria Julia Gallego, y como le pareció una gran idea, definitivamente, este fue el sitio elegido.

Desde el pasado 21 de septiembre de 2023, todos los usuarios de la Biblioteca Pública Municipal de Cangas del Narcea «Padre Luis Alfonso de Carvallo» y cualquier otro curioso visitante puede contemplar y disfrutar de El Gaiteru de Limés, que ha vuelto a Cangas del Narcea para quedarse.

Además del retrato de Mario Gómez, el «TOUS PA TOUS» hizo entrega de varios libros suyos a la biblioteca municipal de Cangas. Estos libros fueron aportados por las herederas de Manuel Gurdiel Sierra y por José Ramón Flórez Areces, Sofía Mateos Peñamaría y María Teresa González Ferreiro.

Algunos de los libros de Mario Gómez que se entregarán a la biblioteca de Cangas en el acto de presentación de su retrato ‘El Gaiteru de Limés’

El sencillo acto de presentación y depósito de este retrato se puede ver y escuchar este enlace: Presentación del retrato de Mario Gómez y Gómez: ‘El Gaiteru de Limés’


Descanse en paz Pepe Domingo Castaño, el jovencísimo locutor que decía: ‘Radio Cauriense de Corias emitiendo en directo’

Pepe Domingo Castaño en la presentación de su libro donde cuenta su paso por Corias (Cangas del Narcea, Asturias) donde pasó un lustro de su vida.

En la madrugada de este domingo 17 de septiembre fallecía a los 80 años de edad una de las voces más reconocibles de la radio española, la del locutor deportivo, y anteriormente también musical, Pepe Domingo Castaño. El gran corazón del veterano periodista gallego, nacido en Padrón (A Coruña) el 8 de octubre de 1942,  dejaba de latir en el Hospital de la Zarzuela de Madrid, tal y como ha informado la cadena COPE, emisora en la que trabajaba desde 2010 en el programa deportivo Tiempo de juego.

Toda una leyenda de las ondas que comenzó a forjarse como hombre de radio según su propio testimonio en «Corias, un pueblecito minúsculo perdido en las montañas de Asturias, cerca de Cangas del Narcea». Escuchemos sus recuerdos cangueses de su propia voz en una reciente entrevista que dio para la cadena COPE:

 

 

En su memoria queremos destacar aquí la vinculación que Pepe Domingo Castaño tenía con Cangas y muy particularmente con los dominicos de Corias, a donde llegó con tan solo nueve años, siendo monaguillo en Padrón (La Coruña), su localidad natal, donde había un convento de dominicos en el que se hizo muy amigo de los frailes que le animaron a venir a estudiar a Corias. Aquí estuvo cinco años, todo un lustro de su vida, hasta la inauguración del colegio de la Virgen del Camino en León. Sin terminar todavía el curso, en unas vacaciones escolares, se fue de Corias a su casa en Galicia, y volvió directamente a la Virgen del Camino. En su libro Hasta que se me acaben las palabras. Mis recuerdos de radio y vida; AGUILAR, Enero 2022, escribe: «Los cinco años de Corias no los quiero borrar de mi cuaderno porque me ayudaron a encarar el futuro con los bolsillos llenos de verdad».

Con los frailes de Corias empezó sus primeros pinitos en la radio. Según contaba, había un padre muy simpático que les daba clases de literatura, el padre Felipe Lanz, que fue el que le animó a escribir, y había otro, el padre Iparraguirre, que «era un cachondo de la vida, un tío que vivía muy feliz, que transmitía mucha felicidad», al que un día se le ocurrió la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Lógicamente, el jovencísimo Pepe Domingo se presentó como locutor. Hicieron unas sencillas pruebas, le aceptaron y montaron una emisora que se llamaba Radio Cauriense, de Corias. Y ahí empezó a hacer pequeñas cosas como leer poemas, trozos de libros, hacían concursos… todo con mucho éxito. Hace poco más de un año, esto decía en una entrevista en RNE al respecto:

«La verdad es que lo hice bastante bien. Nos mandó leer una cosa e inventar algo y a mí siempre me gustó inventar. Todo lo inventé muy bien y dijo ‘tú eres la voz de la emisora y hay que buscar dos más’. Yo era el que decía: ‘Radio Cauriense de Corias emitiendo en directo’. Transmitíamos rezos, hacíamos obras de teatro. Fíjate ahí con nueve o diez años empezaba a asomar el hombre de radio que luego hipotecó toda su vida, incluso los éxitos en otras facetas, por la radio. No me arrepiento nunca de haberlo hecho».

De sus cinco años en Corias recordaba con especial cariño al padre Felipe Lanz, «siempre sonriente en su gordura, que puntuaba con notas altas mis primeros poemas y mis primeras incursiones en la literatura». Al parecer, este fraile llegó a confesarle que tenía un futuro espléndido en eso de juntar palabras. También recordaba la imagen autoritaria del padre Casquero, que daba matemáticas, le perseguía por los terrenos de su memoria «entre suspensos inevitables y ecuaciones imposibles», según afirma en su libro. Del padre Ricardo escribe: «siempre sudoroso y enrojecido por la timidez, que nos confesaba con el aliento y las avemarías, después de habernos obligado a vaciar nuestra alma de tocamientos y tentaciones». Y como ya ha quedado dicho, Pepe Domingo Castaño se ha ido con el grato recuerdo del padre Iparraguirre, con el que montó su primera emisora de radio, Radio Cauriense de Corias, en la que empezó a encariñarse con los micrófonos y las palabras.

Lo único que detestaba de aquellos años de internado era «el asqueroso café con leche que nos servían cada mañana en el refectorio y que los frailes nos obligaban a beber, so pena de un suspenso en conducta». Según recuerda en su libro, era un líquido oscuro con pedacitos de nata bailando en la superficie que le producían arcadas en cuanto intentaba beberlo. Su negativa constante a ingerir lo que él denominaba como «pócima detestable» fue el motivo de que obtuviese continuados suspensos en conducta. Lo del café con leche fue el único lunar negativo, si se puede considerar así, de su paso por el convento de Corias. Sus notas eran altas en casi todas las materias, excepto matemáticas, y su vida, dentro de lo que se podía esperar de un internado, discurría plácidamente, aunque, como es lógico, con repetidos ataques de morriña.

En una reciente entrevista el pasado mes de julio le preguntaron:

¿Qué aprendió de los dominicos?

Y su respuesta fue:

—  Todo. Mi formación viene de ellos, de cada uno de ellos. Aprendí a ser persona, a respetar a los demás, a darle una oportunidad a la gente, a creer que lo más importante en la vida es la verdad, a respetar a mis padres, a repartir cariño, a tener un bagaje cultural brutal que no tenían otros chicos de mi edad, y prueba de ello es que todo eso me sirvió para ser lo que he intentado y he luchado por llegar a ser.

 

Descanse en paz este aguerrido periodista al que su paso por Corias le llevó, primeramente, siendo muy joven, a ser novicio dominico y a convertirse en uno de los locutores radiofónicos más emblemáticos en la historia de la radiodifusión española, después. ¡Hasta siempre Pepe Domingo Castaño!

Revista ‘Lecturas’ nº 1.243 de 13 de febrero de 1978


 

Museo de Bellas Artes de Asturias: «Filandón en Monasterio de Hermo»

Filandón en Monasterio de Hermo (Óleo sobre tabla, 1872). Luis Álvarez Catalá (Madrid, 1836-1901)

En el verano de 1872, el pintor Luis Álvarez Catalá (Madrid, 1836-1901) realizó durante una estancia en el pueblo natal de su padre la obra «Filandón en Monasterio de Hermo», adquirida en 1989 por el Museo de Bellas Artes de Asturias, y una de las obras más destacadas del fondo de arte asturiano del siglo XIX. Actualmente, esta pintura, de gran preciosismo, forma parte de la exposición «Escanciando. Representaciones de la sidra asturiana en las artes plásticas», alojada en la planta -1 del Edificio Ampliación.

La escena representada está protagonizada por una serie de personajes, entre ellos el mismo Álvarez Catalá, autorretratado en el cuadro, que se reúnen en torno al fuego de la l.lariega o cocina de la casa familiar del pintor, en la localidad asturiana de Monasterio de Hermo (Cangas del Narcea). El espectador contempla así, en una misma escena, la variedad de actividades, actitudes y conversaciones que se desarrollan en el llamado filandón, con mujeres hilando mientras otras personas cantan, tocan instrumentos o se entregan a diversas labores tradicionales del territorio asturiano.

Todo ello aparece reflejado con absoluta minuciosidad, con una factura casi preciosista que, aplicada en una obra costumbrista, incide en destacar los vestidos de los personajes y los objetos que hacen referencia a las actividades artesanales asturianas y a su ajuar doméstico, como las madreñas del primer plano o los útiles apoyados sobre la viga del techo.

Debido a su ambientación y a los recursos empleados por el artista, la obra transmite una sensación de ambiente intimista muy interesante y lograda. Esta armonía e intimismo de la imagen, unidos a la riqueza formal y descriptiva de la pincelada, sugieren una influencia de la pintura flamenca y holandesa del siglo XVII, de la que Álvarez Catalá era amplio conocedor por sus diversos viajes y estudios académicos. Sin embargo, destacada al convertirse en un emotivo manifiesto de los recuerdos de infancia del propio artista, quien contemplaría repetidas veces escenas similares a ésta; imágenes retenidas en su memoria como la que inmortaliza en esta tabla.

Fuente: Museo de Bellas Artes de Asturias


Acto de inauguración de la exposición dedicada a José Francisco Uría y Riego

En el siguiente vídeo podéis ver y escuchar el acto de inauguración de la exposición dedicada a José Francisco Uría y Riego que se celebró en Cangas del Narcea el 13 de julio de 2023 en la Sala «Tous pa Tous» de la casa de Cultura «Palacio de Omaña».

La Sociedad Canguesa de Amantes del País «Tous pa Tous», tras cumplirse el segundo centenario del nacimiento de Uría (Cangas del Narcea, 1819 – Alicante, 1862) , organizó esta exposición para recordar y conocer mejor a este ilustre cangués que, además de Director General de Obras Públicas, fue un político amante de su patria chica y preocupado por la prosperidad del terruño que le vio nacer.

Presentan: Juaco López y Mercedes Pérez.
Participan: Benito Álvarez, Jorge Rodríguez, Elena Barrero, Jesús H. Feito.
Imagen y sonido: Benito Sierra.

Aprovechamos para informaros que esta interesante exposición se puede visitar hasta final de este año 2023 en el horario de la Casa Cultura de lunes a viernes:

SEPTIEMBRE

    • De 9.00 a 14.00 h

OCTUBRE A DICIEMBRE

    • Mañanas de 10.00 a 13.30 h.
    • Tardes de 16.00 a 19.30 h.


Nueite de San Xuan

Con esta actividad se pretende investigar sobre costumbres y tradiciones propias del Concejo de Cangas del Narcea en relación a la festividad de San Juan, dando respuesta de esta manera a uno de los pilares de centro que es la identidad rural, entendiendo ésta, como la realización de actividades que fomenten el valor de nuestras tradiciones culturales y patrimoniales.

En el proyecto participan familiares cercanos al alumnado, y también vecinos del pueblo donde se localizan las diferentes escuelas del CRA Río Cibea. De esta manera, la escuela cumple un papel social, y dinamiza las localidades, haciendo partícipes no solo a la comunidad educativa sino también a toda la población, con el fin de generar comunidad, fomentar el arraigo y favorecer la identidad rural.

Los participantes en este proyecto pertenecen al concejo de Cangas del Narcea, concretamente a los pueblos de:

Genestoso, Tremao de Carballo, Rañeces de Sierra, Puenticiella, Los Eiros, Regueira`l Cabo, El Mato, Linares, Limés, Villarino de Limés, Carballo, Veigapope, La Regla de Perandones, Las Tiendas, Corias, Sonande, Pixán, Cangas del Narcea, Tainás, Villadestre y Olgo. También hay informantes de Castaosa
(Ibias), La Borra (Salas).

Cabe destacar que, por la recogido en esta actividad, el Partido de Sierra conserva en su memoria un mayor número de recuerdos de muchas costumbres y rituales relacionados con esta festividad, en comparación con otras zonas del concejo.



 

Catorce horas de Oviedo a Cangas en coche-diligencia a finales del siglo XIX

Leitariegos. Diligencia, encima de la ‘vuelta la corona’ camino a El Puertu desde Cangas del Narcea el 31 de agosto de 1911. Se aprecia como la niebla cubre todo el valle de Naviego. Fotografía de Celso Gómez Fernández-Argüelles. Colección Álvarez Pereda.

En la segunda mitad del siglo XIX se construyen las primeras carreteras por el suroeste de Asturias y con ellas llegó el transporte en coches de caballo o diligencias.

A finales del siglo XIX los itinerarios de los coches-diligencias, normalmente, estaban en combinación con la salida de los trenes. En Asturias la primera línea de ferrocarril interprovincial de pasajeros fue la de León a Gijón, también conocido como ferrocarril de Asturias, una línea ferroviaria de ancho ibérico entre ambas ciudades, que constituyó el acceso ferrovario al Principado de Asturias desde la meseta. El tramo que cerró esta línea, históricamente conocido como «la rampa de Pajares», fue inaugurado el 15 de agosto de 1884.

En el caso de Cangas del Narcea y otros municipios del occidente asturiano era la empresa de carruajes «La Montañesa» de Maurines y Cía. quien, en combinación con «La Ferrocarrilana» que hacía el itinerario entre Oviedo y Salas, prestaba el servicio diario a La Espina, Tineo, Cangas de Tineo, Luarca, Navia y Castropol. «La Montañesa», creada en 1883, contó con varias líneas y concesiones en la zona occidental de Asturias y fue una de las últimas compañías con servicio de diligencias, en concreto hasta 1913. El primer vecino de Cangas que registró un coche en el Gobierno Civil de Oviedo fue Román Rodríguez-Arango Méndez-Castrillón. Fue en 1914 y le correspondió la matricula O- 274. El coche era un S.C.A.R. de 15 CV. 

En el año 1892 la diligencia salía de Oviedo a las cinco de la tarde llegando:

A Salas, a las diez de la noche (5 horas)
» La Espina, a la una de la mañana (8 horas)
» Tineo, a las tres y media de la mañana (10 ½ horas)
» Cangas de Tineo, a las siete de la mañana (14 horas)
» Luarca, a las siete de la mañana (14 horas)
» Navia, las diez de la mañana (17 horas)
» Castropol, a las cuatro de la tarde (23 horas). Prácticamente un día entero.

Como podemos ver el viaje no era precisamente veloz y, además, tampoco era especialmente cómodo, ni barato. Estos eran los precios del pasaje en pesetas:

Berlina, interior y banqueta o cupé eran las distintas opciones de viaje que esta Compañía ofrecía al viajero. Berlina era la parte anterior, con asiento transversal normalmente para tres plazas, ventanillas de cristales al frente y dos puertas laterales de vidrio. Va justo detrás del pescante y por debajo de él ya que éste iba elevado sobre el techo de la caja. Interior, colocado detrás de la berlina y en el centro del carruaje, solía tener dos asientos transversales y por lo tanto tenía doble capacidad que la berlina. Detrás del pescante, sobre el techo del carruaje y delante de la barandilla estaba el departamento más económico, el cupé, formado por un asiento transversal para tres plazas abierto por delante con cubierta de cuero para los pies y las piernas que se unía a una capota como la de los cupés, y de ahí esta denominación.

Los horarios de salida hacia Oviedo desde estas localidades eran:

De Castropol a las nueve de la mañana.
» Navia a la una de la tarde.
»  Luarca a las cinco de la tarde.
»  Cangas de Tineo a las tres de la tarde.
» Tineo a las ocho de la noche.
» La Espina a las diez de la noche.
» Salas a las doce de la noche.

Las distancias que se recorrían eran las siguientes:

De Oviedo a Salas,  47 kilómetros.
» » a La Espina, 59 kms.
» » a Tineo,  70 kms.
» » a Luarca, 100 kms.
» » a Cangas de Tineo, 101 kms.
» » a Navia, 121 kms.
» » a Castropol, 152 kms.

Esta fotografía del “coche de Cangas de Tineo” tirado por ocho mulas, fue hecha por un viajero inglés, seguramente un ingeniero de minas, en Trubia, hacia 1895.

Estos carruajes eran arrastrados por tiros de nueve caballerías, a cargo de un mayoral, delantero y un zagal , efectuándose los relevos del ganado cada 20 kms. aproximadamente (4 leguas).

Se cenaba en Salas a la ida y regreso, no obstante, existían buenas fondas y casas de comidas también en Luarca, Navia, Tineo, Cangas y Castropol. Establecimientos que tenían dispuestas las comidas en combinación con la llegada de las diligencias.

En el trayecto, cerca de La Espina, en un punto denominado Los Americanos, instalado en una hermosa y gran casa, se hallaba un establecimiento de ricos comerciantes habaneros: D. José Manuel, D. Mateo, D. Benigno y D. Juan González. Era un comercio magnífico de venta al por mayor y menor con gran surtido de artículos diferentes tanto nacionales como extranjeros y coloniales. Este lugar contaba con un puesto de guardia civil, generosamente donado por sus propietarios.

 

Artículo relacionado: “El coche de Cangas de Tineo” en 1895


Fuente: Asturias. De Oviedo a Covadonga. Fernández González, José. Oviedo, 1892.


 

Ambrosio Rodríguez y su obra

El doctor Ambrosio Rodríguez (Sorrodiles, Cibea, 1852 – Madrid, 1927) es el autor de este pionero y excelente estudio sobre la higiene de los trabajadores y las enfermedades de los jornaleros, que se publicó en Gijón en 1902; tiene 448 páginas. El libro está muy bien editado y lleva una cubierta hecha por el pintor gijonés Juan Martínez Abades. Ambrosio Rodríguez fue un profesional muy reconocido y amigo de eminentes médicos de su tiempo, como su maestro Federico Rubio y Galí y el mismísimo Santiago Ramón y Cajal. Estudió y vivió en Madrid, París, Berlín, Buenos Aires y Gijón, y viajó por numerosos países de Europa y América. Nunca dejó de tener relación con Cangas del Narcea, y siempre estuvo preocupado por su estado y porvenir. En la necrológica que le dedicó la revista La Maniega en junio de 1927 se dice: «Difícilmente habrá habido nadie que haya superado al doctor Ambrosio como amante de Cangas; a donde no dejó de ir un solo año, hasta que en 1915 perdió la vista, cuya desgracia le hizo pasar lleno de tristeza los últimos años de su vida».


AMBROSIO RODRÍGUEZ Y SU OBRA
Por Ovidio Fernández Arbas

El médico Ambrosio Rodríguez, en Buenos Aires, 1887. Fotografía de Chute & Brooks.

Ambrosio Rodríguez y Rodríguez (Sorrodiles de Cibea, Cangas del Narcea, 1852 – Madrid, 1927), estudió la carrera de medicina en Madrid, siendo discípulo del doctor Federico Rubio en el Instituto de Terapéutica Operatoria, especializándose en Tocología y ampliando estudios en Francia y Alemania. Fue médico de sala del Hospital de la Princesa, desempeñando el cargo de director de publicaciones. Ejerció la medicina en Buenos Aires durante unos años, retornando al ejercicio privado de la misma con la prestación de servicios para diferentes sociedades de socorros. En 1902, ya establecido desde hacía años en Gijón, escribirá su obra Contribución al estudio de la higiene de los trabajadores y enfermedades de los jornaleros. En ese mismo año regresaría a Madrid, donde será el médico personal de la familia de Santiago Ramón y Cajal, con quien le unirá una profunda amistad desde entonces y hasta el final de sus vidas.

Con su Contribución… hará irrupción en el panorama médico y científico de su momento la primera monografía dedicada por entero al abordaje de los riesgos laborales, resultando ser, a juicio de dos de los más prestigiosos historiadores de la salud laboral, «el primer tratado hispánico original sobre higiene y medicina industrial».

Estamos, sin exageración alguna, por vez primera ante un texto que, de forma pionera y seminal aúna descripciones, conceptos y reflexiones que muchos años después irían conformando en España el moderno constructo preventivo bajo el rótulo de seguridad y salud laboral.

Así, en esta obra tendrá cabida, desde la higiene industrial y la problemática que acompañaba a los espacios laborales y productivos a los planteamientos de seguridad y protección, todo ello enfocado desde muy diversos ángulos. Del mismo modo, la ergonomía hará su presentación en forma de higiene postural, adaptación hombre-máquina, el tratamiento de los microtraumatismos o la propia fatiga muscular y cognitiva. Asimismo, será notable su empeño por ofrecer un muy amplio recorrido por la legislación sociolaboral, especialmente extranjera, y ello sin descuidar en modo alguno los componentes temáticos propios de una medicina del trabajo: heridas y su tratamiento, primeros auxilios, cuidados y práctica clínica, etc.

En su obra, no obstante, también encontrará acomodo la que venía siendo la tradicional preocupación por la higiene pública, al igual que por aquellos aspectos relacionados más directamente con las condiciones de vida del propio trabajador: alimentación, vivienda, higiene corporal o alcoholismo y, al mismo tiempo, su preocupación por la denominada Cuestión Social en forma de consideración y naturaleza de las huelgas, la justificación de los salarios o la jornada de trabajo.

 

El carácter pionero y precursor de Contribución…

  • La Higiene laboral implica ahora a todos los agentes que intervienen en la misma: su obra estará dirigida para ser usada por “alumnos de medicina, obreros, jefes de taller, empleados de sanidad, fábricas, canteras y talleres, establecimientos industriales y sociedades de socorro”. La higiene obrera ya no se concibe como una serie de instrucciones y consignas que solo conciernen a los trabajadores.
  • La higiene del trabajo no será ya tan solo higiene de carácter industrial, es decir, la que afecta a un obrero proletario de la industria o taller. El jornalero, el campesino o el trabajador en cualquiera de sus múltiples formas encuentra aquí, de igual forma, las consideraciones preventivas pertinentes con respecto a su labor particular. La prevención de los riesgos laborales es concebida por Ambrosio Rodríguez como algo propio a la esfera del mundo del trabajo en su sentido más general y no circunscrito, como básicamente resultaba hasta entonces, a concretas actividades laborales.
  • Las consideraciones morales acerca de las actitudes de los trabajadores ya no se solaparán de continuo tras cada consejo o recomendación preventiva; ahora la prevención discurrirá buscando un plano más técnico y científico.
  • La prevención del accidente o de la enfermedad profesional será tratada desde una perspectiva eminentemente cualitativa, persiguiendo eliminar o evitar el daño o lesión, frente al discurso de la higiene tradicional basado principalmente en la idea de modificar cuantitativamente -aminorando, disminuyendo o atenuando- las condiciones nocivas de trabajo y los riesgos que lo solían acompañar.
  • La prevención de riesgos se entiende ahora desde una óptica integradora. Toda ciencia o disciplina que contribuya a estudiar posibles mejoras en las condiciones de trabajo debe ser incluida en el campo preventivo. De esta manera su obra contiene un examen detallado del mundo de los riesgos laborales desde los múltiples ángulos que le era posible contemplar en su tiempo y de los medios para hacerles frente: condiciones de seguridad a través de instrucciones y resguardos de protección personal tanto individuales como colectivas, tratamiento de los riesgos debidos a explosiones o a exposición a riesgos biológicos, higiene toxicológica, industrial, medicina del trabajo, ergonomía o legislación protectora.
  • Las medidas y consideraciones preventivas son expuestas, en la obra de Ambrosio Rodriguez, no tan solo persiguiendo evitar la irrupción súbita del accidente o lesión. Ahora se perseguirá, además de proteger de posibles traumatismos y accidentes fruto de riesgos mecánicos o físicos, salvaguardar al trabajador de riesgos patológicos de aparición lenta y cristalización paulatina: las temidas enfermedades profesionales. Y todo ello dentro de un horizonte madrugador en el que se estaría prefigurando un tercer nivel dentro del campo de la prevención: el de la comodidad y bienestar del obrero en su tarea, es decir, el moderno concepto de satisfacción laboral.

 

Algunas otras consideraciones acerca de esta obra

El Tratado de Ambrosio fue objeto de reconocimiento institucional relativamente pronto; por Real Orden de 18 de abril de 1906 (Gaceta de Madrid de 25 de abril de 1906) el Ministerio de Instrucción Pública, previo informe favorable de la Academia de Medicina, ordenaba la adquisición de 250 ejemplares del mismo para las diferentes bibliotecas públicas del Estado, con el fin de divulgar las nociones de higiene industrial que este contenía. De igual forma, tras la publicación de su Tratado diferentes higienistas recogieron bien pronto en sus obras, desde la admiración y respeto, temáticas y consideraciones plasmadas por Ambrosio en su Contribución…

Esta obra significará el cambio de signo en las higienes industriales del momento, desvinculando la higiene industrial, como rótulo genérico, de las higienes públicas e inscribiéndola de manera autónoma en la cultura española de la seguridad y salud en el trabajo. Sin embargo, todavía estaría sometida a la potente inercia del higienismo industrial decimonónico en alguno de sus recorridos.

Además, su título Higiene de los trabajadores y enfermedades de los jornaleros, en lugar de higiene industrial connota sin duda una nueva dirección en la que la imagen de espacio o ambiente se deslizará hacia la persona del trabajador y este en todas sus representaciones: industrial, jornalero, minero, campesino, albañil, etc., etc.

En otro orden de cosas, y atendiendo a sus valores estéticos y pedagógicos, son de destacar varias cuestiones. Una primera serían sus contenidos visuales. El Tratado contiene abundantes láminas, ilustraciones, estampas, grabados, dibujos, fotografías, figuras, tablas y alegorías simbólicas de cada oficio, las cuales poseen indudablemente un formidable valor informativo y formativo, suponiendo una auténtica novedad en las publicaciones de este tipo. En este sentido, su autor cuidó primorosamente la edición de su obra, siendo de resaltar que la misma portada se debió al pintor asturiano Juan Martínez Abades, en la pintura de título  «En la fragua», en lo que supone una alegoría al mundo del trabajo.

Por último, y como valor sentimental para los que somos sus paisanos, entre las páginas de la Contribución… no dejamos de encontrar referencias a nuestra tierra, bien sea en concretas experiencias suyas como médico (labradora en Villacibrán, escrófula en Rengos), accidentes en Gijón o artículos publicados en El Eco de Occidente, periódico de Cangas de Tineo.


 

Cibuyo y los «rumbos» de Mario Gómez

Vista parcial de Cibuyo de mediados de los años 50. Col.: Familia de Jorge Rodríguez Meléndez.

El fundador del «Tous pa Tous», Mario Gómez, describe en su libro Rumbos, Viaje por Cangas del Narcea 1928-1932, su llegada al pueblo de Cibuyo: «Es este un valle feraz, de amplias vegas y exuberantes huertos, de gran pradería, de casas grandes, ricas y bien traídas. En la carretera hay casas de construcción moderna, bien ataviadas y algunas de tres pisos. Cibuyo, en esta barriada, tiene el aspecto de una moderna villa».

En esta fotografía, perteneciente a mi familia, vemos una vista parcial del pueblo de Cibuyo, entorno al año 1955, en ella podemos ver todo lo que describía Mario Gómez, con las veigas sembradas de maíz, las huertas con las patatas, los frejoles, las fabas, tomates y demás productos, los cortinales con el trigo y centeno recién segados y ya en cuelmos, también vemos alguna facina en las eras esperando la mayadora. Por encima de los campos de labranza están los prados, los de regadío y las camperas de secano.

Vemos también las casas que menciona Mario Gómez, la de Don Joaquín al lado de la iglesia y la de Melchora en el pico del pueblo, con su espléndida panera. A la derecha de la espadaña de la iglesia parroquial se observa la desaparecida casa de Barreiro, donde nació el P. Agustín Jesús Barreiro. En la carretera general vemos una casa de tres pisos, casa Antonio, un comercio, tienda y bar, que en la actualidad sigue funcionando, al lado se puede ver un coche, es un Renault 4-4 de un vecino de Cibuyo emigrado en Madrid.

Espero que os guste. Saludos.

Jorge Rodríguez Meléndez
(04/05/2023)

 

Un nuevo artículo de Odón: «Dos sangrías» (1909)

Mozas de Cangas del Narcea, hacia 1915. Fotografía de Benjamín R. Membiela.

Siguen apareciendo, gota a gota, algunos ejemplares de periódicos editados en Cangas del Narcea que no conocíamos. En este caso se trata de un ejemplar de El Narcea, núm. 199, de 13 de noviembre de 1909, dirigido por el maestro Ibo Menéndez Solar. En la crónica local de ese número se escribe sobre los proyectos para construir un cementerio, un matadero y un lavadero, tres aspiraciones de los habitantes de la villa de Cangas, que irán llegando poco a poco en ese primer tercio del siglo XX. En la portada aparece un articulo de Odón Meléndez de Arvas (Carballo, 1851-Cibuyo, 1923), que hoy traemos aquí porque no aparece en la colección de artículos de este periodista local que publicó el «Tous pa Tous» en el libro Artículos periodísticos (1903-1917), en edición de Ángeles Martínez Álvarez.

Odón Meléndez de Arvas fue un maestro de Cangas del Narcea que vivió en el pueblo de Cibuyo y ejerció en la escuela de La Regla de Perandones. Pero, además, fue un activo periodista que colaboró en la prensa que se editaba en Cangas del Narcea y en otras localidades asturianas. Publicó en La Verdad, El Narcea, El Distrito Cangués, del que fue jefe de redacción, y La Voz de Cangas, editados en Cangas del Narcea, y en La Justicia de Grado. Odón era una persona de arraigadas ideas republicanas, que escribió numerosos artículos costumbristas sobre la vida rural y de opinión, siempre defendiendo sus dos grandes intereses y preocupaciones: la instrucción pública y los campesinos. Fue presidente de la Asociación de Maestros de Primera Enseñanza de Cangas del Narcea. Nunca rehuyó la polémica.

En este articulo titulado «Dos sangrías» se lamenta de la emigración a América y del servicio militar con destino a la guerra de África, que sangraba a la juventud canguesa de ambos sexos en aquellos años, y reivindica la importancia de la agricultura y la instrucción publica, imprescindibles para tener una sociedad en paz, prospera y feliz. Curiosamente, algunas de las opiniones de Odón siguen vigentes en la actualidad.


 

DOS SANGRÍAS

 

Hace bien pocos días, paseábamos por la carretera que conduce de Cangas a Ventanueva y vi venir en dirección a la villa unas muchachas –creo que eran seis-; parecían todas menores de veinte años; eran hermosas, como son casi todas las hijas de la montaña; sencillas, también como las costumbres de su pueblo, y en el rostro de todas destacábase el sello de la pureza. No iban contentas; conocíase que habían llorado, y en vano trataban de ocultarlo: sus ojos estaban enrojecidos, y el frote de los pañuelos tardaba en borrar las huellas que marcaran las lagrimas que aquella mañana derramaran. ¡Debieron ser hirvientes y amargas! Algunos pasos más atrás, otra media docena de hombres las seguían, cabizbajos, sin hablarse una palabra.

Pasó ante mí aquella extraña comitiva y por el camino que se llama del Coto apareció otra del mismo modo; en esta iban cuatro muchachas. No pude ya contener mi curiosidad y pregunté a uno de los hombres, que también las acompañaban, que adonde iban aquellas muchachas. – Marchan hoy a La Coruña a embarcar para Buenos Aires, me contestó; deben reunirse en Cangas unas veintidós, con algunas que vienen del río de las Montañas y creo que alguna de Sierra.

Más tarde, pasaron también algunos jóvenes, y otros que no eran tan jóvenes, casados, que dejaban su familia y su patria y se marchaban también a América. Y, por último, un anciano a quien conocía, agobiado por el dolor y los años, pasaba por junto a mi llorando.

– ¿Qué te pasa, hombre?

– Se me marchan hoy dos hijas para Buenos Aires.

– ¿Y por qué las mandas? ¿No sabéis a lo que se exponen esas criaturas por el mundo?

– ¿Y qué quieres? Los años van malos; este año no se coge pan para volver a sembrar y para la renta; y para pasar hambre bastamos los viejos, que ya no podemos ir a ninguna parte. Las muchachas quieren vestirse, va llegando el tiempo de colocarlas, y la tierra no produce para comer después de pagar las contribuciones, las rentas, los intereses … y con ganado de a medias.

Ni tuve que le decir, ni él pudo decirme más; arreciaron las lagrimas, de seguro más amargas que la cicuta, y siguió su camino.

Aquel hombre tenía también un hijo en el Ejército. Acaso a la misma hora en que aquel hijo embarcaba en Cádiz para Melilla, gritando como todos «Viva la Patria», sus hermanas salían para La Coruña maldiciéndola. ¡¡Qué contraste!! Maldiciéndola, si; la miseria las había expulsado del hogar paterno; la Patria no les diera siquiera instrucción. Para la lucha que principiaban a sostener por la existencia, para la conquista del pan, no tenían recurso alguno; y como armas defensivas no llevaban mas que la honradez heredada y los consejos de su padre. ¡Era bien poco! Nada grato llevaban de su patria, mas que los besos que su madre les diera al despedirse. ¡Y por esta patria ingrata, que hace verter tantas lagrimas al pobre, vierte su sangre el hijo del pobre, gritando «Viva la Patria»!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 

Cuando los buques cargados de emigrantes españoles llegan a América, otros que emigraron antes burlando las leyes, y que debieran estar en Melilla, preguntarán a los que llegan cómo se baten los tímidos que quedaron (porque es la verdad; los más arrojados y lo más sano de la juventud está en América). Como leones, les dirán; y aquellos jóvenes que huyeron, no del servicio militar, sino también de la miseria, llorarán por no estar en su puesto, porque así es la sangre española.

¡Oh, Patria, por cuantos motivos haces derramar lágrimas! Yo te amo tanto como amé a mi difunta madre; y si algún día tuviera también que dejar el hogar donde nací y renunciar a la hermosura de tu cielo, lo templado de tu clima, la hermosura de tus campos, el canto de tus pájaros, el cristal de tus aguas, o lo que sería peor, que la miseria me hiciese, como a aquel viejo, desprenderme de mis hijas, lanzándolas al mundo, donde acaso la violencia en la bodega de un buque o el hambre en tierra extraña o el engaño perverso, me las llevase a la deshonra, no por eso te maldeciría.

¡Pobre España! Dos sangrías funestas te debilitan: la emigración y la guerra. El pueblo derrama lagrimas junto a los vagones que conducen a los soldados a la guerra. El que piense cuerdamente, las derramará también al ver alejarse un buque cargado de emigrantes, aun cuando en él no vayan sus hijos.

La imprevisión y la ignorancia abrieron esas sangrías. La mayor parte de los emigrantes son hijos de labradores. La agricultura, esa nodriza de la humanidad, va secándose, no se la protege; los impuestos, la agobian; rentas odiosas, la estrujan; la usura, la muerde; los poderes públicos, la abandonan; y por esto, los brazos fuertes huyen de ella. A la misma altura se encuentra la instrucción del pueblo; todo para ella es mezquino. Y mientras la agricultura y la instrucción no sean el eje del Estado, todo está perdido. Habrá que pensarlo mucho para confeccionar una ley que redima los foros, y otras que tiendan a la libertad de la tierra, a fin de que ningún brazo se cruce ante un pedazo de terreno yermo. Habrá que pensarlo mucho también si hemos de gastar más de lo que gastamos en instrucción, para que si alguno emigra a América no le espere la suerte que esperaba en otros tiempos a los hijos de Guinea. Todo esto, que puede vendar casi por completo la sangría de la emigración, y si algo quedase podría ser acaso provechoso, hay que pensarlo mucho. Para ir a la guerra fuimos a escape, lo hemos pensado poco.

Y no convenceréis a nadie de la utilidad de la guerra, aun cuando de ella nos quedásemos con la mitad del imperio de Marruecos. España nunca tuvo más hambre que en los tiempos de Felipe II, cuando el sol no se ponía en sus dominios.

No queremos expansiones coloniales, porque hemos probado al mundo que no servimos para ello. Los que hemos perdido un paraíso en la América y en la Australia, no busquemos compensación en las tostadas arenas del África, dijeran lo que quisieran el Cardenal Cisneros y el apolillado testamento de Isabel I.

Gobernad para el pueblo, y ved lo que el pueblo trabajador, que es la mayoría de ese pueblo que gobernáis, dice por boca de un labrador, a quien se le contaban estos días eso que llaman nuestros recientes triunfos en África: «¿Y qué me importan a mí? Más quisiera tener que comer siendo ciudadano de la República de Andorra o súbdito del príncipe de Mónaco, que vasallo hambriento del Káiser o del rey Eduardo».

La miseria y la falta de instrucción en un pueblo pueden llegar hasta consentir en la desmembración de la patria.

Busquemos el bienestar y la riqueza en la agricultura, en la paz y en la instrucción del pueblo; no lo dudéis, que esta duda no pueden abrigarla los entendimientos medianamente ilustrados. La agricultura y la instrucción solo pueden prosperar cuando enmudezcan los cañones y cuando se enarbole el suspirado estandarte de la paz y la libertad. La prosperidad de la industria agrícola debe ser considerada por el hombre político como una de las bases fundamentales del poder del Estado y del bienestar general.

Este es el único camino que no nos conduce a patrias extrañas, ni en el que se encuentra patria chica ni grande, y desde el cual solo veremos a España rica, feliz e indivisible, madre cariñosa de todos los españoles, los que desde el Estrecho al Cantábrico y desde Portugal al Mediterráneo no tendrán otro canto ni otro grito de amor mas que el de ¡¡VIVA ESPAÑA!!

 

ODÓN

(El Narcea, n.º 199, Cangas de Tineo, 13 de noviembre de 1909)

¿Higiene obrera o trabajadores higienizados? El caso asturiano de ‘A Pin el Ajustador’

Trabajadores de la Fábrica de Armas de Trubia (Oviedo) de la época de la publicación ‘A Pin el ajustador’.

Ovidio Fernández Arbas (Cangas del Narcea, 1965) es Graduado Social, licenciado en Antropología Social y Cultural y Máster en Historia y Análisis Sociocultural. Doctor por la Universidad de Oviedo con una tesis titulada Seguridad, higiene y salud en el trabajo: prácticas, discursos y representaciones. Asturias (1938-1971), entre sus obras figura la que resultó ganadora del Premio de Ensayo «Conde de Campomanes» en su 3ª edición bajo el rótulo Salud y trabajo en Asturias (1775-1932). Aproximación crítica a la Historia de la Higiene Obrera a través de sus discursos, antecedentes y precursores. Dentro de este ámbito de trabajo también se ha dedicado al análisis y estudio de parte de la obra de Mario Gómez Gómez, fundador del Tous pa Tous. En este sentido, en el año 2005 publicó en El Catoblepas. Revista crítica del presente, en su número 45, el artículo “¿Higiene obrera o trabajadores higienizados? El caso asturiano de A Pin el Ajustador”, en el que realiza un pormenorizado y profundo análisis de esa obra educativa de Mario Gómez, a la que su autor proporcionó forma de novela epistolar, lo que sin duda le ayudó en su tiempo a proyectar sobre los obreros las ideas higienistas propias del paternalismo industrial. Una parte de A Pin el ajustador se publicó por entregas entre 1913 y 1916 en el semanario Cultura e higiene, de Gijón, dirigido por Santiago Nájera Alesón, justo antes de aparecer en libro ese mismo año de 1916. Esa primera edición se distribuyó entre los socios de la revista y los casinos y círculos obreros, pero el hecho de ser un ejemplar demandado por escuelas, librerías, centros obreros y emigrantes asturianos en Cuba posibilitó que se reeditara en 1919.

Desde esta asociación queremos agradecerle a nuestro socio Ovidio Fernández Arbas la gentileza de dejarnos reproducir íntegramente su artículo sobre A Pin el Ajustador.