Dibujo de la villa de Cangas del Narcea en 1771
Presentamos en esta nueva sección de Mapas, planos y dibujos de Memoria Canguesa un documento excepcional para nuestra historia: el “Diseño de la villa de Cangas y lugar de Entrambasaguas con sus arrabales, vega y río” hecho en 1771, que pertenece a los fondos del Archivo General de Simancas. Este dibujo fue encargado por el Ayuntamiento de Cangas y enviado el 31 de agosto de ese año a la Secretaría de Marina como prueba documental de una reclamación sobre el almacenamiento de madera procedente del monte de Muniellos que la Marina estaba realizando en la villa. El dibujo mide 49 x 128 centímetros y su autor fue probablemente el pintor ovetense Francisco Reiter (1736 – 1813), que estaba especializado en esta clase de dibujos y fue un protegido del conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano, al que retrató en 1790 y que participará activamente en esta disputa contra la Marina.
El monte de Muniellos comenzó a explotarse en 1768 para proporcionar madera con destino a la construcción de navíos en el Arsenal de El Ferrol. La madera se cortaba en invierno, se bajaba por carretera hasta Cangas, aquí se almacenaba y en verano se llevaba por el río hasta el puerto de San Esteban de Pravia. En un primer momento los encargados de la saca de madera tuvieron la intención de depositar la madera en la orilla izquierda del río Narcea, justo enfrente del barrio de Entrambasaguas. El Ayuntamiento de Cangas consideró que ese lugar podía ocasionar problemas graves, porque si había una riada el agua podría ir contra el barrio y poner en peligro las casas, “que se hayan cimentadas a la orilla del mismo río”, y también el puente de piedra y los dos únicos molinos que había en la villa. El Ayuntamiento propuso como sitio más apropiado el espacioso campo de La Veiga, pero para ello había que construir un puente de piedra o madera, justo en el mismo lugar donde a fines del siglo XIX se levantará el Puente Nuevo. Esta propuesta fue rechazada por los responsables de la Marina por su elevado coste, y como solución propusieron para almacenar la madera “el cantil de El Fuejo”.
El dibujo fue realizado con gran detalle y en él puede observarse el aspecto de todas las calles y plazas que existían en la villa en 1771, así como el de los barrios circundantes: El Corral, Entrambasaguas y El Fuejo. Asimismo, aparecen dibujadas, también con gran precisión, las construcciones que formaban la villa: las casas, los palacios (especialmente los de Omaña, Marcel de Peñalba y Toreno), los edificios religiosos (iglesias, capilla del Hospital y convento de dominicas), el puente de piedra y los molinos.
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