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Cantares de boda en Cibea, recogidos por Ambrosio Rodríguez en 1899

Grabado del cuadro -Una boda de aldea- en Monasterio de Hermo, de Luis Álvarez Catalá, fines del siglo XIX.

Los cantares de boda los cantaban las mozas del pueblo, acompañadas de pandero, a la novia y al resto de los protagonistas de la boda: el novio, los suegros y los padrinos. Se cantaban por la mañana, a la puerta de la iglesia, y por la tarde, cuando la novia se despedía de la casa de sus padres para ir a su nueva casa. Mientras, los mozos iban disparando escopetas o voladores.

En las respuestas al “Cuestionario sobre costumbres de nacimiento, matrimonio y muerte en España” que realizó en 1901 el Ateneo de Madrid, se dice sobre la celebración de la boda en el concejo de Cangas del Narcea lo siguiente:

“Al salir de la iglesia van cantando hasta casa de la novia donde comen, y después van todos a caballo al pueblo del novio. Los del acompañamiento van disparando tiros, operación que ya empezó antes de ir a la iglesia. En las aldeas de tránsito salen al camino cantando algunas muchachas escogidas entre las más bonitas y de mejor voz. El canto se acompaña con panderos. El padrino las obsequia con dinero. Al llegar a la casa del novio, sale la madre de éste a recibir a la novia y la abraza, conduciéndola al interior de la casa y enseñándosela toda, así como también la panera.”

A fines del siglo XIX, el pintor Luis Álvarez Catalá (Madrid, 1836 – 1901), oriundo de Monasterio de Hermo, pintó un cuadro en el que recoge el momento de partida de una comitiva de boda en este pueblo del concejo de Cangas del Narcea, que nosotros reproducimos a partir de un grabado publicado en La Ilustración Española y Americana en 1897. En esta escena aparecen todos los componentes de una boda del concejo en el siglo XIX: los novios y los padrinos a caballo, las mozas cantando con los panderos, el gaitero (que avanzado el siglo XX será sustituido por el acordeonista) y los mozos disparando con sus escopetas; al fondo, a la izquierda, se ve la espadaña de la iglesia de Monasterio de Hermo.

CANTARES DE BODA

Cantares al esperar la recién casada a la puerta de la iglesia en día de boda, en Cibea (Cangas de Tineo).
A la novia
A la puerta de la iglesia
venimos a saludarte,
si nos permites licencia
queremos acompañarte.
 
Sal, casada, de la iglesia,
que estamos esperando
y darte la enhorabuena
que sea por muchos años.
 
Cuando del altar bajaste
toda vestida de negro
blanca flor me pareciste
mujer de aquel caballero.
 
Sal, casada, de la iglesia,
tomarás agua bendita,
de casada la primera,
de soltera despedida.
 
Toma, niña, agua bendita,
échala en tierra sagrada,
que esta es la primera vez
que la tomas de casada.
 
Con el sí que dio la niña
en la puerta de la iglesia,
con el sí que dio la niña
entró suelta y salió presa.
 
Estola que te pusieron
encima de tu cabeza,
no es estola que es cadena
donde tú quedaste presa.
 
Aún ayer te vi soltera
con el cabello tendido
y hoy te veo casadina
a la sombra de un marido.
 
Aún ayer te vi soltera
sentadita en la escalera
y hoy te veo casadina
debajo de tu bandera.
 
Los novios que hoy se casaron
son flores de primavera,
vienen sordos de los tiros
de la pólvora tronera.
 
Acompañados del novio
hagan lo que voy mandar,
cachorrillos y cañones
todos han de disparar.
 
Salgan los de la cocina
a recibir la casada,
nosotras nos volveremos
de la puerta de la entrada.
Por la tarde
Tengan muy felices tardes
los señores de la boda,
el padrino y la madrina
y el señor novio y la novia.
 
Los novios que hoy se casaron
ya se aconsejaron antes,
que llamaron para la boda
padrinos muy elegantes.
 
Padrino más elegante
ni madrina más salada,
aunque bajara del cielo
el pintor no los pintara.
 
Casadina pon bandera,
que es tiempo de caminar,
que la casa de tus padres
ya la puedes olvidar.
 
Despídete, dama hermosa,
de esta casa tan florida,
no vuelvas a entrar en ella
sin decir Ave María.
 
Hoy se despide la niña,
hoy sale de los rosales,
hoy se despide la niña
de la casa de sus padres.
 
Hoy se despide la niña,
hoy sale de la arboleda,
hoy se despide la niña
de todas sus compañeras.
 
Al volver de la esquina,
al terminar el paseo
ya se ven los palacios
de este noble caballero.
 
Al terminar el paseo,
al dar vuelta en la esquina
ya se ven los palacios
de esta noble casadina.
 
Al señor padrino digo,
al señor novio le encargo
que me cuide de esta niña
que salió de nuestro bando.
 
Adiós te decimos todas
con dolor y sentimiento
pidiendo a Dios del cielo
que te pinte el casamiento.
 
Adiós te decimos todas,
todas quedamos llorando,
echa un paño por los ojos
despídete de este bando.
 
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