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Cuando Muniellos era un aserradero

Leñadores y rolla de roble en la serrería de la empresa «Muniellos, S.A.» en Las Tablizas, 1955

El que hoy es el espacio natural más protegido de Asturias fue durante dos siglos fuente de provisión de madera. Entre 1766 y 1973 se sucedieron las talas en el bosque que hoy es reserva natural integral y tiene restringido el acceso a veinte personas diarias. Hubo un pasado que un libro recupera ahora. Se trata de ‘La explotación de madera en el monte Muniellos (Asturias)’, una segunda edición corregida y aumentada del publicado en 1989. Lo firma el director del Museo del Pueblo de Asturias, Juaco López Álvarez, y cuenta con un apéndice de Juan Pablo Torrente Sánchez-Guisande.

Este libro, con profusión de material gráfico de diferentes fuentes, rememora ese pasado que hoy parece muy lejano pero no lo es tanto. Aquella «selva virgen» ubicada en el concejo de Cangas del Narcea que hasta mediados del siglo XVIII solo se usaba como lugar de pasto para el ganado vacuno y porcino y a la recolección de bellotas, se había de convertirse en aprovisionamiento maderero. Vinculado al mayorazgo de la Casa de los Queipo desde principios del siglo XVI, fue a mediados del XVIII cuando se inicio su aprovechamiento. En 1768 el rey Fernando VI ordena las cortas en este monte y los colindantes con destino al arsenal de El Ferrol dentro de un plan de regenación de la Armada. Claro que en aquel tiempo y en aquel lugar encontrar madera para construir navíos era menos difícil -revela el libro- que transportar ese material. «Las primeras labores se centraron en las vías de comunicación: por un lado, abrir una carretera desde Muniellos a la villa de Cangas del Narcea y, por otro, hacer navegable el río Narcea para bajar la maderas desde aquella villa al puerto de mar de San Esteban de Pravia», recoge el volumen, que da datos curiosos, como «las cinco varas de ancho de buena calzada» que requería la carretera o las «ocho leguas» en las que se actúo para limpiar el cauce del río. 1.251.220 reales era el presupuesto de la primera obra; la segunda, 1.650.463.

Saca de madera con un carro del país en el concejo de Cangas del Narcea, 1965 (Fotografía de Carson)

Parecía que la riqueza maderera del lugar merecía el gasto, pero pronto se supo que los árboles no daban lo esperado. La madera no era la adecuada para la construcción naval y solo servía como tablazón para ciertas partes de los barcos. Pero, aún así, la explotación para los Reales Arsenales continuó. Las talas se iniciaron en Muniellos en 1768 y finalizaron diez años después para este fin. Fue entonces cuando el conde de Toreno solicitó permiso para continuar con la explotación y lo obtuvo, aunque pronto descubrió que esa madera ya no interesaba.

Claro que, hasta entonces, en la zona se creó un mundo vinculado a la explotación de la madera. «Supuso la llegada a la zona de gentes de afuera, sobre todo leñadores y carpinteros vizcaínos y carreteros montañeses o santanderinos», relata el libro. Se detiene además en cómo la apertura de la carretera real de Cangas al monte propició en 1772 la inauguración de una venta con cocina, un cuarto, una bodega para vender vino y una fragua para herrar los animales y arreglar las ruedas de los carros.

Fue la venta proveedora de víveres de los doscientos operarios de Muniellos, cuya vida no era precisamente fácil. «En el interior del monte de Muniellos las labores de los leñadores, serradores, carpinteros y carreteros eran muy duras», detalla Juaco López en su libro, quien revela cómo las talas se efectuaban durante el menguante de las lunas de noviembre, diciembre, enero y febrero. En carretas se transportaban los troncos dentro del monte, donde se aserraban las piezas, que luego se trasladaban a Cangas en carros tirados por cuatro bueyes. Allí se almacenaba la madera hasta poder ser enviada por el río a San Esteban en las chalanas.

Locomóvil o locomotora a vapor de la casa inglesa Aveling & Porter empleado por la Sociedad Bosna Asturiana para transportar la madera del monte de Muniellos, en Courias (Cangas del Narcea), hacia 1907 (Fotografía de Benjamín R. Membiela)

El XIX llegó al suroccidente asturiano con la explotación maderera parada, pero a mediados de siglo se retomó. Si antes fue el Estado el que asumió la explotación y las inversiones, ahora es el turno de la empresa privada. Y aquí entran en juego sociedades con capital inglés, catalán, francés y belga. «A mediados del siglo XIX, el crecimiento económico e industrial de España trae consigo también la aparición de capitales especulativos que fijarán su atención en la explotación de la madera», recupera el libro, que narra cómo van llegando gentes interesadas en su arbolado hasta que en enero de 1855 comienzan de nuevo los trabajos de explotación de la madera de la mano del británico Melvil Wilson. Franceses, suizos, sardos y alemanes se encargaron junto a nueve empleados asturianos de la explotación, que fue transferida poco después a otros británicos, y más tarde, en medio de un montón de enredos, pasó a manos del Crédito Mobiliario Barcelonés. Propiedad al margen, la explotación mantenía el traslado a bordo de balsas rumbo a San Esteban, desde donde se distribuía una madera que se destinaba «a explotación de minas, obras civiles, construcción de wagones, lanchas y otros usos». Se creó también una ferrería para aprovechar la madera sobrante y convertirla en carbón vegetal. Su actividad cesó en 1882. En los primeros años hubo beneficios; luego llegaron las deudas.

Puerto de San Esteban de Pravia, h. 1912 (Fotografía de Celso Gómez Argüelles. Colección Álvarez Pereda)

Se fueron ellos, volvieron los especuladores en busca de negocio y la familia Queipo de Llano decidió vender. Un anuncio en ‘Le Figaro’ en 1892 lo hacía público. Pero no era fácil encontrar quien quisiera explotar el monte, porque los costes del transporte de la madera seguían siendo elevadísimos. Se planeó incluso construir una línea de ferrocarril entre San Esteban de Pravia y Cangas del Narcea, pero nunca llegó a realizarse. La Sociedad Minero Forestal, con capital franco-belga, tenía grandísimos proyectos pero todo acabó en 1898 en un enorme fracaso.

Así llegó el siglo XX, que comenzó con la venta en su primer año del monte a un banquero vasco y a un ingeniero francés. Eso fue en 1901. Un año después se constituyó la Sociedad General de Explotaciones Forestales y mineras Bosna Asturiana, que tenía un proyecto muy similar al de la sociedad franco-belga. Construyeron en Las Tablizas un centro fabril con talleres y casas para los empleados y se sirvió de camiones de vapor (una especie de locomotoras) para transportar la madera. De nuevo llegaron trabajadores de fuera, en esta ocasión una cuadrilla de croatas que habría de adiestrar a los asturianos para trabajar la duela del roble. Se pelearon por conseguir la línea férrea pero no hubo forma y en 1932 se disolvió la compañía.

Los hermanos Velasco Herrero heredaron la propiedad pero hasta los cincuenta el monte no volvió a explotarse. Se hace a través de la empresa Muniellos S.A. «En este último periodo se explota con más intensidad que nunca, gracias a la apertura de varias pistas y al uso de camiones con motor de gasolina, que facilitaron y abarataron mucho el transporte de la madera», descubre el libro, que añade otro elemento, el uso de la motosierra a partir de los sesenta que propició la tala masiva hasta 1972. Hasta que, por fin, «las presiones del Estado y los problemas económicos llevaron a la empresa a vender el monte Muniellos al Icona el 17 de febrero de 1973 por 34.008,25 pesetas».

ACTUALIDAD El bosque de Muniellos, Reserva de la Biosferea. / A. Piquero

Así se puso fin a la explotación forestal y se dio la bienvenida a una apuesta por la conservación que a decir verdad comenzó ya en pleno siglo XIX. El primero en pedir protección para los montes de Cangas fue el secretario municipal Faustino Meléndez de Arbas. Más tarde, Eduardo Hernández Pacheco, catedrático de Geología de la Universidad Central de Madrid y vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, pidió en el diario ‘El Sol’ la protección para «nuestra selva de Muniellos». Pero es a mediados del siglo XX cuando las voces comienzan a alzarse con fuerza. Hasta el mismísimo Félix Rodríguez de la Fuente clamó por hacer de Muniellos «el primer parque regional español». Suspendidas las talas en 1973, su camino fue otro. En 1982 se declaró Reserva Biológica Nacional y en 2000, Reserva de la Biosfera.


Publicado en EL COMERCIO el 31 de mayo 2014


Presentación del libro: ‘La explotación de madera en el monte de Muniellos’

El pasado jueves, 8 de mayo de 2014, a las 19.00 h., en la Casa de Cultura “Palacio de Omaña”, se presentó el libro La explotación de madera en el monte de Muniellos, 1766-1973, de Juaco López Álvarez, editado por el Grupo de Desarrollo Rural Alto Narcea Muniellos. El libro es la segunda edición de este estudio corregido y ampliado con respecto al publicado en 2003. En la presentación, el autor hizo un breve recorrido por la historia de la explotación de este “famoso” monte, que comienza con la corta de madera con destino al arsenal de Ferrol para la construcción de barcos de guerra y termina con la compra del monte por el Estado para su conservación como espacio natural.

La explotación maderera de Muniellos fue una de las actividades económicas más importantes del concejo de Cangas del Narcea, generó grandes expectativas de progreso, atrajo a numerosas empresas y trabajadores de diversos países europeos, y es muy representativa de la historia de la industrialización asturiana.

La edición de este libro se suma a la campaña “Cuidemos nuestros montes” del Grupo de Montaña Piélago, de Cangas del Narcea, con la que se pretende promocionar el senderismo infantil y la mejora de las rutas de montaña en el concejo. El libro podrá adquirirse mediante un donativo a favor de esta campaña.


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Memoria de los bosques de Cangas del Narcea, 1920

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Cortando un roble en el monte de Muniellos, 1964. Fotografía de Manuel Rodríguez Montes, ‘Carson’

La elaboración de vino y la explotación de madera fueron las principales actividades industriales de Cangas del Narcea hasta los años cuarenta del siglo pasado, cuando la minería del carbón comenzó a expandirse.

Desde mediados del siglo XVIII y hasta mediados del siglo XX, la madera es una materia prima muy necesaria y buscada. Se empleaba para la construcción de barcos, para la construcción de edificios y obras públicas, para traviesas de líneas de ferrocarril, para tonelería, etc. La madera de roble será una de las más empleadas para estos fines, pero había un problema: era escasa. Por eso los robledales del concejo de Cangas del Narcea, en especial el “famoso” monte de Muniellos, serán el punto de mira del Estado en el siglo XVIII y de muchas empresas madereras a partir de 1845.

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Encabezamiento comercial de la Sociedad Bosna Asturiana, 1920

La explotación industrial de madera se inició en Cangas del Narcea en 1766 en este monte de Muniellos, propiedad del conde de Toreno, por iniciativa de la Armada y con el fin de suministrar madera para la construcción de navíos de guerra en el Arsenal de El Ferrol. En la segunda mitad del siglo XIX se seguirá explotando intensamente por parte de empresas inglesas (Wilson, Misley & Sichel), catalanas (Crédito Mobiliario Barcelonés) y franco-belgas (Sociedad Minero-Forestal-Ferroviaria). En 1901, la Sociedad Bosna Asturiana, integrada por capital francés, vasco y asturiano y con domicilio en Gijón, adquiere el monte y lo explotará hasta los años veinte. Por último, la empresa “Muniellos S.A.”, fundada en 1952 por varios socios de Cangas, Allande y Gijón, sacará madera hasta 1973 en que el Estado compra este monte para su conservación como espacio natural.

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Vista de los montes de L’Artosa y La Veiga’l Tachu desde Pena Ventana, 2013

Muniellos no fue el único monte explotado masivamente en todo ese periodo de más de doscientos años. También se explotaron otros en su entorno: los montes de Monasterio del Couto, El Pueblo de Rengos, Las Montañas, Cabreiro, etc., así como Valdebois, en el concejo de Ibias, y Valledor, en Allande. En ellos cortarán madera algunas de las empresas que trabajaron en Muniellos y otras más que a menudo eran extranjeras o de otras partes de España. Las últimas de esta clase fueron la catalana “Robledor, S.A.” y la valenciana “Explotaciones Forestales Pumar S.A.” fundada por Salvador Vilarrasa Sicra.

En todos estos montes se extraía madera de faya (haya), abedul, xardón (acebo) y, sobre todo, roble. Muchos de los trabajadores eran vascos, cántabros, franceses, croatas o suizos, así como vecinos de los pueblos propietarios de los montes y de los alrededores. La madera se enviaba para Burdeos, Barcelona, Madrid, Jerez de la Frontera, Valencia, Sonseca (Toledo), Gijón, etc.

La “Memoria de los bosques de Cangas de Tineo” que presentamos en el Tous pa Tous fue escrita en 1920 por encargo de algún empresario o sociedad interesada en invertir en la explotación de madera. Se centra en los montes de Monasterio de Hermo, Monasterio del Coto y Monte Cabreriro, que es propiedad de los vecinos de Oubachu y La Veiga’l Tachu, y también en el de Valdebois / Valdebueyes, que era de la familia Ron. En ella se trata sobre su superficie, las especies de árboles, las condiciones para la compra de los derechos de explotación de la madera y su precio, y el estado de las comunicaciones para el transporte de la madera.

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Vista de los montes de Rengos y Muniellos desde Pena Ventana, 2013

El traslado de la madera será uno de los grandes problemas con los que se encontraron todas las empresas que quisieron explotar los montes de nuestro concejo. En esta memoria se mencionan tres posibles vías para sacar la madera: la futura línea de ferrocarril “Pravia-Cangas del Narcea-Villablino”, que atravesaría por Monasterio de Hermo y que no llegó a hacerse; la carretera en construcción de Ventanueva a Ibias, por donde podría sacarse la madera del Monte Cabreiro y la de Valdebois, y el río Couto, por donde bajaría flotando la madera del monte de Monasterio del Couto hasta La Regla de Perandones; años más tarde, la empresa Robledor S.A. abrirá a su costa la actual carretera que atraviesa el Río del Couto, desde La Regla al Pozo de las Mujeres Muertas, para sacar madera de este monte y del Valledor (Allande).

La memoria está fechada en Oviedo el 12 de febrero de 1920 y no lleva ninguna firma. Procede de los restos del archivo del empresario y banquero José Tartiere Lenegre (Bilbao, 1848 – Lugones, Siero, 1927), que tenía adquirida la explotación de unos robles en el Monte Cabreiro. En ella se menciona al comerciante y negociante José María Díaz López “Penedela” (Penedela, Ibias, 1870 – Cangas del Narcea, 1934), que en esa fecha era el alcalde de Cangas del Narcea, y que proporcionó al autor de la memoria datos sobre las intenciones de los propietarios de los montes y los precios en los que estarían dispuestos a vender los derechos de explotación del arbolado.


Memoria de los bosques de Cangas de Tineo (Asturias), 1920


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Memoria de los bosques de Cangas de Tineo (Asturias), 1920

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Croquis’ de la localización de los diferentes montes de la ‘Memoria de los bosques de Cangas de Tineo (Asturias), 1920

Bosques de Cangas de Tineo

En todo el término municipal de Cangas de Tineo se advierte la abundancia de maderas, pero donde este producto constituye masas susceptibles de una explotación industrial intensa, es en los valles que rodean el llamado Monte de Muniellos, propio de la “Sociedad Bosna Asturiana”.

Estos valles son el de Monasterio de Hermo, donde nace el río Narcea, Vega del Tallo y Monasterio del Coto. Estos dos últimos se reúnen junto a Vegalagar y dan origen al río Coto que desemboca en el Narcea en el punto llamado Regla.

Monasterio de Hermo

Aparece este valle densamente poblado de madera de haya en su ladera Sur, ó sea en la margen izquierda del río Narcea. Se desarrolla esta ladera entre dos puntos de esta margen que distarán entre sí unos 7 kilómetros, pero, con las circunvalaciones, entrantes y salientes de esta montaña bastante accidentada, bien puede calcularse que desarrolla una superficie de 10 kilómetros de largo.

Aunque no he podido ver detalladamente hasta donde alcanza en la ladera el poblado del monte, sin embargo no creo exagerado calcular que llegará a una línea paralela al río y distante de este unos 1.500 metros término medio. Tendríamos pues una superficie de 1.500 hectáreas densamente pobladas, y como en una hectárea a de haber más de 100 metros cúbicos de madera bien podemos calcular de 150 á 200.000 metros cúbicos lo que tiene el monte de Monasterio de Hermo.

Por esta aldea pasa el trazado del ferrocarril en proyecto, y por tanto la salida de esta gran masa de arbolado será en su día sumamente fácil.

Actualmente, para ir a Monasterio de Hermo hay que llegar por carretera a Rengos y en este punto tomar un camino de carro que sigue el curso del Narcea, tardándose en recorrerle a caballo cerca de dos horas.

Este monte pertenece a los vecinos del pueblo, que parecen dispuestos a enajenar la mitad próximamente, ó sea la parte que está del pueblo en dirección a la salida del río. Es la parte en que la madera debe hallarse menos castigada por el vecindario por ser la de más difícil acarreo al pueblo.

Como hemos dicho la madera que predomina es el haya.

Juzgo conveniente adquirir este monte por un término de 20 años mínimo, pues aunque hecho el ferrocarril se podría explotar intensamente se aprovecharía mejor teniendo más largo plazo. Penedela ha indicado un precio de 50 á 60.000 pesetas.

Valle de Vega del Tallo

En este valle, que por su angostura puede llamarse cañada ó barranco, se desarrolla el monte llamado Cabrero.

Pertenece a los pueblos de Obayo y Vega del Tallo, que enajenaron a la Sociedad Bosna Asturiana el derecho a explotar la madera de la ladera sur, ó sea margen derecha del arroyo, durante 15 años, plazo que debe terminar en octubre del año actual. En la ladera norte hay varios grupos aislados de robles gruesos y sanos que han sido adquiridos durante 15 años para D. José Tartiere.

Este monte Cabrero tiene en su parte alta bastante haya, algunos abedules, acebos muy gruesos y el resto es roble.

La Bosna no le ha explotado nada hasta hoy, por lo difícil que está de sacar la madera, pero como llega ya a la parte más alta del monte la carretera que parte de Ventanueva en dirección a Ibias, trata ahora de aprovechar el tiempo que le queda hasta finalizar el plazo en octubre para derribar mucho del arbolado y extraer la madera que pueda.

A este objeto parece ser que a un guarda jurado de Muniellos y vecino de Obayo, y como tal participe en la propiedad del monte, le ha comprado esta participación para, llamándose dueña la Sociedad [Bosna Asturiana] de parte del terreno, disponer de todo él a fin de depositar la madera que derribe hasta que se haga la participación del terreno.

Creo, en primer lugar, que en lo que falta para llegar al término del plazo no podrá derribar mucha madera, porque el tiempo se meterá en la nieve y a aquella altura no permitirá una intensidad grande de trabajo, quedando reducido a los meses de verano el tiempo útil. Y en segundo lugar, que la compra de la participación no puede dar el resultado que busca la Bosna [Asturiana], porque estando la finca pro indiviso entre los vecinos de Vega del Tallo y Obayo, estos tienen derecho de retracto como comuneros.

Se ha calculado para adquirir los grupos que pertenecen al Sr. Tartiere en unos 10.000 metros cúbicos y me parece bien hecho el cálculo.

En la ladera sur habrá 30.000 metros cúbicos de madera.

Monasterio del Coto

Más al Norte que el monte Cabrero está el de Monasterio del Coto. No lo he visitado pero me dicen que tiene mucha y buena madera. La Bosna Asturiana explotó parte de este monte extrayendo 1.800.000 duelas que fabricaron los croatas.

Los pueblos dueños de este monte, cuyo plazo de explotación por la Bosna creo que ha terminado o está pronto a terminar, están dispuestos a vender según dice Penedela.

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El Monte Cabrero y el de Monasterio del Coto tienen su salida natural por el río Coto hasta Regla, flotando la madera en épocas de crecida, y así solo se puede sacar madera de pequeña dimensión como duelas.

Casi lindando con el Monte Cabrero por la parte más alta del mismo, ó sea en el Puerto de Valdebueyes, se encuentra el bosque Valdebueyes perteneciente a la familia de Ron y que según dicen lo enajenarían en 30 ó 40.000 pesetas. No pareciéndome caro si se puede montar un cable que suba la madera al Puerto de Valdebueyes (porque el monte está más bajo que éste) y de aquí bajarla á Ventanueva por carretera (18 kilómetros). La estación que se estableciera en Valdebueyes podría servir para subir toda la madera del Monte Cabrero y entonces la explotación de este podría ser más regular que flotándola.

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Entre Monasterio de Hermo, Cabrero, Valdebueyes y Monasterio del Coto están los bosques de Rengos y Muniellos propios de la Sociedad Bosna Asturiana.

Si se reunieran en una sola propiedad aquellos cuatro montes se obtendría una cubicación de madera no muy inferior a la que alcanza la Bosna Asturiana, pero está siempre tendrá la ventaja de tener más concentrada, ó sea más reunida, la madera y poder hacer por tanto una explotación más económica.

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En Resumen, á mi parecer debe desde luego comprarse Monasterio de Hermo, estudiar la adquisición del derecho de los pueblos sobre el monte Cabrero, tantear la compra del de Valdebueyes con interés, y ver la madera que tenga Monasterio del Coto y la posibilidad de su adquisición.

He oído hablar de otros grupos no tan importantes diseminados por el concejo de Cangas y desde luego se me ha asegurado que en el pueblo de Cerredo hay mucha madera, y como, aunque este pueblo se encuentra en otra cuenca y separado de los montes de Cangas por una alta divisoria, el ferrocarril al salir de Monasterio de Hermo en dirección á Castilla tiene que pasar por Cerredo, creo que sería interesante ver si es posible adquirir allí el arbolado que hay.

En el adjunto croquis se señalan las disposiciones de todos estos diferentes montes.

Oviedo, 12 de febrero de 1920.


Dibujo de la villa de Cangas del Narcea en 1771

Dibujo de la villa de Cangas, 1771

Presentamos en esta nueva sección de Mapas, planos y dibujos de Memoria Canguesa un documento excepcional para nuestra historia: el “Diseño de la villa de Cangas y lugar de Entrambasaguas con sus arrabales, vega y río” hecho en 1771, que pertenece a los fondos del Archivo General de Simancas. Este dibujo fue encargado por el Ayuntamiento de Cangas y enviado el 31 de agosto de ese año a la Secretaría de Marina como prueba documental de una reclamación sobre el almacenamiento de madera procedente del monte de Muniellos que la Marina estaba realizando en la villa. El dibujo mide 49 x 128 centímetros y su autor fue probablemente el pintor ovetense Francisco Reiter (1736 – 1813), que estaba especializado en esta clase de dibujos y fue un protegido del conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano, al que retrató en 1790 y que participará activamente en esta disputa contra la Marina.

El monte de Muniellos comenzó a explotarse en 1768 para proporcionar madera con destino a la construcción de navíos en el Arsenal de El Ferrol. La madera se cortaba en invierno, se bajaba por carretera hasta Cangas, aquí se almacenaba y en verano se llevaba por el río hasta el puerto de San Esteban de Pravia. En un primer momento los encargados de la saca de madera tuvieron la intención de depositar la madera en la orilla izquierda del río Narcea, justo enfrente del barrio de Entrambasaguas. El Ayuntamiento de Cangas consideró que ese lugar podía ocasionar problemas graves, porque si había una riada el agua podría ir contra el barrio y poner en peligro las casas, “que se hayan cimentadas a la orilla del mismo río”, y también el puente de piedra y los dos únicos molinos que había en la villa. El Ayuntamiento propuso como sitio más apropiado el espacioso campo de La Veiga, pero para ello había que construir un puente de piedra o madera, justo en el mismo lugar donde a fines del siglo XIX se levantará el Puente Nuevo. Esta propuesta fue rechazada por los responsables de la Marina por su elevado coste, y como solución propusieron para almacenar la madera “el cantil de El Fuejo”.

El dibujo fue realizado con gran detalle y en él puede observarse el aspecto de todas las calles y plazas que existían en la villa en 1771, así como el de los barrios circundantes: El Corral, Entrambasaguas y El Fuejo. Asimismo, aparecen dibujadas, también con gran precisión, las construcciones que formaban la villa: las casas, los palacios (especialmente los de Omaña, Marcel de Peñalba y Toreno), los edificios religiosos (iglesias, capilla del Hospital y convento de dominicas), el puente de piedra y los molinos.

Un proyecto de explotación forestal y minera de Cangas del Narcea a finales del siglo XIX

Emplazamiento y trazado del ferrocarril entre Muniellos y San Esteban de Pravia

En la Biblioteca Digital de la web del Tous pa Tous está disponible un folleto escrito en francés y publicado en París en 1900 que se titula Exploitation minière et forestière de la Haute-Narcea (Asturies): Rapports, es decir, “Explotación minera y forestal del Alto Narcea (Asturias): Informes”. Es una publicación muy rara que no se encuentra disponible en ninguna biblioteca pública española. El folleto contiene dos informes para explotar las minas y bosques situados en la cuenca alta del río Narcea, redactados por el ingeniero de minas J. Martelet en París en febrero de 1900 y por el inspector adjunto de montes Fatou que lo firma en Langres (departamento de Alto Marne) en noviembre de 1895. La explotación giraba sobre todo alrededor de la madera localizada en los montes de Rengos, Oubachu, La Veiga’l Tachu, Monesteriu del Coutu y, especialmente, en el monte de Muniellos. El proyecto también incluía la instalación en La Venta o Ventanueva de un horno alto de fundición que emplearía como combustible antracita y carbón vegetal.

El monte de Muniellos fue propiedad de los condes de Toreno hasta 1901 y su madera comenzó a explotarse en 1768 para el arsenal de El Ferrol. Para sacar la madera del monte se hizo una carretera hasta la villa de Cangas y desde aquí se realizaron trabajos en el río para hacerlo navegable hasta el puerto de mar de San Esteban de Pravia. En esa fecha la explotación del monte corría cargo de la Real Armada. En la segunda mitad del siglo XIX volvió a explotarse intensamente su madera, ahora por empresas privadas que a menudo eran extranjeras: la catalana Crédito Mobiliario Barcelonés, la franco belga Sociedad Minero Forestal Ferroviaria y la Sociedad General de Explotaciones Forestales y Mineras Bosna Asturiana, formada con capital francés, vasco y asturiano.

Lógicamente, estas sociedades enviaban a Cangas del Narcea técnicos a reconocer el territorio y a estudiar las maderas, los yacimientos mineros y las canteras que pudieran explotarse, y también el modo de transportar todos estos recursos. El transporte va a ser uno de los graves inconvenientes con los que se van a encontrar todas las empresas. A fines del siglo XIX la solución que se propone es el trazado de una línea de ferrocarril. En este proyecto de 1900 se considera imprescindible contar con este medio de transporte para lograr sus objetivos económicos, y en él se publica un mapa con el trazado de una línea que unía Muniellos y San Esteban de Pravia.

La publicación Exploitation minière et forestière de la Haute-Narcea (Asturies) debió ser una iniciativa de los promotores de la sociedad “Bosna Asturiana”, constituida el 25 de marzo de 1902, probablemente del banquero francés Victor Barreaux, con el fin de anunciar las posibilidades de su proyecto y atraer accionistas. La empresa comenzó la explotación en 1903 y en 1908 disminuye considerablemente el trabajo por un incendio que destruye la serrería y, sobre todo, porque uno de los objetivos del proyecto: la construcción del ferrocarril, nunca llegó a cumplirse. Más información sobre la historia de la explotación de Muniellos puede verse también nuestra Biblioteca Digital: La explotación del Monte de Muniellos (Asturias), 1766-1973.

La digitalización de este folleto ha sido patrocinada por Bufete MARIO GÓMEZ –ABOGADOS, de Cangas del Narcea.