Entradas

Alumnos premiados en el IES Cangas del Narcea

Intervención de la profesora María Luisa Rodríguez en el acto de entrega de premios del certamen Ciceronianum, 6 de abril de 2022.

Dos alumnos de 2º de Bachillerato del IES Cangas del Narcea han demostrado recientemente su excelencia en prestigiosos certámenes. Son Rubén Rodríguez Rodríguez (Bachillerato de Ciencias) y Rodrigo Rodríguez Barrera (Bachillerato de Humanidades). Como se apreciará en la lectura de este artículo, los éxitos provienen de ramas bien diferentes del saber.

Rubén ha obtenido el primer premio en la Olimpiada Regional de Física 2022, lo que le convierte, junto con el segundo clasificado, en representante de Asturias en la fase nacional. A este mérito se añade el haber quedado en el quinto puesto (obteniendo por ello Mención de Honor) en la Olimpiada Regional de Química 2022.

Rubén Rodríguez en el acto de entrega de premios de la Olimpiada de Física, 24 de marzo de 2022

A Rubén le gustaría estudiar el Doble Grado de Física y Matemáticas. Explica que las pruebas fueron bastante más complicadas que las que se incluyen habitualmente en el currículo de Bachillerato, especialmente los problemas planteados en la materia de Física. Agradece a sus profesoras, Irene González y Raquel Suárez, tanto sus enseñanzas como el haberle animado a participar en las olimpiadas.

Entrega de premios del certamen Ciceronianum, 6 de abril de 2022

Por su parte, Rodrigo ha sido también el primer clasificado en la fase regional (que incluye Asturias y Cantabria) del XLI Certamen Ciceronianum 2022, concurso internacional de traducción de textos de Cicerón para alumnos de bachillerato. Su examen ha sido enviado a Madrid para competir en la fase nacional. Es necesario mencionar la entrega y dedicación de su profesora, Mª Luisa Rodríguez, recientemente jubilada, que desarrolló la casi totalidad de su carrera docente en nuestro IES, destacando siempre por defender ardorosamente la enseñanza del Latín y el Griego en tiempos  nada propicios para ello.

A Rodrigo le apasionan las lenguas, por lo que quiere estudiar Filología Hispánica. En relación al certamen, manifiesta que traducir a Cicerón es más difícil de lo que puede parecer, ya que se requiere un dominio absoluto de la morfología y sintaxis latina.

Rubén Rodríguez, ganador de la Olimpiada de Física de Asturias 2022, con su profesora Raquel Suárez.

Ambos alumnos coinciden en destacar su emoción por sus respectivos éxitos y también por haber participado en los actos de entrega, celebrados en las Facultades de Ciencias, de Química y de Filosofía y Letras. En dichos actos, además de ser homenajeados, vivieron un primer contacto con la Universidad de Oviedo, en unas jornadas que probablemente no olvidarán.

Desde el «Tous pa Tous» queremos enviarles nuestra más sincera enhorabuena, así como desearles mucha suerte tanto para las competiciones internacionales en las que se hallan inmersos como para la prueba de acceso a la universidad a la que en breve deberán enfrentarse, aunque estamos seguros de que ambos la superarán con brillantez. También queremos reconocer el buen trabajo desempeñado por sus profesoras, sin cuyo buen hacer diario y entusiasmo estos éxitos no serían posibles.


El período segoviano (1622-1628) de Luis Alfonso de Carvallo y el misterio de su libro sobre Asturias desvelado

Colegio de la Compañía de Jesús de Segovia, en construcción en la época del Padre Carballo. Vista del claustro barroco de Juan de Mugaguren.

El autor trata en este trabajo de documentar la presencia del cangués Luis Alfonso de Carvallo (1571-1635), ya jesuita desde 1616 y profesor de humanidades en el prestigioso colegio de la Compañía de Jesús en Segovia probablemente desde 1622. Una buena ocasión para asomarse a la vida interna de este colegio del que tan poco se sabe, como de la mayoría de los colegios jesuíticos en la Edad de Oro. Podremos así recrear la atmósfera en que vivió Carvallo a través de los datos recogidos sobre los compañeros de comunidad en esta etapa segoviana y, en especial, establecer un perfil de los dos superiores que tuvo Carvallo en esta época. Uno de ellos nada menos que el ilustre y benévolo Francisco Pimentel, hijo de Juan Alonso Pimentel, octavo conde de Benavente, que había sido virrey de Valencia y Nápoles, y que, al morir en 1621, era del Consejo Real y presidente del Consejo de Italia. El otro superior, desde 1625, fue el arbitrario Francisco de Corral, que emitió un juicio muy negativo sobre Carvallo. Bajo la dirección de Corral el colegio de Segovia se volvió muy conflictivo y preocupaba sobremanera al sexto general de los jesuitas (de 1615 a 1645), el romano Mucio Vitelleschi. Lo veremos, con curiosos detalles.

Conviene antes recordar lo poco que sabemos con certeza de Carvallo en su larga etapa prejesuítica. Publica una preceptiva poética, Cisne de Apolo (1602), que es la más importante del siglo XVII español, y escribe, además, una de las mejores y más citadas fuentes para la historia de Asturias, Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias (1695). Como se ve, esta última aparece póstumamente. Y el misterio queda aclarado en este trabajo de Porqueras Mayo, que subimos a la Biblioteca Digital del «Tous pa Tous», a causa de la documentación del período segoviano que ha descubierto en Roma. Sabemos, porque nos lo había dicho el propio Carvallo en sus dos obras citadas, que había nacido en Cangas de Tineo, hoy Cangas del Narcea. La documentación romana nos lo confirma, así como nos ofrece la fecha exacta: 1571. Enseñó (nos lo dice el autor en el Cisne de Apolo) latinidad en su «patria ingrata», es decir, Cangas de Tineo.

Dice Alberto Porqueras Mayo: «No existe documentación sobre Carvallo previa a su entrada en la Compañía. En Cangas del Narcea he rebuscado en la parroquia, pero no se conserva nada. Tampoco queda ningún testimonio documental de su paso por Villarrodrigo en León. Nada se conserva asimismo en el archivo diocesano de León. Tampoco en el archivo diocesano de Oviedo, que fue destruido por las llamas. La misma suerte corrió el archivo universitario de Oviedo, donde Carvallo había sido profesor. ¿Es posible que no exista ninguna huella documental del paso de Carvallo por Oviedo? Me resisto a creerlo. En mi estancia en Villagarcía de Campos no encontré nada relativo a Carvallo. Tampoco tuve suerte en mis rebuscas en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, ni en los fondos jesuíticos de la Academia de Historia de la misma capital, ni en mis visitas a los archivos jesuíticos de Alcalá de Henares y del santuario de Loyola en Guipúzcoa.»


Acto entrañable en recuerdo del fundador del «Tous pa Tous»

Mario Gómez tras colocar la corona a su tío-bisabuelo como homenaje del Tous pa Tous a su fundador.

A las diez y media de la mañana del 23 de enero de 1872, nacía en Cangas del Narcea (entonces Cangas de Tineo), en la casa de sus padres en La Refierta, conocida como la «Casa del Médico», el que a la postre sería el fundador del «Tous pa Tous» y de «La Maniega», el insigne cangués Mario Gómez.

Se cumplen pues, 150 años de aquel acontecimiento que en uno de sus libros, «Los siglos de Cangas de Tineo. Primera parte»; (Madrid, 1920), Mario Gómez narraba así:

«[…] Era una tarde obscura, nublada, silenciosa, de recogimiento y expectación, del día 23 de Enero de 1872. Las nubes, advertidas, acudían a extender sobre Cangas un gris dosel que diese solemnidad a la escena, y sintiendo el escalofrío de lo grandioso sudaban flores que alfombrasen estas calles. Los morrillos, los poyos, las almenas, lucían blancas moñas. Vestían las casas sendos mantos de armiño. El Narcea parecía aquietado y tímido ante la ansiedad que notaba en sus orillas. Ni un ruido, ni una voz turbada aquellas horas críticas para la vida humana.
Cuando más conmovidos se estremecen los cúmulos, deshaciéndose en blancos copos de nieve; cuando ya el sol se va a esconder por ocultar su emoción, una bella señorita canguesa sale de la botica y presurosa se dirige a la casa del médico. Casi en el mismo momento, pálido y vacilante, se dirige a la iglesia el cura párroco. Poco después salen de su casa en La Refierta dos médicos, y delante de ellos aquella señorita y otra dama canguesa, bella entre todas, haciendo las dos guardia de honor al tesoro de los mundos que Pepina la Cuca llevaba en brazos, religiosamente guardado bajo bordada capa. Llega la comitiva a la iglesia. «¡Flectamus genua!» ¡Asombraos! Va a recibir nombre y personalidad este portento, este… mazcayu que tantas charlas os promete.»

Por este motivo, el «Tous pa Tous» organizó en la plaza que lleva su nombre y ante su casa natal un sencillo acto conmemorativo de tan relevante fecha para la Sociedad Canguesa de Amantes del País. Nuestros consocios los hermanos Gómez Villacorta: Aurelia, Mariana y Mario, sobrinos-bisnietos de Mario Gómez, pusieron el punto entrañable y cultural a un bonito acto donde a cargo de Jesús Antonio Fernández Menéndez (Tony), gaiteiro de casa Terráu de Augüera de Castanéu, no faltó la música de gaita, instrumento que Mario Gómez tocaba y al que estaba muy unido.

Al joven Mario Gómez le correspondió colocar la corona de laurel bajo la placa que da nombre a la plaza de su tío-bisabuelo. Esta placa, fue colocada en la casa natal de Mario Gómez en 1948, como homenaje póstumo a su persona por iniciativa y suscripción popular.

Su hermana Aurelia leyó unos renglones de la introducción que el escritor cangués hace en su libro «A Pin El Ajustador»; (Gijón, 1916).

La introducción de este libro de Mario Gómez, consiste en una dedicatoria al fundador en Gijón, en 1903, de la Asociación Popular de “Cultura e Higiene” don Santiago Nájera Alesón. Este señor fue quien le propuso a Mario reunir en un libro sus 23 cartas de temática higienista que habían sido publicadas anteriormente en la revista «Cultura e Higiene» para poder ser distribuido entre los socios y obreros. Con el fin de atender las continuas demandas de escuelas asturianas, de centros y sociedades de obreros, de librerías y de un pedido de un millar de ejemplares para la isla de Cuba, fue necesaria una segunda edición en 1919.

Por su parte, Mariana Gómez recurrió a la literatura costumbrista del homenajeado para mostrar su canguesismo, recitando algunos versos de «¿Que, quién soy yo?» uno de los poemas publicado en el libro «De Bogayo»; Mario Gómez; (Oviedo, 1915)

Se completó el acto con el son de la gaita donde sonaron el “Cangas mi Cangas”, el himno de Asturias y la canción popular que todos conocemos por la propia letra de Mario Gómez:

 

Galería fotográfica del acto conmemorativo del 150º aniversario del nacimiento de Mario Gómez organizado por el «Tous pa Tous» en Cangas del Narcea el 22 de enero de 2022.

Agradecimientos:

A Flores la Plaza y al gaiteiro Tony Fernández, por su desinteresada colaboración.
A Gráficas Verano, por su profesionalidad e implicación en darnos respuesta en menos de 24 horas.
¡Tous pa tous!


Acto conmemorativo del 150 aniversario del nacimiento de Mario Gómez organizado por el «Tous pa Tous» en Cangas del Narcea

El próximo 22 de enero de 2022 se celebra el 150 aniversario del nacimiento de Mario Gómez Gómez (Cangas del Narcea, 1872-1932), fundador en 1926 del «Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País» y la revista La Maniega, cronista e historiador de Cangas del Narcea, escritor, estudioso de la lengua asturiana, persona que trabajó por el bienestar y la convivencia de los cangueses, médico militar e higienista.

Con este motivo el «Tous pa Tous» celebrará en la plaza de Mario Gómez (antes, La Refierta), de Cangas del Narcea, el sábado 22 de enero, a las 13:00 h, un acto de homenaje y recuerdo que consistirá en la colocación de una corona de laurel en la casa donde nació, como símbolo del éxito y la permanencia de su obra, acompañado de la música de una gaita, instrumento que Mario Gómez tocaba y al que estaba muy unido.

Además de este acto, el «Tous pa Tous» realizará este año de 2022 varias actividades dedicadas a difundir la obra de Mario Gómez: una exposición en la Casa de Cultura de Cangas del Narcea, y un libro en el que se publicarán los «rumbos» o viajes por el concejo que escribió entre 1928 y 1932, y otros textos; asimismo, llevará a cabo una serie de actividades de difusión a través de internet y en el Instituto de Educación Secundaria de Cangas del Narcea.

En los siguientes enlaces disponemos de mucha y variada información sobre nuestro fundador:

Entrevistas a mineros de Cangas del Narcea

Vídeos grabados en el año 2018.

Ante la última mina operativa en la cuenca del Narcea, CARBONAR, en Vega de Rengos, Cangas del Narcea, aunque desde el 23 de abril de ese mismo año en concurso de acreedores, Enrique R.G. (Santolaya) realiza una introducción a una serie de entrevistas que realiza a mineros de la comarca para dejar testimonio para la posteridad de lo que fue durante décadas el mundo del carbón en el suroccidente de Asturias y más concretamente en el concejo de Cangas del Narcea. Con ello deja constancia de cómo fue el trabajo minero y lo que la mina significaba para estos trabajadores de la zona.



 

«Recuerdos de un pescador de caña de Cangas del Narcea (Asturias)» escrito por Benito Corolo

NUEVO LIBRO EDITADO POR EL «TOUS PA TOUS»

Portada del libro editado por el Tous pa Tous.

«Recuerdos de un pescador de caña de Cangas del Narcea (Asturias)» escrito por Benito Corolo. Por fin, un libro dedicado a los ríos del concejo, sobre todo al río grande, al río Narcea. El autor es reconocido como un maestro en el arte de la pesca fluvial con caña, así lo avalan sus trofeos, los homenajes recibidos y los comentarios de sus compañeros de pesca resumidos en una frase: «Benito Corolo, el hombre que lee el río». En este libro desgrana, cumplidos los ochenta años, un veraz testimonio sobre la pesca de caña en Cangas del Narcea y en otros concejos asturianos. Benito transmite su inmenso amor al río, a una naturaleza que nos protege, nos mantiene y maravilla.

UN HOMENAJE AL RÍO

El libro «Recuerdos de un pescador de caña de Cangas del Narcea», de Benito Corolo, que acaba de editar el «Tous pa Tous», es algo más que los recuerdos de un viejo pescador, es también un homenaje al río, a esos cursos de agua que marcan la vida de nuestro concejo. La erosión fluvial ha modelado el relieve del suroccidente asturiano en profundos valles. Los ríos de aguas limpias constituyen un recurso fundamental que ha sido aprovechado a lo largo de la historia por una cultura ribereña con técnicas capaces de sacar madera durante las riadas; mover molinos, pisones, mazos y fábricas de luz; regar prados y huertas… y, por supuesto, la pesca.
Numerosos testimonios alaban la riqueza en truchas, salmones, reos, anguilas y lampreas del alto Narcea y sus afluentes, hasta que la ominosa construcción de las presas de Pilotuerto y Calabazos eliminó de sopetón a los peces migratorios de esa zona. Luego vendrían otros desastres ecológicos como la contaminación, las aves marinas o el desarrollo incontrolado de una vegetación ribereña que crea un espacio sombrío poco apto para la vida acuática. Y a la par, una lucha por la conservación del ecosistema con la construcción de depuradoras, repoblaciones piscícolas, limpieza de cauces… El río seguirá ofreciendo sus recursos, incluido el del baño estival, aprovecharlos o darles la espalda, esa es la cuestión.

«BENITO COROLO, EL HOMBRE QUE LEE EL RÍO»

Benito Vega Queipo, «Benito Corolo», nació en Cangas del Narcea (Asturias) en 1941, en una familia de comerciantes y pescadores que vivía a orillas del río Narcea. Estudió en la escuela pública desde los cuatro a los doce años; después completó su formación en una academia particular donde coincidió con otros chavales con los que mantiene una gran amistad, dice Benito que cuando se encuentran «parece que aún estoy en esa clase». Se interesó por la pesca durante toda su vida, interés avivado por el ambiente familiar, que también desarrolló en él las aficiones a la música y al fútbol. Leyendo sus «Recuerdos de un pescador de caña de Cangas del Narcea» sentimos el interés del niño curioso que observa la pesca de esas truchas de plateado resplandor, el valor del joven que escala abruptos peñascos para obtener mejores capturas, la aventura de caminar kilómetros por montes y riberas, la relación entre los pescadores, los diferentes aparejos y su preferencia por la técnica de “cebo corrido”.

LOS AIRES EN LA PESCA

En la imagen, el río Luiña cerca de su desembocadura en el río Narcea.

«Para obtener resultados pescando con caña, además de saber pescar, hay que saber muchas cosas más y una de ellas, digamos que la principal, son los aires. No hay más que un aire que vale, es el que sopla en dirección contraria al sentido del río de forma suave, los pescadores lo conocen como el aire del norte y para más orientación la referencia que hay que tomar la dan los árboles de la orilla del río, las copas de los árboles se inclinan hacia arriba y las hojas se vuelven ligeramente al revés. Este será un buen día de pesca sea cual sea la modalidad que se emplee. Hay otros dos aires que también valen, pero menos». Del libro «Recuerdos de un pescador de caña de Cangas del Narcea», de Benito Corolo, editado por el Tous pa Tous.

CÓMO EMPECE A PESCAR

En la imagen, Benito Corolo después de ganar el Campeonato Nacional de Pesca de Reo, Cornellana, 29 de julio de 1984.

«Al haber nacido en el seno de una familia de pescadores para mí todo fue fácil, sin darme cuenta fui aprendiendo al escuchar las conversaciones durante la cena todos los días. Recuerdo que a veces discutían entre ellos, de manera que no se ponían de acuerdo y voy a dar un ejemplo, además del ya citado acerca de las preferencias por el tipo de mosca: para mi padre lo mejor era pescar de Cangas hacia arriba, porque las truchas se vendían mejor y para asegurar el día lo mejor el río del Coto, río muy «voluntario», es decir, generoso en peces; mi tío Pepe prefería pescar de La Regla a Cangas; mi tío Paco prefería pescar de Cangas hacia abajo porque las truchas acudían más al peso, decía que valía más una trucha de Tebongo que tres del río del Coto. Así que con este currículum pronto aprendí que en la pesca casi todo era variable y que cada pescador tenía sus preferencias». Del libro de Benito Corolo «Recuerdos de un pescador de caña de Cangas del Narcea (Asturias)», editado por el Tous pa Tous.

El libro está a la venta en la Librería Treito, de Cangas del Narcea. Su precio: 15 euros. Puede pedirse a esta librería desde cualquier parte de España.


Luis Pasamontes: «Soy de Cangas del Narcea, del suroccidente asturiano y me siento orgulloso de ello pero no de sus carreteras»

Pasamontes ‘da un descanso a su bicicleta’ en una reciente ascensión al Santuario del Acebo por Las Tiendas

Luis Pasamontes Rodríguez (Cangas del Narcea, Asturias, 2 de octubre de 1979), ciclista profesional de 2001 a 2012 en los equipo Relax, Unibet, Caisse d´Epargne y  MoviStar. Ha participado en las tres grandes Vueltas por etapas : TOUR DE FRANCIA, GIRO DE ITALIA y VUELTA A ESPAÑA. Además de catorce Campeonatos Nacionales siendo preseleccionado para el Mundial de Ciclismo en Australia. También ha sido protagonista en las clásicas más prestigiosas del ciclismo profesional como Paris Roubaix, Tour de Flanders, Milán-San Remo, Liege-Bastongne, Flecha Valone, Amstel Gold Race… entre otras.

 

«Soy del Suroccidente Asturiano, de Cangas del Narcea. Allí viví mi infancia, comencé a dar mis primeras pedaladas y a entrenar horas y horas sobre mi bici. Ahora parte de mi familia está allí y yo voy siempre que puedo, me encanta. Presumo de tierra e invito a todo el mundo a que visite, en bici o no, el territorio espectacular que tenemos.
En muchas e innumerables ocasiones recuerdo que parecía (parece) que no existíamos (existimos), que lo que pasaba (pasa) en Cangas no era (es) noticia. He visto mapas turísticos en los que no aparecíamos. He sufrido las carreteras en autobús y en bici y es una pena que la belleza de nuestra tierra se rompa por eso. Las infraestructuras son pésimas y es muy raro no ver piedras tiradas por la carretera. Pocas cosas pasan…
Entiendo que debe haber curvas, que hay zona de montaña insalvable pero la calidad y seguridad no va reñida con eso.
Esto no va de política, va de acción. Me aburre y avergüenza ver como se utilizan sucesos o situaciones para hacer campañas. Déjense de pelear y únanse para poner en marcha un plan, para que nuestras carreteras sean dignas del lugar al que se llega. El suroccidente y sus habitantes merecen mucho más. Tenemos etapa de Vuelta a España, torneos deportivos, grandes fiestas, uno de los mejores paradores de España, una reserva integral de la biosfera pero sobre todo personas con derecho a viajar seguras y llegar pronto a hospitales.

SOY DE CANGAS DEL NARCEA, DEL SUROCCIDENTE ASTURIANO y me siento orgulloso de ello pero no de sus carreteras.»


Fallece a los 96 años Juanjo Uráin, último director de la Banda de Música Municipal de Cangas en su primera etapa (1904-1968)

Cangas del Narcea. Procesión del Corpus Cristi, 17 de junio de 1958. Colección Juanjo Uráin Macazaga.

Juan José Uráin Macazaga había nacido en Deva, municipio y localidad costera de la provincia de Guipúzcoa, el 5 de enero de 1925. Su preparación musical la desarrolló primero bajo la tutela de su padre y con posterioridad en el Conservatorio de Música de San Sebastian, donde completó sus estudios de piano y órgano.

Ingresó en el Escalafón de Directores de Bandas de Música Civiles de segunda categoría en 1956, por oposición con el número 40 y en 1957 fue destinado a la villa de Cangas del Narcea como director de la Banda Municipal de Música. Fue entonces su primer destino y aquí se quedaría, entre nosotros, el resto de su vida (64 años).

Ejerció como director de la Banda hasta febrero de 1968, cuando al desaparecer ésta, quedó en situación de excedencia forzosa. La desaparición de la Banda de Música se debió principalmente a una ley gubernamental que obligaba a los Ayuntamientos a incluir en sus plantillas a los músicos que la integraban, con el sobrecoste que ello suponía para las arcas municipales, y que resultó imposible de asumir por el consistorio cangués de la época.

Cangas del Narcea. Inauguración de obras en el Hospital-Asilo San José, 18 de diciembre de 1961. Colección Juanjo Uráin Macazaga.

Cuando Juanjo Uráin llegó a Cangas, existía una Asociación o Congregación de las Hijas de María dirigida por Mari Paz Menéndez, que cantaba por el mes de mayo y en la novena de la Inmaculada Concepción. Mari Paz cedió el puesto de organista a Juanjo. Tras los cambios promovidos por el Concilio Vaticano II en la Iglesia Católica, esta Congregación desapareció.

Pero, si hay algo ligado a la llegada de Juanjo a Cangas del Narcea, es el nacimiento de la agrupación coral “El Orfeón” antecesora de la actual Coral Polifónica de Cangas. Por iniciativa de varios cangueses surgió la idea de crear este coro con el fin de dar realce a las fiestas más importantes del año: Semana Santa, El Carmen, La Magdalena y Navidad. La actividad de esta agrupación se prolongó durante toda la década de los años 60 para desaparecer antes del inicio de la década de los 70 por las causas típicas del fin de este tipo de grupos: envejecimiento de los componentes y falta de participación de los jóvenes.

Recientemente, apenas diez días después de celebrar la festividad de Santa Cecilia, universalmente reconocida como patrona de la música, el profesor Uráin nos dejaba para siempre. Descanse en paz.

Un cangués inventa en 24 horas la mejor silla amigable con el medio ambiente

Francisco Lera Fernández (Cangas del Narcea, 1990) junto a su compañero de carrera Francisco Pérez Rodríguez, ganaron el primer premio del concurso de diseño 24H chairs design 1st edition, con su propuesta OPC-chair.

El joven arquitecto cangués, realizó sus estudios en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de La Coruña siendo el segundo de su promoción. Máster BIM Expert especialidad Arquitectura, es socio fundador del Tous pa Tous por lo que nos complace doblemente enviarle desde aquí nuestra ¡ENHORABUENA!

24H Competition

El objetivo de este concurso es presentar, en 24 horas, soluciones de diseño que respondan a los retos lanzados en el pliego de condiciones. Se trata de una competición donde el límite de tiempo se utiliza para estimular tu creatividad y se centra en medidas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, que pueden ser de arquitectura o de diseño como en este caso.

A través de estos concursos, se pretende contribuir al debate sobre el cambio de mentalidades y actitudes para mejorar la calidad de vida de las personas y mejorar la sociedad y las ciudades. Son un buen método para desarrollar habilidades como diseñador y pensador del espacio conjugándolas con la economía verde y circular.

El compromiso, la perseverancia, la inspiración y el empeño son las bases necesarias para desarrollar una propuesta que cumpla las premisas que se dan a conocer en el pliego del concurso el mismo día de la prueba. Solamente se disponen de 24 horas para desarrollar una propuesta que responda al planteamiento expuesto en estas bases. El factor tiempo es una prioridad.

24H Chairs

«A lo largo de la historia de su creación, el más icónico de los asientos, la silla, ofrece una visión estructurada de las condiciones sociales, culturales, económicas, políticas y artísticas de una sociedad concreta en un periodo de tiempo determinado. A partir del siglo XIX, con la perspectiva de la industrialización y la consiguiente producción en masa y el acceso a sectores cada vez más amplios de la población, la silla se convirtió en un peculiar barómetro de estas condiciones en una historia que está intrínsecamente ligada a la propia historia del diseño. Por lo tanto, para mirar y reflexionar sobre la Silla contemporánea debemos explorar la propia historia y fortuna del proceso de diseño en el mundo». (Rui Afonso Santos, Sillas contemporáneas portuguesas – Edición Asa)

En esta primera edición del 24H Chairs Design el tema fue: La silla de corcho

Objetivo: En un mundo cambiante en el que el uso de materiales naturales para construir el nuevo diseño se hace imperativo, desafiamos a los participantes a cambiar el paradigma de las sillas de oficina. Se pretende encontrar el mejor diseño para una silla que pueda ser fácilmente reproducida en serie utilizando materiales naturales y sostenibles con una base obligatoria, el corcho. Se puede utilizar madera para la estructura de la silla, pero el corcho debe estar presente en el asiento. Las dimensiones de la silla deben ajustarse al tamaño estándar de una persona de estatura media. Los participantes deben presentar en la pizarra, todos los dibujos, imágenes 3D y textos que consideren necesarios para una perfecta percepción de la misma.

1er Puesto

Silla de corcho de un pliegue, una silla sencilla y ecológica fabricada con dos materiales, madera y corcho. Partiendo de un cuadrado de corcho de 60x60x1cm encolado y prensado, cuatro patas de madera de haya y dos listones del mismo material y dimensiones indicadas a continuación, el usuario podrá montar una silla de este tipo de forma rápida, casera y eficaz. Debido a las características descritas, la producción y envío de esta silla se convierte en una de las soluciones más ecológicas y respetuosas con el medio ambiente.

Algunas valoraciones de los miembros del jurado son las siguientes:

«Interesante propuesta conceptual. Su construcción con pocos recursos (madera y corcho) mediante un sistema de ensamblaje y encolado da lugar a un objeto que revela identidad y se ajusta a los preceptos ergonómicos del hombre. ¡La gestión del sistema constructivo es fundamental porque introduce el factor de la economía de escala en la ecuación de la producción en serie!. La propuesta que globalmente mejor responde a los criterios de evaluación.» Pedro Novo, arquitecto.

«Una propuesta minimalista e ingeniosa; el resultado es elegante, con una apariencia sencilla, sin ser simplista.» João Paulo Martins, arquitecto.

«A pesar de que el concepto está muy extendido en el diseño, la idea de utilizar un simple tablero cortado y doblado se aplica excelentemente al corcho, combinando cierta rigidez y flexibilidad. Este proyecto, minimalista y de baja tecnología, revela un buen uso del material aprovechando sus cualidades. Le atribuyo la máxima puntuación por ser una silla económica y ecológica y también por ser el proyecto más realista en términos de producción.» Toni Grilo, diseñador.


Fallece en Canarias el magistrado cangués César J. García Otero

El magistrado cangués ha sido Presidente de la Sala de lo Contencioso del TSJ de Canarias durante los últimos 11 años. La imagen fue tomada en 2015, en la entrevista a la que tuvo que someterse para revalidar su cargo ante la Comisión Permanente del CGPJ. Foto: Poder Judicial.

El magistrado cangués César José García Otero, Presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ha fallecido en la tarde del pasado sábado [18/09/2021] en su domicilio de Gran Canaria tras una larga enfermedad. Tenía solamente 63 años.

Ingresó en la carrera judicial en 1987, siendo sus primeros destinos judiciales el juzgado de Distrito de Nules, en la provincia de Castellón, y el juzgado de Distrito nº 2 de Castellón de la Plana. Tras ascender a magistrado en 1989, ejerció en el juzgado de lo Penal nº 5 y en la Sección 4ª de la Audiencia Provincial de Las Palmas.

Natural de Cangas del Narcea, llegó a Las Palmas de Gran Canaria como magistrado en el año 1990 y desde entonces cubrió distintos destinos en la capital canaria, primero en la jurisdicción penal y después en la de lo contencioso-administrativa. En 1998 pasó a formar parte de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJC, en su sede de Las Palmas, de la que fue nombrado presidente en octubre de 2010 y reelegido en 2015.

Su segunda pasión después de la judicatura, era la docencia. En este ámbito, García Otero ha sido profesor de Derecho Constitucional y en la actualidad era profesor de Derecho Administrativo en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Ha participado en las obras colectivas Comentarios al Estatuto de Autonomía de Canarias y Comentarios a la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.

Su pérdida ha causado una gran conmoción en el ámbito judicial de Canarias, donde deja un imborrable recuerdo en todos los profesionales vinculados a la Administración de Justicia en las Islas. De talante abierto y jovial, era muy querido y respetado por sus profundos conocimientos jurídicos.

Condolencias

«Tan prestigioso jurista como buen compañero». Así lo describe Juan Luis Lorenzo Bragado, en nombre de la Presidencia del TSJC. El representante de la magistratura canaria recuerda que al poco tiempo de establecerse en el Archipiélago, «sus cualidades personales y humanas le hicieron ser apreciado más allá de su labor judicial, integrándose ampliamente en la vida social canaria». Fue integrante además de la Sala de Gobierno del TSJC, «donde sus ponencias eran ejemplo de rigor jurídico y buen sentido», destaca Lorenzo Bragado. Añade que García Otero «era especialmente querido por sus compañeros, por esas cualidades humanas que eran semejantes a su nivel profesional». El magistrado subraya que «su firmeza y compromiso llegaron hasta el punto de seguir en activo hasta pocas semanas antes de su fallecimiento, sobreponiéndose a la enfermedad».  Su pérdida, «aún previsible por la evolución de la dolencia estos últimos días, ha afectado mucho a su entorno profesional», concluye Lorenzo Bragado, que ayer inauguró el nuevo año judicial en Canarias.

Una de las personas más cercanas a García Otero en Canarias es el magistrado asturiano Juan Avello Formoso, titular del Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Las Palmas de Gran Canaria.  Avello se trasladó a Canarias «en el año 2006 ó 2007» y rememora que García Otero fue «como un padre» para él, ya que lo ayudó y acompañó desde el primer momento. «Lo echaremos muchísimo de menos. Se dejaba querer y era una persona entrañable», comenta muy afectado el magistrado Avello, que califica de «tremenda» la pérdida de García Otero «porque no solo se nos fue una buena persona y buen amigo, sino uno de los mejores magistrados y juristas que hay en España”.

El decano del Colegio de Abogados de Lanzarote y expresidente del Consejo Canario de Colegios de Abogados, Carlos Viña, ha expresado sus condolencias en nombre del órgano colegial lanzaroteño por la muerte de García Otero, del que dijo que «era una muy buena persona y gran jurista que se distinguió mucho, no solo por su bondad y conocimientos, sino por su gran respeto al ejercicio de la Abogacía, dando un trato muy afable y respetuoso a los abogados». Una de las preocupaciones de García Otero es que la Administración de Justicia llegara a la islas no capitalinas y «nunca puso objeciones para trasladarse a Lanzarote a celebrar juicios», pues «lo veía como algo normal», indica Viña. De hecho, fue el primero en crear una comitiva judicial para desplazarse a Lanzarote y Fuerteventura a celebrar las vistas.

De pie, César J. García Otero, Marta Muñiz y Maite Muñiz. Sentados, Alejo Rodriguez Peña, Jesús y Victorino Linde, y Manuel Aller, en la calle Dos Amigos, h. 1970.

Sus amigos destacan también de él «su generosidad y lo cercano y campechano que era, además de lo especial y feliz que se mostraba». En sus paseos por la capital canaria «mucha gente lo saludaba con aprecio. Y en cualquier evento de amigos, marcaba la diferencia. Era un gran conversador y muy divertido», relatan sus allegados.

Lo mismo dicen los cangueses que lo conocían, ya que desde su nacimiento en Cangas del Narcea, allá por el mes de abril de 1958, nunca perdió el vínculo con su patria chica, bien porque la visitaba para ver a familiares y amigos cuando sus obligaciones se lo permitían, bien porque siempre tenía sus brazos abiertos en las Islas Canarias a cualquier cangués que llegase por allí, o bien a través de la Sociedad Canguesa de Amantes del País «Tous pa Tous» de la que era socio desde su refundación. En la imagen que traemos aquí en su memoria, vemos a César con un grupo de amigos de su infancia en Cangas, en concreto en la Calle 2 Amigos, hace ahora algo más de cincuenta años.

A Carmen, su esposa, y a sus dos hijos, César y Jaime, desde aquí nuestras condolencias. Descanse en paz, nuestro querido socio y paisano César.

Odón Meléndez de Arvas – Artículos periodísticos (1903-1917)

Portada del libro ‘Odón Meléndez de Arvas. Artículos periodísticos (1903-1917)»

El Tous pa Tous publica los artículos periodísticos de Odón Meléndez de Arvas (Carballo, 1851 – Cibuyo, 1923), que se suman a las Crónicas canguesas y al libro Alrededor de mi casa. Crónicas canguesas (1910-1928), de su gran amigo y correligionario político Gumersindo Díaz Morodo «Borí» (Cangas del Narcea, 1886- Salsigne, Francia, 1944), que también pueden consultarse en esta web. Sigue, de este modo, el Tous pa Tous ofreciendo información sobre la historia de la prensa en el concejo de Cangas del Narcea, que es, al fin, una fuente imprescindible para conocer la historia del concejo y las vicisitudes de sus habitantes.

Odón Meléndez de Arvas fue un maestro de Cangas del Narcea que vivió en el pueblo de Cibuyo y ejerció en la escuela de La Regla de Perandones. Pero, además, fue un activo periodista que colaboró en la prensa que se editaba en Cangas del Narcea y en otras localidades asturianas. En este libro están todos sus artículos, escritos entre 1903 y 1917, que su bisnieta Ángeles Martínez ha encontrado publicados en La Verdad, El Narcea, El Distrito Cangués, del que fue jefe de redacción, y La Voz de Cangas, editados en Cangas del Narcea, y en La Justicia de Grado. Odón era una persona de arraigadas ideas republicanas, que escribió numerosos artículos costumbristas sobre la vida rural y de opinión, siempre defendiendo sus dos grandes intereses y preocupaciones: la instrucción pública y los campesinos. Fue presidente de la Asociación de Maestros de Primera Enseñanza de Cangas del Narcea. En la prensa mantuvo diversas polémicas que también se recogen en esta obra.



 

Tiempo de silencio

Finales años 50. De izda. a dcha: Benito A. Castelao, Antón Arce, Manuel Gómez, Germán García ‘Cañita’.

El hombre de la boina es Cañita. Se llamaba Germán García Rodríguez pero todo Cangas lo conocía por Cañita. De él se contaba que se escapó cuando iba a ser fusilado en septiembre del 36. Unos decían que se tiró en marcha de la camioneta en la que él y otros republicanos eran conducidos al cementerio de Cangas, el lugar del fusilamiento. Otros sostenían que se escabulló justo delante del pelotón, en el mismo cementerio: que mientras los soldados cargaban los fusiles, se echó monte abajo hacia el río y logró huir y esconderse.

Cañita anduvo unos años deambulando por la parte del Coto y por Las Montañas y luego pasó a los concejos de Allande y Grandas. Sobrevivió mendigando y haciendo algunos trabajos, oculto bajo el nombre de Gervasio Iglesias. En 1942 lo detuvo una contrapartida de la Guardia Civil y acabó en la cárcel. Luego, regresó a Cangas. Se dedicaba a trabajar las huertas y se encargaba de tocar las campanas. Era un personaje popular de quien recuerdan muchos que fumaba en unas pipas que fabricaba él mismo con huesos de pollo.

Cañita aparece en esta fotografía con tres representantes de las fuerzas vivas de Cangas. Ahí están don Benito Álvarez Castelao, banquero; don Antonio Arce, abogado y ex alcalde; y don Manuel Gómez, médico.

Es una imagen que dice mucho del Cangas que sobrevivió a la Guerra Civil y de cómo tras la gran tragedia, la gente se echó el dolor a la espalda para poder seguir conviviendo. Tiempo de silencio. En esa escena apacible, cuatro hombres viven unos momentos de tranquilidad; puede ser que estén sentados a la puerta de alguna bodega, en una típica tarde de merienda. Años atrás, los cuatro han sido testigos de unos años intensos, dramáticos, de unos acontecimientos tremendos. La vida les ha regalado después, no obstante, instantes como este.

Cañita, el legendario rojo cangués que logró burlar a la muerte en el último minuto, está sentado junto a don Manuel Gómez, cuyo hijo Grato no tuvo esa suerte. Grato era un joven militante de Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña. Lo fusilaron en Luarca en diciembre de 1937. Era estudiante de Medicina, tenía 27 años de edad. No hace falta escarbar mucho para comprobar que Grato no cometió ningún delito que mereciese tal castigo. Su fusilamiento fue contado en la controlada y censurada prensa franquista y ahí mismo, en la breve noticia publicada por el diario asturiano Región, se aprecia con claridad la injusticia.

Dice el periódico que Grato fue “pasado por las armas” en cumplimiento de una sentencia tras un juicio “sumarísimo de urgencia”, que “recibió los auxilios de la Religión con verdadera fe” y que “murió con ánimo sereno, arrepentido de sus pasados errores”. También que “su muerte ejemplar causó impresión a los asistentes al acto”. Y luego, como broche final: “En uno de los bolsillos de la americana se le encontró un rosario”. No hay más. Oponerse al golpe contra la legalidad republicana de quienes tenían apoyo armado de Mussolini y Hitler era un error que se pagaba muy caro.

Sentado junto al padre de Grato está don Antonio Arce. Como Cañita, también él se ha librado del paredón cuando era su destino inmediato. Líder en Cangas de la CEDA, el partido de Gil Robles, alcalde nombrado por el gobernador civil tras el fracaso de la Revolución del 34, don Antonio Arce representaba a la derecha católica canguesa cuando empezó la guerra. Fue detenido y encarcelado muy pronto, el mismo 18 de julio del 36 por la noche, como su hermano y su cuñado. Su hermano, Luis, era un comerciante vinculado a Acción Popular. Su cuñado, José Rodríguez Claret, el jefe local de Falange. Aunque estaban muy señalados como derechistas, ninguno tuvo oportunidad de sumarse o no al golpe. En diferentes fechas de julio y agosto, ellos y otros presos fueron trasladados desde Cangas a otras localidades.

En septiembre del 36, los tres se encuentran en la cárcel de Cangas de Onís, en la zona de Asturias que permanece leal a la República. Cangas del Narcea está ocupada por los rebeldes desde el 22 de agosto y allí pocos republicanos que caen en manos de los franquistas se libran de ser asesinados. Una escabechina. Es entonces, en esas semanas de represión en caliente, cuando logra escapar Cañita. Entre las numerosas víctimas, mujeres y chavales jóvenes.

La venganza no se hace esperar: el hermano y el cuñado de don Antonio y otros seis cangueses son sacados de la cárcel, en Cangas de Onís. Los trasladan a Gijón y allí los matan. Muertes injustas en respuesta a muertes injustas. Don Antonio contará más de un año después, cuando es liberado y ya está sano y salvo en su pueblo, por qué él quedó vivo. Es una escena impactante: el carcelero abre la puerta de la celda que ocupan los presos cangueses y otros; están todos sentados; a ver, dice, que vayan saliendo los que nombro; y entonces comienza a leer una lista; Santiago Castro, José Luis Ferreiro, Dionisio López, Luis Antonio Arce…; como los demás, don Antonio hace ademán de incorporarse, pero Luis, su hermano, que se ha puesto rápido en pie, lo sujeta; quieto ahí, le ordena; Luis ha percibido el equívoco, o cree haberlo notado, y decide en medio segundo; don Antonio no entiende pero su hermano le presiona en un hombro con tal determinación, no te muevas, le insiste, que se queda paralizado; le hace caso, continúa sentado. Se llevan a los ocho. Don Antonio supone que pronto volverán a por él, a por el que falta. Pero no.

Tiempo después, cuando lo han destinado en la prisión a las oficinas, don Antonio encuentra la lista y confirma el error. Como intuyó su hermano, el carcelero se saltó la «y». Luis y Antonio Arce, dos presos, se habían convertido de ese modo en un preso: en Luis Antonio Arce. Me salvó una y griega, dijo siempre el hombre que ahora está sentado entre don Manuel Gómez y don Benito Álvarez Castelao.

Don Benito es banquero y comerciante, un hombre sobresaliente en Cangas. Seguro que también ha afrontado momentos dramáticos durante la guerra. Uno lo presencia en 1938, cuando ya han matado al hijo de don Manuel y al hermano y al cuñado de don Antonio, cuando Cañita anda escondido por los montes.

Una mañana se presenta en su comercio la viuda de un hombre que trabajó para él en la central eléctrica del Molín y cuyo hijo Félix heredó ese empleo. Félix Ordás es uno de los milicianos socialistas cangueses más destacados. Él y otros cuatro presos acaban de fugarse de la cárcel de Cangas, donde esperaban su ejecución tras ser condenados a muerte. La represalia es inmediata. La Guardia Civil ha ido a la casa de la madre de Félix y le ha dicho: esté preparada mañana, que vendremos a por usted y sus hijos para llevarlos a un campo de concentración. La mujer ha madrugado y ha ido a intentar conseguir calcetines, camisetas, alguna ropa de abrigo.

Avisado de que está en su comercio, don Benito se ha acercado a la tienda. La mujer le explica lo sucedido. Don Benito sabe lo ocurrido dos años atrás, cuando los nacionales tomaron Cangas. Sabe que a un joven hijo de esa mujer, a Pepín, 16 años, lo detuvieron y lo mataron al día siguiente, sin más. Se teme lo peor. También sabe que cualquier auxilio a los rojos trae consecuencias, multas cuantiosas. Pero don Benito no duda. Esperanza, le dice, usted pida; lleve lo que quiera, todo lo que necesite.

Esperanza parte poco después hacia Figueras con dos hijos y tres hijas. Pasado un tiempo, regresarán a Cangas vivos. Félix, no. Cercado en una aldea de Allande, acorralado en una casa en llamas, antes de que lo detengan, se pega un tiro.

No se habla de estas historias a finales de los años cincuenta, cuando el fotógrafo captura y nos lega la imagen de estos cuatro hombres. Tampoco en los años sesenta ni en los setenta. Verano tras verano, en Cangas estallan los voladores, repiquetea el campanín de Ambasaguas y la gente canta en las bodegas y en los chigres. Todo respira placer.

Bajo el sonido de la pólvora, en el medio de cien montañas, la villa guarda silencio.

Entrevista a nuestro socio Sandalio Gurdiel en la TPA

Sandalio Gurdiel Menéndez (Cangas del Narcea, 1942) una de las personas más populares y queridas en la villa y concejo de Cangas del Narcea.

Fuente: RTPA, 7 de mayo de 2021

Flores La Plaza gana la X Edición de los premios internacionales más prestigiosos del sector nupcial

Este año se ha celebrado la X Edición de los premios ZIWA, los Zankyou International Wedding Awards, los premios más importantes de la industria nupcial en el ámbito internacional. Una edición que por desgracia, llega en un año marcado por la pandemia del COVID-19, pero que no ha impedido que se sigan celebrando para reconocer el compromiso, el talento y al experiencia de los mejores proveedores de bodas en España y en el mundo.

Las valoraciones por categoría y región se realizan según las votaciones otorgadas por los novios al proveedor (50%) y votos realizados por los propios profesionales del sector (50%). El comité de expertos que han seleccionado a profesionales destacados durante este año de acuerdo a los siguientes criterios: la calidad de sus servicios y portfolio, la valoración y testimonios de parejas que han trabajado con ellos, su nivel de experiencia en el mercado y su voz y presencia en plataformas online relevantes al sector (blogs, redes sociales, sitios web, entre otros).

Desde agosto hasta finales de septiembre, se llevaron a cabo las votaciones para elegir a los mejores proveedores del sector nupcial dentro de su categoría y región y después de varias semanas contabilizando todos los votos, y tras la decisión que ha tomado el jurado de ZIWA 2020 en las últimas semanas, el veredicto señala en Asturias a Flores La Plaza de Cangas del Narcea como una de las mejores empresas de la industria de las bodas a nivel internacional. Hay que tener en cuenta que en esta edición participaron más de 100 mil proveedores alrededor del mundo y más de 17.000 a nivel nacional.

El jurado de ZIWA 2020 está formado por firmas como Imagina tu boda, El Sofá Amarillo, Lara Cos, Weddings with love, Lidia Ruiz, Bianca Weddings, Fit for weddings, Miadreamer, Vintage Bodas y MC Event Planner; todas ellas planificadoras de bodas de reconocido prestigio y con una amplia experiencia, lo que les otorga un criterio experto a la hora de entregar estos premios especiales para proveedores.

Un reconocimiento para este comercio cangués más que merecido por todo el trabajo y compromiso que vienen desarrollando en el mundo de la floristería, reinventando y adaptando sus servicios,  y que les posiciona como una empresa con garantía de calidad y profesionalidad en España y una de las mejores empresas de la industria de las bodas a nivel internacional.
Nosotros desde aquí celebramos un nuevo éxito de nuestra gente y felicitamos a Kiti y todo su equipo ¡Enhorabuena!

Verónica Rodríguez Díaz, la alfarera de Llamas del Mouro

CERÁMICA NEGRA DE LLAMAS DEL MOURO  (LLAMAS DEL MOURO, CANGAS DEL NARCEA) – 25 HABITANTES
Verónica Rodríguez mantiene viva la tradición de siglos de la cerámica negra de Llamas del Mouro. Tanto los usos como la forma de elaboración de las piezas hablan de la historia más remota de Asturias. Hoy es un atractivo para turistas, pero sin casi promoción.

Verónica Rodríguez es, hoy por hoy, la última alfarera de cerámica negra de Llamas del Mouro. Fuente: #PegadosalaTierra

Autor: OCTAVIO VILLA en pegadosalatierra.elcomercio.es

Ella cuenta 42 primaveras y representa aún menos. Trabaja con alegría, con la satisfacción pintada en la cara, una satisfacción que nace de un fundado orgullo en el mantenimiento de una tradición que bien podría figurar en la bandera de Asturias, o en su escudo. Verónica Rodríguez es, hoy por hoy, la última alfarera de cerámica negra de Llamas del Mouro.

Para cualquier asturiano que cuente más de cuatro décadas de edad y que haya visitado en su niñez los mercados de localidades como Grado o Pola de Siero, la cerámica negra es una parte de la identidad de la tierra asturiana. Hunde sus raíces en los primeros usos agrarios de nuestra tierra, allá por el sexto milenio antes de Cristo.

Y hoy mismo se puede ver a Verónica cualquier día del verano elaborando esa cerámica en un taller no muy distinto de los de los primeros alfareros: un torno de rueda de inercia, movido por el propio pie de la ceramista. Un horno de leña en el que se cuecen las piezas con plena exposición al humo de madera (responsable, junto con la temperatura, del tono entre gris plata y negro pizarra de las piezas). Y una maestría que a Verónica le fue legada por su abuelo (ella elaboró sus primeras piezas a los cinco años en el mismo taller donde hoy trabaja) y su padre, que aún le echa una mano con sus secretos.

«Aquí había un horno en cada casa», relata Verónica mientras da forma a unas botellas de cerámica que constituyen uno de sus muchos encargos, «pero hoy solo quedamos nosotros. Hubo cerámica negra en Miranda (Avilés) y en Faro (Oviedo), pero el último de los de Faro no tuvo quién siguiese con la tradición y, si no hay familia, la tradición se pierde», afirma Verónica.

Porque hoy por hoy se puede vivir de los oficios tradicionales, básicamente gracias al interés de parte de los turistas, no tanto porque las piezas que se elaboran vayan a tener el uso para el que en teoría están destinadas. Es más un interés etnográfico que hay que saber fomentar para, por una parte, mantener vivos los oficios tradicionales y la riqueza cultural que suponen y, por otra, que esos oficios tradicionales aporten también un atractivo para los visitantes.

La visita a Verónica y su taller tiene lugar una mañana de lunes de verano. En menos de una hora, pasan por el taller dos matrimonios españoles (uno de Madrid y otro, de Bilbao) y una pareja inglesa, que, con los ojos como platos, graban en vídeo a Verónica trabajando en su torno. Y que apenas compran dos piezas, pequeñas y baratas. También se llevan unos cuencos los dos madrileños, que por ese precio visitan el taller en actividad y acompañan a Verónica a ver el horno de leña activo, con su correspondiente explicación, e incluso les muestra la cabaña en la que su abuelo tenía el horno antiguo. No pagan nada por la visita, de la que salen un poco más sabios. Y la cerámica negra se mantiene así, no por las ayudas de ninguna administración: «Bueno, sí, nos pagan algún folleto y algo de propaganda», comenta.

De sus manos, muy literalmente, salen cántaros, ferideras o botías (una pieza en la que se sacaba la mantequilla a la leche), queseras o barreñas, ollas de miel, ollas o tarreñas para el embutido, potes de tres patas de los que se usaban en el llar, vedríos, jarras, botijos… Todo ello habla de un pasado que merece mejor trato y más promoción, del que esta tierra debería estar más orgullosa y mostrarlo a sus visitantes con más intención. El futuro, por hoy, está solo en las manos de Verónica y, tal vez, de su pequeño Martín.

Joaquín Pixán, Premio Nacional de Folclore «Martínez Torner»

Joaquín Pixán (1950) tenor español nacido en Pixán, Cangas del Narcea.

Desde el año 2005 y con ocasión del 50º aniversario de la muerte de D. Eduardo Martínez Torner,  ilustre ovetense nacido el 7 de abril de 1888, e insigne investigador folclórico, autor de uno de los más prestigiosos trabajos etnográficos como fue el Cancionero Musical de Lírica Popular Asturiana, la Escuela de Música Tradicional Asturiana del Ayuntamiento de Oviedo convoca anualmente el Premio Nacional de Folclore «Martinez Torner».

Este Premio tiene por objeto el reconocimiento y mérito de personas físicas, asociaciones o fundaciones, que hayan destacado en el mundo de la música folclórica, danza tradicional, etnomusicología, cultura tradicional o investigación del folclore dentro del ámbito europeo y este año el fallo del jurado ha recaído en el tenor Joaquín Pérez Fuertes, más conocido por todos los cangueses por Joaquín Pixán.

Desde la Escuela de Música Tradicional Asturiana del Ayuntamiento de Oviedo explican en una nota de prensa que «después de toda una vida dedicada a la música lírica, nunca se olvidó de sus raíces, cultivando diferentes estilos de nuestra música popular y tradicional», enfatizando en que «desde la llamada ‘música culta’ acerca a ese formato la música popular y tradicional asturiana, dándole un espacio escénico reservado quizás a estilos más elaborados para el llamado ‘bel canto’ pero es que él, a través de sus condiciones vocales y técnicas hace, por medio de su voz y de sus sentimientos, ‘bel canto’ con los populares temas del cancionero asturiano». También destacan que Pixán es uno de los «más insignes embajadores» de Asturias tras haber actuado en Rusia, México, Italia, Bélgica, Venezuela, Argentina, Inglaterra y varias capitales españolas.

Nacido en 1950 en el pueblo de Pixán (Cangas del Narcea), ganó su primer concurso en Radio España con sólo 13 años. Poco después inició su formación en la Escuela de Arte Dramático de Madrid y continuó sus estudios en la Escuela Superior de Canto de Madrid. En su discografía, desde su popular grabación en 1975 bajo el título «Asturias y su folclore», la música tradicional asturiana es un tema recurrente. Tras este éxito, un año después debutó en el teatro de la Zarzuela de Madrid y en 1979 ingresó en la Escuela de La Scala de Milán y publicó el disco «Canción Lírica Asturiana». En 1982 gana el Concurso Internacional de Canto «Miguel Fleta» y en 1984 actua en el Teatro Real de Madrid para presentar su disco «Madre Asturias», que fue grabado en Londres con la London Philarmonic Orchestra bajo la dirección de Jesús López Cobos.

Entre otros hitos recordados por el jurado, se encuentra el concierto que ofreció en 1999 en Cangas del Narcea junto a la soprano Monserrat Caballé. Y es precisamente en este concierto que se celebró en la iglesia del Monasterio de Corias donde oímos decir a una de las más grandes sopranos del siglo XX: «posee la voz de tenor más bella que yo jamás haya escuchado».

Desde el Tous pa Tous estamos muy contentos de ver a nuestro paisano seguir cosechando triunfos y reconocimientos, y le estaremos siempre agradecidos por su gerenosidad. Siempre recordaremos aquel estreno que Joaquín nos brindó en el Teatro Toreno en el mes de diciembre de 2003 acompañado al piano por Patxi Aizpiri, aprovechando un concierto en el que interpretaba cantares gallegos de Rosalía de Castro, canciones asturianas y copla española, en el que puso como colofón la canción-himno del Tous pa Tous.

Muchas felicidades y muchas gracias, Joaquín Pixán.

Reproducimos a continuación la interpretación cantada por Joaquín Pixán acompañado al piano por Patxi Aizpiri, cuya grabación la han cedido desinteresadamente al Tous pa Tous. Una maravilla escuchar como Pixán pone voz a la letra del inolvidable Pepe Avello (Pin Estela) y Aizpiri la música a la composición de nuestro socio Gerardo Menéndez.



Ferreiros Besullo

Tino y Antonio, los ferreiros de Besullo

LOS FERREIROS DE BESULLO  (BESULLO, CANGAS DEL NARCEA)  – 73 HABITANTES

Faustino Álvarez y Antonio Álvarez son el corazón pulsante de Besullo. Ferreiros a la antigua, trabajan como lo hacían ya los romanos allí para dotar de herramientas a sus minas, conscientes del riesgo de que su tradición no tenga continuidad

Ferreiros Besullo

Faustino y Antonio, los ferreiros de Besullo. Foto: EC

Autor: OCTAVIO VILLA en pegadosalatierra.elcomercio.es

Tino, el de Casa Payarín, es un Vulcano sonriente de 83 años que no detendrá nunca su fragua, como tampoco tiene ninguna gana de parar Antonio, de Casa Torneso, que a sus 82 años es, como Tino, historia viva de Besullo. Ambos nacieron durante la guerra civil y aprendieron el oficio en casa, heredando la tradición que hacía del pueblo tierra de ferreiros: «Había unos doce», comentan los dos.

Como buenos ferreiros, saben hacer de todo. Arreglar cualquier apero de los muchos del campo, con métodos muy lejanos de los mecanizados actuales. Forjar herramientas, algunas de las cuales se elaboran ya solo con fines etnográficos y turísticos. El pueblo, Besullo, cuenta con un mazo hidráulico en la boscosa ribera del río Pomar, que aún funciona, así como uno en ruinas y otros dos en desuso. Tecnología romana de aprovechamiento de la fuerza de la gravedad y de los ríos que hoy es además todo un atractivo cultural.

Porque sí, Tino y Antonio no tienen la menor intención de detener sus fraguas, pero saben que rentables, en el sentido pecuniario del término, no son mucho. Pero sí que lo son en dos sentidos. Uno, el de la conservación de una tradición que supone todo un reclamo turístico para el pueblo. Porque es no solo espectacular, sino intensamente formativo verlos trabajar. Los dos hablan por los codos mientras mueven a mano el fuelle que ventila la fragua, ponen al rojo varillas de hierro que convierten en cualquier forma que deseen con pasmosa facilidad y fuerza o afinan y templan los filos de navaja, los clavos, las herraduras… El otro, el conocimiento. Tino sabe generar carbón vegetal (el oficio de carbonero de bosque se perdió ya hace generaciones, pero aún hay quienes conocen sus secretos). Sabe usar con asombrosa pericia el mazo hidráulico y sus secretos constructivos; es fino con la fragua… Antonio es un mago de las reparaciones. Hachos y azadones cobran nueva y reforzada vida en sus manos, y aún tiene numerosos clientes que aprecian el valor de la forja por encima de los bajos precios de las piezas mecanizadas. Oírles, a ambos, es fascinante. Es una vuelta a un mundo que va desapareciendo, en el que todo se podía hacer con lo que uno tenía a mano. En el que el ingenio creaba ingenieros en cada casa, como ingenieros honoris causa son ambos, pese a no tener un título universitario. Antonio lo verbaliza con énfasis: «Se hará de todo con máquinas hoy en día, pero hay que saber ser ferreiru».

Hoy tienen, con todo, un valor añadido. Son un gran capital para Besullo y para todo Cangas del Narcea. Desde el Parador Nacional del Monasterio de Corias llegan de continuo visitantes que quieren conocer el oficio de ferreiru, en algunos casos con el mismo interés con el que asistiríamos a la exhibición de un fabricante de papiro o a un tallador de puntas de flecha de piedra neolíticas, si esos aún fueran oficios observables.

Tino y Antonio tratan de transmitir el interés entre sus familiares, entre otras cosas por el prurito de tener un ferreiru en casa.

Un tercer ferreiro que sigue en Besullo, José Martínez, ha dejado la fragua tan a regañadientes como que solo lo hizo «cuando cayó sobre ella parte de la antigua casa rectoral». Aún así, es posible que su hijo Jesús retome la tradición… «cuando se jubile».

Entre tanto, el testigo lo llevan Tino y Antonio. A ambos, además, la fragua les sirve para complementar una de esas pensiones del campo. Pero esa es otra historia.

Castelao: la materialización de un pensamiento

Estado original de la fachada del aulario de la facultad de Geológicas de Oviedo. Fotografía del libro “50 años de Geología
en la Universidad de Oviedo”

Hacia mediados del siglo XX, al igual que estaba ocurriendo en el resto de Europa, comienza a reaparecer tímidamente en la arquitectura asturiana el movimiento moderno, cuyo germen había comenzado a brotar en los años previos a la guerra.

De entre todos los arquitectos que centraron su labor en el Principado de Asturias, hay uno que destaca por su estilo vanguardista como impulsor de esta nueva arquitectura. Este no es otro, que el poco reconocido, Ignacio Álvarez Castelao (Cangas del Narcea, 1910 – Oviedo 1984). Tal vez su afinidad de ideas y relación con el finlandés Alvar Aalto fue la que consiguió traer parte de esa estética y destreza constructiva hasta el norte de España.

Ya desde sus obras iniciales, se observa una preocupación por el lugar y la adaptación del edificio al entorno, rompiendo con las herméticas construcciones historicistas que se estaban imponiendo en la España del momento.

Comienzan así a aparecer pequeños guiños a un nuevo pensamiento que tiene como base el dominio de la geometría y su movimiento organicista, plasmado en ejemplos como las fachadas de los edificios del Serrucho y Alsa, o la facultad de Ciencias Geológicas y Biológicas de Oviedo, donde consigue una magistral oposición entre dos mundos, lo orgánico y lo mineral.

Su obra abarca desde interesantes edificios dotacionales en ámbitos urbanos, hasta la concepción de grandes edificios e infraestructuras industriales, pasando por el estudio de diferentes tipos de arquitectura residencial, como los poblados vinculados a nuevas industrias (los cuales constituyen verdaderas experiencias habitacionales). En todos ellos pone en práctica una magistral habilidad para adaptar el edificio a las preexistencias, tanto urbanas como a las impuestas por la naturaleza.

En la obra de Castelao, vemos además reforzada su idea generadora a través del elemento construido, la cual se percibe intensificada con gran maestría a través de los materiales, acabados y sistemas constructivos, estableciendo una especial relación entre idea y la materialización. Adopta, y hace suyo, el principio de que los materiales y requerimientos funcionales determinan el resultado, regalando a la sociedad el conocimiento y los valores que enriquecieron sus obras.

La comunicación propuesta reflexionará sobre los criterios proyectuales y fundamentos teóricos que, como hilo conductor de toda su obra, fueron materializados magistralmente con independencia de la tipología edificatoria, obteniendo como resultado edificios en los que se ofrece a los usuarios algo más que una mera funcionalidad en la generación de espacios y recorridos.

 

Disponible en la Biblioteca Digital del Tous pa Tous este artículo completo de las Actas Digitales de las Comunicaciones aceptadas al I Congreso Pioneros de la Arquitectura Moderna Española: Vigencia de su pensamiento y obra. Autores: Marta Alonso Rodríguez (Departamento de Urbanismo y Representación de la Arquitectura. E.T.S. Arquitectura Valladolid) y Valentín Arrieta Berdasco (E.T.S. Arquitectura Valladolid).

En las mismas actas de este Congreso coordinado por la arquitecta coruñesa Teresa Couceiro Núñez, experta en arquitectura moderna y vivienda y desde el año 2001 directora de la Fundación Alejandro de la Sota,  se publica otro interesante artículo sobre la obra del arquitecto cangués Ignacio Álvarez Castelao que también subimos a nuestra biblioteca. El autor de este segundo artículo es Pablo Fernández Cueto (Universidad Politécnica de Madrid, Miembro invitado grupo de investigación Análisis e Intervención en Patrimonio Arquitectónico (AIPA), Departamento Construcción y Tecnología Arquitectónicas, Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSAM), Madrid).

En un lugar intersección de tensiones, abandonado a su suerte, un prisma otea el horizonte. Atado al paisaje por un cilindro de hormigón que se desvanece entre la vegetación que lo coloniza, una fachada prefabricada llama nuestra atención. Es muy parecida a la utilizada por Ignacio Álvarez Castelao en la Facultad de Geológicas de Oviedo, quien la describe como «Edificio estático y de expresión neutra». Y nos preguntamos ¿cómo se hubiera referido a aquel otro de menores dimensiones?


 

A la memoria de Agustín Jesús Barreiro Martínez (1865-1937), naturalista, antropólogo e historiador de la Ciencia de la Naturaleza

Agustín J. Barreiro con el birrete de doctor en 1909.

La biografía de este hijo de la desaparecida Casa Barreiro, de Cibuyu (Cangas del Narcea), que fue una autoridad en el estudio de la historia de la ciencia española, puede leerse en varias publicaciones, tanto en papel como en internet. Sobre él escribieron personalidades como Ignacio Bolivar (1850-1944), catedrático de Entomología y director del Museo de Ciencias Naturales, en su contestación al discurso de ingreso de Barreiro en la Real Academia de Ciencias en 1928; Constantino Suárez (1890-1941) en Escritores y artistas asturianos (Madrid, 1936), en donde además enumera todas sus publicaciones hasta 1934; Ignacio Acebal que escribió “La obra científica del P. Agustín Barreiro” en la revista Archeion, 22 (1940); Jesús Álvarez Fernández OSA que redactó su biografía y enumeró sus obras para el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, y Eduardo Hernández Pacheco (1872-1965), catedrático de Geología de la Universidad de Madrid, y Emiliano Aguirre, catedrático de Paleontología, en sendos prólogos a la historia de El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1711-1935) que escribió Barreiro. Nosotros vamos a hacer un breve resumen de su biografía.

Agustín Jesús Barreiro nació en 1865. Sus padres fueron Manuel Barreiro  y Josefa Martínez. Fue el mayor de cinco hermanos: dos emigraron a Argentina (uno trabajó de cocinero en un ballenero) y otros dos se quedaron en el pueblo. Él, después de estudiar en la escuela de Cibuyu, marchó con 15 años a Valladolid al Colegio de Agustinos Filipinos donde se ordenó en 1882. No fue el primer religioso de la familia: tenía una tía monja y un tío canónigo. Después continuó sus estudios teológicos en La Vid (Burgos) y El Escorial. El 16 de septiembre de 1889 está en Barcelona, camino de Filipinas, y desde allí escribe a su casa:

El día 20 del presente embarcaremos con dirección a Manila 24 compañeros y connovicios agustinos, acompañados de religiosos recoletos y franciscanos. […] El buque en donde haremos el viaje se llama “San Ignacio”. Si desea algún encargo para fray Antonio Fuertes o para mi tío me lo hace presente por carta al convento de San Pablo de Manila Agustinos Filipinos.

En Filipinas estuvo cinco años, que fueron determinantes para este joven de Cibuyu. El descubrimiento de la exuberante naturaleza de aquellas islas, y el contacto con una cultura tan diferentes a la que dejaba atrás, hizo que se aficionase al estudio de las ciencias naturales y la antropología. Aprendió la lengua nativa  y fue destinado a la provincia de Pampanga, al norte de Manila. El 29 de junio de 1891 escribe a su casa desde Lubao:

[…] desde aquí adelante en lugar de Lubao escribirán a Floridablanca, que es un pueblecito inmediato a este, a donde supongo pasaré como párroco dentro de unos días. En este pueblo de Floridablanca no hay convento o casa parroquial, como en los demás pueblos, aunque sin embargo se dispone de una casita de madera cubierta con tejido de vipa, que es una hoja con que suelen cubrir los indios sus casas después de colocarla en forma conveniente para que no gotee cuando llueve. En cuanto a los sirvientes, suelen escogerse muchachos indios que después de educados sirven regularmente. La comida, sobre poco más o menos, es la que se da en nuestros colegios de España, pues aquí se puede disponer de pan, carne y pescado bueno o por lo menos regular. Tengo una ventaja en ese pueblo y es que a corta distancia del mismo se hallan el padre con quien he aprendido idioma, y un compañero y condiscípulo mío con quien puedo pasar el rato casi todos los días.

De Floridablanca pasó a las parroquias de Candaba, San Luis, San Fernando y San Simón. En 1894 regresó a España y se dedicó a la enseñanza de las ciencias naturales en colegios de agustinos. Como carecía de título universitario, estudió el bachillerato en el instituto de Valladolid y la carrera de Ciencias Físico-Naturales en la Universidad de Salamanca, obteniendo la licenciatura en la Universidad Central de Madrid en 1902 y doctorándose en esta misma universidad en 1909 con la tesis: “Estudio psicológico y antropológico de la raza malayo-filipina desde el punto de vista de su lenguaje”. Impartió clases en la Universidad de Valladolid como auxiliar de cátedra. En 1914, por problemas de salud, abandonó la enseñanza y se trasladó a Madrid, donde se dedicará plenamente a la investigación.

Se especializó en el estudio de la zoología de invertebrados y la antropología, pero a partir de los años veinte se centró en el estudio de la historia de las ciencias de la naturaleza en España, reivindicando el papel que habían tenido los estudiosos en esta materia y las expediciones científicas españolas en América, Extremo Oriente y África, sobre todo en los siglos XVIII y XIX. Lamentablemente parte de las colecciones de estas expediciones se había perdido por abandono y los resultados, en la mayoría de los casos, nunca se habían publicado. Como escribió Ignacio Bolivar en 1928: “Podría decirse en verdad que ningún otro país gastó más ni contribuyó menos a la bibliografía científica. […] ¡Cuánta labor, cuánta inteligencia y cuánto dinero malgastados inútilmente!”. El mérito de Barreiro fue dar a conocer los trabajos de estos investigadores olvidados y relegados. Buscó la información, que estaba dispersa en archivos, museos o el Jardín Botánico, así como en las familias de los investigadores. Su gran obra en este ámbito fue la Historia de la Comisión Científica del Pacífico (1862 a 1865), editada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales y la Junta para Ampliación de Estudios de Investigaciones Científicas en 1926, y la publicación en 1928 del diario de esta expedición escrito por Marcos Jiménez de la Espada.

Otra de sus grandes aportaciones fue la Historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales, fundado en 1771, al que él llamaba “nuestra casa solariega”. El libro se publicó póstumamente en 1944, con un extenso prólogo de Eduardo Hernández Pacheco, y se reeditó aumentado en 1992, con una larga introducción de Emiliano Aguirre. Es una obra que todavía hoy sigue siendo imprescindible para conocer el devenir de esta institución hasta 1935, así como el desarrollo de las ciencias naturales en España, pues desde el siglo XVIII su estudio estuvo muy ligado a este museo.

Barreiro será uno de los pocos historiadores españoles en este campo. En 1932, el historiador de las ideas científicas Francisco Vera (1888-1967), “republicano, masón y teósofo”, en un artículo sobre “La enseñanza de la historia de las ciencias en España” destaca solo a cinco personas:

En este orden de ideas quiero destacar cinco nombres: José A. Sánchez Pérez, profesor del Instituto-Escuela de Madrid, y los catedráticos universitarios José M. Millás Vallicrosa y Francisco Cantera, de Madrid y Salamanca, respectivamente, en las ciencias exactas y físico-químicas, y el académico P. Agustín Barreiro y el profesor Francisco de las Barras en las naturales, quienes allegan meritísimos materiales para el conocimiento de la historia de la Ciencia española (Archeion, XIV, págs. 91-93)¹

Agustín J. Barreiro, 1923. Fotografía de ‘El Adelanto’, 24 de junio de 1923.

Además de dedicarse a la investigación, Barreiro realizó una ingente labor para difundir el olvidado trabajo de aquellos naturalistas españoles que él estudiaba. Dio muchas conferencias en ciudades españolas y asistió a numerosos congresos de Ciencias (Sevilla, Valladolid, Bilbao, Barcelona, Oporto, Coimbra, Lisboa, Salamanca). En una noticia sobre el Congreso de las Ciencias de Salamanca que publicó El Adelanto, el 24 de junio de 1923, se dice sobre Barreiro:

El padre Barreiro tiene su mejor cualidad en el ardor y entusiasmo por comunicar a todos su ciencia. Es un misionero de la ciencia, pues expone por ella su vida, sacrificando más de una vez su salud.

Su trabajo fue reconocido por la Real Academia de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que lo eligió como miembro de número en 1927. Su elección fue una noticia destacada en la prensa, pues era el primer religioso que entraba en esta academia fundada en 1847. Su discurso de ingreso trató sobre su amada Filipinas y el papel de los españoles en su conocimiento: «Características de la fauna y de la flora filipinas y labor española en el estudio de las mismas».

Esa labor de divulgación y promoción de las ciencias también la hizo en otras sociedades científicas, a las que perteneció y en las que participaba activamente. Fue socio fundador de la Sociedad Española de Antropología, Prehistoria y Etnografía, creada en 1921, en la que fue elegido presidente en 1926; miembro de la Real Sociedad Geográfica Española y de la Sociedad Española de Historia Natural, y fundador y presidente de la Asociación de Historiadores de la Ciencia Española, fundada en 1934.

Fue una persona muy respetada. Los que lo conocieron dijeron de él que era modesto, asequible y de trato amable. Eduardo Hernández-Pacheco lo calificó como “hombre sabio y bueno” y el diario El Adelanto lo definió como de “carácter comunicativo y sencillo, afable y simpático en extremo, vive en relación y amistad con los más sabios de España, estimado y ponderado aun por lo que en religión tienen ideas opuestas” (24 de junio de 1923). En Región, de Oviedo, con motivo de su entrada en la Real Academia de Ciencias, escribieron lo siguiente:

En España, el mérito extraordinario del P. Barreiro está para los científicos muy por encima de cualquier otra consideración, cuando militan en campo opuesto al suyo. […] y han sido principalmente figuras de las izquierdas las que ahora le han llevado a la Academia, dispensándole un honor que se concede por primera vez a un sacerdote.

Mantuvo estrecha relación con Asturias y con Cangas del Narcea. Fue socio del “Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País” desde su fundación en 1926 y hasta su disolución en 1932, y en el boletín de esta asociación, La Maniega (1926–1932), se informaba puntualmente de sus éxitos y publicaciones. Enviaba todos sus libros a la biblioteca del colegio de segunda enseñanza de Cangas del Narcea, al que también donó varias colecciones de ciencias naturales. Asimismo, ayudaba a los cangueses emigrados en Madrid, que no eran pocos. La Maniega da noticia de todo ello en 1927, con motivo de su nombramiento como académico:

Cuando el padre Barreiro se ve más asistido por el éxito en sus publicaciones jamás se olvida de que en la escuela de Cibuyo aprendió a leer, y de todas aquéllas manda ejemplares dedicados a nuestro Colegio de segunda enseñanza [de Cangas del Narcea]. El Tratado de Historia Natural, el de Higiene Humana, el estudio comparativo de la raza malayo-filipina, el del origen de la raza de las Islas Carolinas, el comparativo de las lenguas aborígenes, polinesias y americanas, la Historia de la Comisión científica al Pacífico, están, pues, al alcance de los cangueses. A nuestro Colegio ha donado algunas colecciones mineralógicas y raros ejemplares madrepóricos.

De la vida religiosa de nuestro eximio paisano sólo sabemos que ha ejercido en la Orden los más delicados cargos. Su gran virtud, su claro don de consejo, su abnegación asistiendo a los enfermos trascienden en los más dilatados contornos de [iglesia del] Beato Orozco en los barrios de Salamanca y Pardiñas, y son muchos los cangueses en Madrid que a él acuden cuando se ven agobiados por sus cuitas, sus problemas o su desamparo. Las penas de los cangueses, la cultura canguesa, el bienestar cangués le merecen atención preferente, y justo es, por eso, que el concejo conozca y dedique loores al hijo que tanto vale y tanto le ama. (La Maniega, núm. 9 , agosto de 1927, 10-11).

El padre Barreiro falleció en Madrid el 25 de marzo de 1937, durante la Guerra Civil, refugiado en la embajada de Chile. Tenía 72 años de edad.

Ahora, el 12 de julio de 2020, casi cien años después de publicarse aquellas palabras en La Maniega, un nuevo Tous pa Tous va a colocar una placa a su memoria en el pórtico de la iglesia parroquial de Cibuyu para que sus vecinos y los que se acerquen hasta allí conozcan y recuerden quién fue Agustín Jesús Barreiro Martínez, un hijo de Casa Barreiro de Cibuyu (Cangas del Narcea), naturalista, antropólogo y, sobre todo, historiador de las ciencias de la naturaleza.


¹ Citado por José M. Cobos Bueno, “La Asociación Española de Historiadores de la Ciencia: Francisco Vera Fernández de Córdoba”, Llull, 26 (2003), 57-81.


Mario Gómez en el Ejército

alt

Mario Gómez Gómez en Cádiz, 1915. Fotografía de M. Iglesias. Colección familia Álvarez Pereda.

Al pasar por Cangas nuestro consocio y secretario de la facina de Madrid, D. Sandalio Menéndez, cumplido ya un piadoso y triste deber filial que le trajo al Concejo, me encargó reiteradamente que escribiese para LA MANIEGA algo sobre la vida militar de Mario. Y pensaba yo, a este respecto, que lo más sencillo, verídico y hasta elocuente sería copiar literalmente la hoja de servicios, en la que, con laconismo oficial, se enumeran y relacionan todos los hechos salientes, vicisitudes y recompensas de la carrera médicocastrense de tan distinguido jefe, en la que destacan a porfía las virtudes militares del soldado heroico con la competencia científica del facultativo benéfico; pero la cosa no había de ser tan fácil como a primera vista parece, no sólo por las dificultades para obtener la copia, sino porque, obtenida, resultaría un escrito demasiado extenso para las proporciones habituales del periódico y más aún para la parte de él que como colaborador asiduo pueda corresponderme. Y por eso, ante la imposibilidad de seguir a nuestro buen caballero a través de campamentos, cuarteles, fábricas militares, comisiones y hospitales de mar y tierra, desde su primera salida por campos de Melilla, allá por el año 1898, hasta su reciente y breve retiro de Limés, dejando en todas partes muchedumbre de amigos y admiradores, me limitaré a recordar algunos episodios y épocas que conserva mejor mi memoria por la parte que en ellos hubo de corresponderme.

Mario Gómez, con grado de capitán, con unos soldados del cuerpo de Sanidad Militar, hacia 1908. Colección Gómez Marcos.

Allá por el año 1908, o cosa así, estaba Mario Gómez destinado como capitán médico en la fábrica de Artillería de Trubia, donde, entre otras obras sociales, desplegaba su prodigiosa actividad en organizar y dar impulso a una numerosísima agrupación artísticomusical y masa coral, formada por obreros de aquel centro militar y elementos diversos de la industriosa villa, que repetidas veces manifestó a Mario su entusiasta adhesión y agradecimiento; y en los Carnavales de uno de esos años, estando en León, además del que esto escribe, un oficial de Intendencia Militar, casi cangués, Segismundo Pérez, recibimos aviso de nuestro hombre para que preparásemos posada, público, popularidad y pesetas a «La Clave» (nombre de la agrupación), que de momento (como solía hacer las cosas Mario), llegaría a dar conciertos, trabajar en el teatro y pasar un par de días alegres si los leoneses respondían a tan halagüeños propósitos, y aunque es verdad que nosotros no nos dormimos, en el León de entonces no había ambiente para estas cosas: acababan de fracasar dos estudiantinas, y a «La Clave» se la creía una más, con la agravante de ser falsificada, es decir, no constituida por verdaderos estudiantes; pero Mario venció todas las resistencias, y aquello fue el exitazo más formidable que recuerdan las crónicas del Carnaval de la vieja ciudad, plenamente conquistada por el arte de los trubiecos y la simpatía de aquel a quien consideraban su jefe.

Mario Gómez y Gómez durante la campaña de África de 1909.

En el mes de julio de 1909, días después de la muerte alevosa de obreros españoles que trabajaban en el ferrocarril de las Minas del Rif, primera agresión de los moros y momento inicial de una lucha casi continua que duró dieciocho años, desembarcaba por segunda vez en Melilla, destinado a uno de los batallones de la brigada de Cazadores de Cataluña el entonces médico primero D. Mario Gómez y Gómez. El general Marina, ante unas circunstancias que no dejaban lugar a opción, había ocupado con las escasas tropas de la guarnición de la plaza una serie de posiciones que jalonaban el camino de Nador, centro de concentración de la jarca; posiciones dominadas por las crestas y laderas del Gürugú, difícilmente accesibles por el lado del mar, que era el nuestro, y muy fáciles en cambio para las cabilas del interior, desde las cuales hostilizaban impunemente nuestros campamentos con un constante «paqueo» que agotaba la resistencia física y moral de nuestros soldados; lanzándose a veces al ataque en masa, como en Sidi Hamet, Sidi Musa, Barranco del Lobo, etc.

Encerrado en esos campamentos, donde toda incomodidad y toda privación tenían su asiento, empezando por la penosísima del agua, curando centenares de enfermos bajo la acción muchas veces eficaz de las balas enemigas, deambulando de unas a otras posiciones en convoyes siempre atacados, para multiplicar su asistencia médica y extender los beneficios de su labor humanitaria, cumpliendo, en fin, con su penoso deber, con un deber para el cual el Mario cangués, el de las «Xácaras» y «Chilindrinas», El Cuntapeiru, no admitía atenuaciones, ni titubeos, ni bromas, pues médico y militar, su salud y su vida se inmolaban por la vida y la salud de los soldados de España. En esto, la austeridad más rigurosa era la norma de su ejercicio profesional.

Mario Gómez (sentado en el centro) con varios soldados de Cangas del Narcea en Marruecos, hacia 1910. Colección Gómez Marcos.

Yo conocía de vez en cuando sus andanzas, y estuve tan cerca de él, que es fácil que las granadas del grupo artillero donde prestaba mis servicios hayan pasado a veces por encima de su cabeza; pero iniciado el avance general, no pude verlo hasta la entrada del invierno, que regresando a Melilla con una fuerte columna, de la que me separé más de lo prudente acuciado por el deseo de encontrarlo, pude al fin darle un abrazo en la posición llamada Segunda Caseta, una de las más insistentes y eficazmente atacada por el enemigo. Estaba mal trajeado, flaco y negro; no en vano había hecho íntegra y en los sitios de más rigor la durísima campaña de aquel memorable verano, a pesar de lo cual su espíritu jovial se mantenía inalterable.

Marruecos, territorio de Larache; Mario Gómez tocando la gaita en la posición de Zoco el T’Zenin en 1912.

Tres años más tarde tuvimos otro encuentro en África, a donde habíamos vuelto, él por tercera y yo por segunda vez; fue en el territorio de Larache, en la elevada posición de Zoco el T’Zenin, que por su emplazamiento y las condiciones en que se desenvolvían entonces las operaciones, permitía cierta holgura al personal. Allí era digna de ver la actividad multiforme e inagotable de Mario. En su tienda, compartida con el primer jefe del batallón, una gaita y algún «desperdicio de gochu», disputaban el sitio a gran montón de libros y periódicos; los objetos marroquíes y los recuerdos de Asturias estaban mezclados con borradores de versos, de artículos para la Prensa y de cuartillas para uno de sus libros, no recuerdo cuál de ellos; luego, tabaco, cerveza, bicarbonato…, todo en «orden de barullo». Y en una ladera próxima, aprovechando el agua de la fuente del Morabito (uno de los pocos afloramientos de agua que se encuentran en toda la zona), tenía una huerta. ¡Una señora huerta!, roturada y cultivada por él.

Como hice allí noche con mi columna, no hay que decir que vivimos unas amables horas de Cangas: buena mesa y mejor sobremesa: gaita, unas canciones de la tierra, prosa y versos suyos inéditos, y la charla amena sobre proyectos, alguno de los cuales llegó a ver realizados.

Mario Gómez, con el grado de teniente coronel, junto a otros oficiales y soldados en el vapor Sevilla, hacia 1920. Colección Gómez Marcos.

Tiempo después lo visité en el Ministerio, en la Sección de Sanidad. Ya era teniente coronel y el destino fijo en Madrid, sin enfermos, y de cómodo servicio, resultaba envidiable para un señor encanecido en la clínica de cuarteles, campamentos y hospitales; pero el alma aventurera de Mario Gómez, le llevó al nuevo estrépito de la última campaña, se fue a la querencia, y cambió la poltrona de su negociado por la dirección del buque-hospital «Castilla», pisando por cuarta vez las costas de Marruecos, en cuyas aguas, como ya saben los lectores de LA MANIEGA, estuvo a punto de perder su vida cuando el naufragio de dicho barco.

De esa vida que Dios quiso conservar entonces, para que pudiese extinguirse cristiana y tranquilamente entre los suyos. Y aún ciñéndonos a la parte militar de ella, podrían escribirse resmas de cuartillas; pero ya dije al amigo Menéndez que me limitaría a recordar algunos episodios, y cumplido esto, creo que no debo ocupar ni otro renglón de nuestra Revista.


Por Francisco Cosmen y Meléndez
Publicado en LA MANIEGA. Boletín del Tous pa Tous [julio-agosto 1932]


El proceso

Un proyecto cangués finalista en la Beca Enate 2020

El proceso

Nuestro paisano, el artista y diseñador Francisco Jesús Redondo Losada (Cangas del Narcea, 1968), acaba de quedar finalista de la Beca de Arte ENATE 2020 con esta pieza en la que la protagonista es una vieja cepa de la ribera del Narcea. El proceso seguido nos lo cuenta él mismo, acompañándolo de una imagen de una de las estampas y un enlace a su blog donde se puede ver el trabajo completo y el movimiento de la cepa.


El Proceso

Proyecto finalista en la Beca Enate 2020

«La Beca de Arte ENATE se convoca con el objetivo de apoyar a artistas, no consagrados y con una trayectoria contrastable, con un premio de 6.000€.

Este año, la convocatoria ha alcanzado un récord de participación, optando a la misma las obras de 400 autores nacionales e internacionales con diferentes técnicas.

“De la cepa de una vid vieja de “la ribera del Narcea” corto 12 rodajas de forma consecutiva, cada una de éstas se escanea en alta resolución (3200ppp). Las imágenes las imprimo sobre papeles Willian Turner de Hahnemühle de 310 gramos, a un tamaño de 100 x 100 cm. Cada estampa lleva dos impresiones de la misma rodaja, la segunda impresión está hecha a un 50% de tinta y va girando sobre sí misma en pautas de 15 grados. El resultado son 12 estampas cuya matriz son las huellas que contiene el tronco de una cepa.

Las imágenes son a la vez fotogramas de una animación que muestran el movimiento que el troco tiene impreso de forma natural dentro. Al tratarse de una planta leñosa, su impronta viene marcada por líneas o radios concéntricos y suaves anillos. Cada obra lleva, al lado de la numeración de estampa, un código QR que contiene la animación del movimiento.

En el proceso me di cuenta que el resultado se asemeja a una célula, una flor de la vid, una mancha de vino estampado sobre un papel…

De la semilla, al tronco, la flor, el fruto y a la mesa. Pasando siempre por el proceso de manipulación.

Parafraseando «…todo está en la materia, sólo hay que encontrarlo…”»

Francisco Redondo

Enlace: EL PROCESO

 

 

El cangués Cristóbal Ruitiña gana el premio ‘Bellvei Negro’ de novela

Cristóbal Ruitiña, en la librería Treito de Cangas presentando su libro ‘Asturias Semanal’ en enero de 2013.

Nuestro socio, el periodista, escritor y profesor universitario Cristóbal Ruitiña Testa (Cangas del Narcea, 1977) ha ganado el premio «Bellvei Negro» de novela con «Rececho», una obra ambientada en el bosque de Muniellos. El galardón consiste en la publicación de la narración en soporte papel y una gratificación por importe de mil euros.

Este premio literario está promovido desde el Ayuntamiento de Bellvei, municipio de la comarca del Bajo Penedés en la provincia de Tarragona. Su organización corre a cargo de la emisora Bellvei Radio, y junto con el Ayuntamiento de Bellvei lo patrocinan varias entidades, entre ellas Célebre Editorial de Badalona, una editorial que nació de la imperiosa necesidad de desempolvar aquellos manuscritos que aún no han visto la luz.

La temática de las novelas participantes en este concurso literario debe ser de género negro o policial, entendiendo por tal el que ha de ilustrar la ambigüedad moral de la sociedad en que se desarrollan los personajes, entre los que están el investigador o policía, el delincuente, la víctima y otros secundarios.

«La hipótesis de partida», relata Ruitiña, en conversación con La Nueva España, «es la aparición del cadáver de un empresario minero, el último gran empresario de la zona, en un bosque». A partir de ahí, Ruitiña teje una trama en la que, siguiendo las pesquisas de una agente del medio natural, va retratando «las tensiones sociales y económicas de la España vacía».

Todo el escenario resulta profundamente cercano para el lector cangués y el asturiano en general. El bosque está integrado en la Reserva de la Biosfera de Muniellos y el empresario aparece calcinado, con una lanza clavada en el pecho y sin lengua. Estas dos últimas prácticas se asocian a la caza del oso, que lleva décadas prohibida. En paralelo, están apareciendo por la zona plantígrados muertos, «en un territorio», explica Ruitiña, «que sin embargo busca desesperadamente en la naturaleza salidas a la alarmante despoblación y que vive asimismo bajo la amenaza permanente de los incendios».

La elección de una agente del medio natural como protagonista de la novela se deriva de una meditación por parte del autor sobre cómo quería enfocar la investigación en su novela. «La creación de un detective era crucial. No quería un policía o un guardia civil, porque no me interesaba tanto retratar los procedimientos. Pensé en un periodista, pero me encontraba incómodo. Al final, una agente del medio rural me permitía explorar todo aquello que quería trabajar en la novela», concluye.

Desde aquí nuestra enhorabuena a nuestro socio y miembro de El Payar del Tous pa Tous.

A don Florentino Quevedo Vega. In memoriam.

Don Florentino Quevedo Vega en su despacho en 2016

A finales de febrero de 2020, meses después de cumplir su centenario, fallecía nuestro socio don Florentino Quevedo en la villa de Cangas del Narcea a la que llegó con veintiún años para ejercer como maestro de escuela.

Su historia podía haber sido la de un entrañable docente que habría dedicado toda su vida a formar a varias generaciones de cangueses, pero no fue así. Su alma inquieta le llevó a ser director de Educación, procurador y, finalmente, abogado ejerciendo esta profesión desde el año 1961. Desde entonces, no faltaba un solo día en su despacho, mereciéndose el reconocimiento de la profesión y del Ministerio de Justicia, que en 2009 le otorgaba la Cruz de San Raimundo de Peñafort.

Desde el Tous pa Tous lamentamos el fallecimiento de nuestro socio de mayor edad y desde aquí queremos homenajearlo publicando el artículo que le dedica nuestro socio Mario Gómez Marcos en su blog «Desde el Corazón de Cangas», y recordando una de sus últimas entrevistas que concedió al Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo en 2016 y otras publicaciones que le dedicamos con anterioridad en esta página web.

Nuestro sentido pésame a sus familiares y amigos.


A don Florentino Quevedo Vega. In memoriam.

El pasado martes día 25 de febrero fallecía en su domicilio de Cangas del Narcea, a punto de cumplir los 101 años de edad, mi querido y admirado amigo y compañero don Florentino Quevedo Vega, doctor en Derecho y prestigiosísimo abogado, a quien en su día se le condecoró, a propuesta del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo, con la Cruz Distinguida de la Orden de San Raimundo de Peñafort, galardón creado en el año 1944 y que el Ministerio de Justicia concede para premiar los relevantes méritos de cuantos intervienen en el cultivo y la aplicación del estudio del Derecho en todas sus ramas.

Fue precisamente con ocasión de la imposición de dicha condecoración, en un entrañable acto celebrado en la sede colegial el día 28 de enero de 2011 con asistencia de las más altas personalidades de la magistratura, la fiscalía y la abogacía asturianas, así como importantes representantes del mundo empresarial, un nutrido grupo de entusiastas amigos y, por supuesto, muchos familiares, cuando tuve el privilegio de realizar la laudatio in honorem de Don Florentino Quevedo Vega y que, como dije entonces, no se trataba de una laudatio en el sentido de simple alabanza de los méritos, como consideraba Cicerón, sino en su más profunda acepción de laudare que, en los primeros tiempos del latín, significaba “designar al que es digno de ocupar puesto en la memoria y conversaciones de los hombres”.

Don Florentino Quevedo Vega había nacido en la localidad de San Miguel de Mones, municipio de Petín, provincia de Orense, el día 11 de Marzo de 1919.

En el año 1940 fue destinado como maestro a la villa de Cangas del Narcea, que pasó a ser desde entonces el lugar de su residencia habitual y el eje central de todas sus actividades.

En el año 1943 fue nombrado director interino de las escuelas de Cangas del Narcea hasta que, en el año 1949 y tras las correspondientes oposiciones, ganó la plaza en propiedad, desempeñando la misma de forma continuada hasta el año 1980 en que solicitó su jubilación voluntaria. Dedicó por ello a la enseñanza pública, como maestro y como director de un grupo escolar, prácticamente cuarenta años ininterrumpidos de su vida.

Sin embargo, Don Florentino Quevedo Vega no se dio por satisfecho y así, en el año 1948, causó alta como procurador de los tribunales en el partido judicial de Cangas del Narcea, ejerciendo dicha profesión hasta que en el año 1961 cesó voluntariamente en la misma por las razones que ahora diré. Dedicó pues a la procuraduría casi trece años seguidos de su vida.

Pero en ese constante afán de superación que siempre le caracterizó, Don Florentino Quevedo Vega todavía encontró tiempo para matricularse como alumno libre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo. Estamos hablando de los duros años cincuenta del pasado siglo, de una persona casada y con hijos, residente en una recóndita localidad asturiana donde trabajaba como maestro-director de las escuelas y ejercía como procurador de los tribunales, por lo que en estas circunstancias el estudio de la carrera de Derecho, con notables calificaciones como fue su caso, se convirtió en toda una proeza excepcional.

En el año 1961, nada más causar baja como procurador de los tribunales, puso en práctica su licenciatura en Derecho incorporándose como letrado ejerciente a al Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo, habiendo pertenecido también a los colegios de Gijón, León, Valladolid y Madrid, entre otros, iniciando así su actividad de abogado que continuó desempeñando ininterrumpidamente  hasta pasados los 97 años. Dedicó así a la abogacía más de cincuenta y cinco años continuados de su vida y, además, de una forma absolutamente espectacular. Porque desde su bufete en Cangas del Narcea don Florentino Quevedo Vega intervino a lo largo y ancho de la geografía nacional en asuntos de la más variada índole, con notables éxitos en todas las ramas del Derecho que cultivó en su prolífica y espléndida actividad profesional.

Pero no contento con ser maestro-director de las escuelas y con ejercer como abogado, en una muestra más de su batalladora personalidad y de su extraordinaria capacidad de trabajo, realizó su tesis doctoral sobre Derecho Minero, alcanzando el grado de doctor en el año 1963.

En el año 1964 la prestigiosa «Editorial Revista de Derecho Privado» publicó en dos gruesos volúmenes su tesis doctoral bajo el título de «Derecho Español de Minas. Tratado teórico práctico» que rápidamente se convirtió en todo un referente en la materia y que, desde entonces hasta la actualidad, más de cincuenta y cinco años después (y esto, en el mundo del Derecho, es casi una eternidad), sigue siendo cita obligada en cualquier trabajo sobre Derecho Minero. Estos estudios de Don Florentino Quevedo Vega abarcan desde las instituciones básicas de nuestros derechos público y privado hasta el análisis del Derecho comparado, de suerte que hay páginas dedicadas a los derechos francés, portugués, italiano e incluso al Derecho ruso, lo que si hoy, con los actuales medios, sería complicado, excuso decir lo que tuvo que suponerle en aquellos difíciles años, máxime al tener que compatibilizar las horas dedicadas a la tesis doctoral con sus trabajos como maestro-director de las escuelas y como abogado.

Para calibrar la importancia y trascendencia de ésta magnífica obra de Don Florentino Quevedo Vega quiero referirme al siguiente sucedido: entre los años 2005 y 2006 se celebraron en Alicante las “II Jornadas Nacionales sobre Derecho de Daños” en las que intervinieron como ponentes más de 50 especialistas de toda España (baste decir que participaron en sus sesiones magistrados de todas las salas del Tribunal Supremo) y entre esos expertos se encontraba, nada más y nada menos, que Don Luis Díez-Picazo y Ponce de León, Catedrático de Derecho Civil de la Universidad Autónoma de Madrid, Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Presidente de la Sección Primera de Derecho Civil de la Comisión General de Codificación del Ministerio de Justicia, Juez, Consejero de Estado y Magistrado del Tribunal Constitucional. Pues bien, este reputadísimo jurista participó en éstas jornadas con una ponencia titulada “Indemnización de daños y restitución de enriquecimientos” en el curso de cuya comunicación relató que hacía unos años, en su acreditado bufete madrileño, había llevado un caso de intrusismo minero que le había dado muchos quebraderos de cabeza pero que al final lograría resolver satisfactoriamente para los intereses de su cliente gracias precisamente a este libro de Don Florentino Quevedo Vega al que citó expresamente en su conferencia y así figura recogido en las actas de las jornadas, que en el año 2007 publicó la “Editorial Dykinson”, y también en los «Anales» de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de ese mismo año 2007.

Aunque, como ya dije, el despacho profesional de don Florentino Quevedo Vega siempre estuvo radicado en la villa de Cangas del Narcea, se da la circunstancia de que su rigor y éxito en el trabajo le llevó a traspasar no solo las fronteras locales y regionales sino también las nacionales.

Conocí a don Florentino Quevedo Vega hace muchos años: como director del grupo escolar donde cursé mis estudios primarios, luego como buen amigo de mi padre, también abogado en Cangas, y, por último, desde el año 1984, como compañero en el ejercicio de la abogacía. Intervinimos juntos en muchos pleitos: unas veces enfrentándonos noblemente, como nos corresponde a los abogados, y otras ocupando ambos la misma posición procesal, intercambiando entonces argumentos jurídicos y compartiendo estrategias judiciales. Sé pues muy bien de quien estoy hablando.

Por eso, si ahora tuviera que resumir la personalidad de don Florentino Quevedo Vega, diría:

  • que fue discreto, porque allí donde iba le gustaba pasar completamente inadvertido;
  • que fue prudente, porque sabía lo aventurado que es el mundo del Derecho para un abogado;
  • que fue tenaz, porque no daba nada por perdido, hasta el punto de que, en mi modesto criterio, pienso que su máxima vital podría ser perfectamente la del viejo aforismo que alude a “el agua que orada la roca”;
  • que fue laborioso e infatigable, porque, por ejemplo, la vigente Ley de Enjuiciamiento Civil del año 2000 jubiló a muchos abogados bastante más jóvenes que él, incapaces de abordar los enormes cambios que la misma iba a introducir en prácticamente todos los procedimientos judiciales, y sin embargo Don Florentino Quevedo Vega, sin ayuda y a base de estudio, sacrificio y dedicación, llegó a dominar como nadie el nuevo rito procesal;
  • y que poseía una gran inteligencia, porque sin ella no hubiera podido alcanzar nunca la cima de una profesión tan compleja como es la abogacía.

Pero quiero decir también que todas estas virtudes, que indudablemente adornaban a Don Florentino Quevedo Vega, sin embargo no le impedían en absoluto ser:

  • no solo una persona modesta, porque pudiendo vanagloriarse de tantas hazañas jurídicas protagonizadas, sin embargo nunca presumió de ninguna de ellas,
  • sino también una persona humilde, porque en el trato con los demás no lo vi nunca, y nadie me lo ha comentado jamás, tomar actitud de persona de superior categoría, inteligencia o saber, aunque no hay ninguna duda de que poseía todo ello.

Don Florentino Quevedo Vega era un hombre hecho a sí mismo al que las vicisitudes de la vida, sobre todo en la Galicia profunda y en los duros tiempos en los que le tocó nacer, le obligaron desde muy pequeño al esfuerzo y al sacrificio permanentes. Y en esas continuó hasta el final, con un ritmo de trabajo frenético tanto en el tiempo (por las muchas horas que le dedicó pues lo hacía a tiempo completo) como en el espacio (por los numerosos viajes profesionales que continuamente realizaba) y, además, con una hiperactividad que a la mayoría de los jóvenes abogados de hoy les resultaría muy difícil de seguir.

Fue un auténtico titán de la abogacía, un insigne y eminente letrado reconocido como tal a nivel nacional, al que no se le puso nunca nada por delante, desde el conocimiento de disciplinas jurídicas prácticamente inexistentes en su época de formación universitaria hasta el empleo de las últimas tecnologías de la informática, asumiendo siempre con igual dedicación, esfuerzo y responsabilidad todos los asuntos que se le encomendaron, desde el más intranscendente hasta el más importante.

Para mí es el abogado “más completo” y “más eficaz” que he conocido nunca o, si se me permite emplear un anglicismo, propio del ámbito deportivo pero en todo caso sumamente expresivo por su significado, fue todo un ‘crack’ de la abogacía.

Don Florentino Quevedo Vega fue, nunca mejor dicho tratándose de toda una autoridad en Derecho Minero, una especie de “bulldozer” procesal en el sentido de que era un abogado que, con escrupuloso acatamiento de todas las normas de la deontología profesional y respetando siempre las reglas de la buena fe y la lealtad procesales (que, por cierto, tanto se echan de menos en los actuales tiempos), solía llevarse al contrario por delante en el sentido forense de la expresión, de suerte que las más de las veces resultaba un abogado imbatible.

Y terminaba yo diciendo en aquella laudatio in honorem: que, aunque quien tiene verdaderos y reales méritos no busca ni el aplauso ni los honores, en esta ocasión el Ministerio de Justicia había acertado de pleno al conceder tan alta distinción in iure mérita a Don Florentino Quevedo Vega, condecoración otorgada al margen por completo de puestos políticos o de cargos institucionales pues, en mi humilde opinión, creo que esa fue de las escasísimas cruces de San Raimundo de Peñafort concedida única y exclusivamente en atención a una larga, brillante, fructífera y ejemplar trayectoria profesional como abogado.

Querido amigo y admirado Maestro, sid tibi terra levis.

Mario Gómez Marcos
Cangas del Narcea, 27 de febrero de 2020


Hace cuatro años, don Florentino Quevedo concedía una entrevista al ilustre Colegio de Abogados de Oviedo, que hoy rescatamos a modo de homenaje.

 


Otros enlaces relacionados:

La doble cima de Rosa Fernández

La alpinista ha superado sus límites deportivos con seis ‘ochomiles’ y una batalla personal contra el cáncer | La canguesa busca apoyos para afrontar su nuevo desafío: la ascensión de la montaña salvaje, el K2


Por ALBA LLANO, Gijón.

Rosa Fernández subiendo al campo II del Manaslu / Foto: Rosa Fdez.

Hay quienes viven la aventura y la emoción del riesgo a un nivel superior. La montaña, en el fondo, siempre ha tenido siempre un significado simbólico. No se trata, simplemente, de ascensiones más o menos altas, sino de desafíos cargados de mensajes. Como los de la montañera Rosa Fernández. Nacida en Cangas del Narcea hace 59 años, ha vivido en sus venas ese sacrificio en las cumbres y en su día a día. Ha pasado de explorar y superar sus límites personales a enfrentarse a un gran desafío extra: su condición de mujer en una disciplina, al menos en sus inicios, exclusiva de hombres.

Humilde, sencilla, con buen sentido del humor y experta en derribar barreras. Rosa Fernández ha coronado seis de las cumbres más altas del planeta (por encima de los 8.000 metros de altura) y ha sido la única montañera española en completar el ‘Proyecto 7 Cumbres’ (escalar las montañas más altas de cada continente). Pero, detrás de este esfuerzo y compromiso, se esconden también dudas, dolor, compañerismo y, sobre todo, alegría. Esta última y su propia superación personal han llevado a la canguesa a superar una de las cimas más difíciles de su vida: el cáncer.

Rosa Fernández conversa con EL COMERCIO sobre sus inicios, habla de esas horas de no dormir en esa lucha ‘ochomilista’, se emociona con sus momentos más complicados, aborda la situación actual de la mujer en el alpinismo y adelanta sus próximos proyectos.

La canguesa en la cumbre del Manaslu (8.156 m). / Foto: Rosa Fdez.

Porque la canguesa nació rodeada de montañas. Concretamente, en el concejo de Cangas de Narcea, siempre han estado en su vida como telón de fondo. El hecho de subir ‘ochomiles’ fue, en sus propias palabras, «totalmente una casualidad». Empezó con un reto inimaginable, el Gasherbrum II (Pakistán) cuando le pidieron formar parte de una expedición de hombres para que el grupo consiguiera ayuda económica, algo que finalmente logró gracias a la presencia de Rosa. De allí ya volvió convertida en ‘ochomilista’, como la primera asturiana en hacer cima a más de 8.000 metros.

A esta primera gran cumbre le siguieron muchas más. Incluido el Everest. Un camino que, para esta montañera tampoco ha sido fácil. Además de «mucha superación personal», también hubo «muchos obstáculos, barreras y horas de no dormir». Todo en una época en la que escalar una montaña y ser mujer, confiesa, «era casi como una cosa rara».

«La montaña al final me va a tratar igual a mí que a cualquiera. De hecho, una vez estoy en ella, solo siento que estamos la montaña y yo. Pero sí puedo asegurar que llegar a esa cumbre es mucho más duro para nosotras en todos los sentidos. Evidencia de ello es que hay pocas que lo hayan conseguido», explica. La canguesa considera que, aunque en la actualidad el alpinismo femenino ha hecho grandes progresos, «para ellos sigue habiendo patrocinios y para nosotras no. Tienes que pelear muchísimo para conseguir algo». Apoyos que todavía no ha conseguido para ascender el que sería su próximo gran objetivo: la montaña salvaje, el K2 (8.611 metros).

Así todo, dice que la situación de la mujer ha cambiado y más en el deporte: «Afortunadamente la situación desde cuando empecé en el alpinismo hasta el día de hoy ha cambiado en muchos aspectos». Algo que también ha percibido desde el club ciclista Una a Una, que ella misma fundó en 2009: «Cuando creé el grupo de bici de montaña para chicas no llegábamos a media docena y cuando presentamos el grupo a los medios en 2011 había crecido ya a más de 40».

Un proyecto que para ella ha sido clave y que comenzó como una idea destinada a que más mujeres se animasen a salir juntas a practicar este deporte. El mismo que tuvo que aparcar ese mismo año 2009 para hacer frente, asegura, a «la montaña más dura»: un cáncer de mama. «Después, como no podía marcharme a escalar, pensé en llevar esta idea a cabo y empecé a salir en bici con las chicas y peleando poco a poco conseguí que el club saliese adelante.»

La escaladora, en el Manaslu, la octava montaña más alta del mundo. / Foto: Rosa Fdez.

Pensar en el deporte

Este proyecto fue una de las cosas que le hizo seguir en un momento tan difícil: «Fue importante continuar pensando en el deporte, en los proyectos que tenía y, en definitiva, en dedicarle el menor tiempo posible a pensar en la enfermedad o en los tratamientos.» «Me despreocupé de todo esto, pero aun así sabía que mi campo base iba a estar durante dos años en el hospital. En ese momento, el no estar parada y el poder llevar a cabo el club ciclista fue una de las cosas más bonitas. Y es que, además de fomentar el deporte femenino, es un club en el que todas las mujeres de cualquier condición física son bienvenidas.»

Su último gran proyecto fue su colaboración como jefa de expedición en el reto de Pelayo Vida en el recién terminado 2019. Ese reto unió a un grupo de mujeres sin apenas experiencia en la montaña que también habían tenido que vencer al cáncer. Ella fue la encargada de prepararlas durante los meses previos y de acompañarlas en su primer 6.000 metros en Bolivia: «Fue todo un cóctel de satisfacción y de ganas de vivir», confiesa la canguesa. «Ves cómo funciona la cabeza y cómo, cuando tienes un reto y cuando haces las cosas por algo, la cabeza acaba siendo mucho más fuerte que cualquier condición física», explica Rosa Fernández.


Fuente: EL COMERCIO ¦ Jueves, 16 enero 2020


ARTÍCULOS RELACIONADOS:

Expedición Kangchenjunga 8.586 m.

La cumbre más difícil, el mayor éxito alpinístico de Rosa Fernández

Rosa Fernández corona el Manaslu, su sexto ‘ochomil’

La vida en Rosa

Rosa Fernández y los héroes olvidados de la montaña