Publicación de noticias históricas relacionadas con la historia, el arte, la literatura, etc. de Cangas del Narcea.

Alejandro Casona en Chile en 1959: el éxito de ‘La casa de los siete balcones’

Antonio Fernández Insuela, Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Oviedo, demuestra una vez más su gran interés por la figura de Alejandro Casona (Bisuyu / Besullo, 1903 – Madrid, 1965) en el artículo “Alejandro Casona en Chile en 1959: el éxito de La casa de los siete balcones“, recientemente publicado en Un libro para Ramón (Homenaje a José Ramón Saiz Viadero), volumen colectivo coordinado por el profesor José Manuel González Herrán y que Ediciones Tantín, de Santander, ha tenido la amabilidad de permitir su difusión desde el Tous pa Tous.



Un reportaje de 1950 en el monasterio de Corias

Publicamos aquí las únicas imágenes del concejo de Cangas del Narcea que existen en el archivo histórico de NO-DO, Noticiarios y Documentales cinematográficos (1943 – 1981), y pertenecientes a las colecciones especiales de la Filmoteca Española. Dichas imágenes corresponden al monasterio de Corias y son muy breves, tan solo 30 segundos. Nº 369A de fecha 30-01-1950.


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El periódico La Verdad (1903) en la web del Tous pa Tous

Cabecera de ‘La Verdad’, primera época, nº 2, 14 de febrero de 1903.

La Verdad fue un periódico de vida muy corta, como tantos otros en la historia de la prensa canguesa. Nació el 7 de febrero de 1903 y murió en el mes de mayo o junio de ese mismo año. Se tiraba en la Imprenta La Económica, de Oviedo, porque en Cangas del Narcea en aquel tiempo no había imprenta, y se vendía por la calle los sábados, día de mercado. Además, en tan corto periodo de tiempo tuvo dos épocas. En la primera, que duró los meses de febrero y marzo, los editores estaban dados de alta en Cangas del Narcea y en la segunda, tuvieron que matricularse en Oviedo. La razón de esta vida tan corta y azarosa fue la persecución política que sufrió La Verdad por parte del Ayuntamiento de Cangas del Narcea. Lo curioso es que el periódico ponía debajo de la cabecera: “Este semanario no es político”, declaración que no era muy sincera como puede comprobar cualquiera leyendo su contenido.

Lamentablemente no conocemos los dieciséis números que se publicaron de este periódico (ocho en la primera época y otros ocho en la segunda) y solo hemos podido digitalizar nueve, gracias a la colaboración de los socios del «Tous pa Tous» Mario Gómez Marcos y Eladio Regueral Martínez.

Desde la desaparición de El Eco de Occidente en los últimos años del siglo XIX, no había habido otro periódico en Cangas del Narcea. La razón es que no hacía falta porque no había lucha política; desde 1898 todos los grupos apoyaban al mismo diputado a Cortes, el liberal monárquico Félix Suárez-Inclán. Pero en 1903 la situación cambió, volvieron a resurgir las divisiones y los enfrentamientos políticos, y con ellos retornaron los periódicos a la calle: La Verdad en 1903 y El Narcea en 1905.

Los promotores de la primera época de La Verdad fueron José Pallarés Nomdedeu y Manuel Flórez de Uría y Sattar. El primero era comerciante, había sido alcalde entre 1898 y 1902 y participó en la fundación del periódico para luchar contra el nuevo alcalde: Nicolás de Ron Flórez-Valdés; Pallarés volverá a ocupar la alcaldía entre 1904 y 1906. Manuel Flórez de Uría era procurador de los tribunales y apoderado en Cangas del Narcea de la “Bosna Asturiana”, que era la empresa propietaria del monte de Muniellos; profesaba ideas republicanas. En 1903 los dos eran concejales. Sus nombres no figuraban en el periódico, ejerciendo como director nominal Luis González Ballesteros. La persecución que van a sufrir, sobre todo por el teniente alcalde Joaquín Rodríguez Martínez, la relatan en dos artículos publicados el 7 y el 15 de marzo de 1903 con el mismo título: “Brutal atropello”.

Cabecera de La Verdad, segunda época, nº 1, 11 de abril de 1903.

La segunda época de La Verdad comienza el 11 de abril de 1903, y en el periódico aparecen como director y jefe de redacción: Manuel Flórez de Uría, y como administrador y redactor: José Mª Díaz López “Penedela”. En la portada del primer número cuentan las razones de la publicación y las vicisitudes de la primera época del periódico:

Es ya una verdadera necesidad de toda población de alguna importancia el que en su recinto se publique uno o más periódicos, y Cangas de Tineo, su concejo y su partido judicial no deberían ser de peor condición que cualquiera otra de las villas de España en que ya existen publicaciones de esa clase, que velen por sus intereses y miren por su adelantamiento y progreso.

Por esta razón ya hubo en Cangas de Tineo, y por varias veces, quien arrostrara los trabajos o inconvenientes que supone y trae consigo la fundación de un periódico, aunque sea semanal; pero después de una lucha más o menos larga y de peripecias sin número ni cuento, todos esos generosos intentos y propósitos levantados tuvieron que ceder a la realidad, y esta era que el concejo no leía el periódico o por no saber hacerlo (¡esto sí que es triste!) o por apatía, por la proverbial pereza española. Y los que leían, los intelectuales del concejo (curas y maestros) y de la villa, no se interesaban por su progreso, por su arraigo, porque si el periódico era incoloro no tenía interés; si defendía un ideal político eran sus adversarios los del bando opuesto. Y en estas condiciones, faltos de base, faltos de oxigeno, murió un periódico tras otro periódico y Cangas de Tineo quedó en esta materia a la altura del Riff o del Congo.

Y en estas circunstancias surgió en la mente de dos personalidades de aquel concejo la idea de fundar un periódico que tirado en esta ciudad [de Oviedo], pues allí no hay tipografía ni cosa que lo valga, llegase a Cangas de Tineo los sábados, cuya fecha respectiva llevaría cada número, y ser repartido en dicha villa. Y para llevar a efecto esta idea, teniendo en cuenta que a ninguno de sus progenitores era de interés dar su nombre, bastándoles conseguir el fin lícito y honrado que se proponían, resolvieron ocultarse tras el de un individuo cualquiera que sin responsabilidad ninguna pudiera llevar el nombre del periódico, tan solo el nombre, puesto que ellos se encargaban de redactarlo, pagarlo y responder de su contenido con su firma. Y buscaron este individuo, especie de muestra del periódico y nada más, y a serlo se prestó de buen grado D. Luis G. Ballesteros, persona que por su edad, por su estado, por sus condiciones y posición social venía pintiparado al papel que se le asignaba.

Y con estas condiciones, redactado por don Jose Pallarés Nomdedeu y don Manuel Flórez de Uría apareció un semanario titulado La Verdad en Cangas de Tineo con fecha 7 de Febrero del corriente año. Y se publicó ese primer número, y un segundo, en que colaboraron los dos fundadores; y antes del tercero el Sr. Pallarés se retiró, y siguió solo el Sr. Flórez de Uría; publicó el tercer número, que por su valentía fue multado, denunciado y secuestrado; se dio a luz un cuarto número que duplicó la tirada del semanario; vino un quinto, que también fue denunciado, y un sexto que corrió la misma suerte, y un séptimo y un octavo que pudieron colar, pero este último ya con una tirada de mil ejemplares. ¿Qué tal? No se puede demostrar de manera más cumplida el hambre y sed que puede sentir un pueblo de que en su recinto exista una publicación periodística.

Pero esa serie de multas y el propósito conocido de continuarlas, justificaron la necesidad de matar La Verdad de Cangas de Tineo y así se anunció en su último número, correspondiente al sábado 28 del pasado mes de Marzo.

Vista de Cangas del Narcea desde El Cascarín, hacia 1905. Colección Suárez-Cantón

La Verdad de esta segunda época durará lo mismo que la primera y dos meses después cerraba el periódico definitivamente.

Nueve años más tarde, el mismo Manuel Flórez de Uría contará la historia de La Verdad en un extenso artículo que dedicó a la prensa canguesa y que publicó con el seudónimo de “Juan de Cangas” el 3 de marzo de 1912 en La Justicia, un semanario republicano que se editaba en la villa de Grao. A continuación reproducimos la parte de este artículo que Flórez de Uría dedicó a La Verdad y a su propia persona:

Los hombres de la situación inclanista [partidarios del liberal Félix Suárez Inclán], tras diez años de casi continua dominación y sin oposición seria de conservadores ni republicanos, se habían dividido en fracciones y éstas chocaban entre sí, lo que dio por resultado, con el triunfo de una de ellas, la derrota de la capitaneada por D. José Pallarés y la caída de éste de la alcaldía. Entonces surgió un nuevo periódico: La Verdad.  Este periódico, valiente y mordaz, que no respetó caciques, de los que se burló en todos los números de una tirada creciente cada día, hasta alcanzar la extraordinaria cifra de 1.200 ejemplares, repartidos en el concejo, la nación y en América, donde quiera que había cangueses; y que todo su editorial era obra de un sólo hombre, pues la colaboración era casi nula, por miedo á los caciques, y cuyo hombre fue el concejal republicano D. Manuel Flórez de Uría, que demostró una entereza y suficiencia tales que llegó á ser la pesadilla de sus contrarios, que por todos los medios, algunos bien indignos, trataron de destruir a La Verdad y a su dueño, pues contra éste hasta se intentó el atentado personal, aunque con resultados contraproducentes.

Como en Cangas ya no había imprenta disponible, La Verdad se tiraba en Oviedo y se repartía en Cangas los sábados, día de mercado, y desde los primeros números se le impusieron multas de hasta ciento veinticinco pesetas; se le secuestró tiradas enteras sin llegar los paquetes a manos de su dueño, pues la policía los recogía del coche correo, o se le prohibía la publicación, denunciando el contenido al Juzgado.

Así y todo, cada número, aunque sólo fuese uno ó dos ejemplares, conseguía llegar  a cada pueblo del concejo, y la labor del periódico se iba haciendo.

Para ver de evitar tales tropelías, se suspendió La Verdad, periódico de Cangas, y se creó en Oviedo un periódico del mismo nombre, con domicilio legal en Oviedo y allí inscripto en los padrones de la contribución industrial, dirigido por D. Manuel Flórez de Uría, y dedicado exclusivamente a tratar y defender los intereses del concejo de Cangas de Tineo. Y así vivió el periódico, hasta que, visto por los caciques locales el incremento que La Verdad tomaba, determinaron darle el golpe de gracia recogiendo los números de la Administración de Correos o en poder de los peatones y carteros del concejo, cosa fácil, pues esos cargos eran desempeñados casi todos (y algunos lo están aún hoy) por concejales afectos a aquella situación política; y esto hizo que el director de La Verdad, cansado de imponerse sacrificios y de luchar sin fruto, diese un manifiesto a los suscriptores (que esta vez llegó a su destino) en que, relatando el calvario que por ellos había recorrido, les anunciaba la suspensión del periódico.

Este semanario tuvo la honra de que cambiasen con él los más de los periódicos de Asturias y muchos de España y América española, y de que abriesen campañas en su defensa e insertasen sus trabajos y artículos, entre otros, El Correo y El Progreso, de Asturias; El Liberal y El Evangelio, de Madrid, y El Heraldo, de La Habana.


La Verdad (1903)

icon La Verdad, febrero-mayo 1903


 

Cuevas en Cangas del Narcea, 2. Descripción de la cueva de Sequeras en Xedré (1785), por el conde de Toreno

Retrato de Joaquín José Queipo de LLano y Valdés Quiñones, V Conde de Toreno (Cangas de Tineo, 1727-1805). Autor: Vicente Arbiol y Rodríguez

En 1785 se publicaron en Madrid, en la famosa imprenta de Joaquín Ibarra, los Discursos pronunciados en la Real Sociedad de Oviedo en los años de 1781 y 1783* por el conde de Toreno, en el que daba noticias de las minas y canteras de diversos minerales que el conde había localizado en Asturias. Este conde era el quinto de su título, se llamaba Joaquín José Queipo de Llano (1728-1805), y será el último de este linaje que nació, vivió y murió en Cangas del Narcea; está enterrado en la iglesia parroquial. Fue un hombre muy activo y con variados intereses, que perteneció a ese movimiento que se conoce como la Ilustración, que pretendió traer la luz y el conocimiento científico al pueblo. Amigo del conde de Campomanes y de Jovellanos, participó en la creación en 1780 de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias.

Detalle de la hoja 100 del mapa 1:50000 del Instituto Geográfico y Catastral de 1951 en el que aparece el Monte de Sequeras, donde se encuentra la cueva del mismo nombre.

Se dedicó a escribir poemas y sobre todo a recorrer Asturias en busca de minerales que pudiesen explotarse para aumentar la riqueza de la región. El conde de Toreno fue un precursor de las ciencias naturales y de los estudios mineralógicos, en una época en la que aun se hallaban bastante atrasados en España, así como un promotor de las explotaciones mineras. Durante algún tiempo intentó explotar las canteras de mármol blanco de Rengos, localizadas en Moncóu y El Pueblu de Rengos, y proyectó con la ayuda del arquitecto Manuel Reguera González una carretera que saliese a Castilla desde Xedré y Monasteriu d’Ermu por el puerto de la Veiga del Palo, para trasladar el mármol a Madrid. Sin embargo, todo fracasó.

Valle del río Narcea desde el pueblo de Xedré; en la ladera de la derecha, al fondo, está el monte de Sequeras.

En esos Discursos*, en la página 27, en un capítulo dedicado al concejo de Cangas de Tineo y a las canteras de “mármoles diferentes” que había hallado en él, se incluye la descripción de la cueva de Sequeras, que está en términos de la parroquia de Xedré. El conde entró en esta cueva y la recorrió durante tres horas. Es probable que después de su visita entrase más gente, pero lo que sí es seguro es que nadie, después de este conde curioso y enamorado de su tierra, escribió lo que vio allí dentro. Han pasado más de doscientos años y su descripción es la única que tenemos de esta “famosa cueva”:

DESCRIPCIÓN DE LA FAMOSA CUEVA DE SEQUERAS
por el conde de Toreno

En la parroquia de Santa María de Xedrez se halla la prodigiosa cueva de Sequeras, muy particular por su extrañeza. Está situada al poniente, en la cumbre de los montes de dicho lugar y paraje de su nombre. Su entrada mira al oriente, que se reduce a un agujero grande a manera de puerta, y entrando por ésta, bajando como 4 pasos, se comienza a subir por una especie de escalera muy ancha, que forman las mismas peñas, siendo necesario asirse siempre de unos grandes pilastrones que sirven de pasamanos. Luego que se suben 300 pasos sigue derecha la cueva como otros 300, poco más o menos.

Pasado este tramo, se llega a un hueco de bastante extensión y mucha altura, y aquí parece que se acabó la cueva; pero se observa que a un lado de la habitación (llamémosla así) hay en la superficie una especie de ventana larga y estrecha, y entrando por ella, a 30 pasos en el mismo tramo, se encuentra otra cueva redonda, que vulgarmente llaman El Pozo, aunque carece de agua en todo tiempo. Para seguir adelante se necesitan fijar unas vigas largas, que alcancen de parte a parte las peñas, y se pasa por encima de ellas. Descendiendo después a lo profundo del pozo por otro conducto bastante trabajoso, se halla otra puerta, que dando vuelta a mano izquierda, y siguiendo por ella, se camina por un trecho de 60 pasos, que dirige a otra habitación redonda cuya cubierta asimila a la de una media naranja, siendo su altura de 20 varas.

Tanto el techo, o cubierta, como su piso son de especial solidez y blancura; y de la misma materia se ven en ellos diferentes figuras, y lo mismo en su circunferencia, originadas de las aguas que filtran las peñas superiores en todos tiempos, que recibidas sobre un terreno arenisco se vitrifican y cristalizan con la mucha frialdad que hay en la cueva, percibiéndose en esta estancia con mayores grados el frío, que en los demás parajes de ella. Los particulares y grabados dibujos que forman y fomentan aquella agua que se cristaliza, ofrecen a la vista un espectáculo agradable. Se ven pirámides de todos tamaños muy perfectos, representando su techo hermosos pabellones fabricados por la misma naturaleza. El suelo, en medio de la desigualdad que padece, causa admiración el verle por la brillantez de sus extraordinarias vitrificaciones, las que por sus configuraciones diversas serían muy dignas del Real Gabinete de Historia Natural de nuestro monarca, si pudieran sacarse sin romperse.

No tiene la cueva más salida ni respiradero que el de su entrada, por cuya razón es muy oscura, y se necesita llevar porción de luces para reconocerla, porque si estas faltasen, sería imposible que ninguno acertase a salir de ella. El reflejo de las mismas luces, que reverbera en las cristalizaciones, representa un hermoso natural teatro con el que los artificiales no tienen cotejo.

Por último, hemos estado tres horas reconociéndola menudamente, no habiéndonos atrevido a registrar más espacios de ella, porque para escudriñar todas sus concavidades y senos se necesitarían días; pues se afirma por tradición de los naturales, que un hombre que penetró en su interior aseguró después que había salido por otro boquerón distante más de 2 leguas de la entrada primera; y es verosimil, que si profundase esta cueva, se hallase en su centro el alabastro florido por lo que denotan sus señales.

 

*Descarga los discursos del Conde Toreno:

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Escuelas y maestros en el concejo de Cangas del Narcea en 1935 y 1936

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Foto y firma de Teresa Rodríguez en el carnet de identidad de inspectora de 1ª enseñanza, 1935. Col. de Luis M. Rodríguez Sánchez.

Hoy publicamos en el Tous pa Tous un texto excepcional. Se trata de las notas que escribió Teresa Rodríguez Álvarez, inspectora de primera enseñanza, en sus visitas a las escuelas del concejo de Cangas del Narcea en 1935 y 1936. Estas notas están escritas en una pequeña libreta que nos ha facilitado su sobrino Luis Miguel Rodríguez Sánchez.

Teresa era la primogénita del matrimonio formado por los maestros Gabino Rodríguez, de Besullo, y Faustina Álvarez, natural de León, y hermana de Alejandro Casona. Nació en 1900 en el pueblo de Canales (León), donde su familia tenía una casa. En su infancia y juventud vivió en diferentes lugares de León, Asturias y Murcia, acompañando a sus padres. Estudió magisterio, como el resto de sus cuatro hermanos (Alejandro, Matutina, José y Jovita), y el 6 de junio de 1932 ingresó en el cuerpo de inspectores de primera enseñanza.  Después de la Guerra Civil dejó de trabajar y se trasladó con su marido, el médico Florentino Hurlé Morán, a Pontevedra, donde falleció en 1966.

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Teresa Rodríguez con su marido y su padre en Pontevedra, 1942. Col. de Luis M. Rodríguez Sánchez.

Nuestra inspectora perteneció al colectivo de nuevos inspectores de enseñanza formado por la República Española, que tenía como objetivo primordial renovar el sistema educativo y auxiliar a los maestros en su tarea pedagógica. Hasta entonces la inspección era sobre todo un trabajo burocrático, a partir de ahora se hará visitando a menudo las escuelas para conocer la auténtica realidad de las aulas y asesorar a los maestros. El ideario republicano era una educación gratuita, laica y de carácter activo y creador.

Teresa era una profesional exigente y observadora. Recorrió el concejo de Cangas del Narcea en los meses de mayo y junio de 1935, y en los de enero y mayo de 1936. Iba a caballo. Las anotaciones que escribe de cada escuela son breves, pero muy ilustrativas para conocer la situación de la enseñanza en el concejo en aquellos años de la II República Española. En total visitó 67 escuelas o “locales provisionales” donde se impartían clases.

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Libreta de notas de Teresa Rodríguez

Una buena parte de estas escuelas se había construido durante la Dictadura de Primo de Rivera y la República. Diez años antes, Luis Bello, en las crónicas de su viaje por las escuelas de Asturias que publica en el diario El Sol, mencionaba que el concejo “no llega a tener cuarenta escuelas”. En 1935, la existencia de un edificio destinado a este cometido y la presencia de un maestro con titulación era una novedad muy reciente en muchos pueblos. Teresa acude a algunos pueblos a conocer el solar donde se va a construir la escuela y a reconocer los “locales provisionales” que se emplean como aulas, que normalmente eran salas o desvanes de casas particulares.

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Planta del piso del proyecto de escuela para Limés del arquitecto Leopoldo Corugedo, diciembre de 1922, que nunca llegó a realizarse.

La mayoría de las escuelas eran unitarias, es decir, en una misma aula convivían niños y niñas de diferentes edades. En unos pocos pueblos había dos maestros y dos aulas, una para las niñas y otra para los niños, como sucedía en Bimeda, Naviego, San Julián de Arbas, Limés, Llano o Tebongo. La única escuela que agrupaba a los alumnos en grados era la de la villa de Cangas del Narcea, que ocupaba un edificio terminado de construir hacia 1877 y que en 1935 era insuficiente para albergar a tanto escolar como había.

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Planta baja del proyecto de escuela para Limés del arquitecto Leopoldo Corugedo, diciembre de 1922, que nunca llegó a realizarse.

Sin embargo, a pesar del avance de la instrucción pública, en 1935 el estado de muchos de los espacios donde se impartía la enseñanza era lamentable y la dotación de material escolar insuficiente. Por ejemplo, sobre la escuela de Llamas del Mouro, que visita el 1 de julio de 1935, escribe: “La escuela es malísima, húmeda, baja de techo, poca luz, faltan mesas, encerados, mapas, armario. Libros pocos y malos. […]. No hay libros de lectura”, y de la de Villaláez, que visita el 6 mayo de 1936, dice: “Escuela malísima, material infame. No hay mesas ni encerados, ni armario, ni nada. Únicamente algunos libros”.

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Fachada principal del proyecto de escuela para Limés del arquitecto Leopoldo Corugedo, diciembre de 1922, que nunca llegó a realizarse.

Con todo, el principal problema de la instrucción en Cangas del Narcea era la bajísima asistencia de los escolares a las aulas. Uno de los datos que siempre anota Teresa es el número de matriculados en la escuela y el número de alumnos que están presentes en el momento que ella realiza la inspección. La situación es desmoralizante. En Agüera de Castanedo escribe el 11 de mayo de 1936: “Matrícula 45. Término medio de asistencia 14. Hay muy poca asistencia, presentes hoy 7 y eso porque saben que yo vengo”. La causa de estas ausencias la señala ella misma el 7 de mayo de 1935 en la escuela de Linares del Acebo, donde anota: “He podido apreciar lo siguiente: de los 28 niños matriculados solo hay presentes en el momento de la visita 8, siendo la asistencia ordinariamente muy irregular por dedicar a los niños al trabajo del campo y a cuidar el ganado”. El problema se agudiza en julio, mes de la hierba; el 1 de julio visita Jarceley, donde hay 40 matriculados, y ese día “no hay ningún niño, están dedicados a las faenas del campo”, y lo mismo sucede al día siguiente en la escuela de El Pládano. Por eso, en sus visitas, insta a los maestros a que fomenten la asistencia de sus alumnos a la escuela.

En las escuelas los maestros no eran todos iguales. Había maestros propietarios y maestros interinos, había mujeres y hombres. Unos empleaban métodos de enseñanza modernos y otros estaban anticuados para el modelo de enseñanza que propugnaba Teresa. Algunos maestros estaban muy comprometidos con la instrucción pública que propiciaba el Gobierno de la República. Teresa Rodríguez nos da los nombres de todos ellos. En total menciona a 72 enseñantes, de los cuales 46 son maestros y 26 maestras.

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Carnet de identidad de inspectora de 1ª enseñanza de 1935, libreta de notas y tarjeta de visita de Teresa Rodríguez Álvarez. Col. de Luis M. Rodríguez Sánchez.

Las notas de su libreta terminan el 1 de julio de 1936. Comenzaban las vacaciones de verano. El curso siguiente iba a ser muy diferente, porque el 18 de julio todo aquel universo escolar iba a estallar por los aires, y con el golpe de estado del general Franco aquel sistema educativo desaparecerá. También desaparecerán muchos de aquellos maestros que visitó Teresa Rodríguez. Gracias al libro de Leonardo Borque López, La represión violenta contra los maestros republicanos en Asturias (Oviedo, KRK Ed., 2010) y a otras informaciones, sabemos el triste destino de algunos de ellos. Celso García Rodríguez (natural de Sotrondio), maestro de Llamas del Mouro en 1935; Ceferino Farfante Rodríguez (natural de Besullo), primo de Teresa, maestro en Cangas en 1936 y Vicente Bosqued, maestro de Bergame en ese mismo año, fueron ejecutados por los franquistas. Juan Almeida Rabal, maestro de Carceda, de ideas conservadoras, fue asesinado en Porley en 1937. Manuel Pérez Rodríguez, maestro de Tebongo, fue condenado a 20 años de cárcel por sus ideas republicanas y murió en el penal del Dueso. Bernardino González García (natural de Viveiro, Lugo), maestro de Carballedo en 1935 y de la escuela de Cangas en 1936, fue condenado a pena de muerte, que le fue conmutada. María Dolores González, maestra de El Pládano; José Granell (natural de Rocafort, Valencia), maestro de Gedrez en 1935 y de Cibuyo en 1936, y otros muchos más fueron inhabilitados durante algún tiempo para el ejercicio de la enseñanza por ser maestros de la República. Celso López Rodríguez, maestro de Limés en 1935 y de Araniego en 1936, marchó en 1937 para Rusia acompañando a un grupo de “niños de la guerra”.

El paso del tiempo ha convertido aquella pequeña libreta de notas de Teresa Rodríguez en  testigo de una etapa muy importante en la promoción y difusión de la instrucción pública en el concejo de Cangas del Narcea.

[Sigue en página 2]

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Cuevas en Cangas del Narcea, 1. El descubrimiento de una cueva en L.larón / Larón en 1786

A Manolín de casa El Xastre de La Viliel.la y a José de casa Montero de L.larón, los dos emigrantes en Madrid, para que investiguen sobre esta cueva.

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Detalle de la hoja 100 del mapa 1:50000 del Instituto Geográfico y Catastral de 1951 en el que aparece el ‘Camino de la Vega de la Casa’ que unía el pueblo de Larón con su braña.

El concejo de Cangas del Narcea tiene un patrimonio natural muy rico, que en muchos casos sigue siendo un desconocido para vecinos y forasteros. Si esto sucede con parajes que están en la superficie, qué diremos de los que se esconden en las profundidades de la tierra. Nunca se ha favorecido la visita a las cuevas de Sequeras, situada en terrenos de Xedré, y Campoaviao, en el Pueblo de Rengos, descritas en 1785 y 1928, respectivamente. En 1928, el médico Florentino Molás Basanta ya se lamentaba en un artículo dedicado a la cueva de Campoaviao, que “si Cangas constituyese parte de algún Estado extranjero […] las grutas de Sequeras y Campoaviao eran conocidas de todos y por todos admiradas. Con mucho menos motivo he visto en Suiza anunciar en todos los hoteles y estaciones de ferrocarril: picos, desfiladeros, vertientes, que a cualquiera que haya recorrido este concejo le defraudan y se da uno cuenta de que en el turismo, la palanca principal está en una buena y bien llevada propaganda” (La Maniega, nº 17, diciembre de 1928, pág. 6).

En el Tous pa Tous vamos a refrescar la memoria de los cangueses volviendo a publicar las descripciones de estas dos cuevas, que escribieron personas que penetraron en ellas y las exploraron. Vamos a iniciar esta serie dedicada a las cuevas canguesas con una gruta más desconocida, situada en términos del pueblo de L.larón / Larón, y que es probable que haya desaparecido con la explotación de la cantera de este lugar que se llevó a cabo en la segunda mitad del siglo XX. Las tres cuevas mencionadas están muy próximas y en la misma área geológica, dominada por las calizas cámbricas o mármol blanco de Rengos.

*          *          *

El 1 de agosto de 1786 se publicaba en la Gaceta de Madrid, en las páginas 502 y 503, una noticia que daba cuenta del descubrimiento de una cueva en términos del pueblo de Larón (Cangas del Narcea), en el “paraje llamado la Vega de la Casa” que está junto al camino que conduce a la braña de este pueblo.

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Fachada principal de La Casita de El Príncipe, en el Real Sitio de El Pardo, Madrid.

La cueva apareció cuando se explotaba una cantera de mármol con destino a un pabellón que los Príncipes de Asturias, los futuros reyes Carlos IV y María Luisa de Parma, estaban construyendo en el Real Sitio de El Pardo, en la provincia de Madrid. El proyecto era del arquitecto Juan de Villanueva. La obra se inició en 1784 y concluyó en 1788, y es la conocida como Casita del Príncipe.

Detrás del empleo de materiales procedentes del concejo de Cangas del Narcea para obras propiciadas por la casa real estaba el conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano (1728 – 1805), que desde años atrás estaba empeñado en descubrir las riquezas minerales de Asturias y en darlas a conocer en Madrid, para que su explotación se convirtiera en un medio de riqueza para los habitantes de esta tierra. Las minas y canteras que localizó durante muchos años de trabajo y esfuerzo las publicó en sus Discursos pronunciados en la Real Sociedad de Oviedo en los años de 1781 y 1783 (Madrid, 1785)*.

La cueva que apareció en la cantera de Larón tenía 22 metros de largo y 10 de ancho, y su altura era de cuatro metros y en algunos trechos de hasta más de seis metros. Lo que impresionó a sus descubridores y al conde de Toreno no fue su tamaño, sino sus materiales, sus cristalizaciones, sus extraños dibujos… pero, lo mejor, es que los lectores de la web del Tous pa Tous conozcan por el mismo conde de Toreno lo que él vio en esa cueva aquel martes 11 de julio de 1786:

Cangas de Tineo, en Asturias, 15 de julio de 1786

El Conde de Toreno, Alférez mayor de este Principado, ha hecho la siguiente descripción de una cueva descubierta el 11 del corriente rompiendo una cantera de mármol blanco (de la cual se está sacando el necesario para adornos de la casa que el Príncipe nuestro Señor ha mandado construir en el Real Sitio del Pardo) y sita en términos del lugar de Larón, en el paraje llamado la Vega de la Casa, en este concejo.

“Tiene esta cueva 78 pies [22 m] de largo y 37 [10 m] de ancho, siendo muy sólido y llano el pavimento. De este a la bóveda (semejante a una media naranja) habrá a trechos hasta 5 varas [4 m], y en otros más de 7 [6 m]. Rodéanla 11 columnas o pilares como de cristal, que forman un medio círculo, las cuales separadas entre sí a algunas distancias, y a 3 pies [83 cm] de las paredes, sostienen el techo, como si se hubiesen colocado artificialmente. Su materia es agua congelada. Estas cristalizaciones figuran diferentes y extraños dibujos tan petrificados y duros que admiten pulimento. La media naranja, que sirve de cubierta, iguala en blancura a la nieve, dividiéndose en diversos rollos o pelotones a manera de nubes que parecen espuma o nata de leche. Las paredes y toda la circunferencia son de mármol blanco finísimo; y habiendo quedado muy clara la gruta con la luz que la entra por el boquerón, representa una sala teatral de hermosa y agradable perspectiva. Podrían pulimentarse muchos trozos así de la cubierta como de los pilares. Llegando al fin de la cueva se halla cerrada por todas partes con la misma cantera de mármol, la cual es abundantísima y casi inagotable.”

 

*Descarga los discursos del Conde Toreno:

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Maniega2 (1976) en la web del Tous pa Tous

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Portada del único número publicado en 1976 de esta revista local canguesa

En 1976 un grupo de jóvenes de Cangas del Narcea, con un largo verano por delante, puso en marcha una revista con el nombre de Maniega2 y el subtítulo: “Para una información local”. El grupo estaba encabezado por Juanjo Morodo Magadán y Tano Ramos García, estudiantes de Ciencias de la Información en aquel tiempo y hoy reputados periodistas de los diarios Cinco Días  y Diario de Cádiz, respectivamente (Tano Ramos acaba de ganar el XXIV Premio Comillas de Historia de la Editorial Tusquets por su estudio sobre El caso Casas Viejas, 1933-1936).  Desde los años treinta, con el cierre de las revistas La Maniega en 1932 y Narcea  en 1936, no había vuelto a haber un medio de comunicación local en el concejo. El año anterior había muerto Francisco Franco; la sociedad, inquieta, estaba cambiando día a día y había mucha necesidad de expresarse.

El nombre de la nueva revista ya era evocador de una continuidad con el pasado, y los contenidos y las firmas del número 0 así lo evidencian. En ella se juntaban aficionados a la escritura de la época de la vieja revista La Maniega, como Jenaro Flórez y Gervasio Suarez-Cantón; corresponsales de prensa locales, como José Luis R. Mera, del diario La Voz de Asturias, y un grupo de jóvenes, cargados de inocencia e ilusión, de entre 16 y 21 años.

La revista no pasó del número 0. Sacarla a la calle costó mucho esfuerzo, hubo que buscar colaboradores, publicidad y una imprenta, y por eso no debe extrañarnos que su editorial comience con un sonoro “¡Uf!, trabajo nos costó, pero aquí estamos”. La impresión se hizo en Gráficas Baraza, de Oviedo. En ese único número aparecen entrevistas al pirotécnico Pablo Fernández; al alcalde Manuel Miranda -que a la pregunta de cual era la relación del Ayuntamiento con el arte dio una muy comentada respuesta: “En Cangas artistas hay muchos, pero claro, cada uno a su manera”-, y a los responsables de las cinco peñas de la pólvora que existían entonces, un fenómeno asociativo que comenzaba a desarrollarse en ese momento (en la actualidad hay cerca de cuarenta peñas).

Con la llegada del otoño, los jóvenes integrantes del consejo de redacción de la revista retornaron a sus estudios, muchos fuera de Cangas, en Oviedo y Madrid, y Maniega2 no volvió a salir a la calle.  Cuatro años después, varios de aquellos jóvenes volvieron a la carga con la revista Entrambasaguas (1980 – 1981).

icon Maniega2 número 0 (44.61 MB)

El Centro de Cultura y Recreo de Besullo, 1935-1936

Acta de la primera junta general del ‘Centro de Cultura y Recreo’ de Besullo, celebrada el 4 de noviembre de 1935

En noviembre de 1935 se fundaba en Besullo el “Centro de Cultura y Recreo”, con el fin de propagar la cultura y establecer “un local de recreo para estrechar los lazos de amistad y confraternidad entre sus miembros”. Sus principales herramientas de cultura eran una biblioteca circulante, cuyos libros podían sacar lo socios, y un gramófono para escuchar música. El local estaba en un bajo de Casa Tomás, hoy Casa Virtudes, en el barrio de Morteiros. Funcionó solo nueves meses, hasta el inicio de la Guerra Civil en julio de 1936, pero su existencia dejó huella para toda la vida entre los que eran jóvenes en aquel tiempo. A Manuel Álvarez Faidiel, “Lulo Benino”, le oímos muchas veces y muchos años después, referirse a este Centro, del que hablaba con orgullo y satisfacción.

Los promotores del Centro fueron Florentino Hurlé Morán, Manuel Rodríguez Álvarez y Manuel Álvarez Real. El primero era médico, natural de Oviedo, y fue destinado a Besullo, donde se casó con Teresa Rodríguez Álvarez, la hermana mayor de Alejandro Casona, que era maestra y desde 1932 inspectora de primera enseñanza.

La primera y última Junta Directiva del Centro se constituyó el 4 de noviembre de 1935 y estaba formada por las siguientes personas:

Florentino Hurlé Morán, presidente del ‘Centro de Cultura y Recreo’ de Besullo, hacia 1940. Colección de Luis M. Rodríguez Sánchez.

Presidente: Florentino Hurlé Morán.

Vicepresidente: Manuel Álvarez Faidiel [de Casa Benino, de Besullo].
Secretario: Manuel Álvarez Real [de L’Andulina, de Besullo].
Vicesecretario: Francisco Muñoz Pérez.
Tesorero: Manuel Álvarez Rodríguez.
Vicetesorero: Antonio González.
Vocales: Manuel Rodríguez Álvarez, Antonio Rodríguez Castellano, Isidoro Álvarez Rodríguez [Isidro, de Casa Toreno, de L’Otriel.lo], Félix de Llano Fuentes [de Casa El Chano, de Besullo), Amador Díaz [de Casa Higinio, de Besullo] y Servando Álvarez Álvarez [de Casa Pedro García, de Besullo].

En esta primera asamblea del Centro, que empezó a las nueve de la noche y terminó a las once, el presidente, en nombre de la Directiva y recogiendo el sentir de los socios, pronunció unas palabras “sobre los fines culturales y recreativos del Centro y el cariño con que la Directiva acogerá cuantas medidas puedan redundar en beneficio de la cultura de los socios, de las familias y del pueblo en general”.

Bisuyu / Besullo, agosto de 1927. Fotografía de Fritz Krüger. Colección: Museo del Pueblo de Asturias

La organización de este Centro de Cultura fue, sin lugar a dudas, una consecuencia de varias causas: el desarrollo de la educación en este pueblo, donde desde comienzos del siglo XX había una escuela pública y otra protestante; el papel de la familia Rodriguez Álvarez, con Alejandro Casona como su miembro más conocido, y el paso de las Misiones Pedagógicas por la parroquia de Besullo, en los meses de agosto de 1932, 1933 y 1934. Las Misiones Pedagógicas fue una institución fundada en 1931 por el Gobierno de la II República Española para difundir la cultura general y la educación en la población rural; dependía del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. En Besullo, el primer año hubo actividades de cine, biblioteca y música; el segundo, de teatro y coro, cine y música, y el último, de cine y música. El promotor de estas Misiones en Besullo fue Alejandro Casona, que era vocal del Patronato de esta institución y responsable del grupo de teatro. En la organización de las Misiones llevadas a cabo en Besullo y pueblos próximos (El Pumar, Eirrondo, L’Otriel.lo, Las Montañas, etc.) participaron directamente el padre y varias hermanos de Alejandro Casona: Teresa, José y Matutina, así como los maestros José Fernández y José Llanas y el médico Florentino Hurlé, que promoverá en 1935 la creación del Centro de Cultura.

En el Archivo Histórico de Asturias (Fondo Gobierno Civil) se conserva el Reglamento del “Centro de Cultura y Recreo” de Besullo, que presentó la comisión organizadora el 26 de octubre de 1935 en el Gobierno Civil para su aprobación, así como una copia del acta de la primera junta general, que publicamos a continuación en su integridad.

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Los aprovechamientos ganaderos de alta montaña durante la Edad Media: El caso de Cangas del Narcea

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Restos de una de las estructuras ganaderas localizadas durante la prospección, en la braña del Texedal, Cangas del Narcea.

El 21 de septiembre de 2012 Pablo López Gómez, uno de los componentes del Equipo de Investigación en Arqueología agraria del sector asturleonés de la Cordillera Cantábrica, leyó su Trabajo Final de Máster (TFM) en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. Dicho trabajo, titulado Los aprovechamientos ganaderos de alta montaña durante la Edad Media: El caso de Cangas del Narcea, Asturias, recibió una calificación excelente (Sobresaliente, 9,5 sobre 10).

El estudio se enmarca dentro del Proyecto de Investigación La formación de paisajes del Noroeste Peninsular durante la Edad Media (siglos V-XII) (HAR2010-21950-CO3-03, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad a través de la Secretaría de Estado de I+D+i. En la investigación de Pablo López Gómez se expusieron los resultados de la prospección arqueológica realizada en los valles del Naviego y el Cibea, en el municipio asturiano de Cangas del Narcea. En el transcurso de esta investigación fueron documentados 29 establecimientos ganaderos, una tejera, un calero, seis carboneras y diversas estructuras de la Guerra Civil.

Los resultados de la investigación son alentadores, ya que suponen la primera prospección de estas características realizada en la región. Es destacable la incorporación de elementos tan característicos de la sociedad rural asturiana como las brañas al proceder investigador de la Arqueología. Este joven investigador ha identificado patrones de asentamiento, territorialidad y control de pastos en torno a estos enclaves estacionales, a la vez que propone una cronología relativa, a través de la estratificación del paisaje y del apoyo en la documentación escrita proporcionada por el monasterio de Corias (Cangas del Narcea). Como último hito del trabajo, se apuntan líneas futuras de investigación, con la selección de una muestra representativa de ciertas brañas sobre las cuales abordar intervenciones arqueológicas intensivas que confirmen las hipótesis planteadas en el TFM de Pablo López Gómez.

Con la realización de este trabajo sólo se ha dado un primer paso en las investigaciones arqueológicas sobre la ganadería medieval en el Noroeste peninsular, que esperamos continúe dando frutos en los próximos años, tal y como presentamos recientemente en Helsinki durante la reunión anual de la Asociación Europea de Arqueólogos. En esta línea, el trabajo de nuestro equipo continuará incorporando nuevas zonas a nuestro ámbito de estudio, realizando intervenciones arqueológicas en las zonas de pastos y revisando de una forma minuciosa la abundante documentación escrita de época medieval y moderna, continuando experiencias como la desarrollada en Vigaña, Belmonte de Miranda.

Breve historia de la Malatería de San Lázaro en Retuertas

por Pelayo Fernández Fernández

[nextpage title=”Introducción” ]

INTRODUCCIÓN

La Malatería de San Lázaro en Retuertas, parroquia de Regla de Corias (Cangas del Narcea)

La Malatería de San Lázaro está emplazada en el pueblo de Retuertas, parroquia de Regla de Corias. Este pueblo está situado en la margen izquierdo del río Narcea, a tres kilómetros de la villa de Cangas del Narcea y a uno de Corias. Tradicionalmente, se viene aceptando que el pueblo «debió de nacer cuando desapareció la Malatería y quedaron asentados los criados, ya que en los alrededores no existe ninguna fuente ni arroyo y por tanto no es lugar ideal para ubicar un pueblo» (GONZÁLEZ AZCÁRATE, «Retuertas», La Maniega, n.º 37, Cangas del Narcea, 1987, pág. 16). El nombre de Retuertas puede provenir del latín «tortum» que significa torcido, adjetivo que puede utilizarse tanto para referirse a un campo, una tierra o un camino (GARCÍA ARIAS, Pueblos asturianos: el porqué de sus nombres, Ediciones Ayalga, pág. 266).

Hasta 1771, el administrador de la leprosería fue el monasterio benedictino de Corias. Su fundador había sido el conde don Piñolo Ximenez y su esposa doña Aldonza Muñoz, que dotaron el monasterio en el 1032. La fundación de la malatería la conocemos gracias a un inventario de una «escritura de donación que a favor de la Malatería de San Lázaro de Retuertas hizo Dominga Menéndez, malata y natural del lugar de Francos, concejo de Tineo, de todos sus bienes, en los 9 días del mes de enero de 1756». El conde don Piñolo, hijo de Ximeno Sánchez, sobrino del conde Gundemaro Pinoles, de la casa de los Guzmanes, fue uno de los caballeros más distinguidos en el reinado de Alfonso V y en los siguientes, hasta el de don Fernando el Magno de León. En 1037 asistió a la coronación de aquel monarca. Fue alférez mayor de Alfonso V y gozó de la dignidad de conde. Legendariamente, su familia entronca con la de Queipo de Llano, ya que su hermana Munia Domna se casó con don Nuño Núñez o Muñoz cuyos descendientes son la familia Llano de Asturias (TRELLES Y VILLADEMOROS, Asturias Ilustrada. Primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad, clases y diferencias, Madrid, 1760, t. III, pág. 395). El 14 de febrero de 1737 la Chancillería de Valladolid dictó sentencia contra la feligresía de Corias por la que declara que la Malatería no estaba obligada a criar expósito alguno que en ella se ponga (AHA: Libro inventario de los efectos y papeles pertenecientes al Real Hospicio y sus Malaterías, libro, 281, fols. 39-40).

Finalmente, en 1771 fue incautada por la Audiencia de Oviedo, tras las pertinentes visitas y apeos del licenciado Cacho. No obstante, cinco años más tarde, en 1776, se presentó ante el fiscal una carta orden de la Cámara sobre su patronato, expresiva de su pertenencia al monasterio de Corias; en 1777 el hospicio de Oviedo siguió pidiéndole cuentas al monasterio y el 12 de febrero de 1778 en vista «del poco efecto que tuvo la providencia tomada contra el juez y monasterio» el regente envió para entenderse con los frailes a don Manuel Antonio Muñiz, escribano, con nombramiento de administrador de la Malatería y amplias facultades para «tomar cuentas, recoger papeles, caudales, etc.» (TOLIVAR FAES, Hospitales de leprosos en Asturias durante las Edades Media y Moderna, Oviedo, RIDEA, 1966, págs. 191). Nada se sabe del número de malatos registrados en la Malatería de Retuertas, solo se sabe que ya había el 27 de julio de 1266, por el testamento del arcediano don Fernando Alfonso, y que todavía había internos en la segunda mitad del siglo XVIII (TOLIVAR FAES, Ob. cit., pág. 191).

La Malatería de Retuertas fue la más destacada de las leproserías del suroccidente de Asturias. Junto a ella se registran las de Cecos (Ibias) y Mirallo (Tineo). Sobre la primera apenas se posee una leve noticia y en la segunda mitad del siglo XVIII ya llevaba muchos años inactiva, habiéndose desechado sus bienes en el mismo siglo. No obstante, fue un enclave fundamental ya que por la villa de Cecos transcurría la ruta que desde Cangas de Tineo (hoy, del Narcea) se dirigía a Galicia. La de Mirallo, por su lado, estaba situada en el transito de Tineo a Pola de Allande; de ella hay noticias de su fundación desde el siglo XIII. Antes de finales del siglo XIII hay documentadas en Asturias un total de veintidós leproserías, pero en 1627 ya solo se enumeran nueve, entre las que figura Retuertas (TOLIVAR FAES, Ob. cit., pág. 165).

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[nextpage title=”El edificio” ]

LA MALATERÍA DE RETUERTAS: EL EDIFICIO

Lo único que queda en pie (presbiterio de la iglesia) está construido en pizarra, combinando los grandes bloques con lajas de formato irregular y arenisca en los pilares y cornisas que se corresponden con la reconstrucción del siglo XVIII y que se llevó al tiempo de la reedificación del monasterio de Corias, comenzada en 1774, después del incendio de 1763 y cuyos planos de reconstrucción fueron trazados, en ese año, por el arquitecto compostelano Miguel Ferro Caaveiro (h. 1740-1807), maestro mayor de la catedral de Santiago a partir de 1772, siendo una muestra de la incorporación del clasicismo a su obra en la línea de Ventura Rodríguez (Ciempozuelos, Madrid, 1717 ‒ Madrid, 1785).

Restos del edificio que albergan el presbiterio de la iglesia

Las obras se concluyeron en 1811 y en ella intervinieron los arquitectos fray José Varela y fray José y fray Hilarión Ugaldea que, a nuestro juicio también podrían estar relacionados con la obra de la capilla del Santo Cristo en la parroquia de Santa María de Gedrez. Pero en aquellos años, así mismo, se documentan en Corias otros maestros, no menos importantes, que también intervinieron en la obra de Corias, como los gallegos Pedro Quinteiro y Diego de Campo, de la feligresía de Santa María de Troanes (Pontevedra). Por tanto, lo más probable es que la reconstrucción de la Malatería correspondiera a alguno de estos maestros, dada su pertenencia al monasterio de Corias.

Puerta de acceso situada en una barrotera de madera

Los restos de la remodelación flanquean la entrada principal y se extienden a modo de cornisa por los muros laterales de la capilla mayor. Son pilares de cantería de arenisca compuestos por pilastras de orden toscano. El muro testero es completamente liso exceptuando dos vanos tapiados con dovelaje de lajas de pizarra a muy poca altura del suelo (por el recrecimiento del terreno), del mismo modo que los de los muros laterales. Se accede por una puerta situada en una barrotera de madera desde la cual se ve perfectamente el interior. Este se encuentra cubierto con grandes vigas de madera a dos aguas. El tejado es de teja árabe, seguramente fabricada en la vecina tejera de Cabadiello, situada en Rocabo, feligresía de San Cristóbal de Entreviñas, cuyo patronato también ostentaba el monasterio de Corias y de la que tenemos constancia de varios arriendos por parte del monasterio a tejeros de la parroquia de Posada de Llanes.

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[nextpage title=”Los primeros retablos” ]

Relieve de Lázaro pobre al que un perro le lame las llagas

LOS PRIMEROS RETABLOS

Casi nada queda del acomodo de la Malatería. A través de un inventario de bienes muebles de la capilla, fechado el 23 de marzo de 1795, sabemos que estuvo bien dotada, merced a la riqueza del monasterio de Corias, al que pertenecía. Están inventariados cuatro retablos, cálices, purificadores, misales, vinájeras, corporales, etc.

De los antiguos retablos de la Malatería conservamos una imagen y un relieve, ambos de hacia 1650. La imagen representa a una Inmaculada de estilo naturalista castellano y el relieve ejemplifica uno de los pasajes de La parábola del epulón y el pobre Lázaro. Ambas son de Pedro Sánchez de Agrela (San Pedro de Mor, Lugo, c. 1610 ‒ Cudillero, 1661), cabeza del «Primer Taller de Cangas del Narcea» cuyo estilo de madurez (influido por el naturalismo barroco castellano) se manifestó por primera vez en las imágenes del retablo mayor de la colegiata de Santa María Magdalena de la villa de Cangas del Narcea, que esculpió hacia 1643.

La ‘Inmaculada’ de estilo naturalista castellano

La Inmaculada, reaprovechada en el actual retablo, es una representación según el modelo naturalista de Gregorio Fernández (1576-1636): frontal, rígida, con las manos juntas en actitud de oración y con el manto de perfil acampanado. El rostro está configurado con los rasgos de su estilo de madurez: frente ancha y abombada, pómulos marcados y cuencas superciliares hundidas. El cabello se resuelve con mechones filamentosos de clara filiación naturalista. Los pliegues son rectos y profundos, característicos de Agrela imaginero. La policromía es de la época. Lleva la túnica blanca y el manto azul con el reborde dorado. La encarnación es mate, propia del naturalismo. Presenta desconchados en la policromía.

Por su parte, el relieve del Rico epulón y el pobre Lázaro pasó a la colección de doña Matilde Ferreiro Blanco. Agrela representó el momento principal de la parábola evangélica, cuando Lázaro junto al perro que le lame las úlceras está a la puerta de la casa de Epulón, donde se muestra una mesa con comida que no puede alcanzar. Al igual que en la imagen anterior se observan las características del estilo de madurez de Agrela.

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[nextpage title=”El retablo mayor” ]

EL RETABLO MAYOR

Retablo mayor de Retuertas

El actual retablo de Retuertas es de autor desconocido no pudiendo atribuirlo a ninguno de los escultores locales conocidos. Es una muestra de la producción del Taller de Corias del segundo cuarto del siglo XVIII. Está realizado en madera tallada, dorada y policromada; en él se representa a San Benito, San Lázaro, San Juan Bautista y la Inmaculada y los relieves de Lázaro pobre al que un perro le lame las llagas y el de El rico epulón sufre el fuego del infierno (evangelio según San Lucas, capítulo 16, versículos 19 al 31). Se estructura en banco, frontis tetrástilo, ático simple y remate apuntado. Los elementos estructurales son dos columnas salomónicas de vides y parras y dos estípites que enmarcan la hornacina central. Desde el punto de vista decorativo destaca la hojarasca entallada en los paneles del banco, los florones y las ramas de acantos en los laterales del ático.

San Lázaro

Todas las imágenes son coetáneas excepto la de la Inmaculada concepción. Para representar a San Benito, el maestro se inspiró en la imagen del monasterio de Corias: ataviado con la cogulla benedictina, con la mano izquierda levantada y con la diestra sujetando el báculo, exactamente en la misma disposición que el santo del monasterio. Para San Juan Bautista se valió del modelo reflexivo que otros artistas del Taller de Corias, como Manuel de Ron, emplearon en sus obras (retablo mayor de la capilla del palacio de los Flórez-Valdés de Carballo y en la imagen de la iglesia de San Salvador de Naraval) y que a su vez tomaron de la imagen titular del retablo mayor del monasterio. En el caso del titular, San Lázaro, lo representó harapiento, con las piernas varicosas y ulceradas.

San Benito y San Juan Bautista

Se insiste en los jirones del vestido y sobre todo en la deformación de sus piernas de caminante leproso. En todas estas imágenes domina una expresividad gestual y una ausencia de movimiento y realismo. De ahí que en San Juan Bautista se eche en falta la representación realista de un asceta. Se insiste bastante en el tratamiento duro a las facciones del rostro (entrecejo) y en los pliegues rectos, acanalados y poco profundos que tienden a quebrarse en la parte inferior. Los relieves que representan a Lázaro pobre al que un perro le lame las llagas y El rico epulón sufre el fuego del infierno encajan dentro de la producción popular del taller.

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[nextpage title=”Inventario de alhajas 1795″ ]

INVENTARIO DE ALHAJAS DEL 23 DE MARZO DE 1795

Finalmente, incluimos la trascripción del inventario de la alhajas de la capilla de Retuertas del año 1795 donde se hace una relación de todos sus bienes muebles que manifiestan la riqueza que, por entonces, tenía la Malatería (AHA: ante Juan Fernández Trabanco, caja 13.671, fols. 21-22).

«Dentro de la capilla del Glorioso San Lázaro, sita en este lugar de Retuertas, a veinte y tres días del ante dicho mes y año y en la que con asistencia de su merced y de la del expresado Domingo Álvarez, el insinuado Manuel Rodríguez Arnosa, en cumplimiento de lo prevenido en el auto antecedente, dio principio al inventario de los muebles y efectos correspondientes a dicho santuario en esta forma.

Primeramente, la dicha capilla cubierta de teja, cuya lactitud y anchura es de mucha consideración y en su frontera una campana pequeña con su lengua; y dentro de dicha capilla tres retablos con sus proporciones para celebrar; y otro retablo colocado sobre un cajón que incluye tres tiradores sin llave y pueden servir para recoger las sagradas vestiduras; unas andas o ataúd; una sabanilla pequeña también de madera en los otros dos altares y en el mayor y a su pie una campanilla con su cadena; dos mesicas de poca construcción y sin tirador alguno que sirven solamente para poner las vestiduras al revestirse el sacerdote; un taburete bastante ordinario; un cáliz de bastante tamaño, con su patena y cucharilla, todo de plata; unos purificadores con un pañito que indica haber sido de corporales en una caja pequeña de pino quebrada; unos corporales; quatro bolsas para ellos de colores distintos con su cubierta de seda; dos paños del cáliz, uno blanco y otro morado; una casulla del color anterior, morado de seda, con su cíngulo, alba, amito con su cinta morada, estola y manípulo, todo bastante decente; otra casulla de seda y ramos de diferentes colores casi nueva, con su alba, amito, cíngulo, estola y manípulo, todo decente; otra casulla también de seda de diferentes colores y aunque no tan vivos como la anterior, con su alba, manípulo y estola; otra casulla vieja color verde, con su alba, estola y manípulo; otra casulla vieja de requin con su estola y manípulo; cinco sábanas de altar todas de medio huso; dos paños de altar o aguamanil ya viejos; dos vinajeras de hojalata; otra de vidrio o cristal; dos misales, el uno casi nuevo y el otro más pequeño, de medio huso, cuyas alhajas se hallan dentro de una arca mediana ya algo vieja, con su llave y cerradura.

Yten, se pone por inventario la casa de dicha malatería confinante a la prenotada capilla, también cubierta de teja, con todas sus oficinas y dentro de ella una arca grande de hacer unas diez y ocho heminas, casi nueva, con su llave y cerradura; siete bancos de respaldo; una mesa grande sin tiradores bastante débil; otra arca grande también con su llave y cerradura, más que de medio huso; un banco ordinario viejo; una tarima con sus tablas a los lados; otra arca pequeña vieja estropeada, sin cerradura y dentro de ella una barra, una mandarria, una batidera, un cuña, todo de yerro; un pote viejo roto; un rastrillo y otra batidera de hierro; cinco pedazos de manta que indican haber sido mantas enteras; un Crucifijo con dos quadricos pequeños y dos conclusiones; otra arca vieja de hacer seis heminas, poco más o menos, con su llave y cerradura; un cofre viejo sin cerradura; un escaño viejo; unas glamueras; otra arca vieja de hacer ocho heminas, poco más o menos; otros dos cofres viejos sin cerraduras; otras glamueras ambas de hierro; otras dos arcas viejas, la una con cerradura y la otra sin ella; otra arquilla vieja también sin cerradura; una alcoba estropeada; otra arca vieja sin cerradura; un tablón que parece haver sido de banco de carpintería; otras dos tablas de bancos ordinarios de muy poco valor; dos puertas de rejado viejas con un pedazo de retablo en el salón de dicha casa dado de color.

Y en la cocina de dicho salón se advierte faltar por desvenar un pedazo de su cobertura y estar tanto está como el resto de dicha casa y oficinas con grave necesidad de reparo; un quezo de rueda, unas angarillas.

Yten, se pone por inventario una bodega con su lagar que bajo de un mismo techo o cubrición de teja tiene en este mismo lugar la prenotada malatería, aunque con sus dos puertas distintas llaves y cerraduras y dentro de ambas piezas tres tinas, la bocinera del lagar; tres cubas, una de once cuepas, otra de diez y otra de ocho; un cubético de seis cuepas muy estropeado y roto; una cañada de medir; una bacia; un embudo de hojalata, quatro povenos, quatro o cinco cachos de tablón viejos y apolillados. Y se anota que otro lagar se halla con su viga y pertrechos correspondientes para su completo huso.

Y finalmente, se pone por inventario quince llaves correspondientes a otras tantas cerraduras de la capilla, casa, oficinas, arcas, bodega y lagar, cuyos efectos inventariados dice el mismo Manuel Rodríguez Arnosa ser los únicos que tiene y pertenecen en el día a la expresada malatería sin que tenga noticia de otros. En todos los quales se dio por bien entregado el ante dicho Domingo Álvarez para tenerlos adeñó como confidente de los poderantes y de su quenta y riesgo; y al cumplimiento de todo, ambas partes, por lo que a cada una toca, constituye su persona y vienes, presentes y futuros, poderío de justicias, renunciación de todas leyes de su favor con la general del derecho y su prohibición. Así lo otorgaron y firmó el citado Manuel con su merced. Y por el expresado Domingo que dijo no saber, lo hace a su ruego uno de los testigos que lo son don Gabriel Méndez de Merníes, de Corias, y Antonio Fernández, de este lugar, a todos los quales conozco de que doy fee. Como de qué también se inventaría otra alcoba sita en una de las oficinas terrenas.

Josef Flórez de Sierra [rubricado].
Manuel Rodríguez [rubricado].
Como testigo y a ruego, Gabriel Méndez de Merníes [rubricado].
Ante my,
Juan Fernández Travanco [rubricado]».

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[nextpage title=”Fotografías” ]


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La Malatería de San Lázaro en Retuertas (Cangas del Narcea)

BREVE HISTORIA DE LA MALATERÍA DE SAN LÁZARO EN RETUERTAS

La Malatería de San Lázaro en Retuertas, parroquia de Regla de Corias (Cangas del Narcea)

La Malatería de San Lázaro está emplazada en el pueblo de Retuertas, parroquia de Regla de Corias. Este pueblo está situado en la margen izquierdo del río Narcea, a tres kilómetros de la villa de Cangas del Narcea y a uno de Corias. Tradicionalmente, se viene aceptando que el pueblo «debió de nacer cuando desapareció la Malatería y quedaron asentados los criados, ya que en los alrededores no existe ninguna fuente ni arroyo y por tanto no es lugar ideal para ubicar un pueblo» (GONZÁLEZ AZCÁRATE, «Retuertas», La Maniega, n.º 37, Cangas del Narcea, 1987, pág. 16). El nombre de Retuertas puede provenir del latín «tortum» que significa torcido, adjetivo que puede utilizarse tanto para referirse a un campo, una tierra o un camino (GARCÍA ARIAS, Pueblos asturianos: el porqué de sus nombres, Ediciones Ayalga, pág. 266).

Hasta 1771, el administrador de la leprosería fue el monasterio benedictino de Corias. Su fundador había sido el conde don Piñolo Ximenez y su esposa doña Aldonza Muñoz, que dotaron el monasterio en el 1032. La fundación de la malatería la conocemos gracias a un inventario de una «escritura de donación que a favor de la Malatería de San Lázaro de Retuertas hizo Dominga Menéndez, malata y natural del lugar de Francos, concejo de Tineo, de todos sus bienes, en los 9 días del mes de enero de 1756». El conde don Piñolo, hijo de Ximeno Sánchez, sobrino del conde Gundemaro Pinoles, de la casa de los Guzmanes, fue uno de los caballeros más distinguidos en el reinado de Alfonso V y en los siguientes, hasta el de don Fernando el Magno de León. En 1037 asistió a la coronación de aquel monarca. Fue alférez mayor de Alfonso V y gozó de la dignidad de conde. Legendariamente, su familia entronca con la de Queipo de Llano, ya que su hermana Munia Domna se casó con don Nuño Núñez o Muñoz cuyos descendientes son la familia Llano de Asturias (TRELLES Y VILLADEMOROS, Asturias Ilustrada. Primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad, clases y diferencias, Madrid, 1760, t. III, pág. 395). El 14 de febrero de 1737 la Chancillería de Valladolid dictó sentencia contra la feligresía de Corias por la que declara que la Malatería no estaba obligada a criar expósito alguno que en ella se ponga (AHA: Libro inventario de los efectos y papeles pertenecientes al Real Hospicio y sus Malaterías, libro, 281, fols. 39-40).

Finalmente, en 1771 fue incautada por la Audiencia de Oviedo, tras las pertinentes visitas y apeos del licenciado Cacho. No obstante, cinco años más tarde, en 1776, se presentó ante el fiscal una carta orden de la Cámara sobre su patronato, expresiva de su pertenencia al monasterio de Corias; en 1777 el hospicio de Oviedo siguió pidiéndole cuentas al monasterio y el 12 de febrero de 1778 en vista «del poco efecto que tuvo la providencia tomada contra el juez y monasterio» el regente envió para entenderse con los frailes a don Manuel Antonio Muñiz, escribano, con nombramiento de administrador de la Malatería y amplias facultades para «tomar cuentas, recoger papeles, caudales, etc.» (TOLIVAR FAES, Hospitales de leprosos en Asturias durante las Edades Media y Moderna, Oviedo, RIDEA, 1966, págs. 191). Nada se sabe del número de malatos registrados en la Malatería de Retuertas, solo se sabe que ya había el 27 de julio de 1266, por el testamento del arcediano don Fernando Alfonso, y que todavía había internos en la segunda mitad del siglo XVIII (TOLIVAR FAES, Ob. cit., pág. 191).

La Malatería de Retuertas fue la más destacada de las leproserías del suroccidente de Asturias. Junto a ella se registran las de Cecos (Ibias) y Mirallo (Tineo). Sobre la primera apenas se posee una leve noticia y en la segunda mitad del siglo XVIII ya llevaba muchos años inactiva, habiéndose desechado sus bienes en el mismo siglo. No obstante, fue un enclave fundamental ya que por la villa de Cecos transcurría la ruta que desde Cangas de Tineo (hoy, del Narcea) se dirigía a Galicia. La de Mirallo, por su lado, estaba situada en el transito de Tineo a Pola de Allande; de ella hay noticias de su fundación desde el siglo XIII. Antes de finales del siglo XIII hay documentadas en Asturias un total de veintidós leproserías, pero en 1627 ya solo se enumeran nueve, entre las que figura Retuertas (TOLIVAR FAES, Ob. cit., pág. 165).

Breve historia de la banda de música de Cangas del Narcea (1854-1936)

Banda Municipal de Música de Cangas del Narcea en el año 1908 bajo la dirección de Jesús Castro.

En el presente artículo, que espero sirva como humilde aportación a la extraordinaria labor que el Tous pa Tous viene desarrollando desde su refundación, pretendo explicar brevemente la historia  de la Banda de música de Cangas del Narcea hasta el año 1936. Parto para ello de un trabajo de investigación que hace años presenté en la Universidad de Oviedo. No debo comenzar mi exposición sin reiterar una vez más mi agradecimiento hacia el gran número de personas que molesté en el curso de mi trabajo entrevistándolas, o pidiéndoles cualquier tipo de información y documentación, como ejemplares de periódicos, fotografías, programas de fiestas o actuaciones, etc. Sin su desinteresada ayuda mi labor hubiera sido mucho más complicada y el resultado, sin duda, más pobre.

 

Antecedentes de la banda municipal de música: una Escuela Filarmónica y su orquesta (1854-1900)

En las últimas décadas del siglo XIX, encontramos en el entonces Cangas de Tineo diversas manifestaciones que nos permiten hablar de un ambiente cultural nada despreciable en nuestra villa, impulsado por las escasas familias acomodadas de la misma. Sabemos, gracias a la prensa local tanto coetánea como posterior a ese momento, de la existencia de un Ateneo que funcionó al menos entre los años 1874 y 1877, de un grupo de aficionados al teatro, varios casinos (como el Casino Recreativo), la Sociedad “La Juventud Católica”, un Círculo de Recreo, etc.

De las crónicas que El Occidente de Asturias realiza sobre la actividad de todas estas entidades, podemos deducir que la música era, con frecuencia, uno de sus más importantes ornamentos, presente en funciones teatrales, veladas culturales, bailes… De este modo, no resulta extraño que a todo ello se añada una Sociedad Filarmónica, cuya existencia se puede comprender aún mejor si la relacionamos con el desarrollo musical que toda Asturias experimentó en la segunda mitad del siglo XIX.

Efectivamente, durante dicho periodo encontramos en las fuentes pruebas de la existencia discontinua en Cangas de Tineo de un conjunto musical ligado a una “escuela”” o “sociedad” filarmónica. Los testimonios más antiguos que he podido encontrar corresponden a 1854: en los presupuestos aprobados por la corporación municipal para dicho año, se incluye una partida de 1500 reales “para el sostenimiento de la escuela filarmónica[1] y con motivo del alumbramiento de la reina Isabel II, el 5 de enero de 1854, el Ayuntamiento decide celebrar, el 16 del mismo mes, una función religiosa solemne, para la cual acuerda:

“(…) que se reclame tambien por oficio á la comisión reglamentaria de la Escuela Filarmonica de esta villa, para que asista la musica á dicha funcion, y demas autos, que la precedan y subsigan, noticiandolo tambien al profesor ó maestro de dicha banda con el objeto de que presida la horquesta para que las tocatas salgan arregladas, (…)”[2]

El Occidente de Asturias, en el número correspondiente al 25 de septiembre de 1883, aporta valiosa información acerca de los avatares de esta agrupación. El periódico explica cómo hacia 1854 funcionaba (tan sólo por unos años) una orquesta de más de treinta músicos, dirigidos por “un tal Uría“. Su actividad se retomaría veinte años más tarde, para volver a interrumpirse enseguida, si bien “varios jóvenes” se reunían y tocaban alguna que otra vez.

Por lo que respecta a las dos últimas décadas del siglo XIX, tenemos constancia (gracias a las crónicas de prensa que recogen múltiples actuaciones) de que existió alguna orquesta, pero que careció de la continuidad deseable. Prueba de esta precariedad es el hecho de que en las actas municipales aparezcan reiteradas solicitudes de ayuda económica para “organizar” o “fundar” una sociedad filarmónica, a cambio de su asistencia en “funciones cívicas”.

Del análisis de las muchas referencias que aparecen en la prensa sobre actuaciones musicales, puede deducirse cuáles eran, ya en estos momentos, las necesidades que cubría la banda de música: intervenía en los principales actos religiosos (Viernes Santo, Corpus Christi, peregrinaciones al santuario del Acebo), y, por supuesto, participaba en las celebraciones festivas de la villa. Pero la orquesta actuaba, además, en todo tipo de acontecimientos que despertaban a la localidad de su rutina y en actos de carácter muy diverso, como la organización de una rifa benéfica[3] o los actos que acompañaron a la colocación, en 1886, del primer poste de la línea telégrafos, que unía la villa canguesa con la de Grado[4], y a la noticia, unos años después, de que se había constituido la sociedad que iba a construir el ferrocarril hasta el concejo[5].

Una muestra representativa de las crónicas mencionadas es la siguiente:

“A las seis de la tarde del viernes salió de la Colegiata la procesion del santo entierro: á pesar de que el dia alumbraba aún, todas las casas de la plaza Mayor y calles de la Fuente, Búrgos, Mayor y Cárcel, aparecieron iluminadas con velas de cera: el alumbrado público tambien lucía sus destellos, que luchaban con la pálida luz del crepúsculo; y la banda de música heria nuestros oidos con los tristes acordes de sentimental marcha fúnebre.”[6]


[1] Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Cangas de Tineo, 1854.
[2] Acta de la sesión del 9 de enero de 1854.

[3] El Occidente de Asturias, nº 253, 23 de enero, y nº 254, 27 de enero de 1885.
[4] El Occidente de Asturias, número 405, 13 de Julio de 1886.
[5] Actas del Ayuntamiento, sesión del 4 de enero de 1898.

[6] El Occidente de Asturias, 27 de marzo de 1883.

 

La creación de la banda municipal: primeros pasos (desde los primeros años del siglo hasta 1920)

En 1904, el Ayuntamiento decide por fin “emprender la definitiva organización de la banda” según consta en el Acta de la Sesión del día 21 de agosto de 1904, en la cual se acuerda comenzar una “clase de música gratuita”. En el mes de setiembre del mismo año, se nombra a D. Bonifacio Pérez Ablanedo como profesor de solfeo de la “Academia de música”[7]. La constitución de una banda municipal debe relacionarse con el crecimiento de la actividad musical que, según Emilio Casares, adquirió un desarrollo sin precedentes en el primer tercio del siglo XX. Uno de sus factores determinantes sería precisamente la proliferación de masas corales y de bandas, que permitiría la participación del pueblo llano en la música.[8]

Jesús Castro, director de la Banda Municipal de Música de Cangas del Narcea. hacia 1910.

Durante los años siguientes encontramos en las actas diversas referencias en las cuales la corporación manifiesta su satisfacción por el funcionamiento de la Banda municipal de música. Se aprueba su reglamento y se decide adquirir instrumentos, atriles, métodos de estudio, alquilar un local para ensayar, etc. El primer nombramiento oficial de Director de la Banda se acuerda en la sesión del 3 de febrero de 1907:

Vistas las instancias presentadas por los aspirantes y los documentos que a las mismas se acompañan se acordó nombrar Director de la banda municipal de música a D. José Castro de Castro, vecino de Oviedo, con el sueldo anual de mil quinientas pesetas“.[9]

Sin embargo, a partir del año 1912, la plaza ya no estará ocupada por su titular. Entre 1912 y 1919, distintos músicos se pondrán al frente de la agrupación: don Benigno Díaz (como “subdirector”), don Bonifacio Pérez Ablanedo y don Lorenzo Menéndez Alonso. A esta inestabilidad que supone el continuo cambio de directores se añade el hecho de que, en esta segunda década del siglo, los gastos ocasionados por la agrupación son mucho menores que en los años anteriores y, en general, en las sesiones municipales, disminuye enormemente la presencia de cuestiones relacionadas con ella.

De la lectura de las Actas del Pleno del Ayuntamiento de Cangas del Narcea podemos deducir también que la banda se había disuelto en los primeros meses de 1914,[10] aunque es probable que los músicos se reunieran para actuar en ocasiones concretas, realizando en ellas las funciones de director don Bonifacio Pérez, último nombre que figura en las actas como responsable de la agrupación. Un ejemplo de ello puede ser su participación en las fiestas del Carmen de 1914, tal y como se anuncia en el programa publicado el 11 de julio en El Distrito cangués.

Parece que el paulatino abandono de la actividad por parte de la banda, que llevará a su completa desaparición en los últimos años de la década, se relaciona fácilmente con lo que estaba sucediendo en estos momentos en el resto de la provincia. Estos años, previos a la dictadura de Primo de Rivera, fueron momentos de crisis y de fuertes tensiones sociales. En el acta de la sesión del 26 de marzo de 1915, se califica la situación del concejo de “verdaderamente angustiosa”. Las asociaciones culturales, instructivo-recreativas, musicales o deportivas atravesaban, en consonancia con todo ello, una grave crisis, que comenzaría a superarse en los años veinte.[11]


[7] Sesión del 11 de setiembre de 1904.
[8] CASARES RODICIO, E. “La música española hasta 1939, o la restauración musical” en Actas del congreso Internacional “España en la música de Occidente”, Madrid, 1987.
[9] Acta de la sesión del 3 de febrero de 1907.

[10] Acta de la sesión del 8 de junio de 1913. (pág. 77 del trabajo)
[11] URÍA GONZÁLEZ, J., “La crisis de la Restauración (1898-1931)”, Historia de Asturias, tomo IV, Oviedo, 1990.

 

Reorganización de la banda de música: la etapa de Don Lorenzo (1925-1936)

Banda municipal de música de Cangas del Narcea, dirigida por Lorenzo Menéndez Alonso, hacia 1925

Es precisamente hacia 1925 cuando coinciden una serie de acontecimientos (tales como la aparición de la revista La Maniega, o la construcción del Teatro Toreno) que nos permiten hablar de un nuevo periodo de efervescencia cultural en la villa. Aunque aún se mantenían las formas de vida tradicionales y las diferencias entre clases sociales, esta actividad estaría orientada en este momento a un conjunto amplio de personas, a diferencia de lo que ocurría en el siglo anterior. Probablemente todo ello no hubiera sucedido sin una favorable coyuntura económica, como la que se produjo en los primeros años de la Dictadura de Primo de Rivera[12].

El segundo periodo de la historia de la banda municipal comienza en el año 1925, cuando el Ayuntamiento emprende la reorganización de la misma. Durante esta etapa su labor fue más continuada y estuvo, además, complementada por otras agrupaciones que el mismo director de la banda organizó. Todo ello se vería truncado por las turbulencias sociales que desembocarían en la guerra civil de 1936.

Corias: Banda Municipal de Música de Cangas del Narcea dirigida por Lorenzo Menéndez Alonso. 1928.

Así pues, en octubre de 1925 se hace cargo de la orquesta, con un sueldo de 1.500 pesetas, don Lorenzo Menéndez Alonso, quien ya había ocupado temporalmente el cargo de director en la década anterior. Entre la documentación que amablemente me prestó su hija, doña Mª Paz Menéndez, se halla la contabilidad de la banda de música correspondiente a los años 1926, 1930, 1931 y 1935. Gracias a ella, sabemos que la subvención municipal no era el único ingreso de la agrupación, sino que recibía otros beneficios a cambio de tocar en procesiones religiosas, en diversas fiestas, o en visitas a otros pueblos, aparte de ocasionales donaciones de particulares. En 1926 encontramos otra partida un tanto curiosa: se trata de 1.019 pesetas obtenidas mediante la rifa de un “xato”.

En el mismo año, después de sufragar otros gastos, se repartieron entre los músicos 4.133 pesetas, según su categoría y, también, en este año, según el tiempo que cada uno había estado en la orquesta. Nueve músicos cobraron las gratificaciones más elevadas: 200 ó 225 pesetas, trece cobraron entre 100 y 200 y dos recibieron menos de cien pesetas. Estas cantidades eran sin duda bastante aceptables para la época.

Durante este periodo, el número de componentes de la agrupación fluctuaba entre veinticinco y veintiocho personas. Así, en 1931, la plantilla instrumental era la siguiente: tres bajos, dos trompas, dos trombones, tres fliscornos, dos cornetines, seis clarinetes, un requinto, un flautín, dos saxofones, tres bombardinos, una caja, unos platillos y un bombo.

La mayoría de estos instrumentos eran heredados de los de la Banda anterior, que habían sido reparados y valorados, en el inventario de bienes municipales realizado en 1923, en 3.500 pesetas. La formación inicial se iría completando con nuevos instrumentos, sufragados unas veces por el Ayuntamiento y otras por la propia banda, que reservaba una parte de los ingresos obtenidos con las actuaciones  para este fin.

A través de las crónicas de la prensa local, es fácil saber cuándo y con qué motivos la banda actuaba en la villa en los años veinte. Las tres funciones básicas señaladas anteriormente (actos religiosos, festejos y cualquier acontecimiento extraordinario acaecido en la población) siguen siendo cometidos de la agrupación en este periodo.

La banda de música participa en las fiestas que se celebran en la villa, asi como en pueblos de los alrededores y  villas cercanas[13]: festejos del Carmen y de La Magdalena, de san Cristóbal, de san Tirso y santa Isabel, “Día de la Raza”, Primero de Mayo y aniversarios de la proclamación de la Segunda República en la villa; de san Antonio, y de la Virgen del Avellano en Pola de Allande; de san Pedro en Tineo; de Nuestra Señora y san Roque en Corias.

Banda municipal de música de Cangas del Narcea, dirigida por Lorenzo Menéndez Alonso, en Corias, hacia 1929

Un testimonio de estas actuaciones lo encontramos en La Maniega nº 21, del año 1929:

“Nuestra Banda de Música, que progresa de día en día, ha llamado la atención de los forasteros que nos visitaron por las fiestas del Carmen. Hemos oído decir a más de un forastero que, a pesar de ser unos niños la mayoría de los músicos, lo hacían bien y con una resistencia sin igual, ya que fueron muchos los días y muchas las horas de cada uno de ellos, en que nuestra banda alegró las fiestas y recreó nuestro oído. De paso, hemos de hacer constar que ha sido bien elegido el traje y gorra de los músicos. Nuestra enhorabuena al infatigable director de la banda, D. Lorenzo Menéndez”.[14]

Dentro aún de esta faceta de carácter lúdico (frente a las otras dos, en las que la banda serviría como elemento de realce de ceremonias o funciones públicas), y aparte de las actuaciones en los días festivos, tenemos constancia de que en estos años había actuaciones de la banda de carácter periódico, como eran los bailes semanales, que se realizaban los domingos durante todo el año, y también los jueves, durante el verano.

Por otro lado, la banda está presente en todos los acontecimientos que suceden en la villa, como puede ser la inauguración del cuartel de la Guardia Civil, o en los recibimientos ofrecidos a instituciones y autoridades que llegan a Cangas: Ateneo Obrero de Gijón, ministro de Gracia y Justicia, conde de Toreno, etc. Durante la República, la banda participa en la recepción al ministro de Fomento, que visita la villa el 9 de julio de 1931, y al de Justicia, en septiembre de 1932[15]. Incluso se desplaza a Oviedo, con la comitiva que allí se dirige con motivo de la visita de Primo de Rivera a Asturias y a Grado, con ocasión de una fiesta que aquella villa dedica a Cangas[16].

La visita a Asturias de Primo de Rivera es aprovechada por el Ayuntamiento para pedir (cito textualmente un fragmento del acta del Pleno del 13 de agosto de 1929) “el máximo apoyo para la obra del ferrocarril de esta villa a Pravia”[17], y a Oviedo acuden con tal propósito, según La Maniega, ciento ochenta personas, incluyendo los miembros de la Banda de música.[18]

El motivo de cada actuación de la banda determinaba, lógicamente, el repertorio que se interpretaba. En las ocasiones especiales (día del Carmen o de Santa Cecilia) se ofrecían  piezas de concierto, pero esto era excepcional, puesto que la gente de la villa reclamaba piezas apropiadas para bailar, tales como pasodobles, fox-trot, tangos, valses… Entre las obras de concierto que recuerdan los músicos, está “La Rapacina”, una fantasía sobre motivos asturianos. Para cubrir el resto de sus funciones, la Banda también interpretaba marchas diversas. Aunque no hemos podido precisar con exactitud su fecha, se conservan todavía algunas particellas de obras de este tipo de compositores como Wagner, Luis Araque o Sousa.


[12] URÍA GONZÁLEZ, J., “La crisis de la Restauración. (1898-1931)”, Historia de Asturias, vol. IV, Oviedo, 1990.
[13] La Maniega: nº9, agosto 1927,p. 6y ss.; nº 10,octubre de1927, p. 7; nº 15, agosto de 1927,pp.12-13; nº 16, octubre de 1928, p.25; nº 21, julio-agosto de 1929, pp. 8-10, y 20-21; nº 27, julio-agosto de  1930, p. 25; nº 28, setiembre-octubre de 1930, pp. 20, 22 y 23, nº 32,mayo-junio 1931, p. 25; nº 33, julio-agosto 1931, pp. 10-11, 22  y 23; nº 34, setiembre-octubre de 1930, p. 20; nº 36, enero-febrero de 1932, pp. 38 y 39; nº 37, marzo-abril de 1932, p. 16, nº 38, mayo-junio de 1932, p. 14; nº 39, julio-agosto de 1932, pp. 7-9 y 14.
[14] Nº 21, julio-agosto de 1929, p. 22.
[15] La Maniega: nº 9, agosto 1927,p. 24; nº 10,octubre de1927, p. 23; nº20, mayo-junio de 1929, p. 4; nº22, setiembre-octubre de 1929, p. 9; nº 33, julio-agosto 1931, p. 22; nº 39, julio-agosto de 1932, p. 16; nº 40, setiembre-octubre de 1932, p. 15.
[16] Actas de Plenos del Ayuntamiento, 2 de junio de 1934.

[17] Plenos del Ayuntamiento, 13 de agosto de 1929.
[18] La Maniega, nº22, setiembre-octubre 1929, p. 9.

Una mayada en Rañeces en 1945

Mayada en Rañeces en 1945. Un alto en la faena, la gente está posando para la foto y algunos hacen cola para tomar vino.

La mayada era una actividad importante e imprescindible en la vida campesina hasta hace cuarenta años. Mayada o machada es el nombre con el que se conoce en nuestro concejo el proceso de desgranar los cereales con los que se elaboraba el pan, que era la base de la alimentación campesina. Los cereales eran el trigo y, sobre todo, el centeno. Estos se sembraban en noviembre y se cosechaban en julio o agosto del año siguiente. A continuación se mayaban. El grano recogido se  almacenaba en el hórreo o la panera, y cuando se necesitaba amasar pan se llevaba al molino para convertirlo en harina.

La mayada se hacía después de la siega del cereal y en ella se juntaban los vecinos para ayudarse unos a otros. Había que hacerla rápido, para evitar la lluvia y aprovechar los días calurosos del verano, con el fin de que el grano estuviese bien seco y se conservase sin problemas.

Antes de los años treinta del siglo XX, la mayada se hacía con manales, con los que se golpeaban las espigas para separar los granos, y con vanos, con los que se aventaba el grano para limpiarlo de pajillas. A partir de esos años comenzaron a llegar a los pueblos las maquinas mayadoras movidas por un motor de gasolina, así como las aventadoras movidas manualmente o por el mismo motor. Estas máquinas se alquilaban por horas o días, y su empleo  redujo considerablemente la duración de las mayadas, aunque siguieron necesitando la colaboración de muchas personas. En las mayadas del pueblo de Rañeces, parroquia de San Cristobal de Entreviñas, se juntaba gente de Robléu, Llamas, Llano y Corias.

La reunión de vecinos para estos trabajos y el hecho de ser el fin de la cosecha, hacían que la mayada fuera también un momento de fiesta con canciones, bailes, comida abundante y vino.

A pesar de su importancia en el ciclo anual de la vida de nuestro concejo, son muy pocos los testimonios gráficos que conocemos de las mayadas. El mejor conjunto de fotos pertenece al alemán y lingüista Fritz Krüger, que fotografió en agosto de 1927 una mayada en el pueblo de Mañores (Tineo) y en casa Jorge, en El Fuejo, en Cangas del Narcea. Ahora, gracias a Javier Collar Martínez, socio del Tous pa Tous, podemos mostrar una serie de fotografías que fue realizada en 1945 por su madre, Dolores Martínez Álvarez, en Rañeces de San Cristobal. Las fotografías no tienen mucha calidad, pero son, sin duda, un testimonio valioso y raro de la vida rural canguesa.

Como suele suceder en casi todos estos testimonios fotográficos de la vida rural, Dolores es una canguesa nacida en Madrid en 1925; su padre era de Casa Celestón, de Rañeces y su madre de Mingón, de Las Tiendas, y en su juventud pasaba los veranos en Rañeces. Se casó en Madrid, pero su marido era de Robléu de San Cristobal. Como buena hija de la emigración, tuvo la curiosidad de retratar la mayada que se hizo en las casas de Celestón y de Escaladas y a sus vecinos del pueblo en aquel verano de 1945.

Fotografías de Dolores Martínez Álvarez

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Breve semblanza de Mario Gómez Gómez (1872-1932)

Mario Gómez Gómez en Cádiz, 1915. Fotografía de M. Iglesias. Col.: familia Álvarez Pereda.

A continuación reproducimos la semblanza, combinación de una especie de bosquejo biográfico y otro autobiográfico, pronunciada por el secretario de El Payar del Tous pa Tous, Manuel Álvarez Pereda, en el acto a la memoria de Mario Gómez Gómez (Cangas del Narcea, 1872-1932):

En Limés, Cangas del Narcea, a 20 de octubre de 2012

Del derecho y del revés
soy de Cangas de Tineo.
Tonto o listo; guapo o feo,
soy de Cangas; soy Cangués.

Y Cangas mi pueblo es
porque así fue mi querer,
que si en Madrid tuve el ser,
fui a Cangas conducido,
y nací donde escogido,
tenía para nacer.

Así empieza el libro De Bogayo, escrito en 1915 por nuestro protagonista, sin duda una de las personalidades más carismáticas del Cangas de todos los tiempos. Y así empieza el libro, en respuesta a una pregunta que el propio Mario Gómez se hace a sí mismo y en la que me apoyaré a lo largo de esta exposición: ¿Que, quién soy yo?, se preguntaba. Una pregunta que en Cangas, la podía responder cualquiera, y en otros muchos lugares, mucha o bastante gente.

Mario Gómez fue un personaje muy popular, que conocía muy bien a sus paisanos porque trataba con todo el mundo, con todas las clases sociales. Conocedor de las costumbres canguesas, del lenguaje, sabía desenvolverse en cualquier situación como “Pedro por su casa”. Pero sobre todo, siempre tenía todas las potencias de su alma fijas en esta tierra que tanto quería porque le vio nacer, porque, según él mismo decía, sufrió muchas de sus travesuras de rapaz, y porque en ella tenía, según decían todos, el cariño de cuantos siquiera una sola vez le trataron.

Otro ilustre cangués y amigo suyo, Borí (Gumersindo Díaz Morodo) en 1916 escribía lo siguiente:

«Removiendo en los recuerdos de la infancia, veo a ese querido cangués gozando ya de una popularidad envidiable. Rapaz inquieto y de iniciativas, supremo jefe de la juventud canguesa, no se organizaba en esta villa una parranda, o una fiesta, o una cabalgata carnavalesca, o una excursión a las montañas que nos circundan… cuando no se emprendía una cruzada contra los gatos o se desarrollaba descomunal pedrea, en que él no estuviese al frente, ordenando, mandando como general que guía sus huestes al combate y a la victoria.

Cuando estudiante, en el tiempo que fuera de Cangas se hallaba, se parecía la villa a una balsa de aceite. En la época de vacaciones, los jóvenes se comunicaban unos a otros la buena nueva, la próxima llegada de Mario Gómez, el cual seguramente traería u organizaría algo nuevo, desconocido, exótico, que haría las delicias de todo el pueblo, de grandes y de chicos, de hombres y de mujeres. […]»

Y es que esto que escribía Borí lo afirmaba el propio Mario:

Desde el Matorro al Mercado;
Del Cascarín al Corral,
no hay un rincón ni un portal
donde yo no haya jugado.

Ni un aldabón respetado,
ni ventana en que asomada
alguna vieja rabiada
con furia no me riñera
al verme tirar certera
a su gato, una pedrada.

De casa de la Calea
a mas allá de Arayón
no hay un pozo ni un rabión
que no sepa, del Narcea.

Ni hay nogal, cuya cacea
no haya manchado mis manos,
ni perales ni manzanos
por donde no gatease,
ni pared que bien guardase
los nisales y avellanos.

Mozo ya, corrí el Concejo
caminante y andarín
a caballo o en pollín
a pelo o con aparejo.

A la vera del pellejo
o de las cubas al pie
mucho bebí y más canté
en todas las romerías,
y repartiendo alegrías
alegría atesoré.

¡Que tiempo feliz aquel! …

Que lo digan Victorino
Fernando Ron, Avelino
Luis de Carballo o Abel.

En bullicioso tropel,
del Acebo a Carrasconte;
del Puelo a San Luis del Monte
marcábamos gayas huellas
y Arvas, Touzaque o Caniel.las
dábannos poco horizonte.

De pedreas, de fiestas, de parrandas… Cierto es, que cuando Mario Gómez estaba aquí, en este su Cangas del alma, todo en él era gozo y alegría, pero esto no era impedimento alguno para que desde muy joven tuviese un gran sentido de la responsabilidad. Terminó brillantemente sus estudios en Madrid, se graduó en Medicina, preparó oposiciones al cuerpo de Sanidad Militar e ingresó en el Ejército tras aprobarlas.

Primer destino África, con base en Melilla, después Trubia (Oviedo), Valladolid, Vitoria, Gijón, y otra vez Trubia destinado en la Fábrica de Armas. Está claro que el hombre tiraba para la patria chica aunque alguna ‘mano negra’ empujaba más fuerte y vinieron más destinos: Pamplona, Reus (Tarragona), vuelta a Melilla y a primera línea de fuego en distintos campamentos de África. Parecía que se iba a librar de la morisma en Barcelona, Manresa… pero, de vuelta al país del moro no sin antes hacer guarnición unos meses en Leganés (Madrid). Durante unos años participó activamente en la campaña de África y por los méritos que fue acumulando consiguió ascender. Pasó a Galicia como Director del Hospital Militar de Vigo. También fue Director del Hospital Militar de Carabanchel (Madrid). Por otro ascenso pasó al Ministerio de la Guerra como Comandante-Médico, dirigió el buque hospital “Almería” y ascendió a Teniente Coronel Médico destinado como director del Hospital Militar de Córdoba. De aquí se hace cargo del buque hospital “Castilla” y pasa a Marruecos donde permanece evacuando heridos hasta el conocido naufragio en aguas de Melilla el 12 de mayo de 1927. Tras dos años de excedencia forzosa en Trubia, se le concede la placa de la Orden Militar de San Hermenegildo pasando a prestar sus servicios a la Capitanía General y al Gobierno Militar. La proclamación de la Segunda República Española en 1931 le pone en Cangas después de casi 35 años de servicio a la Patria. ¡Más de la mitad de su vida!

Agotador, ¿verdad?… así lo contaba el protagonista:

A Madrid fui a estudiar,
pero no se si estudiaba
porque yo siempre cantaba
y era en cangués mi cantar.

Me hice luego militar.
Contra la morisma perra
fui tres veces a la guerra,
y a la sombra del pavés
seguí pensando en cangués;
seguí queriendo a mi tierra.

Cual si a ambulatorio sino
siempre estuviese sujeto,
siempre en marcha, siempre inquieto,
voy de destino en destino.

Mas, ya me cansa el camino.
Jadeante y anheloso
de este mar tempestuoso,
roto el timón y la quilla
va buscando mi barquilla,
de Cangas, almo reposo.

Pero quiero volver a Trubia, porque como os decía antes, no sólo en Cangas era conocido nuestro fundador, no olvidemos que aunque estuvo treinta y cinco años defendiendo la Patria Grande es nuestro fundador, fundó en 1925 el Tous pa Tous y la revista La Maniega, recordad…

y a la sombra del pavés
seguí pensando en cangués;
seguí queriendo a mi tierra.

Pero estábamos en Trubia. ¿Qué armaría (por aquello de la fábrica de armas) nuestro paisano allí para que los trubiecos lo hiciesen Hijo Adoptivo de Oviedo? Durante su estancia como médico en la fábrica de armas, edificó un sanatorio para obreros y les creó centros educativos y de recreo, en los que invertía sus escasos ratos libres dando charlas sobre higiene, alcoholismo, visitando enfermos pobres, facilitándoles alimentos y todo de forma altruista.

Su afán por hacer el bien y ayudar a los más necesitados llevó al Ministerio de la Gobernación a concederle la Cruz de Beneficencia. Y lo dicho, las gentes de Trubia lo acogen en su seno como hijo adoptivo de Oviedo. Pero lo mejor viene ahora…

En agradecimiento, nuestro paisano dedica en 1927 al pueblo de Trubia “un abrazo filial” haciendo gala de su modestia, ya que no le gustaba, para nada, recibir elogios, y les dice:

Y al abrazaros hoy, llamo a mi pueblo natal para abarcarlo entre nosotros: al acercarme a esta pila bautismal, he de bendecir la pila de Cangas del Narcea, en la que recibí el nombre de cangués, con el que me honré toda mi vida y que, con el de trubieco, seguiré honrándome; llamo al pueblo en que nací, donde se informó mi espíritu y en el que descansan mis padres. En este abrazo de hoy abrazo a Trubia y a Cangas, anhelando que también los dos pueblos se abracen.

Abrazaos, pues, los dos pueblos, el industrial y el agrícola, que buenas son las relaciones de Ceres con Vulcano; ambos os mantenéis firmes en las virtudes asturianas, los dos sois igualmente pródigos de corazón. El Trubia y el Narcea llevan unos mismos sones con matices tomados en Covadonga, con cadencias de las gestas hispanas […]

Ya sabéis…

y a la sombra del pavés
seguí pensando en cangués;
seguí queriendo a mi tierra.

Yo, la verdad, a lo mejor no soy objetivo, pero creo que no existió, ni existirá una persona, un personaje, que se merezca más la placa que hoy vamos a descubrir que este paisano. Lo que os acabo de contar son pequeñas pinceladas de lo que Mario Gómez amaba esta tierra que le vio nacer. Médico, militar, escritor en prosa, en verso, cronista, periodista, benefactor, alegre, dicharachero, pero sobre todo, CANGUÉS. CANGUÉS HASTA LA MUERTE y para muestra…:

Sueño ya, de mis vejeces,
despertar por las mañanas
al son de aquellas campanas
que llaman a aquellas preces.

El sol que nace en Rañeces;
y muere por Adralés,
alumbrándome en Cangués
mitigará mis dolores
y él hará crecer las flores
sobre mi tumba, después.

Solo en Cangas pienso ya.
Camino voy del retiro
y solo hacia el pueblo miro
donde mi retiro está.

Cansada mi vida va
en busca de la Refierta
a esperar me abran la puerta
de las tragedias canguesas,
y en barro de amigas huesas
quede mi huesa cubierta.

Como sabéis, a esta casa que él construyó es donde vino a vivir cuando se retiró del Ejército en 1931. El 2 de mayo de ese año escribe en una carta:

“Como habrás leído en la prensa, la República está haciendo las reformas que yo esperaba y a mí me ha traído un aguinaldo dándome mucho más de lo que yo esperaba. En vista de tal bicoca ya cursé la instancia pidiendo el retiro y cuento que para primeros de junio estaré en Limés libre ya e independiente para ir donde quiera”.

Y es que Mario tenía sus planes de jubilación (que no tienen nada que ver con lo que hoy conocemos por planes de pensiones). Como continuación a lo recitado antes sobre su deseo de morir en Cangas decía…

Pero antes que el trance llegue
haréme a las parcas fuerte
y haréle cara a la muerte,
si es que conmigo se atreve.

Antes que el diablo me lleve
daráme otras picardías
y otras nuevas alegrías
en mi pecho brotarán
y cantando pasarán,
leves las vejeces mías.

Tal vez mis piernas cansadas
se animen algún domingo
y pueda echar un respingo
o tejer unas pernadas.

Tal vez en glorias pasadas
se despierte mi mollera,
y sediento o moscardón
eche flores a un pendón
y eche al cuerpo una puchera.

Sueño en la paz del hogar;
sueño al amor de la lumbre
una tibia dulcedumbre,
y un tranquilo meditar.

Sueño en la vera del llar
y en los alegres corrillos
donde con mis chascarrillos
y mis cuentos y consejas
haré escándalo en las viejas
y reir a los chiquillos.

Lamentablemente, disfrutó muy poco tiempo de este retiro y de su querida casa de Limés. Falleció once meses después. Pero esto es algo triste y sin duda don Mario de triste tenía poco. Así que para terminar cantad conmigo: 

Ay macou-se la Pispireta
Pispireta ta muy mancada
Ay mancou-se la Pispireta
En camín de Veiga Pousada.  

Yo soy ferreirín
Nací nel Pumar
Crieime en Bisuyo
Caseime en Vitsar.

¿Queréis saber quién es el autor de esta letra? Pues, descubrid la placa.

Placa a la Memoria de Mario Gómez en Limés

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Homenaje a Mario Gómez y Gómez

altEl presidente del Tous pa Tous, Juaco López Álvarez, habla en esta entrevista en Onda Cero Cangas del Narcea emitida el 19 de octubre de 2012 sobre el fundador de nuestra asociación TOUS PA TOUS y la revista La Maniega, Mario Gómez y Gómez.

Aprovechando la celebración anual de su Asamblea General, el TOUS PA TOUS, Sociedad Canguesa de Amantes del País, homenajeó a su fundador y alma mater don Mario Gómez y Gómez (Cangas del Narcea, 1872-1932). Los actos se celebraron en L.lumés / Limés, no por casusalidad si no porque la casa que actualmente forma parte del complejo hotelero La Casilla, la construyó y en ella vivió el homenajeado.


 

 

Memorias de un cangués, de Mario Gómez y Gómez

Mario Gómez Gómez en Barcelona, 1909.

En 1915, cuando tenía 43 años y residía en la ciudad de Vigo, donde era director del Hospital Militar, Mario Gómez Gómez (Cangas del Narcea, 1872-1932) comienza a escribir sus recuerdos de Cangas del Narcea, que como otros de sus escritos nunca llegó a terminar ni a publicar.

Las memorias de Mario Gómez no son unas memorias íntimas ni familiares, sino unos recuerdos de la vida colectiva de Cangas del Narcea. Abarcan solamente el tiempo de su primera infancia, y esos primeros recuerdos le sirven de excusa para escribir sobre la sociedad canguesa de aquellos años del siglo XIX.

De este modo, cuando escribe sobre el incendio de la casa de Jiménez, que sucedió siendo él un niño, acaba contándonos la historia del comercio en la villa de Cangas del Narcea; cuando recuerda la parada de carruajes y recuas en la plaza de la Refierta (hoy, plaza de Mario Gómez), donde él nació y vivió, aprovecha para describir la arriería de los vecinos del Puerto de Leitariegos, la emigración de los cangueses, etc.; cuando habla de sus paseos a Corias con su abuelo, el médico Benito Gómez, cuenta la historia de llegada e implantación de los dominicos en 1860; cuando rememora el entierro de don Evaristo Flórez de Sierra, de la casa de Nando, acaecido durante su infancia, termina escribiendo sobre los antiguos linajes cangueses, relatando cómo eran los curas párrocos de aquel tiempo, etc.

Las casas de Villamil (a la izda) y de Gómez o casa del Médico (a la dcha), donde nació Mario Gómez en 1872, en la plaza de la Refierta, Cangas del Narcea, hacia 1900; en uno de los balcones del primer piso está su padre, José Gómez. Foto de Eduardo Méndez-Villamil.

En estas memorias hay datos muy valiosos sobre la historia, las costumbres y la vida cotidiana del concejo de Cangas del Narcea en el siglo XIX. Lo que escribe Mario Gómez  sale de sus propios recuerdos y también de lo que le contaron otras personas mayores que él. En primer lugar, de su abuelo. Mario Gómez fue el primer nieto de Benito Gómez (1816 – 1891), el primogénito de su única hija, y ambos , abuelo y nieto, tuvieron una relación muy estrecha. Además, para conocer hechos que acontecieron poco antes de nacer él, entrevistó a personas que habían vivido personalmente algunos de esos hechos relevantes  en la historia local. Menciona a tres informantes: el Tío Alonso de casa Basilio, de El Puerto de Leitariegos, al que entrevistó en Madrid, y que le habló de la arriería y la historia de Leitariegos y su privilegio; Benemérito de Llano Rodríguez-Arango que le informó de la explotación del monte de Muniellos en los años sesenta del siglo XIX y de la entrada de los carlistas en la villa el 17 de enero de 1874, y Claudia de casa Cachón, de Corias, que le contó sus recuerdos de la llegada de los primeros dominicos al convento de Corias en los últimos meses de 1860.

El texto que publicamos en la web del Tous pa Tous está tomado de la edición que en 1985 hizo José María González Azcárate y que publicó la Asociación Cultural “Pintor Luis Álvarez”. El original pertenecía a doña Maruja Peñamaría Gómez, sobrina de Mario Gómez Gómez. En esta nueva edición hemos corregido algunas erratas de imprenta, y añadido información sobre personas y hechos que va entre corchetes.

Memorias de un cangués, de Mario Gómez y Gómez
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Noticias municipales de 1887-1890

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José de Llano Valdés, alcalde de Cangas del Narcea entre el 21 de febrero de 1890 y el 1 de marzo de 1893

Estas noticias del Ayuntamiento de Cangas del Narcea están tomadas del Libro de Actas de los plenos municipales de esos años, recuperado por el Tous pa Tous, que será entregado al archivo municipal el próximo 20 de octubre de 2012, coincidiendo con la asamblea anual del Tous pa Tous.

A finales del siglo XIX el Ayuntamiento de Cangas del Narcea tenía 24 concejales y un presupuesto de alrededor de 143.000 pesetas. La población del concejo era de unos 23.000 habitantes. La plantilla municipal era muy pequeña: un secretario, dos oficiales, un oficial contador y un auxiliar; un cabo, dos guardias y dos serenos, y “barrenderos y reparadores” de las calles de la villa. Además, tenía contratado un sobrestante para presupuestar y supervisar las obras, y un “inspector de carnes”.

Había cinco comisiones, que correspondían a las competencias municipales: hacienda, obras públicas, instrucción pública, beneficencia y sanidad, y policía urbana.

El cargo de alcalde se ocupaba durante dos años. En junio de 1887 salió elegido Salvador Martínez Valle, que sustituyó a Severiano Peláez Riego. Los dos eran conservadores moderados y amigos políticos del conde de Toreno. El 2 de diciembre de 1889 fallece a la edad de 58 años Martínez Valle, “a consecuencia –según el acta de defunción del Registro Civil- de un derrame apoplético cerebral” (es decir, de una trombosis o ictus), y ocupa el cargo provisionalmente el primer teniente de alcalde, Román Rodríguez-Arango,  hasta el 21 de febrero de 1890 en que es elegido José de Llano Valdés. Con él comienza el dominio de la familia De Llano en la política canguesa; su hermano Agustín será el primer teniente de alcalde en esta misma corporación. Los miembros de esta familia eran del partido liberal y seguidores del diputado a Cortes del distrito de Cangas de Tineo Félix Suárez Inclán. Su poder llegará hasta los años veinte del siglo XX con el alcalde José María Díaz López “Penedela”, que estaba casado con Julia de Llano González-Reguerín, hija de José de Llano Valdés.

Los años 1887, 1888 y 1890 fueron de penuria en el concejo de Cangas del Narcea. El 13 de julio de 1887 se dio lectura en una sesión extraordinaria una “comunicación dirigida por los vecinos de Posada y Vega de Rengos, Gillón, Noceda y por los vecinos de Murias y Fulgueraju, manifestando que fuertes tormentas que descargaron en el mes de junio y en el del actual, han destruido por completo los sembrados, por cuya razón piden o bien perdón o rebaja de contribuciones, o en otro caso se les facilite algún socorro”. En la misma sesión algunos concejales mencionan que la calamidad también había afectado a los pueblos de Dagüeño, Cadrijuela, Ambres, Ridera y parroquias de San Julián, Cibea y Bimeda. El 3 de mayo de 1888 varios concejales piden que se “eleven instancias a la Diputación y Ministerio de la Gobernación reclamando recursos y auxilios para hacer frente a la grande miseria que aflige al concejo”, y en otro pleno se menciona la “situación angustiosa que el concejo viene atravesando por la escasez de cosechas”. La pobreza estaba generalizada y en esa misma sesión del 3 de mayo se aprueba “ampliar la comisión [de concejales] nombrada para formar el padrón de 800 familias pobres que deben ser asistidas gratuitamente por los médicos”, con el objeto de terminar este padrón a la mayor brevedad posible.

El libro de actas de los plenos de estos años están llenos de solicitudes y concesiones de ayudas para la construcción o mejora de cementerios (cementerio civil en Posada de Rengos, cementerios de Gillón, Carballo, Fuentes); fuentes (Jalón); caminos vecinales y puentes (Puente Piñera, puente de madera de Ambasaguas, puente de Regla de Naviego); escuelas (escuela de niñas de Naviego), etc.

El matadero de la villa tendrá un gran protagonismo en los plenos, porque el que había en La Vega, junto al mercado de ganado, hubo que derribarlo en 1889 para dejar paso a la carretera de Ibias y era necesario buscar un terreno para construir uno nuevo. También aparece con frecuencia en las sesiones el cementerio de la villa de Cangas, que era pequeño y malo, pero como no había dinero para construir uno nuevo el problema se irá posponiendo hasta 1927 en que se construye el cementerio municipal de Arayon.

El Ayuntamiento también tomaba decisiones relacionadas con la vida religiosa y la moralidad pública, por ejemplo, en un pleno celebrado el 3 de mayo de 1888 se acuerda: “Que uno de los municipales permanezca a la puerta de la Colegiata durante el Santo Sacrificio de la misa y otras funciones en días festivos, para evitar los alborotos que suelen producir algunos jóvenes y niños con perjuicio de los actos religiosos”.

Algunos de los acuerdos de los años 1887 a 1890 fueron los siguientes:

Iglesia de Besullo

8 de febrero de 1887. Se autoriza al alcalde de barrio de Besullo y al párroco a “tomar un trozo de terreno de la plaza pública para ampliar la iglesia”, que se reedificará en ese año con una subvención de 4.167 pesetas otorgada por el Gobierno de S. M. y el trabajo de los vecinos de la parroquia.

Lagar en Santirso

30 de octubre de 1887. “Se acuerda autorizar la construcción de un lagar común para todos los vecinos de Llamas de Ambasaguas en el campo de Santirso, en terreno público”. Es el lagar que en la actualidad forma parte del Museo del Vino de Cangas.

Donativo de biblioteca popular

29 de enero de 1888. Se comunica que “gracias a las gestiones del diputado a Cortes por Tineo, Sr. Sánchez Campomanes, la Dirección General de Instrucción Pública concedió una biblioteca popular con destino a la escuela pública de niños [de Cangas del Narcea]. Se autoriza a recoger la biblioteca a D. José Rodríguez y Gonzalez, cajero de la Caja del Sr. Urquijo” y emigrante del concejo de Cangas del Narcea residente en Madrid.

Sobre aumento de misas en la parroquia de la colegiata

6 de mayo de 1888. “El señor Álvarez Uría manifestó que a causa de las pocas misas que se dicen en esta villa los días festivos, pues se reducen a una en la colegiata parroquial, otra en el convento de dominicas y otra en Santa María de Ambasaguas, es tal la aglomeración de gentes que ni se puede estar en el templo con la atención y respeto debidos, ni es posible evitar que algunas personas se queden, a pesar suyo, sin cumplir con este precepto, y como por otra parte la higiene no está  conforme con la aglomeración de gentes dentro de edificios, especialmente en la estación de verano, propone que pase una comisión al convento de dominicos de San Juan de Corias y ruegue al Reverendo Padre Rector que disponga que uno de los religiosos ordenados, venga todos los días festivos a decir misa a esta villa, siendo posible a las ocho y a las once de la mañana, y que si el padre rector no accediese a los ruegos de la corporación, ya porque la regla lo impida o ya por otra causa, que se ponga en conocimiento del Ilmo. Sr. Obispo de la diócesis para que procure remediar una falta de tanta consideración. Aceptada por unanimidad la proposición, se comisionó a los señores Flórez de Sierra y secretario del Ayuntamiento para desempeñar la comisión”.

Puentes de Besullo

20 de mayo de 1888. Se acordó “que el sobrestante de obras D. Manuel Martínez, pase a reconocer los puentes de Arganza, Las Veigas y Leirón, términos de la parroquia de Besullo, y manifieste lo que pueda costar su reparación, utilizando la prestación personal” de los vecinos de la parroquia.

Sobre alumbrado para 1888-89

2 de junio de 1888. “Acordaron que se coloquen dos faroles, uno en La Cartuja y otro en Santa Catalina, como los había antes de ahora, y que se anuncia la subasta del alumbrado público, incluyendo en ella todos los gastos de conservación de faroles. Que en las condiciones se estipula que los faroles han de alumbrar todas las noches, luzca o no la luna, hasta la hora de las 12 de la noche, y que los faroles de la calle de la Cárcel, La Fuente, el de la entrada del Corral, el del Puente y el del Mercado que alumbraran hasta el amanecer, cuidando de que las condiciones se cumplan al pie de la letra”.

Sobre transito de carros por las calles de la villa

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Carromato en Corias en dirección a la villa de Cangas del Narcea, hacia 1915

17 de junio de 1888. Propuesta del regidor sindico “pidiendo se prohíba que los carros de leña y otros artículos que vienen a venderse a la villa, anden por las calles y plazas de la misma, señalándoles un sitio para evitar los atropellos y disturbios a que da lugar, y que los carromatos, después de hecho el descargue, que será a las tres horas de su llegada, salgan también para El Corral u otro punto de las afueras. El señor Llano Flórez propone que en lugar de señalarles sitio, se les obligue a desalojar la villa a la hora de las once, pudiendo andar hasta dicha hora por las calles y plazas, como lo venían haciendo. Puestas a votación [las dos propuestas] resultó aprobada la del señor Llano Flórez por mayoría”.

Recetas de pobres

16 de diciembre de 1888. “Teniendo en consideración los muchísimos individuos que se presentan reclamando medicamentos gratis, lo cual no puede continuar así por carecer de recursos para ello [el Ayuntamiento], se acuerda que se recomiende a la comisión encargada de formar el padrón de pobres lo ultime a la mayor brevedad posible, y mientras tanto que [esos vecinos] justifiquen con una certificación del párroco y pedáneo que son pobres de solemnidad, sin cuyo requisito no se les darán las recetas como tales pobres”.

Sobre sitio para castrar ganados

31 de marzo de 1889. “El señor Llano Flórez pide que se señale un sitio retirado para castrar ganados, cuya operación se está verificando públicamente en el campo de La Vega y a presencia de niños, lo cual es bastante escandaloso, y el ayuntamiento acuerda que desde luego se dé orden a la guardia municipal para que obliguen a los castradores a llevar a cabo las operaciones a la parte de abajo del campo, y que tan pronto como rija el próximo presupuesto se cerque un trocito de terreno con dicho objeto”.

Creación de tres ferias nuevas

23 de mayo de 1890. “Interpretando los deseos de los vecinos de esta villa y del concejo acuerdan en uso de las atribuciones que le concede el artículo 72, establecer  tres ferias en esta villa en los días siguientes: 1ª. El segundo viernes del mes de febrero; 2ª. El primer viernes del mes de marzo, y 3ª. El día 15 de julio, anunciándolos oportunamente”.

Sobre necesidad de reparaciones de calles, plazas, caminos cementerios, etc.

31 de diciembre de 1890. “Es de necesidad que la corporación resuelva respecto a varias obras consistentes en su mayor parte en reparaciones y arreglos de calles, plazas, caminos, cementerios, etc., sobre las que se han hecho varias reclamaciones a la alcaldía, y son las siguientes:

Reparación y arreglo de varios trozos de empedrados, afirmado, aceras y alcantarillado en todas las calles y plazas de esta villa, especialmente en las de más tránsito que se hallan en estado bastante lamentable de abandono por haber trascurrido muchos años sin que se haya hecho en ellas obra alguna radical. Que también es de necesidad construir un enlosado en la plaza de Toreno que sirva de paseo por las noches. Que se necesita la adquisición y plantación de varios árboles en el mercado de ganados, en el paseo de La Vega y en las plazas. Que es de necesidad ultimar el alcantarillado de la calle Mayor y sitios de la plazuela del Centro y entrada por la plaza de Toreno. Que también es urgente el dar de blanco a las casas consistoriales, casa-escuela y teatro haciendo pequeñas reparaciones en sus paredes. Que hay que atender al arreglo de los puentes de madera de Vegadecanes, Ambasaguas, La Regla, Montañas, Bimeda, La Viña y Besullo, y al puente y pontón de piedra de Corias excavados por el río. Que hallándose el mercado de ganados lleno de escombros y baches y su cerca derruida por varios puntos, lo cual perjudica para el incremento de ferias y mercados, conviene también atender sin demora a tan importante necesidad. Que es asimismo necesario proceder a la reparación o restauración del paseo público, a fin de evitar que continuando tan lamentable abandono sea muy costosa la reparación si se demora, adquiriendo algunos bancos que se recogerán durante el invierno. Que también es de necesidad arreglar dos fuentes en el inmediato pueblo de Corias y proceder a la limpieza general de sus calles y caminos, puesto que por su población ya requiere alguna atención referente a policía. Que urge también la reparación de varios trozos de caminos en La Bubia, Tremado de Carballo, Posada de Rengos, Barguera, Besullo y Montañas.

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La fuente del Reguerón, que se menciona en este libro de actas, no fue construida hasta 1909

Y por último, que es de necesidad la construcción de un abrevadero público en el sitio de La Cartuja; de una fuente en El Reguerón, en el sitio donde espontáneamente salen las aguas; construcción de un lavadero, un matadero y unos cementerios y surtido de aguas potables para la villa, estas últimas cuando los fondos del municipio lo permitan; y respecto a las demás aplicando las partidas consignadas en el presupuesto urgente y las que se consignen en el adicional de nuevos gastos, porque de ninguna manera la corporación puede permitir que los deterioros vayan en aumento por abandono o falta de actividad.

Abierto a discusión sobre el asunto y después de haber hecho uso de la palabra varios concejales, se acordó en primer lugar por unanimidad dar un voto de gracias a la presidencia por el celo que demuestra en favor de los intereses del concejo, mediante a que las reparaciones y obras enunciadas son todas de reconocida necesidad y muchas de ellas urgentes; y en segundo lugar que se autoriza a la misma presidencia para que proceda desde luego a la inclusión de las partidas que figuran en el actual presupuesto para calles, caminos y cementerios, igualmente que las que se incluyan en el adicional que se ha de formar en el mes de febrero próximo”.

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El vino de Cangas en 1956

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La familia Ríos, de Cangas del Narcea, en la vendimia, octubre de 1959. Col. de Amancio M. Ríos.

Hemos encontrado en una hoja suelta, tal vez arrancada de un portfolio de las Fiestas del Carmen y de la Magdalena de Cangas del Narcea, un artículo anónimo fechado en Cangas del Narcea en 1956 y titulado: “El vino de Cangas”. El artículo describe el estado del viñedo y el vino en los años centrales del siglo XX, una época en la que la industria ya estaba reducida al ámbito doméstico, pero en la que todavía no había empezado el abandono masivo de las viñas que ocurrió en los años sesenta y setenta. El autor hace unas atinadas consideraciones sobre el futuro de nuestro vino, que se confirmaron con el tiempo, como, por ejemplo, lo que dice sobre el vino blanco o la organización común de los cosecheros.

El vino de Cangas

El viñedo en el Principado de Asturias ocupa un área limitada de cultivo, que se circunscribe exclusivamente a la parte sur-occidental de la provincia, siendo el concejo más importante en esta clase de producción el de Cangas del Narcea; cosechándose vino, aunque en porcentaje mucho menor, en los concejos de Ibias, Pesoz, Grandas de Salime y Tineo. Puede decirse que la producción vinícola en el concejo de Cangas del Narcea alcanza la cifra de los dos millones de litros, siendo la superficie dedicada a esta clase de cultivo de unas mil quinientas hectáreas, aproximadamente, en las cuales se hallan plantadas, sobre poco más o menos, millón y medio de cepas o vides.

Debido a la especial climatología del país -generalmente húmeda y sujeta a frecuentes e intensas heladas, que tanto perjudican al viñedo, y que tantas enfermedades parasitarias producen-, se han escogido para la plantación los tipos de vid más apropiados, siendo los principales: el verdejo, alvarín, carrasco y algunos moscateles, si bien se dan otras diversas variedades, en menor escala. Se ha tenido en cuenta, asimismo, para verificar estas plantaciones, la especial característica de los terrenos, comúnmente arcillosos y accidentados, muchos de los cuales no es posible dedicar a cualquiera otra clase de cultivos. La plantación se efectúa alineando las vides en hileras, y sujetándolas o adosándolas a tiras de alambre, que a su vez van sujetas a estacas de madera. Debido a todos estos factores fácilmente se comprenderá, y así es en efecto, que el cultivo de la vid en el concejo de Cangas del Narcea, exige y requiere una atención, unos cuidados y un gusto, que solamente es posible realizar a fuerza de sacrificios, de tesón y algunas veces hasta “mimosamente”. El cultivo de la vid, a base del procedimiento denominado de “cepa redonda”, tan generalizado y tan natural en todas las regiones vinícolas de nuestra patria, apenas se ve en este concejo, y por todas estas razones, repetimos, es enormemente más costoso y más laborioso que en otras zonas.

El vino de Cangas es generalmente tinto, de poca graduación alcohólica -9 a 12 grados- más bien de tipo seco, buena cubierta y color, y con cierto grado de acidez, que hace rechazarlo, en principio, a quienes por primera vez lo prueban; pero que  acostumbrándose  no beben otro alguno, porque reúne unas especiales características que lo hacen una bebida saludable y apropiada siempre.

El vino cosechado en este concejo se consume todo él aquí, pues la exportación no existe en realidad. Existen bodegas y “bares” que lo expenden, dónde a la caída de la tarde, generalmente, se juntan los cangueses a tomar un “porro”, o más típica y vulgarmente, “una puchera” -equivalente a medio litro- en reunión amigable, mientras comentan y charlan de mil cosas, compensando, con estos momentos de esparcimiento, la dura jornada diaria de trabajo. También se consume este vino, a las horas de las comidas, en casas particulares, por ser altamente aperitivo y gran estimulante del apetito. Aunque aquí en Cangas hay un refrán que dice: “Por San Andrés el vino nuevo añejo es”, queriendo indicar que hasta primeros de diciembre no debe beberse el vino de la nueva cosecha, comienza a beberse ya al poco de realizarse la vendimia, una vez que hubo fermentado en las cubas o “tinas” destinadas al efecto. Sin embargo, cuando este vino adquiere su mejor sabor y cuando más agradable resulta su degustación, es a partir del primer trasiego, que se verifica en febrero o marzo, una vez purificado y con todas sus buenas propiedades. Se bebe con toda clase de comidas; pero cuando más rico y agradable resulta, es tomándolo con los típicos productos del cerdo, cuya matanza familiar es común en esta villa, así como con toda clase de pescados.

Estos vinos de Cangas del Narcea, como queda dicho, poco alcohólicos por lo general, son de vivo y subido color, y muy frescos y finos, porque aquí no hay mixturas ni manipulaciones químicas de ninguna clase, por lo que resultan sanos y beneficiosos para el organismo.

Tienen muchas cualidades y condiciones de los famosos de Burdeos, a los que se asemejan bastante, y desde luego, con algún empleo y cuidado en su elaboración, podrían competir en firmeza y aroma con los de marcas más famosas, y serían dignos de figurar en señoriales y refinadas mesas. No hace muchos años, algunos cosecheros de este vino de Cangas, que extremaron estos cuidados en su elaboración, consiguieron hacer unos tipos de vino embotellado, que no solamente constituyeron una verdadera calidad y adquirieron sólido crédito en el mercado, sino que acudieron también a exposiciones y concursos, obteniendo valiosos premios, como por ejemplo: Medalla de Plata en la 13ª Exposición Internacional de Burdeos, en 1895; Medalla de Oro en Angers, en 1893, y Diploma de Honor en la Exposición Regional de Lugo, en el año 1896.

En mucha menor escala, y casi por capricho, también algunos cosecheros suelen fabricar vinos blancos, de mejor sabor y condiciones que los tintos, y que desde luego llaman la atención, y hacen suponer muy fundadamente, que de ser esmeradamente fabricados se abriría un camino franco en el mercado, con lo cual saldrían todos gananciosos. Claro está que para ello habrían de estar estos cosecheros debidamente organizados, por ejemplo, en forma cooperativa, ya que de otro modo es imposible llevar a cabo nada practico en tal sentido, teniendo en cuenta que son muchos, y que los hay que cosechan desde 500 litros hasta 50.000. Al igual que sucede en Asturias con otras clases de cultivos, y con la propiedad en general, el minifundio es muy acentuado, y ello impide la unión precisa para una organización común, que haría de nuestros vinos un artículo verdaderamente apreciado, y, por ende, mucho más ventajoso para todos. Sin embargo, con buena voluntad y noble intención, es posible realizar las más difíciles empresas, y creemos que ésta no lo es tanto como parece.

Cangas del Narcea, julio de 1956.

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Descripción geográfica-histórica del concejo de Cangas del Narcea en 1802

“Son los naturales [de Cangas del Narcea] de estatura regular, pero hacia los puertos más robustos
y agraciados; aguantan mucho trabajo. Su índole generalmente es pacífica y son muy adheridos a su país”.
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Puente de Tebongo sobre el río Narcea. Los puentes de piedra que existían en el concejo en 1802 aparecen mencionados en esta ‘Descripción’.

La Descripción que publicamos a continuación fue escrita para el “Diccionario geográfico-histórico de Asturias”, que bajo la dirección del canónigo asturiano Francisco Martínez Marina (Oviedo, 1754 – Zaragoza, 1833) promovió la Real Academia de la Historia en los primeros años del siglo XIX. Este Diccionario se incluía en un proyecto más amplio, iniciado en 1772, cuyo fin era la realización del Diccionario geográfico-histórico de España.

El “Diccionario de Asturias” nunca llegó a publicarse, sin embargo información y textos extraídos de la documentación recopilada para él –como es el caso de nuestra Descripción– fueron aprovechados para confeccionar el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España realizado por Pascual Madoz entre 1845-1850.

Martínez Marina solicitó para realizar este Diccionario la ayuda de muchas personas de Asturias, a las que remitía un detallado cuestionario. En el caso de Cangas del Narcea pidió ayuda al conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano (Cangas del Narcea, 1727 – 1805), y a Pedro de Ayala, canónigo de Oviedo, pero ambos rehusaron colaborar. Esto mismo le sucedió a Martínez Marina con otras muchas personas en otros lugares de Asturias y fue la causa de que la obra se retrasase y al final, debido a este y otros contratiempos, no viera la luz.

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Vista del monte de Muniellos desde Pena Ventana en agosto de 2012

Uno de los grandes apoyos que tuvo Martínez Marina fue el Obispo de Oviedo, Juan de Llano Ponte (Avilés, 1727-1805), que colaboró personalmente en la redacción de algunas noticias y, sobre todo, solicitó la ayuda de muchos curas de su diócesis. El 9 de marzo de 1802 Llano Ponte escribe a Martínez Marina: “Llegó y remito la relación del concejo de Cangas de Tineo, que está bien exacta, aunque la razón de las producciones del concejo debería ser por parroquias”. Esta “relación” es la Descripción que publicamos ahora en la web del Tous pa Tous y que lleva por título completo: “Descripción geográfica histórica del concejo de Cangas de Tineo en el Principado de Asturias, hecha por encargo del Ilmo. Sr. Obispo de Oviedo. Año de 1802”.

La Descripción no está firmada, aunque es casi seguro que su autor fue el párroco de la villa de Cangas del Narcea que unos meses más tarde envía unas “Adicciones a la Descripción Geográfico-histórica del concejo de Cangas de Tineo (cuyo mapa acompaña)”; en estas adicciones recopila información sobre cangueses que han destacado por sus carreras militar, política y eclesiástica. En 1802 el párroco era Gerónimo de la Faya, que no era natural de Cangas del Narcea, pero cuya vida transcurrió en gran parte aquí: en 1787 ya aparece empadronado en la villa y el 8 de junio de 1820 muere en ella, y es enterrado en la Colegiata.

El manuscrito original de esta Descripción del concejo de Cangas del Narcea escrita en 1802 está en la Real Academia de la Historia, en Madrid, y consta de 39 folios. Nosotros tenemos que agradecerle a Adolfo García Martínez que nos haya pasado una fotocopia del escrito original. Esta es la primera vez que se publica íntegramente.

Su contenido se divide en cuatro partes:

1ª parte. Descripción de los límites y el terreno del concejo, con especial hincapié en sus ríos.

2ª parte. Dedicada a la villa de Cangas del Narcea, donde se enumeran sus edificios más notables, la forma del gobierno del concejo y su actividad industrial (tenería o fábrica de curtidos, explotación del monte de Muniellos).

3ª parte. Relación de las 45 parroquias y siete anejos del concejo, en la que se menciona su localización, los pueblos que las integran, el número de vecinos y otros datos como la existencia de puentes y de restos antiguos (lápidas antiguas, capillas, castillos, torres).

y 4ª parte. Enumeración de datos sobre la población, producciones e industrias del concejo, así como algunas características sobre su naturaleza y habitantes.

NOTICIAS ARQUEOLÓGICAS

Uno de los aspectos que más interesaba a la Real Academia de la Historia, como se desprende del cuestionario enviado a los colaboradores del Diccionario, era la existencia de restos u obras antiguas: “castillos fuertes”, iglesias, ermitas, santuarios, sepulcros, “lápidas con inscripciones romanas o góticas”, “antiguallas, vestigios o ruinas de pueblos”, e incluso la noticia de “algún sitio, batalla o suceso memorable”.

En la Descripción del concejo de Cangas del Narcea se recogen los textos de varias lapidas funerarias o de consagración de iglesias, como los que existen en las parroquias de Cibea, Cibuyo, Castanedo, Naviego o en el Monasterio de Corias, así como noticias de restos de “castillos antiguos”, que corresponden a poblados castreños de época prerromana o romana y también a castillos medievales. Estas noticias constituyen las primeras referencias escritas que existen sobre estos yacimientos arqueológicos. Sin embargo, el autor, aunque tiene muy presente la idea de un tiempo pasado, no sitúa estos restos en un periodo determinado de la antigüedad y a los castros los cita como “castillos antiguos”, destacando en algunos casos su localización inexpugnable.

En relación con estas noticias se dice en la parroquia de Besullo: “Y en sus inmediaciones y las de la parroquia anterior [Las Montañas] se hallan varios vestigios de haberse beneficiado allí minerales”. Estos “vestigios” todavía se conservan y pertenecen a explotaciones auríferas de época romana.

La relación de “castillos” o castros que menciona la Descripción de Cangas del Narcea de 1802 es la siguiente:

Villa de Cangas del Narcea

Parroquia de Cangas del Narcea: en la Descripción se dice que la villa de Cangas había “estado antiguamente en su cumbre, llamada La Cogolla, como a un tiro de bala de donde hoy se halla, defendida de un castillo fuerte, del que aún también se dice allí el Vallado”.

Río Rengos o Río Narcea

Parroquia de Santa Eulalia de Cueras: en Llano, “vestigios de un castillo antiguo llamado de Segura”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Castro.

Parroquia de Cibuyo: “A media legua más arriba, también a la parte occidental del río, se ven aún ruinas de un castillo antiguo llamado la Palanquera, cuyo nombre conserva aquel sitio”. Probablemente se trata del castro que hay en Veiga’l Castro conocido hoy como Las Torres.

Parroquia de Posada de Rengos: Un poco más arriba de la unión del río que baja por el valle de Moal con el río Narcea “se hallan vestigios de un castillo antiguo, cuyo sitio se llama aún el Castro”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Castro en el pueblo de Ventanueva.

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Castro sobre el pueblo de Tremáu de Carballo, mencionado en esta Descripción de 1802.

Río Cibea

Parroquia de Cibea: en el sitio de Miramontes (Sorrodiles), “cuya situación y torre indican que hubo allí castillo”. Catalogada actualmente como una torre bajomedieval.

Parroquia de Carballo: en Tremado, “sobre el mismo lugar hubo antiguamente un castillo llamado Trasmato, del que aún se ve tal cual ruina”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Castro.

Partido de Sierra

Parroquia de Tebongo: en Portiella, “frente a este último, que está del lado occidental del río, y en el que hubo un castillo antiguo de su nombre, desagua el río de Onón”. Lugar conocido como El Castiechu y catalogado actualmente como una torre medieval.

Parroquia de Santa María de Regla de Jarceley: “E inmediato a Pambley, en una roca escarpada sobre el río, se ven varios trozos de las ruinas de un castillo muy antiguo, que por su situación sería inexpugnable en aquellos tiempos”.

Parroquia de Tainás: “Poco más abajo de Castiello (en que se dice hubo un castillo antiguo donde hoy llaman los Castros) se une el otro brazo del río…”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Chano las Coronas.

Parroquia de Santiago de Sierra: en “Becerrales (donde se dice hubo un castillo antiguo)”. El castro conocido más cercano a este pueblo es El Castiecho, en Valcabo.

Descripción geográfico-histórica del concejo de Cangas de Tineo en el Principado de Asturias
Año de 1802
BIBLIOGRAFÍA
FERRERO, M., Linajes asturianos: Padrones de la villa y concejo de Cangas de Tineo (Madrid: I. Salazar y Castro, 1967).
GONZÁLEZ, J. M., “Catalogación de los castros asturianos”, en Miscelánea histórica asturiana (Oviedo: 1976).
PÉREZ DE CASTRO, J. L. El Diccionario Geográfico Histórico de Asturias (Oviedo: I.D.E.A., 1959).
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Los quintos de Cangas del Narcea en 1886

Recuperado el Libro del Reemplazo de ese año, que será entregado en las próximas semanas al Archivo Municipal de Cangas del Narcea.

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Soldados de Cangas del Narcea retratados en Corias, hacia 1927. Fotografía de Benjamín R. Membiela.

El socio del Tous pa Tous Eladio Regueral Martínez ha encontrado en su casa el Libro del Reemplazo de 1886 del concejo de Cangas del Narcea, en el que se recoge todo lo concerniente al llamamiento de mozos para el servicio militar obligatorio, cuya responsabilidad recaía en los ayuntamientos.

El servicio militar obligatorio se había establecido en España en 1835. En 1886 duraba tres años. Los ayuntamientos tenían encomendada por la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército el llamamiento de todos los varones de 19 años para el cumplimiento de ese servicio. La lista de los mozos se solicitaba a los alcaldes de barrio y a los curas párrocos, que la hacían a partir de los libros de bautizados. En la casa consistorial, ante una comisión integrada por representantes del municipio, dos médicos, un oficial del Ejército y un sargento tallador, se medía la estatura de los mozos y se presentaban las alegaciones para librarse de este servicio. Existían varias causas para no hacer la mili: no alcanzar la talla mínima exigida (1,50 metros), padecer alguna enfermedad o defecto físico y tener una situación familiar desfavorable: hijo de viuda, hijo de padre pobre e impedido, “hermano de soldado y mantener a su padre impedido y pobre”, etc. Cuando el joven no se presentaba, eran su padre o su madre quienes comunicaban a la comisión que su hijo había fallecido o residía fuera. Para avalar la situación familiar del mozo, este tenía que presentar dos testigos ajenos a la familia y un informe del párroco.

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Circular del alcalde de Cangas del Narcea solicitando al párroco y al alcalde de barrio de Larna la relación de mozos de la parroquia para el llamamiento al servicio militar, 20 de diciembre de 1919.

Toda esta información se recogía, año tras año, en unos libros que se conservaban en los archivos municipales y que son una fuente de información muy útil para conocer la vida de nuestros antepasados. Lamentablemente, en el Archivo Municipal de Cangas del Narcea solo se conserva un libro de esta clase del siglo XIX, el que corresponde al reemplazo de 1848, y los del siglo XX comienzan en 1918 y llegan hasta la desaparición del servicio militar obligatorio en 2001. Todos los libros que faltan, desde 1848 hasta 1918, fueron inexplicablemente tirados a la basura en los años sesenta del siglo XX, por orden de un secretario municipal, y eso, a pesar de que estos libros habían sido encuadernados a conciencia con el fin de perdurar en el tiempo.

El libro de 1886 aparecido ahora se conservó gracias a Eladio Regueral Uría, funcionario municipal, que decidió “salvarlo” porque uno de los mozos que aparece en él es su padre, Adoración Regueral Flórez.

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Gráfica que refleja el nº de mozos del Reemplazo de 1886 clasificados según la talla.

Los jóvenes del reemplazo de 1886 habían nacido en 1867. En Cangas del Narcea fueron llamados a filas: 237 mozos, de los cuales se tallaron 209. La talla media de estos jóvenes era: 1,52 metros. Una estatura realmente baja para jóvenes varones. En esa época la talla media de los reclutas españoles era de 1,61 m., que era, además, la más baja de la Europa occidental: la de los franceses era 1,66 m., y la de los ingleses y suecos: 1,69 m. Todos los estudiosos de la estatura humana están de acuerdo en que estos registros constituyen el mejor parámetro para evaluar el bienestar biológico y la nutrición de las poblaciones. “La talla -según el estudioso James Tanner- es el espejo del nivel de vida de una sociedad”, y conociendo la talla de los mozos de Cangas del Narcea en 1886 está claro que la penuria en la que vivían muchos de nuestros antepasados era grande.

El mozo más bajo del concejo de Cangas del Narcea en 1886 medía 1,09 m. (José Torre Hidalgo, de Robledo de Tainás), había otro de 1,20 m. (Rudesindo Rodríguez Pérez, de Peñas), y cinco de 1,30 m. (Juan Amago Álvarez, de Escrita; Manuel Rubio Rodríguez, de Trones; Francisco Rubio González y Enrique Fernández Berdasco, de Parada de Tainás, y Manuel Blanco, de La Linde). Cincuenta y nueve mozos medían entre 1,45 y 1,49 metros. Los más altos alcanzaban la talla de 1,70 m. y eran cuatro. Eso sí, ninguno de todos estos fue al Ejercito, ni los bajos ni los altos.

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Lista de los mozos del Reemplazo de 1886 (I)

Los primeros libraron por su baja estatura y los últimos por diversos motivos: Alfredo Ron González, de Cangas del Narcea, alegó defectos físicos y fue declarado inútil; José Iglesias, de Arbolente, hijo de padres desconocidos, “alegó enfermedad del pecho y defecto en un pie”; Segundo López López, de Gedrez, “alega mantener a su madre viuda y pobre, y para probarlo presenta por testigos a Pablo Collar, su vecino, y Manuel Iglesias, de esta villa, los que juramentados en forma declaran: El Collar que conoce a la madre del alegante, viuda y pobre, y que solo tenía cuatro hijos varones, llamados Manuel, que está impedido [según los médicos tenía un bocio bastante voluminoso que le impedía dedicarse a cualquier clase de trabajo], José y Benito, estos dos menores de diez y siete años, y al alegante, que es quien se dedica constantemente al cultivo de una corta labranza que llevan parte de arriendo y parte en propiedad, con lo que, calcula el testigo, aporta a su madre cuatro reales diarios con los que le ayuda a vivir y sin estos auxilios la madre y hermanos se verían reducidos a la miseria”, y, por último, Ladislao López Fernández, de Cangas del Narcea, “alegó deformidad del tórax con dificultad de la respiración y de los movimientos; pero si no le fuese suficiente alegó también mantener a su hermano Benito, menor de 17 años e impedido, exención que presenta para que se le oiga sino es suficiente la primera”.

No era algo excepcional alegar motivos para evitar el servicio militar. En España nadie quería ir al Ejército y por eso casi la totalidad de los 237 mozos cangueses alegaron algún motivo para evitarlo. Las razones eran muchas. En aquellas fechas el servicio militar era muy largo (tres años) y las condiciones de los cuarteles eran penosas: había poca higiene, la comida era mala y el trato al soldado era muy duro. Además, muchos iban destinados para las colonias de Ultramar, especialmente a la isla de Cuba y allí morían muchos soldados, no en combate, sino por enfermedad; la cifra era terrible, de cada dos soldados que marchaba a Cuba, uno fallecía. Por otra parte, en un concejo de campesinos como era Cangas del Narcea en 1886, el que un hijo de 19 años se marchase durante tres años y no trabajase para su casa en la labranza y la cría del ganado suponía una pérdida muy grande.

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Lista de los mozos del Reemplazo de 1886 (II)

El destino de los quintos cangueses de 1886 fue el siguiente: 98 mozos fueron excluidos totalmente por medir menos de 1,50 metros y nueve fueron declarados inútiles por defectos físicos; la mayor parte de los mozos fueron declarados “soldados condicionales” o “en depósito” porque alegaron mantener a sus padres pobres o sexagenarios, o ser hijos de viuda o de madre soltera y pobre (16 mozos eran hijos de mujeres solteras), etc. En definitiva, solo 45 mozos del concejo de Cangas del Narcea fueron sorteados como soldados ese año.

Ocho mozos fueron declarados prófugos: Evaristo Díaz Argüelles, de Cangas del Narcea, “se presentó su padre y expresó que se halla en la República Argentina y residiendo en Buenos Aires, sin que sepa la calle”; Pedro Díaz Fernández, de San Pedro de las Montañas, “se presentó su tío Manuel Díaz y manifestó que el mozo se halla en la Isla de Cuba, sin que sepa su paradero ninguno de la familia”; Quintín Álvarez, de El Otriello, “se presentó su padrastro Antonio Campos y expresó que el mozo se halla de viaje, pero que padece defecto físico”; Marcial Martínez Álvarez, de El Otriello, “en Madrid desde hace cinco años”; Miguel Díaz Rodríguez-Castellano, de Fuentes de las Montañas, “se presentó su padre y manifestó que su hijo se halla en la Isla de Cuba y que no sabe de su paradero hace cuatro años”; Antonio Martínez González, de Anderve, “no se presentó nadie”; Manuel López Flórez, de Regla de Cibea, “se presentó su padre y expresó que el mozo se halla en Madrid y que tenía algunos defectos físicos”; Ginés Gómez López, de Caldevilla de Rengos, “según manifestación de José Pérez, de Posada, tanto él como sus padres y hermanos viven en Madrid”.

La emigración fue uno de recursos habituales que tuvieron los pobres para escapar del servicio militar: Cuba, Argentina y, sobre todo, Madrid. Más de una veintena de los mozos llamados a filas en Cangas del Narcea residían en Madrid, y los testigos que se presentaban en el ayuntamiento juraban que eran aquellos mozos los que mantenían a sus padres, “pobres e impedidos”, con el dinero que enviaban por medio de los arrieros de El Puerto o de algún vecino. Algunos de estos mozos mencionan sus trabajos en Madrid: Manuel Collar Collar, de Gedrez, “camarero en el café de la Concepción”; Vicente García Rodríguez, de Cibuyo, aguador, o José Ramón Vega Álvarez, “dedicado al comercio”.

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Lista de los mozos del Reemplazo de 1886 (III)

Los motivos que alegan los mozos y sus familiares para no ir al servicio militar constituyen un mosaico de vidas canguesas en aquel año de 1886. Ese año y los anteriores fueron tiempos de hambre y penuria debido a malas cosechas, que provocaron la escasez de alimentos y la pobreza generalizada. Por ejemplo, el caso de Celestino Rodríguez Álvarez, de Olgo, que reside en Madrid desde mayo de 1885, tiene una hermano casado que solo vive de su trabajo en el campo, y, según un testigo “él era quien cultivaba la labranza que el padre posee y con cuyos productos lo mantenía; que si marchó para Madrid fue con objeto de ganar algún dinero para ayuda de pagar contribuciones, rentas y algunas deudas que tiene el padre sobre sí; que desde que está en Madrid saben que le ha remitido algunas ropas, y el padre cuenta con lo que el hijo gane para salir de sus atrasos”.

Otro caso más: Faustino Acevedo Fernández, de Carballo, también residía en Madrid, su padre, según los médicos, tenía una “gastritis crónica” y sus dos hermanos era “raquíticos y no pueden ayudar en nada al padre”; Faustino, según un testigo, “hasta hace cosa de dos meses que marchó para Madrid se dedicaba constantemente a ganar un jornal en la carretera o en las viñas, cuyo producto de cinco reales entregó siempre al padre como buen hijo; que el padre es sumamente pobre y está impedido, por cuya razón le es indispensable el auxilio del hijo Faustino, el cual desde que marchó para Madrid le remitió treinta reales y algunas ropas por los arrieros del Puerto”.


Centro Vitícola de Obanca (Cangas del Narcea), 1902

Cada día vamos descubriendo más cosas sobre el vino de Cangas, que confirman la altura que alcanzó el cultivo del viñedo y la elaboración del vino en nuestro concejo de Cangas del Narcea en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX.

A los trabajos de Nicolás Suárez Cantón, a la modernización promovida por Anselmo González del Valle con técnicos franceses y a la información proporcionada por el “diario de un viticultor” del médico José Gómez López-Braña, sumamos ahora otro testimonio más de esa época de oro de la viticultura canguesa: la existencia del “Centro Vitícola de Obanca”, dirigido por Olegario Martínez, que era también su propietario.

Este centro se anunciaba como “el primer establecimiento de España para el cultivo de los injertos, como lo prueban las grandísimas existencias que posee de los mismos y los magníficos resultados que con ellos se obtienen, debido a que todos los injertos son hechos sobre mesa en estacas del grueso suficiente y cuando se expiden son todos de la misma dimensión de patrón o pie americano, y la raíz tiene solo un año, condición indispensable para su desarrollo”.

El “Centro Vitícola de Obanca” vendía una gran variedad de vides injertadas sobre variedades americanas resistentes a la filoxera, algunas autóctonas, como el Alvarín blanco, Alvarín negro o Carrasquín. Como se sabe la replantación con vides americanas, inmunes a la filoxera, fue la única solución que se encontró para luchar contra esta plaga, que destruyó gran parte de los viñedos europeos en el último tercio del siglo XIX, y que a Cangas del Narcea llegó en 1893.

Hasta el momento, la única información que tenemos sobre este centro vitícola es un folleto publicitario de cuatro páginas, impreso para la temporada 1902-1903, que publicamos a continuación y que ha llegado a nuestras manos gracias al socio del Tous pa Tous Eladio Regueral Martínez. Ahora, a partir de esta pista, habrá que comenzar a investigar cuál fue la historia de este centro y de su director.

Un artículo de 1884 sobre el Monasterio de Corias

Vista de Corias, hacia 1915. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Col. Juaco López Álvarez.

En el periódico El Occidente de Asturias de los días 8 y 11 de julio de 1884 apareció un artículo dedicado al monasterio de San Juan Bautista de Corias que recoge una información muy interesante sobre la construcción la iglesia en el siglo XVII y la reedificación del monasterio a finales del XVIII, después del incendio que arrasó la antigua casa con excepción de la iglesia en 1763. El artículo se completa con noticias sobre la compra del coto jurisdiccional del monasterio por el Ayuntamiento de Cangas del Narcea en el siglo XVI y las desavenencias que tenían los vecinos de la villa y los monjes de Corias.

El desconocimiento de este artículo por los estudiosos del arte asturiano y español (debido a la rareza de las series completas de El Occidente de Asturias, que ahora, gracias al Tous pa Tous, comienzan a conocerse) es la causa de que datos que aparecen en él se publicasen como inéditos en los últimos años como, por ejemplo, el nombre del maestro constructor de la iglesia, Domingo de Argos, natural de Arnuero, merindad de Trasmiera (Cantabria), que fue publicado en 1985 por Luis Fernández Martín, o del autor de la sillería del coro, Juan de Ucete, escultor vecino de Toro (Zamora), por Javier González Santos en 1989 y 1997.

El artículo atribuye al arquitecto Jerónimo García de Quiñones (Salamanca, 1731- post 1804) el proyecto del actual monasterio, levantado entre finales del siglo XVIII y primeros años del siguiente. Hasta ahora se viene atribuyendo la autoría del edificio al arquitecto Miguel Ferro Caaveiro (Santiago de Compostela, hacia 1740-1807), maestro mayor de la catedral de Santiago, y es seguro que este fue el principal responsable de la obra, pero también lo es que los frailes de Corias contasen en un primer momento con el arquitecto y académico Jerónimo García de Quiñones que era maestro mayor de la catedral de Salamanca.

El autor de este artículo es Eugenio Carrizo, natural de Tineo y con familia en la villa de Cangas, que estando de encargado de la Delegación de Hacienda en Oviedo pudo consultar la documentación del archivo del monasterio de Corias, que había sido trasladada a Oviedo después de la Desamortización y la exclaustración de los monjes benedictinos en 1835. Carrizo tuvo en sus manos la documentación relacionada con la construcción de la iglesia en el siglo XVII y del monasterio en el XVIII, es decir: los contratos firmados entre los maestros constructores y los frailes, así como los pleitos derivados de su formalización. Estos documentos, como el mismo Carrizo señala, desaparecieron y nunca llegaron al Archivo Histórico Nacional (Madrid), donde se conserva hoy el grueso del archivo de Corias, según él «porque como no expresaban bienes que desamortizar, se mirarían con desprecio»; es decir: al Estado solo interesaba la documentación contable, la que expresaba los bienes inmuebles y las rentas del clero regular.

“Apuntes curiosos del EX-MONASTERIO DE SAN JUAN DE CORIAS, de la orden de San Benito (Asturias)”

Vamos a dar a nuestros lectores algunas noticias de este monasterio, tomadas hace algunos años de los documentos recogidos cuando la exclaustración, que se hallaban en el archivo de las oficinas de Hacienda Pública de la provincia, a cargo entonces del que estas líneas escribe.

Claustro del monasterio de Corias en 1915, según E. Carrizo “es notable por su solidez y elegancia, y es la obra mejor de todo el edificio”, construido a fines del siglo XVIII. Foto de Benjamín R. Membiela. Col. Juaco López Álvarez.

El monasterio de San Juan de Corias se halla situado a orillas del río Narcea, a dos kilómetros de la villa de Cangas de Tineo, en un valle muy estrecho cercado de altos cerros, de buen clima y cielo alegre. El edificio es de gran tamaño, de tres pisos y planta baja; las fachadas del S., N. y O. cuentan 240 huecos exteriores; la del E. se halla casi arrimada a la montaña, y en ese lado está situada la iglesia y noviciado. Tiene dos patios o claustros interiores; el de entrada es notable por su solidez y elegancia, y es la obra mejor de todo el edificio. La escalera principal de cantería montada al aire, la sala capitular, el local que ocupó la biblioteca y otras habitaciones, todas son proporcionadas a tan grande casa. La iglesia, de regulares proporciones, del orden jónico, de una sola nave, crucero con media naranja, pero muy escasa de luces; la afean bastante las capillas laterales a la nave, que son muy raquíticas y desproporcionadas, llamando la atención los arcos rebajados que sostienen el coro. Para dar una idea exacta de todo el edificio, sería preciso una persona entendida, que podría escribir un volumen.

Es tan difícil determinar de un modo seguro la época de la fundación del Monasterio de Corias, que el maestro Yepes, abad que fue de él, dice que mejor daría razón del sitio en que se fundó, que del tiempo, porque en eso varían los escritores y las escrituras.

El Padre Risco en su España sagrada, después de varias consideraciones y comparaciones, fija la conclusión de la iglesia en el año 1031 y del monasterio en el 1043. Yepes refiere largamente la historia de la fundación, según datos tomados del Tumbo Coriense, que resumiremos.

Los condes D. Piñole Ximénez y D.ª Aldonza Muñoz tuvieron cuatro hijos, que murieron de corta edad; perdida la esperanza de tener otros, convinieron en fundar una iglesia y dejarla por heredera de todos sus bienes. Retardado en ejecutar su pensamiento, Dios se le acordó por tres veces por conducto de su criado o mayordomo llamado Suero, haciéndole ver bajar desde el cielo una hermosa iglesia a un lugar inculto lleno de malezas, a la orilla oriental del río Narcea, inmediato a un pueblo que llamaban Courias donde había un oratorio consagrado a San Adriano, en una heredad propia de D. Rodrigo Díaz, conde de Asturias, hermano de Gimena Díaz esposa que fue del Cid Campeador. En 19 de marzo de 1032, según el Tumbo, se hizo permuta entre el rey Don Bermudo y los condes en el terreno referido y otros en Perperal y Cangas de Tineo, por los que a los condes correspondían en Mallayo, Rivera del Sella y diferentes puntos, para que pudiese fundarse el monasterio libre de toda carga real.

Dieron orden al mayordomo Suero que buscase todos los oficiales que pudiese hallar, para la pronta edificación de la obra, y en 1043, según Risco, se consagró el primer abad Adriano por el obispo de Oviedo Froilán, agregándose doce monjes más, que seguían con gran rigor la regla de San Benito.

De la antigua iglesia y monasterio no existe vestigio alguno. En una carta dirigida al Rey en 1560 por el Licenciado Juan de Zárate, juez para la revisión del monasterio, consta que la iglesia y monasterio estaban derribados para su reparación; también dice que parece que en la iglesia de dicho monasterio están enterrados el Serenísimo Sr. Rey Don Bermudo 2.º y la Reina Emilona su mujer en unos enterramientos de bulto, altos, labrados de piedra, con sus tejas alrededor, y a más sus doseles y armas reales. Hoy no existen más que los sepulcros de los fundadores.

En 25 de julio de 1593 se puso la primera piedra de la actual iglesia por el abad Fray Antonio de Yepes; fue rematada y construida por el que se titulaba maestro de arquitectura y cantería Domingo de Argés [Argos], vecino de Valladolid, que ajustó hacerla en nueve años por 13.300 ducados; no la terminó en el plazo estipulado, porque en 1607 cayó parte de lo edificado, por haber empleado malos materiales, y se mandó revisar por el maestro mayor de las obras de la Iglesia Mayor de Santiago de Galicia, Ginés Martínez, el que en 10 de enero de 1608 declaró ser necesario derribar parte de lo construido, y hacer algunas variaciones en el plan para aligerar el edificio. Sin datos para comprobar la fecha de la terminación de la iglesia, creo debió ser en 1610, porque en aquel año se ajustó la sillería del coro con el maestro escultor de Toro, Juan de Ocete [Ducete], a 20 ducados cada una de las 39 de que se compone, y en 6 de octubre de 1611, después de varias cuestiones sobre el contrato, se otorgó por el maestro carta de pago ante el escribano de la villa de Corias, Juan Menéndez. Los órganos, el de la izquierda fue construido en 1858 por el maestro de Santiago de Galicia Alberto de la Peña; el de la derecha, por las obras de talla que contiene, indica ser de la época de terminación de la iglesia, o mediados del siglo XVII.

En 27 de setiembre de 1763 el monasterio fue consumido por las llamas, salvándose solo la iglesia y el archivo. La causa se atribuyó a haber ido por la noche con poca precaución los criados a los pajares. Se volvió a reedificar como hoy existe por el proyecto del arquitecto de Madrid Quiñones, y bajo la dirección de los entendidos frailes hermanos José e Hilarión Ugaldea, concluyéndose las obras en 1802, que importaron unos cuarenta millones, sin contar las maderas y trabajo de los oficiales de la casa.

Este monasterio gozó de grandes libertades, franquicias y exenciones; tenía la jurisdicción civil, criminal, alta y baja; mero y mixto imperio en los cotos de Corias, Brañas y Bárcena en el concejo de Tineo, y parroquias de Vegalagar, Besullo, Corias, Bergame, Montañas, San Damías y S. Pedro de Agüera, por privilegio de D. Bermudo II, confirmado por D. Alonso VII el Emperador. D. Alfonso de León trató de modificar sus regalías, pero presentados en las Cortes de Toro sus privilegios, se declaró que nada tenían que ver con el monasterio y sus vasallos, confirmándolos dicho Rey, como igualmente D. Alfonso XI, D. Enrique II, D. Juan I, D. Enrique III y D. Juan II.

En 1.º de enero de cada año el abad nombraba los oficiales de justicia de los cotos, alcalde, teniente, regidor, procurador general por el estado de los hijodalgos, otro por el estado llano, y ministro alguacil; oía en el acto las excusas, que resolvía de plano sin otro recurso, y juraban a su presencia, la del escribano y testigos, y los nombrados entraban en posesión de sus cargos por un año.

Hasta el reinado de Felipe II gozó el monasterio de las jurisdicciones de los cotos y feligresías citados, que incorporó a la Corona, en virtud de la facultad que le concedió Su Santidad Gregorio XIII, y en 13 de diciembre de 1579 se expidió a su favor albalá, en que refiriéndose a la comisión del juez Zárate para la averiguación del producto de las rentas jurisdiccionales en el quinquenio de 1574 a 1578, resultó que debía percibir 24.532 maravedises por ese concepto, acordando que se le diese esa renta a juro en cada año desde 1.º de enero de 1580, situándosela en las alcabalas de la Zapatería de Oviedo, quedando hecha la desmembración. Vendida después la jurisdicción a Alonso del Camino, la tomó a este Arias de Omaña, que no debía de ser muy amigo de los frailes de Corias, porque acudieron enseguida para que no se efectuase a su favor, y al mismo tiempo pidió la villa de Cangas que se le cediese, por estar enclavada dentro de sus términos y serle muy perjudicial en poder de otro dueño. Se presentaron en Madrid el abad de Corias Fray Ambrosio de Tamayo y el apoderado del concejo de Cangas D. Juan Queipo de Llano, el Mozo, con sus respectivas pretensiones, y allí entraron en arreglo, que efectuaron en escritura de 12 de diciembre de 1579, en que la villa de Corias con la casa-monasterio y cien pasos a la redonda quedase de su jurisdicción, contándose así: «Que por la parte de hacia Cangas se contasen desde las últimas casas, y por la de Obanca también, y hacia la de Regla se ha de contar desde la iglesia que está fuera del lugar, y por la otra banda del río, que es por donde está el monasterio, quede con la dicha villa de Corias todo el término que la dicha casa tiene cercado, con más cien pasos a la redonda como se contó lo demás, excepto que a la parte de hacia el río quede para el monasterio solo el río, después de acabados los cien pasos de la otra banda y más concuerdan que las justicias de la villa de Cangas puedan pasar por 1a dicha villa de Corias con vara alta para los lugares de su jurisdicción, por ser paso forzoso, pero no puedan juzgar ni hacer autos».

En 22 de marzo de 1583 se otorgó escritura en favor de la villa de Cangas de Tineo vendiendo la jurisdicción de los cotos y feligresías enclavados en su concejo, que perteneciesen al monasterio, excepto la villa de Corias y términos convenidos en la escritura citada de 12 de diciembre de 1579, por la cantidad de 5.628.924 maravedises, estableciendo varias condiciones, entre ellas que los pleitos pendientes se remitiesen a la justicia de Cangas; que se diese Real cedula para repartir por sisa, tomando a censo sobre sus propiedades, lo que fuese necesario para el pago del precio de la compra a los plazos pactados; que la provisión de la Escribanía quedase a beneficio del Concejo, pudiendo usarse los oficios con solo la aprobación del Concejo, sin otra elección ni confirmación. Los cotos vendidos y feligresías tenían entonces 298 vecinos.

A pesar de haberse apartado el monasterio de la jurisdicción dicha, según el convenio ya citado con el apoderado de la villa de Cangas, luego que el Rey Don Felipe II falleció, acudió de nuevo en 5 de agosto de 1600, fundado en el testamento del Monarca, en que disponía se devolviesen los vasallos a las iglesias donde se habían tomado, pidiendo se le restituyese la jurisdicción enajenada, porque sin ella los frailes eran menospreciados y no podían cobrar sus rentas con comodidad, que, aunque estaban pobres y el monasterio por edificar, pagarían el importe de la venta hecha a la villa de Cangas, según los libros de razón, etcétera. Notificada esta petición al Ayuntamiento de Cangas en 14 de enero de 1601, es curiosa la contestación que dio el mismo día, y siguiente; dice así: «Diego García de Sierra, Regidor y Depositario general, fue de opinión que debería recibirse los maravedises que se habían dado por los cotos, en atención a la pobreza de la tierra y a grandes pestes y hambres que hubiera en ella desde el tiempo que se comprara; entonces existían más de cuatro mil vecinos y en aquella fecha no había mil quinientos. Gonzalo Rodríguez el Prieto, Juez ordinario por el estado de hijosdalgo, Gonzalo de Coque, Marcos de Uría, Francisco de Sierra de Pambley, Suero de Llano y Pero Suárez de Osorio dijeron que Diego García Sierra era interesado, como Depositario general de la villa, por pensar que el dinero se había de poner en su poder, y que lo tenía muchos años, y se aprovecharía de él, y los frailes les hicieron dos o tres foros por tenerlo propicio». Acordando oponerse a la petición del monasterio, dieron poder al capitán Suero Queipo de Llano el Mozo, alférez mayor de la villa de Cangas, y a Suero Queipo de Llano el Viejo, procurador general de la misma para salir a la defensa.

El capitán se traslado a Madrid para cumplir su comisión. Para conocer hasta qué punto había estado abatida la villa cuando las jurisdicciones vendidas eran del monasterio, copiaremos algunos párrafos del escrito que presentó al Consejo de Hacienda en 5 de febrero de 1604, dice así: «La villa de Cangas sin los cotos no tiene jurisdicción alguna sino en cuanto a las casas de ella, y en saliendo de ella es la jurisdicción de los dichos cotos; de lo cual en tiempo que la jurisdicción de ellos fue del dicho convento resultaron grandes daños e inconvenientes, porque ni la Justicia de la dicha villa podía salir de ella, y en saliendo tenía encuentros y diferencias con los frailes del dicho convento, ni los vecinos podían salir de sus casas con seguridad, porque con cualquier leve ocasión de enojo, cogiéndolos fraile en su jurisdicción, los molestaban mal, en tanto que en el dicho tiempo sucedió diversas veces que saliendo la Justicia de dicha villa, los frailes en los dichos cotos derribaron de los caballos a los Jueces, y los quitaban las varas, y los llevaban presos, y les quitaban muchos de los prisioneros que llevaban, trayéndolos de los otros términos de la jurisdicción de la villa; lo otro, porque sin la jurisdicción de los dichos cotos la dicha villa y vecinos de ella, estaban y estarían como prisioneros y cercados, por estar en la redondez de toda la dicha villa la jurisdicción de los dichos cotos, y semejante sujeción en la villa tan honrada y de tan honrados vecinos que es de lo mejor de todo el Principado de Asturias, en ninguno manera se debe permitir; lo otro, porque no puede obstar el decir que por no ser del convento la jurisdicción de los dichos cotos, no pueden cobrar con comodidad las rentas que tienen en ellos, porque es cierto que la Justicia realenga de la dicha villa les administra justicia principalmente que los jueces no son todos naturales de ella, y la Justicia principal de ella es el Teniente de Corregidor de Oviedo, nombrado por dicho Corregidor y Letrado, por el Consejo que de ordinario reside en la villa; y es mucho más puesto en razón que los dichos frailes cobren los que se les debe, pidiéndolo ante la Justicia realenga de S. M., que no ellos sean jueces de sus propias causas».

No consiguió el monasterio su pretensión y siguió ejerciendo las jurisdicción solo en la villa de Corias y sus términos.

Los documentos de donde tomamos estos ligeros apuntes, probablemente habrán desaparecido, porque como no expresaban bienes que desamortizar se mirarían con desprecio.

En febrero de 1860 el Gobierno concedió el ex-monasterio y posesión a los Padres Dominicos de la Orden de Predicadores, los que, con mano prodiga, atendieron a sus reparaciones, que ya era necesaria después de un abandono de 27 años; hoy se encuentra en el mejor estado.

Esos señores son queridos y respetados en la comarca por su ilustración y afabilidad con todo al mundo, que los capta las simpatías de cuantos los conocen, prestando importantes servicios, y dedicándose a la enseñanza. ¡Lo que va de tiempos a tiempos! Los que había antes de Felipe II, querían ser respetados por la fuerza de las riquezas; los de hoy, por la fuerza de la ciencia, la virtud y la modestia.

Tineo, julio de 1884
E. Carrizo.
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La venta de la cruz procesional de Bimeda y más noticias de esta iglesia parroquial en 1888

Cruz de Fuentes (Villaviciosa), del siglo XII, vendida en 1898 por el Obispo de Oviedo; desde 1917 pertenece al Museo Metropolitano de Nueva York.

El 24 de junio de 1888 apareció en el periódico republicano “La Propaganda Federal”, de Oviedo, una carta enviada a su director y firmada con el seudónimo de Justo Duro y Alto-Claro, en la que se contaba la venta de la cruz procesional de plata de la parroquia de Bimeda (Cangas del Narcea) y se criticaba al párroco por esta venta, realizada sin conocimiento ni consentimiento de los vecinos, y también por el destino del dinero.

Lamentablemente no conocemos ninguna descripción, ni imagen de esa cruz, solo sabemos lo que dice esta carta: que era una “soberbia cruz que, según algunos de los que la han tenido en sus manos, pesaba de diez a quince kilos”. Es muy probable que fuese una cruz barroca del siglo XVII; esta suposición se basa en que si fuese una cruz anterior, románica o gótica, hubiese llamado la atención de Ciriaco Miguel Vigil, que sabemos que estuvo en la iglesia de Bimeda, y la hubiese mencionado en su obra Asturias monumental, editada en 1887.

A fines del siglo XIX se vendieron en Asturias varias cruces procesionales de plata. El caso más conocido, gracias al estudio de Rafael Balbín, fue el de la cruz de la parroquia de Fuentes, en el concejo de Villaviciosa. Esta valiosa cruz románica del siglo XII fue vendida en 1898 por el obispo de Oviedo al coleccionista de antigüedades Ernest Guilhou, hijo del empresario francés Numa Guilhou, fundador de Fábrica de Mieres. Ernest Guilhou la llevó a su casa de Bayona (Francia) y pocos años después la subastó junto al resto de su colección. La cruz la adquirió el empresario y coleccionista de arte norteamericano J. P. Morgan. Tras su muerte, sus herederos la donaron en 1917 al Museo Metropolitano de Nueva York, donde está expuesta permanentemente.

La carta de “La Propaganda Federal” menciona también muchas obras y compras de ornamentos realizadas en la iglesia parroquial de Bimeda en los últimos años del siglo XIX, que sirven para conocer la actividad de un templo parroquial de nuestro concejo en esas fechas. De este modo, veremos el papel que jugaban los emigrantes de la parroquia residentes en Madrid, así como las donaciones de uno de ellos, Juan Rodríguez y Pérez, enriquecido en la Corte; las colectas de la mujeres jóvenes para comprar ornamentos; las obras de mejora de la iglesia, etc.

 

CARTA DE “LA PROPAGANDA FEDERAL”

 

Sr. Director de LA PROPAGANDA FEDERAL
Peña-Sacra a 17 de junio de 1888

Muy señor mío: en el número 75 de su bien escrito semanario, aparece una carta del Notario eclesiástico de Cangas de Tineo, D. Francisco Álvarez Uría, en contestación al suelto que, relativo a la distracción de la cruz de plata de Bimeda, se insertó en el número 73 del mismo periódico. El Sr. Uría confirma con su carta lo que por la feligresía de Bimeda se sospechaba, es decir, que la cruz se había vendido, y sin conocimiento ni menos consentimiento de la parroquia que era su verdadera dueña.

Algunas centurias hace que un feligrés regaló la mencionada cruz a la iglesia de Bimeda, y aunque se ignoran las bases de la donación, es de suponer que en la mente del donante estaría que la cruz existiese a perpetuidad en la parroquia, para esplendor del culto, y que ni remotamente sería su ánimo que andando el tiempo pudiese ningún cura enajenarla, aunque fuese un digno cura, como dice el Sr. Uría en su carta, y el importe de la cruz se invirtiese en obras de necesidad e importancia reconocida. Mas, no es mi ánimo tratar aquí de la competencia o incompetencia del cura de Bimeda para enajenar la cruz, porque, amigo director, en asuntos de iglesia y sacristía lo peor es meneallo. Otro es mi objeto, y a él voy.

El Sr. Uría, en su carta, dice que el importe de la cruz se invirtió en obras y ornamentos. Duro me es el decir a nadie que no es cierto lo que asegura, y mucho más al Sr. Uría que se presenta bastante comedido en su carta; pero por esta vez, cuando menos… el Sr. Uría se equivoca. Salvo el caso de que las obras a que alude, y lo mismo los ornamentos, no fuesen para la iglesia… Lo que yo digo lo demostraré a continuación.

Próximamente diez años ha que don Dionisio Sierra Pambley y Díaz está encargado de la cura de almas de esta parroquia, y desde ese tiempo la Iglesia aumentó en ornamentos y alhajas lo siguiente: una lámpara grande de metal blanco; un manto para la Virgen; un palio; un estandarte; unos tapetes de hule para los altares; dos capotes de seda blanco; una casulla, boles de corporales, etc. negros; dos faroles que sirven de ciriales; un acetre e hisopo de metal amarillo; una cruz de metal para sustituir la de marras; dos lamparitas de metal blanco, casi invisibles por lo económicas.

Estos ornamentos y alhajas llegaron a la iglesia por el siguiente conducto:

La lámpara grande y los tapetes de los altares, como donación del vecino de Bimeda D. Juan Rodríguez y Pérez. El manto de la Virgen, como producto de una colecta entre las jóvenes de la feligresía. El palio y el estandarte, producto de otra colecta entre las personas de la parroquia que residen en Madrid. Los dos capotes, la casulla, los faroles, el acetre e hisopo, la cruz y las microscópicas lamparitas, ignoro si son o no producto de alguna ofrenda; tal vez hayan sido comprados por el cura estos objetos, pues nadie ignora que toda parroquia disfruta de una cantidad anual con el nombre de culto.

Vamos a las obras que se han realizado en la iglesia desde el advenimiento de este cura.

El medio punto –los pilares, los antiguos- de un arco de sillería que sostiene la bóveda de la iglesia, que el antiguo amenazaba ruina. Otro ídem –éste en su totalidad- en reemplazo del desvencijado que formaba la puerta de entrada. Poner de tabla el piso de la iglesia, que antes estaba en terreno. Mudar de posición la escalera del coro. Encerrar en una especie de gallinero con barrotes de madera la pila bautismal. Poner puertas nuevas a la iglesia. Instalar ante éstas un cancel (vulgo ratonera), con el santo objeto de que no huyan, como suelen, los poco místicos feligreses de los chaparrones de pajosa elocuencia que en forma o con nombre de pláticas dominicales, les propina un domingo sí y otro también el celosísimo párroco. Agrandar una lumbrera, que aunque en tamaño menor, existía ya a la derecha del altar mayor. Abrir de nuevo una rendija con nombre de lumbrera a la izquierda de la puerta, para que supla con su luz la que el bendito cancel priva de dar a la antedicha. Dar de cal a la iglesia, a parte de ella solamente. Poner unas losas sobre la espadaña del campanario, que por lo buenas y bien puestas que fueron, hay que ponerlas ahora de nuevo. Hacer dos confesonarios.

He aquí las obras: pero conviene antes de tratar de la procedencia del dinero con que se hicieron, consignar que todo lo que pudo pasar con remiendos o con reformas, no se hizo de nuevo, pues en todo procede el párroco de que tratamos con arreglo a la más estricta economía. El vulgo es necio, como ha dicho el poeta, y ha dado en decir que al cura lo consume la avaricia; pero yo no creo que esté poseído de tan feo vicio. Hecha esta relación, entraremos en materia.

El antes mencionado vecino de Bimeda, D. Juan Rodríguez, dio al cura para reparaciones en la iglesia, 2.500 pesetas o sean 10.000 reales. Poco después de terminadas las obras antes mencionadas, el cura dijo por su mismísima boca que le había sobrado dinero y que lo iba a invertir en ornamentos. Tal vez con este resto comprase los ornamentos de que hemos hablado y que no son producto de donaciones particulares.

Ya vemos que las obras y ornamentos fueron producto, o de donaciones voluntarias, o de los perros del Sr. Rodríguez y Pérez. Dígasenos ahora qué fue del culto correspondiente a los diez años. Dígasenos igualmente qué de lo que haya producido la soberbia cruz que, según algunos de los que la han tenido en sus manos, pesaba de diez a quince kilos, o sean de veinte a treinta libras. Dígasenos también qué se hizo de lo que haya valido al cura (caso de que le hubiera valido algo, que no lo sabemos) la cesión a D. Juan Rodríguez del cementerio viejo para que hiciese de él un sitio de recreo; pues ni la parroquia consintió en ello, ni tuvo otro provecho que el nada halagüeño de ver los restos de sus mayores rodar por los calles del pueblo y servir de diversión a los perros y los gatos al ser trasportados a carros del viejo al nuevo cementerio; verdad es que esto pasa a giorro, pues entre un montón de tierra que, extraída de la iglesia, ordenó el cura se amontonase a la izquierda de la puerta del cementerio, existen aún fragmentos de huesos humanos, como puede ver cualquiera con solo escarbar con cualquier cosa en el dicho sitio.

Otra utilidad reporta a los vecinos de Bimeda la falta de cementerio viejo y la insuficiencia del nuevo, y es que cada vez que ocurre la inhumación de un cadáver, pueden hacer un estudio práctico de anatomía en los dos o tres que, en completo estado de descomposición, se ven precisados a exhumar los enterradores, para hacer la sepultura. Y no hay que dejarse en el tintero lo convenientes que serán –al cura, acaso- a los vecinos del pueblo de Bimeda, en cuyo centro está el cementerio, y sobre todo a los pobres enterradores los miasmas pútridos que exhalan los cadáveres en descomposición.

Asegura el Sr. Uría en su carta que, con lo que el cura de Bimeda ha gastado de su peculio en provecho de la parroquia, tenía para comprar muchas pelucas si las necesitase. Lo de que la necesita es una verdad de a puño, y en cuanto a lo de que el cura haya gastado en provecho de la parroquia tanto, ni cuanto, ni nada, que me lo claven a mí en la frente. Si usted dijera, Sr. Uría de mis pecados, que gasta cuanto puede, y aún pide a la parroquia, para hacerse con tierras, prados, vacas y xatos, estaba bien dicho; pero ¿en bien de la parroquia? ¡Vamos, hombre! Usted xa delira.

Todo lo que antecede es la verdad pura y neta, y si no que se demuestre lo contrario.

Es verdad que a mi nada me importa la parroquia de Bimeda ni sus asuntos, mucho menos el cura de ídem, y aún menos el que a este último le haya salido un Cirineo en Cangas; pero tengo en mi poder un papelorio firmado por una porción de vecinos de aquella parroquia, que aseguran cuanto va dicho, y al ver que el Sr. Uría de Cangas, salía con su carta, tentóme Pateta poner las cosas en su lugar, y… ¡zas! Allá fui.

Además, ¡si usted viera, amigo Director, cuántos casos y cuántas cosas dejo en el tintero! Pero si mis ocupaciones me lo permiten, y me dan lugar a ello, ya saldrá todo, ya.

Por hoy no me queda por decirle más, sino que, como usted no ignora, es su amigo y correligionario de siempre seguro servidor q. b. s. m.

Justo Duro y Alto-Claro

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Las fiestas del Carmen y la Magdalena en 1912

El programa de festejos para las fiestas de la Virgen del Carmen y la Magdalena, de Cangas del Narcea, en 1912 lo hemos tomado del diario El Noroeste, de Gijón, del 15 de julio de ese año. También aparece en el nº 336 del periódico El Narcea del 13 de julio de ese mismo año.

 

Cangas de Tineo

Festejos del Carmen

PROGRAMA

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Desfile de gigantes y cabezudos en las fiestas del Carmen y la Magdalena hacia 1912

Día 15. A las doce, repique general de campanas, disparo de cohetes y recorrido de las calles por la banda municipal de música. 

A las tres de la tarde, solemnes vísperas en la iglesia parroquial.

A la misma hora, y al son de gaita y tamboril, recorrerán las calles los gigantes y cabezudos. 

A las nueve de la noche, fantástica y sorprendente iluminación á lo napolitano, iluminándose los dos puentes, barrio de Ambas-aguas y paseo de los Nogales. Durante ella se quemará una selecta colección de fuegos artificiales. 

Amenizará esta verbena la banda de música, organillos, murgas y gaitas. Terminará la velada con ascensión de un colosal Mongolfier.

Día 16. Al rayar el día, las gaitas sorprenderán á los durmientes, con la tradicional alborada. 

A las ocho, solemne función religiosa en la iglesia de Ambas-aguas, y acto seguido salida de la procesión de la venerada imagen hasta la parroquial, en la que se celebrará el Santo sacrificio de la misa, con panegírico de la Virgen á cargo del elocuente orador sagrado, presbítero D. Leopoldo Gutiérrez Caso. 

A las once, tendrá lugar en el paseo de la Vega el simpático acto de repartir los bollos á los pobres del concejo, llevado á cabo por distinguidas señoritas de esta localidad. 

A continuación gran concierto por la banda de música. 

A las cuatro, regreso de la procesión a la iglesia de Ambas-aguas; durante ella se efectuará el imponente derroche de pólvora, característicos de estos festejos. A ambas procesiones asistirá la banda. 

Seguidamente se celebrará animado paseo en los Nogales. 

De nueve á una de la mañana, gran verbena en el paseo de la Vega. 

Día 17. De diez á una de la tarde, paseo matinal en el barrio de la Esperanza, amenizado por la banda. 

Por la tarde, de tres á cinco, cucañas en el citado paseo de la Vega. 

A las seis, corrida de cintas en bicicleta. 

A las nueve y media, gran función de teatro, en la que se pondrán en escena el bonito y aplaudido juguete cómico tetralingüe, de Vital Aza, titulado «Francfort», y el drama lírico de costumbres asturianas, original de Faustino Díaz Sánchez, que lleva por título «De las breñas». 

Día 18. A las cinco de la tarde, carreras provinciales de bicicletas. El recorrido constará de 60 kilómetros, por buena carretera, con premios de 50, 25 y 15 pesetas, respectivamente. 

A las nueve y media de la noche, gran baile de sociedad en el salón de la Academia Municipal de Música. 

A esta misma hora se celebrará otro colosal baile, para los artesanos, en el salón del Teatro. 

Ambos bailes serán en obsequio de los forasteros. 

Día 19. A las diez de la mañana interesante partido de foot-ball en el campo de la Vega. 

De doce á dos recorrerán las calles de la población los gigantes y cabezudos. 

A las cinco de la tarde carrera provincial de motocicletas, cuyo recorrido será Cangas á Tineo y regreso, con un solo premio de 75 pesetas. 

A las nueve de la noche, espléndida iluminación eléctrica, y paseo de trajes, en el Boulevard de Dámaso Arango. 

A la expresada hora, y en el mismo sitio, baile público, que será amenizado por la Banda y organillos.

Día 20. A las once de la mañana concurso de bailes regionales, adjudicándose un premio á la pareja que mejor baile. 

A las seis de la tarde, carreras locales de bicicletas, cuyo itinerario será saliendo del Puente  Nuevo, por la carretera de Ventanueva, rampa de los Nogales, Puente Madera, Ambas-aguas, antiguo Puente de Piedra, Molinos, Veguitina, la Vega y por la carretera al punto de partida. Premio: 15 pesetas y diploma de campeón de Cangas. 

A las nueve de la noche, sesión de cine público en el bulevar. 

Los días 21 y 22, se celebrarán las tradicionales fiestas en honor de Santa María Magdalena, patrona de esta villa.

 

NOTA. Las carreras provinciales de bicicletas y motocicletas no se regirán por el Reglamento de la U.V.E. [Unión Velocipédica Española], pudiendo tomar parte en ellas todos los corredores que lo deseen. 

Las carreras de motocicletas no se celebrarán en el caso de que no haya tres corredores. 

Los que deseen tomar parte en las carreras de cintas y locales de bicicletas, véanse con la Comisión de Festejos, con veinticuatro horas de anticipación. 

La sesión pública de cine es condicional, por hallarse pendiente de resolución el suministro de fluido eléctrico á la hora en que entregamos este programa á la imprenta. 

La pólvora y fuegos de artificio que durante los festejos se quemen, serán obra de los pirotécnicos de esta villa D. Raimundo Rodríguez y D. Maximino Fernández. 

 

La Comisión
Julio 1912

 

En el nº 337 del periódico El Narcea, de 20 de julio de 1912, se publicaba una crónica referente a estos festejos:

De las fiestas del Carmen

Quisiéramos hablar largo y tendido acerca de los festejos que se vienen haciendo en esta villa en obsequio y honor de Ntra. Sra. del Carmen de Ambas-Aguas; pero la falta de espacio nos obliga, muy á pesar nuestro, á ocuparnos solamente, y con brevedad, de algunos de los puntos del programa.

La verbena del día 15, en Ambas-Aguas estuvo concurrida y animadísima, amenizada por la Banda Municipal; y, durante ella, hubo verdadero derroche de pólvora y lucimiento de fuegos artificiales muy bonitos y variados.

El día 16, resultó hermosísimo el acto de ir la Virgen del Carmen, por la mañana, procesionalmente á la Colegiata, recorriendo las calles de costumbre, con asistencia de inmenso gentío, hallándose las casas adornadas con vistosas colgaduras, escuchándose los melodiosos acordes de la Banda Municipal y el continuo estampido de grandes palenques.

La misa que, acto seguido, se celebró en la Colegiata parroquial, fué solemnísima y magistralmente cantada por nutrido coro. El sermón, á cargo del ilustrado Presbítero D. Leopoldo Gutiérrez Caso, resultó verdaderamente notable, tanto por la doctrina expuesta y desarrollada con singular maestría, cuanto por la originalidad en la exposición y desarrollo de aquella.

Solemnísimo estuvo, por la tarde, el acto de regreso de la procesión á la iglesia de Ambas-Aguas, y la descarga de voladores de gran calibre, que, según costumbre, se hizo al ingresar la Virgen en su iglesia, y que duró unos veinte minutos, imponentísima. Parecía que seis ú ocho baterías estaban incesantemente disparando durante el indicado período de tiempo.

También resultó muy hermoso y encantador el acto de repartir, en el magnífico campo de la Vega, los bollos preñados á multitud de pobres, bollos hechos por las señoritas de la localidad y por algunas de éstas repartidos entre las dulces notas de los instrumentos musicales de la referida Banda. El paseo, que siguió al reparto de bollos, estuvo lucidísimo.

La función de teatro, dada por unos cuantos jóvenes aficionados, que resultaron ser verdaderos actores, nada dejó que desear, y el teatro estuvo literalmente lleno, habiéndose vendido todas las localidades.

En medio de la mayor animación y alegría realizóse la corrida de cintas, con asistencia también de la Banda; y los Xigantones recorrieron las principales calles de la población, entre el entusiasmo de las gentes.

La afluencia de viajeros en el presente año fué extraordinaria.

En fin, la Comisión de Festejos, que trabajó y trabaja con verdadero celo, entusiasmo y actividad, debe de estar satisfecha. Nosotros la felicitamos sinceramente.

 

Sociedad de Artesanos

Por su parte, el 30 de junio de 1912, se reunieron, previa convocatoria y bajo la presidencia de don Laureano Francos, los señores socios que formaban parte de la Sociedad de Artesanos de Nuestra Señora del Carmen con objeto de hacer recuento de fondos y decidir como invertirlos en virtud de su reglamento.

Los ingresos ese año ascendieron a 2.605 pesetas y la distribución acordada fue:

– Para una misa que se celebraría el 22 de julio 40 ptas
– Gratificación para el cobrador  120 ptas
– Para bollos para pobres el día de la merienda 120 ptas
– Para la merienda que se celebraría el 22 de julio a las 12h 1.000 ptas
– Para gastos extraordinarios 40 ptas
– Para pólvora 1.285 ptas
SUMA:  2.605 ptas


Las comisiones quedaron formadas de la siguiente manera:

  • Comisión de merienda: E. Morodo, Manuel Muñiz y Francisco Pérez
  • Comisión para bollos: Avelino F. Agudín, Hermenegildo González y Zenón Flórez
  • Comisión para pólvora: Ángel Rodríguez, Cesar Llano y Francisco Gómez