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El vino de Cangas en 1956

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La familia Ríos, de Cangas del Narcea, en la vendimia, octubre de 1959. Col. de Amancio M. Ríos.

Hemos encontrado en una hoja suelta, tal vez arrancada de un portfolio de las Fiestas del Carmen y de la Magdalena de Cangas del Narcea, un artículo anónimo fechado en Cangas del Narcea en 1956 y titulado: “El vino de Cangas”. El artículo describe el estado del viñedo y el vino en los años centrales del siglo XX, una época en la que la industria ya estaba reducida al ámbito doméstico, pero en la que todavía no había empezado el abandono masivo de las viñas que ocurrió en los años sesenta y setenta. El autor hace unas atinadas consideraciones sobre el futuro de nuestro vino, que se confirmaron con el tiempo, como, por ejemplo, lo que dice sobre el vino blanco o la organización común de los cosecheros.

El vino de Cangas

El viñedo en el Principado de Asturias ocupa un área limitada de cultivo, que se circunscribe exclusivamente a la parte sur-occidental de la provincia, siendo el concejo más importante en esta clase de producción el de Cangas del Narcea; cosechándose vino, aunque en porcentaje mucho menor, en los concejos de Ibias, Pesoz, Grandas de Salime y Tineo. Puede decirse que la producción vinícola en el concejo de Cangas del Narcea alcanza la cifra de los dos millones de litros, siendo la superficie dedicada a esta clase de cultivo de unas mil quinientas hectáreas, aproximadamente, en las cuales se hallan plantadas, sobre poco más o menos, millón y medio de cepas o vides.

Debido a la especial climatología del país -generalmente húmeda y sujeta a frecuentes e intensas heladas, que tanto perjudican al viñedo, y que tantas enfermedades parasitarias producen-, se han escogido para la plantación los tipos de vid más apropiados, siendo los principales: el verdejo, alvarín, carrasco y algunos moscateles, si bien se dan otras diversas variedades, en menor escala. Se ha tenido en cuenta, asimismo, para verificar estas plantaciones, la especial característica de los terrenos, comúnmente arcillosos y accidentados, muchos de los cuales no es posible dedicar a cualquiera otra clase de cultivos. La plantación se efectúa alineando las vides en hileras, y sujetándolas o adosándolas a tiras de alambre, que a su vez van sujetas a estacas de madera. Debido a todos estos factores fácilmente se comprenderá, y así es en efecto, que el cultivo de la vid en el concejo de Cangas del Narcea, exige y requiere una atención, unos cuidados y un gusto, que solamente es posible realizar a fuerza de sacrificios, de tesón y algunas veces hasta “mimosamente”. El cultivo de la vid, a base del procedimiento denominado de “cepa redonda”, tan generalizado y tan natural en todas las regiones vinícolas de nuestra patria, apenas se ve en este concejo, y por todas estas razones, repetimos, es enormemente más costoso y más laborioso que en otras zonas.

El vino de Cangas es generalmente tinto, de poca graduación alcohólica -9 a 12 grados- más bien de tipo seco, buena cubierta y color, y con cierto grado de acidez, que hace rechazarlo, en principio, a quienes por primera vez lo prueban; pero que  acostumbrándose  no beben otro alguno, porque reúne unas especiales características que lo hacen una bebida saludable y apropiada siempre.

El vino cosechado en este concejo se consume todo él aquí, pues la exportación no existe en realidad. Existen bodegas y “bares” que lo expenden, dónde a la caída de la tarde, generalmente, se juntan los cangueses a tomar un “porro”, o más típica y vulgarmente, “una puchera” -equivalente a medio litro- en reunión amigable, mientras comentan y charlan de mil cosas, compensando, con estos momentos de esparcimiento, la dura jornada diaria de trabajo. También se consume este vino, a las horas de las comidas, en casas particulares, por ser altamente aperitivo y gran estimulante del apetito. Aunque aquí en Cangas hay un refrán que dice: “Por San Andrés el vino nuevo añejo es”, queriendo indicar que hasta primeros de diciembre no debe beberse el vino de la nueva cosecha, comienza a beberse ya al poco de realizarse la vendimia, una vez que hubo fermentado en las cubas o “tinas” destinadas al efecto. Sin embargo, cuando este vino adquiere su mejor sabor y cuando más agradable resulta su degustación, es a partir del primer trasiego, que se verifica en febrero o marzo, una vez purificado y con todas sus buenas propiedades. Se bebe con toda clase de comidas; pero cuando más rico y agradable resulta, es tomándolo con los típicos productos del cerdo, cuya matanza familiar es común en esta villa, así como con toda clase de pescados.

Estos vinos de Cangas del Narcea, como queda dicho, poco alcohólicos por lo general, son de vivo y subido color, y muy frescos y finos, porque aquí no hay mixturas ni manipulaciones químicas de ninguna clase, por lo que resultan sanos y beneficiosos para el organismo.

Tienen muchas cualidades y condiciones de los famosos de Burdeos, a los que se asemejan bastante, y desde luego, con algún empleo y cuidado en su elaboración, podrían competir en firmeza y aroma con los de marcas más famosas, y serían dignos de figurar en señoriales y refinadas mesas. No hace muchos años, algunos cosecheros de este vino de Cangas, que extremaron estos cuidados en su elaboración, consiguieron hacer unos tipos de vino embotellado, que no solamente constituyeron una verdadera calidad y adquirieron sólido crédito en el mercado, sino que acudieron también a exposiciones y concursos, obteniendo valiosos premios, como por ejemplo: Medalla de Plata en la 13ª Exposición Internacional de Burdeos, en 1895; Medalla de Oro en Angers, en 1893, y Diploma de Honor en la Exposición Regional de Lugo, en el año 1896.

En mucha menor escala, y casi por capricho, también algunos cosecheros suelen fabricar vinos blancos, de mejor sabor y condiciones que los tintos, y que desde luego llaman la atención, y hacen suponer muy fundadamente, que de ser esmeradamente fabricados se abriría un camino franco en el mercado, con lo cual saldrían todos gananciosos. Claro está que para ello habrían de estar estos cosecheros debidamente organizados, por ejemplo, en forma cooperativa, ya que de otro modo es imposible llevar a cabo nada practico en tal sentido, teniendo en cuenta que son muchos, y que los hay que cosechan desde 500 litros hasta 50.000. Al igual que sucede en Asturias con otras clases de cultivos, y con la propiedad en general, el minifundio es muy acentuado, y ello impide la unión precisa para una organización común, que haría de nuestros vinos un artículo verdaderamente apreciado, y, por ende, mucho más ventajoso para todos. Sin embargo, con buena voluntad y noble intención, es posible realizar las más difíciles empresas, y creemos que ésta no lo es tanto como parece.

Cangas del Narcea, julio de 1956.

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