Raúl con su padre y maestro, Marcelino Rodríguez, el creador de las piezas más representativas de la Cerámica Negra de Llamas del Mouro. Fuente: https://raulmouro.com
En la XVII edición del prestigioso Premio Nacional de Artesanía, el reconocimiento del Premio Producto ha recaído en Raúl Rodríguez, conocido en el gremio de artesanos como Raúl Mouro, por su innovadora colección de cerámica «Piel de Mouro». Este galardón, entregado en Madrid, en una ceremonia en el salón de actos del Ministerio de Industria y Turismo, distingue a aquellos artesanos que, con su trabajo, contribuyen significativamente al sector de la artesanía en España.
Mouro ha destacado por su capacidad para fusionar la tradición con una visión contemporánea, renaciendo fragmentos de objetos familiares recuperados y datados mediante excavaciones arqueológicas. Su colección, «Piel de Mouro», realza la esencia de la materia prima, destacando la textura y la «piel» de la cerámica al explorar los límites del torno.
Raúl Rodríguez Arias, nació en 1979 en Llamas del Mouro, Cangas del Narcea (Asturias), licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y máster en Dirección de RRHH por la Escuela Europea de Negocios, proviene de una de las sagas de alfareros más reconocidas de España. Su padre y maestro, Marcelino Rodríguez, y su abuelo, Jesús Rodríguez Garrido, son figuras emblemáticas de la Cerámica Negra de Llamas del Mouro. Una larga tradición familiar de ceramistas que se remonta al siglo XVI en la que Raúl es el último eslabón de la cadena.
Ha aprendido el oficio desde niño, inspirado por su abuelo y su padre. Para él, la cerámica no es solo una profesión, sino un estilo de vida. Recuerda que tocó barro por primera vez a los tres años y desde entonces ha sentido una profunda conexión con este material. Al recibir el galardón, dedicó el premio «a los artesanos solitarios que pasan su tiempo en su taller con la puerta cerrada y el móvil apagado. Va para ellos.»
Llamas del Mouro es un pequeño pueblo asturiano situado a 22 km de la capital del concejo, Cangas del Narcea. Este recóndito lugar es conocido por su Cerámica Negra, una tradición artesanal que ha sido mantenida viva por generaciones de la familia Rodríguez. Esta cerámica se caracteriza por su color oscuro y su resistencia, cualidades que la hacen apreciada tanto por su belleza como por su funcionalidad. La alfarería de Llamas del Mouro que tuvo su periodo de esplendor en los años 30 de siglo pasado, ha sido transmitida de padres a hijos, enriquecida con el talento y la frescura de cada nueva generación.
Enhorabuena a nuestro paisano Raúl Mouro por su merecido reconocimiento y su contribución al prestigio de la artesanía española. Su dedicación y respeto por la tradición artesana aseguran que la cerámica tradicional asturiana siga viva y adaptándose a los tiempos modernos. ¡Felicidades!
https://touspatous.es/wp-content/uploads/origenes-portrait.jpg1000960@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-12-17 19:53:442024-12-17 19:53:44El cangués Raúl Mouro gana el Premio Nacional de Artesanía 2024
Fray Emilio Rodríguez González, dibujando, en el convento de los dominicos de Salamanca, en 1964. Fuente: dominicos.org
Emilio Rodríguez (Villar de Adralés, 1938 – León, 2020) fue un poeta con una producción muy extensa, que se recogió completa por primera vez póstumamente, cuando en el año 2022 fray Bernardo Fueyo Suárez se encargó de editar los dos volúmenes que forman Detrás de las palabras, sacados a la luz por la editorial dominicana San Esteban, de Salamanca.
La formación y el ingenio de este autor le permitieron crear una obra de gran profundidad, con un toque espiritual y múltiples referencias a los lugares en los que se formó como dominico, como poeta y como ser humano. La belleza de sus composiciones reside en que son un testimonio de su visión de este mundo, que nos transmiten las emociones e imágenes que el autor plasmó en un instante que no seríamos capaces de imaginarnos de otra manera.
Emilio Rodríguez González nació en Villar de Adralés (Cangas del Narcea) el 9 de julio de 1938. Sus padres, Emilio y Hermenegilda, eran campesinos que poseían una pequeña explotación agrícola y ganadera, como era común en la zona. Sus primeros años de estudio los cursó en su pueblo natal, y a los 15 años ingresó como alumno interno y aspirante dominico en el cercano monasterio de San Juan Bautista de Corias.
Era el menor de diez hermanos y creció en un ambiente rural, rodeado de imágenes naturales, idílicas, que le marcarán como persona y como poeta. Entre los recuerdos de su juventud podría rescatarse una imagen que, aunque triste, tiene gran fuerza en su obra Como árboles que andan, en la que describe a un “picador” de la mina. La minería, y sus consecuencias en el concejo de Cangas del Narcea, fue un tema de gran impacto entre sus paisanos, y no es de extrañar que Emilio Rodríguez recuerde con cierta amargura esta situación: la de un picador regresando de la mina. El poema dice así:
Emilio Rodríguez, retrato digital impreso sobre aluminio, 70×55 cm, del prolífico artista y singular retratista Florencio Maíllo.
Volvía con la fatiga doblada sobre el hombro como un cántico.
Solamente el miedo y la canción le estaban permitidos.
Tenía las manos escritas con palabras que nadie había leído, que nunca serán consideradas como nuevas.
Subía por los bancales masticando la niebla a bocanadas, por temor a olvidarse de que el aire es vida gratuita.
Tenía la voz oscura como el viento, y una larga historia de raíces en la piel.
No sabía que algunos días amanece y que el agua también puede volverse de colores.
Fue en el monasterio de Corias donde Emilio Rodríguez desarrolló las dos pasiones que lo acompañarán el resto de su vida: la literatura y el dibujo. Su profesor de literatura, con el fin de completar el estudio de la métrica, encargaba a los alumnos pequeñas composiciones personales, y las de Emilio eran tan brillantes que le animó a seguir el camino de la poética.
Después de Corias continuó sus estudios en Caleruega (Burgos), localidad que evocará muchos años después, en el año 2002, en su poemario En absorta luz, dejando constancia del impacto que le causaba la inmensidad cargada de Historia del paisaje castellano: “Silencio en los castillos… / Silencio en las orillas / de aquel río / que pudo describir / tantas batallas”. De Caleruega pasó a Las Caldas de Besaya (Cantabria), trasladándose durante los veranos al santuario de Nuestra Señora de Montesclaros, donde los estudiantes seguían cursos de idiomas, música y literatura. Algo de aquellos instantes atrapa en el poema “Montesclaros”, de su libro Fugaz y permanente (2018): “Ahora en ti descubro / que todos los finales / narran, a su modo, / el tiempo y las veredas”.
Entre 1961 y 1966 estudió en Salamanca, en el convento y facultad de Teología de San Esteban, de donde salió licenciado y ordenado sacerdote de manos del célebre Vicente Enrique y Tarancón.
Años clave para Emilio Rodríguez fueron los que pasó en Pamplona, donde, en 1966, decidió cursar Periodismo. Fue durante este período cuando consiguió su primer éxito literario triunfando en los Juegos Florales celebrados por la Universidad de Navarra con un breve poemario titulado Gustando el sabor del Pirineo. Esta es una de sus primeras composiciones de cierta envergadura, y sus poemas, concordando con el título, evocan paisajes montañosos, nevados, solitarios, impregnados de un aura de misterio y de tenebrosa calma:
Caballos de andar la niebla van los aires al sendero. Está el silencio en cuclillas, está el silencio o el miedo.
Subida de corazones donde la nieve es acero, están los pájaros tibios del encuentro sin encuentro.
Tras finalizar los estudios de Periodismo, Emilio Rodríguez fue trasladado en 1970 a Guadalajara, con la tarea de gestionar la imprenta y la Editorial OPE. Fue nombrado subdirector de la editorial, y, además, director de la revista Cruzada misionera, en la cual comenzó a publicar artículos con distintos comentarios sobre situaciones sociales o referentes a la Iglesia. En esa revista publicó también varias composiciones de prosa poética.
A pesar de todo este ajetreo intelectual, no terminó nunca de encontrarse satisfecho con sus tareas en Guadalajara y decidió aceptar una oferta para dirigir la emisora local de la cadena radiofónica COPE en Salamanca. Dedicó estos años al trabajo, pero sin abandonar la producción literaria, bastante prolífica en este tiempo. Escribió en Salamanca Pregunto por el silencio y Como árboles que andan, entre otras obras. En estos libros se encuentran algunos de sus poemas más estimables.
En 1980 promovió la creación de una tertulia literaria que provocó a su vez el nacimiento, en 1983, de la revista Papeles del martes, llamada así por el día en el que esta tertulia tenía lugar. En la tertulia y la revista participó con entusiasmo desde su fundación hasta su muerte, publicando gran cantidad de composiciones en Papeles del martes, entre las que, en el número 29, encontramos un bonito homenaje a su tierra natal: un pequeño conjunto de poemas titulado País de Niebla (Narcea). Aquí describe sensaciones y paisajes de su concejo natal, como el correr de los regatos o el palpitar de las gotas de lluvia sobre las ortigas, pero también, haciendo gala de una profunda comunión espiritual con el paisaje, añade un toque de esa profundidad trascendente que a la naturaleza únicamente le puede aportar el intelecto humano:
Edición completa de la poesía de Emilio Rodríguez.
Aquí se queda el tacto como guardián silente de los espinos vivos donde rige la niebla.
Marcamos territorios invadidos de ausencia y nos quedamos quietos vigilando fantasmas.
Las piedras del pasado son nuestros asideros para un vado imposible del río que nos nombra.
Aquí se esconden todos los sonidos sobrantes de los días encendidos con la noche de espaldas.
Emilio Rodríguez fue cangués de nacimiento, pero también fue salmantino de sentimiento, porque allí tuvo lugar la parte más importante de su vida, la que con más cariño recordaba.
Debido a su relevo, en contra de su voluntad, como director de la COPE, se vio forzado a cambiar su lugar de residencia al ser trasladado en 1991 a la localidad de Parquelagos, en La Navata (Madrid). El poeta sintió enormemente la marcha de Salamanca, donde tenía su ambiente literario, debido a todo lo que dejaba atrás. A esto vino a sumarse a una arriesgada operación provocada por un cáncer. Sin embargo, a pesar de los reveses, Emilio Rodríguez no dejó de lado la parte creativa de su vida, siguió escribiendo y pintando, logrando que en Parquelagos se formara una nueva pequeña comunidad que apoyaba y estimaba su obra, lo que le ayudó a seguir adelante.
En 2010 se editó en Salamanca Mar que huye. Antología 1977-2008, que presenta un estudio de la obra de este autor dirigido por el profesor Antonio Sánchez Zamarreño, quien es, hoy en día, el experto con mayor precisión y visión poética sobre la obra de Emilio Rodríguez.
Habiendo visto publicada su primera antología, en 2019 su salud comenzó a deteriorarse, lo que provocó que en 2020 ingresara en la Residencia Virgen del Camino (León) para recibir los cuidados médicos necesarios. Emilio Rodríguez falleció el 15 de noviembre de 2020, dejando atrás una vida espiritualmente rica y laboriosa y una obra valorada únicamente en los círculos literarios del entorno de la Iglesia en que él la dio a conocer y alejada de lo que se consideran los circuitos convencionales de la literatura. Fue, por tanto, un poeta secreto fuera del círculo de las editoriales eclesiásticas, pero quien se asome a Detrás de las palabras, los dos volúmenes de su poesía reunidos con mimo por fray Bernardo Fueyo Suárez y analizados en cuanto a su poética por María del Sagrario Rollán, comprenderá enseguida que se encuentra ante una obra de sumo interés, con una carga metafísica, una capacidad de reflexión y un acierto en la emoción contenida no tan usada entre los grandes poetas y que bebe de las fuentes de la poesía pura que desbrozaron grandes maestros como Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén o Claudio Rodríguez, por lo que la poesía de Emilio Rodríguez merece ser leída y difundida.
Portada del libro ‘Imágenes y representaciones de los vinos del Marco de Jerez’
En 1977, un amplio grupo de cangueses, representantes de las peñas de la pólvora y de algunos establecimientos hosteleros, viajaron a Jerez invitados por la firma bodeguera Domecq. El pasado 25 de noviembre, casi medio siglo después de una visita mítica en la memoria del Cangas de los años setenta, el Consejo Regulador de Vinos de Jerez acogió en su sede la presentación de un libro (Imágenes y representaciones de los vinos del Marco de Jerez, Silex Editorial) que contiene un largo capítulo (68 páginas) sobre los pormenores y la leyenda de aquel viaje.
Con los testimonios de cangueses que organizaron y participaron en la visita a Jerez, el del entonces delegado de Domecq en Asturias y con documentación archivística y bibliográfica, la autora, la historiadora Lola Lozano, reconstruye el episodio y sus circunstancias: la pericia comercial y el ambiente que durante unos años lograron enlazar a Jerez de la Frontera con Cangas del Narcea, a Domecq con las fiestas del Carmen, al fino La Ina con los cangueses.
El capítulo se titula Fino La Ina, el jerez de Cangas del Narcea. Lleva como subtítulo De cómo el éxito de una campaña de Domecq en la década de 1970 dejó huella perenne en una población de Asturias. Lola Lozano es profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Cádiz. Es socia del Tous pa Tous y está ligada familiarmente a Cangas del Narcea.
En el siguiente enlace se puede consultar más información y ver fotografías de la memorable visita a la que se refiere Lola Lozano en este libro.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Portada-Imagenes-y-representaciones-de-los-vinos-del-Marco-del-Jerez-1.jpg18191183Tano Ramoshttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgTano Ramos2024-11-30 07:53:202024-11-30 12:36:45Fino La Ina, el jerez de Cangas del Narcea
De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona (Gijón/Xixón: Tous pa Tous – Impronta, 2024)[1]
Antonio Fernández Insuela Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Oviedo
Por iniciativa de Juaco López Álvarez, prestigioso etnógrafo, director del Muséu del Pueblu d’Asturies y presidente de la histórica asociación cultural «Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País», el profesor, escritor e investigador Alfonso López Alfonso acaba de publicar el estudio De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona, en la editorial gijonesa Impronta, cuyos responsables, Marina Lobo y Carlos González Espina, gozan de amplia y prestigiosa trayectoria en el mundo de los libros y las bibliotecas. Otra figura clave en la elaboración de este libro es Luis Miguel Rodríguez Sánchez, sobrino y albacea de Alejandro Casona y que una vez más demuestra con hechos su generosa ayuda a los estudiosos del escritor nacido en 1903 en Bisuyu (Cangas del Narcea) y fallecido en Madrid en 1965.
Presentación el 14/11/2024 en la librería «Pasa página» de Oviedo, de la biografía de Alejando Casona. De izda. a dcha.: Luis Miguel Rodríguez, sobrino de Casona; Antonio Fdez. Insuela, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Oviedo; el autor, Alfonso López Alfonso; y el presidente del «Tous pa Tous», Juaco López.
Hablando de estudiosos casonianos, creo que es de justicia recordar a dos que nos dejaron hace poco tiempo, en el año 2020: el profesor valenciano de la universidad del Sarre (Alemania) José Rodríguez Richart, pionero en la investigación académica sobre Casona, al que dedicó más de medio siglo de estudios imprescindibles, documentados y ponderados, y José Manuel Feito, cura y erudito somedano de numerosas iniciativas socioculturales en la parroquia de Miranda de Avilés, pueblo donde, por otra parte, unas décadas antes había ejercido como maestra -maestra renovadora- la leonesa Faustina Álvarez García, la madre de Casona, a la que Feito dedicó un libro justamente reivindicativo. Ambos investigadores tienen, como es lógico, amplia presencia en el libro de Alfonso López Alfonso.
Un libro que era estrictamente necesario, pues hay cientos de trabajos sobre Casona (varios libros, artículos, ediciones prologadas de sus obras, etc.), pero hasta ahora no existía en castellano ningún volumen extenso y actualizado (De ida y vuelta… tiene más de 300 páginas de texto y 33 de fotos) que presentara al lector el conjunto de la trayectoria vital y cultural de dicho escritor[2], que no es solo la de dramaturgo, con la que obtuvo fama internacional: fue también maestro e inspector de enseñanza primaria, poeta, narrador de cuentos propios y adaptador de relatos históricos, literarios o legendarios ajenos, director del Teatro del Pueblo integrado en las republicanas Misiones Pedagógicas, infatigable colaborador en la prensa y la radio de diversos países hispanos, guionista de cine, etc. No deja de ser un tanto llamativa esa ausencia de un tal estudio del conjunto, pero ahora, afortunadamente, este trabajo lo lleva a cabo Alfonso López Alfonso, lo que me parece lógico por la feliz confluencia de varios factores: la histórica labor de “Tous pa Tous”, la personalidad y actividades culturales de Juaco López y Alfonso, ambos de profunda vinculación con Cangas del Narcea, el concejo natal de ellos y de Casona y la muy notable producción investigadora internacional que ha surgido en los últimos veinticinco años con nuevas informaciones y perspectivas sobre este autor.
Alfonso, nacido en el pueblo de Moncóu, es licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo —en una asignatura optativa de literatura española fue excelente alumno del autor de estas líneas—, es profesor numerario en el IES Escultor Juan de Villanueva (Pola de Siero) y, además, es investigador riguroso, con feliz inclinación a vincular literatura e historia, apasionado buscador de literatura y cultura en la prensa impresa o ahora digitalizada, y escritor que cultiva la poesía, el relato y la crítica. También es un muy activo militante en el estudio de la cultura, en el más amplio sentido, de su concejo natal. Recomiendo que al respecto se lea su libro El tiempo baldío (Gijón, Impronta, 2012), conjunto de estampas en las que refleja su vida y su visión de su tierra, del pueblo en que nació. Sus experiencias de niño, su mirada a familiares presentes o emigrados y a sus vecinos es una honda y emotiva indagación en sentimientos y vivencias de un entorno concreto, pero que por el modo de analizarlos y la elegancia, claridad y precisión con que los expresa sirven para cualquier otro ámbito local y temporal similar. Como investigador y crítico publicó informados y reflexivos trabajos acerca de diversas personalidades: Alejandro Casona, Pablo Suero -periodista, crítico y poeta de origen gijonés asentado en Argentina y de relación breve pero compleja con el escritor nacido en Bisuyu, al que conoció meses antes de la guerra civil-, Gumersindo Díaz Morodo “Borí”, -político y periodista republicano cangués fallecido en el exilio-, y, sobre todo, José Díaz Fernández (1898, Aldea del Obispo, Salamanca – 1941, Toulouse), narrador, crítico, político republicano con raíces familiares en el occidente de Asturias, amigo y contertulio de Casona en el Madrid de preguerra, y fallecido muy pronto en el exilio francés. Alfonso, gracias en gran medida a sus investigaciones en fuentes hemerográficas, ha dado a conocer estampas y semblanzas publicadas por Díaz Fernández en los años veinte en la revista Ondas, de Unión Radio, la futura Cadena Ser (El cine y otras prosas de juventud, Gijón, Ateneo Obrero de Gijón, 2011, Fortuna Balnearia,18, edición y prólogo de Alfonso López Alfonso). Dos años después también puso prólogo y editó del mismo escritor Luna de suburbio y otros relatos. Narrativa breve completa (Sevilla, Renacimiento, 2013, Biblioteca de Rescate, La Novela Corta, 3). Y más recientemente dio a conocer una serie de poemas que dicho escritor y político había publicado en la revista Asturias de La Habana (“Selección de poemas de juventud de José Díaz Fernández (1917-1921)”, Mediodía. Revista hispánica de rescate, Sevilla, 3, 2020, pp. 88-102). Hay que indicar que dicho escritor y político se había referido a su amigo Casona en algún que otro artículo publicados en el periódico republicano federal barcelonés El Diluvio[3] . De todo lo que acabo de exponer creo se puede deducir que ya antes de ponerse a escribir el libro sobre Casona nuestro investigador ya había demostrado fehacientemente su capacidad crítica y su conocimiento del ambiente literario y social en que se desenvolvió su paisano antes de la guerra y después en el exilio.
La muy variada producción cultural del exilio derivado de la guerra civil española tardó en conocerse en el interior de España por razones obvias. Tras la muerte de Franco, como es lógico la situación cambió por completo, pero Casona y su obra, una vez pasó la gran expectación que había causado con su visita en 1962 -cuando retiró su veto a ser representado bajo el franquismo- y con su regreso definitivo en 1963, cayeron en un relativo olvido en los ámbitos culturales convencionales tras su temprana muerte en 1965. De todos modos, una aclaración: en los escenarios teatrales, con las inevitables fluctuaciones de los gustos o modas literarias, Casona siempre estuvo presente en España a partir de 1962 y, además, sus obras -teatrales o no- se editaron y reeditaron aquí y en numerosos países de varios continentes. Hay que reseñar -y lamentar- que en numerosas ediciones de sus obras tras el año 2000 muy pocas veces incluyen en sus prólogos las nuevas informaciones que sobre él se están publicando en ámbitos académicos desde fines del siglo XX.
Alfonso, investigador riguroso, sí tiene en cuenta estos recientes estudios, cuya aparición está relacionada con el nuevo interés que por la literatura del exilio republicano de 1939 surge con motivo del sesenta aniversario de la terminación de la guerra civil. En este aspecto, son fundamentales las iniciativas en la década final del siglo XX del profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona Manuel Aznar Soler y su amplio equipo de investigación, habitualmente conocido como GEXEL (Grupo de Estudios del Exilio Literario). Los diversos congresos, jornadas, etc. que promovieron y siguen promoviendo en numerosas universidades españolas y extranjeras motivaron que un amplio número de críticos de distintos países hayan publicado estudios que aportan muchas novedades sobre Casona. En ese marco, pero, a la vez, independiente del grupo GEXEL, al cumplirse en 2003 el centenario del nacimiento del autor asturiano, a iniciativa del profesor Rodríguez Richart, apoyada por Luis Miguel Rodríguez, se lleva a cabo en la Facultad de Filología de la Universidad de Oviedo el congreso internacional “Homenaje a Alejandro Casona (1903-1965)”, donde participaron treinta investigadores de más de quince universidades y centros de investigación de diversos países. Permítaseme decir que el comité organizador (los profesores María del Carmen Alfonso García, María Crespo Iglesias, María Martínez-Cachero Rojo, Miguel Ramos Corrada -lamentablemente ya fallecido- y el autor de estas líneas) no quedó descontento del trabajo realizado, que se materializó en la publicación del volumen Actas del “Homenaje a Alejandro Casona (1903-1965)”. Congreso Internacional en el centenario de su nacimiento (Oviedo, Fundación Universidad de Oviedo / Ediciones Nobel, 2004, 630 pp.) que incluyen una treintena de artículos sobre las muy diversas facetas que modelan la personalidad privada y creadora de Casona, muchas de ellas hasta entonces desatendidas por la crítica. En síntesis, creo que puede decirse que la imagen personal y artística del autor sale ampliamente enriquecida por la publicación de relevantes informaciones documentales y nuevas perspectivas de análisis de sus obras. Alfonso, obviamente, también acude con frecuencia a ese volumen, hoy agotado.
Naturalmente, también tuvo que indagar en otros lugares, sobre todo archivos públicos y privados en los que cabría esperar que hubiera nueva documentación sobre Casona. En unos casos, esa esperanza se materializó, en otros, lamentablemente, no, como acostumbra a suceder en cualquier proceso serio de investigación literaria. En el aspecto positivo, quiero reiterar la generosa ayuda que le dispensó Luis Miguel Rodríguez, que puso a su disposición la correspondencia familiar del autor y otros grupos de cartas. Así, Alfonso nos dará a conocer misivas hasta ahora inéditas y que sirven para saber de primera mano lo que Casona y su familia más próxima sentían, p. ej., acerca de la guerra civil o sobre la nostalgia que el escritor tenía por su tierra durante un exilio que llegará a durar un cuarto de siglo. También publicará Alfonso algunas otras cartas del mismo fondo documental de figuras relevantes de la cultura y la historia española de la época.
En lo que concierne a otros archivos, en este caso públicos, tienen especial relevancia los dos testimonios de enero de 1962, acerca de la dispar actitud de la Dirección General de Seguridad ante la solicitud de venida de Casona a España. En los dos documentos que aporta Alfonso vemos cómo en el plazo de una semana dicho organismo policial retira su agresiva oposición al regreso del escritor republicano. Un regreso que, por cierto, motivará un notable revuelo en círculos del exilio, como señaló la profesora Isabel Jardón López (“El regreso del exilio de Alejandro Casona: Correspondencia epistolar con Joaquín Maurín”, Clarín, 51, mayo-junio 2004, pp. 83-88).
En el aspecto negativo de esa búsqueda de nueva documentación, sobre todo epistolar, podemos indicar que Alfonso, a pesar de sus gestiones, no logró localizar las cartas que se cruzaron entre Casona y su paisano y amigo el profesor Juan Rodríguez-Castellano, quien había publicado varios artículos breves pero muy ilustrativos sobre el escritor asturiano que vieron la luz en prestigiosas revistas del hispanismo en Estados Unidos, donde ejerció en diversas y prestigiosas universidades hasta su muerte en Saint Petersburg (Florida) en 1970. Natural de Bisuyu, formó parte de una familia evangélica de este pueblo[4], en la que destacaron su hermano Lorenzo, prestigioso dialectólogo y director que fue de la Biblioteca Pública de Asturias, y la esposa de este, la profesora Adela Palacio Gros, que dedicó a Casona dos documentados trabajos, del que quiero destacar el titulado “Presencia de Asturias en la obra de Alejandro Casona” (Boletín del IDEA, XLVIII, 1963, pp. 155-201). Dadas las circunstancias que concurrieron en la amistosa relación de esta familia con el escritor y basándonos sobre todo en lo que el propio Juan Rodríguez-Castellano afirma en sus artículos sobre su amigo, el epistolario completo entre ambos tuvo que ser muy interesante. Dos breves muestras nos lo sugieren. En 1942 en su artículo “Alejandro Casona – Expatriado español” (Hispania, 25: 1, 1942, pp. 49-54) afirmaba Juan Rodríguez-Castellano:
Conozco a Alejandro Casona desde la infancia. Nos criamos en el mismo pueblo asturiano y hasta creo que somos algo parientes. Juntos solíamos pasar algunas vacaciones de verano y en ocasiones representábamos comedias con el doble objeto de entretenernos nosotros y de ofrecer pasatiempo a incautas damiselas provincianas.
O, diez años después, en el texto titulado “Casona y Asturias” (Hispania, 35: 4, 1952, 392-394) decía:
«En cuantas comunicaciones he recibido de Casona nunca he dejado de advertir su constante amor a la tierrina y su nostalgia -más o menos acentuada según las circunstancias- por la Asturias aldeana de su infancia […]. Idéntica nostalgia de su tierra se respira en sus cartas. Próxima a terminar la segunda guerra mundial, cuando aparentemente abrigaba el autor esperanzas de regresar a España, se expresaba de esta manera. “¿Será posible que el hermoso sueño se realice al fin y que pronto podamos vernos y abrazarnos sobre la tierra querida? Solo vivo para esperar eso».
Con el amplio material bibliográfico que pudo utilizar y con sus propios investigaciones y descubrimientos, que, generosamente me iba comunicando, Alfonso López Alfonso ha conseguido un libro en el que quien no conozca la trayectoria vital y literaria de Casona descubrirá a una figura fundamental en la historia del teatro español de la primera mitad del siglo XX, posiblemente nuestro dramaturgo contemporáneo de más éxito en el ámbito internacional (dejando aparte alguna obra de García Lorca). Y quien ya haya leído o visto las obras del autor asturiano, ahora se encontrará con numerosas e interesantes informaciones nuevas.
Estamos ante un estudio que va mucho más allá del propósito inicial de ser un texto meramente divulgativo y que, más informativo que de estricta crítica literaria, pero sin que falte esta, es un trabajo perfectamente construido, con un ensamblaje impecable de la vida personal y la faceta pública creadora y política de Casona, distribuida en seis apartados que corresponden a etapas o vivencias relevantes del biografiado. Finaliza el estudio con diez páginas de una muy pertinente bibliografía, los agradecimientos y el ya aludido álbum fotográfico de 30 páginas de imágenes, varias ya publicadas y otras me parece que desconocidas, al menos para mí. Es apartado final se inicia con fotos de Bisuyu y de la infancia de Casona y finaliza con la de su tumba en el madrileño cementerio de la Almudena.
Como era de esperar, dados sus antecedentes literarios, el escritor e historiador Alfonso López Alfonso en De vida y vuelta… ofrece a los lectores una prosa clara y precisa que conjuga soltura narrativa, contenida sensibilidad y reflexividad iluminadora Recordemos, p. ej., este pasaje al final del capítulo de la vida y la obra:
«Alejandro Rodríguez Álvarez murió en Madrid el 17 de septiembre de 1965. Vino a morir a casa, que es donde quieren morir todos los que al abrir por primera vez los ojos a este mundo ven las hayas, los robles y los castaños, las montañas y los prados verdes; y escuchan su lenguaje como una cadencia dulce que se va alojando en la conciencia para grabarles en la memoria la profecía de que antes de morir tienen que ovillarse como un feto y volver al origen, porque la vida es más de quien sabe morir arropado por el manto caliente de la tierra que le enseñó el primer lenguaje, el del paisaje, que entra por los ojos y los oídos y no entiende de significantes y significados y es tan universal que cada hombre tiene el suyo propio…» (pp. 288-289).
Me atrevo a pensar que estarían de acuerdo con estas palabras de Alfonso el José Díaz Fernández de la estampa “A través de Asturias: El alma del paisaje” (El cine y otras prosas de juventud, pp. 148-151) y el Casona de numerosos textos, artículos periodísticos incluidos, pero en especial el de La dama del alba, de La casa de los siete balcones, del artículo “Las tres Asturias” (Asturias, Buenos Aires, 225, 1942, p. 2), el que en “Carne y alma de España en el paisaje” (VV. AA., Imágenes de España, Buenos Aires, Delegación de la Unión Internacional de Socorro a los Niños en América Latina, 1946) afirma que “conocer un paisaje es casi conocer al hombre” o el que en una entrevista con el crítico José Luis Cano (C[ano], J[osé] L[uis], “Charla con Alejandro Casona”, Ínsula, 191, octubre de 1962: 5) dice que “[e]n última instancia solamente se llega a lo universal por el camino de lo nacional. Solamente se está en condiciones de hablar con el hombre después de haber hablado larga y entrañablemente con Juan”.
Por todo lo dicho, quiero expresar mi más sincera felicitación a Juaco López, al Tous pa Tous, a Impronta (Marina Lobo y Carlos González Espina) y, muy especialmente, como es lógico, a Alfonso López Alfonso por este magnífico trabajo De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona.
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El 14 de noviembre de 2024 en la librería «Pasa página», Oviedo / Uviéu. ↑
Sí existe un serio estudio en inglés, el del investigador casoniano Harold K. Moon, de la Brigham Young University (Provo, Utah): Alejandro Casona, Boston, Twayne Publishers, 1985, Twayne’s Authors Series, 748, 157 pp. Por la fecha de su publicación, obviamente no pudo conocer la variada y novedosa producción bibliográfica sobre Casona publicada desde fines del siglo XX. ↑
Puede verse Antonio Fernández Insuela, “Opiniones sobre literatura en los artículos de José Díaz Fernández en 1936 en el diario El Diluvio (Barcelona)”, en Homenaxe al Profesor Xosé Lluis García Arias, Uviéu, Academia de la Llingua Asturiana, 2010, tomu II, pp. 793-814). ↑
Numerosos naturales de Bisuyu se apellidaban Rodríguez y en muchos casos eran evangélicos. Puede verse al respecto José Luis Fernández Álvarez, “Después de Lutero, los Rodríguez de Besullo”, en https://www.protestantes.net/archivo.asp?id=1650.↑
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Presentacion-De-Ida-y-Vuelta-Oviedo.jpg9481200Antonio Fernández Insuelahttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgAntonio Fernández Insuela2024-11-25 09:31:392024-11-25 09:31:39Presentación del libro de Alfonso López Alfonso «De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona», por Antonio Fernández Insuela
Mientras ayer nuestro flamante Supercampeón de España desde Córdoba nos hacía vibrar de alegría, en el Levante español nuestro socio Manuel Rodríguez Fernández (Manolón para los amigos) y tres compañeros del Real Oviedo Rugby colaboraban en la limpieza de zonas afectadas por la DANA en Valencia
El cangués Manuel Rodríguez Fernández (Manolón), socio del Tous pa Tous.
Este fin de semana, Manuel Rodríguez Fernández, conocido cariñosamente como «Manolón», junto con sus compañeros del Real Oviedo Rugby, Aitor Fernández, Daniel Sánchez y Víctor Asensi, partieron hacia Valencia. Después del último entrenamiento de la semana (este fin de semana no hay partido), llevaron ayuda material y ofrecieron su mano de obra para colaborar en la limpieza de las zonas afectadas por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA).
Antes de partir, recibieron ánimos de Santi Cazorla y expresaron su agradecimiento a los socios, jugadores y amigos del Real Oviedo Rugby, Asociación Síndrome de Down de Oviedo, Química del Nalón, la cuenca minera de Cangas del Narcea, y la Parroquia y Cofradía del Cristo de la Salud de Cangas del Narcea por sus aportaciones de material.
Al llegar a municipios valencianos como Algemesí, Catarroja y Paiporta, sus reacciones fueron impactantes: «Es un desastre. Sin palabras»; «Chicos, esto es la guerra»; «Hoy en Catarroja, mañana vamos a intentar ir a Paiporta»; «No me puedo imaginar lo que debió ser esto hace 15 días. Hablar con la gente es conmovedor»; «No puedo hacer un diario, desde que estoy aquí me he emocionado tantas veces que vivo en un tobogán de sensaciones. Ahora estoy tomando cervezas con una pareja, ella de Langreo y él valenciano, les regalamos un balón de rugby para los nenos y es todo agradecimiento. Hablamos con gente mayor y la expresión de sus ojos lo decía todo»; “Mañana vamos a Paiporta a entregar un generador que tenemos para la residencia de ancianos. En fin, una cosa es ver esto por televisión y otra es estar aquí y vivirlo»; «Mañana vamos a Paiporta a la zona cero. Contactamos con un electricista cuyo mote es ‘torete’ y allí que vamos. Esto es un sin Dios, no dejan entrar en las localidades, pero lo vamos a hacer sí o sí».
Las imágenes hablan por sí solas. Gracias amigos ¡Sois otro motivo de orgullo y satisfacción!
https://touspatous.es/wp-content/uploads/dana-manolo-portada.jpg601450@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-11-17 14:38:422024-11-17 20:25:12La otra cara de la moneda: Solidaridad en acción
Alejandro Cachón y Borja Rozada culminan una increíble temporada con la victoria en Pozoblanco y siendo Supercampeones
Alejandro Cachón Rodríguez, n. Cangas del Narcea, 1999. El joven piloto asturiano proclamado Campéon de España de Rallies 2024.
El primer año con Toyota no ha podido ir mejor para Alejandro Cachón y su copiloto Borja Rozada. La dupla ha sido coronada como Supercampeones de España de Rallyes tras una impresionante actuación en el rally final en Pozoblanco. Cachón logró superar a su rival más cercano, Diego Ruiloba, en una temporada repleta de éxitos y emociones.
Su constancia y habilidad al volante fueron decisivas, destacando especialmente su triunfo en el Rally RACC Catalunya, que fue crucial para asegurar el campeonato. Este título representa un hito significativo en la carrera de Cachón, y un excelente augurio para futuros desafíos con Toyota.
¡Enhorabuena a los campeones por una temporada inolvidable!
https://touspatous.es/wp-content/uploads/CAMPEON-DE-ESPANA.png542451@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-11-17 13:39:332024-11-17 14:59:14Un cangués coronado 'rey del viento'
Alicia Flórez Berdasco, Ingeniera de Telecomunicaciones.
Alicia Flórez Berdasco, destacada investigadora de la Universidad de Oviedo, ha sido galardonada con el primer premio en el novedoso concurso ‘Jóvenes Ingenieros/as por un Mundo Mejor’, organizado por el Instituto de la Ingeniería de España (IIE). Este reconocimiento nacional destaca su innovador proyecto titulado ‘Diseño de antenas para un sistema radar de ayuda al desplazamiento autónomo de personas con discapacidad visual’, que utiliza nuevas tecnologías para mejorar la vida de las personas con discapacidad visual.
El premio, patrocinado por la Fundación Mutualidad de la Ingeniería y dotado con 1.250 euros, fue entregado en una ceremonia celebrada en Madrid. Alicia, natural de Cangas del Narcea (Casa Cristo, El Carrascal, Obanca), expresó su profunda gratitud por el reconocimiento y destacó la importancia de compartir ideas y proyectos con otros jóvenes ingenieros e ingenieras del país.
El concurso, dirigido a jóvenes ingenieros/as menores de 35 años con un título de Máster Habilitante de Ingeniería, busca premiar proyectos desarrollados entre 2022 y 2024 que tengan un impacto positivo en la sociedad. Los participantes debían presentar un vídeo explicativo, un documento PDF detallando el proyecto y su currículum vitae.
El jurado, compuesto por miembros del Comité Universidad, Formación y Empresa (CUFE-IIE) y un delegado del Presidente del IIE, evaluó los proyectos en base a criterios como la mejora de la sociedad, la innovación, la transformación ecológica y digital, el emprendimiento y las competencias transversales.
La gala de premios, que se llevó a cabo el pasado 8 de octubre de 2024, fue un evento abierto al público tanto de manera presencial como online. Además del primer premio, se otorgaron premios de 750 euros y 500 euros a los segundo y tercer clasificados, respectivamente.
El Instituto de la Ingeniería de España difundirá los proyectos ganadores a través de sus medios de comunicación y redes sociales, y continuará apoyando a los jóvenes ingenieros que buscan contribuir a un mundo mejor.
¡Felicidades a Alicia Flórez Berdasco por su impresionante logro y su dedicación a mejorar la vida de las personas con discapacidad visual!
https://touspatous.es/wp-content/uploads/alicia.jpg500500@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-10-17 08:57:442024-10-17 08:57:44Alicia Flórez Berdasco gana el concurso nacional ‘Jóvenes Ingenieros/as por un Mundo Mejor’
Crisanto Rodríguez- Arango Díaz (Cangas del Narcea, 1929). Fotografía publicada en prensa con motivo de la toma de posesión de su cargo de Secretario General de la Diputación Provinvial de Toledo en 1975.
Gracias a un artículo publicado en 1971 en la prensa de Ciudad Real por nuestro estimado socio y paisano Crisanto Rodríguez-Arango, hemos logrado rescatar del olvido a otro ilustre coterráneo, un valiente militar de la Guerra de la Independencia con una destacada hoja de servicios a la nación.
El autor del artículo, Crisanto Rodríguez-Arango Díaz, nació en Cangas del Narcea el 17 de noviembre de 1929. El próximo mes celebrará su 95º cumpleaños (desde aquí nuestra felicitación anticipada). Es uno de los cuatro hijos del matrimonio formado por Joaquín Rodríguez-Arango Fernández-Argüelles (Cangas del Narcea, 1895-1966) y Crisanta Díaz Pérez. Su padre, al igual que su abuelo y bisabuelo, desempeñaron el cargo de alcalde de Cangas del Narcea en distintas etapas históricas, desde la restauración borbónica hasta la proclamación de la Segunda República.
Sin embargo, el destino llevó a Crisanto a otras latitudes, residiendo primero en Ciudad Real y luego en Toledo. Pero antes, estudió en la Universidad de Oviedo, donde se licenció en Derecho con el premio extraordinario «Francisco Beceña» en 1952. Tras finalizar sus estudios, fue nombrado profesor ayudante adscrito a la Cátedra de Historia del Derecho y, posteriormente, profesor adjunto de Derecho Romano y Canónico en la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo.
En 1954, obtuvo una beca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para ampliar estudios en Roma, en el Instituto Jurídico Español, donde permaneció durante un curso académico. A su regreso a España en abril de 1956, defendió su tesis doctoral, obteniendo el título de Doctor en Derecho con la calificación de sobresaliente por la Universidad de Oviedo. Su tesis fue publicada en los «Cuadernos del Instituto Jurídico» de Roma.
En 1959, ganó las oposiciones de Secretarios de Administración Local de primera categoría, siendo destinado entre 1960 y 1968 al Ayuntamiento manchego de Almodóvar del Campo, y de 1968 a 1975 al de Ciudad Real, que le distinguió con la “estatuilla de Alfonso X el Sabio” y el título de «Concejal honorario”. En 1975, fue nombrado Secretario General de la Diputación de Toledo.
Ha impartido cursos de verano en la Universidad Hispanoamericana de Santa María de la Rábida y en el Centro de Estudios de Peñíscola. Ha publicado trabajos en el Anuario de Historia del Derecho Español y en el Instituto Jurídico Español de Roma, entre otros. Posee los títulos de Licenciado en Ciencias Políticas (1962) por la Universidad de Madrid y de Diplomado en Administración Local por el Instituto de Estudios de Administración Local. Ha sido Presidente del Colegio Provincial de Secretarios, Interventores y Depositarios de la Administración Local de Ciudad Real.
A la derecha, de perfil, Crisanto Rodríguez-Arango, en 1985, junto a los restauradores de la Tarasca de Toledo.
En Toledo, presidió la Junta Pro-Corpus hasta 1985, rescatando elementos tradicionales de las fiestas del Corpus Christi, logrando bajo su mandato la recuperación de la Tarasca que no salía por su mala conservación desde 1964 y de cinco gigantones del siglo XVIII, que pertenecían a la catedral, entre otras muchas cosas. En aquellos años se instituyeron los premios «Tarasca de Honor», hoy consolidados en la ciudad, y también se aumentó el recorrido de la procesión por el toledano barrio de Santo Tomé, en las calles Alfonso XII, Rojas y la plaza del Salvador. En 1995, tuvo el honor de pregonar estas fiestas.
Para aquellos que estén interesados, pueden leer su pregón de alto contenido histórico en el siguiente enlace: Pregón Corpus 1995.
El azote de los franceses
A continuación reproducimos integró el artículo de Crisanto Rodríguez-Arango publicado en el periódico Lanza. Diario de La Mancha. Martes, 26 de octubre de 1971
Asturianos en la Mancha: Don Francisco Antonio Fernández de Sierra
Francisco Antonio Fernández de Sierra (Tandes, Cangas del Narcea, 1777 – Almagro, 1828)
La creación de un centro asturiano, en Ciudad Real, pone de relieve las vinculaciones de los oriundos de la verde provincia norteña con los manchegos, nobles y de buen corazón, no exentos de socarronería, que saben dispensar, practicando la antañona virtud de la hospitalidad, las mejores acogidas. Las relaciones entre asturianos y manchegos no son de hoy. Se dice que los padres de San Juan de Ávila procedían de Gijón, ciudad que dio lugar a uno de los apellidos del gran Santo almodovense, y también parece ser que Jovellanos pasó por estas tierras que acaso le inspiraran alguna de sus importantes páginas.
Es de suponer que otros asturianos pasaran, dejando mejor o peor estela, por esta geografía, corazón de España, donde Cervantes iba a situar las hazañas del personaje de ficción de mayor resonancia y más amplia trascendencia de la literatura universal. Una de las figuras mínimas que formarán el mundo de Don Quijote de la Mancha será una asturiana de no muy buena reputación, lo que confirma la aseveración con que iniciamos este párrafo.
En época más inmediata a nosotros, a caballo entre el siglo XVIII y principios del XIX, un asturiano llegó a la Mancha con un limpio historial y, precisamente, en esta región española, habría de destacar por sus hechos meritorios. Nos referimos a don Francisco Antonio Fernández de Sierra.
Nace este astur en Tandes, minúsculo pueblecito entre montañas con su casona señorial, perteneciente a la parroquia de San Martín de Sierra y Santa María de Brañas, en el concejo de Cangas de Tineo, hoy Cangas del Narcea, bien conocido por el autor de estas líneas por haber nacido allí. Don Francisco, a los 17 años, es cadete de la Caballería del Rey, iniciando una carrera militar en la que destacaría con brillantes hechos de armas. Ya graduado como capitán de la Caballería del Rey y, más tarde, como teniente coronel, anda por Alemania, Dinamarca y Francia, regresando a España en 1808,a tiempo para formar parte de la resistencia patriótica contra la invasión napoleónica. Destaca en la lucha contra los franceses: en Talavera, en 1809, avanza solo delante de una compañía, tomando un cañón, dando muerte a catorce artilleros y apresando a un capitán y a un general del ejército imperial; en Puente del Arzobispo, queda cercado por el enemigo, con 40 hombres, rompiendo el cerco y salvando a los 40 hombres y 58 más de infantería que se le unen. Con todos ellos pasa a la Mancha, donde anima las guerrillas de la Independencia, causando considerables bajas en el ejército francés, cuyas unidades en ocasiones, son derrotadas por él y sus soldados. Como guerrillero debió adquirir buena fama, pues en Pedro Alcalde arrebató al francés 1.200 cabezas de ganado lanar y en Valdepeñas les sustrae 38 potros, dando muerte a los cuatro juramentados que los conducían. Y no reseñamos más hechos por no alargarnos en demasía. La hoja de servicios de don Francisco Antonio es muy expresiva.
Todas sus heroicidades le valen, primero el que se le otorgue el hábito de Caballero profeso de las órdenes y caballerías de Calatrava, de San Fernando y de San Hermenegildo, y, después, en 1814, el que se le nombre por el Rey, gobernador político y militar de la ciudad de Almagro, donde reside prácticamente hasta su muerte, en 1828.
Contrae matrimonio, en segundas nupcias, con una dama de rancio abolengo manchego, doña Bárbara Zaldívar y Carrillo, oriunda de Carrión de Calatrava, de la que tiene cinco hijos. A sus actuales descendientes, la Excma. señora doña Elisa Cendrero, viuda de Medrano, agradecemos la oportunidad de haber podido desempolvar los datos biográficos de este astur-manchego que muy bien puede servir de ejemplo y paradigma a quienes, procedentes de Asturias, llegamos a la Mancha y aquí hemos formado un hogar, identificándonos y sintiéndonos como los mismos nativos.
C. ARANGO
Por nuestra parte, y gracias a la valiosa información proporcionada por Crisanto, así como a la transcripción realizada por el historiador manchego José González Ortiz (Puertollano, 1951) de su hoja de servicios, conservada por su última descendiente, Mª Elisa Céspedes Medrado, trastataranieta de este héroe desconocido de la Guerra de la Independencia, hemos elaborado el siguiente resumen de los datos personales y la carrera militar de Francisco Antonio Fernández de Sierra. Este documento sirve como testimonio de la vocación militar de aquella época y de la entrega sin límites a una causa noble, acabar con la francesada, que diría José María de Pereda.
A pesar de los esfuerzos de los franceses, nuestro paisano logró resistir. Sin embargo, de manera paradójica, una mano despiadada y desconocida le suministró el veneno que pondría fin a su vida en 1828, en la histórica ciudad de Almagro (Ciudad Real). En sus últimos años, había fijado su residencia allí tras ser nombrado Gobernador político y militar de la ciudad de Almagro y del Campo de Calatrava por el rey Fernando VII.
Ficha resumen
https://touspatous.es/wp-content/uploads/francisco_processed.jpg409251Manuel Álvarez Peredahttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgManuel Álvarez Pereda2024-10-14 19:53:572024-10-14 20:38:39Dos cangueses de La Mancha: Crisanto Rodríguez-Arango y Francisco Antonio Fernández de Sierra (el azote de los franceses)
El Regimiento de Infantería de Cangas de Tineo, cuya historia ha sido rescatada por el historiador José Luis Calvo en un libro que publica el Instituto Bances y Valdés.
El Instituto de Estudios Históricos Bances y Valdés ha editado una nueva publicación del académico don José Luis Calvo Pérez, que se presentará en el Club La Nueva España (Oviedo) con ocasión de la semana del Desarme, el próximo 16 de octubre a las 18.00 horas, y posteriormente en Cangas del Narcea el sábado 26.
Siempre es buen momento para rememorar las hazañas de los asturianos que lucharon contra los franceses en la Guerra de la Independencia. Dentro de la contienda cobra especial relevancia el Regimiento de Cangas de Tineo, cuya historia ha sido rescatada por el historiador José Luis Calvo en este libro.
Un grupo de valientes sin formación militar
El Regimiento se formó el 28 de junio de 1808 para luchar contra los franceses que avanzaban hacia el Suroccidente de Asturias durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Eran un grupo de soldados que partieron al frente, en su mayoría, sin ningún tipo de formación militar y provistos con sus herramientas de trabajo en el campo, pero que llegaron a ser reconocidos por sus gestas y actuaciones en las batallas.
La apasionante historia de Pedro del Tronco
Castillo de Tineo, derribado definitivamente en 1912. La fotografía está sacada de un cristal estereoscópico de Celso Gómez Fdez.-Argüelles que data del 1 de septiembre de 1910. Colección: Álvarez Pereda.
Entre el casi millar de voluntarios que formaron el Regimiento destacó especialmente la figura de Pedro del Tronco, natural de Dagüeño, parroquia de Mieldes (Cangas del Narcea, Asturias). En 1809, fue capturado por las tropas del general francés Gautier y ejecutado en el castillo de Tineo, ubicado en la actual plaza de Las Campas. Allí se le recuerda con una cruz tallada sobre un bloque de piedra en el que se puede leer la inscripción: «Aquí murió Pedro del Tronco en defensa de la patria».
Pedro del Tronco, quien el 10 de marzo de 1811 fue reconocido por las Cortes Generales españolas como héroe de la patria, recibió un homenaje el pasado 10 de marzo en su pueblo, Dagüeño. En esta ocasión, se colocó una placa para recordar quién había sido: «El pueblo de Dagüeño a su vecino Pedro del Tronco, fusilado en la villa de Tineo a manos del invasor francés. Héroe de la patria reconocido por las Cortes Generales de España, el 10 de marzo de 1811».
https://touspatous.es/wp-content/uploads/libro-Regimiento-de-Infanteria-de-Cangas-de-Tineo-sinfondo.png387336@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-10-12 13:17:582024-10-12 13:31:10El Regimiento de Cangas de Tineo y la apasionante historia de Pedro del Tronco
Hay personas que tienen la capacidad de hacerse entender por todo el mundo. Alejandro Rodríguez Álvarez, que pasó a la historia de la literatura como Alejandro Casona, era de esa clase de personas porque convertía en simple lo complejo, en fácil lo complicado y, sobre todo, ponía luz sobre el lado tenebroso del alma humana arropando la realidad con una pizca de fantasía. Fue maestro de formación, y quizá por eso su obra apela a valores universales como el amor (La sirena varada, Romance en tres noches, La tercera palabra), la muerte (La dama del alba, Corona de amor y muerte) o la importancia de la educación (Nuestra Natacha). Él mismo dijo que se le podía acusar de estar desligado del dato contingente, pero no del alma humana. Tenía mucha razón. Pocos autores de la literatura universal habrán manejado con tanta precisión y hermosura los valores fundamentales que nos hacen humanos, demasiado humanos. En las obras de Casona la generosidad, la ingenuidad, la valentía, la franqueza y la galantería le dan la mano al egoísmo, la suspicacia, la cobardía, la hipocresía y la descortesía porque supo como pocos leer en el escondido libro del alma humana, que nos convierte en seres capaces de vernos como dioses cuando soñamos y convertidos en desarrapados pordioseros cuando actuamos. Es, claro, la distancia que media entre la fantasía y la realidad, ese delgado límite de la vida por el que siempre caminó con envidiable soltura, como si de un funambulista se tratara, Alejandro Casona.
Coincidiendo con el 59 aniversario del fallecimiento de este dramaturgo universal que vino al mundo en 1903 en el cangués pueblo de Bisuyu / Besullo, el «Tous pa Tous» y la editorial Impronta publican una nueva biografía titulada De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona. Este libro trata de dar cuenta de quien fue un joven sensible y entusiasta criado entre Asturias, Palencia y Murcia; un maestro eficaz con deseos de ser escritor que logró sacar adelante su sueño a base de esfuerzo y consiguió vivir de lo que escribía a partir de los años treinta del siglo XX, cuando compaginó la dirección del Teatro del Pueblo de las Misiones Pedagógicas con éxitos como el que le proporcionó el prestigioso Premio Lope de Vega en 1933 por La sirena varada, su primera obra teatral importante. De quien, además, fue un dramaturgo que demostró su compromiso con la realidad y los valores de la educación, por lo que después del estallido de la guerra civil se vio forzado a marchar al exilio, donde escribió y estrenó la parte fundamental de su obra. En el exilio aguantó un cuarto de siglo por voluntad propia —es evidente que no estaba de acuerdo con el régimen dictatorial de Francisco Franco, y en su correspondencia dejó claras muestras de este desacuerdo— y volvió en 1962 para ser tan agasajado por una parte de la crítica como denostado por otra que lo consideraba escapista y desapegado de la realidad social española de los años sesenta. Inmerso en ese panorama vivió sus últimos años y murió en Madrid el 17 de septiembre de 1965. Ese día desaparecía Alejandro Rodríguez Álvarez, pero las obras de Alejandro Casona nos siguen acompañando y lo seguirán haciendo durante mucho tiempo.
MUESTRA DEL LIBRO
https://touspatous.es/wp-content/uploads/de-ida-y-vuelta.jpeg20481536Alfonso López Alfonsohttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgAlfonso López Alfonso2024-09-25 17:35:202024-09-25 17:35:20«De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona»
Manolo Claret, «Uría», con la camiseta del Caudal Deportivo de Mieres en 1953.
«Manolo Claret» padre de un buen amigo mío fallecido, «Manolín” R. Fontaniella. Ambos siempre en mi memoria, nunca en el olvido.
Su nombre completo en el Registro Civil aparece como Manuel Saturio Antonio Rodríguez Flórez de Uría, pero en el mundillo futbolístico era conocido simplemente como «Uría», cangués de nacimiento y huérfano de padre desde los siete años, falleció en su Cangas del Narcea natal a los sesenta años de edad, el último día del año de 1989, tras una mala pasada que le jugó su corazón.
Manolo Claret o Pilolo, como también se le conocía familiarmente en Cangas, era una persona muy querida por todos los cangueses y destacó en su juventud, por ser uno de los jugadores de fútbol más renombrados salidos de la cantera canguesa. Perteneció al Narcea del que más tarde sería entrenador.
Equipo del Narcea el 17 de enero de 1965 en el Campo de la Vega. Colección: Sergio de Limés De izquierda a derecha: De pie: Manolo Uría (Pilolo, entrenador), Nisu, Tahoces, Marcos, Alonso, Chichi, Manolín y Peña. Agachados: Ángel Dupont, Jacinto, César, Juanín y Castro.
En 1948, fichó por el Real Oviedo como amateur siendo cedido al Vetusta, coincidiendo con los inolvidables Falín, Herrerita, etcétera. Posteriormente jugó en el Praviano y después en el Langreano, ambos en Tercera División, finalizando su carrera deportiva en el Caudal Deportivo de Mieres de Segunda División.
En 1953, realizó pruebas con el Real Madrid de la época de Di´Estéfano, Marsal, Gento… Su puesto habitual era de extremo izquierdo, jugador muy técnico, de fácil regate y fuerte chut.
Finalizó su carrera como jugador profesional en el Caudal en un partido contra el Sabadell en el estadio de la Creu Alta al tener una grave lesión en un tobillo el 18 de abril de 1954. Fue en la jornada 29 de la temporada 1953/54, tras 22 partidos como titular y 3 goles en su haber.
A pesar de ser un jugador profesional, en las vacaciones de verano jugaba partidos amistosos con el Narcea, cosa que siguió haciendo unos años después de tener que abandonar irremediablemente el futbol profesional, como se puede comprobar en la siguiente fotografía de 1957.
Pilolo, de pie, segundo por la izda., con el equipo del Narcea en el Campo de La Vega, Cangas del Narcea, en un partido de las fiestas del Carmen, 16 de julio de 1957. Colección de Gil Álvarez Martínez.
PADRES Y ABUELO MATERNO
Amparo Flórez de Uría y Díaz y sus hijos: Adela, agachado Manolo (Pilolo o Uría) y Chema Claret, delante de la casa familiar en la calle Mayor de Cangas del Narcea en 1958. Colección: José Alberto Rodríguez Andreolotti.
José Rodríguez Claret, natural de Cangas del Narcea, comerciante y abogado, fue socio fundador del «Tous pa Tous», Sociedad Canguesa de Amantes del País promovida por Mario Gómez en 1926. Contrajo matrimonio en mayo de 1928 en la villa de Cangas del Narcea con la canguesa Amparo Flórez de Uría y Díaz.
Amparo era hija de Manuel Flórez de Uría Sattar, prolífico periodista cangués nacido en 1864 que escribió en varios periódicos de Cangas del Narcea: El Narcea y El Distrito Cangués, fundó y dirigió La Verdad, y colaboró en periódicos de Oviedo, Gijón, Grado, Pravia y Madrid, en los que firmaba con su nombre o con el seudónimo de “Juan de Cangas”. Autor de dos obras lamentablemente perdidas: “Apuntes para la historia de Cangas de Tineo y su concejo” e “Historia del Regimiento de Voluntarios de Cangas de Tineo”, basada en las memorias de su abuelo paterno, que había participado en aquel regimiento y fue uno de los pocos voluntarios que regresaron a Cangas al terminar la Guerra de la Independencia en 1814. En los años veinte fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia.
Flórez de Uría era maestro y procurador de los tribunales. Tuvo una vida política intensa. En 1902 era presidente del Comité Municipal Republicano de Cangas de Tineo (así aparece en Las Dominicales. Semanario Librepensador, Madrid, 15 de agosto de 1902). Más adelante perteneció a los comités locales del Partido Reformista y de su sucesor el Partido Republicano Liberal Demócrata del que fue vicepresidente y su yerno, José Rodríguez Claret, fue secretario, ambos partidos liderados por el político asturiano Melquiades Álvarez. Durante muchos años fue concejal del Ayuntamiento de Cangas del Narcea. (Ver Juaco López en: El nombre de la ‘Plaza de La Refierta’ por Manuel Flórez de Uría)
José y Amparo tuvieron tres hijos: nuestro protagonista Manuel, el mayor de los hermanos, que nació en Cangas del Narcea en junio de 1929, José María (Chema) y Adela Rodríguez Flórez de Uría. En el año de la siguiente fotografía, los tres pequeños quedaban huérfanos de padre pues a José Rodríguez Claret lo detuvieron, con el estallido de la guerra civil española, el 18 de julio de 1936 por ser el jefe local de Falange en Cangas del Narcea. Estuvo preso en la villa de Cangas, en el convento de Corias y en Cangas de Onís de donde lo llevaron a Gijón para fusilarlo el 6 de septiembre de 1936.
Hermanos Rodríguez Flórez de Uría (Adela, Manolo «Pilolo» en el centro y Chema Claret), año 1936. Foto Magadán. Colección: José Alberto Rodríguez Andreolotti.
ESPOSA E HIJOS
A principios de los años 60, Manolo Claret se casó con la canguesa Carmen Fontaniella y fruto de este matrimonio nacieron sus tres hijos: María Teresa, mi inolvidable amigo Manolín y Nicolás. Manolín Fontaniella (Fonta) fue un gran amigo mío que nos dejó demasiado pronto, hace ya algo más de diez años, quien, muy a su pesar, no pudo superar una fatídica enfermedad después de varios años de lucha constante. Contaba tan sólo con 47 años y dejaba esposa y dos hijos. El día 26 de abril de 2014, con toda la pena de nuestro corazón, sus familares y amigos le tuvimos que decir adios en la preciosa iglesia románica de Santa María de Doroña, muy cerca de Puentedeume, en La Coruña, en la paz de cuyo cementerio descansa desde entonces. Desde aquí envío un cariñoso saludo a Susana, su esposa, y a sus hijos y mi recuerdo para un amigo que siempre estará clavado en mi memoria y en mi corazón, pues, como decía Cicerón: «La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos». Amigo Fonta: ¡Volveremos a vernos!
A la izquierda “Manolín” Rguez. Fontaniella, hijo de Manolo Claret, el 20 de agosto de 1989, junto a un servidor y a otro buen amigo cangués, Manuel Rguez. «Manolón», en el aeródromo de La Morgal (Llanera), esperando para asistir a la multitudinaria misa que iba a celebrar el Papa Juan Pablo II en su visita a Asturias.
La amistad que me unía con su hijo hizo que tuviese una estrecha relación con Manuel Rodríguez Flórez de Uría, un hombre discreto pero con una sorna muy canguesa, muy afable, siempre de buen humor pese a las vicisitudes o avatares de la vida, daba gusto conversar con él, sus consejos siempre eran bien recibidos y se notaba que se alegraba viéndonos a nosotros disfrutar sanamente.
Este empleado de banca, primero en la Banca Álvarez Castelao y desde 1967 en la sucursal del Banco Español de Crédito en Cangas del Narcea cuando la banca canguesa pasó a formar parte del grupo BANESTO, siendo aún muy joven, con tan sólo 60 años, debido a una afección cardiaca, falleció en su villa natal, el día de nochevieja de 1989. Cangas perdía así a su relevante futbolista y nosotros a un estupendo consejero, a un gran cangués y a una buena persona. Y como agradecimiento, he querido escribir esta reseña en su memoria desde Villaviciosa de Odón (Madrid) el 12 de septiembre de 2024.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Uria-Captura-de-pantalla-2024-09-11-131640_processed.webp760592Manuel Álvarez Peredahttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgManuel Álvarez Pereda2024-09-12 09:10:402024-12-16 08:02:23Manuel Rodríguez Flórez de Uría (Cangas del Narcea, 1929-1989). Reputado futbolista de la cantera canguesa.
Sixto José Castro Rodríguez. Catedrático de Universidad. Estética y Teoría de las Artes. Campus de Valladolid
28 Premios Nobel pertenecen a esta Academia Europea de Ciencias y Artes
El dominico Fr. Sixto Castro Rodríguez, catedrático de Estética y Teoría de las Artes, ha sido elegido como miembro ordinario de la Clase VII – Religiones del Mundo de la Academia Scientiarum et Artium Europaea. El Senado de la Academia aceptó su nominación por D. Mariano Delgado el 5 de junio de 2024.
La misión de esta Academia Europea de Ciencias y Artes es estimular la colaboración interdisciplinar entre reputados científicos de todas las disciplinas, destacados artistas y profesionales de la gobernanza. Su propósito es analizar importantes retos de la sociedad y ayudar a resolver cuestiones complejas para el bienestar del futuro de los europeos.
La Academia reúne a 2.000 eminentes académicos y profesionales, entre ellos 28 Premios Nobel, de toda Europa. Están divididos en 7 clases: Humanidades, Medicina, Artes, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Derecho y Economía, Ciencias Técnicas y Medioambientales y Religiones del Mundo. Los Protectores de la Academia son varios Jefes de Estado. Su lista de Senadores Honorarios incluye a muchos líderes distinguidos, como antiguos Primeros Ministros o Ministros de varios países, antiguos Presidentes de la Comisión de la Unión Europea y otros.
Los nuevos miembros serán recibidos formalmente en la Sesión Festiva anual de la Academia, que tendrá lugar los días 7 y 8 de marzo de 2025.
Fr. Sixto J. Castro
Es un fraile dominico, nacido en Cangas del Narcea (Asturias, España) en 1970. Ingresó en la Orden de los Dominicos a los 18 años y estudió Filosofía en el Instituto Superior de Filosofía de Valladolid. Continuó su formación en la Universidad de Valladolid, donde obtuvo el doctorado, estudió teología en la Facultad de Teología de San Esteban de Salamanca, y obtuvo también el título de profesor de órgano en el conservatorio de esta ciudad. En octubre de 2022 fue distinguido por la prestigiosa Cátedra de Cultura Cristiana Robert Randall con el título de Profesor Distinguido 2022-23.
Sixto es actualmente profesor de Estética y Teoría de las artes en la Universidad de Valladolid. Sus intereses académicos se centran en la teoría del arte, la cuestión de la belleza y los elementos religiosos y teológicos presentes en las teorías estéticas contemporáneas. Ha sido profesor invitado en la Bayreuth Universität (Alemania) y académico visitante en las universidades de Temple (Filadelfia), Houston, Oxford, Lovaina y Columbia.
Además, es autor de varios libros, entre ellos La trama del tiempo (2002), En teoría, es arte (2005), Vituperio de orbanejas (2007), Lógica de la creencia (2012), Sobre la risa y la belleza (2015), Filosofía del arte (2017), Teología estética (2018) y ha coordinado varios volúmenes, incluido Los caminos de la creación (2011).
Ha publicado numerosos artículos en diversas revistas, incluyendo Estudios Filosóficos, Ciencia Tomista, Revista de Filosofía, Anuario Filosófico, Diánoia, Veritas, American Catholic Philosophical Quarterly, Angelicum, Analogía, Aísthesis, Technoetic Arts and Religions, así como capítulos en volúmenes editados, incluyendo The Hand. Perception, Cognition, Action (Springer, 2017) y A Companion to Arthur Danto (Wiley, 2022). Ha traducido al español a Richard Swinburne, George Dickie, Lydia Goehr y GE Lessing. Actualmente es editor de la revista Estudios Filosóficos, editada por el Instituto Superior de Filosofía de Valladolid (España).
Sixto Castro, un fraile filósofo y viajero, en Death Valley, California.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/SixtoCastro_processed.jpg600600@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-08-07 12:56:452024-08-07 12:58:15El fraile dominico Sixto Castro, elegido miembro de la European Academy of Sciences and Arts
El presente artículo incluye la transcripción de varios documentos extraídos de las escribanías del concejo de Cangas del Narcea en los que se contiene inédita información sobre el P. Luis Alfonso de Carballo SJ, famoso literato asturiano. El interés de esta documentación es extraordinario, toda vez que permite perfilar aspectos ya acreditados de su trayectoria y, sobre todo, arroja nuevos datos que hasta el momento permanecían desconocidos, máxime por pertenecer estos a su etapa canguesa.
Este artículo que ahora subimos a la Biblioteca Digital del Tous pa Tous fue publicado en el Boletín de Humanidades y Ciencias Sociales del RIDEA, 196 (2022): 79-122.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Sin-fondo-800.png800532Roberto López-Campillo Monterohttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgRoberto López-Campillo Montero2024-04-30 09:25:122024-09-30 17:49:08El P. Luis Alfonso de Carballo SJ (1571-1635) en los escribanos del concejo de Cangas del Narcea: documentación inédita sobre su primera etapa
Gaspar Melchor de Jovellanos y José Francisco de Uría y Riego, los habitantes más antiguos del Palacio de la Junta General del Principado de Asturias (antiguo Palacio de la Diputación)
Dos piezas clave en las colecciones de arte de la Junta General del Principado son una pareja de bustos realizados por el escultor José Gragera en 1862. Ambas esculturas retratan a los preclaros asturianos Gaspar Melchor de Jovellanos y José Francisco de Uría, de izquierda a derecha en la fotografía que encabeza esta entrada.
José Gragera y Herboso (Laredo, 1818 – Oviedo, 1897) es uno de los principales escultores españoles del siglo XIX. Aunque nacido en Cantabria, se trasladó siendo aún niño a Oviedo, donde tuvo su primera formación artística. Aquí estudiaría en la Escuela de Dibujo dependiente de la Sociedad Económica de Amigos del País al menos entre 1832 y 1836. A partir de 1839 se documenta ya en Madrid, donde completó su formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando hasta 1841, en la Escuela de Nobles Artes y en el estudio del escultor José Tomás. En 1854 obtuvo su primer éxito nacional al vencer en el concurso del monumento a Juan Álvarez Mendizábal, con motivo de cuya fundición residió en París hacia 1856-57. A su regreso se convirtió en restaurador de escultura en Museo del Prado y, a partir de 1869, en subdirector-conservador del mismo. Fue durante años director de pensionados asturianos en Madrid y, tras su jubilación, regresó a Oviedo en 1890, ciudad en la que fallecería en 1897. Excelente retratista, suele citársele como autor representativo de la escultura romántica española, aunque su producción se caracteriza por las referencias clásicas, que se combinan con un contenido sentimiento. Su estilo, sobrio y majestuoso, huye de toda posible afectación, reflejando gran serenidad en sus retratos. Así se puede apreciar en estos dos bustos, encargados al artista por la Diputación Provincial de Oviedo de manera conjunta en 1862, poco después de la muerte de José Francisco de Uría y Riego, por un total de 21.250 reales. Ambos quedarían instalados en el salón de sesiones de la Diputación en 1864, medio siglo antes de la construcción del actual palacio.
Estas efigies, dedicadas a sendos próceres de origen astur, mantienen una serie de características formales comunes, además de similar solución para el pedestal, alejado de su habitual basa ática y decorado en esta ocasión con esfinges, el escudo de Asturias y el nombre del efigiado enmarcado por una corona de laureles. Son representaciones sobrias, frontales, de gesto contenido y modelado firme, veraz aunque ligeramente idealizado (más clásico el de Jovellanos, más romántico el de Uría), que exaltan los rasgos humanos de mayor valor iconográfico. Inmortalizados como hombres ilustres, como modelos de virtud, se les dota además de un carácter heroico mediante la capa, de marcados pliegues, recurso habitual en la escultura de este periodo. En el caso de José Francisco de Uría y Riego-Núñez (Santa Eulalia de Cueras, Cangas del Narcea, 1819 – Alicante, 1862), Gragera se inspiró, entre otras imágenes, en un dibujo al carbón realizado por Nicolás Suárez Cantón (Cangas del Narcea, 1815 – 1878), cuñado de Uría, amigo de Gragera y miembro de la comisión comitente. Consta que el escultor terminó la pieza en el mes de noviembre y que la presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, destacando la crítica su modelado, «con inspiración y acierto». Además, se conoce una réplica del busto, firmado en 1865 y propiedad de los herederos de Uría, al igual que otro de su progenitor, José de Uría y Terrero (1866). Por su parte, para el de Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón, 1744 – Puerto de Vega, Navia, 1811), que firma en 1863, Gragera se sirvió del retrato realizado por Ángel Monasterio (1809), modelo que usó también, aunque con mayores licencias, para la estatua togada del ilustrado que ejecutó para el Senado en 1887.
Recientemente, el Ayuntamiento de Cangas del Narcea adquirió dos bustos labrados en piedra (los anteriores son de marmol de Carrara), de José Uría y Terrero y de su hijo José Francisco Uría y Riego realizados también por el escultor José Gragera en 1865. Estas dos esculturas han sido colocadas en la cabecera del salón de plenos del ayuntamiento con el objeto de reconocer el papel que tuvieron estas dos personalidades en la historia del concejo de Cangas del Narcea en el siglo XIX, así como por la calidad artística de las dos obras. La propuesta de esta adquisición, que constituye un importante aportación al patrimonio cultural municipal, partió del «Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País».
https://touspatous.es/wp-content/uploads/13417648_1007395362708122_4742521497805981667_n.jpg618825@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-04-25 09:30:402024-04-26 10:53:34Los bustos de Uría y Jovellanos en el palacio regional asturiano
Busto de piedra sobre pedestal de madera de Uría y Riego en el salón de plenos del consistorio cangués.
El Ayuntamiento de Cangas del Narcea ha adquirido dos bustos de José Uría y Terrero y de su hijo José Francisco Uría y Riego realizados por el escultor José Gragera en 1865. Estas dos esculturas han sido colocadas en la cabecera del salón de plenos del ayuntamiento con el objeto de reconocer el papel que tuvieron estas dos personalidades en la historia del concejo de Cangas del Narcea en el siglo XIX, así como por la calidad artística de las dos obras. La propuesta de esta adquisición, que constituye un importante incremento del patrimonio cultural municipal, partió del «Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País».
Busto en piedra de José Uría y Terrero (Santulaya, fines del siglo XVIII – 1861)
José Uría y Terrero (Santulaya, fines del siglo XVIII – 1861) fue el heredero de la casa de Uría en Santaluya tras el fallecimiento de su padre Antonio Uría Queipo de Llano en 1828. Desde finales del siglo XVIII, los Uría son una familia ilustrada y liberal. En su casa estuvo Jovellanos en 1795 visitando al padre de Uría y Terrero, y éste se casará con María del Riego Sierra-Pambley, prima del general Rafael del Riego. En 1813, durante la corta vigencia de la Constitución de 1812 en plena Guerra de la Independencia, Uría y Terrero ocupará el cargo de alcalde de Cangas del Narcea, siendo la primera persona que ostentó esta denominación al frente del concejo, pues en 1814, con el regreso de Fernando VII y la derogación de la citada constitución, este cargo volverá a denominarse «juez noble». Hasta 1834 no volverá a emplearse el nombre de alcalde. En 1819, Uría y Terrero volverá a ser nombrado juez noble del concejo de Cangas del Narcea.
Con el fin del Antiguo Régimen, que se produce en 1833 con la muerte de Fernando VII, y la llegada del Estado liberal y moderno, Uría y Terrero tendrá un papel importante en el concejo de Cangas del Narcea. Se implica más en política, ocupará la representación del concejo en la última Junta General del Principado de Asturias en 1834 y 1835, y será diputado provincial en la primera Diputación Provincial de Asturias, constituida en 1835 tras la disolución de la anterior institución.
Tuvo también un papel relevante en dos acontecimientos de la historia canguesa. En la dramática hambruna que sufrió Asturias a mediados del siglo XIX, Uría y Terrero fue uno de los encargados de repartir la ayuda de la Junta de Caridad del Principado entre los vecinos pobres de Cangas del Narcea, y fue decisivo, junto a sus hijos José Francisco y Rafael, en la entrega del desamortizado monasterio benedictino de Corias a los dominicos por parte del Estado. En enero de 1860 recibió en Ocaña un poder de fray Mariano Cuartero O.P. (1813-1884) para tomar posesión del monasterio en nombre de la orden dominica, hecho que sucedió el 13 de febrero de aquel año.
Buesto en piedra de José Francisco Uría y Riego (Santaluya, 1819 – Alicante, 1862)
José Francisco Uría y Riego (Santaluya, 1819 – Alicante, 1862) fue el primogenito del anterior. Igual que su padre, dedicó su vida a la actividad política adscrito al partido liberal moderado: ocupó diferentes empleos en el Ministerio de la Gobernación, fue elegido diputado en Cortes por el distrito electoral de Cangas del Narcea (desde 1857 hasta su fallecimiento en 1862), y entre 1858 y 1862 fue director general de Obras Públicas. Sus desvelos hacia Asturias y Cangas del Narcea son de sobra conocidos. Gracias a su empeño y trabajo se abrieron importantes carreteras, como la de Luarca-La Espina-Ponferrada, a través del puerto de Leitariegos; la línea de ferrocarril León-Gijón; se construyeron puertos y faros, etc. Sus contemporáneos reconocieron su contribución a la modernización de Asturias y tras su prematura muerte con 42 años le dedicaron importantes calles en Oviedo, Gijón, Luarca y Cangas del Narcea.
Por otra parte, dedicó tiempo y dinero a experimentar sobre el cultivo de plantas forrajeras en Cangas del Narcea con el fin de observar cual era la que mejor se aclimataba al concejo para después difundirla entre los campesinos. En cuanto a la viticultura, fue el primero que vio que cambiando algunas prácticas relacionadas con el cultivo de la vid, la vendimia y la elaboración del vino, en Cangas del Narcea podía producirse un vino de calidad que podría venderse y competir en cualquier mercado. Llevó productos del concejo, jamones y cecina de vaca, a la Exposición General de Agricultura celebrada en Madrid en 1857, por los que obtuvo una medalla de bronce.
Busto de piedra sobre pedestal de madera de Uría y Terrero en el salón de plenos del consistorio cangués.
La familia de estas dos personalidades canguesas fallecidas en 1861 y 1862, con pocos meses de diferencia, quiso conservar su memoria y con este fin encargó en 1862 sendos bustos a uno de los escultores más prestigiosos de España en esta clase de trabajos: José Gragera y Herboso (Laredo, 1818 – Oviedo, 1897). Este artista fue una de las figuras más destacadas de la escultura romántica española, desarrolló gran parte de su carrera artística y profesional vinculado al Museo del Prado, donde trabajaba como escultor restaurador, y es autor de numerosos bustos de personalidades de su época e históricas. La Diputación Provincial de Asturias también quiso sumarse a este homenaje y encargó al mismo escultor otro busto de José Francisco Uría del Riego, así como uno más de Jovellanos. Estos cuatro bustos se labraron en mármol de Carrara y se conservan en el palacio de Uría de Santulaya y en la Junta General del Principado de Asturias.
Pero aún hubo otros dos bustos más, en este caso labrados en piedra, de José Uría y Terrero y de José Francisco Uría del Riego que encargaron al mismo escultor Lucía Uría del Riego, hija y hermana de los anteriores, y su marido Nicolás Suarez Cantón. Estos bustos fueron adquiridos posteriormente por Fernando Blanco Flórez-Valdés y José Luis Ferreiro Blanco, parientes de la familia Uría y vecinos de la villa de Cangas del Narcea. Estos dos bustos son los que ahora ha adquirido el Ayuntamiento de Cangas del Narcea a su heredera María Teresa González Ferreiro.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/20240216_202137.jpg615800@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-04-20 08:58:582024-04-20 14:13:30José Uría y Terrero y José Francisco Uría y Riego presiden el salón de plenos de la casa consistorial
La profesora Mercedes Pérez fue la encargada de presentar la muestra que cuenta con 200 retratos, con especial protagonismo de mujeres, solas y con niños o rodeadas de toda la familia, realizadas por Benjamín R. Membiela, el primer fotógrafo profesional que abrió estudio de modo estable en el concejo asturiano de Cangas del Narcea, concretamente, en su casa de Corias, hoy deshabitada, un mágnífico lugar, próximo al Parador Nacional, para instaurar un museo dedicado a este fotógrafo y en general a la fotografía canguesa.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/LOG-3.jpg800583@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-04-05 17:04:262024-04-05 17:18:40Muyeres de Cangas del Narcea 1907-1940. Retratos fotográficos de Benjamín R. Membiela.
Siempre decía mi amigo el abogado Mario Gómez Marcos (q.e.p.d.): «Todo lo que ocurre en este país [España] se explica desde Cangas» Cada vez que me ponía un ejemplo no tenía más remedio que darle la razón. Hoy una vez más, querido Mario, te doy la razón.
Casa Labra, taberna tradicional madrileña ubicada en la calle Tetuan, 12 y fundada en 1860 por Juan Berdasco de Las Cuadriellas de Ambres (Cangas del Narcea). Foto: José Manuel Azcona.
Corría el año 1860 y la calle Peregrinos —a la sazón, calle Tetuán— era una de las zonas de Madrid donde la colonia asturiana estaba más asentada. Allí un buen señor, de nombre Juan Berdasco, natural de Las Cuadriellas de Ambres en el concejo asturiano de Cangas del Narcea, fundó una casa de comidas para regocijo de sus paisanos. Ese fue el germen de la vieja y popular taberna Casa Labra que, como tantas otras virtudes de la gastronomía más castiza de la capital, los madrileños se la deben a la mente de un cangués.
Aquella primitiva Casa Labra tuvo que ser trasladada pocos años después de su fundación debido a uno de los acontecimientos más relevantes en la historia de la capital de España, la reforma de la Puerta del Sol. Hasta los años sesenta del siglo XIX, la explanada de Sol no era exactamente una plaza y ocupaba más o menos la mitad de espacio que en la actualidad. La desamortización de Mendizábal propició el derribo de los históricos conventos de San Felipe y Nuestra Señora de las Victorias y la nueva Puerta del Sol se llevó por delante algunas calles aledañas, como parte de la calle Peregrinos. Así las cosas, nuestro paisano Berdasco tuvo que desplazarse unos números más abajo, hasta el 12 de la actual calle de Tetuán, para mantener su negocio.
Entrañable escena campesina en Casa Berdasco de Las Cuadriellas de Ambres, en el Partido de Sierra (Cangas del Narcea), año 1940. Foto: Del álbum familiar.
Pero este no fue el único acontecimiento histórico del que ha sido testigo la más que centenaria Casa Labra. Sin duda el más importante de todos fue el acaecido el 2 de mayo de 1879. Aquel día de primavera y festivo en Madrid, un grupo de personas que abogaban por crear una organización que defendiera y ampliara los derechos de los trabajadores, se reunió en el local de Berdasco para, mientras mantenían una comida, poner en marcha una especie de conspiración política para cambiar la situación de la clase obrera.
Y así fue como entre platos de bacalao especialidad de la casa y vino, muy probablemente de Cangas, dieciséis trabajadores de una imprenta, cuatro médicos, dos joyeros, un científico, un zapatero y un marmolista aprovecharon el aluvión de comidas sociales, que con motivo de la festividad regional del 2 de mayo se celebraban en la ciudad, para pasar desapercibidos de las fuerzas del orden público y fundar el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). No es de extrañar tanto interés en pasar inadvertidos teniendo en cuenta que en aquellos años su actividad hubiera sido considerada ilegal y que el Ministerio de la Gobernación se ubicaba entonces en la Casa del Reloj, a menos de 100 metros del negocio de Juan Berdasco.
Agrupación socialista madrileña celebrando el centenario de la fundación del partido en 1979 delante de Casa Labra.
Entre los tipógrafos se encontraba un joven gallego que tenía contacto con Paul Lafargue, teórico revolucionario marxista y médico, casado con Laura Marx, hija del pensador socialista y activista revolucionario de origen alemán Karl Marx. Este gallego no era otro que Pablo Iglesias Posse a quien sus compañeros eligieron el primer presidente de lo que habría de ser el PSOE, partido político que sería legalizado finalmente en 1881.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/1940-Las-Cuadriellas-de-Ambres_processed-logo.jpg7721024Manuel Álvarez Peredahttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgManuel Álvarez Pereda2024-02-10 00:23:062024-02-16 21:27:50De Las Cuadriellas de Ambres a la madrileña Puerta del Sol. El origen cangués del PSOE
La exposición «Amador, de vuelta» que inauguramos en la Casa de Cultura «Palacio de Omaña» de Cangas del Narcea reúne 60 piezas que cubren medio siglo de creación de uno de los grandes escultores españoles contemporáneos del último tercio de siglo XX.
De ascendientes cangueses, por motivos de trabajo de su padre nació en Ceuta en 1926, pero siendo aún muy niño la familia regresó a Cangas del Narcea donde Amador pasó su infancia y primeros años de juventud. Aunque autodidacta, su conocimiento sobre el trabajo en madera, hierro y piedra se inició en esos años como aprendiz de carpinteros, ferreiros y canteros de Cangas del Narcea.
En este vídeo hemos querido reflejar algunos momentos del acto de inauguración así como las intervenciones de:
Juaco López Álvarez, presidente del «Tous pa Tous».
José Ramón Puerto y Francisco Jesús Redondo, comisarios de la exposición.
Amador Rodríguez Calvo, hijo del escultor, en representación de la familia de Amador.
José Luis Fontaniella, alcalde de Cangas del Narcea.
La exposición completa se puede visitar hasta el 8 de marzo próximo. Después se mantendrá durante unas semanas una pequeña muestra en la Sala «Tous pa Tous». Más información sobre Amador en:
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Amador-escultor-lne_processed_processed.jpg371660@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-02-08 20:10:182024-02-09 08:50:58Inauguración de la exposición «Amador, de vuelta»
Su abuelo, Joaquín Rodríguez Martínez, conocido popularmente como Ravachol, casado con María García, fue alcalde de Cangas del Narcea en las legislaturas: 1894-1895 y 1910-1913.
Joaquín Rodríguez era liberal y partidario del Diputado a Cortes Félix Suárez-Inclán. En los primeros días de su primer mandato sucedió el motín de los campesinos del concejo contra el impuesto de consumos, que era completamente abusivo para una población que en su mayoría vivía en la pobreza. Los labradores asaltaron la casa consistorial y llegaron a asediar la villa. La llegada de numerosas fuerzas de la Guardia Civil y del Ejército, así como la intermediación de personas de prestigio entre los campesinos, aplacó la ira de los vecinos. El suceso se trató en el Consejo de Ministros y en las Cortes, y fue noticia en varios diarios de Madrid y Barcelona. La narración de los hechos puede leerse en El Eco de Occidente, números de 30 de noviembre y 4 y 7 de diciembre de 1894.
En su segundo mandato abrió la calle que lleva su nombre, calle de Joaquín Rodríguez, entre la plaza del conde de Toreno o el Mercao y la calle de Suarez Cantón que también se había trazado con anterioridad en esta legislatura. Durante la Guerra Civil el ejército nacional tomó la villa de Cangas el 22 de agosto de 1936. Por este motivo, esta travesía pasó a llamarse Calle del 22 de Agosto durante la etapa franquista. Con la llegada de la democracia, el nombre de la calle revierte al original.
Fueron unos años en los que la villa de Cangas sufrió una gran transformación urbanística, inaugurándose también las actuales calles de Diz Tirado, Felix María Villa en el barrio de El Corral, y el famoso y popular Paseo de Dámaso Arango (hoy calle Uría).
Precisamente, en una empresa de este señor, Dámaso Arango, diputado provincial por el Distrito de Cangas de Tineo durante ocho legislaturas entre 1877 y 1896, y cuyo nombre completo es Dámaso Rodríguez-Arango y Méndez-Castrillón (Tebongo, Cangas del Narcea, 1846 – Ceuta, 1921), trabajaba un hijo de Joaquín y María, Amador Rodríguez García, apodado Mistoja, a la postre, padre de nuestro protagonista.
Esta empresa de Dámaso Rguez.-Arango fue la adjudicataria, por subasta al mejor postor, de los proyectos de construcción, reforma y ampliación del puerto de Ceuta. Las obras se desarrollaron a través de la sociedad “Arango y García” entre diciembre de 1908 y 1928 y este es el motivo por el que los padres de Amador se trasladaron desde Cangas del Narcea (Asturias) a vivir a Ceuta donde nacerá el escultor el 28 de febrero de 1926.
Cantera de Benzú, Ceuta, año 1911.
En Ceuta, el padre de Amador dirigió la construcción y operación de un tren de vía estrecha paralelo a la costa, que transportaba las rocas para la obra del puerto desde una cantera que se explotó en Benzú, única pedanía del municipio ceutí. En la relación general de los socios de «El Tous pa Tous»
en 1 de febrero de 1928 aparece con domicilio en «Ferrocarril, Ceuta». Ejecutados los proyectos, al Puerto de Ceuta se le ratifica como puerto de interés general, por Real Decreto Ley de 24 de febrero de 1928, dos años después del nacimiento de Amador, y la familia regresa a Cangas del Narcea. El ingeniero y geógrafo cangués, Dámaso Rguez.-Arango, había fallecido en aquella ciudad el 27 de enero de 1921.
De esta manera, Amador pasaría prácticamente toda su infancia (al menos desde los dos años) y los primeros años de su juventud en Cangas del Narcea, localidad asturiana donde tenía todos sus lazos familiares y a la que siempre se sintió vinculado: «me siento asturiano, porque quiero serlo y porque lo eran mis padres, mis abuelos y todos mis antecesores.».
Sus estudios, interrumpidos a consecuencia de la Guerra Civil, son retomados después, llegando a matricularse en la Escuela Superior de Comercio de Gijón, y en 1947 se trasladó a Madrid tras aprobar unas oposiciones para técnico en el Cuerpo General del Ministerio de Hacienda.
El tiempo libre que le dejaban sus obligaciones laborales lo dedicaba a su pasión por el arte. Completamente autodidacta, su conocimiento sobre el trabajo en madera se debe a las primeras lecciones que recibió como aprendiz de un carpintero de carros en Cangas del Narcea. Con el tiempo, y ya residiendo en la capital de España, conocerá el arte del trabajo en piedra con la ayuda de Pedro Sánchez Panadero, quien dirigió en diversas esculturas el taller de Juan de Ávalos (1911 – 2006), y los secretos de la fragua y la soldadura en el taller madrileño del escultor José Espinós Alonso (1911 – 1969), autor de la gran reja de inspiración plateresca de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. A Amador se le llegó a conocer como el “domador” del hierro y en este sentido algún crítico de arte afirmó: «La chatarra informe la convierte él en expresión viva, exaltante, claramente decidora.».
Incorporación de un cubo, arista 200 cm, c.1972. Foto: Archivo del artista.
Al principio se dedicó a la pintura, donde ya se puede apreciar una tendencia hacia el constructivismo soviético. Pero a finales de la década de los años 50 la escultura le persuadió, y a ella dedicará el resto de su carrera artística, primero explorando la figura humana, para luego pasar definitivamente a la abstracción. Hacia 1960, con la serie «Tensiones» intentó una incipiente delimitación del espacio a través de estructuras de alambre y contrapesos de piedra. En 1961 realizó su primera exposición individual en la sala Amadís, de Madrid. Dos años después, en esta misma ciudad, expondrá en la Galería Eureka sus hierros expresionistas, mostrando mitigadas influencias de grandes escultores españoles como González y Gargallo, atendiendo a ritmos naturales y también convencionales.
Según Francisco Zapico [Amador. Esculturas.1959-2000. Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular. Ayuntamiento de Gijón. Oviedo, 2000] a partir de 1966 Amador, por influencia del escultor Jorge de Oteiza Enbil (1908 – 2003), comenzó a explorar las formas geométricas básicas y la generación de formas plásticas por medio de fórmulas matemáticas. De hecho, es posible observar una afinidad muy clara de su obra con la de Oteiza en particular y con la escuela de la escultura vasca en general, uno de cuyos representantes más reconocidos fue Eduardo Chillida (1924 – 2002).
Amador en el estudio de Jorge de Oteiza.
Por aquella época Amador decía: «Amo a todo oficio. No soy escultor de oficio, pero sí conceptual espiritualmente. Mis experimentos anteriores eran unos objetos móviles dentro de unas cajas de plástico. Se creaban así unos espacios interiores contenidos, en formas geométricas y visibles, por la transparencia del material. Un día Dios quiso obsequiarme al conocer a Jorge de Oteiza. Todo en él es dinámica, espacio, escultura viva. Su conocimiento, su mente de excepción, llenaron de combustible lo que yo pueda tener de depósito de creador». Preguntado por su concepto de la flotabilidad, respondió: «Pensé en la esfera como objeto o escultura perfecta donde nada sobra ni nada falta.».
Una de las características de la obra de Amador es la gran variedad de soportes que llegó a utilizar: piedra, madera, hierro, acero, mármol, hormigón, plástico… También son característicos los títulos de muchas de sus esculturas, tales como «Apertura de un cubo» o «Cilindro con cortes según triángulo egipcio», que resaltan un contenido geométrico que también es claro en las esculturas de Oteiza («Variante ovoide de la desocupación de la esfera», 1958) y Chillida («Modulación del Espacio», 1963).
A finales de los 60 y principios de los 70, Amador logró el reconocimiento internacional gracias a sus aportaciones a dos ediciones de la Bienal de Venecia (1968 y 1972). La Biennale di Venezia es una fundación que desde 1895, cada dos años, organiza la Exposición Internacional de Arte de Venecia, conocida como Bienal de Venecia, considerada en su género, la más importante de Italia y una de las más relevantes del mundo.
Cubo IV módulo, mitad materia, mitad espacio, 1968/1969. Acero pavonado. 20 x 20 x 18,5 cm. Procedencia: colección del artista; donada al Museo Jovellanos de Gijón en marzo de 2009.
Estas formas cúbicas, que pueden desmembrarse y cambiar de postura sin descomponerse jamás, no constituyen un juego de la inteligencia, sino algo más serio: una inteligente investigación del arte. Aquí todo ha sido medido, pensado por una mente razonadora que se mueve a instancias del corazón, un ejercicio mental «sentido» con emoción estética. Y esa alianza de inteligencia y sensibilidad señala el lugar exacto donde puede nacer una obra de arte.
El escultor Amador desintegra los volúmenes que tiene compuestos ya la geometría, para sacar de ellos las múltiples criaturas que cada forma geométrica contiene. Es un alumbramiento de posibilidades, un modo de desentrañar la forma para liberarla de su clausura lineal y poblar con ella mayores espacios. Y el resultado es admirable. Otras experiencias de Amador se apoyan en la esfera; aquí predomina la arista, pero tratada celosamente para no rasgar con ella la armonía intelectual de sus composiciones.
A causa de una afección cardiaca, Amador falleció en Madrid el 10 de junio de 2001, a los 75 años. Pocos meses después, el 30 de octubre de 2001, se inauguró en Gijón la escultura «Homenaje a las Brigadas Internacionales» basada en una maqueta dejada por el escultor cangués.
Homenaje a las Brigadas Internacionales, 2001. UBICACIÓN: Plaza de las Brigadas Internacionales, Gijón. Foto: Pablo Gómez
Desde el «Tous pa Tous» aplaudimos en Amador, no sólo el feliz resultado de su investigación, sino también su ardiente vocación de investigar. La tarea del escultor es ardua porque maneja materiales fuertes de difícil dominio y complicada naturaleza. Nuestro aplauso debe ser también de acero inoxidable.
El próximo lunes 5 de febrero, a las 19:30 horas, en la Casa de Cultura «Palacio de Omaña» inauguraremos la exposición «Amador, de vuelta». Traer a Amador y su obra a Cangas, de vuelta a su pueblo, es una idea que llevamos tiempo queriendo realizar, ya que lo sentimos como una obligación, y ahora va a ser posible gracias a la incondicional colaboración del hijo del artista, Amador Rodríguez Calvo, así como a la desinteresada labor de dos grandes creativos cangueses como son Francisco Jesús Redondo Losada y José Ramón Puerto Álvarez que ejercerán de comisarios de la exposición. Sirvan estas líneas para enviar nuestro más sincero agradecimiento a los tres. Y a todos nuestros socios y seguidores, sólo deciros, que allí os esperamos.
Hoy 4 de enero de 2024, se cumple el 42º aniversario del fallecimiento del médico forense cangués don Rafael.
Recordemos de un forma muy somera, y de su propia voz, parte de su anecdotario profesional mediante esta grabación realizada en septiembre de 1974 por Mario Gómez del Collado en la sobremesa del banquete homenaje al médico cangues don Rafael Fernández Uría (1904 – 1982) en la que se recogen, a modo de recuerdo y de forma breve, alguna de las anécdotas de la trayectoria profesional de don Rafael.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Placa-medico-Rafael-Fernandez-Uria.webp515699@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-01-04 11:09:442024-01-04 11:12:40Anecdotario profesional del médico don Rafael
Jaime Graña Valdés era un popular comerciante de la villa de Cangas del Narcea, con gran sentido del humor, que manejaba con destreza el arte del lenguaje en la creación de motes.
En la siguiente audición del año 1974, a los hermanos Gómez del Collado, el abogado Mario y el arquitecto José, se les ocurrió poner a prueba la memoria del médico con Rafael Fernández Uría, utilizando motes que en el primer tercio del siglo Jaime Graña había adjudicado a distintas personas y personajes de la sociedad canguesa. Y aquí presentamos el resultado.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Motes-Jaime-Grana.png520946@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2024-01-02 21:41:402024-01-02 21:43:04Recordando motes de Jaime Graña
En 1979 durante la Transición Democrática se cambiaron los nombres de algunas calles y plazas de Cangas del Narcea. A una de las más principales, la antigua calle de la Iglesia, que desde los inicios de la villa en la Edad Media une la calle Mayor con la iglesia parroquial, se le puso el nombre de don Rafael Fernández Uría, suprimiendo el nombre de avenida de Galicia que le habían puesto los vencedores de la Guerra Civil en homenaje a las tropas gallegas que tomaron la villa el 22 de agosto de 1936. La decisión de este cambio lo acordó por unanimidad el pleno del primer Ayuntamiento democrático después de la dictadura franquista, presidido por José Luis Somoano Sánchez, y a nadie en la calle le sorprendió este nuevo nombre que reconocía a don Rafael el Médico. Él todavía vivía, de modo que pudo disfrutar de este homenaje y agradecerles personalmente a los miembros de la corporación este acuerdo.
Calle de la iglesia en plano del s. XVIII y calle Rafael Fernández Uría en la actualidad.
Desde aquel cambio de callejero han pasado más de cuarenta años y hoy, muchos vecinos de Cangas que lean su nombre en la calle no sabrán quien fue este hombre bueno. Por este motivo, y porque creo que la vida de una persona que fue ejemplar para la comunidad no debe de olvidarse, he escrito esta semblanza.
DON RAFAEL EL MÉDICO (1904 – 1982)
Juaco López Álvarez
Don Rafael nació en el palacio de los Uría en el pueblo de Santolaya, una familia hidalga con palacio y escudo de armas desde el siglo XVI, cuyos miembros tuvieron un gran protagonismo en la vida local desde finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX. Su tatarabuelo, Antonio Uría Queipo, fue un ilustrado en cuya casa estuvo el mismísimo Jovellanos, y su bisabuelo, José Uría Terrero, y su abuelo fueron destacados liberales en la Cangas decimonónica. El abuelo, Rafael Uría del Riego (1820-1901), fue ahijado del famoso general Rafael del Riego, primo carnal de su madre, del que tomó su nombre, y, como su hermano José, al que están dedicadas las calles Uría de varias poblaciones asturianas, militó en el liberalismo y participó en la revolución de septiembre de 1868, que provocó la caída de Isabel II. Ambos hermanos fueron muy activos en política y ostentaron cargos importantes. José, a nivel nacional, fue diputado a Cortes por el distrito de Cangas del Narcea y director general de Obras Publicas, y Rafael, a escala más local, fue diputado provincial y alcalde de Cangas del Narcea. Este abuelo de don Rafael fue una persona muy singular; un audaz empresario que invirtió en la explotación de madera en Ibias, en ferrerías en Allande, en un alto horno en Navia y en la compraventa de montes y tierras, pero al que todos estos negocios le salieron mal. Se casó con Evarista Flórez-Valdés. Tuvieron cinco hijos: Carlos (1858-1900), Rafael (1859-1933), José, Antonio (1864-1927) y Blanca. Como ninguno de los varones se casaba decidieron que la única hermana, Blanca, debería de hacerlo para asegurar la continuidad de la casa. Se casó en 1901 con Antonio Fernández Fernández, vecino de la parroquia de Santolaya, de la casa de Cueiras, un hogar de campesinos acomodados, que, como no era el primogénito, es decir, no iba a heredar casi nada, había emigrado a Madrid. Allí, según tradición familiar, trabajó como sereno y sirviendo en la casa del duque de Alba, dos ocupaciones muy habituales entre los cangueses en la Corte. Era un hombre serio y organizador, que mantuvo la casa de Uría en unos tiempos en los que estas casas de terratenientes estaban desapareciendo. En los años veinte obtuvo premios en concursos de ganado. Fue concejal del ayuntamiento de Cangas del Narcea en 1927 y en abril de 1931 salió elegido en la candidatura republicana. Militó en el partido de Izquierda Republicana. El matrimonio tuvo cuatro hijos: María, que murió de tuberculosis con 16 años en diciembre de 1917, Rafael, Julia y Nieves. La madre falleció joven, en mayo de 1915, con 46 años de edad.
Edificio nº 5 en la Cava de San Miguel, Madrid, donde residió en sus años de estudiante de medicina don Rafael.
Don Rafael nació en Santolaya el 8 de septiembre de 1904. Estudió en la escuela de Cangas del Narcea con doña Jovita Rodríguez y don Ibo Menéndez Solar. Hizo el bachillerato interno en el Colegio de los Dominicos de Oviedo y al acabar se fue a Madrid a estudiar medicina en la Universidad Central. Como en la familia no sobraba el dinero, se alojaba en una pensión de la calle de la Cava San Miguel, número 5, junto a la plaza Mayor, donde en invierno estudiaba envuelto en una manta. Terminó la carrera en junio de 1929, con veinticinco años, y se presentó ese mismo año a oposiciones a tocólogo (según La Maniega, 23, noviembre-diciembre, 1929), aunque no sabemos con qué resultado.
La intención de este joven licenciado en medicina siempre fue la de volver a Cangas y establecerse aquí. Nunca tuvo deseos de quedar en Madrid o ejercer la profesión fuera de Cangas. Por eso en 1930 está instalado en Cangas y en mayo de 1931 es nombrado «médico interino del Juzgado de Primera Instancia de Cangas del Narcea».
Es uno de los fundadores del Partido Republicano en Cangas del Narcea en septiembre de 1930. Forma parte de la primera junta directiva, que esta integrada por trece hombres, que son profesionales, empresarios, comerciantes, industriales y tres obreros. Algunos de ellos son también, como don Rafael, descendientes de liberales y republicanos del siglo XIX, como Gumersindo Díaz Morodo «Borí», Genaro Flórez González-Reguerín, Santiago García del Valle o Mario de Llano. Don Rafael es nombrado secretario. Este partido obtendrá unos buenos resultados en las elecciones municipales de abril de 1931, aunque no las ganará. Sin embargo, con la proclamación de la República el 14 de abril se hará cargo de la alcaldía su presidente Mario de Llano.
Don Rafael se casó en 1934 con Milagros Rodríguez Muñiz, hija del confitero Eduardo Rodríguez Francos y Florentina Muñiz Méndez. Tuvieron una hija, Blanca.
Don Rafael y su esposa Milagros en 1934. Fotografía Art Roca (Madrid).
Con el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y la entrada del ejercito franquista el 22 de agosto de ese mismo año, es destituido de su puesto de médico forense y encarcelado. Entra en la cárcel el 9 de septiembre y al día siguiente también detienen a su padre por sus ideas republicanas. Dos días después les comunican que para salir de prisión tienen que pagar una multa de un millón de pesetas, una cantidad extremadamente alta en comparación con las multas que se ponen a otros presos en esas misma circunstancias. Horrorizados por lo que están viviendo con las sacas de presos, que son fusilados en las cunetas, y teniendo en cuenta que carecen de ese dinero deciden entregar como aval todos sus bienes para salir de la cárcel. Según Tano Ramos, que está investigando la represión franquista en Cangas del Narcea, esta multa exorbitada fue la consecuencia de un hecho en el que se vio involucrado don Rafael. En septiembre de 1936 los franquistas matan de noche a Pepín Ordás, vecino de Ambasaguas, y su madre, Esperanza, se entera a la mañana siguiente cuando le lleva el desayuno a la cárcel; va hasta el cuartel de la Guardia Civil, sede de la comandancia militar, y allí increpa a los guardias gritándoles: «¡Asesinos, criminales!», en un estado de gran nerviosismo. Cuando llega a su casa, su hija Mercedes, viendo su estado de ansiedad, avisa a don Rafael que acude a atenderla. En ese momento llegan dos guardias civiles a detener a la madre, pero sale don Rafael a la puerta y les dice que mientras la enferma esté bajo su custodia no se la pueden llevar. Los guardias no volvieron más, pero don Rafael fue encarcelado esa misma tarde del 9 de septiembre. Con el aval de sus propiedades, él y su padre son liberados el 11 de septiembre.
Volverán a ser detenidos el 2 de abril de 1937, pero al día siguiente consiguen cumplir el arresto en su domicilio. Son juzgados en un consejo de guerra el 17 de abril. Don Rafael sale absuelto, gracias a las declaraciones favorables de personas afines al nuevo régimen. En cambio, su padre es condenado a ocho años de cárcel, que cumplirá en la Isla de San Simón (Vigo); saldrá en libertad tres años después, en abril de 1940, y fallecerá al poco tiempo.
Don Rafael coincidió en la cárcel de Cangas con Pepe Llano y Pepe Álvarez Castelao, otros dos republicanos de familias pudientes de la villa. En ese tiempo se incorpora al léxico de la familia de don Rafael el dicho: «en esta vida vale más ser el paño que la tijera», que le dice doña Balbina Castelao Gómez a Milagros, la mujer de don Rafael, refiriéndose a que vale más pasar penalidades uno mismo que ser tú la causa de esas penas en otras personas. Será una sentencia muy repetida en la familia, donde se valora la bondad sobre todas las cosas.
La represión franquista también afectó a otros miembros de la familia de don Rafael: a sus dos cuñados, también médicos y republicanos. El marido de su hermana Julia, Alfredo del Coto, natural de Tineo y amigo íntimo del republicano José Maldonado (1900-1985), alcalde de Tineo entre 1931 y 1933, estuvo exiliado durante ocho años en Francia. Y el marido de Nieves, Primitivo Suárez, fue fusilado el 19 de abril de 1937 en el cementerio de Arayón, al día siguiente de dictarle la sentencia de pena capital tras un veloz consejo de guerra.
Ante este estado de cosas, don Rafael vivió muy atemorizado durante estos años de guerra y postguerra, pero no rendido. Trabaja por su cuenta como médico en Cangas del Narcea, y hace a escondidas algunas salidas nocturnas para atender a fugados en el monte o represaliados políticos, corriendo un gran riesgo. Una vez le llamaron para asistir al parto de una mujer fugada con su marido y lo llevaron, desde La Regla de Perandones a Veiga de Hórreo, con los ojos tapados para que no supiera donde estaban escondidos. También atendió a finales de los años cuarenta al padre de los Manzaninos, José Fernández, que estaba escondido con dos hijos en la bodega de la casa de su hija Lola, en Ambasaguas.
Cangas del Narcea. Calle de la Iglesia (actual, calle Rafael Fernández Uría) y esquina de la calle Dos Amigos, 1965.
Era un hombre de pocas palabras, pero preciso y certero en sus diagnósticos. Una de las anécdotas que se cuenta de él es la de un paisano que lo describió del siguiente modo: «Falar, fala pouco, pero cavilar, muito cavila». Tenía un carácter similar al de su tío Antonio y al de otros Uría de la familia. De este tío se escribió a su muerte que era un «hombre recto, de carácter amable, ecuánime y sencillo en extremo, era querido por todo el mundo y respetado en sus juicios y apreciaciones, ya que gozaba de fama de buen calculista y pensador profundo y certero». Y también que era «tan bueno, tan pacífico, que en los sesenta y dos años de su vida jamás ha reñido con nadie, ni levantado una voz más alta que otra» (La Maniega, 6, febrero de 1927). Así era también don Rafael.
En 1947 es rehabilitado por el régimen franquista y reingresa a su cargo como médico forense. Lo destinan al juzgado de Belmonte de Miranda, pero solicita una excedencia porque no quiere marchar de Cangas. Seguirá dedicado a la medicina privada hasta 1950 en que vuelve a ocupar el puesto en el juzgado de Cangas del Narcea. Pasado el vendaval de la guerra y la represión, vuelve don Rafael a una vida rutinaria. Se traslada en 1959 a vivir al primer piso del número 2 de la calle Dos Amigos (hasta entonces había vivido en la calle de La Fuente), a una de las primeras casas de pisos que se levantaron en la villa en aquel tiempo.
No era una persona de bares ni de vida pública. Él mismo se declara en 1937 «de carácter apocado y hombre muy casero». Era miembro de la Sociedad de Artesanos encargada de La Descarga, pero tenía pánico a los voladores. Le gustaba la soledad y se entretenía a menudo jugando a los solitarios con la baraja. También le gustaba la naturaleza, los paseos por el campo y bañarse en el río, y era conocido su miedo a los perros. Amigo de la conversación y la tertulia, pero con pocas personas. En los años cuarenta y cincuenta se reunía en la rebotica de la farmacia de Peñamaría (actual farmacia Pereda) con su propietario, Joaquín Peñamaría, y el médico Manolo Gómez y su hermana María, y en los setenta iba a casa del abogado Mario Gómez del Collado en las tardes de invierno. El anfitrión era hermano de Grato, otro fundador del partido republicano y estudiante de medicina, que fue fusilado en Luarca por los franquistas en 1937 con 27 años de edad. En aquellas tertulias privadas se hablaba de todo.
Placa profesional del médico don Rafael.
Don Rafael, gracias a su buena memoria, era un gran narrador de historias y anécdotas que le habían sucedido a él en el ejercicio de su profesión como médico. Muchas de esas historias eran el resultado del contraste entre la vida y la mentalidad urbana y la rural, entre el licenciado en medicina, comprensivo y bueno, y la cultura de los campesinos marcada por las creencias populares, la tradición y la subsistencia.
Heredó el palacio de sus antepasados en Santolaya, y lo cuidó con esmero y perseverancia, en tiempos en los que el destino habitual de estas casonas era el abandono. Supo, además, transmitir a su hija y a sus nietos el interés por este patrimonio. Hoy, es uno de los pocos palacios que existen en Asturias que sigue en manos de la misma familia que lo construyó. En 1976 el historiador Alberto Gil Novales (1930-2016), especialista en el Trienio Liberal, les dedicó a don Rafael y a don José Suárez Faya, párroco de Cangas del Narcea, su libro Rafael del Riego. La Revolución de 1820, día a día (Editorial Tecnos, Madrid), calificándolos de «entusiastas de su tierra y de su historia». Don Rafael, que llevaba el nombre de su abuelo, que a su vez, como ya dijimos, se lo debía al mítico general del liberalismo español, colaboró con Gil Novales buscando información sobre el general Riego:
Y el inteligente y simpático don Rafael Fernández Uría, médico de Cangas a quien este libro va dedicado, me comunicaba en carta del 26 de febrero de 1975 que al indagar en Tuña (casa natal del general) sobre la existencia de documentos a él relativos, se le contestó «que sí era cierto que los había antes de la guerra civil, pero que el temor a represalias, durante ésta por su tenencia, les hizo ocultarlos en el campo, con la consiguiente desaparición», datos que comprobé yo mismo en una visita posterior a Tuña.
Don Rafael se jubiló en 1974. Se le organizó una comida de despedida en la que leyó un discurso que hemos encontrado en el archivo de Mario Gómez del Collado y que acompañamos a esta semblanza. Siguió atendiendo a sus conocidos y a las familias de sus antiguos correligionarios políticos hasta casi el final de sus días. En los últimos años, durante la Transición Democrática, como otros muchos de aquellos viejos republicanos y liberales españoles de los años treinta, fue un gran admirador de Adolfo Suárez y de su reforma política. Murió el 4 de enero de 1982.
En 1989, Nieves López, vecina de Cangas del Narcea, le dedicó un poema en la revista La Maniega, nº 48 (Cangas del Narcea, enero-febrero, 1989):
«Don Rafael»
¡Ay! que médico, Dios mío,
tuvimos en este Cangas,
trabajador, listo, bueno,
nada egoísta, con garra.
Recorrió todos los barrios,
sin cobrar una peseta,
con viento, frio y nieve,
alumbrando con linterna.
Ayudó a curar los maquis,
recorrió montes y vegas,
trajo al mundo niños pobres,
hijos de huidos de guerra.
A este hombre inigualable,
entregado a su carrera,
solo le imponía respeto
un perro en la carretera.
Era parco de palabras
y una vez una mujer
dijo de él, una frase
que demostró su valía:
«Don Rafael fala pouco,
cavilar, muito cavila».
Rafael Fernández Uría, año 1980.
Minuta para el acto de despedida
(de Rafael Fernández Uría, médico forense)
DOS PALABRAS nada más, contando con vuestra benevolencia y agradeciendo a unos y a otros la asistencia y presencia en este acto. Dos palabras cargadas de emoción por el significado y por las circunstancias que se me imponen.
AMIGOS TODOS. Siempre he sentido gran satisfacción en estas reuniones de hermandad y de compañerismo, como en San Raimundo de Peñafort, Santa Tasa y tantas otras; y gran sentimiento, en mayor o menor grado, con ocasión de despedidas de amigos funcionarios, de tantos como nos dejaron con su marcha durante años. Y hoy, por fuerza de la edad y de la reglamentación del caso, me toca a mí despedirme.
Se ha dicho, por voces autorizadas, que la jubilación encierra dos direcciones: una, la confortable, de lograr el deseado descanso después de muchos años de tarea profesional, con sus placeres y sinsabores inevitables; y otra, la desagradable, por sensación del retiro, es decir, de agotamiento, de incapacidad y si se quiere de complejo, al verse el jubilado en campo tan distinto y desacostumbrado, el ocio al fin. Pero yo creo, sin embargo, que en mi caso podré sobrellevar esta situación satisfactoriamente con la compañía de mi esposa e hijos, y con la ilusión del desarrollo y encauzamiento de mis nietos; y, además, porque sin ambiente extraño, como natural de estas tierras, seguiré entre vosotros viviendo en el mismo marco, contando con vuestra amistad y compañía, y con mayor o menor proximidad. Así pues, nada de incapacidad ni de complejo, sino con optimismo; a vivir se ha dicho y desde luego a vuestra disposición.
Guardo entrañable recuerdo de los compañeros médicos que me han precedido en el cargo, de los jueces y funcionarios judiciales que durante tantos años me han auxiliado o me hicieron más llevadera y menos ardua mi función forense, y de los profesionales del derecho y de la medicina con quienes he mantenido y mantengo, más que por méritos propios por deferencia inmerecida hacia mi persona, afable y sincera relación y colaboración. A todos mi mejor recuerdo y más sincera gratitud.
El médico, por sagrado deber y verdadero honor, debe llevar la salud a los más recónditos lugares, en todo tiempo, y me queda la satisfacción de haber pateado todo el territorio del concejo y casi del partido [judicial], incluso en años en que las grandes dificultades de comunicación, y de carencia de personal y de medios auxiliares, constituían verdadera penuria. También debe el médico auxiliar a la Justicia y al necesitado; en lo primero, mi función de forense ha sido cumplida en cuanto ha estado a mi alcance, y en lo segundo, puedo contar sin vanidad y sin vanagloria, que también he llegado muchas veces, con desinterés económico y con todo interés profesional, hasta la cama del pobre tanto como a la del rico. Esto queda para mí, con especial recordación y satisfacción.
Podría contar infinidad de anécdotas profesionales, de tantos años, ya que el anecdotario es un resumen de la vida y un historial de cada persona o circunstancia, y todo ello vendría a cuento, puesto que al fin me voy retirado de mis funciones, y no sin dejar huella de mis actos. Pero no quiero excederme de estas dos palabras, ni tampoco silenciar algunos recuerdos al respecto. Me decían que casi tendría tantos conocimientos como un abogado, porque veían en mi despacho muchos libros. Que por ser yo, persona de pocas palabras, acertaría o no con la enfermedad del paciente, pero por lo menos mucho cavilaba, es decir, mucho pensaba en la dolencia; aunque la verdad es que, terminado el reconocimiento y la prescripción facultativa, ningún pensamiento me quedaba, como no fuese por la dificultad del regreso a casa. Que podía ir tranquilo hasta el pueblo de residencia del enfermo, porque no había perros por el camino y que si alguno aparecía el acompañante se encargaría de tornarlo; porque cierto es que los perros, mastines por lo regular, y pese a su lealtad al hombre, no me inspiraban gran seguridad, y porque, sin alarde alguno, confieso que el miedo es libre. Y al paisano que me acompañaba en el trayecto solían preguntar los labradores desde sus fincas de labor, que contemplaban nuestro paso: – «¿Para quién va?», y el acompañante contestaba: «Para fulano de tal, de tal pueblo que está de plumonía»; pero tantas veces preguntaban, que el paisano familiar del enfermo, ya cansado de atender, en cuanto veía que uno se acercaba, sin esperar a la pregunta, decía que «va para fulano, de tal pueblo y de tal casa, que está en la cama», y así sucesivamente.
En una de tantas autopsias practicadas, me decía uno de los presentes: – «Tenga cuidado de que todo lo que salga caiga en tierra sagrada» (se refería al terreno del camposanto o cementerio). Y en otra ocasión advertían: «Que no se toque en el muerto hasta que venga la justicia. Y ¿qué es la Justicia?, pues la Justicia debe ser ese rabañau de xente que vien de cuando en cuando a ver las fincas».
Las demás anécdotas, siempre interesantes igualmente, quedan en el archivo de la memoria. Y así llego a punto de terminar.
Yo deseo a todos los presentes la mejor suerte en sus respectivos cometidos y que puedan llegar a la jubilación, al retiro o al descanso con el mismo bienestar que afortunadamente me acompaña.
Agradezco a todos, repito, la asistencia y presencia en este acto, que embargando de emoción mis palabras, tan solo me deja ya decir, con la esperanza y con la ilusión posible: hasta luego.
Y levanto mi copa como brindis de despedida y como símbolo de gratitud. A todos mil gracias y un cordial abrazo.
Cangas del Narcea, septiembre de 1974.
Gracias al magnetofón de Mario Gómez del Collado, en la fonoteca del «Tous pa Tous» conservamos el final de este discurso de la propia voz de don Rafael. Un estupendo colofón a esta semblanza. Escuchemos aquí a nuestro protagonista.
https://touspatous.es/wp-content/uploads/Don-Rafael-en-1980.jpeg697526Juaco López Álvarezhttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpgJuaco López Álvarez2023-12-08 00:43:032023-12-10 11:47:42Don Rafael el Médico (1904 - 1982)
El productor audiovisual Benito Sierra (Cangas del Narcea, 1976) estrena este segundo documental sobre la minería en Cangas del Narcea (Asturias) los días 7 y 8 de diciembre de 2024. Tras el éxito cosechado por «Huellas mineras» este nuevo trabajo, que complementa al anterior, recoge testimonios de los trabajadores de la primera época de la minería canguesa. Son personas que desde muy jóvenes «venían de trabajar en las vides y en la ganadería, e iban a buscarse la vida a la mina».
El tráiler oficial fue presentado en el Teatro Toreno de Cangas del Narcea el pasado 2 de diciembre de 2023. Al igual que «Huellas mineras: Patrimonio Industrial en Cangas del Narcea» este reportaje cuenta con la colaboración del «TOUS PA TOUS. Sociedad Canguesa de Amantes del País».
https://touspatous.es/wp-content/uploads/memoria-de-los-nuestros.jpg800767@touspatoushttps://touspatous.es/wp-content/uploads/logo_touspatous.jpg@touspatous2023-12-04 10:32:032024-12-05 10:22:07Tráiler oficial del documental «Memoria de los nuestros»
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