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Tres artículos de Gumersindo Díaz Morodo Borí publicados durante la Guerra Civil en el periódico republicano El Diluvio, de Barcelona

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Cabecera de un ejemplar de 1 de junio de 1938 del periódico izquierdista El Diluvio

En el año 2009, con la imprescindible ayuda de Juaco López Álvarez y la del Ayuntamiento de Cangas del Narcea, me encargué de recoger en libro una selección de crónicas periodísticas de Gumersindo Díaz Morodo Borí (Cangas del Narcea, 1886 – Salsigne, Francia, 1944), un peculiar escritor, furibundamente republicano, que con un estilo ágil y directo se enfrentó abiertamente a los caciques y al clero de su tiempo desde las páginas de El Distrito Cangués, periódico que tuvo en propiedad, y desde las de otras publicaciones con las que colaboró y en las que quedaron dispersos sus escritos. El libro se tituló Alrededor de mi casa y se completaba con las cartas que Constantino Suárez Españolito le había enviado a Borí con el fin de que éste le informara sobre escritores y artistas cangueses para incluirlos en su Escritores y artistas asturianos. Lo que Alrededor de mi casa pretendía era rescatar del olvido y poner al alcance de todos al escritor local más explosivo, raro, apasionante y apasionado que hemos tenido.

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Cabecera de un ejemplar de 15 de julio de 1938 del periódico izquierdista El Diluvio

Pese a que Borí murió en 1944 en Francia, en el exilio, mientras preparábamos el libro no fui capaz de encontrar ningún escrito suyo publicado después de 1928. El 20 de junio de aquel año salía en El Progreso de Asturias -una revista de la emigración editada en Cuba- un artículo en el que se hacía eco del cambio de nombre de la villa, que el año anterior había dejado de llamarse Cangas de Tineo para convertirse en Cangas del Narcea, y en el que recordaba cariñosamente al notario Rafael Rodríguez González, antiguo compañero de escuela fallecido poco antes. Precisamente con ese artículo se cerraba la selección de crónicas del libro. Cuando Alrededor de mi casa estuvo por fin impreso, a una de las primeras personas que se lo llevé fue a mi antiguo profesor y generoso amigo Antonio Fernández Insuela. Yo estaba muy contento con el resultado y se lo entregué con esa tonta euforia de quien se cree que ha hecho algo importante. Él lo recibió con la alegría del maestro que a pesar de los años transcurridos comprueba, más allá de los resultados prácticos, que sus enseñanzas despertaron interés. Después de darle el libro estuvimos un rato largo hablando de Borí, de la revista Asturias y de José Díaz Fernández (Aldea del Obispo, Salamanca, 1898 – Toulouse, Francia, 1941), de quien Insuela estaba reuniendo todos los artículos que el escritor había publicado en El Diluvio, un periódico izquierdista de Barcelona en el que Díaz Fernández colaboró mucho durante la II República y la Guerra Civil. Me sorprendió ese hecho porque por aquellos días yo también había empezado a trabajar sobre Díaz Fernández, al que, junto a Borí, me había encontrado entre las páginas de la revista Asturias de La Habana, y nos despedimos celebrando la coincidencia.

Algún tiempo después, Antonio me avisó de una nueva coincidencia: Mientras rescataba los artículos de José Díaz Fernández en El Diluvio se había encontrado con que en aquel periódico también había colaborado, al menos en tres ocasiones, Gumersindo Díaz Morodo, Borí. Ese descubrimiento asentaba sólidamente lo que hasta entonces, para quienes nos hemos ocupado de su vida, no era más que una hipótesis: que como tantos otros republicanos había abandonado el país vía Cataluña al final de la Guerra Civil. Antonio puso a mi disposición los tres artículos que Borí publicó en El Diluvio durante los meses de febrero y marzo de 1938, en una sección que se titulaba “Visiones de guerra”, y comprobé con agrado que proyectaban algo de luz sobre su trayectoria durante la contienda, de la que no sabíamos nada.

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Cabecera de un periódico de 8 de noviembre de 1934, época en que El Diluvio retomó durante unos meses el nombre de El Telégrafo.

El Diluvio fue un diario de pensamiento federalista que, según informa Antonio Checa Godoy en Prensa y partidos políticos durante la II República, era, tras La Vanguardia, el más vendido en Barcelona de los que se editaban en castellano. Empezó a publicarse en 1858 como El Telégrafo –nombre que retomará brevemente en octubre de 1934, cuando, como buena parte de la prensa de izquierdas, se vea suspendido- y en 1879 pasa a llamarse El Diluvio. Durante la II República tiraba unos 50.000 ejemplares y siguió publicándose hasta el final de la Guerra Civil.

Borí nos proporcionó con sus crónicas canguesas una visión combativa del concejo en el primer tercio del siglo XX, y aunque los artículos que publicó en El Diluvio se alejan de Cangas del Narcea, mantienen intacto su estilo punzante, agresivo y algunas veces también excesivo, a mi juicio razón suficiente para transcribirlos aquí como natural prolongación de Alrededor de mi casa. El lector se dará cuenta además de que el azar, que no se cansa de enredar las cosas, nos regala todavía una coincidencia más, puesto que el primero de los tres artículos, publicado el miércoles 9 de febrero de 1938 y titulado “Se acabó el cuento”, se lo dedicó Borí a José Díaz Fernández.


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