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Ampliamos hemeroteca en la web del Tous pa Tous: «La Maniega» (1981 – 1990) y (2013-2016)

LA MANIEGA (2ª Época) es una revista bimestral de información y de opinión, que fue editada por la Asociación Cultural Pintor Luis Álvarez de Cangas del Narcea desde abril de 1981 hasta diciembre de 2016.

El número cero, fechado en abril de 1981, salía a la luz con el epígrafe «Realidades y esperanzas de un Concejo» y la redacción la componían: Eloína García, José María G. Azcárate, Sandalio Gurdiel, Manuel Meléndez, Xuxé Mª Rodríguez (Chema), José Luis R. Mera y Merchi Tejón; con Francisco González y Amador Otero en la fotografía y Neto como dibujante.

En nuestra línea de trabajo en la recuperación de la historia de Cangas del Narcea, ya hemos digitalizado la primera década de esta revista, sus 60 primeros números, que agrupados por años, desde este fin de semana se pueden consultar y descargar en el siguiente enlace: LA MANIEGA 2ª Época (1981-2016)

Junto a estos números también están disponibles los 24 correspondientes a sus cuatro últimos años (2013-2016), cuya digitalización nos la facilitó desinteresadamente el propio director de esta publicación local, nuestro socio José María G. Azcárate.


 

«El Siglo Futuro. Un diario carlista en tiempos republicanos (1931-1936)» del cangués José Luis Agudín

La editorial «Prensas de la Universidad de Zaragoza» acaba de publicar un nuevo libro de José Luis Agudín Menéndez, natural de Rañeces de San Cristóbal (Cangas del Narcea), doctor en Investigaciones Humanísticas por la Universidad de Oviedo con premio extraordinario y ha disfrutado de un contrato predoctoral a través del Programa de Formación del Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Agudín centra sus líneas de investigación en el campo de las culturas políticas tradicionalistas y la historia de la prensa carlista durante la Restauración y la II República. Se ha interesado igualmente por el impacto ideológico de la I Guerra Mundial en España y en Asturias. Ha sido miembro del Grupo de Historia Sociocultural de la Universidad de Oviedo (GRUHSOC). Es autor de las monografías «Una Guerra Civil Incruenta. Germanofilia y aliadofilia en Asturias en torno a la I Guerra Mundial (1914-1920)» (Oviedo, Real Instituto de Estudios Asturianos, 2019) y «A Dios rogando y con el mazo dando. El diario carlista ‘El Siglo Futuro’ en tiempos republicanos (1931-1936)» (Zaragoza, Prensas Universitarias, en prensa) y coordinador, junto a Rubén Cabal, de la monografía colectiva «Estudios Socioculturales. Resultados, experiencias, reflexiones (II)» (Oviedo, AJIES, 2021).

La obra que ahora presenta bajo el título «El Siglo Futuro. Un diario carlista en tiempos republicanos (1931-1936)», deriva de su tesis doctoral, dirigida por Jorge Uría y Víctor Rodríguez Infiesta, sobre el periódico carlista de Madrid «El Siglo Futuro». Su sinopsis es la que sigue:

Durante la II República se asistió a la penúltima resurrección carlista, por la que trabajó una de sus piedras angulares, el rotativo «El Siglo Futuro» (1875-1936). Curtido en polémicas durante más de medio siglo que le valieron para la posteridad una proyección de signos oscurantistas, el diario experimentó entre 1931 y 1936 sucesivas metamorfosis no exentas de contradicciones. En este libro se estudia, además de la evolución de la empresa periodística, el papel del periódico en la construcción de la cultura política tradicionalista, de liderazgos como el de Manuel Fal Conde, las disensiones en el seno del carlismo o el discurso beligerante contra el régimen y su política laicizadora.


Presentación


Accesible en Google Books: Vista previa


 

Un nuevo artículo de Odón: «Dos sangrías» (1909)

Mozas de Cangas del Narcea, hacia 1915. Fotografía de Benjamín R. Membiela.

Siguen apareciendo, gota a gota, algunos ejemplares de periódicos editados en Cangas del Narcea que no conocíamos. En este caso se trata de un ejemplar de El Narcea, núm. 199, de 13 de noviembre de 1909, dirigido por el maestro Ibo Menéndez Solar. En la crónica local de ese número se escribe sobre los proyectos para construir un cementerio, un matadero y un lavadero, tres aspiraciones de los habitantes de la villa de Cangas, que irán llegando poco a poco en ese primer tercio del siglo XX. En la portada aparece un articulo de Odón Meléndez de Arvas (Carballo, 1851-Cibuyo, 1923), que hoy traemos aquí porque no aparece en la colección de artículos de este periodista local que publicó el «Tous pa Tous» en el libro Artículos periodísticos (1903-1917), en edición de Ángeles Martínez Álvarez.

Odón Meléndez de Arvas fue un maestro de Cangas del Narcea que vivió en el pueblo de Cibuyo y ejerció en la escuela de La Regla de Perandones. Pero, además, fue un activo periodista que colaboró en la prensa que se editaba en Cangas del Narcea y en otras localidades asturianas. Publicó en La Verdad, El Narcea, El Distrito Cangués, del que fue jefe de redacción, y La Voz de Cangas, editados en Cangas del Narcea, y en La Justicia de Grado. Odón era una persona de arraigadas ideas republicanas, que escribió numerosos artículos costumbristas sobre la vida rural y de opinión, siempre defendiendo sus dos grandes intereses y preocupaciones: la instrucción pública y los campesinos. Fue presidente de la Asociación de Maestros de Primera Enseñanza de Cangas del Narcea. Nunca rehuyó la polémica.

En este articulo titulado «Dos sangrías» se lamenta de la emigración a América y del servicio militar con destino a la guerra de África, que sangraba a la juventud canguesa de ambos sexos en aquellos años, y reivindica la importancia de la agricultura y la instrucción publica, imprescindibles para tener una sociedad en paz, prospera y feliz. Curiosamente, algunas de las opiniones de Odón siguen vigentes en la actualidad.


 

DOS SANGRÍAS

 

Hace bien pocos días, paseábamos por la carretera que conduce de Cangas a Ventanueva y vi venir en dirección a la villa unas muchachas –creo que eran seis-; parecían todas menores de veinte años; eran hermosas, como son casi todas las hijas de la montaña; sencillas, también como las costumbres de su pueblo, y en el rostro de todas destacábase el sello de la pureza. No iban contentas; conocíase que habían llorado, y en vano trataban de ocultarlo: sus ojos estaban enrojecidos, y el frote de los pañuelos tardaba en borrar las huellas que marcaran las lagrimas que aquella mañana derramaran. ¡Debieron ser hirvientes y amargas! Algunos pasos más atrás, otra media docena de hombres las seguían, cabizbajos, sin hablarse una palabra.

Pasó ante mí aquella extraña comitiva y por el camino que se llama del Coto apareció otra del mismo modo; en esta iban cuatro muchachas. No pude ya contener mi curiosidad y pregunté a uno de los hombres, que también las acompañaban, que adonde iban aquellas muchachas. – Marchan hoy a La Coruña a embarcar para Buenos Aires, me contestó; deben reunirse en Cangas unas veintidós, con algunas que vienen del río de las Montañas y creo que alguna de Sierra.

Más tarde, pasaron también algunos jóvenes, y otros que no eran tan jóvenes, casados, que dejaban su familia y su patria y se marchaban también a América. Y, por último, un anciano a quien conocía, agobiado por el dolor y los años, pasaba por junto a mi llorando.

– ¿Qué te pasa, hombre?

– Se me marchan hoy dos hijas para Buenos Aires.

– ¿Y por qué las mandas? ¿No sabéis a lo que se exponen esas criaturas por el mundo?

– ¿Y qué quieres? Los años van malos; este año no se coge pan para volver a sembrar y para la renta; y para pasar hambre bastamos los viejos, que ya no podemos ir a ninguna parte. Las muchachas quieren vestirse, va llegando el tiempo de colocarlas, y la tierra no produce para comer después de pagar las contribuciones, las rentas, los intereses … y con ganado de a medias.

Ni tuve que le decir, ni él pudo decirme más; arreciaron las lagrimas, de seguro más amargas que la cicuta, y siguió su camino.

Aquel hombre tenía también un hijo en el Ejército. Acaso a la misma hora en que aquel hijo embarcaba en Cádiz para Melilla, gritando como todos «Viva la Patria», sus hermanas salían para La Coruña maldiciéndola. ¡¡Qué contraste!! Maldiciéndola, si; la miseria las había expulsado del hogar paterno; la Patria no les diera siquiera instrucción. Para la lucha que principiaban a sostener por la existencia, para la conquista del pan, no tenían recurso alguno; y como armas defensivas no llevaban mas que la honradez heredada y los consejos de su padre. ¡Era bien poco! Nada grato llevaban de su patria, mas que los besos que su madre les diera al despedirse. ¡Y por esta patria ingrata, que hace verter tantas lagrimas al pobre, vierte su sangre el hijo del pobre, gritando «Viva la Patria»!

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Cuando los buques cargados de emigrantes españoles llegan a América, otros que emigraron antes burlando las leyes, y que debieran estar en Melilla, preguntarán a los que llegan cómo se baten los tímidos que quedaron (porque es la verdad; los más arrojados y lo más sano de la juventud está en América). Como leones, les dirán; y aquellos jóvenes que huyeron, no del servicio militar, sino también de la miseria, llorarán por no estar en su puesto, porque así es la sangre española.

¡Oh, Patria, por cuantos motivos haces derramar lágrimas! Yo te amo tanto como amé a mi difunta madre; y si algún día tuviera también que dejar el hogar donde nací y renunciar a la hermosura de tu cielo, lo templado de tu clima, la hermosura de tus campos, el canto de tus pájaros, el cristal de tus aguas, o lo que sería peor, que la miseria me hiciese, como a aquel viejo, desprenderme de mis hijas, lanzándolas al mundo, donde acaso la violencia en la bodega de un buque o el hambre en tierra extraña o el engaño perverso, me las llevase a la deshonra, no por eso te maldeciría.

¡Pobre España! Dos sangrías funestas te debilitan: la emigración y la guerra. El pueblo derrama lagrimas junto a los vagones que conducen a los soldados a la guerra. El que piense cuerdamente, las derramará también al ver alejarse un buque cargado de emigrantes, aun cuando en él no vayan sus hijos.

La imprevisión y la ignorancia abrieron esas sangrías. La mayor parte de los emigrantes son hijos de labradores. La agricultura, esa nodriza de la humanidad, va secándose, no se la protege; los impuestos, la agobian; rentas odiosas, la estrujan; la usura, la muerde; los poderes públicos, la abandonan; y por esto, los brazos fuertes huyen de ella. A la misma altura se encuentra la instrucción del pueblo; todo para ella es mezquino. Y mientras la agricultura y la instrucción no sean el eje del Estado, todo está perdido. Habrá que pensarlo mucho para confeccionar una ley que redima los foros, y otras que tiendan a la libertad de la tierra, a fin de que ningún brazo se cruce ante un pedazo de terreno yermo. Habrá que pensarlo mucho también si hemos de gastar más de lo que gastamos en instrucción, para que si alguno emigra a América no le espere la suerte que esperaba en otros tiempos a los hijos de Guinea. Todo esto, que puede vendar casi por completo la sangría de la emigración, y si algo quedase podría ser acaso provechoso, hay que pensarlo mucho. Para ir a la guerra fuimos a escape, lo hemos pensado poco.

Y no convenceréis a nadie de la utilidad de la guerra, aun cuando de ella nos quedásemos con la mitad del imperio de Marruecos. España nunca tuvo más hambre que en los tiempos de Felipe II, cuando el sol no se ponía en sus dominios.

No queremos expansiones coloniales, porque hemos probado al mundo que no servimos para ello. Los que hemos perdido un paraíso en la América y en la Australia, no busquemos compensación en las tostadas arenas del África, dijeran lo que quisieran el Cardenal Cisneros y el apolillado testamento de Isabel I.

Gobernad para el pueblo, y ved lo que el pueblo trabajador, que es la mayoría de ese pueblo que gobernáis, dice por boca de un labrador, a quien se le contaban estos días eso que llaman nuestros recientes triunfos en África: «¿Y qué me importan a mí? Más quisiera tener que comer siendo ciudadano de la República de Andorra o súbdito del príncipe de Mónaco, que vasallo hambriento del Káiser o del rey Eduardo».

La miseria y la falta de instrucción en un pueblo pueden llegar hasta consentir en la desmembración de la patria.

Busquemos el bienestar y la riqueza en la agricultura, en la paz y en la instrucción del pueblo; no lo dudéis, que esta duda no pueden abrigarla los entendimientos medianamente ilustrados. La agricultura y la instrucción solo pueden prosperar cuando enmudezcan los cañones y cuando se enarbole el suspirado estandarte de la paz y la libertad. La prosperidad de la industria agrícola debe ser considerada por el hombre político como una de las bases fundamentales del poder del Estado y del bienestar general.

Este es el único camino que no nos conduce a patrias extrañas, ni en el que se encuentra patria chica ni grande, y desde el cual solo veremos a España rica, feliz e indivisible, madre cariñosa de todos los españoles, los que desde el Estrecho al Cantábrico y desde Portugal al Mediterráneo no tendrán otro canto ni otro grito de amor mas que el de ¡¡VIVA ESPAÑA!!

 

ODÓN

(El Narcea, n.º 199, Cangas de Tineo, 13 de noviembre de 1909)

En las fiestas del Carmen [1934], Cangas debe honrar la memoria de don Mario Gómez

Mario Gómez (dcha.) y José Bueno Cosmen, fotógrafo aficionado, retratados hacia 1928 en alguna carretera del concejo de Cangas del Narcea. Los dos eran grandes conocedores y amantes de nuestro concejo.

Región fue un periódico editado en la ciudad de Oviedo cuya primera edición vio la luz el día 24 de julio de 1923​ y su último ejemplar apareció el 30 de noviembre de 1983. En su número 3.368 de 19 de mayo de 1934, en un editorial periodístico bajo el título de ASTURIANOS BENEMÉRITOS, se reivindicaba, dos años después de su fallecimiento, que Cangas del Narcea debía honrar la memoria de Mario Gómez en las fiestas del Carmen.

Reproducimos a continuación este editorial y aprovechamos para recordar que durante estas fiestas del Carmen y durante el resto del verano se puede visitar en la Casa de Cultura «Palacio de Omaña» la exposición que sobré él hemos preparado desde el «Tous pa Tous» para honrar su memoria en el año que conmemoramos el 150º Aniversario de su nacimiento.


 

ASTURIANOS BENEMÉRITOS

En las fiestas del Carmen, Cangas debe honrar la memoria de don Mario Gómez

Sabemos que en Cangas del Narcea actúa una Comisión que se propone perpetuar la memoria de tan recordado benefactor, haciendo que en la casa donde nació don Mario Gómez, ilustre hijo adoptivo de Oviedo, se coloque una placa que recuerde el testimonio de agradecimientos de todo buen asturiano.

Tratándose de don Mario Gómez, la iniciativa ha de encontrar apoyo en toda Asturias y, desde luego, en unas y otras clases sociales, especialmente en los humildes, ya que su vida fue un continuo sacrificio ofrendado sin intermitencias ni desmayos en beneficio de los trabajadores. El amor a su “tierrina” ha sido constante guía de sus actos, y así, donde quiera que sus actividades le llevaban a residir, dejaba siempre huella fructífera de su paso.

De su estancia en Trubia quedó un Sanatorio para tuberculosos, allí, donde la terrible enfermedad causaba tantos estragos entre el elemento obrero, y la gratitud de los trubiecos ha persistido tan arraigada que, varios años después, pidieron y obtuvieron del Excelentísimo Ayuntamiento de Oviedo el título de hijo adoptivo y predilecto para don Mario Gómez.

Nadie más enemigo que él de todas las vanidades, pero este honor impresionó hondamente su corazón, que encontraba excesivo pago para su laboriosidad saber que a través de los años subsistiría el recuerdo de la misma en cuantos admiraban el fruto de su esfuerzo.

Las obras literarias publicadas por don Mario Gómez denotaban un espíritu cultivado y observador, abrasado en los grandes amores de su patria y de su rincón natal. Con las dotes de escritor que le adornaban, si sus producciones se hubieran expandido fuera del recinto local, utilizando ambientes y panoramas universales, o cuando menos nacionales, su nombre hubiera repercutido más allá de la región con la misma preponderancia que dentro de ella. Pero él sacrificaba todos los honores, todos los gustos y todas las aspiraciones a su región, y especialmente a Cangas. Y sus obras estaban siempre localizadas a orillas del Narcea, cuyos paisajes dibujó de mano maestra, penetrando en los caracteres de sus conterráneos con la visión clara y certera de su gran conocimiento de la vida.

En todo momento, desoyendo muchos ofrecimientos, renunció a cargos políticos o de otra índole en que pudiera conquistar la incondicionalidad de muchos; pero también la enemiga de los que creyeran estar frente a él. Y toda su labor fue siempre para obras en las que todos sus paisanos resultaran igualmente beneficiados, persiguiendo incansable sus dos grandes ideales: el mejoramiento de los humildes y la prosperidad de su pueblo. Por eso, todos, sin excepción, agradecieron su fecunda obra y guardan un recuerdo imborrable de su férrea voluntad.

Nos congratula, como a todos, que se ocupen en Cangas de perpetuar su memoria, y quisiéramos hacer un llamamiento a la Comisión para que aprovechara las próximas fiestas del Carmen −tan típicas y tan brillantes siempre− para llevar a cabo las ceremonias de descubrimiento de lápida y demás actos anejos a esta clase de homenajes. Así esperamos que suceda y cuenten los cangueses con que tendrán siempre nuestro apoyo para cuanto signifique gratitud para aquel hombre tan bondadoso y activo, a cuya iniciativa se debió, asimismo, que en Cangas fuese honrada la memoria de otros hijos beneméritos, ya que otra de sus innumerables virtudes era enaltecer las obras de los demás y hacer que por todos fuesen enaltecidas, sin parar mientras en la suya, que consideraba siempre escasa, por lo mismo que siendo ingente , resultaba inferior a sus ciclópeos anhelos altruistas.

 


Pincha el siguiente enlace para visualizar algunas Diapositivas de la Exposición sobre Mario Gómez.


De La Coruña a Cangas del Narcea, pasando por Ribadeo, en 1933

Era una hermosa mañana de mediados de agosto. Los magníficos autobuses “exprés” que hacen el viaje La Coruña-Oviedo y Gijón, pasaportábanme por una carretera muy familiar.

Puntos conocidos por todos empezaban a desfilar, El Puente del Pasaje, con su Santa Cristina maravillosa e incomprensiblemente inexplotada en forma, era como la puerta tras la cual quedaba oculta la capital gallega.

Fiestas de San Roque en Betanzos (La Coruña), año 1933.

Pronto el auto discurre veloz tras la histórica Betanzos, atravesando, como si volase, esa hermosa autopista “acharolada”, que es digna entrada de La Coruña.

Y en seguida, después de atravesar pequeños pueblecitos, que los excursionistas herculinos se saben como suele decirse al dedillo, Betanzos. La célebre ciudad del Mandeo, en otros tiempos Brigancio, capital de Galicia. (¡No como ahora se titula tan ridícula como pomposamente Santiago…!) La ciudad de las marismas. La villa de las casitas apiñadas y de las calles cuestas a lo “Vigo”.

Pronto la cuesta de la Sal permite al viajero, desde su altura, el último adiós a La Coruña, que se otea a lo lejos, confundida en el brillar de sus cristales, con los rayos solares de aquella típica mañana agosteña.

Los altos de Guitiriz, con su balneario famoso, con sus caras conocidísimas, porque diríase que en Guitiriz no habitan más que coruñeses, ofrécense a nuestra vista.

Y sigue el paisaje árido, monótono, a veces interrumpido por la vía férrea, con sus paralelas simbólicas de un infinito temido.

Abandonamos la carretera general que nos llevaría a la capital de España y emprendemos, dejando a un lado Bahamonde, la llamada de “la Costa”.

Pronto Villalba, con sus dulces populares ofrece al viajero un refrigerio. También Villalba, con su temperatura, más bien fría, calma un poco el calor que Febo y el motor, aliados, trasmiten a los automovilistas.

Catedral de Mondoñedo en una fotografía tomada en 1925 por Ruth Matilda Anderson.

Y en seguida una bajada peligrosa con curvas impresionantes. Y allá en el fondo Mondoñedo. Y rodeándola la más rica vega, el valle más productivo… y estético, que la Naturaleza pudo crear. Tierras de colores, rojizos, verdes, verdes amarillentos. Facetas y tonalidades diversas, evidenciadoras de una riqueza agrícola magnífica.

Vamos acercándonos. El chofer, como si también él quisiese recrear su vista con la contemplación de aquel paisaje sublime, detiene el coche.

Mondoñedo, desde aquella altura, diríase una Compostela, pequeña, con su catedral en miniatura, con su seminario y sus conventos.

Ciudad antigua esta, que hasta tiene un hermoso acueducto milenario. Y rápidamente, tras pasar Villanueva de Lorenzana, con su gran Ayuntamiento, con su convento de frailes, que elaboran un licor análogo al “Benedictino”, surge ya otra vez el mar.

Pero un mar que podíamos denominar propio. Un mar con murallas. Porque murallas y hermosas pueden considerarse a Castropol, Ribadeo y Vegadeo, que cual tres inmensos brazos rodéanlo en un alarde de buen gusto y de maravillosa y perfecta estética, a la que no le falta un bello castillo, el de “Don Piñelo”, para componer el cuadro.

Ribadeo: Plaza de España, Torre de los Moreno y pazo de Ibáñez. 1933 (ca).

Hacemos un alto en Ribadeo. Todavía se habla gallego. Pero un gallego con “gotas” astures.

Hermosa villa esta. Aspecto ya de población. Limpia, con sus buenos hoteles. Con “botones” que hablan francés e inglés a la perfección y que simbolizan con fidelidad pasmosa al más exacto tipo de “botones” pillín. De “botones” que se procura la propina de los modos más inverosímiles.

Por no faltarle nada de población a Ribadeo, hasta es cara la comida…  Pronto reanudada ya la marcha, ofrécese a nuestra vista la “eterna rival” de la villa que abandonamos: Vegadeo. Con su gran plaza, con su comercio pujante, con su Ayuntamiento y su iglesia, de cúpula granate, recién hecha. Con su río Eb…

Acabamos de atravesar el puente internacional. Ya estamos en Asturias.

Paisaje semejante al gallego. Por ahora sigue el mar.

Castropol, Tapia—con su convento de recia piedra—Navia—con su ría, con sus casas blanquísimas y su jardín, marco de la estatua del gran Campoamor—Luarca—con sus 25 curvas a la entrada, que sirven para que se anhele más llegar a ella, con su Casino Teatro, con su playa y su puerto de “casa de muñecas”.

El acento astur óyese ya con fuerza.

—»Quier peres”, señorito—ofrece insistente una vieja vendedora.
—¿Pero estarán “bones»?—le pregunto contagiado ya por la lengua nativa.
—¡»Home”, claro! Mire, por una “perrona” le doy cuatro.
—¿Y por una “perrina”?
—»Home”. Por una “perrina” no le doy más que dos. ¿Paécenle poques”? ¡Oh!

Puente sobre el río Canero a su paso por Luarca. 1933.

Y no tengo más remedio que comprarle aquellas “peres” de “bota”, como les llama a unas peras pequeñas, con abundante jugo. Dejamos atrás Luarca, y después de pasar Canero. el “pueblín” de los puentes, emprendemos la subida a La Espina. La carretera asfaltada permite ahora subirla con comodidad y rapidez, que hace años parecían imposibles.

Llegamos al alto. Nótase frío. En La Espina, si las nieves no son perpetuas, les falta muy poco.

Dejamos el autobús. Este continúa su dirección hacia Oviedo; y un turismo nos transporta hasta Cangas del Narcea, punto de mi residencia veraniega y lugar donde he tenido la suerte de nacer.

Dos kilómetros del final del viaje divisamos el famoso convento de Dominicos de Corias, monumental edificio de piedra de 365 huecos. Tantos como días tiene el año.

Cangas del Narcea. Calle Mayor y plaza de Rafael Rodríguez en julio de hacia 1933. Fotografía de Ubaldo Menéndez Morodo. Colección de Juaco López Álvarez

Comienza ya el abrupto paisaje y los viñedos cargados hasta los topes de verde y pequeña uva, al moverse con el viento caliente de aquella tarde de verano, diríase que se inclinaban para saludar cariñosamente a uno de sus hijos que retorna, tras larga temporada, al solar patrio.

Ya entramos en Cangas de Narcea, y la estrecha y larga calle Mayor nos hace recordar a la calle Real coruñesa.

El hermoso y nuevo teatro Toreno, el Ayuntamiento, el casi derruido convento de monjas dominicas. Palacio del Conde Toreno, con sus severas líneas señoriales… Todo me alegra, me trae recuerdos de años juveniles.

Ya estamos ante nuestra casa.

¡¡El viaje ha terminado!

Ahora a descansar… y a soñar, también, con La Coruña, “sonriente” y hermosa.


FRANCISCO JIMÉNEZ DE LLANO

A.C.G.: revista mensual ilustrada del Auto-Aero Club de Galicia: afiliado al Automóvil Club de España: A.C.G. – Año IV Num. 41 (Octubre, 1933)


Odón Meléndez de Arvas – Artículos periodísticos (1903-1917)

Portada del libro ‘Odón Meléndez de Arvas. Artículos periodísticos (1903-1917)»

El Tous pa Tous publica los artículos periodísticos de Odón Meléndez de Arvas (Carballo, 1851 – Cibuyo, 1923), que se suman a las Crónicas canguesas y al libro Alrededor de mi casa. Crónicas canguesas (1910-1928), de su gran amigo y correligionario político Gumersindo Díaz Morodo «Borí» (Cangas del Narcea, 1886- Salsigne, Francia, 1944), que también pueden consultarse en esta web. Sigue, de este modo, el Tous pa Tous ofreciendo información sobre la historia de la prensa en el concejo de Cangas del Narcea, que es, al fin, una fuente imprescindible para conocer la historia del concejo y las vicisitudes de sus habitantes.

Odón Meléndez de Arvas fue un maestro de Cangas del Narcea que vivió en el pueblo de Cibuyo y ejerció en la escuela de La Regla de Perandones. Pero, además, fue un activo periodista que colaboró en la prensa que se editaba en Cangas del Narcea y en otras localidades asturianas. En este libro están todos sus artículos, escritos entre 1903 y 1917, que su bisnieta Ángeles Martínez ha encontrado publicados en La Verdad, El Narcea, El Distrito Cangués, del que fue jefe de redacción, y La Voz de Cangas, editados en Cangas del Narcea, y en La Justicia de Grado. Odón era una persona de arraigadas ideas republicanas, que escribió numerosos artículos costumbristas sobre la vida rural y de opinión, siempre defendiendo sus dos grandes intereses y preocupaciones: la instrucción pública y los campesinos. Fue presidente de la Asociación de Maestros de Primera Enseñanza de Cangas del Narcea. En la prensa mantuvo diversas polémicas que también se recogen en esta obra.



 

LA MANIEGA (1981-2016). 36 años y 216 números como referente de la prensa local

Primer número [nº 0] de ‘La Maniega’, la revista canguesa que vio la luz en su segunda etapa en abril de 1981 bajo el epígrafe de «Informativo del concejo»

José María Azcárate
[abril, 2021]

 

En las primeras semanas de enero de 1981, coincidiendo simbólicamente con las turbulencias golpistas que llevaron a la toma del Congreso de Diputados, dio sus primeros pasos el embrión que a primeros de marzo vio la luz en forma de número cero de LA MANIEGA. Era el segundo parto de esta cabecera, o el tercero, si contamos la singular existencia años antes de La Maniega2.

La gestación tuvo lugar bajo los auspicios de la Asociación Cultural «Pintor Luís Álvarez», entidad que por aquel entonces gozaba de gran predicamento y actividad entre la sociedad canguesa. Fueron tiempos de gran dinamismo social y cultural tras cuatro décadas de letargo, prohibiciones e imposiciones fruto de un régimen autoritario.

Portada del número 1 de la revista canguesa «La Maniega» de mayo de 1981

Los antecedentes de la difusión escrita de noticias en nuestro concejo se remontan a 1882. Desde entonces, con el paréntesis de la dictadura franquista, la prensa de carácter local fue bastante prolífica aunque los fines y objetivos no fueran siempre coincidentes. Según se puede comprobar en la rica hemeroteca del Tous pa Tous, unos nacían para defender fines partidistas, mientras otros germinaban con la voluntad fraternal de ser cauce donde confluyeran los múltiples anhelos de miles de cangueses, tanto los que habitaban en su tierra natal, como los que tuvieron que coger el camino de la emigración. Un sentimiento de solidaridad, basado en una meta e interés común, que amasara los lazos sociales de todos los cangueses allá donde estuvieran.

De esta forma la revista LA MANIEGA, además de informar a los cangueses de todo lo que sucedía en su ámbito y ser ellos los auténticos protagonistas, se convirtió en un punto de unión que permitió a miles de cangueses de la diáspora mantener un vínculo con el concejo de manera periódica. Fue en este ámbito donde, sin duda, LA MANIEGA, en sus dos etapas, alcanzó gran importancia, convirtiéndose con el paso de los años en todo un referente de la prensa canguesa.

Porta de ‘La Maniega’ anunciando la inauguración del Hospital de Cangas en junio de 1986

Es difícil trazar paralelismos entre la revista de los años veinte y principios de los treinta y la que vio la luz a finales del siglo XX y principios del presente. Resulta obvio resaltar que entre una y otra los cambios sociales fueron de gran envergadura, lo que por sí mismo queda reflejado en sus páginas, como también los avances y nuevas tecnologías que fueron apareciendo durante su existencia. Sin embargo, coinciden, y su aventura discurre en paralelo, con la historia de dos épocas muy destacadas para el devenir del concejo, siempre al servicio de los ciudadanos y siendo testigos de los acontecimientos más señeros acaecidos durante más de cuatro décadas, sumadas las dos revistas.

Por otro lado, resulta difícil resumir los treinta y seis años de vida de LA MANIEGA aparecida en 1981. Durante todo este tiempo nunca faltó a su cita bimestral con las comunidades canguesas repartidas por todo el mundo, donde gozó de amplia presencia, al mismo tiempo que se convertía en un impacto en el alma de muchos cangueses, más fuerte cuanto más alejados se encontraban de su tierra natal.

Portada del nº 47 de noviembre-diciembre de 1988

A lo largo de estos años han sido numerosos los cangueses que han mostrado sus inquietudes en sus páginas, empeñados en dar a conocer la historia del concejo, su vida cultural, social y política, y divulgar todo aquello que forma parte de nuestra idiosincrasia, bajo el epígrafe de «Informativo del concejo». Un enunciado al que además se podrían añadir otros dos conceptos: libre y plural.

LA MANIEGA siempre estuvo abierta a cualquier opinión, poniendo un especial empeño en la defensa del bienestar de los cangueses, de sus vidas e inquietudes, con la mira puesta en el beneficio del concejo.

La portada del nº 72 corresponde a enero-febrero de 1993, año que tocó en Cangas el gordo del sorteo de la lotería del Niño.

Echando la vista atrás a estos 36 años de periodismo, resultan un sinfín de recuerdos, imágenes y palabras, que recorren una gran parte de la apasionante historia local, contada paso a paso, día a día, que, como la vida misma, ha estado jalonada de importantes acontecimientos, como también de tristes sucesos, sin olvidar los grandes momentos de alegría, fiestas y celebraciones públicas y populares. Un capítulo valioso de nuestra intrahistoria local, de nuestra vida cotidiana, en un viaje en defensa de los valores que nos han hecho ser los que somos, todo ello a pesar de los constantes y permanentes nubarrones y al olvido que han azotado a estas tierras.

Hablar de firmas se nos haría eterno. Sin todas las personas que han colaborado en la revista, esta aventura hubiera sido inviable. A todas ellas reconocimiento y gratitud. El leyente del Tous pa Tous podrá conocer su identidad una vez que todos los números de LA MANIEGA estén a su disposición en esta web.

Portada último número [215] de ‘La Maniega’ noviembre-diciembre de 2016

El paso de los años fue inevitable. Ahora se podrá ver esta existencia en el espejo de esta nueva plataforma y aceptarlo todo, lo bueno y menos bueno, con perfecta integridad.

Cuando muere una revista de estas características, algo nuestro se nos va, ya que al final en las noticas locales se profundiza más, se valora lo más cercano y los propios vecinos son los únicos, verdaderos y talentosos protagonistas.

Si a esta vetustez añadimos que la información de proximidad y cercanía en soporte de papel, en cualquiera de sus periodicidades, no pasa por sus mejores momentos, ya que en gran parte ha sido absorbida por la inmediatez que hoy ofrecen las nuevas tecnologías, nos encontramos con algunas de las respuestas por donde camina la información presente y de futuro.

Al rescate de las últimas palabras, recapitular que el paso de los años, con luces y sombras, sus aciertos y errores, se puede convenir que ha valido la pena y que, a pesar de todo, LA MANIEGA sigue siendo un valor preciado y recordado.

Cuando la bolla de hojaldre era un lujo

Noticia de El Occidente de Asturias, periódico publicado en Cangas del Narcea, del 15 de abril de 1884:

La bolla de Pascua

Es costumbre antiquísima en los más de los pueblos de esta provincia, dar los padrinos y madrinas la bolla a sus ahijados en el día de Pascua de Resurrección. No son de la misma clase todas las bollas. Se componen algunas de rica pasta hojaldrada, y llevan en su interior trozos de jamón y carne fresca en adobo. Otras consisten en tortas de bizcochón, y también algunas en grandes rosquillas con baño de azúcar. Pero la mayoría se reduce a bollos de pan de trigo de forma especial y del peso de dos libras [920 gramos], que son las que se reparten en los pueblos rurales. Para el surtido de estas últimas hemos oído asegurar a varias personas curiosas que se dedicaron a tomar informes sobre el particular, que se habían amasado por las panaderas de esta villa doscientas eminas [9.686 litros] de trigo, y que tantas reducidas a bollos se habían expendido el sábado último, víspera de la Pascua. Un solo padrino ha llevado cuarenta y cuatro para repartir entre otros tantos ahijados suyos. ¡Es pasión de acristianar!

El número de bollas de hojaldre es más reducido: son de lujo, porque son caras. Sin embargo, se reparten algunas, y los favorecidos pollos y pollas se reúnen por la tarde del día de Pascua, se van al campo, si el temporal lo permite, y allí, o en una casa particular, si hay humedad, se las meriendan y pasan un buen rato de jolgorio. Este año se comieron en casa, porque el domingo ha llovido.

Notas para un estudio del impacto de la Gran Guerra: Aliadófilos y Germanófilos en Cangas de Tineo (1914-1915)

La Primera Guerra Mundial, también conocida como Gran Guerra (1914-1918)

José L. Agudín*
Universidad de Oviedo

 

En 2014 se conmemoró el centenario del inicio de la I Guerra Mundial, acontecimiento trascendental para la compresión de la historia del siglo XX. Razón no le faltaba a E. Hobsbawn cuando asentaba en 1914 el comienzo del “corto siglo XX”.  Esta efeméride ha constituido motivo suficiente en el campo historiográfico europeo para efectuar una nueva retrospectiva demostrada en numerosísimas publicaciones, congresos y coloquios y por supuesto en la existencia de organizaciones que avalasen esta clase de estudios. Mientras tanto, en España, la historiografía volcada en esta clase de temas no se ha rezagado y se han publicado diversas monografías y dosieres de revistas científicas históricas, de las que se deducen las actuales y futuras líneas de investigación. Al mismo tiempo, han quedado atrás tópicos que negaban la escasa incidencia del conflicto en la España de la Crisis de la Restauración. Fue fundamentalmente desde la década de 1970, cuando tanto hispanistas como historiadores españoles centraron su atención en este acontecimiento. La última década ha sido prolija en cuanto a las aportaciones de M. Fuentes Codera, F. García Sanz o F. Romeró Salvadó.

            Bien es conocido por todos que una vez que comienzan las hostilidades, a finales de agosto de 1914, el gobierno de Eduardo Dato decretó la más estricta neutralidad, lo que no imposibilitó el posicionamiento de los partidos políticos, la prensa y la opinión pública a favor de las potencias centrales o de la Entente Cordiale. Se ha discutido si el impacto ideológico fue más bien limitado a las élites; o por el contrario se extendió a todas las capas de la sociedad. Lo cierto es que muchos testimonios confirmaron que el enfrentamiento ideológico alcanzó los tintes de una “guerra civil de las palabras”. Esta discusión dialéctica llegó a los confines del distrito de Cangas de Tineo marcado, en aquel entonces, por la pugna entre dos maneras distintas de hacer política, las representadas por el cacicato del fulanismo liberal de F. Suárez Inclán y la nueva política conservadora del fracasado dirigente jaimista Luis Martínez Kleiser, y las polémicas de sus respectivos órganos de expresión[1].

Portada de El Distrito Cangués            El propósito de este breve estudio es analizar la pugna dialéctica entre germanofilia y aliadofilia en el distrito de Cangas de Tineo a través de las polémicas que se produjeron en los primeros años del conflicto europeo entre el semanario kleiserista y conservador El Narcea y el liberal e inclanista El Distrito Cangués. Se considerarían las tensiones de la prensa germanófila conservadora contra la aliadófila liberal como una extensión de las pugnas de caciquismos. El distrito electoral de Cangas de Tineo que incluía Ibias, Degaña, Somiedo, Grandas de Salime, Pola de Allande, Cangas del Narcea y Leitariegos fue feudo liberal desde la desaparición del dirigente conservador Francisco de Borja y Queipo de Llano (VIII Conde de Toreno) en 1890. Desde esa fecha uno de los dirigentes liberales perteneciente a la saga de los Suárez Inclán, Félix Suárez Inclán, fue diputado por Cangas de Tineo. En 1912, adquirió la propiedad del semanario, anteriormente liberal, El Narcea —fundado en 1906—, un joven aspirante a diputado conservador, Luis Martínez Kléiser (1883-1971), que pretendió arrebatar, sin éxito, el distrito al veterano líder liberal, y cuyas formas políticas le acercaron a la estrategia modernizadora de Antonio Maura, quien dotó tanto al partido conservador como a su escisión maurista de unas estructuras modernas. Kleiser emprendió una intensa campaña propagandística recorriendo concejos y pueblos del distrito en Cangas del Narcea e Ibias[2] con no pocas promesas populistas. También fundó un espacio para la política conservadora y promocionó un sindicato agrario católico. Kleiser buscó por medio de la modernización unas estructuras políticas más accesibles a las juventudes, y la necesidad de unos mecanismos electorales más lógicos. Con anterioridad las fuerzas electorales no requerían de estos mecanismos porque no eran necesarios por el aparato caciquil.

            Con el comienzo de la guerra europea las tensiones entre ambos semanarios habían alcanzado un notable grado de acusaciones. Sobre los inicios del conflicto el kleiserista Juan Peranzules escribió una larga reflexión neutralista, aunque no exenta de germanofilia al alabar la inteligencia del káiser. Peranzules creía que la chispa responsable había sido la paz armada[3]. Por el contrario, El Distrito Cangués se declaraba aliadófilo desde un primer momento, condenando a las “tres coronas imperiales, que conducen a sus pueblos al exterminio. Sea cualquiera el vencedor y el resultado, ninguno de los coronados pasará á la historia con el nombre de Grande. Una solución de paz merecería más laureles”. En la misma línea que el famoso editorial de Romanones “Neutralidades que matan”, se declaraban abiertamente intervencionistas por la violación de neutralidades que está teniendo lugar[4]. Hubo denuncias constantes del semanario liberal francófilo contra el kleiserista germanófilo, con las que trataron de desmontarse todas sus reflexiones sobre el conflicto europeo.

            Lamentablemente, estos seminarios locales no ofrecen descripciones de cómo la población reaccionó ante el comienzo del conflicto, o de cómo recibieron las noticias. Como confirman otros relatos periodísticos a nivel regional, en el gran entusiasmo demostrado por la población que tanto delante de las pizarras de las sedes de los principales rotativos regionales como en los cafés, los círculos republicanos y carlistas o los espacios informales asociados a los burgueses y proletarios, el objeto primordial de discusión por encima de la política nacional o regional era la Guerra Europea. Ésta, incluso, adquiere un singular papel socializador por la propagación de personajes, novedades armamentísticas y químicas y conocimientos geográficos:

Y no podemos imaginar que en medio de este caos, pueda experimentarse avance alguno. Sin embargo aunque pequeño, se nota  uno de que de no ser por la guerra difícilmente lo conseguiríamos.

Se trata de los conocimientos científicos, geográficos, económicos, industriales, técnicos, etc. etc. que en mayor o menor cantidad adquiere todo individuo que lee los periódicos a fin de enterarse de la lucha actual.

Y estos conocimientos tienen la ventaja de que con dificultad se olvidarán, pues el número y la magnitud de las circunstancias que les rodeaban cuando fueron adquiridos, hace que queden indélebles (sic) en nuestra mente.

            Individuos que antes no cojían (sic) un periódico en sus manos, saborean ahora con verdadero deleite, todo el contenido de estos. […] Todos estos conocimientos que se adquirieren, vienen a constituir una base una cultura que […] no poseen la mayoría de los que se entretienen en enterarse de la marcha de la guerra[5].

            También desde ambas publicaciones se tratará el asunto de las subsistencias y las posibles soluciones —éstas mucho más elaboradas desde el semanario liberal—[6]. El Narcea, por su parte critica al diputado liberal Suárez Inclán por no haber sido capaz de procurar obras públicas para los recién llegados repatriados en el distrito de Cangas de Tineo[7]. Habría de suponerse que el público receptor de estas diatribas sería básicamente el pequeño propietario agrícola (pese a las altas tasas de analfabetismo en el mundo agrario), pero sobre todo la burguesía comerciante de las pequeñas villas, consumidora de prensa. En términos generales cabría pensar que se trata de un debate elitista y urbano. En otro orden de cosas, parece que pese a las limitaciones impuestas desde el ministerio de la gobernación en materia de festividades para paliar el problema de las subsistencias y de la crisis del trabajo. Empero, El Narcea aludía, en plena efervescencia de los precios de las subsistencias, a la poca concurrencia del mercado, porque la mayoría de los pueblos celebraban romerías de enorme componente religioso[8].

Portada de «El Pueblo Astur», ejemplar dirigido a Luis Martínez Kleiser.

            El Distrito Cangués, a pesar de ser un diario derivado del liberalismo inclanista, presumía de anticlerical y contaba en la nómina con redactores como el republicano Gumersindo Díaz Morodo, Borí o también con Jesús Pérez de Castro (Pinón de la Freita), responsable de algunas odas antiimperialistas[9]. No es sorprendente que El Distrito Cangués anunciase la revista aliadófila España (dirigida primeramente por José Ortega y Gasset y luego por Luis Araquistaín), puesta en marcha en 1915, tribuna de la Generación del 14. Por su parte, en El Narcea, con ese interés constante por la política internacional, escribía Arístides la sección “De actualidad”, desmontando los poemarios francófilos de Pérez de Castro[10] y defendiendo la causa clerical germanófila que había condenado el conflicto. El Narcea evolucionó progresivamente desde una acérrima defensa de la neutralidad a posiciones germanófilas (y sobre todo anglófobas) no tan perceptibles en un principio. Paralelamente el kleiserismo había empezado a perder prestigio por anteponer la defensa de su líder a los intereses del distrito cangués[11], lo que provocó el retraimiento del semanario y la marcha de su líder. A ello deben sumársele igualmente los múltiples escándalos judiciales a los que se enfrentó el equipo de redacción y la dirección de dicha publicación. En los últimos meses de vida del semanario, su director, Evaristo Meléndez de Arvás, pasó a participar en la publicación El Pueblo Astur con una colaboración canguesa, incentivado por el interés del público por las noticias de la guerra[12].

            España no participó en la guerra, pero una serie de voluntarios españoles combatieron en el frente europeo en el bando aliado, bajo el auspicio de los franceses. Se habían comprometido con la defensa de la democracia, la justicia y la libertad. El Comité de Germanor fue creado como principal emisor de los voluntarios en 1915 y contó además con un órgano propagandístico que daba cuenta de sus hazañas. De todos modos, el fenómeno del voluntariado fue mitificado y adulterado en sus cifras, llegando a barajarse la exagerada suma de 15.000 voluntarios, de los cuales 12.000 serían catalanes. Sin embargo, fueron en realidad 2118 (938 catalanes)[13]. Condado Madera y Mayer calcularon el número de voluntarios por provincia, indicándose que Asturias sólo aportó tres voluntarios (dos gijoneses y uno ovetense). A ello pueden añadirse, desde los mismos comienzos del conflicto, otros tres voluntarios procedentes de Cangas de Tineo: dos periodistas se alistaron en la marina (Jesús Pérez de Castro y el redactor jefe de El Narcea, Manuel Tevar) y un chaffeur (Eugenio Desronces) de origen francés que partió al teatro de operaciones francés[14].

            Se habían vertido acusaciones de germanofilia por parte de El Distrito Cangués, por haber tergiversado las noticias del conflicto los kleiseristas, “Admiremos la gran frescura de los que escriben en «El Narcea». Á renglón seguido de decirnos que no debe darse crédito a las noticias que los periódicos publican de la actual tragedia europea, insertan un «Diario de la guerra», en el que todas las batalles las ganan los germanos, y si alguna acción es contraria á éstos, añaden el «se dice…» Cuando los aliados entren en Berlín. Seguramente el redactor de ese «Diario» se empeña en convencernos de que fueron los alemanes los que entraron… ¡en Paris, en Londres y en San Petersburgo![15]. El semanario kleiserista se apropiaba de un modo descarado del humor para describir una visita efectuada por el mismo candidato, cargada de connotaciones de artefactos de la guerra[16].

            La no disposición de semanarios desde 1916, hace imposible ya el análisis de la repercusión ideológica en el distrito cangués. Y ello, pese a las colaboraciones del periodista Gumersindo Díaz Morodo en la prensa de gran circulación asturiana (El Noroeste) y su vinculación política con el reformismo melquiadista. No obstante, el estudio de los libros de acuerdos municipales debería suplir esta ausencia. Esta rica fuente de información para un estudio de la política municipal y la dedicación de presupuestos no cumplió dichas expectativas. El único acuerdo municipal respecto a la guerra europea fue una proposición de carácter humanitario a iniciativa del barcelonés Comité Permanente por el Mensaje de la Paz[17] que recibió el apoyo de la corporación municipal del concejo, sumándose junto a otros ayuntamientos. Dicha iniciativa tiene su lógica en los últimos meses del conflicto, con el cansancio de las tropas tras una larga guerra, y en paralelo a las propuestas desde el alto clericato y la prensa católica. Consta también una protesta por la corporación canguesa, tras el fin de las hostilidades, en las actas del ayuntamiento ovetense por pretender algunos concejales aliadófilos el cambio del nombre de la emblemática calle Uría —en honor al político cangués José Francisco de Uría y Riego— por el de Avenida de Francia, no llevado a efecto[18].

            Este pequeño acercamiento a un ámbito localizado de actuación del caciquismo asturiano revela cómo la guerra se convirtió en un motivo más de enfrentamiento. El kleiserismo como alternativa conservadora moderna, con círculos políticos en los concejos del distrito, no consiguió vencer al inclanismo, un árbol político de difícil tala por su fuerte implantación en el distrito. No se hallan repercusiones locales similares a las de Oviedo y Gijón, pero es de por sí evidente el impacto ideológico de las noticias publicadas. Se trata de concejos agrícolas, que J. Uría explica que están marcados por las reuniones en los tradicionales concejos. La figura idílica del campesino tranquilo que retrataba erróneamente la literatura decimonónica pasó a ser una figura combativa que se integra más en los sindicatos de carácter católico y laico, y escasamente en los obreros y socialistas. La Guerra, como se reflejó en las subsistencias, se manifiesta en este sentido en el concejo de un modo más suave que en otras zonas[19].

            Es difícil en todo caso ofrecer una visión más minuciosa del influjo ideológico del conflicto, la prensa y las fuentes oficiales no recogen lo que las voces del pasado, en acertadas palabras de J. Ugarte, pudieran contestar al historiador. Siguiendo a J. Canal, nuestro gremio debe realizar el gran esfuerzo de recuperar a los auténticos protagonistas de la historia, y especialmente, cuando el objeto de estudio se aleja a aquellas épocas en las que no están disponibles aquellos testigos de excepción, con sus contradicciones, en los testimonios orales[20].


* Doctorando en el Programa de Doctorado de Estudios Humanísticos de la Universidad de Oviedo. Realiza una tesis doctoral titulada “El Siglo Futuro (1914-1936), órgano del integrismo y de la Comunión Tradicionalista” financiada por una beca predoctoral FPU del Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte.

[1] Algunos trabajos relativos a El Narcea y El Distrito Cangués en: J. J. MORODO, “Apuntes para una historia de la prensa canguesa”, Entrambasaguas, nº 2 (1980); el estudio preliminar de la vida y obra de Gumersindo Díaz Morodo (Borí) de A. LÓPEZ ALFONSO, “Prologo”, en G. DÍAZ MORODO, Alrededor de mi casa. Crónicas Canguesas (1910-1928), Cangas del Narcea, Ayuntamiento de Cangas del Narcea, 2009, pp. 45-76 y J. LÓPEZ ALVÁREZ, “El Narcea, segunda época (1912– 1915), en la web del Tous pa Tous” y “El Distrito Cangués, de 1914 a 1916, en la web del Tous pa Tous”, recuperado de Internet <https://www.touspatous.es/index.php/prensa.html> [con acceso: 15-12-2014]; y a nivel regional vid. el acercamiento a la prensa política en J. GIRÓN, “La prensa monárquica en Asturias durante la Restauración”,  Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, nº 148 (1996), pp. 245-260; y la relación de El Narcea con el rotativo católico gijonés El Pueblo Astur en U. JOSÉ GONZÁLEZ, El Pueblo Astur (1913-1915): órgano del catolicismo social gijonés, Trabajo Fin de Máster, Universidad de Oviedo, 2012, ff. 73-78. Resultan sugerentes también los datos aportados por la Estadística de la Prensa de España referida al 1º de abril de 1913, Madrid, Imprenta de la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, 1914. Se señala que El Narcea poseía una tirada de 800 ejemplares y de 600 El Distrito Cangués. Sobre las posibilidades de las estadísticas de la prensa véase J.-L. GUEREÑA, “Las estadísticas oficiales de la prensa (1867-1927)”, en Metodología de la Historia de la prensa española, Madrid, Siglo XXI, 1982, pp. 81-118.

[2] El Narcea, 21 y 28-IX, 5, 13, 19 y 26-X, 2 y 16-XI-1912.

[3] J. PERANZULES, “La guerra europea era un mal preciso”, El Narcea, 21-VIII-1914.

[4] O. MELÉNDEZ DE ARVAS, “El Conflicto Europeo”, El Distrito Cangues, 15-VIII-1914. Resulta también sugerente la declaración francófila del mismo autor en “Francófilos, sí; germanófilos, no ¿Por qué?”, El Distrito Cangués, 5-XII-1914.

[5] ROGER DE FLOR, “Un beneficio de la guerra”, El Narcea, 23-X-1914.

[6] El Distrito Cangués, 15-VIII, 3 y 17-X-1914.

[7] N. N., “¡Pobrecitos Ciegos!”, El Narcea, 18-IX-1914. Se trata de una crítica más al inclanismo de no haber sido capaz de defender los intereses cangueses en un contexto de promoción de obras públicas por parte del gobierno Dato y su ministro de Gobernación Sánchez Guerra, “Ya de tanto leer y releer la Gaceta de Madrid buscando entre los infinitos nombres que a diario publica de caminos vecinales, carreteras, ect. […] ni uno solo he encontrado del Distrito de Cangas de Tineo, ¿Será que su representante en Cortes no tiene influencia con el gobierno?, no, […] su diputado se encuentra veraneando sin acordarse […] de las promesas que hizo cuando mendigaba los votos […] para triunfar de la enorme fuerza kleiserista”.

[8] El Narcea, 21-VIII-1914.

[9] J. PÉREZ CASTRO, “Ante la tragedia/ Patriotismo y libertad”, El Distrito Cangués, 29-VIII-1914: “¿Quién aplaude infamia tal?/Tan sólo la Reacción,/que en su innoble corazón/ no cabe una acción leal./A una nación liberal/detesta, y no os asombre,/pues Francia adquirió renombre,/ siendo por la Humanidad/ ¡cuna de la Libertad/ y los Derechos del Hombre!”.

[10] ARÍSTIDES, “De Actualidad/ la verdad en su punto”, El Narcea, 4-IX-1914.

[11] Así lo confirma el editorial de El Distrito Cangués tras la declaración de principios de Evaristo Meléndez de Arvás, Vid. “Política Kleiserista/ Fracaso Reconocido”, El Distrito Cangués, 10-X-1914; J. GIRÓN, Los Partidos Políticos en Asturias: Los Partidos Monárquicos (1875-1923), Oviedo, Nobel, 2013, p. 269. El único diario que defendía los intereses del distrito era el inclanista.

[12] El Pueblo Astur patrocinó durante los procesos electorales de 1914 la candidatura del consevador Martínez Kléiser frente a los desmanes de la política inclanista.

[13]Cfr. A. BALCELLS, “Los voluntarios catalanes en la Gran Guerra (1814-1918)”, Historia 16, nº 121 (1986), pp. 51-62; D. MARTÍNEZ I FIOL, Els “Voluntaris Catalans” a la Gran Guerra (1914-1918). Barcelona, Publicacions de l´Abadía de Monserrat, 1991; y E. CONDADO MADERA, M. MAYER, “Los españoles ante la Gran Guerra: los voluntarios cántabros”, Monte Buceiro, nº 10 (2004), pp. 172-194

[14] El Distrito Cangués, 29-VIII y 19-XII-1914; El Narcea, 4-IX-1914.

[15] El Distrito Cangués, 26-IX-1914.

[16] “Unas miajicas de Pitorreo”, El Narcea, 11-IX-1914.

[17] Archivo Municipal de Cangas del Narcea, Libro de actas del Ayuntamiento, sesión del 24-VIII-1918, f. 73.

[18] Sobre este asunto y la celebración del final de la Gran Guerra en Asturias en: J.L. AGUDÍN, La aliadofilia en Asturias en torno a la I Guerra Mundial (1914-1920), Trabajo Fin de Máster, Universidad de Oviedo, 2015, ff. 92-97 (inédito).

[19] Un artículo que trata en profundidad ese tránsito sirviéndose de fuentes no clásicas es el de  J. URÍA, “Asturias 1898-1914: El fin del campesinado amable”,  Hispania, Vol. 62/ nº 212 (2002), pp. 1059-1098.

[20] La expresión voces del pasado aparece en el sugerente artículo de J. Ugarte, “El carlismo hacia los años 30 del siglo XX. Un fenómeno señal”, Ayer, nº 38 (2000), pp. 155-182; y J. CANAL, La historia es un árbol de historias. Historiografía, política y literatura, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2014, pp. 130-131

Portada de El Distrito Cangués

Ampliación de hemeroteca: El Distrito Cangués (1913-1914)

Portada de El Distrito CanguésHasta ahora solo teníamos El Distrito Cangués (Tomo II) a partir del número 62 gracias a la biblioteca de Luciano Castañón, de Gijón, que correspondía a la etapa en la que dirigió este semanario Gumersindo Díaz Morodo, “Borí».

Ahora hemos incorporado numerosos ejemplares de la primera época (Tomo I), desde el número 1, que sale a la calle el 8 de abril de 1913, hasta el 52. En ese periodo los directores fueron el maestro Ibo Menéndez Solar, hasta el número 15, y Benemérito de Llano. El jefe de redacción era Odón Meléndez de Arbas, maestro de Cibuyo.

La mayoría de los nuevos ejemplares incorporados proceden de Ángeles Martínez Álvarez, descendiente de este último. En este caso la digitalización corrió a cargo del Tous pa Tous, Sociedad Canguesa de Amantes del País.

El Distrito Cangués (1913-1916)

Todas las Crónicas canguesas, 1916-1928, de Borí, en la web del Tous pa Tous

José Fuertes, ‘Fanxarín’, presidente de la Sociedad de Artesanos; José Álvarez (sentado), presidente del ‘Club Cangas de Tineo’ de La Habana, y Borí en Cangas del Narcea en el verano de 1917. Fotografía de Benjamín R. José Fuertes, ‘Fanxarín’, presidente de la Sociedad de Artesanos; José Álvarez (sentado), presidente del ‘Club Cangas de Tineo’ de La Habana, y Borí en Cangas del Narcea en el verano de 1917. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Col. Juaco López.

Incorporamos a nuestra Hemeroteca las «Crónicas canguesas» que escribió Gumersindo Díaz Morodo, Borí (Cangas del Narcea, 1886 – Salsigne, Francia, 1944), para las revistas Asturias y El Progreso de Asturias, de La Habana, entre 1916 y 1928. El Tous pa Tous ha decidido realizar esta edición facsimilar y digital coincidiendo con la colocación de una placa a la memoria de este periodista republicano el próximo sábado 30 de noviembre.

Estas crónicas cubren un vacío en el periodismo cangués. Entre 1882 y 1916 hubo casi siempre en Cangas del Narcea uno o dos periódicos locales. En ese año dejan de publicarse y no volverá a haber otra publicación periódica canguesa hasta La Maniega (1926 – 1932). De este modo, las crónicas enviadas por Borí a estas revistas nos permiten mantenernos al día de lo que sucedió en Cangas del Narcea en aquellos años.

Entre 1914 y 1928, Borí fue el corresponsal en Cangas del Narcea de estas dos revistas gráficas semanales que se editaban en la isla de Cuba. Sus primeras colaboraciones aparecieron en 1914 en Asturias y eran noticias muy breves, unas meras notas de sociedad, que se publicaban sin su nombre; la primera crónica que aparece con la firma de Borí se publica el 23 de julio de 1916 y está dedicada a El Acebo. Cuando esta revista dejó de editarse comenzó su colaboración con El Progreso de Asturias, donde escribió con regularidad hasta 1925, año en que decide dejar de enviar sus crónicas ante la imposibilidad de decir lo que piensa debido a la censura impuesta a la prensa por la dictadura de Primo de Rivera. Solo volverá a romper su silencio en 1928 para dar cuenta de la muerte de su amigo el notario Rafael Rodríguez González.

La revista Asturias salió a la calle entre 1914 y 1921; la inició y dirigió el periodista José María Álvarez Acevedo, natural de Boal. El Progreso de Asturias fue fundado en 1919 por Celestino Álvarez, nacido en Villanueva (Boal), que fue su director hasta su desaparición en 1960. Ambas revistas gozaban de cierto prestigio entre la numerosísima colonia de emigrantes asturianos en aquella isla. En ellas, en especial en Asturias, colaboraban conocidos escritores asturianos (Marcos del Torniello, Fabricio, José Díaz Fernández, Constatino Cabal, Bernardo Acevedo Huelves, Carlos García Ciaño, Alfonso Camín, María Luisa Castellanos, Adolfo Posada o Leopoldo Alas Argüelles) y periodistas locales que hacían las labores de corresponsales en los concejos: uno de estos fue Borí.

Portada de la revista ‘Asturias’ de La Habana en la que colaboró Borí

La relación de Borí con Cuba y la emigración fue muy estrecha. Su padre había sido uno de los primeros cangueses en emigrar a aquella isla, de donde retornó en 1869; en Cangas del Narcea le apodaron El Guajiro. Sus tres hermanos varones emigraron a Cuba y Tampa (EE. UU.), y él mismo fue emigrante en La Habana entre 1900 y 1902. De allí regresó a Cangas del Narcea  enfermo y sordo. Además, tuvo muchos y buenos amigos emigrantes. Borí sentía gran admiración por todos ellos y estaba convencido que los “americanos” serían un motor de progreso y renovación de la conservadora sociedad canguesa: “de los emigrantes vendrá la regeneración de la provincia asturiana”. El aprecio era mutuo, porque los emigrantes le respetaban mucho y tenían gran confianza en él, y por ello en 1920 el «Club Acebo de Cangas de Tineo» de La Habana le nombra delegado en el concejo.

Portada de ‘El Progreso de Asturias’ de La Habana en la que colaboró Borí

En las «crónicas canguesas» de Borí aparecen las noticias de todos los acontecimientos que sucedieron en Cangas del Narcea en aquellos años: la epidemia de gripe de 1918; los asesinatos del Navarro y otras muertes violentas; la construcción del Teatro Toreno, cuyo proyecto, realizado por el arquitecto Leopoldo Corujedo, estuvo expuesto en el escaparate del comercio “El Siglo XX”; la vida política local en un tiempo en el que Cangas del Narcea era la cabeza de un distrito electoral para diputado a Cortes que comprendía los concejos de Somiedo, Grandas de Salime, Ibias, Degaña, Leitariegos y Cangas. También en estas crónicas se da cuenta del acontecer diario y cíclico de la población: el tiempo atmosférico, el precio de los productos en el mercado de los sábados, las ferias, las cosechas, la recogida de castañas y los accidentes durante el vareo de los árboles, la vendimia y la feitura «o sea la operación de extraer el vino de las grandes o pequeñas tinas donde fermentó», las fiestas y romerías, el Carnaval, la Pascua y sus bollas, y el registro civil: en todas las crónicas aparece la relación de nacidos, casados y muertos del concejo.

En las noticias que envía Borí a La Habana se le otorga un papel destacado a los emigrantes. Menciona los nombres de los que vienen de América a pasar una temporada a Cangas del Narcea e informa de su regreso y del barco en el que van a hacer el viaje, y cuando puede da la relación de todos los jóvenes que emigran para allá. El número de estos era tan grande que llega a escribir: “De todos los pueblos salen caravanas de emigrantes para ambas Américas. Imposible es para el cronista recoger los nombres de todos los que se marchan” (Asturias, 23 de diciembre de 1917).

Las crónicas están escritas con noticias breves y un estilo directo y sencillo. Su lectura no cansa y cuando empiezas a leerlas te enganchan y se leen de corrido. Tienen un tono coloquial, de charla o de carta que escribe un amigo contándole a otro lo que sucede en el pueblo. En este sentido, las crónicas también sirven para conocer las desventuras de su autor, que él cuenta a sus «amigos» emigrantes. Borí conoce bien los intereses de aquellos cangueses que residían en América y con sus crónicas trató de satisfacer la necesidad de información que por su lugar de origen tienen todos los que están fuera.

En algunos casos las crónicas van acompañadas de fotografías realizadas por Modesto Montoto, que era el fotógrafo oficial de la revista Asturias; por los fotógrafos cangueses Modesto Morodo y en especial Benjamín Rodríguez Membiela, autor de la mayor parte de las fotos que se publican en ese periodo, y del propio Borí.

Miramontes Ciencia Tecnología Cultura ha producido la edición digital de «Crónicas canguesas, 1916-1928», que lleva un índice e incorpora OCR para la búsqueda de palabras en el texto. Esta edición se ha hecho a partir de revistas originales que pertenecen al Muséu del  Pueblu d’Asturias, Alfonso López Alfonso y Juaco López Álvarez, y ha sido patrocinada por Mª José, Juaco, Pedro y Alejandro López Álvarez.


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A la memoria de ‘Borí’

Gumersindo Díaz Morodoalt nació el 13 de enero de 1886 en Cangas de Tineo (hoy Cangas del Narcea). De muy joven emigró a Cuba y allí unas extrañas fiebres le provocan una sordera que lo acompañará el resto de su vida. En 1902 vuelve a Cangas y pocos años más tarde nacerá para el periodismo con el seudónimo de Borí. Republicano y anticlerical, se enfrentó abiertamente a los caciques y al clero desde las páginas del semanario La Justicia, de Grado, y colaboró en el periódico socialista La Aurora Social, de Oviedo. En abril de 1915 adquirió El Distrito Cangués, periódico que utilizó para luchar por mejorar la situación laboral de los obreros y denunciar el caciquismo, lo que le acarreó el cierre de la publicación dos años más tarde. También aprovechó tribunas como El Noroeste, de Gijón, y las revistas Asturias y El Progreso de Asturias, editadas en Cuba. En 1927 promovió la sociedad obrera «Nueva Vida», afecta a la UGT, y durante la II República colaboró con Constantino Suárez Españolito proporcionándole datos de escritores y artistas cangueses para el índice biobibliográfico que éste preparaba y no pudo llegar a ver publicado completo porque se interpuso la Guerra Civil. Tras el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 Borí se exilió en Francia, donde murió el 5 de marzo de 1944.

El pasado sábado 30 de noviembre EL TOUS PA TOUS, Sociedad Canguesa de Amantes del País, celebró un sencillo homenaje  a la memoria de Borí, consistente en el descubrimiento de una placa en el barrio de El Corral, en Cangas del Narcea, donde nació y vivió nuestro protagonista.

Con motivo de la celebración de este reconocimiento a Borí y como deferencia para los lectores de la web del TOUS P@ TOUS publicamos hoy en la Biblioteca Canguesa la edición completa del título Alrededor de mi casa. Crónicas canguesas (1910-1928), un libro de Gumersindo Díaz Morodo Borí en el que se recogen 35 artículos y crónicas publicados en los periódicos La Justicia y El Distrito Cangués y en las revistas Asturias y El Progreso de Asturias. Alfonso López Alfonso es el autor de la biografía de Borí y editor de la obra; Juaco López Álvarez, firma una introducción en la que se reconstruye el mundo familiar y social en el que desarrolló su vida este periodista cangués. Esta publicación ha sido sufragada por el Ayuntamiento de Cangas del Narcea.



ALREDEDOR DE MI CASA – Crónicas canguesas (1910-1928)

El TOUS P@ TOUS en la Biblioteca Nacional de España

Periodicomanía es un portal elaborado por la Biblioteca Nacional de España que ofrece información seleccionada sobre publicaciones periódicas presentes en Internet con el objetivo de servir de apoyo a las fuentes de información impresas. Agrupa recursos sobre todo tipo de publicaciones periódicas (prensa, publicaciones oficiales, revistas científicas). Los recursos incluyen una breve presentación extractada de su propia página y se mantienen permanentemente actualizados.

La Biblioteca Nacional de España desde octubre de 2012 ha seleccionado la página web del TOUS P@ TOUS, Sociedad Canguesa de Amantes del País atendiendo a los siguientes criterios:

  • La solvencia o prestigio de la autoría o entidad responsable.
  • La especialización, exhaustividad y actualización de información en cuanto al contenido.
  • Las posibilidades de navegación: jerárquica, índices o búsqueda (alfabética, cronológica o temática)
  • La cercanía geográfica, lingüística y cultural.
  • La accesibilidad a contenidos de libre acceso en su totalidad o parcialmente.

Tous pa Tous. Prensa histórica en Periodicomanía aparece enlazado a la etiqueta «Asturias» junto a la Hemeroteca de Gijón y la Biblioteca Virtual del Principado de Asturias: Asturias archivo en Periodicomanía.

La Biblioteca Nacional de España es la institución depositaria de nuestro saber, donde se ha conservado, identificado y transmitido la cultura española. Conscientes, precisamente, del valor que para la cultura española tiene este organismo, nos sentimos orgullosos que a través de la web del TOUS P@ TOUS, Cangas del Narcea haya encontrado su hueco en esta entidad esencial para el desarrollo y avance de nuestro país.

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El periódico La Verdad (1903) en la web del Tous pa Tous

Cabecera de ‘La Verdad’, primera época, nº 2, 14 de febrero de 1903.

La Verdad fue un periódico de vida muy corta, como tantos otros en la historia de la prensa canguesa. Nació el 7 de febrero de 1903 y murió en el mes de mayo o junio de ese mismo año. Se tiraba en la Imprenta La Económica, de Oviedo, porque en Cangas del Narcea en aquel tiempo no había imprenta, y se vendía por la calle los sábados, día de mercado. Además, en tan corto periodo de tiempo tuvo dos épocas. En la primera, que duró los meses de febrero y marzo, los editores estaban dados de alta en Cangas del Narcea y en la segunda, tuvieron que matricularse en Oviedo. La razón de esta vida tan corta y azarosa fue la persecución política que sufrió La Verdad por parte del Ayuntamiento de Cangas del Narcea. Lo curioso es que el periódico ponía debajo de la cabecera: “Este semanario no es político”, declaración que no era muy sincera como puede comprobar cualquiera leyendo su contenido.

Lamentablemente no conocemos los dieciséis números que se publicaron de este periódico (ocho en la primera época y otros ocho en la segunda) y solo hemos podido digitalizar nueve, gracias a la colaboración de los socios del «Tous pa Tous» Mario Gómez Marcos y Eladio Regueral Martínez.

Desde la desaparición de El Eco de Occidente en los últimos años del siglo XIX, no había habido otro periódico en Cangas del Narcea. La razón es que no hacía falta porque no había lucha política; desde 1898 todos los grupos apoyaban al mismo diputado a Cortes, el liberal monárquico Félix Suárez-Inclán. Pero en 1903 la situación cambió, volvieron a resurgir las divisiones y los enfrentamientos políticos, y con ellos retornaron los periódicos a la calle: La Verdad en 1903 y El Narcea en 1905.

Los promotores de la primera época de La Verdad fueron José Pallarés Nomdedeu y Manuel Flórez de Uría y Sattar. El primero era comerciante, había sido alcalde entre 1898 y 1902 y participó en la fundación del periódico para luchar contra el nuevo alcalde: Nicolás de Ron Flórez-Valdés; Pallarés volverá a ocupar la alcaldía entre 1904 y 1906. Manuel Flórez de Uría era procurador de los tribunales y apoderado en Cangas del Narcea de la “Bosna Asturiana”, que era la empresa propietaria del monte de Muniellos; profesaba ideas republicanas. En 1903 los dos eran concejales. Sus nombres no figuraban en el periódico, ejerciendo como director nominal Luis González Ballesteros. La persecución que van a sufrir, sobre todo por el teniente alcalde Joaquín Rodríguez Martínez, la relatan en dos artículos publicados el 7 y el 15 de marzo de 1903 con el mismo título: «Brutal atropello».

Cabecera de La Verdad, segunda época, nº 1, 11 de abril de 1903.

La segunda época de La Verdad comienza el 11 de abril de 1903, y en el periódico aparecen como director y jefe de redacción: Manuel Flórez de Uría, y como administrador y redactor: José Mª Díaz López «Penedela». En la portada del primer número cuentan las razones de la publicación y las vicisitudes de la primera época del periódico:

Es ya una verdadera necesidad de toda población de alguna importancia el que en su recinto se publique uno o más periódicos, y Cangas de Tineo, su concejo y su partido judicial no deberían ser de peor condición que cualquiera otra de las villas de España en que ya existen publicaciones de esa clase, que velen por sus intereses y miren por su adelantamiento y progreso.

Por esta razón ya hubo en Cangas de Tineo, y por varias veces, quien arrostrara los trabajos o inconvenientes que supone y trae consigo la fundación de un periódico, aunque sea semanal; pero después de una lucha más o menos larga y de peripecias sin número ni cuento, todos esos generosos intentos y propósitos levantados tuvieron que ceder a la realidad, y esta era que el concejo no leía el periódico o por no saber hacerlo (¡esto sí que es triste!) o por apatía, por la proverbial pereza española. Y los que leían, los intelectuales del concejo (curas y maestros) y de la villa, no se interesaban por su progreso, por su arraigo, porque si el periódico era incoloro no tenía interés; si defendía un ideal político eran sus adversarios los del bando opuesto. Y en estas condiciones, faltos de base, faltos de oxigeno, murió un periódico tras otro periódico y Cangas de Tineo quedó en esta materia a la altura del Riff o del Congo.

Y en estas circunstancias surgió en la mente de dos personalidades de aquel concejo la idea de fundar un periódico que tirado en esta ciudad [de Oviedo], pues allí no hay tipografía ni cosa que lo valga, llegase a Cangas de Tineo los sábados, cuya fecha respectiva llevaría cada número, y ser repartido en dicha villa. Y para llevar a efecto esta idea, teniendo en cuenta que a ninguno de sus progenitores era de interés dar su nombre, bastándoles conseguir el fin lícito y honrado que se proponían, resolvieron ocultarse tras el de un individuo cualquiera que sin responsabilidad ninguna pudiera llevar el nombre del periódico, tan solo el nombre, puesto que ellos se encargaban de redactarlo, pagarlo y responder de su contenido con su firma. Y buscaron este individuo, especie de muestra del periódico y nada más, y a serlo se prestó de buen grado D. Luis G. Ballesteros, persona que por su edad, por su estado, por sus condiciones y posición social venía pintiparado al papel que se le asignaba.

Y con estas condiciones, redactado por don Jose Pallarés Nomdedeu y don Manuel Flórez de Uría apareció un semanario titulado La Verdad en Cangas de Tineo con fecha 7 de Febrero del corriente año. Y se publicó ese primer número, y un segundo, en que colaboraron los dos fundadores; y antes del tercero el Sr. Pallarés se retiró, y siguió solo el Sr. Flórez de Uría; publicó el tercer número, que por su valentía fue multado, denunciado y secuestrado; se dio a luz un cuarto número que duplicó la tirada del semanario; vino un quinto, que también fue denunciado, y un sexto que corrió la misma suerte, y un séptimo y un octavo que pudieron colar, pero este último ya con una tirada de mil ejemplares. ¿Qué tal? No se puede demostrar de manera más cumplida el hambre y sed que puede sentir un pueblo de que en su recinto exista una publicación periodística.

Pero esa serie de multas y el propósito conocido de continuarlas, justificaron la necesidad de matar La Verdad de Cangas de Tineo y así se anunció en su último número, correspondiente al sábado 28 del pasado mes de Marzo.

Vista de Cangas del Narcea desde El Cascarín, hacia 1905. Colección Suárez-Cantón

La Verdad de esta segunda época durará lo mismo que la primera y dos meses después cerraba el periódico definitivamente.

Nueve años más tarde, el mismo Manuel Flórez de Uría contará la historia de La Verdad en un extenso artículo que dedicó a la prensa canguesa y que publicó con el seudónimo de «Juan de Cangas» el 3 de marzo de 1912 en La Justicia, un semanario republicano que se editaba en la villa de Grao. A continuación reproducimos la parte de este artículo que Flórez de Uría dedicó a La Verdad y a su propia persona:

Los hombres de la situación inclanista [partidarios del liberal Félix Suárez Inclán], tras diez años de casi continua dominación y sin oposición seria de conservadores ni republicanos, se habían dividido en fracciones y éstas chocaban entre sí, lo que dio por resultado, con el triunfo de una de ellas, la derrota de la capitaneada por D. José Pallarés y la caída de éste de la alcaldía. Entonces surgió un nuevo periódico: La Verdad.  Este periódico, valiente y mordaz, que no respetó caciques, de los que se burló en todos los números de una tirada creciente cada día, hasta alcanzar la extraordinaria cifra de 1.200 ejemplares, repartidos en el concejo, la nación y en América, donde quiera que había cangueses; y que todo su editorial era obra de un sólo hombre, pues la colaboración era casi nula, por miedo á los caciques, y cuyo hombre fue el concejal republicano D. Manuel Flórez de Uría, que demostró una entereza y suficiencia tales que llegó á ser la pesadilla de sus contrarios, que por todos los medios, algunos bien indignos, trataron de destruir a La Verdad y a su dueño, pues contra éste hasta se intentó el atentado personal, aunque con resultados contraproducentes.

Como en Cangas ya no había imprenta disponible, La Verdad se tiraba en Oviedo y se repartía en Cangas los sábados, día de mercado, y desde los primeros números se le impusieron multas de hasta ciento veinticinco pesetas; se le secuestró tiradas enteras sin llegar los paquetes a manos de su dueño, pues la policía los recogía del coche correo, o se le prohibía la publicación, denunciando el contenido al Juzgado.

Así y todo, cada número, aunque sólo fuese uno ó dos ejemplares, conseguía llegar  a cada pueblo del concejo, y la labor del periódico se iba haciendo.

Para ver de evitar tales tropelías, se suspendió La Verdad, periódico de Cangas, y se creó en Oviedo un periódico del mismo nombre, con domicilio legal en Oviedo y allí inscripto en los padrones de la contribución industrial, dirigido por D. Manuel Flórez de Uría, y dedicado exclusivamente a tratar y defender los intereses del concejo de Cangas de Tineo. Y así vivió el periódico, hasta que, visto por los caciques locales el incremento que La Verdad tomaba, determinaron darle el golpe de gracia recogiendo los números de la Administración de Correos o en poder de los peatones y carteros del concejo, cosa fácil, pues esos cargos eran desempeñados casi todos (y algunos lo están aún hoy) por concejales afectos a aquella situación política; y esto hizo que el director de La Verdad, cansado de imponerse sacrificios y de luchar sin fruto, diese un manifiesto a los suscriptores (que esta vez llegó a su destino) en que, relatando el calvario que por ellos había recorrido, les anunciaba la suspensión del periódico.

Este semanario tuvo la honra de que cambiasen con él los más de los periódicos de Asturias y muchos de España y América española, y de que abriesen campañas en su defensa e insertasen sus trabajos y artículos, entre otros, El Correo y El Progreso, de Asturias; El Liberal y El Evangelio, de Madrid, y El Heraldo, de La Habana.


La Verdad (1903)

icon La Verdad, febrero-mayo 1903


 

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Maniega2 (1976) en la web del Tous pa Tous

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Portada del único número publicado en 1976 de esta revista local canguesa

En 1976 un grupo de jóvenes de Cangas del Narcea, con un largo verano por delante, puso en marcha una revista con el nombre de Maniega2 y el subtítulo: “Para una información local”. El grupo estaba encabezado por Juanjo Morodo Magadán y Tano Ramos García, estudiantes de Ciencias de la Información en aquel tiempo y hoy reputados periodistas de los diarios Cinco Días  y Diario de Cádiz, respectivamente (Tano Ramos acaba de ganar el XXIV Premio Comillas de Historia de la Editorial Tusquets por su estudio sobre El caso Casas Viejas, 1933-1936).  Desde los años treinta, con el cierre de las revistas La Maniega en 1932 y Narcea  en 1936, no había vuelto a haber un medio de comunicación local en el concejo. El año anterior había muerto Francisco Franco; la sociedad, inquieta, estaba cambiando día a día y había mucha necesidad de expresarse.

El nombre de la nueva revista ya era evocador de una continuidad con el pasado, y los contenidos y las firmas del número 0 así lo evidencian. En ella se juntaban aficionados a la escritura de la época de la vieja revista La Maniega, como Jenaro Flórez y Gervasio Suarez-Cantón; corresponsales de prensa locales, como José Luis R. Mera, del diario La Voz de Asturias, y un grupo de jóvenes, cargados de inocencia e ilusión, de entre 16 y 21 años.

La revista no pasó del número 0. Sacarla a la calle costó mucho esfuerzo, hubo que buscar colaboradores, publicidad y una imprenta, y por eso no debe extrañarnos que su editorial comience con un sonoro “¡Uf!, trabajo nos costó, pero aquí estamos”. La impresión se hizo en Gráficas Baraza, de Oviedo. En ese único número aparecen entrevistas al pirotécnico Pablo Fernández; al alcalde Manuel Miranda -que a la pregunta de cual era la relación del Ayuntamiento con el arte dio una muy comentada respuesta: “En Cangas artistas hay muchos, pero claro, cada uno a su manera”-, y a los responsables de las cinco peñas de la pólvora que existían entonces, un fenómeno asociativo que comenzaba a desarrollarse en ese momento (en la actualidad hay cerca de cuarenta peñas).

Con la llegada del otoño, los jóvenes integrantes del consejo de redacción de la revista retornaron a sus estudios, muchos fuera de Cangas, en Oviedo y Madrid, y Maniega2 no volvió a salir a la calle.  Cuatro años después, varios de aquellos jóvenes volvieron a la carga con la revista Entrambasaguas (1980 – 1981).

icon Maniega2 número 0 (44.61 MB)

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Tres artículos de Gumersindo Díaz Morodo Borí publicados durante la Guerra Civil en el periódico republicano El Diluvio, de Barcelona

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Cabecera de un ejemplar de 1 de junio de 1938 del periódico izquierdista El Diluvio

En el año 2009, con la imprescindible ayuda de Juaco López Álvarez y la del Ayuntamiento de Cangas del Narcea, me encargué de recoger en libro una selección de crónicas periodísticas de Gumersindo Díaz Morodo Borí (Cangas del Narcea, 1886 – Salsigne, Francia, 1944), un peculiar escritor, furibundamente republicano, que con un estilo ágil y directo se enfrentó abiertamente a los caciques y al clero de su tiempo desde las páginas de El Distrito Cangués, periódico que tuvo en propiedad, y desde las de otras publicaciones con las que colaboró y en las que quedaron dispersos sus escritos. El libro se tituló Alrededor de mi casa y se completaba con las cartas que Constantino Suárez Españolito le había enviado a Borí con el fin de que éste le informara sobre escritores y artistas cangueses para incluirlos en su Escritores y artistas asturianos. Lo que Alrededor de mi casa pretendía era rescatar del olvido y poner al alcance de todos al escritor local más explosivo, raro, apasionante y apasionado que hemos tenido.

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Cabecera de un ejemplar de 15 de julio de 1938 del periódico izquierdista El Diluvio

Pese a que Borí murió en 1944 en Francia, en el exilio, mientras preparábamos el libro no fui capaz de encontrar ningún escrito suyo publicado después de 1928. El 20 de junio de aquel año salía en El Progreso de Asturias -una revista de la emigración editada en Cuba- un artículo en el que se hacía eco del cambio de nombre de la villa, que el año anterior había dejado de llamarse Cangas de Tineo para convertirse en Cangas del Narcea, y en el que recordaba cariñosamente al notario Rafael Rodríguez González, antiguo compañero de escuela fallecido poco antes. Precisamente con ese artículo se cerraba la selección de crónicas del libro. Cuando Alrededor de mi casa estuvo por fin impreso, a una de las primeras personas que se lo llevé fue a mi antiguo profesor y generoso amigo Antonio Fernández Insuela. Yo estaba muy contento con el resultado y se lo entregué con esa tonta euforia de quien se cree que ha hecho algo importante. Él lo recibió con la alegría del maestro que a pesar de los años transcurridos comprueba, más allá de los resultados prácticos, que sus enseñanzas despertaron interés. Después de darle el libro estuvimos un rato largo hablando de Borí, de la revista Asturias y de José Díaz Fernández (Aldea del Obispo, Salamanca, 1898 – Toulouse, Francia, 1941), de quien Insuela estaba reuniendo todos los artículos que el escritor había publicado en El Diluvio, un periódico izquierdista de Barcelona en el que Díaz Fernández colaboró mucho durante la II República y la Guerra Civil. Me sorprendió ese hecho porque por aquellos días yo también había empezado a trabajar sobre Díaz Fernández, al que, junto a Borí, me había encontrado entre las páginas de la revista Asturias de La Habana, y nos despedimos celebrando la coincidencia.

Algún tiempo después, Antonio me avisó de una nueva coincidencia: Mientras rescataba los artículos de José Díaz Fernández en El Diluvio se había encontrado con que en aquel periódico también había colaborado, al menos en tres ocasiones, Gumersindo Díaz Morodo, Borí. Ese descubrimiento asentaba sólidamente lo que hasta entonces, para quienes nos hemos ocupado de su vida, no era más que una hipótesis: que como tantos otros republicanos había abandonado el país vía Cataluña al final de la Guerra Civil. Antonio puso a mi disposición los tres artículos que Borí publicó en El Diluvio durante los meses de febrero y marzo de 1938, en una sección que se titulaba “Visiones de guerra”, y comprobé con agrado que proyectaban algo de luz sobre su trayectoria durante la contienda, de la que no sabíamos nada.

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Cabecera de un periódico de 8 de noviembre de 1934, época en que El Diluvio retomó durante unos meses el nombre de El Telégrafo.

El Diluvio fue un diario de pensamiento federalista que, según informa Antonio Checa Godoy en Prensa y partidos políticos durante la II República, era, tras La Vanguardia, el más vendido en Barcelona de los que se editaban en castellano. Empezó a publicarse en 1858 como El Telégrafo –nombre que retomará brevemente en octubre de 1934, cuando, como buena parte de la prensa de izquierdas, se vea suspendido- y en 1879 pasa a llamarse El Diluvio. Durante la II República tiraba unos 50.000 ejemplares y siguió publicándose hasta el final de la Guerra Civil.

Borí nos proporcionó con sus crónicas canguesas una visión combativa del concejo en el primer tercio del siglo XX, y aunque los artículos que publicó en El Diluvio se alejan de Cangas del Narcea, mantienen intacto su estilo punzante, agresivo y algunas veces también excesivo, a mi juicio razón suficiente para transcribirlos aquí como natural prolongación de Alrededor de mi casa. El lector se dará cuenta además de que el azar, que no se cansa de enredar las cosas, nos regala todavía una coincidencia más, puesto que el primero de los tres artículos, publicado el miércoles 9 de febrero de 1938 y titulado “Se acabó el cuento”, se lo dedicó Borí a José Díaz Fernández.


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«El Occidente de Asturias» de 1884 en la web del Tous pa Tous

altDesde marzo de 2012 pueden consultarse en la Biblioteca Canguesa del Tous pa Tous los números de 1884 del periódico El Occidente de Asturias. Estos ejemplares se suman a los que ya teníamos disponibles de los años 1882, 1883, 1885 y 1886. A partir de ahora ya podemos consultar los cinco primeros años de este periódico, que fue el primero en editarse en el occidente de la región y que salió a la calle hasta 1891.

El Occidente de Asturias comenzó a publicarse en Cangas del Narcea en agosto de 1882. Sobre él ya hemos escrito una noticia. Fue fundado por Faustino Meléndez de Arvás García (Cangas del Narcea, 1838 – 1917) y Menendo Valledor y Ron (Tineo, 1817 – Cangas del Narcea, 1892), que eran sus propietarios y redactores.

Los números de 1884 pertenecen a la familia Álvarez Pereda, de Cangas del Narcea, y su digitalización ha sido patrocinada por DEL MÉDICO Ferreterías, de Cangas del Narcea. Las crónicas locales de este periódico son un autentico diario de la vida canguesa de ese año. Según se pasan las paginas van apareciendo las crónicas de las ferias; de las fiestas y celebraciones: Santiso, la Pascua, Santarbas, el Carmen, el Acebo, etc; la recogida de la cosecha de cereales, la vendimia o las castañas; las obras públicas de actualidad en aquel año: el anuncio de la travesía de la carretera a Ibias y Ouviaño y de la construcción del Puente Nuevo, y la “eterna” paralización de la carretera de Leitariegos; la edificación del Juzgado-cárcel en El Corral, dirigida por el arquitecto provincial Javier Aguirre, cuya cubierta se remató en este año de 1884; la construcción de un nuevo molino, junto al puente de Ambasaguas, por parte de Anselmo González del Valle; la preocupación por la higiene y las medidas excepcionales que se toman para evitar la epidemia de colera-morbo que asolaba Europa; etc.

También se reseña a los fallecidos, entre los que aparece un viejo soldado que había luchado contra las tropas de Napoleón, y a los viajeros que marchan o visitan Cangas.

DOS CRONICAS LOCALES DE 1884

Necrológica de un viejo soldado
de la Guerra de la Independencia

En la última semana ha fallecido en esta villa, a la edad de noventa y seis años, D. Francisco Martinez, conocido por Campa Fondera, natural y vecino que fue de la misma.

Era uno de aquellos héroes que voluntariamente salieron a campaña contra las aguerridas huestes del Capitán del Siglo, para defender la independencia de su patria, y de los que tan pocos ejemplares quedan en ella.

Sirvió en la tercera compañía del segundo batallón del Regimiento Infantería de Asturias; por acción de guerra le habían nombrado cabo segundo, pero en la de Santander, que tuvo lugar el 9 de Junio de 1809, fue hecho prisionero y conducido a Francia, en donde permaneció hasta que se hizo la paz, habiéndosele concedido medalla de distinción por el sufrimiento de la patria. Regresó a ella después de haber en realidad sufrido mucho, y en 1818 solicitó y obtuvo su exención del servicio como Hijodalgo, con arreglo a la ordenanza de reemplazos del año de 1808, y Real orden de 1 de junio del mismo. Consta así de su licencia, expedida por D. Pedro Dejouy, coronel del expresado Regimiento de Asturias en 13 de agosto del referido año de 1818.

Por toda recompensa a sus sufrimientos por la patria, trajo a su casa una casaca, una chaqueta, un pantalón de paño y otro de lienzo, unos botines de idem, un morrion, un gorro de cuartel y una mochila; así aparece de la licencia expresada que tenemos a la vista.

Suplía al producto de sus escasísimos bienes de fortuna, con una laboriosidad constante, que no abandono hasta pocos meses antes de su fallecimiento en que ya las fuerzas no respondían al llamamiento de la voluntad. Postrado en cama, falleció tranquilamente en los brazos de su familia.

Con su buena conducta y su buen carácter, se había conquistado el aprecio de todos sus convecinos, que veían encarnado en él la gloriosa epopeya de la guerra contra Napoleón el Grande. Su muerte ha sido sentida, siendo una buena prueba de este sentimiento y de la estima en que se le tenia, el hecho de haberse prestado voluntariamente la banda de música a acompañar su cadáver desde la casa mortuoria al cementerio.

Descanse en paz.

(El Occidente de Asturias, 1 de abril de 1884).

 
La bolla de Pascua
 

Es costumbre antiquísima en los más de los pueblos de esta provincia, dar los padrinos y madrinas la bolla a sus ahijados en el día de Pascua de Resurrección. No son de la misma clase todas las bollas. Se componen algunas de rica pasta hojaldrada, y llevan en su interior trozos de jamón y carne fresca en adobo. Otras consisten en tortas de bizcochón, y también algunas en grandes rosquillas con baño de azúcar. Pero la mayoría se reduce a bollos de pan de trigo de forma especial y del peso de dos libras [920 gramos], que son las que se reparten en los pueblos rurales.

Para el surtido de estas últimas hemos oído asegurar a varias personas curiosas que se dedicaron a tomar informes sobre el particular, que se habían amasado por las panaderas de esta villa doscientas eminas [9.686 litros] de trigo, y que tantas reducidas a bollos se habían expendido el sábado último, víspera de la Pascua. Un solo padrino ha llevado cuarenta y cuatro para repartir entre otros tantos ahijados suyos. ¡Es pasión de acristianar!

El número de bollas de hojaldre es más reducido: son de lujo, porque son caras. Sin embargo, se reparten algunas, y los favorecidos pollos y pollas se reúnen por la tarde del día de Pascua, se van al campo, si el temporal lo permite, y allí, o en una casa particular, si hay humedad, se las meriendan y pasan un buen rato de jolgorio. Este año se comieron en casa, porque el domingo ha llovido.

(El Occidente de Asturias, 15 de abril de 1884).

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Ramón García Redruello y Cangas del Narcea

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Ambasaguas y el Barrio Nuevo desde El Mercáu, Cangas del Narcea, hacia 1925. Colección de Juaco López Álvarez

En estas últimas semanas hemos podido leer en la web del Tous pa Tous unas crónicas dedicadas a Cangas del Narcea, publicadas en el diario La Voz, de Madrid, en 1925 y firmadas por Ramón García Redruello. Son unas crónicas muy literarias, en las que el autor trasmite sus sentimientos ante el paisaje y los habitantes de esta parte de Asturias, que él descubrió en 1924.

Nuestro cronista nació en San Lorenzo del Escorial (Madrid) el 16 de marzo de 1899. Hijo de Rufino García, procurador de juzgado en esa localidad y María Redruello Hermoso. Es probable que sus padres fuesen oriundos de Asturias; el apellido de su madre es habitual en el concejo de Valdés. Estudió Derecho en la Universidad de Madrid y en 1923 ya tenía el título de doctor. Era un joven muy inquieto con interés por la literatura, la historia, la política y, por supuesto, el derecho. Impartió conferencias en el Ateneo de Madrid, en las que habló sobre “Los Ayuntamientos y su función higiénico social” en 1920 y “La constitución de Méjico” en 1923, y en 1927 publicó un libro, Ensayos jurídicos y sociales (Madrid, 1927), donde recopila una colección de diversos artículos. En el periódico ABC, de Madrid, de 10 de noviembre de ese año, aparece una reseña muy elogiosa de este libro, donde se recoge un fragmento del prólogo escrito por el magistrado Galo Ponte Escartín:

Don Ramón García Redruello ha trabajado en periódicos y revistas, siendo apreciada su labor como muy estimable. Su corta permanencia en la carrera judicial, donde ganó puesto por oposición; su pase espontáneo a la fiscal y su reciente petición de excedencia, cuando estaba próximo al ascenso, indica que le atrae más la misión del escritor que la del funcionario de justicia; y, aunque sus compañeros de este orden, hayamos de dolernos de su alejamiento, bien hará en seguir el derrotero que sus aficiones le marcan, ya que lo ha emprendido con paso firme, y no es aventurado asegurarle en él éxitos importantes.

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Portada del libro Roma y la organización del Derecho, de J. Declareuil, traducido del francés por García Redruello y editado en 1928.

También traduce del francés el libro Roma y la organización del Derecho, de J. Declareuil, profesor de la Universidad de Toulouse, publicado en Paris en 1924, cuya versión española se edita en 1928.

En política, García Redruello militó en el Partido Social Popular, organización muy conservadora y defensora de las ideas católicas fundada en 1919, en el que es elegido secretario del Distrito de la Universidad, en Madrid, en 1923.

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Esquela publicada en el diario ABC de 3 de agosto de 1968

La relación de García Redruello con Cangas del Narcea fue corta. En febrero de 1923 aprueba las oposiciones a la judicatura y el ministerio fiscal, y en abril de 1924 es nombrado juez de primera instancia para el Juzgado de Cangas. Aquí residirá hasta finales de noviembre de 1925 en que se traslada al Juzgado de Barco de Ávila. Su carrera judicial continuará en Córdoba, Guipúzcoa, Tarragona, Huesca, etc. Muere en Tarragona el 7 de junio de 1968.

Durante su estancia en Asturias publicó numerosas colaboraciones literarias. En 1924 apareció  un artículo suyo en el diario El Carbayón, de Oviedo,  sobre “Trajes y bailes asturianos”. Sin embargo, será en el periódico La Voz, de Madrid, donde aparecerán numerosos artículos firmados por él y encabezados con los títulos genéricos de “Crónicas del Noroeste”, “Crónicas de Asturias” o “Crónicas asturianas”. Algunos de estos artículos son de opinión, pero la mayoría son de viajes y literarios, cargados de romanticismo y nostalgia. Sus crónicas están inspiradas en la lectura del escritor francés Pierre Loti (1850-1923), que García Redruello admiraba mucho y para el que solicita en abril de 1927, en el Ateneo de San Sebastián, un monumento, que debía erigirse en la villa de Fuenterrabia/Hondarribia, justo enfrente de Hendaya, la localidad francesa donde murió Loti. El peculiar romanticismo de Loti, que aborrecía el naturalismo de Zola y se distanciaba del realismo de Flaubert, es el que marca el estilo de nuestro juez en las crónicas que envía desde Cangas del Narcea en 1925, y en las que seguirá escribiendo en 1927 y 1928 en Andalucía y que publica en La Tierra, órgano de la Federación de Sindicatos Católico-Agrarios de Córdoba.

Dedicadas a Asturias y escritas en Cangas del Narcea, García Redruello publicó en La Voz, de Madrid, las siguientes crónicas:

Antes de marchar de Asturias con destino al Barco de Ávila, la intención de García Redruello fue editar todas estas crónicas en un libro, y para ello solicitó a fines de octubre de 1925 a la Diputación Provincial de Oviedo una ayuda para “la publicación de un volumen de varios artículos periodísticos relativos á Asturias, de que es autor” (El Noroeste, 30 octubre 1925). Sin embargo, la Diputación desestimó un mes más tarde esta petición.

Portada del primer número de la revista La Maniega realizada por el arquitecto cangués José Gómez del Collado

«La Maniega» (1926 – 1932) en la web del Tous pa Tous

Portada del primer número de la revista La Maniega realizada por el arquitecto cangués José Gómez del ColladoEn el mes de marzo de 1926 se publicaba el número 1 de la revista La Maniega. Boletín del Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País. En la portada aparecía una fotografía del Santuario del Acebo y sus primeras palabras eran las siguientes:

Cangueses:

En los tiempos actuales se impone la ayuda mutua. Hoy sólo progresan los pueblos o regiones cuyos vecinos saben asociarse. Sean cualesquiera los honrados fines que se persigan, si la cooperación es nutrida y entusiasta, el éxito es indudable.

Así comenzaba una aventura editorial que terminaría siete años más tarde, en los últimos meses de 1932, con la aparición del número 41 de la revista. La muerte de su fundador y alma, Mario Gómez Gómez, el 26 de abril de ese año, fue sin duda la causante de este final.

La Maniega fue una revista muy importante para los cangueses. Se convirtió desde el primer número en un medio de relación entre los vecinos del concejo y los ausentes, y sus páginas sirvieron para informarse, para recordar, para reírse, para recibir consuelo o consejo, en definitiva para no perder el vínculo entre todos ellos.

Los contenidos de la revista eran muy amplios, siempre relacionados con Cangas del Narcea. Sus páginas están llenas de noticias de actualidad, artículos de historia y de costumbres de Cangas, así como de biografías de cangueses. Lleva muchas fotografías, hechas por fotógrafos profesionales, como Benjamín R. Membiela o Modesto Morodo, y aficionados, como Bueno Cosmen, Elisa Álvarez Castelao, Mario Gómez o Ubaldo Menéndez Morodo. La revista se imprimía en Madrid.

Recibo anual de socio del Tous pa Tous cuyo pago daba derecho a recibir la revista La Maniega.

La Maniega es, sin duda, uno de los mayores hitos de las publicaciones periódicas canguesas. Siempre fue una revista muy apreciada por los cangueses. Aunque no son raras, tampoco son frecuentes las colecciones completas que se conservan de esta revista. En 1982, la Editorial Ayalga publicó una edición facsímil, que se agotó rápidamente. La Hemeroteca Digital de Gijón tiene La Maniega disponible en su web y de ahí la habíamos capturado nosotros para la web del Tous pa Tous. Pero esta edición digital nunca nos convenció, porque algunos de los números originales empleados son fotocopias y en general, las fotografías aparecen muy oscuras. Nosotros deseábamos una mayor calidad para La Maniega digital. En consecuencia, hemos hecho una nueva edición digital, que hoy ponemos a disposición de todo el mundo.

La digitalización se ha hecho con una colección de la revista propiedad de la familia Alcalá Arce, que está en un excelente estado de conservación, y ha sido sufragada por el Grupo Canastur, S. L., de Veiga de Rengos (Cangas del Narcea).


DESCARGA PDF: icon La Maniega (1926 – 1932)


La revista «Narcea» (1935 – 1936) en la web del Tous p@ Tous

  La revista Narcea tuvo una vida corta. Comenzó a publicarse en mayo de 1935 y terminó en julio de 1936. La Guerra Civil fue la culpable de esta breve existencia. Se editaba en Madrid, era mensual y en total salieron a la calle catorce números. Era el órgano del Club Narcea, que habían fundado en 1931 emigrantes del concejo de Cangas del Narcea en la Corte, con el fin de “estrechar en una unión común a todos los coterraneos que residen en Madrid”. En su junta directiva había un delegado de bolos, otro de baile y otro de fútbol, hecho que manifiesta tres de las principales actividades que llevaba a cabo el Club. Francisco Rodríguez Rodríguez, natural de la Regla de Perandones, fue su presidente en 1935 y 1936.

Narcea fue una continuadora de la revista La Maniega, órgano de la Sociedad Tous pa Tous, que había dejado de publicarse en 1932. Era una publicación más pequeña, nunca pasó de las 14 páginas, mientras que La Maniega tenía 28, pero su estilo y su contenido eran muy similares. Narcea era una revista apolítica, que trataba asuntos del Club y cuestiones que afectasen al concejo cangués, especialmente materias relacionadas con la ganadería, la agricultura y las escuelas.

Sus promotores eran fieles admiradores de la persona de Mario Gómez y Gómez, fundador del Tous pa Tous y La Maniega, y de sus ideas. Su reconocimiento en las páginas de la revista será constante, con artículos dedicados a él y la convocatoria de una suscripción popular para erigir un busto a su memoria.

Las tres personas que hicieron posible la revista Narcea fueron Benjamín Rodríguez Gómez, maestro de Bimeda y antiguo colaborador del periódico Narcea, editado en Cangas del Narcea; Manuel Pérez Rodríguez y, sobre todo, José Menéndez Rodríguez. Colaboradores habituales eran Manuel Pérez Rodríguez, Eduardo Jaquete, Francisco Cosmen e Irene de Miraflores, que escribía las noticias de Cangas del Narcea en la “Crónica de sociedad”. La mayor parte de las fotografías las aportaba José Bueno Cosmen, fotógrafo aficionado que ya había colaborado con La Maniega.

Para el que quiera saber más sobre esta revista, el espíritu que animaba a sus redactores y el esfuerzo que suponía su publicación, les recomendamos que lean el artículo que José Menendez Rodríguez escribió en el número 12 (1 de mayo de 1936) para conmemorar el primer aniversario de la revista.

Con la desaparición de Narcea en 1936 nuestro concejo cerraba una etapa que había comenzado en 1882 con la publicación de El Occidente de Asturias. Hasta 1980, con la aparición de Entrambasaguas, Cangas del Narcea no volverá a tener un medio de expresión propio.

Los originales de la revista Narcea que hemos digitalizado pertenecen a la familia Alcalá Arce y el coste ha sido sufragado por el Tous pa Tous.

«El Distrito Cangués», de 1914 a 1916, en la web del Tous pa Tous

Cabecera de la primera época de El Distrito Cangués

En el artículo dedicado a El Narcea comentamos que este periódico cangués, fundado en 1906, había pasado en julio de 1912 a ser propiedad de Luis Martínez Kleiser (1883-1971), que aspiraba a convertirse en diputado a Cortes por el distrito electoral de Cangas del Narcea, desplazando a Félix Suárez Inclán (1854-1939), miembro del partido liberal que ocupaba este puesto desde hacia más de dos décadas. En consecuencia, El Narcea se convirtió en esta segunda época en un vocero de los méritos de este político ultraconservador y de sus partidarios, los kleiseristas, y en enemigo de Suárez Inclán que contaba con el apoyo de los liberales cangueses, pero también de la mayoría de los conservadores y de muchos republicanos, que formaban el grupo de los denominados inclanistas.

Esta situación obligó a los partidarios de Suárez Inclán a crear un nuevo periódico semanal que titularon El Distrito Cangués. Sus fundadores fueron el republicano Higinio García del Valle y Luis Arce Díaz. El primer director fue el maestro Ibo Menéndez Solar, que había sido fundador y también director de El Narcea. El jefe de redacción era el maestro republicano Odón Meléndez de Arvas, natural de Cibuyo, y como administrador figuraba Luis Arce Díaz.

El primer número de El Distrito Cangués salió a la calle el 8 de abril de 1913, tenía un formato de 40 x 28 cm. y cuatro páginas, y se tiraba en la Imprenta Moderna, de Cangas del Narcea, que era la misma en la que se hacia El Narcea. En la primera página de ese número aparece un articulo titulado “Nuestros propósitos”, en el que se enumeran los motivos de su aparición:

“Ajenos estábamos de tener que publicar este semanario del que no veíamos necesidad alguna, porque entendemos que para defender los intereses morales y materiales de este Distrito, bastaba bien uno; pero es visto que “El Narcea”, desde su aparición en esta segunda época, más que procurar desde sus columnas el fomento de aquellos intereses, ha levantado aquí la bandera de la discordia, procurando, sin reparar en medios, desunir a un pueblo que siempre vivió sin estas funestas guerras intestinas”.

A continuación se enumeran los méritos de Félix Suárez-Inclán, al que estiman un “titán”, frente a Martínez Kleiser, al que consideran un “niño”. El artículo termina con los siguientes principios:

“1ª. Que consagraremos toda nuestra labor a la prosperidad del Distrito electoral de Cangas de Tineo, y a tener a nuestros lectores al corriente de todo aquello que más interesa al público, para lo que contaremos con buena información.

2ª. Que como amantes sinceros del Distrito electoral, defenderemos con todas nuestras energías la candidatura de Excelentísimo Sr. D. Félix Suárez Inclán para diputado a Cortes, porque solo así se defienden los intereses del país.

3ª. Que despreciamos las diatribas que tengan por objeto hacernos descender a las polémicas de plaza pública”.

El contenido de El Distrito se dedicará casi exclusivamente a Cangas del Narcea. No habrá secciones provinciales, ni nacionales, y solo publicará de vez en cuando artículos de opinión sobre política nacional e internacional. Todas sus páginas están dedicadas a la política canguesa (con criticas furibundas a Martínez Kleiser y sus partidarios), a artículos relacionados con el concejo y otros municipios vecinos (Allande, Ibias, Tineo), a los cangueses emigrados en La Habana o Madrid y a noticias locales que se publican en la sección “La semana canguesa”. Como su primer director y redactor eran maestros de escuela, aparecen a menudo artículos sobre la enseñanza pública, las escuelas y los maestros en el concejo, así como sobre los campesinos y la agricultura, temas que interesaban mucho a Odón Meléndez de Arvas. En todos los números se publicaba el registro civil. El Distrito Cangués está lleno de pequeñas noticias cotidianas y sin duda en él se recoge la mejor crónica de la vida canguesa que podemos tener de esos años.

En diciembre de 1913 cambia la dirección del periódico, que pasa a manos de Benemérito de Llano, miembro de la importante familia de los Llano que en política eran del partido liberal y seguidores de Suárez Inclán. En este periodo, de poder absoluto de los inclanistas, miembros de esta familia ocuparán diferentes puestos políticos como la alcaldía de Cangas, que ostenta José Mª Díaz López “Penedela”, sobrino político de Benemérito de Llano; también serán concejales del ayuntamiento de Cangas, diputados provinciales e incluso gobernadores civiles. Como jefe de redacción y administrador de El Distrito Cangués seguirán los mismos de la etapa anterior.

Ejemplar de la segunda época de El Distrito Cangués

En 1914, con el fin de abaratar el coste de la impresión, el periódico deja de publicarse en la Imprenta Moderna y comienza a tirarse en una vieja imprenta con prensa de mano que poseía Higinio García del Valle. Para trabajar en la imprenta se contrató a Gumersindo Díaz Morodo, conocido como Borí, que era tipógrafo, republicano y colaborador de la prensa republicana. El 2 de mayo de 1914 salió el primer número tirado en esta prensa de mano, que correspondía con el número 53. Tenía un tamaño más pequeño que los ejemplares anteriores, 32,5 x 22 cm., pero el doble de páginas: ocho.

El periódico se va haciendo paulatinamente más y más republicano. En el número 75, del 3 de octubre de 1914, escribe Pinón de la Freita (seudónimo de Jesus Pérez Castro):

“Ni soy kleiserista, ni soy inclanista. No esperé esta ocasión para demostrarlo. Soy pura y simplemente un republicano, y con este ideal como equipaje emprenderemos el viaje para el otro barrio. Y soy republicano, porque, entre mis muchas faltas, tengo la virtud de anteponer a la supremacía del nacimiento el verdadero mérito”.

Comienza una sección nueva con el titulo de “Textos escogidos” en la que se publican fragmentos de artículos de Francisco Pi y Margall, Emilio Zola, Miguel de Unamuno, Rafael Altamira, Rosario Acuña o poemas de Rubén Dario. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en julio de 1914, El Distrito Cangués será acérrimo enemigo de Alemania y partidario de Francia e Inglaterra: “la causa de los aliados es la causa de la libertad, de la civilización, de la democracia y del derecho” (nº 84, 5 de diciembre de 1914).

En los primeros días de abril de 1915, el periódico pasa a manos del mencionado Gumersindo Díaz Morodo, Borí, según él “por las desavenencias entre sus propietarios D. Higinio G. del Valle y D. Luis Arce”. En la cabecera del número 100, publicado el 3 de abril de 1915, aparece Borí como “director propietario”. Según sus propias palabras, en el periódico él se encargaba de todo:

“Yo era todo en él: lo componía, lo imprimía, lo administraba, lo distribuía, lo empaquetaba y hasta lo llevaba a correos. Y no digo que lo escribía porque, aparte de algo de colaboración, lo demás se componía sin cuartillas. No tenía tiempo que perder. Cuando más, unas concisas notas me servían de orientación para que, componedor en mano, saliesen de la caja el artículo o los artículos que deseaba, aunque pasasen del centenar de líneas».

Borí convertirá El Distrito Cangués en un medio de lucha contra la injusticia y el caciquismo, y especialmente contra el alcalde de Cangas del Narcea. Así lo cuenta él mismo en un texto escrito en 1925:

“Con El Distrito Cangués ocurrirá lo que con otras muchas publicaciones. Un periódico fundado por y para los caciques se volvió contra ellos. Yo había iniciado en el concejo la lucha anticaciquil, creo que en el año 1910, sufriendo por ello toda clase de persecuciones y atropellos, y al hallarme con un periódico de mi propiedad consideré como ineludible deber de ciudadanía no silenciar las inmoralidades y barbaridades de un caciquismo feudal, poniendo mi pluma al servicio de la causa de los oprimidos y vejados habitantes del concejo”.

Recibo de suscripción a El Distrito Cangués de Mario de Llano, que será alcalde de Cangas del Narcea durante la Segunda República Española

Borí publica artículos muy críticos con el estado del concejo y de la villa, y ataca duramente al alcalde, lo que le causa muchos problemas, denuncias, procesamientos, secuestro de ejemplares y al final el cierre definitivo del periódico. Intentó evitar esto último, trasladando la imprenta al vecino concejo de Leitariegos, y por eso los número 166 y 167, de 22 y 29 de julio de 1916, aparecen editados en ese lugar, e incluso, cambiando el nombre del periódico, por el de El Distrito de Cangas, del que se publicaron solo tres números en el mes de agosto de 1916. Para contrarrestar las opiniones de Borí, el alcalde Díaz López fundó en julio de 1916 otro periódico, La Voz de Cangas, que se publicará durante dos años. Sin embargo, todos los esfuerzos de Borí no sirvieron para nada y en agosto de 1916, el juez de Cangas ordenó el embargo de la imprenta, terminando así definitivamente la publicación de El Distrito.

La colección de El Distrito Cangués que ponemos a disposición de los lectores de la web del Tous pa Tous no esta completa. Comienza en el número 62, de 4 de julio de 1914, y termina en el número 167, de 29 de julio de 1916. Pero tampoco están todos los ejemplares comprendidos entre estos dos números, faltando algunos ejemplares. Asimismo, después del último número de El Distrito Cangués, están los tres ejemplares de El Distrito de Cangas que publicó Borí en agosto de 1916. Toda esta colección pertenece a la biblioteca de don Luciano Castañón, de Gijón, y nos fue facilitada amablemente por su hijo Chema Castañón. La digitalización ha sido sufragada por Ortopedia Moreno, de Cangas del Narcea.


icon Lista de suscriptores de El Distrito Cangués en la villa de Cangas en 1915

icon Suscriptores de El Distrito Cangués en los concejos de Cangas del Narcea e Ibias en 1915

«El Narcea», segunda época (1912 – 1915), en la web del Tous pa Tous

Último número de El Narcea con la cabecera de la primera época del periódico.

El periódico El Narcea se publicó en Cangas del Narcea desde 1906 a 1915. Su fundador y primer director fue el maestro Ibo Menéndez Solar. Durante su existencia tuvo dos épocas tan distintas que casi podemos decir que fueron dos periódicos diferentes con una misma cabecera.

La primera época comenzó en enero de 1906 y llegó hasta julio de 1912. En todo este tiempo su director fue el mencionado don Ibo. A partir de 1909 aparecieron en la cabecera, junto al director, otros colaboradores: Santiago García del Valle (administrador y propietario de la Imprenta Moderna en la que se imprimía El Narcea), Abel García del Valle (redactor), los médicos Manuel Gómez (redactor), Mario Gómez (corresponsal en Melilla) y Ambrosio Rodríguez (corresponsal en Madrid), y Manuel F. Capalleja (corresponsal en Casablanca).

También colaboraba con mucha frecuencia el maestro Odón Meléndez de Arvas, de Cibuyo. El Narcea de esta época era partidario en política del diputado a Cortes por el distrito de Cangas del Narcea: Félix Suárez-Inclán. Tuvo una vida tranquila, sin campañas políticas en contra de nadie y en consecuencia no sufrió denuncias ni multas. Sus contenidos se centraron sobre todo en promover la enseñanza, la higiene, la mejora de las técnicas agrícolas y ganaderas, la historia, etcétera; a diferencia de sus predecesores del siglo XIX, no publicaba noticias nacionales y provinciales (que por otra parte ya no tenían mucho sentido, porque a Cangas llegaban diarios editados en Oviedo, Gijón y Madrid), y la mayor parte de sus cuatro páginas se dedicaban a la “crónica local”. En los años de esta primera época de El Narcea, no hubo en Cangas del Narcea otro periódico, y los contrarios a él y a la política de Suárez-Inclán escribían en La Justicia. Semanario Republicano, de Grado. Juan de Cangas (seudónimo de Manuel Flórez de Uría) escribió en este periódico en 1912 una crítica a los redactores de El Narcea, a los que les echaba en cara su escasa valentía y su falta de compromiso:

“Siendo, o titulándose, los hombres de El Narcea republicanos, con fondo de racionalistas y puntos y ribetes de socialistas, puede usted calcular el sacrificio enorme que en aras de la paz de este concejo vienen haciendo los infelices, cuando número tras número se guardan su alma en su armario, digo sus ideas propias, para, entre congojas y trasudores, alumbrar en el periódico ese material amorfo que llene números, permita cobrar su precio y no diga nada útil, ni comprometa a nada ni a nadie”. (La Justicia, 17 de marzo de 1912). 

A pesar de las criticas de Juan de Cangas, la primera época de El Narcea constituye un momento de mucho interés para el periodismo cangués, porque al estar apartados de la lucha política, sus contenidos nos resultan hoy más relevantes. Lamentablemente no conocemos una colección completa de esta primera época.

Cabecera de la segunda época de El Narcea.

La segunda época de El Narcea comienza con el número 335, el 6 de julio de 1912. El periódico pasa a manos de Luis Martínez Kleiser (1883-1971), un madrileño, licenciado en Derecho y escritor (que llegó a ser miembro en 1945 de la Real Academia Española), que estaba casado con María Nieves Rodríguez, hija de Francisco Rodríguez, natural del pueblo de Val.lau / Vallado y emigrante en Madrid. Martínez Kleiser quiso entrar en política y decidió presentarse para diputado a Cortes por el distrito de Cangas del Narcea, enfrentándose al mencionado Suárez-Inclán, que llevaba ocupando este puesto cerca de veinte años y contaba con el apoyo de los liberales, los conservadores e incluso algunos republicanos cangueses. El joven Kleiser era un conservador ultracatólico, muy próximo al tradicionalismo y el carlismo, que en 1916, después de su fracaso en el distrito de Cangas, se presentará como candidato por el distrito electoral de Tudela (Navarra) en la lista de los “jaimistas”, es decir de los partidarios de Jaime de Borbón y Borbón-Parma, pretendiente carlista desde 1909 al trono de España. En 1912, Kleiser llegó a Cangas del Narcea con el discurso de renovar la vida política y logró rodearse de un grupo de jóvenes conservadores que se harán cargo de El Narcea y que intentarán desde sus páginas desprestigiar a Suárez-Inclán y a sus partidarios. Nacen de este modo, los kleiseristas y los inclanistas, dos grupos que entre 1912 y 1916 van a mantener una lucha política virulenta, que en las urnas ganarán en todos los casos los inclanistas. Además del periódico, los kleiseristas organizaron en la villa un Círculo Conservador y Kleiseristas (véase El Narcea, 16 de mayo de 1913) y un sindicato agrícola en el río de Naviego (véase El Narcea, 5 de febrero de 1915).

En consecuencia, El Narcea en su segunda época se convirtió en el propagandista de Martínez Kleiser y de sus seguidores. En este periodo tuvo cuatro directores: Jesús Menéndez (hasta el 24 de agosto de 1912); Luis de Ron (hasta el 9 de junio de 1914), Evaristo M. de Arvas (hasta el 20 de marzo de 1915) y José Menéndez. Su administrador en todo este tiempo fue el procurador Ángel Rodríguez. Colaboradores habituales fueron Faustino Meléndez de Arvas, Carlos Graña Valdés, Pinón de la Freita (seudónimo de Jesús Pérez Castro), Humberto de Ron, etcétera. Algunos de los colaboradores se escondían detrás de seudónimos, como Flor de Lis, Fray Veritas, El Padre Cobos o El Eremita. El periódico volvió a tratar asuntos nacionales e internacionales, defendiendo la causa germanófila durante la Primera Guerra Mundial, y periódicamente publicaba unas hojas literarias, por influencia del mismo Martínez Kleiser. La vida de El Narcea en este tiempo fue muy agitada y sus directores sufrieron a menudo denuncias y sanciones debido a las campañas furibundas que mantuvieron contra Suárez-Inclán, contra el alcalde, José Mª Díaz “Penedela”, que era inclanista, y contra el periódico El Distrito Cangués, que fundaron el 8 de abril de 1913 los inclanistas para contrarrestar la influencia de El Narcea. El fracaso electoral de Martínez Kleiser supuso la desaparición del periódico.

A partir de ahora podrá consultarse en nuestra hemeroteca El Narcea correspondiente a esta segunda época. Son 135 números que se publicaron entre julio de 1912 y junio de 1915, a los que hay que sumar diez ejemplares de un suplemento especial para el distrito electoral de Cangas del Narcea que editó El Pueblo Astur entre marzo y junio de 1915. Los originales son de Juaco López Álvarez y proceden de la biblioteca de Luis Martínez Kleiser. Su digitalización ha sido sufragada por Flores La Plaza, de Cangas del Narcea.

El periódico «El Eco de Occidente» (1894) en la web del Tous pa Tous

Desaparecido el periódico El Occidente de Asturias en 1891, se funda en enero de 1894 El Eco de Occidente. Sus fundadores fueron los abogados Atilano Valdés Miranda y Fernando Graña Ordóñez, que además eran cuñados. El primero ejerció la dirección hasta 1895, en que cedió el puesto al segundo. Colaborador del periódico fue también Faustino Meléndez de Arvas, que había sido uno de los fundadores y redactores de El Occidente. El nuevo periódico era bisemanal, es decir sacaba a la calle dos números a la semana.

En la portada del primer número publicaba su “línea de conducta”. En ella, los fundadores manifestaban su “completa imparcialidad en política; sinceramente ortodoxos en religión y animados por inquebrantable propósito de combatir sin contemplación alguna todo genero de inmoralidades”. Su atención preferente iba encaminada a “las obras públicas, de que tanto necesita la zona montañosa de la región occidental de Asturias, olvidada hasta ahora por los gobiernos, más atentos a la política que al bienestar de los contribuyentes”. También entre sus objetivos estaba la lucha contra el caciquismo: “Fulminaremos rayos contra el caciquismo, plaga que enerva las fuerzas vitales de la patria, y nuestra mirada estará siempre fija en todo aquello que pueda redundar en beneficio de una región digna de mejor suerte, por la cultura, laboriosidad y honradez de sus habitantes, que sufren pacientemente el abandono en que se encuentran”. Esa primera portada del periódico se completaba con un interesante articulo dedicado a “La explotación de Muniellos”, que era una de las grandes esperanzas para el progreso de la región occidental de Asturias.

El Eco de Occidente se enfrentará desde sus inicios a la política del liberal Félix Suárez Inclán, elegido diputado a Cortes por el distrito de Cangas del Narcea en 1893, al que apoyaban los conservadores, los liberales y los republicanos cangueses. Esta situación la cuenta Juan de Cangas, seudónimo de Manuel Flórez de Uría, en un artículo publicado en La Justicia. Semanario Republicano, editado en Grado, el 3 de marzo de 1912:

El Eco de Occidente [fue un periódico] de ideas conservadoras lindantes con el carlismo, que sostuvo luchas heroicas contra los nuevos caciques inclanistas, sufriendo denuncias, multas y embargos, lo que interesó al país y la suscripción llegó, según datos que se me suministran, a unos 800 ejemplares. También adquirió justo renombre entre la prensa provincial, pues sostuvo con ella notables polémicas, y bastantes de los trabajos en él insertos merecieron ser reproducidos, algunos como fondo, por diarios de Oviedo.

Pero la guerra hecha por los caciques al Eco, se extremó en forma que sus dueños, agobiados por el excesivo trabajo que supone atender a la confección de un periódico serio y valiente, con su secuela de denuncias, apelaciones, etc., y además a los menesteres de la profesión propia, suspendieron la publicación, y la imprenta pasó a ser propiedad de D. Francisco García del Valle, jefe aquí de la política inclanista, […], y la imprenta la corroe el orín en no importa qué trastera.

Los 96 ejemplares digitalizados corresponden al primer año de publicación de El Eco de Occidente, desde el 30 de enero al 28 de diciembre de 1894, y en ellos se documenta la vida entera del concejo de Cangas del Narcea durante un año. Noticias importantes en 1894 fueron las relacionadas con la explotación del monte de Muniellos, el proyecto para la construcción del ferrocarril, la introducción de la plaga de la filoxera en el viñedo cangués y la revuelta de los campesinos del concejo por el reparto del impuesto de consumos en los meses de noviembre y diciembre, por cuya causa llegaron  a asaltar el ayuntamiento, lo que motivó la llegada de refuerzos de la Guardia Civil para controlar la situación.

Los ejemplares de El Eco de Occidente, que pueden consultarse a partir de hoy en la Biblioteca Canguesa del Tous pa Tous, pertenecen a Armando Graña García, bisnieto de uno de los fundadores, y el trabajo de digitalización ha sido patrocinado por Clínica Dental Victorino López Mendivil, de Cangas del Narcea.

«Crónicas Canguesas» (1910-1928) de Borí

Alrededor de mi casa. Crónicas canguesas (1910-1928), es un libro de Gumersindo Díaz Morodo «Borí» en el que se recogen 35 artículos y crónicas publicados en los periódicos La Justicia y El Distrito Cangués y en las revistas Asturias y El Progreso de Asturias. Alfonso López Alfonso es el autor de la biografía de Borí y editor de la obra; Juaco López Álvarez, firma una introducción en la que se reconstruye el mundo familiar y social en el que desarrolló su vida este periodista cangués. Esta publicación ha sido sufragada por el Ayuntamiento de Cangas del Narcea.

Borí nació en Cangas del Narcea en 1886 y murió exiliado en Salsigne (Francia) en 1944. En nuestra web puede leerse una breve biografía de este republicano rebelde, que durante cerca de veinte años se dedicó a escribir artículos políticos y crónicas de la vida canguesa, que constituyen hoy un testimonio directo imprescindible para conocer la vida social, cultural y política de Cangas del Narcea en las primeras décadas del siglo XX. Sus artículos muestran a un hombre preocupado por lo que sucedía alrededor de su casa y también por los grandes problemas de su tiempo. Borí era un escritor capaz de un amplio registro que abarcaba desde el artículo de opinión puro y duro hasta las crónicas viajeras o la semblanza emotiva. Casi hace un siglo que Borí escribió algunos de los artículos que se recopilan en este libro y muchas cosas han cambiado en Cangas del Narcea, pero hay en ellos algo que se mantiene muy vivo y nos alcanza de lleno.

Como deferencia para los lectores de la web del Tous pa Tous publicamos dos de los artículos de Borí recogidos en este libro: «Pláticas cuaresmales: ¡Meditemos!» (1912) y «Por tierras de occidente: Santiso» (1917). El primero es una muestra de artículo político en el que describe desde el punto de vista de un republicano, la lucha entre el liberal Felix Suárez Inclán y el conservador Luis Martínez Kleiser en las elecciones a diputado a Cortes por el Distrito de Cangas del Narcea en 1912 y el segundo es una crónica sobre el barrio de Santiso en Cangas del Narcea y su fiesta dedicada al vino.