Calle Mayor de Cangas del Narcea. Foto: Juan Ramón, tomada el 15 de agosto de 2014
Los habitantes del concejo de Cangas del Narcea, que en los años veinte del pasado siglo llegaron a ser casi 24.000 personas y que hoy en día superan escasamente las 12.000, llevamos años viendo su progresivo despoblamiento mientras escuchamos a nuestros gobernantes el manido mantra de que hay que fijar población, pero sin que hasta el momento hayan concretado nada efectivo al respecto.
Cangas del Narcea languidece progresivamente, en caída libre, a la vista, ciencia y paciencia de su alcalde y demás responsables municipales, pese al suculento salario que se impusieron los integrantes del denominado equipo de gobierno local (36.500 euros anuales por barba) y que hay que suponer que se paga por algo más que por asistir, como simples espectadores, a esta hecatombe que se nos viene encima.
Señor alcalde de Cangas del Narcea, todo está en la Historia, así que aprendamos de ella. En el siglo XIV la ruta de comunicación de Asturias con Castilla y Galicia a través del puerto de Leitariegos era una cuestión primordial. Para mantenerla transitable en los meses de invierno se requería de población en El Puerto de Leitariegos y pueblos próximos, y para ello el rey Alfonso XI (1311-1350) otorgó a sus pobladores el 14 de abril de 1364 un privilegio con el fin de favorecer el asentamiento permanente de una población que mantuviese abierto el paso por el puerto; es el conocido como “Privilegio de Leitariegos”, que, entre otros beneficios, eximía a sus habitantes del pago de impuestos, alcabalas y portazgos. Y con esto consiguió que se estableciese población en este lugar, situado a más de 1.500 metros de altitud, y que se mantuviese hasta finales del siglo XIX. Hoy, sin ese privilegio, la situación es muy distinta y muchos de esos pueblos están casi abandonados.
La medida seguida por Alfonso XI hace más de seiscientos años debería aplicarse hoy a Cangas del Narcea. A los habitantes de este territorio, en el que muy pocas personas quieren vivir, deberían dárseles unos “privilegios” con el fin de mantener su población e incluso repoblar.
Gráfico que refleja el descenso de la población del concejo de Cangas del Narcea en los últimos 20 años.
Señor alcalde de Cangas del Narcea: proponga usted al Pleno del Ayuntamiento la supresión (total o parcial) de los impuestos municipales sobre bienes inmuebles (IBI), vehículos de tracción mecánica (“viñeta”), incremento del valor de los terrenos de naturaleza urbana (“plusvalía”), etcétera, de esa infinidad de tasas municipales que gravan las actividades más variopintas (por expedición de licencias y otros documentos, por apertura de establecimientos, por recogida de basuras, por servicios del cementerio municipal, por tenencia de animales domésticos, por alcantarillado, por ocupación de terrenos públicos municipales, por vados de acceso a los garajes, por suministro de agua potable, etcétera), del precio público municipal por las escuelas infantiles de 0-3 años, etcétera.
Señor alcalde de Cangas del Narcea: dígale usted a su amigo don Adrián Barbón que exima (total o parcialmente) a los habitantes de Cangas del Narcea del pago de los impuestos autonómicos de transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados, de patrimonio, de sucesiones y donaciones, de la cuota autonómica del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), etcétera.
Señor alcalde de Cangas del Narcea: pídale usted a su jefe don Pedro Sánchez que exima (total o parcialmente) a los residentes en Cangas del Narcea del pago de los impuestos estatales sobre el valor añadido (IVA) y sobre sociedades, de la cuota estatal del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), etcétera.
Solo así podremos combatir el progresivo despoblamiento del concejo y contribuiremos a fijar población. Todo lo demás, en las actuales circunstancias socioeconómicas, serán brindis al sol.
Es hora de dejarse de cantos de sirena; hay que tomar urgentemente decisiones prácticas y efectivas, y esta de la fiscalidad reducida, avalada por importantes estudios sobre el despoblamiento, es, sin duda, la más eficaz. Lógicamente, esta solución tiene un coste económico para el erario, pero sería mínimo y además susceptible de recuperarse a medio plazo con la actividad económica que se generaría en este territorio. La fiscalidad diferenciada, como instrumento de discriminación positiva, cada vez es más evidente que es posible y necesaria.
Más información en el blog del autor: Desde el corazón de Cangas