Publicación de noticias históricas relacionadas con la historia, el arte, la literatura, etc. de Cangas del Narcea.

150 años de dominicos en Corias

Monasterio de San Juan Bautista de Courias / Corias (Cangas del Narcea), hacia 1915

El 10 de noviembre de 1860 llegaron los dominicos al monasterio de Corias, y este año de 2010 se celebra el 150 aniversario de este acontecimiento, que sin duda fue muy importante para nuestro concejo.

El monasterio de San Juan Bautista, fundado en 1032, fue desamortizado en 1836 y los monjes benedictinos fueron exclaustrados. El edificio permaneció deshabitado hasta la llegada de los dominicos en 1860. En Corias comenzó la restauración de la Provincia Dominicana de España y muchos de los dominicos que se formaron aquí fueron de misioneros a Asia y América. El convento de Corias pasó por varias etapas: Estudio General de la Orden hasta los años treinta del siglo XX en que pasó a Salamanca; Escuela Apostólica de la Provincia de España, que se trasladó en 1957 a la Virgen del Camino y a partir de esa fecha se convirtió en Instituto Laboral, gracias al cual estudiaron muchos cangueses y asturianos enseñanza media y profesional. Desde el cierre del Instituto Laboral en 1981, Corias quedó reducido a una pequeña comunidad de dominicos, cuyo fin en estas últimas décadas ha sido atender algunas parroquias rurales del concejo de Cangas del Narcea.

Colegiales del convento de RR. PP. Dominicos de Courias / Corias, hacia 1925

Además, en los años setenta, para los jóvenes del concejo que no estudiaban allí, la visita a Corias suponía por sí misma un excelente aprendizaje. A la monumentalidad del edificio se sumaba la contemplación de varias colecciones de interés: la colección de imágenes religiosas procedentes de parroquias de concejo de Cangas del Narcea, que fueron recogidas por algunos dominicos en una época en la que se valoraban muy poco; la colección de marfiles traídos de Filipinas, y el Gabinete de Historia Natural, que no dejaba indiferente a nadie. Mención aparte merece la celda del padre Carlos Anibal Álvarez, con su colección de cerámicas precolombinas, que era sin duda otro lugar de aprendizaje en aquel convento.

Novicio del convento de RR. PP. Dominicos de Courias / Corias, con sus abuelos, hacia 1925

En 2002 comenzó la última etapa del casi milenario monasterio de Corias. En ese año fue vendido por los dominicos al Gobierno del Principado de Asturias. En la actualidad, en sus instalaciones se ha abierto el Centro de Interpretación del Parque Natural de las Fuentes del Narcea y del Ibias, y sobre todo se está construyendo un Parador Nacional. Sin duda, de otra manera, Corias seguirá siendo un centro muy relevante de la vida del concejo.

Fiesta de la Rosa que se celebraba en honor a la Virgen del Rosario en el Convento de los RR. PP. Dominicos de Courias / Corias, h. 1910

Desde aquel lejano siglo XI Corias nunca ha dejado de ser ese lugar relevante, primero con los benedictinos y después con los dominicos. La llegada de esta orden se conmemoró en 1910 y 1960 con celebraciones y publicaciones. El Tous pa Tous quiere también recordar la llegada de esta comunidad religiosa en su 150 aniversario. En los próximos días todas las fotografías que se van a incorporar al Álbum de fotografías antiguas van a estar relacionadas con Corias, con el monasterio, con los dominicos y con la vida que giraba en torno a él. En el Tous pa Tous esperamos que los antiguos alumnos, seglares y religiosos, que estudiaron en Corias nos manden algunas de sus fotografías. Además, vamos a incorporar a nuestra Biblioteca digital (Sección de Historia) dos obras sobre Corias: hoy mismo ya puede consultarse la monografía sobre el monasterio escrita por fray Justo Cuervo (Folgueras, Pravia, 1859-Salamanca, 1921) para la obra Asturias, dirigida por Octavio Bellmunt y Fermín Canella, y publicada en en 1897, y dentro de unas semanas estará disponible el libro conmemorativo del centenario de la llegada de los dominicos a Corias, que se editó en 1961, y que tiene relatos muy interesantes sobre los primeros meses del nuevo convento y recuerdos de algunos de los dominicos que estudiaron en él en ese periodo. Por último, también hemos colocado en nuestros Enlaces el blog de los Antiguos alumnos de Corias.

El escultor Manuel de Ron (Pixán, ¿1645?- Cangas del Narcea, 1732)

El escultor Manuel de Ron (Pixán, ¿1645?- Cangas del Narcea, 1732) y el impulso del estilo barroco en el concejo de Cangas del Narcea

POR PELAYO FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ

Retablo mayor de la iglesia de San Pedro de Genestoso, atribuido a Manuel de Ron, inicios del siglo XVIII

Manuel de Ron es uno de los maestros que contribuyeron, en gran medida, a impulsar el desarrollo del estilo barroco en el suroccidente de Asturias. Aunque su actividad se centró, sobre todo, en la villa de Cangas del Narcea, la hegemonía de su taller llegó a traspasar los límites del propio concejo. De su taller salieron los retablos de las iglesias de San Juan de Navelgas, San Salvador de Naraval y del monasterio benedictino de Santa María la Real de Obona, todos en el concejo de Tineo. Él fue el maestro que se encargó en 1687 del diseño del retablo del Santuario de Nuestra Señora de El Acebo, centro de gran devoción en todo el occidente de Asturias, lo que le tuvo que acarrear cierta fama entre sus vecinos.

La existencia del escultor Manuel de Ron es conocida desde que lo cita fray Alberto Colunga en su breve Historia del santuario de Nuestra Señora de El Acebo, publicada en 1909, donde menciona su lugar de nacimiento y su única obra conocida entonces: el retablo mayor de El Acebo. En efecto, fue Colunga el primero en sacar a la luz la actividad de este modesto ensamblador, natural del pueblo de Pixán (parroquia de Limés), muy cercano a la villa de Cangas del Narcea. La siguiente aportación a la vida y obra de Manuel de Ron fue de Germán Ramallo, que en el último cuarto del siglo pasado retoma los datos de Colunga y le atribuye un conjunto de buenos retablos localizados en varias parroquias del concejo de Cangas del Narcea, como el retablo mayor de la capilla del palacio de los Valdés-Flórez en Carballo, los colaterales (los situados a ambos lados del mayor) de la iglesia del palacio de Llamas del Mouro y el retablo de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia de San Pedro de Bimeda.

Con la biografía de Manuel de Ron que ahora expongo, realizada con algunos de los datos inéditos que han servido para el desarrollo de mi tesis doctoral sobre la retablística e imaginaría en el suroccidente de Asturias durante los siglos XVII y XVIII, pretendo demostrar que su personalidad fue más importante de lo que se creía, ya que desarrolló una intensa carrera como ensamblador (el responsable de realizar la arquitectura del retablo) y también como escultor, faceta que hasta ahora era desconocida. Además, he podido estudiar a su familia: sus antepasados, sus tres matrimonios y otras relaciones, y sus descendientes.

La realización de esta breve biografía ha sido posible gracias a un sistemático trabajo en el Archivo Histórico de Asturias, donde he consultado infinitud de protocolos notariales del distrito de Cangas del Narcea. También ha sido de vital importancia el vaciado de los Archivos Parroquiales de Cangas del Narcea y Posada de Rengos. Esto no hubiera sido posible sin la amabilidad de don Jesús Bayón Rodríguez y don Reinerio Rodríguez Fernández, párroco y vicario de Cangas del Narcea, y de don Julián de Hoyos González, párroco de Posada de Rengos.

Aunque no se ha localizado su partida de bautismo, Manuel de Ron, de oficio arquitecto y escultor, nació en el pueblo de Pixán (feligresía de Santa María de Limés) en torno a 1645, ya que en su testamento, otorgado en Cangas en 1727, se declara persona mayor de 82 años y con achaques de salud que le impiden trabajar.

La primera referencia escrita sobre Manuel de Ron data de 1684, cuando doña María Antonia de Omaña le arrienda una casa con su huerta en la calle del Mercado de la villa de Cangas del Narcea. El escultor ha de pagarle ocho ducados durante cuatro años. Ron procedía de una respetable familia. Su abuelo, Juan de Ron el Viejo (†1652), fue uno de los notarios públicos de la villa de Cangas; estuvo casado con María Fernández y tuvo cuatro hijos: Juan, Antonio, María y Catalina. Su hijo Juan de Ron contrajo matrimonio con Magdalena de Llano, de cuyo enlace nacieron tres hijos: Juan, Antonio y Manuel, y una hija: Teresa. Por lo tanto, el escultor Manuel de Ron es hijo de Juan de Ron y Magdalena de Llano.

Retablo de la Virgen de Belén de la iglesia de Santa María de Castanéu, de Manuel de Ron, 1712

De sus hermanos sabemos que en 1691 Teresa contrajo matrimonio con Manuel Cullar, vecino de El Pueblo de Rengos. Antonio fue licenciado, organista de la colegiata de Cangas del Narcea y ayudante de su hermano Manuel en su taller. A él se deben varias piezas del retablo mayor de la iglesia de San Juan Bautista de Vega de Rengos; falleció en 1704. El hermano mayor, Juan de Ron, también fue licenciado y cura de la iglesia de Santa María de Castanéu (Cangas del Narcea); murió en 1711.

Manuel de Ron contrajo matrimonio en tres ocasiones. En 1687 se casó con María Ana Sánchez de Agrela (†1699), hija del escultor Pedro Sánchez de Agrela (†1661), residente en Cangas del Narcea entre 1643 y 1661, y de Francisca de Castro, hija del escultor Juan de Castro (†1633), posiblemente natural de Mondoñedo, que entre 1626 y 1633 se asentó en la villa de Grandas de Salime para trabajar en el retablo mayor de la colegiata de San Salvador de esa misma villa. En 1704, Manuel de Ron se casó en segundas nupcias con Inés Pérez (†1715), vecina de Cangas. Su último matrimonio lo contrajo en 1716 con María Rodríguez con la que tuvo un hijo, llamado Manuel (†1776), al que dejó como único heredero de todos sus bienes.

Manuel de Ron también tuvo dos hijos fuera de sus matrimonios: Gertrudis de Ron (†1720) la tuvo con Inés Pérez, que después será su segunda esposa. En 1705 Gertrudis se casó con Felipe González, vecino de Santa Marina de Obanca, y en 1712, en segundas nupcias, con Pedro González, vecino de Bergame. El otro hijo fue Juan (†1710), que lo tuvo con Manuela Carrera. En 1704 el escultor se obligó a pagarles 100 ducados a la madre y al hijo para su manutención. En su partida de defunción se le nombra como hijo de familias. Aparte de sus esposas e hijos hemos localizado a una sobrina y a una nieta: María de Ron, hija de su hermano Antonio de Ron y Catalina García de Llano, y Antonia de Ron, su nieta (†1776), hija de Manuel de Ron el Joven.

El carácter de Manuel de Ron era extraño y un tanto violento, ya que está demostrado que propinaba malos tratamientos a las mujeres. En 1685 Inés Martínez, vecina de Trascastro, le denunció por haberle provocado ciertas heridas y hacerle malos tratamientos.

Como ya sabemos, Manuel de Ron procedía de una buena familia, pero su poder económico se incrementó por los bienes que adquirió, fruto de su intensa actividad profesional. No los enumeraré todos por ser la lista bastante amplia, pero si los más importantes para ejemplificar su situación económica. Lo que más compró durante su vida fueron viñas, motor económico de la villa de Cangas del Narcea durante la Época Moderna, ya que su principal actividad económica y mercantil giraba en torno al cultivo de la vid y el comercio del vino. Poseía las viñas de la Vega del Obispo, unos quintos de viña en frente de la parte del Reguero, otra en los formales de Obanquina y Pixán. También poseía varias casas en la calle del Puente de la villa de Cangas, en donde seguramente tuvo instalado su taller. Finalmente, tenía una casa, un hórreo y una huerta en Pixán, y su prado de Penín se suman a la amplia nómina de bienes.

Retablo mayor de la iglesia de Santa María de Limés (Cangas del Narcea), labrado por Manuel de Ron en 1705

Su labor artística comenzó en 1686 cuando ensambló los retablos colaterales de la iglesia de San Juan Bautista de Vega de Rengos, siendo un artista formado, conocedor del oficio y en plenas facultades, tras su participación en la fábrica de los retablos de Corias, donde adquirió la suficiente habilidad para trabajar por su cuenta. El retablo mayor de Corias fue realizado por Francisco González y Pedro del Valle, vecinos de Villafranca del Bierzo, en 1677. En 1687, Manuel de Ron realizó su obra más conocida entre los habitantes de Cangas: el diseño del retablo mayor del santuario de Nuestra Señora de El Acebo (que ya hemos comentado en esta misma web del Tous pa Tous). En 1695 concertó el retablo de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia de San Asciclo de Piñera (desaparecido). En 1705 realizó el bello retablo de la iglesia de Santa María de Limés y en 1712 el retablo de la Virgen de Belén de la iglesia de Santa María de Castanéu. También fue el responsable de los retablos de las parroquias de San Asciclo de Piñera, San Esteban de Noceda de Rengos, San Pedro de Genestoso, San Martín de Bergame, San Juan de Larna, Santa Eulalia de Larón, San Juan de Navelgas, San Salvador de Naraval, el de la capilla del palacio de los Valdés-Flórez en Carballo, algunos del monasterio de Corias y Obona, entre otros. En todos ellos demuestra el conocimiento que adquirió de los elementos estilísticos del retablo de Corias, al utilizar el orden salomónico, las ménsulas de acanto y el gran florón en el ático.

No cabe duda que el taller de Ron tuvo gran importancia en su tiempo. En él unos cuantos jóvenes habilidosos se adentraron en el mundo de la escultura, a través del aprendizaje, para así poder desarrollar una carrera y ganarse un jornal. Entre los aprendices y oficiales de su taller estaban Antonio, vecino de Carceda, que en 1694 empieza su aprendizaje por un tiempo de nueve años. En 1696 entra a trabajar en el taller Martín, de veintidós años, vecino de Andía, parroquia de Miudes (El Franco). En 1712 esta en su taller Santiago de Lago, vecino de Monasterio, y en 1715 contrató a Juan Rodríguez. Finalmente, en 1722 entró en su taller otro Juan Rodríguez, vecino de la villa de Cangas del Narcea, al que Manuel de Ron dejó al mando de su taller tras su muerte en 1732. Que sepamos, de entre todos sus aprendices, tan sólo uno desarrolló una faceta artística: José Rodríguez, vecino del lugar de Gedrez, que en 1706 ya se titula escultor, falleciendo hacia 1745.

Aparte de los aprendices también se han localizado a algunos de sus criados, personas que hacían todas las labores que les ordenaba su amo, desde las domésticas hasta las propias del oficio. Se conoce la existencia de Gabriel Rodríguez, José Rodríguez, Antonio Fernández y Antonio de Uría, todos vecinos de la villa de Cangas del Narcea.

Retablo mayor de la capilla del palacio de los Valdés-Flórez, en Carballo, con las imágenes de San Juan Bautista, Santa María y San Francisco, obra del escultor Manuel de Ron, inicios del siglo XVIII

Hasta esta biografía tan sólo era conocida su faceta como ensamblador, aunque también profesó el oficio de escultor. Si como ensamblador era bastante aceptable, sus tallas no van a gozar de una gran calidad, siendo tan sólo un mero acompañante de sus retablos. Destacan las imágenes de San Juan Bautista, San Francisco y Santa María del retablo mayor del palacio de los Valdés-Flórez de Carballo; el grupo de La Sagrada Familia de la iglesia de Larna, uno de los pocos ejemplos de esta temática en el concejo de Cangas del Narcea; la imagen de San Juan Bautista de la iglesia de San Salvador de Naraval (Tineo) y La Virgen de Belén del retablo de Santa María de Castanéu. Su estilo se caracteriza por una cierta rigidez en la captación del movimiento y una mínima expresión, que es más gestual que espiritual.

Manuel de Ron falleció en la villa de Cangas del Narcea el 10 de enero 1732. Su partida de defunción aparece en el Libro de Difuntos de la parroquia de Santa María Magdalena:

«En diez de enero de mill setecientos y treinta y dos años di sepultura eclesiástica al cadaber de Manuel de Ron, vecino que fue de esta villa, reciuió los Santos Sacramentos, hizo testamento por testimonio de Pedro López, escriuano de este conzejo, no dexó obra pía, ni particular legado, enterróse en dicha yglessia parrochial de Cangas, doy fee. Joseph Antonio Díaz [rubricado]».

Con esta breve biografía he querido poner en conocimiento de los vecinos de Cangas del Narcea algunos de los aspectos sobre la vida y obra de un notable ensamblador, así como resaltar la importancia que adquirió la villa de Cangas como uno de los centros más álgidos del arte en Asturias durante los XVII y XVIII, sede de múltiples escultores desde que Pedro Sánchez de Agrela se asentó en ella hacia 1643. Contemporáneamente a Manuel de Ron desarrollará su actividad en el concejo de Cangas del Narcea, el ensamblador Antonio López de la Moneda, natural de la parroquia de San Martín de Zanfoga (O Cebreiro, Lugo), residente en Corias desde 1678. Este ensamblador llegó a formar un gran taller en Corias, donde trabajaron los escultores Pedro Rodríguez Berguño y su hijo Alonso, Manuel Flórez, fray Genaro Martínez y Gregorio Benito de Lago, entre otros. En ese mismo tiempo también estaban asentados en el concejo de Cangas otros escultores como José Rodríguez, Agustín Rodríguez, Antonio García de Agüera, Agustín de Arce, etc. Sin olvidarnos de los doradores, que eran los encargados de dar el aspecto final a las obras y dejarlas en perfección.

Primer fotógrafo de Cangas del Narcea

El fotógrafo J. Mª. Cordeiro y las primeras fotografías de Cangas del Narcea, 1875-1880

Cangas del Narcea en 1880

Vista de Cangas del Narcea desde El Cascarín, hacia 1880. Fotografía de José María Cordeiro.

Las primeras fotografías se presentaron en París en 1839 y aunque en esa misma fecha empezó su rápida expansión por todo el mundo, este invento no llegó a todas partes al mismo tiempo. En lugares apartados de las ciudades y los centros industriales, la fotografía tardó más en llegar. En Cangas del Narcea el primer fotógrafo profesional que se estableció fue Benjamín Rodríguez Membiela (Llamas del Mouro, 1875 – Corias, 1944), que abrió su estudio en Corias hacia 1905. Antes de él hubo fotógrafos ambulantes que venían de León, Oviedo, Gijón o Luarca, y cuya presencia se anunciaba en los periódicos cangueses. En julio de 1886 se publica en El Occidente de Asturias el anuncio siguiente:

“Se halla accidentalmente en el inmediato pueblo de Corias un acreditado fotógrafo, que permanecerá allí algunos días, y a donde pueden acudir las personas que deseen retratarse. Ha sacado fotografías de preciosas imágenes que existen en la iglesia de aquel convento y que vende al precio de cuatro reales una”

Hasta la fecha, el primer fotógrafo profesional y ambulante del que tenemos constancia en Cangas del Narcea es José María Cordeiro Alves, que entre 1875 y 1888 vino por nuestro concejo y otros del occidente de Asturias, haciendo retratos y tomando fotografías de paisajes, celebraciones, etc.

Primer fotógrafo de Cangas del Narcea

El fotógrafo José María Cordeiro. Colección de la familia Cordeiro

Cordeiro nació en 1835 en Escarigo, concejo de Figueira de Castelo Rodrigo (Portugal). A mediados del siglo XIX se instaló en Madrid como fotógrafo y en 1869 se traslada a León, donde establece el primer estudio fotográfico profesional de esta ciudad. Desde aquí vendrá a Cangas del Narcea como fotógrafo ambulante; el anuncio de El Occidente de Asturias posiblemente es de él. En 1893, Cordeiro deja León y se establece en Astorga, donde trabaja como fotógrafo hasta su fallecimiento en 1917. Sobre su vida y obra ha publicado el Instituto Leonés de Cultura un estudio en 2004.

Cangas del Narcea, El Acebo en 1880

Santuario de El Acebo el día de la fiesta, un 8 de septiembre, hacia 1880. Fotografía de José María Cordeiro

En Cangas del Narcea Cordeiro retrató a algunos vecinos y realizó otras fotografías de las que solo conocemos dos: una panorámica de la villa tomada desde el barrio de El Cascarín hacia 1880 y otra de El Acebo, sacada el día de su fiesta el 8 de septiembre. Son las primeras imágenes fotográficas que conocemos de estos dos lugares y hasta el momento las más antiguas que tenemos de nuestro concejo. La primera nos muestra el estado de la villa a mediados del siglo XIX, una urbe formada por poco más de tres calles: la calle Mayor, la calle La Fuente y la calle de la Iglesia; pocos años después se construirán las casas de pisos de la calle Uría y otras casas emblemáticas de fines del siglo XIX: la de don Eleuterio García y la de la familia Flórez González, que cambiarán la imagen de la villa. En cuanto a la foto de El Acebo, es un testimonio muy valioso para conocer como era el ambiente de una romería en el pasado: el campo de la fiesta, los numerosos estandartes y pendones, los puestos, los paraguas para protegerse del sol, las caballerías, etc.

Un proyecto de explotación forestal y minera de Cangas del Narcea a finales del siglo XIX

Emplazamiento y trazado del ferrocarril entre Muniellos y San Esteban de Pravia

En la Biblioteca Digital de la web del Tous pa Tous está disponible un folleto escrito en francés y publicado en París en 1900 que se titula Exploitation minière et forestière de la Haute-Narcea (Asturies): Rapports, es decir, «Explotación minera y forestal del Alto Narcea (Asturias): Informes». Es una publicación muy rara que no se encuentra disponible en ninguna biblioteca pública española. El folleto contiene dos informes para explotar las minas y bosques situados en la cuenca alta del río Narcea, redactados por el ingeniero de minas J. Martelet en París en febrero de 1900 y por el inspector adjunto de montes Fatou que lo firma en Langres (departamento de Alto Marne) en noviembre de 1895. La explotación giraba sobre todo alrededor de la madera localizada en los montes de Rengos, Oubachu, La Veiga’l Tachu, Monesteriu del Coutu y, especialmente, en el monte de Muniellos. El proyecto también incluía la instalación en La Venta o Ventanueva de un horno alto de fundición que emplearía como combustible antracita y carbón vegetal.

El monte de Muniellos fue propiedad de los condes de Toreno hasta 1901 y su madera comenzó a explotarse en 1768 para el arsenal de El Ferrol. Para sacar la madera del monte se hizo una carretera hasta la villa de Cangas y desde aquí se realizaron trabajos en el río para hacerlo navegable hasta el puerto de mar de San Esteban de Pravia. En esa fecha la explotación del monte corría cargo de la Real Armada. En la segunda mitad del siglo XIX volvió a explotarse intensamente su madera, ahora por empresas privadas que a menudo eran extranjeras: la catalana Crédito Mobiliario Barcelonés, la franco belga Sociedad Minero Forestal Ferroviaria y la Sociedad General de Explotaciones Forestales y Mineras Bosna Asturiana, formada con capital francés, vasco y asturiano.

Lógicamente, estas sociedades enviaban a Cangas del Narcea técnicos a reconocer el territorio y a estudiar las maderas, los yacimientos mineros y las canteras que pudieran explotarse, y también el modo de transportar todos estos recursos. El transporte va a ser uno de los graves inconvenientes con los que se van a encontrar todas las empresas. A fines del siglo XIX la solución que se propone es el trazado de una línea de ferrocarril. En este proyecto de 1900 se considera imprescindible contar con este medio de transporte para lograr sus objetivos económicos, y en él se publica un mapa con el trazado de una línea que unía Muniellos y San Esteban de Pravia.

La publicación Exploitation minière et forestière de la Haute-Narcea (Asturies) debió ser una iniciativa de los promotores de la sociedad «Bosna Asturiana», constituida el 25 de marzo de 1902, probablemente del banquero francés Victor Barreaux, con el fin de anunciar las posibilidades de su proyecto y atraer accionistas. La empresa comenzó la explotación en 1903 y en 1908 disminuye considerablemente el trabajo por un incendio que destruye la serrería y, sobre todo, porque uno de los objetivos del proyecto: la construcción del ferrocarril, nunca llegó a cumplirse. Más información sobre la historia de la explotación de Muniellos puede verse también nuestra Biblioteca Digital: La explotación del Monte de Muniellos (Asturias), 1766-1973.

La digitalización de este folleto ha sido patrocinada por Bufete MARIO GÓMEZ –ABOGADOS, de Cangas del Narcea.

Pesos y medidas antiguos en Cangas del Narcea

Medidas para el vino: una canada, dos pucheras, una puchera o cuartillo y media puchera, propiedad de Casa Cuervo, de L.lumés / Limés

… y su equivalente al sistema métrico

El 19 de julio de 1849, en tiempos de la reina Isabel II, se publicó la Ley de Pesos y Medidas en la que se imponía en España el sistema métrico decimal. Con ella se pretendía que desaparecieran la multitud de pesos y medidas que se utilizaban en la nación, que a menudo eran distintos en pueblos, parroquias o concejos vecinos. Sin ir muy lejos, entre Cangas y Tineo ya cambiaba la capacidad de la eimina o hemina, y lo mismo sucedía con la canada o cañada para medir el vino en Cangas y Allande: en Cangas equivalía a 3,91 litros y en Allande a 4,69 litros. Con este sistema de pesos y medidas era complicado efectuar intercambios comerciales, y esta situación favorecía los engaños y era un obstáculo para el comercio. Por eso, la imposición del sistema métrico se consideró una medida fundamental para modernizar el país y favorecer su desarrollo económico. Sin embargo, su establecimiento tardó muchos años en ser asumido por la población, sobre todo por los campesinos, y todavía hoy, más de ciento cincuenta años después, muchas personas siguen empleando las medidas antiguas. En Cangas del Narcea no es raro que se mencione una cuepa, una canada, una puchera (o cuartillo) o un cuartarón cuando se habla del vino, o de un choupín para medir los cereales.

La Ley de Pesos y Medidas de 1849 establecía en su artículo 7º la obligación de recoger “noticias de todas las medidas y pesas provinciales y locales”, y la publicación de las equivalencias con el nuevo sistema métrico antes del 1 de julio de 1851. Para llevar a cabo la labor de recogida de esas medidas se establecieron unas comisiones en cada provincia. En Asturias se constituyó una en Oviedo, que a su vez formó unas comisiones en cada partido judicial que fueron las encargadas de recopilar la información en toda la provincia. Las conclusiones de la comisión de Oviedo fueron publicadas en 1853 por Joaquín María Fernández, catedrático de Matemáticas del Instituto Provincial de Oviedo. Nosotros hemos extractado los datos correspondientes al partido de Cangas del Narcea, cuyo conocimiento creemos que puede ser útil para muchas personas.

PESOS Y MEDIDAS USADOS EN EL PARTIDO DE CANGAS DEL NARCEA EN 1853 Y SU EQUIVALENCIA AL SISTEMA MÉTRICO

Medidas de longitud

La vara tiene.…………. 3 pies
 El pie………..… ….. 12 pulgadas
La pulgada……..….. 12 líneas
 
1 línea equivale a.…..… 0,0019 metros
1 pulgada.……………….. 0,0232 metros
1 pie.…………….………. 0,2786 metros
1 vara……………..….……0,8359 metros

Medidas de capacidad para áridos

 

La hemina o eimina tiene….…….. 4 cuartas
La cuarta……………………………………. 4 chupines o choupinos
 
1 chupín o choupín equivale a…….. 3,0273 litros
1 cuarta…………………….……..…12,1093 litros
1 hemina o eimina….………………48,43711 litros
 

Tabla I

 

Tabla II

Medidas de capacidad para líquidos

 

La cuepa, medida de vino del país, tiene….. 2 cántaras
La cántara……..…………………….…………. 4 cañadas o canadas
La cañada o canada……………..………….. 9 cuartillos
El cuartillo o puchera..……………………….. 4 cuarterones o cuartarones
 
1 cuarterón o cuartarón equivale a………… 0,109 litros
1 cuartillo o puchera.………………….….….  0,43468 litros
1 cañada o canada.…………………………… 3,91212 litros
1 cántara.…………………………………….. 15,6485 litros
1 cuepa.………………………………………. 31,297 litros

Medidas de peso

El quintal tiene……..…. 4 arrobas
La arroba….……….…. 25 libras
La libra…………….… 16 onzas
La onza……………… 16 adarmes
Se usa además la libra de 18 onzas
 
1 adarme equivale a….. 0,00017 kg.
1 onza………………..….. 0,02875 kg.
1 libra…………….……… 0,46009 kg.
1 arroba………….……… 11,5023   kg.
1 quintal……………..… 46,0093   kg.
 
1 libra de 18 onzas……. 0,5176 kg.

Medidas agrarias 

La fanega de tierra tiene…………………………… 12 celemines
 El celemín…………………………………………….… 4 cuartillos
 
1 cuartillo de tierra……………………………………. 1,34 áreas
1 celemín de tierra……………………………………. 5,36 áreas
1 fanega de tierra…………………………………… 64,39 áreas
 
1 día de bueyes de secano…………………….. 12,57 áreas
1 día de bueyes de regadío………………….… 12,91 áreas
 

Tabla III

 

 

 

Dos comentarios sobre «De Bogayo» (1915)

DOS COMENTARIOS SOBRE “DE BOGAYO”, DE MARIO GÓMEZ, PUBLICADOS EN 1915 

«De Bogayo» (1915) fue el primer libro sobre Cangas del Narcea que publicó Mario Gómez, y uno de los primeros escritos literarios en el que los habitantes de este concejo se veían retratados. El primero fue, sin duda, las Composiciones en dialecto vaquero, de José María Flórez. Por ese motivo, De Bogayo mereció la atención de los escritores y cronistas que en aquel tiempo había en Cangas y que publicaban sus escritos en periódicos locales o regionales. Además, Mario Gómez no era alguien desconocido en nuestro concejo. Era un personaje muy popular, que conocía muy bien a sus paisanos porque trataba con todo el mundo, con todas las clases sociales. En 1916, Gumersindo Díaz Morodo Borí escribió sobre él:

“Removiendo en los recuerdos de la infancia, veo a ese querido cangués gozando ya de una popularidad envidiable. Rapaz inquieto y de iniciativas, supremo jefe de la juventud canguesa, no se organizaba en esta villa una parranda, o una fiesta, o una cabalgata carnavalesca, o una excursión a las montañas que nos circundan… cuando no se emprendía una cruzada contra los gatos o se desarrollaba descomunal pedrea, en que él no estuviese al frente, ordenando, mandando como general que guía sus huestes al combate y a la victoria.
Cuando estudiante, en el tiempo que fuera de Cangas se hallaba, se parecía la villa a una balsa de aceite. En la época de vacaciones, los jóvenes se comunicaban unos a otros la buena nueva, la próxima llegada de Mario Gómez, el cual seguramente traería u organizaría algo nuevo, desconocido, exótico, que haría las delicias de todo el pueblo, de grandes y de chicos, de hombres y de mujeres. […]
Entre obreros se crió Mario Gómez, y obreros fueron siempre sus compañeros de parrandas, de fiestas, de pedreas… Terminó brillantemente sus estudios, se graduó en Medicina, y, al contrario de lo que hacen muchos que al terminar una carrera creen hasta denigrante relacionarse con los parias de la sociedad, él continuó fraternizando con los obreros, como en su época de estudiante».

Mario Gómez, Cádiz h.1915

Los dos comentarios sobre De Bogayo, que publicamos hoy en la web con motivo de haberse incorporado a nuestra Biblioteca Digital varias obras de Mario Gómez, aparecieron en El Distrito Cangués en junio de 1915. El primero lo escribió el mencionado Gumersindo Díaz Morodo Borí, que era el director del periódico y cuya biografía puede leerse en la web del Tous pa Tous, y el segundo lo firmaba Odón, que era Odón Meléndez, un maestro natural de Cibuyo del que no sabemos casi nada, que escribía con regularidad en La Justicia. Semanario republicano, de Grado, y en El Distrito Cangués.

La lectura de estos dos comentarios sobre De Bogayo es muy interesante para conocer lo que representó este libro en el momento en que se publicó, y muy recomendable hoy para comprender y valorar mejor esta literatura costumbrista canguesa.

Mario Gómez, escritor, en la Biblioteca Digital del Tous pa Tous

Mario Gómez, Cádiz hacia 1915.

En la Biblioteca Digital del Tous pa Tous pueden leerse y descargarse cuatro obras de Mario Gómez: Entre dos fuegos (1907) y Entre la masa (1909), y especialmente los libros De Bogayo (1915) y De Corripia (1923), en los que se reúne casi toda la producción literaria de nuestro escritor.

Mario Gómez y Gómez nació en Cangas del Narcea (Asturias) el 23 de enero de 1872. Médico militar de profesión, prestó sus servicios profesionales en diferentes puestos y destinos del Ejército, llegando a alcanzar el grado de Teniente Coronel.

Colaboró con una serie de artículos en diversas publicaciones regionales y fue corresponsal en Melilla del periódico El Narcea. Durante su estancia en Vitoria, publicó varios artículos sobre educación y cultura de los obreros en el periódico La Libertad. Es aquí, en Vitoria, donde Mario Gómez se inicia como escritor sobre temática militar y fruto de ello son títulos como Seiscientos sesenta y cinco reclutas (1903), Recluta y Reclutamiento (1908) y Reclutamiento Militar. Estudio Histórico (1910).

Del mismo modo cultivó un tipo de literatura costumbrista a la que corresponden títulos como De Bogayo (1915) y De Corripia (1923), y de tema histórico regional, Los siglos de Cangas de Tineo. Primera Parte (1920) y Los siglos de Cangas de Tineo. Edad Media (1925). Anteriormente ya había escrito monólogos como Sin Trabajo, ¡Adiós, abuela! (1907), y escenas: ¡Pobre niño!, Entre la masa (1907) y Entre dos fuegos (1909).

Mario Gómez. Portada interior de su obra: Al pueblo de Trubia, un abrazo filial

En 1916 escribiría la obra A Pin el Ajustador. Se trata de un texto de 203 páginas formado por 23 cartas de temática higienista que, según nos cuenta su autor, fueron publicadas en la revista Cultura e Higiene y que a petición del director de la revista se reunieron en un libro para poder ser distribuido entre los socios y obreros. Con el fin de atender las continuas demandas de escuelas asturianas, de centros y sociedades de obreros, de librerías y de un pedido de 1.000 ejemplares para la isla de Cuba, fue necesaria una segunda edición en 1919.

En 1926 funda La Maniega, Boletín del Tous pa Tous. Sociedad canguesa de amantes del país, ejerciendo a través de la misma un papel de animador de la vida local y comarcal canguesa. Son famosos sus Rumbos: De Santarvás a Madrid, Rumbos de Sierra, de Rengos a Luiña, relatos de viajes y experiencias con los que describía de una forma muy personal y peculiar nuestro concejo, así como la sección Chipichape, que firmaba con el seudónimo de «El Cuntapeiro».

En 1927 escribe Al pueblo de Trubia, un abrazo filial, como agradecimiento a los trubiecos que lo propusieron, ese mismo año, como hijo adoptivo de la ciudad de Oviedo.

Con el fin de dar a conocer su obra y ponerla a disposición de todo el mundo, El Tous pa Tous ha realizado una edición digital de cuatro de las Obras literarias de Mario Gómez (1872-1932), que ya se pueden consultar en nuestra Biblioteca Digital. La digitalización ha sido patrocinada por el BUFETE MARIO GÓMEZ – ABOGADOS, de Cangas del Narcea.

La llegada del teléfono y del Príncipe de Asturias en 1925

El Príncipe de Asturias entrando en la casa de la viuda de don Eleuterio García para inaugurar el servicio telefónico en Cangas del Narcea, 29 de agosto de 1925

El 19 de abril de 1924 se constituía la Compañía Telefónica Nacional de España y comenzaba una rápida expansión del servicio de teléfonos por todo el país. En Cangas del Narcea la línea telefónica se inauguró el sábado 29 de agosto de 1925. A este acto acudió el Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battenberg (1907-1938), hijo de Alfonso XIII.

El Príncipe llevaba en Asturias desde el día 18 de agosto. Había estado en Gijón, Oviedo, Avilés, Salinas, Llanes, Villaviciosa, Pravia, Turón, Mieres, etc. El día 28 pernoctó en Luarca y al día siguiente salió para Cangas. Pasó por La Espina, Tineo (donde le regalaron dos lobos vivos), San Facundo (donde presenció el simulacro de una boda campesina, «para que el augusto viajero pudiera darse cuenta de las costumbres del país») y Pola de Allande. Llegó a la villa de Cangas alrededor de la una y media de la tarde. Venía acompañado del general Zuvillaga, gobernador de la provincia, y del capitán general Berenguer. Delante del viejo ayuntamiento, en la calle Mayor, le esperaban el alcalde, Porfirio Ordás Sanmarful, y el resto de las autoridades locales; los niños de las escuelas; varias parejas de gaiteros y tamborileros, y «el pueblo en masa». A su llegada se dispararon al espacio «cientos de cohetes de grueso calibre».

Dos de los niños vestidos de asturianos que recibieron y entregaron un ramo de flores al Príncipe de Asturias en la casa de la viuda de don Eleuterio García; la niña es Julia Oliveros de Llano, Cangas del Narcea, 29 de agosto de 1925.

La comitiva se dirigió enseguida a la casa de doña María Puente, viuda de don Eleuterio García (a la que ya hemos dedicado una noticia en la web del Tous pa Tous), donde le esperaba el subdirector del cuarto distrito de la Compañía Telefónica, que pronunció unas palabras. Desde uno de los salones de esta casa, el Príncipe habló por teléfono con su padre, el rey Alfonso XIII, al que le dio cuenta de su recorrido por la provincia y del buen estado de las carreteras. Con esta conversación quedaba inaugurado el servicio telefónico en Cangas del Narcea. En este acto se produjo una famosa anécdota, que aún se recuerda en nuestros días, en la que el alcalde le dijo al Príncipe, en tono familiar: «Alteza, déle recuerdos a papá».

Después de la inauguración oficial, la Compañía Telefónica le ofreció al Príncipe un «lunch», servido por el Hotel París, de Oviedo. En este aperitivo se le dio a probar «una copa de vino blanco elaborado en Cangas de Tineo por el señor Penedela hace unos 30 años», que el Príncipe «elogió grandemente, rogando le enviaran una caja de botellas». Como recuerdo de su visita a Cangas del Narcea, el alcalde le regaló «un lujoso estuche, conteniendo muestras de productos de este rico concejo». A las dos de la tarde, la comitiva principesca marchó para Corias, donde visitó el convento y comió con la comunidad de dominicos. «Cerca de las cinco de la tarde, el heredero del Trono emprendió el regreso a Gijón». La noticia detallada de esta visita aparece en el diario La Prensa, de Gijón, del día 30 de agosto de 1925, y puede descargarse gracias a la Hemeroteca de Gijón, en el siguiente enlace:

«El Occidente de Asturias» (1882 y 1883) en la web del Tous pa Tous

El 22 de agosto de 1882 salía a la calle en Cangas del Narcea el número 1 de El Occidente de Asturias. Era el primer periódico que se publicaba en una villa de esta parte de la región y se imprimía en la primera imprenta que se establecía en el occidente de Asturias. Todo un acontecimiento histórico que se venía a sumar a una serie de transformaciones que estaban acaeciendo en la villa de Cangas del Narcea en el último tercio del siglo XIX, gracias a la construcción de dos nuevas carreteras: La Espina-Ponferrada y Cangas-Ouviaño. Las consecuencias de este proceso se plasmarán en la villa en la apertura de calles nuevas, la edificación de casas de pisos con balcones de hierro fundido y galerías, el establecimiento de comercios, la instalación del telégrafo, el aumento de una clase media integrada por comerciantes, profesionales liberales, etcétera y la aparición de este periódico, que sacaba dos números a la semana.

El Occidente de Asturias fue el primer periódico de una serie que se editará en Cangas desde esta fecha y hasta 1936. El motivo principal de la mayoría de estas publicaciones serán las luchas políticas que enfrentarán a conservadores, liberales y republicanos en este periodo. Para comprender la existencia de estos periódicos hay que saber que Cangas era el centro de un distrito electoral para Diputados a Cortes, que estaba integrado por los concejos de Degaña, Grandas de Salime, Ibias, Leitariegos y Somiedo, y los políticos mantendrán estos periódicos para defender sus intereses.

El Occidente fue fundado por el abogado y juez Menendo Valledor, que fue su director, y por el secretario de ayuntamiento Faustino Meléndez de Arvas. El tiempo en que se editó era de total paz política, pues el distrito electoral de Cangas de Tineo estaba desde antiguo representado en Cortes por el conde de Toreno, Francisco de Borja Queipo de Llano (Madrid, 1840-1890), miembro del Partido Moderado, y la política local estaba dominada por los “torenistas”. El propio conde colaboraba con el periódico escribiendo crónicas desde Madrid.

Juan de Cangas (seudónimo de Manuel Flórez de Uría) en un artículo publicado el 3 de marzo de 1912 en La Justicia. Semanario republicano, de Grado, escribe en relación a este periódico:

«El Occidente pudo vivir vida tranquila, llegar a tener una tirada de cosa de 500 números; hacer que el aldeano se empezara a preocupar de la marcha de los asuntos públicos, en los que era el mayor interesado; y también sirvió a la causa santa de la cultura general, ya que en dicho periódico se entrenaron e hicieron sus primeras armas literarias jóvenes de la localidad y de fuera de ella, que, algunos, llegaron a ser después escritores correctos.
 
Muerto el director de El Occidente, con la misma imprenta, publicaron los señores D. Benigno Valcárcel, D. Ceferino Valle y D. Francisco Álvarez Uría otro periódico con igual nombre, más como ya estaba en gestación la protesta y oposición del concejo a los caciques torenistas, dieron al periódico otros rumbos más accidentados y por consecuencia más expuestos. Riñeron batallas por los intereses del concejo contra los que vulneraban o desatendían, y ya sufrieron denuncias y secuestros.
 
En esto, junto con los caciques locales y por causa de los mismos, cayó Toreno y el acta de diputado a Cortes pasó a manos de D. Félix Suárez Inclán, y El Occidente de Asturias (el de esta segunda época) cesó en su publicación, pasando la imprenta a otros dueños».

El Tous pa Tous pone a disposición de sus socios y de todos sus visitantes los dos primeros años de El Occidente de Asturias: 1882 y 1883. Hay que advertir, que faltan unos pocos números y algunos no están completos. Esto, por supuesto, no quita valor a la información que contiene este periódico para conocer la historia de esos años. Los ejemplares que ha digitalizado el Tous pa Tous pertenecen a Armando Graña y el trabajo ha sido patrocinado por Parafarmacia Farmanova, de Cangas del Narcea. También pueden consultarse los números de los años 1884, 1885 y 1886.

Fray Albino González Menéndez-Reigada (Corias, 1881- Córdoba, 1958)

Fray Albino

Fray Albino González Menéndez-Reigada nació en Corias (Cangas del Narcea, Asturias) el 18 de enero de 1881. Ingresó a los 15 años en el convento dominico de San Juan Bautista, cercano a su vivienda familiar. En 1897 profesó en la Orden de Predicadores y fue ordenado sacerdote en Valladolid el año 1905.

Licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca con Premio Extraordinario, obtuvo el doctorado en esas disciplinas en la Universidad de Madrid, también con Premio Extraordinario, al tiempo que realizaba estudios de Derecho. De 1911 a 1913 estudió Filosofía de las Lenguas Neolatinas en las universidades de Berlín, Roma y Friburgo. Su gran facilidad para los idiomas le permitió expresarse en francés, inglés, italiano y griego, además del castellano y el latín.

La orden le otorgó el título de Lector y Maestro en Teología y Predicador General y la Universidad de Salamanca le concedió idéntico título de dicha institución. Por su fama como predicador fue requerido continuamente para ofrecer conferencias por toda España, Europa e Hispanoamérica.

 El 18 de diciembre de 1924 fue nombrado obispo de Tenerife, donde realizó una gran labor. El 18 de febrero de 1946 fue designado obispo de Córdoba. Hizo su entrada oficial en la diócesis el 9 de junio, domingo de Pentecostés, a la edad de 65 años. En Córdoba vivió hasta el 13 de agosto de 1958, fecha de su fallecimiento.

“Tenemos que hacer viviendas dignas para los cuerpos, templos para las almas y escuelas para educar a la infancia”, dijo a poco de su llegada al conocer la situación en que se encontraba la ciudad. Y en verdad que esta especie de “programa de gobierno” lo cumplió con creces.

Tumba de Fray Albino delante de la Capilla de las Benditas Ánimas del Purgatorio en la Catedral de Córdoba (Antigua Mezquita).

Los números de Fray Albino en Córdoba, en los 12 años que estuvo entre nosotros, son impresionantes. Casi 5.000 viviendas entre las barriadas construidas en el Campo de la Verdad y en Cañero, con sus correspondientes equipamientos sociales (seis colegios, tres iglesias, mercados, cines, campo de deportes, economato, etc.), más de 80 templos bendecidos y más de 200 unidades escolares, dan fe de esta realidad.

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Tumba de Fray Albino González Menéndez-Reigada (Corias, Cangas del Narcea, 1881-Córdoba, 1958), obispo de Córdoba

Para conseguir toda esta obra creó la Asociación Benéfica La Sagrada Familia, que fue la encargada del programa de viviendas; el Patronato de Obras Sociales de San Eulogio (escuelas de aprendices, semanario Ecos, Club Deportivo San Álvaro, cuadro artístico, orfeón y rondalla); el Patronato de San Alberto Magno para la gestión de las unidades escolares; el Patronato Nuestra Señora de la Fuensanta para la atención a niños desvalidos; las Milicias de Cristo para el amparo de la niñez y juventud descarriada en la población rural, etc.

Su labor pastoral fue también extraordinaria: activó las Cáritas diocesana y parroquiales; desde 1949 a 1957 presidió las Semanas Sociales de España, que tuvieron una gran repercusión; escribió 35 obras y 48 cartas pastorales; dio un desarrollo espectacular al Seminario y puso en marcha el Seminario Menor de Hornachuelos; convocó el concurso de curatos para dotar a las parroquias de sacerdotes rectores; ofreció conferencias en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander; creó en Córdoba las Hermandades del Trabajo; impulsó la Acción Católica, la HOAC y la JOAC; organizó escuelas de aprendices; la actual Tipografía Católica, etc.

El abate Pierre lo presentó a la televisión francesa y su obra fue conocida a nivel internacional, lo que motivó la constante visita de personalidades nacionales y extranjeras a Córdoba.

A lo largo de su vida obtuvo honores y distinciones, a las que daba la justa importancia. El Ayuntamiento de Córdoba le nombró Hijo Adoptivo en la sesión celebrada el 9 de junio de 1950. Su Santidad el papa Pío XII le dirigió en dos ocasiones cartas felicitándole por su labor y por los 25 años de su episcopado. El alcalde de Córdoba de Veracruz (México) le hizo entrega de la llave de la ciudad.

A finales de diciembre de 2008 y hasta el 24 de enero de 2009, se celebró una exposición, gracias a la gentileza de Cajasur, con la pretensión de dar a conocer a las generaciones actuales de una manera gráfica la ingente actividad desplegada por este excepcional obispo en Córdoba y su provincia. Con ella se cerró el programa de actos que la comisión organizadora, constituida en el seno de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Público Fray Albino, desarrolló durante el 2008 para conmemorar el 50 aniversario de su muerte. Esta exposición no hubiera sido posible sin el trabajo documental realizado por Florencio Rodríguez, quien fue el encargado de selleccionar las fotografías de Ricardo procedentes del Archivo Histórico de Cajasur, y el equipo de la Fundación Cajasur.

Juan Antonio Polo Molina
Presidente de la Comisión Organizadora de los actos
del 50 aniversario de la muerte de Fray Albino.
Fuente: Fundación Cajasur

La cal en Cangas del Narcea

Calero u horno de cal en El Rodical (Tinéu), en 2008. Fotografía de Astur Paredes.

La cal fue un producto muy importante que se empleaba para la construcción de edificios, el abono de tierras y otros usos agrícolas e industriales. En la Asturias caliza su fabricación era muy abundante y su producción se vendía en la región y fuera, sobre todo a Galicia. En el concejo de Cangas del Narcea, donde la caliza es escasa, solo había hornos de cal en unos pocos lugares donde aflora este mineral y su producción era pequeña, pero no dejó de tener su relevancia. Hoy, todos estos caleros están abandonados y arruinados, y ya casi no los recuerda nadie.

José Luis García López del Vallado es el autor del libro La cal en Asturias, editado por el Museo del Pueblo de Asturias en 2009.

 La fabricación de cal en Cangas del Narcea

por José Luis García López del Vallado

Anuncio de un fabricante de cal en el periódico ‘El Narcea’, julio de 1912

En Asturias la cal se empleaba para mortero en la construcción, para blanquear fachadas de casas y cuadras, y para fertilizar la tierra, que se empobrecía de calcio y otras sustancias con la lluvia y el cultivo. La cal resulta de calcinar piedra caliza a unos 900 grados en hornos llamados caleros. Aunque en el tercio occidental asturiano la piedra caliza escasea, no falta por completo y, en Cangas del Narcea, Tineo y otros concejos, las vetas conocidas se explotaron a lo largo de varios siglos. Se ha encontrado un contrato de 1612 para hacer en Fontes de Corbeiro cal destinada a la construcción del monasterio de San Juan de Corias, y este contrato podría no ser el más antiguo; por otra parte, hacia 1950 tejeros llegados de Llanes hacían cal en Ridera, parroquia de Ambres, en una campa situada por encima de los 1000 metros, que al parecer es el único lugar de la comarca en que afloran vetas de piedra calear. Un período, por tanto, de unos 350 años, que probablemente fue mayor. Los contratos más antiguos se refieren a la fabricación, el porte y el suministro de cal para construcciones de importancia. Aparte del ya citado de 1612, conocemos otro de 1650 también para fabricar en Fontes de Corbeiro cal para Corias; otro de 1750, para transportar cal desde Fontes hasta Ardaliz (seguramente para la construcción del palacio que existe en ese lugar); y uno más, de 1756, en el que un particular de Rengos denuncia a un vecino que se aprovechó del producto de un calero y una cantera propiedad del denunciante. Es posible que ya entonces hubiera varios caleros en Rengos, porque el de la denuncia estaba “inmediato a la Vega de los Fornos” y, por otra parte, también el conde de Toreno, en un escrito de 1777, menciona la existencia de un horno de cal en las canteras de mármol de Rengos.

Calero u horno de cal en El Rodical (Tinéu), en 2008. Fotografía de Astur Paredes.

Esta cal de Fontes de Corbeiro y Rengos se calcinaba con leña. En el siglo XX, los caleros más conocidos del concejo de Cangas del Narcea fueron los de Rengos, Moncóu y Moal, aunque había caleros en otros lugares del concejo, como el llamado “calero de Casa Elvira”, en la parroquia de Monasterio de Hermo, que funcionaba hacia 1920. Posiblemente se conserven restos de algunos de estos hornos, en los que la cal se quemaba con carbón, que en el caso de Moal se extraía de una mina cercana a los hornos.

Si el calero es propiedad de los vecinos de un pueblo, ellos se reparten la cal; si es de un particular, la cal puede comercializarse en un establecimiento y, además, venderse por los pueblos, como hacía una pequeña empresa calera que, según se lee en 1912 en el periódico El Narcea, tenía un horno entre Ventanueva y Rengos. Es probable que la fabricación de cal en el concejo de Cangas del Narcea no se haya prolongado más allá de la década de 1950.

El derribo de la casa de don Eleuterio o de María Angustias en 1980

Casa de María Angustias poco antes de ser derribada en 1980. Foto Tino

No cabe duda que hay acciones humanas que engrandecen a los pueblos y otras que los envilecen. Hace unas semanas celebrábamos en El Tous pa Tous los cien años de la construcción de la fuente del Reguerón y hoy, ya en 2010, vamos a recordar otro aniversario: el derribo hace tres décadas de la casa de don Eleuterio García Cuesta, también conocida con el nombre de su sobrina y heredera María Angustias. Esta casa no era un edificio cualquiera. Don Eleuterio fue un emigrante de Cangas del Narcea que se enriqueció en Madrid trabajando en el ramo del comercio. Construyó su casa en 1889 en la calle Mayor y para ello no escatimó medios. El proyecto debió de ser de Juan Miguel de la Guardia (1859-1910), arquitecto municipal de Oviedo, o de Javier Aguirre (1853-1909), arquitecto provincial, que en esos años estaba dirigiendo la construcción del Juzgado de Cangas del Narcea. Los dos están

Casa de María Angustias poco antes de ser derribada en 1980. Foto Tino considerados como los mejores arquitectos de finales del siglo XIX e inicios del XX en Asturias. La casa era, según los historiadores del arte, el edificio más importante de la arquitectura de finales del siglo XIX en todo el interior del occidente de Asturias.

Germán Ramallo Asensio, redactor del inventario de patrimonio histórico de los concejos del suroeste de Asturias en 1980-1981 y en la actualidad catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, escribió en aquel inventario: “La casa de María Angustias es uno de los ejemplos más equilibrados y hermosos, mejor adecuados a sus funciones palaciegas a lo moderno y urbanísticas de servicio a la ciudad, de toda la arquitectura fin de siglo realizada por la zona”.

Casa de María Angustias durante su derribo en 1980

En 1979, la casa la compran unos constructores con raíces canguesas, que viendo la polémica que estaba surgiendo con el posible derribo del inmueble, deciden venderla a Manuel Martínez Menéndez, vecino de Santiago de Limés, que es el que va a derruirla en el mes de mayo de 1980 para levantar en su solar una casa de pisos. El arquitecto de la nueva obra fue el joven Emilio Llano Menéndez. El Ayuntamiento de Cangas del Narcea no quiso frenar este derribo, aunque si hubo unos pocos concejales que se opusieron duramente. La delegación en Asturias del Ministerio de Cultura, que era la administración competente en la protección de monumentos en aquellos años, envío a Madrid un expediente para declarar el edificio monumento histórico-artístico, pero la solicitud vino denegada por la Dirección General del Patrimonio Artístico de aquel Ministerio, con un informe firmado por el arquitecto Eduardo González Mercadé.

C/ Mayor, casas de los Flórez (con el comercio El Siglo XX) y de María Angustias hacia 1920. Fotografía de Benjamín R. Membiela

El valor de la casa era tan evidente que en contra de su derribo se manifestaron muchos vecinos de Cangas, como se constata en los periódicos de la época (incluida la revista local Entrambasaguas, que puede consultarse en nuestra Biblioteca Canguesa, en la que en los tres primeros números se trató este asunto), y también la Consejería de Cultura del Consejo Regional de Asturias, aquel ente de la denominada Preautonomía, que todavía no tenía ninguna competencia en esta materia. El informe escrito el 13 de marzo de 1980 por Emilio Marcos Vallaure, director regional de patrimonio histórico artístico en aquella joven institución y actualmente director del Museo de Bellas Artes de Asturias, para solicitar a la Dirección General del Patrimonio Artístico del Ministerio de Cultura la declaración de monumentalidad del edificio, es uno de los mejores testimonios que nos ha quedado de la casa de don Eleuterio (puede leerse en el número 2, página 12, de la revista Entrambasaguas).

Sirva esta noticia y estas fotografías como recuerdo a un edificio cuya construcción engrandeció nuestra villa y cuyo derribo la empobreció. ¡Pena y rabia nos sigue causando!

Los teitos en L.leitariegos en 1752

Durante muchos siglos, millones de europeos vivieron en casas cubiertas con materias vegetales. En el concejo de Cangas del Narcea hasta mediados del siglo XX todavía quedaban muchas casas, así como hórreos y cuadras, cubiertas con paja de centeno, que se conocían como teitos. También había construcciones cubiertas con tablas de roble, pero estas eran menos numerosas.

Hoy en Cangas del Narcea solo existen unos pocos hórreos cubiertos con paja, que en general están muy mal conservados. Su futuro es muy negro, porque casi no se cosecha centeno y ya quedan pocas personas que sepan colocar estas cubiertas. Por diferentes razones, en nuestro país estas construcciones cubiertas con materias vegetales se han despreciado, mientras que en otras naciones europeas se valoran y gozan de gran prestigio. Ejemplo de nuestra indiferencia es que en los últimos años se ha derrumbado la casa Vaqueiro, de Brañas d’Arriba, que era un símbolo de toda esta antigua arquitectura campesina. Esta casa fue fotografiada por muchos investigadores y publicada en numerosas publicaciones. Esta claro que no hemos sabido, o mejor dicho, es evidente que no hemos querido conservar ni tan siquiera un ejemplo de este patrimonio arquitectónico. No obstante, los archivos, donde se conserva la documentación antigua, seguirán recordándonos como era en el pasado la arquitectura de este concejo.

Xuan F. Bas Costales es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo y esta preparando su tesis doctoral sobre el ajuar doméstico y la vivienda en Asturias en los siglos XVII al XIX. Él es el autor de esta noticia sobre las casas en L.leitariegos en 1752.

  LOS TEITOS EN L.LEITARIEGOS EN 1752

por Xuan F. Bas Costales

Libro de bienes del Catastro de Ensenada del coto de L.leitariegos, 1752. Archivo Municipal de Cangas del Narcea

Entre los fondos del Archivo Municipal de Cangas del Narcea se encuentra un documento de gran valor para el estudio de las construcciones existentes en el antiguo coto de L.leitariegos a mediados del siglo XVIII. Se trata del único tomo del catastro promovido por el marqués de la Ensenada en 1752 que se conserva del concejo, perteneciente a ese coto que estaba integrado por los pueblos de las parroquias de Brañas y Trescastru. La información que ofrecen las relaciones de bienes que dan los vecinos sobre sus casas y otras construcciones auxiliares nos permite reconstruir sumariamente la arquitectura de los pueblos de la zona, caracterizada por el predominio de teitos o cubiertas vegetales.

Corte o cuadra de casa El Roxu cubierta de paja de centeno en Xinestosu, 1927. Fotografía de Fritz Krüger

Las respuestas generales del catastro en el coto registran cincuenta y nueve casas habitables, once arruinadas «por desidia de sus dueños» y cuarenta y dos hórreos, «sin que los suelos de dichas casas tengan ningún tributo». No obstante, las respuestas particulares de los vecinos consignadas en ese único tomo se reducen a la descripción de treinta y cuatro casas y veintinueve hórreos, que se distribuyen entre los lugares de Trescastru y Brañas d’Arriba, aunque solo está completa la relación de bienes del primero con veintiséis casas y veintitrés hórreos.

El Puertu de L.leitariegos, 1944. Fotografía de J. Ramón Lueje

Las casas del antiguo coto de L.leitariegos ofrecían una gran uniformidad tanto en el material de construcción, la forma y la orientación, como en la distribución interior. Se caracterizaban por estar cubiertas mayoritariamente con paja de centeno y presentar una planta rectangular de unos 115 m2 de media. Las casas tenían una distribución interior formada en los casos más sumarios por «cozina terrena», algún dormitorio, caballeriza «para el recogimiento del ganado» y pajar. El espacio destinado a los animales y la cosecha ocupaba más de la mitad del edificio. En unas pocas casas, que eran las mejores, las caballerizas y los pajares aumentaban hasta tres o cuatro, y aparecían otras piezas como portales, bodegas y «quartos altos».

Casas y hórreo cubiertos de paja de centeno en El Puertu de L.leitariegos, 1944. Fotografía de J. Ramón Lueje

La mayoría de las casas disponía de un hórreo, e incluso alguna tenía dos. Prácticamente todos estaban cubiertos con paja y apoyaban sobre cuatro «pies de piedra», salvo una panera en Trescastru que lo hacía sobre seis. Asimismo, los vecinos de Brañas d’Arriba contaban con caballerizas «para la custodia de su ganado», cubiertas también con paja, en la cercana braña de Vil.lar d’Árbas.

Casa cubierta de paja de centeno en Brañas d’Arriba, 1927. Fotografía de Fritz Krüger.

La arquitectura de Brañas d’Arriba que describe el catastro en 1752 no era muy diferente de la que se encontró el filólogo y etnólogo alemán Fritz Krüger cuando visitó el pueblo en 1927, a pesar de que ya habían aparecido «tres casas de nueva construcción con tejados de pizarra». Desde entonces, sin embargo, las cosas han cambiado mucho y no queda en pie ninguna construcción con cubierta de paja en el pueblo ni prácticamente en el resto de la parroquia.

Sección

 

Las imágenes de la derecha muestran la sección y planta de una casa de L.lamera similar a las que habría en L.leitariegos en 1752. En la parte superior están la cocina terrena y un cuarto, y en la inferior la cuadra y el pajar. Dibujos de Armando Graña García.

 

 

Planta

 

El retablo mayor de la iglesia de Linares del Acebo, 1601

El actual retablo mayor de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Linares del Acebo fue en su día el primitivo retablo del santuario de Nuestra Señora de El Acebo, lugar de gran devoción entre los habitantes del occidente de Asturias, y del que se empieza a tener constancia a partir de 1613 en la obra Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, escrita por el padre Luis Alfonso de Carballo y publicada, tras su muerte, en 1695.

El viejo retablo de El Acebo (hoy en Linares) fue realizado en 1601 por el pintor ovetense Juan Menéndez del Valle, siendo uno de los mejores ejemplos del estilo manierista (entre el renacimiento y el barroco) que existe en Asturias. En efecto, el 5 de octubre de ese año se otorga una licencia para que los mayordomos y administradores del santuario de El Acebo paguen al maestro 4.000 reales para el cumplimiento de la obra que hace y pinta en dicho santuario. El retablo se estructura en un banco, un cuerpo subdividido en dos pisos y tres calles, y un ático. En él figuran las siguientes imágenes: los relieves de San Francisco, la Crucifixión y San Antonio de Padua, y las imágenes de San Juan Evangelista, La Magdalena (titular de la parroquia de Linares) y San Blas.

Este retablo tuvo una vida muy corta dentro del santuario, ya que debido al culto y a la importancia que adquiere El Acebo pronto se decide sustituirlo por otro más monumental. Para la realización del nuevo retablo, los mayordomos y administradores del santuario recurrieron a los maestros conocedores del estilo barroco que se implanta en Cangas del Narcea tras la construcción del retablo mayor del monasterio benedictino de Corias, realizado en 1677 por Francisco González y Pedro del Valle, vecinos de Villafranca del Bierzo.

Es fray Alberto Colunga, en su Historia del santuario de Ntra. Sra. del Acebo, publicada en 1909, el primero que aporta la noticia de la venta del primitivo retablo del santuario de El Acebo a la parroquia de Linares. El padre Colunga indica que fue vendido en 1691 por 550 reales, aunque la intención de venderlo se remonta al año anterior. En efecto, el 4 de diciembre de 1690 se otorga licencia para poder vender la madera del retablo viejo, con el fin de sacar dinero para pagar a los maestros que estaban realizando el nuevo retablo, por haber disminuido las limosnas que los devotos daban al santuario.

José Francisco Uría y Riego (Cangas del Narcea, 1819 – Alicante, 1862)

José Francisco de Uría y Riego, por José Gragera y Herboso, 1862

José Francisco de Uría y Riego (1819-1862) da nombre a la calle más comercial de Oviedo y a otras principales en Gijón, Luarca y Cangas del Narcea. Nació en el seno de de una importante familia de la nobleza rural asturiana con solar en Santa Eulalia de Cueras (Cangas del Narcea).

Partícipe del ideal ilustrado del desarrollo económico como medio para conseguir el bienestar, se interesó por implantar nuevos cultivos, por el estudio de las enfermedades de las plantas, fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias y participó en la Exposición de Productos Agrícolas de 1857 donde obtuvo medalla de bronce por “cecinas de jamones” de su tierra natal.

Como político se adscribe al liberalismo moderado y es elegido Diputado a Cortes por el distrito de Cangas de Tineo en 1857. Nombrado Director General de Obras Públicas en 3 de julio de 1858, recibió respeto y consideración por su incansable trabajo en pro de modernizar las infraestructuras del Estado. Aprovecha un momento de estabilidad política, desarrollo económico e impulso de las obras públicas como fue el gobierno de O’Donnell y, sin olvidar su compromiso estatal, favoreció a Asturias y al distrito que representaba como diputado. Es el momento del ensanche de Barcelona y Madrid, de la construcción del Canal de Isabel II, del trazado de la red viaria y del ferrocarril, de los faros y los puertos.

Enfermo de tuberculosis se traslada a Alicante donde fallece lejos del solar familiar. La correspondencia privada, los homenajes póstumos, además de ser entrañables reflejan el reconocimiento a su trabajo desde todas las facciones políticas, el carácter de Uría y de su época.

Texto: Mercedes Pérez Rodríguez

Mercedes Pérez, socia del Tous pa Tous, ha tenido la generosidad de realizar un extracto de su tesis doctoral, “El patrimonio de las obras públicas en Asturias a mediados del S. XIX en relación con José Francisco de Uría y Riego”, para la web del Tous pa Tous. Desde estas líneas queremos envíar a Mercedes nuestro agradecimiento. El mencionado e interesante trabajo se puede consultar a continuación:


Entrambasaguas. Papeles de un concejo, 1980-1981

Portada del nº 1 editado en la primavera de 1980

Entrambasaguas, unas hojas con pretensión de revista seria, fue creada a comienzos de 1980, época de cambios en el aire, por cinco universitarios de la villa de Cangas del Narcea con mucho entusiasmo y pocos medios. Sus intenciones e ideas de lo que tenía que ser esta empresa aparecen en la portada del número 0. No había en Cangas en aquel tiempo una imprenta apropiada para tirar un periódico de estas características y además, todos aquellos universitarios estudiaban en Oviedo, por lo que la revista se imprimía en esta ciudad.

Entrambasaguas duró año y medio y se acogía al paso de las estaciones. Fueron seis números, desde el invierno de 1980 a la primavera de 1981, que se vendían en los quioscos y tiendas colaboradoras y, sobre todo, en la calle, abordando a los paseantes, en especial los sábados y días de feria, que son jornadas en las que afluye mucha gente a la villa. Así se agotaban los mil ejemplares de su tirada, una cifra alta para una población ya en declive demográfico. En sus mismas páginas pueden verse las cifras de ventas y su vida económica.

En Entrambasguas se trataron asuntos de actualidad, que siguen despertando hoy el mismo interés que en aquel tiempo: el futuro de la minería y del campo; el vino; el urbanismo, que ya desde los 70 sufría los despropósitos y arbitrariedades de los poderes públicos; la sanidad -eran los tiempos de la inquietud popular por la creación de un hospital comarcal- y la educación. En ella se denunció vivamente el derribo de la casa de María Angustias.

También se escribía de historia local (el cambio de nombre del concejo, la Descarga, una historia de la prensa canguesa, el castro de Larón, el privilegio de Leitariegos), lengua asturiana y naturaleza. En sus páginas publicaron algunos de nuestros escritores actuales más conocidos: José Manuel Álvarez Flórez y José Avello Flórez, y en asturiano Xusé Mª Rodríguez (Chema). También colaboró Neto, sacando una tira cómica en casi todos los números.

Entrambasaguas cerró su ciclo con el nacimiento de la segunda época de la revista La Maniega, editada por la Asociación Cultural «Pintor Luis Alvarez». Los responsables de Entrambasaguas vieron en la nueva revista su relevo y el final de su andadura.

La digitalización de esta revista ha sido patrocinada por ABOJ y está a disposición de todos vosotros en la Biblioteca Canguesa:

 icon Entrambasaguas (1980-1981)

El palacio de los Sierra en Xarceléi en 1820

Fachada principal del palacio de los Sierra, Xarceléi

En el lugar de Xarceléi, a escasos metros de la iglesia parroquial, se encuentra el palacio de los Sierra. A principios del siglo XIX su propietario era Francisco José de Sierra y Llanes, regidor perpetuo del concejo de Cangas y personaje que tuvo cierto protagonismo durante la Guerra de la Independencia: fue comandante de la Alarma de la división de La Cerezal, enfrentándose en Navia a las tropas francesas del mariscal Ney, y fue uno de los siete diputados que representaron a Asturias en las Cortes de Cádiz y que redactaron la Constitución de 1812.

Detalle del inventario de bienes del palacio de los Sierra de Xarceléi, 1820

Francisco José falleció en 1820 en Avilés, donde residía con su mujer María del Carmen Abello Fuertes de Castrillón. Su primogénito Francisco Julián, como nuevo «dueño y poseedor» de la casa de Xarceléi, encargó entonces a su administrador José Rodríguez que efectuara el «competente inventario» de todos los bienes, alhajas y efectos que había en la casa. Este documento, formalizado ante el escribano Francisco Alonso Fernández y depositado actualmente en el Archivo Histórico de Asturias, entre los protocolos notariales del distrito de Cangas, permite conocer los edificios que formaban el conjunto palaciego de Xarceléi, así como su distribución interior y los muebles y enseres que se hallaban en él en 1820.

Trasera del palacio de los Sierra donde se ven el corral, el “cuarto pajar” y la torre que se mencionan en 1820, Xarceléi

El palacio, además de la «casa principal» propiamente dicha, contaba con un «quarto pajar» dentro del corral, una panera «vastante derrotada» y tres hórreos. Además, tenía dos bodegas fuera de Xarceléi, una de ellas, con un lagar, en el pueblo de L.lanteiru, a orillas del río Narcea. El interior de la casa se organizaba en numerosas estancias, que el documento describe de manera pormenorizada: la cocina, la solana o corredor, el salón, los diferentes cuartos, la torre y la bodega, agrupando aparte las ropas y la plata.

Detalle del corral y la solana del palacio de los Sierra, Xarceléi

La cocina del palacio concentraba la mayoría de los bienes inventariados. Alrededor del fuego había un «escaño con dos cajones». Allí se cocinaba utilizando unos «yerros muy usados» (las gamaeras o pregancias) y un «caballete» para apoyar la leña. Los recipientes para preparar la comida eran potes, calderas de cobre y de latón, calderos y cazos de hierro, además de ollas y pucheros, un tambor de asar castañas y un par de chocolateras. Para comer y beber había dos vajillas, una de madera y otra de loza, formadas por escudillas, platos y fuentes, y vasos de cristal y un par de jícaras para tomar chocolate. Para el agua había una «herrada de madera con arcos de yerro» y un cangilón de cobre. Los cubiertos se reducían a unas pocas cucharas de madera y unos cuchillos con el mango de hueso, pero también había, en un lugar no especificado de la casa, más de una docena de cubiertos de plata, con «dos cucharas y tres pedazos de tenedores». En la cocina se amasaba el pan en una «masera de tablas», se colaba la ropa en un «coladero de piedra con su cesta» y se destilaba aguardiente en una «alquitara vieja y rota».

Salón del palacio de los Sierra, Xarceléi

La estancia de mayor prestigio del palacio era el salón, donde se encontraban dos escritorios, un par de bancos y mesas «ya muy usadas», así como cortinas y cuadros de diferentes tamaños. El resto del palacio se distribuía entre la solana o corredor; la torre, que se utilizaba de despacho, conforme a los muebles que había en ella: una mesa «con sus cajones y remates dorados», una silla de madera «aforrada con badana» y un estante para libros con rejado de alambre; siete cuartos destinados a dormir y a guardar la ropa, entre los que destacaban el de las amas de cría y el de la señora, y finalmente la bodega en la que se almacenaba el vino en una pipa.


Por Xuán F. Bas Costales


El retablo mayor del santuario de Nuestra Señora de El Acebo, 1687-1709

Retablo mayor del Santuario del Acebo, 1687-1709. Fotografía de Pelayo Fernández

El retablo mayor del santuario de Nuestra Señora de El Acebo no ha pasado inadvertido a los historiadores del arte regional que han estudiado las manifestaciones artísticas del suroccidente de Asturias.

El diseño del retablo fue obra del ensamblador Manuel de Ron (fallecido en 1732), natural de Pixán / Peján (parroquia de L.lumés / Limés) y vecino de la villa de Cangas del Narcea, según datos publicados por el padre fray Alberto Colunga en su “Historia del santuario de Ntra. Sra. del Acebo” (Madrid, 1909). Y el encargado de su ejecución fue el escultor Francisco Arias, natural del concejo de Valdés y vecino de Oviedo desde, por lo menos, 1674. La participación de este escultor era desconocida hasta ahora y este dato lo hemos encontrado nosotros en el Archivo Histórico de Asturias. Francisco Arias murió en Oviedo hacia 1692, poco después de terminar la construcción de este retablo de El Acebo.

Los administradores del santuario encargaron a Manuel de Ron que diseñase un retablo “que llenase toda la pared del altar mayor” y que fuese “la obra más primorosa que hacerse pueda”. En el retablo van aparecer todas las novedades del estilo barroco impuesto en Cangas del Narcea después de la construcción de los retablos del monasterio benedictino de Corias: la columna de orden salomónico, las ménsulas formadas por hojas de acanto entrecruzadas y los florones o cartelas en el ático, asimismo formadas por hojas de acanto y recorridas por una sucesión de bolas o cuentas.

Tras una nueva revisión de los Libros de Santuario, amablemente facilitados por don Jesús Bayón Rodríguez y don Reinerio Rodríguez Fernández, párroco y vicario de Cangas del Narcea respectivamente, se han obtenido más datos sobre esta interesante obra: sabemos que se comenzó en 1687, aunque los pagos se extendieron hasta 1691, cuando el escultor ovetense Tomás de Solís realizó su valoración. El precio de la obra ascendió a la importante cantidad de 10.410 reales de vellón. Para sufragar estos gastos se vendieron joyas de la Virgen y se emplearon muchas de las limosnas del santuario.

Aunque en su sagrario se lee actualmente la inscripción de que «se pintó este retablo año de 1828 siendo capellán don José Flórez de Sierra y Castiello», sabemos que hubo una policromía anterior (la original), de 1700, realizada por el dorador Juan Menéndez Arcillana, vecino del barrio de El Corral, en la villa de Cangas del Narcea, que costó 13.500 reales de vellón; este precio tan elevado era debido al empleo de pan de oro para dorar, que era muy caro. El dorado del retablo, a causa de su elevado precio y la escasez de fondos del santuario, se terminó en 1709.

El retablo mayor del santuario de Nuestra Señora de El Acebo, 1687-1709

Retablo mayor del Santuario del Acebo, 1687-1709. Fotografía de Pelayo Fernández

El retablo mayor del santuario de Nuestra Señora de El Acebo no ha pasado inadvertido a los historiadores del arte regional que han estudiado las manifestaciones artísticas del suroccidente de Asturias.

El diseño del retablo fue obra del ensamblador Manuel de Ron (fallecido en 1732), natural de Pixán / Peján (parroquia de L.lumés / Limés) y vecino de la villa de Cangas del Narcea, según datos publicados por el padre fray Alberto Colunga en su “Historia del santuario de Ntra. Sra. del Acebo” (Madrid, 1909). Y el encargado de su ejecución fue el escultor Francisco Arias, natural del concejo de Valdés y vecino de Oviedo desde, por lo menos, 1674. La participación de este escultor era desconocida hasta ahora y este dato lo hemos encontrado nosotros en el Archivo Histórico de Asturias. Francisco Arias murió en Oviedo hacia 1692, poco después de terminar la construcción de este retablo de El Acebo.

Los administradores del santuario encargaron a Manuel de Ron que diseñase un retablo “que llenase toda la pared del altar mayor” y que fuese “la obra más primorosa que hacerse pueda”. En el retablo van aparecer todas las novedades del estilo barroco impuesto en Cangas del Narcea después de la construcción de los retablos del monasterio benedictino de Corias: la columna de orden salomónico, las ménsulas formadas por hojas de acanto entrecruzadas y los florones o cartelas en el ático, asimismo formadas por hojas de acanto y recorridas por una sucesión de bolas o cuentas.

Tras una nueva revisión de los Libros de Santuario, amablemente facilitados por don Jesús Bayón Rodríguez y don Reinerio Rodríguez Fernández, párroco y vicario de Cangas del Narcea respectivamente, se han obtenido más datos sobre esta interesante obra: sabemos que se comenzó en 1687, aunque los pagos se extendieron hasta 1691, cuando el escultor ovetense Tomás de Solís realizó su valoración. El precio de la obra ascendió a la importante cantidad de 10.410 reales de vellón. Para sufragar estos gastos se vendieron joyas de la Virgen y se emplearon muchas de las limosnas del santuario.

Aunque en su sagrario se lee actualmente la inscripción de que «se pintó este retablo año de 1828 siendo capellán don José Flórez de Sierra y Castiello», sabemos que hubo una policromía anterior (la original), de 1700, realizada por el dorador Juan Menéndez Arcillana, vecino del barrio de El Corral, en la villa de Cangas del Narcea, que costó 13.500 reales de vellón; este precio tan elevado era debido al empleo de pan de oro para dorar, que era muy caro. El dorado del retablo, a causa de su elevado precio y la escasez de fondos del santuario, se terminó en 1709.

Los primeros dentistas de Cangas del Narcea

Consulta del dentista Victorino Arias en Cangas del Narcea, hacia 1915

Las personas que aparecen en la fotografía son Victorino Arias Diez y una de sus hijas. Victorino era dentista, fue uno de los primeros dentistas que se estableció en Cangas del Narcea a comienzos del siglo XX; puede que el primero. Hasta entonces los problemas de la boca estaban en manos de sacamuelas, que ejercían sus habilidades en ferias y mercados, y, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, de dentistas ambulantes. En efecto, a villas como Cangas del Narcea venían periódicamente profesionales cuya llegada se avisaba con antelación en los periódicos locales y también se anunciaban con carteles colocados en lugares públicos. Dos ejemplos de esto que decimos son las noticias que publican El Occidente de Asturias y El Eco de Occidente, editados en Cangas del Narcea. El 17 de abril de 1885 aparece en el primer periódico la siguiente información:

Según verán nuestros lectores por el contenido de la siguiente carta, debe llegar a esta en el próximo mes de mayo el acreditado cirujano dentista Sr. D. Martín Mata. Las personas que sufran padecimientos en la dentadura, pueden ponerse confiadamente a su disposición; sus muchas operaciones en esta villa y en otros varios pueblos, son una garantía de su competencia:
 
Sr. D. Menendo Valledor
Astorga, 12 de abril de 1885
 
Muy señor mío:
En todo el próximo mes de mayo tendré el gusto de saludar a usted. en esa villa, en la que y en la inmediata de Tineo pienso detenerme una breve temporada ejerciendo mi profesión. Sin otro objeto esta carta, se despide de usted afmo. amigo s. s. q. b. s. m. Martín Mata

Casi diez años después, el 11 de septiembre de 1894, se anuncia en El Eco de Occidente la presencia en la villa del dentista J. Treviño, de Avilés:

DENTISTA
Ha llegado a esta villa el Sr. J. Treviño, hijo, de Avilés, doctor en cirugía dental, que tan buen nombre ha dejado en esta villa durante la primavera última. Se hospeda, como la otra vez, en la fonda de D. Víctor Llano, y ha dado ya principio a sus trabajos. Como al parecer piensa permanecer aquí poco tiempo, nos apresuramos a ponerlo en conocimiento de nuestros suscriptores.

Anuncio del dentista Victorino Arias, en el semanario El Narcea, Cangas del Narcea, 1912-1913

El dentista Victorino Arias también utilizó la prensa local para anunciar sus servicios. En 1912 y 1913 publica un anuncio en el semanario El Narcea, editado en Cangas del Narcea, en el que enumera los servicios que ofrece y los precios, sobre todo de las extracciones, que debía ser el trabajo más demandado. La fotografía muestra el interior de su consulta: el sillón, el torno de pedal y el armario donde guarda todo lo necesario para componer dentaduras, y para hacer empastes, limpiezas y extracciones. En aquellos años la consulta la tenía en la Cuesta de La Veiga, junto a la iglesia, pero también sabemos que la tuvo en la calle Mayor, frente al antiguo convento de las Dominicas, como puede verse en la fotografía que publicamos con esta noticia. Victorino Arias murió el 27 de enero de 1923, a los 49 años de edad.

Cartel de la consulta del dentista Victorino Arias en la calle Mayor, hacia 1915

Después de Victorino Arias se instalaron en la villa de Cangas del Narcea José Villa Suárez, natural de Cangas del Narcea, que abrió su consulta en 1918, y Victorino López Rodríguez, también nacido en Cangas del Narcea, que estudio en Valladolid y Madrid. Este último establece su consulta en 1932 en la calle Mayor y más tarde en la calle Uría, y, como aquellos dentistas del siglo XIX, también se trasladará periódicamente a Tineo y San Antolín de Ibias. Pasada la guerra civil, a finales de los años cuarenta, se establecen en la villa de Cangas Mario Rodríguez Rodríguez, natural de 9 de Julio (Argentina), hijo de un emigrante de Soto de Luiña (Cudillero), y su mujer Carmen Peña Urmeneta, de Bergara (Guipúzcoa), que habían terminado sus estudios en Madrid en 1943; antes de instalarse en Cangas, Mario Rodríguez había estado en Trevías (Valdés) y desde Cangas también se trasladará algunos días fijos a pasar consulta al concejo de Allande. Todo ellos fueron los primeros dentistas que hubo en Cangas del Narcea.

La «poznera» en Cangas del Narcea

As de bastos en Casares

Cristina Cantero Fernández es una joven licenciada en Geografía e Historia que investiga en el campo de la etnografía y la historia de Asturias. Durante varios años formó parte del equipo de investigadores que constituyó la Junta General del Principado de Asturias para documentar y conocer en profundidad el Derecho Consuetudinario Asturiano. La «poznera» es una de las veinte figuras que aun hoy permanece vigente de este derecho y por ello nos ha parecido conveniente solicitar a Cristina Cantero una noticia sobre esta costumbre. Además, es probable que mucha gente no sepa interpretar el significado de las marcas que aparecen grabadas en los troncos de muchos castaños.

 El derecho de poznera en Cangas del Narcea

por Cristina Cantero Fernández

En el concejo de Cangas del Narcea aun sigue viva la antigua

Nuevos materiales para viejas costumbres: saetas marcadas con aerosol en Adralés

costumbre de la poznera, que fue recogida en las Ordenanzas Generales del Principado de Asturias de 1659 y que, hasta hace poco, estuvo generalizada en toda nuestra comunidad autónoma. 

La poznera es el derecho de los vecinos de un pueblo a plantar árboles en sus montes comunales y aprovecharlos privativamente mientras el árbol esté con vida. En ese tiempo, su dueño puede podarlo, fradarlo, cosecharlo y recoger los frutos, hojas y leñas caídos al suelo, siempre que caigan bajo la copa del árbol, porque si están fuera cualquier vecino puede cogerlos. También puede talar el árbol y usar su madera cuando quiera, pero el tocón que queda semienterrado se considera parte del suelo y ya pasa a ser de propiedad comunal. No obstante, como esta práctica daba lugar a malentendidos y riñas entre los vecinos, se crearon varias soluciones intermedias. Por ejemplo, si el tocón retoña, se entiende que el árbol ha revivido y con él su derecho de poznera; y si nace un árbol junto al tocón, se juzga que, en primer lugar, pertenece al dueño de éste, aunque, si no lo quiere, cualquier vecino puede tomarlo. 

Hoja de helecho en San Pedru Las Montañas

Existen dos medios para tener un árbol en poznera dentro de los montes comunales: trasplantar allí los retoños cultivados en los pevidales o viveros que tienen los vecinos junto a sus huertos, o apropiarse de los retoños que nacen de forma natural en el monte, marcándolos con un signo propio. 

Precisamente, las marcas que los dueños de árboles en poznera graban en su tronco para identificarlos son una de las características más interesantes de esta figura jurídica. Cada casa del pueblo tiene un signo particular, trasmitido de padres a hijos, que adopta un repertorio variado: grupos de rayas solas o combinadas con aspas, una saeta, una cruz; dibujos esquemáticos de elementos cotidianos, como el tres de bastos de la baraja, una espiga, una hoja de helecho, un yugo, una escalera, la cabezada del arado, una media luna, etc.; y, más recientemente, las iniciales del nombre propio o números. Siempre son motivos de trazo muy sencillo para poder grabarlos fácilmente con navaja y no dañar los árboles, porque se marcan cuando son muy jóvenes, apenas plantones, y si el dibujo es complicado

Marcos del pueblo de San Romanu de Bisuyu dibujados por un vecino

se corre el peligro de romperlos o cortarles la savia y matarlos. 

La mayoría de los árboles disfrutados en poznera eran frutales, como castaños, nogales, avellanos, perales o ciruelos. Pero también afectaba a especies maderables como el roble, que antes se vendía para construir edificios o hacer traviesas de ferrocarril, o el abedul y la haya que, debido a la flexibilidad y suavidad de su madera, se utilizaban para fabricar madreñas. Hoy en día casi todos los árboles en poznera de Cangas del Narcea son castaños, sobre todo porque la Asociación de Castañicultores de Asturias, creada en el concejo en 2006, está potenciando su cultivo. Gracias a ella, la poznera tiene una utilidad práctica para los vecinos y, sin duda alguna, esto es lo que asegurará su permanencia en el futuro en Cangas del Narcea.

 

La fuente de El Reguerón cumple cien años, 1909-2009

La fuente del Reguerón en 1910. Fotografía de Eduardo Méndez-Villamil

La villa de Cangas del Narcea nunca tuvo muchas ni buenas fuentes. Hasta que se hizo la traída de aguas, la única fuente en el centro de la villa era la de la calle de La Fuente. Las otras estaban en las afueras, como la fuente del Cascarín y otras. Pero además, el agua de aquella fuente pública nunca gozó de buena fama.

Para paliar esta carencia de fuentes, muchas casas de Cangas tenían un pozo de agua. Por todo esto, no es extraño que la fuente de El Reguerón, que da agua abundante y de calidad durante todo el año, causase impresión y muy buenos servicios a varias generaciones de cangueses. La fuente era muy antigua y muy apreciada. En el periódico El Narcea, de 31 de enero de 1913, se da la noticia de la preocupación que estaba motivando la disminución de caudal de esta fuente y en ella se dice: Todos sabemos los inapreciables servicios que al vecindario de Cangas le presta desde tiempo inmemorial la fuente del Reguerón. En la última epidemia tífica que hemos padecido, clausuradas fuentes y pozos de la villa, el agua de ese manantial –que es la más sana de todo este contorno- salvó tal vez la vida a muchas personas, contribuyendo a que la epidemia nos abandonase.

La fuente está en la actualidad rodeada de construcciones y su protagonismo en El Reguerón ha quedado muy reducido. Pero cuando se construyó en 1909 era una obra de empaque, casi lujosa, y muy útil para los vecinos de Cangas, para las personas que hacían el paseo de Cangas a Corias y para los viajeros que transitaban por esta carretera de La Espina-Ponferrada. Esta fuente acaba de cumplir cien años y el Tous pa Tous quiere celebrarlo.

Para celebrar su aniversario vamos a reproducir un artículo que le dedicó en 1950 Carlos Graña Valdés y que se publicó en el diario La Nueva España. El autor, a la vez que manifiesta su querencia por esta fuente y solicita su reparación, nos ofrece datos sobre quién la construyó, que materiales se emplearon y que significó en su época. Asimismo, en homenaje a la fuente del Reguerón, acompañamos esta noticia con un par de fotografías realizadas por Modesto Morodo y Eduardo Méndez-Villamil poco después de su construcción en 1909.

¡Felicidades y larga vida a la fuente de El Reguerón!


Fuente del Reguerón, hacia 1912. Fotografía de Modesto Morodo

LA FUENTE DEL REGUERÓN

por Carlos Graña Valdés

Por el año 1909 desempeñaba el cargo de sobrestante [capataz] de Obras Públicas en esta zona don Carlos Fernández, quien demostró claramente, en cuantas ocasiones se le presentó oportunidad de demostrarlo, sentir cariño hacia nuestro municipio, laborando gustoso en beneficio de su capital y de cualquiera de sus numerosos pueblos.

Entre las obras que durante el largo periodo de su gestión se realizaron en el concejo por el Estado figura la fuente del Reguerón, punto medio del bello paseo, de dos kilómetros de buena carretera, extendido entre Cangas y Corias.

Dicha fuente, con doble caño, de un líquido potable abundantisimo durante las cuatro estaciones, se construyó con el hermoso mármol de las canteras vírgenes de Rengos, en este término municipal; y para adorno y embellecimiento de la misma, se le colocó por delante una amplia acera y se le adicionaron por su derecha y su izquierda, formando semicírculo, cómodos asientos.

La obra se realizó en perfectas condiciones de solidez, como bien lo demuestra su larga duración en buen estado; pero la acción del tiempo, que todo lo destruye, y la falta de reparaciones, produjeron desgaste y la descomposición del cemento, presentando actualmente la acera y los asientos un aspecto lamentable.

¿Podrá la jefatura de Obras Públicas de la provincia reparar debidamente la fuente del Reguerón, sita en la carretera La Espina a Ponferrada, en su kilómetro 39, lugar de mucho transito, en un lugar esplendido?

Nosotros, y con nosotros la totalidad de los cangueses, quedaríamos sumamente agradecidos a la jefatura, si ordenase, por creerlo justo, ejecutar los trabajos necesarios para que la fuente del Reguerón vuelva a presentar a la mirada de las gentes la gala que ofreció durante más de seis lustros.

La Nueva España, 6 de octubre de 1950

Listado de electores de 1858

Lista de los electores del Distrito de Cangas del Narcea (Allande, Cangas y Tineo) para las elecciones a diputados a Cortes en 1858. En España, en aquel tiempo, solo votaba una minoría de hombres en función de su clase social y de los impuestos que pagaban, era el conocido como sufragio censitario masculino. El resto de la población quedaba apartado de la política. El sufragio universal todavía tardaría muchos años en llegar a España.

Este listado constituye un buen ejemplo del sufragio censitario del liberalismo del S. XIX y también de la continuidad de los apellidos en las casas del suroccidente.

Descargar: icon  Listado de electores de 1858

El juego de los bolos

Armando los bolos en la l.labana, Riegla de Cibea, mayo de 1953

En otros tiempos, el juego de los bolos era el deporte y entretenimiento por excelencia de muchos cangueses. En las últimas décadas había decaído bastante, pero en estos últimos años ha vuelto a recuperarse y otra vez las boleras vuelven a tener mucha vida. El juego de bolos es una actividad muy sociable, que sirve para unir a diferentes generaciones en torno a la bolera, y para estrechar lazos con pueblos y concejos vecinos. La labor de recuperación ha sido el resultado de unas cuantas personas que en 1999 fundaron en el concejo de Cangas del Narcea la “Asociación Bolo Vaqueiro”, en la que actualmente se agrupan 22 peñas y 368 socios.

Tirando la bola en Riegla de Cibea, mayo de 1953

La mayoría de las peñas son de nuestro concejo, pero también hay de Degaña, Caboalles de Arriba y Villablino. Entre las actividades de esta asociación destacan las competiciones que organiza y la difusión que lleva a cabo entre los más jóvenes.

Las fotografías antiguas sobre este juego en Cangas del Narcea son escasas. Nosotros conocemos muy pocas. Hoy presentamos en la web del «Tous pa Tous» tres imágenes tomadas en la bolera de la Riegla de Cibea por José Ramón Lueje Sánchez (1903-1981), conocido montañero asturiano, muy aficionado a la fotografía, que en sus excursiones fotografió muchos momentos de la vida cotidiana del mundo rural asturiano.

Tirando la bola en Riegla de Cibea, mayo de 1953

Las tres fotografías fueron realizadas en mayo de 1953 y en ellas se ven a varios vecinos de Cibea armando 22 bolos en la “l.labana” y tirando las bolas. A Lueje, que era natural de Infiesto y vivía en Gijón, debió de llamarle mucho la atención nuestro juego de bolos y, sobre todo, el movimiento del tirador cuando lanza la bola. Las imágenes también sirven para ver como viejos, mozos y nenos convivían en la bolera.