El retablo mayor de la iglesia de Linares del Acebo, 1601

El actual retablo mayor de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Linares del Acebo fue en su día el primitivo retablo del santuario de Nuestra Señora de El Acebo, lugar de gran devoción entre los habitantes del occidente de Asturias, y del que se empieza a tener constancia a partir de 1613 en la obra Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, escrita por el padre Luis Alfonso de Carballo y publicada, tras su muerte, en 1695.

El viejo retablo de El Acebo (hoy en Linares) fue realizado en 1601 por el pintor ovetense Juan Menéndez del Valle, siendo uno de los mejores ejemplos del estilo manierista (entre el renacimiento y el barroco) que existe en Asturias. En efecto, el 5 de octubre de ese año se otorga una licencia para que los mayordomos y administradores del santuario de El Acebo paguen al maestro 4.000 reales para el cumplimiento de la obra que hace y pinta en dicho santuario. El retablo se estructura en un banco, un cuerpo subdividido en dos pisos y tres calles, y un ático. En él figuran las siguientes imágenes: los relieves de San Francisco, la Crucifixión y San Antonio de Padua, y las imágenes de San Juan Evangelista, La Magdalena (titular de la parroquia de Linares) y San Blas.

Este retablo tuvo una vida muy corta dentro del santuario, ya que debido al culto y a la importancia que adquiere El Acebo pronto se decide sustituirlo por otro más monumental. Para la realización del nuevo retablo, los mayordomos y administradores del santuario recurrieron a los maestros conocedores del estilo barroco que se implanta en Cangas del Narcea tras la construcción del retablo mayor del monasterio benedictino de Corias, realizado en 1677 por Francisco González y Pedro del Valle, vecinos de Villafranca del Bierzo.

Es fray Alberto Colunga, en su Historia del santuario de Ntra. Sra. del Acebo, publicada en 1909, el primero que aporta la noticia de la venta del primitivo retablo del santuario de El Acebo a la parroquia de Linares. El padre Colunga indica que fue vendido en 1691 por 550 reales, aunque la intención de venderlo se remonta al año anterior. En efecto, el 4 de diciembre de 1690 se otorga licencia para poder vender la madera del retablo viejo, con el fin de sacar dinero para pagar a los maestros que estaban realizando el nuevo retablo, por haber disminuido las limosnas que los devotos daban al santuario.

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