Publicación de noticias históricas relacionadas con la historia, el arte, la literatura, etc. de Cangas del Narcea.

El libro del centenario de la llegada de los dominicos a Corias, 1860 – 1960

Cubierta de la iglesia del monasterio de Corias donde se ve la vieja linterna de madera, que será sustituida en 1960.

El próximo sábado, día 13 de noviembre de 2010, por la tarde, se va a celebrar el 150 aniversario de la llegada de los dominicos al monasterio de San Juan Bautista de Corias. Será una conmemoración sencilla que consistirá en una misa en Corias, unas conferencias en el Teatro Toreno y una cena. Hace cincuenta años, en 1960, también se celebró el primer centenario de la venida de los dominicos a Corias.

Comida de alumnos del Instituto Laboral de Corias durante una excursión, hacia 1962.

Fue una fiesta más celebrada que la que vamos a llevar a cabo este año, pues duró varios días y en ella participaron muchos dominicos, autoridades regionales y nacionales (en esos años visitó el convento Carmen Polo, la mujer del Jefe del Estado) y cientos de alumnos que en aquel tiempo estudiaban allí. Con ese motivo se publicó en 1961 un interesante libro, que lleva el título de Corias Centenario, 1860-1960, que a partir de ahora podrá consultarse en nuestra Biblioteca Digital. En esta publicación se recoge mucha información sobre la historia de los dominicos en Corias y también sobre sus antecesores: los monjes benedictinos.

Estudiantes y dominicos del convento de Corias, en Corias (Cangas del Narcea), 1943.

Vamos a comentar brevemente algunos de los contenidos del libro. En él puede leerse (páginas 52 a 55) un relato con todos los pormenores sobre la llegada de los dominicos a Corias en 1860, escrito por Fr. José María Larroca,

Obreros en los trabajos de reconstrucción de la cúpula de la iglesia del monasterio de Corias, 1960.

que fue uno de los primeros en ocupar el monasterio en aquel año, y un relato (páginas 41 a 49) de los actos conmemorativos del 50 aniversario que se celebraron en 1910, escrito por Fr. Antonio Martínez, en el que se glosa la vida de los siete frailes dominicos que fundaron en 1860 el convento de Corias, encabezados por Fr. Antonio Orge (1811-1867) y el citado padre Larroca (1813-1891), que fue el primer rector y que llegaría a ser General de la Orden en Roma. Otro artículo muy interesante del libro es el que escribe Fr. Alberto Colunga (1879-1962), dominico natural de Noreña que hizo el noviciado en Corias entre 1895 y 1900 y que era una autoridad en la Orden, que narra la vida del convento en sus años de estudio. Ocupa las páginas 101 a 108.

Vista del monasterio de Corias con la nueva linterna situada sobre la cúpula, 1960.

Alumnos del Instituto Laboral de los Dominicos de Corias comiendo durante una excursión, hacia 1960.

El convento de Corias es muy importante para la Orden Dominica, porque fue el primero que se fundó en España después de la exclaustración de 1835. En los primeros años, salieron de Corias algunos religiosos para Filipinas y otros para fundar el convento de Padrón (La Coruña) en 1877 y el de Caldas de Besaya (Cantabria) en 1897. Y estos tres conventos fueron la base para la Restauración de la Provincia Dominicana de España.

En el libro hay, asimismo,

Claustro nevado del convento de Corias hacia 1960.

una relación de los abades benedictinos

Cuatro dominicos del convento de Corias, hacia 1960.

del monasterio de Corias, desde el siglo XI a 1835, con una enumeración de fechas y acontecimientos memorables, y también de los rectores dominicos, de 1860 a 1960.

Por último, el libro se completa con el relato pormenorizado de todos los actos que se llevaron a cabo en noviembre de 1960 para celebrar el siglo de la presencia dominica en Corias. El alma de esta fiesta fue Fr. Jesús Martín Sánchez, rector en aquellas fechas del convento. Los actos duraron cuatro días, del 11 al 14 de noviembre, y su relato está entre las páginas 87 y 99.

Dominicos de Corias en el claustro del convento, delante de la araucaria, hacia 1962.

Fray Jesús Martín, rector de Corias (primero por la derecha), guía la visita de Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado, y su comitiva al convento de Corias, hacia 1960.

En 1960 el convento era Instituto Laboral desde hacia tres años. En 1957, la Escuela Apostólica, donde estudiaban el noviciado los dominicos, se trasladó a la Virgen del Camino de León. El Instituto, según se lee en el texto, respondía a “un nuevo apostolado exigido por una viva necesidad: elevar el nivel de toda la región, sobre todo de las clases humildes”. Desde esta fecha y hasta su cierre en 1981 el número de niños y jóvenes que pasaron por aquí fue enorme. Con este cambio de uso, el edificio tuvo que someterse a una reforma arquitectónica en los años 1959 y 1960, que dirigió el arquitecto José Gómez del Collado (Cangas del Narcea, 1910-1995).

Actuación musical de alumnos de Corias en el salón de actos del colegio, curso 1959-60.

La reforma incluyó edificaciones nuevas (como la ampliación del comedor) y la restauración de la iglesia, cuya cúpula se desmontó y reconstruyó íntegramente, añadiéndole una linterna nueva. En el libro se publican numerosas fotografías de todos estos trabajos. Al mismo Gómez del Collado se debió “la iniciativa y la realización” del libro que comentamos.

icon Corias Centenario, 1860-1960 (23.51 MB)

Dominicos Provincia de España – 150 años de la Restauración de la Provincia en Corias

Los días 13 y 14 de noviembre de 2010 los Dominicos de la Provincia de España celebraron los 150 años de la Restauración de la Provincia en Corias

Novicio del convento de los RR. PP. Dominicos de Corias con dos familiares, hacia 1920

En el siglo XIX se produce la máxima postración de la orden de Santo Domingo en España. La invasión francesa de 1808 supuso el saqueo, destrucción, robo de los conventos y expulsión y martirio de muchos de sus frailes. A pesar de la derrota napoleónica, la restauración de esta congregación religiosa no pudo ser completa. El trienio liberal de 1820 – 1823, con el proyecto de disolución de las órdenes religiosas, fue un obstáculo más. La política liberal antieclesiástica llegó a su punto culminante en los años 1835 – 1837 con la supresión de las comunidades religiosas y la incautación de sus bienes. Sólo quedó de los dominicos el convento de Ocaña como noviciado para las provincias ultramarinas.

La orden de Santo Domingo recibió del Estado en 1860 el monasterio de San Juan Bautista de Corias, que había pertenecido hasta la desamortización a los benedictinos. La razón ante el gobierno fue la necesidad de un colegio más para la formación de misioneros para Asia. La llegada de la orden a Corias fue el principio de la Restauración de la Provincia Dominicana de España. El padre Antonio Orge, Comisario Apostólico de los Dominicos en España, convocó a dominicos  exclaustrados que deseaban reanudar su vida religiosa y el 11 de noviembre de 1860 comenzó oficalmente a funcionar el convento y a recibir novicios que serían el futuro de la Provincia.

 
Sábado, 13 de noviembre de 2010
 
17:30 h.
Eucarístia
Iglesia de San Juan Bautista, en Corias
Preside: Fr. Javier Carballo, Prior Provincial.
 
19:00 h.
Acto Cultural
Teatro Toreno, en Cangas del Narcea 
 
Conferencia
Fr. Lázaro Sastre, O.P.
La Restauración de la Provincia en Corias
 
Testimonio
Fr. Jesús Martín, O.P.
La labor educativa dominicana en Corias

Domingo, 14 de noviembre de 2010

13:00 h.
Eucarístia
Iglesia de Santo Domingo, en Oviedo
Preside: Excmo. y Rvdmo. D. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo.

Breve semblanza de Enrique Cañal Gómez (1867-1936)

Beato P. Enrique Cañal Gómez

Mártir de la persecución religiosa en España entre 1934 y 1937. Beatificado junto con otros 497 mártires el 28 de octubre de 2007 en Roma.

Nacido en Corias, Cangas del Narcea (Asturias) el 20 de marzo de 1869, bautizado el 21; se relacionó desde niño con el convento dominicano de su pueblo natal, en cuya escuela apostólica ingresó; profesó el 30 de septiembre de 1885 y continuó el estudio de la filosofía; en 1889 pasó a cursar en Las Caldas de Besaya, y allí lo ordenó sacerdote el Siervo de Dios José Cueto, O.P. en 1891. En 1896 pasó a Santillana del Mar como capellán de las monjas dominicas hasta 1909, si bien en 1905 volvió a residir en Las Caldas de Besaya, donde fue director de la escuela apostólica y subprior, haciendo las veces de prior durante el año 1906; en opinión de cuantos le trataron era un verdadero santo; en 1909 lo destinaron al colegio de Segovia y fue también capellán de las monjas dominicas, profesor y presidente de la comunidad, desde octubre de 1910. En 1911 lo enviaron a San Pablo de Valladolid, donde tuvo los cargos de subprior y maestro de hermanos cooperadores, así como confesor ordinario de las dominicas del convento de Porta Coeli; no le faltaron sufrimientos en el desempeño de esta última misión, pero salió, al fin, prestigiado al comprobarse su inocencia. Trasladado al convento del Olivar, Madrid, donde realizó una labor extraordinaria desde 1915 a 1928, en que fue enviado a Las Caldas de Besaya como director espiritual de la escuela apostólica; en este último convento, como director de la mencionada escuela, maestro de hermanos cooperadores y como fraile fue el gran modelo para todos y en todo.

Iniciada ya la persecución religiosa dirigió los ejercicios espirituales a la comunidad. Fue apresado con sus

Corias, calle Padre Dominico Enrique Cañal Gómez.

hermanos religiosos en la tarde del 22 de diciembre de 1936 y con ellos estuvo unas horas en la checa Neila de Santander, mostrándose como amparo y tutor de los más jóvenes. Con sus hermanos de comunidad fue arrojado al mar, con los brazos fuertemente atados al cuerpo y un peso voluminoso adherido, en la bahía de Santander en la noche del 22 al 23 de diciembre de 1936.

A iniciativa de los vecinos de Corias, quienes reunieron firmas populares para trasladar al Ayuntamiento su petición, el Pleno Municipal de Cangas del Narcea aprobó por unanimidad cambiar el nombre de la calle donde nació este Padre Dominico beatificado hace ahora 3 años por el Papa Benedicto XVI. La Calle de Abajo, situada en el Barrio Palomar de Abajo, pasa a llamarse Calle Padre Dominico Enrique Cañal Gómez.

La vendimia y los placeres de la bodega en Cangas del Narcea

Viña La Blanca, encima de la finca del convento de las monjas dominicas de Cangas del Narcea.

Posiblemente las labores más señaladas del año en los pueblos del concejo de Cangas del Narcea y de su entorno, han sido siempre la matanza y la recogida del la uva (la vendimia). Estas labores van precedidas de una gran organización de medios, tanto físicos como humanos. Socialmente son motivo para invitar a familiares y amigos a participar en las mismas, y esto crea un ambiente en el que se mezclan el duro trabajo y el convite, poniendo en la mesa los mejores platos que representan a la zona. Tras el convite, viene la sobremesa en la que se cuentan historias, se juega a las cartas y se alarga la noche con ambiente de fiesta.

Este artículo pretende describir de forma amena como era la vendimia antiguamente, cuando aún se traía la uva de la viña a la bodega dentro de las bocineras, recipientes de madera que se ponían encima de los carros del país tirados por una pareja de vacas. También me trasladaré un poco más atrás en el tiempo para comentar, de la mano de Manuel Cachón Álvarez, como se desarrollaba la industria del vino en décadas pasadas. Para finalizar, describiré de forma muy somera una vendimia actual, como es la del  bodeguero Antonio Álvarez  más conocido como Antón Chicote.

Antiguamente se diferenciaban dos tipos de vendimias y producciones de vino: una, la que se llevaba a cabo por productores particulares para consumo propio y otra, la que hacían algunas bodegas de la zona, más o menos industrializadas, que elaboraban vino para vender al público.

Bodega del Narcea; a su derecha se observa la antigua caseta para guardar las herramientas de la viña San Andrés de La Reguerala, en Las Barzaniellas.

Empezaré por la vendimia industrializada y para ello utilizo los datos que me proporciona Manuel Cachón Álvarez de 85 años de edad. Este hombre trabajó durante muchos años para  la bodega conocida popularmente como  “La Reguerala”. Trabajó en las viñas, en la elaboración del vino y en su expedición en la bodega, por lo tanto conoce datos interesantes y curiosos que describo a continuación. Manuel me traslada al año 1948 y me dice que en aquella época la bodega  mencionada disponía de cuatro viñas con una superficie bastante importante en la zona. La primera viña se denominaba  “La Blanca” y estaba en la villa de Cangas, encima del Convento de las monjas, ocupando casi toda la ladera hasta cerca de la actual carretera que sube a El Acebo;  la segunda viña estaba en La Himera, debajo del actual Hospital de Cangas;  la tercera viña, denominada de “San Andrés”, estaba en Las Barzaniellas contigua a la actual Bodega del Narcea y la cuarta estaba en Tebongo, donde hoy están instalados los bomberos.

Preparados para vendimiar, se pueden ver las bocineras y las maniegas encima del carro (Foto Museo del Vino de Cangas).

Para vendimiar estas viñas  se empleaban 35 mujeres y 16 hombres, a los que había que sumar seis personas más para recibir  la uva en la bodega. Se tardaban cinco días en recoger toda la uva. Solo la viña  “La Blanca” necesitaba dos días de vendimia, trabajando desde la mañana hasta la noche; me dice Manuel que un jornalero casi necesitaba el día entero para vendimiar una hilera, de lo larga que era.

El jornal por persona y día era de 18 de las antiguas pesetas (10 céntimos de euro actuales). Cada vendimiador  llevaba su comida y, como dato curioso, no tenían derecho  a vino para comer; otras bodegas de la zona si invitaban a vino a sus jornaleros. Sobra añadir que, después de finalizar la vendimia, no había ningún convite o fiesta para celebrar.

La bodega principal de La Reguerala estaba en la villa de Cangas. Los carros con la uva accedían a ella por el actual parque de La Reguerala. La bodega también tenía dos puertas de acceso por la calle Mayor para recibir a los clientes. En ella había siete tinas o recipientes de madera donde  fermentaba el vino, que tenían las siguientes capacidades: una de  15.000 litros; otra de 10.000 litros; otra de 11.000 litros; otra de 4.000 litros y tres de 3.000 litros.

Cuando le pregunto a Manuel donde se vendía el vino, me dice que todo se consumía  en Cangas  y zonas limítrofes. Los clientes habituales eran de Pola de Allande, que llevaban en los meses de verano una camioneta a la semana. No es capaz de precisar la cantidad de litros, pero me dice que como había muchos emigrantes americanos de vacaciones en la zona, se creaba un gran ambiente y había mucho consumo. Otros clientes habituales eran los pueblos altos de Cangas, que por estar a cotas donde la viña no produce tenían que comprar el vino para el consumo de todo el año. Por  último,  los mayores consumidores del vino eran los bares de Cangas y contornos. Como dato curioso, que demuestra la cantidad de vino que se consumía, me dice  Manuel que recuerda vender 400 litros por semana para muchos bares de  la zona. Este dato llama la atención, pero hay que pensar que en aquella época el vino era la bebida principal de los bares, por supuesto todavía nadie sabía lo que era un cubalibre,  más bien esto último sonaría a propaganda revolucionaria.

El otro tipo de vendimia era el que hacían los productores particulares que mimaban  la viña durante todo el año para competir con los demás vecinos, a ver quien producía el mejor vino. Trabajaban pequeñas parcelas para conseguir un vino propio de la casa. Este vino los identificaba, era importante tener viña, bodega y vino propio pues esto era sinónimo de casa pudiente. Cualquier visita o evento que se producía en la casa  iba siempre acompañado de una degustación en la bodega para poder probar el vino.

Depósitos modernos de fermentación que sustituyen a las antiguas tinas de madera.

Los pueblos donde se localizaban estos viñedos particulares eran Las Mestas, Villategil, Carballo, Llano, Santa Marina, Obanca, Limes, Villarin, Llamas de Ambasaguas, Corias, Tebongo, etcétera, todos pueblos bajos donde la vid  permite su cultivo; algunos vecinos de pueblos altos también tenían viñas en los alrededores de Cangas.

La viña llevaba un gran esfuerzo de trabajo durante todo el año: cavar, recebar, arreglar los alambres, podar, sulfatar, azufrar… Después de tanto esfuerzo, entre las últimas semanas de septiembre y mitad de octubre, se procedía a recoger el fruto: el día de la vendimia. Este día se escogía de forma estratégica: era importante que no lloviera, que la uva estuviera en su punto de maduración,  y además se procuraba escoger un día no laborable para que familiares y amigos pudieran participar.

Días anteriores se preparaba la tina, que  era un recipiente cilíndrico de madera de grandes dimensiones,  donde se echaba toda la uva pisada para fermentar; también se preparaban las bocineras, que  eran recipientes de madera cilíndricos abiertos por su parte superior, que se transportaban encima de los carros para llevar la uva desde la viña hasta la bodega, y se seleccionaban las maniegas o cestos que servían para transportar al hombro las uvas desde la viña hasta las bocineras. Finalmente, se preparaban el día antes de la vendimia los típicos embutidos a los que estamos acostumbrados en Cangas y que son de una excelente calidad, para la comida en la viña; esto lo saben bien los que han visitado alguna vez el pueblo de Santulaya y su Chacinera. Se escogía comida que fuera fácil de transportar y de servir: chosco cocido, chorizos, jamón, cecina, lacón cocido, cordero, frixuelos, arroz con leche, etcétera.

Vendimiando en Cangas del Narcea y acarreo de la uva con maniegas.

El día de la vendimia se madrugaba, se tomaba un café rápido y se empezaba a vendimiar; unos cortando los racimos y otros transportándolos hacia las bocineras. A las once de la mañana se procedía a almorzar  y después se seguía vendimiando. Si había poca uva y se acababa para la hora de comer, se trasladaba la uva a casa y se comía en casa; si, por el contrario, no se acababa de vendimiar para esa hora, se comía en la viña y se seguía vendimiando por la tarde hasta finalizar. Se trasladaban las bocineras llenas de uva hasta la bodega, aquí los hombres se descalzaban y empezaban a pisar la uva. Actualmente este proceso se hace con máquinas más especializadas, pero entonces era así. Hay una pregunta que siempre me hice, nunca vi a nadie lavar los pies para entrar a pisar la uva y cuando acababan de pisarla, los pies estaban limpios y brillantes, por lo tanto si se sigue manteniendo el principio físico que indica que la materia ni se crea, ni se destruye, sólo se transforma, debemos decir que esta materia que acompañaba  los pies descalzos antes de pisar la uva, se transformaba en vino; también es posible que este detalle le diera un toque especial al producto final.

Día de vendimia en la viña de Antón Chicote, en Limés, Cangas del Narcea.

Se finalizaba la vendimia introduciendo en la bodega la uva exprimida; el mosto, la piel y el raspón, todo mezclado, se metía en la tina y se dejaba fermentar. Este raspón le daba al vino una acidez característica de esta zona; actualmente, solo se mete a fermentar el mosto y la piel de la uva, obteniendo un vino con una acidez más controlada.

Para finalizar, todos los participantes de la vendimia disfrutaban de una cena suculenta, que se alargaba durante la noche con gran tertulia y ambiente de fiesta.

En los días posteriores el vino empezaba a fermentar, este proceso requería de dos semanas a un mes. Cuando el proceso de fermentación se acababa, se pasaba a hacer el primer trasiego, que consistía en sacar el vino de la tina principal  y trasladarlo a otros recipientes de menor tamaño, como barricas. Este proceso era delicado, se tenía en cuenta el ciclo de la luna para que fuera menguante, y también se buscaba que este momento coincidiera con días fríos.

Probando el vino con Antón Chicote

Unos días antes de este primer trasiego, se creaba otro momento de reunión en las bodegas con la prueba del vino, que se realizaba directamente de la tina para saber si estaba preparado para sacarlo. Se hacía un agujero en el tercio inferior de la tina para extraer el vino y probarlo. Este gesto, una vez más, permitía invitar a algún amigo y a todo aquel que pasara por delante de la bodega para que nos acompañara en la prueba o espita del vino nuevo. Al salir el vino de la tina y caer al recipiente de madera denominado cacho, generaba una espuma y un olor característico que invitaba a hacer algún exceso, sobre todo si esto lo acompañábamos de pan y cecina.

Antiguo lagar de Santiso para prensar el magayo (Museo del Vino de Cangas)

Si la prueba era positiva, se pasaba a hacer el primer trasiego, que, como ya dije, consiste en sacar el vino hacia otros recipientes. A continuación,  se prensaba la parte sólida que quedaba en la tina, el  magayo, para extraer el vino residual que contiene. Este proceso se hacía en mi caso, en el pueblo de Santa Eulalia/Santolaya, en un chagar que compartíamos todos los vecinos y que consistía básicamente en una gran viga que apretaba el magazo, haciendo la misma función que las prensas mecánicas actuales.

Con este primer trasiego ya se tenía el vino para beber durante todo el año. La cantidad que se bebía dependía de muchas variables: gente que estuviera en casa, jornaleros que ayudaban en las labores agrícolas y ¿cómo no? el nivel de bebedores que había en cada casa. Como dato curioso, muchas veces escuché a la gente mayor comentar sobre un vecino de la zona, de cuyo nombre no voy a acordarme, que por lo visto le gustaba tanto el vino, que para beber metía la cabeza directamente en la barrica y añadían  que se veía claramente como

Disfrutando del vino blanco y tinto (Fiesta de la Vendimia 2010, Cangas).

se formaba un gran remolino de vino  alrededor de su boca; evidentemente esto es una exageración de los hechos, pero seguramente que  daba buena cuenta del preciado líquido cada vez que se acercaba a la bodega. Salvaba la situación que aquel vino  no solía pasar de nueve grados y permitía beber algunos vasos de más sin tener que lamentarlo. La media de consumo que había en las casas se puede estimar en  1,5 litros para comer y 1,5 litros para cenar, esta cantidad, por 365 días que tiene el año, nos da un consumo anual por casa de 1.095 litros y este dato posiblemente quede corto.

Casa, bodega y viña de Antón Chicote en Limés, Cangas del Narcea.

Acercándose a los meses de diciembre y enero se procedía a hacer varios trasiegos entre barricas para limpiar las borras, que son los sólidos que el vino ha depositado en el fondo de los recipientes. Estas operaciones ya se acompañaban en las bodegas de la  matanza, chorizos o longanizas nuevas, permitiendo disfrutar  una vez más de la compañía de buenos amigos y el placer de saborear los productos de la matanza y el vino nuevo del año.

Hay que imaginarse qué potencial de tertulia y de placer se conseguía en las bodegas, y, claro, también algún que otro traspié al salir por la puerta de las mismas. Más de uno tuvo que agarrarse seriamente a la puerta de la bodega para no dar una imagen equivocada del estado en que se encontraba.

Escribiendo este artículo, me voy dando cuenta que el vino de Cangas generaba y genera una labor social sin precedentes: siempre acompaña en los buenos momentos;  además  afianza grandes amistades y si se bebe con moderación permite crear un clima de lucidez en la palabra, provocando brillantes tertulias. Evidentemente, si se bebe con exceso también puede pasarse con él a la oscuridad más absoluta.

Amigos, vecinos y familiares que participan en la vendimia de Antón Chicote.

Como se puede ver, con cuatro elementos fundamentales de placer, como son buenos amigos, una agradable tertulia, buen vino de Cangas y manjares de la zona, se puede disfrutar indeciblemente. Uno se da cuenta que para crear una situación placentera en la vida no hace falta estar rodeado de cosas muy complicadas ni excesivamente caras. Cuatro pequeños detalles, que muchas veces los tenemos muy cerca de nosotros, son suficientes para crear un ambiente extraordinario.

La merecida comida después de vendimiar, ofrecida por Antón Chicote.

Estando en una de estas reuniones de bodega, recuerdo un comentario de un buen amigo que en un momento de lucidez y extremada sensibilidad  decía no envidiar nada a Julio Iglesias y todas las propiedades que tiene en Miami; añadía este amigo que si Julio supiera  de los  placeres que tenemos en Cangas, seguro que compraba una casa por la zona para veranear.

Actualmente sigue habiendo productores que mantienen sus pequeñas parcelas de viña y hacen un excelente vino para consumo propio, pero en estos últimos años han aparecido otras bodegas que forman la I.G.P. de Cangas del Narcea. Una de estas bodegas es propiedad de Antonio Álvarez Álvarez,  más conocido en la zona por Antón del Chicote, nombre que le viene por regentar y dar de beber  durante décadas en el bar denominado el  Chicote, de su propiedad.

Gaita, acordeón y peculiar instrumento de percusión para amenizar la velada en la bodega de Antón Chicote.

Antón  es propietario de la bodega ANTÓN CHICOTE, situada frente al pueblo de Villarín de Limés. Esta bodega está rodeada de un extenso y cuidado viñedo del que Antón saca un excelente vino que vende con los nombres de “Penderuyos Selección” y “Viña Galiana”.  Para conseguir estas calidades Antón se ha modernizado siguiendo un sistema controlado y metódicamente estudiado que le permite hacer un vino de Cangas incomparable, pero además ha sabido unir a este proceso, más frío e industrializado, la parte humana y cultural que la vendimia  poseía antiguamente.

Baile de final de vendimia.

Antón prepara la vendimia de sus viñas de la misma forma que se hacía ancestralmente, se acompaña de una multitud de amigos y familiares que le ayudan a vendimiar la uva y la introducen en la bodega a fermentar. Una vez finalizados todos los trabajos, Antón ofrece a todos los participantes un impresionante convite que dura hasta altas horas de la noche, donde no faltan los licores y la fiesta, y acompaña el evento con buenos músicos para que los invitados bailen hasta donde les permitan las fuerzas. Es un placer ver a Antón con la diplomacia y el buen humor que siempre le caracteriza, dedicarse a sus invitados y concluir un día de vendimia con la alegría que se hacía antiguamente.

Fiesta de la Vendimia 2010, Cangas del Narcea.

Las demás bodegas, Obanca, La Muriella, Bodegas del Narcea y Monasterio de Corias, de alguna forma también en sus vendimias participan de un día de encuentro con amigos y allegados. Por último, para los que no pueden participar directamente de la recogida de la uva en la viña, siempre les queda la Fiesta de  la Vendimia que acertadamente se hace por las calles  de Cangas del Narcea.

“Asturias vinícola. Breves apuntes sobre el vino de Cangas de Tineo” (1879), por Nicolás Suárez Cantón, un artículo imprescindible sobre el vino de Cangas.

Retrato de Nicolás Suarez Cantón (1815-1878), pintado por José Robles en Cangas del Narcea en agosto de 1867.

En mayo de 1879, en los números 14 y 15 de la Revista de Asturias, que se editaba en Oviedo, apareció un articulo titulado “Asturias vinícola. Breves apuntes sobre el vino de Cangas de Tineo”, firmado por Nicolás Suárez Cantón, que había muerto unos meses antes, el 4 de noviembre de 1878, a la edad de 63 años; por esta razón su artículo va precedido de una semblanza biográfica escrita por Fermín Canella Secades (1849-1924).

Este artículo es uno de los mejores textos que se ha escrito nunca sobre nuestro vino, y su lectura es imprescindible para todas las personas que hoy están relacionadas con el mundo del vino de Cangas. Gracias a él podrán conocerse de primera mano los pasos que Nicolás Suárez Cantón llevó a cabo, desde 1870 hasta su fallecimiento, para mejorar y comercializar el vino de Cangas.

Vendimiadores, carro del país con bocineras, maniegas y cestas preparados para una vendimia, en L.lumés / Limés, Cangas del Narcea, hacia 1900.

Suárez Cantón estaba convencido de que nuestro vino podía ser “muy apreciable” si se confeccionaba “debidamente y con algún esmero e inteligencia”. En este artículo menciona las características del vino de Cangas, enumera las clases de uva y sus cualidades (y recordemos que está escrito antes de que la filoxera acabase con la mayor parte de las viñas locales), describe el modo de producción del vino por parte de los campesinos y los defectos de este método, y cuenta detalladamente todas las innovaciones técnicas que él introdujo para mejorar el cultivo de la vid y la elaboración del vino, con el fin de obtener un producto de calidad que pudiese venderse lejos de Cangas.

Suárez Cantón obtuvo en poco tiempo un vino que se “conservaba un año y otro sin deterioro”, y “que las personas inteligentes lo buscaban con preferencia para fuera de esta villa”. Él fue uno de los primeros vinicultores que embotelló y etiquetó el vino de Cangas (en esto es probable que haya sido el primero), y que lo presentó en exposiciones de agricultura, donde fue reconocido su mérito: en la Exposición Nacional de Madrid de 1873 consiguió una mención honorífica y en la Exposición Provincial Asturiana, que se celebró en Oviedo en 1875, recibió un diploma de primera clase “por sus facultades tónicas y su excelente gusto”. Fueron los primeros premios que obtuvo el vino de Cangas en su historia. Por desgracia, todo el esfuerzo de Suárez Cantón se vio truncado enseguida con su muerte en 1878.

Nicolás Suárez Cantón había nacido en 1815. Comenzó su carrera en la administración pública en Oviedo con 15 años de edad y a lo largo de su vida ocupó altos cargos en la administración del Estado, residiendo la mayor parte del tiempo en Madrid. Era miembro del partido liberal y fue diputado a Cortes varias veces por los distritos electorales de Cangas del Narcea y Avilés. Tanto en su labor política como administrativa gozó de merecida fama por su carácter bondadoso, su inteligencia, sus dotes organizativas y su honradez. Fue una persona muy aficionada a las bellas artes, sobre todo a la pintura, la música y la poesía, y a los libros;  llegó a formar una importante biblioteca. En 1866 se jubiló y se retiró a la villa de Cangas. Aquí se dedicó a la pintura, la escritura y otras aficiones. Su esposa fue Lucía Uría del Riego, de la casa de Uría de Santulaya y hermana de José Francisco (1819-1862), que fue director general de Obras Púbicas entre 1858 y 1862. Fue por influencia de éste por lo que comenzó su afición al cultivo de la vid y a la elaboración del vino. Uría y Suárez Cantón son dos personajes a los que el concejo de Cangas del Narcea siempre deberá recordar.

 

“El Distrito Cangués”, de 1914 a 1916, en la web del Tous pa Tous

Cabecera de la primera época de El Distrito Cangués

En el artículo dedicado a El Narcea comentamos que este periódico cangués, fundado en 1906, había pasado en julio de 1912 a ser propiedad de Luis Martínez Kleiser (1883-1971), que aspiraba a convertirse en diputado a Cortes por el distrito electoral de Cangas del Narcea, desplazando a Félix Suárez Inclán (1854-1939), miembro del partido liberal que ocupaba este puesto desde hacia más de dos décadas. En consecuencia, El Narcea se convirtió en esta segunda época en un vocero de los méritos de este político ultraconservador y de sus partidarios, los kleiseristas, y en enemigo de Suárez Inclán que contaba con el apoyo de los liberales cangueses, pero también de la mayoría de los conservadores y de muchos republicanos, que formaban el grupo de los denominados inclanistas.

Esta situación obligó a los partidarios de Suárez Inclán a crear un nuevo periódico semanal que titularon El Distrito Cangués. Sus fundadores fueron el republicano Higinio García del Valle y Luis Arce Díaz. El primer director fue el maestro Ibo Menéndez Solar, que había sido fundador y también director de El Narcea. El jefe de redacción era el maestro republicano Odón Meléndez de Arvas, natural de Cibuyo, y como administrador figuraba Luis Arce Díaz.

El primer número de El Distrito Cangués salió a la calle el 8 de abril de 1913, tenía un formato de 40 x 28 cm. y cuatro páginas, y se tiraba en la Imprenta Moderna, de Cangas del Narcea, que era la misma en la que se hacia El Narcea. En la primera página de ese número aparece un articulo titulado “Nuestros propósitos”, en el que se enumeran los motivos de su aparición:

“Ajenos estábamos de tener que publicar este semanario del que no veíamos necesidad alguna, porque entendemos que para defender los intereses morales y materiales de este Distrito, bastaba bien uno; pero es visto que “El Narcea”, desde su aparición en esta segunda época, más que procurar desde sus columnas el fomento de aquellos intereses, ha levantado aquí la bandera de la discordia, procurando, sin reparar en medios, desunir a un pueblo que siempre vivió sin estas funestas guerras intestinas”.

A continuación se enumeran los méritos de Félix Suárez-Inclán, al que estiman un “titán”, frente a Martínez Kleiser, al que consideran un “niño”. El artículo termina con los siguientes principios:

“1ª. Que consagraremos toda nuestra labor a la prosperidad del Distrito electoral de Cangas de Tineo, y a tener a nuestros lectores al corriente de todo aquello que más interesa al público, para lo que contaremos con buena información.

2ª. Que como amantes sinceros del Distrito electoral, defenderemos con todas nuestras energías la candidatura de Excelentísimo Sr. D. Félix Suárez Inclán para diputado a Cortes, porque solo así se defienden los intereses del país.

3ª. Que despreciamos las diatribas que tengan por objeto hacernos descender a las polémicas de plaza pública”.

El contenido de El Distrito se dedicará casi exclusivamente a Cangas del Narcea. No habrá secciones provinciales, ni nacionales, y solo publicará de vez en cuando artículos de opinión sobre política nacional e internacional. Todas sus páginas están dedicadas a la política canguesa (con criticas furibundas a Martínez Kleiser y sus partidarios), a artículos relacionados con el concejo y otros municipios vecinos (Allande, Ibias, Tineo), a los cangueses emigrados en La Habana o Madrid y a noticias locales que se publican en la sección “La semana canguesa”. Como su primer director y redactor eran maestros de escuela, aparecen a menudo artículos sobre la enseñanza pública, las escuelas y los maestros en el concejo, así como sobre los campesinos y la agricultura, temas que interesaban mucho a Odón Meléndez de Arvas. En todos los números se publicaba el registro civil. El Distrito Cangués está lleno de pequeñas noticias cotidianas y sin duda en él se recoge la mejor crónica de la vida canguesa que podemos tener de esos años.

En diciembre de 1913 cambia la dirección del periódico, que pasa a manos de Benemérito de Llano, miembro de la importante familia de los Llano que en política eran del partido liberal y seguidores de Suárez Inclán. En este periodo, de poder absoluto de los inclanistas, miembros de esta familia ocuparán diferentes puestos políticos como la alcaldía de Cangas, que ostenta José Mª Díaz López “Penedela”, sobrino político de Benemérito de Llano; también serán concejales del ayuntamiento de Cangas, diputados provinciales e incluso gobernadores civiles. Como jefe de redacción y administrador de El Distrito Cangués seguirán los mismos de la etapa anterior.

Ejemplar de la segunda época de El Distrito Cangués

En 1914, con el fin de abaratar el coste de la impresión, el periódico deja de publicarse en la Imprenta Moderna y comienza a tirarse en una vieja imprenta con prensa de mano que poseía Higinio García del Valle. Para trabajar en la imprenta se contrató a Gumersindo Díaz Morodo, conocido como Borí, que era tipógrafo, republicano y colaborador de la prensa republicana. El 2 de mayo de 1914 salió el primer número tirado en esta prensa de mano, que correspondía con el número 53. Tenía un tamaño más pequeño que los ejemplares anteriores, 32,5 x 22 cm., pero el doble de páginas: ocho.

El periódico se va haciendo paulatinamente más y más republicano. En el número 75, del 3 de octubre de 1914, escribe Pinón de la Freita (seudónimo de Jesus Pérez Castro):

“Ni soy kleiserista, ni soy inclanista. No esperé esta ocasión para demostrarlo. Soy pura y simplemente un republicano, y con este ideal como equipaje emprenderemos el viaje para el otro barrio. Y soy republicano, porque, entre mis muchas faltas, tengo la virtud de anteponer a la supremacía del nacimiento el verdadero mérito”.

Comienza una sección nueva con el titulo de “Textos escogidos” en la que se publican fragmentos de artículos de Francisco Pi y Margall, Emilio Zola, Miguel de Unamuno, Rafael Altamira, Rosario Acuña o poemas de Rubén Dario. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en julio de 1914, El Distrito Cangués será acérrimo enemigo de Alemania y partidario de Francia e Inglaterra: “la causa de los aliados es la causa de la libertad, de la civilización, de la democracia y del derecho” (nº 84, 5 de diciembre de 1914).

En los primeros días de abril de 1915, el periódico pasa a manos del mencionado Gumersindo Díaz Morodo, Borí, según él “por las desavenencias entre sus propietarios D. Higinio G. del Valle y D. Luis Arce”. En la cabecera del número 100, publicado el 3 de abril de 1915, aparece Borí como “director propietario”. Según sus propias palabras, en el periódico él se encargaba de todo:

“Yo era todo en él: lo componía, lo imprimía, lo administraba, lo distribuía, lo empaquetaba y hasta lo llevaba a correos. Y no digo que lo escribía porque, aparte de algo de colaboración, lo demás se componía sin cuartillas. No tenía tiempo que perder. Cuando más, unas concisas notas me servían de orientación para que, componedor en mano, saliesen de la caja el artículo o los artículos que deseaba, aunque pasasen del centenar de líneas”.

Borí convertirá El Distrito Cangués en un medio de lucha contra la injusticia y el caciquismo, y especialmente contra el alcalde de Cangas del Narcea. Así lo cuenta él mismo en un texto escrito en 1925:

“Con El Distrito Cangués ocurrirá lo que con otras muchas publicaciones. Un periódico fundado por y para los caciques se volvió contra ellos. Yo había iniciado en el concejo la lucha anticaciquil, creo que en el año 1910, sufriendo por ello toda clase de persecuciones y atropellos, y al hallarme con un periódico de mi propiedad consideré como ineludible deber de ciudadanía no silenciar las inmoralidades y barbaridades de un caciquismo feudal, poniendo mi pluma al servicio de la causa de los oprimidos y vejados habitantes del concejo”.

Recibo de suscripción a El Distrito Cangués de Mario de Llano, que será alcalde de Cangas del Narcea durante la Segunda República Española

Borí publica artículos muy críticos con el estado del concejo y de la villa, y ataca duramente al alcalde, lo que le causa muchos problemas, denuncias, procesamientos, secuestro de ejemplares y al final el cierre definitivo del periódico. Intentó evitar esto último, trasladando la imprenta al vecino concejo de Leitariegos, y por eso los número 166 y 167, de 22 y 29 de julio de 1916, aparecen editados en ese lugar, e incluso, cambiando el nombre del periódico, por el de El Distrito de Cangas, del que se publicaron solo tres números en el mes de agosto de 1916. Para contrarrestar las opiniones de Borí, el alcalde Díaz López fundó en julio de 1916 otro periódico, La Voz de Cangas, que se publicará durante dos años. Sin embargo, todos los esfuerzos de Borí no sirvieron para nada y en agosto de 1916, el juez de Cangas ordenó el embargo de la imprenta, terminando así definitivamente la publicación de El Distrito.

La colección de El Distrito Cangués que ponemos a disposición de los lectores de la web del Tous pa Tous no esta completa. Comienza en el número 62, de 4 de julio de 1914, y termina en el número 167, de 29 de julio de 1916. Pero tampoco están todos los ejemplares comprendidos entre estos dos números, faltando algunos ejemplares. Asimismo, después del último número de El Distrito Cangués, están los tres ejemplares de El Distrito de Cangas que publicó Borí en agosto de 1916. Toda esta colección pertenece a la biblioteca de don Luciano Castañón, de Gijón, y nos fue facilitada amablemente por su hijo Chema Castañón. La digitalización ha sido sufragada por Ortopedia Moreno, de Cangas del Narcea.


icon Lista de suscriptores de El Distrito Cangués en la villa de Cangas en 1915

icon Suscriptores de El Distrito Cangués en los concejos de Cangas del Narcea e Ibias en 1915

El concejo de Cangas del Narcea en el mapa de Asturias de Francisco Coello, 1870

Detalle del “Mapa de Oviedo o Principado de Asturias”, realizado por el ingeniero militar Francisco Coello (Jaen, 1822 – Madrid, 1898) y publicado en Madrid en 1870, en el que aparece el concejo de Cangas del Narcea. Este mapa pertenece al Atlas de España y sus posesiones de ultramar que se comenzó a editar en 1847 y fue la obra cartográfica más importante del siglo XIX español. Se realizó como complemento del Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), dirigido por Pascual Madoz. El mapa tiene una escala de 1/200.000.

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icon El concejo de Cangas del Narcea en el mapa de Asturias de Francisco Coello, 1870 (4.05 MB)


A una vendimia en Cangas de Tineo

Portada de la 5ª edición del libro Jovellanos, el patriota de Manuel Fernández Álvarez.

El catedrático de Historia Moderna, profesor emérito de la Universidad de Salamanca y miembro de la Real Academia de la Historia, Manuel Fernández Álvarez, tristemente fallecido en abril de 2010, nos acerca a la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos con su libro “Jovellanos, el patriota” editado por primera vez en 1988. Este maestro de las biografías dedicó el libro a su madre de la siguiente manera:

A María,
mi buena madre,
una asturiana de pro,
nacida en
Cangas de Tineo
hoy Cangas del Narcea. 

En el mencionado libro Fernández Álvarez nos invita a acompañar a Jovellanos en sus excursiones, algunas que duraban solo una jornada; otras, como la que nos va a ocupar, que se prolongaban cerca del mes. Y es que en 1796 Jovellanos llevó a cabo una de estas excursiones a Cangas del Narcea (entonces Cangas de Tineo), para conocer su típica vendimia, única en el Principado.

El autor considera que Cangas del Narcea y sus alrededores eran lugares para ser visitados por un viajero curioso, tal como lo eran los hombres ilustrados del siglo XVIII; y añade que no nos puede extrañar que Gaspar Melchor de Jovellanos se viera atraído por esta excursión, accediendo a buen seguro a las instancias de sus amigos cangueses. Jovellanos en sus Diarios, titula el relato de este viaje: “A una vendimia en Cangas de Tineo” y Manuel Fernández Álvarez lo narra de la siguiente manera:

La vendimia (1786) de Francisco de Goya (1746–1828). Está en el Museo del Prado.

Sale de Gijón el último día de septiembre, hace unas pequeñas paradas en Oviedo y Salas, para pasar el puerto de La Espina y coger el camino que baja ya a Cangas. Al avistar el Narcea, todavía a una legua larga de la villa, le salen al encuentro los amigos que acuden a recibir al ilustre viajero: los Queipo, los Flórez, los Carbayedo, los Melgarejo. 

Y a partir de ese momento, apenas si habrá descanso. Lo de menos será la jornada de la vendimia, aunque, por supuesto, también será realizada. Toda disculpa será buena para montar una fiesta. De forma que la estancia de Jovellanos en Cangas se convierte en un continuo festejo. Y eso no le extrañará al que conozca el carácter de los vecinos de Cangas, una de las villas más alegres y bulliciosas de todo el Principado. Sus habitantes siempre están dispuestos a meriendas campestres (cuando el señor tiempo lo autoriza), a convites, a bailes y a canciones. Así fue en aquel otoño de 1796. 

Y Jovellanos no salía de su asombro. Se dejaba llevar por aquel ímpetu juvenil, y aún celebra aquella «movida», como si dentro de él, que ya ha cumplido los cincuenta y dos años, algo se pusiera también en marcha, como si se le removiera algún resto de su juventud perdida: «Las muchachas –nos cuenta- proyectan ir mañana a la vendimia del conde…». Y añade: 

 … entran en un frenesí de alegría…

Y al día siguiente anota: 

La gente se mueve temprano para la expedición de la vendimia. ¡Qué alegría!
¡Qué bullicio en los jóvenes! 

A poco, antes de las veinticuatro horas, llega el correo con una tremenda noticia de la corte: la declaración de guerra de Inglaterra. ¿Se inmuta por ello Cangas? En absoluto. Todo sigue su ritmo, como si la guerra fuera la distracción de los reyes, que tan apartados rincones tienen el privilegio de despreciar, como si se tratara de juegos alocados de los que mejor ni oír. Ciertamente Jovellanos, tan aficionado a las cosas de Inglaterra, lo tomará como una mala noticia; en todo caso, apunta en su Diario, ya de hacer la guerra, mejor hubiera sido declararla al pueblo francés, tan orgulloso y tan «enemigo de la paz general». Pero, por lo demás, los juegos y los bailes siguen en casa de los amigos, porque Cangas no cambiará tan fácilmente sus costumbres. 

De forma que Jovellanos no abandonará la villa sino ocho días después. La corte podía estar en guerra con media Europa sin que Cangas se diera por enterada. Era la contrapartida de aquellas guerras dinásticas del Antiguo Régimen, las más de las veces por caprichos de las testas coronadas o de sus privados; los pueblos las sentirían por las cargas fiscales, pero no las tomarían como propias, salvo si se veían invadidos. Y menos en lugares tan apartados como lo era entonces Cangas de Tineo.

De ferias y mercados en Cangas del Narcea

Día de mercao en la plaza de La Oliva o plaza Mayor de Cangas del Narcea, en 1905. Fotografía de don Mario Gómez, fundador del Tous pa Tous.

Hasta fines del siglo XIX toda la actividad comercial del medio rural giraba alrededor de los mercados y las ferias. Los comercios comenzaron a establecerse en las villas en ese momento y su desarrollo ira haciendo perder protagonismo a aquellos.

Los mercados eran semanales, se habían instaurado en las villas asturianas desde su fundación en los siglos XIII y XIV y en ellos se concentraba el comercio de su entorno inmediato. En Cangas del Narcea, el mercado se celebra desde esas centurias todos los sábados del año. Hasta 1805 se hacia delante del palacio del conde de Toreno, por eso a esa plaza la seguimos llamando el Mercao, pero en esa fecha se trasladó a la Plaza Mayor.

Cangas del Narcea. La Plaza, con puestos de cacharros de cerámica de L.lamas del Mouro y de El Rayu (Siero), 1910. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Colección: Juaco López Álvarez.

Las ferias tenían un rango económico muy superior a los mercados y eran reuniones anuales de mercaderes que se trasladaban desde muy lejos; gozaban de un privilegio real y su radio de acción era más grande. En la Edad Media solo existían en Asturias tres ferias, que se celebraban en Oviedo, Llanes y Cangas del Narcea, hecho que denota el rango que tenía nuestra villa en aquel tiempo.

Hoy, las ferias y mercados están de capa caída. Las primeras solo se reducen a la venta de ganado y no tienen la incidencia económica y social que tenían antiguamente. En la Edad Media, la feria de Cangas se realizaba durante la Pascua de Pentecostés, duraba quince días y venía gente de Laciana, El Bierzo, Valdés, Castropol, Navia, etc. Esta feria es la que aún se sigue celebrando en esas fechas y se conoce como la Feriona. De todo esto nos habla el historiador Juan Uría Maqua en su artículo “Una feria asturiana en la Edad Media: la de Cangas del Narcea”, publicado en el número 8 de la revista Asturiensia medievalia, y que puede consultarse en nuestra Biblioteca Canguesa.

El mercado semanal de hoy día tampoco es el mercado de un sábado a comienzos del siglo XX y su importancia económica es mucho más pequeña. Para conocer como era aquel mercado reproducimos a continuación un artículo publicado el 26 de diciembre de 1908 en la portada del periódico local El Narcea. Aquella sociedad de hace algo más de cien años era muy diferente a la actual y allí se reunían oficios, animales y productos que en el presente han desparecido completamente de nuestro mercado.

NUESTROS DÍAS DE MERCADO

Aunque en Cangas los días de mercado no son días de fiesta, como sucede en otras partes, porque aquí el mercado se celebra el sábado, y dos días seguidos de fiesta llegarían a cansar, sin embargo, estos días resultan muy animados entre nosotros, y acaso más que en otras muchas villas por la concurrencia, ya no digamos excesiva ni grande, sino variada de las personas que nos visitan y de los productos que traen a la venta. 

            Sabido es que lo que más abunda esos días son las reses vacunas de los concejos de Tineo, Allande y este concejo, viéndose también ganado mular, caballar, asnal y de cerda de los lugares citados. De Ibias y Degaña, cuando los puertos están francos, también suelen concurrir a nuestro mercado con esos animales. Y, aunque no en todos, en algunos se ven también cabras y ovejas. 

            De Ponferrada, Toreno y Laceana, que son de la provincia de León, cuando el puerto Leitariegos y algún otro alto no están cubiertos de nieve, nos traen: de Ponferrada, pimientos, cebollas, ajos, cebada y centeno; de Toreno, garbanzos y lentejas, y de Laceana, patatas, trigo y centeno. 

            De los distintos pueblos de este concejo nos traen esos días todos los productos citados y otros muchos, tales como tomates, habas, judías, guisantes, castañas, nueces, avellanas, peras, manzanas, cerezas, higos, ciruelas y otras varias frutas –por supuesto, lo mismo de un lado que de otro, todo en su tiempo-, así como huevos, manteca, gallinas, pollos, perdices, quesos, natas, cestos, cestas, almadreñas, etcétera. 

            De Luarca y Cudillero nos suministran pescados de mar. 

            De nuestro vecino pueblo de Besullo, acuden al mercado con calderas, calderos, tambores para asar castañas, cazos, cacillas, ruedas de carro del país y toda clase de herramientas de campo, por supuesto todo fabricado en el citado pueblo, que es lo que mas admira, dado en donde está enclavado el pueblo de Besullo y por consiguiente lo difícil que es llegar a él con el hierro en bruto; pero esta consideración y otras muchas que pudiéramos hacer acerca de los honrados y valientes trabajadores de Besullo, las dejamos a cargo de nuestro colaborador D. Ambrosio Rodríguez… 

            Del partido de Sierra, que también merece punto y aparte, nos visitan los sábados los alfareros y alfareras de aquellos pueblos con toda clase de vasijas de barro, como tazas, cazuelas, jarros, jarrones, pucheros, platos, etcétera, industria ésta que, aunque montada como en los primitivos tiempos, es de suma importancia para este país, más que nada por lo barato que resulta toda mercancía que no paga porte alguno. 

            De otros pueblos, como Besullo, las Fraguas de Castanedo, etcétera, vienen con navajas, cuchillos, tijeras, hoces, etcétera, todo fabricado allí, que es también otra industria muy respetable para este concejo, por lo fuertes y adecuadas que resultan para los distintos trabajos todas estas herramientas. 

            Tampoco falta en nuestros mercados el lino y el cáñamo, comercio exclusivo de los vaqueros que viven en las montañas de Luarca. 

            Otras muchas cosas dejamos por apuntar, que también son causa de atraer gente a Cangas los sábados, como son la lana hilada y la tejida, hecha mantas y en rollo, una para la venta y otra para que los mazos de Besullo y la Pesonera de Abanceña sienten bien el tejido, a la vez que limpian y lavan las telas. 

            Por todo lo que precede puede juzgarse sin temor a padecer equivocación, que nuestros mercados son los más concurridos, animados y variados de toda España. 

            El foto-grabado que va al frente de las presentes líneas, representa la plaza Mayor y parte de la Oliva, que es el punto en donde los días de feria y de mercado se venden las frutas, los granos, la manteca, etcétera, y todas las demás menudencias, así como el sitio preferido por los carboneros para vender carbones, los herreros sus clavos y los cacharreros sus cacharros. 

(Publicado en El Narcea, nº 153, 26 de diciembre de 1908)

Planos de la travesía de Cangas de Tineo en la Ctra. de Ouviaño a Cangas y del Puente de Los Peñones

Sección longitudinal (vista desde aguas arriba) del Puente de Los Peñones (Puente Nuevo)

Planos de la travesía de Cangas de Tineo en la carretera de Ouviaño a Cangas de Tineo y del Puente de los Peñones a la liquidación de las obras (Ministerio de Educación, Archivo General de la Administración, Caja 24/4839).

A finales del siglo XIX la red de carreteras de Asturias se articulaba mediante tres ejes hacia la Meseta (Luarca-Ponferrada, Gijón-Adanero y Ribadesella-Sahagún), unidos por una carretera transversal que pasaba por Oviedo. A estos ejes debían confluir el resto de las carreteras. En 1883, el proyecto de la carretera Ouviaño-Cangas de Tineo, que pasaba por Ibias, el puerto del Connio y Ventanueva, se interrumpía al llegar a Cangas en la llamada “Casa de las Mulas”. Una travesía debía enlazarla con la de Luarca–Ponferrada.

Surgió la polémica entre dos posibles soluciones: la primera corría por la margen izquierda del Narcea hasta un estrechamiento del río, en el lugar de El Fuejo, donde se construiría un puente de piedra; continuaría por una calle nueva, atravesando el Campo de la Vega, que era donde se celebraba el mercado de ganado, hasta enlazar en El Corral (hoy Plaza de Asturias) con la carretera de Luarca-Ponferrada. La segunda, trazada a petición de los mayores contribuyentes del concejo, cruzaría el río Narcea “frente al barrio de Ambasaguas” mediante un puente de hierro y el “Naviego” (o río Luiña) en Santa Catalina por un puente de piedra; continuaría hasta la plaza del Conde de Toreno y mediante una calle nueva enlazaría con la carretera Luarca-Ponferrada, así pasaría por el centro de la villa favoreciendo al comercio local. Se presentaron proyectos con ambas soluciones. Los sesenta mayores contribuyentes y siete de los diez concejales del Ayuntamiento de Cangas de Tineo votaron a favor de la segunda opción, y la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos se inclinó por la primera por ser más corta y más barata. Por supuesto, la Dirección General de Obras Públicas aprobó esta última más acorde con la tendencia de trazar las travesías evitando el centro urbano.  Se ejecutó entre 1887 y 1901.

El puente es sin duda uno de los elementos patrimoniales más interesantes de la villa de Cangas del Narcea. Responde a un modelo creado en el siglo XVIII y generalizado en el siglo XIX, que marcó un importante hito en la historia de estas construcciones: bóveda escarzana con arranque por encima del nivel de máximas crecidas, sillares bien escuadrados y cuidado diseño. Si lo comparamos con el puente de Ambasaguas vemos el avance constructivo en dos aspectos: pasamos por él sin cuesta, pues el tablero es recto; el río dispone de más espacio, así, incluso en las grandes crecidas, el peligro de socavación del puente y de inundación de las márgenes es menor. No obstante, a finales del siglo XX se construyó un puente nuevo al su lado para evitar los dos problemas que surgieron ante el aumento del tráfico: las curvas a la entrada y la salida, y el estrechamiento de la calzada. Afortunadamente lo respetaron, quizás porque da servicio a la carretera de Besullo, permitiéndonos disfrutar en Cangas del Narcea de una variada tipología de puentes y de un ejemplar con sus elementos originales.

 

Bibliografía:

STEINMAN, David y WATSON, Sara (1979): Puentes y sus constructores. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Turner.

BÚRDALO, S. Y DELGADO, C. (1987): “Puentes del siglo XIX”, en Revista del MOPU, nº 345, pp. 136-165.

PÉREZ RODRÍGUEZ, Mercedes: “Cangas del Narcea de puente en puente”, La Maniega, números 132 y 133 correspondientes a noviembre-diciembre de 2002 y enero-febrero de 2003.

PÉREZ RODRÍGUEZ, Mercedes y FLÓREZ de la SIERRA, David (2004): Puentes en la villa de Cangas del Narcea.

 

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icon Planos travesía de Cangas y puente de Los Peñones (1901) (3.98 MB) 

Plano de la villa de Cangas del Narcea en 1870

Plano de la villa de Cangas del Narcea en 1870

El primer plano impreso de la villa de Cangas del Narcea que conocemos se publicó en Madrid en 1870 en el “Mapa de Oviedo o Principado de Asturias” perteneciente al “Atlas de España y sus posesiones de ultramar”, de Francisco Coello (Jaen, 1822 – Madrid, 1898), ingeniero militar. Este mapa fue el último de los publicados en esta obra que comenzó a salir en 1847 y que se editó como complemento del gran Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), dirigido por Pascual Madoz. El mapa de Asturias incluye los planos de las ciudades y villas más importantes de la región (Oviedo, Gijón, Avilés,  Pola de Siero, Villaviciosa, Pola de Laviana, etc.), entre los que se halla el de nuestra villa de Cangas del Narcea. En la mayoría de los casos estos planos fueron los primeros que se realizaron y publicaron de estas localidades, como ocurre en el caso de Cangas. 

El plano de Cangas del Narcea y del resto de las villas asturianas los hizo Martín Ferreiro (Madrid, 1830 – 1896), que fue un estrecho colaborador de Coello en la realización del Atlas de España. Ferreiro sabemos que estuvo en Cangas en 1850, porque en ese año le dedicó un plano de la villa, hecho de su propia mano, a Francisco Tamés Hevia. Martín Ferreiro era geógrafo y cartógrafo, trabajaba en el Deposito Hidrográfico de la Marina, que era el organismo de la Armada encargado de levantar y conservar las cartas náuticas, y fue uno de los fundadores en 1876 de la Sociedad Geográfica de Madrid, que más tarde se convertiría en la Real Sociedad Geográfica, donde ocupó el cargo de secretario, siendo presidente Francisco Coello. 

El plano está publicado a un tamaño muy pequeño y aunque en la web del Tous pa Tous puede verse muy ampliado resulta difícil la lectura de algunos de los textos que incluye. Lleva una cartela en la que se mencionan plazas y edificios importantes de la villa, donde hay un error, pues dice que el convento es de Agustinas Descalzas, cuando en realidad es de Dominicas. Para facilitar su lectura y comprensión mencionamos a continuación muchos de los rótulos que contiene este plano. 

Dentro de los límites de la villa, que se señalan con una línea discontinua, aparecen mencionados: 

Calle de la Iglesia
Cementerio
Mercado (en la Plaza Mayor, junto a la iglesia parroquial)
La Viniella
Mercado Viejo (delante del palacio del conde de Toreno; se llamaba viejo porque en 1805 el mercado se trasladó a la Plaza Mayor, junto a la iglesia parroquial)
 
Las Huertas
Vestigios de carbón de piedra (en La Cogolla)
 
Huerta y casa de Omaña
Casa del conde de Peñalba
Casa de D. José Uría
Palacio y huerta del conde de Toreno
Lagar (del conde de Toreno)
Casa de Morodo
 
Escuela Pública
Teatro o Estudio
Cuartel de la Guardia Civil 

Molino (junto al río Naviego o Luiña) 

En los alrededores de la villa aparecen citados los lugares, edificios, carreteras y caminos siguientes:

Llanos de Obanca
Peñón del Corral
Cerro de La Cogolla
Cerro del Cascarín
Falda de la Sierra de Santa Isabel
 
Feligresía de Sta. María del Carmen de Ambasaguas
Cementerio (en Ambasaguas)
 
Casas del Corral
Ermita de N. S. de las Nieves (en El Corral)
Cárcel en construcción (en El Corral)
Paseo de la Vega
Jardín
Picadero 

Casas del Fuejo 

Jardín del conde de Velarde 

Castañar (en Obanca y El Fuejo)
Viñedos
Presa y acequia (en El Corral y Obanca)
 
Carretera de Luarca en construcción
Camino de Santa Marina de Obanca
Camino del Barrio de Curriellos
Camino de Curriellos y Rañeces
Carretera de Ponferrada en construcción
Camino de Regla
Camino de Cueras

Dibujo de la villa de Cangas del Narcea en 1771

Dibujo de la villa de Cangas, 1771

Presentamos en esta nueva sección de Mapas, planos y dibujos de Memoria Canguesa un documento excepcional para nuestra historia: el “Diseño de la villa de Cangas y lugar de Entrambasaguas con sus arrabales, vega y río” hecho en 1771, que pertenece a los fondos del Archivo General de Simancas. Este dibujo fue encargado por el Ayuntamiento de Cangas y enviado el 31 de agosto de ese año a la Secretaría de Marina como prueba documental de una reclamación sobre el almacenamiento de madera procedente del monte de Muniellos que la Marina estaba realizando en la villa. El dibujo mide 49 x 128 centímetros y su autor fue probablemente el pintor ovetense Francisco Reiter (1736 – 1813), que estaba especializado en esta clase de dibujos y fue un protegido del conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano, al que retrató en 1790 y que participará activamente en esta disputa contra la Marina.

El monte de Muniellos comenzó a explotarse en 1768 para proporcionar madera con destino a la construcción de navíos en el Arsenal de El Ferrol. La madera se cortaba en invierno, se bajaba por carretera hasta Cangas, aquí se almacenaba y en verano se llevaba por el río hasta el puerto de San Esteban de Pravia. En un primer momento los encargados de la saca de madera tuvieron la intención de depositar la madera en la orilla izquierda del río Narcea, justo enfrente del barrio de Entrambasaguas. El Ayuntamiento de Cangas consideró que ese lugar podía ocasionar problemas graves, porque si había una riada el agua podría ir contra el barrio y poner en peligro las casas, “que se hayan cimentadas a la orilla del mismo río”, y también el puente de piedra y los dos únicos molinos que había en la villa. El Ayuntamiento propuso como sitio más apropiado el espacioso campo de La Veiga, pero para ello había que construir un puente de piedra o madera, justo en el mismo lugar donde a fines del siglo XIX se levantará el Puente Nuevo. Esta propuesta fue rechazada por los responsables de la Marina por su elevado coste, y como solución propusieron para almacenar la madera “el cantil de El Fuejo”.

El dibujo fue realizado con gran detalle y en él puede observarse el aspecto de todas las calles y plazas que existían en la villa en 1771, así como el de los barrios circundantes: El Corral, Entrambasaguas y El Fuejo. Asimismo, aparecen dibujadas, también con gran precisión, las construcciones que formaban la villa: las casas, los palacios (especialmente los de Omaña, Marcel de Peñalba y Toreno), los edificios religiosos (iglesias, capilla del Hospital y convento de dominicas), el puente de piedra y los molinos.

Plano ideal del pueblo de El Puelo y sus inmediaciones en 1811

Plano ideal del pueblo de El Puelo y sus inmediaciones (Principado de Asturias) en 1811

El Puelo, Cangas del Narcea, fue escenario durante la Guerra de la Independencia de uno de los choques que fueron desgastando al ejército francés y minando el ánimo de sus tropas hasta frustrar del todo sus pretensiones invasoras. La batalla de El Puelo tuvo lugar el 18 de marzo de 1811 en las inmediaciones de esta localidad perteneciente al concejo de Cangas del Narcea. El combate se gestó en el retroceso de las tropas asturianas hacia el Occidente. Las guarniciones, que hasta ese momento mantenían a los franceses detenidos en torno a la línea de los ríos Nalón y Narcea, se retiraron para fortificar algunos puntos ante la previsión de un ataque francés. El enemigo aprovechó esta circunstancia para explorar los territorios al oeste de los cauces fluviales que hasta ese momento les habían frenado.

Los ejércitos españoles, al mando de los comandantes generales Losada y Porlier, les esperaron apostados en las alturas de El Puelo, una población elevada sobre un cordal entre los ríos Arganza y Narcea, en el camino que iba de Tineo a Cangas de Tineo (hoy del Narcea). Los planes de Losada y Porlier tuvieron éxito, y sus tropas hicieron retroceder de nuevo a los franceses, pero no sin antes sufrir lo indecible ante el acoso del ejército francés mandado por el general Valletaux. Sus 1.500 hombres tomaron las casas de El Puelo y, en dos columnas, consiguieron inicialmente poner en retirada a los españoles. Pero la intervención de los Húsares de Cantabria, que mandaba Porlier, contuvo el avance francés.

Según el relato firmado por Losada, los soldados de Porlier «no solamente contuvieron a los enemigos, sino que arrollaron varias veces su caballería, les hicieron replegarse, les causaron pérdida notable y se portaron con tanta serenidad y valentía que nuestra Infantería, a su abrigo, se retiró por más de una legua muy poco a poco y sin experimentar casi daño alguno. He dado las gracias derramando lágrimas a aquel trozo de valientes héroes». La defensa de Porlier decantó del lado español este episodio central de la guerra que se libró en Asturias, uno de tantos choques de desgaste que en este caso terminó con las tropas francesas en su lugar de origen, detenidas al este de la línea Nalón-Narcea.

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icon Plano ideal del pueblo de El Puelo y sus inmediaciones en 1811

 

Carteles de Cangas del Narcea en la web del Tous pa Tous

Iniciamos esta nueva sección en Memoria Canguesa dedicada a los carteles, dando a conocer el cartel de las fiestas del Carmen de Cangas del Narcea de 1966. Ese año un grupo de cangueses, animándose los unos a los otros, decidieron festejar el Primer Centenario de la Descarga, una conmemoración que nadie se creía, pero que sirvió para organizar unas fiestas especiales. Uno de esos hechos especiales fue encargar el cartel de las fiestas a Alfonso (Alfonso Iglesias López de Vivigo, Navia, 1910 – Oviedo, 1988)

Alfonso era en aquellos años el mejor cartelista que había en Asturias; su actividad era intensa y las villas importantes le encargaban sus carteles a él.  El cartel festivo era una de sus especialidades y en ellos nunca faltaba el icono distintivo que identificaba a la localidad en fiestas, que en el caso del cartel de Cangas de 1966 será un volador, colocado en primer plano, que llena todo el cielo de Cangas. El cartel se tiró en la Litografía Luba, de Gijón. De este cartel solo conocemos un ejemplar, que se conserva en la Biblioteca de Asturias procedente del Depósito Legal. Ni el archivo municipal de Cangas del Narcea, ni la familia de Alfonso conservan un ejemplar. Es decir, es un cartel muy raro, a pesar de que no es muy antiguo.

El objetivo del Tous pa Tous será ir dando a conocer todos los carteles de fiestas, celebraciones, publicidad, asociaciones, etc. relacionados con Cangas y su concejo, porque, los carteles nos informan de las actividades y los intereses de la sociedad que los produce, y son a menudo una relevante manifestación artística. Sin duda, el cartel es otro testimonio más de nuestra memoria y esperamos que los cangueses colaboren enviando fotografías de viejos carteles que guardan en casa.

Apuntes para una Historia de la prensa canguesa

APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA PRENSA CANGUESA 

J. J. Morodo

(Entrambasaguas, nº 2, 1980, Cangas del Narcea)

Catálogo de Publicaciones (1):
EL OCCIDENTE DE ASTURIAS
BISEMANAL. CANGAS DE TINEO (1882)
 
 
 EL ECO DE OCCIDENTE
BISEMANAL. CANGAS DE TINEO (1894)
 
LA VERDAD
SEMANAL. CANGAS DE TINEO (1903)
 
 
 EL NARCEA
SEMANAL. CANGAS DE TINEO (1906)
 
 
 EL ECO DE OCCIDENTE
PASA A SEMANAL (1909)
 
 
 LA ESCOBA DE OCCIDENTE
SEMANAL. CANGAS DE TINEO (1911)
 
EL DISTRITO CANGUÉS
SEMANAL. CANGAS DE TINEO (1913)
 
EL DISTRITO DE CANGAS
DOS NÚMEROS. CANGAS DE TINEO (1916)
 
LA VOZ DE CANGAS
CANGAS DE TINEO (1916)
 
LA MANIEGA
CANGAS DE TINEO – CANGAS DEL NARCEA (1926)

Estas líneas no pretenden ser más que un esbozo de un estudio más profundo sobre la actividad periodística en Cangas del Narcea. Tal vez el término sea excesivamente amplio y necesita una anotación, pues por actividad periodística se podrían entender aquellas «relaciones», «cédulas», «discursos», «edictos», «bandos», etc., que se hallan en los archivos locales y que están fechados muy anteriormente a los periódicos que aquí vamos a mencionar. Por ello debemos de aclarar antes que nada que las publicaciones objeto de nuestro interés serán, en este trabajo únicamente aquellas que reúnan los requisitos mínimos de periodicidad (aunque no sea necesariamente constante), información y distribución por ejemplares en Cangas (2).

Una última aclaración es que reconocemos las valientes iniciativas que sucedieron a LA MANIEGA, muchas desconocidas y todas efímeras; pero es muy triste comprobar que en el concejo de Cangas del Narcea no se editó ningún periódico duradero desde 1932 (3); sin embargo no nos queda más remedio que hacerlo patente para el asombro de unos y vergüenza de los más.

El primer periódico conocido editado en Cangas del Narcea es EL OCCIDENTE DE ASTURIAS (32 x 44 cm. de formato y 25 x 38,5 cm. de mancha impresa o superficie, a tres columnas), con el subtítulo de «Periódico Bisemanal». Nació en agosto de 1882 y el último ejemplar que conocemos es de mediados de 1889. Sus fundadores y propietarios fueron Faustino Meléndez de Arvás y Menendo Valledor. Este último era también su director y acabó por ser su último propietario. Tenía la administración en la calle de La Fuente, número 9, de Cangas.

EL OCCIDENTE DE ASTURIAS tenía imprenta propia en Cangas y constaba de 4 páginas. En la primera publicaba habitualmente la «Correspondencia de Madrid», en forma de crónica epistolar fechada cuatro días antes, y un artículo de fondo que a menudo era sustituido por otro de divulgación de técnicas agrícolas. La crónica era un resumen de las actividades de la Corte y el artículo de fondo tenía como tema de opinión algún asunto local. Las páginas centrales insertaban la «Crónica General», de información nacional e internacional, la «Crónica Provincial», sobre Asturias y basada en las informaciones de otros periódicos. También solía publicar una «Crónica Local» y una sección titulada «Variedades» en la que se podían leer comentarios costumbristas como el siguiente: «… no es de hoy, es de los más remotos tiempos, ese instinto que lleva la mujer a olvidarlo todo para parecer más bella, y puesto que así es, puesto que nada puede oponerse al capricho tan generalmente admitido, tiempo es ya de pensar en hacer transacciones con la moda, desterrando de los afeites conocidos las sustancias nocivas que al poco tiempo llevan efecto contraproducente.

Yo, por lo mismo, he pensado en una preparación sencilla, EL AGUA DE CIBEA que ayudando al capricho ya incombatible de las mujeres, no las daña ni en su belleza ni en su organización» (4).

El OCCIDENTE también publicaba un folletín y su última página estaba dedicada a la publicidad.

La vida de este periódico es resumida por uno de sus fundadores, Faustino Meléndez de Arvás, de la siguiente manera: «La prensa es también señal evidente de cultura. En Agosto de 1882 se fundón por don Menendo Valledor, jubilado de la carrera judicial, hoy difunto, y por el que esta monografía escribe, el primer periódico que vio la luz en esta villa y en toda la región occidental de esta provincia, titulado «El Occidente de Asturias»; y en él colaboró desde Madrid, desde Salas y esta villa el Excmo. Sr. D. Francisco de Borja y Queipo de Llano, Conde de Toreno, hasta que fue llamado a ocupar la presidencia del Congreso de los Diputados. Sus correspondencias, altamente políticas, eran leídas con verdadero agrado por sus amigos y por sus adversarios políticos. Ni un sólo número dejó de favorecernos con sus estimadas cartas, con lo cual demostró el ilustre Conde, una vez, lo exacto que era en el cumplimiento de todos sus compromisos.

Después le sustituyó el Sr. Chanlié, aventajado imitador de Mesonero Romanos, amenizando con su erudición nuestro bisemanario.

Pasó después el periódico por muy poco tiempo a cargo de varios jóvenes de esta villa; y el 28 de enero de 1894 reapareció otra vez con el título de «El Eco de Occidente», dirigido por el abogado D. Atilano Valdés, a quien en 1895 sustituyó su compañero de profesión y de redacción D. Fernando Graña Ordóñez, y así continúa» (5).

En el párrafo anterior y gracias a Faustino Meléndez de Arvás, tenemos los escasos datos conocidos de este segundo periódico cangués, EL ECO DE OCCIDENTE. No conocemos ningún ejemplar.

En 1903 apareció LA VERDAD (26 x 35 cm. de formato y 20 x 28,5 cm. de mancha, a tres columnas), subtitulado «Semanario dedicado a la defensa de los intereses morales y materiales del partido de Cangas de Tineo». Constaba de cuatro páginas y su primer número venía precedido de varios ejemplares sueltos y sin numerar, dirigidos por Luis G. Ballesteros, y en los que se afirmaba que «Este semanario no es político, ni insertará nada contra religión alguna. Procurará ser un eco fiel de cuanto ocurra en Cangas de Tineo, su concejo, su partido judicial, dando cabida en sus columnas a cuanto a esa entidad interesa y con la buena administración, adelanto y progreso de las mismas se refiera.

Todo suscriptor que tenga el valor cívico necesario para decir la verdad en letras de molde, bajo su firma, y se comprometa a justificar lo que diga, abiertas tiene gratuitamente estas columnas y a nosotros a su lado, sin miedo ni contemplaciones a nada ni a nadie…».

Una vez instituido como semanario, LA VERDAD fue dirigido por Manuel Flórez de Uría. Se imprimía en Oviedo y nació con la ambición de crear una sociedad anónima. En su número 6 de 16 de mayo de 1903, insertó un anuncio para solicitar corresponsales en todos los pueblos de la provincia. Era un periódico con ideas avanzadas en lo que a la prensa escrita se refiere, incluso el estilo de su lenguaje era eminentemente el periodístico moderno, y no el típicamente decimonónico, plagado de gerundios y circunloquios, difícil de comprender y rebuscado que encontraremos en los otros periódicos estudiados.

LA ESCOBA DE OCCIDENTE fue otro semanario de la entonces Cangas de Tineo. De él no conocemos un solo ejemplar, aunque sabemos que era un semanario satírico y que apareció en 1911.

Lo que si conocemos por algunos ejemplares que hemos podido localizar son EL NARCEA (1906), EL DISTRITO CANGUES (1913) y LA VOZ DE CANGAS (1916).

Con el primero de los citados entra en la escena periodística lo que podríamos llamar el grueso de la tradición periodística canguesa. Citemos su «staff»: Director, Ibo Menéndez Solar; administrador, Santiago G. del Valle; redactor de semana, Ibo Menéndez Solar; corresponsal en Melilla, Mario Gómez; corresponsal en Madrid, Ambrosio Rodríguez y corresponsal en Casablanca, Manuel F. Capalleja. Estos hombres hacían EL NARCEA (6) (32,5 x 44,5 cm. de formato y 26,5 x 39 cm. de mancha, a cuatro columnas) que tenía como subtítulo: «Se publica los sábados». Apareció en 1906 y no podemos precisar su duración, pero sí que aún se publicaba el 27 de mayo de 1913, pues en esa fecha es citado por Santiago G. del Valle en EL DISTRITO CANGUÉS, donde se queja de la falta de personal en su imprenta para la confección de ambos periódicos.

EL NARCEA tenía cuatro páginas de cuidada impresión. El papel y los textos son de una limpieza y claridad superior a las de la mayoría de los periódicos de la época. Como queda dicho, se imprimía en Cangas, en «La Imprenta Moderna», de Santiago G. del Valle.

En cuanto a su contenido, además de las informaciones de la Campaña de Melilla, que comenzaba su apogeo por aquellas fechas, destaca el espacio que dedica a la información local en la amplia sección titulada «Crónica Local» que incluía noticias de todo el concejo. Es un claro precedente de LA MANIEGA.

Posteriormente nos encontramos con EL DISTRITO CANGUÉS (32 x 44 cm. de formato y 26,5 x 38,5 cm. de mancha, a cuatro columnas). Se subtitulaba «Defensor de los intereses morales y materiales de la región», y añadía en su cabecera: «Se publica los martes». Como hemos dicho más arriba, también se imprimía en los talleres de «La Imprenta Moderna», de Cangas. Constaba igualmente de cuatro páginas que incluían, preferentemente, información y opinión sobre temas locales. Apenas publica informaciones del extranjero, pero sí concede un importante espacio a la opinión política nacional. De los periódicos de Cangas es, junto con el que veremos a continuación, el más politizado. No obstante, en las informaciones locales alcanza un tono costumbrista, como en la noticia titulada «Un Lío»: «Por si era bueno o malo un duro que anduvo entre las manos de un herrero de esta villa y un vecino del pueblo de La Nisal, acusado este de pagar con moneda no corriente, se armó un verdadero lío el sábado penúltimo en medio la «vuelta»; y la madeja se enredaba y la gente acudía a presenciar el alboroto, sin que a todo esto, que duró más de media hora, acudiese ningún guardia municipal. Por fin llegó una pareja y no sabemos cuál ha sido el resultado de la «bondad» de la cinco pesetas pícaras». (7)

En julio de 1916 apareció LA VOZ DE CANGAS, con el subtítulo «Se publica el segundo y cuarto sábado de cada mes» (32 x 44 cm. de formato y 26 x 37 cm. de mancha, a cuatro columnas). Tenía cuatro páginas y se imprimía también en «La Imprenta Moderna». De este quincenal conocemos solamente un ejemplar, el correspondiente al número 4, del 25 de agosto de 1916, y que, curiosamente, no sabemos si por casualidad o como norma, está compuesto a la manera de los periódicos impresos en árabe; es decir, tiene la última página donde suele ir la primera y viceversa. En este número también, y para nuestro mayor asombro, la primera-última página está dedicada íntegramente a una argumentación contra cierta teoría sobre la vida y andanzas del autor de «El Quijote».

Hemos tenido la oportunidad de conseguir una valiosa carta manuscrita de Borí (Gumersindo Díaz Morodo) que nos aclara alguna duda sobre los dos periódicos precedentes, y que reproducimos a continuación:

««El Distrito Cangués» empezó a publicarse en primeros de abril de 1913. Propietarios: D. Higinio García del Valle y D. Luis Arce (o al menos aparecían como tales). Director: D. Ibo Menéndez Solar. Imprenta: D. Santiago G. del Valle.

En primero de abril de 1915 adquirí la propiedad del periódico, figurando desde entonces bajo mi dirección, habiendo comunicado el cambio a la Alcaldía.

Cesó la publicación el 29 de Julio de 1916; es decir, a los 16 meses de ser propiedad mía, con el número 167, publicándose seguidamente otros dos números con el título «El Distrito de Cangas» (El subrayado es nuestro y aparece tachado en el original).

Murió definitivamente a mediados de agosto de 1916, ante embargo judicial de la imprenta, puestos de acuerdo para ello el juez y los caciques.

Cuando adquirí la propiedad se publicaba normalmente y normalmente continuó hasta casi el final.

Si el Alcalde pretendía rectificar algo de lo publicado invocaba para ello el art. 14 de la Ley de Imprenta. Su establecimiento comercial se anunciaba en el periódico.

Al pasar a mi propiedad, y al saber que los anteriores propietarios y directores no se dieran de alta en la contribución, pretendí hacerlo, y el alcalde se negó a dar curso al acta.

Poco después de esto estuvieron en la imprenta el inspector de Hacienda, D. Ángel Arribas y otro señor más, los cuales a mis preguntas sobre la cuota que tendría que pagar, contestaron que dado que la imprenta no disponía de maquinaria (el periódico se imprimía en una averiada y primitiva prensa de mano) no podían señalarme contribución alguna; que si adquiría maquinaria sería el momento de señalarme cuota contributiva.

La denuncia que motiva la penalidad fue firmada por un empleado del Ayuntamiento, ante imposición del Alcalde.

Poseo toda la colección del periódico con el sello de la Alcaldía autorizando su publicación.

Se da el caso peregrino de que el inspector de Hacienda que incoó el expediente es el mismo señor Arribas que meses antes me indicara que no podía incluirme en la lista de los contribuyentes.

Todo ello es un caso de vergonzoso caciquismo, en el que el principal culpable fue el alcalde de entonces D. José María Díaz López.

«La Voz de Cangas» la publicaba el Alcalde para combatirme, sin que se diese de alta en la contribución…» (8).

Como vemos también por Cangas camparon los censores de la prensa.

Por último, vamos a concluir estos apuntes sobre la prensa canguesa con el periódico más conocido, tanto por su relativa proximidad cronológica como por su gran difusión: LA MANIEGA (6) (9) (19 x 27 cm. de formato y 13 x 22 cm. de mancha, a dos columnas), subtitulado «Boletín del Tous pa Tous, sociedad canguesa de amantes del País».

Se imprimía en Madrid, el primer número tiene 16 páginas y en algunos alcanzó el doble. Era editada lujosamente en formato de revista y con inclusión de grabados y fotografías, cosa que no ocurre en los periódicos anteriormente citados.

Los principales promotores de LA MANIEGA o, por mejor decir, de la sociedad de la que era portavoz, fueron el médico militar y escritor Mario Gómez y el maestro de escuela Ibo Menéndez Solar.

De LA MANIEGA existen varias colecciones completas, por lo que pensamos dedicarle una atención especial en otro trabajo; no obstante, es necesario dejar constancia aquí de que es el periódico más representativo de la prensa local, tanto por su significación como por el contenido de sus páginas. Los temas que se pueden leer en LA MANIEGA son esencialmente cangueses, apartados de la política (siempre se declaró «apolítica»).

Se publicó esta revista desde marzo de 1926 hasta noviembre-diciembre de 1932, cada dos meses. Fueron 41 números de información sobre las actividades del «Tous pa Tous» y el acontecer del concejo y de los cangueses en otras tierras. Pero nada mejor que sus propias páginas para poder conocer lo que realmente era y cuáles eran sus pretensiones que cumplió con creces: «Él [el «Tous pa Tous»] repartirá un boletín periódico, LA MANIEGA, con el nombre, profesión, domicilio y pueblo de origen de todos los socios, y así todos podremos estar al habla; LA MANIEGA será para muchos un ventajoso anuncio que aumentará su clientela; para otros una guía en la que encontrar servicios de confianza; para todos un medio de relación, de consuelo o de consejo. (…)

LA MANIEGA sostendrá las relaciones y mantendrá vivos los recuerdos: ella dará cuenta de las bodas, bautizos y entierros en el Concejo; dirá los precios de los mercados y el estado de las cosechas; hablará de los que emigran y de los que regresan y de los medios de locomoción y de los acontecimientos más importantes en el Concejo, y de los «choubus» y de las «foinas» y de las riadas de las romerías. LA MANIEGA será un cabo que periódicamente lance el Tous pa Tous para que a él puedan asirse los que se cran olvidados de su País y los que se sientan olvidándolo (…).

El Tous pa Tous (y, por tanto, añadimos nosotros, LA MANIEGA) es ajeno a la política, y en él caben los cangueses de todas las ideas y jamás hará selección ni dará preferencias, atendiendo a la opinión o al partido de aquél a quien socorre. El Tous pa Tous sigue la ley de Cristo y hasta a las cárceles puede llegar su mano protectora» (10).

Vemos, pues, como la intención de los creadores de LA MANIEGA era que sirviese para poner en contacto a los cangueses, viviesen donde viviesen. Y lo logró. Podemos decir con seguridad que LA MANIEGA tuvo el más resonado éxito periodístico local. Sus informaciones eran claras y las colaboraciones jugosas, sobre todo las firmadas por «El Cuntapeiru», llenas de enjundia y canguesismo.

Como ya henos dicho al principio, ha habido otras publicaciones, pero tan efímeras que no quedan de ellas ni sus títulos. Por otra parte, la desgraciada desaparición de los originales o la actual imposibilidad de acceso a éstos dificultan en gran medida la labor de investigación. Sería deseable que todas las colecciones y números sueltos que aún existan fuesen catalogados y ordenados, para incrementar así el acervo cultural de la villa y la región.

NOTAS:

  1. Basado en el catálogo de Manuel F. Avello, corregido y ampliado en Historia del Periodismo Asturiano, Ed. Ayalga, Salinas (Asturias), 1976.
  2. Debido a que no todos los periódicos estudiados se imprimían en Cangas.
  3. Año de desaparición de LA MANIEGA.
  4. EL OCCIDENTE DE ASTURIAS, número 276, del 17 de abril de 1885. Artículo titulado «¿Por qué se pintan las mujeres?», de la sección «Variedades»
  5. O. Bellmunt y F. Canella, Asturias, monografía «Cangas de Tineo», por Faustino M. de Arvás, 1900, pp. 197 y 198.
  6. «Recordemos el gran aprecio que se tenía al antiguo periódico «El Narcea», que se publicaba en Cangas, en la imprenta de don Santiago G. del Valle, del que fue director mi buen amigo don Ibo Menéndez Solar, maestro de Cangas (q.e.p.d.), siendo colaboradores muy notables, entre otros, ya fallecidos, don Abel G. del Valle, el doctor Ambrosio Rodríguez, de Cibea, gran amigo de Ramón y Cajal; don Odón Meléndez de Arbás, maestro de La Regla de Perandones; don Mario Gómez, bien conocido de todos (q.e.p.d.). Más tarde hemos visto la feliz iniciativa de don Mario, que, en unión del referido don Ibo Menéndez Solar y otros socios, fundaron «La Maniega», que se acabó con la muerte de ambos». Del artículo titulado «El mes de Mayo en el Concejo de Cangas», publicado en el número 1 de la revista mensual Narcea. Órgano del Club Narcea, de ambiente asturiano, del 31 de Mayo de 1935 y firmado por Benjamín Rodríguez Gómez (maestro de Bimeda).
  7. EL DISTRITO CANGUÉS, número 7, del 27 de mayo de 1913. Noticia de la sección «La Semana Canguesa».
  8. Aumentemos las incógnitas: el Jefe de Redacción de EL DISTRITO CANGUÉS era Odón Meléndez y en el ejemplar que conocemos de LA VOZ DE CANGAS aparece un artículo firmado por «Odón». Esto, por supuesto, no tiene por qué restar credibilidad a las afirmaciones de Gumersindo Díaz Morodo.
  9. Es el único periódico de los aquí citados del que conocemos la colección completa. Tres de estas colecciones están localizadas y en posesión de particulares, además existen números sueltos que deberían reunirse en colecciones completas. La Biblioteca Municipal de Cangas del Narcea contaba entre sus fondos con una de estas colecciones, que ha desaparecido. En la Hemeroteca Municipal de Madrid se conservan los números correspondientes a los años 1929 y 1930.
  10. LA MANIEGA, número 1, de marzo de 1926. Artículo titulado «Tous pa Tous».

“El Narcea”, segunda época (1912 – 1915), en la web del Tous pa Tous

Último número de El Narcea con la cabecera de la primera época del periódico.

El periódico El Narcea se publicó en Cangas del Narcea desde 1906 a 1915. Su fundador y primer director fue el maestro Ibo Menéndez Solar. Durante su existencia tuvo dos épocas tan distintas que casi podemos decir que fueron dos periódicos diferentes con una misma cabecera.

La primera época comenzó en enero de 1906 y llegó hasta julio de 1912. En todo este tiempo su director fue el mencionado don Ibo. A partir de 1909 aparecieron en la cabecera, junto al director, otros colaboradores: Santiago García del Valle (administrador y propietario de la Imprenta Moderna en la que se imprimía El Narcea), Abel García del Valle (redactor), los médicos Manuel Gómez (redactor), Mario Gómez (corresponsal en Melilla) y Ambrosio Rodríguez (corresponsal en Madrid), y Manuel F. Capalleja (corresponsal en Casablanca).

También colaboraba con mucha frecuencia el maestro Odón Meléndez de Arvas, de Cibuyo. El Narcea de esta época era partidario en política del diputado a Cortes por el distrito de Cangas del Narcea: Félix Suárez-Inclán. Tuvo una vida tranquila, sin campañas políticas en contra de nadie y en consecuencia no sufrió denuncias ni multas. Sus contenidos se centraron sobre todo en promover la enseñanza, la higiene, la mejora de las técnicas agrícolas y ganaderas, la historia, etcétera; a diferencia de sus predecesores del siglo XIX, no publicaba noticias nacionales y provinciales (que por otra parte ya no tenían mucho sentido, porque a Cangas llegaban diarios editados en Oviedo, Gijón y Madrid), y la mayor parte de sus cuatro páginas se dedicaban a la “crónica local”. En los años de esta primera época de El Narcea, no hubo en Cangas del Narcea otro periódico, y los contrarios a él y a la política de Suárez-Inclán escribían en La Justicia. Semanario Republicano, de Grado. Juan de Cangas (seudónimo de Manuel Flórez de Uría) escribió en este periódico en 1912 una crítica a los redactores de El Narcea, a los que les echaba en cara su escasa valentía y su falta de compromiso:

“Siendo, o titulándose, los hombres de El Narcea republicanos, con fondo de racionalistas y puntos y ribetes de socialistas, puede usted calcular el sacrificio enorme que en aras de la paz de este concejo vienen haciendo los infelices, cuando número tras número se guardan su alma en su armario, digo sus ideas propias, para, entre congojas y trasudores, alumbrar en el periódico ese material amorfo que llene números, permita cobrar su precio y no diga nada útil, ni comprometa a nada ni a nadie”. (La Justicia, 17 de marzo de 1912). 

A pesar de las criticas de Juan de Cangas, la primera época de El Narcea constituye un momento de mucho interés para el periodismo cangués, porque al estar apartados de la lucha política, sus contenidos nos resultan hoy más relevantes. Lamentablemente no conocemos una colección completa de esta primera época.

Cabecera de la segunda época de El Narcea.

La segunda época de El Narcea comienza con el número 335, el 6 de julio de 1912. El periódico pasa a manos de Luis Martínez Kleiser (1883-1971), un madrileño, licenciado en Derecho y escritor (que llegó a ser miembro en 1945 de la Real Academia Española), que estaba casado con María Nieves Rodríguez, hija de Francisco Rodríguez, natural del pueblo de Val.lau / Vallado y emigrante en Madrid. Martínez Kleiser quiso entrar en política y decidió presentarse para diputado a Cortes por el distrito de Cangas del Narcea, enfrentándose al mencionado Suárez-Inclán, que llevaba ocupando este puesto cerca de veinte años y contaba con el apoyo de los liberales, los conservadores e incluso algunos republicanos cangueses. El joven Kleiser era un conservador ultracatólico, muy próximo al tradicionalismo y el carlismo, que en 1916, después de su fracaso en el distrito de Cangas, se presentará como candidato por el distrito electoral de Tudela (Navarra) en la lista de los “jaimistas”, es decir de los partidarios de Jaime de Borbón y Borbón-Parma, pretendiente carlista desde 1909 al trono de España. En 1912, Kleiser llegó a Cangas del Narcea con el discurso de renovar la vida política y logró rodearse de un grupo de jóvenes conservadores que se harán cargo de El Narcea y que intentarán desde sus páginas desprestigiar a Suárez-Inclán y a sus partidarios. Nacen de este modo, los kleiseristas y los inclanistas, dos grupos que entre 1912 y 1916 van a mantener una lucha política virulenta, que en las urnas ganarán en todos los casos los inclanistas. Además del periódico, los kleiseristas organizaron en la villa un Círculo Conservador y Kleiseristas (véase El Narcea, 16 de mayo de 1913) y un sindicato agrícola en el río de Naviego (véase El Narcea, 5 de febrero de 1915).

En consecuencia, El Narcea en su segunda época se convirtió en el propagandista de Martínez Kleiser y de sus seguidores. En este periodo tuvo cuatro directores: Jesús Menéndez (hasta el 24 de agosto de 1912); Luis de Ron (hasta el 9 de junio de 1914), Evaristo M. de Arvas (hasta el 20 de marzo de 1915) y José Menéndez. Su administrador en todo este tiempo fue el procurador Ángel Rodríguez. Colaboradores habituales fueron Faustino Meléndez de Arvas, Carlos Graña Valdés, Pinón de la Freita (seudónimo de Jesús Pérez Castro), Humberto de Ron, etcétera. Algunos de los colaboradores se escondían detrás de seudónimos, como Flor de Lis, Fray Veritas, El Padre Cobos o El Eremita. El periódico volvió a tratar asuntos nacionales e internacionales, defendiendo la causa germanófila durante la Primera Guerra Mundial, y periódicamente publicaba unas hojas literarias, por influencia del mismo Martínez Kleiser. La vida de El Narcea en este tiempo fue muy agitada y sus directores sufrieron a menudo denuncias y sanciones debido a las campañas furibundas que mantuvieron contra Suárez-Inclán, contra el alcalde, José Mª Díaz “Penedela”, que era inclanista, y contra el periódico El Distrito Cangués, que fundaron el 8 de abril de 1913 los inclanistas para contrarrestar la influencia de El Narcea. El fracaso electoral de Martínez Kleiser supuso la desaparición del periódico.

A partir de ahora podrá consultarse en nuestra hemeroteca El Narcea correspondiente a esta segunda época. Son 135 números que se publicaron entre julio de 1912 y junio de 1915, a los que hay que sumar diez ejemplares de un suplemento especial para el distrito electoral de Cangas del Narcea que editó El Pueblo Astur entre marzo y junio de 1915. Los originales son de Juaco López Álvarez y proceden de la biblioteca de Luis Martínez Kleiser. Su digitalización ha sido sufragada por Flores La Plaza, de Cangas del Narcea.

El legado colegial del arquitecto cangués Álvarez Castelao

Nudo Castelao, ejemplo de arquitectura sin lenguaje y de gran lógica constructiva, ingenio e inteligencia, con un acabado sorprendente. Gasolinera de La Tenderina en Oviedo.

La Biblioteca del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, creada en los años ochenta como servicio de apoyo bibliográfico para el ejercicio profesional, ha sido sufragada y mantenida desde su origen por esta entidad, característica ésta que le da un carácter privado. No obstante, pese a esta peculiaridad y de que la difusión de sus fondos nunca se ha hecho de forma explícita, atiende las consultas y demandas sobre arquitectura, construcción y urbanismo de todo usuario que se acerque al colegio.

Este año, en el que se conmemora el centenario del nacimiento de don Ignacio Álvarez Castelao, pretendemos con este escrito recordarle, puesto que en el momento de su jubilación contribuyó a incrementar el prestigio de esta biblioteca, donando las revistas adquiridas durante el desarrollo de su actividad profesional (1940-1984).

El interés de este arquitecto por conocer la arquitectura gestada en el país propio y en el mundo, la única forma efectiva en aquella época de estar en contacto con la actualidad, hizo que recibiese en su estudio gran cantidad de títulos de publicaciones periódicas españolas y extranjeras, constituyendo un importante fondo muy bien ordenado y conservado.

El examen de las mismas por su propietario debió ser reposado y con cierto método, puesto que en muchas de ellas se observan acotaciones, hechas con un círculo a lápiz, de los títulos de artículos y a la derecha de éstos figuran unas palabras que describen de forma muy general el tema tratado, el contenido global del escrito: estructuras laminares, bóvedas, tipologías arquitectónicas. De tal forma que cuando el arquitecto precisase volver a leerlos para buscar un detalle que hubiese suscitado su atención, se pudiesen localizar fácilmente, gracias al laborioso vaciado de revistas que se había elaborado.

Estas revistas, además del valor que tienen como documentos para el estudio de la historia de la arquitectura de cuatro décadas del siglo XX, permiten sacar a través de las grafías, de las marcas que don Ignacio ha dejado en sus páginas, algunas conclusiones sobre sus preferencias arquitectónicas y sobre su interés por diferentes técnicas constructivas, deduciéndose que el procedimiento de trabajo debía ser minucioso, ordenado.

Es una agradable sensación hojear las páginas, parece como si en ellas todavía se mantuviesen retazos de la vida profesional de su propietario, como si en el papel aún permaneciesen sus huellas; me pregunto si con los libros y las revistas electrónicas que actualmente van apareciendo, podrá mantenerse esa impresión de objeto disfrutado, vivido, por una persona que ya no existe.

Este legado Castelao ha sido consultado en la biblioteca colegial no sólo por los propios arquitectos, sino por investigadores, profesores, alumnos e incluso algún inquilino de las viviendas construidas por él.

También ha servido de ejemplo a seguir por otros colegas al acercarse el fin de la vida laboral en el ejercicio de una profesión, en la que la técnica y la sensibilidad humanista han ido muy enlazadas.

  Margarita Escotet González
Bibliotecaria del Colegio Arquitectos de Asturias
Oviedo, 30 de junio del 2010

Un proyecto de tranvía de vapor de Muniellos a Cornellana de 1903, en la Biblioteca digital del Tous pa Tous

Desde 1883 a los años cincuenta del siglo XX, es decir durante más de setenta años, una de las mayores aspiraciones de los cangueses fue llegar a escuchar el ruido de la locomotora del ferrocarril por el valle del río Narcea. No lo consiguieron, ni ellos ni varias de las empresas que acometieron la explotación del monte de Muniellos, que en todo este tiempo fueron, junto a los ayuntamientos del occidente de Asturias, las que llevaron la iniciativa para construir una vía férrea.

Una de las empresas que más luchó por conseguir el ansiado ferrocarril fue la Sociedad General de Explotaciones Forestales y Mineras “Bosna Asturiana”, constituida en Gijón en 1902, con capital asturiano, vasco y francés. El presidente era el banquero gijonés Manuel Velasco Heredia. La Bosna, como era conocida comúnmente, tenía entre sus objetivos la explotación de minerales y madera en la cuenca alta del río Narcea. Para ello compró al conde de Toreno el monte de Muniellos y adquirió los derechos de explotación de otros montes próximos.

El proyecto de explotación de la Bosna incluía la construcción de un tranvía de vapor de Muniellos a Cornellana, con un ramal a Salas, que se uniría a la concesión de Cornellana a San Esteban de Pravia que tenía la Sociedad Vasco Asturiana. El objetivo principal de la Bosna con este tranvía era transportar madera y minerales desde el concejo de Cangas del Narcea al puerto de mar de San Esteban. El proyecto de esta línea lo redactó en 1903 el ingeniero Ruperto Velasco Heredia, director gerente de la Bosna. En él se analizan las características del territorio por el que transcurría la línea; se describe su trazado, que tendría 82,782 km. y las estaciones siguientes: Bosna (Muniellos), Ventanueva, La Regla, Cangas del Narcea, La Florida, Bebares, Arbodas, Soto de los Infantes y Cornellana; se presenta una estimación del trafico de la línea, tanto del movimiento de mercancías como de pasajeros, y al final incluye un mapa con todo el trazado.

El mencionado proyecto se publicó con el título de “Concesión del tranvía de vapor de Muniellos (Bosna) a Cornellana por el valle del Narcea, con ramal de Cornellana á Salas” (Gijón, 1903). Es una publicación muy rara, que a partir de ahora podrá consultarse en la Biblioteca digital del Tous pa Tous. El ejemplar digitalizado pertenece a Tomás del Campo Díaz-Laviada, de Gijón, descendiente de Manuel Velasco Heredia.

Azulejos para numerar las casas y rotular los pueblos en 1860

Un humilde testigo de la modernización de España en el siglo XIX:

Azulejos para numerar las casas y rotular los pueblos en 1860

Fotografía de Celso Álvarez Martínez

Los azulejos de color blanco con letras y números azul cobalto en los que aparecen el nombre de los pueblos y parroquias, así como el número de las casas, y que hoy, los que se fijen en ellos, consideraran una antigualla, se colocaron en 1859 y 1860, y fueron un signo de la modernidad del país.

Rosendo Mª López Castrillón, un campesino del pueblo de Riodecoba, en el concejo de Allande (que hoy pertenece a Eilao / Illano) escribió en 1859:

“Número 435, púsolo mi hermano Francisco sobre la puerta principal de esta casa de La Fuente de Riodecoba día de Nuestra Señora de las Candelas, 25 de marzo de este año, por nueva orden real y así se puso en todas las del concejo y otros; cosa nueva y nunca vista hasta ahora de numerar todas las casas como si todo fuese una calle o ciudad”

Fotografía de Celso Álvarez Martínez

Este campesino estaba cumpliendo una Real Orden de 31 de diciembre de 1858 en la que se ordenaba que en el plazo de dos meses se reparara la numeración de las casas en las poblaciones que ya la tenían y se pusiera en aquellas que no la tuvieran. A esta orden siguió otra de 24 de febrero de 1860, en la que se establecía, además de la obligatoriedad de la numeración de las casas, la necesidad de tener una buena rotulación de las calles, barrios y pueblos. En cumplimiento de estas órdenes se colocaron los azulejos mencionados con los números de las casas y los nombres de calles, pueblos y parroquias, en los que se nombraba el concejo y el partido judicial al que pertenecían. Asimismo, en todos los edificios de uso público se colocaron también azulejos con el nombre del edificio (iglesia, escuela, etc.). Los rótulos de los pueblos y las parroquias se colocaban en la entrada de las poblaciones, incrustados en la fachada de la primera casa y mirando al camino.

La última real orden disponía todas las reglas que había que seguir para la colocación de los azulejos. Uno de los puntos decía: “Se procurará que en las capitales y poblaciones donde se conserve todavía el uso de algunos dialectos, se reduzcan todos los nombres de las calles a lengua castellana”. Por lo tanto, que nadie utilice nunca el nombre que aparece escrito en ellos como garante de la toponimia del país.

Detrás de la colocación de todos estos azulejos estaba una política de reorganización del Estado promovida por la burguesía liberal, que había comenzado en 1833 con la división de España en provincias y que buscaba una nueva Administración centralizada y ordenada. Sin embargo, la Administración española desconocía el país que tenía que administrar: no había estadísticas, ni mapas y faltaba la más mínima información. Para favorecer el conocimiento de la realidad de España y de su población se tomaron varias medidas: se crea la Comisión de Estadística en 1856; se regula la realización de censos de población cada cinco años, así como el recuento de casas y demás edificios, etc. El fin último de toda esta política era mejorar la recaudación de impuestos, el servicio militar, las comunicaciones, la enseñanza, etc.

Fotografía de Celso Álvarez Martínez

En el concejo de Cangas del Narcea aún se conserva alguno de aquellos azulejos. Las fotografías de Celso Álvarez Martínez nos muestran los de los pueblos de Limés (L.lumés) y Siero (Sieiru), y el de la parroquia de San Juan de Vega (San Xuan de Veiga de Rengos). En la villa se conservaba uno de estos azulejos indicadores. Estaba en el barrio de El Corral, en la casa donde estaba la Panadería de Silvela. En aquel año de 1860 esta casa era la primera de la villa viniendo desde Oviedo. El azulejo no estaba en muy buen estado. La casa se derribó hace tres años, junto a gran parte de El Corral. ¿Que sucedió con este azulejo?  No lo sabemos, pero es muy probable que nadie haya hecho nada por él, ni el que derribó la casa ni el que la mandó derribar, y que aquel primer indicador de la villa que recibía a los viajeros, aquel signo de modernidad decimonónica, haya ido a la escombrera. Esperemos que los que todavía se mantienen duren muchos años más.

Alfredo Flórez González (1853-1924), filántropo, artista y republicano

Los cementerios son lugares repletos de historia. Por una parte, nos permiten conocer bien la sociedad que los utiliza, porque en ellos, del mismo modo que sucede en las poblaciones, se reflejan las clases sociales,  las creencias, la especulación del suelo, los gustos y las modas, etc. Por otra parte, en los cementerios está el último testimonio de la historia de las personas que están enterrados en ellos.

Sepultura de don Alfredo Flórez en el Cementerio Civil de Madrid.

En el cementerio civil de Madrid, a la derecha de la calle principal, detrás de los mausoleos de los políticos republicanos Ramón Chíes y Francisco Pi y Margall, hay una hilera de tumbas pequeñas, una de éstas es la de don Alfredo Flórez González. Su presencia en este cementerio, tan lejos de Cangas del Narcea, que es el lugar donde falleció, no es una casualidad. Es casi seguro que a los cangueses de hoy este nombre no les diga nada, pero a fines del siglo XIX y comienzos del XX, el nombre de Alfredo Flórez era en Cangas del Narcea y en otros ámbitos geográficos y políticos, sinónimo de republicanismo, librepensamiento y generosidad, y también de rectitud, sensibilidad y sobriedad. Su abuelo José María Flórez Rodríguez y su padre, ambos maestros, ejercieron una gran influencia sobre él, y en cierto aspecto su vida fue una continuación de la de estos dos. Como les sucedió a otras muchas personas de su tiempo, las ideas políticas determinaron y guiaron toda su vida, y puede decirse que fue nieto de la España liberal de la Constitución de Cádiz de 1812 e hijo de la Primera República Española. Como vamos a ver a continuación, fue consecuente con estas ideas hasta más allá de la muerte.

UN CANGUÉS EN EL CEMENTERIO CIVIL DE MADRID

DON ALFREDO FLÓREZ GONZÁLEZ (1853-1924),  FILANTROPO, ARTISTA Y REPUBLICANO. 

 
por Juaco López Álvarez

Medallón de bronce con el retrato de don Alfredo Flórez en la lápida de su sepultura.

Nació en 1853 en Bujalence (Córdoba) donde su padre estaba de maestro. Fue el primogénito de María Teresa González del Reguerín Avello  y José María Flórez Gonzalez (1830 – 1890), ambos naturales de Cangas del Narcea. Mas tarde, el padre se trasladó a Oviedo donde ejerció como director de la Escuela Normal del Magisterio entre 1879 a 1890. Aún hoy es conocido por ser el autor de las Composiciones en dialecto vaquero (1883) y uno de los primeros estudioso de la arqueología y el arte de Asturias. Su abuelo, Flórez Rodríguez (1809 – 1876), también nacido en Cangas del Narcea, trabajó en la Escuela Normal de Madrid, tuvo aficiones pictóricas y participó en política con los liberales.

Alfredo estudió en Oviedo y en Madrid, donde hizo la carrera de Medicina, actividad que no ejerció nunca. En estas dos ciudades transcurrió gran parte de su vida dedicado a la política, el arte, la escritura y el altruismo.

Trasera de la sepultura de don Alfredo Flórez; al fondo, a la derecha, las tumbas de Francisco Pi y Margall (1824-1901), “maestro de los federales”, y Nicolas Salmerón (1837-1908).

En política siempre fue republicano, en concreto republicano federal. En esto siguió fielmente a su padre, que en 1869 fue vocal del primer Comité Provincial Republicano-Federal de Asturias en representación de Cangas del Narcea y el 6 de julio de ese año fue uno de los firmantes de un manifiesto a favor de la proclamación de la República Española (La República Española, Gijón, 16 de julio de 1869). Don Alfredo fue seguidor, correligionario y amigo del líder nacional de esta corriente política don Francisco Pi y Margall, que fue presidente de la Primera Republica Española, y de su hijo Francisco Pi y Arsuaga. Asimismo, mantuvo en Madrid mucha amistad con otros destacados federalistas, como Eduardo Benot y el radical Nicolás Estévanez. Hasta 1910, tuvo una vida política muy activa dentro del Partido Republicano Democrático Federal y se presentó como candidato en varias elecciones, aunque nunca salió elegido.

Aficionado a la pintura y a la escultura, recibió clases de Alejandro Ferrant (1843- 1917), un pintor madrileño de temas religiosos e históricos muy admirado en su época. También fue aficionado a la fotografía, que practicó en Cangas del Narcea. Lamentablemente, de toda esta labor como pintor, escultor y fotógrafo casi no se conservan obras. Una, que podemos ver todos, es el bajo relieve en bronce dedicado al maestro don Jenaro González Reguerín, que actualmente está colocado en las Escuelas Públicas de El Mercao, y cuyo diseño hizo él en 1914. Asimismo, se dedicó a la literatura. Escribió artículos para la prensa de Asturias y Madrid, y sobre todo poesía.

Su relación con Cangas del Narcea siempre fue muy estrecha. Aquí pasó casi todos los veranos de su vida y en 1909 se trasladó definitivamente para vivir con su madre, su hermano Roberto y varios sobrinos. Es probable que este traslado lo realizase por motivos de salud.

A fines del siglo XIX, la llegada de los Flórez a la villa en los meses de verano era todo un acontecimiento para la burguesía local. Enseguida se comenzaban a organizar veladas musicales y literarias en el Casino Recreativo, en las que los miembros de esta familia eran unos de sus principales protagonistas: el padre tocaba el piano y recitaba composiciones en “dialecto vaquero”; su hermano Roberto tocaba el violín y  leía obras literarias, y Alfredo declamaba poemas escritos por él mismo. Los dos hermanos actuaban también en representaciones de teatro. En septiembre de 1885 participaron en una velada en la que Alfredo leyó un largo poema titulado “A España”, que trata sobre el conflicto que enfrentó en agosto de ese mismo año a España y Alemania sobre las islas Carolinas, y que conocemos porque se publicó en El Occidente de Asturias el 8 de septiembre de ese año: A ESPAÑA por Alfredo Flórez (Cangas de Tineo, 30 de agosto de 1885)

La situación económica desahogada que disfrutó Alfredo Flórez  le permitió llevar una vida diletante, que dedicó a ayudar a los demás, especialmente a sus correligionarios y a la clase trabajadora. En Cangas del Narcea, él se encargaba de pintar los telones del teatro para las funciones de los aficionados, él hizo el proyecto del matadero… y todo ello gratuitamente. No eran raras en la prensa local noticias como las siguientes. En el programa de las fiestas del Carmen de 1883 puede leerse:

“A las 6 de la tarde [del 17 de julio], tendrá lugar en el paseo de la Vega la rifa de la preciosa acuarela pintada por D. Alfredo Flórez con objeto de allegar fondos para hacer frente á los gastos de los festejos. El cuadro, que representa un bonito paisaje de las inmediaciones de esta villa, debe excitar verdadero interés y se cree que las papeletas ó billetes, que se expenderán al módico precio de una peseta, serán buscados con afán” (El Occidente de Asturias, 13 de julio de 1883).

Y el 20 de noviembre de 1894 se publica en El Eco de Occidente, la noticia siguiente:

“Nuestro estimado amigo  D. Alfredo Flórez, con objeto de agregar algunos recursos para el hospital de esta villa, que de ellos se encuentra necesitado, pintó un hermoso cuadro, copia de una cabeza de estudio de Ferrant, y habiéndose rifado en el día de anteayer, dio por resultado la suma de 60 pesetas, las mismas que entregó a D. Félix Mª Villa, administrador de dicho establecimiento. Muy bien por el Sr. Flórez, y celebramos que sus aficiones a la pintura sean tan beneficiosas para los pobres”.

Lavadero construido y donado al pueblo de Cangas del Narcea en 1914 por don Alfredo Flórez, 1930. Fotografía de Ubaldo Menéndez Morodo. Colección de Juaco López Álvarez.

Su mayor regalo al pueblo de Cangas fue la construcción en 1914 de un lavadero que pagó íntegramente. Estaba junto al puente de Ambasaguas y tenía cabida para unas setenta lavanderas. Hasta entonces nunca había existido en esta villa un lavadero cubierto, y las lavanderas tenían que lavar la ropa en el río. Según Gumersindo Díaz Morodo, Borí, gracias a este espléndido lavadero “las mujeres del pueblo pueden entregarse a la penosa tarea de lavado de ropa libres de los rayos solares en el verano y del agua y de la nieve en el invierno”. El lavadero fue derribado hacia 1963.

La inauguración de este lavadero, el domingo 25 de octubre de 1914, según El Distrito Cangués (31 de octubre de 1914), “revistió una solemnidad jamás vista en Cangas. ¡Y cómo no había de ser solemne si este fue el primer acto de altruismo que en esta villa se ha presenciado!”. Intervinieron en el acto el propio don Alfredo, que con lágrimas en los ojo recordó a su padre, en cuya memoria había levantado el lavadero, y el médico José Gómez que mencionó la dicha que suponía esta obra para la villa de Cangas, que “ponía a las pobres lavanderas al abrigo de las intemperies, ya fuesen viejas, escuálidas, que apenas podían consigo, ya jóvenes y hermosas, que bajaban al río con dos rosas por mejillas y al poco rato se tornaban pálidas, tiritando de frío […]. Que él, como médico, había podido apreciar bien la salud que el río robaba y los estragos que causaba en las lavanderas”.

El acto concluyó con unas coplas dedicadas al donante:

  Ya no me asustan las nieves,
ni al cierzo le tengo miedo;
aquí lavaré cantando
endechas a don Alfredo.
                  &
  Vengan ardores de sol,
venga inclemente aguacero,
que yo ya lavo abechugo:
ya tenemos lavadero.
                  &
   ¡Viva don Alfredo Flórez!
¡Viva un corazón de veras!
¡Viva el que brindó refugio
a las pobres lavanderas!

Alfredo Flórez expresó de palabra y por escrito su deseo de ser enterrado en el Cementerio Civil de Madrid, junto a la tumba de Pi y Margall, “maestro de los federales”. En Cangas no había un cementerio de esta clase y el de Madrid, inaugurado en 1884, era un auténtico “camposanto” para los librepensadores y republicanos de toda España. En él estaban enterrados tres presidentes de la Primera República Española y otras muchas personalidades de esas mismas ideas.

Detalle de la sepultura de don Alfredo Flórez en el Cementerio Civil de Madrid.

Don Alfredo murió en Cangas del Narcea el 29 de septiembre de 1924, y su cadáver fue embalsamado y trasladado a Madrid. La tumba donde fue sepultado la diseñó él mismo. Esta presidida por una alegoría de las artes, que es una figura femenina vestida con una túnica y que sujeta unos papeles en las manos. En la lápida hay un medallón de bronce con su rostro. Junto a su nombre y las fechas de nacimiento y muerte, se leen las siguientes inscripciones: “Su religión fue la caridad” y “Sus devociones la poesía y el arte”.

El diario El Noroeste, de Gijón, publicó en su portada del 5 de octubre de 1924 una necrológica sobre él escrita por su amigo, el periodista y político republicano, Roberto Castrovido Sanz (Madrid, 1864 – México, 1941). Castrovido había sido director de varios periódicos: La Voz Montañesa, de Santander; El País, de Madrid, etc. y fue durante muchos años diputado del Partido Republicano Democrático Federal. La semblanza es muy emotiva y merece la pena leerla para saber quien fue don Alfredo Flórez González.

DON ALFREDO FLÓREZ, por Roberto Castrovido

 (Publicado en El Noroeste, Gijón, 5 de octubre de 1924)

Un telegrama de su hermano don Roberto me dice que ha muerto. Me conmueve la triste noticia. Adiós, buen amigo, noble amigo, bondadoso amigo, espejo de republicanos, dechado de caballeros!

De Asturias venían a las Asambleas federales dos hombres recios y buenos: Felipe Valdés, de Gijón, y Alfredo Flórez, de Cangas de Tineo. Valdés era comerciante de rápida comprensión, bonísimo sentido, palabra corta y cortante. Flórez era delicado, suave, artista, su pensamiento rico en matices era fluctuante; reflexionaba, soñaba, más bien, hablaba poco. Ambos tenían de común lo firme de sus ideas políticas, y lo natural, espontáneo, sencillo de la virtud.

Recuerdo perfectamente al Flórez de hace treinta años, al que era un hombre viril, cuando yo era un joven. Estaba en lo mejor de su edad, como dice el vulgo, no sin acierto. Era de aventajada estatura. Erguido. De finas maneras. Arrogante. Vestía de negro. Su traje era limpio y señoril. Sus gustos de artista se exteriorizaban en el lazo de su chalina, en el chambergo con que se tocaba, y en la media melena de su negra cabellera. Una barba a lo español del siglo XVII encuadraba su correcto y expresivo rostro. Era un Rubens asturiano. Le placía hablar de arte, de pintura principalmente, y era competentísimo en la materia. Buen gusto, sensibilidad, idealismo eran en este orden sus calidades.

En filosofía y en política pensó y procedió acorde con sus grandes amigos Francisco Pi y Margall, Eduardo Benot y Nicolás Estévanez.

A las Asambleas generales anteriores a la República y en las tres siguientes á la Restauración representaron á Asturias Alegre, Carreño, Calvo. Calzada, etc., etc. Valdés y Flórez representaron la región asturiana en las Asambleas sucesivas. Don Alfredo fue elegido miembro del Consejo federal, cargo que dimitió á la muerte de Pi y Arsuaga.

Hace años, muchos, doce ó catorce, que se fue á Cangas de Tineo. Hasta luego, hasta muy pronto, nos dijo al despedirse. Volveré el año que viene, nos escribía al principio. Ya no volveré, nos escribió hace un año. No ha vuelto hasta después de muerto.

Desde su casa solariega seguía con alma el movimiento político de su país. Comentaba en sus cartas privadas los sucesos políticos con sagaz acierto y honda emoción. Lloraba a los amigos que morían, socorría á los desgraciados, ayudaba a los periódicos y no había, en fin, movimiento público, cuita privada que no repercutiera en Cangas de Tineo y que no encontrara allí, en el gran ánimo de don Alfredo Flórez, una reflexión, un consejo, una lágrima, un donativo.

Flórez se enteraba de todo y a todo atendía. La huelga general de 1917, los presos, la desaparición de ‘”El País”, la demencia y muerte del ilustre cervantista y escritor federal Ramón León Mainez, la ancianidad desvalida del revolucionario del 48 Patricio Calleja, la estatua a Galdós, la corona para los defensores de Verdum (Flórez no fue troglodita), el extraordinario de “El Motín”, las acciones ideadas para conservar la obra de don José Nakens, el centenario de Pí y Margall… La primera adhesión, el primer concurso, el donativo que antes que ningún otro enviaba eran los de Alfredo Flórez. Me honró haciéndome, a veces, su limosnero y me favoreció a la desaparición de “El País” con su generoso auxilio. No se pedía una vez socorro para este o aquel correligionario que no acudiera Alfredo Flórez, no se abría una suscripción sin que él fuera uno de los suscriptores, no lanzaban el alerta las izquierdas sin que de Cangas de Tineo nos llegara el ¡alerta está! del federal modelo de consecuencia y virtudes cívicas.

Lo único que le molestaba era el elogio en los periódicos, a lo que se negaba con energía era a que se diera pública noticia de sus socorros. Obediente á sus deseos hube muchas veces de rogar a las familias socorridas que le significaran por carta su agradecimiento.

Recluido en su pueblo natal con su hermano, la esposa de éste y varios de sus ocho sobrinos, ha vivido practicando el bien, pensando en los demás.

Su exquisita sensibilidad le hacía sufrir intensamente no ya desgracias familiares y sinsabores propios, sino los ajenos y los públicos acontecimientos. La condena del Comité de huelga fue para él otra condena; la guerra que empezó en 1914 fue un tormento para él, y le han martirizado las desdichas patrias.

La enfermedad no debilitó su espíritu. Fuerte siempre y consecuente siempre con sus ideas, testó en vísperas de morir y dibujó la lápida que ha de cubrir su tumba, en la cual lápida consigna que la poesía y la pintura alegraron su vida y que lo mejor de ella fue la caridad. Así es. El arte lo tuvo por suyo, hizo el bien y ha muerto como vivió.

En su testamento dispuso, que se embalsamara su cadáver y se le enterrara en el Cementerio Civil de Madrid en el sitio más cercano a las tumbas en que yacen Pi y Margall y Benot, sus gloriosos amigos.

Hermanos y sobrinos han respetado el último deseo y en este Cementerio Civil ha sido inhumado el cadáver del artista del bien, del filósofo de la verdad, muerto en su tierra natal á los 71 años de una vida consagrada a lo bueno y a lo bello.

Vivió este insigne federal asturiano como un justo: ha muerto como un estoico.

El día 2, el jueves, enterramos en el Cementerio Civil el cuerpo de Flórez.

Dos sobrinos, don Luis y don Genaro, el asturiano Corujo, embajador de Asturias en Madrid, á titulo de paisanos, don Joaquín Pí y Arsuaga, don Manuel Hilario Ayuso, Cantana, Menéndez Pallares, Gallego, Nácar y otros muchos amigos de Alfredo Flórez. Después de muerto ha ganado una victoria para la secularización de los cementerios, la libertad de conciencia y el librepensamiento.

El asturiano occidental en la voz de Lorenzo Rodríguez-Castellano

Lorenzo Rodríguez-Castellano (Besullo, 1905 – Oviedo,1986)

El lingüista Lorenzo Rodríguez-Castellano (Besullo, 1905 – Oviedo, 1986) fue un intelectual republicano y liberal de origen cangués que durante treinta años, en el periodo de la dictadura franquista, desarrolló una ingente labor en favor de la lectura en Asturias como coordinador provincial de las bibliotecas públicas. Además de pilotar el complejo tránsito de las bibliotecas de la República al Franquismo, Rodríguez-Castellano fue el principal promotor para formar una Biblioteca Pública de Oviedo. También desarrolló una importante labor investigadora como filólogo, llegando a ocupar la vicesecretaría del RIDEA. Fue galardonado por sus tesis sobre Aspectos del bable occidental  (1954) por el CSIC con el premio Luis Vives.

El primer relato que recita Lorenzo Rodríguez-Castellano en el siguiente vídeo, es el romance “Farruquín el de Buseco”, de José Mª Flórez y González (ver Composiciones en dialecto vaquero, 1883, en la Biblioteca Digital del Tous pa Tous) y el segundo es “El viaxe de Xuaco de La Fulgueirosa”, una narración, basada en un hecho real, escrita por el mismo Rodríguez-Castellano.


 

Intentos segregacionistas en el concejo de Cangas del Narcea en el siglo XIX

Azulejo indicador del pueblo de “Brañas de Abajo, concejo de Leitariegos, partido judicial de Cangas de Tineo, provincia de Oviedo”, de 1860. Fotografía de Celso Álvarez Martínez.

Es difícil pensar que un concejo tan extenso como el nuestro de Cangas del Narcea e integrado por valles con personalidad tan acusada, no haya tenido movimientos separatistas. El actual concejo de Cangas del Narcea se formó con un amplio territorio cuya capital desde 1255 estaba en la Puebla de Cangas, y al que se agregaron viejos cotos señoriales: el coto de Cangas, el coto de Corias  y el coto de Brañas o Leitariegos. Los cotos eran unos territorios  bien delimitados, que constituían “la propiedad eminente y la zona de jurisdicción de un personaje individual o colectivo llamado señor” (Pierre Goubert).  El coto de Cangas abarcaba un gran número de parroquias (Ambasaguas, Santa Marina, Bergame, San Damias o Abanceña, Augüera del Couto, Veigal.lagar, Las Montañas, etc.)  y a su existencia se debe el nombre del río del Couto (que antiguamente se llamaba río Perpera). La jurisdicción de este coto perteneció hasta el siglo XVI al monasterio de Corias, pero en ese siglo fue comprado por el concejo de Cangas y pasó a depender de él. El coto de Corias comprendía solamente esta población y hasta el siglo XIX perteneció al mencionado monasterio. Por último, el coto de Brañas o Leitariegos, que también en la Edad Media había dependido de los monjes de Corias, pertenecía desde el siglo XVI a los “vecinos y moradores” de los pueblos de El Puerto, Brañas d’Arriba, Brañas d’Abaxu y Trascastro. Este último coto se constituyó en ayuntamiento en 1821, con el nombre de concejo de Leitariegos, pasó en 1827 a depender de Cangas y más tarde volvió a ser independiente hasta 1925, en que se integra definitivamente en Cangas del Narcea (Gaceta de Madrid, 3 de junio de 1925).

 

Casas en Riegla de Cibea

En 1820, durante el Trienio Liberal, que instauró la Constitución de Cádiz de 1812, muchos concejos asturianos se dividieron. El articulo 330 de esta Constitución favorecía la formación de nuevos ayuntamientos: “Se pondrá ayuntamiento en los pueblos que no lo tengan, y en que convenga le haya, no pudiendo dejar de haberle en los que por sí ó con su comarca lleguen á mil almas”. El fin de los legisladores liberales de 1812 era racionalizar los municipios españoles, formando unos concejos uniformes y favoreciendo la independencia municipal de la mayoría de los núcleos de población. Para cumplir este fin se daba a las poblaciones todas las facilidades para formar un ayuntamiento: a las de más de mil habitantes se las obligaba a tenerlo y para las que no llegaban a ese número se promulgó un decreto el 23 de mayo de 1812, por el cual la población “que por sus particulares circunstancias de agricultura, industria o población considere que debe tener ayuntamiento, lo hará presente a la Diputación de la provincia, para que en virtud de su informe se provea lo conveniente”. 

Fuente de Riegla de Cibea construida en 1872, ejemplo de la nueva clase social que promueve la creación del concejo de La Unión en 1887.

Como consecuencia de estas leyes, a fines de 1820 Cangas del Narcea se dividió en cinco concejos con capitales en las siguientes poblaciones: Ounón, Carbachu, Pousada de Rengos, Bisuyu y Cangas. A estos nuevos ayuntamientos tenemos que sumar el de Leitariegos, con capital en Brañas d’Arriba, que en ese mismo año pasó de coto a concejo. Cada concejo tenía alcalde constitucional, procurador, secretario y regidores. Los nuevos concejos duraron menos de tres años, porque en 1823, con la vuelta de España a la monarquía absolutista de Fernando VII, las cosas volvieron a su estado anterior y todos estos ayuntamientos (con excepción de Leitariegos) desaparecieron sin dejar rastro. 

Sin embargo, el sentimiento separatista de algunas parroquias no desapareció en 1823 y volverá a manifestarse sesenta años después. En 1887 llega a la Diputación Provincial de Oviedo la siguiente propuesta: “Creación de un nuevo Ayuntamiento con el nombre de La Unión, constituido con las parroquias de San Julián, San Pedro de Arbas, Cibea, Genestoso y Fuentes [de Corveiro], hoy pertenecientes al Ayuntamiento de Cangas de Tineo, cuya capital sea Miravalles” (Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo, 3 de noviembre de 1887). 

Sonande, en la parroquia de Cibea, en la que sobresalen varias casas construidas por emigrantes enriquecidos en Madrid.

La razón que argumentaban los vecinos de estas parroquias para separarse del concejo de Cangas era su lejanía de la capital y los inconvenientes que esto les ocasionaba. Además, suponemos que su proximidad con el pequeño concejo de Leitariegos fuese un estimulo para los promotores de esta iniciativa y aunque no sabemos quienes eran estos, es casi seguro que este movimiento segregacionista tiene que estar vinculado con la existencia de una nueva clase social de campesinos acomodados y emigrantes enriquecidos en Madrid, que aspirarían al control político de este nuevo concejo. La existencia de esta nueva clase social tendrá su mejor manifestación en las grandes casas que se levantan en algunas de aquellas parroquias en la segunda mitad del siglo XIX. 

La Diputación Provincial tenía que tramitar la solicitud de creación de este nuevo concejo y enviarla al Ministerio de la Gobernación, que era el que tenía la última palabra. El Ayuntamiento de Cangas de Tineo ya había manifestado su oposición a esta propuesta. En una junta de la Diputación se debatió este asunto, lo que provocó una airada discusión entre dos diputados. Por el acta de esa junta, que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo de 5 de noviembre de 1887, sabemos lo que allí se dijo: 

“El Sr. Gonzalez Núñez pidió la palabra en contra y obtenida manifestó que el expediente se halla incompleto, faltando en él documentos esenciales, pues carece de la solicitud de los vecinos, ignorándose por lo tanto qué número de ellos solicita la segregación y la certificación original que acredite el número de habitantes de las parroquias que pretenden segregarse, no pudiendo por lo tanto apreciarse si llegan a dos mil habitantes como requiere la ley; cuyos documentos aparecen solo en copia simple sin autorización alguna, por lo que no tienen fuerza legal ni pueden ser estimados en el expediente.
   El Sr. Acebal contestó que hace tiempo se instruyó el expediente en el que obraba toda la documentación original y completa, el cual se remitió al Ayuntamiento de Cangas de Tineo para su informe, y allí se perdió; que habiendo acudido en queja los interesados al Sr. Gobernador de la provincia, por orden de esta autoridad se reprodujo la reclamación por un Procurador de los vecinos; que por esto y el haber admitido el Ayuntamiento la certeza de las copias, pues no la impugna o informa en vista de ellas, demuestra que son admisibles; y que en último resultado si el Ministerio de la Gobernación no las estima bastantes, ya exigirá los documentos necesarios. Que respecto al fondo de la cuestión debe decir que la pretensión de los interesados es procedente, puesto que distando las aludidas parroquias 6 ó 7 leguas de la capital del concejo, se hallaban abandonadas y muy difícil las comunicaciones con aquél. 
   El Sr. González Núñez repuso que era muy grave la afirmación de que el Ayuntamiento hubiese hecho desaparecer el expediente y que el presentado ahora no tiene valor ninguno por no estar autorizado por nadie los documentos que lo constituyen.
   El Sr. Acebal replicó que él no afirmaba que el Ayuntamiento hubiese hecho desaparecer el expediente y solo sí que resultaba que allí había desaparecido.
   Seguidamente fue aprobado el dictamen por 14 votos contra 5”. 

El expediente de creación del concejo de La Unión pasó el trámite de la Diputación Provincial, pero finalmente no obtuvo la aprobación del Ministerio de la Gobernación. La oposición del Ayuntamiento de Cangas del Narcea debió resultar un escollo muy difícil de superar para los promotores de este nuevo concejo.

Historia y presente de la minería en Cangas del Narcea

El socio del Tous p@ Tous Enrique Rodríguez García (Santolaya) nos ofrece (mayo de 2010) una historia breve y muy personal de la minería en el concejo de Cangas del Narcea. El esplendor de esta actividad en la segunda mitad del siglo XX trajo consigo un momento de crecimiento económico y de auge vital que será difícil que vuelva a nuestra tierra. En esta noticia, Enrique aporta datos históricos y económicos, que muestran el alza y el declive de la minería, y recuerdos personales del ambiente que se vivía en Cangas en aquellos años de bonanza.

HISTORIA Y PRESENTE DE LA MINERÍA EN CANGAS DEL NARCEA

por Enrique Rodríguez García (Santolaya)

El desarrollo del concejo de Cangas del Narcea en estas últimas  décadas, desde los años sesenta del siglo XX en adelante, está unido directamente con   la explotación minera del carbón. El acceso a unos ingresos importantes por parte de la población local permitió  una época de esplendor económico en la zona, que aún hoy es difícil de sustituir. Aquello ya se terminó, aunque la minería actual, los prejubilados y los fondos mineros todavía generan unos ingresos y unas inversiones importantes en el concejo.

Plano de “Concesión la Abandonada” en la villa de Cangas, se empezó una bocamina en la zona de El Corral y se abandonó porque las capas se encuentran prácticamente en su totalidad bajo la villa de Cangas.

Para explicar los comienzos de este proceso minero nos tenemos que trasladar a una época en la que España sufre un cambio importante  en la forma de pensar y gobernar. Es la época de Carlos III  (1716 – 1788). Este rey proyecta  aplicar en España los principios de la Ilustración que se estaban defendiendo en Europa y nombra para esta tarea a un político excepcional: Pedro Rodríguez de Campomanes (1723 – 1802), nacido en Santa Eulalia de Sorriba (Tineo), e hijo de una familia de hidalgos pobres.

Un ministro como Campomanes que no procedía de la aristocracia; que tuvo que  empezar su vida al margen de rangos de privilegios, que tuvo que trabajar duramente para obtener sus títulos y  conseguir su carrera, además de demostrar  una capacidad excepcional de trabajo y de conocimiento de los temas que trataba. Era admirador de Voltaire y se presentaba como un hombre de la Ilustración. Creía esencialmente en la razón y en los resultados, su filosofía era una filosofía utilitaria: la mayor felicidad para el mayor número de personas. Era enemigo de los privilegios y evidentemente contrastaba bastante con sus antecesores. Campomanes y sus contemporáneos marcaron una época de sueños de reforma, educación e ilustración. Desgraciadamente, quienes los siguieron hicieron retroceder aquellos avances sumiéndonos en un tortuoso siglo.

Antigua bocamina de la “concesión la Abandonada” en la zona de El Corral

Las ideas de Campomanes dieron pie a que otros destacados asturianos de la misma época y con similares inquietudes, pusieran los cimientos para desarrollar  una incipiente industrialización en Asturias. El ejemplo más significativo lo tenemos con Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), natural de Gijón, y en el occidente de Asturias con Joaquín José Queipo de Llano, quinto conde de Toreno (1727 – 1805), nacido en  Cangas de Tineo (hoy Cangas del Narcea). El conde  de Toreno puede ser considerado como el primer autor interesado en la investigación científica de los recursos geológicos en la región; fue promotor de la Sociedad Económica de Amigos  del País de Asturias, en Oviedo, investigó  y publicó una relación de yacimientos mineros de Asturias en 1785.

En los discursos del conde de Toreno, pronunciados en la mencionada sociedad en los años 1781 y 1783 e impresos en Madrid en 1785, se describe minuciosamente todo tipo de minerales, se ofrecen indicios sobre yacimientos de carbón, amianto, se destacan los mármoles de Rengos y se da noticia de otros minerales descubiertos por él en la región.

Afloramiento de una capa de carbón en la zona de Rengos.

Las referencias al concejo de Cangas del Narcea en la obra del conde de Toreno son muy numerosas. Una de ellas dice:

“inmediata al lugar de Burracan, distante un quarto de legua de la villa de Cangas de Tineo, se halla una mina de antimonio de extraordinaria abundancia. Está al oriente, en el camino que pasa desde el lugar de Robledo al expresado Burracan, junto a una capilla, que se intitula del Ángel. En la misma jurisdicción y concejo, entre los lugares de Tandes y Bruelles del Partido de Sierra, y camino que media entre ellos, hay otra mina del mismo mineral, muy abundante a lo que demuestra”.

Maquinista de tren minero en la zona de Rengos

Menciona en el lugar de Fuentes de Corveiro “una cantera  abundantísima, que produce piedras de diversos y hermosos colores”. Las canteras son una de las predilecciones del conde:

“En el lugar del Pueblo de Rengos, parroquia de San Juan de Vega, hay otra cantera de mármol blanco, que viene  a ser una montaña entera, titulada la Peña de San Andrés, que predomina al río Narcea, y remata en un calero. […] Muy inmediata a la misma cantera se halla otra bien abundante de mármol negro con vetas cenicientas, tan fino como el antecedente”.

Sondeo de investigación a 700 m. de profundidad en la zona de Rengos.

En sus conclusiones escribe el conde de Toreno:

“en vista de una relación tan extensa, con las muestras que he manifestado de los minerales, mármoles y demás producciones que contiene, es indudable que merecen el mayor aprecio: que su beneficio podría utilizarnos en crecidos intereses es constante; y que si nos aplicásemos con desvelo a tan importantes reconocimientos, se hallarían otros muchos, es infalible”.

Todos estos conocimientos permitirán medio siglo después el nacimiento de una  industrialización  en la zona  central de Asturias; pero en los concejos del occidente, en nuestra zona de Cangas del Narcea, fue imposible que ésta se desarrollara, aún teniendo conocimiento de los recursos minerales que ofrecía nuestro concejo. Esto ocurre principalmente por estar lejos de los centros de consumo y distribución, a lo que hay que añadir las pésimas comunicaciones que poseía esta zona.

Pueblo de Santa Eulalia, lugar de nacimiento de Francisco Uría

En años posteriores, otro cangués  que también perteneció a la Sociedad Económica de Amigos  del País de Asturias y nació en el pueblo  de Santa Eulalia de Cueras,  José F. Uría y Riego (1819-1862), desde su cargo como Director General de Obras Públicas, intentaría con gran empeño solventar en lo posible estas deficiencias de comunicación del concejo de Cangas.

Todos estos esfuerzos no consiguieron arrancar la explotación del carbón  en la zona occidental de Asturias hasta la década de los años cincuenta del siglo XX, en la que solo hay algunas empresas  explotando de una forma casi artesanal minas de la zona con producciones poco significativas. El carbón extraído se  llevaba a embarcar a Pravia para, desde allí, transportarlo a los diferentes centros de consumo.

Picador picando la vena de carbón con martillo neumático (Rengos)

El salto cualitativo y la fecha clave del desarrollo de la minería del carbón en Cangas del Narcea es 1965. En esta fecha se inaugura la Central Térmica de Unión FENOSA, en Soto de la Barca (concejo de Tineo), con un primer grupo de 65 MW de potencia, que se alimentaba con  carbón de  explotaciones próximas. Posteriormente, en 1969, empieza a funcionar el segundo grupo de 166 MW de potencia y en 1984 se puso en marcha el tercer grupo de 364 MW. El consumo  de esta central térmica fue el revulsivo para que crecieran empresas que explotarán  de forma racional la riqueza de carbón de la comarca. La central, al estar cerca de los centros de producción, elimina el principal problema de la zona que son sus comunicaciones; la energía se genera dentro de la cuenca carbonífera y se trasporta a los centros de consumo por la red eléctrica instalada.

Galería en carbón con sostenimiento metálico y avance con minador (Rengos)

A este acontecimiento hay que añadir otra causa que favorecería el desarrollo minero de la zona: la crisis del petróleo de 1973, con el espectacular encarecimiento de su precio, que obligó al gobierno español a diseñar (con cierto retraso)  el Plan Energético Nacional (PEN) en 1979. El carbón adquiere un gran protagonismo, con la apuesta por el mercado de la generación de electricidad termoeléctrica.

Este es el momento de esplendor de la cuenca de Cangas del Narcea, empresas como Antracitas de Gillón llegan a tener 1.150 mineros en estos momentos. Los sueldos  se incrementan, el paro  en la comarca no existe, se alquilan pisos, locales e incluso se restauran cuadras antiguas en los pueblos para acoger a los mineros que vienen a trabajar a la zona. Todo lo que es vendible se quita de las manos;  los ganaderos venden con facilidad sus terneros, matanzas, leche, patatas; los bares y el ambiente nocturno funcionan todos los días de la semana (algunos recordamos cómo la gente de Tineo, Villablino y otras zonas limítrofes se trasladan a Cangas el fin de semana debido al gran ambiente que existe en la villa). Las tiendas de ropa y otros servicios movían tanto género como cualquier local en el centro de Oviedo. La construcción resurge con fuerza, los pisos se venden sobre plano, ya financiados antes de ser construidos. En coches se compran los últimos modelos y con la máxima potencia. Las casas en los pueblos son restauradas o construidas de nuevo y no se escatima en gastos: tienen que ser grandes y suntuosas. Desde Oviedo empiezan a referirse a Cangas del Narcea como la “comarca del oro negro”.

Carlos de Moal controlando el carbón (Rengos)

Los que en aquel momento estábamos estudiando, y como suele ocurrir con los estudiantes, el dinero no sobra, no podíamos   seguir el ritmo de los amigos que trabajaban en la mina. Evidentemente no podíamos  acceder a comprar aquellos coches Seat de gran cilindrada: 1400, 1500, 1600 y, no recuerdo bien, pero seguro que había hasta Seat 3000 o más.

Entronque de galerías (Rengos)

El ambiente en Cangas era impresionante, recuerdo cuando en la discoteca Zaycor, en El Reguerón, no se podía pasar, no cabía una persona más en el local y esto, en mayor o menor medida, ocurría en todos los locales de ocio de Cangas.

Grandes profesionales de la minería de nuestro concejo

Aparecen en estas décadas los  principales nombres de empresas y empresarios asociados a este desarrollo minero en Cangas del Narcea:

  • En la cuenca de Carballo, empresas como Minarsa, Antracitas del Acebo y Antracitas de Cibea.
  • En la cuenca de Rengos, empresas como Antracitas de Gillón, Antracitas de Rengos (Carmencita), Carbonífera del Narcea (Carbonar), Pire Minas, Coto Minero del Narcea, Minero-Astur, Mina Juan, Carbolasa, y empresarios como Domingo Martínez Juan, Efrén Cires Suárez, Antonio García Simón y otros.

El declive de esta minería se inicia al finalizar el siglo XX y va paralelo a las decisiones políticas de reconversión, marcadas desde directrices comunitarias. No entraré a valorar  todo el proceso de reconversión minera ni sus causas por ser muy extenso y salirse fuera del propósito de este artículo; me limitaré solamente a señalar las repercusiones que esta reconversión tiene en nuestro concejo.

Galería en carbón (Rengos)

En el gráfico siguiente se ve claramente la disminución de empresas y mineros que sufre la minería canguesa a finales del siglo XX y principios del XXI. Paralelamente, también se puede observar la disminución de la población del concejo como consecuencia directa de este proceso.

Población de Cangas del Narcea en 2009: 14.589 habitantes

Hay tres momentos claves que marcan este proceso de reconversión. En 1978 sólo la mina de Gillón tenía trabajando en sus explotaciones 1.150 mineros, en 1986 sumando todos los mineros de la zona daban una cifra de 1.945 mineros. A partir de aquí el declive empieza a mostrarse de forma acusada, cerrando minas como Minarsa, Pire Minas, Mina Juan, Carbolasa, Antracitas del Acebo, Antracitas de Cibea, Minero-Astur, Carmencita y la mítica Antracitas de Gillón que cierra en 2005. A partir de esta fecha se mantienen en la zona dos minas: Coto Minero del Narcea, hoy perteneciente al grupo Uminsa de Victorino Alonso, y Carbonar. Esta última es la más representativa desde el punto de vista de la producción y la plantilla, ha hecho un gran esfuerzo de investigación y desarrollo, mecanizando todo el proceso productivo con sistemas automarchantes de arranque de carbón con rozadora y sostenimiento de techo con pilas escudo autodesplazables.

 

Sostenimiento por escudos y rozadora picando carbón a seiscientos metros de profundidad bajo las montañas de Rengos.

El actual Plan del Carbón 2006-2012 persigue encauzar el proceso de ordenación de la minería del carbón, teniendo en cuenta los aspectos sociales y regionales derivados de la misma, así como la necesidad de mantener una determinada producción de carbón autóctono, que, en caso de crisis energética,  garantice el acceso a estas reservas.

Los principales proveedores de petróleo y gas son: Argelia, Arabia Saudí, Rusia, Liberia, Nigeria e Irán, países que dibujan un mercado muy inestable.

Día de Santa Bárbara, patrona de los mineros, (Cangas)

Esto quedó demostrado con la espectacular subida del barril de petróleo y del gas que se produjo en 2008, poniendo en serios problemas a las economías que tienen gran dependencia de dichos productos. Otro factor a tener en cuenta  es que en España el carbón es la única energía propia que no depende del exterior, exceptuando las energías renovables  todavía en fase de expansión y la energía nuclear que tiene un amplio rechazo social. Esto permite pensar que mientras que el  MIX energético español siga utilizando un porcentaje de energía termoeléctrica generada por carbón, se pueda seguir manteniendo esta minería en la zona, que aunque no tiene el volumen de sus años de esplendor, todavía genera una riqueza difícil de sustituir en nuestro concejo de Cangas del Narcea.

Comentarios de un naturalista francés acerca del salmón en Cangas del Narcea en 1835

Molino de Villajur, donde la “Sociedad de Pescadores Fuentes del Narcea” tiene instalada la estación de alevinaje.

La noticia de la muerte de miles de alevines de trucha en la estación de Villajur a fines del mes de abril [2010], debido al envenenamiento de las aguas del río Naviego por purines, es muy significativa del estado de cosas en nuestra sociedad. Por una parte, unas personas se afanan en aumentar, revitalizar y mejorar algo, en este caso un ecosistema: el río; un animal: la trucha, y un deporte: la pesca, y por otro, otras personas, por ignorancia o maldad, consiguen con sus actos destruir el trabajo de los anteriores. No sé cuales fueron las intenciones del autor de este desmán, pero el resultado está claro: el trabajo de cuatro años en la repoblación de truchas en el río Narcea se ha perdido irremediablemente. Otra vez más, el bien colectivo se antepone y sacrifica al interés de un particular.

Visité tres veces la estación de alevinaje de Villajur. La última vez fue hace un par de meses, cuando aún estaban vivos alrededor de ochenta mil alevines y muchas truchas madres. Me enseñó la instalación Manuel Fidalgo, que me explicó todo el proceso y me señaló con orgullo la gran ventaja de esta estación de cría con respecto a otras: la pureza del agua. Manuel tomó delante de mí una muestra del agua y me explicó el valor de esa pureza para la cría de truchas. En sus explicaciones, transmitía su apasionado interés por las truchas y el río. El día que leí la noticia de la muerte de los alevines me acordé mucho de él y de sus compañeros de la Sociedad de Pescadores Fuentes del Narcea. Y para ellos escribo esta noticia, para animarles a seguir criando alevines y repoblando el Narcea.

Salmón remontando el río

El río Narcea es uno de nuestros mayores tesoros y también uno de los espacios naturales más maltratados del concejo. A él se arroja todo tipo de desperdicios y deshechos: basura, animales muertos, aguas fecales, escombros,… Uno de los mayores varapalos que recibió este río en su curso alto fue la construcción de la presa de Calabazos en 1967, que cortó definitivamente el paso del salmón a la cuenca alta del río. Hasta esas fechas la presencia de este pez en el concejo de Cangas del Narcea suponía para sus habitantes  un alimento muy apreciado, una riqueza económica y también un espectáculo para la contemplación. Tenemos un testimonio muy elocuente de esto, escrito por el naturalista francés Michel Carles Durieu de Maisonnove, que en los meses de junio, julio y agosto de 1835 estuvo en la villa de Cangas y recorrió los valles del Narcea y del Naviego.

Durieu de Maisonnove era militar, naturalista, botánico y explorador; había nacido el 7 de dicembre de 1796 en Saint-Eutrope-de-Born, en el Departamento de Lot y Garona,  y murió el 20 de febrero de 1878 en Burdeos. Llegó el 18 de mayo de 1835 en barco a Gijón, se trasladó diez días después a Oviedo y el 5 de junio salió para Cangas del Narcea, pasando por Grao, La Espina, Tineo, Arganza, El Puelo y Corias. El objetivo de su viaje era exclusivamente botánico y durante su estancia se dedicó a recoger toda clase de plantas. No obstante, como persona curiosa que era, también dejó escritas algunas descripciones de otros asuntos, normalmente relacionados con la naturaleza, que le llamaron la atención. A fines de agosto marchó de Cangas para dirigirse al norte de Portugal. Las notas de viaje de Durie de Maisonnove las publicó en latín un año después Jacques Gay, en la revista Annnales des Sciences Naturalles (Botanique), editada en París, y fueron traducidas al castellano en 1963 por J. A. Jauregui S. J. en el Boletín del Instituto de Estudios Asturianos (Suplemento de Ciencias).

Una de las descripciones que escribió Durie de Maisonnove trata sobre el salmón a su paso por Cangas del Narcea:

«El río Narcea nace al sur, en las alturas del Pico de Canellas, a unas dieciocho leguas de Grado. Regato alpino en sus comienzos, enseguida se hace torrente de veinticuatro a treinta pies de anchura, vadeable por lo general (después, al recibir las aguas del Naviego, Pigüeña, etc., termina siendo un río no menor que el Nalón, en el cual desemboca muy cerca y por debajo de Grado). Sus cristalinas aguas, al principio, corren por un valle de no mucho declive, más o menos abierto, con abundantes núcleos de población; pero en cuanto queda atrás Corias, se encajona el cauce de súbito en estrechas y profundísimas hoces, por cuyo fondo corren con estrépito las aguas ahora espumosas, durante largo espacio, sin dejar sitio para senda ninguna. Por esa razón, cuando se baja de Cangas siguiendo el río, uno tiene que desviarse aquí, hacia la izquierda, por malos caminos de herradura, para buscar paso transversalmente, por El Puelo, Tineo, etc.

Es notable lo mucho que abundan los salmones en aquellas aguas. Cuando se aproxima el tiempo de la reproducción (es entonces su carne rosada y excelente), comienzan a subir del Cantábrico, Nalón arriba primero, llegando por el Narcea casi hasta el nacimiento del mismo. Y esto a pesar de que el cauce se estrecha más y más, quedando al fin hasta tal punto obstaculizado por las piedras que nadie creería suficiente ni su amplitud ni el agua misma para que puedan remontarle. Superan audazmente, sin embargo, cualquier dificultad: se arrastran con las aletas, casi en seco y vencen los obstáculos mayores apoyándose lateralmente, arqueándose y dando saltos fuera del agua, como en volandas, sin que les detenga otra cosa que la temperatura excesivamente baja de aquélla cuando recibe ya las ultimas torrenteras medio heladas. Hallan tal temperatura un poco por debajo del pueblo llamado Venta de Rengos [Ventanueva], a tres leguas de Cangas y a veinte casi de la desembocadura del Nalón; pero ni siquiera entran, por esa misma causa, en las aguas, más frías, del subafluente Naviego [o río Luiña]. Una vez que se detienen, acostumbran a desovar en los sitios profundos del cauce (que son llamados pozos). Mas tarde, a favor de corriente, regresan al mar con las crías de un año (las nacidas el año anterior en los mismos pozos, que proporcionan a los naturales del país un bocado apetecidísimo, aunque apenas alcanza su tamaño las dos o tres pulgadas). Los adultos, al descender, son de carne blancuzca, mucho menos sabrosa y apenas comestible (entonces se los llama zancados). Tal migración constituye un espectáculo gratísimo para los habitantes de Cangas, que esperan el paso en día calculado previamente.»