Azulejos para numerar las casas y rotular los pueblos en 1860

Un humilde testigo de la modernización de España en el siglo XIX:

Azulejos para numerar las casas y rotular los pueblos en 1860

Fotografía de Celso Álvarez Martínez

Los azulejos de color blanco con letras y números azul cobalto en los que aparecen el nombre de los pueblos y parroquias, así como el número de las casas, y que hoy, los que se fijen en ellos, consideraran una antigualla, se colocaron en 1859 y 1860, y fueron un signo de la modernidad del país.

Rosendo Mª López Castrillón, un campesino del pueblo de Riodecoba, en el concejo de Allande (que hoy pertenece a Eilao / Illano) escribió en 1859:

“Número 435, púsolo mi hermano Francisco sobre la puerta principal de esta casa de La Fuente de Riodecoba día de Nuestra Señora de las Candelas, 25 de marzo de este año, por nueva orden real y así se puso en todas las del concejo y otros; cosa nueva y nunca vista hasta ahora de numerar todas las casas como si todo fuese una calle o ciudad”

Fotografía de Celso Álvarez Martínez

Este campesino estaba cumpliendo una Real Orden de 31 de diciembre de 1858 en la que se ordenaba que en el plazo de dos meses se reparara la numeración de las casas en las poblaciones que ya la tenían y se pusiera en aquellas que no la tuvieran. A esta orden siguió otra de 24 de febrero de 1860, en la que se establecía, además de la obligatoriedad de la numeración de las casas, la necesidad de tener una buena rotulación de las calles, barrios y pueblos. En cumplimiento de estas órdenes se colocaron los azulejos mencionados con los números de las casas y los nombres de calles, pueblos y parroquias, en los que se nombraba el concejo y el partido judicial al que pertenecían. Asimismo, en todos los edificios de uso público se colocaron también azulejos con el nombre del edificio (iglesia, escuela, etc.). Los rótulos de los pueblos y las parroquias se colocaban en la entrada de las poblaciones, incrustados en la fachada de la primera casa y mirando al camino.

La última real orden disponía todas las reglas que había que seguir para la colocación de los azulejos. Uno de los puntos decía: “Se procurará que en las capitales y poblaciones donde se conserve todavía el uso de algunos dialectos, se reduzcan todos los nombres de las calles a lengua castellana”. Por lo tanto, que nadie utilice nunca el nombre que aparece escrito en ellos como garante de la toponimia del país.

Detrás de la colocación de todos estos azulejos estaba una política de reorganización del Estado promovida por la burguesía liberal, que había comenzado en 1833 con la división de España en provincias y que buscaba una nueva Administración centralizada y ordenada. Sin embargo, la Administración española desconocía el país que tenía que administrar: no había estadísticas, ni mapas y faltaba la más mínima información. Para favorecer el conocimiento de la realidad de España y de su población se tomaron varias medidas: se crea la Comisión de Estadística en 1856; se regula la realización de censos de población cada cinco años, así como el recuento de casas y demás edificios, etc. El fin último de toda esta política era mejorar la recaudación de impuestos, el servicio militar, las comunicaciones, la enseñanza, etc.

Fotografía de Celso Álvarez Martínez

En el concejo de Cangas del Narcea aún se conserva alguno de aquellos azulejos. Las fotografías de Celso Álvarez Martínez nos muestran los de los pueblos de Limés (L.lumés) y Siero (Sieiru), y el de la parroquia de San Juan de Vega (San Xuan de Veiga de Rengos). En la villa se conservaba uno de estos azulejos indicadores. Estaba en el barrio de El Corral, en la casa donde estaba la Panadería de Silvela. En aquel año de 1860 esta casa era la primera de la villa viniendo desde Oviedo. El azulejo no estaba en muy buen estado. La casa se derribó hace tres años, junto a gran parte de El Corral. ¿Que sucedió con este azulejo?  No lo sabemos, pero es muy probable que nadie haya hecho nada por él, ni el que derribó la casa ni el que la mandó derribar, y que aquel primer indicador de la villa que recibía a los viajeros, aquel signo de modernidad decimonónica, haya ido a la escombrera. Esperemos que los que todavía se mantienen duren muchos años más.

2 comentarios
  1. ARP
    ARP Dice:

    Muchas gracias al TpT por esta muy interesante noticia sobre estos azulejos de la Ilustración tardía.
    Muchos cangueses recordarán el azulejo que estaba presente en la casa de los Cantón en la Villa, denominando a la Plaza de Riego. Cómo y por qué ese azulejo aguantó los años del Franquismo es difícil de saber. Desgraciada e ironicamente fue en los años democráticos cuando una mala restauración de la fachada de esta casona se cargó el azulejo.
    Una pregunta al autor de la nota sobre la tipografía y característico color azul de estos azulejos: ¿Estaban normalizados en la Ley o es resultado de un buen artesano?
    Enhorabuena por la página del Tous pa Tous; un orgullo para los cangueses.

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  2. Baltasar Benito González
    Baltasar Benito González Dice:

    He visto muchos de estos azulejos en la zona rural del concejo de LLanes, y en una casa de la familia tenemos uno de ellos con el núm. 533. Creo que tienen el mismo tipo de letra y colores (azul cobalto y blanco), que esos de Cangas, y otros que he visto en Tineo.
    ¿Donde se fabricaron?

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