Publicación de noticias históricas relacionadas con la historia, el arte, la literatura, etc. de Cangas del Narcea.

Gumersindo Díaz Morodo, Borí (Cangas del Narcea,1886 – Salsigne, 1944)

Gumersindo Díaz Morodo Borí, 1915. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Colección de Juaco López Álvarez.

Hijo de Antonio Díaz González y Josefa Morodo González y último de ocho hermanos, Gumersindo Díaz Morodo nació el 13 de enero de 1886 en el barrio de El Corral de la por entonces villa de Cangas de Tineo. El padre, según dice, fue alcalde del concejo durante la I República, «corriendo el peligro de ser fusilado por tropas carlistas, que invadieron la villa, por su negativa en facilitarles provisiones».

En 1900 Díaz Morodo emigró a Cuba, donde ya residían tres hermanos suyos, y allí se dedica al comercio. En 1902 unas fiebres lo ponen al borde de la muerte y a raíz de la enfermedad ?de la que se recupera milagrosamente en la «Quinta Covadonga» gracias a los métodos no muy ortodoxos de un enfermero que lo baña en agua hirviendo? se queda sordo. Sus hermanos lo mandan entonces de vuelta a Cangas, donde termina de recuperarse y donde no mucho después nacerá para el periodismo con el seudónimo de «Borí».

«Borí», murió en 1944 en el exilio, en Francia, después de pasar por un campo de concentración.

El escritor cangués, Alfonso López Alfonso, ha escrito el siguiente artículo acerca de este tenaz colaborador de Constantino Suárez, «Españolito».

BORÍ, VIDA DE UN PERIODISTA REBELDE

 Alfonso López Alfonso

Borí con sus hermanas Esperanza y Rosario, 1916. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Colección de Juaco López Álvarez.

Hay quien viene al mundo para comérselo y hay quien viene a contemplar cómo lo hacen esos que se lo comen. Hay escritores de acción y hay escritores de escritorio. Hay escritores a lo Lord Byron y hay escritores a lo Balzac. Constantino Suárez, Españolito, tuvo su pequeña ración de los dos tipos. En su juventud fue emigrante pobre y aventurero en Cuba y en su madurez se convirtió en el mayor vertedero de biografías imaginable. Desde 1924 se empeñó en sacar adelante una galería de escritores y artistas asturianos que daría sus primeros frutos -en forma de tres volúmenes- poco antes de la Guerra Civil. La publicación de los restantes, como tantas otras cosas, la interrumpió la guerra, pero el trabajo estaba hecho y José María Martínez Cachero se encargaría entre mediados y finales de los años cincuenta de editar los cuatro tomos que completaban Escritores y artistas asturianos.

Para sacar adelante esta empresa Españolito, además de visitar archivos institucionales y privados, necesitó de la colaboración de muchas personas. Como él explica en el prólogo al primer tomo, intentó establecer un contacto en cada uno de los concejos de Asturias con el deseo de que le informaran sobre los escritores y artistas vivos del entorno y le aclararan dudas diversas. No lo consiguió en todos, pero sí en Cangas del Narcea. Su contacto cangués fue Gumersindo Díaz Morodo Borí, quien se convertiría en destacado colaborador, lo que Españolito le agradece en el prólogo mencionado. A los colaboradores tenaces y desinteresados como Borí los recompensaba dedicándoles un espacio preferente en la enciclopedia, espacio que a menudo rellenaban ellos mismos dando noticia de su vida y su obra. En el tomo tercero se encuentra, contada con desparpajo por él mismo, la biografía del periodista cangués Gumersindo Díaz Morodo.

Hijo de Antonio Díaz González y Josefa Morodo González y último de ocho hermanos, Gumersindo Díaz Morodo nació el 13 de enero de 1886 en el barrio de El Corral de la por entonces villa de Cangas de Tineo. El padre llegó a ser teniente de alcalde del concejo durante la I República, siendo alcalde Benigno Valcárcel.

José Fuertes, presidente de la Sociedad de Artesanos; José Álvarez, presidente del Club Cangas de Tineo de La Habana, y Borí, 1917. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Colección de Juaco López Álvarez

En 1900 Díaz Morodo emigró a Cuba, donde ya residían tres hermanos suyos, y allí se dedica al comercio. En 1902 unas fiebres lo ponen al borde de la muerte y a raíz de la enfermedad —de la que se recupera milagrosamente en la Quinta Covadonga gracias a los métodos no muy ortodoxos de un enfermero que lo baña en agua hirviendo— se queda sordo. Sus hermanos lo mandan entonces de vuelta a Cangas, donde termina de recuperarse y donde no mucho después nacerá para el periodismo con el seudónimo de Borí. Durante la convalecencia lee literatura más bien revolucionaria: Marx, Kropotkin, Bakunin, Reclus, Tolstoi, Víctor Hugo, Zola y cosas así. Empacho que le trajo algunas consecuencias: “Mi espíritu sufrió recia sacudida y me sentí por completo rebelde. Y aquí mismo, en este concejo, tenía la plena prueba, pues todo era miseria y desolación: media docena de señores y señoritos manejaban como señores feudales al resto de los habitantes, que desde hacía muchos años estaban privados hasta de la emisión de las urnas de su voluntad. Esclavos del terruño y esclavos del cacique; doble esclavitud que acrecentaba mi rebeldía.” En 1908 comienza a trabajar como tipógrafo en la imprenta del semanario El Narcea, donde cambia a su antojo los textos que le toca componer, al parecer sin queja alguna por parte de los firmantes, siempre satisfechos. “Pero el semanario local no servía para dar a mi espíritu toda la expansión que apetecía. Una circunstancia de política nacional provocó entonces mi lanzamiento a la lucha. Las proyectadas reformas de Canalejas en la cuestión religiosa provocaron la protesta de las gentes de iglesia, constituyéndose por todas partes Juntas tituladas católicas, encargadas de organizar manifestaciones. También aquí se constituyó una de esas Juntas, la cual repartió un manifiesto tan plagado de embustes, que ya no pude contenerme. Una noche me encerré en la imprenta, y a la mañana siguiente se repartió profusamente por la villa un manifiesto firmado por mí”. No se hace esperar la contestación desde el púlpito y menos aún la progresiva radicalización del periodista.

Borí (en el centro) junto a los señores Arias Menendez y Antonio López, tesorero del Club El Acebo de La Habana, 1918. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Colección de Juaco López Álvarez

Cerrado el periódico, Borí reanuda sus campañas contra los caciques cangueses en El Noroeste. Un artículo escrito contra el alcalde José María Díaz y aparecido sin firma en este diario el 30 de enero de 1918 bajo el expresivo título “Contra el caciquismo” le hará pasar más de veinte días en la cárcel. Contra el atropello protestan “los periódicos de izquierda de Madrid. El maestro Castrovido se indigna en El País; Nakens me envía una recomendación para el infierno; El Socialista protesta también… Como el asunto provocaba escándalo, el Gobierno ordenó al juez de Gijón que me pusiese inmediatamente en libertad. Habían pasado veintiséis días, y al salir de la cárcel me encontré tan ignorante del motivo o pretexto de la prisión como al entrar en ella.”

Borí era un periodista fundamentalmente político, pero no exclusivamente. Desde 1916 envía crónicas de Cangas de Tineo a la revista Asturias, de La Habana, que dirigía un hombre muy vinculado al importante periódico cubano El Diario de la Marina, José M. Álvarez Acevedo; y cuando en 1921 Asturias cierra, comenzará a enviarlas a El Progreso de Asturias, que dirigiría durante décadas Celestino Álvarez. En esas crónicas que hace para los paisanos que había dejado allá, además de criticar el caciquismo habla de las fiestas del Carmen, de las defunciones y la incidencia desorbitada que sobre ellas tuvo la gripe de 1918, de los nacimientos y matrimonios; habla de peleas por “asuntos de faldas” y otras cosas por el estilo, como la llegada a Cangas, digna de Bienvenido, Mr Marshall, del ministro de Fomento Francesc Cambó ese mismo año de 1918.

Borí se pasa el tiempo que dura la dictadura de Miguel Primo de Rivera protestando contra la censura y en 1927 promueve una asociación afecta a la UGT llamada Nueva Vida, que será disuelta por revolucionaria y reaparecerá en 1930.

Los años de la II República son los de la colaboración con Españolito, quien en una carta fechada el 19 de junio de 1934 le dice:

Su abierto enfrentamiento al clero llevará en 1910 su firma al recién creado semanario republicano La Justicia, de Grado, desde donde batalla contra los dominicos de Corias y contra Joaquín Rodríguez Martínez, alias Churrete o Ravachol, alcalde de Cangas de Tineo. Más o menos por esa época colaborará también en La Aurora Social, de Oviedo, hasta que en abril de 1915 se hace con la propiedad del periódico El Distrito Cangués: “Yo era todo en él: lo componía, lo imprimía, lo administraba, lo distribuía, lo empaquetaba y hasta lo llevaba a correos. Y no digo que lo escribía porque, aparte de algo de colaboración, lo demás se componía sin cuartillas. No tenía tiempo que perder. Cuando más, unas concisas notas me servían de orientación para que, componedor en mano, saliesen de la caja el artículo o los artículos que deseaba, aunque pasasen del centenar de líneas.” Predicó el mejoramiento social y polemizó bastante con José María Díaz, Penedela, el siguiente regidor del municipio. Algunas veces hubo de defenderse pistola en mano contra intentos de asalto a la imprenta para apoderarse de la edición del periódico. Menudearon las denuncias en su contra y los procesamientos: “De todo lo que ocurría en el concejo resultaba yo el único responsable. Llegaba con mucho aparato el Juzgado a la imprenta y se desarrollaban diálogos lacónicos, sin apenas palabras, como éste: “¿Edición? Agotada. ¿Moldes? En las cajas.” Si pedían el original o las cuartillas, señalaba mi cabeza, y si se persistía en la demanda, presentaba un cuchillo al juez y, doblando el cuello, invitaba al corte para que se llevase el original.” Su lucha anticaciquil tendría como consecuencia un auto de procesamiento que acabó con el semanario.

Tiene usted razón sobradísima en lo que me dice respecto a que el sentido de la transigencia ha sido siempre liberal. Desgraciadamente. Como que nuestros hombres de izquierda son unos inocentes, dignos de lástima, que nos han echado a perder la República con su buena voluntad y su mala debilidad. Por condescendencia y cortesía nos llevaron a la Presidencia de la República a un carcamal inaguantable, marrullero y vengativo como un gitano, y, sabiendo su error, aun le defienden en pleito indefendible hace unas semanas parlamentarios tan talentudos y prestigiosos como Prieto y Azaña, porque… ¡había que poner a salvo la autoridad de la primera magistratura del país! Y se le ocurre preguntar a cualquiera: ¿por qué vamos a poner a salvo lo que hay que hundir? Y son tan niños de teta, insisto, que consienten con su presencia en el Parlamento que por dos o tres veces se machaque la Constitución, como al aprobar la subvención al clero, momento en que socialistas y republicanos de verdad debieron retirarse de las Cortes

Españolito pasó la guerra en Madrid y allí murió el 4 de marzo de 1941. Borí, como muchos otros, murió en el exilio, en Salsigne (Francia), el 5 de marzo de 1944. Españolito le debía a Borí la ayuda prestada con los autores cangueses; Borí le debe a Españolito la vida, o al menos que hoy tengamos noticia de ella.

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Tres fotos magníficas

Con la publicación de estas tres fotografías que ya están en el álbum de la Villa, queremos recordar la labor de recuperación que se está haciendo por parte de algunos socios y animar a más gente como Antonio Menéndez, a que colaboren con el GRAN ÁLBUM fotográfico del TOUS PA TOUS.

  •  El Molín, hacia 1935. Fotografía de Elisa Álvarez Castelao. Colección de Antonio Menéndez.
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Antiguo molino harinero, el más grande del concejo de Cangas del Narcea y uno de los mayores de Asturias en número de muelas. Aparece mencionado en el catastro del marqués de la Ensenada (1752): “En la parroquia de esta villa, uno [molino] de quatro molares, sobre el río Naviego, que muele todo el año, trigo, centeno, mijo, maíz y panizo, propio de D. Arias de Omaña”; en ese año era el único molino que había en la parroquia de Cangas del Narcea. Vuelve aparecer mencionado en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz (1845-1850): En Cangas del Narcea “existe un molino harinero con 8 muelas en continuo ejercicio”. A comienzos del siglo XX, José María Díaz “Penedela”, lo convirtió en central hidroeléctrica. Es uno de los edificios industriales más interesantes de la villa y del concejo.
  • La presa del Molín, hacia 1935. Fotografía de Elisa Álvarez Castelao. Colección de Antonio Menéndez.
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En la presa del Molín se lavaba la ropa y se bañaban todos los nenos de Cangas del Narcea. En la foto se ve el Lagarón, construido a fines del siglo XIX para lagar y bodega de vino, y el nuevo convento de las dominicas que se comenzó a construir en 1930.
  • “Fábrica de la luz” en el barrio de Santiso, hacia 1932. Fotografía de Elisa Álvarez Castelao. Colección de Antonio Menéndez.

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Hay que destacar en estas tres fotografías un detalle que les da un valor añadido y es que están hechas por una mujer, Elisa Álvarez Castelao. En esas fechas, en Asturias, son rarísimas las mujeres que se dedican a la fotografía, tanto profesionalmente (que se cuentan con los dedos de una mano), como aficionadas.
Como podéis observar, el álbum se sigue ampliando y por ello queremos recordar los principios que lo animan. No se trata de colgar todas las fotos que tenemos en casa donde aparecemos nosotros o nuestros antecesores, sino fotos que nos representen colectivamente y que tengan calidad fotográfica. Que representen una generación, un momento, una fiesta, una celebración, una tradición, un modo de vestir, una moda, una época, etc. También queremos señalar que si alguien reconoce un lugar o a alguna persona, que lo diga. Que la idea es hacer un álbum de fotografías entre “tous” y para disfrute y memoria de “tous”.

Peregrinación de la Virgen de Covadonga en Cangas (1951)

Cuatro fotografías de la peregrinación de la Virgen de Covadonga en Cangas del Narcea en 1951.

Siguen apareciendo fotografías de nuestra historia reciente. Algunas de las últimas, realizadas por el fotógrafo Gervasio Magadán, son de los actos que se celebraron en Cangas del Narcea con motivo de la peregrinación que hizo la Virgen de Covadonga, entre el 8 de mayo y el 8 de junio de 1951, por todas las parroquias de la diócesis de Oviedo para festejar el Año Santo. Fue todo un acontecimiento en Asturias, donde la imagen de la Virgen era recibida con masivas muestras de devoción en todas las localidades. El poder de la Iglesia estaba en su apogeo y ésta fue una de sus mayores manifestaciones en aquellos años.

A Cangas del Narcea llegó la Virgen de Covadonga el 2 de junio de 1951. La villa estaba engalanada por todo lo alto con arcos levantados por el Ayuntamiento, la Hermandad de Labradores y la representación de Obras Públicas. Ese día las calles estaban extraordinariamente limpias y adornadas con follajes, y los edificios públicos aparecían adornados con guirnaldas y las casas con colgaduras en los balcones. La Virgen fue recibida en El Corral “por toda la población canguesa –sin más excepción que la de los enfermos- y por gentes llegadas de múltiples aldeas del concejo”. Delante del Juzgado se había dispuesto un altar con un artístico tapiz de fondo.

Carlos Graña Valdés, corresponsal del periódico “La Nueva España” en Cangas del Narcea, describe la celebración con las palabras siguientes: “Con matemática puntualidad llegó la Virgen a las puertas de la villa, haciendo un alto junto a la mina “La Abandonada”, cuyos mineros la aclamaron con el disparo de abundantes cartuchos de dinamita. En tal punto las autoridades civiles y militares tomaron sobre sus hombros a la soberana de cielos y tierra y la condujeron a la nombrada plaza de José Antonio. Describir esos momentos es cosa difícil. La banda local de música atacó las notas del himno nacional, mientras en el espacio resonaba el estampido de los voladores y el griterío de los vítores que a la celestial visitante dirigían las gargantas que no se hallaban mudas por la emoción. Ya la Virgen en el altar cantaron los niños escolares y entonó después la muchedumbre toda el “Bendita la Reina de nuestras montañas”. Terminado este hermoso canto, se formó enorme procesión para llevar al templo parroquial a la Madre de Dios, que fue alternativamente a hombros de afiliados a Falange, al Sindicato y a la Juventud Católica”.

La imagen de la Virgen pernoctó en la iglesia parroquial de Cangas del Narcea y el 4 de junio siguió su viaje a otras parroquias del concejo y a Ibias. Antes de partir “visitó a Nuestra Señora del Carmen en su capilla del pintoresco barrio de Ambas-Aguas”.

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Podéis ver las fotos a tamaño natural y su información en el álbum de Celebraciones.
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Entrevista a Alejandro Casona (1934)

altManuel Gutiérrez Fernández, director de la revista “El Eco de Luarca”, nos envía esta entrevista a Alejandro Casona publicada en las páginas 15 y 16 de la revista “Crónica” nº 234 del 6 de mayo 1934. El motivo de dicha entrevista es el estreno de su obra La Sirena Varada que significó un verdadero acontecimiento literario y teatral a nivel nacional. Colgamos a continuación una copia de la misma no sin antes agradecer a Manuel Gutiérrez su estimada colaboración.

Composiciones en dialecto vaquero (1883)

Las “Composiciones en dialecto vaquero”, escritas por José María Flórez, fue el primer libro que se imprimió en Cangas del Narcea. 

Esta publicación que está disponible en nuestra web y puede consultarse en la Biblioteca Digital Canguesa del Tous pa Tous, es la primera edición de las “Composiciones en dialecto vaquero”, escritas por José María Flórez y González y editadas por la Imprenta de El Occidente de Asturias en 1883. Las mismas “composiciones” y algunas más volverán a publicarse en Vicalvaro (Madrid) en 1923, en Cangas del Narcea por Árbas Ediciones en 1989 y en Oviedo por la Academia de la Llingua Asturiana en 2006. Estas “composiciones” son la mejor muestra de la literatura costumbrista escrita en asturiano occidental.

El autor nació en Cangas del Narcea en 1830 y murió en Oviedo en 1890. Fue maestro y director de la Escuela Normal de Oviedo desde 1879 hasta su fallecimiento. Aficionado a la arqueología y la historia del arte, fue el primero que excavó el castro de Coaña y también el primero que publicó las pinturas de la iglesia prerrománica de Santullano de los Prados (Oviedo). Perteneció a la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Asturias y a la Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias. Su interés por los vaqueiros de alzada, por su lengua y sus costumbres, le valió el sobrenombre de “el cantor de las brañas”. En las escuelas públicas de Cangas del Narcea hay una placa de bronce hecha en 1919 en homenaje a su memoria.

Este libro es la primera publicación que se imprimió en Cangas del Narcea, donde la imprenta se había instalado un año antes con el fin de editar el periódico El Occidente de Asturias y realizar impresos para la administración y los comercios que estaban comenzando a progresar en la villa. Es un libro rarísimo. El ejemplar que presentamos pertenece a los fondos de la Comisión de Monumentos de Asturias, que hoy están en la biblioteca del Museo Arqueológico de Asturias, y es el único ejemplar que existe en una biblioteca pública española.

La zona sur-occidental asturiana: Tineo, Cangas del Narcea, Allande, Ibias y Degaña

Cangas del Narcea, 1980. Casas de 1888 a 1900 en la calle Uría.

Liño: Revista del Departamento de Arte de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Oviedo, 2 (1981)

Resumen del trabajo de Germán Ramallo de inventario del patrimonio histórico artístico del suroeste de Asturias.

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Luis Álvarez Catalá, Vista de Monasterio de Hermo / Monesteriu d’Ermu (1886)

Monasterio de Hermo (1886) del pintor Luis Álvarez Catalá

El Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, tiene entre sus fondos desde 1995 un cuadro del pintor Luis Álvarez Catalá (Madrid, 1836 – 1901) que representa una vista del pueblo de Monasterio de Hermo / Monesteriu d’Ermu, realizado el 15 de agosto de 1886. El cuadro está pintado sobre una tabla y perteneció al pintor hasta su muerte. Se trata de una de las primeras imágenes conocidas de nuestro concejo y también de las casas de teito de paja de centeno que en esos años había en muchos pueblos altos de Cangas del Narcea. En el cuadro pueden verse varias casas de ese tipo y un hórreo cubierto de paja. Las casas tienen unos hastíales rematados con losas de pizarra, similares a los que existían en el concejo de Degaña, así como en las comarcas de L.laciana y otras del norte de León, con las que el pueblo de Monasterio tenía mucha relación a través del puerto de la Veiga’l Palo. Estas casas convivían con otras más modernas cubiertas con losas de pizarra. Una de estas, situada en el centro del cuadro, era la del padre del pintor, José Álvarez Sierra. En primer plano aparece un cierre de fincas que hasta hace poco era frecuente en este pueblo, el bárgano, hecho con tablas y varas entrelazadas.

Luis Álvarez Catala había nacido en Madrid, pero pasó parte de su infancia en Monasterio de Hermo, así como algunas temporadas de verano, y se sentía muy unido al pueblo de su padre. El 11 de febrero de 1886 le envío una carta desde Roma al director de El Occidente de Asturias, periódico que se editaba en Cangas del Narcea, donde dice:

Muy señor mio y estimado amigo: Doy a V. y a toda la Redacción de El Occidente de Asturias las más expresivas gracias por el articulo que a proposito de mi cuadro el “Besamanos” han publicado. Añadiré a las noticias que Vds. Dan del éxito obtenido, la de que el 13 de enero último tuve el honor de recibir en mi Estudio la visita de S. M. la Reina de Italia que deseaba ver dicho cuadro: la visita real ha durado casi una hora. Soy el primer artista español que recibe tal honor, que muy pocos obtienen. Debo, sin embargo, confesar a V. que de tantos plácemes, ninguno ha sido tan grato a mi corazón, como el aplauso de mis paisanos de Asturias, y digo mis paisanos, porque si bien nací en Madrid considero mi patria a Asturias y es para mí un honor que me llamen hijo de ese país y oriundo de Monasterio.

Luis Álvarez fue discípulo de Federico de Madrazo y completó su formación pictórica en Roma, donde tuvo su estudio hasta 1890. Fue un pintor de mucho prestigio. A su regreso a España trabajó como profesor de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, y en el Museo del Prado, del que fue su director desde agosto de 1898 hasta su fallecimiento en 1901. Pintó más cuadros de costumbres inspirados en la vida de Monasterio, como el famoso “Filandón” (1872), que también pertenece al Museo de Bellas Artes de Asturias, “Baile en Monasterio de Hermo” (1866) y “Despedida a los novios en Monasterio de Hermo” (1897).

Bibliografía: El Occidente de Asturias, 23 de febrero de 1886 y Javier Barón Thaidigsman, Catálogo de la pintura asturiana del siglo XIX (Oviedo: Museo de Bellas Artes de Asturias, 2007).

Orígenes del Tous pa Tous

Nada mejor para dar a conocer los orígenes de nuestra Asociación que pasar a tercera persona lo que nuestro fundador, D. Mario Gómez, escribía en primera con motivo del primer aniversario del Tous pa Tous en La Maniega Num. 5, Cangas de Tineo, Diciembre de 1926.

Corría el año 1925 y la idea de El Tous pa Tous, hacía años que venía cheldando en el caletre de D. Mario Gómez y Gómez. Rodando por el mundo, veía con dolor, muchas veces, cómo en los mismos pueblos vivían los cangueses sin llegar a conocerse; por eso pensó en el medio de ponerse en comunicación. He aquí el origen de LA MANIEGA. Si con la idea en la mente, no la expuso antes, fue porque el sino le apartó varias veces de Madrid, lugar único en el que la Asociación debía iniciarse.

No se creía además con la autoridad o prestigios suficientes para tamaña empresa. Tuvo siempre gran fama de festejero y frívolo, para que pudiese ser tomada en serio una tal propuesta suya. Temió que se la desdeñase como a una comenecia del gaiteiro.

En ese año de 1925 D. Mario Gómez había vuelto a la Corte y, según sus propias palabras, “con más canas y un poco más de seso; algo asentado, diríamos”, y como la idea le seguía remoliendo en el cacumen y como creía contar con quienes la prohijasen, se atrevió al cabo.

Escribió en unas cuartillas el programa de El Tous pa Tous; las dio a leer a los paisanos amigos y, desde luego, encontró buena acogida; invitó entonces a los que le parecieron más entusiastas y formaron una Junta gestora. Como él vivía en un palombar, con tres sillas y un tayuelo por todo mobiliario, aceptaron la oferta de don Cándido Gayo, de Brañas, y en una sala de su establecimiento, capaz para el más concurrido filandón, celebraron sus reuniones.

Desde aquel momento, si éxitos hubo en la fundación de El Tous pa Tous, según palabras de D. Mario Gómez, dejaron de ser suyos. La fe, el cariño, la actividad, el buen aquel de aquéllos, le auparon; le dieron cuerpo y vida.

Ya miedra El Tous pa Tous; ya fay galanes, decía. Los serenos cangueses que había en Madrid, se sumaron en masa. Ellos pudieron decir que gracias a su padrinazgo salió adelante. ¡Menaya los serenos! sic

Sus reuniones eran como de familia: todos atentos al engendro de todos. Sin etiquetas, sin preferencias, sin discursos, en alegra competencia de quien apurría más socios, cada uno robaba el tiempo a sus particulares intereses y salía por Madrid de apostolado, orgulloso luego de las anotaciones que traía.

Un día era don Agustín Rodríguez (Peña), de la Villa, el que aportaba veinticinco socios; otros tantos traían D. Victorino Fernández, de Cueras, don Manuel Pérez Rodríguez, de Trascastro, don Emilio Alvarez, de Rocabo. Otro día colmaban sus esperanzas don Manuel Rodríguez (Gonzalín), de Llano, o don Sandalio Menéndez, de Santiago de Sierra. La autoridad y saber de don Felipe Alvarez Gancedo daban carácter a las reuniones. El aplaudido torero, Artillerito, don Manuel Menéndez, de Larna les transmitía su optimismo; animoso llegaba siempre don José Fernández, de Fondos de Villa. Don Cándido Alonso, de la Villa, quien hizo al Tous pa Tous un obsequio valioso. Don Serafín Rodríguez, cangués de buena cepa, siguió atento los comienzos de la Sociedad, sin escatimarle su concurso.

El gaiteiro había formado corro. Sus sones no llamaban esta vez a bailar, pero sí a bodas, bodas entre la Villa y Concejo: entre los emigrantes y la tierra nativa.

Ya era ocasión de ir a Cangas a buscar resonancias para aquellos sones, que partían de Madrid; el Concejo y la Villa tenían que responder a la llamada: había que harmanar. Y Mario Gómez fue a Cangas.

Fue en diciembre de 1925, hace más de 80 años. Llegó con mal ambiente en la atmósfera y mal talante en el ánimo de los cangueses. Andaban aquellos días con la liquidación desastrosa de una cooperativa popular y era muy inoportuno hablar de nuevas asociaciones. La desconfianza nativa en las aldeas estaba muy despierta, y fueron muchos a poner la mona y los cuernos a sus proposiciones. En vano les decía que no había que firmar papel alguno: que con dar una perrona a la semana, se era socio, dejando de serlo, sin compromiso, con no dar la perrona.

¡Ni por esas!, por lo visto le hacían fu, como al gato, y fueron muchos los reacios. No se desanimó nuestro fundador por ello. ¡Con qué cara habría de volver de vacío ante los entusiastas de Madrid, diciéndoles que la Villa y el Concejo no habían respondido a su noble llamamiento! Por otra parte, encontró muy buenos cooperadores. Su sobrina, Elisa Alvarez Castelao, acogió a El Tous pa Tous con tal cariño y elocuencia, que en cuatro sábados convenció a gran número de los clientes de su casa. En los establecimientos de doña Dolores Rodríguez y de don Joaquín López Manso, se hizo activa propaganda. Mario Gómez aceptó la invitación para una conferencia de apertura en un Círculo recreativo y aprovechó para predicar El Tous pa Tous, y allí se anotaron más de ciento cincuenta socios. También logró que muchas jóvenes canguesinas prestasen buenos oídos al Tous pa Tous y se asociasen, y, con tal éxito, ya contaba la Sociedad con especial encanto.

Un día en que despejó el cielo fue a la muy culta villa de Besullo; gracias al señor Alcalde, al bizarro capitán señor Farfante, y a don Sabino Rodríguez, todo allí para él fueron facilidades; reunieron al pueblo y salieron de allí unos cincuenta socios. Otro día, igual que uno de los cuarenta del Diluvio, fue a Vega de Rengos. Don José Rabanal, delicadamente obsequioso, siempre propicio a los que a su parroquia llegaban en son de caridad, de progreso, de cultura, le presentó a los paisanos, y, claro es que, ante aquellos prestigios, su predicación había de ser fructífera. El docto maestro Sr. Pozal, les prestó su concurso. La insinuación de Fontela y la contundente oratoria de su hermano en casa de Elías, valieron para que se anotasen socios los vecinos de Posada y Ventanueva y algunos de Moal. El fiero temporal impidió que acudiesen los de otros pueblos.

Otro día fue a Llano, y con decir que iba guiado por don Pepín Uría, dicho queda habían de suscribirse todo Llano y todo Santa Eulalia. En Corias anotó su amigo Colás Cachón buen número de socios. En Corias tuvo un éxito que fue de su más íntima satisfacción. El señor rector de aquel convento, reverendo padre Fray Benigno Suárez, le prestó su atención, elogió la idea de El Tous pa Tous, y se anotó como socio. ¡Cómo no! ¡Cuándo desoyó aquella comunidad cualquier voz llamando a cooperación en las buenas obras del Concejo de Cangas! ¡Cuándo un rector de Corias había de desdeñar una propuesta de beneficencia, cultural, de amor y mutua ayuda entre les cangueses de buena voluntad! Aquel éxito le abría las puertas de todas las rectorales del Concejo, pues en Corias encontraban oriente para su sagrada misión, todos los párrocos.

El temporal le impidió hacer otras excursiones de propaganda, pero con lo predicado eran ya doscientos veintiún socios de la Villa; doscientos quince del Concejo; cuatrocientos tres en Madrid y cuarenta y cuatro entre los de provincias y de América. Ya había llegado la hora de constituir en Cangas la Junta directiva, la matriz, el Payar.

Había abonados en Cangas de acendrados amores al país, de prestigio, autoridad y de muy despejado criterio; mas no eran tantos los que, así bien dotados, ponían en actividad sus condiciones, y por eso invitó entre los amigos a quienes más trataba aquellos días, a los que más habían alentado sus propósitos. Como jamás se significó en la política canguesa, cupieron en El Payar los de más encontradas ideas, y así, y eso era indispensable, nacía El Tous pa Tous en un campo neutral y ajeno a todos los partidos.

El primero en aceptar complaciente su invitación fue el muy honorable sacerdote don Benito López. Con su sapiencia y recto juicio, él habría de orientar las decisiones de El Payar. No podía faltar su amigo don Manuel Muñiz, de muy nombrado aprecio en los pueblos y en la Villa. Fue nombrado vocal de ésta, y de la facina del Contorno, don Benito. Era imposible que le desairase el médico don Victorino López: sus espíritus habían caminado siempre juntos en el amor a Cangas; él aceptó gustoso la representación de Cibea. El acreditado comerciante don José Olalde, de Bimeda, quedó nombrado vocal por aquella facina. El probo maestro don Manuel Alvarez Uría, por Besullo; don Carlos Graña, el espíritu inquieto ante cualquier idea cultural que llegaba a Cangas, por Rengos. Con trabajillo logró que el espléndido y atractivo don Manuel Barreiro aceptase la representación de Sierra. Para la del Couto, fue nombrado su hermano.

¡Quién para una obra de fomento, de prosperidad, de progreso en la villa, o en el Concejo, no habría de anhelar la cooperación de don José María Díaz Penedela!
Amable a la invitación, aceptó la representación de la facina de provincias. Para vocal de la de Cuba, nadie mejor que don Manuel Alvarez, de Llano, el que en aquella isla había dejado una estela de grandes simpatías. Tenía D. Mario gran interés en que figurase en El Payar un amigo suyo que respiraba y hablaba y pensaba en el cangués más puro y acendrado: hablamos del médico don José Villa, que aceptó la representación de la Argentina.

Otro cangués de corazón, que desdeñó aún mayores caricias de la fortuna por regresar a la tierrina, don Emilio Colubi, aceptó el ser vocal por Méjico.

Gracias a una engañifa, a una trampa que le hizo, a una celada que le tendió, obtuvieron el éxito de que aceptase la presidencia el insuperable cangués don Pepín Uría. Le dieron un voto de confianza para que nombrase vicepresidente, y al parecer, fue gran acierto el suyo y gran satisfacción para todos ellos que nombrase a don Francisco Rodríguez, de Tebongo. Nadie mejor para secretarios que los distinguidos maestros don Ibo Menéndez Solar y don Frumencio Berciano. El recto y austero don Gonzalo Ortega aceptó con ánimo decidido el cargo de contador. Para tesorero era indicado su primo, José Álvarez Menéndez.

Y así quedaba constituido El Payar, y nuestro fundador se apuntaba como un mérito el haber conseguido llevar a la Junta a personas de tal representación, de tal valía y de tanto amor a Cangas.

Ya cum esu se terminaba el permiso que llevaba y tuvo que regresar a la Corte. Decía: “Bien sabe Dios que hice el viaje henchido de contento por las buenas noticias que podía dar a la Junta de Madrid. Nunca en mi vida llevé equipaje más valioso.”

El Payar
siguió celebrando sesiones. Estudió los Estatutos y el Reglamento, y obtuvo para ellos la aprobación del señor Gobernador de la provincia. Se dirigió con insistencia a nuestros paisanos en América. Organizó una Junta directiva de la Facina de la Villa; amañó los cabos sueltos e hizo gestiones para organizar el cobro de las cuotas en las facinas del Concejo.

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Cangas durante la Guerra de la Independencia (1808-1814)

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Anverso de la bandera del Regimiento de Cangas de Tineo (Museo del Ejército)

En el periódico El Narcea, dirigido por el maestro don Ibo Menéndez Solar y editado en Cangas del Narcea, se publicaron los días 4 y 11 de julio de 1908, dos artículos escritos por Manuel Flórez de Uría sobre las vicisitudes de los primeros días de la Guerra de la Independencia en Oviedo y en Cangas del Narcea. En el dedicado a Cangas se cuenta la historia del Regimiento de Cangas de Tineo, que se formó el 29 de junio de 1808 y en el que se alistaron alrededor de mil hombres, todos vecinos del concejo. Al finalizar la guerra, en 1814, en este regimiento solo quedarán vivos 22 de aquellos primeros voluntarios.

El autor de estos artículos es Manuel Flórez de Uría y Sattar, procurador de los tribunales. Gracias a unas notas que escribió Gumersindo Diaz Morodo, “Borí”, en 1934, sabemos sobre él algo más:

“Escritor en prosa y verso. Tiene escrita la “Historia del Regimiento de Voluntarios de Cangas de Tineo”, basada en las Memorias de su abuelo, y “Apuntes para la Historia de Cangas de Tineo y su concejo”, sin terminar todavía. Periodista. Director y fundador que fue de los periódicos semanales “La Verdad”, publicado en Cangas, y “La Verdad”, que se publicó en Oviedo. Colaboró en casi todos los periódicos de Oviedo, Gijón, Grado y Pravia, así como en varios de Madrid, bien con su firma o con el pseudónimo de “Juan de Cangas”.

Sobre el abuelo de Manuel Flórez de Uría y Sattar también escribió Borí lo siguiente:

“Don Manuel Mª Flórez de Uría y Arias-Valcarcel, señor de la Casa de Murias, abogado, escribió entre otros trabajos sus “Memorias”, en las que se contiene el historial del Regimiento de Voluntarios de Cangas de Tineo (hoy del Narcea) en la Guerra de la Independencia. Había sido oficial de ese Regimiento y uno de los muy pocos supervivientes”.
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Placa dedicada a los héroes del Regimiento de Cangas de Tineo

En El Narcea del 4 de julio de 1908 también aparece en la sección de Crónica Local un artículo en el que se cuenta el acto de homenaje a la bandera de ese regimiento, que fue uno más de los actos conmemorativos que se hicieron en Cangas para conmemorar la Guerra de la Independencia. En aquellas fechas la bandera estaba en el Ayuntamiento y a fines de los años veinte fue llevada al Museo del Ejército, en Toledo, en cuyos fondos continúa. En ese acto, celebrado el 29 de junio de 1908, intervino el médico Ambrosio Rodríguez (1852-1927), natural de La Torre de Sorrodiles, en Cibea, y persona de gran prestigio. Otro de los actos celebrados ese año de 1908 fue la colocación en la fachada principal del viejo Ayuntamiento de una placa conmemorativa que recordaba al mencionado regimiento, que hoy sigue colocada en el actual consistorio.

El pasado año de 2008, que sepamos, nada se hizo en Cangas del Narcea por recordar estos acontecimientos y por eso el «Tous pa Tous» considera de interés sacar a luz estos artículos:

Más información: Regimiento de Infantería de Línea de Cangas de Tineo (Por José Luis Calvo Pérez)


100 años de la Santina en Cangas (1909-2009)

Recibimos documentación de la parroquia de Santa María de Cangas del Narcea, sobre el centenario de la Imagen de la Santina de Covadonga que tenemos en la Iglesia parroquial, dicen que es una de las mejores de Asturias. Agradecemos a D. Jesús y a Neyo esta interesantísima información que reproducimos a continuación y que incluye el “texto integro que narra el acontecimiento” y varias fotos con los escritos aparecidos en la base de la Imagen. 

 

La Basílica Parroquial de Cangas, se encuentra de fiesta, más que esto de Centenario, la talla de la Santina de Covadonga cumple 100 años, así lo recoge los escritos aparecidos en la base de la imagen.
 
TEXTO INTEGRO
  
“Como recuerdo de eterna memoria y monumento glorioso que transmitió a la posterioridad el grandioso acontecimiento de la solemne Misión que predicaron los misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María el 29 de Marzo de 1909 en la Villa de Cangas de Tineo, se compró la imagen de la virgen de Covadonga y en el pedestal se colocaron los nombres y cantidades de los individuos que contribuyeron a comprar dicha imagen. Los Misioneros que predicaron la Sta. Misión fueron los R.R P.P Damián Sanáriz y Emilio Iñiguez, rigiendo la I.C el Sumo Pontífice Pío X y ocupando el trono de España S.M. Alfonso XIII, siendo párroco de la villa D. Bernardo Facundo Meléndez, Alcalde D. Nicólas de Ron y Juez Municipal D. Adolfo García”
 
(Haz click sobre la imagen para ampliar)
D. Jesús, porque se lo comentó D. Ernesto, sabe que la Santina se compró en unos talleres de Madrid, que es una talla de madera y es una de las mejores de nuestra Diócesis.
 
En otro documento en papel cebolla, aparece el nombre de las casi 500 personas que contribuyeron para la compra de la imagen.
 
(Haz click sobre la imagen para ampliar)
Cabe dos detalles, la donación de cinco niños y de un no nacido.
(Haz click sobre la imagen para ampliar)
Ahora sólo nos queda cuidarla otros 100 años.
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Al Padre Jaime

Todos los que hemos pasado por el Convento de Corias recordamos al único Padre Dominico que después de más de cincuenta años aún sigue viviendo entre sus muros. Me estoy refiriendo al Padre Jaime. Como podemos ver por el documento que aporto, era uno de los pocos frailes que allá por el año 1957 reabrieron las puertas del Convento para iniciar su andadura como Instituto Laboral. Aún hoy podemos verle todos los días por Cangas, ya que diariamente dice misa en el Convento de las Dominicas.

Desde aquí quiero enviarle un abrazo y mi agradecimiento por su labor a lo largo de tantos años.

Fdo.: José Antonio Ramos García
Fuengirola, 9 de septiembre de 2009
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Besullo acunó a la primera farmacéutica de España (1900)

alt A finales del siglo XIX la universidad española producía 268 títulos de licenciados en Farmacia y la presencia femenina era aún insignificante. Así estaban las cosas cuando en Besullo, mitad de los habitantes protestantes y la otra mitad católicos, unas familias, deciden que sus hijas no tienen que seguir la rutina de horno-fuente-lavadero para relacionarse. Que pueden entrar como obreras en los talleres y en las fábricas, e incluso dirigirlas. Que, como decían entonces, “educar a la mujer es sembrar el árbol de la felicidad del hombre”, pero tienen que salir de un pueblo aislado y conseguir el derecho de instruirse y de llegar a la Universidad, la que quiera, la que se sienta capacitada.

Y de Besullo era Antonio Rodríguez, protestante, con dos hijas suficientemente capacitadas para estudiar. Una de ellas, Marina Rodríguez, realizó el Bachiller en el Instituto de Guipuzcoa el 27 de junio de 1896, con la calificación de Aprobado. De la segunda hablaremos en otra ocasión.

Marina eligió entonces la carrera de Farmacia, pero tuvo que vencer las trabas, entre otras, que la Universidad de Valladolid puso por el hecho de que la Fe de Bautismo no estaba firmada por un sacerdote sino por un pastor protestante, considerándola ilegal. Contra viento y marea, realizó el último curso de carrera ya como alumna oficial de la Universidad Central de Madrid donde finalmente consigue el Grado de licenciado en Farmacia, el 13 de octubre de 1900. Años después Marina Rodríguez se dedicaría a la docencia.

Aquí os dejamos un documento para que podáis conocer toda la historia universitaria de Marina Rodríguez, de Besullo (Cangas del Narcea), primera farmacéutica de España.