El concejo de Cangas del Narcea en el mapa de Asturias de Francisco Coello, 1870

Detalle del “Mapa de Oviedo o Principado de Asturias”, realizado por el ingeniero militar Francisco Coello (Jaen, 1822 – Madrid, 1898) y publicado en Madrid en 1870, en el que aparece el concejo de Cangas del Narcea. Este mapa pertenece al Atlas de España y sus posesiones de ultramar que se comenzó a editar en 1847 y fue la obra cartográfica más importante del siglo XIX español. Se realizó como complemento del Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), dirigido por Pascual Madoz. El mapa tiene una escala de 1/200.000.

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icon El concejo de Cangas del Narcea en el mapa de Asturias de Francisco Coello, 1870 (4.05 MB)


No les importamos

Cabecera del blog de M. Santiago Pérez Fernández: Tineo, sus cosas y las mías.

Ya está claro: la autovía Oviedo-La Espina tendrá su último presupuesto allá por el 2014. Este dato supone que, con suerte, para el 2016 podremos circular por ella, pero eso sí, el segundo vial entre Salas y La Espina seguirá sin hacerse. Eso es lo que hemos leído.No voy a recordar los años de atraso de esta infraestructura, de eso ya se encargan otros, yo quiero hablar, una vez más, de lo que nos queda por delante y de todo el daño que están causando con esta medida. Aunque ¿a quien le importa?

Esta vía de comunicación dará servicio al suroccidente asturiano y eso es casi como decir nada. No nos engañemos. Se ha hablado de la autovía del Cantábrico, del AVE, de lo que ustedes quieran, pero salvando honrosas excepciones, nada de nada. Como que no existiéramos. Los alcaldes con hacer unas declaraciones en la prensa un par de días ya están contentos. Aquí paz y después gloria. Mientras, los ciudadanos del suroccidente, seguiremos aguantando.

Pero esto del Suroccidente de Asturias ¿qué es? Aunque pueda sorprender a algunos, esta comarca sigue siendo una gran desconocida para muchos asturianos. Comprende los concejos de Allande, Cangas del Narcea, Degaña, Íbias y Tineo. Tiene una extensión de 2.149 Km2, que representa el 20 % del territorio. Se trata de una zona eminentemente accidentada, ya que la misma se ve atravesada por la barrera suroccidental de la cordillera Cantábrica y sus estribaciones perpendiculares a la costa. La población es escasa, algo más de 30.000 mil habitantes, lo que la convierte en la comarca menos poblada por unidad de superficie de toda Asturias.

Sí estos datos ya son indicativos, podemos aportar algunos económicos que nos dan un pequeño esbozo de nuestra realidad. El sector industrial tiene su importancia debido a la actividad minera, concentrada en los concejos de Tineo, Cangas del Narcea y Degaña. Sector que todos sabemos que se encuentra en su recta final, muy a pesar nuestro.

En el sector primario, los cultivos son una pequeña parte, pues predominan las actividades pecuarias. Entre los concejos comarcales destaca Tineo que sigue siendo el mayor productor de leche de España. Las vacas siguen formando parte de la vida y la economía de la zona.

En el sector energético destaca la central térmica de Soto de la Barca y los embalses de La Barca y La Florida. Este sector se complementa con el de producción eólica.

Por lo que se refiere a las infraestructuras de transportes tienen sus vías principales en las carreteras AS-14 (Grandas de Salime-Puente del Infierno) y AS-15 (Cornellana-Puerto de Cerredo). Estas, junto a las carreteras comarcales, con su relieve montañoso, dan como resultado unos trazados difíciles y lentos. Con la ausencia de ferrocarril tendremos las causas que determinan que sea la zona con más baja accesibilidad de Asturias y que acentúa el carácter periférico de la comarca. Estos factores han supuesto una barrera, no solo física, sino también psicológica con repercusiones económicas y sociales que se vienen arrastrando históricamente y que están todavía hoy presentes.

No voy a alargarme más. Con esta somera descripción todos pueden hacerse una idea de que estoy hablando y si tienen alguna duda, por favor, vengan y visítennos.

Ese es nuestro panorama. Pensemos por un momento que las minas se cierran. No es nada descabellado. Ahí están bregando los sindicatos. Si esa circunstancia se produce, Degaña -que vive prácticamente de la minería- desaparece. Cangas del Narcea y Tineo lo iban a pasar francamente mal. No es una exageración, es una realidad. A esto habría que añadir que es lo que sucedería con la térmica de Soto de la Barca, que se alimenta de la antracita de la comarca. ¿Sería descabellado pensar que cerraría?

En el caso de la ganadería solo tenemos que recordar que los técnicos de la Unión Europea elaboraron un informe en el que se decía, por ejemplo, que Tineo no era rentable para mantener su cabaña ganadera. Sin comentarios.

Teniendo presentes estos datos podemos empezar a darnos cuenta de la trascendencia que tiene la autovía de Oviedo-La Espina. Es simplemente una cuestión de supervivencia.

Hablando de supervivencia no voy a referirme a cuestiones sanitarias. Sí tengo que recordar que los datos de distancias y tiempos esgrimidos por la Consejería de Sanidad se van al garete.

Podemos dar un vistazo a nuestro tejido industrial. Quitando lo mencionado hasta ahora, se circunscribe a pequeñas empresas de carácter familiar, pero que han realizado un gran esfuerzo de adaptación y de mejora.

Permítanme unos datos simplificados al máximo. En el concejo de Salas, en La Espina, está ubicado el Polígono de El Zarrín. Tienen una superficie neta de 45.099 metros cuadrados en el que están empleados unos 250 trabajadores. Sigue creciendo.

En Tineo se encuentra el Polígono de La Curiscada. Tiene más de 450 trabajadores en las más de 60 empresas que en él se ubican. Se sigue invirtiendo en él y la demanda de suelo industrial continúa.

La dejadez, la apatía y la desidia de algunos nos están poniendo el futuro difícil. No podemos seguir perdiendo tiempo. No podemos seguir esperando. ¿Quieren terminar la autovía cuando ya no viva nadie en esta comarca? La verdad es que resulta increíble que a estas alturas tengamos que recordar la trascendencia de las comunicaciones en el desarrollo de las regiones.

Veníamos tarde y ahora nos van a frenar otro poco más. No se si tendremos futuro, aunque espero que sí. Lo que tengo claro es que el presente es un poco más complicado para los vecinos del suroccidente que para los de otras zonas. Aunque… ¡que más da! Somos pocos y cada vez más viejos. Que esperen un poco y problema arreglado: el tiempo lo solucionará.

Hay quienes piensan que recortando la inversión pública se va a salir de la crisis. Pues van dados. Hoy por hoy son los mismos que se creen que recortando los derechos laborales y las prestaciones sociales van a ganar las elecciones. El tiempo lo va a decir, pero mientras, nosotros, los vecinos del suroccidente…¿?

M. Santiago Pérez Fernández
en su blog: Tineo, sus cosas y las mías

A una vendimia en Cangas de Tineo

Portada de la 5ª edición del libro Jovellanos, el patriota de Manuel Fernández Álvarez.

El catedrático de Historia Moderna, profesor emérito de la Universidad de Salamanca y miembro de la Real Academia de la Historia, Manuel Fernández Álvarez, tristemente fallecido en abril de 2010, nos acerca a la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos con su libro “Jovellanos, el patriota” editado por primera vez en 1988. Este maestro de las biografías dedicó el libro a su madre de la siguiente manera:

A María,
mi buena madre,
una asturiana de pro,
nacida en
Cangas de Tineo
hoy Cangas del Narcea. 

En el mencionado libro Fernández Álvarez nos invita a acompañar a Jovellanos en sus excursiones, algunas que duraban solo una jornada; otras, como la que nos va a ocupar, que se prolongaban cerca del mes. Y es que en 1796 Jovellanos llevó a cabo una de estas excursiones a Cangas del Narcea (entonces Cangas de Tineo), para conocer su típica vendimia, única en el Principado.

El autor considera que Cangas del Narcea y sus alrededores eran lugares para ser visitados por un viajero curioso, tal como lo eran los hombres ilustrados del siglo XVIII; y añade que no nos puede extrañar que Gaspar Melchor de Jovellanos se viera atraído por esta excursión, accediendo a buen seguro a las instancias de sus amigos cangueses. Jovellanos en sus Diarios, titula el relato de este viaje: “A una vendimia en Cangas de Tineo” y Manuel Fernández Álvarez lo narra de la siguiente manera:

La vendimia (1786) de Francisco de Goya (1746–1828). Está en el Museo del Prado.

Sale de Gijón el último día de septiembre, hace unas pequeñas paradas en Oviedo y Salas, para pasar el puerto de La Espina y coger el camino que baja ya a Cangas. Al avistar el Narcea, todavía a una legua larga de la villa, le salen al encuentro los amigos que acuden a recibir al ilustre viajero: los Queipo, los Flórez, los Carbayedo, los Melgarejo. 

Y a partir de ese momento, apenas si habrá descanso. Lo de menos será la jornada de la vendimia, aunque, por supuesto, también será realizada. Toda disculpa será buena para montar una fiesta. De forma que la estancia de Jovellanos en Cangas se convierte en un continuo festejo. Y eso no le extrañará al que conozca el carácter de los vecinos de Cangas, una de las villas más alegres y bulliciosas de todo el Principado. Sus habitantes siempre están dispuestos a meriendas campestres (cuando el señor tiempo lo autoriza), a convites, a bailes y a canciones. Así fue en aquel otoño de 1796. 

Y Jovellanos no salía de su asombro. Se dejaba llevar por aquel ímpetu juvenil, y aún celebra aquella «movida», como si dentro de él, que ya ha cumplido los cincuenta y dos años, algo se pusiera también en marcha, como si se le removiera algún resto de su juventud perdida: «Las muchachas –nos cuenta- proyectan ir mañana a la vendimia del conde…». Y añade: 

 … entran en un frenesí de alegría…

Y al día siguiente anota: 

La gente se mueve temprano para la expedición de la vendimia. ¡Qué alegría!
¡Qué bullicio en los jóvenes! 

A poco, antes de las veinticuatro horas, llega el correo con una tremenda noticia de la corte: la declaración de guerra de Inglaterra. ¿Se inmuta por ello Cangas? En absoluto. Todo sigue su ritmo, como si la guerra fuera la distracción de los reyes, que tan apartados rincones tienen el privilegio de despreciar, como si se tratara de juegos alocados de los que mejor ni oír. Ciertamente Jovellanos, tan aficionado a las cosas de Inglaterra, lo tomará como una mala noticia; en todo caso, apunta en su Diario, ya de hacer la guerra, mejor hubiera sido declararla al pueblo francés, tan orgulloso y tan «enemigo de la paz general». Pero, por lo demás, los juegos y los bailes siguen en casa de los amigos, porque Cangas no cambiará tan fácilmente sus costumbres. 

De forma que Jovellanos no abandonará la villa sino ocho días después. La corte podía estar en guerra con media Europa sin que Cangas se diera por enterada. Era la contrapartida de aquellas guerras dinásticas del Antiguo Régimen, las más de las veces por caprichos de las testas coronadas o de sus privados; los pueblos las sentirían por las cargas fiscales, pero no las tomarían como propias, salvo si se veían invadidos. Y menos en lugares tan apartados como lo era entonces Cangas de Tineo.

Un juez cangués presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias

Nuestro consocio el magistrado cangués César José García Otero

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) designó al magistrado cangués César José García Otero como nuevo presidente de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

García Otero obtuvo el apoyo de trece de los veintiún vocales del órgano de gobierno de los jueces (necesitaba once) con lo que así se hace con la que está considerada la plaza más estratégica de la justicia autonómica.

El pasado jueves 23 de septiembre de 2010, poco antes de las diez de la mañana, el CGPJ aprobaba en su sesión plenaria, el nombramiento de García Otero con los apoyos de los nueve miembros de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), los dos vocales que representan a los partidos nacionalistas con representación (catalanes y vascos) y dos miembros más de Jueces para la Democracia (JpD).

El nuevo presidente de la Sala que se muestra ilusionado con la nueva etapa profesional que emprende, nació en 1959 en Cangas del Narcea (Asturias) y es socio de El Tous pa Tous. Está considerado uno de los mejores magistrados que ejercen en Canarias. Tiene 23 años de carrera a sus espaldas. Su primer destino fue el Juzgado mixto de Nules (Castellón). Más tarde fue destinado al Juzgado de lo penal número 5 de Las Palmas. Fue el primer juez que desplazó una comitiva judicial a las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Desde 1988 es magistrado de la Sala de lo Contencioso del TSJC en Las Palmas.


Fallece en Canarias el magistrado cangués César J. García Otero


 

De ferias y mercados en Cangas del Narcea

Día de mercao en la plaza de La Oliva o plaza Mayor de Cangas del Narcea, en 1905. Fotografía de don Mario Gómez, fundador del Tous pa Tous.

Hasta fines del siglo XIX toda la actividad comercial del medio rural giraba alrededor de los mercados y las ferias. Los comercios comenzaron a establecerse en las villas en ese momento y su desarrollo ira haciendo perder protagonismo a aquellos.

Los mercados eran semanales, se habían instaurado en las villas asturianas desde su fundación en los siglos XIII y XIV y en ellos se concentraba el comercio de su entorno inmediato. En Cangas del Narcea, el mercado se celebra desde esas centurias todos los sábados del año. Hasta 1805 se hacia delante del palacio del conde de Toreno, por eso a esa plaza la seguimos llamando el Mercao, pero en esa fecha se trasladó a la Plaza Mayor.

Cangas del Narcea. La Plaza, con puestos de cacharros de cerámica de L.lamas del Mouro y de El Rayu (Siero), 1910. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Colección: Juaco López Álvarez.

Las ferias tenían un rango económico muy superior a los mercados y eran reuniones anuales de mercaderes que se trasladaban desde muy lejos; gozaban de un privilegio real y su radio de acción era más grande. En la Edad Media solo existían en Asturias tres ferias, que se celebraban en Oviedo, Llanes y Cangas del Narcea, hecho que denota el rango que tenía nuestra villa en aquel tiempo.

Hoy, las ferias y mercados están de capa caída. Las primeras solo se reducen a la venta de ganado y no tienen la incidencia económica y social que tenían antiguamente. En la Edad Media, la feria de Cangas se realizaba durante la Pascua de Pentecostés, duraba quince días y venía gente de Laciana, El Bierzo, Valdés, Castropol, Navia, etc. Esta feria es la que aún se sigue celebrando en esas fechas y se conoce como la Feriona. De todo esto nos habla el historiador Juan Uría Maqua en su artículo “Una feria asturiana en la Edad Media: la de Cangas del Narcea”, publicado en el número 8 de la revista Asturiensia medievalia, y que puede consultarse en nuestra Biblioteca Canguesa.

El mercado semanal de hoy día tampoco es el mercado de un sábado a comienzos del siglo XX y su importancia económica es mucho más pequeña. Para conocer como era aquel mercado reproducimos a continuación un artículo publicado el 26 de diciembre de 1908 en la portada del periódico local El Narcea. Aquella sociedad de hace algo más de cien años era muy diferente a la actual y allí se reunían oficios, animales y productos que en el presente han desparecido completamente de nuestro mercado.

NUESTROS DÍAS DE MERCADO

Aunque en Cangas los días de mercado no son días de fiesta, como sucede en otras partes, porque aquí el mercado se celebra el sábado, y dos días seguidos de fiesta llegarían a cansar, sin embargo, estos días resultan muy animados entre nosotros, y acaso más que en otras muchas villas por la concurrencia, ya no digamos excesiva ni grande, sino variada de las personas que nos visitan y de los productos que traen a la venta. 

            Sabido es que lo que más abunda esos días son las reses vacunas de los concejos de Tineo, Allande y este concejo, viéndose también ganado mular, caballar, asnal y de cerda de los lugares citados. De Ibias y Degaña, cuando los puertos están francos, también suelen concurrir a nuestro mercado con esos animales. Y, aunque no en todos, en algunos se ven también cabras y ovejas. 

            De Ponferrada, Toreno y Laceana, que son de la provincia de León, cuando el puerto Leitariegos y algún otro alto no están cubiertos de nieve, nos traen: de Ponferrada, pimientos, cebollas, ajos, cebada y centeno; de Toreno, garbanzos y lentejas, y de Laceana, patatas, trigo y centeno. 

            De los distintos pueblos de este concejo nos traen esos días todos los productos citados y otros muchos, tales como tomates, habas, judías, guisantes, castañas, nueces, avellanas, peras, manzanas, cerezas, higos, ciruelas y otras varias frutas –por supuesto, lo mismo de un lado que de otro, todo en su tiempo-, así como huevos, manteca, gallinas, pollos, perdices, quesos, natas, cestos, cestas, almadreñas, etcétera. 

            De Luarca y Cudillero nos suministran pescados de mar. 

            De nuestro vecino pueblo de Besullo, acuden al mercado con calderas, calderos, tambores para asar castañas, cazos, cacillas, ruedas de carro del país y toda clase de herramientas de campo, por supuesto todo fabricado en el citado pueblo, que es lo que mas admira, dado en donde está enclavado el pueblo de Besullo y por consiguiente lo difícil que es llegar a él con el hierro en bruto; pero esta consideración y otras muchas que pudiéramos hacer acerca de los honrados y valientes trabajadores de Besullo, las dejamos a cargo de nuestro colaborador D. Ambrosio Rodríguez… 

            Del partido de Sierra, que también merece punto y aparte, nos visitan los sábados los alfareros y alfareras de aquellos pueblos con toda clase de vasijas de barro, como tazas, cazuelas, jarros, jarrones, pucheros, platos, etcétera, industria ésta que, aunque montada como en los primitivos tiempos, es de suma importancia para este país, más que nada por lo barato que resulta toda mercancía que no paga porte alguno. 

            De otros pueblos, como Besullo, las Fraguas de Castanedo, etcétera, vienen con navajas, cuchillos, tijeras, hoces, etcétera, todo fabricado allí, que es también otra industria muy respetable para este concejo, por lo fuertes y adecuadas que resultan para los distintos trabajos todas estas herramientas. 

            Tampoco falta en nuestros mercados el lino y el cáñamo, comercio exclusivo de los vaqueros que viven en las montañas de Luarca. 

            Otras muchas cosas dejamos por apuntar, que también son causa de atraer gente a Cangas los sábados, como son la lana hilada y la tejida, hecha mantas y en rollo, una para la venta y otra para que los mazos de Besullo y la Pesonera de Abanceña sienten bien el tejido, a la vez que limpian y lavan las telas. 

            Por todo lo que precede puede juzgarse sin temor a padecer equivocación, que nuestros mercados son los más concurridos, animados y variados de toda España. 

            El foto-grabado que va al frente de las presentes líneas, representa la plaza Mayor y parte de la Oliva, que es el punto en donde los días de feria y de mercado se venden las frutas, los granos, la manteca, etcétera, y todas las demás menudencias, así como el sitio preferido por los carboneros para vender carbones, los herreros sus clavos y los cacharreros sus cacharros. 

(Publicado en El Narcea, nº 153, 26 de diciembre de 1908)

Papas

Agua, leche, harina de maíz tostada, sal y mantequilla. 

Se pone en el fuego un poco de agua y leche, y se va echando la harina, poco a poco, sin parar de revolver para que no se pegue y para que las papas queden finas. Tienen que cocer alrededor de cincuenta minutos. A mitad de cocción se añade la sal y un trozo de mantequilla. Cuando estén bien cocidas se echan en platos soperos para servir. Se comen con leche, miel o azúcar.

¡Vuelta la burra al trigo!

El consejero de Salud, José Ramón Quirós García. Foto EFE/Archivo

La Nueva España – 09/09/2010

Creían haber evitado los recortes en el Hospital de Cangas? Pues no. Aquello era sólo una prueba, un ensayo de la «solución final» para los problemas financieros del Gobierno asturiano. Si no se puede sostener el despilfarro político y las alas de Asturias al mismo tiempo, hay que abandonar las alas. Y, como las deportaciones están mal vistas, es mejor ir recortando servicios y abandonando las infraestructuras hasta que pierdan la esperanza y se vayan marchando ellos mismos por aburrimiento. Sencillo y elegante, sí señor. Así que aquí vuelven a la carga con informes pagados para que se empiecen a escribir a partir de las conclusiones y palabrería vacía que intenta esconder intenciones vergonzosas. Ahora la cosa depende de nosotros, de los «periféricos», y nuestras opciones son muy claras: O plantamos cara y defendemos nuestros derechos con uñas y dientes o vamos comprando un piso en La Corredoria.

Antonio Ochoa es socio del Tous pa Tous y autor del blog Cosas del Suroccidente.

 

Llamamiento a la familia de Manuel Alonso Agudín

Extracto de La Maniega de febrero de 1928

Antonio Alonso desde Miami (Florida), nos envía el siguiente e-mail:

“Revisando La Maniega de febrero de 1928, encontré entre los socios de “Tous pa Tous” a Manuel Alonso Agudín (Carpintería) en la facina de Cangas. Mi nombre es Antonio Alonso y mi padre era Joaquín Alonso Agudín, nacido en Cangas del Narcea en 1899. El se fue a Cuba a los 14 años y era hijo de Manuel Alonso y Vicenta Agudín. Se que tenía hermanos, pero nunca he ido a Cangas ni he sabido de mi familia allá. Resido en Miami, Florida y voy a España la semana próxima y espero pasar por Cangas del Narcea entre el 15 y 16 de Setiembre. Quisiera saber si es posible, que a través de ustedes pueda conseguir algún familiar, descendiente de Manuel Alonso Agudín a ver si somos o no parientes. Gracias anticipadas y un gran saludo. Antonio Alonso.”

Cualquier información al respecto que nos puedan facilitar, pueden dejarla en el apartado de comentarios de este post y, con mucho gusto, desde El Payar se la haremos llegar.

 

 

Potaje de castañas

500 gr. de castañas, 300 gr. de patatas, una morcilla, un chorizo, tocino y sal. 

Se cuecen ligeramente las castañas en agua para pelarlas con facilidad. A continuación, las castañas peladas se ponen a cocer con la morcilla, el chorizo y el tocino. Cuando están las castañas cocidas se echan las patatas cortadas y la sal. A continuación se pone el pote a cocer fuerte y después se baja el fuego, y se mantiene en el fuego hasta que se haga. 

Receta de María Martínez Rodríguez, de La Castañal (Cangas del Narcea).

Lavanderas canguesas

Lavanderas en el río Narcea, hacia 1910. Foto Villegas. Colección del Museo del Pueblo de Asturias.

Hay una Asturias que, camino del bajo Nalón, busca el mar que, en este caso, no se trataría del morir al modo de la inmortal metáfora manriqueña, sino que, antes al contrario, ambiciona, primero, abrirse, y, en último término, expandirse más allá de las angosturas de nuestras montañas. Es la Asturias con voluntad transitiva, con afán viajero que, aunque en eso apenas hemos reparado, viene marcado en no pequeña parte por nuestra orografía, en la que hay una continua vocación de ampliar horizontes. Son las aguas que, nacidas en las montañas, se abren camino entre estrechos cauces y que ambicionan, primero, la llegada al valle. Aguas que, salidas de sus guaridas rocosas, van camino, antes o después, de convertirse en río.

Piense el lector por un momento en el río Narcea a su paso por Cangas tal y como muestra la fotografía que aquí glosamos. En realidad, desde su nacimiento en Monasterio de Hermo, el recorrido hasta la capital del concejo es corto y, sin embargo, su cauce es ya considerable. No hablamos sólo de desniveles que ayudan a su crecimiento, sino también de las aguas que va recibiendo y que, instantáneamente, se le incorporan hasta formar un río de importancia capital en la Asturias del occidente, receptor hasta su entrega al Nalón de tantas y tantas afluencias que, a su vez, irán formando ríos. Designio de ensanchamiento no sólo del propio cauce, sino también de las vegas que, a su paso, se van enriqueciendo, en lo paisajístico y en su fertilidad. Ello por no hablar de la riqueza que en él vino habitando con sus truchas desde los inicios, y sus reos, salmones y anguilas que se internan en su seno contracorriente.

El Narcea, a su paso por Cangas, representa, entre otras muchas cosas, la recepción de una riqueza que mana en sus montañas más cercanas y que, sin detenerse, al modo que nos hizo saber Heráclito, continúa en espera de otras incorporaciones hasta muy cerca del mar.

Cangas del Narcea. Un valle muy estrecho y, sin embargo, un río grande, a cuyo alrededor se vino forjando la historia de una de las villas más importantes de Asturias. Río aún joven que anticipa los designios de los que venimos hablando.

Lavanderas en el Narcea

Cestos de la colada vacíos. Ropas que se están lavando y que esperan su turno sobre las piedras. Muy cerca, el puente, que no es el romano, sino el que se encuentra por debajo de la Iglesia y del palacio de Omaña. Al otro lado del puente, por encima del discurrir del río, pueden atisbarse las viñas, uno de los rasgos verdaderamente distintivos de este concejo asturiano, con un esperanzador potencial vinícola, recurso que se intenta revalorizar, esperemos que con el mayor de los éxitos. En la fotografía, se observan, por decirlo así, dos grupos de lavanderas. Hay un espacio entre las cuatro que comparecen en primer término y las otras dos que se encuentran más alejadas. La mayoría de ellas tienen su cabeza cubierta al modo tradicional. Apenas son perceptibles sus rostros. La que muestra sus brazos más destapados parece la más joven del grupo. El momento que capta la imagen, sobre todo en lo que se refiere al grupo más cercano y numeroso, no parece que sea testigo de una charla entre ellas, sino más bien de ensimismamiento en la tarea, a la vez, común y propia. No cabría decir lo mismo de las otras dos lavanderas que se encuentran más alejadas.

Lavanderas canguesas que, en el desarrollo de su tarea, tenían la posibilidad, seguro que no desperdiciada en la mayor parte de las ocasiones, de socializar en un momento en que las mujeres disponían de menos opciones que los hombres para casi todo, incluso para reunirse sin demasiadas prisas. Un escenario común para un trabajo individual. Un entorno muy cercano a edificios que atestiguan parte fundamental de la historia, también artística y religiosa, de la villa.

Lavanderas canguesas. El río como lavadero. Las aguas que se renuevan de continuo como garantes de la limpieza de la ropa que llevan en sus cestos. Desarrollan su tarea, como hemos apuntado, muy cerca de la basílica de la capital del concejo. En su horizonte más allá del puente, los viñedos. Estamos hablando de un momento, principios del siglo XX, en que la población del Concejo se movía en torno a los 20.000 habitantes: 22.742, en 1900; 23.104, en 1910, 23.668, en 1920. El censo más reciente arroja el dato de 14.796 habitantes. Conviene tener en cuenta que, tras la etapa de mayores explotaciones mineras en las últimas décadas del siglo XX, Cangas busca afianzarse con sus recursos tradicionales y con aquellos otros que puedan contribuir a su desarrollo, frente a las amenazas que son comunes al campo asturiano en general y al occidente de nuestra tierra en particular, fundamentalmente, el envejecimiento de la población, así como la carencia de expectativas profesionales para los más jóvenes. En 1927, dejó de llamarse Cangas de Tineo y pasó a designarse como Cangas del Narcea. La antigua denominación sigue dando pie a conversaciones de rivalidades localistas que, por fortuna, en la mayor parte de los casos, no van más allá de la ironía y de la retranca.

Alto Narcea que discurre, ya poderoso, por Cangas. Lavanderas que dan cuenta, más allá de los avatares personales, de la vida que bullía en esta población a principios del siglo XX. Población que, sin prejuicio de la importancia que vino teniendo y tiene en el suroccidente asturiano, cuenta aún con muchas potencialidades sin explotar, empezando por unas infraestructuras que comunicasen Asturias y la meseta por su entorno, algo de lo que se habló siempre y que cobró actualidad hace tres años en la campaña electoral autonómica y municipal cuando se hablaba de abrir la autovía de los retrasos, es decir, la de la Espina, hacia Ponferrada.

Cangas, ahora como entonces, busca su salida, al mar a través del Narcea y del bajo Nalón, y también hacia Castilla tan cercana pero sin infraestructuras que faciliten ese anhelado tránsito. Capital del alto Narcea, capital minera del occidente durante décadas, que vino esperando una comunicación ferroviaria que nunca llegó, que discurriera más o menos paralela al gran río que la recorre. Lavanderas canguesas de una Asturias de ayer que hoy sigue en busca de su futuro, de un futuro que pasa en no pequeña parte por este río tan poco atendido y cuidado que es el Narcea.

Publicado en A orillas del Narcea. Agosto de 2008

Potaje de fréjoles

1 kg. de fréjoles, 1 kg. de patatas, 300 gr. de tocino, cebolla, pimentón dulce, aceite de oliva y sal. 

Se cortan los fréjoles y se echan a cocer con el tocino durante unos 25 minutos. A continuación se añaden las patatas picadas y un refrito hecho con cebolla picada muy menuda, aceite y pimentón; hay que tener cuidado de echar el pimentón cuando el aceite este fuera del fuego y templado, para que no se queme. Se revuelve todo y se pone a cocer fuerte. Tiene que cocer hasta que el caldo este concentrado. 

Receta de Carmen Arias Rodríguez, de El Cascarín (Cangas del Narcea).

Recetas de cocina

Frixuelos de Cangas

Iniciamos una nueva sección en la web del Tous pa Tous dedicada a la cocina en Cangas del Narcea, en la que recogeremos recetas de platos característicos de todo el concejo. Incluiremos recetas tradicionales y también nuevas, sacadas de recetarios antiguos y recogidas oralmente a guisanderas y cocineros. El objetivo de esta sección es constituir el repertorio de nuestros platos preferidos. La mayoría serán recetas comunes también a otros lugares, platos que se comen aquí y más allá, pero, en todos los casos, serán platos que nos identifican y con los que nos identificamos, comidas que nos alegran los días de fiesta y los días corrientes, que nos acompañan en muchas celebraciones, con las que agasajamos a familiares y amigos, que nos calientan en invierno o nos endulzan el Carnaval o la Pascua. En esta sección, en la que tenemos que colaborar tous, habrá potajes de diversas clases, cabezada, empanadas, jabalí con patatas, bollo de manzana, frixuelos, bollas de Pascua, papas, etcétera.

RECETAS DE COCINA

Puedes enviarnos tus recetas de Cangas para su publicación a través del enlace: Mensajes a El Payar

Potaje probe de berzas

Berzas, patatas, unto de gocho y sal gorda. 

Se pican las berzas y las patatas, y se machaca el unto con la sal en el mortero. Se pone todo a cocer fuerte para concentrar el caldo, después se baja el fuego y se tiene cociendo entre cuarenta y sesenta minutos. 

Receta de María Martínez Rodríguez, de La Castañal (Cangas del Narcea).

Planos travesía de Cangas y puente de Los Peñones (1901)

Planos de la travesía de Cangas de Tineo en la carretera de Ouviaño a Cangas de Tineo y del Puente de los Peñones a la liquidación de las obras (Ministerio de Educación, Archivo General de la Administración, Caja 24/4839)

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Planos de la travesía de Cangas de Tineo en la Ctra. de Ouviaño a Cangas y del Puente de Los Peñones

Sección longitudinal (vista desde aguas arriba) del Puente de Los Peñones (Puente Nuevo)

Planos de la travesía de Cangas de Tineo en la carretera de Ouviaño a Cangas de Tineo y del Puente de los Peñones a la liquidación de las obras (Ministerio de Educación, Archivo General de la Administración, Caja 24/4839).

A finales del siglo XIX la red de carreteras de Asturias se articulaba mediante tres ejes hacia la Meseta (Luarca-Ponferrada, Gijón-Adanero y Ribadesella-Sahagún), unidos por una carretera transversal que pasaba por Oviedo. A estos ejes debían confluir el resto de las carreteras. En 1883, el proyecto de la carretera Ouviaño-Cangas de Tineo, que pasaba por Ibias, el puerto del Connio y Ventanueva, se interrumpía al llegar a Cangas en la llamada “Casa de las Mulas”. Una travesía debía enlazarla con la de Luarca–Ponferrada.

Surgió la polémica entre dos posibles soluciones: la primera corría por la margen izquierda del Narcea hasta un estrechamiento del río, en el lugar de El Fuejo, donde se construiría un puente de piedra; continuaría por una calle nueva, atravesando el Campo de la Vega, que era donde se celebraba el mercado de ganado, hasta enlazar en El Corral (hoy Plaza de Asturias) con la carretera de Luarca-Ponferrada. La segunda, trazada a petición de los mayores contribuyentes del concejo, cruzaría el río Narcea “frente al barrio de Ambasaguas” mediante un puente de hierro y el “Naviego” (o río Luiña) en Santa Catalina por un puente de piedra; continuaría hasta la plaza del Conde de Toreno y mediante una calle nueva enlazaría con la carretera Luarca-Ponferrada, así pasaría por el centro de la villa favoreciendo al comercio local. Se presentaron proyectos con ambas soluciones. Los sesenta mayores contribuyentes y siete de los diez concejales del Ayuntamiento de Cangas de Tineo votaron a favor de la segunda opción, y la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos se inclinó por la primera por ser más corta y más barata. Por supuesto, la Dirección General de Obras Públicas aprobó esta última más acorde con la tendencia de trazar las travesías evitando el centro urbano.  Se ejecutó entre 1887 y 1901.

El puente es sin duda uno de los elementos patrimoniales más interesantes de la villa de Cangas del Narcea. Responde a un modelo creado en el siglo XVIII y generalizado en el siglo XIX, que marcó un importante hito en la historia de estas construcciones: bóveda escarzana con arranque por encima del nivel de máximas crecidas, sillares bien escuadrados y cuidado diseño. Si lo comparamos con el puente de Ambasaguas vemos el avance constructivo en dos aspectos: pasamos por él sin cuesta, pues el tablero es recto; el río dispone de más espacio, así, incluso en las grandes crecidas, el peligro de socavación del puente y de inundación de las márgenes es menor. No obstante, a finales del siglo XX se construyó un puente nuevo al su lado para evitar los dos problemas que surgieron ante el aumento del tráfico: las curvas a la entrada y la salida, y el estrechamiento de la calzada. Afortunadamente lo respetaron, quizás porque da servicio a la carretera de Besullo, permitiéndonos disfrutar en Cangas del Narcea de una variada tipología de puentes y de un ejemplar con sus elementos originales.

 

Bibliografía:

STEINMAN, David y WATSON, Sara (1979): Puentes y sus constructores. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Turner.

BÚRDALO, S. Y DELGADO, C. (1987): “Puentes del siglo XIX”, en Revista del MOPU, nº 345, pp. 136-165.

PÉREZ RODRÍGUEZ, Mercedes: “Cangas del Narcea de puente en puente”, La Maniega, números 132 y 133 correspondientes a noviembre-diciembre de 2002 y enero-febrero de 2003.

PÉREZ RODRÍGUEZ, Mercedes y FLÓREZ de la SIERRA, David (2004): Puentes en la villa de Cangas del Narcea.

 

Descarga de planos para socios registrados en la web:

icon Planos travesía de Cangas y puente de Los Peñones (1901) (3.98 MB) 

Plano ideal del pueblo de El Puelo y sus inmediaciones en 1811

Título original: Plano Ydeal del Pueblo del Puelo y sus inmediaciones (en el Principado de Asturias) en cuyo terreno tubo lugar, la acción del 18 de Marzo del presente año / formado por D. Carlos Emilio Ayudante Mayor del Regimto. de Ynfata. de Maceda, y Ayudte. Genl. Ynterino de la División dela Yzqda. de Orden del Mariscal de Campo de los Rs. Extos Dn. Franco. Xavier Losada 2° Comandte. Genl. de dha Principado

Notas: Comprende parte del término municipal de Cangas de Narcea, en la provincia de Oviedo. Manuscrito firmado y rubricado por el autor. Realizado a plumilla en tinta negra y coloreado a la acuarela en varios colores. Relieve representado por curvas de configuración y a trazos. Señala la dirección del curso del río Narcea. Relación de núcleos de población, principales accidentes geográficos, caminos y tropas, que intervinieron en la acción referida y que aparecen situadas en el mapa, indicada por clave numérica.

El original de este ejemplar pertenece a la cartoteca del Centro Geográfico del Ejército.

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Frixuelos

5 huevos, 500 gr. de harina, medio litro de leche, sal y aceite de oliva.

Se baten los huevos, se echa la leche y se mezclan bien. Se pone la sal. Después se va añadiendo la harina poco a poco y se revuelve hasta que haga ligadura (para facilitar el trabajo y que no queden grumos puede emplearse una batidora eléctrica). Se deja reposar la masa unos 15 minutos. Con la ayuda de una garfiella o cacillo se echa la pasta en una sartén con aceite abundante y bien caliente. La pasta se echa en círculo, comenzando en el centro de la sartén y de dentro a afuera; se saca cuando está bien dorada. Los frixuelos se comen calientes con miel, azúcar o sin nada.

Receta de Carmen Arias Rodríguez, de El Cascarín (Cangas del Narcea).

La Favorita

Cangas del Narcea queda por Asturias. Rico en carbón, fabada y vaca lechera, también es muy nombrado por ser patria chica de los serenos de Madrid. Sin ir más lejos, Isidro Cabrales, sereno del barrio vecino a Palacio, era natural de tan nombrado pueblo. Armado con chuzo grueso y manojo de llaves al cinto, Isidro Cabrales entraba a trabajar a la noche y lo dejaba a la que pintaba el día cuando, sin ayuda de farol ni lumbre alguna, alcanzaba a contar con claridad las líneas que cruzaban la palma de su mano. Los límites los marcaba el chuzo, el viaducto y algunos portales de la calle del Espejo, por donde antes venía la muralla del Madrid morisco. Y con estas, noche tras noche, Isidro Cabrales, natural de Cangas del Narcea, cumplía con los dos objetivos primordiales que todo sereno había de cumplir y que eran, a saber, el de custodiar el sueño del vecindario, uno. Y el otro acabar con él a voces. ¡Las doce en punto y sereno! ¡Las doce y media y sigue lloviendo! Hay que señalar que tanto en Madrid como en Asturias, hora y tiempo son dos cosas bien distintas aunque se nombren de la misma forma y a la misma vez. ¡La una en punto y sereno! ¡La una y media y sigue lloviendo!

La bella Elena Sanz Martínez de Arizala, cantante de ópera, conoció a Alfonso XII en Viena en 1872 durante una gira.

Es una de esas noches en que hora y tiempo se confunden. La lluvia repiquetea sobre los techos de las berlinas, los cocheros corren a refugiarse bajo las cornisas y los caballos, inquietos, hunden sus cascos en las aguas sucias de su propio excremento. ¡Sooooo! Es en una de esas cuando, por la puerta de artistas del Teatro Real, aparece Elena Sanz, figura indiscutible de la ópera. La diva se detiene un instante a saludar a sus fieles que hacen cola bajo los paraguas. Reparte sonrisas, besos y firma autógrafos antes de subir a la berlina. Aunque vive a dos pasos del Teatro Real, pocas veces los anda y nunca si llueve. Isidro Cabrales, el sereno del barrio vecino a Palacio, la ha visto salir, y envuelto en su capote, apura el paso y llega hasta el portal donde ella vive. Como siempre a esas horas, nada más bajar de su berlina, Elena Sanz se encuentra con el portal abierto y con un servicial sereno, todo él inclinado hasta tocar el suelo con la gorra. Al pasar por su lado le araña con su mirada de pantera. Son las doce y media y sigue lloviendo.

Venía de Valencia, no tenía más de treinta años y la Ópera de París se rendía a su voz de contralto, ancha, sonora y dotada de un timbre especial para los efectos dramáticos que dicen los críticos. Había trabajado en la Scala de Milán, compartiendo cartel y aplausos con figuras de la talla de Gayarre. Sin embargo más que por su voz, Elena Sanz era conocida por sus amoríos con el rey. La cosa venía de antiguo. Se contaba que se conocieron en Viena cuando Alfonso XII aún no era rey y Elena despuntaba en las alcobas secretas de la carne con el do sonoro de sus pechos. Por este detalle, cada vez que alguien se refería a Elena Sanz lo hacía con el operístico nombre de la Favorita.

Ni que decir tiene que Isidro Cabrales, sereno del barrio vecino a Palacio, estaba encargado de abrir el portal, no sólo a la Favorita, sino también a su excelentísimo amante. Hay que apuntar que el rey se pegaba sus escapadas de Palacio cada vez que le venía en gana. Por algo era el rey. De dos zancadas se ponía a la entrada de la Cuesta de Santo Domingo, en el número cuatro, donde ella tenía su residencia. El sereno divisaba su larga figura de lejos, el gesto marcial de los andares, la barbilla alta y significativa, y hasta allí que iba, plantándose en el portal en un periquete, muy servicial, con su manojo de llaves y doblando el espinazo en una reverencia que barría el suelo con la gorra. Al igual que en un ritual donde todo está pactado, el rey le pagaba el silencio con la cortesía de su imagen grabada en plata. «Buenas noches nos dé Dios». «Buenas noches tenga usted, majestad», le contestaba el sereno a la que se guardaba la propina.

Sin embargo, aquella noche de lluvia no tenía pinta de aparecerse nadie por allí. Y menos el rey. Por lo mismo, la Favorita, con ganas de cantar a viva voz la Magdalena de Rigoletto, hizo subir al sereno. Daban las dos y media, seguía lloviendo y el sereno lo primero que pensó fue que andaría indispuesta. Tal y cómo estaba la noche, necesitaría algún remedio de la botica. Con una garganta tan delicada a los cambios de clima, no era plan lo de salir a la calle, se dijo Isidro Cabrales, sereno del barrio vecino a Palacio. Aunque, después de la mirada abrasadora con la que le había obsequiado, cualquiera sabe. La incógnita se despejó en seguida, lo que ella tardó en desnudarse. Con los nervios, Isidro Cabrales no supo bien si se había dejado el portal abierto. «Da igual, a estas horas ya, pocas visitas», apuntó ella. Y sin más se pusieron a dar rienda suelta a su desahogo. Ella relinchaba como yegua herida y el de Cangas del Narcea tiraba de la crin. ¡Arre! Hubo un momento en que, además de los alborotos de la carne, le pareció escuchar unos golpes en la puerta pero Isidro Cabrales no hizo caso y siguió a lo suyo. ¡Arre! ¡Arre! Cuando los golpes se hicieron más acusados entonces fue ella la que dijo: «¡Sooooo! Creo que llaman a la puerta. Ocúltate bajo la cama, voy a abrir».

Desde su escondite pudo reconocer la voz. Era el rey. También pudo ver las botas de caña alta, lustrosas de lluvia. Y sobre todo lo demás, el sable que siempre le acompañaba en cada una de sus escapadas. «Estoy malísima de las muelas», dijo ella con una queja melosa en la voz. El rey la cubrió con la seda de la colcha y besó su frente. «Ahora te consigo un remedio». Y no esperó a más para salir a la noche. Aprovechando la salida del rey, Isidro Cabrales se vistió apurado y volvió a su puesto. ¡Las tres en punto y sereno! ¡Las tres en punto y sigue lloviendo! Y no había terminado de dar el parte, cuando divisó la figura del rey, acercándose a través de la lluvia. El sereno ni se atrevió a mirarle a la cara. Entre reverencias y genuflexiones abrió el portal. Pero el rey no entró, qué va, se quedó plantado ante él. Traía una cara que decía: «A mi no me vuelves a ver más en las monedas de plata, gandul». Su mano empuñaba el sable, desafiante con la noche, la lluvia y sobre todo lo demás con Isidro Cabrales, natural de Cangas del Narcea y sereno del barrio vecino a Palacio. «Dé. Déjeme. le. cuente». Intentó justificarse, pero las palabras se quedaban atadas al nudo ciego de su garganta. Hubo un momento en el que el rey desenvainó el sable y empezó a pincharle el pescuezo. «Dónde demonios se ha metido, le estuve buscando, la señorita Elena necesitaba un remedio para el dolor de muelas». «Dónde, demonios estuvo». «Al final, tuve que ir yo mismo hasta la calle Mayor a buscarlo». «A santo de qué, abandona su trabajo». «Dónde, demonios.». Por cada queja, la punta del sable le pinchaba un poco más el pescuezo. Eran las tres y media. Y seguía lloviendo.


Montero González
Diario ABC, 3 de agosto de 2006

Plano de la villa de Cangas del Narcea en 1870

Plano de la villa de Cangas del Narcea en 1870

El primer plano impreso de la villa de Cangas del Narcea que conocemos se publicó en Madrid en 1870 en el “Mapa de Oviedo o Principado de Asturias” perteneciente al “Atlas de España y sus posesiones de ultramar”, de Francisco Coello (Jaen, 1822 – Madrid, 1898), ingeniero militar. Este mapa fue el último de los publicados en esta obra que comenzó a salir en 1847 y que se editó como complemento del gran Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), dirigido por Pascual Madoz. El mapa de Asturias incluye los planos de las ciudades y villas más importantes de la región (Oviedo, Gijón, Avilés,  Pola de Siero, Villaviciosa, Pola de Laviana, etc.), entre los que se halla el de nuestra villa de Cangas del Narcea. En la mayoría de los casos estos planos fueron los primeros que se realizaron y publicaron de estas localidades, como ocurre en el caso de Cangas. 

El plano de Cangas del Narcea y del resto de las villas asturianas los hizo Martín Ferreiro (Madrid, 1830 – 1896), que fue un estrecho colaborador de Coello en la realización del Atlas de España. Ferreiro sabemos que estuvo en Cangas en 1850, porque en ese año le dedicó un plano de la villa, hecho de su propia mano, a Francisco Tamés Hevia. Martín Ferreiro era geógrafo y cartógrafo, trabajaba en el Deposito Hidrográfico de la Marina, que era el organismo de la Armada encargado de levantar y conservar las cartas náuticas, y fue uno de los fundadores en 1876 de la Sociedad Geográfica de Madrid, que más tarde se convertiría en la Real Sociedad Geográfica, donde ocupó el cargo de secretario, siendo presidente Francisco Coello. 

El plano está publicado a un tamaño muy pequeño y aunque en la web del Tous pa Tous puede verse muy ampliado resulta difícil la lectura de algunos de los textos que incluye. Lleva una cartela en la que se mencionan plazas y edificios importantes de la villa, donde hay un error, pues dice que el convento es de Agustinas Descalzas, cuando en realidad es de Dominicas. Para facilitar su lectura y comprensión mencionamos a continuación muchos de los rótulos que contiene este plano. 

Dentro de los límites de la villa, que se señalan con una línea discontinua, aparecen mencionados: 

Calle de la Iglesia
Cementerio
Mercado (en la Plaza Mayor, junto a la iglesia parroquial)
La Viniella
Mercado Viejo (delante del palacio del conde de Toreno; se llamaba viejo porque en 1805 el mercado se trasladó a la Plaza Mayor, junto a la iglesia parroquial)
 
Las Huertas
Vestigios de carbón de piedra (en La Cogolla)
 
Huerta y casa de Omaña
Casa del conde de Peñalba
Casa de D. José Uría
Palacio y huerta del conde de Toreno
Lagar (del conde de Toreno)
Casa de Morodo
 
Escuela Pública
Teatro o Estudio
Cuartel de la Guardia Civil 

Molino (junto al río Naviego o Luiña) 

En los alrededores de la villa aparecen citados los lugares, edificios, carreteras y caminos siguientes:

Llanos de Obanca
Peñón del Corral
Cerro de La Cogolla
Cerro del Cascarín
Falda de la Sierra de Santa Isabel
 
Feligresía de Sta. María del Carmen de Ambasaguas
Cementerio (en Ambasaguas)
 
Casas del Corral
Ermita de N. S. de las Nieves (en El Corral)
Cárcel en construcción (en El Corral)
Paseo de la Vega
Jardín
Picadero 

Casas del Fuejo 

Jardín del conde de Velarde 

Castañar (en Obanca y El Fuejo)
Viñedos
Presa y acequia (en El Corral y Obanca)
 
Carretera de Luarca en construcción
Camino de Santa Marina de Obanca
Camino del Barrio de Curriellos
Camino de Curriellos y Rañeces
Carretera de Ponferrada en construcción
Camino de Regla
Camino de Cueras

Dibujo de la villa de Cangas del Narcea en 1771

Documento excepcional para nuestra historia: el “Diseño de la villa de Cangas y lugar de Entrambasaguas con sus arrabales, vega y río” hecho en 1771, que pertenece a los fondos del Archivo General de Simancas. Este dibujo fue encargado por el Ayuntamiento de Cangas y enviado el 31 de agosto de ese año a la Secretaría de Marina como prueba documental de una reclamación sobre el almacenamiento de madera procedente del monte de Muniellos que la Marina estaba realizando en la villa. El dibujo mide 49 x 128 centímetros y su autor fue probablemente el pintor ovetense Francisco Reiter (1736 – 1813), que estaba especializado en esta clase de dibujos y fue un protegido del conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano, al que retrató en 1790 y que participará activamente en esta disputa contra la Marina.

El dibujo fue realizado con gran detalle y en él puede observarse el aspecto de todas las calles y plazas que existían en la villa en 1771, así como el de los barrios circundantes: El Corral, Entrambasaguas y El Fuejo. Asimismo, aparecen dibujadas, también con gran precisión, las construcciones que formaban la villa: las casas, los palacios (especialmente los de Omaña, Marcel de Peñalba y Toreno), los edificios religiosos (iglesias, capilla del Hospital y convento de dominicas), el puente de piedra y los molinos.

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Cantares de boda en Cibea, recogidos por Ambrosio Rodríguez en 1899

Grabado del cuadro -Una boda de aldea- en Monasterio de Hermo, de Luis Álvarez Catalá, fines del siglo XIX.

Los cantares de boda los cantaban las mozas del pueblo, acompañadas de pandero, a la novia y al resto de los protagonistas de la boda: el novio, los suegros y los padrinos. Se cantaban por la mañana, a la puerta de la iglesia, y por la tarde, cuando la novia se despedía de la casa de sus padres para ir a su nueva casa. Mientras, los mozos iban disparando escopetas o voladores.

En las respuestas al “Cuestionario sobre costumbres de nacimiento, matrimonio y muerte en España” que realizó en 1901 el Ateneo de Madrid, se dice sobre la celebración de la boda en el concejo de Cangas del Narcea lo siguiente:

“Al salir de la iglesia van cantando hasta casa de la novia donde comen, y después van todos a caballo al pueblo del novio. Los del acompañamiento van disparando tiros, operación que ya empezó antes de ir a la iglesia. En las aldeas de tránsito salen al camino cantando algunas muchachas escogidas entre las más bonitas y de mejor voz. El canto se acompaña con panderos. El padrino las obsequia con dinero. Al llegar a la casa del novio, sale la madre de éste a recibir a la novia y la abraza, conduciéndola al interior de la casa y enseñándosela toda, así como también la panera.”

A fines del siglo XIX, el pintor Luis Álvarez Catalá (Madrid, 1836 – 1901), oriundo de Monasterio de Hermo, pintó un cuadro en el que recoge el momento de partida de una comitiva de boda en este pueblo del concejo de Cangas del Narcea, que nosotros reproducimos a partir de un grabado publicado en La Ilustración Española y Americana en 1897. En esta escena aparecen todos los componentes de una boda del concejo en el siglo XIX: los novios y los padrinos a caballo, las mozas cantando con los panderos, el gaitero (que avanzado el siglo XX será sustituido por el acordeonista) y los mozos disparando con sus escopetas; al fondo, a la izquierda, se ve la espadaña de la iglesia de Monasterio de Hermo.

CANTARES DE BODA

Cantares al esperar la recién casada a la puerta de la iglesia en día de boda, en Cibea (Cangas de Tineo).
A la novia
A la puerta de la iglesia
venimos a saludarte,
si nos permites licencia
queremos acompañarte.
 
Sal, casada, de la iglesia,
que estamos esperando
y darte la enhorabuena
que sea por muchos años.
 
Cuando del altar bajaste
toda vestida de negro
blanca flor me pareciste
mujer de aquel caballero.
 
Sal, casada, de la iglesia,
tomarás agua bendita,
de casada la primera,
de soltera despedida.
 
Toma, niña, agua bendita,
échala en tierra sagrada,
que esta es la primera vez
que la tomas de casada.
 
Con el sí que dio la niña
en la puerta de la iglesia,
con el sí que dio la niña
entró suelta y salió presa.
 
Estola que te pusieron
encima de tu cabeza,
no es estola que es cadena
donde tú quedaste presa.
 
Aún ayer te vi soltera
con el cabello tendido
y hoy te veo casadina
a la sombra de un marido.
 
Aún ayer te vi soltera
sentadita en la escalera
y hoy te veo casadina
debajo de tu bandera.
 
Los novios que hoy se casaron
son flores de primavera,
vienen sordos de los tiros
de la pólvora tronera.
 
Acompañados del novio
hagan lo que voy mandar,
cachorrillos y cañones
todos han de disparar.
 
Salgan los de la cocina
a recibir la casada,
nosotras nos volveremos
de la puerta de la entrada.
Por la tarde
Tengan muy felices tardes
los señores de la boda,
el padrino y la madrina
y el señor novio y la novia.
 
Los novios que hoy se casaron
ya se aconsejaron antes,
que llamaron para la boda
padrinos muy elegantes.
 
Padrino más elegante
ni madrina más salada,
aunque bajara del cielo
el pintor no los pintara.
 
Casadina pon bandera,
que es tiempo de caminar,
que la casa de tus padres
ya la puedes olvidar.
 
Despídete, dama hermosa,
de esta casa tan florida,
no vuelvas a entrar en ella
sin decir Ave María.
 
Hoy se despide la niña,
hoy sale de los rosales,
hoy se despide la niña
de la casa de sus padres.
 
Hoy se despide la niña,
hoy sale de la arboleda,
hoy se despide la niña
de todas sus compañeras.
 
Al volver de la esquina,
al terminar el paseo
ya se ven los palacios
de este noble caballero.
 
Al terminar el paseo,
al dar vuelta en la esquina
ya se ven los palacios
de esta noble casadina.
 
Al señor padrino digo,
al señor novio le encargo
que me cuide de esta niña
que salió de nuestro bando.
 
Adiós te decimos todas
con dolor y sentimiento
pidiendo a Dios del cielo
que te pinte el casamiento.
 
Adiós te decimos todas,
todas quedamos llorando,
echa un paño por los ojos
despídete de este bando.
 

Dibujo de la villa de Cangas del Narcea en 1771

Dibujo de la villa de Cangas, 1771

Presentamos en esta nueva sección de Mapas, planos y dibujos de Memoria Canguesa un documento excepcional para nuestra historia: el “Diseño de la villa de Cangas y lugar de Entrambasaguas con sus arrabales, vega y río” hecho en 1771, que pertenece a los fondos del Archivo General de Simancas. Este dibujo fue encargado por el Ayuntamiento de Cangas y enviado el 31 de agosto de ese año a la Secretaría de Marina como prueba documental de una reclamación sobre el almacenamiento de madera procedente del monte de Muniellos que la Marina estaba realizando en la villa. El dibujo mide 49 x 128 centímetros y su autor fue probablemente el pintor ovetense Francisco Reiter (1736 – 1813), que estaba especializado en esta clase de dibujos y fue un protegido del conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano, al que retrató en 1790 y que participará activamente en esta disputa contra la Marina.

El monte de Muniellos comenzó a explotarse en 1768 para proporcionar madera con destino a la construcción de navíos en el Arsenal de El Ferrol. La madera se cortaba en invierno, se bajaba por carretera hasta Cangas, aquí se almacenaba y en verano se llevaba por el río hasta el puerto de San Esteban de Pravia. En un primer momento los encargados de la saca de madera tuvieron la intención de depositar la madera en la orilla izquierda del río Narcea, justo enfrente del barrio de Entrambasaguas. El Ayuntamiento de Cangas consideró que ese lugar podía ocasionar problemas graves, porque si había una riada el agua podría ir contra el barrio y poner en peligro las casas, “que se hayan cimentadas a la orilla del mismo río”, y también el puente de piedra y los dos únicos molinos que había en la villa. El Ayuntamiento propuso como sitio más apropiado el espacioso campo de La Veiga, pero para ello había que construir un puente de piedra o madera, justo en el mismo lugar donde a fines del siglo XIX se levantará el Puente Nuevo. Esta propuesta fue rechazada por los responsables de la Marina por su elevado coste, y como solución propusieron para almacenar la madera “el cantil de El Fuejo”.

El dibujo fue realizado con gran detalle y en él puede observarse el aspecto de todas las calles y plazas que existían en la villa en 1771, así como el de los barrios circundantes: El Corral, Entrambasaguas y El Fuejo. Asimismo, aparecen dibujadas, también con gran precisión, las construcciones que formaban la villa: las casas, los palacios (especialmente los de Omaña, Marcel de Peñalba y Toreno), los edificios religiosos (iglesias, capilla del Hospital y convento de dominicas), el puente de piedra y los molinos.

El silencio del Occidente

Los operarios encargados de ejecutar la obra que debería comunicar La Doriga con Cornellana, abandonaron hace semanas los trabajos en los pilares del viaducto sobre el río Narcea

Se cuentan con los dedos de una mano -y sobran algunos- las corporaciones municipales, los colectivos y entidades que han salido a la palestra para protestar por la paralización de obras en una comarca en constante depresión como es el occidente asturiano. Hay un silencio sepulcral por parte de casi todos los que deberían de estar ya situados en vanguardia de un movimiento vecinal, social, municipal y cultural para decirles, alto y claro, a los responsables del desaguisado que aquí y ahora no nos quedamos mano sobre mano a verlas venir —más bien a ver marcharse muchos millones en obras imprescindibles— y que con los asturianos de esta comarca no se puede andar jugando.

El sindicato afín al Gobierno tuvo la dignidad de emitir su protesta desde Cangas del Narcea, pero sabido es que los dos sindicatos mayoritarios andan sacando pecho con anuncios de movilizaciones y huelgas para la seronda cuando ya no haya vacaciones, no vaya a ser que algún alto dirigente de los mismos tenga que suspender su merecidísimo descanso en la montaña o en el mar para agarrarse al palo de la pancarta. O sea, que los comunicados ugetistas de la comarca canguesa quedaron en simple fueya en el castañéu, que se dice por estas latitudes. Algo de ruido, pero con las nueces verdes. Y así no cae ninguna.

Las corporaciones municipales con gobiernos afines también al de la Moncloa pues no han ido mucho más allá que los sindicalistas cangueses. Alguna moción -generalmente de la oposición- incluida en las sesiones plenarias con resultados algo así como «es un drama», «nos dejan en la estacada», «no nos escuchan», «esto es el declive de la comarca», «la crisis tiene la culpa», «son obras paralizadas que se pueden retomar cuando escampe»? más fueya en el castañéu.

Se conoce ya el dato, publicado precisamente por este periódico, de los millones que se han tirado en la segunda calzada de Salas a La Espina. Y los finos analistas ya opinaron lo divino y lo humano sobre ello. Así es que en los pueblos, que es donde viven los vecinos afectados por todo esto del sempiterno aislamiento del Occidente con la rica comarca central de Asturias, leen, escuchan, opinan y piden la baraja al atardecer en el chigre para echar una partida al tute. Las asociaciones de vecinos no tienen capacidad para reivindicar nada porque bastante hacen si consiguen que el Ayuntamiento de turno les repare una carretera local intransitable. «Esos no tienen un duro para obras», se oye decir un día sí y otro también en los pueblos. «Si nos siguen pagando las pensiones podemos estar contentos». Desánimo. Decepción. Sentimiento de engaño. De promesas electorales que ya dijo el viejo profesor en su día alcalde de Madrid que están para no cumplirlas.

Pilares sin terminar del viaducto sobre el Río Narcea correspondiente al tramo La Doriga-Cornellana

Pero? ¿y los políticos que elegimos en el Occidente? Perdón, pero para reproducir lo que en los pueblos se opina de los políticos nacionales, regionales y mediopensionistas yo no pongo ni una sola línea sin que esté presente mi abogado. No está el horno arroxao para cocer bien la boroña. Recurren al honor lesionado y te meten en el Juzgado y allá va que te preste. Los emolumentos que perciben -sueldos, dietas, suplementos, dedicación exclusiva, que muchas veces no se ajusta a la realidad- están a años luz de la pensión que percibe este jubiloso jubilado que escribe y que cotizó medio siglo a la Seguridad Social, mientras que ellos, los políticos, con hacerlo de Pascuas a Ramos pues ya tienen una paga de por vida. Así es que de los políticos, ni media palabra. Por si acaso, que el miedo ayuda a guardar la viña. Y nunca mejor dicho si se piensa que esta tierra marginada de Asturias es buena productora de uva.

Algunos alcaldes de esta comarca han hecho declaraciones respecto al problema que nos ocupa de la paralización casi total -está ahí el trazado para verlo- de las obras que había en marcha y que nunca quedó claro cuándo se iban a terminar, pero han tenido muy buen cuidado de no alcanzar en sus descalificaciones a quien manda en Madrid. Nadie se quiere jugar el puesto de privilegio que pueda tener en mayo cuando haya elecciones municipales y regionales. Nadie ha dimitido. Nadie ha dado un puñetazo encima de la mesa para decirles a sus correligionarios que «ahí os quedáis con vuestras decisiones tan lesivas para el occidente asturiano, que yo, por dignidad, me marcho para casa». Todo sigue como antes. Aquí nadie se la juega. Aquí sigue en vigor eso de tira que libras. En mayo puede haber sorpresas muy gordas porque el personal anda muy consciente de todo lo que está ocurriendo. Al plato vendrás, arbeyu.

Ante todo este panorama no es de extrañar que en el presente verano las fiestas de pueblo estén más animadas que nunca, con buenos rendimientos -aunque no como hace unos pocos años- en los chigres que montan las comisiones de festejos para sacar algo y no tener que peregrinar varios meses vendiendo papeletas para la xata de casa en casa. Y es que el personal, ante la situación económica, social y puestos de trabajo que se van al traste, se hurga el bolsillo, pide algo para beber, se mete en el baile y ataca con ímpetu el pasodoble de la modesta orquesta, porque ya no podemos traer a los «Satélites».

Y de solidaridad tampoco andamos muy finos, porque ahí está el ejemplo del escaso o nulo apoyo que recibió el alcalde de Salas cuando quedó cortada la carretera general a la altura de Villazón. Ahí te quedas con el muerto. Ante la sensación de abandono y engaño que por aquí se siente resulta lógico que en nuestras fiestas de este año, después del «Asturias, Patria Querida» de cierre, quede sólo un silencio sepulcral. Y cuando amanece puede que hasta estén a la vista los hierros y los hormigones de una autovía paralizada. Es el silencio de Occidente.

José de Arango
LNE – Sábado 07 de agosto de 2010

Cantares del ramo de Santiago de Cibea, recogidos por Ambrosio Rodríguez en 1899

Mozo llevando un ramo. Dibujo de Ambrosio Rodríguez, hacia 1899

En el archivo de Fermín Canella Secades (Oviedo, 1849 – 1924), que ha depositado la familia Tolivar Alas en la Biblioteca de Asturias, ha aparecido un manuscrito firmado por Ambrosio Rodríguez en el que se recogen los cantares del Ramo de la parroquia de Santiago de Cibea acompañados de un dibujo de un mozo llevando el ramo, que seguramente fue hecho por él mismo, y los cantares de boda que se cantaban en esa misma parroquia. Ambrosio Rodríguez Rodríguez nació en Sorrodiles en 1852 y era hijo de campesinos. Murió en Madrid en 1927. Gracias a un tío emigrante en Madrid estudió la carrera de medicina y se convirtió en un médico muy prestigioso. Ejerció su profesión en Buenos Aires, Gijón y Madrid. Tuvo mucha amistad con Santiago Ramón y Cajal, de cuya familia fue médico. También fue muy aficionado a la fotografía, a la divulgación de la ciencia médica y al periodismo. Colaboró en varias revistas científicas y en periódicos locales de Cangas del Narcea, como El Eco de Occidente, El Narcea o El Distrito Cangués. Mantuvo a lo largo de toda su vida un vivo interés por las clases populares, tanto por su salud (publicó en Gijón en 1902 el libro Higiene popular: Contribución al estudio de la higiene de los trabajadores y enfermedades de los jornaleros) como por sus costumbres. En este sentido, nunca se olvidó de sus orígenes y colaboró con algunos de los primeros folcloristas asturianos y españoles aportando información sobre su parroquia natal. Estos cantares enviados a Fermín Canella Secades son una muestra de este interés y, aunque no están fechados, es muy probable que fuesen recogidos alrededor de 1899, cuando Canella estaba redactando un largo artículo sobre las costumbres asturianas.

Los que quieran saber más sobre la costumbre de los ramos en las fiestas asturianas pueden consultar el libro de Herminia Menéndez de la Torre y Eduardo Quintana Loché,  Las ofrendas de ramos en Asturias, editado por el Museo del Pueblo de Asturias en 2005.

CANTARES DEL RAMO

El ramo es cierta pirámide hueca, formada con palos. Las jóvenes de la aldea costean su adorno, que consiste en porción de panes, tortas, gallinas, roscas de manteca cocida, jamones y otras ofrendas, que van sujetas a los aros de la pirámide con cintas de varios colores, de las que cuelgan pañuelos, joyas, medallas o plumas. 

El mozo lleva el ramo en la procesión, que va precedido de coheteros y la gaita, y terminada la procesión lo colocan a la puerta de la iglesia; seguidamente se remata en alta voz, destinándose el producto al culto del santo. La fiesta se prolonga hasta la noche.

Este ramo está enramado
bien haya quien lo enramó
lo enramaron las doncellas
la Virgen les ayudó;
de rosas y de claveles
bien haya quien se las dio.
 
Apártense los señores,
dejen el ramo pasar,
que el que lo lleva es cobarde
no sabe donde posar.
 
A vuestros sagrados himnos
aguardar al mayordomo
que nos abra estas puertas
para ver este tesoro.
 
Las puertas ya están abiertas,
entremos con alegría
de rodillas por el suelo
a ver la Virgen María.
 
El Señor Cura de este año
se portó como debía,
que hizo el ramo de Santiago
con muchísima alegría.
 
Adiós Virgen del Rosario
madre del Verbo Divino
écheme su bendición
para andar nuestro camino.
 
Aunque me voy, no me voy
yo de ti no me despido
tengo de volver a verte
el año que vien seguido.