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«Moal y Muniellos: el pueblo y el bosque»

Moal, Cangas del Narcea. Camino de casa Baragaño y el hórreo de casa Moreno. Años 60.

Exposición fotográfica

MOAL EN EL RECUERDO

A lo largo de los años 2021 y 2022, los maestros del C.P. Rengos, Tito Casado e Inés Gómez, con la colaboración de los vecinos de Moal y sus asociaciones se dedicaron a recoger fotografías sobre Moal y Muniellos entre los vecinos y vecinas de este “Pueblo Ejemplar de Asturias”.  Lo que en un principio iba a ser una recopilación de unas docenas de fotos que sirviese para crear un álbum colectivo de recuerdos, se vio desbordado por la aportación masiva de fotografías que prolongó en el tiempo el trabajo de clasificación y documentación y por lo que se decidió llevar a cabo una exposición en la que todo el mundo pudiese contemplar estas imágenes físicamente o verlas simultáneamente proyectadas en pantalla mediante la elaboración de varios PowerPoint que favoreciese su visión. Para ello, las 125 fotografías de que consta esta colección se organizaron por temas:

  • El pueblo y la gente
  • La mujer
  • Los nenos y las nenas
  • La economía
  • Vehículos y medios de transporte
  • Muniellos: la madera
  • Muniellos: la caza
  • El ocio
    • Las fiestas
    • Las meriendas

Una vez seleccionadas y clasificadas las fotografías se contó con la intervención de las personas mayores de Moal, que visualizaron las fotos, localizando a las personas y los lugares y en caso de ser posible, datando la fecha aproximada en que se hicieron.

La exposición contó también con entrevistas a varios/as vecinos/as de Moal, desde los mayores del pueblo, hasta la última niña escolarizada en la escuela rural del pueblo. Estas entrevistas se llenaron de recuerdos y nostalgia sobre las formas de vida, los trabajos, las costumbres, los noviazgos o fiestas de este entrañable pueblo. El montaje audiovisual de estas entrevistas fue realizado por otra maestra del Colegio Vega de Rengos, Verónica Díez.

Ahora, gracias al trabajo y la colaboración de Tito Casado, Inés Gómez y Verónica Díez, todo este material pasa a estar a disposición del «TOUS PA TOUS» y por tanto de todos los usuarios de esta página para que, si es de su gusto, conozcan un poco más de la vida de Moal y de su historia.

El libro «La minería del carbón en Cangas del Narcea» de Enrique RG Santolaya

El ingeniero técnico de minas de la extinguida empresa CARBONAR, Enrique Rodríguez García (Enrique RG Santolaya), es el autor de este libro editado conjuntamente por el «TOUS PA TOUS. Sociedad Canguesa de Amantes del País» y la Librería Treito de Cangas del Narcea.

CARBONAR tenía su yacimiento en Vega de Rengos y las oficinas centrales de la empresa se localizaban en Oviedo. Este yacimiento de antracita fue el último en cerrar en el concejo asturiano de Cangas del Narcea.

Con esta publicación completamos todo un conjunto de material gráfico y audiovisual, así como incorporamos a nuestra biblioteca el libro en formato digital. Todo ello queda recopilado en el apartado de Memoria canguesa, sección Minería de esta página web, dejando constancia para el futuro de lo que fue la industria que hasta hace muy poco movía nuestra comarca.

En el siguiente vídeo recogemos la presentación de la publicación por parte de su autor. Un libro técnico, en el que hablan datos tecnológicos, económicos y estadísticos de la minería del carbón en la comarca canguesa, bien hilvanados y elaborados. La grabación se realizó el 26 de febrero de 2021, en la sala TOUS PA TOUS de la Casa de Cultura «Palacio de Omaña» de Cangas del Narcea, contando para ello con la colaboración de Benito Sierra González (BSG•MEDIA).



A continuación, y tras el éxito de su primera edición totalmente agotada, publicamos el libro «La minería del carbón en Cangas del Narcea» para su consulta y descarga en formato pdf:


 

Presentación de la novela «El cerezo del cementerio» de Tito Casado Agudín

Presentación en la Librería Treito de la novela «El cerezo del cementerio» de Tito Casado Agudín.

El pasado día 1 de junio se presentó en el Espacio Cultural de la Librería Treito esta novela del autor cangués Tito Casado Agudín. La presentación corrió a cargo de Miguel Ángel Pérez, locutor de Onda Cero, Inés Gómez, maestra y compañera de trabajo del autor y del autor mismo. El local se llenó de gente y acabó con una serie de preguntas sobre el contenido de esta obra.

Portada de la novela de Tito Casado Agudín.

«El cerezo del cementerio es la historia de un emigrante de Posada de Rengos, que vivió la experiencia de tener que emigrar siendo apenas un niño intentando escapar de la miseria atroz en que vivía la mayoría de la gente, que en 1912 habitaba los pueblos del entonces Cangas de Tineo. Un día al amanecer, Elías Agudín bajó andando a Cangas, compró unas alpargatas y en la plaza de la Refierta cogió el coche de caballos que en dos días lo llevaría a Oviedo, de ahí a Gijón y desde este puerto, con un billete de tercera, en algo más de 20 días de navegación a La Habana…. Cuenta las penurias y vivencias de un niño analfabeto que hizo de todo por ganar dinero, que años después regresó y vivió la Guerra Civil y los años posteriores a la contienda, años de miedo y persecución a los vencidos. Tiempos duros y convulsos de una vida cargada de momentos de gran intensidad.»

Presentación en la Librería Treito de la novela «El cerezo del cementerio» de Tito Casado Agudín.

Así resumen la contraportada esta novela, el relato de la cruda realidad de los que tuvieron que emigrar, de aquellos que cuando se marcharon se vieron obligados a abandonar su familia de aquí, aquellos que formaron otra allí, de los que nunca más se supo o de aquellos que, pasado un tiempo, regresaron sin apenas nada: los «maletas vacías»…

La historia transcurre entre 1912 hasta los años 90 entre Posada y Vega de Rengos, La Habana y Llanes y mezcla hechos y personajes reales con otros que surgen de la imaginación del autor.


 

El puente de Julio

Este texto fue leído en la presentación del libro «La minería del carbón en Cangas del Narcea», de Enrique Rodríguez García, el sábado 7 de mayo de 2022, durante la II Feria del Libro de Cangas del Narcea.

Alfonso López Alfonso, Enrique Rodríguez García, autor de la publicación, y Cristobal Ruitiña en la presentación del libro «La minería del carbón en Cangas del Narcea».

Si la envidia sana existe creo que es legítimo admitir que siento una profunda envidia de Enrique Rodríguez García. Y quizá, claro, la envidia sana no exista.

Moncóu, de donde yo procedo, dentro del Río Rengos, es un lugar centenario, milenario quizá, en el que desde los años cincuenta del siglo XX los cambios fundamentales se produjeron en torno a la mina. Mineros eran muchos de los hombres del pueblo que pertenecían a la generación de mi abuelo Valeriano, nacidos en torno a la década de 1910, y mineros eran todos los de la generación de mi padre, nacidos en los años de la Guerra Civil o en la inmediata posguerra. Eran lo que se conoce en la bibliografía del centro de Asturias, donde el tema está más estudiado, como mineros mixtos, es decir, que compatibilizaban su labor en el mundo sumergido con el cuidado de la casa y el ganado. Mineros fueron también todos los hombres del pueblo de la edad de mis hermanos mayores. Mineros fueron, por tanto, mi padre, mis hermanos y mis cuñados. Por el contrario, las únicas minas que yo conozco son aquellas visitadas como elementos esencialmente lúdicos, como el pozo San Luis, por ejemplo, en el valle de Samuño, muy próximo a Ciaño, en Langreo. Y sin embargo no sabría explicarme sin la mina. Desde la cuna me hizo la mina ser quien soy y me dio buena parte de la formación que tengo, puesto que pasé diez años en el Orfanato de Mineros Asturianos (después FUNDOMA) en la suave ladera de Fitoria, próxima al monte Naranco de Oviedo. Luego fueron las becas proporcionadas por los Fondos Mineros las que me permitieron en buena medida seguir estudiando cuando llegué a la Universidad. Siendo el origen de mi mundo ese entorno y teniendo cierta vocación de escritor –aunque sea de escritor fracasado, que siempre tiene algo de glamur- es normal que sienta ahora cargo de conciencia por no haber sido yo quien dé forma al primer libro que se ha hecho sobre la minería en nuestro concejo. Pero qué le vamos a hacer, otro con más experiencia directa sobre la mina e infinitamente más conocimientos de los que yo tengo sobre el asunto se ha encargado de poner la primera piedra en nuestra bibliografía minera. Esperemos que no sea la última en este mundo declinante de la minería y la demografía canguesas.

El libro de Enrique es técnico, es uno de esos libros en los que hablan los datos, bien hilvanados y elaborados. Uno de esos libros necesarios para que vengamos después quienes tenemos alma de poetas a construir nuestros inútiles discursos subiéndonos a sus hombros. La sentimentalidad ha de crecer sobre un terreno previamente abonado; no se puede hacer pan si no sembramos primero el trigo. Es un libro técnico, como digo, pero con algunos detalles que lo harán emocionalmente perdurable porque está escrito contra el olvido. Nos dice Enrique que “si pudiéramos sacar de las profundidades de las montañas la estructura de una mina de Rengos, y ponerla encima de la tierra, veríamos una inmensa obra de ingeniería, hecha por mineros con muchos años de preparación, que hicieron un trabajo muy especializado”. Enrique fue ingeniero técnico en la empresa CARBONAR y hace valer su mundo. No cabe duda de que la mina ha sido una parte fundamental de su existencia, pero al mismo tiempo hay en el libro detalles que conmueven por su calidad humana y por la verdad acerca de la minería que, quizá de forma inconsciente, entrañan. Orgulloso de su oficio, durante la preparación del libro Enrique llevó a sus hijos de excursión a visitar las antiguas explotaciones mineras del Río de Rengos, a intentar que contemplaran, y son sus palabras, aquellos trabajos y aquellas estructuras que se desarrollaron “enterradas a varios cientos de metros de profundidad en el interior de la montaña”, pero que una vez que se cierran las minas “queda todo inundado, no pudiendo preservar para el futuro todas estas labores que se construyeron durante tantos años de explotación”. Y añade: “Si a un profano hoy lo llevamos a visitar la zona de las minas cerradas de Antracitas de Gillón y le intentamos explicar lo que ocurrió allí durante tantos años no lo entendería, sería difícil convencerlo de que en los tiempos de mayor actividad de esta mina había 1.150 personas trabajando diariamente en la zona, la mayoría bajo tierra. Además también le diríamos que había una flota importante de camiones transportando el carbón, tolvas, aseos, oficinas, vías de tren, kilómetros de túneles, centros de transformación eléctrica, etc.” Da la impresión de que, de forma implícita, Enrique también reconoce que la mina, en relación con su medio natural y humano, una vez que se acaban los beneficios económicos, deja el agujero y se va. Agujeros y estructuras que pueden ser bellos, como lo son Las Médulas, por ejemplo, obra de la minería aurífera romana, o como lo son los castilletes del centro de Asturias o las bocaminas de nuestro entorno, pero agujeros al fin y al cabo, cuyo recuerdo, y vuelvo a coger las palabras de Enrique, “se apaga con el último minero”. Y después viene la nada, como en esos poblados fantasma de los westerns, con el ulular del viento y el chirrido de los goznes de las puertas del saloom solitario, con esas plantas rodantes atravesando la ancha calle central de un pueblo sin asomo de vida, iconografía por excelencia de una melancolía que nos atañe a todos.

Vista aérea tomada en 1970 de Moncó (izda.) y San Martín de los Eiros (dcha.), este último hoy desaparecido.

De la mina abajo no hay trabajo, dice el adagio, y pocos trabajos habrá más hostiles y antinaturales que los realizados en las minas por testeros. El inframundo de Hades es un lugar poco apetecible, nada envidiable, aunque las prejubilaciones irrigadas desde Europa nos hayan hecho en ocasiones creer lo contrario. En ese sentido hay en el libro de Enrique una imagen fugaz que creo representa muy bien los sentimientos encontrados que puede generar la mina. Me refiero a la imagen del pueblo de Samartinu los Eiros, un cogollo de casas, hórreos y paneras que se veían desde Moncóu y que desapareció para siempre: la casa Galán, la de Cadenas, la de Murias, la de l’Aredera y tantas otras que ya no están. El pueblo fue enterrado por subsidencia minera, signifique eso lo que signifique. Ahora no se aprecian allí más que suaves cicatrices donde una vez estuvieron las casas. Cicatrices que nos recuerdan la inmediatez del olvido. Conozco a muchos de los que fueron habitantes de Samartinu y, cuando me tropiezo con ellos, con Toño el de Cadenas, por ejemplo, siempre les digo en broma que tienen algo de israelíes y a la vez de palestinos. Tienen algo de israelíes porque viven en la diáspora y algo de palestinos porque ya son un pueblo sin tierra. Tienen algo también de Orestes, pero sin Micenas a la que regresar; o de Ulises, pero sin Ítaca a la vista. Cuando ellos desaparezcan se irá con ellos el recuerdo de ese mundo en el que sus antepasados trataron de injertar una manera de amar la casa para que en días venideros la mantuviera en pie su estirpe. La mina, como a todos los demás del entorno, les dio mucho, pero en su caso también les arrancó la matriz condenándolos antes de tiempo al estéril olvido.

Siempre que hablo de Samartinu me acuerdo de mi vecino Julio, de casa Capicheiro, que tenía un proyecto entre delirante y poético para unir Moncóu con Samartinu, pueblos que están más o menos a la misma altura de la montaña, frente por frente, separados por el estrecho corredor del río Narcea. Cuando en Moncóu celebrábamos la fiesta se oía desde Samartinu, y viceversa, cuando ellos, si no recuerdo mal el 11 de septiembre, celebraban su fiesta, oíamos la música con mucha nitidez desde Moncóu. Julio, por aquellos días dorados de mi infancia proponía que había que hacer un puente para comunicar los dos pueblos. Él lo planteaba con seriedad y todos nos reíamos de su descabellada idea, pero hoy pienso que la idea de Julio entrañaba una metáfora de la existencia que los puentes representan muy bien por su capacidad para salvar distancias, para comunicar aquello que está separado. Nosotros les llamábamos a los de Samartinu “carneiros” y ellos a nosotros “fabas prietas”. Julio supo antes que nadie que todos pertenecíamos a la misma estirpe y que todos estábamos condenados a la misma desmemoria, solamente que unos antes que otros.

Decía el escritor Graham Greene que tener una infancia desgraciada era la mina de oro de cualquier escritor. Yo no soy de esos porque hay una multitud de detalles que convierten mi infancia en una Arcadia perdida. Entre esos detalles, sin duda, está el puente de Julio entre Moncóu y Samartinu.

Aide, la última minera de Rengos, tras recoger el libro firmado por Enrique R.G. Santolaya.

Aunque a mí la mina me ha hecho ser el que soy y forma parte de mi vida del mismo modo que lo forman las vacas, los castaños o la mole de piedra caliza que da nombre a mi pueblo, siempre me he sentido un poco raro en mi entorno y mi familia. Fui el primero y único de mis hermanos en nacer en un hospital (el de Oviedo) y eso hacía que de niño me tomaran el pelo diciéndome que yo no era de la familia, que me habían cambiado al nacer y que el verdadero hermano de mis hermanos andaría por esos mundos enfrentándose a la vida. En el fondo me habría gustado que aquella historia fuera cierta porque me daba esperanza. Me imaginaba la vida del “auténtico hermano” como algo envidiable, una vida repleta de aventuras que hacía parecer anecdóticas las novelas de Jack London. Yo era especial, procedía de otro entorno y algún día la familia de buhoneros o quien quiera que me hubiera perdido en aquel hospital, regresaría a por mí. Me sentía distinto y al mismo tiempo algo inferior al resto de mi familia porque, desde que tengo uso de razón, siempre quise alcanzar esa especie de normalidad legendaria que se respiraba en mi casa cuando las cosas iban por el cauce que les correspondía y podían controlarse. Esa normalidad que yo envidiaba la representaban mis hermanos, siendo capaces de continuar la tradición, trabajando en la mina y en el campo y manteniéndose alejados de los libros que, en mi caso, empezaron a atraerme desde que fui capaz de entender lo que decían. Ansiaba una familia ajena, pero en el fondo intentaba por todos los medios ganarme un lugar en la propia. Quería que unos buhoneros o quien fuera pasaran a buscarme únicamente porque deseaba que los míos me aceptaran como uno más. Sin ser consciente entonces, lo único que quería era formar parte de su mundo, ser capaz de trabajar con las manos, de defenderme en el campo y la mina. Quería entender lo que era una galería, qué significaba la palabra rampa, quería poder picar de resgao, dar la tira y postear; cabecear la madera, hacer llaves, poner un rachu, recuperar el hierro y otras cosas por el estilo, pero mucho me temo que a lo largo de la vida me he mostrado bastante torpe en las cosas realmente importantes, aquellas en las que se pone el corazón y se hacen con las manos. Desgraciadamente, lo único que yo sé hacer con las manos es golpear las letras de un teclado para formar con ellas palabras que a menudo salen desafinadas, incapaces de proporcionar consuelo porque no entienden del todo que realizar una alabanza épica de los mineros quizá sea una forma de mentir, porque los héroes no existen o sólo existen en las novelas, pero que al mismo tiempo, relegarlos a una realidad anodina y convencional como la que tenemos el resto de los mortales tampoco es contar la verdad del todo.



A LA VENTA EN LIBRERÍA TREITO DE CANGAS DEL NARCEA

«La minería del carbón en Cangas del Narcea», de Enrique R.G. Santolaya, editado por el Tous pa Tous y la Librería Treito.

La estatua de Carlos III y el misterio del sepulcro monumental de Rengos

Escultura de Carlos III como general romano, realizada con mármol de Cangas del Narcea (Asturias) y que se encuentra en el gran zaguán de entrada frente a la escalera principal del Palacio Real de Madrid.

De la abundancia de mármol de diversas tonalidades en el valle superior del Narcea desde Cangas hasta Vega de Rengos y otras partes del concejo, da buena cuenta el Conde de Toreno en sus Discursos pronunciados en la Real Sociedad de Oviedo en los años de 1781 y 1783. Junto a Vega de Rengos había una cantera de la variedad casi totalmente blanca, poco inferior al mármol de Carrara*, de donde se extrajo el bloque para la estatua de Carlos III que hay en el Palacio Real de Madrid (frente por frente de la gran escalinata).

De la extracción de este bloque en el siglo XVIII, la historia nos deja un misterio aún sin resolver y que conocemos gracias a una consulta que realizó un siglo después, en 1872, el arqueólogo y coronel de infantería Pedro de la Garza del Bono al Presidente de la Real Academia de la Historia.

Esta es la transcripción de la carta de 8 de noviembre de 1872 en la que Pedro de la Garza del Bono pregunta si la Real Academia de la Historia tiene noticia del descubrimiento de un sepulcro en la zona de Cangas de Tineo entre 1770 y 1780 tras la extracción de un bloque de mármol blanco para hacer una estatua del Rey Carlos III.

Excmo. Sr.

Por los años de 1770 a 1780, se extrajo en Asturias un bloque de mármol blanco, con objeto de hacer una estatua colosal que representara al Rey Dn. Carlos III; para esto se hizo un gran desmonte, habiendo descubierto incrustado en la roca y en una profundidad que no hay datos para determinar, un sepulcro monumental, que constaba de doce columnas salomónicas, dentro del cual había un esqueleto en forma de aspa, y próximo a la cabeza se hallaba un cráneo de raza vacuna medio petrificado.

La cantera donde se encontró este sepulcro se hallaba en el Valle de Rengos o Rengos, juzgado de Cangas de Tineo.

Hay datos para creer que el Conde Toreno, abuelo del Conde actual, intervino en la explotación del bloque citado y por consiguiente que vio el sepulcro que se hallaba en la cantera.

Tengo la curiosidad de saber si la Academia de la Historia tiene noticia de este descubrimiento.

Dios que de a Vd. muchos años. Madrid, 8 de noviembre de 1872

El Correspondiente
Pedro de la Garza

 

Y aquí la carta manuscrita:

Carta en la que se pregunta si la Real Academia de la Historia tiene noticia del descubrimiento de un sepulcro en la zona de Cangas de Tineo entre 1770 y 1780 tras la extracción de un bloque de mármol blanco para hacer una estatua del Rey Carlos III.

 


*El mármol de Carrara (para los romanos marmor lunensis, o «mármol lunense») es un tipo de mármol extraído de las canteras al norte de la Toscana, en los Alpes Apuanos (Apeninos Ligures) en Carrara, Italia. Universalmente conocido como uno de los mármoles más apreciados por su blancura (o con tonalidades azuladas-grisáceas), casi sin vetas, y grano de fino aspecto harinoso.


 

Cierre de la última mina de carbón operativa en Cangas del Narcea

Cierre de la mina de CARNONAR, Vega de Rengos, Cangas del Narcea el 17 de febrero de 2020.

Vídeo del cierre de la última mina de Rengos, Cangas del Narcea, el 17 de febrero de 2020. Último recorrido por la mina de CARBONAR, en Vega de Rengos, para apagar las bombas de agua, dejando que se inunde la última mina de carbón operativa en la denominada Cuenca del Narcea. Además, observando el proceso de inundación se aprecia claramente como la tierra vuelve a exigir su espacio, enterrando la impresionante maquinaria que permitió a la minería de esta comarca alcanzar un nivel tecnológico y productivo equivalente a cualquier mina de interior del escenario mundial.



 

Entrevistas a mineros de Cangas del Narcea

Vídeos grabados en el año 2018.

Ante la última mina operativa en la cuenca del Narcea, CARBONAR, en Vega de Rengos, Cangas del Narcea, aunque desde el 23 de abril de ese mismo año en concurso de acreedores, Enrique R.G. (Santolaya) realiza una introducción a una serie de entrevistas que realiza a mineros de la comarca para dejar testimonio para la posteridad de lo que fue durante décadas el mundo del carbón en el suroccidente de Asturias y más concretamente en el concejo de Cangas del Narcea. Con ello deja constancia de cómo fue el trabajo minero y lo que la mina significaba para estos trabajadores de la zona.



 

Un día en la mina Carbonar, SA (Vega de Rengos, Cangas del Narcea)

Vídeo de un día de trabajo a 600 m. de profundidad debajo de las montañas de Rengos, Cangas del Narcea. Aquí se ven en pleno funcionamiento todos los sistemas mecanizados que la empresa Carbonar tenía en su mina. Estos mecanizados llevaron en su momento a esta empresa a ser competitiva con el carbón internacional.


 

Próximo libro y nueva sección en «Memoria Canguesa»: MINERÍA

MINERÍA DEL CARBÓN EN CANGAS DEL NARCEA

(por Enrique R.G. Santolaya)

 

Borrador portada del libro «Minería del carbón en la zona de Cangas del Narcea»

Después de los últimos acontecimientos de crisis y desequilibrios energéticos que se están produciendo en el escenario mundial de la energía, empezamos a ver incongruencias y decisiones de los gobiernos que en principio nos pueden parecer poco acertadas y muy anárquicas. Uno puede empezar a pensar que no estaban todas las variables estudiadas para dar un salto en el sector energético hacia la transición de fuentes renovables.

Esto demuestra una vez más que algo tan importante y fundamental como es el sector energético de una nación no se debe de desarrollar a impulsos de corto recorrido, por el contrario, se debe de diseñar y organizar a largo plazo y con una visión estratégica, teniendo en cuenta características propias del país y la situación geopolítica que lo rodea.

Debe afrontarse una transición hacia algo nuevo que esté bien diseñado y ofrezca resultados futuros como son las energías renovables, pero debe de ir acompañada de un engranaje técnico que permita que ese tránsito sea real y efectivo, sin alteraciones turbulentas por el camino.

Es importante ir hacia una transición energética limpia aprovechando todas las fuentes de energía renovable por varios motivos. El primero está claro, conseguir disminuir de forma considerable la contaminación ambiental, pero  añadido a este hay otras variables de la situación geográfica de España que indican claramente que debemos seguir esta senda, e incluso intentar encabezar la investigación de este tipo de energía.

Somos el país de Europa que más horas de sol tenemos, en viento no nos quedamos cortos y en situación estratégica estamos bien comunicados con un gran mercado como es el europeo.

Además podemos ser preferentes para trasladar esta tecnología hacia los mercados de nuestros hermanos americanos. Digo hermanos, pues aunque la leyenda negra  se empeñe en enfrentarnos, nuestras raíces comunes  con América solo las separa una pequeña piscina que es el Atlántico.

Dicho todo lo anterior, empieza a parecer precipitado como España está afrontando este paso, intentando eliminar de un plumazo la energía propia que teníamos y se aventura sin paracaídas hacia este nuevo escenario de energía renovable.

¿No sería más interesante mantener nuestras centrales térmicas y nucleares que ya estaban amortizadas en producción, hasta que la nueva energía esté desarrollada del todo y pueda garantizar claramente la sustitución de la vieja tecnología contaminante? Esto parece ser la decisión más lógica, sin embargo no es lo que se está haciendo dejándonos caer en una dependencia externa que nos lleva al caos de precios actuales.

Me traslado al sabio consejo que daban nuestros mayores a sus hijos que decía, nunca dejes lo que ya te da de comer hasta que no tengas claro y dé resultados el nuevo proyecto que empiezas.

Y dicho lo anterior, desde el Tous pa Tous nos vemos en la obligación de contar la historia y la contribución que nuestra comarca tuvo durante el final del siglo XX y principios del XXI con la energía fósil del carbón. Tampoco queremos olvidar que esta minería representó el mayor revulsivo económico y social que tuvo esta zona. Fue realmente la revolución industrial tardía que cambió la forma de vida de Cangas del Narcea.

En la actualidad, en nuestra comarca, el desarrollo de la minería del carbón tiene escrito su punto final y por eso, es justo y conveniente recopilar datos técnicos, humanos y gráficos como testimonio y visión para el futuro de nuestra historia minera.

Me ha tocado por cercanía a este proceso minero, buscar y recopilar todo este material gráfico y escrito para dejar constancia de cómo eran nuestras minas, como se desarrollaban y que repercusión económica tenían en esta comarca.

Desde la Sociedad Canguesa de Amantes del País, Tous pa Tous, estamos en proceso de maquetación de todo un conjunto de material gráfico y audiovisual, así como un libro que nos permitirá dejar constancia  para el futuro de cómo fue esta minería. Todo ello quedará recopilado en esta página web dentro del apartado de MEMORIA CANGUESA en una nueva sección que inauguramos hoy  bajo el título MINERÍA.

Aide, la última minera de Rengos.

Hemos recopilado cientos de fotografías que ilustran la mina viva en el valle de Rengos y sus zonas de trabajo, así como minería antigua y moderna, otras minas de la comarca, etc. Mostraremos un audiovisual de un día de trabajo a 600 m. de profundidad, en las entrañas de los montes de Rengos donde se podrán visualizar en pleno funcionamiento todos los sistemas mecanizados de los que la empresa Carbonar disponía en su mina y que le llevaron a ser competitiva con el carbón de importación. Varias entrevistas con mineros de la zona dejarán constancia de lo duro y sacrificado que era el trabajo minero y lo que la mina representaba para estos trabajadores. Con otro vídeo documentaremos el cierre de la última mina de Rengos. Será el último recorrido por la mina de Carbonar para apagar las bombas de agua de la última mina operativa en la comarca del Narcea, dejando que se inunde. Además se podrá ver todo el sistema mecanizado en proceso de inundación, pudiendo observar claramente como la tierra vuelve a exigir su espacio enterrando esta impresionante maquinaria, que como ya he comentado, permitió a la cuenca de Rengos competir con el carbón de importación, estando a un nivel tecnológico y productivo equivalente a cualquier mina de interior del escenario mundial.

Boto, picador en La Matiella vieja

Por último, ha sido enviado para edición e impresión el libro “MINERÍA DEL CARBÓN EN CANGAS DEL NARCEA” que presentaremos próximamente en formato impreso y electrónico.  Este libro contiene datos técnicos, económicos y estadísticos de la minería del carbón en la comarca canguesa. Además, explica la forma de trabajar de los audaces mineros para dominar las dificultades y las presiones que las montañas de Rengos infringían, pues la tierra siempre se opone a que le quiten sus tesoros. Todo ello va a acompañado de diversas fotografías, que confío traerán multitud de recuerdos a los mineros que participaron en este tipo de industria. También considero que todos estos datos y material gráfico despertará el interés de todas aquellas personas que sin haber sido mineros, por proximidad o curiosidad alguna vez han sentido interés en conocer cómo se desarrollaba esta actividad económica del sector primario en cuanto a la extracción de minerales se refiere, y del sector energético si hacemos referencia a la extracción de combustibles fósiles.

En definitiva, con todo este trabajo de recopilación, revisión y edición, intentaré sacarles la mina fuera de la tierra para que la vean y puedan comprender como fue la industria que hasta hace muy poco movía nuestra comarca.

RECOPILACIÓN COMPLETA:


«Videofotos Mineras» Cangas del Narcea

Este audiovisual se compone de 380 fotografías mineras de la zona de Rengos en Cangas del Narcea, que reflejan la mina viva, sus zonas de trabajo; minería antigua y moderna; otras minas cercanas a Rengos, y más…

 

 

Brañas en las parroquias de la cuenca alta del río Narcea y Larón

Las brañas de las parroquias de la cuenca alta del río Narcea y las de Larón, feligresía situada en el valle del río Ibias, pero muy vinculada con los pueblos de aquella cuenca, pues dependió y después fue hijuela de la parroquia de Veiga de Rengos.


Parroquia de GILLÓN / XICHÓN

XICHÓN / GILLÓN

♦ Brañas Altas ♦ La Charca ♦ Chauchina (antiguamente braña de vaqueiros) ♦ La Feltrosa (antiguamente braña de vaqueiros) ♦ Rebochar

VIDAL

♦ L’Acebal ♦ La Cabanina


Parroquia de LARÓN / L.LARÓN

L.LARÓN

♦ La Braña L.larón

LA VILIEL.LA

♦ La Braña La Viliel.la ♦ La Veiga


Parroquia de MONASTERIO DE HERMO / MONESTERIO D’ERMU 

MONESTERIO D’ERMU

♦ Brañuetas ♦ Brañulina (antiguamente braña de vaqueiros) ♦ Campo la Granda ♦ Carbazosa ♦ Cuevas ♦ Narcea ♦ Ordalecha ♦ Rebichada ♦ Vachongo (antiguamente braña de vaqueiros)


Parroquia de NOCEDA DE RENGOS

NOCEDA DE RENGOS

♦ Las Brañas de Noceda

TRESMONTE D’ARRIBA

♦ Braniecha (antiguamente braña de vaqueiros) ♦ Portugalón


Parroquia de OBALLO /OUBACHU

OUBACHU

♦ La Barraca ♦ La Braña Oubachu ♦ Cuchadiecho ♦ Mufaces ♦ Vaxacanda ♦ La Veiga’l Pumar

TABLIZAS

♦ Samartino ♦ Los Trabois ♦ Las Varas ♦ La Veizuna

LA VEIGA’L TACHU

♦ La Barzana ♦ Outiechu


Parroquia de POSADA / POUSADA DE RENGOS

CALDEVIL.LA

♦ Braniella ♦ La Trapa

POUSADA

♦ Cheireo


Parroquia de VEGA / VEIGA DE RENGOS

MOAL

♦ Los Barradoiros ♦ Folgueirosa

MONCÓU

♦ La Braña Moncóu

EL PUEBLU / RENGOS

♦ Brañuela ♦ Chombón ♦ Campubraña ♦ Cueto ♦ Figudín ♦ Freixaléu


Braña Urdieras en Gedrez. Foto JM Collar

Parroquia de GEDREZ/ XEDRÉ

XALÓN

♦ La Penona

XEDRÉ

♦ Zreizaléu ♦ Fulgueraivicha ♦ Urdieras


Moal (Cangas del Narcea), Pueblo Ejemplar de Asturias 2018 – RTPA

Programa especial de Radiotelevisión del Principado de Asturias (RTPA) con motivo de la visita de los Reyes de España a Moal (Cangas del Narcea), el 20 de octubre de 2018, para hacer entrega del premio Pueblo Ejemplar de Asturias 2018, un día después de entregar en Oviedo los premios Princesa de Asturias.

Participa como comentarista José Antonio Alonso Rodríguez (Jose de Mingo), natural de Moal, autor del blog: «Moal Puerta de Muniellos» y socio del Tous pa Tous, Sociedad Canguesa de Amantes del País.



Artículo relacionado: Moal, un pueblo ejemplar «al pie de cien montañas»

Moal, un pueblo ejemplar “al pie de cien montañas”

Moal, Cangas del Narcea. Fotografía de la Asociación Cultural MOAL

Moal, un maravilloso pueblín cangués perteneciente a la parroquia de Vega de Rengos ha sido galardonado con el premio al Pueblo Ejemplar de Asturias, en la vigésimo novena edición de este galardón que concede anualmente la Fundación Princesa de Asturias.

El jurado, que ha dado a conocer el galardón en Oviedo el pasado 3 de septiembre de 2018, acordó conceder el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias 2018 a Moal (Cangas del Narcea), “por haber mantenido a lo largo de la historia una convivencia ejemplar con su entorno natural, desarrollando un papel de protección y conservación reflejado en la recuperación, ya desde el siglo XIX, del bosque de Moal. Estos antecedentes lo sitúan en una posición privilegiada para asumir el protagonismo desde la comunidad local en la recuperación de los recursos naturales, lo que ofrece una oportunidad para corresponsabilizarse en la gestión del patrimonio natural del entorno”, y ha reconocido que “estos logros se consiguen desde dentro del propio pueblo a través de una dinámica de integración intergeneracional en la que tienen un gran protagonismo la Asociación Cultural, la Deportiva y, muy en particular, la Asociación de Mujeres”.

A escasos 20 kilómetros de la villa de Cangas del Narcea, capital del concejo más extenso de Asturias, y formando parroquia con Vega de Rengos, Cruces, Los Eiros, Moncó, La Muriella, Rengos y San Martín de los Eiros se encuentra Moal, ocupando un excepcional emplazamiento en la frondosa vega que forma el río Muniellos, al pie del bosque milenario del mismo nombre, que dicho sea de paso, es uno de los robledales mejor conservados de Europa.

Castrinos de Niceto, Moal, Cangas del Narcea. Fotografía de Jose de casa Mingo (Moal) – www.moalpuertademuniellos.blogspot.com

Algunos asentamientos castreños, sus conexiones y las explotaciones auríferas en esta zona llevan a los investigadores a pensar en el origen prerromano de nuestro pueblo ejemplar. Es el caso de los denominados castrinos de Niceto en Moal, considerados de época prerromana en cuanto a su origen, pero que posteriormente debieron ser reutilizados por los romanos para las actividades vinculadas a las explotaciones mineras de oro en la zona de Muniellos como el yacimiento de Muruecos de Moal.

Pero es en el libro registro de Corias, elaborado en el primer tercio del siglo XIII y hoy custodiado en el monasterio catalán de Montserrat, donde Moal aparece citado por primera vez y además como Mual, forma que utiliza la toponimia oficial, tal y como recoge el BOPA del 3 de septiembre de 2008.

Entre las publicaciones del Seminario de Investigación Diplomática del IDEA (Instituto de Estudios Asturianos) se encuentra la Colección de Fuentes para la Historia de Asturias II. El Libro Registro de Corias (Texto, estudio, índices sistemáticos), por Antonio C. Floriano. Dos tomos. Oviedo, 1950. En este trabajo el autor nos facilita una lista alfabética con la totalidad de topónimos contenidos en el Libro Registro de Corias con sus nombres propios. Además, procura en todos los casos posibles, dar su procedencia y etimología, bien como segura o ya como probable. Para el caso de Moal:

«MUAL.— In Mual estaba situada la heredad de Penna que en 1187 donó a Corias Onega García, mujer de Menendo Gramone (12. v. B. 8). Sospechamos que sea el mismo Munale donado a Corias en 1137 por Azenda y Aurea Enalso (81. v. B. 9. 12.) y aun el Munale (87. r. B. 19. 20.) donde residía la sierva Elvira Vermutiz que con la mitad de sus hijos eran commixtos de Bárcena y del Rey.»

Zona del yacimiento de Muruecos de Moal, Cangas del Narcea. Fotografía de Jose de casa Mingo (Moal) – www.moalpuertademuniellos.blogspot.com

Moal estuvo históricamente vinculado a la explotación de la madera de Muniellos. Este aprovechamiento maderero, constituyó desde mediados del siglo XVIII y hasta los años cincuenta del siglo XX una de las actividades industriales más importantes del concejo de Cangas del Narcea.

En 1964 el Estado declara «paraje pintoresco el bosque de Muniellos», bajo la tutela del Ministerio de Educación. No obstante, la tala de árboles no cesa hasta 1973 cuando el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), dependiente del Ministerio de Agricultura, compra el monte a la empresa Muniellos, SA. Nueve años más tarde, el 15 de octubre de 1982, es declarado Reserva Biológica Nacional, y el 9 de noviembre de 2000, el monte de Muniellos fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

En la actualidad, Moal cuenta con un centenar de vecinos, cifra que se incrementa en época estival y festividades señaladas. El pueblo está repartido en cuatro barrios: El Corralín, El Fuexu, El Chamazu y El Cascarín. Al barrio del Corralín pertenecen las siguientes casas: Baragaño, Casín, Gonzalo, Marcelino, Moreno y la desparecida Gargantín. Las casas pertenecientes al barrio El Fuexu son: Nacio o Castroneiro, Pepe Mingo, Pío, Reguilón y casa Santiago (en ruinas). El barrio con mayor número de casas es El Chamazu al que pertenecen las siguientes: Casa-Panera de Alfonso, Alfredo, Alonso, Cadenas, Campo, Castañón, Delfín, Farruco, Francos, Gripa, Javier, Mateo, Mingo, Muniellos, Roque, Sabino, Silvestre, Xuaquín, Zapatero y la desparecida Casa La Pena. Por último, al también numeroso barrio de El Cascarín pertenecen las casas: Abel, Carral, Casín (de abajo), Castañuelas, Clemente, La Escuela, Felipe, Ferreiro, Grabiel, Leites, Lolón, Manolito, Miguel, Pasarón, Pepe Baragaño, Pepe de Casín y las deshabitadas Neceto, Pepito y Texeira.

Moal, Cangas del Narcea. Vista desde La Chalga. Fotografía de Jose de casa Mingo (Moal) – www.moalpuertademuniellos.blogspot.com

Tres asociaciones promovidas por todos estos vecinos han tenido mucho que ver en que Moal haya sido reconocido como lo que es, un pueblo ejemplar. La Asociación “Muyeres de Moal”, que se creó en 2002 y organiza numerosas actividades, cursillos y talleres que facilitan la integración intergeneracional de sus socias, la Asociación Cultural Moal que se funda en 2009 con el objetivo principal de reavivar las fiestas patronales de San Juliano y San Julianín y la Asociación Deportiva Moal que nace en 2012, y cuyo buque insignia es la Carrera de Montaña Puerta de Muniellos. Se trata de una carrera que discurre por el bosque de Moal, limítrofe a la reserva de Muniellos, y que desde 2015 tiene la participación restringida a trescientos dorsales, que se sortean entre los preinscritos, que suelen superar el millar. En los preparativos, las tres asociaciones se dividen el trabajo, desde las labores de limpieza y preparación del recorrido, hasta la preparación del avituallamiento de los deportistas y gestión de la barra del bar.

Los reyes de España en nombre de su hija Leonor, Princesa de Asturias, y presidenta de honor de la Fundación que lleva su nombre, han felicitado a Moal por el merecido galardón y han destacado la labor de las mencionadas asociaciones. Ahora, todo el concejo de Cangas del Narcea, encabezado por los vecinos de Moal, espera con impaciencia la visita de sus Majestades D. Felipe y Dª Letizia, tras la ceremonia solemne de entrega de los Premios Princesa de Asturias que se celebrará en Oviedo, muy probablemente, durante la segunda quincena del próximo mes de octubre.

¡Felicidades MOAL!

LA MURIELLA / LA MOURIEL.LA (Parroquia de Veiga de Rengos) – Casa de La Muriella o de los Queipo

LA MURIELLA / LA MOURIEL.LA

(Parroquia de Veiga de Rengos)

Casa de La Muriella o de los Queipo.

Este palacio de dos torres, situado junto al río Narcea y  en el valle de Rengos, es el solar originario de los Queipo o Queipo de Llano, cuyos mayorazgos fueron ennoblecidos por el rey Felipe IV en 1659 con el título de conde de Toreno; el primero fue Álvaro Queipo de Llano y Valdés. El palacio tiene dos escudos. El más antiguo, del siglo XVI, está en la torre de la izquierda y es la primera representación conocida de las armas de este importante linaje cangués, asturiano y español: tres fajas, dos flores de lis y una bordura con ramas de vid.

El otro escudo está en el cuerpo central del palacio, sobre la entrada principal y un balcón, y ostenta la corona condal. Es un escudo partido con las armas de los Queipo de Llano y los Valdés, que fueron muy habituales en los escudos de esta casa desde la unión de ambos linajes a fines del siglo XVI.

Los condes de Toreno fueron los propietarios de esta casa desde «tiempos inmemoriales” y hasta su venta en el siglo XX. Aunque los miembros de esta familia residían desde el siglo XVI en la villa de Cangas del Narcea, desde esta casa de La Muriella van a gestionar todas las rentas que cobraban en las parroquias de Larna, Xedré, Veiga de Rengos, Pousada de Rengos, Noceda, Gillón y Oubacho, así como la explotación del monte de Muniellos, que era todo de su propiedad.

MONCÓU / MONCÓ (Parroquia de Veiga/Vega de Rengos) – La Casona

Este escudo está roto y le falta la parte superior. Lleva las armas de los Martínez: un árbol a cuyo tronco está atado un perro y dos flores de lis a los lados de la copa del árbol, y le faltan por rotura de la parte superior de la piedra el sol, la luna y otra flor de lis, que son los atributos que completan las armas de los Martínez. En él aparece escrita la palabra “MONCO”, que hace referencia al apellido que llevaron los propietarios de esta casa durante mucho tiempo y que sustituyó al Martínez.

En 1787 el propietario de esta casa era Juan de Moncó, “hijosdalgo notorio y armas pintar”, y entre 1808 y 1824 lo fue su hijo Manuel de Moncó. Alguno de estos fue el que mandó poner el nombre de “Moncó” en el viejo escudo de los Martínez, que fue labrado a fines del siglo XVII.

Las mismas armas de los Martínez aparecen en otros cuatro escudos del concejo de Cangas del Narcea: Veiga’Tachu (Casa Bartuelo), Veigaperpera (Casa Campa), Veigaipope (Casa Molineiro) y Folgueras de Bergame (Casa Bartuelo).

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Afrinda ‘de los nenos’

altHay días raros. Días cambiantes. Contradictorios. Días como el de hoy, que comienzan con una niebla baja que cubre por completo el valle del río Ibias, y que aclaran como por arte de magia al dejarse engullir por el túnel del Rañadoiro. Hay días raros y hay nombres inusuales. Nombres como el de Afrinda. «No sé de dónde lo sacó mi padre. Mi madre quería llamarme Florentina. Mucho más bonito. Yo no sé de dónde salió lo de Afrinda…»

Hay días raros, hay nombres inusuales y hay conspiraciones cósmicas que detienen la marcha en Vega de Rengos —La Veiga— y ponen en mi camino un rostro arrugado como un mapa, un cuerpo etéreo —pura piel sobre hueso— y una sonrisa triste que da la bienvenida e invita a quedarse. Afrinda. «¿Quiere ver la capilla de San Antonio? Pues yo la acompaño». Inútil negarse. Y, la verdad, tampoco quiero prescindir de disfrutar de su compañía.

altYo nací en 1931. En Santa Coloma, en Allande. Me casé y tuve tres hijos. Vivíamos bien en La Pola. Mi marido trabajaba en la construcción. Pero entonces fue cuando lo de las minas en Cangas. Y mi marido ganaba bastante, pero le dijeron que podía ganar la mitad más aquí. Y nos vinimos allá arriba (San Martín de los Eiros). Eran los años 50. Pero la mina no le sentó bien. La casa donde vivíamos ni era casa ni nada. Era un cuchitril. Pasábamos mucho frío. Y mi marido enfermó de los pulmones. En la mina había mucha humedad y a él no le vino bien. Y murió. Murió con treinta y pocos años. Y me dejó sola con tres nenos pequeños.

La dureza de aquellos días se adivina en sus manos cálidas y fuertes, desproporcionadamente grandes para un cuerpo tan frágil, unos dedos maltratados por la artrosis, por el trabajo, por una vida de miseria y sufrimiento.

alt…tres nenos pequeños. Y allí arriba hacía mucho frío. No se podía vivir. Y los nenos no podían ir a la escuela, porque había grietas en la escuela y el maestro se negó a entrar.

San Martín de los Eiros desapareció completamente hace años engullido literalmente por las galerías de las minas que horadaron despiadadamente su subsuelo. Es un pueblo fantasma del que sólo resta una panera en pie.

…entonces nos vinimos para aquí —la casa rectoral de La Veiga—. El señor cura vivía aquí y nosotros teníamos un cuarto de renta en la parte de abajo. Fueron tiempos duros. Tenía dos hijos y una hija. La hija se empeñó el padre en llamarla como yo. Afrinda. Vive en Málaga. Otro hijo murió también en la mina. Y luego está el que vive en Corias. Viene a verme todos los días. Pasa y te enseño la casa. Estoy de renta. Pero no quiero ir a vivir a un piso.

altLa casa está razonablemente ordenada y limpia. Los suelos son de tablones de castaño. Una casa rectoral, ahora ya colonizada por completo por Afrinda, sus gatos y sus humildes pertenencias.

Mi hijo tuvo que poner cristales en la galería porque no había. Aquí no paso frío. Tengo la cocina de carbón. Y mira, tengo la radio. Por la mañana la pongo y no la quito en todo el día.

La radio está desintonizada. Emite un runrún continuo en el que no se distinguen más que ruidos.

Me hace mucha compañía. A mí me gusta que venga gente. Mira. Tengo lavadora. Y cuarto de baño. Aquí vienen todos los niños del pueblo. Les gusta mucho venir. Por eso la llaman ‘la casa de los nenos’. A mí no me molestan. Me gusta que vengan.

altLa verdad es que ahora hay poca gente por aquí. En verano no están los nenos de la escuela. Mira. Antes el campo de la capilla estaba limpio y rozadito. Daba gusto verlo. Ahora nada. Las ramas de los árboles van a tirar la capilla. Y las imágenes se las llevaron para la iglesia para que no las roben. Los tiempos han cambiado mucho. Y no siempre para mejor. Yo estoy viuda. Enviudé muy joven. Mi marido enfermó de la mina…

Y Afrinda repite su tragedia vital porque el sufrimiento le ha quedado grabado a fuego en el corazón. Y en su cuerpecillo frágil y vigoroso a la vez, late un corazón roto que sólo se cura de vez en cuando con la compañía de los nenos y la conversación que actúa como válvula de escape de su añejo dolor.

Hay días raros y hay nombres inusuales como Afrinda.

Afrinda ‘de los nenos’.

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Publicado el 03/07/2013 por María del Roxo en su blog: EL LEJANO OESTE, Ibias y otros territorios

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El degollador de Cangas de Tineo (1914 y 1917)

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Laureano Sal Collar autor de los dobles asesinatos cometidos en San Pedro de Corias (14 de octubre de 1914) y Vega de Rengos (15 de febrero de 1917). Fotografía de Benjamín R. Membiela.

El degollador de Cangas de Tineo (hoy, Cangas del Narcea), Laureano Sal Collar, casado, jornalero, conocido como el Navarro y vecino de Gedrez, en octubre de 1914 y febrero de 1917 les cortó el cuello a cuatro personas del concejo de Cangas del Narcea: el matrimonio formado por Eduardo Fernández Castelar y Antonia Morán, propietarios de una taberna en San Pedro de Corias, en la misma carretera de La Espina a Ponferrada, y a la octogenaria Juana Aumente y su nieta Carmen Rodríguez, de 17 años, en Vega de Rengos.

El horrible crimen de Vega de Rengos lo cometió, concretamente, la noche del día 14 de febrero de 1917. El criminal penetró en el domicilio de la estanquera del citado pueblo, Juana Aumente, con el fin de apoderarse del dinero producto de la venta de tabaco de unos cuantos días, pero advertida de ello, Juana saltó de la cama y comenzó a dar voces, despertando a su nieta, Carmen Rodríguez, que rápidamente acudió en su auxilio. En ese momento, Laureano sacó un cuchillo de grandes dimensiones,  y primero a la abuela y después a la nieta les infirió varias puñaladas, hasta matarlas.

En la prensa de la época llamó la atención el desparpajo y la ausencia de cualquier remordimiento con que Sal Collar confesó sus crímenes (este hombre, al parecer, sufría un retraso mental).

Casa situada en la ctra. de La Espina a Ponferrada, en San Pedro de Courias a 4 km de Cangas de Tineo en la que vivía el matrimonio asesinado por Laureano Sal Collar en la noche del 14 de octubre de 1914. Fotografía de Benjamín R. Membiela.

– ¿Y Antonia?
La Antonia escondióse bajo la cama.
 
– ¿Y bien?
Saquela agarrándola polos pelos.
 
– ¿Y qué hiciste?
Corté-y el cuello y fui a beber un vasín de vino.
 
En julio de 1918, la Audiencia de Oviedo, teniendo en cuenta las contestaciones dadas por el Jurado al veredicto, reconociendo la existencia de un delito de robo, con ocasión del cual resultaron dos homicidios, en los que concurrieron las agravantes de premeditación, nocturnidad y reincidencia, Laureano fue condenado a pena de muerte. Un año después, habiendo sido desestimado un recurso de casación de oficio y estando el reo en el penal de Burgos con treinta y tres años cumplidos, por prerrogativa regia de Alfonso XIII, le fue revisada la condena que se quedó en cadena perpetua. Finalmente fue indultado con la proclamación de la II República en 1931. Seguramente la apreciación de enajenación mental tuvo su influencia en este indulto.
 

Escuchar: El degollador de Cangas (1914) – Arantza Margolles


 


FUENTES:

  • Canal: El crimen de ayer. Crónica negra asturiana 1900-36
  • Libro: El Crimen de Ayer. Crónica negra asturiana (1900-1936) de Arantza Margolles Beran (Editorial La Cruz de Grado).
  • Revista Mundo Gráfico. Madrid – Año VII número: 304
  • El Correo Español. Madrid – Año XXXI Núm: 9.132
  • El Sol. Madrid – Año III Núm. 502 

La iglesia parroquial de San Juan Bautista de Vega de Rengos y el patronato de los condes de Toreno

Retablo mayor de la iglesia de San Juan Bautista en Vega de Rengos.

Hace unos días salía en esta web del Tous pa Tous el artículo sobre el retablo de Nuestra Señora del Rosario en la colegiata de Cangas del Narcea, ahora queremos dar a conocer los acomodos (retablos e imágenes) de uno de los templos más ricos del concejo de Cangas del Narcea, merced al patronato que sobre él ejerció una de las casas nobles de mayor prestigio del Principado de Asturias. Se trata de la iglesia de San Juan Bautista de Vega de Rengos y de la familia Queipo de Llano (condes de Toreno), que eran también patronos de la colegiata de Santa María Magdalena en Cangas del Narcea, y de los templos de Santa María de Gedrez y Santa Eulalia de Larón.

La iglesia de Vega de Rengos fue fundada como monasterio («Sancti Ioannis de Veiga») por Rodrigo Alfonso, que vivió en los reinados de Bermudo II (985-999) y Alfonso V (999-1028), y tenía asiento en aquellas zonas de Cangas y en Cerredo (Degaña). Era propietario de grandes haciendas y fundó algunos monasterios e iglesias, entre ellos este de Vega de Rengos (CARBALLO, Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, 1695, ed. 1988, pág. 295). Esta primera fundación, de la que nada se conserva, dependió del monasterio de San Juan Bautista de Corias hasta 1576, año en el que el patronato pasó a depender de la familia Queipo de Llano, que lo mantuvo hasta finales del siglo XIX (sus armas aparecen en un banco, en el retablo de la Piedad y en las pinturas del presbiterio), con su filial de Santa María de Oballo (construida en 1897, con un retablo de la época y dos imágenes del siglo XIII: San Pablo y la Magdalena). El templo, edificado en el siglo XIV, consta de una nave y presbiterio rectangular, cubiertos con bóveda de cañón apuntado. Al lado de izquierdo de la nave se abre la capilla de Santa Bárbara, edificada en tiempos recientes, y a la izquierda del presbiterio hay una sacristía que comunica con un pórtico cerrado. Aún conserva el pavimento original de pizarra (RAMALLO, «La zona suroccidental asturiana», Liño, n.º 2, 1981, pág. 235). En 1672 se amplió el presbiterio para alojar el retablo mayor, aunque el tipo de cubierta no se alteró, continuando con la característica bóveda de cañón apuntado, como el resto del templo (PÉREZ SUÁREZ, Las empresas arquitectónicas promovidas por los condes de Toreno, 1999, pág. 66).

Retablo de la Piedad.

Consta de cuatro retablos: el mayor y colaterales, de hacia 1677, y el de la Piedad, traído desde la capilla de La Muriella, realizado hacia 1675.

El retablo mayor fue donado por don Fernando Queipo de Llano y Lugo, II conde de Toreno (Caballero de Santiago, corregidor de Burgos y Murcia, y diputado y alférez mayor del Principado de Asturias). La intención de colocar un retablo en la iglesia se expresa en la cesión de un juro de 31.287 maravedíes, otorgado en 1672, en el que se dice: «El tiempo que fuese necesario para hacer un retablo en dicha iglesia en el altar mayor, y dorarle y ponerle con toda forma y después se convierta en la compra de todos los ornamentos que fueren necesarios para el servicio de dicha iglesia, en la forma y como le pareciese al cura que es o fuese della» (PÉREZ SUÁREZ, Ob. cit., pág. 65). Sin embargo, no fue hasta cinco años más tarde (1677) cuando se empezó a trabajar, con la donación de 4.600 reales que hizo el conde de Toreno para auxiliar a la parroquia (la realización del retablo comenzó ese año ya que en la donación se dice que el dinero es para hacer el retablo, no para proseguirlo ni concluirlo). Lo que se pretendía era modernizar y embellecer el templo por estar indecente e indecoroso. Entre 1677-1679 se vendieron las imágenes de San Roque, San Miguel y la «caja de Nuestra Señora» del antiguo retablo, obteniendo cerca de 420 reales (PÉREZ SUÁREZ, Ob. cit., pág. 65).

Desconocemos el autor de la traza y el nombre del artista que materializó este retablo, aunque por sus características (estructura y ornamentación) habría que relacionarlo con el arquitecto de retablos lucense Antonio Sánchez de Agrela (doc. 1650-1666), hermano de Pedro Sánchez de Agrela (h. 1610-1661), autor del retablo mayor de la iglesia colegial de Cangas del Narcea y cabeza del denominado «Primer Taller de Cangas del Narcea». Antonio fue uno de los principales colaboradores de su hermano y aunque su maestría estuvo por debajo de la de éste, fue un buen ensamblador y un aceptable imaginero. En 1650 ajustó, junto a su hermano Pedro, el retablo mayor del convento de Santo Domingo de Oviedo (sustituido entre 1758-1761 por otro más moderno, realizado por el arquitecto de la diócesis de Oviedo José Bernardo de la Meana); en 1656 hizo el desaparecido retablo colateral del templo de San Salvador de la villa de Sarria, en Lugo (PÉREZ COSTANTI, Diccionario de artistas que florecieron en Galicia durante los siglos XVI y XVII, 1930, pág. 500); en 1664 el retablo de la capilla de don Tomás Vuelta Lorenzana, en la antigua iglesia de San Miguel de Laciana (hoy día, San Miguel de Villablino); el retablo mayor del santuario de Nuestra Señora en Fonsagrada (Lugo); en 1665 el retablo mayor y un colateral (desaparecido) de la iglesia de Nuestra Señora de Muñalén, en el concejo de Tineo (PÉREZ y PÉREZ, Iglesias, santuarios, capillas y ermitas del cuarto de los Valles, 2007, págs. 69-71.), y en 1666 el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Porley (desaparecido). En nuestra opinión también realizó el retablo mayor de la iglesia de Santa María de Borres (Tineo), una imitación del retablo mayor de Muñalén.

Santiago

Este retablo mayor de Vega de Rengos constituye un buen ejemplo de la producción local del último cuarto del siglo XVII. Es un diseño organizado en banco, frontis de cinco hornacinas y ático triple. Los elementos estructurales son columnas corintias de fuste entorchado y pilastras cajeadas de capitel ganchudo (propias del taller de Pedro Sánchez de Agrela). Las columnas apoyan en ménsulas en forma de hoja de alcachofa (similares a las del retablo de Muñalén y Borres). De su ornamentación destacan las rosetas en los paneles del banco (muy similares a las del retablo mayor de Gedrez); los roleos del friso, de talla crespa, ovas y una sucesión cuentas (trasunto de retablos de Muñalén y Borres). Esta estructura fue alterada en 1682 al incorporarle algún elemento del barroco decorativo local (taller de Corias), como el encuadre de la hornacina principal, los colgantes de hojarasca y granadas pinjantes del primer piso, el enmarque de las hornacinas laterales del ático, las ramas de acanto terminadas en cabeza de ave del ático y el remate semicircular. Además se pagaron 100 reales a un «escultor de Corias» por armar el retablo (PÉREZ SUÁREZ, Ob. cit., pág. 69) que, sin duda, fue el ensamblador Antonio López de la Moneda (Zanfoga, Lugo, doc. 1678-1724) autor del retablo mayor de la iglesia de Nuestra Señora de Regla de Corias, ajustado en 1679 y realizado en 1713. También trabajó el licenciado Antonio Ron (doc. 1685-1704), hermano de Manuel de Ron (ver su biografía en el Tous pa Tous) que «compuso varias piezas del retablo», Juan Collar que compuso los atriles y columnas del retablo, y el pintor local Plácido García de Agüera (1719-1798) que intervino en las columnas del retablo en 1742 (PÉREZ SUÁREZ, Ob. cit., pág. 69).

Según Ramallo las imágenes son obra de Francisco Quintana Argüelles (doc. 1667-1676), uno de los discípulos más aventajados de Luis Fernández de la Vega (1601-1675). De su obra documentada poco se conoce: cinco imágenes para el retablo mayor de la iglesia de Santa María la Real de Tanes (Caso), que Fernández de la Vega le traspasó en 1670 (desaparecidas), y el retablo mayor de la iglesia de San Juliano de Arbás (Cangas del Narcea), realizado entre 1673-1674 según la traza suministrada por el propio Fernández de la Vega (RAMALLO, Escultura barroca, 1985, pág. 243).

San Juan Bautista.

Las imágenes se comenzaron hacia 1677. Por entonces, Quintana Argüelles ya había concluido su trabajo en el retablo de Arbás y el conde de Toreno le encargó las imágenes, seguramente por la muerte o el traslado de Antonio Sánchez de Agrela a otro centro en donde podría conseguir encargos de mayor prestigio y dotación. Esto propicio que incluso dejase parte del retablo por terminar como lo atestiguan los añadidos que se le hicieron a finales del siglo XVII. De todas las imágenes sólo tres se pueden relacionar con la producción del propio Quintana Argüelles: San Juan Bautista, titular de la parroquia; Santiago el Mayor y San Roque. Para representar a San Juan Bautista empleó el modelo del que Fernández de la Vega se valió para esculpir la imagen de San Juan de la iglesia de San Vicente (hoy, de la Corte) de Oviedo, entre 1638-1641: un hombre joven, en posición de avance y envuelto en unos ropajes trabajados de manera profunda y aristosa. Francisco Quintana talló un San Juan inexpresivo y con un rostro enmarcado por unos cabellos largos y filamentosos de clara reminiscencia naturalista. El tratamiento de los pliegues es un trasunto de los del San Juan de la Corte: en la parte de la izquierda se multiplican y se tallan de manera rígida, formando grandes aristas, mientras que los de la derecha son más suaves y transversales.

San Roque.

San Roque repite el modelo que Luis Fernández de la Vega empleó para la imagen de la Catedral de Oviedo y que fue ejecutada junto a los retablos de Santa Teresa y Nuestra Señora de la Concepción, encargados por el obispo don Bernardo Caballero de Paredes en 1658 (este prelado financió grandes proyectos, como el desaparecido retablo mayor de la ermita de Nuestra Señora de Carrasconte, los retablos colaterales del convento de Agustinas Recoletas en Medina del Campo, ambos realizados por Pedro Sánchez de Agrela y Luis Fernández de la Vega, y la construcción de la capilla de Santa Bárbara en la Catedral de Oviedo). Quintana Argüelles hizo una copia de la imagen de la Catedral, sin la expresividad de aquella (de este mismo modelo también se valió Pedro Sánchez de Agrela, a mediados del siglo XVII, en la imagen de San Roque del monasterio de Corias). Santiago el Mayor se representa como peregrino, con el bordón y el sombrero de ala ancha.

El resto de imágenes del retablo mayor de Vega de Rengos: Inmaculada Concepción, San Fernando, San Antonio de Padua y San Antonio Abad, así como el relieve de La Resurrección, no pertenecen a la producción de Quintana Argüelles, y la Virgen con el Niño, de la calle de la izquierda del piso superior, es de finales del siglo XVI y su modelo y policromía son característicos del gusto renacentista.

Retablo colateral de la Virgen del Rosario

El dorado del retablo es obra de Nicolás del Rosal, vecino de Oviedo, el mismo que policromó el retablo, con sus imágenes, de la iglesia de San Juliano de Arbás y el retablo de Nuestra Señora del Rosario en la colegiata de Cangas del Narcea. En 1682 el conde de Toreno donó algunos panes de oro para sufragar la obra. En las cuentas de 1682 se dice: «[…] Los mas de trece mil panes de oro que dio el señor conde de Toreno que están en el cielo, se gastó en tres mil reales en dinero que los gastos todos de pan y vino y carne que hicieron los maestros mientras lo pintaron […], más trescientos treinta y seis reales que costó el oro que falto para el retablo además del que vino de Madrid que se envió a buscar a Valladolid y a León [….]» (PÉREZ SUÁREZ, Ob. cit., pág. 69). La policromía es de buena calidad, no solo el oro del retablo sino las estofas y los detalles de las vestimentas de las imágenes efectuados, todos ellos, a punta de pincel. Al propio Nicolás del Rosal se podría deber el escudo pintado sobre la bóveda de la capilla mayor con las armas de la familia Queipo de Llano.

Retablo colateral del apóstol San Bartolomé.

Los retablos colaterales de la iglesia son de la misma época y estilo que el retablo mayor. Se organizan en banco, frontis de única hornacina entre dos pares de columnas corintias de fuste estriado y dos pilastras cajeadas de capitel ganchudo decoradas con medias lunas. En el de la izquierda se venera la imagen del apóstol San Bartolomé, cuya factura también tenemos que relacionar con el propio Francisco Quintana Argüelles, y en el de la derecha una Virgen del Rosario de posterior factura. Fueron dorados por Nicolás del Rosal.

Adosado al muro derecho de la nave se aloja el retablo de la Piedad o Quinta Angustia, trasladado desde la capilla del palacio de La Muriella, próxima a la parroquia y primera residencia de la familia Queipo de Llano (hoy día, nada queda de ella). En el inventario de los ornamentos del 24 de marzo de 1855 se describe el retablo: «un retablo de madera de nogal, de dos cuerpos pintado y en su mayor parte dorado, bastante deteriorado, el cual tiene unas tres varas de alto por otras tantas de ancho. Se hallan colocadas en el mismo cuatro imágenes. En el centro la de la Señora de las Angustias y en el cuerpo o departamento superior la de San Lorenzo, en el medio, y colaterales a éste San Antonio de Padua y San Adriano, todas cuatro imágenes de bulto y de madera bastante carcomida» (PÉREZ SUÁREZ, Ob. cit., pág. 85).

Al igual que el resto de acomodos fue pagado por don Fernando Queipo de Llano y Lugo, II conde de Toreno (en el banco se representa el escudo de armas de los condes y un alto relieve de San Fernando en alusión al patrono). Es un retablo organizado en banco, frontis de única hornacina y ático simple rematado por un frontón triangular. La transición entre ambos cuerpos se realiza por dos aletones curvos. Este diseño nos habla de un retablo realizado con anterioridad a 1677, ya que en ese año se introdujeron en el suroccidente los diseños barrocos del ensamblador madrileño Pedro de la Torre (h. 1596-1677), con la realización del retablo mayor del monasterio benedictino de San Juan Bautista de Corias (ático simple entre machones, coronado por un florón, y remate semicircular). Se estructura con columnas salomónicas decoradas con los motivos propios de su orden: hojas de vid y racimos de uva, que apoyan en unas ménsulas de acentuado carácter vegetal (de alcachofa, en relación con las del primer taller de Cangas del Narcea).

San Juan Bautista.

De su ornamentación destacan las cabezas de hojarasca y granadas de los intercolumnios, y las cartelas con hojarasca y frutilla del ático. Precisamente, estos motivos recuerdan a los empleados por los discípulos de Luis Fernández de la Vega (1601-1675), como Juan García de Ascucha Galán (natural de Gijón, doc. 1669-1717/1722. Ejerció los oficios de ensamblador, escultor y maestro relojero de la Catedral de Oviedo) y Sebastián García Alas. Precisamente las cabezas con colgantes aparecen en el retablo mayor de la capilla del palacio de La Rozadiella (Tineo), realizado por García de Ascucha en 1678. Asimismo, las cartelas con colgantes del ático son una imitación de las del retablo de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia colegial de Cangas del Narcea, ensamblado por García Alas entre 1676-1678.

San Blas.

En él se venera la imagen de la Piedad, una de las pocas representaciones de esta iconografía en el suroccidente de Asturias (también destaca la de la iglesia de Santa María de Carballo y la del santuario del Ecce Homo en Regla de Perandones, en relación con los modelos del escultor ovetense Antonio Borja). La de Vega de Rengos recuerda enormemente el relieve de la misma advocación del retablo mayor de la iglesia de San Pedro de Jomezana, en el concejo de Lena, realizado por García de Ascucha en 1690 (RAMALLO, Escultura barroca, 1985, pág. 246). Es un grupo frío cuyos rostros no reflejen la excitación, el dolor y el patetismo propio de este tipo de representaciones. Los pliegues son acartonados, de clara tradición naturalista. El resto de imágenes son de menor calidad (San Lorenzo en el ático, titular de la capilla de la Muriella, y a sus lados Santiago y San Antonio).

En la capilla de Santa Bárbara se hallan algunas imágenes de marcado carácter popular, entre las que destacan San Juan Bautista, de pequeño tamaño, que sigue el modelo reflexivo de tradición gallega; un San Blas del primer cuarto del siglo XVIII, en relación con los modelos de Antonio López de la Moneda (doc. 1678-1724), caracterizado por unos pliegues duros, de tradición naturalista, y un Santo Obispo de la misma época aunque de concepción más tosca.

Finalmente, otros ornamentos, alhajas y libros donados a la iglesia de Vega de Rengos por lo condes de Toreno, y de los que no conocemos su paradero, son ricos misales, frontales de altar de importación, candelabros, lámparas, y una cruz de plata, que fue donada por don Fernando Queipo de Llano y Lugo, II conde de Toreno, y que costo más de 100 ducados (1.100 reales), realizada en Madrid por Matías Vallejo (Yayoi KAWAMURA, Arte de la platería en Asturias, Oviedo, 1994, págs. 123-124).

Con esto ponemos punto final a este breve artículo sobre el patrocinio de los condes de Toreno en la iglesia de San Juan Bautista en Vega de Rengos, y abrimos la vía a futuros artículos sobre otros templos de su patronato: las iglesias de Santa María de Gedrez y Santa Eulalia de Larón.

El espíritu de un gran hombre

El sacerdote de Posada de Rengos P. José Pérez Álvarez con un niño en Colombia

Toda una vida dedicada a quienes más lo necesitan

Estamos hablando del sacerdote asturiano José Pérez Álvarez, nacido en Moncó, parroquia de Vega de Rengos, Cangas del Narcea, en el año 1926.

El padre Pérez cursó sus estudios en los Seminarios de Tapia, Valdediós y Oviedo, en Asturias, y se ordenó en el año 1952. Fue tres años párroco de las localidades asturianas de Bayo y Báscones en el concejo de Grao y dos años capellán del Hospital Militar de Las Palmas de Gran Canaria, adonde llegaban miles de legionarios heridos en combate a consecuencia de la guerra de Ifni, librada entre fuerzas españolas y marroquíes en el Sahara Occidental durante 1957 y 1958, y en donde conoció al actual rey de España, D. Juan Carlos I.

A continuación trabajó un año en La gran misión Buenos Aires dentro del Equipo Pontificio Misionero Americano y veinticinco años, desde junio de 1960, como capellán y director de Relaciones Humanas, tras graduarse como psicólogo industrial, en Ingenio Providencia, un importante consorcio azucarero de Cali, Colombia, el país más hispanófilo del mundo.

 EL CENTRO DE FORMACIÓN INTEGRAL PROVIDENCIA

Su amor por el prójimo y su devoción por Asturias los ha ido plasmando en grandes obras de desarrollo social y humano como el Centro de Formación Integral Providencia, en Cali, ahora ya con categoría de universidad. El padre Pérez lo erigió tras conseguir la cesión altruista de los terrenos por parte del grupo empresarial en que prestaba sus servicios, la ayuda de diversas instituciones y el trabajo gratuito de los propios empleados de la empresa, casi todos analfabetos, que querían para sus hijos un futuro mejor.

El centro, inaugurado en 1965, es el mayor del país con estas características y tiene capacidad para 3.500 alumnos. Fue declarado centro piloto a imitar en otros enclaves colombianos y diversos países latinoamericanos. Más de 35.000 alumnos se han formado en él a lo largo de casi 40 años, convirtiéndose de este modo en agentes dinámicos de su propio desarrollo.

La gran particularidad es que los jóvenes, tan pronto como terminan sus estudios, comienzan a trabajar en empresas del Valle del Cauca como mandos intermedios.

Por esta obra el Gobierno Colombiano lo condecoró, en 1982, con la Medalla Cívica “Camilo Torres”, un galardón creado para reconocer y enaltecer los servicios eminentes del educador que incorpora en su trabajo educativo prácticas de convivencia al interior de la institución, que involucra a la comunidad educativa en el quehacer de la educación, que trabaja por la promoción y defensa de los derechos del niño y que promueve en los alumnos el interés por el conocimiento científico y tecnológico.

EL BARRIO OVIEDO DE COLOMBIA

Otra obra de indudables prestaciones fue la construcción del Barrio Oviedo, en el municipio de El Cerrito, muy cerca de la ciudad de Palmira, en 1972. Edificado el centro formativo para los hijos de los trabajadores de Ingenio Providencia ideó, acto seguido, está barriada de 70 viviendas unifamiliares con huerto para los obreros más necesitados, inspirándose en las normas de habitabilidad que ya en 1927 empezaban a imperar en Europa para este tipo de equipamientos.

EL CENTRO ASISTENCIAL OVIEDO

El padre Pérez rodeado de niños y jóvenes en Colombia

De la misma forma levantó, en terrenos colindantes al barrio y con la colaboración del consistorio ovetense, el Centro Asistencial Oviedo, un equipamiento que dispone de sala de reuniones, consultorio médico y odontológico gratuito (gracias a la colaboración de especialistas en prácticas), guardería infantil, talleres-escuela de corte y confección y culinario, biblioteca y zona recreativa para niños.

A este magno proyecto le seguiría el Barrio El Carmen, de 200 viviendas, y otros más.

EL CENTRO ASISTENCIAL PARA MADRES SOLTERAS

Con la colaboración de Vivian Idreos, traductora y escritora nacida en El Cairo y afincada en Madrid a quien se debe la obra Los últimos hijos de Constantinopla, se involucró también en el Centro Asistencial para Madres Solteras, en la localidad de Pasto, con capacidad para 70 mujeres, a través de un grupo de colaboradoras de la institución en la capital de España.

LA FUERZA DE LOS HECHOS

Una vez jubilado fundó Padrinos Asturianos y su último empeño es poner en marcha un nuevo Centro Asistencial y Cultural en una de las barriadas más pobres y de más alta peligrosidad de Cali, para promover el desarrollo humano de 70.000 personas que viven en él en condiciones infrahumanas y prestar asistencia a 300 niños que la institución tiene apadrinados en dicha zona.

En la actualidad [junio 2010] mantiene la sede central en Oviedo (en las oficinas de la iglesia parroquial de San Juan el Real, cedidas gratuitamente), y posee delegaciones en Cali (Colombia) y en Orlando, Miami (EE.UU.), igualmente gratuitas.

Perico Simón

La Pruida, Moncóu, donde todavía se ve una construcción cubierta de paja, años 60. Colección de Casa Perico

Todos los dioses tienen su genealogía y toda casa tiene su mitología. La mía no es distinta a las demás. Enclavada al pie de una montaña pelada en la aldea de Moncóu, Cangas del Narcea, se llama, calculo que desde su fundación, casa Simón. Es fácil darse cuenta de que en La Biblia hay algunos Simones. Simón es, al parecer, la derivación griega del hebreo Simeón, que podría traducirse por algo así como “el que ha oído”; quizá, añado yo juzgándome a mí y a los que conozco de mi estirpe, querían decir el que ha oído y no se ha enterado; o el que ha escuchado y no ha entendido. El que escucha y no entiende, en el mejor de los casos, calla, y el que calla, ya se sabe, otorga. Quizá por esa cualidad de oír y callar los Simones suelen tener en la Escritura Sagrada cometidos más bien subalternos. Incluso las funciones del más conocido de todos, que después de llamarse Simón se llamó Pedro, fueron de subalterno, pues podría decirse que aquel pescador era el chico de los recados de Jesús hasta que, por cobardía, llegó a negarlo tres veces antes del canto del gallo. Se dice también que Simón puede venir del griego “Simos”, que significa poco más o menos “el que tiene la nariz chata”, pero cuando me miro al espejo me da la impresión de que esta hipótesis tiene que estar equivocada.

Simón bíblico y subalterno fue también el de Cirene, cuya misión no pasa de ayudar a la fuerza a un ensangrentadísimo Jim Caviezel –perdón, Jesús- a portar la cruz de madera en la que han de clavarlo. Parece que lo cogieron por casualidad cuando venía de trabajar el campo, así que da la impresión de que era una mezcla un poco camp entre Job y esos campesinos de las comedias de Lope de Vega que siempre tienen al comendador abusando de ellos. “Dios está donde el labrador cava la tierra dura, donde el picapedrero pica la piedra; está con ellos, en el sol y en la lluvia, lleno de polvo el vestido”, sentenciaba Rabindranath Tagore, pero yo, la verdad, no me lo acabo de creer.

Seguramente habrá otros Simones bíblicos e igualmente subalternos, pero al margen de ellos hay un Simón muy poco sometido: el gran trapisondista, el ínclito, el inefable, el inconmensurable Simón el Mago, capaz de vender arena en el desierto, hacerse pasar por Dios con forma humana e intentar comprarle a Pedro el poder de hacer milagros. Ireneo le atribuye a él solito todas las herejías, así que Simón el Mago tuvo que ser de los que piensan por sí mismos y ven el negocio hecho mucho antes de que los otros hayan visto siquiera la oportunidad de llevarlo a cabo.

En general, los Simones ajenos a las crónicas religiosas no parecen menos sometidos que los vistos hasta ahora. Antoine Simon participó en la Revolución Francesa. Era un zapatero remendón que conocía al dedillo las barrabasadas que se le ocurrían a Robespierre y gustaba de practicarlas. La política del Terror, que tantas cabezas había costado y que él intentó meter machacona y brutalmente en la cabecita regia del niño Luis XVII, al que se encargó de “cuidar” en la prisión del Temple, le llevó a perder la propia, caída por gracia de la guillotina el 28 de julio de 1794.

Otro Simón dio nombre a un tipo de berlinas que se utilizaban en Madrid allá por la mitad del siglo XIX. Esos nuevos coches de caballos llamados simones me enorgullecen porque siempre quise tener algo que ver con los grandes hombres de negocios hechos a sí mismos, esos que a base de esfuerzo y sudor –normalmente también de cara dura y pocos escrúpulos- se abren camino en la vida y llegan a lo más alto partiendo de lo más bajo, un poco a la manera de Rockefeller, Henry Ford, Onassis o gente así. Muy orgulloso estoy de Simón Martínez, empresario en la Corte de Isabel II, aunque me temo que los de mi casa no somos dignos representantes suyos, quizá si nos apellidáramos Cosmen…

La Pruida, Moncóu, años 60. Colección de Casa Perico

Ciertamente la historia de mi casa arranca con un personaje mítico. Un primer Simón que hace bueno el estribillo de la canción de Radio Futura: “Eres tonto Simón / y no tienes elección. / De tu cráneo rapao al cero / quita esa gorra de obrero / y sortea la cuestión, Simón”. Seguro que al Simón de mi casa, tras la dura jornada en el campo lo veían llegar a la caída del sol con su extraño andar y lo acechaban los vecinos a la puerta del bar: “Hola Simón. ¿Dónde vas tan aprisa? Para un poco. ¿Qué quieres tomar? Dicen que siempre cuentas la misma historia. Es lo que esperan todos, se sienten mejor: Que tu padre murió por quemar la iglesia, que tu desdicha es castigo del señor”.

La historia de este primer Simón del que tengo noticia es más o menos como sigue: Se llamaba Perico y tenía en el pueblo fama de simple. De él han sobrevivido varias hazañas. Una de ellas cuenta que en determinada ocasión salió de casa montado en un alazán de lo mejor que había en la comarca y se encaminó a la feria de la villa para comprar una ternera. A la semana regresó el bueno de Perico Simón a Moncóu andando y acompañado de un perro. Su mujer, sorprendida al verlo de aquella facha, le preguntó por el caballo, y él le contó que lo había cambiado por aquel mastín manso y más viejo que el tiempo, al que las babas le caían densas y blanquecinas desde un hocico indiferente.

Pero su hazaña más ilustre es otra. Mi familia la ha arrastrado como légamo pringoso y vergonzante, pero a mí me gusta esgrimirla orgulloso y suelo contársela a todo el que quiere escucharla: Dicen que la mujer de Perico, seguramente obligada por la necesidad en la que la mala cabeza del hombre los había hecho caer, tuvo que irse de nodriza a Madrid. Algún tiempo después su marido decidió ir a visitarla y se encaminó a la capital. Llegó tras un fatigoso viaje y, no sin dificultades, dio con la casa de los señores para los que trabajaba María, que así se llamaba su mujer. Ella, hecha ya a la vida capitalina, se sorprendió casi tanto como se ruborizó al verlo en el umbral de la puerta, con aquella traza de aldeano y el acento del que tanto se burlaban los madrileños al oírselo a los aguadores. Pero María, más ágil que su marido en el discurrir, pronto encontró una solución: Decidió ocultar a Perico encerrándolo en el sótano de la casa, que no tenía luz natural y donde nunca bajaba nadie. “No salgas de aquí hasta que sea de día”, le dijo. Y allí se estuvo Perico durante una semana comiendo lo que le llevaba María a escondidas y preguntándose cuándo amanecería de una vez por todas. Al cabo de la semana, María le dio ropa nueva y le dijo que era de día. Perico Simón salió entonces disparado, sin despedirse siquiera, y cuando llegó al pueblo dijo que Madrid era un lugar horrible, al que nunca más volvería porque allí las noches duraban una semana entera. Pero en el viaje de vuelta todavía tuvo el bueno de mi antepasado otro tropiezo. En un lugar indeterminado del trayecto, cansado por las largas horas de caminata, se echó a descansar a la sombra de una encina –bueno también pudo ser un chopo o, qué sé yo, un álamo-. A poco pasó por allí un pastor que lo encontró profundamente dormido. “Qué buenas ropas trae éste hombre”, se dijo el pastor, y aprovechó el sueño rendido de Perico para desprenderlo de su ropa nueva y vestirlo con los pobres harapos que él llevaba. Al despertarse, viéndose de aquella traza, Perico no pudo más que preguntarse: “¿Seréi Perico Simón o nun seréi?”; y dicen que no resolvió la duda hasta llegar a casa: “¿Ta Perico Simón en casa?”, preguntó al llegar, a lo que respondió desde dentro la ajetreada voz de su hermana: “No, nun ta, ta pa Madrí”; “Ah, bueno, entós soy you”, resolvió.

Parroquia de Veiga de Rengos

Veiga de Rengos

♦ Casa La Barraca ♦ Casa Carlos ♦ Casa Concha ♦ Casa Elías ♦ Casa Forniello ♦ Casa Inés ♦ Casa José ♦ Casa José Noceda ♦ Casa Lino ♦ Casa María ♦ Casa Mercedes ♦ Casa Ovidio ♦ Casa Piedá ♦ Casa La Pista ♦ Casa Rectoral ♦ Casa Sagrario ♦ Casa Severino

Cruces

♦ Casa Berciano ♦ Casa Bras ♦ Casa Cul.lar ♦ Casa Genovevo ♦ Casa Manolito ♦ Casa Palombo ♦ Casa Sila

Los Eiros

♦ Casa Caseiro ♦ Casa David (antes Casa Rozas y Casa Xuanón) ♦ Casa Gonzalo ♦ Casa Rey

Moncóu

Barrio de La Pruida:
♦ Casa Perico ♦ Casa Pepe Simón (antigua Casa Manta) ♦ Casa La Pruida ♦ Casa Simón (antigua Casa L’Aredeiro)

Barrio de La Padana:
♦ Casa La Padana

Barrio de El Bache:
♦ Casa El L.largo ♦ Casa Morzóu ♦ Casa de María Cuartón (desaparecida) ♦ Casa El Niso (desaparecida)

Barrio de El L.lugar:
♦ Casa Cuartón ♦ Casa Muirazo ♦ Casa Gloria (antigua Casa Isabel) ♦ Casa Casona ♦ Casa Carbacho ♦ Casa Capicheiro ♦ Casa José de Agosta (antigua Casa Simón) ♦ Casa Silva (antigua Casa Agosta) ♦ Casa Antonia (actualmente forma parte de Casa Agudín) ♦ Casa Agudín ♦ Casa El Cabo (abandonada)

Barrio de El L.lanulesia:
♦ Casa Manolín (de nueva creación, h. 1988)

Mual / Moal

Barrio de El Corralín:
♦ Casa Baragaño ♦ Casa Casín ♦ Casa Gargantín (desaparecida) ♦ Casa Gonzalo ♦ Casa Marcelino ♦ Casa Moreno

Barrio de El Fuexu:
♦ Casa Nacio o Castroneiro ♦ Casa Pepe Mingo ♦ Casa Pío ♦ Casa Reguilón ♦ Casa Santiago (en ruinas)

Barrio de El Chamazu:
♦ Casa-Panera de Alfonso ♦ Casa Alfredo ♦ Casa Alonso ♦ Casa Cadenas ♦ Casa Campo ♦ Casa Castañón ♦ Casa Delfín ♦ Casa Farruco ♦ Casa Francos ♦ Casa Gripa ♦ Casa Javier ♦ Casa Mateo ♦ Casa Mingo ♦ Casa Muniellos ♦ Casa La Pena (desaparecida) ♦ Casa Roque ♦ Casa Sabino ♦ Casa Silvestre ♦ Casa Xuaquín ♦ Casa Zapatero

Barrio de El Cascarín:
♦ Casa Abel ♦ Casa Carral ♦ Casa Casín (de abajo) ♦ Casa Castañuelas ♦ Casa Clemente ♦ Casa La Escuela ♦ Casa Felipe ♦ Casa Ferreiro ♦ Casa Grabiel ♦ Casa Leites ♦ Casa Lolón ♦ Casa Manolito ♦ Casa Miguel ♦ Casa Neceto (deshabitada) ♦ Casa Pasarón ♦ Casa Pepe Baragaño ♦ Casa Pepe de Casín ♦ Casa Pepito (deshabitada) ♦ Casa Texeira (deshabitada)

El Pueblu / Rengos

♦ Casa Alacano ♦ Casa Alín ♦ Casa Antón d’Alín ♦ Casa Aparicio ♦ Casa El Barracón o Casa Patatero ♦ Casa El Buelo ♦ Casa Cabras ♦ Casa Collares ♦ Casa El Cura ♦ Casa Chiquito (antes Casa Patricio) ♦ Casa Chope ♦ Casa Garcelo ♦ Casa López ♦ Casa Losas ♦ Casa Manín ♦ Casa Martínez ♦ Casa La Morena (antes Casa El Bodego) ♦ Casa El Pedreiro ♦ Casa El Perico ♦ Casa Pin ♦ Casa El Pineo ♦ Casa Segundo ♦ Casa Tabernera ♦ Casa Tablizas ♦ Casa Turbín ♦ Casa La Veiga ♦ Casa Vicente ♦ Casa Xepo ♦ Casa Xuaqueto

Samartinu los Eiros -pueblo desaparecido-

♦ Casa Alfredón (antes Casa El Gaucho) ♦ Casa Benino ♦ Casa Cadenas ♦ Casa Galán ♦ Casa Gómez ♦ Casa La Heredera ♦ Casa Manolo ♦ Casa Milio ♦ Casa Murias ♦ Casa La Obra ♦ Casa Pardón ♦ Casa El Peneo ♦ Casa Regueiro ♦ Casa Rubio ♦ Casa Serradora ♦ Casa Valiño ♦ Casa Xardonal ♦ Casa Xuaco Ramona

L´embusteru ya´l gatu

o4 – L´EMBUSTERU YA´L GATU



Uno qu’iba a pretender ya l.levaba outru d embusteru, y’hala, entróu nuna casa, entróu na casa qu’iba a pretender, ya resulta que puxénon-l.lys de comer, ya entonces…, puxénon-l.lys de comer ya…, cuando taban comiendo, pasóu un gatu, ya pasóu así por ente los pías del embusteru. Ya él contóu qu’era l’outru, que-l.ly daba señas ya dejóu de comer, y’hala, nun comía, él dejóu de comer y’hala. Ya entonces cuando marchóu, cuando salienon pa fuera, pues díxo-l.ly’l qu’iba a cortejar:
— iOye! ¿Pero tú cómo dejeste de comer, ho?
 
Diz él:
— ¡Coñu! ¿Nun me diste tú señas, ho?, ¿nun me toqueste no pie que nun comiera, que dejara de comer?
 
Diz él:
— iHombre, hombre!, foi el gatu, foi el gatu que pasóu por delante los mious pías, ya claro, pasóu por delante los tous, ya conteste qu’era… qu’era…
 
— Mecagon diez con la fame que you tenía…
 
Ya dicía… sí …. pues mira.
 
Y’acabóuse. Nun hai más.

El fichu bendición

Con este primer monográfico y gracias a la cortesía y colaboración del socio Ignacio Martínez Alonso más conocido como Naciu ‘i Riguilón iniciamos la serie Hestorias ya Cuentos de Tradición Oral. Rosabra.
A más de cuentos de l.lobos ya rapiegas ya hestorias de xastres, pousadeiros ya emigrantes, pueden alcontrase muitas de las características l.lingüísticas propias de la zona suroccidental d´Asturias na fala de Rosabra Riguilón, natural del pueblu de Mual, del concechu de Cangas del Narcea.
Grabaciones feitas pol sou nietu Naciu ‘i Riguilón nel añu 1987.
 
01 – EL FICHU BENDICIÓN


Yera uno que marchara pa Buenos Aires, un vecinu ¿eh?. Ya espuéis, d’al.lí a unos días, d’al.lí a una temporada pos foi outru… vecinu d´él ya encontránonse na calle. Entonces dixo-l.ly’l que taba en Buenos Aires:
— ¡coñu! ¿tú por eiquí ho? 
 
Diz él :
— Sí.
— ¿Entonces hai algo de nuevo?
— No, no, vengo a dar una vuelta.
— Bueno. ¿Entonces cuándo marchas? ¿Pa cuántos días vienes?
— No, no, marcho mañana yá. Hala … Pues…
— ¿Sabes que voi date cinco duros pa que-l.ly los días a miou fichu?
— iA miou padre ho!
— A miou padre, coñu. ¡Cagon la puta!
— Bueno.
 
Hala. Diu-l.ly los cinco duros. Marchóu…, marchóu aquel outru, marchóu pa casa ya resulta que cuando… cerca del pueblu, pues taba el padre d ‘aquel outru, l.labrando nun curtinal, con unos bueis ya dixo él:
 
— ¡Oiga, mandóume el sou fichu recuerdos!
— Anda buei anda, que you con recuerdos nun como. Hala chou andar conos bueis outra vez, ya… volvíu a deci-l.ly:
— ¡Oiga mandóume el sou fichu cinco duros! – ¡Güoo… ! Plantóu la guichada no riego ya diz él:
— Yas sabía you qu’el miou fichu yera fichu bendición.
— ¡Así eh!
— ¡Así sí eh!
— Ese dicho ta bien dicho.

La borracha

02 – LA BORRACHA



Era un matrimonio que a los dos-l.lys gustaba el vinu. Ya dixo él, pa entre él:
 
— ¿cómo voy a fer, cómo fairéi pa… pa ver si…, quita-l.ly… pa que nun beba tanto vinu?
 
Diz él:
—Voi a fe-l.ly, a deci-l.ly que-l.ly compro un refajo.
— ¡Pues muyer, pues muyer, compraréite un refajo!
— ¿Un refajo o refaxu?
— Un refajo.
 
Entonces decía el.la:
— Non marido, non, que’l refaxu me fái pendaxu.
— Pues muyer, pues muyer, compraréite una saya.
— Non, marido, non que la saya fai pendaya.
— Pues muyer, pues muyer, compraréite un mandil.
— Non, marido, non, que’l mandil me fai pendil.
 
Ya nun había cosa que-l.ly quitara el vicio,y a entonces dixo él:
— Pues muyer, pues muyer, compraréite una potra.
— Sí, marido, sí, que la potra trai la bota. Con el vinu sano you, marido, con el agua me pongo más mala.
 
— ¡Eran buenos los dos! ¿eh?
— Sí. Y’acabóuse.