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10º aniversario de la inauguración del Parador Nacional «Monasterio de Corias»

El pasado mes de julio se cumplieron 10 años de la inauguración del Parador Nacional «Monasterio de Corias» en Cangas del Narcea.

El monasterio de San Juan Bautista, conocido como «El Escorialín asturiano» por su imponente arquitectura fue construido entre 1022 y 1044, reconstruido entre los siglos XVI-XVII en estilo herreriano, y reformado y ampliado tras un incendio en 1744 por Ventura Rodríguez, uno de los principales arquitectos españoles neoclásicos del siglo XVIII. Tras la última reforma para convertirlo en Parador Nacional de Turismo, esconde en la planta sótano, como su tesoro mejor guardado, un museo que muestra los restos arqueológicos de la iglesia fundacional del siglo XI.

Como celebración de este notable acontecimiento, a continuación publicamos el vídeo de RTVE que cubrió la noticia del acto de inauguración como establecimiento hotelero, el 15 de julio de 2013. Acto que presidió la Reina Sofía y en el que también estuvieron presentes el ministro de Industria, Turismo y Energía y el presidente del Principado de Asturias, entre otras personalidades.



 

 

Descanse en paz Pepe Domingo Castaño, el jovencísimo locutor que decía: ‘Radio Cauriense de Corias emitiendo en directo’

Pepe Domingo Castaño en la presentación de su libro donde cuenta su paso por Corias (Cangas del Narcea, Asturias) donde pasó un lustro de su vida.

En la madrugada de este domingo 17 de septiembre fallecía a los 80 años de edad una de las voces más reconocibles de la radio española, la del locutor deportivo, y anteriormente también musical, Pepe Domingo Castaño. El gran corazón del veterano periodista gallego, nacido en Padrón (A Coruña) el 8 de octubre de 1942,  dejaba de latir en el Hospital de la Zarzuela de Madrid, tal y como ha informado la cadena COPE, emisora en la que trabajaba desde 2010 en el programa deportivo Tiempo de juego.

Toda una leyenda de las ondas que comenzó a forjarse como hombre de radio según su propio testimonio en «Corias, un pueblecito minúsculo perdido en las montañas de Asturias, cerca de Cangas del Narcea». Escuchemos sus recuerdos cangueses de su propia voz en una reciente entrevista que dio para la cadena COPE:

 

 

En su memoria queremos destacar aquí la vinculación que Pepe Domingo Castaño tenía con Cangas y muy particularmente con los dominicos de Corias, a donde llegó con tan solo nueve años, siendo monaguillo en Padrón (La Coruña), su localidad natal, donde había un convento de dominicos en el que se hizo muy amigo de los frailes que le animaron a venir a estudiar a Corias. Aquí estuvo cinco años, todo un lustro de su vida, hasta la inauguración del colegio de la Virgen del Camino en León. Sin terminar todavía el curso, en unas vacaciones escolares, se fue de Corias a su casa en Galicia, y volvió directamente a la Virgen del Camino. En su libro Hasta que se me acaben las palabras. Mis recuerdos de radio y vida; AGUILAR, Enero 2022, escribe: «Los cinco años de Corias no los quiero borrar de mi cuaderno porque me ayudaron a encarar el futuro con los bolsillos llenos de verdad».

Con los frailes de Corias empezó sus primeros pinitos en la radio. Según contaba, había un padre muy simpático que les daba clases de literatura, el padre Felipe Lanz, que fue el que le animó a escribir, y había otro, el padre Iparraguirre, que «era un cachondo de la vida, un tío que vivía muy feliz, que transmitía mucha felicidad», al que un día se le ocurrió la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Lógicamente, el jovencísimo Pepe Domingo se presentó como locutor. Hicieron unas sencillas pruebas, le aceptaron y montaron una emisora que se llamaba Radio Cauriense, de Corias. Y ahí empezó a hacer pequeñas cosas como leer poemas, trozos de libros, hacían concursos… todo con mucho éxito. Hace poco más de un año, esto decía en una entrevista en RNE al respecto:

«La verdad es que lo hice bastante bien. Nos mandó leer una cosa e inventar algo y a mí siempre me gustó inventar. Todo lo inventé muy bien y dijo ‘tú eres la voz de la emisora y hay que buscar dos más’. Yo era el que decía: ‘Radio Cauriense de Corias emitiendo en directo’. Transmitíamos rezos, hacíamos obras de teatro. Fíjate ahí con nueve o diez años empezaba a asomar el hombre de radio que luego hipotecó toda su vida, incluso los éxitos en otras facetas, por la radio. No me arrepiento nunca de haberlo hecho».

De sus cinco años en Corias recordaba con especial cariño al padre Felipe Lanz, «siempre sonriente en su gordura, que puntuaba con notas altas mis primeros poemas y mis primeras incursiones en la literatura». Al parecer, este fraile llegó a confesarle que tenía un futuro espléndido en eso de juntar palabras. También recordaba la imagen autoritaria del padre Casquero, que daba matemáticas, le perseguía por los terrenos de su memoria «entre suspensos inevitables y ecuaciones imposibles», según afirma en su libro. Del padre Ricardo escribe: «siempre sudoroso y enrojecido por la timidez, que nos confesaba con el aliento y las avemarías, después de habernos obligado a vaciar nuestra alma de tocamientos y tentaciones». Y como ya ha quedado dicho, Pepe Domingo Castaño se ha ido con el grato recuerdo del padre Iparraguirre, con el que montó su primera emisora de radio, Radio Cauriense de Corias, en la que empezó a encariñarse con los micrófonos y las palabras.

Lo único que detestaba de aquellos años de internado era «el asqueroso café con leche que nos servían cada mañana en el refectorio y que los frailes nos obligaban a beber, so pena de un suspenso en conducta». Según recuerda en su libro, era un líquido oscuro con pedacitos de nata bailando en la superficie que le producían arcadas en cuanto intentaba beberlo. Su negativa constante a ingerir lo que él denominaba como «pócima detestable» fue el motivo de que obtuviese continuados suspensos en conducta. Lo del café con leche fue el único lunar negativo, si se puede considerar así, de su paso por el convento de Corias. Sus notas eran altas en casi todas las materias, excepto matemáticas, y su vida, dentro de lo que se podía esperar de un internado, discurría plácidamente, aunque, como es lógico, con repetidos ataques de morriña.

En una reciente entrevista el pasado mes de julio le preguntaron:

¿Qué aprendió de los dominicos?

Y su respuesta fue:

—  Todo. Mi formación viene de ellos, de cada uno de ellos. Aprendí a ser persona, a respetar a los demás, a darle una oportunidad a la gente, a creer que lo más importante en la vida es la verdad, a respetar a mis padres, a repartir cariño, a tener un bagaje cultural brutal que no tenían otros chicos de mi edad, y prueba de ello es que todo eso me sirvió para ser lo que he intentado y he luchado por llegar a ser.

 

Descanse en paz este aguerrido periodista al que su paso por Corias le llevó, primeramente, siendo muy joven, a ser novicio dominico y a convertirse en uno de los locutores radiofónicos más emblemáticos en la historia de la radiodifusión española, después. ¡Hasta siempre Pepe Domingo Castaño!

Revista ‘Lecturas’ nº 1.243 de 13 de febrero de 1978


 

La vajilla del monasterio de Corias (Asturias) en Época Moderna a partir del registro arqueológico y los libros de gastos

Estudio publicado sobre los materiales extraídos de las excavaciones arqueológicas que se hicieron en el monasterio de Corias durante las obras para convertirlo en Parador Nacional. Los autores son Alejandro García Álvarez-Busto, Noelia Fernández Calderón y Miguel Busto Zapico. En él se estudian los restos cerámicos que abarcan desde el siglo XVI al XIX, y se analiza la evolución de las diferentes vajillas para comer y de los recipientes para guardar alimentos que usaban los monjes benedictinos: cerámicas de basto de Faro (Oviedo), Miranda de Avilés, Llamas del Mouro y Zamora; lozas finas de Talavera de la Reina (Toledo), portuguesas, holandesas e inglesas, porcelana italiana, etc. Un estudio muy interesante y revelador de la vida del monasterio de Corias. Ha sido publicado en la revista «Nailos», n.º 6, diciembre de 2019, y está disponible en nuestra biblioteca digital:


Guía artística de Cangas del Narcea. Iglesias, monasterios y capillas

Portada de la guía artística de Cangas del Narcea con imagen de un santo benedictino del s.XVII del monasterio de Corias. Fotografía de Avelino García Arias.

Disponible en nuestra biblioteca la edición digital de la Guía artística de Cangas del Narcea. Iglesias, monasterios y capillas.

Su autor es Pelayo Fernández Fernández, licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo y doctor desde 2014 con la tesis “Actividades escultóricas en la zona suroccidental de Asturias durante los siglos XVII y XVIII: los talleres de Cangas y Corias”. En este trabajo documentó la autoría de numerosos retablos de nuestro concejo, así como la construcción de iglesias y capillas que datan de esos siglos. Es un trabajo exhaustivo y muy extenso debido a las numerosas edificaciones religiosas que se conservan, desde los monumentales Monasterio de Corias e iglesia de Santa María Magdalena de Cangas del Narcea hasta las modestas capillas de Santana y Santarbás del Mouro.

La guía que se presenta ahora recoge los principales edificios religiosos del concejo de Cangas del Narcea y muestra su riqueza artística y monumental, de gran valor en algunos casos, como el monasterio de Corias/Courias, equiparable a los grandes ejemplos españoles. Partiendo de fuentes documentales, la mayor parte inéditas, se enseñan de un modo sistemático, comprensible e ilustrado las peculiaridades del patrimonio artístico religioso de este concejo asturiano que tuvo su momento de esplendor en el periodo que va de 1640 a 1740.

Ha sido editada por el Ayuntamiento de Cangas del Narcea y el Tous pa Tous con la colaboración del Arciprestazgo de El Acebo.

El CSIC emplea por primera vez en el mundo los retablos barrocos como método de estudio de la vid

La investigadora canguesa Carmen Martínez muestra la variedad Tinta Castañal representada en el retablo de la iglesia del convento de las Clarisas en Tui, Pontevedra

Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado 101 retablos barrocos ubicados en 54 iglesias de Galicia y Asturias y ha logrado identificar seis variedades de vid cultivadas en esta zona peninsular. Los resultados de este trabajo, publicado en la revista del jardín botánico de Nueva York, Economic Botany, demuestran, según sus autores, el valor del arte como instrumento para estudiar la evolución histórica de los cultivos de vid y la antigüedad de algunas variedades.

Las seis variedades identificadas en estos retablos del siglo XVII son Loureira, Tinta Castañal, Albariño, Albarello (también llamada Brancellao), Dona Blanca y Palomino Fino. Esta última variedad se encuentra representada en el retablo mayor del Santuario de Nuestra Señora del Acebo de Cangas del Narcea.

Santuario de El Acebo (Cangas del Narcea, Asturias). Variedad representada: Palomino fino

«El estudio se basa en la comparación de las hojas y los racimos de variedades de vid reales, con las que aparecen representadas en las columnas salomónicas de los retablos barrocos. En algunos casos hemos encontrado un alto nivel de realismo, precisión y fidelidad en las representaciones. Esto nos ha permitido identificar algunas variedades reales y confirmar en algunos casos su posible carácter autóctono y la antigüedad de su cultivo en la zonas vitícolas en las que se ubican las iglesias cuyos retablos han sido estudiados», explica la investigadora canguesa del CSIC Carmen Martínez, de la Misión Biológica de Galicia.

Para alcanzar estos resultados, los investigadores visitaron cada una de las 54 iglesias y tomaron imágenes de las hojas y racimos de vid representadas en las columnas salomónicas de los retablos. Este elemento arquitectónico, típico del arte barroco, se caracteriza por su forma helicoidal y su decoración vegetal, generalmente con hojas y racimos de vid. Después, en el laboratorio, los investigadores midieron numerosos detalles botánicos en las imágenes con los mismos métodos y técnicas utilizadas para medir las hojas y los racimos reales.

El origen de las variedades

“En la bibliografía antigua hay nombres de variedades de vid muy concretas y ligadas a determinadas zonas, pero solo en algunos casos van acompañados de brevísimas descripciones. En el siglo XIX empiezan a aparecer algunas descripciones puntuales más amplias que incorporan, en casos muy excepcionales, ilustraciones, que permiten identificar correctamente las variedades. Salvo esas excepciones, en el resto de los casos todavía hoy continúa el debate en torno a los orígenes de muchas variedades, la antigüedad de su cultivo en zonas determinadas, o los problemas de sinonimias y homonimias. El hecho de haber sido capaces de identificar una variedad real en un retablo, demuestra que en el siglo XVII esa variedad se cultivaba en esa zona concreta”, añade la investigadora.

Retablos estudiados en Cangas del Narcea

En Asturias, prácticamente el estudio se ha centrado en iglesias y retablos del concejo de Cangas del Narcea: el Santuario del Acebo, las iglesias parroquiales de Bimeda, Carballo, Corias y Limés, las capillas de los palacios de Carballo y Cibea y el monasterio de Corias. A estos retablos del concejo cangués hay que añadir el de la iglesia parroquial de San Antolín de Ibias.


icon Tabla 1 – Ubicación de las iglesias y retablos estudiados (47.81 kB)


Trabajo publicado en la revista Economy Botanic:

Descargar PDF: iconWorks of Art and Crop History: Grapevine Varieties and the Baroque Altarpieces (5.38 MB)

 

Works of Art and Crop History:
Grapevine Varieties and the Baroque Altarpieces

Vídeo CSIC Comunicación: Identificadas variedades de vid reales en retablos barrocos del siglo XVII


La topografía funeraria del monasterio de Corias en la época medieval

Enterramiento señorial localizado en el crucero de la iglesia. Es probable que se trate de la tumba del abad Menén García (1303-1328).

En este interesante artículo, disponible desde ahora en la bibilioteca del Tous pa Tous, publicado en la revista de estudios medievales Territorio, Sociedad y Poder del área de Arqueología de la Universidad de Oviedo, el responsable de las excavaciones de Corias, Alejandro García Álvarez-Busto, realiza un estudio de los comportamientos funerarios documentados en el monasterio de Corias (Cangas del Narcea, Asturias) durante los siglos medievales. A partir del análisis de la distribución topográfica de los enterramientos en el edificio monástico, y conjugando las fuentes escritas y los resultados de la excavación arqueológica, se advierten las relaciones existentes entre la institución monástica y la sociedad laica y eclesiástica del suroccidente de Asturias.

La elaboración de este interesante artículo no habría sido posible sin el espléndido trabajo realizado por el equipo de arqueólogos que colaboraron tanto en la excavación arqueológica (Francisco X. Fernández Riestra, Alejandro Sánchez Díaz, Covadonga Ibáñez Calzada, Alberto Morán Corte y David Flórez de la Sierra) como en la catalogación de los materiales arqueológicos (Noelia Fernández Calderón). Su trabajo se enmarcó en el proyecto arqueológico dirigido por Alejandro García Álvarez-Busto, Seguimiento arqueológico de la rehabilitación del monasterio de Corias como Parador de Turismo, 2007-2011.

Descargar pdf: icon La topografía funeraria del monasterio de Corias en la época medieval (1.84 MB)


La topografía funeraria del monasterio de Corias en la época medieval a partir de la arqueología y las fuentes escritas

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365 ventanas

Parador de Corias, un monasterio del siglo XVIII a orillas del río Narcea

De todos los paradores de turismo, el de Corias es el más inaccesible. Dista nada menos que 85 kilómetros de Oviedo, por una carretera sinuosa aunque bien asfaltada. La autopista A-6 que lo une a la meseta queda a 105 kilómetros, pero exige ascender el dificultoso puerto de Leitariegos. Alguien pensó al principio que con estos impedimentos mal le iría al último de los establecimientos de la red. Pero ha sido todo lo contrario: lo exótico, lo aislado, por prometedor, ha sido siempre un reclamo tentador. A un año escaso de su inauguración, Corias ha tenido que colgar muchas veces el cartel de completo.

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Fachada del parador de Corias en Cangas del Narcea, Asturias.

Bautizado como El Escorial Asturiano, el monasterio de San Juan Bautista de Corias debe su fundación en 1032 a los condes Piniolo Jiménez y Aldonza Muñoz, protectores de una congregación benedictina que dio obispos a Oviedo y fue probablemente sepultura del rey Bermudo I, El Diácono. Reconstruido tras un incendio en 1773, el nuevo edificio neoclásico, con 365 ventanas, exhibe una fábrica impresionante a orillas del Narcea.

En su interior pueden contemplarse verdaderas joyas, como una talla románica del siglo XII conocida como el Cristo de la Cantonada. Aunque tampoco son menores las actuaciones seguidas en su reconversión como establecimiento hotelero, algunas de las cuales están siendo testadas como ejemplo a seguir en otros paradores.

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Salón del parador de Corias en Cangas del Narcea, Asturias

Minimalismo desnudo en los corredores abovedados, tonalidades neutras e iluminadas en las zonas comunes, mobiliario escandinavo en los dormitorios. La biblioteca, rediseñada por el artista portugués Rui Macedo, apabulla por su pureza de líneas a la espera de que se llene de libros. Labores de ganchillo y vainica decoran el comedor, instalado en el antiguo refectorio, coronado por una profunda bóveda. En la definición de su carta, pulcra y golosa, se nota la mano personal de José Carlos Campos, ascendido a la dirección general de la red. Sus desayunos son de lo mejor.

Si los patios regalan un espacio de solaz y frescor, especialmente en verano, las alcobas que los rodean mantienen ese minimalismo sosegado que impone su ornamentación nórdica y los gruesos muros de sillería. A partir de ahora, en cualquier caso, todos los caminos llegarán a Corias. Ese espejo en el que se mirará ya toda la red reabre, tras un paréntesis invernal, el próximo 10 de abril con un precio imbatible de 65 euros la noche.


Fuente: EL VIAJERO / El País


Spain’s Parador de Corias: simplicity for the soul

El Parador de Corias de España: simplicidad para el alma

Un pasillo en el Parador de Corias

El Financial Times (FT) es un periódico internacional de negocios. Este prestigioso diario en los últimos años se ha convertido en el periódico de calidad más vendido en el mundo. Como curiosidad, apuntar que por motivos económicos y razones prácticas, a partir de 1893 se empezó a imprimir en papel color salmón, lo que inició la tradición de usar este color como distintivo de la prensa económica.

El reconocimiento de una publicación del prestigio mundial del Financial Times no está al alcance de muchos pero sí del Parador Nacional de Corias en Cangas del Narcea. En un artículo publicado recientemente,  el Financial Times elogia el Parador de Corias bajo el título «Spain’s Parador de Corias: simplicity for the soul»  cuya traducción es: «El Parador de Corias en España: simplicidad para la mente». Un edificio que califican de noble expresión del arte asturiano y que ofrece el acceso a paisajes sorprendentes entre los que destacan el profundo universo verde de Muniellos.

Para el Financial Times  el Parador de Corias, que abrió sus puertas este verano, trae consigo varias sorpresas agradables. En primer lugar, una zona del norte de España, verde, poco conocida y escasamente poblada, que limita con Galicia, Asturias y León. En segundo lugar, el propio edificio, un antiguo monasterio cuyo enorme escala y austera arquitectura le ha llevado a ser conocido en la zona como «El Escorial de Asturias».

Artículo completo:  

Spain’s Parador de Corias: simplicity for the soul


El sueño que dio origen a Corias

Tabla en la parte baja del retablo que reproduce, como dice la leyenda, una iglesia que baja del cielo

La iglesia y las antiguas dependencias del monasterio San Juan de Corias, próximo a Cangas del Narcea, constituyen uno de los más monumentales y valiosos ejemplos del arte religioso monástico asturiano, al punto que se le llegó a denominar el «Escorial asturiano». Su reapertura, transformado ahora en parador nacional, invita a rememorar la leyenda de su fundación .

En la base del retablo mayor de la iglesia, labrado en el último cuarto del siglo XVII, hay dos tablas talladas en las que se recoge la leyenda fundacional del monasterio por los condes Piñolo y Aldonza, y que ya aparece contada en el denominado «Libro registro de Corias», redactado a partir de 1207 por un monje del mismo monasterio llamado Gonzalo Juánez. Según ella, los condes Piñolo Jiménez (Piniolus Ximenez) y Aldonza Muñiz (Ildoncia Munionis) eran poseedores de una inmensa fortuna que no sabían a qué destinar pues no tenían descendencia. Al parecer, según cuenta el P. Risco en uno de los tomos dedicado a Asturias de la «España Sagrada», habían tenido cuatro hijos que murieron «de tierna edad». El conde Piñolo, según se cuenta en el «Libro Registro», fue tocado en su corazón por el Espíritu Santo para que fundara un monasterio, para tener así hijos espirituales, ya que no podía tenerlos de su propia carne. Comunicó el proyecto a su esposa, Aldonza, que participó del mismo con gran entusiasmo, decidiendo ambos mantenerlo en secreto, mientras ponían los medios para proceder a la fundación.

El tiempo fue pasando y el proyecto no se llevaba a cabo. Por ello, Dios intervino nuevamente valiéndose de Suero, un fiel servidor de los condes y su mayordomo, en quien sus señores tenían gran confianza. Una noche, en sueños, el mayordomo oyó una voz misteriosa que le decía: «Levántate. Ve a decir a tu señor que no retrase por más tiempo la realización de lo que tiene pensado, pues lo pensó por mi inspiración y es por consiguiente consejo divino. Que venga, pues, contigo al lugar denominado Corias y allí edifique un santuario en honor de aquel que me preparó el camino en el desierto (San Juan Bautista) y del cual no ha nacido mayor entre los hombres».

Temeroso el escudero de no ser creído por su señor, no se atrevió a contarle su sueño. Por segunda vez, Suero tuvo la misma revelación nocturna, pero nuevamente volvió a callar, receloso de que el conde Piñolo lo tomase por un embustero y perder así su confianza. La visión se repitió por tercera vez y, en esta última, Suero vio descender del cielo una iglesia sostenida por resplandecientes cadenas, que se posaba sobre el lugar desvelado en la primera aparición. La misma voz volvió a hablar al siervo de los condes en los siguientes términos: «Mira y escucha: Ve a decir a tu señor que este lugar y esta iglesia que has visto descender del cielo han de ser dedicados en la tierra a Juan el Bautista. Y tú, que no quisiste obedecer por dos veces mi mandato por temor a no ser creído, llevarás en tu rostro esta señal para que la vea el conde tu señor». Al tiempo que se decía esto, el siervo recibió una fuerte bofetada en la mejilla izquierda, a consecuencia de la cual quedaron impresas las huellas de los dedos en su cara.

Con tales señales en su rostro, el mayordomo no dudó ya en comunicar al conde Piñolo el mandato divino. Sin embargo, el conde no creyó las palabras de su siervo y sospechó que su mujer había contado al mayordomo el proyecto guardado en secreto, por lo que la increpó por su indiscreción.

-«¿Acaso te atreviste a divulgar mi secreto, que sólo a ti había confiado?», le dijo el conde a su esposa, según se cuenta en el «Libro Registro» y traduce Alfonso García Leal en su edición del manuscrito.

-«Ten por seguro, venerable esposo», contestó Aldonza, «que yo, tu queridísima esposa, no me atreví a hacer pública tu voluntad, agradable a Dios. Pero lo que has discurrido fielmente y me has hecho saber en confianza, realmente te lo ha inspirado Dios para que lo lleves a cabo».

Tabla en la parte baja del retablo que reproduce los primeros trabajos de construcción de Corias

El conde Piñolo se dispuso entonces a dar cumplimiento al mandato divino y encargó a su siervo Suero que reuniese los operarios necesarios para emprender la obra. Lo primero en construirse fue un pequeño oratorio dedicado a San Juan Bautista y en él fue consagrado el primer abad de la comunidad coriense, Arias Cromaz, un clérigo que vivía en el mismo palacio de los condes Piñolo y Aldonza y que, quizás, tuvo influencia en la decisión de sus señores de fundar el monasterio. Este Arias Cromaz fue más tarde, en 1073, elegido obispo de Oviedo y regaló al tesoro de la catedral una cajita de plata sobredorada que aún se conserva.

Uno de los hechos más curiosos de toda esta historia es que el terreno escogido para la construcción del monasterio de Corias no pertenecía a los condes fundadores. La elección del lugar, según la leyenda, fue revelada al escudero Suero por inspiración divina y, según consta en el «Libro Registro», era una heredad medio abandonada, áspera e inculta y llena de maleza, situada junto al Narcea, a su orilla derecha, en la que existía ya un pequeño oratorio consagrado a San Adrián. Tanto Piñolo como Aldonza, pero especialmente el conde, poseían un extenso patrimonio disperso por toda Asturias, con notable presencia en la zona occidental y en la misma cuenca del Narcea. Sin embargo, la heredad de Corias pertenecía al conde Rodrigo Díaz que, según el P. Risco, era hermano de doña Jimena, la mujer de Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid. Así pues, para poder llevar adelante su obra, el conde Piñolo hubo de ofrecer a Rodrigo Díaz, a cambio de Corias, una heredad que había sido de sus padres y, además, un perro sabueso y un azor.

Todo esto ocurría por el año 1043, que fue cuando se constituyó la primera comunidad de Corias, que fue puesta bajo la disciplina de la regla benedictina, que entonces hace su aparición en Asturias. Al año siguiente, 1044, los condes Piñolo y Aldonza hicieron la dotación fundacional del monasterio coriense, que incluía un total de ocho monasterios, entre ellos los de San Miguel de Bárcena (en Tineo) y Santa María de Miudes (en El Franco), seis iglesias y un conjunto de más de treinta villas, localizadas en su mayor parte en el valle del Narcea, así como un importante grupo de población servil.

Previamente a la fundación del monasterio, el 28 de marzo de 1032, los condes Piñolo y Aldonza habían obtenido del rey Vermudo III permiso para construirlo, permutando con el monarca varias posesiones, entre ellas siete castillos y varias villas, además de otras heredades, a cambio de la concesión de «coto» a perpetuidad de la llamada «mandación de Perpera» y de todo el territorio monástico. La denominada «mandación de Perpera», que actualmente es el valle conocido como Monasterio del Coto, recorrido por el río del Coto, había sido donada a los condes por Vermudo III el 11 de mayo de 1031, recibiendo de éstos un caballo bayo valorado en doscientos sueldos, precio muy elevado.

La advocación elegida para el monasterio, San Juan Bautista, ampliamente relacionada con un culto pagano y precristiano de las aguas, y la existencia previa de un oratorio dedicado a San Adrián, apuntan hacia un posible carácter sagrado del lugar de Corias. La inclusión del perro sabueso y el azor, animales ambos empleados para la caza, actividad muy prestigiosa en época medieval y propia de nobles, contribuyeron a realzar el valor de la permuta.


La Nueva España, 6 de noviembre de 2013

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Aquel monasterio de Corias, hoy parador nacional

Monasterio de San Juan Bautista de Courias / Corias (Cangas del Narcea), 1955. Foto Mely. Col. Juaco López Álvarez.

Casi siempre tengo que repetirlo dos veces: «Corias de Asturias, cerca de Cangas del Narcea, no Coria de Cáceres». En Corias hay un vetusto monasterio que acaba de convertirse en parador nacional; se encuentra a escasos kilómetros de Cangas del Narcea y a muy pocos metros del río Narcea. En él estuve entre 1954 y 1957 cursando los tres primeros años de latín, cuando era una escuela apostólica o seminario regentado por los dominicos de la provincia de España. Volví a visitarlo a principios de los años ochenta con dos compañeros de seminario, el vallisoletano Jesús Alcalde, profesor en la madrileña facultad de Ciencias de la Información, y Jesús Torbado, periodista leonés y novelista, que había sido galardonado con el premio Planeta en 1976.

El monasterio estaba entonces prácticamente deshabitado; solo había en él tres frailes dominicos; uno de ellos, el padre Felipe Lanz Yoldi, nos había puesto clases de francés y de literatura. Evocamos el barullo de los más de 300 seminaristas alborotando por los claustros y los tres campos de fútbol. Y, sobre todo, el guirigay que se formaba al bajar unas escaleras de madera añeja con los pasamanos bruñidos por miles de manos como las nuestras. Hubo un momento embarazoso con el padre Felipe Lanz. Me preguntó al lado de una de las arcadas de los claustros a qué me dedicaba y le dije que era periodista y redactor-jefe de la revista «Mundo Negro». «Supongo, me dijo, que no serás como ese ingrato de Torbado, que ha puesto a los dominicos a caer de un burro después de que le ayudaran tanto, después de abandonar el convento». Torbado estaba a mi lado, pero el padre Felipe no lo reconoció; el novelista se limitó a dar una calada más honda a un cigarrillo.

Visitamos la iglesia con su majestuoso altar barroco, con bajorrelieves que cuentan la historia del monasterio, levantado en el siglo XI y ocupado por monjes benedictinos. Dicen las crónicas que entre los siglos XII y XIII alcanzó su máximo esplendor con inmensas posesiones de los monjes en la mayor parte del occidente de Asturias e incluso de la vecina provincia de León. Nosotros entonces no teníamos más que algunas nociones vagas del castillo de Piñolo. Aún se encontraba en la iglesia un antiguo órgano de tubos, donde dos de los hermanos Castaño -Pepe Domingo y otro, de cuyo nombre no logro acordarme- aprendieron a tocar alguna cantata de Bach.

Parador de turismo Monasterio de Corias (Monumento Histórico-Artístico Nacional) inaugurado el 15 de julio de 2013 por la Reina Doña Sofía.

Corias era entonces un pequeño pueblo con escasa actividad. Los domingos iba mucha gente de Cangas del Narcea a oír misa en la iglesia del monasterio. Los seminaristas salíamos juntos de tanto en tanto a dar un paseo junto al río Narcea, festoneado de castaños y avellanos. Una vez al año, íbamos durante el verano en varios camiones al puerto de Leitariegos. Durante el trayecto animábamos al conductor a acelerar y le recordábamos chillonamente que con el vino se engrasan las bielas, según la canción de marras. Había en Leitariegos una gran laguna, en la que nos bañábamos antes de comer al aire libre y de la que muchos salíamos con las piernas peladas de insaciables sanguijuelas.

El paraje de Corias era magnífico y espectacular para un chico de la llanura zamorana como yo. Allí vi por primera vez arar a una mujer con unas vacas rojizas y menudas. Los carros eran pequeños y tenían ruedas de madera, como los sanabreses. En los prados abundaban los almiares de heno. Había entonces en los montes adyacentes muchos cerezos y manzanos y algunas viñas con cepas raquíticas, en comparación con las que había visto en Pajares de la Lampreana.

Supongo que ahora el antiguo monasterio de Corias atraerá a muchos asturianos y leoneses. Quienes vayan, podrán disfrutar, sobre todo en la época estival, de las aguas frescas del río Narcea, donde abundan las truchas, los salmones y las anguilas. Había en este río un remanso que llamaban El Chandeu. Jesús Alcalde y Jesús Torbado se bañaron en él. Después nos dirigimos a Tineo. Degustamos en Villanueva de Sorribas unas truchas exquisitas recién pescadas en el mismo río Narcea, que discurre por allí más angosto y turbulento, pero con aguas limpísimas.

¡Quién nos iba a decir que nuestra vieja escuela apostólica se iba a convertir en un parador nacional! Primero fueron los castillos semiderruidos, como el castillo de la Mota en Benavente, cuando Manuel Fraga Iribarne fue ministro de Información y Turismo. Ahora le toca el turno a los seminarios, conventos y monasterios, que se convierten en hoteles, como pasó hace años con el seminario verbita de Coreses, o en parador nacional, como el monasterio de Corias. Quienes puedan y quieran, que lo saboreen.

Publicado en: La Opinión de Zamora
Viernes, 2 de agosto de 2013

Nuevo estudio sobre el retablo mayor de la iglesia del monasterio de Corias

En el número 19 de la revista LIÑO, editada por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, nuestro colaborador Pelayo Fernández Fernández ha publicado un extenso y documentado estudio sobre el retablo mayor de la iglesia del monasterio de Corias, que es el retablo barroco más importante de su tiempo en Asturias. La primera noticia sobre el hallazgo de los autores de este retablo y su fecha exacta de construcción la publicó Pelayo Fernández en esta web del Tous pa Tous en diciembre de 2009 bajo el título: El retablo mayor del monasterio de Corias (1677-1678).

En este nuevo trabajo su autor habla de una de las obras más características de la retablística barroca en la zona noroccidental de España. De marcado carácter castellano, en ella conviven las influencias de la retablística madrileña, vallisoletana y gallega. En el artículo nuestro colababorador analiza el contrato de obra entre la congregación benedictina de Corias y el arquitecto Francisco González y el escultor Pedro del Valle, vecinos de Villafranca del Bierzo, que en el transcurso de su tesis doctoral ha tenido la fortuna de localizar. Ello supone el punto final a las especulaciones que sobre el retablo de Corias se venían manteniendo desde el último cuarto del siglo pasado. En el último apartado analiza los retablos colaterales, obra del mismo taller.

Desde hoy ya puede consultarse este nuevo artículo en nuestra biblioteca digital.

El retablo mayor del antiguo monasterio benedictino de San Juan Bautista de Corias (Cangas del Narcea, Asturias), primicia del barroco decorativo en una zona noroccidental de España

Un reportaje de 1950 en el monasterio de Corias

Publicamos aquí las únicas imágenes del concejo de Cangas del Narcea que existen en el archivo histórico de NO-DO, Noticiarios y Documentales cinematográficos (1943 – 1981), y pertenecientes a las colecciones especiales de la Filmoteca Española. Dichas imágenes corresponden al monasterio de Corias y son muy breves, tan solo 30 segundos. Nº 369A de fecha 30-01-1950.


Un artículo de 1884 sobre el Monasterio de Corias

Vista de Corias, hacia 1915. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Col. Juaco López Álvarez.

En el periódico El Occidente de Asturias de los días 8 y 11 de julio de 1884 apareció un artículo dedicado al monasterio de San Juan Bautista de Corias que recoge una información muy interesante sobre la construcción la iglesia en el siglo XVII y la reedificación del monasterio a finales del XVIII, después del incendio que arrasó la antigua casa con excepción de la iglesia en 1763. El artículo se completa con noticias sobre la compra del coto jurisdiccional del monasterio por el Ayuntamiento de Cangas del Narcea en el siglo XVI y las desavenencias que tenían los vecinos de la villa y los monjes de Corias.

El desconocimiento de este artículo por los estudiosos del arte asturiano y español (debido a la rareza de las series completas de El Occidente de Asturias, que ahora, gracias al Tous pa Tous, comienzan a conocerse) es la causa de que datos que aparecen en él se publicasen como inéditos en los últimos años como, por ejemplo, el nombre del maestro constructor de la iglesia, Domingo de Argos, natural de Arnuero, merindad de Trasmiera (Cantabria), que fue publicado en 1985 por Luis Fernández Martín, o del autor de la sillería del coro, Juan de Ucete, escultor vecino de Toro (Zamora), por Javier González Santos en 1989 y 1997.

El artículo atribuye al arquitecto Jerónimo García de Quiñones (Salamanca, 1731- post 1804) el proyecto del actual monasterio, levantado entre finales del siglo XVIII y primeros años del siguiente. Hasta ahora se viene atribuyendo la autoría del edificio al arquitecto Miguel Ferro Caaveiro (Santiago de Compostela, hacia 1740-1807), maestro mayor de la catedral de Santiago, y es seguro que este fue el principal responsable de la obra, pero también lo es que los frailes de Corias contasen en un primer momento con el arquitecto y académico Jerónimo García de Quiñones que era maestro mayor de la catedral de Salamanca.

El autor de este artículo es Eugenio Carrizo, natural de Tineo y con familia en la villa de Cangas, que estando de encargado de la Delegación de Hacienda en Oviedo pudo consultar la documentación del archivo del monasterio de Corias, que había sido trasladada a Oviedo después de la Desamortización y la exclaustración de los monjes benedictinos en 1835. Carrizo tuvo en sus manos la documentación relacionada con la construcción de la iglesia en el siglo XVII y del monasterio en el XVIII, es decir: los contratos firmados entre los maestros constructores y los frailes, así como los pleitos derivados de su formalización. Estos documentos, como el mismo Carrizo señala, desaparecieron y nunca llegaron al Archivo Histórico Nacional (Madrid), donde se conserva hoy el grueso del archivo de Corias, según él «porque como no expresaban bienes que desamortizar, se mirarían con desprecio»; es decir: al Estado solo interesaba la documentación contable, la que expresaba los bienes inmuebles y las rentas del clero regular.

«Apuntes curiosos del EX-MONASTERIO DE SAN JUAN DE CORIAS, de la orden de San Benito (Asturias)»

Vamos a dar a nuestros lectores algunas noticias de este monasterio, tomadas hace algunos años de los documentos recogidos cuando la exclaustración, que se hallaban en el archivo de las oficinas de Hacienda Pública de la provincia, a cargo entonces del que estas líneas escribe.

Claustro del monasterio de Corias en 1915, según E. Carrizo “es notable por su solidez y elegancia, y es la obra mejor de todo el edificio”, construido a fines del siglo XVIII. Foto de Benjamín R. Membiela. Col. Juaco López Álvarez.

El monasterio de San Juan de Corias se halla situado a orillas del río Narcea, a dos kilómetros de la villa de Cangas de Tineo, en un valle muy estrecho cercado de altos cerros, de buen clima y cielo alegre. El edificio es de gran tamaño, de tres pisos y planta baja; las fachadas del S., N. y O. cuentan 240 huecos exteriores; la del E. se halla casi arrimada a la montaña, y en ese lado está situada la iglesia y noviciado. Tiene dos patios o claustros interiores; el de entrada es notable por su solidez y elegancia, y es la obra mejor de todo el edificio. La escalera principal de cantería montada al aire, la sala capitular, el local que ocupó la biblioteca y otras habitaciones, todas son proporcionadas a tan grande casa. La iglesia, de regulares proporciones, del orden jónico, de una sola nave, crucero con media naranja, pero muy escasa de luces; la afean bastante las capillas laterales a la nave, que son muy raquíticas y desproporcionadas, llamando la atención los arcos rebajados que sostienen el coro. Para dar una idea exacta de todo el edificio, sería preciso una persona entendida, que podría escribir un volumen.

Es tan difícil determinar de un modo seguro la época de la fundación del Monasterio de Corias, que el maestro Yepes, abad que fue de él, dice que mejor daría razón del sitio en que se fundó, que del tiempo, porque en eso varían los escritores y las escrituras.

El Padre Risco en su España sagrada, después de varias consideraciones y comparaciones, fija la conclusión de la iglesia en el año 1031 y del monasterio en el 1043. Yepes refiere largamente la historia de la fundación, según datos tomados del Tumbo Coriense, que resumiremos.

Los condes D. Piñole Ximénez y D.ª Aldonza Muñoz tuvieron cuatro hijos, que murieron de corta edad; perdida la esperanza de tener otros, convinieron en fundar una iglesia y dejarla por heredera de todos sus bienes. Retardado en ejecutar su pensamiento, Dios se le acordó por tres veces por conducto de su criado o mayordomo llamado Suero, haciéndole ver bajar desde el cielo una hermosa iglesia a un lugar inculto lleno de malezas, a la orilla oriental del río Narcea, inmediato a un pueblo que llamaban Courias donde había un oratorio consagrado a San Adriano, en una heredad propia de D. Rodrigo Díaz, conde de Asturias, hermano de Gimena Díaz esposa que fue del Cid Campeador. En 19 de marzo de 1032, según el Tumbo, se hizo permuta entre el rey Don Bermudo y los condes en el terreno referido y otros en Perperal y Cangas de Tineo, por los que a los condes correspondían en Mallayo, Rivera del Sella y diferentes puntos, para que pudiese fundarse el monasterio libre de toda carga real.

Dieron orden al mayordomo Suero que buscase todos los oficiales que pudiese hallar, para la pronta edificación de la obra, y en 1043, según Risco, se consagró el primer abad Adriano por el obispo de Oviedo Froilán, agregándose doce monjes más, que seguían con gran rigor la regla de San Benito.

De la antigua iglesia y monasterio no existe vestigio alguno. En una carta dirigida al Rey en 1560 por el Licenciado Juan de Zárate, juez para la revisión del monasterio, consta que la iglesia y monasterio estaban derribados para su reparación; también dice que parece que en la iglesia de dicho monasterio están enterrados el Serenísimo Sr. Rey Don Bermudo 2.º y la Reina Emilona su mujer en unos enterramientos de bulto, altos, labrados de piedra, con sus tejas alrededor, y a más sus doseles y armas reales. Hoy no existen más que los sepulcros de los fundadores.

En 25 de julio de 1593 se puso la primera piedra de la actual iglesia por el abad Fray Antonio de Yepes; fue rematada y construida por el que se titulaba maestro de arquitectura y cantería Domingo de Argés [Argos], vecino de Valladolid, que ajustó hacerla en nueve años por 13.300 ducados; no la terminó en el plazo estipulado, porque en 1607 cayó parte de lo edificado, por haber empleado malos materiales, y se mandó revisar por el maestro mayor de las obras de la Iglesia Mayor de Santiago de Galicia, Ginés Martínez, el que en 10 de enero de 1608 declaró ser necesario derribar parte de lo construido, y hacer algunas variaciones en el plan para aligerar el edificio. Sin datos para comprobar la fecha de la terminación de la iglesia, creo debió ser en 1610, porque en aquel año se ajustó la sillería del coro con el maestro escultor de Toro, Juan de Ocete [Ducete], a 20 ducados cada una de las 39 de que se compone, y en 6 de octubre de 1611, después de varias cuestiones sobre el contrato, se otorgó por el maestro carta de pago ante el escribano de la villa de Corias, Juan Menéndez. Los órganos, el de la izquierda fue construido en 1858 por el maestro de Santiago de Galicia Alberto de la Peña; el de la derecha, por las obras de talla que contiene, indica ser de la época de terminación de la iglesia, o mediados del siglo XVII.

En 27 de setiembre de 1763 el monasterio fue consumido por las llamas, salvándose solo la iglesia y el archivo. La causa se atribuyó a haber ido por la noche con poca precaución los criados a los pajares. Se volvió a reedificar como hoy existe por el proyecto del arquitecto de Madrid Quiñones, y bajo la dirección de los entendidos frailes hermanos José e Hilarión Ugaldea, concluyéndose las obras en 1802, que importaron unos cuarenta millones, sin contar las maderas y trabajo de los oficiales de la casa.

Este monasterio gozó de grandes libertades, franquicias y exenciones; tenía la jurisdicción civil, criminal, alta y baja; mero y mixto imperio en los cotos de Corias, Brañas y Bárcena en el concejo de Tineo, y parroquias de Vegalagar, Besullo, Corias, Bergame, Montañas, San Damías y S. Pedro de Agüera, por privilegio de D. Bermudo II, confirmado por D. Alonso VII el Emperador. D. Alfonso de León trató de modificar sus regalías, pero presentados en las Cortes de Toro sus privilegios, se declaró que nada tenían que ver con el monasterio y sus vasallos, confirmándolos dicho Rey, como igualmente D. Alfonso XI, D. Enrique II, D. Juan I, D. Enrique III y D. Juan II.

En 1.º de enero de cada año el abad nombraba los oficiales de justicia de los cotos, alcalde, teniente, regidor, procurador general por el estado de los hijodalgos, otro por el estado llano, y ministro alguacil; oía en el acto las excusas, que resolvía de plano sin otro recurso, y juraban a su presencia, la del escribano y testigos, y los nombrados entraban en posesión de sus cargos por un año.

Hasta el reinado de Felipe II gozó el monasterio de las jurisdicciones de los cotos y feligresías citados, que incorporó a la Corona, en virtud de la facultad que le concedió Su Santidad Gregorio XIII, y en 13 de diciembre de 1579 se expidió a su favor albalá, en que refiriéndose a la comisión del juez Zárate para la averiguación del producto de las rentas jurisdiccionales en el quinquenio de 1574 a 1578, resultó que debía percibir 24.532 maravedises por ese concepto, acordando que se le diese esa renta a juro en cada año desde 1.º de enero de 1580, situándosela en las alcabalas de la Zapatería de Oviedo, quedando hecha la desmembración. Vendida después la jurisdicción a Alonso del Camino, la tomó a este Arias de Omaña, que no debía de ser muy amigo de los frailes de Corias, porque acudieron enseguida para que no se efectuase a su favor, y al mismo tiempo pidió la villa de Cangas que se le cediese, por estar enclavada dentro de sus términos y serle muy perjudicial en poder de otro dueño. Se presentaron en Madrid el abad de Corias Fray Ambrosio de Tamayo y el apoderado del concejo de Cangas D. Juan Queipo de Llano, el Mozo, con sus respectivas pretensiones, y allí entraron en arreglo, que efectuaron en escritura de 12 de diciembre de 1579, en que la villa de Corias con la casa-monasterio y cien pasos a la redonda quedase de su jurisdicción, contándose así: «Que por la parte de hacia Cangas se contasen desde las últimas casas, y por la de Obanca también, y hacia la de Regla se ha de contar desde la iglesia que está fuera del lugar, y por la otra banda del río, que es por donde está el monasterio, quede con la dicha villa de Corias todo el término que la dicha casa tiene cercado, con más cien pasos a la redonda como se contó lo demás, excepto que a la parte de hacia el río quede para el monasterio solo el río, después de acabados los cien pasos de la otra banda y más concuerdan que las justicias de la villa de Cangas puedan pasar por 1a dicha villa de Corias con vara alta para los lugares de su jurisdicción, por ser paso forzoso, pero no puedan juzgar ni hacer autos».

En 22 de marzo de 1583 se otorgó escritura en favor de la villa de Cangas de Tineo vendiendo la jurisdicción de los cotos y feligresías enclavados en su concejo, que perteneciesen al monasterio, excepto la villa de Corias y términos convenidos en la escritura citada de 12 de diciembre de 1579, por la cantidad de 5.628.924 maravedises, estableciendo varias condiciones, entre ellas que los pleitos pendientes se remitiesen a la justicia de Cangas; que se diese Real cedula para repartir por sisa, tomando a censo sobre sus propiedades, lo que fuese necesario para el pago del precio de la compra a los plazos pactados; que la provisión de la Escribanía quedase a beneficio del Concejo, pudiendo usarse los oficios con solo la aprobación del Concejo, sin otra elección ni confirmación. Los cotos vendidos y feligresías tenían entonces 298 vecinos.

A pesar de haberse apartado el monasterio de la jurisdicción dicha, según el convenio ya citado con el apoderado de la villa de Cangas, luego que el Rey Don Felipe II falleció, acudió de nuevo en 5 de agosto de 1600, fundado en el testamento del Monarca, en que disponía se devolviesen los vasallos a las iglesias donde se habían tomado, pidiendo se le restituyese la jurisdicción enajenada, porque sin ella los frailes eran menospreciados y no podían cobrar sus rentas con comodidad, que, aunque estaban pobres y el monasterio por edificar, pagarían el importe de la venta hecha a la villa de Cangas, según los libros de razón, etcétera. Notificada esta petición al Ayuntamiento de Cangas en 14 de enero de 1601, es curiosa la contestación que dio el mismo día, y siguiente; dice así: «Diego García de Sierra, Regidor y Depositario general, fue de opinión que debería recibirse los maravedises que se habían dado por los cotos, en atención a la pobreza de la tierra y a grandes pestes y hambres que hubiera en ella desde el tiempo que se comprara; entonces existían más de cuatro mil vecinos y en aquella fecha no había mil quinientos. Gonzalo Rodríguez el Prieto, Juez ordinario por el estado de hijosdalgo, Gonzalo de Coque, Marcos de Uría, Francisco de Sierra de Pambley, Suero de Llano y Pero Suárez de Osorio dijeron que Diego García Sierra era interesado, como Depositario general de la villa, por pensar que el dinero se había de poner en su poder, y que lo tenía muchos años, y se aprovecharía de él, y los frailes les hicieron dos o tres foros por tenerlo propicio». Acordando oponerse a la petición del monasterio, dieron poder al capitán Suero Queipo de Llano el Mozo, alférez mayor de la villa de Cangas, y a Suero Queipo de Llano el Viejo, procurador general de la misma para salir a la defensa.

El capitán se traslado a Madrid para cumplir su comisión. Para conocer hasta qué punto había estado abatida la villa cuando las jurisdicciones vendidas eran del monasterio, copiaremos algunos párrafos del escrito que presentó al Consejo de Hacienda en 5 de febrero de 1604, dice así: «La villa de Cangas sin los cotos no tiene jurisdicción alguna sino en cuanto a las casas de ella, y en saliendo de ella es la jurisdicción de los dichos cotos; de lo cual en tiempo que la jurisdicción de ellos fue del dicho convento resultaron grandes daños e inconvenientes, porque ni la Justicia de la dicha villa podía salir de ella, y en saliendo tenía encuentros y diferencias con los frailes del dicho convento, ni los vecinos podían salir de sus casas con seguridad, porque con cualquier leve ocasión de enojo, cogiéndolos fraile en su jurisdicción, los molestaban mal, en tanto que en el dicho tiempo sucedió diversas veces que saliendo la Justicia de dicha villa, los frailes en los dichos cotos derribaron de los caballos a los Jueces, y los quitaban las varas, y los llevaban presos, y les quitaban muchos de los prisioneros que llevaban, trayéndolos de los otros términos de la jurisdicción de la villa; lo otro, porque sin la jurisdicción de los dichos cotos la dicha villa y vecinos de ella, estaban y estarían como prisioneros y cercados, por estar en la redondez de toda la dicha villa la jurisdicción de los dichos cotos, y semejante sujeción en la villa tan honrada y de tan honrados vecinos que es de lo mejor de todo el Principado de Asturias, en ninguno manera se debe permitir; lo otro, porque no puede obstar el decir que por no ser del convento la jurisdicción de los dichos cotos, no pueden cobrar con comodidad las rentas que tienen en ellos, porque es cierto que la Justicia realenga de la dicha villa les administra justicia principalmente que los jueces no son todos naturales de ella, y la Justicia principal de ella es el Teniente de Corregidor de Oviedo, nombrado por dicho Corregidor y Letrado, por el Consejo que de ordinario reside en la villa; y es mucho más puesto en razón que los dichos frailes cobren los que se les debe, pidiéndolo ante la Justicia realenga de S. M., que no ellos sean jueces de sus propias causas».

No consiguió el monasterio su pretensión y siguió ejerciendo las jurisdicción solo en la villa de Corias y sus términos.

Los documentos de donde tomamos estos ligeros apuntes, probablemente habrán desaparecido, porque como no expresaban bienes que desamortizar se mirarían con desprecio.

En febrero de 1860 el Gobierno concedió el ex-monasterio y posesión a los Padres Dominicos de la Orden de Predicadores, los que, con mano prodiga, atendieron a sus reparaciones, que ya era necesaria después de un abandono de 27 años; hoy se encuentra en el mejor estado.

Esos señores son queridos y respetados en la comarca por su ilustración y afabilidad con todo al mundo, que los capta las simpatías de cuantos los conocen, prestando importantes servicios, y dedicándose a la enseñanza. ¡Lo que va de tiempos a tiempos! Los que había antes de Felipe II, querían ser respetados por la fuerza de las riquezas; los de hoy, por la fuerza de la ciencia, la virtud y la modestia.

Tineo, julio de 1884
E. Carrizo.

Cronología de los abades de Corias

Artículo del profesor Antonio Floriano Cumbreño sobre los primeros abades del monasterio de Corias, publicado en Archivum. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, tomo VII, Oviedo, 1957.

Cronología de los abades de Corias, Oviedo 1957
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El paraíso del silencio (1919)

Crónica estival publicada en el  periódico La Correspondencia de España – Madrid, domingo 7 de septiembre de 1919


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EL PARAÍSO DEL SILENCIO

Camináis con nosotros por una angosta carretera, que envidiosa del río, arrebatóle parte de su cauce para hundirse también en el profundo tajo de la montaña, y desliza su blancura al margen de las aguas, que corren a nuestra vera y salpican con sus retozos las paredes de la enorme brecha. Arriba, de la faz de la meseta herida y a los bordes del abismo, cuelgan las enredaderas silvestres, repletas de campanillas de cobalto que fortalecen su colorido con la luz del Sol; y unos pajarillos de pechuga rojiza y cenicienta, como la roca viva del acantilado, revolotean a nuestro paso, asustados quizá por la presencia de estos huéspedes inesperados.

La mañana, que está espléndida, convida a la expansión campestre, y dilátase el espíritu por estos apacibles rincones de los valles asturianos, escondidos entre los pliegues de las sierras y de las colinas, y no turbada jamás su paz infinita por las luchas humanas, aunque sean épicas las locuras y trágicas las convulsiones. La tranquilidad reina en derredor nuestro. Apoyado en el pretil de un puente, con gesto de tristeza, implora caridad un pobre anciano de blanca melena y luenga barba. A su cuidado va un rebaño de ovejas, que al trepar por los peñascos agitan sus esquilas, y llega apenas a nosotros el tintín; porque al igual de los cantares de otros pastores mozos y lejanos, es rumor moribundo en aras de la distancia.

Pasan las horas con inusitada rapidez, como diluidas en la corriente, y bien pronto nos sorprende el monasterio de San Juan de Corias, con sus interminables filas de ventanas y balcones —tantos como días tiene el año, al decir de las gentes—; con su mole inmensa de mármol y granito, que pesa sobre un área de ocho mil metros cuadrados y da la sensación de una obra de leyenda, adornada con todos los más bellos ritos que haya podido forjar la tradición cristiana.

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Monasterio de San Juan Bautista de Corias (Cangas del Narcea), hacia 1919.

Ciertamente que no caben mayor exuberancia ni prodigalidad en las galas que acumuló la Naturaleza en torno del monumento. Las aguas potables de manantiales y de arroyos, que corren presurosas entre los árboles frutales y los bosques frondosos, y la situación incomparable del edificio, que se yergue en medio de un valle salpicado de viñas y caseríos, de praderías y arbolado, aúnan el más delicioso conjunto que puedan apetecer quienes sepan gozar de la vida del campo y aprecien esos encantos en toda su intensidad.

Chirría la puerta, mientras gira perezosamente sobre su goznes, y nos franquea el paso a los claustros, que están desiertos, pero bañados por torrentes de luz, que penetra también a chorros, como haces de oro y púrpura, por las filigranas de los ventanales para dibujar caprichosas siluetas en las paredes del fondo, donde se alinean las celdas, que aparentan dormir el augusto sueño sepulcral.

Un religioso de cara angulosa, y tan pálido como la blanca estameña de los hábitos que viste, pero afable y culto, nos guía por el laberinto de pasillos, y con palabra dulce, reposada, nos explica una lección de historia local, a la par que conocemos las dependencias del convento con todas las preciadas joyas que atesora.

Fue fundado el monasterio de San Juan de Corias a principios del siglo XI y a expensas de una cuantiosa fortuna legada con tal fin a los monjes benedictinos por los condes doña Aldonza y D. Piñolo de Ximénez, quienes después de perder a todos sus hijos y la esperanza de nuevas sucesiones, hicieron testamento por el año 1044, concediendo todas sus dilatadas heredades y haciendas desde el río Duero hasta el mar Océano, y desde el río Eo hasta el Deva, para que después de la muerte de ambos se llevase a cabo su deseo.

En 1763 un incendio destruyó toda la antigua abadía, y entonces se pensó en levantar el monumental monasterio que hoy contemplamos y que habitan los frailes dominicos. Comenzadas las obras algunos años más tarde por el abad fray Isidoro Estébanez, continuaron sin interrupción hasta el 1809, que se llevaron á feliz término; largo plazo si se cuentan los meses y los años, pero no tan exagerado, si nuestra atención advierte con algún esmero el ímprobo trabajo que representa.

Hubo un día en que las risas infantiles gorjeaban por los claustros como trinos de pájaros. Decían mal con la austera tranquilidad del convento. Acaso por esto los frailes dejaron de educar gente extraña, y ya no moran en este recinto aquellos heraldos de la alegría, que en sus recreos y con su juvenil algazara inundaban de vida los patios, como si el Narcea, que lame de continuo los cimientos del coloso, desbordase sus pacíficas aguas para arrastrar todo lo arcaico y todo lo legendario, y traer en el seno de su corriente las piedras preciosas que cimentaron el orbe donde bulle todo ajetreo mundanal.

Pero en sus amplias galerías, en sus huertos poéticos, en todos sus lugares, tiene el monasterio de Corias la más inefable atracción, y desde este aislamiento, que lejos nos parecería cruel ostracismo, renegamos de la inexorabilidad de nuestro sino, porque muy fácilmente el vivido ideal de un delirio exquisito pretende naturalizarse en el imperio de la consciente realidad. En este paraíso del silencio los ruidos sociales no penetran y no turban su tranquilo bienestar; habla el alma a solas, consigo misma, y no topa otros testigos de su charla que aquellos sentimientos que procura añorar. Nuestra voz resuena en el abismo del ser, y en su místico letargo el espíritu siente nacer un mundo nuevo con imágenes e impresiones de coloración caprichosa, ajenas por completo a las plásticas concepciones del mundo real.

El monasterio de Corias, Escorial asturiano, alcázar de resignados, refugio de solitarios, es hoy paraíso de silencio en esta tierra de potentados, y cuando el quejumbroso tañido de sus campanas rasga los aires, parece estremecerse el espacio en todos los contornos, para salir de las entrañas del bosque legiones de duendes en mágico aquelarre, firmes jinetes en el indomable corcel de los tiempos y ansiosos de desandar la vida para brindarnos las desnudeces de añejas costumbres pésicas.

Todo es misterio. Los profanos visitantes nos sentimos contagiados de la frialdad de los muros, y se extravía nuestra imaginación en vagos soliloquios por la intrincada espesura del pasado, que revive al soplo de estas brisas monacales saturadas de mirra, de incienso, de laurel. Y desfilan ante nosotros las visiones, y recordamos los sueños de Arquíloco cuando dormía en la más elevada meseta de los Alpes y veíase adorado con rítmicas contorsiones por las hijas de Licambo, bajo la influencia de las nómadas…

Y pasa la tarde. Cuando salimos del convento cierra ya la noche. La luz del Sol desfallece en ámbares cloróticos, y en el terciopelo celeste tiemblan como florecillas de hielo las estrellas. Entre los crespones de las sombras se oculta ya el monasterio de Corias, pero todavía perdura en nuestro ánimo largo rato la impresión que os brindamos.

GIRALDO DE RAVIGNAC
Luarca y septiembre de 1919.


 

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Cangas del Narcea en el Museo Arqueológico de Asturias

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Recreación de mujer neardental en el Museo Arqueológico de Asturias

En marzo de 2011 se abrió al público el Museo Arqueológico de Asturias, en Oviedo, después de permanecer cerrado siete años. Se inauguró con una exposición permanente en la que se exponen ocho piezas procedentes del concejo de Cangas del Narcea. Lógicamente, en los almacenes del museo hay muchos más objetos de nuestro concejo, que son el resultado de hallazgos casuales y de dos excavaciones arqueológicas realizadas en el castro de Larón en 1978 y en el monasterio de Corias en los últimos años. De estas excavaciones proceden la mitad de las piezas expuestas. Vamos a enumerarlas, siguiendo un orden cronológico:

1

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Hacha de bronce encontrada en las inmediaciones del castro de Larón, 800 – 700 antes de Cristo.

Hacha de talón y anillas, aparecida en las inmediaciones del castro de Larón. Apareció, junto al fragmento de otra hacha, en los años sesenta del siglo XX, en el talud de la carretera de Degaña. El hacha es de bronce y conserva las rebabas y el muñón de fundición, lo que indica que nunca fue utilizada como instrumento. Es un tipo de hacha muy característico del Bronce Final Atlántico, que aparece entre los años 800 y 700 antes de Cristo, es decir hace unos dos mil ochocientos años. J. L. Maya y M. A. de Blas, “El castro de Larón (Cangas del Narcea, Asturias)”.

2

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Fíbula de bronce hallada en el castro de Larón, siglo II antes de Cristo.

Fíbula simétrica de bronce encontrada en 1978, en la excavación arqueológica del castro de Larón dirigida por José Luis Maya, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Miguel Ángel de Blas, de la Universidad de Oviedo. Una fíbula es un broche que se usaba para sujetar las prendas de vestir. La que apareció en el castro de Larón es un modelo que tiene su origen en la cultura de La Tene, y data del siglo II antes de Cristo. Existe una muy similar aparecida en el concejo de Tineo. Eran objetos muy valiosos, que se usaban durante varias generaciones. J. L. Maya y M. A. de Blas, “El castro de Larón (Cangas del Narcea, Asturias)”.

3

Depósito de monedas romanas aparecido en el pueblo de Bimeda. Se trata de 192 monedas de bronce del siglo IV que aparecieron hacia 1864 en las obras de desmonte para la construcción de la carretera La Espina-Ponferrada. De este hallazgo dio noticia Nicolás Suárez Cantón en La Ilustración Gallega y Asturiana (8 de julio de 1880). Según parece, el “tesoro” estaba formado por muchas más monedas. Las que han llegado al Museo Arqueológico de Asturias fueron acuñadas en Francia e Italia; las más antiguas pertenecen a la época del emperador Constantino I y las más recientes son del mandato del emperador Graciano. El hallazgo de esta clase de depósitos o “tesoros” es relativamente frecuente, por ejemplo, en el pueblo de Trones apareció uno en 1910 con más de mil monedas romanas, y su ocultación se realiza en momentos conflictivos en los que la gente esconde sus bienes. “El probable tesorillo de Bimeda (Cangas del Narcea)”.

4

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Lapida de Lucio Valerio Postumo, hallada en Arnosa, La Viliella.

Lápida sepulcral de Lucio Valerio Postumo. Este fue un romano que seguramente vino a nuestro concejo a trabajar en las explotaciones de oro que se llevaban a cabo en el valle del río Ibias, en la parroquia de Larón. La lápida apareció a fines del siglo XIX en el lugar de Arnosa, cerca del pueblo de La Viliella, y la encontró Felipe Rodríguez, de casa Felipón de este pueblo, que la colocó junto al portón de su casa. El 5 de diciembre de 1951, por iniciativa de Joaquín Manzanares, sus nietos la donaron al Museo Arqueológico de Asturias. En la lápida aparece la inscripción siguiente:

L · VALERIUS
POSTUMUS
VX · AN · L
H · S · EST
S · T · T · L

Que viene a ser: L. Valerius / Postumus / v(i)x(it) an(nos) L. / H(ic) s(itus) est. / S(it) t(ibi) t(erra) l(evis). La traducción al castellano es: “Lucio Valerio Postumo, vivió 50 años. Yace aquí. La tierra te sea ligera”.

5

Lápida de consagración o fundación de la iglesia de Santa María de Castanéu, del año 1166. Es una pizarra que estaba colocada en el muro norte de esta iglesia. Ingresó en el Museo Arqueológico de Asturias por iniciativa de Joaquín Manzanares y Manuel Jorge Aragoneses, el 6 de diciembre de 1951. La inscripción está escrita en latín, pero se ha borrado en su mayor parte, y solo se leen bien las tres primeras líneas, que traducidas dicen: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, fue consagrado este templo por el obispo Gonzalo, en la era MC CIIII …”. Don Gonzalo fue obispo de Oviedo entre 1162 y 1175.

6

Espuela o acicate de hierro, bronce y cuero de época medieval, encontrada en la excavación arqueológica del monasterio de Corias dirigida por Alejandro García y con la participación de Francisco F. Riestra. Es una de las espuelas que aparecieron en los enterramientos que había en el interior y en el exterior de la primera iglesia que tuvo el monasterio, que fue construida en el siglo XI y era de estilo románico. En esta iglesia y en su cementerio solo se enterraban los monjes y los nobles que habían hecho donaciones al monasterio. Con las espuelas puestas se enterraba a los caballeros, y eran un símbolo de nobleza y distinción. Datan de los siglos XII y XIII. En estas tumbas también aparecieron monedas, que se colocaban en la boca o entre las manos de los difuntos, y colmillos de jabalí, que los muertos llevaban colgados como signo de su valor en la caza de estos animales.

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Espuela o acicate de hierro y bronce de época medieval, encontrada en la excavación arqueológica del monasterio de Corias.

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Teja con representación de caballeros (Monasterio de San Juan Bautista, Corias, Cangas del Narcea)

Teja curva del monasterio de Corias de fines de la Edad Media. Tiene inciso el dibujo de dos caballeros armados con espada y lanza. Apareció en el tejado del monasterio y fue encontrada por “Biescas”, trabajador de la empresa que esta realizando la reforma del monasterio para convertirlo en Parador Nacional, que la entregó a los arqueólogos Alejandro García y Francisco F. Riestra.

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A continuación podéis descargaros una pequeña guía en formato pdf, realizada por la arqueóloga  Carmen Benéitez González, que os puede ayudar, si visitáis el museo, a localizar estas piezas en la exposición.

icon Cangas del Narcea en el Museo Arqueológico de Asturias (636.93 kB)

Cangas del Narcea en la tarjeta postal, 3. “Vistas del colegio de PP. Dominicos de Corias” (1930)

Estuche de la colección de postales: Vistas del Colegio de PP. Dominicos de Corias, 1930.

La última colección de tarjetas postales dedicada exclusivamente al concejo de Cangas del Narcea que se editó antes de la Guerra Civil, fue la que hicieron los Padres Dominicos del convento de Corias en 1930. Se títula «Vistas del Colegio de Padres Dominicos de Corias» y está formada por diez postales en las que aparecen las fotografías de varias dependencias e imágenes religiosas de este monasterio, que ocupaban los dominicos desde 1860. Las tarjetas fueron realizadas por la casa Huecograbado Mumbrú, de Barcelona, y se vendían dentro de un estuche. En el número 27 de la revista La Maniega, de agosto-septiembre de 1930, se publica una noticia sobre la edición de estas postales, en la que se dice que “son una maravilla; no se puede pedir mayor perfección”. Por esta noticia sabemos que se vendían “en la portería del convento al precio de una peseta”. La publicación de esta colección demuestra que en aquellas fechas el monasterio ya comenzaba a recibir turistas, que demandaban un recuerdo o “souvenir” de su visita.

Las tarjetas postales son las siguientes:

  1. PP. Dominicos. Corias. Vista del Colegio y río Narcea.
  2. Colegio de PP. Dominicos. Corias. Cangas del Narcea.
  3. PP. Dominicos. Corias. Interior del claustro.
  4. PP. Dominicos. Corias. Biblioteca.
  5. PP. Dominicos. Corias. Costado derecho y retablo de la Sacristía.
  6. PP. Dominicos. Corias. Moisés, serpiente de metal y hebreos mordidos por las serpientes en el desierto. Alto relieve
  7. PP. Dominicos. Corias. Tentación de San Benito abad. Alto relieve
  8. PP. Dominicos. Corias. El Señor bautizado por San Juan. Alto relieve
  9. PP. Dominicos. Corias. Claustro principal del Colegio.
  10. PP. Dominicos. Corias. Imagen del siglo XIII.

De estas imágenes hay dos que ya no podemos ver en la actualidad en Corias: la biblioteca y la talla de la Virgen con el Niño de la segunda mitad del siglo XIII. La primera, formada por los dominicos con libros procedentes de conventos desamortizados, fue trasladada al convento de San Esteban de Salamanca después de la venta del edificio al Gobierno del Principado de Asturias en 2002, y la bella imagen de estilo gótico, que habían traído los dominicos a Corias, se la llevaron en 1957 al convento de la Virgen del Camino, en León, cuando se trasladó allí la Escuela Apostólica.


Los Dominicos y Corias: de la nostalgia a la responsabilidad

Por Fr. Javier Carballo, O. P. – Prior Provincial Provincia de España

Colegiales del convento de RR. PP. Dominicos de Corias, hacia 1925.

Corias tiene, desde hace 150 años, un lugar preferente en la historia de los dominicos en España. Después de la exclaustración de los frailes en 1835, casi todos se temían lo peor: la completa desaparición de la Orden en España. Fueron años muy difíciles para los frailes exclaustrados, obligados a vivir “como pez fuera del agua”, sin comunidad, sin oración litúrgica, sin misión común, sin hábito ni convento. Por ello, el 11 de noviembre de 1860 se vivió el sueño que parecía imposible al fundarse el convento de dominicos de Corias con 7 frailes. Este sería el comienzo de la restauración de la Orden dominicana en España.

La Orden dominicana que llega a Corias se instala en el monasterio benedictino, pero no es una Orden monástica. Es una Orden de Predicadores, fundamentalmente urbana, que desde el siglo XIII había estado vinculada a las grandes universidades europeas; y además es una Orden itinerante: los frailes se dedican a la predicación en diversos lugares, acudiendo a donde es urgente el anuncio del Evangelio. Las raíces del fraile itinerante no están en un lugar sino en Dios mismo.

Los comienzos de la vida dominicana en Corias se viven con una gran ilusión para llevar a cabo la empresa de refundar los distintos conventos de la Orden en España y poder realizar la misión evangelizadora y educativa propia de los dominicos. Pero la presencia en Corias no es una mera estrategia para ir después a otros lugares socialmente más poblados y culturalmente más influyentes, olvidándose del lugar que nos acoge como casa materna. Cuando los primeros frailes se instalan en Corias comienzan en seguida su ministerio de predicación por la zona de Cangas y por Asturias en general, dentro de lo que las circunstancias políticas y sociales entonces permitían. A su vez, echa a andar la Escuela Apostólica para formar a los niños y jóvenes con inquietud vocacional, y así poder refundar la Orden en España, y para poder seguir enviando frailes a las misiones de América y de Asia. Desde el rincón del apartado Corias se vivía una fuerte preocupación misionera universal.

Hay tres rasgos de la Orden que se pueden apreciar con nitidez en la historia de los dominicos en Corias. El primero es el profundo respeto de la Orden por la historia. Todavía se conservan en el convento las imágenes de la época benedictina del monasterio y un pequeño museo que guardaba algunas obras de arte. Hay instituciones, religiosas o civiles, que cuando llegan a un sitio hacen “tabla rasa” del pasado, retiran todos los símbolos o, lo que es peor, los destruyen, y colocan en su lugar los símbolos identitarios propios. No es el modo de actuar de nuestra Orden, que a menudo ha tratado de preservar el valor de las culturas y tradiciones autóctonas. Y ello, en el fondo, por una razón teológica que es la clave de la espiritualidad dominicana: la historia es el lugar de la encarnación de Dios en el mundo.

Vista general del monasterio y del pueblo de Corias, hacia 1930.

El segundo rasgo se refleja en que cuando la Orden llega a un lugar no lo hace como una mera estrategia sino que se implica con sus habitantes y entorno, y desarrolla allí la misión que le es propia. Por ello, la misión educativa y catequética en Corias se dirige posteriormente a los adolescentes y jóvenes con el Instituto Laboral. Son muchos los asturianos que se han formado en él. Las celebraciones que vamos a tener han sido en buena medida impulsadas por los exalumnos que siguen mostrando su agradecimiento a la labor educativa, humana y cristiana, de los dominicos. Nos honra que muchos de los alumnos de nuestros centros, y muchos de los que han sido frailes y posteriormente lo han dejado, sigan siendo amigos nuestros, se sientan parte de la tradición dominicana y colaboren con nosotros.

El tercer rasgo es que la Orden no vive de los recuerdos del pasado sino que trata de seguir haciendo el camino de la historia. Por eso, constantemente reflexionamos en común y tomamos decisiones de modo democrático en nuestros capítulos, para actualizar nuestra misión de predicación a las circunstancias del presente y tratamos de proyectar el futuro con los “imponderables” de cada época. No avanzaría la tradición dominicana si no buscáramos permanentemente actualizar nuestra misión. Por eso, desde hace unos años los frailes de la comunidad de Corias, además de atender pastoralmente la iglesia conventual de San Juan Bautista, también alientan y acompañan a algunas parroquias rurales, que gracias al servicio de los frailes pueden seguir celebrando la Eucaristía y recibiendo ayuda pastoral. Es una labor que no se ve, ni tiene mucha incidencia pública, pero es expresión clara de nuestro deseo de llevar el Evangelio por los caminos que en cada momento se nos abren.

No queremos hacer memoria envueltos en la nostalgia o en el triunfalismo. Queremos hacer memoria en sentido bíblico y evangélico. Lo que significa, ante todo, dar gracias a Dios por los frailes que hace 150 años fundaron el convento dominicano y trabajaron duro en medio de muchas dificultades; y darle gracias por todos y cada uno de los dominicos que en este convento han trabajado, orado, convivido y predicado. Lo que aquellos primeros frailes sembraron con sudor ha dado muchos frutos. Sólo en Asturias se pudieron fundar después las presencias dominicanas en Oviedo y La Felguera, que ejercen su misión hasta el día de hoy. También dar gracias a Dios, junto a todos vosotros, porque la labor educativa ha sido valiosa y positiva para muchas personas. A través de ella, el amor de Dios ha llegado al corazón de muchos y ha dado frutos de buenas obras. También hacemos memoria reconociendo que no hemos sido perfectos, que en muchas ocasiones nos habremos equivocado, y que necesitamos el perdón de Dios y el perdón de los demás. Para los que vivimos en la esperanza cristiana, ninguna realización humana histórica coincide plenamente con el Reino de Dios al que aspiramos. Por último, hacer memoria es actualizar en el presente todo el caudal de valores de la tradición dominicana que hemos heredado. Esta conmemoración, aunque nos permitamos algo de nostalgia, quiere ser, sobre todo, impulso para la responsabilidad en las labores educativas que cada uno tenemos. También para que los miembros de la amplia Familia Dominicana –de la que, por supuesto, formáis parte los amigos y exalumnos con vuestras familias- renovemos el espíritu para continuar el estilo dominicano de la predicación del Evangelio.

El libro del centenario de la llegada de los dominicos a Corias, 1860 – 1960

Cubierta de la iglesia del monasterio de Corias donde se ve la vieja linterna de madera, que será sustituida en 1960.

El próximo sábado, día 13 de noviembre de 2010, por la tarde, se va a celebrar el 150 aniversario de la llegada de los dominicos al monasterio de San Juan Bautista de Corias. Será una conmemoración sencilla que consistirá en una misa en Corias, unas conferencias en el Teatro Toreno y una cena. Hace cincuenta años, en 1960, también se celebró el primer centenario de la venida de los dominicos a Corias.

Comida de alumnos del Instituto Laboral de Corias durante una excursión, hacia 1962.

Fue una fiesta más celebrada que la que vamos a llevar a cabo este año, pues duró varios días y en ella participaron muchos dominicos, autoridades regionales y nacionales (en esos años visitó el convento Carmen Polo, la mujer del Jefe del Estado) y cientos de alumnos que en aquel tiempo estudiaban allí. Con ese motivo se publicó en 1961 un interesante libro, que lleva el título de Corias Centenario, 1860-1960, que a partir de ahora podrá consultarse en nuestra Biblioteca Digital. En esta publicación se recoge mucha información sobre la historia de los dominicos en Corias y también sobre sus antecesores: los monjes benedictinos.

Estudiantes y dominicos del convento de Corias, en Corias (Cangas del Narcea), 1943.

Vamos a comentar brevemente algunos de los contenidos del libro. En él puede leerse (páginas 52 a 55) un relato con todos los pormenores sobre la llegada de los dominicos a Corias en 1860, escrito por Fr. José María Larroca,

Obreros en los trabajos de reconstrucción de la cúpula de la iglesia del monasterio de Corias, 1960.

que fue uno de los primeros en ocupar el monasterio en aquel año, y un relato (páginas 41 a 49) de los actos conmemorativos del 50 aniversario que se celebraron en 1910, escrito por Fr. Antonio Martínez, en el que se glosa la vida de los siete frailes dominicos que fundaron en 1860 el convento de Corias, encabezados por Fr. Antonio Orge (1811-1867) y el citado padre Larroca (1813-1891), que fue el primer rector y que llegaría a ser General de la Orden en Roma. Otro artículo muy interesante del libro es el que escribe Fr. Alberto Colunga (1879-1962), dominico natural de Noreña que hizo el noviciado en Corias entre 1895 y 1900 y que era una autoridad en la Orden, que narra la vida del convento en sus años de estudio. Ocupa las páginas 101 a 108.

Vista del monasterio de Corias con la nueva linterna situada sobre la cúpula, 1960.

Alumnos del Instituto Laboral de los Dominicos de Corias comiendo durante una excursión, hacia 1960.

El convento de Corias es muy importante para la Orden Dominica, porque fue el primero que se fundó en España después de la exclaustración de 1835. En los primeros años, salieron de Corias algunos religiosos para Filipinas y otros para fundar el convento de Padrón (La Coruña) en 1877 y el de Caldas de Besaya (Cantabria) en 1897. Y estos tres conventos fueron la base para la Restauración de la Provincia Dominicana de España.

En el libro hay, asimismo,

Claustro nevado del convento de Corias hacia 1960.

una relación de los abades benedictinos

Cuatro dominicos del convento de Corias, hacia 1960.

del monasterio de Corias, desde el siglo XI a 1835, con una enumeración de fechas y acontecimientos memorables, y también de los rectores dominicos, de 1860 a 1960.

Por último, el libro se completa con el relato pormenorizado de todos los actos que se llevaron a cabo en noviembre de 1960 para celebrar el siglo de la presencia dominica en Corias. El alma de esta fiesta fue Fr. Jesús Martín Sánchez, rector en aquellas fechas del convento. Los actos duraron cuatro días, del 11 al 14 de noviembre, y su relato está entre las páginas 87 y 99.

Dominicos de Corias en el claustro del convento, delante de la araucaria, hacia 1962.

Fray Jesús Martín, rector de Corias (primero por la derecha), guía la visita de Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado, y su comitiva al convento de Corias, hacia 1960.

En 1960 el convento era Instituto Laboral desde hacia tres años. En 1957, la Escuela Apostólica, donde estudiaban el noviciado los dominicos, se trasladó a la Virgen del Camino de León. El Instituto, según se lee en el texto, respondía a “un nuevo apostolado exigido por una viva necesidad: elevar el nivel de toda la región, sobre todo de las clases humildes”. Desde esta fecha y hasta su cierre en 1981 el número de niños y jóvenes que pasaron por aquí fue enorme. Con este cambio de uso, el edificio tuvo que someterse a una reforma arquitectónica en los años 1959 y 1960, que dirigió el arquitecto José Gómez del Collado (Cangas del Narcea, 1910-1995).

Actuación musical de alumnos de Corias en el salón de actos del colegio, curso 1959-60.

La reforma incluyó edificaciones nuevas (como la ampliación del comedor) y la restauración de la iglesia, cuya cúpula se desmontó y reconstruyó íntegramente, añadiéndole una linterna nueva. En el libro se publican numerosas fotografías de todos estos trabajos. Al mismo Gómez del Collado se debió “la iniciativa y la realización” del libro que comentamos.

icon Corias Centenario, 1860-1960 (23.51 MB)

Breve semblanza de Enrique Cañal Gómez (1867-1936)

Beato P. Enrique Cañal Gómez

Mártir de la persecución religiosa en España entre 1934 y 1937. Beatificado junto con otros 497 mártires el 28 de octubre de 2007 en Roma.

Nacido en Corias, Cangas del Narcea (Asturias) el 20 de marzo de 1869, bautizado el 21; se relacionó desde niño con el convento dominicano de su pueblo natal, en cuya escuela apostólica ingresó; profesó el 30 de septiembre de 1885 y continuó el estudio de la filosofía; en 1889 pasó a cursar en Las Caldas de Besaya, y allí lo ordenó sacerdote el Siervo de Dios José Cueto, O.P. en 1891. En 1896 pasó a Santillana del Mar como capellán de las monjas dominicas hasta 1909, si bien en 1905 volvió a residir en Las Caldas de Besaya, donde fue director de la escuela apostólica y subprior, haciendo las veces de prior durante el año 1906; en opinión de cuantos le trataron era un verdadero santo; en 1909 lo destinaron al colegio de Segovia y fue también capellán de las monjas dominicas, profesor y presidente de la comunidad, desde octubre de 1910. En 1911 lo enviaron a San Pablo de Valladolid, donde tuvo los cargos de subprior y maestro de hermanos cooperadores, así como confesor ordinario de las dominicas del convento de Porta Coeli; no le faltaron sufrimientos en el desempeño de esta última misión, pero salió, al fin, prestigiado al comprobarse su inocencia. Trasladado al convento del Olivar, Madrid, donde realizó una labor extraordinaria desde 1915 a 1928, en que fue enviado a Las Caldas de Besaya como director espiritual de la escuela apostólica; en este último convento, como director de la mencionada escuela, maestro de hermanos cooperadores y como fraile fue el gran modelo para todos y en todo.

Iniciada ya la persecución religiosa dirigió los ejercicios espirituales a la comunidad. Fue apresado con sus

Corias, calle Padre Dominico Enrique Cañal Gómez.

hermanos religiosos en la tarde del 22 de diciembre de 1936 y con ellos estuvo unas horas en la checa Neila de Santander, mostrándose como amparo y tutor de los más jóvenes. Con sus hermanos de comunidad fue arrojado al mar, con los brazos fuertemente atados al cuerpo y un peso voluminoso adherido, en la bahía de Santander en la noche del 22 al 23 de diciembre de 1936.

A iniciativa de los vecinos de Corias, quienes reunieron firmas populares para trasladar al Ayuntamiento su petición, el Pleno Municipal de Cangas del Narcea aprobó por unanimidad cambiar el nombre de la calle donde nació este Padre Dominico beatificado hace ahora 3 años por el Papa Benedicto XVI. La Calle de Abajo, situada en el Barrio Palomar de Abajo, pasa a llamarse Calle Padre Dominico Enrique Cañal Gómez.

Restauración y destrucción del monasterio de Corias

Casetón de aluminio junto a la chimenea del siglo XVIII. Foto A. Fanjul

Hace ya tiempo que en el occidente asturiano corren diversos rumores críticos con el impacto de algunas de las obras que se están realizando en nuestro pequeño «escorial» del Narcea. Los precedentes de errores en una política de restauraciones salvajes sobre nuestro patrimonio histórico, como el de la iglesia de Abamia, nos hacían pensar inocentemente que habría un cierto cambio en las políticas de actuación en nuestro patrimonio histórico, aunque nuestra reciente visita al monasterio de Corias nos ha mostrado lo equivocados que estábamos.

Para empezar, y con un impacto visual de varios kilómetros, nos encontramos unos casetones de aluminio y bufardas de gran desarrollo junto a nada menos que la chimenea del siglo XVIII del monasterio, todo ello dentro de un sorprendente cambio de volumetría de un monumento declarado Bien de Interés Cultural.

Desde los laterales vemos como se ha eliminado el claustro sur, conocido como claustro de los novicios, dejando sin luz natural una de las sacristías y refrectorio monacal más importante de Asturias por su volumen.

A la destrucción de las monumentales cocinas neoclásicas, cuyos restos hemos podido observar en trozos, tirados en el suelo del claustro oeste, le sigue la eliminación de muros históricos del monasterio, en paralelo a una falta de restauración de los bienes muebles, que también hemos podido observar en un estado infame en el interior del edificio, ya sean esculturas religiosas, o los restos de la interesante colección de ciencias naturales del antiguo colegio, cuyos animales disecados descansaban hace un tiempo en un sótano inundado con un palmo de agua.

Restos de la iglesia románica del monasterio de Corias del siglo XI, en cuyo interior se han cimentado grandes pilares de hormigón.

En otro orden de cosas, es criticable la construcción de grandes pilares de cemento en el interior de las ruinas de la iglesia románica que se está descubriendo, alguno de los cuales parte nada menos que del interior del ábside de la propia iglesia. Y todo ello sin que la excavación de la iglesia hubiese finalizado, a lo que debemos sumar la rapidez con la que se ha vaciado el entorno de la antigua iglesia, donde se hallaba el cementerio medieval.

En definitiva, la política de restauración de estilo, mucho más cara por cierto, debe ser discutida ante la identidad de la arquitectura histórica, tanto como atractivo turístico para el visitante como por su atractivo sentimental para los vecinos de Cangas.

Restos de la cabecera con tres ábsides de la iglesia románica del monasterio de Corias del siglo XI

Por poner un ejemplo, hace unos años los arqueólogos descubrían un bonito suelo de cantos del siglo XVIII en la parte trasera de las cuadras del monasterio, que apenas requería una limpieza, para servir como suelo. En vez de eso se optó por tapar ese excepcional suelo original por un enlosado sin carácter, mucho más costoso.

Estas dudas respecto a lo que consideramos un brutal impacto sobre el patrimonio histórico del monasterio de Corias exigen una reconsideración de este tipo de políticas por parte de la institución que se supone debería de ser la encargada de protegerlo, como es la Consejería de Cultura del Principado, así como una futura investigación sobre la desaparición de algunos de los elementos históricos que hemos citado.

Por ALFONSO FANJUL PERAZA – ARQUEÓLOGO-
ASESOR DE PATRIMONIO HISTÓRICO DEL PARTIDO POPULAR EN ASTURIAS

La Nueva España 20/10/2010

Cangas del Narcea en la obra «Asturias», 1897-1901

Barrio y puente de Ambasaguas o Entrambasaguas, en la desembocadura del río Luiña con el Narcea, en Cangas del Narcea, 1897

En la Biblioteca digital del Tous pa Tous pueden consultarse las tres monografías relacionadas con el concejo de Cangas del Narcea que se publicaron entre 1897 y 1901 en la obra Asturias: Su historia y monumentos. Bellezas y recuerdos. Costumbres y tradiciones. El bable. Asturianos ilustres. Agricultura e industria. Estadística. Los promotores y directores de esta obra fueron Octavio Bellmunt, médico y dueño de una empresa de artes gráficas en Gijón, y Fermín Canella, profesor, rector de la Universidad de Oviedo y prestigioso estudioso de Asturias. Los dos se juntaron para llevar a cabo esta «aventura editorial», como la definió Francisco Crabiffosse, en el que participaron muchas personalidades y que «fue la más importante empresa editorial llevada a cabo en la región hasta aquel momento». La obra incluía muchas fotografías y sobre todo unas láminas de gran calidad, realizadas con una técnica de reproducción nueva en aquella época: la fototipia. Asturias se publicaba por entregas, que comenzaron a salir a la calle en diciembre de 1894 y terminaron en 1901. La obra completa son tres voluminosos tomos.

Dibujo de unas castañuelas de Cangas del Narcea enviado por Ambrosio Rodríguez para ilustrar la obra

En lo que respecta a Cangas del Narcea, colaboraron Faustino Meléndez de Arvás, que escribió la monografía dedicada al concejo de Cangas; Fray Justo Cuervo Arango que hizo la del monasterio de San Juan Bautista de Corias y José Rodríguez Riesco que redactó la del concejo de Leitariegos, que hasta 1931 fue independiente del de Cangas del Narcea. Estas tres monografías son las que se han incorporada a nuestra Biblioteca digital.

Otro colaborador cangués de esta obra fue el médico Ambrosio Rodríguez Rodríguez (1852-1927), natural de La Torre, Sorrodiles, parroquia de Cibea, que en aquellos años residía en Gijón. Ambrosio Rodríguez aportó fotografías de campesinos asturianos, y dibujos de castañuelas y madreñas del concejo de Cangas del Narcea, que aparecieron publicados en un capítulo firmado por Bellmunt y Canella sobre “Usos y costumbres asturianas”. En este mismo capítulo aparece una lámina en la que se reproduce el cuadro de Luis Álvarez Catalá: “Una boda de aldea”, que representa un cortejo nupcial en el pueblo de Monesteriu d’Ermu a fines del siglo XIX.


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Al Padre Jaime

Todos los que hemos pasado por el Convento de Corias recordamos al único Padre Dominico que después de más de cincuenta años aún sigue viviendo entre sus muros. Me estoy refiriendo al Padre Jaime. Como podemos ver por el documento que aporto, era uno de los pocos frailes que allá por el año 1957 reabrieron las puertas del Convento para iniciar su andadura como Instituto Laboral. Aún hoy podemos verle todos los días por Cangas, ya que diariamente dice misa en el Convento de las Dominicas.

Desde aquí quiero enviarle un abrazo y mi agradecimiento por su labor a lo largo de tantos años.

Fdo.: José Antonio Ramos García
Fuengirola, 9 de septiembre de 2009