Enrique Tejón gana el II Concurso de Microrrelatos de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Asturias
Enrique Tejón Fernández nació en Cangas del Narcea en 1959 y estudió el bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de La Vega; en la actualidad vive en Oviedo, donde trabaja como funcionario judicial en el Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Tejón ha ganado con el microrrelato “Un lugar”, el II Concurso de Microrrelatos “Ciudad de Oviedo” que organiza la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Asturias “Un puñado de letras”.
Los microrrelatos son breves narraciones, cuya extensión no pueden sobrepasar las 150 palabras. El fallo del jurado se hizo público el pasado 7 de abril de 2011 en Oviedo.
Tejón es un gran aficionado a la literatura y la escritura creativa; participa con asiduidad en clubes de lectura y talleres de escritura organizados por las bibliotecas públicas de Oviedo, y dirige en la Biblioteca de Ciudad Naranco el Taller de Lectura Dramatizada. Para conocer mejor a Enrique Tejón puede leerse una entrevista que aparece en el blog Amigos Escritores y Lectores 2011,
Algunos de sus últimos relatos son los siguientes:
- LAS LÍNEAS INTERMEDIAS
- EL FARO
- GALOPE A DOS PATAS
- GANZÚA DE JUDO
- LA MIRADA DE UNA PERCHA
- Homenaje a Machado: LA ABEJA VELERA
UN LUGAR de Enrique Tejón
Una lápida semienterrada dice que cuando el tiempo empezó a transcurrir, el pueblo ya era viejo. Las paredes, casi cubiertas por la tierra, son testigos de ello; sucias y distantes; ajadas y silenciosas; llenas de susurrante soledad. Ninguno de sus habitantes lo abandonó jamás. Durante mucho tiempo, un carromato sin conductor, tirado por un viejo caballo, atravesaba sus calles muy despacio y, sin detenerse, se perdía en el desierto. La última vez que lo vieron pasar traía un pasajero que no se apeó. El caballo iba desbocado y cruzaron el pueblo a toda velocidad. Poco tiempo después, empezó a morirse el único árbol, y luego, se secó la fuente que ofrecía un hilo de agua. Las sombras ocuparon el lugar de los habitantes; los sonidos se los apropió el viento. En el cementerio brillan tristes los huesos del caballo y gira una rueda del desvencijado carromato.
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