Cangas del Narcea, 1974. Tarjeta postal de Ediciones Arribas titulada ‘la pasarela’ con el puente colgante recién construido ya que fue inaugurado en 1973
Cuando abro el correo electrónico me es grato encontrar uno que me enlaza con la Web del Tous pa Tous, generalmente contiene información sobre los aspectos más variados del concejo de Cangas del Narcea. Hace días me sorprendió uno de opinión titulado “Cronista accidental” criticando la elección de la pasarela colgante como una de las imágenes de la villa.
¿Qué entendemos por la “imagen” de una villa? Al menos algo que la identifica y la diferencia de otras villas, que es fácil de reconocer y de recordar y que guarda relación con su pasado, su presente o los proyectos de futuro. A este concepto de “imagen” se pueden ajustar una vista general, una parcial, un elemento singular o uno repetitivo. Sin duda incluso hasta un pequeño pueblo puede tener varias imágenes que lo identifiquen, sin que unas excluyan a otras.
¿Qué criterios podemos seguir para calificar a un elemento como “imagen de un lugar”? ¿Puede la antigüedad ser un criterio fiable? Ya que partimos de un elemento singular, tomemos algunos ejemplos reconocidos e incluso algunos de ellos polémicos en cuanto a su estética: la Torre Eiffel, 1889; Puente de la Torre de Londres, 1894; la Casa de la Ópera de Sidney, inaugurada en 1973; el Elogio al Horizonte, Gijón, 1989; el Museo Guggenheim en Bilbao, 1997; las Torres Kio o Puerta de Europa en Madrid, 1996; el Ojo de Londres o Noria del Milenium, 1999. Muchas generaciones vivieron en estas ciudades sin conocer estos edificios o esculturas y sin embargo a día de hoy cuando las vemos identificamos enseguida la ciudad donde se asientan.
¿Podemos tomar como criterio la identidad, es decir su diferenciación respecto a otros del mismo tipo, la facilidad de reconocimiento y recuerdo y/o la relación con la historia y con la gente del lugar?
La pasarela colgante de Cangas, nos guste o no, tiene identidad porque es una obra original, única, sustentada en una idea previa de José Gómez del Collado, quien lo ideó pensando en dos hombres grandes situados uno en la plaza de la Oliva y otro en El Fuejo, de espaldas, con dos largas cuerdas sujetas con sus manos y tensadas en sus hombros; de esas cuerdas cuelga la pasarela, los hombres soportarán mayor o menor peso y así se inclinarán menos o más por la tensión.
Su forma es fácil de reconocer, de recordar y desde su construcción se reproduce en postales y fotografías. El puente con la Basílica de Santa María Magdalena al fondo aparece en cuanto buscamos en cualquier medio fotos sobre Cangas, y pocos visitantes se escapan a la tentación de fotografiarse en él.
La pasarela colgante responde a un momento histórico de crecimiento demográfico en Cangas del Narcea, acompañado de una necesidad de habitación para muchas familias; todo un barrio dispuso de un acceso peatonal al centro de la villa con todas las implicaciones que ello conlleva.
Contribuye al magnífico muestrario de puentes que existen en Cangas del Narcea, uno de los valores patrimoniales de la villa. Los puentes unen y, excepto cuando los poderosos establecen peaje o pontazgo, ganan en popularidad a otros edificios que materializan el poder de unos pocos sobre otros.
Respecto a la profesión de “cronista accidental”, personalmente prefiero “cronista del suroccidente”; no puedo olvidar mi frustración al investigar en las hemerotecas sobre épocas no muy lejanas y no encontrar nada sobre Cangas del Narcea, como si no existiese. Estos cronistas son leídos desde muy lejos por esos “cangueses por el mundo” (eufemismo de emigrantes), por los que vivimos en Cangas y serán fuente histórica en el futuro. La crítica constructiva siempre es buena y necesaria, tanto como el reconocimiento de una buena labor. En el caso concreto del artículo sobre el puente colgante es muy relevante la entrevista a Orlando Vecino, una persona que hace algo más de cuarenta años trabajó a pie de obra en la construcción del puente, todo un testimonio.
Espero que esta pasarela, casi transparente desde lejos y con una potente geometría vista de cerca, siga siendo tan fotografiada, tan visitada por los turistas y tan útil para los transeúntes por muchos años, a pesar de las dificultades de mantenimiento. Y que nuestros cronistas lo cuenten.
Mercedes Pérez Rodríguez
Cangas del Narcea, 12 de marzo de 2013