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MIRAVAL.LES / MIRAVALLES (Parroquia de San Xulianu / San Juliano de Arbas) – Casa Uría o Palacio de Miraval.les

MIRAVAL.LES / MIRAVALLES

(Parroquia de San Xulianu / San Juliano de Arbas)

Casa Uría o Palacio de Miraval.les.

Escudo con las armas de 1. San Miguel (aparece el arcángel con unas grandes alas y un árbol); 2. Rescuro o Rioscuro (castillo sobre rocas y un hombre que ataca a un monstruo que sale del agua); 3. Carballo (un árbol con copa y raíces, y una mujer que intenta torcer una rama. Esta imagen alude al lema de los Carballo: “La virtud me hará torcer, que por fuerza no tengáis temor que tuerza”), y 4. Queipo de Llano (tres flores de lis y tres fajas, bordeadas por piñas). Las tres primeras armas aparecen en un enterramiento del siglo XVI en la iglesia parroquial de San Xulianu, y se repiten en los escudos de Murias de Paronche y de la casa de Suárez-Cantón (que en el siglo XIX era conocida como Casa de Miravalles o Casa de Uría) en la calle Mayor de la villa de Cangas del Narcea.

En el siglo XVII el propietarios de esta Casa de Miraval.les era Francisco Coque de Llano, casado con Margarita Queipo de Llano, de la Casa de los Queipo de Llano de San Pedru d’Arbas. A finales del siglo XVIII, era de su descendiente María Sierra Pambley y Coque, señora también de la Casa de Pambley, casada con Nicolás del Riego Núñez, de Tuña. En el siglo XIX pasó a la primogénita de este matrimonio: María Josefa del Riego Núñez y Sierra Pambley, que se casó con José de Uría Álvarez-Terrero, de la Casa de Uría de Santolaya. El heredero de estos fue su hijo José Francisco Uría del Riego (1819-1862), el reconocido Director de Obras Públicas que da nombre a varias calles de ciudades y villas asturianas, que al fallecer soltero dejó esta casa a su hermano Rafael (1820-1901). Este último vendió la Casa de Miraval.les con todas sus propiedades en 1874.

FONTANIEL.LA (Parroquia de San Pedru Culiema / San Pedro de Coliema) – Casa del Palacio

FONTANIEL.LA / FONTANIELLA

(Parroquia de San Pedru Culiema / San Pedro de Coliema)

Casa del Palacio.

Escudo partido. A la izquierda están las armas de los Caballero y Riego (un castillo de donde sale un león y tres conchas) con el lema siguiente escrito alrededor: “Conchas y castillo con el león prisionero, armas son de Caballero y Riego”, y a la derecha, las armas de los Flórez de Sierra (una doncella con una corona, que sostiene delante de su pecho un escudo con cinco flores de lis) y alrededor el lema: “Flórez de Sierra blasón barco, hombre, castillo y llamas ¿sea ov? a este tronco y ramas le viene esto y por varón”). En estas armas de los Flórez de Sierra hay que resaltar que solo se representan las de los Flórez, mientras que las de los Sierra aparecen en el lema: barco, hombre, castillo y llamas, atributos que podemos ver en los escudos de los palacios de los Sierra de Llamas del Mouro y Jarceley.

En 1787 el propietario de esta casa de Fontaniel.la era Joaquín Caballero, “hijosdalgo notorio de solar conocido y armas pintar”.

ARDALÍ / ARDALIZ (Parroquia de Llumés / Limés) – Palacio de Ardalí / Ardaliz

ARDALÍ / ARDALIZ

(Parroquia de Llumés / Limés)

Palacio de Ardalí / Ardaliz.

Escudo en forma de corazón con las armas de los Queipo de Llano: tres flores de lis y tres fajas, bordeadas por piñas (en otros escudos de este linaje se emplean racimos de uvas), y una cruz de la Orden de Santiago (de la que solo asoman el extremo superior y los laterales, el inferior esta roto) a la que pertenecieron varios miembros de esta casa desde 1639. Este escudo se labró a fines del siglo XVII.

La casa de los Queipo de Ardaliz la fundó hacia el año 1600 Diego García de Tineo y Llano, nacido en Cangas del Narcea alrededor de 1570, hijo de Juan Queipo de Llano “el Mozo” y Catalina de Valdés, natural de Salas, y sobrina de Fernando de Valdés, arzobispo de Sevilla, Inquisidor General, presidente del Consejo de Castilla durante el reinado de Felipe II y fundador de la Universidad de Oviedo. Este fundador de la casa de Ardaliz era hermano de Fernando de Valdés y Llano, arzobispo de Granada, presidente del Consejo de Castilla en el reinado de Felipe IV y fundador de la iglesia colegiata de Cangas del Narcea, y tío del primer conde de Toreno, Álvaro Queipo de Llano. Fue una época en la que este linaje de los Queipo tuvo mucho poder y riqueza.

Diego García de Tineo y Llano se casó con Teresa Pérez de Navia y en 1635 crearon un vínculo con la casa y propiedades de Ardaliz. El heredero de esta posesión fue su primogénito Rodrigo Queipo de Llano y Valdés, que en 1639 ingresó como caballero en la Orden de Santiago. Los miembros de esta casa se unirán con familias poderosas. De este modo, Diego Queipo de Llano y Valcárcel, nacido en 1650 en Ardaliz, se casó con María Teresa de Llano y Queipo, de la casa de Santa Olaya de Cueras. Su hijo Miguel Queipo de Llano se casó con Catalina Teresa Bernaldo de Quirós, nacida en Mieres en 1673 e hija del primer marqués de Camposagrado, y en segundas nupcias, en 1711, con su parienta Melchora Queipo de Llano, hija del segundo conde de Toreno. A pesar de estos dos matrimonios murió sin descendencia. Pasó la casa de Ardaliz a María Teresa Queipo de Llano Valcárcel y Cangas, que se casó con Pedro Velarde Calderón (1699-1781), nacido en Santillana del Mar (Cantabria). Estos construyeron en 1765 un gran palacio en Oviedo en la calle Santa Ana, obra del arquitecto Manuel Reguera González, que en la actualidad es sede del Museo de Bellas Artes de Asturias. El siguiente poseedor de la casa fue su hijo Joaquín Velarde Queipo de Llano, nacido en Cangas del Narcea en 1732 y coronel de Milicias del Regimiento Provincial de Oviedo, que se casó con María Manuela Navia-Bolaño. Su primogénito será el primer conde de Nava, a quien pasan todas las propiedades que tenían en Ardaliz y Cangas.


PAMBLEY (Parroquia de Xarcelei / Jarceley) – Casa de Pambley

PAMBLEY

(Parroquia de Xarcelei / Jarceley)

Casa de Pambley.

Escudo con las armas de los Pambley: un castillo al que ascienden por una rampa una cerda y dos lechones; un hombre con lanza en la mano derecha y una antorcha en la izquierda; un árbol y dos flores de lis. Alrededor aparece la inscripción: “Estas armas con su grei son de la casa de Pamblei”. Según Faustino Meléndez de Arbas el motivo de estas armas es “porque uno de esta casa fue el que primero entró en Astorga por un agujero de la cerca, por donde vio salir a esta lechona”. Otro lema que se les atribuye es: “Esta casa y pino alvar y esta cerda con su grey son las armas y el solar de la casa de Pambley” (“Cangas de Tineo”, en Asturias, Gijón, 1897). Las armas de los Pambley aparecen en muchos escudos del concejo de Cangas del Narcea.

En 1787 la “dueña y poseedora” de la Casa de Pambley era María de Sierra y Pambley, casada con Nicolás del Riego Núñez, natural de Tuña y tío del famoso general Rafael del Riego.

POUSADA / POSADA DE RENGOS – Casa Ruscón y Casa Treito (actualmente, casa rural L’Artesana)

POUSADA / POSADA DE RENGOS

Casa Ruscón.

Escudo con las armas de los Queipo de Llano, en concreto de la casa del conde de Toreno como manifiesta la corona que lleva. Tiene una cruz de la Orden de Santiago, de la que asoman su parte superior y los extremos de los brazos, y está bordeado por racimos de uvas y hojas de vid. Este escudo data de mediados del siglo XVIII, y llama la atención por la calidad de su labra y las figuras que lo acompañan (estandartes, mascarones, cañones, rocallas), que pertenecen al estilo escultórico más característico del rococó. Probablemente es obra del escultor barroco José Bernardo de la Meana (Oviedo, 1715-1790), que hizo el retablo de la iglesia del convento de las monjas Dominicas de la villa de Cangas del Narcea y al que se le atribuye también el de la iglesia de Ambasaguas.

En 1787 vivía en Pousada de Rengos Vicente Antonio Queipo de Llano, nacido en Cangas del Narcea en 1738, hijo del cuarto conde de Toreno, Fernando Queipo de Llano, y hermano del quinto conde, Joaquín José Queipo de Llano. Fue el único hermano varón que tuvo este quinto conde de Toreno.

 

Casa Treito (actualmente, casa rural L’Artesana).

Escudo con las armas de los González (cruz floreada, cuatro flores en las esquinas y bordeado de aspas).

En 1797 el propietario de estas armas era Pedro González Valledor, “hijosdalgo notorio principal”. Tenía dos hijos “ausentes”. En 1808 está familia ya no residía en Pousada de Rengos.

PARRONDU / PARRONDO (Parroquia de Santiáu de Sierra / Santiago de Sierra) – Casa el Palacio

PARRONDU / PARRONDO

(Parroquia de Santiáu de Sierra / Santiago de Sierra)

Casa el Palacio.

Tiene dos escudos. El más antiguo está en la fachada de la casa y tiene las armas de los García de Sierra o Menéndez (un castillo) y de los Queipo de Llano (tres flores de lis y tres fajas), todo bordeado por piñas como es habitual en los escudos más antiguos de los Queipo de Llano. Estas armas son el resultado del matrimonio que se efectuó a mediados del siglo XVI entre Juan García de Sierra, de Parrondu, y Aldonza de Llano, hija de Suero Queipo de Llano y Cangas y María Alfonso de Cangas y Pambley, vecinos de Cangas del Narcea y antecesores de los condes de Toreno. Su hijo se llamó: Alonso Menéndez de Sierra Flórez.

El otro escudo de esta casa tiene las armas de los Valdés y está encima de la puerta de la capilla que se construyó a finales del siglo XVIII con dinero que dejó en su testamento un hijo de la casa que murió en América.

En 1815 el dueño de esta casa era Juan Antonio Valdés y Miranda, que tenía tres tíos curas: Agustín Valdés, cura de Lugones (Siero); Juan Valdés, cura de la villa de Castropol, y Francisco Valdés, cura de Parana (Lena). Todos eran “hijosdalgo notorios de solar conocido y armas pintar”.

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TRESCASTRO/ TRASCASTRO (Parroquia de Brañas) – Casas: Antonón, Atilano y Francisquín

TRESCASTRO / TRASCASTRO

(Parroquia de Brañas)

Casa Antonón

Escudo de los Rodríguez de Trescastro. Tiene cuatro cuarteles: 1. Tres bandas;  2. Una faja y encima y por debajo ondas; 3. Cinco estrellas y 4. Cinco conchas o veneras.

En 1808 el dueño de esta casa era Antonio Rodríguez, “hijosdalgo notorios y de armas pintar”. En 1824 seguía en manos del mismo, que vivía con sus hijos Juan y Antonio.

 

Casa Atilano

Escudo de los Rodríguez. Son las mismas armas que el anterior, pero labradas más recientemente. Debajo tiene la inscripción: “Escudo de los Rodríguez de Trescastro”.

Entre 1808 y 1824 el propietario de esta casa era Juan Rodríguez, que vivía en ella con sus hijos Tomás y Juan, todos “hijosdalgo notorios de armas pintar”. En la casa todavía se mantiene el apellido Rodríguez. Sus últimos propietarios son Constantino Rodríguez Bueno y Joaquina Martínez Cardo, y sus hijos Atilano, obispo de Sigüenza-Guadalajara, Carlos y Constantino Rodríguez Martínez.

 

Casa Francisquín

Escudo de los García (una garza picándose el pecho). Arriba aparece el lema: “De García arriba nadie diga”. Este escudo es de hacia 1900.

 A fines del siglo XVIII y primeras décadas del XIX no aparece en los padrones de hidalguía ningún García residiendo en Trascastro. Este apellido con “armas pintar” probablemente se estableció en Trascastro en la segunda mitad del siglo XIX.

MONESTERIU D’ERMU / MONASTERIO DE HERMO – Casa López del Campillo

MONESTERIU D’ERMU / MONASTERIO DE HERMO

Casa López del Campillo.

Escudo con las armas de 1. López, 2. Rodríguez y 3. Martínez. Debajo del escudo hay una piedra con una inscripción en la que aparecen los nombres de estos tres apellidos, que aclara a quien pertenecen estas armas y que manifiesta que en el tiempo en que se puso ya no sé identificaban estos emblemas con esos apellidos. Las armas de escudo son las mismas que las de Casa L’Indiano, de Xedré / Gedrez.

Entre 1808 y, por lo menos, 1824 el propietario de esta casa fue Raimundo López Campillo, “hijosdalgo notorio y de armas pintar”.

XEDRÉ / GEDREZ – Casa L’Indiano.

XEDRÉ / GEDREZ

Casa L’Indiano.

Escudo con las armas de 1. López Campillo, 2. Rodríguez y 3. Martínez. Es similar al escudo de Casa López del Campillo de Monesteriu d’Ermu / Monasterio de Hermo.

En 1787 el propietario de la casa era Francisco López Campillo, que tenía dos hermanos: Cayetano, “ausente en Indias”, y Manuel, presbítero. Cayetano volvió de Indias (América), probablemente con bastante dinero, y vivió en la casa hasta al menos 1824. A él se le debe el nombre de casa L’Indiano, que todavía tiene en la actualidad.

NANDU / NANDO (Parroquia de Santiáu de Sierra / Santiago de Sierra) – Casa del Palacio

NANDU / NANDO

(Parroquia de Santiáu de Sierra / Santiago de Sierra)

Casa del Palacio.

Escudo con las armas de los Sierra: castillo en llamas con un hombre armado con espada y con una antorcha en la mano derecha; el hombre está en la puerta del castillo y subido en una barca con tres remos. Estas mismas armas aparecen en los palacios de Jarceley y Llamas del Mouro.

Entre 1808 y 1824 el propietario de esta casa era Joaquín Flórez de Sierra.

ANTRÁU / ANTRAGO (Parroquia de Tubongu / Tebongo) – Casa del Palacio

ANTRÁU / ANTRAGO

(Parroquia de Tubongu / Tebongo)

Casa del Palacio.

Escudo con las armas de Uría (dos lobos, un árbol, dos flores de lis y ocho aspas) y Arganzúa (árbol, llave y cuatro flores de lis). En la parte inferior, debajo de cada arma, se lee: “Urías” y “Arganzúa”. En 1787 el propietario de la casa y de las “armas” era Lope de Uría y Llano. A este le sucede el sacerdote Rodrigo de Uría y Llano. Con él se pierde el apellido Uría vinculado a la casa, que pasa a su sobrino José Bernardo Suárez de la Vega, natural de Navia.

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Lagares de vino en Cangas del Narcea en 1752

Fuso y contrapeso del lagar de la bodega del Museo del Vino de Cangas

Los lagares son las máquinas de madera que se empleaban en las bodegas para apretar el magayu o bagazo y extraer el último mosto de la uva, que en Cangas del Narcea llamamos pía o pie. La pía se mezclaba con el primer vino que salía de la tina. No todos los vinicultores cangueses tenían lagar, porque era un artefacto caro, de cierto tamaño y que necesita un espacio amplio y propio; en consecuencia, los pequeños cosecheros de vino no se lo podían permitir y tenían que exprimir su magayu en lagares que no eran suyos. En las últimas décadas del siglo XIX y, sobre todo, en el siglo XX estas máquinas se sustituyeron por prensas de jaula y hierro fundido, más pequeñas y manejables que los viejos lagares, que fueron destruyéndose hasta casi desaparecer.

Detalle del fuso y el contrapeso del lagar de la bodega del Museo del Vino de Cangas

En 1752 había en el concejo de Cangas del Narcea 68 lagares para hacer vino. Lo sabemos gracias a un catastro que se hizo ese año con el fin de establecer la Única Contribución, que estaba dentro de una reforma fiscal que puso en marcha el rey Fernando VI (1713-1759) y su ministro el marqués de la Ensenada (por eso a este catastro se le llama Catastro del Marqués de la Ensenada). Para cumplir el mandato del rey todos los vecinos tenían que presentar una relación de bienes (inmuebles, tierras, ganado) y de ingresos por su producción, oficio, industria, etc. Había unas respuestas particulares de cada vecino y unas respuestas generales a un interrogatorio de 40 preguntas que tenían que responder los concejos o cotos señoriales sobre el número de habitantes, clases de cultivos y ganado, la producción, actividades comerciales e industriales, profesiones, ingresos, etc. Las respuestas particulares de los vecinos de Cangas del Narcea se destruyeron en 1809 con el incendio del archivo municipal provocado por los franceses durante la Guerra de la Independencia. Solo se conservaron en el Archivo General de Simancas las generales, que son las que utilizamos nosotros y que pueden consultarse por internet.

Prensa de jaula para vino tomada del catálogo de ‘La Maquinaria Agrícola’ de José del Río y Hesles, gran almacén de venta de instrumentos y máquinas agrícolas, Madrid, 1871

Los propietarios de esos lagares eran señores, propietarios de muchas tierras y viñas, que vivían de sus rentas, y también campesinos acomodados. El conde de Toreno tenía tres lagares: dos en la villa de Cangas y uno en Limés. El monasterio de Corias también poseía tres, pero uno estaba “arruinado”. Además, había seis personas que eran dueñas de dos lagares: Teresa de Peón, Pedro Velarde, Lorenzo Flórez de Sierra, Narciso de Sierra Pambley, Rodrigo de Sierra Jarceley y Nicolás Alfonso, y dos lagares que eran propiedad de varios vecinos.

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Lagar del Museo del Vino de Cangas

Gracias al catastro de 1752 sabemos que estos lagares estaban hechos íntegramente con madera y se componían de “una sola viga”. En el extremo de la viga llevaban un contrapeso de piedra sujeto con un fuso o tornillo con el que se elevaba el contrapeso. Eran, sin lugar a duda, similares a los que hoy pueden verse en la bodega del Museo del Vino de Cangas o en el Museo Etnográfico de Grandas de Salime, y a otros que todavía existen en Asturias y que se empleaban para exprimir la manzana y hacer sidra, como uno que ese expone en el Museo del Pueblo de Asturias, en Gijón. Este tipo de lagar, conocido como “prensa de tornillo móvil y contrapeso”, estuvo muy extendido y está perfectamente documentado por la arqueología en época romana; los ejemplares más antiguos datan del siglo I d. C. Según Yolanda Peña Cervantes “es el tipo de prensa más extendido en el mundo romano” para elaborar aceite y vino (Torcularia. 
La producción de vino y aceite en Hispania, Tarragona, 2010).

Prensa de jaula y hierro fundido, que sustituyó a fines del siglo XIX y en el siglo XX a lo lagares de viga. Museo del Vino de Cangas.

En Cangas del Narcea en 1752, los lagares los utilizaban tanto sus propietarios para “sacar” su vino como el resto de los pequeños cosecheros que había en el concejo y que no tenían lagar. En las respuestas al Catastro del Marqués de la Ensenada se mencionan dos relaciones entre propietarios y no propietarios. Una, era el alquiler del lagar por el cual los dueños cobraban en vino; de este modo, en el coto de Corias se declara que cada uno de los lagares produce al año para sus dueños una “cuepa” de vino (31 litros) y en el coto de Cangas regulan su ganancia en ocho cañadas (31 litros) anuales, que es lo mismo que una “cuepa”.

Otra relación era la de dar gratuitamente el servicio en función de la buena vecindad y la reciprocidad, y así en las parroquias de Carballo, Bimeda, Villategil y Limés se dice lo siguiente: “atendiendo a que estos artefactos solo los tienen [sus propietarios] para pisar la uva de su cosecha, y aunque los vecinos y más interesados en la cosecha de vino no los tengan propios y usen de estos, es sin interés y por la buena correspondencia que entre sí tienen. Y no obstante para satisfacer a la intención de la pregunta, después de varias consideraciones regulan la utilidad de cada lagar en una cántara [15,64 litros] de vino, que su valor son seis reales de vellón”. Joaquín Coque Fuertes, de Obanca, todavía se acordaba a fines del siglo pasado que en su casa se apretaba el magayu de muchos vecinos y que a cambio estos ayudaban un día a cavar las viñas.

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Lagar del Museo del Vino de Cangas

No sabemos con exactitud los pueblos donde estaban los lagares en el concejo de Cangas del Narcea en 1752. Las respuestas generales del catastro mencionado solo dan el nombre de sus propietarios y en el mejor de los casos el de la parroquia donde estaban ubicados, pero no el del pueblo. Con la información disponible tenemos que destacar la existencia de dieciséis lagares en la parroquia de Tebongo, que era la mayor concentración de todo el concejo, superior a la villa, donde había siete. Asimismo, llama la atención la existencia de lagares, y en consecuencia de viñedos, en parroquias donde hoy no queda ningún rastro de su presencia, como Jarceley, San Martín de Sierra, Santiago de Sierra, Maganes, San Pedro de Culiema y Carceda.

La existencia de estos 68 lagares, así como su localización, son otro testimonio más de la extensión geográfica que llegó a tener el viñedo en el concejo de Cangas del Narcea y de su importancia económica.

Parroquia de Cangas del Narcea (7 lagares)

  • D. Fernando Queipo de Llano, conde de Toreno (2 lagares)
  • D. Pedro Velarde y Prada
  • D. José López Cañedo
  • D. José García de Quirós
  • D. José Gamoneda [y Rojas]
  • D. José Miramontes

Parroquia de San Cristóbal de Entreviñas (3 lagares)

  • D. José de Llano
  • D. Lope de Uría
  • D. José Fernández

Parroquia de Jarceley (1 lagar)

  • D. Diego de Sierra [y Salcedo, dueño de la Casa de Llamas del Mouro]

Parroquia de San Martín de Sierra (2 lagares)

  • Francisco Martínez
  • Domingo Fernández

Parroquia de Santiago de Sierra (2 lagares)

  • D. Lorenzo Flórez [de Sierra, dueño de la Casa de Nando]
  • Juan García

Parroquia de Onón (5 lagares)

  • D. Lorenzo Flórez [de Sierra, dueño de la Casa de Nando]
  • D. Francisco Caballero [y Flórez, dueño de la Casa de Fontaniella]
  • D. José Rodríguez
  • D. Antonio Queipo
  • D. Juan Menéndez

Parroquia de Maganes (1 lagar)

  • D. Francisco de Uría y Llano

Parroquia de San Pedro de Culiema (1 lagar)

  • Antonio Rodríguez

Parroquia de Tebongo (16 lagares)

  • D. Rodrigo de Sierra [y Jarceley, dueño de la Casa de Jarceley] (2 lagares)
  • D. Narciso de Sierra [Pambley, dueño de la Casa de Pambley] (2 lagares)
  • D.ª Micaela del Riego
  • D. Alonso del Llano
  • Juan Menéndez
  • Juan Rodríguez
  • Pedro Menéndez
  • Francisco Rodríguez
  • Francisco Meléndez
  • Toribio Meléndez
  • José Rodríguez
  • Bartolomé García
  • Juan de la Linde
  • Teresa de Flórez

Parroquia de Carceda (2 lagares)

  • Monasterio de San Juan de Corias (arruinado)
  • Domingo González

Parroquia de Santa Eulalia (2 lagares)

  • D. José Nicolás de Uría [Valdés]
  • D. Pedro Velarde y Prada

Parroquia de La Regla de Perandones (3 lagares)

  • Francisco Cachón (arruinado)
  • Domingo Menéndez
  • José Menéndez

Parroquia de Carballo (1 lagar)

  • D.ª Teresa de Peón, viuda de D. Manuel Flórez [Valdés, dueño de la Casa de Carballo]

Parroquia de Bimeda (2 lagares)

  • D. Ignacio Flórez
  • D. Nicolás Alfonso

Parroquia de Villategil (1 lagar)

  • D. Nicolás Alfonso

Parroquia de Limés (5 lagares)

  • D. Fernando Queipo de Llano, conde de Toreno
  • D. Miguel de Uría
  • D.ª Teresa de Peón, viuda de D. Manuel Flórez [Valdés, dueño de la Casa de Carballo]
  • D. Juan Meléndez Valdés
  • María Álvarez

Coto de Cangas (11 lagares)

Coto integrado por siete parroquias completas: Entrambasaguas, Santa Marina de Obanca, Augüera del Coto, Bergame, San Damías, Vegalagar y Las Montañas, y algunos lugares de otras cinco parroquias: Carceda, Corias (fuera de la villa), Besullo, San Cristobal y La Regla de Perandones.

  • Monasterio de San Juan de Corias (2 lagares)
  • D. Francisco de Llano y Rojas, de Santa Marina de Obanca (2 lagares)
  • D. Fernando Rodríguez, vecino de la provincia del Bierzo
  • D. Pedro Menéndez, vecino de la villa de Madrid
  • Pedro Rodríguez, vecino de San Pedro de Corias, y cinco vecinos más
  • Inocenta Coque, vecina de San Pedro de Corias
  • Hospital de San Lázaro, malatería de Retuertas
  • D. Manuel Rodríguez, cura de Orallo en el concejo de Laciana [León]
  • D. Juan Rodríguez Francos, presbítero de Bergame, y otros cuatro vecinos

Coto de Corias (3 lagares)

Este coto solo abarcaba la villa o pueblo de Corias.

  • D. Ignacio Queipo, vecino de la villa de Madrid
  • D. Salvador Fuertes, vecino del concejo de Boal
  • D. Diego Fuertes

Leitariegos acoge la presentación de un libro del Siglo XIX hasta ahora inédito

El Puerto de Leitariegos, Cangas del Narcea. Octubre de 1977. Fotografía de José Ramón Lueje. Colección: Museo del Pueblo de Asturias (depósito de Pedro Lueje).

Algo más de cien años ha permanecido inédito el texto que el secretario del ayuntamiento de Leitariegos/Brañas, José Rodríguez Riesco envió a Bellmunt y Canella para su conocida obra sobre los concejos de Asturias.

Lo acaba de recuperar la asociación Tous pa Tous de Cangas del Narcea porque aporta numerosos datos sobre la vida cotidiana de un concejo que fue absorbido por Cangas en 1924. También incluye menciones a documentos que desaparecieron con la anexión y que muestran las constantes tensiones con el ayuntamiento vecino y la nobleza leonesa.

La existencia del concejo de Leitariegos está ligada al paso por el Puerto. En el siglo XIV el Rey concedió a sus vecinos el privilegio de no pagar impuestos ni ir a la guerra a cambio de ayudar a quienes tuviesen dificultades para franquearlo.

En su texto, José Rodríguez Riesco denuncia que la retirada del privilegio conduciría directamente a la despoblación. Por aquel entonces se construía la actual carretera que comunica Asturias con León y las autoridades consideraron que ya no era necesaria la ayuda de los vecinos.

El privilegio real permitió a Leitariegos/Brañas alcanzar una población que a finales del XIX, cuando Riesco escribía, rondaba los 350 vecinos, hoy son solo 60.


Noticia publicada en: www.rtpa.es

Leitariegos en 1898, primer libro editado por el Tous pa Tous

Portada del primer libro editado por el Tous pa Tous

Presentamos en El Puerto de Leitariegos el libro “Leitariegos en 1898” de José Rodríguez Riesco. Este es el primer libro que edita el Tous pa Tous y esperamos que no sea el último.

En 1898 José Rodríguez Riesco (Brañas d’Arriba, 1868 – Zarréu/Cerredo, 1933), conocido como el Marqués de Brañas, secretario del Juzgado y del Ayuntamiento de Leitariegos, escribió un largo artículo sobre la historia y la vida de este pequeño concejo suroccidental con destino a la obra Asturias, que dirigían Octavio Bellmunt y Fermín Canella. De este texto sólo se publicó un resumen en 1900 y muchos de los datos, noticias, cantos… que él recopiló permanecieron inéditos hasta ahora.

José Rodríguez Riesco, 1898. Col. Tablado Machado.

El manuscrito original se conservó en la biblioteca de la Comisión Provincial de Monumentos de Asturias debido a que en él se copiaba la confirmación de Carlos V del Privilegio de Leitariegos que en 1326 concedió a sus vecinos Alfonso XI con el fin de mantener poblado aquel inhóspito lugar y auxiliar a las personas que circulasen por este puerto que unía el occidente de Asturias con Castilla y Galicia.

El texto de Rodríguez Riesco recoge información de documentos que hoy están perdidos y es un testimonio de la difícil vida en un concejo rural formado por cuatro pueblos situados entre los 805 y 1.525 metros de altitud. El destino de los habitantes de este territorio estará inexorablemente unido a aquel privilegio medieval que se mantuvo vigente hasta el siglo XIX. En 1924, el concejo de Leitariegos desaparecerá, integrándose en el de Cangas del Narcea.


Leitariegos en 1898

El puerto de Leitariegos

Carretera AS-213: Cangas del Narcea – El Puerto de Leitariegos, a la altura de La Chabola de Vallado

Leitariegos es un puerto suave. La carretera asciende por un terreno que se eleva a partir de Cangas del Narcea. Sin estridencias. Sin embargo, no es un puerto libre de dificultades, pero como no hay mal que no se compense con un bien, a una de esas dificultades, probablemente a una nevada, debe Leitariegos el más antiguo de sus privilegios, concedido por la reina Urraca en el año 1112 en agradecimiento al auxilio recibido por sus vecinos. Pocos años más tarde, en 1131, consta el paso de quince caballerías que transportaban trigo desde León hasta el monasterio de Corias, con lo que se documenta la primera arriería por este puerto del que surgen los arrieros más antiguos de España: la familia Cosmen, que desde el siglo XVII lleva ejerciendo esa ocupación sin haberla abandonado en ningún momento, ya que los autobuses del Alsa son, a su modo, arriería motorizada, y no se detuvo al otro lado de los montes, sino que trasladó sus transportes a las grandes urbes y a las inmensidades de China. Algo deben tener los aires de Leitariegos que impulsan a sus nativos a buscar nuevos horizontes sin perder de vista el terruño. En una Asturias que por desgracia no cuenta con tantos empresarios como gaiteros, los dos empresarios más imaginativos e internacionales, Pepe Cosmen y Francisco Rodríguez, que han extendido la arriería motorizada de Alsa y la exquisitez láctea de Reny Picot por todo el mundo, son originarios de esta aldea.

El Puerto de Leitariegos, feb. 2009. Foto: Patrick Zimmerman

Pero el puerto de Leitariegos, por ser lugar de mucho paso, no fue lugar aislado, aunque lo aislaran las nevadas durante muchos meses del año. Gracias a las nieves, los vecinos de este puerto, como los de Pajares y Arbás, obtuvieron beneficios diversos por trabajar como paleadores, duro oficio pero indispensable cuando cae la nieve y el viajero perdido ha de dejarse guiar por el sonido lejano de la campana salvadora. Ya en el siglo XII había en el puerto cuatro alberguerías, las de Ferrera y Cafrenal en la parte de León y las de San Juan del Puerto de Leitariegos y de Santa María de Brañas en la asturiana. Ésta es la historia antigua de Leitariegos. A partir de Cangas del Narcea, se suceden los pueblos en la carretera del puerto: Limés, Puenticiella, Las Mestas en la ribera del río Naviego y La Pena de San Martín. ¿Por qué se habrá apenado tanto San Martín, que es el santo que más pueblos bautiza a lo largo y ancho de Asturias, precisamente en este lugar que queda constancia de tanta pena en el topónimo? Y entonces caigo en la cuenta, bobo de mí: no se trata de que el santo de Tours estuviera apenado, sino que por aquí debe haber una peña que se llama San Martín. De manera que deduzca que en la «llingua» de la «Academia llariega», «peña» significa «pena»: ¡ay, pena, penita, pena!

Brañas de Arriba, mayo 2010. Foto: Dani Montero

Y la carretera se eleva en un escenario de gran amplitud. Va quedando abajo, a nuestra derecha, el valle del río Naviego, y en La Mata, donde hay una bolera, la subida es más perceptible. Luego está Villacibrán, pueblo de piedra gris y tejados de pizarra, y San Pedro de Arbas, que repite un topónimo del puerto de Pajares.

Después está La Linde, y una desviación a la derecha conduce a Rubial. Y se suceden Caldevilla de Arbas, El Otero (solano en la ladera), La Pachalina, Vallado (con lo que me acuerdo de Jesús López del Vallado, compañero del colegio); La Venta la Farruquita, en una curva que vuela sobre el valle, y, finalmente, Las Brañas. Y, pasadas Las Brañas, vemos en el alto las primeras casas de Leitariegos, rodeadas de pastos y ganados. El pueblo, en suave cuesta arriba, se extiende a lo largo de la carretera. En la parte de Asturias tiene un aspecto rural, de alta montaña, y en la de León se ven las telesillas que conducen a las pistas de esquí. Las nevadas que caían en este puerto por el invierno debían de ser de órdago. En las «Tablas», libros de cuentas y crónica familiar de los Cosmen, donde se relata, al tiempo, la historia de Leitariegos, un Cosmen anotó hacia 1825 que intentó abrir la ventana de su casa y no pudo hacerlo porque la obstruía la nieve; afuera había «siete varas de nieve bien medidas». Avanzado el otoño, el aire del puerto es frío y transparente como el cristal. En cierta ocasión que vinimos a comer aquí, Arturo Cortina exclamó: «Ser vaca en Leitariegos es más importante que ser notario en Madrid».

La Nueva España

, 1/2/2009.

Vista del valle de Laciana, julio 2009, desde el descenso de Leitariegos a Caboalles. Foto: Héctor HHH

En esta ocasión nos detenemos a comer en el Bar de Agosto, un establecimiento de montaña con la cocina de carbón detrás de la barra y que llama la atención por su rótulo, que tal vez pretende conjurar el lento y largo invierno. Nos parten cecina y jamón con un pan de hogaza y nos sirven un guiso de patatas con carne muy sabroso. Una comida muy apropiada al escenario.

A diferencia de puertos como Tarna, en los que se entra directamente en la Meseta, el descenso desde Leitariegos es importante. En el valle está Caboalles de Abajo, con su disposición urbana, sus casas de tejados de pizarra, el castillete de una mina y un buen puente de piedra de tres ojos.


Publicado en La Nueva España, 1 de febrero de 2009.

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Las capillas, una ruta por montañas de Cangas del Narcea

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Entrambasaguas, Cangas del Narcea. Iglesia de la Virgen del Carmen.

Es posible que cada etapa de la vida de una persona quede definida por las preferencias que se van teniendo en cada momento de la misma, me explicaré: cuando uno es joven en la plenitud de la vida, lo que nos llena el espíritu, es el jaleo, la fiesta, el asfalto, la ciudad, las grandes concentraciones sociales… Recuerdo en tiempos de estudiante que si alguien me proponía escoger entre salir de fiesta por los chiringuitos de la zona antigua de Oviedo o una bonita ruta de montaña por los Picos de Europa, evidentemente esta segunda proposición me parecería absurda e indecente. Un montón de años encima, que me acercan al medio siglo, hace que pase a otra etapa de la vida y los términos se invierten, ahora la primera proposición no tiene sentido y por supuesto valoro infinitamente más lo que me aporta la ruta de montaña por los Picos de Europa.

Queda muy pijo añadir aquello de que es la vuelta al origen, a la naturaleza…, pero una cosa es cierta, estas preferencias totalmente contradictorias marcan dos etapas diferentes de la vida. Me imagino que la siguiente etapa que me espera será tomar un cafetito corto de café y pasear tranquilamente con algo de artrosis por las calles de Cangas.

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Casa de Ibo en el barrio de Entrambasaguas

Bien, como aún estoy en la segunda etapa, la de los cincuentones, todavía tengo fuerzas para disfrutar de lo que mas me gusta y es andar por nuestras montañas; fotografiaré y describiré lo que veo y espero que guste a quien lo lea o al menos le entretenga.

En este primer recorrido me llevaré como compañero a mi perro Boby que como no es buen conversador me permite concentrarme mejor en el camino, describiré lo que voy viendo y añadiré anécdotas e historias propias y de otros, que antes que yo ya escribieron sobre los lugares que voy visitando a ambos lados de la montaña.

La ruta que toca hoy es la más cercana a Cangas y es la denominada ruta de las capillas. Esta ruta va desde Cangas del Narcea por toda la Sierra del Pando, hasta la ermita de la Magdalena en Trasmonte de Arriba. Toda la ruta trascurre por el camino denominado la Carrilona que va por todo lo alto de la Sierra del Pando comunicando los pueblos que cuelgan de sus vertientes hacia el río Naviego y hacia el río Narcea. Antiguamente todos los pueblos de la sierra bajaban su ganado a las ferias de Cangas por este camino.

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Barrios de Santa Catalina y San Tirso

Inicio la ruta en Cangas del Narcea, atravesando el puente de piedra, pasando al lado de la iglesia de la Virgen del Carmen junto al “prao del molín”. Todo este entorno es el escenario básico de la monumental fiesta del Carmen que Cangas celebra el 16 de julio. Sigo caminando dirección al barrio del Cascarín desde donde giro sobre mis pasos y veo una hermosa vista de Cangas con la unión de los dos ríos en el barrio de Entrambasaguas donde el río Narcea y el río Luiña se unen bajo el ya citado puente de piedra. Destaca como dato curioso, que Entrambasaguas, fue parroquia independiente del resto de la villa de Cangas hasta 1892. La iglesia de la Virgen del Carmen era la referencia de este barrio que durante siglos fue coto señorial del poderoso Monasterio de Corias; se conserva parte de su trazado medieval, el puente, conocido como “romano”, pero de tradición medieval, fue reedificado en 1687, según señala una inscripción.

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Panorámica de Cangas del Narcea

Sigo subiendo dejando detrás de mí el Cascarín y empiezo a ver por mi izquierda el pueblo de Llamas y el barrio de Santa Catalina. En este punto empiezo a dejar el bullicio de Cangas y ya la voz de la soledad me acompaña confundida con la vaga niebla del amanecer; este toque mágico solo es alterado de cuando en cuando por el ladrido de Boby para demostrarme lo contento que está por sacarlo de casa.

Mi primera parada la hago en el denominado Teso del Viso, desde donde fotografío una bonita panorámica de Cangas. A partir de aquí la villa ya se esconde y como horizonte tengo la subida hacia la primera capilla de la ruta que es la de San Antonio. En este tramo del recorrido sale hacia mi derecha el camino que une la Carrilona con el pueblo de Santa Eulalia.

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Valle de Llano y Santa Eulalia de Cueras

Este pueblín aconsejo que se visite una vez finalizada la ruta y no lo digo porque sea mi pueblo, sino porque creo que es un entorno agradable, muy cercano a Cangas y con algunas características propias que lo hacen singular. Es un pequeño núcleo rural de trece vecinos, enclavado en un amplio valle formado por dos terrazas fluviales esculpidas por el río Narcea. Todas las casas tienen hórreos y paneras bien conservadas; destaca el palacio de los Uría, con su llamativa galería .

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‘Souvenirs’ típicos del pueblo de Santa Eulalia de Cueras

El templo parroquial puede catalogarse como perteneciente al Románico rural cangués. Hay noticias de esta iglesia figurando con el nombre de Santa Eulalia de Coires, en las falsas donaciones de 24 de octubre de 912 de Fruela II a la iglesia de Oviedo, recogidas en el Liber Testamentorum de dicha catedral, que mandó hacer el obispo don Pelayo a principios del siglo XII. Allí se incluye, entre otros, el siguiente texto: Similiter super flumen Narceia manasterium Sancte Mariae de Tevongo cum suos términos, et suas deganeas nominatis id est, ecclesiam Sancte Ceciliae en Villare, et ecclesiam Sancte Eulaliae de Coires, et ecclesiam Sancte Iuliani de Adrales ab omni integritate… La falsedad de esta documentación (J. F. Conde, 1971) sólo garantiza la existencia de los citados templos en la fecha que ésta fue mandada hacer (principios del siglo XII). Esta iglesia es conocida por contener en su interior un crucifijo de transición Románico Gótico del siglo XIII, una de las más interesantes muestras de la imaginería medieval de toda la provincia. Este Cristo formó parte del importante patrimonio que aportó el concejo de Cangas a la muestra de Orígenes celebrada en Oviedo en el año 1993. La pequeña población que componen el pueblo de Santa Eulalia, siempre ha estado abierta a cambios comunitarios importantes; hace años los vecinos afrontaron procesos de comunicación y concentración parcelaria que le dieron un trazado nuevo al pueblo, además también afrontaron la explotación comunitaria de una chacinera artesanal de embutidos denominada “Embutidos Santulaya”.

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Pintoresco paisaje de la Ermita de San Antonio

Bueno veo que me estoy perdiendo hablando del pueblín, así que retomaré la ruta donde la dejé, dirección hacia la primera capilla que es la de San Antonio (670 m); Esta capilla está muy bien conservada y pertenece a la casa de Correo de Sta. Eulalia. Tiene una leyenda de construcción relacionada con los lobos. Se dice que un miembro de esta casa era el correo de los pueblos de esta Sierra del Pando y en pleno invierno cuando volvía de repartir las cartas, se le aparecieron los lobos a la altura de esta ermita, el caballo se asustó y lo tiró al suelo dejándolo a merced de las fieras; por lo visto tuvo tiempo de subirse a un árbol desde donde imploró a San Antonio que si lo salvaba haría allí mismo una ermita. Por lo visto los lobos se cansaron de esperar a que bajara del árbol y se fueron a buscar el almuerzo a otro sitio, este hombre viendo como salvaba su vida fue consecuente con el ofrecimiento y construyó la capilla prometida. La romería de San Antonio se celebra el 13 de junio.

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Pueblos en el contorno de la ermita del Acebo

Sigo subiendo la sierra atravesando pastizales; antiguamente estas lomas estaban todas sembradas de trigo, es posible que debido a esto la denominaran con el nombre de Sierra del Pando (sierra del pan).

Estoy cogiendo altura y llego a la zona denominada como “Peña del Cáscaro” (933 m.) Esta altura ya me permite descubrir vistas más amplias a ambos lados del recorrido, los dos ríos, el Narcea a mi derecha y el Naviego a mi izquierda, imponen su ley al paisaje cincelando los dos valles que me acompañaran en toda la ruta. Hago una pequeña parada y giro sobre el camino andado divisando al fondo en el horizonte, el monasterio de Corias; hacia mi izquierda los pueblos de Santana, Santa Marina, Villar de Adralés, Amago y a mi derecha se ven todos los pueblos de la sierra del Acebo incluida la ermita del Acebo; este santuario de devociones profundas me mira con varios siglos de historia y me acompañará en gran parte del camino restante. (Ver: Por la Asturias de Occidente: El Acebo (1916)).

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Ermita de San Pelayo, Combarro

Sigo caminando y llego a la ermita de San Pelayo (993 m.). Esta ermita está construida al lado del camino principal en un pastizal que pertenece a la casa de Xuan Menéndez de Combarro. Está situada en un hermoso paraje desde donde se pueden divisar estupendas vistas hacia el río del Coto, Cibuyo, Otás y a la sierra del Acebo. La romería se celebra el 18 de Agosto.

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Romería en la ermita de San Pelayo

Continúo la ruta y a pocos metros de la ermita de San Pelayo, me desvío apartándome de la ruta principal por un camino que parte hacia la izquierda. Este camino me lleva hasta la ermita de San Cipriano (990 m.).

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Ermita de San Cipriano, Villategil

Esta capilla pertenece al pueblo de Villategil y la fiesta en honor a este santo se celebra el primer sábado de septiembre. Saco algunas fotografías a la capilla y sigo el camino bordeando el pastizal de Villategil para acceder a unas estupendas vistas de Moral, Limés, Cangas y la Sierra del Acebo.

Vuelvo sobre mis pasos y me incorporo de nuevo a la Carrilona para seguir la ruta original hacia la siguiente ermita. Recorro un paisaje ondulado, por el pico de la sierra dejando a ambas vertientes las vegas formadas por los ríos Narcea y Naviego.

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Perfil de la ruta visto desde el río Narcea

Estos dos ríos trucheros transcurren entre pequeñas poblaciones de casas de piedra y tejados de losa; cada una de estas casas tiene nombre y personalidad propia que las identifica, casa el Coxu, casa Gaitero, etc. Estos nombres la mayoría de las veces no coinciden en nada con los de los dueños que las habitan, ya que permanecen inalterables en el tiempo, durante generaciones, esto en parte es debido al sistema de herencia que desde tiempos ancestrales permitía seguir teniendo la propiedad al denominado Muirazo de la casa; este sistema hereditario consiste en que el primer hijo de la casa hereda de forma indivisible la hacienda, permitiendo trasladar en el tiempo de forma inalterada toda la propiedad.

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Vistas hacia el río del Coto

Hago un alto en el Pico del Cueto (1218 m.) Se trata de una peña que se alza sobre el camino en el límite de los terrenos de Combarro. Desde este punto se amplían las vistas sobre los dos valles: hacia el río Narcea se ven los pueblos de Combarro, Cibuyo, Pládano, Berguño, Otás, pueblos del río del Coto, Abanceña, Escrita…; en los días despejados se puede ver el Puerto del Palo de Pola de Allande y la zona de Tineo; mirando hacia el río de Naviego sigue vigilante la ermita del Acebo y se ven los pueblos de su entorno; hacia el valle se ve Fondos de Villa y los pueblos de la parroquia de Bimeda.

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Vistas hacia Bimeda

Sentado sobre este pico y mirando hacia Bimeda recuerdo algunos datos que Mario Gómez escribió en la antigua revista La Maniega; decía Mario Gómez que este pueblo fue habitado por los romanos, esto lo avalaba el descubrimiento de monedas romanas del siglo IV en el desmonte de la carretera que sube al puerto. También refiere Mario Gómez que en la historia de Bimeda figura como documento interesante una Paulina (Excomunión) publicada en la iglesia parroquial a petición del Señor de Omaña. Estas Paulinas o Excomuniones eran utilizadas por los señores contra los aldeanos que negaban la propiedad de las fincas que llevaban en arriendo. Me parece este un dato muy curioso que pasó en Bimeda en épocas muy lejanas y la describo aquí haciendo un alto en el camino. Dice así:

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Vistas desde la peña del Cuervo

Nos, el licenciado Geronimo Ladron de Guevara, provisor y vicario general de este obispado, hacemos saber a los vecinos moradores, estantes y ausentes de las iglesias de San Pedro de Bimeda en el concejo de Cangas de Tineo, como compareció la parte de D. Ares de Omaña diciendo que no sabe ni puede probar como se le ocultan muchos bienes raíces, por haberlos perdido los papeles y apeos que tenía de su hacienda, ni tampoco sabía de testigos para presentarlos en juicio, y para que los que lo supiesen o parte de ello declare ante el cura, damos la presente, por cuyo temor os amonestamos y mandamos, primero, segundo y tercio de excomunión, que siendo leída y publicada esta nuestra carta en un día, domingo o fiesta en la iglesia parroquial a la misa mayor y como de ella supieredes en cualquier manera de esta faltaseis días siguientes primeros que vos damos y asignamos por tres términos y canonicas moniciones y término perentorio que el derecho que a la persona o personas que así tomasteis lo volváis a restituir sobre el dicho y justo valor y precio, y siendo pasado el dicho término (lo que Dios no permita), ponemos y promulgamos sentencia de excomunión de las tales personas y por tales descomulgadas vos declaramos en estos escritos y por ellos y en caso que en estos seis días primeros siguientes la persona o personas que así lo tomaren o llevaren no lo dieren o restituyeren, como son obligados, mandamos a vos los dichos curas y clérigos, so pena de excomunión,

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Valle del río Narcea desde el pico del Cueto

que en las vuestras iglesias y parroquias diciendo los oficios divinos amonesteis a vuestros feligreses y parroquianos no hablen ni participen con las dichas personas directamente y los alejen y aparten de si como miembros apestados de la religión cristiana. Si por ventura (lo que Dios nuestro Señor no quiera) los sobredichos excomulgados, dentro de otros seis días, no haciendo la restitución se dejaren estar con gran peligro de sus animas como miembros del demonio, mandamos a vos dichos curas y clérigos que en vuestras iglesias, repicando las campanas, matando las candelas en agua bendita, digáis asi: malditos sean de Dios y de Santa María, de San Pedro y de San Pablo y de todos los santos y santas de la Corte del Cielo. Maldito sea el pan y el vino y el agua y todas las viandas y frutos que comieren y bebieren y la lumbre y la leña con que lo guisaren. Huerfanos se vean sus hijos y viudas sean sus mujeres y vengan sobre ellos todas las plagas y maldiciones que estan escritas en el salmo Deus lauden meam metacueris. Sumidos sean sobre la faz de la tierra como Sodoma, Gomorra, Datan y Arinon, y así como se mataron estas candelas, así sean muertas sus ánimas. Solo a Judas el traidor respondan todos los presentes amen.

Dice el cura de Bimeda, don José Flores, que, consecuente con la orden, dio cumplimiento el 20 de agosto de 1684 y que ante las terribles amenazas, no fue del todo malo el resultado, pues se le presentaron algunos vecinos diciendo que habían oído a otros que algunos bienes de Piñera, Bimeda, Valdefuentes, Villar de Bimeda pagaban renta a la casa de Omaña y hubo vecinos que entregaron algunos bienes que llevaban, aunque algunos de ellos no se amedrentaron y sostuvieron que los bienes eran suyos y muy suyos.
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Ermita de San Gervasio, braña de Rozadiella, Folguerajú

Tras este descanso sigo el camino y diviso la ermita de San Gervasio (1.282 m.). Esta ermita está situada en la denominada braña de Rozadiella perteneciente al pueblo de Folguerajú y cuya romería se celebra el 19 de junio. Desde esta braña observo como se eleva majestuoso en el horizonte el pico Caniellas (1.921 m); este pico ya me sigue de guía acompañándome en lo que me queda de ruta.

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Laguna de La Barraca

Camino arriba llego al punto más alto de la ruta, la peña del Cuervo donde se sitúa un punto geodésico que marca una cota de 1.309 m. En esta zona se aprecia lo que debió ser una labor de reconocimiento minero sobre algún filón probablemente de filoncillos discontinuos de cuarzo con estibina, encajados en terrenos precámbricos. Esta mineralización está constituida básicamente por minerales de antimonio y por lo visto los resultados de la exploración no debieron ser muy prometedores. Desde este punto geodésico cualquier dirección que escoja es buena para agasajar la vista y tranquilizar el corazón. Disfruto de panorámicas donde se mezclan encadenadas montañas y valles misteriosos.

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Paisaje del valle de Naviego

Sigo la ruta y empiezo a descender hacia una zona de pradera donde encuentro la Laguna de la Barraca (1239 m.) A mi derecha me acompañan vistas hacia la Sierra de Peña Ventana y hacia mi izquierda diviso claramente la carretera hacia el puerto de Leitariegos disfrutando de las panorámicas del pico Siero y las cumbres que bordean Genestoso.

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Palacio de Villajur en Regla de Naviego

Mirando hacia el horizonte veo picos agrestes, sierras y montes que sirven de frontera al valle de Naviego. Este valle resalta con el verdor especial que le imprimen sus abundantes praderas, además en esta zona se pueden ver casonas y palacios que son mudos testigos de la historia de esta zona; como la casona de Bimeda de estilo historicista (1884), palacio de los Queipo de Llano en San Pedro de Arbas (s. XVIII ), palacio de Miravalles (s. XIX) y el palacio de Villajur; esta última construcción señorial, está en Regla de Naviego y la veo con total nitided desde la sierra. Me cruzo con un vecino de la zona y me cuenta una historia curiosa sobre este palacio que resumo a continuación. El palacio tiene una parte que fue construida anteriormente a 1900, pero en esta fecha fue ampliado y reformado por Gumersindo Vicente Alonso, que era propietario de la cafetería Lisboa de Madrid.

Iglesia de San Manuel y San Benito de Madrid

Este hombre se casó con la sobrina y única heredera del acaudalado empresario catalán Manuel Caviggioli y su esposa Benita Maurici. Este matrimonio tenía tanto dinero que pagó de su bolsillo la construcción de la iglesia “San Manuel y San Benito”, situada enfrente del Parque del Retiro de Madrid. Murieron sin descendencia y heredó toda la fortuna su sobrina, la mujer de Gumersindo. Me dice mi informante que a partir de este matrimonio de Gumersindo y la rica heredera, el palacio rejuveneció y tuvo una época de gran esplendor, siendo el motor del valle, dando trabajo a la zona en los tiempos de escasez.

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Vacas de la raza asturiana de los valles en La Carrilona

Sigo mi camino dirección a la Magdalena y en el horizonte veo las cumbres más emblemáticas de la zona, veo el pico de Caniellas o Caniechas (1.921 m.) y el Cueto de Arbas (2.007 m.), diviso claramente el valle de Naviego y la carretera que sube al puerto de Leitariegos. Se cuenta que esta comunicación fue de origen romano y que sirvió para sacar el oro del occidente astur hacia Astorga.

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Vistas a los ríos Narcea y Muniellos

Dejo de llanear y el camino empieza a subir y a girar levemente hacia el este, adaptándose a la orografía de la sierra y al valle de Naviego. Mientras tanto el valle del Narcea se aleja de mi vista. Adentrándose por Posada de Rengos aparece el río Muniellos, afluente del Narcea, marcando el valle que conduce a Moal. En este punto de la ruta veo la exuberante vegetación de la reserva natural de Muniellos, este bosque espeso de robledales se hace inacabable a la vista y esta coronado por montañas que la mayoría de las veces son barridas por abundante niebla dándole un toque singular. (Ver: Cuando Muniellos era un aserradero).También veo en Vega de Rengos las huellas que deja la minería del oro negro que se esconde en el sinclinal carbonífero de Rengos.

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Visita del grupo de montaña Piélago a la ermita de San Luis del Monte

Antes de llegar a la laguna de Caldevilla de Rengos me desvío de la ruta por una pista que parte hacia la derecha para visitar la ermita de San Luis del Monte o San Chuis; esta ermita está situada en la zona denominada “El Navarín”. La romería se celebra la segunda quincena de agosto. Visitando esta ermita, de nuevo recuerdo un relato de Mario Gómez en la antigua revista La Maniega, donde describía los milagros que se le atribuían a este lugar y el siguiente proceso que desenmascaró la falsedad de dichos portentos. Por lo visto antiguamente la fiesta era el 19 de agosto y durante la misa brotaban flores entre las piedras de la pared y los resquicios de las puertas. Cuando la misa terminaba, las flores se marchitaban, se recogían y se utilizaban para curar todas las enfermedades. Este hecho milagroso tuvo gran repercusión en la época y fue conocido dentro y fuera de Asturias. Historiadores como Wadingo y Gonzalez Davila atestiguan el milagro; también lo ponderaba un cronista en un capítulo de la orden Franciscana, celebrado en Toledo en el año 1682. De tal manera corrió la fama del portento que como tal lo aceptó el papa Clemente VIII. Con tanta propaganda San Chuis empezó a ser un centro importante de peregrinos con el consiguiente beneficio económico para la zona. Debió de ser especialidad milagrosa de este santuario la curación de los males de oído, pues venían los enfermos de estas dolencias a hurgarse los oídos con un punzón asqueroso, portador de los poderes del Santo.

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Laguna de Caldevilla de Rengos

Los curas de Vega de Rengos, Larna, Posada y Gedrez tenían misas de a duro todo el año y esto era muy extraordinario, pues lo normal es que estas fueran de a real. Los aldeanos de Rengos hacían un gran negocio exportando fuera de Cangas unas bolsas llenas de flores procedentes del milagro de la ermita. Así las cosas y cuando esta ermita prometía ser algo así como Lourdes, un enconado y envidioso fraile Benedictino desmintió los milagros de San Chuis, consiguió el fraile en agosto de 1744 demostrar el fraude de dicho milagro ante escogidos jueces y notarios que nombro el obispo; este día, con los jueces y notarios presentes, no brotaron flores durante la misa y se acabó el negocio para la zona. A partir de este día la ermita de San Chuis empezó a perder prestigio de forma exponencial hasta quedar totalmente olvidada.

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Ermita de la Magdalena, Trasmonte de Arriba

Tras la visita a San Chuis, vuelvo sobre mis pasos subiendo dirección a la Carrilona y sigo la ruta hacia la última ermita. Paso al lado de la laguna de Caldevilla y ya no pierdo de vista el pico Caniellas, bordeo una zona de acebos (xardones) y doy vista a los pastizales de Trasmonte de Arriba. Aquí el camino empieza a descender hacia la pradera donde está situada la ermita de la Magdalena (1.141 m). Por fin llego a la última capilla de la sierra y merece la pena relajarse en esta zona pues el entorno está muy cuidado y dispone de una buena fuente. Al fondo se alza el pico Caniellas (1.921 m.), detrás de este pico esta el mítico hayedo de Monasterio de Hermo, donde nace el río Narcea. Este bosque le da una connotación particular al paisaje, sobre todo en otoño, creando colores especiales de las ramas cuando juegan con los rayos del sol, a la vez la hojarasca crea una alfombra en el suelo que tapa las huellas de los osos y los urogallos que pueblan esta mítica zona.

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Hayedo de Monasterio de Hermo

Volviendo a la ermita de la Magdalena, añadir que pertenece al pueblo de Trasmonte de Arriba, la romería de esta capilla se celebra el 22 de julio y hay un canto típico este día en honor de la santa que es el canto del ramu.

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Ruta de las ermitas o capillas en bicicleta

Esta ruta de las capillas se puede hacer desde Cangas a Trasmonte y al revés, las dos opciones necesitan de un amigo que nos comunique en coche; también es una ruta muy buena para hacerla en bicicleta ya que las pendientes son suaves. Yo como subo solo con mi perro Boby, no me queda más remedio que volver hacia Cangas desandando el camino. Me oriento hacia el norte dirección a Cangas y es todo bajada. Si antes me guiaban y me orientaban picos como el Caniellas y el Cueto de Arbas, ahora en la bajada las montañas pierden su protagonismo y dejan paso a picos de menor entidad. Bajando veo otras zonas que me pasaron desapercibidas en la subida, veo como el río Naviego se une al río Cibea en la zona de Las Mestas para formar el rio Luiña, que serpentea por la zona de Limés hasta unirse al Narcea en la villa de Cangas. Desde aquí ya parte solo el Narcea engrandecido por la suma de caudales, dirigiéndose hacia el Cantábrico, dejando atrás el furor de su corriente en las zonas altas y serenándose buscando terrenos más tranquilos en las zonas llanas de Pravia, junto al rio Nalón.

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Vistas desde el pico Caniellas

Para finalizar añadiré que quien haga esta ruta conseguirá tranquilizar el alma, elevará el espíritu y conseguirá restablecer el equilibrio interno del cuerpo; bueno esto puede ser un poco exagerado, dejémoslo en que eliminará toxinas y disfrutará de un paseo y unas vistas inmejorables.

ITINERARIO: Cangas del Narcea-Pico del Cuervo- Laguna de Caldevilla- Trasmonte.
DISTANCIA: 18 Km.
DURACION: 5h.

DIFICULTAD: Baja. (Ruta con pendientes muy suaves, para todos los públicos).


María José Perrón dibuja los paisajes del concejo de Cangas del Narcea

En el concejo de Cangas del Narcea todavía encontramos parajes naturales y caminos como los que aparecen en esta obra

DEA BRIGANTIA, con este título presentó su último trabajo la canguesa consorte María José Perrón. Se trata de un cómic en pequeño formato, cuyos originales están trabajados a tinta y grafito. En sus páginas se funde lo real con la ficción, acercándonos a la mitología celta, y en el que aparecen rincones naturales del concejo de Cangas del Narcea. Tanto el guión como las ilustraciones son originales de la autora.


Portada cómic ‘Dea Brigantia’

María José, a pesar de la difusión a través de está página web del Tous pa Tous y en algunos programas de radio, no consiguió algún mecenas que le ayudase a publicar el cómic El Misterio de la Serpiente, cuya motivación principal a la hora de crearlo ha sido rendir un homenaje a Cangas y sus gentes. No obstante, decidió autofinanciar ella misma el proyecto y para ello retomó Dea Brigantia. La idea es que los beneficios obtenidos con esta publicación sirvan para financiar la de El Misterio de la Serpiente para que después de varios intentos, pueda ver la luz de una vez por todas, a principios del verano de 2015.

Este proyecto, que como hemos escrito está ligado a El Misterio de la Serpienteya se puede adquirir en la librería Treito de Cangas del Narcea.


 

Las fotos de Balito, 1930-1932

Ubaldo Menéndez Morodo, ‘Balito’, a bordo del vapor ‘Veendam’, 1930

Ubaldo Menéndez Morodo (Cangas del Narcea, 1902-1968), conocido como “Balito”, era un cangués alegre y muy sociable. Aficionado a compartir viajes y comida con sus amigos, en los años treinta fue un activo miembro de la sociedad excursionista canguesa “La Golondrina” y uno de los fundadores de la peña “El Arbolín”.

En los años veinte emigró a México, donde también estaba su hermano José. En ese país trabajó en la fábrica de papel San Rafael, localizada en el municipio de Tlalmanalco a 50 kilómetros de la ciudad de México, que en aquel tiempo era la más importante del país y de toda Hispanoamérica. En ella trabajaba de escribiente en las oficinas de la empresa. La fábrica todavía existe.

En México se aficionó a la fotografía y en aquella fábrica tomó muchas imágenes de sus compañeros de trabajo, del equipo de fútbol de la empresa, en el que él jugaba, de indios o personajes singulares, de fiestas, comidas, viajes, etc.

A comienzos de 1930 vino a Cangas a pasar unas largas vacaciones. Viajó por Asturias, Madrid y Barcelona, y también por el concejo en compañía de Mario Gómez. Hizo muchas fotografías de la villa de Cangas y de los pueblos, algunas de las cuales se publicaron en la revista La Maniega. Como buen fotógrafo aficionado captó imágenes de lugares y rincones que ningún otro fotógrafo tuvo la curiosidad de tomar. Muchas de sus fotografías de la villa pueden verse en el Álbum de fotografías del Tous pa Tous.

En junio de 1931 regresó a México y a fines del verano de 1932 estaba de vuelta en Cangas del Narcea, para no volver a salir de aquí nunca más. Se casó en este tiempo con Estefanía Avello Díaz (Cangas del Narcea, 1904-2003), la recordada “Fanía”. No tuvieron hijos.

Con la muerte de don Mario Gómez en el mes de abril de 1932, el final de La Maniega y la guerra civil, Balito perdió la afición por la fotografía. Pero de aquellos años de fotógrafo compulsivo quedaron un par de álbumes, que hoy pertenecen a la familia Menéndez Liste, en los que aparecen las fotografías de México y Cangas del Narcea, los dos mundos donde Balito fue feliz.



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Breve historia del molinero y el ‘bollu preñáu’ de Cangas del Narcea

Molino de Veigapope

Si nos adentramos en los valles y riberas de nuestro concejo, vemos que todos tienen algo en común, en todos se escucha el agradable murmullo que produce el agua de algún río que tintinea al trascurrir nerviosa entre las piedras del cauce. Este agua riega las vegas haciéndolas ricas y fértiles, además de darles frescura y verdor. El color verde de estas vegas genera un contraste evidente en los meses de verano, entre el valle y las zonas altas circundantes que están totalmente secas y muestran un color más apagado.

Estos ríos se van escondiendo a medida que avanzamos hacia su guarida, celosos de su intimidad, y en su nacimiento solo dejan ver un pequeño reguero rodeado de una espesa vegetación; un ejemplo lo tenemos en el nacimiento del Narcea en Monasterio de Hermo.

Molino en Sestorraso

Si uno es observador, también se da cuenta que siguiendo estas riberas, de cuando en cuando, nos asaltan grandes y pequeños molinos de agua. La mayoría de las veces están totalmente desvencijados y abandonados, aunque con sorpresa se ven algunos muy bien conservados. Estos molinos están unidos irremediablemente al río, al sonido del agua, a las peñas tapizadas de musgo, a los árboles de ribera y a los tonos verdes de la hierba regada de los prados. La primera sensación que experimentamos cuando divisamos uno de estos molinos, es que tenemos un encuentro mítico con un mini paisaje, donde los sonidos indescifrables del río nos llevan a creer que realmente existen en estas zonas seres misteriosos y mitológicos, como el Trasgu que se esconde debajo del molino y cambia de sitio objetos y piezas relacionadas con la molienda.

Piedra francesa, molino de casa Queipo de Monasterio del Couto

Esta proliferación de ingenios hidráulicos es una muestra de la gran importancia que tuvieron en un pasado no muy lejano, ya que algún molino todavía funciona en la actualidad.

Estacada del molino de Fariñas con una escala salmonera para comunicar la parte inferior y superior del río

Antiguamente, este concejo no se caracterizaba precisamente por estar bien comunicado con la Meseta ni con el centro de la región; esto provocó que durante muchos años fuera difícil el intercambio de productos y el comercio con otros centros de producción, lo que obligó a nuestros antepasados a tener que ingeniárselas para autoabastecerse. Las zonas rurales normalmente cerraban el círculo de sus necesidades produciendo todo lo que necesitaban en la unidad familiar; producían y elaboraban su propia carne, patatas, verdura, vestidos hechos con lana de oveja, herramientas fabricadas con madera de la zona y, como producto base y estrella, sembraban su propio trigo. Pero este último producto no bastaba solo con sembrarlo y recogerlo, ya que para poder elaborarlo en forma de pan, bollu preñáu, frixuelo y otros artículos de consumo, era necesario pasarlo por un proceso intermedio, que es la molienda para convertir el grano en harina (farina).

Presa y pozo del ‘molín’ de casa Queipo de Monasterio del Couto. La construcción anexa era la minicentral hidroeléctrica del pueblo.

Para moler este trigo era necesario tener molinos en cada zona del concejo y esto explica que haya tantos ingenios hidráulicos al lado de nuestros ríos y regueiros. Para hacer funcionar estos artefactos era imprescindible tener un profesional que conociera perfectamente todo el sistema mecánico e hidráulico del molino; este antiguo profesional era el molinero.

Para escribir este artículo me acompañaré de este personaje, quien me llevará a descubrir todo el proceso que rodeaba su trabajo y la parte humana que lo acompañaba.

Antiguo molino de uso particular en el río de Corros

Los molinos en Asturias no los mueve el viento, como aquellos que atacaron a nuestro loco y entrañable Don Quijote de la Mancha; los de Asturias los mueve el agua. El funcionamiento del sistema se basa en almacenar una cantidad de agua a una determinada altura respecto de la turbina del molino; esta altura suele ser de dos o tres metros. Esto permite disponer de una energía potencial que se trasformará en energía cinética y mecánica en la parte baja del molino.

Molino de Agüera de Castanéu. Carro excéntrico para mover la pinera o ‘peneira’

La situación del molino es casi siempre la misma, cerca del río, a cotas superiores se hace una estacada o banzáu para retener y dirigir el agua hacia una presa que la conduce hacia el pozo de acumulación, situado junto al molino. Este pozo tiene dos finalidades, la primera y fundamental es crear una diferencia de altura entre el pozo y la zona baja del molino donde va situado el rodezno, una rueda horizontal que gira impulsada por la energía cinética que le transmite el agua, produciendo un momento de fuerza que hace girar los elementos mecánicos del molino. La segunda finalidad del pozo es acumular agua suficiente para que cuando se soliciten caudales importantes para moler, el molino no se quede sin agua.

El agua incide con cierta presión y velocidad sobre los canjilones del rodezno situado en la parte inferior del molino. Este agua genera un momento de fuerza que hace girar un eje vertical de madera que está unido a la muela superior (volandera o muela de arriba), que gira sobre otra inferior que permanece estática (muela de abajo o barranco); entre estas dos muelas se hace pasar el cereal para triturarlo y convertirlo en harina.

Parte inferior del ojo del molino o infierno

En general, los molinos ofrecen una estampa de gran belleza, pues siempre están construidos en un entorno donde los árboles de ribera se mezclan con los agradables sonidos del agua; además, estas construcciones poseen una arquitectura poco agresiva con el medio, ya que el molino consta generalmente de dos plantas de dimensiones bastante reducidas. En la segunda planta están todos los utensilios de la molienda con un pequeño almacén y en la planta inferior es donde se produce todo el proceso hidráulico. Esta planta inferior se reconoce muy bien, ya que le da personalidad al molino con los típicos arcos de piedra; se la denomina como los ojos del molino o el infierno.

Los molinos pueden ser de una muela para uso particular o de varias muelas para moler el trigo de otros vecinos a cambio de una compensación económica o en especie, la maquila. Este último molino se convertía en una pequeña y próspera industria familiar, ya que la afluencia de clientes era muy grande porque todos los vecinos tenían que hacer el pan cada quince días aproximadamente; además también tenían que moler el maíz y otros cereales para el ganado.

Picando la muela

Con esta pequeña industria se creó una nueva profesión artesana, la de molinero. Las tareas más frecuentes de éste eran limpiar periódicamente la presa que comunica el molino con la estacada del río, reparar las fugas de agua, mantenimiento de todos los elementos mecánicos del molino, engrase de cojinetes, picado de las muelas… El picado de las muelas era un trabajo de gran precisión para el que se requería mucha experiencia, pues de él dependía el buen resultado de la molienda. Otros trabajos son los siguientes: arrancar el molino; cargar la tolva o muxega con el grano; regular bien la velocidad de la muela actuando sobre el caudal de agua; conocer exactamente la aproximación que deben de tener las muelas para hacer una harina fina o más gruesa, etc.

Herramientas de widia (wie diamant) para picar la muela

Aunque el molino en su conjunto parece una máquina simple y sencilla, tiene, como todas las cosas mecánicas, secretos fundamentales que hay que conocer tanto en su construcción como en su explotación, para que el resultado final sea un producto de calidad. La construcción del molino debe ser meticulosa y perfecta, las muelas deben estar bien picadas y equilibradas, el molinero debe tener experiencia y conocer los pequeños detalles para conseguir moler con éxito.

Hasta ahora hemos descrito al molino y al molinero de una forma técnica y objetiva, pero en la tradición popular queda abundante constancia de testimonios donde se describen de otra forma más entretenida.

Los molinos eran lugares en los que se concentraba la gente esperando la molienda de su grano,

Estacada o ‘banzao’ del molino de Agüera de Castanéu

esto permitía comunicarse entre los pueblos vecinos que se contaban los chismes del momento; además, los mozos y las mozas utilizaban el viaje al molino para cortejar fuera del control de sus padres. Al estar situados en lugares escondidos y agazapados en las orillas fluviales, los molinos se convertían en objeto de murmuraciones y rumores sobre amoríos y otros tejemanejes más pecaminosos. Hay muchos dichos y canciones populares sobre esto:

Los molinos no son casas,
porque están por los regueros,
son cuartitos retirados
para los mozos solteros.
 
Si vienes a mi molino
solita te moleré,
si vienes a mi molino
yo no te maquilaré.

Moderna turbina con dos salidas de agua del molino de Monasterio del Coto

Estas libertades del molino fueron mal vistas y criticadas por algún clérigo de la época, como Fray Toribio de Pumarada y Toyos (raro para los clérigos), natural de La Riera de Colunga, que en 1712 amenazaba con frases como: ir a dormir al molino, es como ir a la casa del diablo.

El molinero en la tradición popular no sale mejor parado que el molino, ya sea por envidia o por cachondeo, siempre se le consideraba de dudosa reputación a la hora de “maquilar” (cantidad cobrada en especie de cereal). El molinero solía conseguir unos ingresos considerables para la época y evidentemente, en tiempos de poca abundancia, en el único sitio donde no faltaba el pan era en casa del molinero. Esto provocaba la tendencia a pensar que la riqueza del molinero provenía de coger más grano del que le correspondía por la molienda.

Pozo y presa del molino de Vegapope

El cancionero popular está lleno de cantares y dichos que confirman esta dudosa reputación del molinero:

La molinera trae corales
y el molinero corbatín,
no sé como da pa tanto
la tarabica del molín
 
Gasta la molinera ricos pendientes
del trigo que maquila a los clientes.
 
 
 
Cambiarás de molinero pero no de ladrón
 
Una clienta vio al molinero cambiar las ventanas del molino y le hizo la siguiente pregunta:
– Molineiro ¿para qué pones las ventanas, para que no entren los ladrones de afuera o para que no salgan los que hay dentro?.
 

Pinera manual y pinera de molino

La verdad es que algo habría de cierto, ya que siguiendo con el refranero: cuando el río suena agua lleva… Pero los que conocimos a molineros de la zona podemos decir que lo que ganaban lo tenían bien merecido, ya que estaban de sol a sol moliendo, incluidos sábados y domingos; siempre estaban cubiertos de polvo de harina, que además respiraban provocándoles problemas pulmonares. Por otro lado, al estar constantemente en contacto con el agua, la humedad y el frío de las heladas les producían bastantes enfermedades reumáticas.

Hoy, el oficio de molinero está desapareciendo, pero todavía queda alguno en activo que lo presentaré al final de este artículo.

Tolva o ‘muxega’ del molino de Veigapope, se puede ver la medida de volumen denominada ‘la cuarta’ es el cajón de madera que esta encima de la muela.

A continuación haré un breve recorrido por el proceso entero del trigo y sus productos, desde la siembra hasta el horno. Para desgranar como era este proceso, desde el cultivo hasta el horneado del pan, me dejaré asesorar por las mejores especialistas que hay en la materia, ya que lo vivieron en primera persona, y son esas abuelas que aún tenemos por los pueblos y que todavía poseen una mente muy brillante. No puedo anotar tantos detalles como me describen, pues si lo hiciera no haría un artículo, haría un libro; por lo tanto, simplificaré lo que me cuentan y lo escribiré con sus palabras de asturiano occidental o asturiano de Cangas, es decir, con asturiano d’aiquí.

Presa del molino de Fariñas en el río Luiña.

El trigo (Triticum) constituyó la variedad de cereal más apreciado a lo largo de la Edad Media. Mal adaptado al clima de nuestra región, no llegó a alcanzar en esa época la importancia que tuvo la escanda. A partir del siglo XIII aparece sembrado en tierras dispersas en localidades del concejo de Cangas del Narcea: Rubial, Llamera, Carballo y Agüera. En los siglos siguientes su cultivo ya se generaliza por toda la zona.

Segando el trigo

El trigo posee muchas variedades. Preguntando que variedades se sembraban en la zona, nadie me sabe contestar con rigor cuales eran, pero sí me las describen con el nombre popular con que eran reconocidas. Esencialmente había tres tipos de trigo con diferentes características: el primer tipo lo denominaban trigo “grande”, tenía el grano grande y solo se conseguía en las mejores tierras del pueblo; la harina que producía tenía un color muy blanco y se utilizaba para hacer muy buen pan; este trigo es posible que fuera el denominado Triticum Paledor. Otra variedad era el trigo “pequeno”, este también necesitaba sembrarse en las mejores tierras, la harina que salía de este trigo era la de mejor calidad y se reservaba para hacer productos muy finos, como los frixuelos y los dulces. El peor trigo lo denominaban parrucu y era el de peor calidad, teniendo que ser mezclado con el “grande” para conseguir un pan decente. El trigo parrucu provenía de las chombas de los montes del pueblo. Estas chombas eran trabajadas de forma diferente a las demás tierras de labor.

En los montes mancomunados de los pueblos se marcaba una proporción de terreno para cada vecino que lo denominaban chomba, que era cavada a mano con una azada (xadón); este trabajo se denominaba cavar borrones. Posteriormente, por el verano, todo el rastrojo del monte cavado se amontonaba y se prendía fuego en pequeños montones (borrón o borrones). Se sembraba el trigo dos años en estas zonas y después se dejaba descansar el terreno varios años.  A este sistema de agricultura se le llama barbecho, por eso estas zonas de monte eran conocidas como barbeitos. El trigo que salía del monte era de menor calidad, ya que crecía junto a otras hierbas que competían por los nutrientes del suelo, y esto hacía que el trigo fuera más pequeño, duro y sucio; este trigo del monte era el mencionado anteriormente como parrucu.

Mayando a mano con ‘manales’ en El Fuejo, Cangas del Narcea, 1927. En la imagen se ven las ‘facinas’ de centeno y de trigo. Fotografía de Fritz Krüger. Col. Museo del Pueblo de Asturias

Bien, ya tenemos los tipos de trigo y de tierra, ya podemos pasar a sembrar. La siembra se hacía en el mes de noviembre y la siega se hacía en agosto. La siega se realizaba a mano, necesitando mucha mano de obra. Una vez más nos encontramos con una actividad agraria que une a los vecinos para ayudarse de forma colectiva; la siega, el acarreo del trigo a la era y la mayada se hacían juntando esfuerzos entre todos los vecinos.

La siega del trigo se hacía a mano haciendo pequeños montones (gabiechas); estos montones se ataban formando los manoyos, y estos manoyos se juntaban haciendo los típicos montones de trigo que había en las tierras, los llamaban medas. Después de secar el trigo unos días en la tierra se acarreaba a las eras de la casa, disponiéndolo en montones de forma triangular que se llamaban facinas; éstas se ven en algunas fotografías antiguas de mayadas. Las eras de trigo marcaban la riqueza de la casa, pues la casa que tenía muchas facinas en la era dejaba claro que disponía de mucha tierra y de mucho pan, por lo tanto era una casa pudiente.

Mañores (Tineo), 1927.’Facinas’ de trigo en la era. Fotografía de Fritz Krüger. Col. Museo del Pueblo de Asturias.

Cuando el trigo estaba en todas las eras del pueblo se procedía a mayarlo. Esta operación consiste en separar el grano de la paja, generando dos productos: el grano se lleva al hórreo o la panera y con la paja se haci un nuevo montón que se llamaba colmeiro.

La mayada era una fiesta, todos los vecinos participaban de casa en casa, y como es natural en los intermedios y en las comidas no faltaban el jolgorio y buen humor; a esto último ayudaba bastante el que corriera de mano en mano abundantemente el vino de Cangas. (Ver: Una mayada en Rañeces en 1945)

Estando el trigo ya en la panera, el proceso sigue su curso bajando a moler el trigo al molino. Se bajaba cada quince días aproximadamente. El trigo iba metido en un recipiente especial, hecho de piel de oveja, que se denominaba fueche, con capacidad para unos 35 a 40 Kg.

Mayando a máquina

Al molinero se le pagaba con dinero o en especie, la maquila. Ésta, como ya expliqué, consistía en coger una proporción del grano de trigo que se molía. Cada molinero tenía su norma en la cantidad a maquilar; la competencia hacía que el molinero fuera prudente y no cogiera demasiado porcentaje.

Lo que me siguen contando estas abuelas es la parte más agradable de todo el proceso y, por supuesto, es la merecida recompensa a tanto esfuerzo. Con el trigo molido en casa se procedía a hacer el pan y el bollo preñao, hacer la fornada. El día anterior al amasado se ponía la levadura, mezclada con harina y agua templada en un recipiente (fader el furmiento). Esta mezcla se deja toda la noche para que reaccionen los microorganismos unicelulares de la levadura (cheldar). La levadura no se compraba, se dejaba un poco de masa del horneado anterior y se tenía siempre en casa en un recipiente con sal por encima y tapado con una berza. Preguntando para que se ponía la berza no me dan una explicación muy científica.

Moviendo la ‘fornada’ con el ‘rodabiel’ en un antiguo ‘forno’ de Bustelo

Al día siguiente se mezcla este furmiento con toda la masa de harina, agua y sal; se va amasando la fornada que se va a hacer y se deja cheldando, es decir, un tiempo tapada para que el CO2 que producen los hongos de la levadura hagan hinchar esta masa, creando los típicos ojos en la miga del pan. Después se corta esta masa en porciones que serán las futuras fogazas.

Lo que sigue es fácil de adivinar, se enciende el forno con leña. Cuando éste está bien caliente se sacan todas las cenizas con una escoba (el bascayo) que estaba hecha de xiniesta. A continuación se metían las fogazas en el forno con dos instrumentos de madera que son la pala y el rodabiel. Estas herramientas también tenían otras funciones, pues había la creencia, poco justificada, de que en los días de tormenta se debía poner en la era de la casa el rodabiel y la pala de madera haciendo una cruz para que alejaran los relámpagos de la casa. Si Benjamín Franklin supiera esto no se molestaría en hacer tantas tonterías para descubrir el pararrayos.

Horneando las ‘fogazas’ y el bollo

Volviendo al tema, lo mejor de este día de fornada era hacer el bollu preñáu, preñáu del mejor colesterol de la zona, buen chorizo, buen tocino, etc. Desde luego todo este esfuerzo merecía la pena, se conseguía un pan de verdad, sin nada de esos polvitos mágicos que ahora se echan en todos los procesos industriales, además se comía un bollo preñao que nos hacía acercarnos un poco más hacia la muerte en forma de colesterol, pero ¿qué es la vida sin un poco de riesgo?

Hogazas de pan de verdad (sin polvitos mágicos industriales)

A estas alturas del artículo es cuando me doy cuenta de la cantidad de trabajo, de medios, de profesionales y mano de obra que hacían falta para poder comer un buen pan, un buen bollo preñao o unos frixuelos. Yo recuerdo que aquel pan tenia la corteza y la miga de diferente color que el pan industrial que comemos hoy. Cada fornada de pan eran quince fogazas que duraban quince días; el último día el pan estaba perfecto para comer y eso que no llevaba ningún conservante, excepto la sal que tenía en la masa. Hoy compras esas barras de pan que te dan al precio de 2 por 1 y si lo dejas para la cena ya es chicle, y, por supuesto, ni se nos ocurre comerlo el día siguiente. Observando esto me asalta una pregunta: “¿realmente eso será pan? o ¿será un invento híbrido creado por algún químico de la Universidad de Oviedo?”. Otra pregunta curiosa: “¿por qué hoy tenemos tantos celíacos, tanta intolerancia al gluten?”. ¡Qué mal hizo la ciencia alterando algunos procesos naturales!

Para terminar presentaré algún molino importante del concejo de Cangas del Narcea. Empezaré presentando el que posiblemente fue el mejor molino de la zona, ya que su capacidad y tecnología superaba con creces a los demás. Este molino está en la villa de Cangas en el denominado Prao del Molín, pero su historia aparece en otro artículo de esta web del Tous pa Tous en la que se describe con todo detalle este molino: Historia del molín de la villa de Cangas del Narcea.

Antonio Fernández Rodríguez enseñando el molino de casa Terrao en Agüera de Castañedo

Otros molinos importantes en la actualidad son el de Agüera de Castanéu, el de Fariñas, el de Monasterio del Couto y el de Veigapope.

El molino de Agüera de Castanéu está situado en la orilla del río Narcea, en el pueblo de su nombre. El edificio es bastante moderno ya que fue reformado hace pocos años. Posee dos piedras de moler francesas y todavía está activo moliendo para clientes de los concejos de Cangas e Ibias. Quien me lo enseña es Jesús Antonio Fernández Rodríguez y quien estaba al frente del molino en los años de esplendor era su suegro: Antonio Menéndez de casa Terrao de Agüera.

Nilo González García enseñando el molino de Fariñas

Otro molino importante fue el de Fariñas, junto a Cangas y a orillas del río Luiña. Sus clientes eran todos los pueblos de la sierra del Acebo, de Limés y contornos. Este molino y su moderna estacada pueden verse caminando por el Paseo del Vino de Cangas del Narcea. El molino tiene dos muelas francesas y una toma de fuerza para enganchar una aventadora que servía para limpiar de impurezas el trigo. Quien me enseña el molino es Nilo González García, nieto del antiguo molinero Enrique García Tejón; este molinero era hermano del mítico gaitero José García Tejón “Fariñas”. Hoy, este molino está parado, pero me dice Nilo que en sus buenos tiempos a su abuelo no le faltaba el trabajo, moliendo doce horas diarias.

Aventadora para limpiar el trigo que venía de Castilla; molino de Fariñas

El molino dejaba buenos ingresos y de él se podía vivir cómodamente; como anécdota cuenta Nilo que cuando se arregló la estacada del molino se necesitaron siete trabajadores diarios para construirla y lo que recaudaba diariamente el molino era suficiente para pagar a estos siete jornales.

Manuel Blanco ,de Casa Queipo de Monasterio del Coto, frente al molino de su propiedad

El molino de Monasterio del Couto está enclavado en un paraje espectacular al lado del río del Couto. En la actualidad este molino está inactivo. Quien me lo presenta es Manuel Blanco de casa Queipo de Monasterio, que en su día fue molinero como su padre Modesto Blanco. El molino fue construido por su abuelo. Consta de tres piedras, dos francesas y una más blanda del país. Tiene una peculiaridad que lo diferencia de los demás, y es que tiene una turbina moderna con dos salidas de agua para darle más fuerza a la muela. Los clientes de este molino eran los pueblos del Río del Couto, parte del concejo de Ibias, algún comerciante como el almacén del Cuco de la villa de Cangas, etc.

Interior del molino de Monasterio del Coto

En 1933 el molino fue reformado por el abuelo, Manuel Blanco Uría, y en 1950 el padre, Modesto, molía sin interrupción. Era un gran negocio, había grandes colas de caballos esperando por la fornada; dice Manuel que la entrada del molino parecía una feria. El molinero comía, merendaba y cenaba en el molino y a veces era necesario moler de noche con luz artificial. Coincide este molinero en afirmar que el trigo que se producía aquí era mucho mejor que el que venía de Castilla. La forma de pago era como en los demás molinos, en dinero o, lo más habitual, en especie, la maquila; en este molino se quedaban con un kilogramo por cada diez molidos. Otras medidas habituales eran el choupin como unidad de volumen básico y la cuarta que llevaba cuatro choupines.

José Martínez Fernández actual molinero de Vegapope

El molino tiene anexo una toma de fuerza para enganchar una mini central eléctrica que producía luz para el pueblo. Daba suficiente para tres bombillas por cada casa y cada bombilla era de 25 watios.

José Martínez Menéndez anterior molinero de Vegapope

El siguiente molinero es el héroe de estos tiempos, pues esta aún al frente del molino y con gran éxito, ya que mucha gente vuelve a los sabores tradicionales. Este molino está enclavado en el pueblo de Veigapope, en un paraje de gran belleza al lado del río Narcea del que coge su agua y su fuerza. La historia de este molino se pierde en el tiempo. Por él pasaron los diferentes dueños (muirazos) de la casa del Molineiro de Veigapope. Nos dice el molinero actual que tiene escritos donde indican que el molino tiene una antigüedad de varios centenares de años. Este molinero se llama José Martínez Fernández y me comenta que la época de mayor funcionamiento del molino fue la de su padre José Martínez Menéndez.

Molino de Vegapope moliendo

Los clientes de este molino eran de los pueblos colindantes: la Regla, Cibuyo, Llano, Santa Eulalia, Adralés… El molino consta de tres muelas francesas, una de las cuales funciona en la actualidad a pleno rendimiento. Hoy, muele trigo para la panadería Xiepe de Cangas, para la panadería Pan de Ibias, algún horno de Pola de Allande, particulares de Tineo, Valledor y del concejo de Cangas del Narcea. Comenta la mujer del molinero lo contenta que está escuchando de nuevo el ruido que producen las muelas y el agua al moler, ya que hace unos años este molino también estaba abocado a cerrar definitivamente.

José Martínez moliendo en el molino de Vegapope

Le pregunto a José por qué en esta zona se utilizó mucho el trigo, mientras que en otros lugares de la región se utilizaba mayoritariamente la variedad de escanda, me dice que posiblemente en tiempos remotos se utilizó también la escanda, pero esta variedad se cambió por el trigo que conocemos debido a que es más productivo; además, la escanda tiene mucha piel, es más difícil de recoger y es más dura de moler.

Es muy agradable acabar este artículo acompañado del último mohicano, del último molinero en activo, de la imagen viva de una saga de profesionales que durante muchos años de historia fueron la clave de nuestra alimentación. El pan de pueblo, los frixuelos y el bollo preñáu no serían nada sin la experta mano del molinero.


La Escuela de Niñas de Sonande, 1869 – 1936

Mesa de la maestra y pupitres en el aula de la escuela de niñas de Sonande

La educación es el sustento principal de los países y de las personas. Y esto lo sabían muy bien los emigrantes que salieron de Asturias en otros tiempos, que descubrían fuera el valor que tenía la formación para ganarse la vida. En el siglo XIX había muy pocas escuelas en el concejo de Cangas del Narcea, y por eso, muchos emigrantes que quisieron ayudar a sus pueblos de origen lo hicieron construyendo a sus expensas escuelas y pagando de sus bolsillos a los maestros. En Cangas del Narcea hubo bastantes mecenas, hoy olvidados, que con su dinero hicieron mucho por la educación de sus vecinos. En la parroquia de Cibea fueron varios los emigrantes enriquecidos en Madrid que construyeron escuelas y en algunos casos crearon fundaciones para seguir manteniéndolas después de su muerte. El primero fue Domingo García Sierra que en 1861 instituyó en su testamento una Fundación benéfico-docente destinada a sostener una escuela elemental de niños en Llamera, que dotó con un local de escuela y ocho mil pesetas en acciones del Banco de España para su sostenimiento. A éste le siguieron Vicente Rodríguez Pérez que fundó una escuela para niñas en Sonande en 1869; Francisco Pérez Rodríguez, conocido como Teresín, que construyó una escuela en Xinestosu / Genestoso y a su muerte, el 16 de septiembre de 1894, dejó unas fincas cuyas rentas deberían servir para pagar al maestro y mantener la escuela, y Francisco Pérez, “el Maduro”, que levantó a su costa la escuela de Valláu / Vallado.

Vicente Rodríguez Pérez, hacia 1880

De todas estas escuelas, la de Sonande es, sin duda, la más original y novedosa por dos razones: primera, porque es una escuela solo para niñas, cosa infrecuente en aquel tiempo en el que no se estimaba la educación femenina y por consiguiente el analfabetismo entre las mujeres era muy elevado, y segunda, porque en este caso no se va a levantar una casa escuela, que es lo corriente, sino que el promotor hará la escuela y vivienda de la maestra en el interior de su propia casa.

El promotor de la escuela de niñas de Sonande fue Vicente Rodríguez Pérez un hombre natural de este pueblo que emigró a Madrid siguiendo a su tío Francisco Rodríguez, a quien heredará a la muerte de este en 1866. Los dos hicieron mucho dinero trabajando en casas de banca y en Bolsa, y los dos permanecieron solteros.

Inscripción y fecha de construcción de la casa

Vicente Rodríguez construyó en 1869 una gran casa en Sonande, la conocida como casa El Muirazo, que dedica a su tío Francisco. En su fachada principal puede leerse: “A la memoria de un hijo de este pueblo” y “En recuerdo del S. D. Francisco Rodríguez”. La casa tiene planta baja y dos pisos, y la parte izquierda está habilitada para las funciones de escuela.

Casa de El Muirazo en Sonande, construida en 1869 por Vicente Rodríguez, donde está la escuela de niñas. A la derecha entrada y patio de recreo.

En la planta baja hay un local de entrada, donde las niñas dejaban las madreñas; en el piso primero está el local de escuela, que todavía conserva los pupitres, la mesa de la maestra y diverso material escolar (mapas, láminas), y en el piso segundo está la vivienda de la maestra con su cocina, dormitorio, sala y retrete. Los tres espacios están comunicados por una escalera reservada únicamente para este uso. Por fuera de la casa, las niñas tenían una entrada independiente de la principal y un pequeño patio para el recreo. En la fachada principal de la casa había una campana para llamar a la escuela.

La escuela comenzó a funcionar hacia 1870 y perduró hasta el comienzo de la Guerra Civil en 1936. Sus normas, establecidas por “el dueño”, eran las siguientes:

Tienen derecho a concurrir a esta Escuela las niñas de todos los pueblos de la parroquia de Cibea y su hijuela de Genestoso sin distinción de ninguna clase.

También pueden concurrir las niñas de los parientes del dueño de la escuela aunque no sean de la parroquia de Cibea.

A las niñas se les da libros, papel y plumas para escribir por cuenta del dueño.

No se permite recibir ninguna niña que no tenga 6 años cumplidos.

Condiciones para la Sra. Maestra

Normas de la Escuela de Niñas de Sonande y lámina de ‘Vocales y consonantes’

Prohíbo que se dé a las niñas más castigo que ponerlas de rodillas y dejarlas encerradas sin salir a comer; dentro de la escuela no se permite distinción a ninguna niña.

Los días de vacaciones y punto los señala el dueño.

La Sra. Maestra en los días de vacaciones y punto tiene la obligación de estar al servicio del dueño de la escuela, y comerá en casa de dicho señor si lo estima conveniente.

Prohíbe a la Sra. Maestra tener tertulia ni visitas de personas que no sean de su familia para evitar habladurías del vecindario y que observe buena conducta.

Aula de la escuela de niñas de Sonande y lámina de ‘Pesos y medidas’

Por la escuela de Sonande pasaron cientos de niñas de la parroquia de Cibea. Se conservan tres libros de matrícula y asistencia diaria del siglo XX, y por ellos sabemos que el número de alumnas matriculadas era muy alto, por ejemplo: en 1906 había 46 niñas; en 1907: 38 niñas; en 1908: 54 niñas, y en 1912: 54 niñas. Las edades, según estos mismos libros, iban desde los 4 a los 14 años. Las faltas de asistencia a clase eran muy elevadas, debido a las distancias que tenían que recorrer algunas niñas, al mal tiempo en invierno y al trabajo que tenían que realizar en sus casas. En los primeros años del siglo XX estuvo de maestra Mª de Loreto Gallego y la última fue Paulina López Menendez, natural de Pigüeces (Somiedo), que acabó casándose en Sonande.

Esquela de Vicente Rodríguez en ‘El Imparcial’, 9 de abril de 1891

Vicente Rodríguez murió el 8 de abril de 1891 y su esquela apareció en el diario El Imparcial, de Madrid. Este periódico lo había fundado en 1867 Eduardo Gasset y era de tendencia liberal, progresista, demócrata y antidinástica, y había apoyado la Revolución de Septiembre de 1868, la llegada de Amadeo de Saboya y la Primera República Española. No es de extrañar por tanto que Vicente Rodríguez, lector de El Imparcial, fuese un liberal progresista y que su interés por la educación de las niñas de su parroquia natal se enmarcase en esa ideología muy preocupada por la igualdad de sexos en la enseñanza. Su acción filantrópica consiguió que en el valle de Cibea se redujese el analfabetismo femenino al mínimo en las primeras décadas del siglo XX, hecho que no se dará en otras parroquias del concejo.

La casa El Muirazo y la escuela de niñas se conservan muy bien gracias al esfuerzo de su actual propietaria Josín Sagarra Rodríguez, a quien tenemos que agradecer la información que nos dio para redactar esta noticia y su esfuerzo por esta conservación.

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Escuelas y maestros en el concejo de Cangas del Narcea en 1935 y 1936

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Foto y firma de Teresa Rodríguez en el carnet de identidad de inspectora de 1ª enseñanza, 1935. Col. de Luis M. Rodríguez Sánchez.

Hoy publicamos en el Tous pa Tous un texto excepcional. Se trata de las notas que escribió Teresa Rodríguez Álvarez, inspectora de primera enseñanza, en sus visitas a las escuelas del concejo de Cangas del Narcea en 1935 y 1936. Estas notas están escritas en una pequeña libreta que nos ha facilitado su sobrino Luis Miguel Rodríguez Sánchez.

Teresa era la primogénita del matrimonio formado por los maestros Gabino Rodríguez, de Besullo, y Faustina Álvarez, natural de León, y hermana de Alejandro Casona. Nació en 1900 en el pueblo de Canales (León), donde su familia tenía una casa. En su infancia y juventud vivió en diferentes lugares de León, Asturias y Murcia, acompañando a sus padres. Estudió magisterio, como el resto de sus cuatro hermanos (Alejandro, Matutina, José y Jovita), y el 6 de junio de 1932 ingresó en el cuerpo de inspectores de primera enseñanza.  Después de la Guerra Civil dejó de trabajar y se trasladó con su marido, el médico Florentino Hurlé Morán, a Pontevedra, donde falleció en 1966.

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Teresa Rodríguez con su marido y su padre en Pontevedra, 1942. Col. de Luis M. Rodríguez Sánchez.

Nuestra inspectora perteneció al colectivo de nuevos inspectores de enseñanza formado por la República Española, que tenía como objetivo primordial renovar el sistema educativo y auxiliar a los maestros en su tarea pedagógica. Hasta entonces la inspección era sobre todo un trabajo burocrático, a partir de ahora se hará visitando a menudo las escuelas para conocer la auténtica realidad de las aulas y asesorar a los maestros. El ideario republicano era una educación gratuita, laica y de carácter activo y creador.

Teresa era una profesional exigente y observadora. Recorrió el concejo de Cangas del Narcea en los meses de mayo y junio de 1935, y en los de enero y mayo de 1936. Iba a caballo. Las anotaciones que escribe de cada escuela son breves, pero muy ilustrativas para conocer la situación de la enseñanza en el concejo en aquellos años de la II República Española. En total visitó 67 escuelas o “locales provisionales” donde se impartían clases.

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Libreta de notas de Teresa Rodríguez

Una buena parte de estas escuelas se había construido durante la Dictadura de Primo de Rivera y la República. Diez años antes, Luis Bello, en las crónicas de su viaje por las escuelas de Asturias que publica en el diario El Sol, mencionaba que el concejo “no llega a tener cuarenta escuelas”. En 1935, la existencia de un edificio destinado a este cometido y la presencia de un maestro con titulación era una novedad muy reciente en muchos pueblos. Teresa acude a algunos pueblos a conocer el solar donde se va a construir la escuela y a reconocer los “locales provisionales” que se emplean como aulas, que normalmente eran salas o desvanes de casas particulares.

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Planta del piso del proyecto de escuela para Limés del arquitecto Leopoldo Corugedo, diciembre de 1922, que nunca llegó a realizarse.

La mayoría de las escuelas eran unitarias, es decir, en una misma aula convivían niños y niñas de diferentes edades. En unos pocos pueblos había dos maestros y dos aulas, una para las niñas y otra para los niños, como sucedía en Bimeda, Naviego, San Julián de Arbas, Limés, Llano o Tebongo. La única escuela que agrupaba a los alumnos en grados era la de la villa de Cangas del Narcea, que ocupaba un edificio terminado de construir hacia 1877 y que en 1935 era insuficiente para albergar a tanto escolar como había.

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Planta baja del proyecto de escuela para Limés del arquitecto Leopoldo Corugedo, diciembre de 1922, que nunca llegó a realizarse.

Sin embargo, a pesar del avance de la instrucción pública, en 1935 el estado de muchos de los espacios donde se impartía la enseñanza era lamentable y la dotación de material escolar insuficiente. Por ejemplo, sobre la escuela de Llamas del Mouro, que visita el 1 de julio de 1935, escribe: “La escuela es malísima, húmeda, baja de techo, poca luz, faltan mesas, encerados, mapas, armario. Libros pocos y malos. […]. No hay libros de lectura”, y de la de Villaláez, que visita el 6 mayo de 1936, dice: “Escuela malísima, material infame. No hay mesas ni encerados, ni armario, ni nada. Únicamente algunos libros”.

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Fachada principal del proyecto de escuela para Limés del arquitecto Leopoldo Corugedo, diciembre de 1922, que nunca llegó a realizarse.

Con todo, el principal problema de la instrucción en Cangas del Narcea era la bajísima asistencia de los escolares a las aulas. Uno de los datos que siempre anota Teresa es el número de matriculados en la escuela y el número de alumnos que están presentes en el momento que ella realiza la inspección. La situación es desmoralizante. En Agüera de Castanedo escribe el 11 de mayo de 1936: “Matrícula 45. Término medio de asistencia 14. Hay muy poca asistencia, presentes hoy 7 y eso porque saben que yo vengo”. La causa de estas ausencias la señala ella misma el 7 de mayo de 1935 en la escuela de Linares del Acebo, donde anota: “He podido apreciar lo siguiente: de los 28 niños matriculados solo hay presentes en el momento de la visita 8, siendo la asistencia ordinariamente muy irregular por dedicar a los niños al trabajo del campo y a cuidar el ganado”. El problema se agudiza en julio, mes de la hierba; el 1 de julio visita Jarceley, donde hay 40 matriculados, y ese día “no hay ningún niño, están dedicados a las faenas del campo”, y lo mismo sucede al día siguiente en la escuela de El Pládano. Por eso, en sus visitas, insta a los maestros a que fomenten la asistencia de sus alumnos a la escuela.

En las escuelas los maestros no eran todos iguales. Había maestros propietarios y maestros interinos, había mujeres y hombres. Unos empleaban métodos de enseñanza modernos y otros estaban anticuados para el modelo de enseñanza que propugnaba Teresa. Algunos maestros estaban muy comprometidos con la instrucción pública que propiciaba el Gobierno de la República. Teresa Rodríguez nos da los nombres de todos ellos. En total menciona a 72 enseñantes, de los cuales 46 son maestros y 26 maestras.

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Carnet de identidad de inspectora de 1ª enseñanza de 1935, libreta de notas y tarjeta de visita de Teresa Rodríguez Álvarez. Col. de Luis M. Rodríguez Sánchez.

Las notas de su libreta terminan el 1 de julio de 1936. Comenzaban las vacaciones de verano. El curso siguiente iba a ser muy diferente, porque el 18 de julio todo aquel universo escolar iba a estallar por los aires, y con el golpe de estado del general Franco aquel sistema educativo desaparecerá. También desaparecerán muchos de aquellos maestros que visitó Teresa Rodríguez. Gracias al libro de Leonardo Borque López, La represión violenta contra los maestros republicanos en Asturias (Oviedo, KRK Ed., 2010) y a otras informaciones, sabemos el triste destino de algunos de ellos. Celso García Rodríguez (natural de Sotrondio), maestro de Llamas del Mouro en 1935; Ceferino Farfante Rodríguez (natural de Besullo), primo de Teresa, maestro en Cangas en 1936 y Vicente Bosqued, maestro de Bergame en ese mismo año, fueron ejecutados por los franquistas. Juan Almeida Rabal, maestro de Carceda, de ideas conservadoras, fue asesinado en Porley en 1937. Manuel Pérez Rodríguez, maestro de Tebongo, fue condenado a 20 años de cárcel por sus ideas republicanas y murió en el penal del Dueso. Bernardino González García (natural de Viveiro, Lugo), maestro de Carballedo en 1935 y de la escuela de Cangas en 1936, fue condenado a pena de muerte, que le fue conmutada. María Dolores González, maestra de El Pládano; José Granell (natural de Rocafort, Valencia), maestro de Gedrez en 1935 y de Cibuyo en 1936, y otros muchos más fueron inhabilitados durante algún tiempo para el ejercicio de la enseñanza por ser maestros de la República. Celso López Rodríguez, maestro de Limés en 1935 y de Araniego en 1936, marchó en 1937 para Rusia acompañando a un grupo de “niños de la guerra”.

El paso del tiempo ha convertido aquella pequeña libreta de notas de Teresa Rodríguez en  testigo de una etapa muy importante en la promoción y difusión de la instrucción pública en el concejo de Cangas del Narcea.

[Sigue en página 2]

Álbum de fotografías de un concejo asturiano: Cangas del Narcea 1860 / 1939

En 1989 la asociación cultural «Pintor Luis Álvarez», a través de Arbas Ediciones y con la colaboración del Ayuntamiento de Cangas del Narcea y la Caja de Ahorros de Asturias, publicaba el libro “Álbum de fotografías de un concejo asturiano: Cangas del Narcea, 1860-1939”.

Dos años antes, en 1987 y con la coordinación de Juaco López Álvarez, miembros del Cuelmu Ecoloxista Pésicu comenzaron a recopilar fotografías antiguas de Cangas del Narcea con el fin de confeccionar un libro. A esta empresa enseguida se unió la asociación cultural «Pintor Luis Álvarez», que desde la revista La Maniega solicitó la colaboración de los cangueses. Poco a poco este trabajo colectivo fue dando sus frutos y finalmente en dos años el proyecto se convirtió en una realidad.

Fue una tirada corta, que se agotó muy pronto, la de este álbum fotográfico de Cangas del Narcea pulcramente ejecutado en papel couché.

Además de la participación de otras muchas personas, esta publicación contó con la colaboración estelar del historiador Francisco Crabiffosse Cuesta. “Los ojos que os vieron. La fotografía en Cangas del Narcea, 1839 – 1939″, es el título de su interesante aportación al libro en la que hace un recorrido por toda una época y por tanto toda una etapa de la fotografía en Cangas.

Pero como una imagen vale más que mil palabras a continuación publicamos un recurso multimedia elaborado a partir de la totalidad de fotografías de este libro y con una composición musical de fondo, en exclusiva para el Tous pa Tous, obra de nuestro maestro particular en estos menesteres el socio Gerardo Menéndez López.

Cangas del Narcea – En el camino

En el camino es un magacín de la Televisión del Principado de Asturias dedicado al turismo rural en el que se muestran rutas, unas turísticas y otras de montaña, en distintos concejos asturianos. En cada programa se recorren los lugares más representativos del concejo y se entrevista a gente variada: empresarios de albergues y hoteles de turismo rural, cazadores, escaladores, esquiadores, etc. El programa concluye con una sucesión de rótulos en los que se dan recomendaciones para alojarse, comer, realizar deportes de aventura y turismo activo, se enumeran las principales fiestas del concejo, etc.

A continuación reproducimos el programa correspondiente a Cangas del Narcea, que fue emitido el 15 de julio de 2011.