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De un extremo a otro de España. Viaje al Sur por la Ruta de la Plata

Ruta Lagunas de Fasgueo (Valdeprado, León)

Saliendo de mi zona de confort en Cangas del Narcea, me apetece hacer una ruta larga que atraviese España de norte a sur. Esta vez no podrá acompañarme mi perrita Sena y tampoco podré describir todo lo que veo a mi paso, pues sería demasiado denso el artículo y demasiado largo. Es tan grande la historia y tan bonitos los paisajes de esta ruta, que solo podré concentrarme en detalles puntuales. Me concentraré en el sur, ese sur al que cantaba la italiana Rafaela Carrá con el estribillo: «para hacer bien el amor hay que venir al sur», y yo añadiría, que para vivir con alegría también hay que venir al sur, a disfrutar de esas noches claras y días azules que iluminan esa zona. En el sur, uno también se empapa de esa forma de ver la vida que tiene su gente, que celebra siempre que puede cualquier acontecimiento con alegría.

Sin más preámbulos, parto de Santa Eulalia, atravesando un pequeño túnel que orada las entrañas del puerto del Rañadoiro y sale al pueblo de Larón. Sigo esta sinuosa carretera y en Cerredo giro hacia la derecha, por la antigua carretera que llevaba el carbón de la mina Coto Cortés a la térmica de Anllares. Siguiendo esta carretera, a la altura de la Braña de Susañe dejo a mi derecha la espectacular ruta que lleva a la laguna de Fasgueo. Me sigo deslizando como una culebra por la carretera nacional que me comunica con la autovía denominada A6 a la altura de Bembibre. La llegada a esta autovía tranquiliza mi cuerpo, que está un poco alterado por el recorrido de montaña rusa que tenemos para salir de nuestra zona occidental asturiana.

Algo cambia cuando uno va en dirección hacia el sur. En este viaje cruzaré España de norte a sur y me concentraré en la provincia de Cádiz, más concretamente en la preciosa ciudad de Medina Sidonia. Desde aquí recorreré sus contornos, visitando los pueblos blancos de la sierra de Cádiz y parte de su costa.

Picos de Europa. Detalle: Puente de Cangas de Onís.

Todo este trayecto trascurre por la denominada Ruta Vía de la Plata, tantas veces transitada en la historia. Seguro que esta ruta mantiene en su esencia recuerdos de paisajes, conquistas, comercio, minería, arte, vida y muerte. Ruta de la Plata que vertebra todo el occidente peninsular (sur-norte, norte-sur). La actual autovía se desliza por este territorio interseccionando en muchos puntos  con la antigua calzada romana que unía Mérida con Astorga. Esto demuestra que esta comunicación siempre fue estratégica, desde los tiempos de Roma, para salvar grandes obstáculos naturales. Fue fundamental para el rápido movimiento de tropas, conquista territorial y control de materias primas. Vertebro desde épocas Romanas todo este eje occidental Cádiz (Gades), Sevilla (Híspalis), Mérida (Augusta Emérita), Cáceres (Castra Caecilia), León ( Legio VI y VII), Oviedo y Gijón. Esta ruta ha sido desde siempre un puente entre los continentes de Europa y África, y se podía añadir también el continente americano, ya que esta era la salida natural para comunicarse desde el interior de España con Sevilla y Cádiz, desde donde se embarcaba hacia América después del descubrimiento de Colón.

Sería demasiado denso enumerar los múltiples sucesos que acontecieron a lo largo de la historia por este camino o ruta por la que viajo, pero siendo asturiano y partiendo de la provincia donde se empezó la Reconquista, estoy obligado a rememorar tiempos convulsos. Iré fijándome en los lugares que significaron algo en el avance de los ejércitos cristianos, que necesitaron siete siglos para reconquistar estas tierras a los musulmanes.

Picos de Europa. Naranjo de Bulnes (Pico Urriellu)

También debo recordar la gesta  de aquel grupo de irreductibles que se opusieron en la batalla de Covadonga a una arrolladora fuerza musulmana, empezando el germen de la reconquista que duraría 770 años. Hay diferentes corrientes de como denominar este hecho, si batalla o si escaramuza. Fuera lo que fuera, con ese enfrentamiento por primera vez el ejército musulmán es vencido y tiene que retroceder. Covadonga es el lugar desde el que Pelayo dirigió la batalla contra los musulmanes que habían arruinado el reino visigodo. Fue el primer dique de contención que detuvo el avance musulmán, y esto fue antes que la notable batalla de Poitiers.

Ningún territorio ocupado por el Islam en los siglos VII y VIII fue capaz de expulsar a los invasores, excepto la península ibérica, y todo empezó aquí,  en Asturias. En una pequeña cueva del entorno de Cangas de Onís, D. Pelayo y un pequeño grupo de rebeldes se enfrentan a las tropas sarracenas, comandadas por Al Qama, en la denominada batalla de Covadonga, año 722. Pelayo infringe una completa derrota a los musulmanes, teniendo estos que retirarse como pudieron por los abruptos Picos de Europa, exponiéndose a todo género de emboscadas. Se cuenta que por Amuesa salieron a Cosgaya, y allí fue el remate final de las tropas que huían. El orgulloso ejército que quedaba de la batalla de Covadonga marchaba con el rabo entre las piernas y aquí terminó aniquilado por los asnos salvajes, como llamaron a aquellos asturianos las crónicas musulmanas. El General Al Qama y el obispo Oppas mueren en este episodio, más tarde Mumuza escapa de Gijón y también es sentenciado.

Plaza de España en Medina Sidonia (Cádiz)

Todo esto ocurrió entorno a un minúsculo núcleo de resistencia rural, que en aquel momento fue equivalente al enfrentamiento de Leónidas con sus 300 espartanos en la   batalla de las Termopilas;  pues estos asturianos también eran muy pocos y se enfrentaban a un poderoso poder invasor que se presentaba con una gran voluntad de dominación. No fue fácil la vida a partir de esta batalla. Desde ese mismo momento, este pequeño entorno de resistencia asturiana, fue año tras año defendiéndose de   las  denominadas aceifas musulmanas  que sembraban los campos de esclavitud y muerte, intentando doblegar esta incipiente resistencia Asturiana. Pero este pequeño reducto no solo consiguió sobrevivir, sino que fue minando este poder invasor durante 200 años, logrando desplazar las fronteras hacia el sur e  incorporando a los otros pueblos cristianos de la cornisa Cantábrica, repoblando las tierras llanas y  manteniendo a raya al enemigo musulmán.

Picos de Europa. Lago Enol, 1.070 m.

Con el último rey asturiano —Alfonso III–, la expansión del reino abarcaba ya desde el río Duero hasta el mar Cantábrico, desde las costas atlánticas de Galicia y Portugal hasta las sierras de Álava y Soria. Estos reyes astures se consideraban continuadores de los monarcas visigodos de Toledo y continuaron la recuperación de las tierras usurpadas por los musulmanes. Alfonso I, Alfonso II y los demás reyes asturianos, continuaron con mucho esfuerzo esta  reconquista; pero quien le dio un gran impulso fue Alfonso III el Magno, que infringió contundentes victorias al emirato cordobés expandiendo las fronteras cristianas. Llevó la frontera hasta el Duero, Coímbra, Zamora, Valladolid y tierra de Campos. Este rey emprendió una ambiciosa política de repoblación, consolidó la frontera sur del reino y las defensas de todo el territorio, fue un gran promotor de la cultura y de las artes,  también era un batallador incansable. Aquellos reyes se ponían al frente de las tropas que lideraban, vivían encima de un caballo y dentro de una armadura de malla, estaban siempre en  alerta a  cualquier incursión del enemigo por la frontera, y, cuando podían, avanzaban ellos incursionando la frontera enemiga. Una muestra de esto es una incursión, propia de una aventura excepcional, en la que Alfonso recorrió con su ejército asturiano la increíble distancia de 800 Km hacia el sur, empezando en León, desviándose hasta Toledo, para seguir hasta Zafra, siguió cabalgando y ondeo su bandera a poca distancia de Córdoba. Tenemos que imaginarnos como debían  de ser estas cabalgadas, vestidos con cotas de malla, sin aire acondicionado, con un peligro constante de ser atacados por estar en territorio enemigo y cabalgando nada menos que 800 km. Como para quejarme yo del viaje en mi coche con todas las comodidades actuales.

Grazalema (Cádiz).

Tras la primera batalla liderada por Pelayo en Covadonga, vinieron muchas más lideradas por los sucesivos reyes asturianos. Con el último de estos reyes, Alfonso III el Magno, se cumplen dos siglos de este episodio fundacional de Covadonga. En estos dos primeros siglos solo el reino cristiano de Asturias está resistiendo la embestida del islam y reivindicando la herencia de la corona goda. Los demás reinos vinieron después. En los siglos siguientes ocurrieron muchas cosas en España: la unificación de Castilla y Aragón, la toma de Granada, el descubrimiento de América, el siglo de Oro español, etc.; nada de todo esto ocurriría sin el esforzado impulso de aquel reino asturiano.

En el año 931 Ramiro II  se corona como rey de León y empieza otra etapa de la reconquista hacia el sur. Este rey continúa la expansión cristiana, siendo considerado un rey con mucho talento y energía. Sus enemigos musulmanes lo llamaban «el diablo» por lo feroz que era en el combate.

Esta ruta por la que transito hacia el sur, seguro que fue el primer teatro de operaciones del dominio musulmán entre los años 711 y 714. Del mismo modo que esta comunicación sirvió para los movimientos militares de los musulmanes en su invasión, también sirvió para las campañas de reconquista de los cristianos en su bajada desde el norte hacia el sur.

Con Fernando III se toma Mérida (1230), Zafra (1241) y Montemolín (1246). Con la ayuda de los caballeros de Santiago se toma Sevilla (1248) y finalmente Alfonso XI conquista Algeciras (1344), quedando todo este corredor occidental por donde discurre la vía Ruta de la Plata bajo el dominio cristiano.

Es increíble, a medida que avanzo por esta autovía y voy rememorando toda esta gesta, me imagino ver pasar hacia arriba apartándose de mi coche a los grandes ejércitos musulmanes, veo llanuras y tierras de color rojo en los taludes,—algún iluminado geólogo dirá que son arcillas con óxidos de hierro, tipo hematita, pero yo creo que es tierra normal que aún conserva parte de la sangre derramada en los siglos de enfrentamiento de esta reconquista hacia el sur–. Digo  sangre derramada, porque fue así, como muestra de esto se pueden recordar las cincuenta y seis campañas militares que dirigió Abi Amir Muhammad (más conocido como Almanzor) contra los reinos cristianos. Almanzor era conocido como uno de los caudillos más sádicos del Islam. Conquistó Zamora, y después de una gran matanza, entro en Córdoba con nueve mil cautivos que iban sujetos con cuerdas cada cincuenta hombres. Destruyó la ciudad de Santiago de Compostela, hizo añicos la ciudad de Barcelona, arrasó Pamplona y León. En Barcelona utilizó almajaneques (catapultas), con las que lanzaba cabezas de cristianos a un ritmo de mil por día contra la ciudad.  Después de traspasar los muros de resistencia, pasó a cuchillo a los hombres, esclavizó a las mujeres, a los niños, y, para finalizar, incendió todas las viviendas de la ciudad.

Almanzor nunca se atrevió a entrar en Asturias, anduvo arrasando los alrededores, pero procuraba no entrar en los intrincados valles asturianos, aquí sabía que las cosas se le podían poner mal. Bueno, esto último, una vez más lo recalco «porque me presta», como decimos por aquí. Estas invasiones no dejan dudas, no había bromas, o matabas o te mataban, te defendías o te eliminaban tu forma de vida. Algo raro está ocurriendo actualmente cuando en algunos círculos se está contando la historia del mundo con conceptos presentistas, trasformando la realidad de los hechos con criterios actuales. Lo que está claro, es que en aquella época, ninguna de las dos partes —tanto la cristiana como la musulmana–, andaban con florituras.

Ruinas romanas en Mérida (Badajoz).

Ya pasé Astorga y Salamanca de refilón, y viajo por la autovía A-66 dirección a Mérida. A la altura de Guijuelo me paro para desayunar. Este es un momento muy especial y lo hay que saborear con tiempo. Un buen café, acompañado de unas tostadas de pan con aceite y ese jamón que ofrecen por esta zona que es tan especial, yo diría que incluso es medicinal, deberían los médicos recetarlo para alegrar el día a la gente, y esto sería ideal pues entraría por la Seguridad Social y su precio saldría un poco más barato.

Sigo camino y me acerco a Mérida, patrimonio de la UNESCO. Aquí  no puedo entretenerme en historias, ya no lo hice en Astorga ni en Salamanca, pues sería larguísimo de contar. Mérida tiene más de 2000 años de antigüedad fue fundada por el emperador Octavio Augusto en el año 25 a. C. para acoger a los soldados que luchaban en el norte en las guerras Cántabras. ¡Qué manía tenían siempre todos los Imperios intentando someter a los que vivíamos en paz en nuestros verdes valles del norte!

Tumba de Cristóbal Colón en la Catedral de Sevilla (lado derecho del crucero).

Sigo la autovía en dirección a Sevilla, pero en este tramo tengo tiempo suficiente para rememorar en mi imaginación la definitiva batalla que marcó la aceleración de la decadencia musulmana y afianzó el triunfo de los reyes cristianos que consiguen controlar definitivamente los pasos de Castilla hacia Andalucía. Esta batalla es un punto de inflexión que neutralizó el peligro musulmán hacia España y hacia Europa.

La batalla ocurrió en Sierra Morena, en las inmediaciones de la localidad jienense de Santa Elena, la Batalla de las Navas de Tolosa. Aquí el ejércitos cristianos en el año 1212, infringieron un duro golpe al poder musulmán. Este enfrentamiento fue posiblemente el más numeroso librado hasta esa fecha en tierras españolas. Se considera que se enfrentaron cien mil musulmanes contra setenta mil cristianos. Hay que tener en cuenta que del lado cristiano participaban casi todos los reyes de España a los que se sumaban caballeros de León y Portugal. Algunos cruzados europeos se sumaron al principio pero, a la hora de la verdad, dejaron a los españoles solos ante el peligro. Bien…, pues en esta decisiva batalla, el ejército cristiano derrota al mayor ejercito musulmán que había aparecido hasta entonces en Europa. El enfrentamiento tuvo comienzos de fracaso para los cristianos, pero la carga de los tres reyes, el de Castilla, el de Aragón y el de Navarra, fue decisiva. Una vez más se ve como aquellos reyes se ponían al frente en los momentos críticos, arriesgando sus vidas. Como prueba ahí están las palabras que el rey Alfonso VIII le dice al arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, que estaba a su lado: «Arzobispo, vos y yo aquí muramos».  El rey Alfonso VIII se pone al frente de la caballería arrollando a las líneas moras. Posteriormente los cristianos traspasan las defensas musulmanas, creándose otros momentos decisivos para la batalla como la rotura de las cadenas que protegían al Miramamolín. La tradición dice que fue el rey Sancho VII de Navarra el primero en llegar y romper estas cadenas. El califa Muhammad  an –Nasir, conocido con el sobrenombre de Miramamolín, derrotado, se dice que huyó a toda prisa a lomos de lo primero que encontró, que era un burro. ¡Qué gente!, ¡qué personajes!; miremos hoy a nuestro alrededor e intentemos ver algún líder que exponga su vida con tanta decisión para  un bien común como lo hacía aquella gente, no penséis más…, no los hay. Esta batalla de las Navas de Tolosa fue una de las más sangrientas de la Edad Media, se estima que murieron 20.000 árabes y 12.000 cristianos.

Medina Sidonia (Cádiz)

Sigo la ruta por esta autovía que me lleva hacia el sur, escucho música de Manu Chao, y al frente ya diviso Sevilla. Aquí no se puede pasar tangente a la ciudad, aquí hay que atravesarla y sería una aberración pasar de largo y no visitarla. Para contar su historia habría que escribir muchas páginas, pero no hace falta, sólo con visitar sus calles y monumentos, la historia se cuenta sola.

Empezaré visitando su catedral, me acerco y ya veo sus enormes proporciones. Se dice que ocupa una superficie de dos hectáreas. Esto le da título de estar entre las catedrales más grandes de la cristiandad. En su interior las dimensiones también son espectaculares, el retablo mayor está considerado como el más grande de la cristiandad. Enfrente de este retablo uno se da cuenta que no se escatimó en nada, aquí todo fue hecho a lo grande. Viendo todo esto, me imagino el esfuerzo técnico y económico que se tuvo que hacer para conseguir esta belleza arquitectónica. Sigo disfrutando de todo lo que me ofrece y de repente veo un cortejo fúnebre de reyes que llevan al hombro un féretro que porta un personaje ilustre, cuando me acerco, veo que este personaje es ni más ni menos que Cristóbal Colón, Almirante del Mar Océano, descubridor del nuevo mundo y uno de los mejores marinos de su época. Un sevillano que encuentro me dice que estos restos fueron traídos de Cuba por el Ayuntamiento de Sevilla. Posteriormente estos restos fueron reclamados por el país caribeño, y se dice que Alfonso XII envió a Cuba una tumba muy recargada de florituras con los huesos de un perro mastín en su interior. Escucho el cuento y lo tomo con reservas. Evidentemente, Colón se quedó aquí en esta catedral, y hoy se puede visitar su espectacular mausoleo, que está cargado de una gran simbología.

Réplica de la Nao Victoria en el Guadalquivir. Detalle: mestizaje en la América española.

No me muevo ni unos pasos y veo una placa conmemorativa y una nota explicativa que dice:

«El 10 de agosto de 1519, se anunció en esta ciudad la partida de una expedición  formada por cinco barcos y 234 tripulantes, organizada y dirigida por Hernando de Magallanes. El 8 de septiembre de 1522 ancló en el mismo lugar de la partida, la nao Victoria en la que los 18 supervivientes habían completado, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano, la primera vuelta al mundo.
En Acción  de Gracias, acudieron a orar ante esta imagen de Santa María de la Antigua, que entonces estaba donde hoy vemos la reja y donde se sitúa esta placa conmemorativa de aquella hazaña

Estoy encantado, está claro que esta ciudad no me va a dejar indiferente. Bajo desde Asturias rememorando la reconquista y aquí todo me traslada a una aventura aún mayor, el descubrimiento del nuevo mundo. Cada paso que sigo dando por esta ciudad, está lleno de información de lo que fue esta aventura. Queda claro que Sevilla fue con el descubrimiento del nuevo mundo la ciudad más cosmopolita de aquella época y muchos de sus edificios así lo indican.

Playa de Bolonia (Tarifa, Cádiz)

Salgo de la catedral y doblando la esquina aparece la torre campanario de esta catedral, «La Giralda», este emblemático edificio de unos 800 años de antigüedad ha resistido conquistas, guerras, revoluciones y hasta terremotos. Ideada por musulmanes y reformada por cristianos, conserva la huella de ambas civilizaciones. Hago una pequeña visita a su campanario desde donde disfruto de  una panorámica de 360 grados de la ciudad de Sevilla. Abajo también veo calles llenas de bullicio y de un gran ambiente.

Salgo a la calle y rápido veo el edificio que contiene el Archivo General de Indias. Este edificio centraliza toda la documentación referente a la administración de los territorios del nuevo mundo, tiene una riqueza documental descomunal y es patrimonio de la humanidad. Conserva unos 43.000 legajos, que suman aproximadamente 80 millones de páginas y 8.000 mapas con dibujos de todo tipo. Muchos de estos mapas, sitúan geográficamente el mundo con el que chocaron aquellas carabelas en su ruta hacia las Indias.

Plaza de España en Sevilla.

Todo este contorno de la catedral no deja de contar historias, sigo andando y paso al lado de lo que fue la Casa de la Contratación de Sevilla. Este era un organismo creado por la monarquía española en 1503, para regular el comercio y la navegación entre España y América; tenía la función de dotar a los navegantes de los instrumentos necesarios y recoger de los mismos toda la información que tenían de las tierras que iban descubriendo. Esta información se iba plasmando en cartas geográficas. Los funcionarios de esta casa aparejaban las flotas, compraban mercancías, daban instrucciones a los navíos, fomentaban el trato con las Indias, estaban atentos a las necesidades de Ultramar y cuidaban el registro de todas las embarcaciones. Como se puede ver, esto en aquellos tiempos ya era un sistema de organización perfecto.

Un sevillano que me ve tan interesado en estas cosas, me dice algo inesperado, me dice que había una universidad donde se formaban a los pilotos que surcaban los mares, me da instrucciones y me dirige hacia el Palacio de San Telmo.

De nuevo me veo enfrente de un espectacular edificio que hoy es sede presidencial de la Junta de Andalucía. Este edificio barroco con cuatro torres, capilla y jardines, fue construido por orden real para formar a nuevos pilotos en el arte de la navegación. Aquí aprendían todo tipo de disciplinas relacionadas con la navegación: matemáticas, cosmografía, artillería, maniobras de navegación, dibujo, uso de instrumentos de navegación, uso de cartas de navegación, etc. Los alumnos adquirían estos conocimientos teóricos y posteriormente embarcaban en los navíos que surcaban  las rutas americanas para completar su formación.

Toros bravos en Medina Sidonia (Cádiz).

De este instituto salieron capitanes y pilotos que participaron activamente en el tráfico  de la Carrera de Indias. Esto de la Carrera de Indias es otra historia impresionante, pero no la contaré pues se hace la visita eterna. Solo puntualizaré que esta Carrera de Indias estaba organizada con la precisión de un reloj suizo, y abarcaba un conjunto  de rutas que unían Castilla con sus virreinatos americanos. Esta comunicación funcionó a la perfección conectando personas, mercancías, dinero, objetos, información y cultura entre continentes.

Catedral de Sevilla, templo católico de estilo gótico.

La flota de Indias por el Océano Atlántico se enlazaba con el Galeón de Manila, que conectaba Manila con Acapulco por el Océano Pacífico, cerrando un comercio global desde Sevilla o Cádiz hasta Asia, pasando por América. Esto, como dije, es otra historia impresionante que sería muy larga de contar. Solo añadiré que estos marinos españoles fueron los que hicieron la primera globalización del mundo. También añadiré que después de ver estos edificios que visito en la ciudad de Sevilla, donde se organizaba perfectamente con conocimiento, con rigor, con técnica la administración de este nuevo mundo,  llego a la conclusión de que alguien nos contó esta historia un poco distorsionada, dándonos una imagen de los españoles oscura y mal organizada, describiéndonos a los españoles de aquella época como personas incultas, impulsivas y violentas. Basta ver estas pruebas que encierran estos edificios sevillanos para contrarrestar esta maldita leyenda negra que nos persigue. Éramos los más punteros en organización y conocimiento de aquella época, teníamos la moneda más fuerte del mundo, el doblón de a ocho, moneda y patrón del comercio universal. Fuimos a América a hacer un Imperio generador, como decía el filósofo Gustavo Bueno, no como los ingleses que solo tenían una misión comercial, sometiendo y eliminando a sus pobladores, creando zonas sin mestizaje de ningún tipo. Como digo, alguien nos ha contado muy mal nuestra historia; o puede ser que esa historia fuera contada por otros que no debían de ser muy buenos amigos o tenían intereses ocultos para contarla así, tan distorsionada.

Es ya media mañana y apetece bajar paseando por las orillas del Guadalquivir. De repente me encuentro con la Torre del Oro y un barco de madera construido a escala natural de la nao Victoria. Una réplica a escala real de la nave que comandaba Juan Sebastián Elcano con la que concluyó la vuelta al mundo. Una vez más esta ciudad no quiere que disfrute el presente, me sigue trasladando a esa historia  que ahora me cuenta su caudaloso río, sus orillas todavía están llenas de grandes recuerdos, y el Guadalquivir los quiere contar. Me cuenta este río que antiguamente venían barcos y marineros que decían cosas impresionantes del nuevo mundo descubierto. Decían que había un Virreinato de la Nueva España que era la mayor potencia del mundo, su capital, Méjico, era una de las más grandes, más rica, más culta y más avanzada que había en América. Era superior a muchas naciones europeas y del resto del mundo. Esta entidad territorial tenía un comercio mundial que abarcaba desde Europa hasta las Islas Filipinas. Pero dice el Guadalquivir que antes de que llegaran los españoles, aquí había un imperio que le llamaban los aztecas, que sometía a sus vecinos de forma sanguinaria, haciendo  20.000 y 30.000 sacrificios humanos al año para sus dioses. Los nuestros cuando llegaron al mando de un tal Hernán Cortés, estaban acostumbrados a la violencia, pero cuando vieron estos rituales se asustaron mucho, decían que después de muertos, los cuerpos eran desmembrados, cocidos y comidos; las cabezas las llevaban  a un gran altar donde las colocaban. También me cuenta el Guadalquivir al pasar por Sevilla, que los españoles hace años descubrimos un nuevo mundo para la cultura occidental; que fuimos los primeros que circunnavegamos y dimos la vuelta al mundo descubriendo como era la forma de este planeta y como llegar a cualquier punto de él. Sigue contando este paseo sevillano que algunos de los nuestros que partieron de este río hacia ese mundo nuevo no se portaron muy bien, pero fueron una minoría, la gran mayoría hicieron cosas asombrosas, hicieron ciudades, palacios, monumentos, teatros, reales fábricas, factorías, fuertes, comunicaciones, astilleros y arsenales, casas de la moneda, acueductos, canales, hospitales, catedrales, iglesias, misiones, universidades, etc. Algunas de estas obras hoy son patrimonio de la humanidad. También crearon una población nueva, producto de mezclar este mundo de Sevilla y el que está al otro lado de este océano tan grande, y todos nos entendemos porque hablamos un mismo idioma. Se va callando el río con unas últimas palabras de pena, esa pena que a veces transmite el cante andaluz. Las palabras son de desolación, pues indican que otros que no fueron españoles, quisieron hacer lo mismo más al norte y eliminaron a todos los que vivían allí, acabaron con todos los indios y hoy en ese otro mundo no hay mestizos, no hay indios, sólo quedaron ellos.

Como no me fío de los recuerdos de un río, investigo y busco a alguien que los corrobore y si es posible que sea una persona objetiva, si puede ser que no sea un español. Encuentro a Charles Flectcher Lummis, periodista, historiador y escritor, formado en Harvard. Nacido en 1859 en Massachusetts. Este hombre observó lo que los españoles habían hecho en América y se esforzó en buscar la verdad rechazando las mentiras de la leyenda negra sobre la hispanidad. Lummis, como cualquier joven de su época, consideraba que los indios americanos eran sucios, salvajes y violentos (esto también nos lo quisieron dejar muy claro las películas de Hollywood). Cuando se trasladó como periodista a California y a Nuevo Méjico, se encuentra que los indios en esta zona eran educados, hospitalarios y hablaban español. El choque fue brutal. A partir de esta experiencia decidió conocer la verdad sobre la colonización española, alejándose de las falsas informaciones que le habían dado sus contemporáneos de esta conquista del nuevo mundo.

Escribe en 1823 su obra The Spanish Pioneers de donde sacaré algún fragmento de sus conclusiones:

Centro histórico de Tunja, municipio colombiano, capital del departamento de Boyacá, situado sobre la cordillera oriental de los Andes a 115 km al noreste de Bogotá.

«No se nos ha enseñado a apreciar lo asombroso que ha sido el que una nación mereciese una parte tan grande del honor de descubrir América. Sin embargo, cuando lo estudiamos a fondo es en extremo sorprendente. Jamestown, la primera población inglesa en la América del Norte no se fundó hasta el año 1607 y ya por aquel entonces estaban los españoles permanentemente establecidos en la Florida y Nuevo Méjico, y eran dueños absolutos de un vasto territorio más al sur. Habían ya descubierto, conquistado y casi colonizado la parte interior de América, desde el nordeste de Kansas, hasta Buenos Aires; desde el Atlántico hasta el Pacifico. Españoles fueron los primeros que vieron y sondearon el mayor de los golfos (Golfo de México), españoles los que descubrieron los dos ríos más caudalosos, españoles los primeros que supieron que había dos continentes en América , españoles los primeros que dieron la vuelta al mundo, y eran españoles los que se abrieron camino hasta las interiores reconditeces de nuestro país en las tierras que más al sur se hallaban, los que fundaron sus ciudades miles de millas tierra a dentro, mucho antes que el primer anglosajón desembarcase en nuestro suelo.

Cuando sepa el lector que el mejor libro de texto inglés, ni siquiera menciona el nombre del primer navegante que dio la vuelta al mundo, que fue un español y que el explorador que descubrió el Brasil otro español, el que descubrió California español también y los españoles que descubrieron y formaron colonias en lo que es ahora los Estados Unidos.

No solo fueron los españoles los primeros conquistadores del Nuevo Mundo y sus  primeros colonizadores, sino que también sus primeros civilizadores. Ellos construyen las primeras ciudades, abrieron las primera iglesias, escuelas y universidades, montaron las primeras imprentas y publicaron los primeros libros, escribieron los primeros diccionarios, historia y geografías, trajeron los primeros misioneros, y ya antes de que en Nueva Inglaterra hubiese un verdadero periódico ya ellos habían hecho un ensayo en México en el siglo XVII. Una de las cosas más asombrosas de los exploradores españoles casi tan notable como la misma exploración, es el espíritu humanitario progresivo que desde el principio hasta el fin caracterizó  a sus instituciones.

Zahora de la Sierra. Detalle: Olvera (Sierra de Cádiz)

Algunas historias que han perdurado, pintan a esa heroica nación como cruel para los indios, pero la verdad es que la conducta de España, en este particular debía de avergonzarnos;  la legislación española referente a las Indias, de todas partes es incomparablemente más extensa, más comprensiva, más sistemática, más humanitaria que la de Gran Bretaña, la de las colonias y la de los Estados Unidos, todas juntas. Aquellos primeros maestros enseñaron la lengua española y la religión cristiana a mil indígenas por cada uno de los que nosotros aleccionamos en el idioma y religión. Ha habido en América escuelas para indios desde el año 1524. Allá por 1575 casi un siglo antes de que hubiera imprenta en la América inglesa, se habían impreso en la ciudad de México muchos libros en doce dialectos indios y tres universidades españolas tenían casi un siglo de existencia cuando se fundó la de Harvard. Sorprende, por el número, la proporción de hombres educados en colegios que había entre los exploradores, la inteligencia y el heroísmo corrían parejos en los comienzos de la colonización del Nuevo Mundo

Yo añado a este pequeño extracto del libro  de Charles Fletcher una pequeña anotación para no olvidar. En 1584 los ingleses fracasaban estrepitosamente por dos veces al intentar organizar su primera colonia en América del Norte, en la isla de Roanoke. En esta fecha, hacia 81 años que los españoles habían fundado el primer hospital en América, el hospital de San Nicolás de Bari en Santo Domingo; Hacia 46 años que se había fundado la primera universidad en el convento de los Dominicos en Santo Domingo.

También podemos comparar fechas como el legendario viaje del Mayflower, el primer velero en el que los puritanos ingleses viajaban al Nuevo Mundo, viaje exaltado por Hollywood y mito de la conciencia colectiva anglosajona. Este viaje sucedía en el año 1620, nada menos que 128 años después del descubrimiento de América por los españoles; 98 años después de que Juan Sebastián Elcano, completara la vuelta al mundo. Podía seguir así, comparando fechas y logros, pero sería muy aburrido. Lo que deja claro toda esta historia es que los españoles en aquel momento estaban por encima de cualquier otra potencia del momento y también algo dirá para el humanismo que en las que eran colonias españolas hoy perdura un mestizaje mayoritario que no se ve precisamente en otros países  donde colonizaron otros. Es asombroso que un país con poca población, como era la española en aquellos tiempos, rodeado de enemigos, pudiera organizar algo tan grande y tener éxito. Una vez más todo esto me indica que esta historia negra nos la han contado mal o de forma interesada, y, por supuesto, tampoco hace falta contarla como historia rosa, basta ser objetivo y recabar como fueron realmente los acontecimientos.

Me doy cuenta que me estoy entreteniendo demasiado en cada lugar que visito y voy a dejar la mitad de Sevilla sin ver. Miro para el puente de Triana y no sé qué hacer, si ir a ver este barrio emblemático o ir hacia la Plaza de España, o también podría ir a comer los exquisitos platos que ofrecen por aquí. Mejor tomo la decisión de volver otro día para poder disfrutar de todo esto y me pongo rumbo a Cádiz, para llegar aún de día a Medina Sidonia.

De nuevo en la carretera dirección a la ciudad de Medina Sidonia. Aquí centraré mi estancia para visitar todos sus contornos. Este es un  enclave privilegiado por estar a 17 km de la costa, está muy bien comunicado con todo su contorno y se sitúa sobre la mayor elevación de todo el tercio occidental de la provincia de Cádiz. El punto más alto es el Cerro del Castillo, de unos 337 m. de altura.  Desde este punto se domina en un día claro vistas hacia Conil, Chiclana, San Fernando y Cádiz, esto le da el título de ser el Balcón de la Bahía de Cádiz. Pero también mira hacia la sierra, estando a pocos minutos de zonas emblemáticas como es el Parque Natural de los Alcornocales. Es una ciudad muy cuidada, galardonada con varios premios, como el de pueblo con más encanto de Andalucía en 2018, premio al embellecimiento de los pueblos andaluces y también ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural en el año 2001.

Medina Sidonia (Cádiz)

Recorro la autovía dejando a mi izquierda la laguna de Medina y un poco más adelante ya diviso Medina Sidonia, encaramándose por la montaña. Es indiscutible que pertenece a los pueblos blancos de Cádiz, tiene esa fisonomía que los caracteriza. Me desvío de la autovía (A-381) hacia mi derecha y me encamino a subir a esta población.

Medina Sidonia sumerge su historia hasta la edad del bronce, pasando sucesivamente por este enclave estratégico todo tipo de culturas: fenicios, romanos, visigodos, musulmanes, etc…. Alfonso X el Sabio, conquista esta ciudad el 22 de septiembre de 1264, pasando a ocupar en este momento la línea de frontera con el Reino Nazarí de Granada, pero yo aquí no me voy a entretener en contar los detalle como hice en Sevilla, llevaría mucho tiempo. Mejor contaré las maravillas actuales que ofrece esta ciudad y sus contornos, pero esto lo dejo para mañana pues estoy muy cansado del viaje.

El arco de la Pastora (siglo X) es una de las tres puertas del recinto amurallado del municipio de Medina Sidonia, (Cádiz).

Me levanto con energía nueva, me doy un desayuno en un establecimiento local que me impresiona con su oferta. Aquí no se andan con tonterías, me ponen un cafelito —como dicen por la zona– y lo acompañan de tostada de pan, aceite con tomate, lomo en manteca colorá, chicharrones, pringá y zurrapa. Increíble, después de esto será difícil que tenga ganas de comer a mediodía. Subo a la zona más alta de Medina, la zona del castillo y compruebo que sí, que desde aquí se ve la costa de la bahía de Cádiz, por lo tanto no me engañaron, esto es el balcón de la bahía. Me dejo caer por las calles empinadas de Medina visitando todo su casco histórico. Empiezo por la iglesia de Santa María la Mayor, la Coronada, sigo por el Arco de Belén, el museo etnográfico, el conjunto arqueológico romano y todo lo que vaya presentándose por delante. A la vez que visito todas estas zonas, paseo por sus calles estrechas y resplandecientes de color blanco, que dan alegría a esta mañana. Llego a la Plaza de España y es la hora de comer. Aunque desayuné muy bien, tengo que hacer un esfuerzo, pues dicen que por aquí se come muy bien y no lo puedo desaprovechar.

La iglesia de Santa María La Coronada en Medina Sidonia.

Pregunto en la calle que se puede comer en la zona y un vecino del pueblo me dice lo siguiente: «Quillo, aquí el monte se sienta a la mesa en forma de caza, de espárragos, de tagarninas, sin olvidar las carnes de vaca autóctona retinta y los excelentes pescados frescos de la cercana costa gaditana y de postres, no le digo más que está usted en la que fue la capital repostera del mundo Andalusí.» Le doy las gracias por el consejo a este señor y me voy más indeciso todavía, todo lo que dijo no lo puedo comer, es demasiado. Lo mejor es entrar en un local y que vayan poniendo.

¡Qué día estoy pasando por Medina!, es un día completo: historia, vistas, calles especiales, una gastronomía buenísima… y, por supuesto, me llama mucho la atención, una gente muy amable y acogedora que aún tienen la buena costumbre de saludar, aunque sea a un extraño. Desgraciadamente, estas buenas costumbres se están perdiendo en otros lugares que visito y es una pena. Desde el Parque el Caminillo veo esconderse el sol por las playas de Chiclana, y me dirijo a tomar unas copitas en la Plaza de España y a dormir. Mañana empezaré a visitar  otras zonas cercanas.

Playa La Barrosa en Chiclana (Cádiz)

Llevo varios días disfrutando del buen tiempo del sur en la provincia de Cádiz, he visitado todo lo que he podido cercano a mi cuartel general en Medina Sidonia, disfrutando de las playas de  Cádiz, de su mar color turquesa, de su comida, de los pueblos blancos y de la sierra. Para no extenderme, resumiré todo lo que visité partiendo de Medina Sidonia en varios días. Empecé por la costa en  la ciudad de Cádiz y fue una mañana muy agradable. Yo todavía no tuve la posibilidad de viajar a Cuba y visitar La Habana, y alguien me dijo que no me preocupara, que me viniera a Cádiz y estaría viendo La Habana. Me imagino que en la época colonial el desarrollo de la ciudad caribeña se hizo copiando planos de Cádiz. Bueno, como no estuve en Cuba, no puedo decir que se parecen, pero quien estuvo asegura que sus calles, edificios, plazas y el paseo marítimo se dan un aire, sobre todo este último, que parece un calco al malecón habanero. Todo esto debe de ser verdad, ya que algunas películas ambientadas en La Habana, han sido grabadas aquí en Cádiz.

En días sucesivos me bañé en las inmensas playas de Chiclana, tomando el sol en sus arenas doradas y blancas, en el Novo Sancti Petri, Roche… Visité las playas de Conil, y estuve en el Faro de Trafalgar, que esta bordeado por un paisaje espectacular de playas como la de Zahora o Los Caños de Meca, y, al fondo, hacia la tierra, se ve una densa naturaleza. Es el Parque Natural La Breña y Marismas del Barbate. Este parque remata su bosque en los acantilados que dan vista al Atlántico, en los días claros desde aquí se ve África. En este parque natural hice un recorrido por un paseo que va bordeando el mar, este paseo está dentro del parque natural y es una ruta que trascurre desde la playa de Hierbabuena en Barbate, hasta Caños de Meca, pasando por la Torre del Tajo.

Setenil de las Bodegas (Cádiz), forma parte de la ruta gaditana de los pueblos blancos.

Finalizo este recorrido costero en la mítica playa de Bolonia. Esta playa está situada junto a una villa costera de la época del imperio romano (ruinas de Baelo Claudia), que era en su tiempo uno de los centros comerciales romanos de la costa mediterránea. Este es un día especial, disfruto de una playa diferente, que además tiene algo de historia. Mañana visitaré Vejer de la Frontera, a 8 km de la playa El Palmar; este pueblo me dicen que es muy turístico y no puedo perdérmelo, también me acercaré a Barbate para comer un buen atún de almadraba.

No dejo de visitar el Parque Natural de los Alcornocales, este bosque de exuberante vegetación es un refugio de tranquilidad para mí. Paseando por sus senderos me entra la morriña, no me viene bien esta visita, los ríos y valles de los Alcornocales me recuerdan a Asturias y ya me empiezan a entrar ganas de volver.

Sigo visitando la montaña y me encuentro algunos de los 19 pueblos blancos de la sierra de Cádiz. Estos pueblos tienen una arquitectura muy singular que los diferencia. Normalmente, se divisan en el horizonte, resplandecientes, con sus casas blancas encaramándose por la colina. Sus calles son estrechas, con moderada pendiente; sus casas solariegas, con patios frescos y llenos de color. Todo se presenta con mucha limpieza, orden y colorido. Visité Arcos de la Frontera, El Bosque, Ubrique, Prado del Rey, Zahara de la Sierra, Algodonales, Olvera, Setenil de las Bodegas y no me dio tiempo a más.

El Sendero Torre del Tajo en el término municipal de Barbate (Cádiz).

Bajo de nuevo hacia la costa y me doy cuenta que dejé de visitar Jerez de la Frontera, que está a veinte minutos de Medina, pero esto lo dejo para otra vez que vuelva al sur. Utilizo el último día para despedirme del Atlántico, en los acantilados de Barbate, y giro la brújula para desandar el camino en dirección al norte, doy esta ruta por finalizada.

Ya subo de vuelta hacia el norte y una vez más me vienen a la mente la imagen de un numeroso ejército que me viene de frente, pasan los caballos rozándome el coche y siento el olor de los correajes de cuero que sujetan las sillas de montar. Esta vez son cristianos, me imagino a los soldados con un gesto encabronado, deseando toparse con los musulmanes para resarcirse de la aceifa musulmana del último verano.

Despedida del Océano Atlántico en la costa gaditana.

Paro a desayunar cerca de Mérida para saborear de nuevo ese jamón que se pega al plato y no se cae si se le da la vuelta. Siguiendo el viaje veo algún vestigio de toponimia árabe leyendo los carteles de los pueblos que paso: Alcuéscar, Fresno Alhándiga, Mozárbez, Miranda de Azán, etc. Va a ser verdad que los musulmanes estuvieron por aquí.

Me acerco al Puerto del Manzanal y todo el horizonte se me empieza a mover, ya unas montañas empiezan a cabalgar encima de otras y el suelo empieza a bailar. Dejo la uniformidad  de la autovía y en Bembibre retomo la carretera que de nuevo me lleva a casa. Esta vez voy por Caboalles, subo al Alto de la Collada (aquí recuerdo que tengo que hacer una ruta espectacular, que parte de este Collado a la Braña Buenverde). En Larón, vuelvo a sumergirme por el túnel que traspasa el Puerto del Rañadoiro y entro de lleno en la zona de Rengos. Esta es tierra conocida. Cruzo el puente de Santa Eulalia y escucho el murmullo del Narcea, ya sé que estoy de nuevo en casa. Esta ruta fue un poco intensa y cansada, así que para volver a normalizarme, mañana, tomaré un cacharro por Cangas.


De un extremo a otro de España


 

«La aptitud asturiana», por Mario Gómez

En el año 1903, por iniciativa de Francisco Suárez Acebal (conocido como el obrero ilustrado) y Santiago Nájera Alesón (principal mecenas, prospero comerciante y decidido filántropo), se crea, en Gijón, la Asociación Popular de Cultura e Higiene, que, con el tiempo, abrió hasta más de una docena de sedes en diversos barrios gijoneses y cuyo órgano de expresión a partir del año 1912 será la revista «Cultura e Higiene. Revista semanal de divulgación popular».

Mario Gómez (Cangas del Narcea, 1872-1932) fue un extraordinario colaborador de esta revista, en la que sus promotores elogiaban su “amena y cultísima pluma” y tras la publicación “con insuperable éxito” de las cartas «A Pin el Ajustador» le reconocerían una alta reputación de publicista educador y divulgador científico. Tanto es así que la recopilación de estas veintitrés cartas dirigidas a un joven obrero, en las que don Mario despliega sus dotes de médico higienista, acabarán en la imprenta componiendo el libro «A Pin el Ajustador», que llegó a tener, al menos, dos ediciones. De esta manera, la Asociación Cultura e Higiene iniciaba su Biblioteca de libros de difusión cultural, que eran repartidos entre los Centros Instructivos Obreros de Gijón y la provincia.

Tras las cartas «A Pin el Ajustador», Mario Gómez escribió expresamente para esta revista una nueva serie de artículos que versaban sobre el curioso tema de la vocación profesional asturiana, en las que el distinguido polígrafo cangués volvía a poner de relieve sus grandes dotes de escritor indiscutible, sutil, penetrante y sus portentosas facultades observativas, con que sabía descubrir y retratar el carácter de los asturianos. Esta vez se trata de una serie de catorce artículos englobados bajo el título «La aptitud asturiana» que se publicaron entre finales de julio de 1916 y febrero de 1917.



 

Benito Sierra encargado de captar y mezclar el sonido del largometraje Tristesse

El cangués Benito Sierra, creador audiovisual.

La película española Tristesse, escrita y dirigida por Emilio Ruiz Barrachina y rodada en Asturias, ha sido galardonada en el Festival Internacional de Cine de Nueva York, dedicado a nuevos cineastas. Recibió los premios a mejor película, mejor director, mejor actor principal (Enrique Simón), mejor actriz de reparto (Rebeca Arrosse) y mejor fotografía (David Ramons).

El título de la película hace referencia a la canción «Tristesse» de Chopin. Es un largometraje (103 min.) de comedia y drama estrenado el 29 de enero de 2021, y cuyo sonido, montaje y posproducción es obra del productor audiovisual Benito Sierra González, natural de Las Mestas (Cangas del Narcea) al que podemos ver en el tráiler explicando su cometido. Benito Sierra está colaborando en proyectos actuales del Tous pa Tous.

Desde aquí nuestra felicitación por los éxitos que está cosechando este filme donde un productor de cine sin ninguna inspiración para su siguiente película decide atreverse con un nuevo largometraje. Esta es la historia en torno a la cual gira Tristesse y, de fondo, el espectacular escenario de un Oviedo confinado.

Una gran manera de exportar Asturias al mundo. Sin duda, promete.

 

Inteligencia y documentación sobre una labra de Cangas del Narcea: las armas de don Fernando Osorio Valdés

Armas de don Fernando Osorio de Valdés (1586)
Señor de Salas y Valdunquillo
provenientes de su Casa en la villa de Cangas del Narcea.
Fotografía de Juaco López Álvarez.

El presente artículo, disponible desde hoy en la Biblioteca Digital del Tous pa Tous, expone la interpretación de una de las labras heráldicas más significativas de la villa de Cangas del Narcea de la que no existía aún un correcto entendimiento. Para ello se publica la escritura de hechura de dicho escudo, fechada en 1586, y se revela la historia de la Casa en que estaba colocado. La asignación de dichas armas a don Fernando Osorio de Valdés, señor de Salas y Valdunquillo, confirma la aproximación eminentemente personal de los escudos de los concejos asturianos.

Fabricación de orujo en el Occidente de Asturias

Alquitara o alambique para hacer orujo en Las Escolinas, Cangas del Narcea, h. 1970. Fotografía Julio A. Fernández Lamuño. Col. Museo del Pueblo de Asturias.

En la zona occidental de las viejas Asturias, donde aun se cultiva la viña, denominase orujo no al hollejo de la uva, sino al alcohol destilado del mismo por medio de un sencillo alambique de construcción casera. Cuando se pisa la uva, esta es introducida con todo el escobajo en la tina, donde se produce la primera fermentación del mosto por espacio de unas tres semanas. Al cabo de este tiempo se trasiega a las cubas donde ha de sufrir la segunda fermentación, en tanto que el magayu u orujo (que en Grandas de Salime llaman bullo) es llevado a la prensa de husillo para extraer el pie que es un vino de segunda calidad, inferior al del mosto, pero que puede mezclarse con éste para homogeneizar el conjunto. Según se apriete más o menos el magayu, se obtendrá después menos o más orujo, es decir, alcohol etílico.

El alambique o alquitara suele ser de construcción muy sencilla, siendo los mejores los que poseen la caldera de cobre; pero son más frecuentes los económicos fabricados con bidones o depósitos de chapa de hierro de 200 a 300 litros de cabida. A estos se les ajusta una tapadera de cierre hermético y un tubo vertical al que se adapta un terminal de cobre llamado “el capuchu”, que va dentro de un depósito de agua corriente y sirve de condensador de los vapores del orujo, el cual sale al exterior por un tubito lateral, cayendo en forma de delgado hilillo líquido en la garrafa dispuesta al efecto para recogerlo.

Para alcanzar este resultado, ha de prepararse cuidadosamente todo el proceso, necesitándose una persona dedicada a él, sin prisas ni impaciencias: en el fondo de la caldera hay que colocar una capa de paja, preferentemente de centeno (que da menos color al orujo y aguanta bien el calor), aunque en caso de carecer de ella sirve también la de trigo u otra similar. Ya dispuesta esta capa con espesor de algunos centímetros, se echan unos dos baldes de agua (es decir, unos 30 litros) para una caldera de 220 litros, añadiendo la carga de magayu o bullo y apretando ligeramente, hasta llenar la caldera, la cual deberá ser seguidamente cerrada con la tapa ajustada, y cegando cualquier pequeña rendija o fisura por donde pudiera escapar el vapor, con barro o cualquier otro material fácil de encontrar en el medio rural. Se coloca la capucha o refrigerante, se hace gotear el agua de refrigeración y se procede a encender y atizar el fuego, el cual solo puede ser vivo al principio hasta el momento de empezar a hervir la mezcla (cosa que se alcanzar hacia los 90 minutos de haber encendido el fuego). En este punto debe mantenerse la fuerza del fuego más suave, para conseguir una destilación lenta y continuada, ya que si fuera rápida, arrastraría mucha agua y se obtendría un orujo muy flojo, y si fuera demasiado lenta se alargaría la operación hasta la noche (es decir, muchas horas) con poco rendimiento y gran molestia.

La paja de centeno cumple la importante misión de evitar que el magayu se queme o “afume”, accidente que daría mal aroma al producto destilado. Para hacer el fuego tiene especial valor el disponer de buena leña de roble o de faya y, aun mejor, de los cepos o torgos de las carroubas (raíces) de la uz moural (la uz o brezo blancal se arranca mal y, además, tiene poca cabeza y es mala de trocear; en cambio la uz moural es fácilmente arrancable con picachón y proporciona un excelente torgo, muy apto para el fuego, donde genera excelente borrayu o brasa de larga duración). Al cabo de unas siete horas de haber encendido el fuego y tras una destilación de cuatro o cinco horas, debe desocuparse la caldeira, vaciándola de todos los restos, útiles ya solo para el estercolero, pudiendo repetirse la operación en sucesivos días. Es un trabajo que exige paciencia y atención constante al proceso, para evitar tanto el detenimiento de la destilación como el que el exceso de calor la provoque demasiado rápida. Se obtiene así, un orujo o alcohol de una riqueza que oscila entre el 40 y el 60%, generalmente algo más rico al principio y más flojo al final.

Se calcula que para una caldera de doscientos litros de cabida se colocan unos ochenta kilogramos de magayu (tres cestos o maniegos), de los cuales se obtienen entre cinco y doce litros de orujo, según varios factores: cual haya sido el grado de previo estrujado, la calidad meteorológica del año, la madurez de la uva empleada y el grado de apuramiento en la destilación; el promedio normal para dicha carga es de nueve litros. Pero las antiguas viñas de Sanformar (en las aldeas anegadas por el embalse de Grandas de Salime) alcanzaban a dar hasta los 13 litros de aguardiente para la misma carga, en tanto que otras de Arganza (Tineo) solo llegaban a los cinco; eran la consecuencia de las distintas calidades de sus viñas, condicionadas tanto por el emplazamiento y orientación, como por la naturaleza de los terrenos y el régimen de trabajos y cuidados aplicados a ellas.

La fabricación de orujos o aguardientes es una práctica muy extendida en toda la comarca vitivinícola del occidente de Asturias, si bien la paulatina reducción de ésta la va haciendo desaparecer poco a poco, conservándose hoy en Cangas del Narcea, Ibias, Los Oscos, Pesoz, Allande y pocos concejos más. Antaño fue una manera de conseguir un beneficio marginal a la cosecha de vino, y su venta se ha venido haciendo en chigres y locales similares, donde los asiduos clientes suelen apreciarlos más que a conocidos productos alcohólicos con nombres comerciales famosos y de precio muy superior.

La cantidad de orujo obtenida al cabo del año es difícil de conocer, por ser la fabricación muy irregular y en régimen de pura artesanía rural. Últimamente se utilizan para obtener este licor, no solo los magayus autóctonos sino también los de uvas traídas directamente desde las tierras leonesas, uvas que vienen a sumar sus mostos a los caldos conseguidos en las ya escasas hectáreas de viñas aun cultivadas en nuestras tierras del occidente astur.


Tineo, octubre de 1978.


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Discurso del IX Conde de Toreno en la ceremonia de distinción como Grande de España en 1899

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Retrato del aristócrata y politico español José María Queipo de Llano (1786-1843), VII conde de Toreno, Grande de España y Presidente del Consejo de Ministros de España. Museo del Prado.

Hace ya mucho tiempo que los títulos nobiliarios no suponen ningún privilegio en España. Su valor reside en saber que uno ha sido reconocido con una de las mayores distinciones que puede otorgar el Rey y que, en la mayoría de los casos, ese honor se extenderá a toda su descendencia hasta que se extinga. El último de los privilegios fue abolido por el rey emérito Juan Carlos I en 1984 y permitía a los Grandes de España —que es la máxima dignidad en la nobleza española— obtener el pasaporte diplomático.

En tiempos de Alfonso XIII, los Grandes de España incluso podían formar parte del Senado. Otros privilegios permitían a los caballeros cubrirse en presencia del Rey y a las damas, tomar asiento. En la actualidad, la única distinción que conlleva un título nobiliario es recibir el tratamiento de excelencia, en el caso de los Grandes de España, y de ilustrísima, en los demás títulos.

El título nobiliario del condado de Toreno comenzó a otorgarse por el rey Felipe IV en 1657. El monarca reconoció al asturiano Álvaro Queipo de Llano y Valdés (Cangas de Tineo, 1599 – Málaga 1662) como señor de la villa leonesa de Toreno y de sus alrededores, y de este modo comenzó la saga hereditaria de los Queipo de Llano. Don Álvaro, era también alférez mayor del Principado de Asturias y de la villa de Cangas de Tineo (hoy Cangas del Narcea), donde poseía el solar de su linaje. Pero, fue el séptimo conde de Toreno, José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia (Oviedo, 1786 – París, 1843), quien llevó el título hasta el máximo exponente nobiliario dentro del país: la «Grandeza de España», en 1838.

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D. Alvaro Queipo de Llano Fernández de Córdoba y Gayoso (Madrid, 1864-1938), IX conde de Toreno, 1899

En 1899, el nieto de éste último, D. Alvaro Queipo de Llano Fernández de Córdoba y Gayoso (Madrid, 1864-1938), noveno conde de Toreno, que desde el año de 1890 llevaba ese título, recibió la distinción de «Grande de España» en una ceremonia ante la reina María Cristina, regente de España en nombre de su hijo menor de edad Alfonso XIII.

Era costumbre en el rito de cubrirse ante S.M. que los Grandes de España leyeran un discurso en el que resumían los servicios prestados a la patria y al trono por sus antepasados.

Este es el discurso leído entonces por el noveno conde de Toreno:

«Señora: Al tener el honor de cubrirme ante V.M. y manifestar mi profundo agradecimiento por tan alta distinción, cúmpleme señalar brevemente el origen y antigüedad de mi casa y los servicios prestados en diversos tiempos por mis antecesores.

La casa de los Queipo, a la que pertenezco, tiene desde tiempo muy remoto su solar en la villa de Cangas de Tineo, del Principado de Asturias, y ha sido ilustrada en todas épocas por hombres eminentes, en lo religioso, en lo político o en lo militar, debiendo hacer especial mención de D. Suero Queipo de Llano, heroico defensor de la citada villa de Cangas contra el Conde de Luna (1461); D. Fernando, Obispo de Teruel y de León, presidente del Consejo Supremo de Castilla y Arzobispo de Granada, y Don Álvaro, a quién por sus extraordinarios méritos concedió S.M. el Rey Felipe IV el título de Conde de Toreno (1657).

Muy largo sería enumerar los hechos en que mis antepasados tomaron una parte activa e importante; pero no dejaré de citar a mi ilustre abuelo D. José María, que siendo aún muy joven, fue comisionado por la Junta General del Principado de Asturias para ir a Inglaterra, con el objeto de demandar auxilios y estudiar las bases de una alianza contra los invasores ejércitos de Napoleón; diputado después en la Cortes de Cádiz, ministro de Hacienda y Estado, presidente del Consejo de Ministros, embajador en París y autor de la Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, que mereció por su gran talento e indudables servicios, que S.M. la Reina Gobernadora le confiriese la Grandeza de España de primera clase (1838).

Nada he de decir del último conde de Toreno, mi antecesor, porque seguramente está en la memoria de todos el recuerdo de sus grandes cualidades y de los excepcionales servicios que prestó desde los más altos puestos, a las instituciones y a su país.

Hechas estas manifestaciones, sólo me resta afirmar una vez más, en este momento, el decidido propósito de que mi lealtad al Trono de V.M. y de vuestro augusto hijo el Rey D. Alfonso XIII, supere, si fuese posible, a la que siempre tuvieron a sus Reyes mis antecesores.»


Los Vinos de Cangas y Candamo en 1884; Respuestas a un interrogatorio sobre el vino en España realizado por el Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio

Vendimia en Las Barzaniel.las (parroquia de L.lumés / Limés) en 1963, en las que aparecen muchas vendimiadoras con sus cestos y unos pocos hombres que eran los carreixones que cargaban los goxos llenos de uva. Colección Antonio Menéndez.

Desde mediados del siglo XIX el Ministerio de Fomento, del que dependía la política agrícola española, tenía entres sus objetivos recabar información sobre el estado de la agricultura y en especial sobre el ramo del vino, que era la principal fuente de riqueza del país. Para este cometido se organizó en Madrid en 1857 la Exposición General de Agricultura y en 1877 la Exposición Vinícola Nacional. A las dos exposiciones acudió una representación de los vinos de Cangas y de ello informaremos en otra noticia del Tous pa Tous.

En los años setenta y comienzos de los ochenta del siglo XIX, la industria del vino española estaba en expansión gracias a la desgracia de los vinicultores franceses, que casi habían paralizado la elaboración de vino debido a la destrucción de su viñedo por la filoxera, que procedente de los Estados Unidos de América se detectó por primera vez en Francia en 1863. Esta circunstancia se invertiría hacia 1885, al extenderse la filoxera en España (donde se confirmó su presencia en 1878) y comenzar el viñedo francés a producir, una vez superada la crisis.

Difusión de la Filoxera en el noroeste peninsular: 1872-1909. Fuente: Cuad. de Geogr. ● 77 ● 101 – 136 ● València 2005

En 1884 el Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio, previendo los cambios que se avecinaban en el mercado del vino europeo, constituyó una “Comisión encargada de formular el programa para la información que ha de abrirse con el fin de estudiar los medios de facilitar la exportación de nuestros vinos”. Con tal fin se envió a Ayuntamientos, productores y comerciantes un interrogatorio con numerosas preguntas agrupadas en tres apartados: estadística, comercial y técnica. Se trataba de recabar noticias sobre la producción de vino, clases, superficie del viñedo, productividad, características del vino, precios, marcas, mercado del vino, exportación, fabricación de licores, etc. Las respuestas a este interrogatorio se conservan en el Archivo del Ministerio de Agricultura, en Madrid, y son una valiosa fuente de información para conocer el estado en que se encontraba la industria del vino en 1884.

Tratamiento de una viña con sulfuro de carbono mezclado con agua mediante una bomba a presión de tipo manual (Año 1895). Fuente: Cuad. de Geogr. ● 77 ● 101 – 136 ● València 2005

En Asturias solo respondieron a este interrogatorio dos ayuntamientos: Cangas del Narcea y Candamo, cuyas respuestas publicamos aquí. En su transcripción tenemos que agradecer la colaboración de Carolina Pelaz, del Museo del Vino de Cangas.

Las respuestas enviadas desde Cangas las firma Salvador Martínez (Cangas del Narcea, 1830 – 1889), que figura como alcalde, pero que en realidad era primer teniente alcalde, y que sí será alcalde entre 1887 y hasta su fallecimiento el 2 de diciembre de 1889. Salvador Martínez Valle era propietario de viñas y viticultor. Recomendamos su atenta lectura, porque ofrece una importante información para conocer el estado del viñedo y la producción del vino en Cangas del Narcea en 1884, antes de la llegada de la filoxera en 1894. En aquella fecha el problema era la plaga de oidium, que procedente también de América había dañado considerablemente el viñedo de Candamo y el de Cangas, y que se combatía desde hacia pocos años con azufre.

El interrogatorio se enviaba acompañado con la siguiente carta:

Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio

Dictamen de la Comisión encargada de formular el programa para la información que ha de abrirse con el fin de estudiar los medios de facilitar la exportación de nuestros vinos.

La Comisión que suscribe, nombrada con fecha 21 de abril próximo pasado para formular el programa de la información que ha de abrirse con objeto de estudiar los medios de facilitar la exportación de nuestros vinos, ha examinado con el interés que requiere asunto de tal importancia, y divide la información en tres partes: Estadística, Comercial y Técnica.

Las estadísticas de nuestra producción vinícola no han llegado a hacerse con la detención que requiere la primera riqueza de nuestra Península, y sólo se han podido reunir datos y noticias semioficiales y particulares que acusan tal diferencia como la que encontramos entre los 33 millones de hectolitros que se calculan en 1858, y los 30 millones de 1877. Pero de todos modos, de cualquiera de estos datos que partamos, está en el ánimo de todos que la plantación de vides y producción de vinos ha aumentado desde aquella fecha y va aumentando cada año más.

Cubierto el consumo interior, tenemos un excedente de producción que dedicamos a la exportación, a la fabricación de alcoholes y vinagres y a la cría de vinos añejos; pero de todo ello nada debe llamar más la atención, ni merece mayor estudio, que lo que se refiere al comercio con el exterior.

En el año 1850 salieron de España 621.000 hectolitros, aumentando, con poca discontinuación, hasta el año 1873, que exportamos 2.643.000 hectolitros; de aquí fue bajando hasta el año 1876, como para tomar fuerza para una prodigiosa y progresiva subida, alcanzando en 1882 la cifra de 7.671.000 hectolitros, valorados en 333.200.000 pesetas; pero ya en 1883 empieza a descender en 106.720 hectolitros, valorados en 7.258.414 pesetas.

En este ramo de exportación, España necesita sumar, no restar, y la baja sufrida en 1883, unido a la gran cantidad de viñedos que se están plantando en España, a que la plaga filoxérica disminuye en Francia y la producción de vinos aumenta, a que nuestra rival Italia está haciendo esfuerzos privados y aun oficiales para conseguir mayor exportación, y a que Portugal en el año último ha aumentado la venta de sus vino en Inglaterra, disminuyendo la nuestra de los de Jerez, ha alarmado justamente a los vinicultores españoles, y temen, con sobrada razón, que si no salimos de nuestro letargo y emprendemos una campaña pronta y eficaz, vamos a lamentar serios males en la riqueza general de España.

Pero el Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio, que no perdona ninguno de los medios que están a su alcance para colocar a España a la cabeza del proceso agrícola, no puede mostrarse indiferente en la lucha entablada entre los productores vinícolas de distintas naciones, y se propone ayudar a los nuestros en la empresa, que no le arredra, de procurar y utilizar los medios de mejorar la producción de vinos españoles y aumentar su exportación.

Para ello es preciso recurrir a las Corporaciones, a los productores y a los comerciantes de distintas provincias de España en demanda de ayuda, y pidiéndoles noticias, datos, estudios y deducciones que le guíen acertadamente en el penoso trabajo que emprende, porque el gran peligro nos amenaza de cerca.

Tengan confianza nuestros vinicultores, que las noticias que hoy se piden han de ser exclusivamente para el estudio práctico que el Consejo se propone llevar a cabo, a fin de que la exportación de vinos españoles no decaiga, aumentándola cuanto podamos, y que no demos lugar a que otras naciones, que no cuentan con los recursos de la nuestra, nos avancen en la carrera emprendida, establezcan su comercio, acostumbren aquellos paladares a sus vinos y que los nuestros se vean desatendidos.

En esta lucha, afortunadamente, hoy vamos delante; pero no debemos reposar, porque nuestros rivales son poderosos y ponen toda su fuerza para adelantarse a nosotros; por lo tanto, esta Comisión, haciéndose eco del unánime interés que tiene el Consejo, se propone no descansar, acudiendo con igual empeño al Gobierno, a los comerciantes y a los vinicultores para que, juntos todos, redoblemos nuestros esfuerzos, a fin de dar a nuestros vinos las condiciones que exigen los mercados consumidores, aumentar la exportación a los mercados abiertos y buscar otros nuevos adonde colocar el sobrante de nuestra producción.

Este pensamiento, que hoy con tanto interés acoge el Consejo, será mañana, con constancia y trabajo, una realidad que ha de convertirse en riqueza para el país y de prosperidad para la patria.

Resta tan sólo presentar el interrogatorio que han de informar las Corporaciones competentes, dejando, para cuando se reúnan estos datos, el presentar al Consejo los problemas que se han de discutir en el Congreso de Vinicultores.

El Consejo, con mayor ilustración, acordará lo más acertado.

Madrid, 1.º de mayo de 1884.
Acisclo Miranda.- Adolfo Bayo.- R.T. Muñoz de Luna.-
Juan Maisonnave.- Enrique Serrano Fatigati.

Aprobado en sesión de Consejo pleno, el día 19 de mayo de 1884.


icon Respuestas al interrogatorio sobre el Vino de Cangas en 1884 (126.51 kB)


icon Respuestas al interrogatorio sobre el Vino de Candamo en 1884 (3.57 MB)


Leitariegos acoge la presentación de un libro del Siglo XIX hasta ahora inédito

El Puerto de Leitariegos, Cangas del Narcea. Octubre de 1977. Fotografía de José Ramón Lueje. Colección: Museo del Pueblo de Asturias (depósito de Pedro Lueje).

Algo más de cien años ha permanecido inédito el texto que el secretario del ayuntamiento de Leitariegos/Brañas, José Rodríguez Riesco envió a Bellmunt y Canella para su conocida obra sobre los concejos de Asturias.

Lo acaba de recuperar la asociación Tous pa Tous de Cangas del Narcea porque aporta numerosos datos sobre la vida cotidiana de un concejo que fue absorbido por Cangas en 1924. También incluye menciones a documentos que desaparecieron con la anexión y que muestran las constantes tensiones con el ayuntamiento vecino y la nobleza leonesa.

La existencia del concejo de Leitariegos está ligada al paso por el Puerto. En el siglo XIV el Rey concedió a sus vecinos el privilegio de no pagar impuestos ni ir a la guerra a cambio de ayudar a quienes tuviesen dificultades para franquearlo.

En su texto, José Rodríguez Riesco denuncia que la retirada del privilegio conduciría directamente a la despoblación. Por aquel entonces se construía la actual carretera que comunica Asturias con León y las autoridades consideraron que ya no era necesaria la ayuda de los vecinos.

El privilegio real permitió a Leitariegos/Brañas alcanzar una población que a finales del XIX, cuando Riesco escribía, rondaba los 350 vecinos, hoy son solo 60.


Noticia publicada en: www.rtpa.es

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Bolo vaqueiro

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Clara Martínez Peláez autora del ppt ‘Bolo vaqueiro’.

La joven canguesa de quince años, Clara Martínez Peláez, nos muestra en este Power Point finalista del II PREMIO JOVEN TOUS PA TOUS-CANGAS DEL NARCEA, diferentes detalles de uno de los juegos autóctonos más tradicional del suroccidente asturiano y la comarca de Laciana, “el juego de los bolos”.

Clara con este trabajo ha conseguido el tercer premio de esta edición dotado con 300 euros y diploma y que se ha compartido ex aequo entre dos participantes.


 


DESCARGA ppt: Bolo Vaqueiro

Pepe Avello. Donde viven los amigos

Pepe Avello conversando con Alfonso López Alfonso

Pepe Avello conversando con Alfonso López Alfonso

18 Feb de 2015.- El pasado lunes fallecía en Madrid, el socio fundador del Tous pa Tous, Pepe Avello, autor de la letra del himno de nuestra asociación y el mejor escritor de Cangas del Narcea del último tercio del siglo XX. Sus familiares y gran cantidad de amigos acudieron a despedir sus restos que desde esta misma tarde descansan en su última morada en el cementerio cangués de Arayón.

Para rendir homenaje a su memoria publicamos a continuación un escrito de nuestro socio, el también escritor cangués, Alfonso López Alfonso.

Descanse en paz Pin Estela.


Pepe Avello. Donde viven los amigos

Todos sabemos que la vida, en el mejor de los casos, es un estado transitorio que no presagia nada bueno. “Mi vida es ligera, esperando el viento de la muerte, / como una pluma en el dorso de mi mano”, escribió T. S. Eliot. Sí, es la muerte tan avariciosa que vivir es ir muriendo un poco, y, en cambio, morir es no vivir en absoluto. Sin embargo, hay una frase que le gusta mucho repetir a Javier Cercas y sirve de consuelo a todo escritor: la realidad mata y la ficción salva. A José Avello Flórez, Pepe Avello, o Pin Estela, como le llamaban los que más le conocían, le ha llegado la muerte tan callando que quienes esperábamos volver a verle nos sentimos como si nos hubieran disparado por la espalda. Juega sucio la muerte, y nunca da explicaciones. «Vale más desaparecer sin huella. Desconocer el propio origen es un don precioso del que muy pocos hombres gozan”. Son palabras del personaje José Manuel Río en la novela La subversión de Beti García. Bellas palabras, cargadas de poesía y verdad literaria, esa clase de verdad que suele resultar mentira en la vida. Son palabras que escribió Pepe Avello, pero que no sirven para retratarle, porque siempre tuvo muy claro su origen y porque ha desaparecido dejando el legado literario más valioso que cangués alguno haya sido capaz de amasar de Alejandro Casona a esta parte.

Narrador ambicioso, para conseguir esto le han bastado dos novelas, publicadas con un intervalo de diecisiete años entre ambas: La subversión de Beti García, con la que fue finalista del Premio Nadal en 1983 y que se publicó en la editorial Destino al año siguiente, y Jugadores de billar, premio Villa de Madrid, editada por Alfaguara en 2001. Nacido en Cangas del Narcea en 1943, Pepe Avello fue uno de esos hombres que “hacen país”. Lo hizo desde las páginas de La subversión de Beti García, donde no cuesta identificar a la villa de Ambasaguas con Cangas y en la que aparecen, entreverados en la ficción, topónimos como el partido de Sierra, Onón, Ambres, Genestoso o Leitariegos. Para hacer país escribió la letra del himno del refundado Tous pa Tous, a la que puso música Gerardo Menéndez y cantó Joaquín Pixán. Y haciendo país nos dio a conocer a todos un puñado más de letras de canciones al publicarlas en La Maniega -en el número de septiembre-octubre de 2014-. Letras  que tenían que ver con ese mismo espíritu entre nostálgico y festivo que le llevó a escribir el himno del Tous pa Tous. “Al cruzar el Puente Roto / rompióseme el corazón, / ella bailaba con otro / abrazada en la verbena / y a mi me abrazó la pena”, comienza, evocadora e irónica, la titulada “El Puente Roto”.

Pepe Avello bajo la sombra del tejo de Regla de Cibea, marzo de 2014

Pepe Avello bajo la sombra del tejo de Regla de Cibea, marzo de 2014

Licenciado en Derecho, trabajó para una empresa francesa de obras públicas en Guinea Ecuatorial y allí le tocó vivir el proceso de independencia de esta antigua colonia española en 1968. Durante los primeros años setenta se instala definitivamente en Madrid, donde, mientras trabaja como directivo para una empresa de producción industrial, establece relación con gente de las letras y del cine, entre otros Marcos Ricardo Barnatán, Álvaro del Amo, Marisa Paredes o Javier Maqua. En 1973 publica el cuento “La confesión” en Papeles de Son Armadans, la revista que dirigía Camilo José Cela, y unos años más tarde, en 1978, aparece su cuento “Cómo vencer al reúma” en el libro colectivo Sueños de la razón. Cuentos y dibujos, en el que también participan algunos nombres que pronto alcanzarían notoriedad, como Luis Antonio de Villena o Pedro Almodóvar. Y en la revista venezolana Zona franca publica en 1983 el relato titulado “La violación”. Eran ensayos previos a esa gran novela totalizadora que pretendía con La subversión de Beti García –el primer borrador llegó a alcanzar las mil páginas-, que terminaría por dejarlo exhausto y desencantado durante algunos años. En los primeros ochenta también dirigió con los argentinos Santiago Sylvester y Héctor Tizón una revista literaria de vida efímera (1980-1981), como casi toda quimera de este orden. Estaciones, se titulaba, y en sus cuatro números unió la literatura latinoamericana con la que se hacía en España en esos momentos. Y es también en este tiempo cuando se vincula a la Universidad Complutense de Madrid, primero como profesor de Teoría de la Comunicación, en la Facultad de Ciencias de la Información, y después de Sociología de la Cultura, en la de Bellas Artes, hasta su jubilación en el año 2010.

A Pepe Avello, amante de la vida, sociable, amable, entrañable, no le podría pasar nunca lo que le pasa a Álvaro, ese personaje que comienza siendo el más raro y esquinado de Jugadores de billar y que acaba siendo de los pocos que se salvan. Álvaro es un hombre con esa “edad en que ya es tarde para hacer lo que antes no se hizo, ni se intentó, ni se pudo, la edad en que los anhelos y los sueños pierden verosimilitud ante la conciencia y, si se persiste ciegamente en ellos, comienzan a convertirse en torpes delirios». Pepe Avello soñó un tipo de literatura y la llevó a cabo con ambición y sosiego, con la ambición de quien cree que ha llegado para decir algo nuevo, para establecer un discurso, y con la calma que dan la sabiduría, la experiencia y la ecuanimidad de haber vivido de manera lo bastante intensa y con la suficiente diversidad como para alcanzar a comprender buena parte de esos conflictos que azotan eternamente el alma humana.

Conocí a Pepe Avello, como tantas otras cosas que merecen la pena, a través de Juaco López Álvarez, y a finales de 2013 Cristóbal Ruitiña y yo nos reunimos con él en un hotel de Oviedo para hacerle una entrevista que se publicó en la revista Clarín a principios de 2014. Para terminar aquella entrevista le preguntamos en qué proyectos literarios ocupaba su jubilación, y nos decía que tenía una novela empezada desde hacía mucho tiempo. La novela estaba ambientada en África y el título provisional que nos dio fue La distancia. “En Guinea, si queréis que os lo resuma mucho –nos decía-, lo primero que se percibe es la distancia. Primero el país es fascinante, pero la gente es impenetrable para un europeo. Yo esa distancia cultural no la conseguí traspasar nunca”. Y en relación a ese proyecto, añadía: “Pero ya veremos, porque ya soy muy viejo, y o lo hago ahora o ya nunca”. No sé si le habrá dado tiempo a terminar aquella novela. Ojalá sí, porque me gustaría leerla.

No me resisto a meter en esta especie de improvisada elegía una escena de La subversión de Beti García, porque esa escena también tiene un tono elegiaco y porque nos hace entender que la ficción puede salvar incluso cuando mata. En esta novela aparece brevemente Conrado, un viejo limpiabotas que cuando llega la Revolución de Octubre de 1934 cree vislumbrar una nueva aurora y participa activamente en los acontecimientos de aquellos quince días que conmovieron al mundo. Derrotado, acabará huyendo junto a Beti y otros revolucionarios hacia la braña del Acebal. El cansancio y el frío terminarán por dar muerte al viejo Conrado antes de que alcancen la braña, y entre sus cosas, los compañeros encuentran un cuaderno en el que hay anotados unos versos: «Yo sé que no hay en la vida / ni amores ni amigos ciertos / así que cómo ha de haberlos / cuando uno ya está muerto». Son palabras desengañadas, que cuadran a la perfección con el personaje de Conrado, cargadas por tanto de verdad literaria, pero que, de nuevo, no nos servirían en absoluto en esa verdad de la vida si se las quisiéramos aplicar a quien las escribió, porque si algo tuvo Pepe Avello en vida y sigue teniendo cuando ya está muerto es una inacabable ristra de amigos ciertos. Y tuvo además el valor y la elegancia de dejarnos a todos una muy valiosa lista de amigos inciertos, ficticios -José Manuel Río, Beti García, Álvaro Atienza, Floro Santerbás, Rodrigo de Almar o Manolo Arbeyo-, amigos que nos ayudan a salvarnos. Son amigos que se levantan del papel, que salen de la ficción y toman la realidad, caminan a nuestro lado y nos acompañan. Están ahí para hacernos reír, como Floro, o para hacernos temblar, como Álvaro. Están ahí, algunos orondos y risueños, otros esquinados y cortantes. Todos tan creíbles como si fueran de carne y hueso, como si por sus venas circulara la sangre que nos mantiene de pie, vivos.

Pepe Avello supo, como todo auténtico escritor, ser un fingidor, meterse en la piel de éste y aquél, auscultar la sociedad, capturar la realidad, condensarla, pasarla por su tamiz y convertirla en verdad a través de la ficción, que no otra cosa hace un novelista. En la triste verdad de la realidad, Pepe Avello está muerto, pero la verdad de sus ficciones permanece viva entre nosotros para alumbrarnos el camino, para ayudarnos a conocernos, para poner el foco sobre nuestros defectos y virtudes y hacernos algo más llevadero el enigma de vivir, para, en definitiva, hacernos mejores. A Pepe Avello le ha matado la cruel realidad, pero supo construir una obra literaria lo suficientemente consistente como para que la ficción lo salve. Ya se sabe, lo dice Javier Cercas, que la realidad mata y la ficción salva.


‘De Combo a Fuente del Real’, memorias de una canguesa

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Mari Luz Álvarez Lago con su libro el 13 de marzo de 2010. Foto: PAÑEDA en ‘EL COMERCIO’

Ha llegado a nosotros un libro publicado en 2010 que merece ser reseñado en el Tous pa Tous. Son las memorias de Mari Luz Álvarez Lago, nacida en 1926 en el pueblo de Combo, en el Río del Couto, en casa El Murgueiro. Mari Luz comienza sus memorias así:

“Quiero a través de esta narración mostrarles una visión de lo que fue la vida de una mujer que, como a tantas de mi época, me tocó vivir los turbulentos años antes de la guerra, la Revolución del 34 y, después, la guerra civil y la posguerra, todos estos acontecimientos con apenas diez años. Pasamos bastantes penalidades y gran dificultad para vivir, dadas las circunstancias que atravesaba España. Esa época marcó nuestra existencia de forma imborrable y al día de hoy pesan más las batallas que tuvimos que vencer y los momentos difíciles pasados, que gracias nuestra juventud, quizás la inconsciencia de los pocos años, que te hace ver las penalidades y tragedias como algo con lo que tienes que vivir y te acostumbras a ello, sin más, y lo asumías como parte de tu propia vida, salvando las dificultades y penurias, que íbamos resolviendo en nuestra lucha diaria, como gran parte de las mujeres de la España de entonces”.

Mari Luz vivió hasta los diez años en Combo. A esa edad fue a vivir con unos tíos a la parroquia de Castiello en Gijón. Se casó en 1950 y tuvo una hija. Se estableció poco después en esta ciudad en la calle Fuente del Real, en el barrio de El Llano. Aquí abrió un bar tienda, llamado “Mari Luz”, en la que daba también comidas y que atendió durante cuarenta y cinco años. Cuando escribió el libro estaba ya jubilada, pero seguía llevando una vida social muy intensa. Es del tipo de personas que no sabe estar quieta.

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Portada del libro de Mari Luz.

En Combo trabajó desde los cinco años cuidando el ganado, subiendo y bajando a la braña, y ayudando a trabajar la tierra. La vida en su casa giraba alrededor de la madre, Dolores, porque su padre, Benigno, trabajaba en Madrid de sereno y “solo volvía a Combo durante las vacaciones por el verano». El matrimonio tuvo diez hijos, que se fueron dispersando enseguida por Oviedo, Ponferrada y Valladolid. Mari Luz cuenta en el libro la vida en Combo en aquellos años treinta: la casa, la braña, la matanza, los filandones, las fiestas, los bailes y el mucho trabajo. A los ochenta y tantos años Mari Luz escribe sobre su infancia lejana:

“Afortunadamente y a pesar de marchar para Gijón con pocos años, me sirvió mucho todo lo que aprendí en Combo, lo mismo a valerme por mi misma y ser capaz de desenvolverme por la vida, que en lo relativo a las faenas del campo, pues nunca dejé de atender nuestra finca con constancia, de la que tenemos sacado bastante provecho y aún lo seguimos sacando, pues no compramos ni patatas ni hortalizas”.

En Gijón siguió trabajando duramente, primero en casa de sus tíos, donde más que una hija adoptiva fue una “esclava doméstica, porque con diez y once años ya empecé a ir a vender a la plaza de abastos de Gijón, con la cesta en la cabeza” y también le «tocó acarrear agua desde un kilómetro con un caldero en cada mano y otro en la cabeza». Años más tarde comprará una xarré para llevar a la Plaza del Sur la fruta, verduras, etc. En la calle Fuente del Real siguió trabajando y trabajando.

Mari Luz Álvarez Lago es sobre todo una mujer optimista, que siempre gozó de buena salud y que ha vivido con el principio vital de hacer agradable la vida a los demás.

“De Combo a Fuente del Real” es un testimonio muy interesante de la vida de una mujer trabajadora escrita por ella misma. Es de lamentar que no contemos con más memorias de esta clase para que en el futuro no olvidemos como fue la vida de muchas de las protagonistas del pasado siglo XX.


‘De Combo a Fuente del Real’, memorias de una canguesa

Mari Luz Álvarez Lago con su libro el 13 de marzo de 2010. Foto: PAÑEDA en ‘EL COMERCIO’

Ha llegado a nosotros un libro publicado en 2010 que merece ser reseñado en el Tous pa Tous. Son las memorias de Mari Luz Álvarez Lago, nacida en 1926 en el pueblo de Combo, en el Río del Couto, en casa El Murgueiro. Mari Luz comienza sus memorias así:

“Quiero a través de esta narración mostrarles una visión de lo que fue la vida de una mujer que, como a tantas de mi época, me tocó vivir los turbulentos años antes de la guerra, la Revolución del 34 y, después, la guerra civil y la posguerra, todos estos acontecimientos con apenas diez años. Pasamos bastantes penalidades y gran dificultad para vivir, dadas las circunstancias que atravesaba España. Esa época marcó nuestra existencia de forma imborrable y al día de hoy pesan más las batallas que tuvimos que vencer y los momentos difíciles pasados, que gracias nuestra juventud, quizás la inconsciencia de los pocos años, que te hace ver las penalidades y tragedias como algo con lo que tienes que vivir y te acostumbras a ello, sin más, y lo asumías como parte de tu propia vida, salvando las dificultades y penurias, que íbamos resolviendo en nuestra lucha diaria, como gran parte de las mujeres de la España de entonces”.

Mari Luz vivió hasta los diez años en Combo. A esa edad fue a vivir con unos tíos a la parroquia de Castiello en Gijón. Se casó en 1950 y tuvo una hija. Se estableció poco después en esta ciudad en la calle Fuente del Real, en el barrio de El Llano. Aquí abrió un bar tienda, llamado “Mari Luz”, en la que daba también comidas y que atendió durante cuarenta y cinco años. Cuando escribió el libro estaba ya jubilada, pero seguía llevando una vida social muy intensa. Es de las que no sabe estar quieta.

Portada del libro de Mari Luz.

En Combo trabajó desde los cinco años cuidando el ganado, subiendo y bajando a la braña, y ayudando a trabajar la tierra. La vida en su casa giraba alrededor de la madre, Dolores, porque su padre, Benigno, trabajaba en Madrid de sereno y “solo volvía a Combo durante las vacaciones por el verano». El matrimonio tuvo diez hijos, que se fueron dispersando enseguida por Oviedo, Ponferrada y Valladolid. Mari Luz cuenta en el libro la vida en Combo en aquellos años treinta: la casa, la braña, la matanza, los filandones, las fiestas, los bailes y el mucho trabajo. A los ochenta y tantos años Mari Luz escribe sobre su infancia lejana:

“Afortunadamente y a pesar de marchar para Gijón con pocos años, me sirvió mucho todo lo que aprendí en Combo, lo mismo a valerme por mi misma y ser capaz de desenvolverme por la vida, que en lo relativo a las faenas del campo, pues nunca dejé de atender nuestra finca con constancia, de la que tenemos sacado bastante provecho y aún lo seguimos sacando, pues no compramos ni patatas ni hortalizas”.

En Gijón siguió trabajando duramente, primero en casa de sus tíos, donde más que una hija adoptiva fue una “esclava doméstica, porque con diez y once años ya empecé a ir a vender a la plaza de abastos de Gijón, con la cesta en la cabeza” y también le «tocó acarrear agua desde un kilómetro con un caldero en cada mano y otro en la cabeza». Años más tarde comprará una xarré para llevar a la Plaza del Sur la fruta, verduras, etc. En la calle Fuente del Real siguió trabajando y trabajando.

Mari Luz Álvarez Lago es sobre todo una mujer optimista, que siempre gozó de buena salud y que ha vivido con el principio vital hacer agradable la vida a los demás.

“De Combo a Fuente del Real” es un testimonio muy interesante de la vida de una mujer trabajadora escrita por ella misma. Es de lamentar que no contemos con más memorias de esta clase para que en el futuro no olvidemos como fue la vida de muchas de las protagonistas del pasado siglo XX.



La osezna Molinera debe vivir en libertad, según el experto Javier Naves

 Molinera en el cercado de Santo Adriano.

Molinera en el cercado de Santo Adriano.

Javier Naves Cienfuegos, biólogo del CSIC y especialista en el Consejo Asesor del Oso Pardo, es tajante a este respecto y así lo especifica en un informe en el que está trabajando. La máxima de este acreditado experto en las poblaciones cantábricas de la especie, sobre las que trabaja hace varias décadas y a las que ha dedicado su tesis doctoral y numerosas publicaciones científicas, es que la osa Molina pueda vivir en libertad durante toda su vida como animal. Para él solo hay una limitación, utilizar técnicas que puedan hacer daño al animal. En lugar de eso, el documento traza un plan que incluye el máximo aislamiento tanto visual como auditivo y nuevas directrices para los cuidadores de la osa.


Vídeo: RTPA


 

Los osos que se portan bien

Oso pardo de pie en el concejo de Cangas del Narcea. Foto: Celso Álvarez Martínez

El aumento de la población osera y su cercanía a los pueblos ha abierto un nuevo debate en torno a un animal que simboliza la lucha por la conservación de la naturaleza en Asturias. Ante la expansión de una de las especies más emblemáticas de la región, el Ministerio de Medio Ambiente prepara junto al Principado y otras comunidades un protocolo de intervención que incluye la posibilidad de ahuyentarles usando pelotas de goma. El periódico La Nueva España ha consultado a vecinos que llevan conviviendo con osos toda su vida y se han cruzado con ellos una y otra vez. Todos defienden el comportamiento «pacífico» del animal y ven «muy exagerada» la medida.

 

Mercedes Martínez, de Jalón: «de repente, veo que tengo dos osos en mi jardín»

Mercedes Martínez, en el jardín de su casa de Jalón, en Cangas del Narcea. Foto: Luisma Murias

Mercedes Martínez escuchó un sonido fuerte y seco, pero no le dio más importancia. Estaba en el corral dándole de comer a las gallinas. Era un día nublado de primavera.

Jalón es un pueblo en las alturas de Cangas del Narcea con 30 vecinos, demasiadas casas vacías, exuberantes montañas alrededor, oxígeno que se agradece y el silencio suficiente para escuchar de todo. Por eso ella pensó que aquel ruido podía ser cualquier cosa. Cualquier cosa menos un oso. O dos.

«Me volví y, de repente, veo que tengo dos osos en mi jardín. Aquí estaban, aquí, en el medio», dice.

–¿Y qué hizo?

–Me quedé mirando fijamente para ellos. Y ellos para mí. No tuve miedo, no me asusté, qué va. Estaba al lado de casa y, a una mala, me podía refugiar dentro. Les contemplé. Eran de color castaño oscuro y no muy grandes. Muy guapos. Creo que andaban buscando comida.A los pocos minutos cruzaron la carretera y se perdieron en el monte.

Ocurrió hace ocho años y ella lo recuerda como si fuera hoy. Su nieta, Laura Tosar, escucha la historia con el asombro y la vitalidad de quien estrena la mayoría de edad.

Mercedes tiene 69 años y lleva casi 40 en el pueblo. En todo ese tiempo, «que ya ve que es bastante», no fue testigo de ningún conflicto entre un oso y una persona. «Estamos acostumbrados a la convivencia con ellos. Es una convivencia pacífica. Aquí nadie tiene miedo de que un oso pueda hacerle algo a una persona. Primero porque no es normal que aparezcan por el pueblo y después porque, si lo hacen, vienen tranquilos. Si no te metes con ellos no hacen nada. Sólo si atacas, es normal: son animales y tienen que defenderse».

Su jardín, entonces, no estaba cercado como lo está hoy, con un muro de cemento ni muy alto ni muy bajo, lo suficiente como para impedir que se le escapen los cabritines que tiene en la cuadra y también para que, llegado el caso, puedan otra vez entrar los osos.

Ella era ganadera de las que iba todos los días al monte. Una vez, de la que volvía de dejar las vacas, se tropezó de frente con cuatro osos, nada menos. Una madre y tres crías. Ahí sí le entró el tembleque, omás que eso. «Tenía un cague de la leche», describe. Se escoró y, con cuidado, siguió caminando con cierta tensión hasta que se dio cuenta de que la osa iba más pendiente de sus oseznos que de otra cosa.Y no pasó nada, cada uno a lo suyo.

Ahora cada vez hay más osos en Asturias y ella lo sabe. Hace cuarenta años, cuando se estableció en Jalón, la especie contaba con 60 ejemplares en toda la Cordillera Cantábrica. Hoy hay unos 220 y subiendo.Y si sigue la tendencia la densidad será mucho mayor. Mercedes es consciente de que a mayor número de plantígrados, mayor es el riesgo de que se aproximen a los pueblos. Pero no ve necesario encender alarmas.

Y «de ninguna manera», dice, respalda la posibilidad de espantar a esos animales de los pueblos disparándoles pelotas de goma, como venía establecido en la primera versión del protocolo de intervención para osos problemáticos que quiere impulsar el Ministerio de Medio Ambiente y que analiza el Principado junto al resto de comunidades oseras de España (Galicia, Castilla y León, Cantabria, Aragón, Navarra y Cataluña). «No hace falta eso, no. Es muy exagerado. Precisamente si les disparas es cuando te pueden atacar», señala. «Es demasiado», sentencia.

«Además están muy vigilados ¿eh? Cada dos por tres vemos a los guardas pasar para allí arriba», avisa. En realidad, allí arriba no es tan lejos. Un par de kilómetros, a lo sumo. Mercedes vive al lado de los osos y no se queja. «Tan contenta», acaba.

Carlos García, de Gedrez: «Siempre escapan de ti»

Carlos García, en Gedrez. Foto: Luisma Murias

Cuando Carlos García Fernández se encontró de frente con un oso todavía estaba mal de la pierna. Cojeaba. Fue en la carretera de Gedrez, donde reside este ganadero jubilado de 53 años. Aquel oso, cuenta, era muy grande. Casi más que él. Lo comprobó cuando se puso sobre sus dos piernas traseras y se presentó erguido. «Se quedó quieto mirando para mí fijamente, pero no me asusté. Fue dar con el bastón a una valla que había al lado y echó a correr a toda velocidad. Los osos siempre escapan de ti», explica.

A Carlos, los osos nunca le hicieron ningún daño al ganado y, por eso, reivindica que «no son conflictivos». «Vienen a los frutales, a las colmenas. Eso sí. Pero a las personas nada», dice.

Carlos no cree que sea «muy acertado» dispararles pelotas de goma «salvo en casos realmente excepcionales».

 

Manolo García, de Piedrafita: «Me quedé a dos metros del oso»

Manolo García González posa ante los cerezales que tiene en su casa de Piedrafita. Foto: Luisma Murias

Delante de su casa, Manolo García González tiene varios cerezales. Desde hace unos años, cada vez se aproximan a su casa más osos a comer cerezas. Él los protege con perros. «No pasa nada, no tengo miedo. Baja, come y listo. Quien realmente destroza por aquí es el jabalí», explica.

Manolo es ganadero y es uno de los siete vecinos de Piedrafita, un pueblo a mil metros de altura en Cangas del Narcea. Hace tiempo, se encontró con un oso cara a cara. Él llevaba un perro, que tuvo que coger en brazos para que no ladrase. «Dejé que se acercara. Me quedé a dos metros. Era grande y negro. En el momento que le chillé, se asustó y salió corriendo. No se fiaba de mí», cuenta.

Manolo lleva conviviendo con los osos 55 años.Y nunca le ocurrió nada. Ni a él ni a nadie que sepa. «Estamos seguros. No creo que vaya a pasar nada porque aumente la población», reconoce, y defiende el comportamiento «pacífico» del animal, para quien reclama más comida en el monte. «Si quieren que no baje a los pueblos deberían insistir en que haya más comida en su hábitat», explica.

«Ahora hay más osos y se nota. No sólo en que los puedes ver mejor sino en que cada vez hay más gente que viene por aquí a intentar avistarles», concluye.

 

José Manuel López, de Gedrez: «Que vengan y digan quién teme aquí al oso»

José Manuel López, en su coche por el monte Zengadera, en Gedrez. Foto: Luisma Murias

«Se está dando una imagen del oso que no es. Que vengan y digan quién teme aquí al oso». José Manuel López, ganadero 45 años y residente en Gedrez (Cangas del Narcea), tiene un largo historial de encuentros fortuitos con osos. El último fue la semana pasada. Volvía en coche de dejar una vaca en el matadero y se encontró a uno en medio de la carretera. Estuvo 300 metros detrás de él hasta que se fue. «No hacen nada. Nadie les tiene miedo», dice, y critica la posibilidad planteada de utilizar las pelotas de goma para espantarles de los pueblos. «Eso es un disparate. No se puede hacer. Si se hace aquí acaban con todo». «Se ve que hay más osos, pero no hay ese problema que dicen», concluye.

 

Chema Díaz: «El problema es el ecologismo de ciudad»

Chema Díaz, en Vega de Hórreo. Foto: Luisma Murias

Una tarde, Chema Díaz salió a pasear con su hija Sofía por antigua la carretera que une Cangas de Narcea y San Antolín de Ibias. Era un día de septiembre a media tarde. De repente, escuchó varias zancadas entre los matorrales. Lo supo desde el primer momento: se paró, preparó la cámara y esperó. El oso saltó a la carretera en cuestión de segundos. «Nosotros nos quedamos parados. Lo mejor es eso. Si no te mueves, los osos no te ven. A los 8 ó 10 segundos se dio la vuelta y salió corriendo».

Chema regenta el albergue de Vega de Hórreo, en Cangas del Narcea. Tiene 45 años y lleva allí más de 20. Está acostumbrado a vivir en el entorno de los osos, que de vez en cuando, por las noches, se acercan a las proximidades del pueblo. «Es normal escuchar a las tres de la mañana ruidos. Pero nadie tiene miedo. Los que vivimos aquí estamos habituados a ellos», asegura.

A este hombre de verbo fluido, pelo blanco y ojos azules le molesta lo que está «viendo y leyendo». No da crédito a las medidas que se quieren impulsar ante la expansión de la especie, entre ellas el uso de pelotas de goma para ahuyentarlos. «El problema es ese, el ecologismo de ciudad, el ecologismo de libro. Es no conocer nada de lo que pasa en el medio rural». Sabe que se utiliza en otras zonas de Europa. Pero se justifica: «Allí son agresivos y te matan, aquí no». Es partidario de otro tipo de medidas como el impulso de campañas de educación medio ambiental.

Chema es consciente de que la población osera se expande, pero sólo ve el peligro si llega a pueblos que nunca han tenido contacto con ellos. «El problema es ese, que alcancen sitios y den con una generación de personas que no han convivido con ellos. Pero eso es remoto. Los que estamos aquí no tenemos esos problemas», dice.


Publicado en La Nueva España
Domingo, 11 de mayo de 2014


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Descripción geográfica-histórica del concejo de Cangas del Narcea en 1802

“Son los naturales [de Cangas del Narcea] de estatura regular, pero hacia los puertos más robustos
y agraciados; aguantan mucho trabajo. Su índole generalmente es pacífica y son muy adheridos a su país”.
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Puente de Tebongo sobre el río Narcea. Los puentes de piedra que existían en el concejo en 1802 aparecen mencionados en esta ‘Descripción’.

La Descripción que publicamos a continuación fue escrita para el “Diccionario geográfico-histórico de Asturias”, que bajo la dirección del canónigo asturiano Francisco Martínez Marina (Oviedo, 1754 – Zaragoza, 1833) promovió la Real Academia de la Historia en los primeros años del siglo XIX. Este Diccionario se incluía en un proyecto más amplio, iniciado en 1772, cuyo fin era la realización del Diccionario geográfico-histórico de España.

El “Diccionario de Asturias” nunca llegó a publicarse, sin embargo información y textos extraídos de la documentación recopilada para él –como es el caso de nuestra Descripción– fueron aprovechados para confeccionar el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España realizado por Pascual Madoz entre 1845-1850.

Martínez Marina solicitó para realizar este Diccionario la ayuda de muchas personas de Asturias, a las que remitía un detallado cuestionario. En el caso de Cangas del Narcea pidió ayuda al conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano (Cangas del Narcea, 1727 – 1805), y a Pedro de Ayala, canónigo de Oviedo, pero ambos rehusaron colaborar. Esto mismo le sucedió a Martínez Marina con otras muchas personas en otros lugares de Asturias y fue la causa de que la obra se retrasase y al final, debido a este y otros contratiempos, no viera la luz.

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Vista del monte de Muniellos desde Pena Ventana en agosto de 2012

Uno de los grandes apoyos que tuvo Martínez Marina fue el Obispo de Oviedo, Juan de Llano Ponte (Avilés, 1727-1805), que colaboró personalmente en la redacción de algunas noticias y, sobre todo, solicitó la ayuda de muchos curas de su diócesis. El 9 de marzo de 1802 Llano Ponte escribe a Martínez Marina: “Llegó y remito la relación del concejo de Cangas de Tineo, que está bien exacta, aunque la razón de las producciones del concejo debería ser por parroquias”. Esta “relación” es la Descripción que publicamos ahora en la web del Tous pa Tous y que lleva por título completo: “Descripción geográfica histórica del concejo de Cangas de Tineo en el Principado de Asturias, hecha por encargo del Ilmo. Sr. Obispo de Oviedo. Año de 1802”.

La Descripción no está firmada, aunque es casi seguro que su autor fue el párroco de la villa de Cangas del Narcea que unos meses más tarde envía unas “Adicciones a la Descripción Geográfico-histórica del concejo de Cangas de Tineo (cuyo mapa acompaña)”; en estas adicciones recopila información sobre cangueses que han destacado por sus carreras militar, política y eclesiástica. En 1802 el párroco era Gerónimo de la Faya, que no era natural de Cangas del Narcea, pero cuya vida transcurrió en gran parte aquí: en 1787 ya aparece empadronado en la villa y el 8 de junio de 1820 muere en ella, y es enterrado en la Colegiata.

El manuscrito original de esta Descripción del concejo de Cangas del Narcea escrita en 1802 está en la Real Academia de la Historia, en Madrid, y consta de 39 folios. Nosotros tenemos que agradecerle a Adolfo García Martínez que nos haya pasado una fotocopia del escrito original. Esta es la primera vez que se publica íntegramente.

Su contenido se divide en cuatro partes:

1ª parte. Descripción de los límites y el terreno del concejo, con especial hincapié en sus ríos.

2ª parte. Dedicada a la villa de Cangas del Narcea, donde se enumeran sus edificios más notables, la forma del gobierno del concejo y su actividad industrial (tenería o fábrica de curtidos, explotación del monte de Muniellos).

3ª parte. Relación de las 45 parroquias y siete anejos del concejo, en la que se menciona su localización, los pueblos que las integran, el número de vecinos y otros datos como la existencia de puentes y de restos antiguos (lápidas antiguas, capillas, castillos, torres).

y 4ª parte. Enumeración de datos sobre la población, producciones e industrias del concejo, así como algunas características sobre su naturaleza y habitantes.

NOTICIAS ARQUEOLÓGICAS

Uno de los aspectos que más interesaba a la Real Academia de la Historia, como se desprende del cuestionario enviado a los colaboradores del Diccionario, era la existencia de restos u obras antiguas: “castillos fuertes”, iglesias, ermitas, santuarios, sepulcros, “lápidas con inscripciones romanas o góticas”, “antiguallas, vestigios o ruinas de pueblos”, e incluso la noticia de “algún sitio, batalla o suceso memorable”.

En la Descripción del concejo de Cangas del Narcea se recogen los textos de varias lapidas funerarias o de consagración de iglesias, como los que existen en las parroquias de Cibea, Cibuyo, Castanedo, Naviego o en el Monasterio de Corias, así como noticias de restos de “castillos antiguos”, que corresponden a poblados castreños de época prerromana o romana y también a castillos medievales. Estas noticias constituyen las primeras referencias escritas que existen sobre estos yacimientos arqueológicos. Sin embargo, el autor, aunque tiene muy presente la idea de un tiempo pasado, no sitúa estos restos en un periodo determinado de la antigüedad y a los castros los cita como “castillos antiguos”, destacando en algunos casos su localización inexpugnable.

En relación con estas noticias se dice en la parroquia de Besullo: “Y en sus inmediaciones y las de la parroquia anterior [Las Montañas] se hallan varios vestigios de haberse beneficiado allí minerales”. Estos “vestigios” todavía se conservan y pertenecen a explotaciones auríferas de época romana.

La relación de “castillos” o castros que menciona la Descripción de Cangas del Narcea de 1802 es la siguiente:

Villa de Cangas del Narcea

Parroquia de Cangas del Narcea: en la Descripción se dice que la villa de Cangas había “estado antiguamente en su cumbre, llamada La Cogolla, como a un tiro de bala de donde hoy se halla, defendida de un castillo fuerte, del que aún también se dice allí el Vallado”.

Río Rengos o Río Narcea

Parroquia de Santa Eulalia de Cueras: en Llano, “vestigios de un castillo antiguo llamado de Segura”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Castro.

Parroquia de Cibuyo: “A media legua más arriba, también a la parte occidental del río, se ven aún ruinas de un castillo antiguo llamado la Palanquera, cuyo nombre conserva aquel sitio”. Probablemente se trata del castro que hay en Veiga’l Castro conocido hoy como Las Torres.

Parroquia de Posada de Rengos: Un poco más arriba de la unión del río que baja por el valle de Moal con el río Narcea “se hallan vestigios de un castillo antiguo, cuyo sitio se llama aún el Castro”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Castro en el pueblo de Ventanueva.

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Castro sobre el pueblo de Tremáu de Carballo, mencionado en esta Descripción de 1802.

Río Cibea

Parroquia de Cibea: en el sitio de Miramontes (Sorrodiles), “cuya situación y torre indican que hubo allí castillo”. Catalogada actualmente como una torre bajomedieval.

Parroquia de Carballo: en Tremado, “sobre el mismo lugar hubo antiguamente un castillo llamado Trasmato, del que aún se ve tal cual ruina”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Castro.

Partido de Sierra

Parroquia de Tebongo: en Portiella, “frente a este último, que está del lado occidental del río, y en el que hubo un castillo antiguo de su nombre, desagua el río de Onón”. Lugar conocido como El Castiechu y catalogado actualmente como una torre medieval.

Parroquia de Santa María de Regla de Jarceley: “E inmediato a Pambley, en una roca escarpada sobre el río, se ven varios trozos de las ruinas de un castillo muy antiguo, que por su situación sería inexpugnable en aquellos tiempos”.

Parroquia de Tainás: “Poco más abajo de Castiello (en que se dice hubo un castillo antiguo donde hoy llaman los Castros) se une el otro brazo del río…”. Catalogado por J. M. González con el nombre de El Chano las Coronas.

Parroquia de Santiago de Sierra: en “Becerrales (donde se dice hubo un castillo antiguo)”. El castro conocido más cercano a este pueblo es El Castiecho, en Valcabo.

Descripción geográfico-histórica del concejo de Cangas de Tineo en el Principado de Asturias
Año de 1802
BIBLIOGRAFÍA
FERRERO, M., Linajes asturianos: Padrones de la villa y concejo de Cangas de Tineo (Madrid: I. Salazar y Castro, 1967).
GONZÁLEZ, J. M., “Catalogación de los castros asturianos”, en Miscelánea histórica asturiana (Oviedo: 1976).
PÉREZ DE CASTRO, J. L. El Diccionario Geográfico Histórico de Asturias (Oviedo: I.D.E.A., 1959).