Ignacio Álvarez Castelao, el arquitecto más brillante que la modernidad ha conocido en Asturias
Este mes se cumplen 106 años del nacimiento de Ignacio Álvarez Castelao (Cangas del Narcea, 1910 – Oviedo, 1984). Aunque en otros artículos desarrollaremos más detalladamente su obra, son muchas las distinciones que este arquitecto cangués ha recibido a lo largo de su dilatada vida profesional. Entre otras destacamos:
- Año 1966.- Invitación Oficial por el Departamento de Ingenieria Civil del Colegio de Tecnología de Battersea (Inglaterra), como creador del «Nudo Castelao» para Estructuras Espaciales.
- Año 1968.- Invitación Oficial por el Comité Organizador de los Juegos de la XII Olimpiada de México, para presentación de la Facultad de Ciencias Geológicas y Biológicas de Oviedo, en la Exposición de Espacios para la Cultura y Deporte de México.
- Seleccionada por la Commissioner Research Bureau of Reclamation, Dept. of the Interior, de Washington, su obra de la Central Hidroeléctrica de Silvón, como una de las «CATEDRALES DE LA ENERGÍA» entre las mundiales, (única española).
- Año 1972.- Dedicación del libro «Las Mallas Espaciales» en Arquitectura de J. Margarit y C. Buxadé juntamente con los ingenieros Caravera y Bueno.
CONCURSOS PREMIADOS:
- Año 1940.- Casa Infantil Covadonga en Pola de Gordón, de la Diputación Provincial de Oviedo, en colaboración con Luis Lorenzo Blanco. PRIMER PREMIO.
- Año 1944.- Hotel Casino Balneario de Gijón, del Ayuntamiento de Gijón, en colaboración con Juan Manuel del Busto. PRIMER PREMIO.
- Año 1948.- Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Vigo, en colaboración con Juan Manuel del Busto. PRIMER PREMIO.
- Año 1961.- Delegación de Hacienda de Cádiz, del Ministerio de Hacienda. PRIMER PREMIO.
- Año 1963.- Delegación de Hacienda de Badajoz, del Ministerio de Hacienda. PRIMER PREMIO.
- Año 1967.- Edificio para los Servicios del Ministerio de Obras Públicas de Bilbao, en colaboración con Mariano Marín Rodríguez-Rivas. PRIMER PREMIO.
Viajero por el mundo, atento y sensible, con enorme capacidad de trabajo unida a insobornable vocación, todo ello, ha desembocado en que podamos afirmar que nuestro paisano, Ignacio Álvarez Castelao, ha sido uno de los grandes creadores de la arquitectura española contemporánea.
La Nueva España le nombró asturiano del año en 1965, el Ayuntamiento de Oviedo le dio su nombre a una calle de la capital del Principado de Asturias y ahora el Tous pa Tous, Sociedad Canguesa de Amantes del País, quiere rendirle un pequeño homenaje, colocando en lo próximos días una placa a su memoria en el pueblo que le vio nacer un 31 de marzo de 1910 y que le dio sepultura, el día después de su fallecimiento en Oviedo, en su cementerio municipal de Arayón el 30 de junio de 1984.
En el mes de abril de 1983, algo más de un año antes de su fallecimiento y con motivo de su jubilación, el Colegio de Arquitectos de Asturias le organizó un homenaje en el Museo Provincial de Bellas Artes de Asturias. A lo largo de ese mes se celebraron dos exposiciones, una de proyectos y maquetas de su obra, y otra de dibujos, realizados con distintas técnicas, así como acuarelas, y cuya cronología se extiende de los años cincuenta a los ochenta, y han servido como sustituto de la fotografía, representando principalmente temas rurales y urbanos, que van desde pequeños detalles, como el despiece del hórreo, hasta imágenes de perspectivas enteras de pueblos y exteriores urbanos. Esta selección de dibujos y acuarelas se hizo de una producción de más de un millar y ha sido un brillante complemento de su faceta humana, totalizando la visión de su labor profesional y artística a lo largo de su dilatada carrera. Como colofón, el último día del mes tuvo lugar un acto al que asistió el propio homenajeado y al que siguió una mesa redonda sobre «Arquitectura Moderna» en la que participaron los arquitectos Antón Capitel, Joaquín Cores Uría (presidente del Consejo Superior de Arquitectos), Cesar Fernández Cuevas (decano del Colegio de Asturias) y Fernando Nanclares, así como el cronista de Oviedo, Manuel Avello, y el crítico de arte Jesús Villa Pastur.
PRÓLOGO DE LA PUBLICACIÓN EDITADA POR EL COLEGIO OFICIAL DE ARQUITECTOS DE ASTURIAS CON MOTIVO DE LA EXPOSICIÓN HOMENAJE A CASTELAO CELEBRADA EL 30 DE ABRIL DE 1983 EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE ASTURIAS
La Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias a través de su Comisión de Cultura celebra esta exposición homenaje al arquitecto IGNACIO ÁLVAREZ CASTELAO con motivo de su jubilación anunciada por medio de una carta de despedida.
Entendemos justo este homenaje a Castelao tanto por su valor humano como profesional.
La obra construida por D. Ignacio no sólo se debe considerar como legado arquitectónico a juzgar por la historia, sino, además, como pauta que todos los arquitectos deberíamos seguir por su vocación, dedicación profesional y rigor disciplinar siempre vinculado estrechamente a la cultura de vanguardia.
La figura de Castelao no sólo justifica en si un homenaje a nivel local, sino que hay que analizar su obra dentro de un contexto más amplio que desbordaría su singularidad como el arquitecto más brillante que la modernidad ha conocido en Asturias. Dentro de este amplio contexto, Castelao mantiene su individualidad, no ciñéndose a una línea determinada sino investigando en todos los campos de la profesión y siempre atento a las vanguardias incluso hasta sus obras postreras.
Conocemos a Castelao estructuralista, racionalista, expresionista, formalista, constructor, pero sobre todo inquieto en cada proyecto y pasando de la coherencia a la polémica.
Cada proyecto de Castelao, juzgamos, aglutina su vasta experiencia y se convierte en autobiográfico al manejar claves de diseño y cultura arquitectónica de forma acumulativa.
Es dificil vincular a Castelao como representante de una determinada praxis. Quizás su capacidad de hacer arquitectura deriva de esa individualidad que le ha caracterizado y que justifica sobradamente una exposición homenaje que nos invite a la reflexión.
No es objeto de este prólogo profundizar en la obra de Castelao. Para otros cedemos esta tarea.
A nosotros sólo nos queda agradecer a D. Ignacio las horas que nos ha dedicado, comentando su obra en torno al cálido fuego del hogar de su modesto refugio cerca de Oviedo, aquellas tardes de otoño en las que, realmente, apetecía hablar de arquitectura.
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