Una decidida apuesta por la democracia
Por fin, este año ha nacido en España una plataforma ciudadana que aboga por la reforma de la Ley Electoral: “Otra Ley Electoral” (OLE). Ya era hora.
Sus promotores se publicitan así:
“SI QUIERES QUE:
- Sean los ciudadanos quienes, independientemente de su lugar de residencia, decidan la política nacional en igualdad de condiciones.
- La representación de los partidos nacionales en las Cortes Generales sea proporcional a su apoyo social.
- Y se aplique la máxima democrática de “una persona, un voto”.
AYÚDANOS A CAMBIAR LA LEY ELECTORAL POR OTRA QUE:
- Promueva el interés nacional.
- Refleje la realidad social.
- Conceda más poder a los ciudadanos.
- Fomente el talento de los representantes.”
El movimiento, que ya aglutina a un numeroso grupo de intelectuales y profesionales de diferentes ámbitos sociales, lo es con la ambición de hacerlo extensible a la gran mayoría de ciudadanos de este país.
Según sus promotores, en los últimos años se viene observando cómo los cambios sociales, los retos futuros y los problemas más perentorios no están recibiendo una respuesta claramente satisfactoria por parte de nuestros representantes políticos, más preocupados por sus propias cuitas que por dar soluciones a las necesidades de toda la ciudadanía, generando tensiones y divisiones en vez de cohesionar y unir esfuerzos, y ampliando cada día más esa lejanía entre los ciudadanos y su propia clase política.
Los últimos datos que se tienen sobre satisfacción con la democracia muestran que más de un 67,5% de los ciudadanos se siente insatisfechos y más de un 80,5% no confían en los partidos políticos.
Tras la gestión sobre la actual pandemia de la Covid-19 desde todos los ámbitos de actuación política se ha puesto al desnudo la peor cara de nuestra actual clase política con su negligente incapacidad de abandonar sus diferencias y luchas de poder para priorizar y dar respuesta a la gran y principal preocupación de los ciudadanos como es la gran crisis sanitaria.
La reivindicación de la reforma del sistema electoral español, tras años instalada únicamente en el seno de una minoría de intelectuales y de activistas políticos, parece ser hoy un clamor popular. Actualmente, millones de ciudadanos creen que el Parlamento no representa fielmente la realidad social española, que en su seno prima la mediocridad frente al talento, que nuestros diputados son mucho más receptivos a la disciplina de los partidos que al programa electoral con el que se presentaron, y que existen disfunciones en nuestro sistema que permiten que en la Cámara de la soberanía nacional (Congreso) se encuentren sobrerrepresentadas minorías territoriales que condicionan su política, cuando éstas deberían actuar en la Cámara de representación territorial (Senado).
Ese clamor encuentra siempre su eco en los periodos electorales, pero se ahoga a lo largo de las legislaturas. Los partidos aprovechan las campañas para señalar los problemas que acucian a España, pero olvidan con facilidad tanto las cuestiones de fondo como aquellas que, en realidad, afectan a su control. Si, por otro lado, el partido ganador se halla siempre muy cómodo con el sistema electoral que le ha permitido imponerse, no es fácil que, motu proprio, los partidos aborden una reforma en el modo de elegir a nuestros representantes. A menos, claro está, que la sociedad presione con hechos incontrovertibles.
Es allí donde cobra sentido esta campaña. Surgida en el seno de la sociedad civil española, su objetivo es recoger un número de firmas lo suficientemente grande como para no poder ser inadvertido por quienes, al final, han de cambiar la legislación.
Esta campaña es completamente transversal ideológicamente y apela directamente a los ciudadanos:
- A los que crean que la máxima democrática de un hombre, un voto no se verifica al existir territorios y corrientes políticas infrarrepresentados y que, por lo tanto, aboguen por un sistema más proporcional.
- A quienes opinen que los diputados están más atentos a los dictados de los partidos que a las promesas electorales realizadas a los ciudadanos con cuyo apoyo llegaron al Parlamento y que, en consecuencia, debería establecerse un vínculo mayor entre el representante y el representado, hasta el punto, incluso, de establecer mecanismos de destitución de sus representantes en situaciones extremas.
- Vínculo, además, que con seguridad atraerá a la política a los más capaces, a los más preparados, a los más independientes que huyen habitualmente de las ligazones de las que no son capaces de zafarse los espíritus mediocres.
- A quienes profesen el convencimiento de que los gobiernos y las leyes de España no deben estar afectados por la visión parcial del Estado que mantienen minorías territoriales sobrerrepresentadas, cuando existe una Cámara territorial (Senado) con la función expresa de representar las sensibilidades de los distintos territorios.
Los promotores de esta campaña apelan a todos ellos para que apoyen esta iniciativa con la que obtener un número tan importante de firmas que su luz no pueda ser ensombrecida y se acometa, tras un debate sosegado, la reforma pertinente orientada a lograr un sistema electoral en el que el voto de cada ciudadano tenga el mismo valor, en el que el representante tenga la necesidad de cumplir sus promesas electorales, dando así el protagonismo a los ciudadanos, en donde prime el talento y la excelencia por encima de la vulgaridad y en donde el interés nacional se encuentre fuera de toda duda y peligro.
En España existen dos tendencias claras a la hora de acometer la reforma del sistema electoral:
- La que pretende establecer un mecanismo que prime la proporcionalidad para que todos los votos tengan el mismo valor y las minorías puedan estar representadas en el Parlamento. Es la que defiende el sistema proporcional puro.
- La de aquellos que creen que el representante ha perdido el vínculo con el votante debido a la férrea disciplina de partido que fomenta nuestro sistema. Estos defienden un modelo en el que el candidato pueda ser conocido personalmente por sus votantes y, a la postre, responda directamente ante ellos, aligerando la férrea disciplina de partido actual y primando la aparición de personas preparadas y competentes en el escenario político, que tendrían al votante en el frontispicio de su acción política. Son los defensores de la circunscripción uninominal o del diputado de distrito.
A unos y otros los promotores de esta campaña les dicen, en primer lugar, que España necesita incluir ambas reivindicaciones en un nuevo paradigma y, en segundo lugar, que una modificación del sistema electoral es una reforma política de tan hondo calado que ni puede ni debe ser tratada desde la unilateralidad.
Es necesaria abordarla con la inteligencia y la generosidad suficientes para alcanzar un consenso en donde cada postura ceda en algunos aspectos para avanzar en otros.
Es necesario un gran pacto nacional que establezca un periodo de estudio y deliberación de expertos que trasladen sus conclusiones a los partidos y a la ciudadanía para que esta decida finalmente si le convence, prestando su consentimiento.
Los promotores de esta campaña apelan, en fin, a todos los ciudadanos que tengan conciencia de que un nuevo sistema electoral mejoraría extraordinariamente la calidad de nuestra democracia.
Y les piden que apoyen su iniciativa firmando su petición a través de la plataforma “change.org”.
Yo ya lo he hecho.
¡¡¡Ay de mi güey!!!