Suscripción popular a beneficio del Santuario del Acebo

Santuario de Nuestra Señora del Acebo. Postal hecha hacia 1975 por Foto Tino, de Cangas del Narcea.

No se tienen noticias de la primera ermita, de factura rústica, que estaba situada en el lugar donde se encuentra el actual Santuario del Acebo. El único dato acerca de la historia de esta ermita nos llega a través de esta breve reseña de nuestro paisano el historiador Padre Luis Alfonso de Carballo:

«…en tierras de Cangas de Tineo, en la cumbre de un alto monte… en un sitio que llaman el Acebo, había una antiquísima ermita de Nuestra Señora, sin memoria de su primera fundación, tan pequeña, y baja, que era necesario bajar la cabeza al entrar por la puerta… tan pobre, que solo en el altar había la imagen de Nuestra Señora, y una cruz de palo,… tan olvidada y desamparada, que aún no se sabía en qué feligresía estaba…».

Por la talla original de la imagen de la Virgen, posiblemente estemos hablando del siglo XIII, según indica el sacerdote e investigador de templos marianos de Asturias, Florentino Fernández Álvarez. Lo que sí sabemos con certeza es que el Santuario actual data del siglo XVI gracias a la rápida difusión, como reguero de pólvora, de los milagros acaecidos en el Acebo que llegó a todos los pueblos de Asturias. A partir de ese momento la pequeña ermita se convirtió en lugar de peregrinación y oración creciente hasta ser multitudinaria, por lo que se llegó a la conclusión de que hacía falta levantar un templo más grande y digno. Y así lo hicieron los cangueses: Se construyó el santuario de «Nuestra Señora de las Virtudes del Acebo» sobre el mismo solar donde estaba la ermita. Tardaron solo quince años en construirlo desde que tuviera lugar el primer milagro, ya que este sucedió en 1575 y el santuario se terminó en el año 1590. El cronista Luis Alfonso de Carvallo describe de forma concisa y concreta la composición del edificio de la siguiente manera: «… creciendo la devoción y las limosnas, se edificó un templo, harto bueno, con su torre y colaterales, y muy bien proveída la sacristía de ornamentos y recados para los oficios divinos y siete lámparas de plata…».​ Desde entonces, la factura y plano del Santuario no han cambiado en lo esencial. Tiene forma de cruz latina, con una torre cuadrada de escasa altura, orientado hacia occidente. La construcción es de piedra pulida y muy sobria.

Hace ya algo más de un siglo, en 1910, el doctor Ambrosio Rodríguez, una de las personalidades más activas que dio el concejo de Cangas del Narcea en el último tercio del siglo XIX y primeras décadas del XX y que había nacido en La Torre de Sorrodiles de Cibea, envió una larga carta a don Ángel Carrizo Díez,  párroco por aquel entonces de Linares del Acebo y administrador del Santuario, proponiéndole una serie de medidas para revitalizar este santuario y ponerlo a la altura del afamado Lourdes. Recomendamos la lectura de las siguientes pubicaciones:

Este Santuario cumplió su cuarto centenario en 1990 e inició su quinta centuria de vida, pero hoy, su estado de conservación hace inevitable una intervención urgente, siendo necesario una serie de obras de rehabilitación que eviten un deterioro mayor y su ruina. Además, hace falta dotarlo de los medios indispensables para que siga siendo, tanto por su importancia histórica como espiritual, un referente de peregrinación mariana en el noroeste de España. Para ello, desde el propio “Santuario de la Virgen del Acebo” se ha convocado a una recaudación popular de fondos para que más pronto que tarde la rehabilitación del Santuario sea una realidad.

Desde el «Tous pa Tous» animamos a todos nuestros socios y seguidores a que se unan y apoyen esta recogida de fondos para llevar a cabo estas imperiosas obras. Históricamente, la suscripción popular ha sido un sistema de financiación que ha permitido realizar importantes e interesantes proyectos con la ayuda de muchas personas que comparten un mismo objetivo y que individualmente no se podrían haber llevado a cabo. Este tipo de financiación colectiva demuestra que no hay metas inalcanzables para los “pequeños”, si se unen a otros muchos “pequeños”. Con otras palabras… de grano en grano llena la pita el buche.

A continuación reproducimos el llamamiento que desde el “Santuario de la Virgen del Acebo” se hace para la colaboración en esta importante intervención que, además de los donativos que se recauden, contará con una aportación del Arzobispado de Oviedo.

Estimado vecino/a:

Os escribimos desde el “Santuario de la Virgen del Acebo” para haceros partícipes de un proyecto que quiere abrir paso a una nueva etapa en este lugar tan especial.

Sois muchísimas personas las que tenéis un vínculo especial con este lugar “tocado por la mano de Dios”. Vínculo que arraiga en nuestro interior por motivos diversos: recuerdos, devoción, naturaleza, historia, identidad, tradición, familia y tantos otros.

Hoy nos dirigimos a ti para pedir ayuda, invocando aquel refrán de “obras son amores y no buenas razones”. Porque, precisamente, eso es lo que necesita el Santuario del Acebo: obras.

Tanto la Iglesia como el contorno están en muy mal estado. Fundamentalmente por dos razones: el paso del tiempo y el efecto del temporal (casi 1.200 metros de altitud).

Ahora, ha llegado el momento de intervenir para conservar este lugar y todo lo que significa, tanto en sí mismo como para cada uno en particular. Las primeras intervenciones van dirigidas a las partes más urgentes: tejado nuevo de todas la iglesia, tejado e interior de la torre para hacer sonar de nuevo las campanas, saneamiento perimetral, recuperación del cabildo, restauración de todas las fachadas, restauración y refuerzo de todas las puertas, construcción de la cerca norte y colocación de bancos en el exterior para uso de los peregrinos.

Esta primera parte de las obras está presupuestada en torno a los 300.000€.

Contamos, gracias a Dios, con personas que están dispuestas a colaborar generosamente. Pero este lugar no es de unos pocos. Por eso acudimos a ti. Para que tú también seas parte, si así lo ves oportuno, de este proyecto.

Cuando Jesús vio a aquella mujer pobre dar dos monedas dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que nadie (Lc 21,3). Pues eso es lo que pedimos: la generosidad, conforme a las posibilidades, de todo aquel que tenga este lugar y la Santina en el corazón.

¿Cómo podéis hacer llegar esa contribución? De varias maneras:

  • En el Santuario del Acebo.
  • En cuenta bancaria habilitada para este fin: ES4830590019303739210429 de Caja Rural.

¡¡MUCHAS GRACIAS. JUNTOS SACAREMOS EL ACEBO ADELANTE!!

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El Fuejo y Obanca en 1752, cuando las construcciones se cubrían con paja

Primera página de la relación de bienes de Ares José de Omaña en el concejo de Cangas del Narcea, 1752.

En 1752 se llevó a cabo en muchas regiones de España el conocido como catastro del marqués de la Ensenada. Cada vecino tenía que declarar todas sus propiedades y los ingresos por sus actividades. Hoy, es una fuente de información muy valiosa para conocer el siglo XVIII. Lamentablemente, las respuestas que dieron los vecinos del concejo de Cangas del Narcea desaparecieron en 1808 cuando los franceses quemaron el archivo municipal. Hemos tenido la suerte de encontrar en la colección documental reunida por José Luis Ferreiro Blanco una copia de la declaración que entregó don Ares José de Omaña, dueño de la casa de Omaña, de los bienes que tenía en el concejo de Cangas del Narcea.

La casa de Omaña era dueña en este concejo de casas, hórreos, molinos, tierras, viñas, brañas y pueblos enteros. Entre estos últimos estaban el lugar de El Fuejo y el sitio de Obanca, ambos de la parroquia de Santa Marina de Obanca, que los Omaña llevaban en foro perpetuo otorgado por el monasterio de San Juan de Corias, que era el propietario del dominio directo. El señor de Omaña pagaba cada año a los benedictinos veinte cántaras (313 litros) de vino tinto  y una hemina (48,43 litros) de trigo por El Fuejo, y cuatro heminas de centeno y otras cuatro de trigo por Obanca. Y él a su vez cobraba unas pingües rentas a los tres vecinos de El Fuejo: Manuel González, Diego Tejón y Juan de Antón, y al único que vivía en Obanca: Antonio Coque. Los tres primeros pagaban de renta anual: 16 heminas de trigo y otras 16 de centeno, seis jamones, dos carneros o doce reales por cada uno, dos cerdas o dieciséis reales por cada una, y la cuarta parte de la uva que vendimiaban. Comparando esta renta con la que pagaba el Omaña a los monjes de Corias por este mismo lugar, se comprende bastante bien que la pobreza del campesinado asturiano no era la consecuencia de una tierra montañosa y lluviosa, sino el resultado de una renta abusiva por parte de los terratenientes.

La declaración también ofrece una información muy valiosa para conocer las características de El Fuejo y Obanca a mediados del siglo XVIII: los limites geográficos; las construcciones que había: casas terrenas, hórreos, bodegas y un molino de cuatro muelas, todas ellas cubiertas de paja de centeno; la clase de tierras labrantías, prados y árboles, así como sus productos (trigo, centeno, mijo, maíz, habas, yerba, castañas, manzanas, peros1Peru, palabra asturiana, ‘variedad de manzana pequeña, dura y muy sabrosa’., nisos2Nisu, palabra asturiana, ‘ciruela pequeña y negra’., cerezas, nueces, higos, moras), y las rentas que pagaban. Mención especial ocupan las viñas. En El Fuejo estaba el formal3Terreno donde se agrupan varias viñas, normalmente de pequeño tamaño. de Trigales, que ocupaba una superficie de 45 hombres de cava (8.010 m2), por el que sus llevadores pagaban «la cuarta parte del fruto que producen» y en Obanca había una viña, «que se dice también de Obanca», de siete hombres de cava (1.246 m2) que pagaba «en uva la mitad del fruto que diese».

El Fuejo ocupaba una superficie de 515,37 áreas y el espacio se repartía de la manera siguiente: el 28% se dedicaba a monte de castaños bravos; 26% a tierra de cultivo de cereales (trigo, centeno y maíz) y habas; 15% tierra brava de ínfima calidad que se sembraba cada veinte años con centeno y mijo; 13% de viñedo; 8% de prados para yerba; 2% de árboles frutales y 8% que ocupaban edificios, peñas y matorrales infructíferos. Por el contrario, Obanca era sobre todo un gran prado de regadío, «de dar yerba de guadaña», de 125,7 áreas, y su principal actividad era la industria molinera que funcionaba con un molino hidráulico de cuatro muelas que aprovechaba las caudalosas aguas del río Narcea.

El Fuejo y Obanca, situados en la periferia de la villa de Cangas del Narcea, al otro lado del río Narcea, se mantuvieron hasta los años sesenta del siglo XX como espacios rurales con unas características similares a las que aparecen en esta declaración de bienes de Ares José de Omaña (ver fotografías 1 y 2). Sin embargo, a partir de 1970 cambiarán considerablemente, en especial El Fuejo. Este lugar, con la construcción del Puente Nuevo a fines del siglo XIX y, en especial, con el puente colgante en 1973, quedó unido a la villa y fue urbanizado en su totalidad. Obanca, en cambio, solo fue urbanizado en parte con un polígono industrial y dos centros de enseñanza, que se construyeron en el extremo norte de su territorio, y todavía hoy puede vislumbrarse el Obanca de 1752 en la casa de Coque, apellido que después de 250 años sigue vinculado a este lugar.

A continuación transcribimos la relación de los bienes de la casa de Omaña en El Fuejo y Obanca en 1752. Hemos hecho una transcripción actualizada para facilitar su lectura, y entre corchetes ponemos algunas equivalencias al sistema métrico decimal de las antiguas medidas: vara (0,835 m), hemina (48,43 l), cántara (15,6 l), día de bueyes (12,57 áreas) y hombre de cava (178 m2).

 

El Fuexo

El lugar del Fuexo es por entero del mencionado don Ares según se deslinda por el  oriente con el río de Narcea; por el mediodía con tierra de bravo de don Pedro Velarde; al poniente con tierras de dicho don Pedro y de don José Alfonso, vecinos de esta villa, y al norte con el arroyo que se dice de Trigales.

Dentro de cuyos términos hay tres casas de habitación, que la una se compone de portal, cocina, corte4 Cuadra. para los ganados, pajar y una bodega, tiene de frente dieciocho varas y ocho de fondo [15 x 6,60 m]. Las otras dos [casas] están unidas, que se componen de dos portales, dos cocinas, dos cortes para los ganados y sus dos pajares, tiene de frente cuarenta y cuatro varas y ocho de fondo [36,75 x 6,60 m]. Y todas se componen de piedra, madera y su techo de paja. Más [hay] dos bodegas que la una tiene ocho varas de frente y seis de fondo [6,70 x 5 m], la otra siete de frente y seis de fondo [5,9 x 5 m], que su artefacto y cubierta es de lo mismo que las casas. Más [hay] un orrio con cuatro pies de madera cubierto también de paja […].

El territorio que hay dentro de los dichos términos son cuarenta y un días de bueyes [515,37 áreas], de los que doce son de tierra labrantía, los ocho de mediana calidad y los cuatro de ínfima; los de mediana calidad dan trigo, centeno, habas y maíz alternando, y los de ínfima, centeno, habas y maíz alternando, y todos ellos sin descanso. Cuatro días [de bueyes] de prados, los tres de mediana calidad que se riegan con el agua del arroyo que baja de Trigales en tiempo de invierno, de verano son secanos, dan yerba de guadaña y algo de pación de otoño; el otro [día de bueyes] de ínfima calidad de secano, que solo da yerba de guadaña. Siete días [de bueyes] de tierra brava de ínfima calidad, que dan centeno y mijo de veinte en veinte años según costumbre. Trece días de bueyes de monte de castaños bravos de ínfima calidad; un día de bueyes que ocupan los peros, manzanos, nisos, cerezos y nogales. Cuatro días [de bueyes] que ocupan el casco del lugar, peñas y matorrales infructíferos. Más hay un formal5Conjunto de viñedos de diferentes propietarios. de viña que se dice de Trigales de cuarenta y cinco hombres de cava [8.010 m2] de ínfima calidad, cepada según costumbre.

Cuyas casas, bodegas, orrio, tierras, montes y lomas expresados dentro de dicho término llevan en arrendamiento Manuel González, Diego Tejón y Juan de Antón, caseros y habitantes en dichas casas, y pagan de renta en cada un año treinta y dos heminas de trigo y centeno por mitad, seis perniles, dos carneros o doce reales por cada uno, que es el precio en que están puestos así en este lugar como en todos los demás, [y] dos marranas o diez y seis reales por cada una. Todo esto lo pagan por la hacienda expresada, y por las viñas [pagan] la cuarta parte del fruto que producen.

Y todo lo referido dicho lugar con sus términos lo lleva el expresado don Ares por foro perpetuo del monasterio de San Juan de Corias por [el] que paga en cada un año veinte cántaras [313 l] de vino tinto y una hemina de trigo [48,43 l].

 

Obanca

El sitio de Obanca es del mencionado don Ares Joseph de Omaña según se deslinda por el oriente y mediodía con el río de Narcea, por el poniente y norte con cierro de viña quintera del monasterio de Corias, dentro de cuyas demarcaciones hay una casa de habitación cubierta de paja que se compone de portal, cocina, bodega o cuarto terreno y corte con su pajar para los ganados, y unida a ella hay otra con cuatro molares harineros que muelen con el agua de dicho río Narcea, que una y otra tienen veinticuatro varas de frente y ocho de fondo [20 x 6,70 m] hechas de piedra y madera con su techo de paja. Más un orrio con cuatro pies de madera cubierto de paja junto a dicha casa. […]

Más hay dentro de dichas marcaciones un día de bueyes de tierra labrantía de mediana calidad que un año da centeno, otro habas y maíz sin descanso; más un prado de diez días de bueyes [125,7 áreas]de mediana calidad, que se riega con el agua que sale para dichos molinos, de dar yerba de guadaña pación de primavera y otoño, y a las márgenes de dicho prado y sitio hay veinte castaños, cincuenta nisales6Nisal, ‘ciruelo de fruta pequeña y negra’., veinte cerezos, cuatro nogales, seis manzanos, dos higueras [y] un moral. Que a la orilla del río que baña dicho prado hay cien omeros7Omero, umeiro, ‘aliso’..

Por cuya tierra y prado y más arboleda si se arrendase dieran de renta en cada un año trescientos reales, y aunque Antonio Coque, llevador de dicha casa, molinos y sitio, según va deslindado, paga de renta en cada un año catorce heminas de centeno [678 l], seis de trigo [290,58 l] y seiscientos y sesenta reales en dinero es por estar de cargo de dicho don Ares costear y mandar hacer las muelas, rodeznos y canales, componer las expresadas casas y orrio, como también en el fuerte o estacada para sacar el agua a dichos molinos y prado, que uno y otro, por ser el río tan caudaloso de aguas, tiene de costo el expresado don Ares para su manutención más de seiscientos reales de vellón en cada un año.

Más tiene junto a dicho término una viña, que se dice también de Obanca, de mediana calidad, poblada según costumbre, de siete hombres de cava [1.246 m2], linda por el oriente con viñas de Andrés y Joseph Pertierra, por el mediodía y poniente con camino servidero y por el norte con arroyo que baja del lugar de Santa Marina, la que también lleva el referido Antonio Coque a medias, pagando en uva la mitad del fruto que diese, y así esta viña como el sitio de Obanca, según va deslindado, lo lleva el expresado don Ares por razón de foro perpetuo por el que paga al dicho monasterio de San Juan de Corias, según constará de su respectiva relación, ocho heminas de trigo y centeno, por mitad, en cada un año.


 

«De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona»

Hay personas que tienen la capacidad de hacerse entender por todo el mundo. Alejandro Rodríguez Álvarez, que pasó a la historia de la literatura como Alejandro Casona, era de esa clase de personas porque convertía en simple lo complejo, en fácil lo complicado y, sobre todo, ponía luz sobre el lado tenebroso del alma humana arropando la realidad con una pizca de fantasía. Fue maestro de formación, y quizá por eso su obra apela a valores universales como el amor (La sirena varada, Romance en tres noches, La tercera palabra), la muerte (La dama del alba, Corona de amor y muerte) o la importancia de la educación (Nuestra Natacha). Él mismo dijo que se le podía acusar de estar desligado del dato contingente, pero no del alma humana. Tenía mucha razón. Pocos autores de la literatura universal habrán manejado con tanta precisión y hermosura los valores fundamentales que nos hacen humanos, demasiado humanos. En las obras de Casona la generosidad, la ingenuidad, la valentía, la franqueza y la galantería le dan la mano al egoísmo, la suspicacia, la cobardía, la hipocresía y la descortesía porque supo como pocos leer en el escondido libro del alma humana, que nos convierte en seres capaces de vernos como dioses cuando soñamos y convertidos en desarrapados pordioseros cuando actuamos. Es, claro, la distancia que media entre la fantasía y la realidad, ese delgado límite de la vida por el que siempre caminó con envidiable soltura, como si de un funambulista se tratara, Alejandro Casona.

Coincidiendo con el 59 aniversario del fallecimiento de este dramaturgo universal que vino al mundo en 1903 en el cangués pueblo de Bisuyu / Besullo, el «Tous pa Tous» y la editorial Impronta publican una nueva biografía titulada De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona. Este libro trata de dar cuenta de quien fue un joven sensible y entusiasta criado entre Asturias, Palencia y Murcia; un maestro eficaz con deseos de ser escritor que logró sacar adelante su sueño a base de esfuerzo y consiguió vivir de lo que escribía a partir de los años treinta del siglo XX, cuando compaginó la dirección del Teatro del Pueblo de las Misiones Pedagógicas con éxitos como el que le proporcionó el prestigioso Premio Lope de Vega en 1933 por La sirena varada, su primera obra teatral importante. De quien, además, fue un dramaturgo que demostró su compromiso con la realidad y los valores de la educación, por lo que después del estallido de la guerra civil se vio forzado a marchar al exilio, donde escribió y estrenó la parte fundamental de su obra. En el exilio aguantó un cuarto de siglo por voluntad propia —es evidente que no estaba de acuerdo con el régimen dictatorial de Francisco Franco, y en su correspondencia dejó claras muestras de este desacuerdo— y volvió en 1962 para ser tan agasajado por una parte de la crítica como denostado por otra que lo consideraba escapista y desapegado de la realidad social española de los años sesenta. Inmerso en ese panorama vivió sus últimos años y murió en Madrid el 17 de septiembre de 1965. Ese día desaparecía Alejandro Rodríguez Álvarez, pero las obras de Alejandro Casona nos siguen acompañando y lo seguirán haciendo durante mucho tiempo.

MUESTRA DEL LIBRO

 

 

 

Cantar d’aguinaldo

Del documental HERENCIA DE LO NUESO.

Los cantares de aguinaldo son cantos, dichos y coplas que acompañaban a las comparsas asturianas cuando pedían el aguinaldo o gratificación de lugar en lugar. Este cantar en concreto fue transmitido por Obdulia de Casa Vicentón de La Pachalina, y Celia de casa Cosmen de Lindota, ambas del concejo de Cangas del Narcea.

Lo interpretan las componentes de la Asociación Cultural “Lo Nueso” y fue grabado en La Chabola de Vallao (Cangas del Narcea) por el productor audiovisual cangués Benito Sierra González. Se trata de un extracto de su segundo documental como director: “Herencia de Lo Nueso” que ha contado con el patrocinio de la Sociedad Canguesa de Amantes del País «Tous pa Tous». Una producción de BSG.MEDIA, Rebotxo films y Gonzalo Ferreiro estudio de sonido, rodada íntegramente en tierras pésicas.



 

Manuel Rodríguez Flórez de Uría (Cangas del Narcea, 1929-1990). Reputado futbolista de la cantera canguesa.

Manolo Claret, “Uría”, con la camiseta del Caudal Deportivo de Mieres en 1953.

“Manolo Claret” padre de un buen amigo mío fallecido, “Manolín” R. Fontaniella. 
Ambos siempre en mi memoria, nunca en el olvido.

Su nombre completo en el Registro Civil aparece como Manuel Saturio Antonio Rodríguez Flórez de Uría, pero en el mundillo futbolístico era conocido simplemente como “Uría”, cangués de nacimiento y huérfano de padre desde los siete años, falleció en su Cangas del Narcea natal a los sesenta años de edad, en enero o febrero de 1990, tras una mala pasada que le jugó su corazón.

Manolo Claret o Pilolo, como también se le conocía familiarmente en Cangas, era una persona muy querida por todos los cangueses y destacó en su juventud, por ser uno de los jugadores de fútbol más renombrados salidos de la cantera canguesa. Perteneció al Narcea del que más tarde sería entrenador.

Equipo del Narcea el 17 de enero de 1965 en el Campo de la Vega. Colección: Sergio de Limés
De izquierda a derecha:
De pie: Manolo Uría (Pilolo, entrenador), Nisu, Tahoces, Marcos, Alonso, Chichi, Manolín y Peña.
Agachados: Ángel Dupont, Jacinto, César, Juanín y Castro.

En 1948, fichó por el Real Oviedo como amateur siendo cedido al Vetusta, coincidiendo con los inolvidables Falín, Herrerita, etcétera. Posteriormente jugó en el Praviano y después en el Langreano, ambos en Tercera División, finalizando su carrera deportiva en el Caudal Deportivo de Mieres de Segunda División.

En 1953, realizó pruebas con el Real Madrid de la época de Di´Estéfano, Marsal, Gento… Su puesto habitual era de extremo izquierdo, jugador muy técnico, de fácil regate y fuerte chut.

Finalizó su carrera como jugador profesional en el Caudal en un partido contra el Sabadell en el estadio de la Creu Alta al tener una grave lesión en un tobillo el 18 de abril de 1954. Fue en la jornada 29 de la temporada 1953/54, tras 22 partidos como titular y 3 goles en su haber.

A pesar de ser un jugador profesional, en las vacaciones de verano jugaba partidos amistosos con el Narcea, cosa que siguió haciendo unos años después de tener que abandonar irremediablemente el futbol profesional, como se puede comprobar en la siguiente fotografía de 1957.

Pilolo, de pie, segundo por la izda., con el equipo del Narcea en el Campo de La Vega, Cangas del Narcea, en un partido de las fiestas del Carmen, 16 de julio de 1957. Colección de Gil Álvarez Martínez.

 

PADRES Y ABUELO MATERNO

Amparo Flórez de Uría y Díaz y sus hijos: Adela, agachado Manolo (Pilolo o Uría) y Chema Claret, delante de la casa familiar en la calle Mayor de Cangas del Narcea en 1958. Colección: José Alberto Rodríguez Andreolotti.

José Rodríguez Claret, natural de Cangas del Narcea, comerciante y abogado, fue socio fundador del «Tous pa Tous», Sociedad Canguesa de Amantes del País promovida por Mario Gómez en 1926. Contrajo matrimonio en mayo de 1928 en la villa de Cangas del Narcea con la canguesa Amparo Flórez de Uría y Díaz.

Amparo era hija de Manuel Flórez de Uría Sattar, prolífico periodista cangués nacido en 1864 que escribió en varios periódicos de Cangas del Narcea: El Narcea y El Distrito Cangués, fundó y dirigió La Verdad, y colaboró en periódicos de Oviedo, Gijón, Grado, Pravia y Madrid, en los que firmaba con su nombre o con el seudónimo de “Juan de Cangas”. Autor de dos obras lamentablemente perdidas: “Apuntes para la historia de Cangas de Tineo y su concejo” e “Historia del Regimiento de Voluntarios de Cangas de Tineo”, basada en las memorias de su abuelo paterno, que había participado en aquel regimiento y fue uno de los pocos voluntarios que regresaron a Cangas al terminar la Guerra de la Independencia en 1814. En los años veinte fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia.

Flórez de Uría era maestro y procurador de los tribunales. Tuvo una vida política intensa. En 1902 era presidente del Comité Municipal Republicano de Cangas de Tineo (así aparece en Las Dominicales. Semanario Librepensador, Madrid, 15 de agosto de 1902). Más adelante perteneció a los comités locales del Partido Reformista y de su sucesor el Partido Republicano Liberal Demócrata del que fue vicepresidente y su yerno, José Rodríguez Claret, fue secretario, ambos partidos liderados por el político asturiano Melquiades Álvarez. Durante muchos años fue concejal del Ayuntamiento de Cangas del Narcea. (Ver Juaco López en: El nombre de la ‘Plaza de La Refierta’ por Manuel Flórez de Uría)

José y Amparo tuvieron tres hijos: nuestro protagonista Manuel, el mayor de los hermanos, que nació en Cangas del Narcea en junio de 1929, José María (Chema) y Adela Rodríguez Flórez de Uría. En el año de la siguiente fotografía, los tres pequeños quedaban huérfanos de padre pues a José Rodríguez Claret lo detuvieron, con el estallido de la guerra civil española, el 18 de julio de 1936 por ser el jefe local de Falange en Cangas del Narcea. Estuvo preso en la villa de Cangas, en el convento de Corias y en Cangas de Onís de donde lo llevaron a Gijón para fusilarlo el 6 de septiembre de 1936.

Hermanos Rodríguez Flórez de Uría (Adela, Manolo “Pilolo” en el centro y Chema Claret), año 1936. Foto Magadán. Colección: José Alberto Rodríguez Andreolotti.

ESPOSA E HIJOS

A principios de los años 60, Manolo Claret se casó con la canguesa Carmen Fontaniella y fruto de este matrimonio nacieron sus tres hijos: María Teresa, mi inolvidable amigo Manolín y Nicolás. Manolín Fontaniella (Fonta) fue un gran amigo mío que nos dejó demasiado pronto, hace ya algo más de diez años, quien, muy a su pesar, no pudo superar una fatídica enfermedad después de varios años de lucha constante. Contaba tan sólo con 47 años y dejaba esposa y dos hijos. El día 26 de abril de 2014, con toda la pena de nuestro corazón, sus familares y amigos le tuvimos que decir adios en la preciosa iglesia románica de Santa María de Doroña, muy cerca de Puentedeume,​ en La Coruña, en la paz de cuyo cementerio descansa desde entonces. Desde aquí envío un cariñoso saludo a Susana, su esposa, y a sus hijos y mi recuerdo para un amigo que siempre estará clavado en mi memoria y en mi corazón, pues, como decía Cicerón: “La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”. Amigo Fonta: ¡Volveremos a vernos!

A la izquierda “Manolín” Rguez. Fontaniella, hijo de Manolo Claret, el 20 de agosto de 1989, junto a un servidor y a otro buen amigo cangués, Manuel Rguez. “Manolón”, en el aeródromo de La Morgal (Llanera), esperando para asistir a la multitudinaria misa que iba a celebrar el Papa Juan Pablo II en su visita a Asturias.

 

La amistad que me unía con su hijo hizo que tuviese una estrecha relación con Manuel Rodríguez Flórez de Uría, un hombre discreto pero con una sorna muy canguesa, muy afable, siempre de buen humor pese a las vicisitudes o avatares de la vida, daba gusto conversar con él, sus consejos siempre eran bien recibidos y se notaba que se alegraba viéndonos a nosotros disfrutar sanamente.

Este empleado de banca, primero en la Banca Álvarez Castelao y desde 1967 en la sucursal del Banco Español de Crédito en Cangas del Narcea cuando la banca canguesa pasó a formar parte del grupo BANESTO, siendo aún muy joven, con tan sólo 60 años, debido a una afección cardiaca, falleció en su villa natal durante las primeras semanas del año 1990. Cangas perdía así a su relevante futbolista y nosotros a un estupendo consejero, a un gran cangués y a una buena persona. Y como agradecimiento, he querido escribir esta reseña en su memoria desde Villaviciosa de Odón (Madrid) el 12 de septiembre de 2024.


 

El espantoso crimen de Portiella en 1911

Las Ocurrencias (Madrid. 1911) fue un periódico ilustrado especializado en sucesos que aprovechó el creciente interés del público por este tipo de noticias que solían formar una sección en los diarios de interés general. Su primer número de 12 de mayo de 1911 llevaba el título de Las Ocurrencias ilustradas y el subtítulo de Semanario gráfico, pero a partir del segundo número el título quedó solo en Las Ocurrencias, con el subtítulo de Semanario ilustrado.

Con el curioso título de Las Ocurrencias, que no tiene para nosotros ahora el significado de sucesos que tenía hace un siglo, esta publicación competía con otras en los primeros años del siglo XX y se destacó por su extremado sensacionalismo, con portadas que eran recreaciones de crímenes, catástrofes y todo tipo de sucesos escabrosos y extraños.

Uno de los sucesos que conmocionó a la sociedad asturiana en general y a la canguesa en particular durante los primeros años del siglo XX fue el conocido como crimen de Portiella, pueblo asturiano perteneciente a la parroquia de Tebongo en el concejo de Cangas del Narcea, (entonces Cangas de Tineo), en 1911. Un individuo llamado Francisco Menéndez asesinó brutalmente a los hermanos Benjamín y María Rodríguez. Sólo la niña Encarnación pudo librarse de la vengativa y salvaje furia del criminal.

La noticia fue destaca en la portada de esta publicación, en el n.º 17 de septiembre de 1911 con un dibujo recreando el espantoso crimen. Un ejemplo de la importancia que se daba a este tipo de sucesos en la prensa nacional de la época habida cuenta de la predilección por el sensacionalismo en el público, anteponiendo esta noticia que ahora reproducimos a otras de las páginas de interior como por ejemplo el audaz robo de «La Gioconda», famoso cuadro de Leonardo da Vinci, del Museo del Louvre de París.

 

CRIMEN HORROROSO EN ASTURIAS

En el pueblo de Portiella, del partido de Cangas de Tineo (Oviedo), se ha cometido un hecho salvaje, un crimen feroz, que produjo general indignación. Se trata nada menos que de dos asesinatos consumados y otro asesinato frustrado, realizados los tres delitos por un mismo individuo, en la forma que vamos a relatar.

Francisco Menéndez Fernández, de veintiséis años de edad, soltero, labrador y vecino del pueblo de Portiella, culpaba a Benjamín Rodríguez Rodríguez de haber robado a una hermana suya unas 15 pesetas, un frasco de agua de Colonia y un pañuelo con rosquillas.

Sólo esta sospecha impulsó a Francisco al crimen, y con brutal designio se escondió en una roca próxima al monte de Llamasquera, por cuyo lugar tenían que pasar para ir a su casa los hermanos Benjamín, María y Encarnación, que el Francisco había visto estaban segando hierba en un prado inmediato al sitio donde él se hallaba acechando.

De regreso de su faena, los tres hermanos se encaminaban al pueblo con una carga de hierba cada uno.

Al pasar por delante de la roca donde estaba escondido el Francisco, salió éste esgrimiendo una hoz y asestó dos golpes en la mano a Benjamín.

Los tres hermanos pidieron gracia al asesino; pero éste, con horrible ferocidad, asestó repetidos golpes a Benjamín y María, hasta dejarlos muertos. En seguida arrojó los dos cuerpos a una acequia próxima.

La otra hermana, llamada Encarnación, de once años de edad, había requerido en vano, de rodillas, la compasión del criminal.

Francisco la agredió también con la hoz en el brazo derecho, teniendo la infeliz criatura que darse a la fuga, persiguiéndola el asesino hasta la parte bajo del prado.

La niña pudo pasar el río, refugiándose en un molino, donde cayó, desfallecida de terror, en brazos de una mujer. Ésta cerró en el acto la puerta, librando a Encarnación de una muerte segura.

El asesino se presentó a las autoridades, confesando sus crímenes.

Úa misa á Virxe del Acebo

Alicia Abad Monteserín. Pelóu (Grandas de Salime), 2007. Foto: Jesús Suárez López

Del Atlas Sonoru de la Llingua Asturiana. VI. Gallego-Asturiano. Jesús Suárez López y Xosé Miguel Suárez Fernández(transcripciones). RED DE MUSEOS ETNOGRÁFICOS D’ASTURIAS, Xixón, 2015.

  • Lugar: Pelóu (Grandas de Salime, Asturias).
  • Narradora: Alicia Abad Monteserín, 82 anos (2007).
  • Recopilador: Jesús Suárez López.

 

Úa misa á Virxe del Acebo

Acórdome ún aiquí d’este pueblo que morréraye a sogra había pouco tempo, e d’alí a pouco que morira… el xenru fora a Nigueira, qu’en Nigueira é dunde temos a iglesia, que daquela… hoi temos pista pa ir ya pa ir cus entierros pero daquela baxábase cus cuerpos levando cuatro homes a caxa ya a ombros, e levaba pa baxar… levaba más d’hora e media pra baxar andando, e cada vez que s’iba a Nigueira pos íbase por ese camín, andando. E d’alí a pouco que morira aquela muller fora el xenro a Nigueira e vía de noite, vía de noite p’arriba… víase muitas veces de noite. E dixu que vindu que vira úa muller ir delante d’él… ir andando delante d’él, así úa muller vestida de negru, y él que vía así, que xa ye parecía… bueno, que xa parecía que traía así algo de medu, peró… en estos medios, que ye dixera ela:

—Nun me teñas medu, que son Rogelia –chamábase Rogelia a muller aquela que murira—, nun me teñas medo, que son Rogelia. Ide decir úa misa á Virgen del Acebo, que me quedóu alí sin decir.

E nesto que desaparecera, e así que… que ye desaparecera da vista sin outra cousa. E foran… foran él y úa cuñada que tía na casa… decir aquela misa, que esa Virgen del Acebo é p’hacia Cangas, p’arriba de Cangas creo que dixeron qu’era, e foran… ir foran decir alí aquela misa. Nun sabemos se fora verdá que vira e que ye dixera eso… hasta era un home que nun era de cuentos nin eso. Pasara eso, si, porque eu teño oído de siempre que despós que moría… que moría a persona, que despós que nun se volvía a ver nada. Nun sei. Así que dinche úa charla ben guapa, ¿eh?


Santuario de Nuestra Señora del Acebo, Cangas del Narcea, hacia 1965. Fotografía de José Vélez Abascal (Oviedo, 1931-2012). El inmenso y variado archivo de este fotógrafo ovetense se conserva en el Muséu del Pueblu d’Asturies, donde fue depositado en 2018 por su viuda María Aurora Álvarez y sus hijas Elena, Eva y María.


 

Tráiler Oficial: «HERENCIA DE LO NUESO»

Asociación Cultural ‘Lo Nueso’ – La Chabola de Vallao, Cangas del Narcea, 2023

Estreno y presentación el viernes 6 de septiembre de 2024 a las 19:30 h. en el Teatro Toreno de Cangas del Narcea. Entrada libre y gratuita hasta completar aforo.

Nuevo documental de Benito Sierra González (BSG.MEDIA) patrocinado por la Sociedad Canguesa de Amantes del País «TOUS PA TOUS» que esta vez cuenta con la participación de la Asociación Cultural «LO NUESO», iniciativa que partió de un grupo de antiguos alumnos de la Escuela de Música Tradicional de Cangas del Narcea y que en la actualidad está compuesta por dieciocho mujeres.

Colaboran: «Rebotxo Films» y «Estudiu de Sonío Gonzalo Ferreiro».



Una meritoria publicación sobre las danzas de palos del suroccidente de Asturias

El Muséu del Pueblu d’Asturies, con la colaboración de la Red de Museos Etnográficos de Asturias (Consejería de Cultura del Principado de Asturias), edita en su colección Serie Mayor el libro La danza. Danzas de palos del suroccidente de Asturias y el valle de Forniella (León), 2 volúmenes, de Naciu’i Riguilón (Mual, Cangas del Narcea, 1962).

Las danzas de palos son una seña de identidad de muchos pueblos del suroeste de Asturias y sus limítrofes del valle de Forniella en la provincia de León. Es un territorio muy montañoso con valles profundos que comparten un paisaje y una cultura comunes. Los asturianos pertenecen a los concejos de Cangas del Narcea, Ibias y Degaña.

Francisco Rodríguez García (1914 – 1990), de casa Felipón de La Viliel.la, parroquia de L.larón (Cangas del Narcea) en Trabáu / Tablado (Degaña), 1979. Foto: Gil Barrero.

Son danzas de hombres, muy ceremoniales y jerarquizadas, que se ejecutan al son de la música de una xipla y un tambor, que toca un mismo interprete. Los danzantes van vestidos de blanco con bandas cruzadas sobre el pecho y tocados con un sombrero de fieltro adornado con cintas o colonias de colores. Estas danzas requieren ensayos previos y no pueden improvisarse. Además, siempre van acompañadas de un personaje gracioso y grotesco, el frasqueiro o xamascón, que mantiene a raya a los espectadores para que no molesten a los danzantes, y también se acompañan de muestras de literatura popular: poesías o monólogos graciosos que se recitan en un intermedio de la danza y representaciones teatrales que a llevan a cabo los mismos danzantes.

Danza de palos en L.larón / Larón (Cangas del Narcea) en 2016. Foto: Naciu’i Riguilón.

Estas danzas tienen una larga historia y estuvieron más difundidas que lo están en la actualidad. En Asturias era un asunto muy poco estudiado. El autor lleva más de veinte años recopilando información histórica y etnográfica sobre ellas, así como sobre las fiestas en las que se bailaban. Para realizar este estudio descriptivo ha realizado trabajo de campo, entrevistas a numerosos danzantes mayores, consultado archivos particulares y parroquiales, y, sobre todo, recopilado una numerosa colección de fotografías que documenta la evolución de estas danzas.

En Asturias, las danzas de palos han estado a punto de desaparecer en los últimos treinta años por el enorme éxodo rural que ha despoblado esa parte del país, pero cuando parece que no van a bailarse nunca más, vuelven a renacer y otra vez vuelven a juntarse doce jóvenes (que en su mayoría viven fuera de los pueblos) a ensayar la danza para interpretarla el día de la fiesta.

Danzantes de palos posan en A Estierna / Sisterna (Ibias) en 1976. Foto: Angelita.

La danza es una muestra de la cohesión de la sociedad rural y también de su falta de prejuicios, pues siendo una danza exclusiva de hombres ya hace tiempo que en los pueblos de Asturias se han integrado en ella las mujeres sin ningún problema ni escándalo social. Cosa que no puede decirse de otras celebraciones festivas exclusivamente masculinas y urbanas, donde la integración de mujeres ha sido motivo de controversia y de negativas incomprensibles.

El trabajo de Naciu’i Riguilón (Ignacio Martínez Alonso) es meritorio porque ofrece una documentación muy rica sobre estas danzas, y por ello el Muséu del Pueblu d’Asturies ha promovido su publicación con el fin de documentar, conservar y difundir este patrimonio cultural inmaterial de Asturias. Hay una edición en papel, que se vende en el museo, y otra en PDF que podrá consultarse próximamente en internet en el repositorio de los museos municipales de Gijón: fondos.gijon.es.

La Danza típica en las Fiestas de la Merced, en Rengos (Cangas del Narcea), año 1935. Se ven aquí a los danzantes dispuestos para actuar, pendientes solamente del tamboril y el birimbao, cuyos instrumentos musicales los toca, simultáneamente, el maestro de danzas. La parte cómica corre a cargo del que aparece sentado en el centro, que hacía reír a los espectadores con las ocurrencias propias, sobre todo en aquella parte cómica y habitual de la danza. Los únicos que no se ríen son los danzantes, que actuaban con mucha seriedad. Éstos debían de ajustarse danzando a reglas establecidas y muy difíciles de realizar.