Calle Dos Amigos, de Cangas del Narcea. Edificios y establecimientos

Placa de la calle Dos Amigos

La calle Dos Amigos se abre en el año 1930, mediante  la adquisición del palacio de Trapiello por parte de don Alfredo de  Ron y don José Flórez García (Pachón). Estos dos señores derriban el edificio existente y se reparten la calle: la margen derecha para José Flórez y la izquierda para Alfredo de Ron.

Una vez hecho el reparto comienzan las edificaciones. José Flórez García construyó la primera casa hacia el año 1940. Es el edificio del n.º 4, con bajo y  cinco alturas (cuatro pisos y una buhardilla); en el cuarto piso instala su domicilio el mismo constructor y en el bajo se establece la oficina de Correos de Cangas del Narcea. A continuación,  entre 1943 y 1944, edifica  su casa, un chalet de dos plantas, en el n.º 10. Hacia el año 1952, él mismo comienza las obras del n.º 6 y, antes de finalizar éstas, las del n.º 8; los dos edificios son iguales y tienen bajo,  cuatro plantas y buhardilla. Por otra parte, en 1950 se levanta el edificio del n.º 2.

Chalet de José Flórez, en el n.º 10 de la calle, construido en 1944.

Siguiendo en la margen derecha de la calle, después del n.º 10, no hay edificaciones, existen dos huertas y, al final, hay un edificio en cuyo bajo está la Sidrería Narcea, abierta hace unos veinte años. Pero si nos remontamos a los años cincuenta del pasado siglo, lo que había al final de la calle eran dos barracones de madera: el derecho,  junto con una huerta, era propiedad de José Flórez García y en él se guardaba el camión de su taller de carpintería,  y el izquierdo, propiedad de Vicentón Alfonso,  era una carbonería que regentaba Pelayo, que hacía el reparto con maniegos al hombro.

Margen izquierdo de la calle Dos Amigos.

En cuanto a la margen izquierda de la calle, el n.º 1, hasta 1980, fue el solar de La Astorgana (la de la panadería), espacio muy conocido y apreciado por todos los niños que vivimos en la calle y, también, por los de la Plaza de la Iglesia. En el n.º 3 Marcelo el Araniego construyó, hacia 1955, un edificio de cinco alturas. Seguido a este, en el n.º 5, había un garaje mecánico propiedad de la familia Silvino, que lo tenía alquilado a el Catalán, que duró poco tiempo; alrededor de 1957, los propietarios lo derribaron e hicieron el  Club, sala de fiestas y cafetería (que aún existe hoy día). En el n.º 7, a finales de los años cuarenta, se edificó la casa de Lin con carpintería en el bajo y dos pisos para vivienda. Por último, en el  n.º 9 está la casa de Celesto (Celestino), natural de Villarino de Limés, de bajo y dos alturas, construida alrededor de 1955.

Lo que hoy es Travesía de la Calle Dos Amigos, que termina en la Vega, se llamaba entonces la Cuesta del Aldeano,  y en ella había solo tres casas a la izquierda: la continuación de la casa del n.º 9;  la casa de Pepe Gancedo y Pilar, de planta baja y dos pisos, y la casa levantada por el constructor Emilio Espina.

Antes de urbanizar la calle, con aceras y asfalto, era de tierra; en los años cincuenta solamente había una acera que hizo José Flórez García, desde el n.º 4 al 6, donde jugábamos los niños a las chapas y al cascayo.

En aquellos años cincuenta había muchos niños viviendo en la calle, también en los sesenta, pero ya menos. Jugábamos principalmente en el solar de La Astorgana, donde desarrollamos nuestra imaginación, haciendo carreteras, transportando “carbón” de las minas Matiella y Perfectas a Soto del Barco,  hacíamos túneles en los montones de arena que algunas veces depositaban para obras en la zona, etc. El recuerdo es muy grato, no se puede olvidar, pues nuestras mentes siempre estaban inventando algo a que jugar: las bolas, pídola, “cuchi, teje, ojo”, etc.

En Cangas hubo una gran tradición en el trabajo de la madera, había muchos carpinteros y la calle Dos Amigos fue un lugar central de este oficio. En ella vivían José Flórez García y sus hijos, que tenían su taller de carpintería en El Reguerón; Marcelo el Araniego, que lo tenía a la salida de Cangas; Lin en la misma calle; Celesto, que hacía en su casa pequeños trabajos, y Julio Gancedo, que trabajaba en la carpintería de Cuervo, en Santa Catalina.

Fue una calle donde vivió gente de muchas profesiones: jueces, notarios, registradores, abogados, médicos, dentistas, veterinarios, comerciantes, carpinteros, ebanistas, profesionales de la minería, transportistas, etc..

En los años 50 y 60 del siglo pasado, principalmente, la calle Dos Amigos tenía mucha vida. Todos los edificios estaban ocupados y en casi todos, por no decir en todos, había niños.

Margen derecho de la calle, donde casi todas las casas fueron construidas por José Flórez.

Hubo distintas actividades comerciales que, como digo, daban mucho ambiente a la calle. En la margen derecha estaban los establecimientos siguientes: en el n.º 2, la panadería de Silvela, hoy tienda de ropa de Lucía;  en el n.º 4, la Oficina de Correos, siendo su administrador Pepe, natural de Corias, cuyo local está hoy vacío;  en el n.º 6 estaba la mueblería del Taller de carpintería Flórez (los hijos de José Flórez García: José, Manolín y Ramón), hoy en día es una floristería; en el bajo del n.º 8, la Sastrería Linde, que permaneció abierta hasta hace unos ocho años y hoy día está cerrada, y a continuación, en el bajo del n.º 10, estaba el dentista Mario Rodríguez, que durante muchos años tuvo allí su consulta y al dejar la actividad quedó el local cerrado. Al fondo de la calle, a la izquierda, estaba la mencionada carbonería de Pelayo, que estuvo abierta hasta que derribaron el barracón, y a la derecha, en la actualidad, está la Sidrería Narcea regentada por Javi y su mujer.

Pasamos a la margen izquierda. Lo primero, el solar de La Astorgana, en el n.º 1, centro neurálgico para los niños hasta que se cerró con un muro infranqueable; desde los años ochenta hay un edificio, de Valentín, con un comercio de ropa en el bajo. En el n.º 3, el Bar Restaurante Royalti, también pensión, regentado por Jerónimo, que funcionó durante muchos años y era un establecimiento muy concurrido, a él acudían numerosos clientes de la villa  y los viajantes de comercio que venían a vender a Cangas; hoy día está cerrado. En el n.º 5, como ya comenté, estaba la Sala de Fiestas Club, que  hoy  está cerrada, y en el n.º 7 la carpintería Lin, regentada por Manolín y su hijo y dos o tres empleados, que hoy también está cerrada.

1 comentario
  1. Alfredo Fernández
    Alfredo Fernández Dice:

    En el año 1955, mi padre Manolo llegó a Cangas para trabajar como Vigilante en las Minas de Wenceslao Orejas. Durante un año estuvo hospedado en el Bar Pensión Royalty hasta que un 2 Diciembre de 1956 nos trasladamos toda la familia desde la Güeria de Corrocera en la Cuenca del Nalón para residir en el numero 8, 1º de esta calle. Llegamos en el camión amarillo que conducía Manolo el Cazurro. La calle salvo el solar de la Astorgana que en aquel tiempo estaba libre estaba prácticamente igual que hoy salvo el Club que se construyó poco después. Allí residimos durante 11 maravillosos años donde mi madre Elena a la que se conocía por la Planchadora, se dedicó a planchar principalmente camisas de caballero pero tampoco faltaron los trajes de comunión de casi todos los guajes de Cangas.
    Recuerdo las carreras de chapas que hacíamos desde la Casa de Silvela hasta la mía por el bordillo de la acera o los juegos que relata Manolín Flórez.
    Decía hace unos años el recordado Victor Gión que vivía frente a mi casa, en la del Araniego que la Calle Dos Amigos posiblemente fuera la que mas guajes haya enviado a estudiar al Instituto Laboral de Corias y creo que tenia razón. Así de golpe me salen de distintas épocas comenzando desde la casa de Silvela, Angel Dupont, mi primer amigo en Cangas, Pepe Luis San Miguel, Yo, Manolín que vivía en el 4º de mi portal, Gil y su hermano Marcelino del Araniego y el mencionado Victor. De la casa de la esquina donde empezaba a Cuesta del Aldeano estaban Jesuchu y Sabino (los Vascos) Juan Ignacio Baragaño, Eduardín Villamil. No estoy muy seguro porque los años hacen a uno perder facultades pero creo que también estaba Pin Moreno.
    Quiero felicitar a Tous pa Tous esta iniciativa de recordar la historia de la Calle Dos Amigos, tan entrañable para mi que aunque no haya nacido en Cangas me siento casi tan cangués como el que más.

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