XIII Exposición de Burdeos, Diploma de Medalla de Plata, 1895 a los vinos de Cangas de Tineo de Anselmo González del Valle
Anselmo González del Valle y Cangas del Narcea
La modernización del vino de Cangas, 1878 – 1901
La relación de Anselmo Gonzalez del Valle y Carbajal (La Habana, 1852 – Oviedo, 1911) con Cangas del Narcea está envuelta en un cierto misterio, basado en el desconocimiento que tenemos de los motivos que impulsaron a este hombre, nacido en Cuba, hijo de un emigrante de Oviedo, rico capitalista, industrial y gran aficionado a la música, a comprar tierras en el concejo de Cangas del Narcea y dedicarse con ahínco al viñedo y la elaboración de vino.
Sus inversiones en Cangas del Narcea comienzan el 18 de septiembre de 1878, cuando González del Valle, que tenía 26 años de edad, compra en Oviedo (ante el notario José Antonio Rodríguez) a Juan Vázquez Camino, comerciante residente en Burdeos, un número elevado de propiedades en los concejos de Cangas del Narcea, Tineo, Ibias, Allande, Valdés y Villayón, por 277.500 pesetas. Todas estas propiedades las había adquirido este comerciante en 1874 a Rafael Uría Riego, hermano y heredero del famoso José Francisco (1819 – 1862), con un pacto de retroventa por un periodo de cuatro años, que el vendedor no llegó a ejercer.
Cangas del Narcea hacia 1918 (vista parcial) destacamos la bodega construida por Anselmo G. del Valle, el Lagarón.
La gran mayoría de las propiedades adquiridas por González del Valle estaba en el concejo de Cangas del Narcea, en total 198. Había caserías, viñas, prados y tierras localizadas en cortinales de muchos pueblos, así como el dominio de pueblos enteros: Amáu/Amago, El Fuexu/El Fuejo o Pambley, y de brañas: La Linar (Rato), Entrambosríos (Mieldes), Junqueras y Los Cadavales, o de partes importantes de pueblos: Mieldes, Bárzana, Parada la Viecha, San Xuan del Monte, El Valle los Humeiros, Miravalles, Veigamioru, Villager, Piñera, El Pládanu y Berguñu. En la compra se incluían importantes propiedades situadas en la villa de Cangas del Narcea y sus inmediaciones: el palacio de Omaña y la huerta contigua; una casa en la calle Mayor; las Huertas de La Veiguitina; la Huerta del Molino, el Prau del Molino y el molino harinero situado junto al puente de piedra de Ambasaguas; viñas en Barañan; “la posesión llamada de Obanca, parroquia de Santa Marina, compuesta de casa, hórreos, un molino con cuatro molares, tierra, prados, huertas, varios castaños y otros árboles” de una superficie de tres hectáreas, etc.
Bodega de Anselmo G. del Valle, conocida como El Lagarón, construida a fines del siglo XIX en el Pelayo (Cangas del Narcea); detrás todo son viñas, 1935. Fotografía de Elisa Álvarez Castelao.
A estas propiedades Gonzalez del Valle sumó varias viñas en Limés, que compró en 1879 a María Joaquina Gonzalez-Cienfuegos y Navia Osorio (de la casa del conde de Peñalba), y en 1883 a Indalecia García del Valle. Por último, en 1898 adquirió a Casimiro Manso Ochoa la finca de Pelayo, en la villa de Cangas del Narcea, donde construyó una gran bodega de vino, la conocida como El Lagarón, que tenía pozo y bomba de agua.
Las propiedades más estimadas de Gonzalez del Valle fueron sin duda las viñas. En total llegó a poseer 21 hectáreas de viñedo, localizadas en los términos de Pambley, San Cristóbal de Entreviñas, Oubanca, Burracan, Cangas del Narcea y, sobre todo, Limés. En este último lugar era propietario de la viña de Santiago (de ocho hectáreas), la viña Grande (de dos hectáreas), la viña Redonda o Semillana (de más de cuatro hectáreas), la viña Cachiporra (de más de una hectárea) y otras más pequeñas en los formales de San Andrés, Perín y Sumeana. En la viña Redonda había un edificio terreno, cubierto de teja y destinado “exclusivamente a la recolección o deposito del fruto y sarmientos de la finca, custodia de herramientas para trabajarla y demás usos precisos a la misma”. Las viñas de mayor superficie las explotaba directamente Gonzalez del Valle, y las pequeñas las llevaban arrendatarios que a menudo pagaban de renta el tercio o el quinto de “su producción en uva”.
Anselmo González del Valle, 1874. Dibujo de José F. Cuevas.
Anselmo González del Valle ejerció en Cangas del Narcea las actividades siguientes: el altruismo, la explotación de un molino, el cultivo de viñas y la producción de vino. Las dos últimas fueron su principal ocupación. Su domicilio lo tenía en Oviedo. Solía venir a la villa de Cangas casi todos los años, durante unos días, en los meses de octubre y noviembre, coincidiendo con la vendimia y los primeros trabajos de elaboración del vino, y residía en el palacio de Omaña. A veces también venía en julio durante las fiestas del Carmen. En esta villa tenía un administrador que se encargaba de arrendar las fincas, recaudar las rentas, etc. El 23 de octubre de 1882 (ante el escribano Ángel Menendez Reigada) nombró en este puesto a Felipe Francos Flórez y el 14 de julio de 1897 (ante el escribano José Novoa Álvarez) al maestro Genaro González Reguerín.
Gonzalez del Valle era un “hombre generoso y caritativo”, conocido en Oviedo por sus obras benéficas. Cangas del Narcea se benefició de esta generosidad, y en cualquier suscripción que se formaba para recaudar fondos para las fiestas del Carmen, la junta de socorro de los pobres, etc., figura su generosa aportación. También donó terrenos en La Veiguitina para la apertura de una calle. El Ayuntamiento de Cangas del Narcea reconoció este altruismo, dedicándole en la villa una calle nueva que se abrió para comunicar la calle de La Fuente con La Veiguitina.
Molino junto al puente de piedra de Ambasaguas, construido por Anselmo G. del Valle en 1884, Cangas del Narcea, 1935. Fotografía de Elisa Álvarez Castelao.
En la compra de 1878 iba incluido un molino harinero con “ocho piedras molares” y 130 m2, que era el único que había en la villa de Cangas del Narcea. Había pertenecido a la casa de Omaña y estaba pegado a la derecha del puente de piedra de Ambasaguas, entrando por la calle de La Fuente. González del Valle derriba este molino y construye en 1884 uno totalmente nuevo, a la izquierda del puente, para el que aprovecha la presa del molino viejo. Instala tres muelas hidráulicas con una maquinaria moderna que trae de León. Tenía una muela francesa y dos españolas, “que molían más rápido y mejor que las antiguas”, y un ventilador, también movido por la fuerza del agua, que dejaba “el grano perfectamente limpio”. Para un capitalista como González del Valle, que invertía en ferrocarriles o fabricas de explosivos, la inversión en un molino de estas características era un anacronismo. La existencia de un molino de esta clase era algo beneficioso, sobre todo, para los vecinos. El pan seguía siendo el alimento básico de la población y no era lo mismo tener un molino viejo, que se estropeaba con frecuencia y no molía bien, que uno moderno, rápido y eficaz, que permitía tener una harina limpia y bien molida.
La gran actividad de González del Valle en Cangas del Narcea fue el cultivo de viñas y la elaboración de vino, y en esto es donde llega su influencia hasta nuestros días. Para estas labores trajo a técnicos franceses de la zona de Burdeos. La viticultura y la vinicultura francesas eran las más desarrolladas de Europa, y González del Valle no escatimó medios para mejorar y modernizar estas labores en Cangas del Narcea. Su interés le llevó a acudir a Madrid en junio de 1886 al Congreso Nacional de Vinicultores en representación del Consejo Provincial de Agricultura, Industria y Comercio de Oviedo, junto al conde de Toreno. A este congreso también asistieron de Asturias, Víctor Lobo, ingeniero agrónomo provincial, y Rogelio Valledor Ron, que fue en representación del periódico El Occidente de Asturias, de Cangas del Narcea, lo que denota el interés de esta industria para nuestro concejo.
En el viñedo los técnicos franceses introdujeron numerosas mejoras que fueron seguidas por los cangueses, y que favorecieron mucho el cultivo de la vid. Algunas de las más destacadas fueron las siguientes: el azufrado y el sulfatado con “caldo bordelés” (mezcla de sulfato de cobre y cal) para prevenir el oidium y el mildiu, respectivamente, que son dos hongos procedentes de Estados Unidos de América que causaron grandes estragos en los viñedos europeos durante la segunda mitad del siglo XIX; la poda temprana; la colocación de espalderas o hilos de alambre para sujetar las vides, etc.
De algunas de estas mejoras tenemos testimonios contemporáneos gracias al periódico El Occidente de Asturias:
Los viñedos hace años vienen atacados del Oidium, de ese terrible parásito que se desarrolla de una manera admirable; y este año, que los cosecheros, por iniciativa del señor don Anselmo del Valle, habían empezado á utilizar con buen éxito el azufre, parece que los temporales se empeñaron en destrozar una cosecha que constituye el primer elemento de riqueza de esta comarca. Era lo que faltaba á este pobre país […]. (El Occidente de Asturias, 15 de septiembre de 1882)
Al año siguiente el mismo periódico vuelve a recordar los beneficios aportados por estos técnicos franceses que trabajaban para González del Valle:
La vendimia se va haciendo con buen tiempo. La cosecha es desigual, pues al paso que algunas viñas tienen más uva que en el año último, otras tienen menos. Entre las primeras se cuentan las del señor don Anselmo del Valle, debido indudablemente al sistema de poda y otras labores que adoptaron obreros franceses que ha traído, y al azuframiento de las vides. Ténganlo presente los demás viticultores, y adopten el propio sistema si quieren que sus viñas produzcan. El vino promete ser bueno. (El Occidente de Asturias, 19 de octubre de 1883).
En Francia fue donde se desarrolló el empleo de azufre para prevenir el oidium y donde se descubrió la eficacia del sulfato de cobre para combatir el mildiu.
En cuanto al sistema de poda, otra noticia de ese mismo periódico, nos aclara en que consistió el cambio propiciado por los técnicos franceses:
La primera de estas cuestiones es la siguiente: ¿La poda de la vid debe ser temprana ó tardía? Los que sostienen que debe ser temprana, y son muchos, especialmente en Francia, y en España personalidades muy respetables, afirman que la poda que se hace en Diciembre da lugar á la producción de yemas robustas que ofrecen fruto más abundante que el de poda tardía, agregando además que por este medio la cosecha se adelanta, circunstancia que en la provincia de Asturias no debe perderse de vista. En apoyo de esta opinión nosotros podemos citar lo que en la actualidad está practicando, en el viñedo que en los términos de este ayuntamiento tiene el señor D. Anselmo del Valle, un obrero que este trajo de Francia con el único objeto de atender al cultivo y mejoramiento de sus viñas. Sostiene este obrero las ventajas que hemos indicado de la poda temprana, y así es que la está haciendo actualmente. No debemos omitir tampoco que por el mismo tiempo la hizo en el año anterior, y que, ya fuese debido á esto, ó tal vez á la casualidad, lo que no es imposible, es lo cierto que las viñas del Sr. Valle han sido las que dieron en el corriente más abundante cosecha. (El Occidente de Asturias, 7 de diciembre de 1883).
Estas mejoras quedaron grabadas en la memoria de los viticultores cangueses, y en 1987, cien años después de su introducción, Carmen Martínez Rodríguez entrevistó a algún anciano que “aún recordaba con agradecimiento y admiración a los técnicos franceses venidos de Burdeos para enseñarles a injertar, a preparar el caldo bordelés o a utilizar las primeras sulfatadoras. También contaban que estos mismos técnicos trajeron nuevas variedades de vid, como el Cabernet, la Garnacha Tintorera y el Albarín Francés, y que les enseñaron a utilizar nuevos sistemas de poda y conducción (Guyot), que poco a poco irían sustituyendo a otro mucho más antiguo denominado en cepa redonda” (Mª del Carmen Martínez Rodríguez y José Enrique Pérez Fernández, La vid en el occidente del Principado de Asturias, CSIC, Madrid, 1999, pág. 21).
Pero no todos fueron éxitos en las viñas de González del Valle. La modernización y los cambios en el campo llevan a aparejados riesgos. La introducción de nuevas plantas y su aclimatación es una operación problemática, y a veces las cosas no salen todo lo bien que se proyecta. Esto fue lo que le pasó a Gonzalez del Valle con la plantación de nuevas variedades de vid, que introdujo con el fin de mejorar la producción y luchar contra la terrible filoxera, un parasito que procedente también de América asoló los viñedos de toda Europa a fines del siglo XIX, y que en Cangas del Narcea se localizó por primera vez en 1893. Los problemas de González del Valle los conocemos por una carta escrita por Severiano Rodríguez-Peláez desde Cangas del Narcea al conde de Toreno, el 26 de octubre de 1898:
D. Anselmo, que por medio de los franceses empezó a descepar el mejor terreno de la viña, donde no había siquiera asomo de filoxera, hizo cuantiosos gastos para fundirla y despojarla de la piedra, trajo vides injertas de Burdeos que plantaron en la forma que lo hacían allí, y después de tan bien preparado el terreno, le murieron próximamente una mitad, y las que no perecieron llevan un desarrollo muy lento, y según el francés que sigue aquí, parece tienen que volver a replantar, poniendo una cesta de cucho a cada planta, para lo que estuvo este verano acopiando todo el cucho que encontró.
El 23 de noviembre de ese mismo año, Rodríguez-Peláez vuelve a escribir al conde sobre este asunto:
Lo que no se comprende es lo de D. Anselmo, dicen que este año recogió solo unas cien cuepas [3.130 litros], a pesar de tanto cuidado y tantos gastos como viene haciendo en estos años. En el actual tienen que ser mucho mayores porque hace ya cuatro meses que tiene ocupado un carro en llevar abono; acopió todo el de la villa y después se fue a los pueblos de Limés y Ponticiella para hacer otra plantación nueva, y calculan que tal número de plantas ha de dar tanto vino, calculando a dos litros cada una por término medio, lo que estará bien en otros países más apropiados para esta clase de cultivos y en que cuestan menos los gastos ordinarios anuales.
En la elaboración del vino también se hicieron cambios y mejoras importantes, dirigidas por el técnico francés Ernest Dubucq, jefe de la bodega de González del Valle en Cangas del Narcea.
Parece que la manipulación que se está efectuando por un inteligente francés, en el vino que en este concejo cosecha don Anselmo González del Valle, vecino de Oviedo, está dando excelente resultado. Como en la manipulación no entra ninguna materia ni sustancia que pueda quitar al vino su pureza, no podemos menos de aplaudir la determinación del señor Valle, que indudablemente contribuirá mucho á llevar la fama del vino cangués más allá de los confines de Asturias, en donde hasta ahora se halla aprisionada (El Eco de Occidente, 9 de febrero de 1894).
El vino se elaboraba con un sistema moderno en el que la fermentación era cerrada, no abierta como es costumbre en el método tradicional del vino de Cangas. Para ello se tapaban las tinas y se les ponía un tubo de hojalata que desahogaba en un depósito de agua, para no perder el anhídrido carbónico. Esto lograba un vino más resistente a los trasiegos, que duraba mucho más, no estropeándose durante el verano como le sucedía al vino tradicional. Según los vecinos de Cangas en aquel tiempo, este vino tenía el inconveniente de que “se iba mucho a la cabeza”, probablemente debido a que tenía algunos grados más de alcohol que el tradicional.
Otra práctica que introdujo González del Valle fue la mezcla de vinos, tanto del país como de Castilla. Al mezclar el vino de afuera lo que buscaba era subir la graduación y bajar la acidez característica del vino de Cangas, con el objeto de hacer un vino más agradable a los gustos de los potenciales clientes de fuera de Cangas del Narcea. En 1895 compró para este fin toda la producción del vino añejo y de ese año del conde de Toreno.
Sin duda, uno de los meritos de Anselmo González del Valle fue la comercialización y difusión de nuestro vino fuera de su lugar de producción, “más allá de los confines de Asturias”. A fines del siglo XIX, era habitual en la portada del diario El Carbayón, de Oviedo, un anuncio de “Vinos tintos de Cangas de Tineo de D. Anselmo G. del Valle”. El vino se ofrecía en botellas (a 2 pesetas unidad) y media botellas (1,25 pesetas), en cajas de 12 botellas y de 24 medias botellas, en barricas de 225 litros, barriles de 105 litros y cuartos de barricas de 55 litros. González del Valle tenía un depósito de venta propio en el número 40 de la calle Uría, de Oviedo. En el mismo anuncio se mencionan otros puntos de venta en Oviedo, Avilés y Gijón, y también en el número 76 de la calle de Fuencarral, de Madrid.
Botella de vino tinto de Anselmo G. del Valle, cosecha de 1896. Col. Museo del Vino de Cangas.
Las botellas de la cosecha de 1896 llevan una hermosa etiqueta litográfica realizada en el establecimiento de Del Río y Gutiérrez, de Luarca, en la que aparece un dibujo del Rey Pelayo y a los lados, el anverso y el reverso de la medalla de plata obtenida por el vino de Gonzalez del Valle en la Exposición de Burdeos de 1895.
Etiqueta de botella de vino de Anselmo G. del Valle, Cangas de Tineo, 1896. Col. Museo del Vino de Cangas
En 1896, el vino de González del Valle obtuvo otras dos medallas, en este caso de oro: una, en la Exposición Agrícola, Industrial y Artística de Angers, también en Francia, y otra, en la Exposición Regional de Lugo. Asimismo, estuvo presente en la Exposición Regional de Gijón de 1899, que fue una celebración en la que se mostró todo el poder de la industria que se había desarrollado en Asturias desde mediados del siglo XIX. Su stand lo describe el periódico El Noroeste, el 6 de agosto de 1899, con las siguientes palabras:
Elegante y bonita instalación formada por una base de barriles, sobre la que descansa un templete de botellas de vino de Cangas y encima de las botellas un barril que sostiene una cestita con hojas y fruto de la vid. En el templete lleva cuatro escudos pintados, y el conjunto de la instalación es agradable.
¿Cuales fueron las intenciones de Anselmo González del Valle en toda esta empresa? ¿Afición a la agricultura o el vino, búsqueda de rentabilidad económica, favorecer la industria vinícola canguesa, lazos familiares con esta tierra? No lo sabemos.
En su tiempo, y para sus iguales, fue una aventura económica incomprendida. El 30 de noviembre de 1898, el conde de Toreno le escribe desde Madrid a su administrador en Cangas del Narcea:
Hace mucho tiempo que no comprendo lo que se propone D. Anselmo del Valle en todas las operaciones de plantación de cepas y elaboración de vinos, pues, no creo que hasta ahora haya obtenido ningún resultado positivo, después de los considerables desembolsos que viene realizando. Él sabrá lo que se propone, si es que lo sabe.
Exposición Internacional Libre de Angers 1896, Diploma de Medalla de Oro
La diferencia entre el conde de Toreno y González del Valle está clara, es la diferencia entre el noble rentista, miembro de un viejo linaje, y el burgués innovador, hijo de la emigración a América. El conde era otro gran cosechero de vino de Cangas, pero nunca se interesó por mejorar el cultivo de la vid, ni por embotellar el vino, ni por comercializarlo fuera de Cangas del Narcea. En cambio, la labor de González del Valle fue fundamental para traer a Cangas unos adelantos, en algún caso mucho antes que a otras localidades productoras de vino, que favorecieron esta industria, que era la principal del concejo y la que daba trabajo a muchos hombres y mujeres durante buena parte del año.
Don Anselmo se marchó de Cangas del Narcea del mismo modo que había llegado en 1878: precipitadamente. El 6 de noviembre de 1901 vende en Oviedo (ante el notario Secundino de la Torre y Orvíz) todas sus propiedades en el concejo, que eran más de doscientas, a los hermanos Alfredo y Roberto Flórez Gonzalez, por 175.000 pesetas. El precio de la venta fue bastante más bajo que el que había pagado González del Valle por estas propiedades veintitrés años antes, a las que además había que sumar las inversiones en un molino nuevo, una bodega moderna y otras mejoras. Los compradores no eran unos desconocidos para él. Eran nietos de Genaro González Reguerín, administrador suyo en Cangas del Narcea en 1897 y 1898, e hijos de José María Flórez González, al que Gonzalez del Valle tuvo que conocer en Oviedo, porque los dos pertenecían a la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, y compartían afición por las bellas artes, la música y la enseñanza.
Exposición Regional de Lugo de 1896. Diploma de la Medalla de Oro a los vinos de Cangas de Anselmo González del Valle.
La aventura canguesa de González del Valle concluyó ese día, el 6 de noviembre de 1901, con 49 años de edad. En este caso si conocemos el motivo de este final. En 1901, Gonzalez del Valle cayó en un fuerte desanimo y una gran apatía, debido al fallecimiento de su esposa el 25 de mayo de 1901 y a una diabetes que le diagnosticaron y para la que no encontró remedio.
Pero él no olvidó aquella aventura canguesa, y seis años después, el 4 de enero de 1907, donó al Ayuntamiento de Cangas del Narcea los diplomas de los tres premios que había obtenido con sus vinos en las exposiciones agrícolas de Francia y Lugo. Creo que este gesto es el mejor modo de expresar que la razón de aquella aventura, aunque siga siendo para nosotros una incógnita, tenía más que ver con un beneficio colectivo que con un interés particular.