La co-oficialidad del bable

Hoy no escribo sino que me limito a reproducir un magnífico artículo de Doña LIOBA SIMON SCHUHMACHER, profesora de la Universidad de Oviedo, que data el día 24 de septiembre de 2019.

Las lenguas están para que la gente se comunique, se entienda, se intercambie. Sin embargo, hay excepciones, como la que podría darse en Asturias: la lengua compuesta que algunos pretenden implantar con carácter oficial, sin el consenso social que requeriría un asunto tan trascendental, supondría una muralla divisoria, no solo de cara a las comunidades limítrofes, al resto de España y del mundo, sino también entre la propia gente de aquí.

Por toda Asturias, y desde siempre, se escuchan formas de hablar, variantes y giros, que enriquecen la comunicación. Llingua, bable, asturiano, fala, dialecto o lengua, tanto monta. Cada cual se expresa como quiere, en cada lugar a su manera, y jamás he tenido la sensación de que se reprimieran “los derechos llingüísticos de los asturianos y asturianes.” En cambio, aún no he escuchado a nadie a lo largo y ancho de esta tierra hablar, en circunstancias normales o cotidianas, y no en (cachinos de) discursos políticos, esa llingua artificial, y menos cuando esa persona pretende hacerse entender de verdad.

Sin embargo, algunos aspiran a implantarla, ya desde las primeras etapas escolares, con toda la logística y el coste que ello conlleva. En la práctica equivaldría a un programa de ocupación subvencionada, aunque se quiera vender como “creación de empleo”, incluso “aumento del PIB”. Resolvería el empleo y la promoción de algunos, sí, pero crearía una barrera ya difícil de superar para muchos más. Porque, entre otras (sin-)razones, los que se empeñan en ello, desean blindar Asturias. Quieren que no puedan venir médicos, ni docentes, ni otros profesionales de fuera de la región. Porque se estrellarían contra la muralla del asturiano. Es lo que está sucediendo en algunas otras comunidades autónomas que se atrincheran en su lengua regional. Y Asturias, claro ¡no va a quedarse atrás! Al menos no en política lingüística. En lo demás, parece que no importa tanto ser el farolillo rojo y que estemos a la cola de casi todo: economía, empleo, industria, educación y fracaso escolar, demografía y despoblación, comunicaciones -AVE, vuelos, corredor atlántico-, y ecología -¡qué desgracia, los eucaliptos depredadores por doquier!

En el debate no se trata del asturiano “sí” o “no”, sino de (co-)oficialidad “sí” o “no”. Es una distinción crucial. Porque los que no estamos a favor de la oficialidad, no estamos en una “estratexa d’ataque al asturianu”, o en contra del bable (y menos de los bables). La última martingala consiste en arrastrar al divergente al terreno del sentimentalismo y del orgullo patrio. Cuando sale el asunto, acaba imperando el “no vamos a ser menos”, o “lo nuestro y nuestra lengua ye igual de importante que?”. Incluso hay quien evoca la “aldea perdida”. Como, por ejemplo, una conocida escritora que, desde Madrid, donde reside, se declara a favor de la oficialidad porque el asturiano era la lengua de sus abuelos. Sin embargo, ¿en qué lengua lleva teniendo éxito con sus escritos? ¿En qué lengua ha sido educada su prole?

En Asturias hay quienes defienden la oficialidad del asturiano, algunos situados en primera línea, mientras envían a sus hijos a escuelas de pago bilingües (de inglés o de francés, claro), y a estudiar al extranjero, o a Madrid. ¿Dónde está la coherencia, el ejemplo? Esta es una faceta compartida por más políticos y cargos, también a nivel nacional: predicar agua y beber vino. En una empresa tendría consecuencias. Es conocido el caso de un directivo de Pepsi que fue despedido al descubrirse que bebía Coca Cola.

También hay quien recurre a personajes del siglo XVIII que en ocasiones escribieron en bable. Por ejemplo, Jovellanos y su hermana Xosefa. Gaspar Melchor se interesaba por el asturiano, y, como ilustrado que era, propuso su estudio, incluso una academia. En cambio, para plasmar y comunicar sus ideas de forma eficiente empleaba el castellano, cuya potestad no cuestionaba.

Si la universidad asturiana atrae a miles de estudiantes europeos (Erasmus), de Estados Unidos, recientemente también de China y Rusia, es sobre todo por el idioma español. Si para un estudiante supone un coste y un esfuerzo salir de su país, ¿por qué iba a hacerlo y aprender una lengua que luego no podrá practicar ni rentabilizar en ninguna parte del planeta? Sin embargo, el español es moneda de cambio en una veintena de países del mundo, con 560 millones de hablantes, la mayoría como lengua nativa. Por tanto, para Asturias y su Universidad el idioma español es un gran activo. Para una empresa que quiera instalarse aquí, y por razones obvias, el asunto de una lengua que funcione como puente es igual de importante.

Redacto estas líneas para aportar un punto de vista más allá del local. Y para dejar constancia de que no entiendo que se empleen los impuestos derivados del trabajo de los demás en traducir al asturiano, por ejemplo, al Quijote y la Odisea. ¿Luego también a Wittgenstein, Joyce, Ortega y Gasset, o Kafka? ¿Qué demanda real hay para ello? O en doblar películas a un asturiano normativo. Ni siquiera al castellano. ¡Deberían disfrutarse en versión original, subtituladas! Los portugueses, los eslovenos o los neerlandeses hablan un buen inglés, entre otras razones, porque no doblan las películas. Resulta importante la labor de la Academia de la Llingua (apreciados colegas míos están ahí) para estudiar el asturiano y sus ricas variantes. Es menester que el asturiano esté presente en las escuelas, y en la universidad como asignatura para quien la elija (de hecho, ya sucede). Pero no como lengua vehicular, no a que en Física se aprenda “prau q’atrapa” en vez de “campo magnético”. Por ejemplo. Y que luego no se sepa bien ni de Física, ni de español, ni de inglés. Resultarían más perjudicados los hijos e hijas de familias con menos recursos. Para garantizar la igualdad de oportunidades de las niñas y niños y jóvenes de cara a un mundo global, y para el progreso de Asturias, es preciso construir puentes, no murallas.

Concluyo con una nota personal. Mi vinculación a esta tierra se remonta a mi primera infancia. Salvando periodos laborales en Bruselas y en Madrid, llevo más tiempo aquí que, por ejemplo, el flamante presidente. He crecido en el respeto hacia todas las identidades culturales. Soy de las que se ponen en pie cuando suena el himno asturiano, y cualquier himno. He contribuido a promocionar Asturias y su singularidad cultural en el exterior. No voy a decir que amo a Asturias, porque sonaría cursi (no amo a ningún territorio, y menos por haber nacido en él), pero sí que significa muchísimo para mí. Mis hijos son asturianos, españoles, alemanes, luxemburgueses, europeos. Viven fuera de Asturias, porque ninguna política ha resultado lo suficientemente eficaz a la hora de ofrecerles perspectivas laborales y condiciones para formar una familia. Están entre “quienes no están”, entre “las personas que se han visto forzadas a marchar fuera de nuestra tierra para trabajar y hacer su vida”, según las primeras palabras del presidente en su reciente discurso institucional. Dudo que la oficialidad esté entre las medidas que los impulse a volver, ni a ellos, ni a otros muchos que han tenido que irse.

¡¡¡ Ay de mi güey !!!

La normativa medioambiental en España produce importantes desequilibrios ecológicos

or la abogada canguesa Pilar Martínez Rodríguez, especializada en medio ambiente y titular del despacho Pilar Martínez Abogados

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Fuente: El Comercio

Hemos conocido este verano la noticia del ataque de un oso a una persona en el concejo de Cangas del Narcea, en concreto, en la Parroquia de Cibea, en la carretera que discurre entre los núcleos rurales de Sorrodiles y Sonande.

Si la noticia ha sorprendido a propios y extraños, pues no se conocen en los anales de la historia de aquella zona, y he nacido en aquel valle, antecedentes similares, lo que nos deja atónitos es la respuesta y argumentos pseudocientíficos, que tratan de explicar por qué una “pacífica” fiera salvaje ataca a una persona que, como sus ancestros y los de todos los habitantes de la zona, paseaba pacíficamente por donde siempre se paseó en las tardes de verano, sin temor alguno a este tipo de sucesos.

Recibo consultas en mi despacho de agricultores y ganaderos de Asturias, que buscan defender sus derechos e intereses, frente a los ataques de jabalíes, osos y otros animales salvajes, que campan a sus anchas por los pueblos y cultivos y acaban con las cosechas y bienes de sus habitantes, haciendo inviable la obtención de rendimiento y rentabilidad a los esfuerzos realizados a lo largo del año.

Muchos de ellos presentan reclamaciones, a las que la Administración no responde o se encuentran con ventanillas cerradas o, en el mejor de los casos, con funcionarios que, amablemente, les envían de la Guardería Medioambiental a Seprona, de Seprona al coto de caza, del coto de caza a ningún lugar, porque, en algunos casos, no ha sido autorizado y no se está practicando actividad cinegética alguna en la zona.

Hemos visto como ardía Sierra Bermeja en la provincia de Málaga y como algunos agricultores y ganaderos pusieron de manifiesto que el abandono de los montes y las dificultades impuestas a la ganadería, a los desbroces y a la limpieza de los montes, con motivo de la normativa medioambiental, han tenido mucho que ver, si no en la producción del incendio, que merece castigo y esperemos que lo tenga, sin duda, en su propagación y dificultad de su extinción. Esta realidad de la limitación de desbroces, aprovechamientos y limpieza de los montes, que contribuye a su regeneración se da, prácticamente, en todas las áreas y espacios protegidos españoles.

Se acaba de publicar la Orden TED/2021, del 20 de septiembre, por la que se modifica el nexo del Real Decreto 139/2011, del 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo de Especies amenazadas, que mantiene al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen Especial de Protección, con modificación de las poblaciones.

La introducción o exposición de motivos de esta norma la califica como acorde con los principios de proporcionalidad, seguridad jurídica, transparencia, participación y audiencia en su elaboración, añadiendo, que “la norma no contiene ninguna carga administrativa y no supondrá el incremento de los recursos humanos y económicos disponibles por la Administración General del Estado”.

Precisamente, estos principios, que retóricamente dice cumplir la orden, son los que no cumple y constituyen causa de su nulidad, como ha ocurrido con otras muchas de este tipo que, cuando se estudian sus expedientes de elaboración, se constata lo desproporcionado de la misma, la falta de estudios científicos y técnicos rigurosos, que avalen la necesidad y eficacia de las medidas que propone.

También la falta de justificación de verdaderos procesos de participación de los intereses afectados en la elaboración, como exige el derecho medioambiental; la inexistencia de mapas rigurosos sobre presencia de la especie a proteger y, muy especialmente, la falta de memoria económica y aprobación de partidas presupuestarias para hacer frente, compensar o indemnizar a quienes, con motivo de su aprobación y entrada en vigor, se ven privados y limitados en sus derechos legítimos previamente consolidados, en un espectro mucho más amplio, que los daños provocados por los animales, que tienen obligación de compensar. Nos encontramos también con otro caso paradigmático vinculado a la normativa medioambiental.

La solución del Gobierno en este caso, como tantas veces hemos visto quienes nos dedicamos a esta especialidad del derecho medioambiental, es la de repercutir sobre los patrimonios privados el coste de atender al interés público de una supuesta protección ambiental, mediante la aprobación de normas de naturaleza expropiatoria, que afectan a las empresas energéticas, a las que privan de una parte de sus legítimos beneficios, sin ningún tipo de compensación.

Me pregunto, en todo caso, si este lastre impuesto a las empresas energéticas obedece al principio “El que contamina paga”. ¿Dónde está y por qué no se aplica el razonable y complementario principio de “el que aporta recibe”?

Lo cierto es, que en beneficio el mundo conservacionista, que es quien principalmente recibe, se han olvidado del que debía ser el primero y verdadero coste de la conservación, pagar y compensar a quienes, con sus patrimonios particulares, del que estas normas les privan, limitan o reducen, contribuyen al interés público de la supuesta protección ambiental.

Todas estas cuestiones tiene un nexo común y obedecen a una realidad que, como abogada en esta materia, vengo percibiendo y es conocida y comentada por los afectados, pero que pocos se atreven a exponer públicamente, pues temen las consecuencias de ser discrepantes en un mundo, en que lo políticamente correcto es defender a ultranza cualquier postulado, que pase por ser un instrumento de protección ambiental y lucha contra el cambio climático.

Tal realidad es, que una normativa medioambiental, que nació y se desarrolló en España con la vista puesta en el dinero europeo para la conservación, que alimentó a multiplicidad de movimientos políticos ultra conservacionistas, que nacieron, vivieron y crecieron de esto, no está avalada por estudios técnico-científicos rigurosos, sobre la necesidad, conveniencia y consecuencias sociales, económicas y medioambientales de ciertas medidas, que se fueron imponiendo con base en una supuesta finalidad proteccionista.

Además, dicha normativa está huérfana de procesos reales de participación de los intereses afectados, a quienes no se escucha para la elaboración de las normas y que, todo ello, ha producido importantes desequilibrios ecológicos y medioambientales, que se traducen en aumentos desmedidos de algunas especies e, incluso, en la desaparición de otras.

Además de provocar importantes perjuicios materiales y económicos a la población, habitantes e intereses sociales de esas zonas (recordemos el olvidado “derecho al desarrollo sostenible”), de los que ahora nadie quiere hacerse cargo, ni se siente responsable, optando por seguir adelante y dejar crecer la bola de nieve, que cada vez será más grande y más dañina.


Exposición Virtual: «MUYERES DE CANGAS DEL NARCEA, 1907-1940. 200 retratos fotográficos de Benjamín R. Membiela»

La Sociedad Canguesa de Amantes del País «Tous pa Tous» y el Museo del Pueblo de Asturias presentan esta exposición virtual cuyas protagonistas son las mujeres del concejo de Cangas del Narcea. En ella se muestra una selección de doscientos retratos fotográficos realizados por Benjamín Rodríguez Membiela entre 1907 y 1940. Las fotografías pueden verse también en el repositorio digital de los museos municipales de Gijón: fondos.gijon.es, junto a otras de este fotógrafo cangués.

Benjamín R. Membiela, fotógrafo

Membiela fue el primer fotógrafo profesional que abrió estudio de modo estable en el concejo de Cangas del Narcea, firmando sus trabajos como «Benjamín R. Membiela». Su amplia labor durante más de treinta años permite conocer un siglo después cómo era el paisaje del concejo y los rostros de quienes lo habitaron y transformaron, y de ahí su valor como testimonio insustituible.

Benjamín Rodríguez Membiela. Autoretrato en la relojería, hacia 1915.

Nació en Llamas del Mouro en 1875 y falleció en Corias, a los 68 años de edad, en 1944. Comenzó muy joven sus estudios en el Monasterio de Corias con la intención de ingresar en la Orden de Santo Domingo; sin embargo, conoce a Sofía Montoto González en Corias, con la que contrae matrimonio en 1898, formando una familia con once hijos. Ya casado, en los primeros años del siglo XX, decide emigrar solo a Cuba. Su estancia en la isla será corta, pero muy útil en su formación y muy provechosa en lo económico. Aprende los oficios de relojero y fotógrafo, y logra ahorrar una cantidad suficiente para a su retorno, entre 1906 y 1907, iniciar la construcción de una casa en Corias, junto a la carretera, que finalizará en 1909. En ella vivirá con su amplia familia e instalará el estudio de fotografía, el taller de relojería y un bar restaurante.

Su actividad profesional como fotógrafo se documenta entre 1907 y 1940, combinando el trabajo de estudio con los paisajes y vistas de las villas y pueblos de los concejos de Cangas del Narcea, Allande y Tineo, extendiendo la producción de este género a otras localidades de Asturias como Pravia, Gijón, Avilés o Mieres. Muchos de estos negativos los positivaba en papeles al gelatino en formato de tarjeta postal, pero nunca los reprodujo con otras técnicas fotomecánicas como hicieron los fotógrafos Modesto Morodo, de Cangas del Narcea, o Enrique Gómez, de Luarca, que sí editaron álbumes de tarjetas postales de Cangas del Narcea. Contribuyó de manera decisiva a la difusión de la imagen de su concejo a través de las revistas de la emigración editadas en La Habana, como Crónica de Asturias, Asturias y El Progreso de Asturias. Su firma fue habitual en la revista La Maniega, de Cangas del Narcea, y aportó también fotografías para ilustrar algunos libros, como Bellezas de Asturias, de Aurelio de Llano, publicado en 1928, que incluye fotografías de Cangas del Narcea, Corias y Celón (Allande) de su autoría.

El retrato como eje

En los orígenes de la fotografía, el genero del retrato será el que atraiga las primeras miradas e intereses de los profesionales. Estos retratos son herederos directos de las miniaturas pintadas, que era accesibles a muy pocos. El retrato fotográfico abrirá múltiples vías de indagación y transformación hasta convertirse en un elemento inexcusable de los modos de civilización de los siglos XIX y XX. La popularización del retrato fue la culminación de un proceso que definió la razón de ser primera de los profesionales de la fotografía, que siempre tuvieron en el retrato el grueso de sus encargos y, en consecuencia, la fuente primera de sus ingresos.

Membiela, como profesional de su tiempo y el primero en un ámbito geográfico extenso como el de su concejo natal, llegaba con la experiencia de su aprendizaje cubano y sabía que acercarse a la hipotética clientela era fundamental. De ahí que su estudio estuviese estratégicamente situado al borde de la misma carretera, lo que explica que todo tipo de transeúntes y medios de locomoción aparezcan en muchas de sus fotografías, pudiendo decirse que Membiela salía al camino con su cámara. Además, también se trasladaba a pueblos del concejo para lo que empleó una bicicleta y más tarde una motocicleta.

Dada su larga trayectoria, en sus fotografías aparece la vida de sus convecinos a través de la efigie de cuatro generaciones, un retablo plagado de rostros que evolucionan al compás del tiempo, desde las primeras luces hasta el ocaso, la vida de quienes, paso a paso, van construyendo una biografía que se nos antoja menos anónima si leemos miradas, gestos o posturas. Actitudes de los que, con una solemnidad no carente de naturalidad, sabían de la trascendencia de esa fotografía, que detenía en un instante su verdad para después hacerla cautiva y al mismo tiempo poder multiplicarla y así llegar a cualquier punto del mundo.

El retrato es el eje sobre el que pivota la impagable entrega del fotógrafo profesional, del que sabe armonizar la atmósfera del estudio con un ambiente referencial. El reducido espacio del estudio se amplía con fondos de paisajes; es un ambiente soñado y noble de telones con patios de añoranzas andaluzas, escalinatas que se abren a jardines, frondosas riberas, vegetaciones del trópico, que en su torpeza artística recreadora dan más empaque a las figuras y las centran en su verdadero marco. El mobiliario, de modesta factura, se reduce a sillas, sillones, macetas con grandes plantas y portamacetas con algún velador de contrapunto. No falta el reclinatorio para los retratos de Primera Comunión, niñas orantes en la inocencia y en la pureza. En sus recorridos por los pueblos, Membiela despliega como fondo único un paño de lienzo blanco; un blanco que siluetea la figura y refuerza los rasgos del rostro.

Muyeres. Un protagonismo inexcusable

La mujer, pese a ser el pilar de la familia en la sociedad rural y urbana de aquel tiempo, vivía en el anonimato de la vida pública, como escribe el antropólogo Adolfo García Martínez. Su papel era primordial para la continuidad y unidad de la familia. Por ello, el Tous pa Tous y el Museo del Pueblo de Asturias se han unido para rescatar y dar a conocer esta amplia galería de fotografías, que constituyen la verdadera imagen de las mujeres de aquel tiempo en Cangas del Narcea, pero que también podría ser la de la mujer en cualquier concejo asturiano en ese primer tercio del siglo XX.

En estas doscientas fotografías aparecen mujeres de todas las edades y condiciones, retratadas individualmente o en grupos de amigas o familiares, pero también con sus familias, maridos, hijos, nietos y amigos. La mayoría son retratos realizados en el estudio de Corias en los que las mujeres muestran la imagen que querían dar y trasladar de sí mismas; otros son retratos hechos al aire libre, delante de un portón o ante ese telón portátil que el fotógrafo utilizaba en sus desplazamientos a los pueblos. Es muy probable que muchas de las retratadas se colocasen por vez primera ante una cámara fotográfica, y de ahí que las contemplemos hieráticas, serias y como esquivando su nerviosismo. Por el contrario, las vecinas de la villa aparecen más distendidas, sonrientes, y adoptando en algún caso posturas desenfadadas y “modernas”.

Este conjunto de retratos encierra todo el poder comunicativo de la fotografía, al plasmar en la plenitud de su verdad el carácter espiritual y el aspecto físico de las personas. Los retratos suman a su valor objetivo como documentos un sinfín de lecturas como imágenes de un tiempo concreto. Muestran la diversidad de la sociedad de aquel tiempo: el mundo rural y el urbano, las clases sociales, y también los cambios que se suceden. Desde las variaciones del vestuario, que parten del atuendo tradicional y muestran las transformaciones introducidas por la influencia de las modas de cada periodo, hasta la diversidad de composiciones, según los acontecimientos que hayan propiciado el retrato: del matrimonio al reencuentro con los ausentes, del grupo familiar amplio en torno a la abuela al retrato individual. Es en las versiones del retrato individual femenino donde es posible apreciar al detalle la calidad técnica y formal de Membiela. En los de cuerpo entero, de pie o sentada, el carácter de la retratada se desenvuelve desde la naturalidad y frescura de la adolescencia y juventud hasta la austeridad gestual de la madurez, y en los retratos de primer plano, de busto o de rostro,  se indaga con seguridad en la personalidad de la retratada, atrayendo la mirada en lo que se nos antoja un descubrimiento.

Sin duda, estos 200 retratos femeninos cautivarán a quienes desde diversas perspectivas se acerquen a ellos, pues son una de las contribuciones más completas de la fotografía asturiana de su época a un universo tan misterioso y complejo como olvidado.


EXPOSICIÓN VIRTUAL

MUYERES DE CANGAS DEL NARCEA, 1907-1940

200 retratos fotográficos de Benjamín R. Membiela



La mujer, un ser paradójico, ambivalente e invisible

Posiblemente habría que remontarse hasta los orígenes de la especie humana y seguir su devenir para poder desvelar todas estas incógnitas, que la mujer encarnó a través de los tiempos. Hoy, todavía y a pesar de los avances, la mujer sigue envuelta en algunas de esas ambivalencias, y es que las ideologías son “cárceles de larga duración”, como gusta decir a algunos historiadores. Además, por qué no decirlo, la estructura de nuestra sociedad se apoya y se nutre muy sutilmente de ellas.

Lipovetsky, en un libro reciente (2013), nos habla de tres mujeres a lo largo de la historia occidental. La primera mujer pervive hasta el Renacimiento y es considerada como mal necesario e inevitable; la segunda, predomina desde el Renacimiento hasta la edad moderna y se la considera como un icono y se la coloca en un pedestal, pero sigue sometida al hombre; la tercera, es la mujer de hoy, mujer sujeto que lucha por la igualdad.

Las raíces de la concepción de la mujer en la sociedad occidental habría que buscarlas en la triple herencia de nuestra cultura: la cultura greco-romana, la cultura judaica y la cultura musulmana, conformada por la Iglesia, la filosofía escolástica y el estado medieval. Bástenos recordar dos trabajos referidos a la Edad Media, uno, de G. Duby (2013), otro, de E. Le Roy Ladurie (1975) y un tercero de carácter general de A. de Riencourt (1977). No obstante, como no podemos tratar aquí el tema con esta amplitud, nos limitaremos a analizar algunos aspectos relativos a la mujer, desde principios del siglo XX hasta el presente.

Como material empírico para estas reflexiones dispongo de una colección de fotografías del cangués Benjamín R. Membiela, que forman parte de la exposición virtual “Muyeres de Cangas del Narcea. 200 retratos fotográficos de Benjamín R. Membiela, 1907-1940”, y de mis propios datos de campo. Muchas de estas fotos, aunque la mayoría están realizadas en el estudio que el fotógrafo tenía en Corias (Cangas del Narcea), corresponden a mujeres rurales, pero como se decía coloquialmente “de casa bien”, pues, por lo demás, ¿quién se hacía entonces una foto? Esta afirmación la hago en base a varios rasgos que se desprenden de las fotos: la timidez que se observa en muchos rostros, la manera de llevar el atuendo, la tiesura de sus caras, las manos, etc. En una palabra, los rostros que aparecen en estas fotos delatan la situación de la mujer en la cultura occidental y sus soportes, como veremos. Sin embargo, y luego diremos por qué, estos rasgos son mucho más visibles en las mujeres jóvenes, las mayores se muestran más seguras; los pocos hombres que aparecen están mucho más inalterables, tienen actitud dominante, etc. Empero, todos los rostros que aparecen en las imágenes revelan la dureza de la vida campesina, que no empezará a mejorar hasta dos o tres décadas más tarde.

Unas son madres o suegras, otras hijas o nueras y otras hijas-nietas. En todos los casos, la mayoría se encuentran incómodas en la foto sabiendo que están saliendo de su invisibilidad, y en su conjunto representan las tres generaciones de mujeres de la familia tradicional canguesa. Efectivamente, en el concejo de Cangas del Narcea, como en los de Tineo, Allande, Salas, Valdés…, o sea, entre los ríos Pigüeña y Eo, la familia era troncal y patrilocal, esto es, estaba formada por tres generaciones y la residencia posmarital era en casa de los padres del marido. A esto hay que añadir además que en la zona mencionada existía la norma del mayorazgo: el primer hijo varón se casaba en casa y heredaba dos tercios de la casería y la parte alícuota del tercio restante. En este contexto, es fácil imaginar cuál era la situación de la mujer, especialmente de la nuera que cambiaba al casarse a padres y hermanos por suegros y cuñados; eso sí, avalada por la dote y por sus supuestas capacidades reproductivas. Cabe destacar analizando las fotografías que la joven esposa se muestra más segura cuando aparece con un hijo en brazos; sin embargo, en aquellos casos en que también está la suegra, el niño lo tiene ésta. No se olvide que la nuera era “la otra o la extraña dentro” (aún no era de casa) y, en consecuencia, la educación de sus hijos era tarea de la abuela.

Dicho esto, para contextualizar someramente las imágenes que tenemos delante, quiero aprovechar para desvelar algunos de los principios sobre los que se basa y de los que se nutre el dominio secular que sufrió la mujer en la cultura occidental, reducida al espacio doméstico y a las tareas reproductivas e invisibles. La casa y la explotación agraria familiar es uno de los mejores escenarios para estudiar lo que se ha denominado “invisibilidad” del trabajo de la mujer.

Resulta difícil, no obstante, precisar algunas ideas debido a la gran cantidad de publicaciones existentes.  En este momento me limitaré a analizar algunos aspectos referidos a la mujer: ambivalencia, invisibilidad y carencia de espacio público, sexo-género, el concepto de igualdad, etc. En estas notas trataré de desvelar algunos de los factores que rodean a la mujer y de los que se nutre su situación en nuestra cultura.

1.- Bases de la dominación masculina.

Bourdieu, en La dominación masculina (2000), expone con claridad cuáles son los pilares de la situación de sometimiento de la mujer: la Iglesia, inculcando una moral profamiliar dominada por los valores patriarcales; la escuela, como transmisora, y el Estado, ratificando esta visión. Pero el tema no termina ahí: la familia administra y transmite esta ideología, y la mujer es el principal agente de enculturación en este proceso.

Para la Iglesia, la mujer era un “menor” (no podía ir a determinados lugares, no podía salir de noche, etc.), al igual que para el Estado; recuérdese que en España se aprobó el voto femenino en la Constitución de 1931, aprobada por la Cortes Constituyentes en diciembre de ese mismo año. La primera vez que la mujer votó fue en las elecciones municipales de 1933.

2.- El franquismo

La posición franquista en torno a la mujer se basa en el discurso de género; es decir, el papel de la mujer se reduce al de esposa y madre. El propósito del franquismo es subyugar a la mujer a sus tareas domésticas, recuperación de la familia patriarcal y subordinarla a un orden androcéntrico. Gregorio Marañón defendió, por estas mismas fechas, que la suprema misión de la mujer es la perpetuación de la especie, y cualquier otra actividad es accesoria; el matrimonio se hizo para crear (engendrar y educar) hijos.

No obstante, el franquismo durante el desarrollismo (años 60 y 70) cambia su modelo de mujer y crea una legislación para incorporarla como fuerza de trabajo más barata que la masculina. El franquismo, como la sociedad en todas sus épocas, utiliza a la mujer como “una reserva”.

3.- La mujer, un ser ambivalente

Son muchos los factores que avalan este hecho. Para analizarlos será útil servirse de la familia troncal y patrilocal ya mencionada, predominante en el medio rural.

  1. La mujer, autora de dos vidas. En la familia troncal había dos mujeres y cada una asumía una función determinante para la supervivencia de la misma: la mujer de más edad daba vida social y la joven esposa daba vida biológica. No obstante, podía no suceder así, como de hecho ocurrió en nuestra sociedad rural a partir de los años sesenta del pasado siglo: las madres (nueras o hijas) se “negaron” al llegar el momento de dar vida social y ello derivó en una crisis de vida biológica. Es decir, fueron forjando para sus hijas un nuevo modelo de mujer y de familia inverosímil en el medio rural. Esto alejó a muchas jóvenes casaderas de los pueblos.
  2. Estatus de las mujeres. La mujer casada de más edad tenía en la familia troncal un estatus muy fuerte, y esto queda patente en muchos de los rasgos faciales, sobre todo, de las mujeres que aparecen en estas fotos. Esto se debía a varios factores.

En primer lugar, administraba los recursos alimenticios de la casa y transmitía el capital social de la familia, asegurando así su continuidad, y en segundo lugar, la menopausia la liberaba del sexo y de la procreación, y con ello ganaba seguridad frente al hombre. La mujer adquiere poder y respetabilidad desde que deja de ser objeto sexual. La menopausia es multiplicadora de poder y así la mujer traspasa el muro de la discriminación masculina, subraya Le Roy Ladurie en la obra citada. Con la menopausia la mujer se convierte en un ser plenamente cultural, equiparándose así socialmente al hombre y rompiendo de ese modo con los nexos que la unían a la naturaleza. El hombre, dice McDowell (2000), se identifica con la cultura, que es un intento de dominar la naturaleza, y la mujer joven, por su cercanía con la naturaleza, deberá ser igualmente dominada. La mujer menopaúsica es el nexo y el único puente seguro entre la naturaleza y la cultura, y así controla mejor que nadie esos fenómenos simbólicos que implican vida-muerte, estabilidad-cambio, etc., así como el campo de la brujería. La joven esposa, por el contrario, al ser imprescindible para la reproducción es débil, pues es controlada por los hombres en beneficio de la casa. La mujer mientras es fértil es “menor” y está dominada por el hombre. La nuera cataliza y asume sobre sí los papeles más duros de la familia troncal: la sumisión, la “muerte” a su familia de origen, la marginación y el silencio. Es la “víctima estructural” de la familia troncal, cuyo objetivo es la casa. Esta situación emerge en el rostro y en el gesto de muchas de las jóvenes de las fotografías de Benjamín R. Membiela.

4.- Sexo-género. La biología no es destino

El descubrimiento de que “la mujer no nace, sino que se hace” y la distinción entre sexo y género supusieron, según Stolcke (2000), un gran avance para el teórico y para el político.

La Antropología cultural hace ya muchos años que sostiene esta idea, fundamental por otro lado, para desmontar la teoría de que el hombre asume las tareas productivas y la mujer las reproductivas. Fue Margaret Mead la primera en desarrollar esta tesis en sus estudios de campo en Samoa (1973 y 1975). A partir de aquí, se ha publicado mucho sobre el tema sexo-género referido sobre todo a la mujer. Narotzky, por mencionar un caso (1995), señala que el género (el genre) es una construcción social y cultural. El sexo tiene un núcleo biológico irrecusable, que es la sexualidad reproductiva de la especie. El género, por el contrario, está ligado en su totalidad a la reproducción social. El concepto analítico de género trata de cuestionar el enunciado esencialista de que “la biología es destino”. Es decir, transciende el reduccionismo biológico al interpretar las relaciones hombre/mujer como construcciones culturales. Así, aunque erradamente, la mujer mientras es fértil se coliga más fácilmente con el sexo, mientras que la mujer menopaúsica se asocia con el género.

Hoy ya casi nadie duda de que la mujer no nace, se hace, y la biología no es destino, sino el proceso de enculturación; esto mismo se puede decir también del hombre. La sociedad actual ha hecho avances para llevar a la práctica esta idea. No obstante, en el medio rural, especialmente, aún no existe una clara demarcación, en el caso de la mujer, entre la esfera reproductiva y la productiva, y esto contribuye a la infravaloración y consiguiente invisibilidad de una buena parte del trabajo productivo de la mujer.

5.- La geografía de los géneros

La geografía de los géneros ilustra con claridad la reclusión de la mujer au foyer. La Geografía no consideró las diferencias profundas que se dan entre hombre y mujer en la utilización del espacio: las mujeres fueron invisibles. La Geografía humana ha presentado, como señalan A. Sabaté, J. María Rodríguez y A. María Díaz (2010), una sociedad fundamentalmente masculina donde las mujeres solo aparecen al tratar temas de reproducción. Actualmente, la Geografía, como otras ciencias sociales, también trata de hacer visible a la otra mitad del género humano.

Tradicionalmente, el hombre era el responsable de los espacios públicos y la mujer de los privados ya que, como señala Bourdieu (2008), el hombre está dominado por una orientación centrífuga y la mujer por una disposición centrípeta consistente en la organización del espacio doméstico. En este sentido, el espacio masculino se identifica con el espacio total, dentro del cual está el espacio femenino, afirma Rogers (1979). Pero, y de nuevo emerge una de las paradojas que envuelven a la mujer, cuando ésta se niega a asumir ese papel de invisible la sociedad no funciona. La conquista de un espacio propio frente al del hombre, como constitutivos del espacio global, es uno de los principales objetivos de la lucha de la mujer en la sociedad moderna.

6.- Sobre el concepto de igualdad

El concepto de igualdad, tal como se quiere aplicar al tema de la mujer, es totalmente engañoso y erróneo. El objetivo de la lucha de la mujer no debe estar en conseguir ser como el hombre, sino en que se creen, como señala J. Ortega (2007), las condiciones de posibilidad culturales para que la mujer se pueda pensar y sentir desde sí misma, y no desde los valores masculinos.

Pero, en tanto que la sociedad capitalista siga asignando a la mujer funciones reproductivas y al hombre productivas qua natura o nacimiento, nuestra sociedad, señala U. Beck (1998), sigue teniendo base feudal. Las esencias del hombre y de la mujer, consideradas como eternidades, se forjaron gracias a una alianza entre filosofía, religión y ciencia.

Todo parece indicar que el viejo binomio sexo-género se ha roto definitivamente y hoy ya casi todo el mundo admite que sexo y género son dos cuestiones distintas: sexo hace referencia a la biología y género es el resultado de un proceso social. Sin embargo, existe, como subrayan J. Contreras y E. Expeixt (2002), una presión sobre la mujer para que se integre laboralmente y, al mismo tiempo, que no deje de ocuparse del hogar, de niños y ancianos, lo cual provoca que, aquellas que pueden, subarrienden estas tareas a inmigrantes. Las tareas asumidas por la mujer, reproducción de la vida, asistencia a personas y cuidado del hogar, no tienen aún visibilidad social ni reconocimiento expreso, subraya Dolors Comas (1995). Justamente y en esta misma línea, la misma Comas (1998 y 2000) insiste en que en España el estado de bienestar, que no se llegó a desarrollar plenamente, resultó barato porque descansa en el trabajo invisible y gratuito de la mujer en el hogar.

A pesar de todo lo dicho, aflora una nueva paradoja. En nuestra sociedad actual al tener que contratar a personas -cada vez con más frecuencia por innumerables razones que no puedo comentar aquí- para los trabajos reproductivos y pagar por ello, estos pasan a formar parte integral del sistema capitalista. Esta y otras contradicciones son una señal de que la sociedad no quiere “liberar” definitivamente a la mujer de su suprema misión de esposa y madre.

7.- Cuestionamiento actual de la situación

Desde hace algunas décadas, se cuestiona desde diferentes frentes la situación secular en la que vivió la mujer. Varios son los hechos en los que se apoya esta lucha: acceso de la mujer a la enseñanza superior, incorporación al trabajo asalariado y a la esfera pública, el distanciamiento de las tareas domésticas, la programación de la natalidad, el divorcio, la soltería, etc., sobre todo en las capas más favorecidas. Con todo, no se ha superado totalmente el viejo modelo de enculturación basado en los cuatro pilares: Iglesia, Estado, escuela y familia en la que la mujer fue durante generaciones el instrumento más idóneo para transmitir un modelo de familia de claro signo masculino, que la convertía en víctima estructural del mismo.

8.- Obstáculos

A pesar de los avances, que desde hace algunas décadas se están haciendo en este terreno, aún queda mucho camino por recorrer, máxime en el medio rural.

Son muchos los analistas, entre los que me incluyo, que manifiestan que el poder masculino en el medio rural se simboliza por la tecnología, especialmente por el tractor, como señala Saugers (2002), reforzando las ideologías patriarcales. L. A. Camarero (1993), por su parte, insiste en que la mecanización de la agricultura y el control de la máquina por parte del hombre relegan aún más a la mujer a actividades de segundo orden. Finalmente, M.ª D. García Ramón y M. Baylina (2000) insisten en la misma idea, esto es, la innovación tecnológica en la agricultura incide en los roles de género y no ayuda a superar la división sexual del trabajo, sino que la consolida aún más.

Caminando por los pueblos de Asturias se observa con claridad esto que estamos diciendo. La maquinaria, sobre todo la más moderna, siempre está en manos del hombre y de hombres jóvenes, mientras que si una mujer utiliza alguna ya no son de última generación y además se trata de situaciones muy puntuales.

9.- Perspectivas de futuro en el medio rural

Hay un hecho claro en el que insisten todos los analistas. No cabe plantear un desarrollo rural sin la presencia de la mujer y de la mujer joven, especialmente. Pero dicha presencia en el medio rural, como recalca B. García Sanz (2004), está muy ligada a la búsqueda de alternativas laborales. La mujer debe arrogarse un protagonismo social que tradicionalmente acaparaba exclusivamente el hombre. Ortega Valcárcel (1989 y 2004) desde la Geografía afirma que el factor clave para el sostén y progreso de los espacios rurales, sobre todo de montaña, es la posibilidad de acceder a mercados de trabajo diversificados, que permitan la incorporación a ellos de población joven y especialmente femenina. La vía por la que la mujer joven va a decidir quedarse en el medio rural es si tiene proyección pública visible, productiva, etc., y si ello ocurre será ella quien transforme y revitalice los pueblos, la misma que en su día, hace medio siglo, fue causa principal de la crisis.

Como he señalado en otro lugar (2017 y 2021), el turismo rural está jugando un papel dinamizador en la recuperación de los pueblos, sin olvidar los peligros que conlleva si no se plantea bien. El turismo tiene al menos dos lecturas en relación a la mujer. Una, no deja de ser, en muchas situaciones, una prolongación del trabajo doméstico. Otra, en opinión de M. Villarino y G. Cánoves (2000), la compensación económica lo convierte en un trabajo visible. El turismo, en este sentido, puede lograr dos objetivos en uno: recuperar los pueblos y su patrimonio por medio de la incorporación de la mujer al campo productivo. Algunas voces críticas al respecto señalan que, en el turismo rural, como en las tareas de cuidados de viejos y dependientes, la mujer sigue haciendo tareas tradicionalmente reproductivas. Es cierto, pero en este caso cobra por ellas, lo cual las visibiliza y las cambia sustancialmente.

La mujer se está adjudicando progresivamente roles productivos, incluso ya en el medio rural (turismo, empresas agroalimentarias que crean valor añadido, cuidados de personas, etc.) y esto va a conducir a un nuevo modelo de sociedad en el que la mujer no va a ser ya ese ser invisible y sometido. Pese a todo, desde mi punto de vista la independencia económica no es suficiente para la liberación de la mujer (2004) mientras los fundamentos de la discriminación, es decir las ideologías, aún pervivan, aunque cada vez más de manera subliminar, en instancias tan determinantes como la Iglesia, el Estado, la escuela y hasta en la familia portadora, como señala R. Montesinos (2002), de la tradición que tiene que garantizar la reproducción de las viejas costumbres que adquieren forma en la vida cotidiana. Pero la mujer está ocupando, cada vez más, espacios hasta hace pocas décadas “prohibidos” para ella, y esto está provocando cambios profundos en la familia y en la sociedad, más aún se puede hablar hoy de permanencia y revolución de lo femenino.

Para concluir con estas reflexiones sobre la mujer, incitadas por las fotografías de la exposición “Muyeres de Cangas del Narcea, 1907-1940. 200 retratos fotográficos de Benjamín R. Membiela”, quiero señalar dos cosas. La primera, si el fotógrafo volviese hoy con su cámara al concejo de Cangas del Narcea, rápidamente observaría dos hechos: uno, que hay muy pocas mujeres, sobre todo de la segunda y de la tercera generación; otro, se daría cuenta también al revelar sus fotos que las mujeres se sienten mucho menos cohibidas y hieráticas. Ambas cuestiones son dos ejemplos del cambio acaecido en los pueblos de Asturias, un cambio con dos signos distintos.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
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Fallece en Canarias el magistrado cangués César J. García Otero

El magistrado cangués ha sido Presidente de la Sala de lo Contencioso del TSJ de Canarias durante los últimos 11 años. La imagen fue tomada en 2015, en la entrevista a la que tuvo que someterse para revalidar su cargo ante la Comisión Permanente del CGPJ. Foto: Poder Judicial.

El magistrado cangués César José García Otero, Presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ha fallecido en la tarde del pasado sábado [18/09/2021] en su domicilio de Gran Canaria tras una larga enfermedad. Tenía solamente 63 años.

Ingresó en la carrera judicial en 1987, siendo sus primeros destinos judiciales el juzgado de Distrito de Nules, en la provincia de Castellón, y el juzgado de Distrito nº 2 de Castellón de la Plana. Tras ascender a magistrado en 1989, ejerció en el juzgado de lo Penal nº 5 y en la Sección 4ª de la Audiencia Provincial de Las Palmas.

Natural de Cangas del Narcea, llegó a Las Palmas de Gran Canaria como magistrado en el año 1990 y desde entonces cubrió distintos destinos en la capital canaria, primero en la jurisdicción penal y después en la de lo contencioso-administrativa. En 1998 pasó a formar parte de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJC, en su sede de Las Palmas, de la que fue nombrado presidente en octubre de 2010 y reelegido en 2015.

Su segunda pasión después de la judicatura, era la docencia. En este ámbito, García Otero ha sido profesor de Derecho Constitucional y en la actualidad era profesor de Derecho Administrativo en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Ha participado en las obras colectivas Comentarios al Estatuto de Autonomía de Canarias y Comentarios a la Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.

Su pérdida ha causado una gran conmoción en el ámbito judicial de Canarias, donde deja un imborrable recuerdo en todos los profesionales vinculados a la Administración de Justicia en las Islas. De talante abierto y jovial, era muy querido y respetado por sus profundos conocimientos jurídicos.

Condolencias

“Tan prestigioso jurista como buen compañero”. Así lo describe Juan Luis Lorenzo Bragado, en nombre de la Presidencia del TSJC. El representante de la magistratura canaria recuerda que al poco tiempo de establecerse en el Archipiélago, “sus cualidades personales y humanas le hicieron ser apreciado más allá de su labor judicial, integrándose ampliamente en la vida social canaria”. Fue integrante además de la Sala de Gobierno del TSJC, “donde sus ponencias eran ejemplo de rigor jurídico y buen sentido”, destaca Lorenzo Bragado. Añade que García Otero “era especialmente querido por sus compañeros, por esas cualidades humanas que eran semejantes a su nivel profesional”. El magistrado subraya que “su firmeza y compromiso llegaron hasta el punto de seguir en activo hasta pocas semanas antes de su fallecimiento, sobreponiéndose a la enfermedad”.  Su pérdida, “aún previsible por la evolución de la dolencia estos últimos días, ha afectado mucho a su entorno profesional”, concluye Lorenzo Bragado, que ayer inauguró el nuevo año judicial en Canarias.

Una de las personas más cercanas a García Otero en Canarias es el magistrado asturiano Juan Avello Formoso, titular del Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Las Palmas de Gran Canaria.  Avello se trasladó a Canarias «en el año 2006 ó 2007» y rememora que García Otero fue “como un padre” para él, ya que lo ayudó y acompañó desde el primer momento. “Lo echaremos muchísimo de menos. Se dejaba querer y era una persona entrañable”, comenta muy afectado el magistrado Avello, que califica de “tremenda” la pérdida de García Otero “porque no solo se nos fue una buena persona y buen amigo, sino uno de los mejores magistrados y juristas que hay en España”.

El decano del Colegio de Abogados de Lanzarote y expresidente del Consejo Canario de Colegios de Abogados, Carlos Viña, ha expresado sus condolencias en nombre del órgano colegial lanzaroteño por la muerte de García Otero, del que dijo que “era una muy buena persona y gran jurista que se distinguió mucho, no solo por su bondad y conocimientos, sino por su gran respeto al ejercicio de la Abogacía, dando un trato muy afable y respetuoso a los abogados”. Una de las preocupaciones de García Otero es que la Administración de Justicia llegara a la islas no capitalinas y “nunca puso objeciones para trasladarse a Lanzarote a celebrar juicios”, pues “lo veía como algo normal”, indica Viña. De hecho, fue el primero en crear una comitiva judicial para desplazarse a Lanzarote y Fuerteventura a celebrar las vistas.

De pie, César J. García Otero, Marta Muñiz y Maite Muñiz. Sentados, Alejo Rodriguez Peña, Jesús y Victorino Linde, y Manuel Aller, en la calle Dos Amigos, h. 1970.

Sus amigos destacan también de él “su generosidad y lo cercano y campechano que era, además de lo especial y feliz que se mostraba”. En sus paseos por la capital canaria “mucha gente lo saludaba con aprecio. Y en cualquier evento de amigos, marcaba la diferencia. Era un gran conversador y muy divertido”, relatan sus allegados.

Lo mismo dicen los cangueses que lo conocían, ya que desde su nacimiento en Cangas del Narcea, allá por el mes de abril de 1958, nunca perdió el vínculo con su patria chica, bien porque la visitaba para ver a familiares y amigos cuando sus obligaciones se lo permitían, bien porque siempre tenía sus brazos abiertos en las Islas Canarias a cualquier cangués que llegase por allí, o bien a través de la Sociedad Canguesa de Amantes del País «Tous pa Tous» de la que era socio desde su refundación. En la imagen que traemos aquí en su memoria, vemos a César con un grupo de amigos de su infancia en Cangas, en concreto en la Calle 2 Amigos, hace ahora algo más de cincuenta años.

A Carmen, su esposa, y a sus dos hijos, César y Jaime, desde aquí nuestras condolencias. Descanse en paz, nuestro querido socio y paisano César.

Odón Meléndez de Arvas – Artículos periodísticos (1903-1917)

Portada del libro ‘Odón Meléndez de Arvas. Artículos periodísticos (1903-1917)”

El Tous pa Tous publica los artículos periodísticos de Odón Meléndez de Arvas (Carballo, 1851 – Cibuyo, 1923), que se suman a las Crónicas canguesas y al libro Alrededor de mi casa. Crónicas canguesas (1910-1928), de su gran amigo y correligionario político Gumersindo Díaz Morodo «Borí» (Cangas del Narcea, 1886- Salsigne, Francia, 1944), que también pueden consultarse en esta web. Sigue, de este modo, el Tous pa Tous ofreciendo información sobre la historia de la prensa en el concejo de Cangas del Narcea, que es, al fin, una fuente imprescindible para conocer la historia del concejo y las vicisitudes de sus habitantes.

Odón Meléndez de Arvas fue un maestro de Cangas del Narcea que vivió en el pueblo de Cibuyo y ejerció en la escuela de La Regla de Perandones. Pero, además, fue un activo periodista que colaboró en la prensa que se editaba en Cangas del Narcea y en otras localidades asturianas. En este libro están todos sus artículos, escritos entre 1903 y 1917, que su bisnieta Ángeles Martínez ha encontrado publicados en La Verdad, El Narcea, El Distrito Cangués, del que fue jefe de redacción, y La Voz de Cangas, editados en Cangas del Narcea, y en La Justicia de Grado. Odón era una persona de arraigadas ideas republicanas, que escribió numerosos artículos costumbristas sobre la vida rural y de opinión, siempre defendiendo sus dos grandes intereses y preocupaciones: la instrucción pública y los campesinos. Fue presidente de la Asociación de Maestros de Primera Enseñanza de Cangas del Narcea. En la prensa mantuvo diversas polémicas que también se recogen en esta obra.



 

Aniversario: “El comité de empresa”

Hoy hace exactamente un año publiqué aquí la entrada titulada: El comité de empresa”.

Lo recuerdo por si alguien no la leyó entonces y, si lo hizo, para que no la olvide.