1894, año de inicio de la costumbre de plantar el «arbolón» en Cangas del Narcea
Fragmento de la charla que el autor dio en el Teatro Toreno el 19 de noviembre de 2002 en los actos de celebración del primer centenario de la Sociedad de Artesanos de Cangas del Narcea.
Si la devoción a los santos y las vírgenes cambia y no es inmutable a lo largo de tiempo, a las fiestas, que se celebran en su honor, les sucede algo parecido. Las fiestas están formadas por unos elementos que tienen un significado y una función determinados: procesiones, misas, comidas, actividades rituales, vestidos, juegos, bailes, música, hogueras, iluminaciones y fuegos artificiales. Todos estos actos tienen su significado y a través de ellos se retrata la sociedad. Algunos de estos elementos cambian fácilmente otros se resisten mucho más. Los elementos que pierden sentido o funcionalidad desaparecen. Por ejemplo, en las fiestas del Carmen el baile ha cambiado en los últimos cien años del modo siguiente. En el último tercio del siglo XIX, había dos bailes: uno para la gente de los pueblos y los artesanos que se hacía delante de la capilla del Carmen, alrededor de una hoguera y con música de gaita y tambor, y otro baile en el casino para los burgueses y aristócratas; el siglo XX, trae la verbena con bandas de música y más tarde orquestas; las verbenas se extienden por toda la villa: los Nogales, la Vega, la calle Mayor, el Paseo, y en ellas bailan los padres y los hijos; pero a fines del siglo XX las verbenas van perdiendo interés para los mas jóvenes, que se refugian en las salas de fiestas y las discotecas, y ahora la fiesta se celebra en el centro de la villa delante de los bares y con música grabada.
Aparecen también en las fiestas elementos y ritos nuevos que en poco tiempo se consideran «de toda la vida» y a los que se les aplica el adjetivo de tradicionales. Por eso, en antropología se utiliza mucho el concepto de «tradición inventada» o «el invento de la tradición», y es que esta es una constante en todos los pueblos. Sin embargo, aunque se olvide, todos los actos que se incorporan a la fiesta tienen su primer día, el asunto es poder conocer cuando sucedió y por qué, y eso en muchos casos solo puede saberse a través de documentos escritos y noticias de periódicos, porque la memoria de los humanos es limitada y caprichosa.
Por ejemplo, el arbolón que se coloca la noche de San Pedro delante de la capilla del Carmen en Ambasaguas. La costumbre de cortar un árbol y colocarlo delante de las iglesias o en plazas en muy frecuente en Castilla y otras regiones españolas y europeas. Son los conocidos mayos, que se plantaban en los meses de mayo o junio y en origen eran un rito con un claro significado agrícola relacionado con la fertilidad de la tierra y la vida. En Asturias, ritos como este sólo son frecuentes en varios concejos del oriente, sobre todo en Llanes, donde se denomina a este árbol joguera; hoy, se corta y planta un alto eucalipto, pero antiguamente este árbol era un humero o aliso. Pero no solo cambió la especie del árbol, sino también el sentido del rito, porque en la actualidad no tiene nada que ver con aquel viejo sentido agrícola y se ha convertido en un rito social que identifica a los pueblos y a los bandos de Llanes.
En el resto de Asturias, sin embargo, esta costumbre no se practica y todos los rituales relacionados con ella se llevan a cabo en la noche de San Juan. En los concejos del suroeste de Asturias ningún pueblo corta y planta un árbol como nuestro arbolón o las jogueras de Llanes. Y no olvidemos que el concejo de Cangas del Narcea y los de los alrededores son algunos de los más visitados desde fines del siglo XIX por folcloristas y lingüistas por la pervivencia de costumbres antiguas. En definitiva, la costumbre del arbolón es un hecho aislado cuyo origen ha extrañado a los investigadores que han escrito sobre él. La respuesta a su existencia y al comienzo de esta costumbre puede estar en la noticia siguiente, que he tenido la suerte de encontrar en el periódico local El Eco del Occidente, del 26 de junio de 1894, que tiene que ver además con la Virgen del Carmen, que es en definitiva la que nos reúne hoy aquí. Se titula «Costumbre en desuso», y en ella su autor anónimo se lamenta de la desaparición de la tradición de enramar las fuentes por San Juan y se congratula por la «cosa nueva» de plantar «un gigantesco y esbelto humeiro», con un magnífico ramo de flores en su centro, delante de la capilla del Carmen en Ambasaguas. La noticia dice lo siguiente:
«Antiguamente, durante la noche de la verbena de San Juan, solían los enamorados vecinos de esta población colocar en el exterior de los balcones de las habitaciones de sus amadas lindos y bonitos ramos de flores […] Hoy, desafortunadamente, va desapareciendo de entre nosotros costumbre tan antigua, tan popular, tan tradicional y tan española. […] podemos asegurar que tan hermosa tradición ha caído, como otras muchas, en desuso en esta villa; y tanto, que en el presente año no hemos visto ni oído hablar siquiera de la colocación de un solo ramo de la significación de aquellos a los cuales venimos refiriéndonos.
Sin embargo, una cosa nueva hemos presenciado con verdadera alegría. Fue el haber visto junto a la puerta principal de la Iglesia de Ambasaguas, arrabal de esta población, un gigantesco y esbelto humeiro; que ostentaba, majestuoso, en su centro, un magnífico ramo de muy lindas y variadas flores. Unos cuantos jóvenes devotos de Nuestra Señora del Carmen, existente en dicha iglesia, lo habían trasladado allí, dedicándolo a la Virgen, quien no dudamos lo habrá recibido y aceptado con singular complacencia.
Aplaudimos sinceramente la feliz idea de los jóvenes que pusieron el indicado ramo, por haber demostrado con dicho acto que sus corazones aman de verás a María. Y hacemos fervientes votos porque la costumbre tradicional de que nos ocupamos vuelva a guardarse entre nosotros. Que es muy grato para los pueblos el conservar las costumbres tradicionales cuando estas son buenas.»
En definitiva, desaparecen unas costumbres y aparecen otras que las sustituyen. Esa es la historia de la tradición y de la humanidad.
Juaco López Álvarez
Cangas del Narcea, 19 de noviembre de 2002
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