Cuando Muniellos era un aserradero

Leñadores y rolla de roble en la serrería de la empresa «Muniellos, S.A.» en Las Tablizas, 1955

El que hoy es el espacio natural más protegido de Asturias fue durante dos siglos fuente de provisión de madera. Entre 1766 y 1973 se sucedieron las talas en el bosque que hoy es reserva natural integral y tiene restringido el acceso a veinte personas diarias. Hubo un pasado que un libro recupera ahora. Se trata de ‘La explotación de madera en el monte Muniellos (Asturias)’, una segunda edición corregida y aumentada del publicado en 1989. Lo firma el director del Museo del Pueblo de Asturias, Juaco López Álvarez, y cuenta con un apéndice de Juan Pablo Torrente Sánchez-Guisande.

Este libro, con profusión de material gráfico de diferentes fuentes, rememora ese pasado que hoy parece muy lejano pero no lo es tanto. Aquella «selva virgen» ubicada en el concejo de Cangas del Narcea que hasta mediados del siglo XVIII solo se usaba como lugar de pasto para el ganado vacuno y porcino y a la recolección de bellotas, se había de convertirse en aprovisionamiento maderero. Vinculado al mayorazgo de la Casa de los Queipo desde principios del siglo XVI, fue a mediados del XVIII cuando se inicio su aprovechamiento. En 1768 el rey Fernando VI ordena las cortas en este monte y los colindantes con destino al arsenal de El Ferrol dentro de un plan de regenación de la Armada. Claro que en aquel tiempo y en aquel lugar encontrar madera para construir navíos era menos difícil -revela el libro- que transportar ese material. «Las primeras labores se centraron en las vías de comunicación: por un lado, abrir una carretera desde Muniellos a la villa de Cangas del Narcea y, por otro, hacer navegable el río Narcea para bajar la maderas desde aquella villa al puerto de mar de San Esteban de Pravia», recoge el volumen, que da datos curiosos, como «las cinco varas de ancho de buena calzada» que requería la carretera o las «ocho leguas» en las que se actúo para limpiar el cauce del río. 1.251.220 reales era el presupuesto de la primera obra; la segunda, 1.650.463.

Saca de madera con un carro del país en el concejo de Cangas del Narcea, 1965 (Fotografía de Carson)

Parecía que la riqueza maderera del lugar merecía el gasto, pero pronto se supo que los árboles no daban lo esperado. La madera no era la adecuada para la construcción naval y solo servía como tablazón para ciertas partes de los barcos. Pero, aún así, la explotación para los Reales Arsenales continuó. Las talas se iniciaron en Muniellos en 1768 y finalizaron diez años después para este fin. Fue entonces cuando el conde de Toreno solicitó permiso para continuar con la explotación y lo obtuvo, aunque pronto descubrió que esa madera ya no interesaba.

Claro que, hasta entonces, en la zona se creó un mundo vinculado a la explotación de la madera. «Supuso la llegada a la zona de gentes de afuera, sobre todo leñadores y carpinteros vizcaínos y carreteros montañeses o santanderinos», relata el libro. Se detiene además en cómo la apertura de la carretera real de Cangas al monte propició en 1772 la inauguración de una venta con cocina, un cuarto, una bodega para vender vino y una fragua para herrar los animales y arreglar las ruedas de los carros.

Fue la venta proveedora de víveres de los doscientos operarios de Muniellos, cuya vida no era precisamente fácil. «En el interior del monte de Muniellos las labores de los leñadores, serradores, carpinteros y carreteros eran muy duras», detalla Juaco López en su libro, quien revela cómo las talas se efectuaban durante el menguante de las lunas de noviembre, diciembre, enero y febrero. En carretas se transportaban los troncos dentro del monte, donde se aserraban las piezas, que luego se trasladaban a Cangas en carros tirados por cuatro bueyes. Allí se almacenaba la madera hasta poder ser enviada por el río a San Esteban en las chalanas.

Locomóvil o locomotora a vapor de la casa inglesa Aveling & Porter empleado por la Sociedad Bosna Asturiana para transportar la madera del monte de Muniellos, en Courias (Cangas del Narcea), hacia 1907 (Fotografía de Benjamín R. Membiela)

El XIX llegó al suroccidente asturiano con la explotación maderera parada, pero a mediados de siglo se retomó. Si antes fue el Estado el que asumió la explotación y las inversiones, ahora es el turno de la empresa privada. Y aquí entran en juego sociedades con capital inglés, catalán, francés y belga. «A mediados del siglo XIX, el crecimiento económico e industrial de España trae consigo también la aparición de capitales especulativos que fijarán su atención en la explotación de la madera», recupera el libro, que narra cómo van llegando gentes interesadas en su arbolado hasta que en enero de 1855 comienzan de nuevo los trabajos de explotación de la madera de la mano del británico Melvil Wilson. Franceses, suizos, sardos y alemanes se encargaron junto a nueve empleados asturianos de la explotación, que fue transferida poco después a otros británicos, y más tarde, en medio de un montón de enredos, pasó a manos del Crédito Mobiliario Barcelonés. Propiedad al margen, la explotación mantenía el traslado a bordo de balsas rumbo a San Esteban, desde donde se distribuía una madera que se destinaba «a explotación de minas, obras civiles, construcción de wagones, lanchas y otros usos». Se creó también una ferrería para aprovechar la madera sobrante y convertirla en carbón vegetal. Su actividad cesó en 1882. En los primeros años hubo beneficios; luego llegaron las deudas.

Puerto de San Esteban de Pravia, h. 1912 (Fotografía de Celso Gómez Argüelles. Colección Álvarez Pereda)

Se fueron ellos, volvieron los especuladores en busca de negocio y la familia Queipo de Llano decidió vender. Un anuncio en ‘Le Figaro’ en 1892 lo hacía público. Pero no era fácil encontrar quien quisiera explotar el monte, porque los costes del transporte de la madera seguían siendo elevadísimos. Se planeó incluso construir una línea de ferrocarril entre San Esteban de Pravia y Cangas del Narcea, pero nunca llegó a realizarse. La Sociedad Minero Forestal, con capital franco-belga, tenía grandísimos proyectos pero todo acabó en 1898 en un enorme fracaso.

Así llegó el siglo XX, que comenzó con la venta en su primer año del monte a un banquero vasco y a un ingeniero francés. Eso fue en 1901. Un año después se constituyó la Sociedad General de Explotaciones Forestales y mineras Bosna Asturiana, que tenía un proyecto muy similar al de la sociedad franco-belga. Construyeron en Las Tablizas un centro fabril con talleres y casas para los empleados y se sirvió de camiones de vapor (una especie de locomotoras) para transportar la madera. De nuevo llegaron trabajadores de fuera, en esta ocasión una cuadrilla de croatas que habría de adiestrar a los asturianos para trabajar la duela del roble. Se pelearon por conseguir la línea férrea pero no hubo forma y en 1932 se disolvió la compañía.

Los hermanos Velasco Herrero heredaron la propiedad pero hasta los cincuenta el monte no volvió a explotarse. Se hace a través de la empresa Muniellos S.A. «En este último periodo se explota con más intensidad que nunca, gracias a la apertura de varias pistas y al uso de camiones con motor de gasolina, que facilitaron y abarataron mucho el transporte de la madera», descubre el libro, que añade otro elemento, el uso de la motosierra a partir de los sesenta que propició la tala masiva hasta 1972. Hasta que, por fin, «las presiones del Estado y los problemas económicos llevaron a la empresa a vender el monte Muniellos al Icona el 17 de febrero de 1973 por 34.008,25 pesetas».

ACTUALIDAD El bosque de Muniellos, Reserva de la Biosferea. / A. Piquero

Así se puso fin a la explotación forestal y se dio la bienvenida a una apuesta por la conservación que a decir verdad comenzó ya en pleno siglo XIX. El primero en pedir protección para los montes de Cangas fue el secretario municipal Faustino Meléndez de Arbas. Más tarde, Eduardo Hernández Pacheco, catedrático de Geología de la Universidad Central de Madrid y vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, pidió en el diario ‘El Sol’ la protección para «nuestra selva de Muniellos». Pero es a mediados del siglo XX cuando las voces comienzan a alzarse con fuerza. Hasta el mismísimo Félix Rodríguez de la Fuente clamó por hacer de Muniellos «el primer parque regional español». Suspendidas las talas en 1973, su camino fue otro. En 1982 se declaró Reserva Biológica Nacional y en 2000, Reserva de la Biosfera.


Publicado en EL COMERCIO el 31 de mayo 2014


Editado el libro ‘¡Como Semos!’

Escrito por los maestros Tito Casado (cangués) e Inés Gómez (somedana) el libro recoge 250 anécdotas de los concejos de Cangas del Narcea, Tineo y Somiedo.

Estas anécdotas aparecen agrupadas por temática: vida social, curas, monjas e iglesia, maestros, maestras y escuelas, justicia y juicios, los madrileños, el trato del casorio… y sobre todo un apartado, como no podía ser de otra manera, dedicado a las tan comentadas aventuras y desventuras de tipo sexual.

Hay también 50 dichos nuestros, y un álbum de fotografías antiguas relacionadas con nuestra forma de ser y vivir. Un pequeño estudio etnográfico y sobre todo divertido de todas aquellas historias que nos han hecho reír a lo largo de muchos años.


¿Soluciones o nuevos problemas?

IES Cangas del Narcea – Edificio Obanca – Foto MERA

Si, en general, podemos considerar que “decisión política” es sinónimo de “decisión equivocada tomada por motivos espurios”, la que ahora afecta a la enseñanza canguesa, que pretende privar al IES Cangas del Narcea de uno de sus edificios, no puede ser más “política”. De hecho, comparte dos de las “técnicas de solución de problemas” con las que nuestros mandamases nos han afligido durante estos últimos años: la de “desvestir un santo para vestir a otro” y la de “pan para hoy, hambre para mañana”.

La primera consiste en ir moviendo el problema de lugar y enfrentando a unos ciudadanos con otros, de manera que, al final, todos acaban pareciendo culpables menos aquellos que tenían la responsabilidad de arreglarlo. La segunda, en vez de cambiar el problema de sitio, lo difiere en el tiempo. Eso es lo que se les ofrece ahora a los afectados: “Tus hijos tendrán todo el espacio que quieran durante los años que les quedan en Primaria, pero tendrán que apretarse en los pasillos durante los seis años que estén en Secundaria”. ¿De verdad quieren hacernos creer que eso es lo que los padres desean?

Los que fuimos a una escuelina de pueblo, nunca aprendimos a manejar esas maravillosas herramientas modernas que son la demagogia, la manipulación y la contabilidad creativa. Tuvimos que conformarnos con la aritmética para resolver los problemas. Por ello, tendrán que perdonarme que la aplique aquí. Se han insinuado, soterradamente, razones de aprovechamiento de espacios. Los alumnos que ahora ocupan el edificio de Obanca son algo más de 200, los que se pretende subir son poco más de 100. ¿Aprovecharan mejor el espacio 100 que 200? La aritmética dice que no, las otras herramientas parece ser que dicen que sí. El IES Cangas del Narcea tiene más de 700 alumnos repartidos entre tres edificios. No existe ningún otro instituto en la zona y todos los alumnos de Cangas y Allande tienen que pasar por allí. En la villa de Cangas existen tres colegios de primaria y uno de infantil. En ninguno de ellos, salvo en el CRA Obanca, existe problema alguno de espacio. ¿De verdad puede alguien sostener que lo único que se puede hacer para mejorar la calidad de la enseñanza es amontonar a los alumnos del instituto? ¿Puede algún padre querer eso?

En estos momentos de crisis en los que una educación lo más completa posible es lo único que muchas familias podrán dejarles a sus hijos, cualquier recorte en la calidad de la educación secundaria que reciben es un recorte en sus oportunidades de futuro y no puede ser tolerado. La aritmética que Cangas necesita para solucionar sus problemas es la de sumar y multiplicar. Si permitimos que nos sigan aplicando la de dividir y restar llevando, como hasta ahora, pronto no seremos nada.


Antonio Ochoa es socio del Tous pa Tous y autor del blog Cosas del Suroccidente.


Restaurada la lápida de homenaje a los voluntarios cangueses de 1808

Placa restaurada dedicada a los héroes del Regimiento de Voluntarios de Cangas de Tineo

El pasado mes de septiembre nos hacíamos eco en esta misma página web del aspecto penoso que presentaba la lápida de homenaje a los voluntarios cangueses de 1808, único testimonio que existe en nuestro concejo que conmemora un hecho histórico en el que participaron colectivamente todos los cangueses y que honra a unos muertos que lucharon por la libertad.

La falta de decencia cívica y de respeto al pasado, la ignorancia y la estupidez de algunas personas fueron la causa de esta situación. Aunque tuvo que repararse con dinero de todos, hoy nos congratula saber que el Ayuntamiento de Cangas del Narcea ha concluido los trabajos de rehabilitación, poniendo remedio al desaguisado realizado por uno o varios descerebrados.

El Ayuntamiento también ha restaurado dos humildes testigos de la modernización de España en el siglo XIX ubicados en Brañas de Abajo. Dos azulejos de color blanco con letras y números azul cobalto en los que aparecen el nombre de la calle en uno y el pueblo, la parroquia, el partido judicial y la provincia en el otro. A continuación se puede visualizar el magnífico resultado de los trabajos realizados.  Esperemos que duren muchos años. Desde aquí nuestra felicitación a los responsables municipales por cuidar de estos detalles.