Entradas

Emilio Rodríguez: Poeta espiritual, puro y secreto

Fray Emilio Rodríguez González, dibujando, en el convento de los dominicos de Salamanca, en 1964. Fuente: dominicos.org

Emilio Rodríguez (Villar de Adralés, 1938 – León, 2020) fue un poeta con una producción muy extensa, que se recogió completa por primera vez póstumamente, cuando en el año 2022 fray Bernardo Fueyo Suárez se encargó de editar los dos volúmenes que forman Detrás de las palabras, sacados a la luz por la editorial dominicana San Esteban, de Salamanca.

La formación y el ingenio de este autor le permitieron crear una obra de gran profundidad, con un toque espiritual y múltiples referencias a los lugares en los que se formó como dominico, como poeta y como ser humano. La belleza de sus composiciones reside en que son un testimonio de su visión de este mundo, que nos transmiten las emociones e imágenes que el autor plasmó en un instante que no seríamos capaces de imaginarnos de otra manera.

Emilio Rodríguez González nació en Villar de Adralés (Cangas del Narcea) el 9 de julio de 1938. Sus padres, Emilio y Hermenegilda, eran campesinos que poseían una pequeña explotación agrícola y ganadera, como era común en la zona. Sus primeros años de estudio los cursó en su pueblo natal, y a los 15 años ingresó como alumno interno y aspirante dominico en el cercano monasterio de San Juan Bautista de Corias.

Era el menor de diez hermanos y creció en un ambiente rural, rodeado de imágenes naturales, idílicas, que le marcarán como persona y como poeta. Entre los recuerdos de su juventud podría rescatarse una imagen que, aunque triste, tiene gran fuerza en su obra Como árboles que andan, en la que describe a un “picador” de la mina. La minería, y sus consecuencias en el concejo de Cangas del Narcea, fue un tema de gran impacto entre sus paisanos, y no es de extrañar que Emilio Rodríguez recuerde con cierta amargura esta situación: la de un picador regresando de la mina. El poema dice así:

Emilio Rodríguez, retrato digital impreso sobre aluminio, 70×55 cm, del prolífico artista y singular retratista Florencio Maíllo.

Volvía con la fatiga
doblada sobre el hombro
como un cántico.

Solamente el miedo y la canción
le estaban permitidos.

Tenía las manos escritas
con palabras
que nadie había leído,
que nunca serán consideradas
como nuevas.

Subía por los bancales
masticando la niebla
a bocanadas,
por temor a olvidarse
de que el aire
es vida gratuita.

Tenía la voz oscura
como el viento,
y una larga historia
de raíces
en la piel.

No sabía que algunos días amanece
y que el agua también puede
volverse de colores.

Fue en el monasterio de Corias donde Emilio Rodríguez desarrolló las dos pasiones que lo acompañarán el resto de su vida: la literatura y el dibujo. Su profesor de literatura, con el fin de completar el estudio de la métrica, encargaba a los alumnos pequeñas composiciones personales, y las de Emilio eran tan brillantes que le animó a seguir el camino de la poética.

Después de Corias continuó sus estudios en Caleruega (Burgos), localidad que evocará muchos años después, en el año 2002, en su poemario En absorta luz, dejando constancia del impacto que le causaba la inmensidad cargada de Historia del paisaje castellano: “Silencio en los castillos… / Silencio en las orillas / de aquel río / que pudo describir / tantas batallas”. De Caleruega pasó a Las Caldas de Besaya (Cantabria), trasladándose durante los veranos al santuario de Nuestra Señora de Montesclaros, donde los estudiantes seguían cursos de idiomas, música y literatura. Algo de aquellos instantes atrapa en el poema “Montesclaros”, de su libro Fugaz y permanente (2018): “Ahora en ti descubro / que todos los finales / narran, a su modo, / el tiempo y las veredas”.

Entre 1961 y 1966 estudió en Salamanca, en el convento y facultad de Teología de San Esteban, de donde salió licenciado y ordenado sacerdote de manos del célebre Vicente Enrique y Tarancón.

Años clave para Emilio Rodríguez fueron los que pasó en Pamplona, donde, en 1966, decidió cursar Periodismo. Fue durante este período cuando consiguió su primer éxito literario triunfando en los Juegos Florales celebrados por la Universidad de Navarra con un breve poemario titulado Gustando el sabor del Pirineo.  Esta es una de sus primeras composiciones de cierta envergadura, y sus poemas, concordando con el título, evocan paisajes montañosos, nevados, solitarios, impregnados de un aura de misterio y de tenebrosa calma:

Caballos de andar la niebla
van los aires al sendero.
Está el silencio en cuclillas,
está el silencio o el miedo.

Subida de corazones
donde la nieve es acero,
están los pájaros tibios
del encuentro sin encuentro.

 Tras finalizar los estudios de Periodismo, Emilio Rodríguez fue trasladado en 1970 a Guadalajara, con la tarea de gestionar la imprenta y la Editorial OPE. Fue nombrado subdirector de la editorial, y, además, director de la revista Cruzada misionera, en la cual comenzó a publicar artículos con distintos comentarios sobre situaciones sociales o referentes a la Iglesia. En esa revista publicó también varias composiciones de prosa poética.

A pesar de todo este ajetreo intelectual, no terminó nunca de encontrarse satisfecho con sus tareas en Guadalajara y decidió aceptar una oferta para dirigir la emisora local de la cadena radiofónica COPE en Salamanca. Dedicó estos años al trabajo, pero sin abandonar la producción literaria, bastante prolífica en este tiempo. Escribió en Salamanca Pregunto por el silencio y Como árboles que andan, entre otras obras. En estos libros se encuentran algunos de sus poemas más estimables.

En 1980 promovió la creación de una tertulia literaria que provocó a su vez el nacimiento, en 1983, de la revista Papeles del martes, llamada así por el día en el que esta tertulia tenía lugar. En la tertulia y la revista participó con entusiasmo desde su fundación hasta su muerte, publicando gran cantidad de composiciones en Papeles del martes, entre las que, en el número 29, encontramos un bonito homenaje a su tierra natal: un pequeño conjunto de poemas titulado País de Niebla (Narcea). Aquí describe sensaciones y paisajes de su concejo natal, como el correr de los regatos o el palpitar de las gotas de lluvia sobre las ortigas, pero también, haciendo gala de una profunda comunión espiritual con el paisaje, añade un toque de esa profundidad trascendente que a la naturaleza únicamente le puede aportar el intelecto humano:

Edición completa de la poesía de Emilio Rodríguez.

Aquí se queda el tacto
como guardián silente
de los espinos vivos
donde rige la niebla.

Marcamos territorios
invadidos de ausencia
y nos quedamos quietos
vigilando fantasmas.

Las piedras del pasado
son nuestros asideros
para un vado imposible
del río que nos nombra.

Aquí se esconden todos
los sonidos sobrantes
de los días encendidos
con la noche de espaldas.

Emilio Rodríguez fue cangués de nacimiento, pero también fue salmantino de sentimiento, porque allí tuvo lugar la parte más importante de su vida, la que con más cariño recordaba.

Debido a su relevo, en contra de su voluntad, como director de la COPE, se vio forzado a cambiar su lugar de residencia al ser trasladado en 1991 a la localidad de Parquelagos, en La Navata (Madrid). El poeta sintió enormemente la marcha de Salamanca, donde tenía su ambiente literario, debido a todo lo que dejaba atrás. A esto vino a sumarse a una arriesgada operación provocada por un cáncer. Sin embargo, a pesar de los reveses, Emilio Rodríguez no dejó de lado la parte creativa de su vida, siguió escribiendo y pintando, logrando que en Parquelagos se formara una nueva pequeña comunidad que apoyaba y estimaba su obra, lo que le ayudó a seguir adelante.

En 2010 se editó en Salamanca Mar que huye. Antología 1977-2008, que presenta un estudio de la obra de este autor dirigido por el profesor Antonio Sánchez Zamarreño, quien es, hoy en día, el experto con mayor precisión y visión poética sobre la obra de Emilio Rodríguez.

Habiendo visto publicada su primera antología, en 2019 su salud comenzó a deteriorarse, lo que provocó que en 2020 ingresara en la Residencia Virgen del Camino (León) para recibir los cuidados médicos necesarios. Emilio Rodríguez falleció el 15 de noviembre de 2020, dejando atrás una vida espiritualmente rica y laboriosa y una obra valorada únicamente en los círculos literarios del entorno de la Iglesia en que él la dio a conocer y alejada de lo que se consideran los circuitos convencionales de la literatura. Fue, por tanto, un poeta secreto fuera del círculo de las editoriales eclesiásticas, pero quien se asome a Detrás de las palabras, los dos volúmenes de su poesía reunidos con mimo por fray Bernardo Fueyo Suárez y analizados en cuanto a su poética por María del Sagrario Rollán, comprenderá enseguida que se encuentra ante una obra de sumo interés, con una carga metafísica, una capacidad de reflexión y un acierto en la emoción contenida no tan usada entre los grandes poetas y que bebe de las fuentes de la poesía pura que desbrozaron grandes maestros como Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén o Claudio Rodríguez, por lo que la poesía de Emilio Rodríguez merece ser leída y difundida.

Artículo relacionado: Emilio Rodríguez (1938-2020), un poeta cangués recuperado

Emilio Rodríguez (1938-2020), un poeta cangués recuperado

Edición completa de la poesía de Emilio Rodríguez

La Editorial San Esteban-Edibesa, de Salamanca, acaba de editar la obra poética completa de Emilio Rodríguez, Detrás de las palabras. Poesía I y Poesía II (dos tomos de 778 y 770 páginas, ilustrada), en edición de Fr. Bernardo Fueyo Suárez, O. P., y estudio introductorio de María del Sagrario Rollán.

Emilio Rodríguez nació el 9 de julio de 1938 en Villar de Adralés (Cangas del Narcea, Asturias). A los 19 años profesó como dominico, y en 1966 concluyó sus estudios en San Esteban de Salamanca con la Licencia en Teología. Completó su formación en la escuela de periodismo de la Universidad de Navarra (1966-1969) y, a partir de esa fecha, desarrolló su actividad pastoral y profesional en la editorial OPE en Guadalajara, en Salamanca como Director 15 años de Radio Popular y en la comunidad de Parquelagos-Galapagar (Madrid). Falleció el 15 de noviembre de 2020.

Creó y participó en grupos literarios en Madrid, en El Escorial y, sobre todo, en Salamanca, donde animó una tertulia literaria en San Esteban, aún activa, y la revista a ella vinculada Papeles del martes. Es autor de una extensa e importante obra poética, que ahora se edita en dos tomos. El primero reúne veinticuatro poemarios publicados en vida del autor, sus entregas en Papeles del martes, y algunas de las colaboraciones en revistas y obras colectivas. A su muerte, Emilio Rodríguez mantenía aún inédita una parte de su creación literaria, parcialmente conocida por lecturas públicas, por difusión en la red o por dedicatorias personales. Queda toda ella reunida en el segundo volumen. La edición se completa con una selección de sus dibujos, actividad también destacada del autor, y con diversas fotografías de su vida.

Bernardo Fueyo Suárez, responsable de la edición, fue compañero de curso de Emilio Rodríguez y dominico como él, psicólogo profesional y profesor durante años, fue director de la Editorial San Esteban (1987-2007) y en la actualidad es responsable de la Biblioteca Histórica, anexa a la Facultad de Teología San Esteban, de Salamanca.

María del Sagrario Rollán, autora del estudio introductorio sobre la poética de Emilio Rodríguez, es doctora en Psicología, y Profesora de Filosofía. Perteneció al grupo fundacional de poetas en torno a Papeles del martes y, desde los años 80, ha asistido de cerca al nacimiento de casi todos los versos del autor y ha prologado y presentado varios de sus libros.

A continuación se muestra la invitación a la presentación de la edición completa de la poesía de Emilio Rodríguez.

Artículo relacionado: Emilio Rodríguez: Poeta espiritual, puro y secreto

Trece poesías de Gervasio Suárez-Cantón

Gervasio Suárez Cantón en El Recluta, Alto de Santarbás, en el verano de 1983.

Publicamos aquí un documento sonoro que nos ha hecho llegar Jorge Bethencourt Colubi, con 13 poesías compuestas y recitadas por el cangués Gervasio Súarez-Cantón y de Llanes-Campoamor. Estos pasajes «más o menos literarios», como el propio Cantón dice en la grabación, son los siguientes:

EL VIEJO ROBLE.— Motivado por sus aficiones a la montaña y a la caza.

CARRETERA DE MONTAÑA

EL ANDAR DEL RÍO.— Dedicado al río Pisuerga a su paso por Valladolid.

UNA ORACIÓN PARA RODRÍGUEZ DE LA FUENTE.— A la memoria del naturalista y divulgador ambientalista español, Félix Rodríguez de La Fuente, al que Cantón tuvo el gusto de conocer en Madrid.

EL SUEÑO.—  Un elogio al sueño porque para Cantón, «en la vida actual los mejores momentos son los que se pasan soñando».

EL RECUERDO.— «Lo que pasó y ya no vuelve».

ALICIA.— Porque para nuestro poeta, «las mujeres son dignas de figurar en la poesía».

A TU BOCA, CARMENCHÍN – Poesía dedicada a la pintora canguesa Carmen Muñiz (Carmenchín)

LUCERO TENA. Recuerdo a la bailarina de flamenco mexicana, María de la Luz Tena Álvarez, de nombre artístico Lucero Tena, maestra en el arte de tocar las castañuelas y los palillos flamencos.

 Y para finalizar, un ciclo dedicado a las cuatro estaciones canguesas del año:

10º OTOÑO

11º INVIERNO

12º PRIMAVERA

13º VERANO

Nuestro célebre poeta, falleció en avanzada edad el 27 de octubre de 1993 en la villa de Cangas del Narcea, pero hoy todavía lo podemos escuchar en el siguiente enlace:



 

‘Mientras corre el tiempo’

Ediciones Hontanar publica el libro ‘Mientras corre el tiempo’, un poemario compilado por la hija de Tomás Tornadijo García, María Eugenia Tornadijo Rodríguez, que hace así realidad el viejo sueño de su autor. En él están recogidas gran parte de las poesías que fue escribiendo a lo largo del tiempo y que son precisamente un compendio de recuerdos bucólicos, sentimientos y reflexiones serenas dibujadas con sencillas palabras. Leer más

alt

Pedru Pereira en su rincón

alt

El cantautor y escritor cangués Pedru Pereira de Xedré

La historia humana es trágica en todos los tiempos, como el ser humano es en todo tiempo y lugar desgraciado y mortal, dejó escrito Emilio Castelar. En el tiempo del currusco de pan, de las estrecheces y el hambre, madres esclavas podían parir en el campo en mitad de la siembra. Venimos de un pasado más doloroso que ilustre y cabalgamos un presente maltrecho. Quien más quien menos ha vivido y ha sufrido, y carga sobre los hombros el peso de su tierra. Aunque Oscar Wilde sostuvo que hay algo infinitamente vulgar en las tragedias, sobre todo cuando no son propias, algunos son capaces de elevar la vulgaridad de la desdicha al universalizar su singularidad.

Pedru Pereira (Xedré, Asturias, 1966) es cantautor y escritor, aunque como su abuelo y su padre, oriundos de Galicia, se ganó la vida en las minas de carbón de Cangas del Narcea, en el suroccidente asturiano. La coyuntura económico-política que le tocó fue más amable que la de sus predecesores y con 41 años se prejubiló de la mina, lo que, al menos hasta ahora, venía a significar algo así como sacar un premio en la lotería de la existencia.

alt

El cantautor y escritor cangués Pedru Pereira de Xedré

Desde muy joven compaginó mina y guitarra. Autodidacta, mientras componía leía a León Felipe, Antonio Machado y a Miguel Hernández, escuchaba a Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez, participaba en bandas de rock garajero con sabor local y nombres como Delirium Tremens o Tractel y grababa artesanalmente en su casa lo que componía. Luego lo escuchaban vecinos y amigos, y algunas cosas se tocaban en fiestas o en los tiempos muertos de las huelgas mineras para entretener a los compañeros. Entonces escribía en castellano, pero empujado por jóvenes como Gema Martínez y Azucena Collar comenzó a saborear el mundo en asturiano occidental, y le agradó no solo el sabor de esas palabras, sino también el sonido, la música de una lengua muerta y olvidada, y así fue como nació su primer y hasta la fecha único disco en solitario: Xedré, editado en 2004. Luego, junto a su hija Tania, participaría en Brandal, grupo de música folk responsable del disco Na fonte La Canalina, y desde 2012 ha vuelto al rock con la banda Lapsus.

 

POEMAS Y CANCIONES DE PEDRU PEREIRA

—Traducción de Alfonso López Alfonso—
 

FLORES NA SOLOMBRA

Na mía casa miedran flores na solombra
ya siempre hai una estrel.la que me nombra
cuando fartu de trabayar me sabe l.levantar
ya alcuérdame una viecha canción.
 
María foi minera ya tamién madre soltera,
sou ficha alantre el.la sacóu
trabayando de sol a sol nel lavaderu de carbón
ya los domingos iba cortexar
con un gal.legu grandul.lón,
frenista de profesión
nel Patateru.
 
Siempre m’alcuerdo del l.lugar d’ou vengo
ya quien trabaya tanto ou más que you.
¿Quién vei enxuagar las l.lagrimas del curax?
¿Quién vei quitar a la fuercia’l dereitu d’esixir?
 
¿En quién pouséi tolos mious suenos?:
nuna mocina l.libre ya sin amu
a la que nun debo abel.lugar
porque el.la sola bien sabe
cómo tien que ser una mucher. 

(Del disco Xedré, Ámbitu, 2004).

FLORES EN LA SOMBRA

En mi casa crecen flores en la sombra
y siempre hay una estrella que me nombra
cuando harto de trabajar me sabe levantar
y me recuerda una vieja canción.
 
María fue minera y también madre soltera,
su hija adelante sacó
trabajando de sol a sol en el lavadero de carbón
y los domingos iba a cortejar
con un gallego bravucón,
frenista de profesión
en El Patatero.
 
Siempre me acuerdo del lugar de donde vengo
y de quien trabaja tanto o más que yo.
¿Quién va a enjuagar las lágrimas del coraje?
¿Quién le va a quitar a la fuerza el derecho de exigir?
 
¿En quién apoyé todos mis sueños?:
en una chiquilla libre y sin amo
a quien no debo proteger
porque ella sola bien sabe
cómo tiene que ser una mujer.
 
 

 

NEL TIEMPU DEL CURRUSCU DE  PAN 

Nel tiempu del curruscu de pan ya la copa d’oruxu al madrugar
miou buela tuvo ocho fichos, l’últimu na tierra semando’l pan.
Nel tiempu de las nevadonas miou padre tenía que pasar
la estación trancáu nel monte, xunto’l chamizu pa trabayar.
Ya’l volver pola mañana dalgún l.lobu lu solía siguir
el que sólo yera un guah.e con cayáu ya madreñas que bebía anís.
Agora cerranon las minas, ya nun hai que madrugar.
Baxo cona moza al ríu, aprendo a cantar.
Agora cerranon las minas mas nun séi que pensar,
riráse la cara la tierra pero los mozos tendrán que marchar.
La roupa había que l.lavala a mano, remendar la vida sin parar,
yera duro ser muyer de mineru pero pasar fame yera muitu más.
¡Qué lexos queda xugar nas escombreras, escuitando al glayu glayar
xugar los bolos con miou padre ya’l domingu dir a pescar! 

(Del disco Xedré, Ámbitu, 2004).

EN EL TIEMPO DEL CUERNO DE PAN 

En el tiempo del cuerno de pan y la copa de orujo al madrugar
mi abuela tuvo ocho hijos, el último en la tierra sembrando el pan.
En el tiempo de las grandes nevadas mi padre tenía que pasar
la noche atrapado en el monte, junto al chamizo para trabajar.
Y al volver por la mañana algún lobo lo solía seguir,
a él que sólo era un niño con cayado y madreñas que bebía anís.
Ahora cerraron las minas, y no hay que madrugar.
Bajo con la novia al río, aprendo a cantar.
Ahora cerraron las minas mas no sé qué pensar,
puede reírse la cara de la tierra, pero los jóvenes tendrán que marchar.
Había que lavar la ropa a mano, remendar la vida sin parar,
era duro ser la mujer de un minero, pero pasar hambre lo era mucho más.
¡Qué lejos queda jugar en las escombreras, escuchando al arrendajo chillar
jugar a los bolos con mi padre y el domingo ir a pescar!
 
 
 
 

 

YOU TAMIÉN CHEGUÉI NUN CAYUCU 

Siempres suanou cun d’algu mechor
el sou país nun sy lu díu
la fame aprieta ya’l sol castiga
de magar que l’oasis nun yía l’Edén.
 
L’asfaltu yía un mantu prietu de soledá
ya las casas de cartón d’esti probe país
aveíranlu d’un fríu que manca la piel:
nada cambíou, esa yía la verdá.
 
Subíu al cayucu vendíu sou reló
cruzóu l’Estrechu casi muerre na mar
ya recurdóu los güechos verdes del sou pae
ya cumu l’últimu guerreiru aburdóu la ciudá.
 
Vende baratu lu del cuntenedor
l.lueu busca un requeixu de calor
suana esnalar pol camín de Santiagu
furchigandu feliz cumu cerrica n’Abril
 
El desiertu yía outru mar qu’el bien cunoz
ya cuánta la murnia pola sua mucher
pol sou reló, pol vientu Sirocu…
Ya recuechi la manta, entama a currer. 

(Inédito)

YO TAMBIÉN LLEGUÉ EN UN CAYUCO 

Siempre soñó con algún lugar mejor
su país no se lo dio
el hambre aprieta y el sol castiga
desde que el oasis no es el Edén.
 
El asfalto es un manto lleno de soledad
y las casas de cartón de este pobre país
lo abrigan de un frío que hiere la piel:
nada cambió, esa es la verdad.
 
Subió al cayuco, vendió su reloj,
cruzó el Estrecho, casi muere en el mar,
y recordó los ojos verdes de su padre
y como el último guerrero abordó la ciudad.
 
Vende barato lo del contenedor,
luego busca un resquicio de calor.
Sueña con volar por la Vía Láctea
estirándose feliz como un pajarillo en abril.
 
El desierto es otro mar que él conoce bien.
Cuánta la tristeza por la mujer,
por el reloj, por el Siroco…
Ya recoge la manta, y empieza a correr.

 

 

NANA 

Duermi nenín, qu’hai priesa
duermi, puvisa, duerme-ty tú
que la fuguera nun cal.lenta
duermi que muerre la l.luz.
Ea ea ea
Ea ea ea
 
Duermi nun tapín de fuechas
duermi nuna nuble azul
sos cumu la riesa l’augua
duermi y’abraza la mar.
Ea ea ea
Ea ea ea
 
Duermi l.larima de l.luna
duermi ximielgu del sol
que nel reló díu la una
duermi que’l gal.lu cantóu.
Ea ea ea
Ea ea ea

(Inédito)

NANA 

Duérmete niño, que hay prisa
duerme, povisa, duérmete tú
que la hoguera no calienta
duerme que muere la luz.
Ea ea ea
Ea ea ea
 
Duérmete en un lecho de hojas
duérmete en una nube azul
eres como la risa del agua
duerme y abraza la mar.
Ea ea ea
Ea ea ea
 
Duérmete lágrima de luna
Duérmete hermanito del sol
que en el reloj dio la una
duerme que el gallo cantó.
Ea ea ea
Ea ea ea
 
 
 

 


Publicado en Clarín. Revista de nueva literatura, nº 107, septiembre-octubre 2013


PEDRU PEREIRA: «SOLEDÁ»

 

 

 

 

 


alt

Estadística de La Regla [de Perandones]

alt

Impreso que se publicó en 1935

Este es otro de los poemas escrito en asturiano por el sacerdote don José María Menéndez y Meléndez de Arvas que se leyó en 1935 en una velada literaria-musical en el “Círculo Cultural y Recreo” del pueblo de La Riegla de Parandones. En este caso, don José hace un repaso de todas las casas del pueblo, barrio a barrio, mencionando el oficio de su propietario y a veces alguna característica destacada de la casa.

La mayor parte de los nombres de las casas de La Riegla de Parandones en 1935 son los mismos que existen hoy. ENLACE recomendado: Casas de la parroquia de La Riela de Parandones.

 

 

ESTADÍSTICA DE LA REGLA
¿Quiréis saber lus vicinus
qui vivin nesti chugar,
cun lus uficius ya nombris?
Pues us lus voy a nombrar.
 
Abiliu ye algu truiteiru;
mindiga, la Cirvicera;
Churianón fuy sirrador
ya Mirijilda una ubrera.
In il barriu qui numbrei,
chaman di “Las cuatru callis”,
achí vivi il Sr. Maestru,
nun fai falta más ditallis.
Diciendu las prufisionis
cumu si fosi istadista
ya lus barrius in qui vivin
pa así cumplitar la lista.
 
Solu quedan sin numbrar
di aquel barriu maravilla,
Liunardu il di Wideru
ya Ramona di Castilla.
Tamién tinemus muy cerca
a Balbina de Martimplau:
ye viuda, labradora,
ya vivi in plan disahogáu.
N’il barriu di La Cantera,
donde impieza il Cascarín,
vivi Antón il di Rusendu,
la Pilar ya Xuan di Pin.
Ramona ta muy bien puesta
ya Liunardu, un richachón,
qui risidi nun chalet
prupiedá di Barreirón.
Tamién vivi achí Cacholu,
esi ye todu un siñor,
tien una casa muy guapa
qui parez un mirador.
Esti Xuan ye un bon cantor
ya trabaya in la madera,
Rusendu, in il sou uficiu,
ya Pilar ye panadera.
Vamus ahora a la Plaza
(qui poucus pasan di tres)
la dil Tesu ya Dunisiu,
Faustu, D. Julián ya Andrés.
Outra casa qui hay parriba,
qui la cerca un paridón,
ya tou lu di la rudonda,
ye di Pepi il di Manón.
In il barriu qui lu sigui,
qui tien ispeutu di villa,
ta Primitiva ya Jisusa,
ya unu qui i chaman Castilla.
La dil Tesu, cucinera;
Dunisiu, iscilenti gaiteru;
ou pudiera dicir xastri,
qui esu fui lu primeru.
Esi, cuandu fuy alcaldi,
in tiempu la dictadura,
trabayou bien pur la Riegla
ya la puxu a gran altura.
Las dos primeras, ubreras,
ya Castilla, jurnaleru
cumu unu qui ta al chau di arriba
cunucíu pur il Mineru.
Ya Faustu, esi gran siñor,
sin qui lu mulesti estu,
tengu pa mi di qui vivi
a cuenta dil prisupuestu.
Quédanus il barriu dil Santu,
todavía sin cuntar,
peru cumu ye piquenu,
poucu vamus a tardar.
Nil picu dil Gurugú
ta Girardu, cumu quier
trabaya bien di ibanista
ya tien fíus ya muyer.
Fuertis il di D. Julián,
bachiller ya partidor;
ya il di Andrés, cumu sabéis,
ye un hacindáu labrador.
Achí tan lus dos Albinus
ya Pepi il di la Payara,
qui casi forman lus tres
la metá di la barriada.
Petra, casi vivi sola
dibaxu di un gran castañu,
dondi apenas entra il sol
quinci días in tou l’añu.
Ya ahora nombru you a unu,
pur si dispueis nun mi alcuerdu,
qui vivi in casa la Xipla,
cunucíu pur Xuan di Cuevu.
Un Albinu, cumircianti,
ya il outru gran uservador,
ya Pepi il di la Payara
tien il uficiu di cantor.
Antis yera panadera,
¡ta la probi adilacada!,
pudiendu casi dicisi
qui nun si didica a nada.
Ya esti Xuan que ahora dixi,
carpinteiru di lu mijor,
qui gana bonus jurnalis
a costa dil sou sudor.
Ya ahora pa dar cumpletu
ya il trabayu dispacháu
vou cetar al Sr. Cura,
Duloris ya lus di Amau.
Lus qui tan na Puerta dil Sol
vou dicibus lus qui son:
il Rilujeru ya Chapas,
il Gallegu ya Antunón.
N’il barriu “Las cuatru callis”,
in dondi vivi Manuel,
tien di pur frenti a Manolu
ya a Tiresa la di Miguel.
Estus, lus tres vivin bien,
manijandu una piseta.
Ya ahora voumi, siñoris;
ya istá la lista cumpleta.
Pacu dasi a lus rilosis,
ya Chapas a lus caldeirus;
il Gallegu anda al brixel,
ya Antunón cun parideirus.
Il Manolu qui numbrei,
ya qui tous cunucéis bien,
tien más dineiru qui pesa
(nin él sabi lu qui tien).
Quei ¿gustoubus el miou discursu?
¿Gustoubus il miou trabayu?
Pues impizai a aplaudir,
purqui marchu cumu un rayu.
Na calli di Arrastraculos,
baxandu pul calión,
ta Abiliu, la Cirvicera,
la Mirija ya Churianón.
Manuel tamién ta muy ricu,
ya Tiresa, si non tantu,
vivi cumu una marquesa
cun las rentas ya il istancu.

FIN

ESTHER
[seudónimo de José Mª Menéndez y
Meléndez de Arvas]