Besullo acunó a la primera farmacéutica de España (1900)
A finales del siglo XIX la universidad española producía 268 títulos de licenciados en Farmacia y la presencia femenina era aún insignificante. Así estaban las cosas cuando en Besullo, mitad de los habitantes protestantes y la otra mitad católicos, unas familias, deciden que sus hijas no tienen que seguir la rutina de horno-fuente-lavadero para relacionarse. Que pueden entrar como obreras en los talleres y en las fábricas, e incluso dirigirlas. Que, como decían entonces, «educar a la mujer es sembrar el árbol de la felicidad del hombre», pero tienen que salir de un pueblo aislado y conseguir el derecho de instruirse y de llegar a la Universidad, la que quiera, la que se sienta capacitada.
Y de Besullo era Antonio Rodríguez, protestante, con dos hijas suficientemente capacitadas para estudiar. Una de ellas, Marina Rodríguez, realizó el Bachiller en el Instituto de Guipuzcoa el 27 de junio de 1896, con la calificación de Aprobado. De la segunda hablaremos en otra ocasión.
Marina eligió entonces la carrera de Farmacia, pero tuvo que vencer las trabas, entre otras, que la Universidad de Valladolid puso por el hecho de que la Fe de Bautismo no estaba firmada por un sacerdote sino por un pastor protestante, considerándola ilegal. Contra viento y marea, realizó el último curso de carrera ya como alumna oficial de la Universidad Central de Madrid donde finalmente consigue el Grado de licenciado en Farmacia, el 13 de octubre de 1900. Años después Marina Rodríguez se dedicaría a la docencia.
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