Concentración parcelaria en La Barguera (Cangas del Narcea)

Irrondo de Besullo, Cangas del Narcea

Dice D. Joaquín Arce, Director General de Política Forestal y Montes del Principado de Asturias, que la concentración parcelaria de la zona de La Barguera, que abarca las aldeas de Sanabuega, Posada, Cerecedo, San Romano e Irrondo de Besullo, en la montaña de Cangas del Narcea, «no es la solución» a los problemas de subdesarrollo y despoblación endémicos por estos lares. Lo dice y no sé qué cara pone, porque me lo dice por teléfono, claro, porque está demasiado ocupado como para recibir a la comisión de vecinos que queremos entrevistarnos con él. Pero vamos que, por el tono de su voz, parece entre cansado y aburrido. Muy cansado no estaría, porque acababa de llegar de vacaciones, así que deduzco amargamente que es aburrimiento. Pero ¿por qué, oh dioses, otra vez un político aburrido de su trabajo? El caso es que suelta que esa intervención no es la solución para la zona aunque, confiesa, nunca ha estado aquí. Cordialmente le invito a pasar un día aquí, a comer con nosotros y contemplar lo que nos da la vida y lo que nos mata, y le reitero desde aquí la invitación, para que vea los montes abandonados, faltos de producción y cuidados, pasto de las llamas año tras año; las fincas minúsculas, gran parte de ellas o abandonadas o casi, porque los ganaderos prefieren tomar a renta grandes pastizales en los pueblos donde sí se ha hecho la concentración parcelaria, para recolectar hierba para el invierno y para apacentar los ganados.

En estas tierrinas difícilmente entra una máquina para cultivarlas, y el ganado acaba enseguida con el pasto. Vale, el Sr. Arce tal vez considere que estas tierras no están hechas para ser cultivadas con máquinas, sino a mano, y probablemente entienda que la idiosincrasia de esta zona es de economía de supervivencia, una familia con tres o cuatro vacas, unas gallinas, unos cerdos, un huertín y poco más. Como antes. Y a cagar al corral, que si tienes un váter igual me contaminas el río, o algo. Pero los impuestos los de ahora, eso sí. Pagar para que él tenga buenas calles en Oviedo, y buen aire acondicionado en su despacho de la planta que sea en el edificiote de las consejerías, que ése sí que es súper-ecológico. Y aquí, a comer no más que berzas y toucín, y las mujeres a parir en casa, como puedan, como siempre; y los hombres a cavar con azadas y a trabajar de sol a sol; y las vacas a tirar del arado, que los tractores contaminan, no como los Alsa del año catapún que hacen la línea Oviedo-Cangas del Narcea, que también son súper-ecológicos; y si, al final del día de trabajo, unos lobos te comen una cría, pues a aguantarse, que aquí los que sobramos somos nosotros.

Y digo yo: si aquí llevamos siglos viviendo de la gestión de la naturaleza, y allí se la han cargado para hacer ese conato de mega-ciudad que es Oviedo, ¿no deberían aplicarse las medidas de protección de la naturaleza a Oviedo, y no a La Barguera? ¿No debería poblarse de lobos la Tenderina, o la plaza de la Escandalera, o el Cristo y no estas montañas, donde ya hay tantos que no tienen qué comer en el monte y bajan a comernos el ganado a la puerta de nuestras casas?

Luego está el asunto del fuego. Todos los años los montes de La Barguera arden por los cuatro costados. Y es porque no están aprovechados, porque lo que no produce no se cuida, y no puede producir a menos que se redistribuya la propiedad de manera rentable, es decir, que se concentre. Para el señor Arce, esto es un delito y una manía nuestra –lo de prender fuego a los montes. Pero igual no sabe que el lobo no duerme en el suelo quemado, y que toda la maleza de años sin desbrozar ampara al asesino (porque el lobo no sólo mata para comer, mata por el placer de matar). Sólo es maleza, no hay nada productivo, el que quiera que venga a verlo, ni siquiera hay paisaje, y supone la diferencia entre acabar el año con tres o cuatro terneros más o menos. A mí no me gusta el fuego, como a muchos de mis vecinos, pero a estas alturas ya lo entiendo. Donde ha habido fuego no habrá lobos.

Interpreta D. Joaquín que le amenazo con que si no se lleva a cabo la concentración parcelaria vamos a quemar todo, y me dice que no se puede condicionar una actuación administrativa (la concentración) por la amenaza de la comisión de un delito (el fuego), ahora parece que ya se ha despertado, y no entiendo por qué está tan a la defensiva. Aquí nadie amenaza, y menos yo, que soy un pobre diletante en estos asuntos de la defensa del bien común. Si lo único que queremos es optimizar el desarrollo y la productividad de nuestra zona, de manera ecológica y sostenible, eso sí. No somos tontos, llevamos generaciones viviendo en estos pueblos, creo que no lo hemos hecho tan mal llegando al siglo XXI con zonas todavía vírgenes. Si se repuebla forestalmente el monte para la explotación sostenible de la madera, y se mantiene limpio y desbrozado, se produce un rendimiento ecológico y el lobo se mantiene alejado. No pretendemos acabar con nada. Sólo aspiramos a que la gente no se vaya de su casa porque aquí sólo le espera un futuro la mar de incierto, que se pueda vivir en medio de la naturaleza, aprovechándola sin expoliarla, optimizando los escasos recursos de que disponemos y, eso sí, acordes con nuestro tiempo, no queremos vivir como hace siglos, ni ser un museo etnológico viviente para deleite de los turistas de lo ecológico.

En fin, que el Sr. Arce acaba rebajando el nivel del tema desde «la concentración parcelaria no es la solución» a «no es suficiente». Y ahí estamos de acuerdo. Sobre la base de una redistribución de la propiedad, condición sine qua non, hace falta una serie de actuaciones enfocadas al desarrollo ecológico de la ganadería y la agricultura, la apertura de vías de salida al mercado de los productos que se elaboren en la Asturias ecológica y la coordinación de los productores agro-ganaderos para la mejora de las condiciones de producción, de las infraestructuras y del rendimiento agrícola y ganadero. Y ahí es donde le pedimos al Sr. Director que dé la talla y que haga efectivo el lema de su campaña al Senado 2008: «LAS PERSONAS, PRIMERO». Veremos.

JULIO ROZAS BLANCO – Irrondo de Besullo – Cangas del Narcea
23 de julio de 2009
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