Planos de la iglesia vieja de la villa de Cangas del Narcea, 1642

Plantas de las iglesias vieja y nueva de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

En el mes de abril de 1642, gracias al pleito entablado con motivo del traslado de la parroquialidad de la vieja iglesia de Cangas del Narcea a la nueva construida con el dinero de don Fernando de Llano Valdés (Cangas de Tineo, 1575 – Madrid, 1639), el maestro de obras del templo nuevo, Diego Ibáñez Pacheco, levantó la planta, sección y alzados de aquella iglesia vieja de la parroquia de Cangas del Narcea.

Alzado exterior de la iglesia vieja de Cangas de Tineo que comprende una puerta lateral, portal, puerta principal y portal, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

Ibáñez Pacheco era natural de Noja, en Cantabria, y fue uno de los muchos canteros y maestros de obras de esa provincia que en los siglos XVII y XVIII trabajaron en Asturias y Galicia; morirá en Viveiro (Lugo) entre 1666 y 1668. Estos dibujos se conservan, junto al pleito, en el Archivo General de Simancas, Patronato Eclesiástico, legajo 253.

La iglesia vieja de la villa de Cangas del Narcea era un edificio humilde, de estilo románico tardío, que se había construido en el siglo XIII cuando se fundó la villa, a partir de la concesión de la carta puebla otorgada por el rey Alfonso X en 1255. Estaba situada en La Oliva, exactamente en el espacio que hoy está libre entre el palacio de los Omaña y la actual iglesia parroquial.

Sección de la iglesia vieja de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

Tenía tres ábsides: la capilla mayor dedicada a Santa María Magdalena y dos laterales con altares a San Bartolomé y San Miguel, y un pórtico a su alrededor. La fachada principal miraba al oeste, hacia el río, y la trasera daba a la calle de la Iglesia (actual Rafael Fernández Uría).

Alzado del campanario y trasera de la parte exterior de la iglesia vieja de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

 Era una iglesia de patronato real, en la que los señores de Cangas, sobre todo los Omaña, gozaban de unos privilegios que ellos mismos se habían otorgado. En 1642 se encontraba en un estado ruinoso y ese mismo año fue derruida. Para completar esta noticia véase en nuestra Biblioteca Canguesa el artículo de Javier González Santos: “La iglesia de Santa María Magdalena de Cangas del Narcea”.

Exposición dedicada a la obra de José Gómez del Collado (1910 – 1995)

El 19 de noviembre de 2010, se inauguraba en la Casa de Cultura «Palacio de Omaña», de Cangas del Narcea, una exposición dedicada a la obra del arquitecto cangués José Gómez del Collado (1910 – 1995), que se acompaña con un catálogo.

A continuación publicamos el texto que leyó en este acto José Ramón Puerto Álvarez, arquitecto y comisario de la exposición:

 

«Hoy es un día de celebración, de recuerdo y de reivindicación. Celebramos el centenario del nacimiento de un cangués que llevó a su pueblo, con su labor profesional, a donde quería verlo: a la modernidad, consiguiendo, poco a poco, sacarlo del siglo XIX.

Recordamos al arquitecto, pero también al hombre, al marido, al abuelo, al amigo, al conversador infatigable, a quien para celebrar el nacimiento de su hija, a la que también hoy recordamos, quiso construir, como no, el mayor volador que se había hecho hasta el momento (algo que hizo y que gracias a Dios le falló);a quien subía al Acebo y quemaba una muñeca buscando expiar los malos momentos del año; a quien disfrutaba en la Jira de Santana; al caballero siempre elegante; al que paseaba con una moto Harley Davidson por nuestras calles o al que condujo uno de los primeros coches descapotables que se vieron por la villa: su fantástico Renault Caravelle blanco, todo esto constituía una parte del mundo de José Gómez del Collado, Pepe Gómez para todos,… esto y mucho más.

Pepe Gómez en el Acebo tirando un volador antes de la quema de la muñeca

Inseparable de lo anterior e íntimamente ligado, hoy reivindicamos al creador, al arquitecto de febril imaginación y gran curiosidad, que aspiraba a poder hacer casas como coches y poder sustituir con un destornillador aquellas partes que el tiempo fuera deteriorando; el mismo al que se le llenaban los ojos de color y componía las fachadas de sus  proyectos recordando a Mondrian, a Jean Arp, a Ben Nicholson, a Miró; al arquitecto que nos sigue sorprendiendo con sus osadas estructuras, el que utilizó una fachada ventilada, algo muy de moda en la arquitectura actual, cuando no se conocía ni el término; el que no dudó en poner el mismo material en el barrio de El Fuejo y en su casa-estudio; el que hacía fachadas que eran aparatos de radio, o negocios que utilizaban la misma chapa que el tren TALGO. Pero también nos acordamos de quien en los años 60 se inventó artesanalmente una fotocopiadora de planos para poder tener un servicio que como muy cerca estaba en Oviedo, ¡con lo que era el viaje en esa época!; aún hoy vive gente que recuerda el olor a amoniaco que impregnaba el estudio…

Coincidió en el tiempo con otro cangués, con el que tenía parentesco, Ignacio Álvarez Castelao, que está reconocido, junto a Vaquero Palacios, como referencia indiscutible de la arquitectura moderna asturiana del siglo XX. Quizás la situación de aislamiento que nos ha tocado vivir entre estas bellas montañas haya sido la causa de que José Gómez del Collado no haya tenido el reconocimiento que merece. No hay ni un solo edificio suyo catalogado en el DOCOMOMO, que es la entidad que protege las mejores obras de este reciente periodo de arquitectura moderna. Esto es algo que debería intentar cambiarse en poco tiempo, ya que algunas de las mejores obras de Pepe Gómez han sido modificadas sin ningún rubor y con el beneplácito tanto de las autoridades municipales como de los representantes de Patrimonio; por poner un doloroso ejemplo, la torre de Navia, un excelente proyecto al que se ha vaciado su interior y modificado la fachada sin que haya pasado nada. Recordar que, a diferencia de arquitecturas de otros siglos, donde el tiempo muchas veces protege construcciones de ínfima calidad que por azar han tenido la suerte de llegar hasta nuestros días, la arquitectura moderna no tiene aún la pátina que el tiempo da, pero que una vez que se alteran o desaparecen algunas de esas obras sólo la fotografía o los planos nos permiten adivinar como fue, pero nunca vivirla.

Esta semana, durante el montaje de la exposición e incluso hoy, con ella abierta, gente que veía los paneles con determinadas imágenes de edificios, delante de los cuales pasan todos los días, no eran capaces de reconocerlos; debemos de mirar a nuestro alrededor con otros ojos y, en eso, Pepe Gómez era un maestro: nos enseñó que la chapa metálica, al igual que había hecho el genial arquitecto francés Jean Prouvé, puede ser un material dignísimo, y nos hizo ver como una sencilla malla de gallinero puede tener un tratamiento arquitectónico. Así lo demostró en el cerramiento del puente colgante, en el que exprimió las cualidades de un material de bajo coste, consiguiendo que fuera fácil de mantener y de sustituir, siendo además permeable al aire para evitar el efecto vela indeseado en una construcción de estas características. Recordar que este mismo material fue utilizado por el arquitecto Frank Gehry, el autor del Museo Guggenheim Bilbao, en su casa de Santa Mónica, California, pero nuestro arquitecto ya lo había colocado en su pasarela varios años antes.  

El origen de esta exposición es dar a conocer la figura y la obra de un creador; agrupar, ordenar y seleccionar sus mejores obras y mostrarlas al público que en una gran parte desconoce quien fue el autor. Sea el catálogo de esta exposición la primera de muchas publicaciones que analizarán en los próximos años la obra de quien hoy recordamos. Una historiadora del arte, Aida Puente Toraño, está, en la actualidad, realizando un estudio de los locales comerciales asturianos del periodo comprendido entre los años 50 y los 80 del siglo XX; hablándole de la singularidad de Pepe se animó a realizar una visita a Cangas del Narcea y tras ver varios de los establecimientos que siguen funcionando se declaró la fan número uno, pasando a incluir las obras que visitó en su trabajo de investigación que en un futuro próximo se publicará. Volviendo al catálogo de esta exposición, hacer en este mismo acto la entrega simbólica del primero de ellos a esta casa, a la Biblioteca Municipal de Cangas del Narcea, para que desde hoy tenga entre sus libros uno dedicado a José Gómez del Collado, Arquitecto.

 

Y ahora, agradecer, como no, la generosidad sin límite que ha mostrado la familia Gómez del Collado: gracias, Olga, por tus recuerdos compartidos, por tus fotos, por tus anécdotas; gracias a Kike y a Olga, los nietos de Pepe, por su apoyo y por permitirme revisar todo el archivo de su abuelo y descubrir, así, proyectos que no sabía que existían. Agradecer a la UNED la realización de una exposición sobre José Gómez del Collado para señalar el comienzo de su andadura en sus nuevas instalaciones, gracias por su apoyo material y real en el caso de Mercedes Pérez, su coordinadora local. Gracias a la empresa Hornasa, que nos han permitido con su ayuda económica, como patrocinador de la exposición, hacerla mucho más digna.

Retrato de José Gómez del Collado (1910-1995)

Dar también las gracias al Ayuntamiento de Cangas del Narcea por permitirnos usar la Casa de  Cultura, así como a todos aquellos que nos han permitido entrar en sus casas o en sus negocios y nos han dejado fotografiar los mismos; a los que han cedido piezas para la exposición: Morodo, Raúl Teimil, la propia familia Gómez del Collado. Gracias a la gente de mi estudio por las ganas que han puesto en que todo quedara perfecto, a Gil Menéndez Mathé, quien seguro que hoy estaría encantado de poder estar aquí, y con quien compartí un montón de horas en el estudio de La Cogolla  entre una montaña de papeles y polvo que poco a poco fuimos organizando y que hoy permite que la obra de Pepe Gómez se muestre de una manera medianamente ordenada. Agradeciéndoles a todos ustedes su presencia en este acto, llega el momento de ver la exposición, a la vez que brindamos por Pepe con una copa de vino de Cangas.»

Historia del molín de la villa de Cangas del Narcea

Depósito de agua y trasera del molín en 1903

La molienda de grano era la actividad industrial más importante de Asturias hasta mediados del siglo XIX. La harina era imprescindible para la elaboración del pan, que era el alimento básico de la mayor parte de la población. En consecuencia, el molino era la fábrica más abundante en el país, en muchos concejos la única. Los había de varias clases según el número de muelas que tuviesen y la propiedad. Los molinos más numerosos eran los de una muela que pertenecían y utilizaban varios campesinos, y aprovechaban regatos que a menudo en verano bajaban con tan poca agua que era imposible moler en ellos. Los otros molinos tenían dos, tres o cuatro muelas y eran propiedad de una sola persona que cobraba una maquila por moler. La maquila era un pago en especie o grano por el servicio que daba el molino.

El molín hacia 1935. Fotografía de Elisa Álvarez Castelao.

Estos molinos los atendía un molinero, que normalmente no era el propietario, y aprovechaban el agua de ríos, que desviaban con estacadas y presas. Los molinos de más de cuatro muelas eran muy raros en Asturias. Los dueños de estos molinos grandes siempre eran nobles, señores, monasterios o eclesiásticos, que obtenían de ellos un pingüe beneficio, debido a que sus molinos trabajaban durante todo el año y a los campesinos no les quedaba más remedio durante el estío que acudir a ellos para moler su grano. También había en Asturias, en los concejos de la costa, molinos de marea, que aprovechaban las subidas y bajadas del agua del mar, e incluso molinos de viento.

Localización del molín (letra F) en 1771 (detalle del dibujo de la villa de Cangas de Tineo)

En la villa de Cangas del Narcea, que tenía un territorio muy reducido (porque estaba rodeada por la parroquia de Entrambasaguas o Ambasaguas), solo había un molino, pero era un molino muy especial debido a su tamaño, sin duda uno de los más grandes que hubo nunca en Asturias. El molino estaba pegado al puente de piedra de Ambasaguas, a su derecha, entrando desde la calle de La Fuente, y funcionaba con el agua del río Luiña. En el dibujo de la villa de Cangas de 1771, que puede verse en el apartado de Mapas, planos y dibujos de la web del Tous pa Tous,  se ve perfectamente su localización: aparece identificado con la letra F. Su propietario era la casa de Omaña, uno de los linajes más poderosos de la villa en la Edad Media, que del mismo modo que había construido su palacio junto a la iglesia parroquial, que en aquel tiempo se consideraba un lugar preferente, también había obtenido la prebenda de construir y explotar un molino, que era, como ya dijimos, un negocio muy rentable.

Este molino aparece mencionado en el catastro del marqués de la Ensenada realizado en 1752, donde dice: “En la parroquia de esta villa, uno [molino] de quatro molares, sobre el río Naviego [o Luiña], que muele todo el año, trigo, centeno, mijo, maíz y panizo, propio de D. Arias de Omaña”. El molino fue reformado y ampliado unos años después, porque en 1771 en la cartela del dibujo de la villa mencionado aparece la siguiente información: “Molino de ocho ruedas de D. Joseph Omaña”. Es decir, entre 1752 y 1771 el molino duplicó el número de muelas, circunstancia que nos indica claramente que la población de Cangas había aumentado en ese periodo y con ella la producción de cereales y la necesidad de moler más grano. A mediados del siglo XIX volvemos a encontrar información de este molino en el Diccionario Geográfico-Histórico de España de Pascual Madoz (1845-1850), donde se lee que en Cangas del Narcea “existe un molino harinero con 8 muelas en continuo ejercicio”.

En los años ochenta del siglo XIX la casa de Omaña y parte de sus propiedades fueron adquiridas por Anselmo Gonzalez del Valle (La Habana, 1852 – Oviedo, 1911), rico propietario que tenía vínculos familiares con el concejo de Cangas del Narcea, y que invirtió mucho dinero en él con el fin de mejorar la situación económica de los vecinos. Sus mayores inversiones se destinaron a la viticultura y la vinicultura, y a él se deben cambios muy importantes relacionados con el viñedo y el vino de Cangas. El molino del puente de Ambasaguas también pasó a manos de González del Valle, que decidió construir un molino nuevo con todos los adelantos modernos. El nuevo se construyó muy cerca del viejo, del otro lado del puente, y reaprovechará la vieja presa que conducía el agua del río Luiña.

En la fotografía de J. M. Cordeiro de la villa de Cangas del Narcea en 1884 se ven el molino viejo, pegado al puente de piedra de Ambasaguas, y el molino nuevo pintado de blanco y recién inaugurado.

El nuevo molino se inauguró en el mes de noviembre de 1884. Tenía tres muelas: una francesa y dos españolas, que molían más rápido y mejor que las antiguas, y otras innovaciones, como un ventilador para limpiar el grano movido por un rodezno hidráulico. La noticia sobre este molino, que es el que todavía existe hoy junto al puente de piedra de Ambasaguas, la hemos tomado del periódico El Occidente de Asturias, de 11 de noviembre de 1884, y dice lo siguiente:

El día 5 del actual se inauguró el importante molino harinero, que, bajo la dirección del inteligente maestro D. Mariano Guerra, ha construido en esta villa nuestro particular amigo el Sr. D. Anselmo del Valle.  

El depósito de aguas contiene próximamente 929 metros cúbico y el salto es de 2,95 metros. Cinco tragaderos conducen las aguas a los canales en esta forma: una para la pesquera; otra para la rueda que imprime movimiento al ventilador, que despacha nueve fanegas [500 litros] por hora, desalojando la piedra, polvo y otros cuerpos extraños y dejando por consiguiente el grano perfectamente limpio; otra mueve una pareja de piedras francesas, sistema “Dordoña” clase superior, que muele cuatro fanegas [222 litros] por hora; y las otras  dos, a otras dos parejas de piedras españolas de las mejores clases.  

El estreno ha sido verdaderamente satisfactorio, porque, a pesar de ser bastante complicado el mecanismo, procedente de la acreditada fábrica del constructor Sr. Laurín, de León, funcionó sin el menor tropiezo.  

Por el mismo periódico sabemos que el Taller de Máquinas Agrícolas e Industriales de Alberto Laurín, de León, estaba especializado en “útiles para molinos harineros” y que la profesión del “maestro D. Mariano Guerra” era la de “maestro de molinos”. El redactor de la noticia se felicitaba por la obra “que reúne todas las condiciones en esta clase de artefactos, y que ha ser, al paso que de mucha utilidad para su dueño, de grandísima conveniencia para la población”.

Molín desde el puente de Ambasaguas, año 2009. Fotografía de Alberto Montes.

En los primeros años del siglo XX, este molino fue vendido a José María Díaz López “Penedela”, que unos años más tarde lo ampliará para convertirlo en una central hidroeléctrica.

En la actualidad, el molín del puente de Ambasaguas es, sin duda, uno de los edificios industriales más interesantes de la villa y del concejo. Es un edificio que hoy vemos viejo y en desuso, pero que en 1884 era una moderna fábrica de harina, que contribuyó a hacer más cómoda la vida de los cangueses.

El único habitante

En febrero de 2010, a punto de finalizar el invierno, nuestro socio y colaborador Enrique de Santulaya nos contaba como en la falda del Cueto de Arbas, frente a Brañas de Arriba, pasaba inadvertido nuestro protagonista, el único habitante del pueblo de Corros.

Ahora que las primeras nieves de un nuevo invierno acosan el lugar, nos ha venido a la memoria nuestro aislado vecino, Pepe, y para recordarle hemos recuperado un reportaje que emitió por aquellas fechas el programa ESPAÑA DIRECTO, de RTVE. Pepe, el único habitante de la aldea canguesa de Corros desde hace ya 26 ó 27 años vive en un aislamiento voluntario que no ha mermado en absoluto su humanidad. Desde aquí le deseamos a nuestro vecino, un feliz invierno y año nuevo 2011.

Ensalada de pimientos rojos asados y bonito

Foto del blog El Ágora de Ángeles

Esta ensalada la probé hace unos años en un restaurante de Cangas del Narcea, cuando trabajaba por aquellos lares. Siempre recordaré a todas mis compis dándole al pote de berzas y yo con la ensalada…(maldito colesterol) que sí, que estaba buenísima pero acabé con el estómago congelado, porque el invierno de Cangas es duro.

Necesitamos: pimientos rojos y conserva de bonito de buenísima calidad. Yo tenía un bote de conserva de bonito que no fue más que una prueba que hice en verano con un par de rodajas así que, de momento, no hay receta hasta que me afiance bien con la forma de hacerla.

Lavar los pimientos y ponerlos en una fuente de horno regados con aceite de oliva virgen y asarlos entre 45 y 60 minutos a máxima temperatura. Dejarlos enfriar un poco y pelarlos.

Ponemos en un plato los pimientos y un poquito de sal encima. Extendemos el bonito y regamos con el jugo de los pimientos, unas gotitas de aceite virgen extra y un poco de vinagre de Módena.

Receta publicada por Ángeles en su blog El Ágora de Ángeles

Parque Natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias

Este Parque Natural abarca buena parte de las montañas del sur de Cangas del Narcea, casi todo el concejo de Degaña y algunas áreas del concejo de Ibias. En su territorio se encuentran la Reserva Natural Integral de Muniellos y la Reserva Natural Parcial del Cueto de Árbas.

En el siguiente vídeo, perteneciente a la Mediateca de la Universidad de Oviedo, interviene D. Emilio González-Capitel Martínez, director-conservador del Parque.

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Los Dominicos y Corias: de la nostalgia a la responsabilidad

Por Fr. Javier Carballo, O. P. – Prior Provincial Provincia de España

Colegiales del convento de RR. PP. Dominicos de Corias, hacia 1925.

Corias tiene, desde hace 150 años, un lugar preferente en la historia de los dominicos en España. Después de la exclaustración de los frailes en 1835, casi todos se temían lo peor: la completa desaparición de la Orden en España. Fueron años muy difíciles para los frailes exclaustrados, obligados a vivir “como pez fuera del agua”, sin comunidad, sin oración litúrgica, sin misión común, sin hábito ni convento. Por ello, el 11 de noviembre de 1860 se vivió el sueño que parecía imposible al fundarse el convento de dominicos de Corias con 7 frailes. Este sería el comienzo de la restauración de la Orden dominicana en España.

La Orden dominicana que llega a Corias se instala en el monasterio benedictino, pero no es una Orden monástica. Es una Orden de Predicadores, fundamentalmente urbana, que desde el siglo XIII había estado vinculada a las grandes universidades europeas; y además es una Orden itinerante: los frailes se dedican a la predicación en diversos lugares, acudiendo a donde es urgente el anuncio del Evangelio. Las raíces del fraile itinerante no están en un lugar sino en Dios mismo.

Los comienzos de la vida dominicana en Corias se viven con una gran ilusión para llevar a cabo la empresa de refundar los distintos conventos de la Orden en España y poder realizar la misión evangelizadora y educativa propia de los dominicos. Pero la presencia en Corias no es una mera estrategia para ir después a otros lugares socialmente más poblados y culturalmente más influyentes, olvidándose del lugar que nos acoge como casa materna. Cuando los primeros frailes se instalan en Corias comienzan en seguida su ministerio de predicación por la zona de Cangas y por Asturias en general, dentro de lo que las circunstancias políticas y sociales entonces permitían. A su vez, echa a andar la Escuela Apostólica para formar a los niños y jóvenes con inquietud vocacional, y así poder refundar la Orden en España, y para poder seguir enviando frailes a las misiones de América y de Asia. Desde el rincón del apartado Corias se vivía una fuerte preocupación misionera universal.

Hay tres rasgos de la Orden que se pueden apreciar con nitidez en la historia de los dominicos en Corias. El primero es el profundo respeto de la Orden por la historia. Todavía se conservan en el convento las imágenes de la época benedictina del monasterio y un pequeño museo que guardaba algunas obras de arte. Hay instituciones, religiosas o civiles, que cuando llegan a un sitio hacen “tabla rasa” del pasado, retiran todos los símbolos o, lo que es peor, los destruyen, y colocan en su lugar los símbolos identitarios propios. No es el modo de actuar de nuestra Orden, que a menudo ha tratado de preservar el valor de las culturas y tradiciones autóctonas. Y ello, en el fondo, por una razón teológica que es la clave de la espiritualidad dominicana: la historia es el lugar de la encarnación de Dios en el mundo.

Vista general del monasterio y del pueblo de Corias, hacia 1930.

El segundo rasgo se refleja en que cuando la Orden llega a un lugar no lo hace como una mera estrategia sino que se implica con sus habitantes y entorno, y desarrolla allí la misión que le es propia. Por ello, la misión educativa y catequética en Corias se dirige posteriormente a los adolescentes y jóvenes con el Instituto Laboral. Son muchos los asturianos que se han formado en él. Las celebraciones que vamos a tener han sido en buena medida impulsadas por los exalumnos que siguen mostrando su agradecimiento a la labor educativa, humana y cristiana, de los dominicos. Nos honra que muchos de los alumnos de nuestros centros, y muchos de los que han sido frailes y posteriormente lo han dejado, sigan siendo amigos nuestros, se sientan parte de la tradición dominicana y colaboren con nosotros.

El tercer rasgo es que la Orden no vive de los recuerdos del pasado sino que trata de seguir haciendo el camino de la historia. Por eso, constantemente reflexionamos en común y tomamos decisiones de modo democrático en nuestros capítulos, para actualizar nuestra misión de predicación a las circunstancias del presente y tratamos de proyectar el futuro con los “imponderables” de cada época. No avanzaría la tradición dominicana si no buscáramos permanentemente actualizar nuestra misión. Por eso, desde hace unos años los frailes de la comunidad de Corias, además de atender pastoralmente la iglesia conventual de San Juan Bautista, también alientan y acompañan a algunas parroquias rurales, que gracias al servicio de los frailes pueden seguir celebrando la Eucaristía y recibiendo ayuda pastoral. Es una labor que no se ve, ni tiene mucha incidencia pública, pero es expresión clara de nuestro deseo de llevar el Evangelio por los caminos que en cada momento se nos abren.

No queremos hacer memoria envueltos en la nostalgia o en el triunfalismo. Queremos hacer memoria en sentido bíblico y evangélico. Lo que significa, ante todo, dar gracias a Dios por los frailes que hace 150 años fundaron el convento dominicano y trabajaron duro en medio de muchas dificultades; y darle gracias por todos y cada uno de los dominicos que en este convento han trabajado, orado, convivido y predicado. Lo que aquellos primeros frailes sembraron con sudor ha dado muchos frutos. Sólo en Asturias se pudieron fundar después las presencias dominicanas en Oviedo y La Felguera, que ejercen su misión hasta el día de hoy. También dar gracias a Dios, junto a todos vosotros, porque la labor educativa ha sido valiosa y positiva para muchas personas. A través de ella, el amor de Dios ha llegado al corazón de muchos y ha dado frutos de buenas obras. También hacemos memoria reconociendo que no hemos sido perfectos, que en muchas ocasiones nos habremos equivocado, y que necesitamos el perdón de Dios y el perdón de los demás. Para los que vivimos en la esperanza cristiana, ninguna realización humana histórica coincide plenamente con el Reino de Dios al que aspiramos. Por último, hacer memoria es actualizar en el presente todo el caudal de valores de la tradición dominicana que hemos heredado. Esta conmemoración, aunque nos permitamos algo de nostalgia, quiere ser, sobre todo, impulso para la responsabilidad en las labores educativas que cada uno tenemos. También para que los miembros de la amplia Familia Dominicana –de la que, por supuesto, formáis parte los amigos y exalumnos con vuestras familias- renovemos el espíritu para continuar el estilo dominicano de la predicación del Evangelio.

El libro del centenario de la llegada de los dominicos a Corias, 1860 – 1960

Cubierta de la iglesia del monasterio de Corias donde se ve la vieja linterna de madera, que será sustituida en 1960.

El próximo sábado, día 13 de noviembre de 2010, por la tarde, se va a celebrar el 150 aniversario de la llegada de los dominicos al monasterio de San Juan Bautista de Corias. Será una conmemoración sencilla que consistirá en una misa en Corias, unas conferencias en el Teatro Toreno y una cena. Hace cincuenta años, en 1960, también se celebró el primer centenario de la venida de los dominicos a Corias.

Comida de alumnos del Instituto Laboral de Corias durante una excursión, hacia 1962.

Fue una fiesta más celebrada que la que vamos a llevar a cabo este año, pues duró varios días y en ella participaron muchos dominicos, autoridades regionales y nacionales (en esos años visitó el convento Carmen Polo, la mujer del Jefe del Estado) y cientos de alumnos que en aquel tiempo estudiaban allí. Con ese motivo se publicó en 1961 un interesante libro, que lleva el título de Corias Centenario, 1860-1960, que a partir de ahora podrá consultarse en nuestra Biblioteca Digital. En esta publicación se recoge mucha información sobre la historia de los dominicos en Corias y también sobre sus antecesores: los monjes benedictinos.

Estudiantes y dominicos del convento de Corias, en Corias (Cangas del Narcea), 1943.

Vamos a comentar brevemente algunos de los contenidos del libro. En él puede leerse (páginas 52 a 55) un relato con todos los pormenores sobre la llegada de los dominicos a Corias en 1860, escrito por Fr. José María Larroca,

Obreros en los trabajos de reconstrucción de la cúpula de la iglesia del monasterio de Corias, 1960.

que fue uno de los primeros en ocupar el monasterio en aquel año, y un relato (páginas 41 a 49) de los actos conmemorativos del 50 aniversario que se celebraron en 1910, escrito por Fr. Antonio Martínez, en el que se glosa la vida de los siete frailes dominicos que fundaron en 1860 el convento de Corias, encabezados por Fr. Antonio Orge (1811-1867) y el citado padre Larroca (1813-1891), que fue el primer rector y que llegaría a ser General de la Orden en Roma. Otro artículo muy interesante del libro es el que escribe Fr. Alberto Colunga (1879-1962), dominico natural de Noreña que hizo el noviciado en Corias entre 1895 y 1900 y que era una autoridad en la Orden, que narra la vida del convento en sus años de estudio. Ocupa las páginas 101 a 108.

Vista del monasterio de Corias con la nueva linterna situada sobre la cúpula, 1960.

Alumnos del Instituto Laboral de los Dominicos de Corias comiendo durante una excursión, hacia 1960.

El convento de Corias es muy importante para la Orden Dominica, porque fue el primero que se fundó en España después de la exclaustración de 1835. En los primeros años, salieron de Corias algunos religiosos para Filipinas y otros para fundar el convento de Padrón (La Coruña) en 1877 y el de Caldas de Besaya (Cantabria) en 1897. Y estos tres conventos fueron la base para la Restauración de la Provincia Dominicana de España.

En el libro hay, asimismo,

Claustro nevado del convento de Corias hacia 1960.

una relación de los abades benedictinos

Cuatro dominicos del convento de Corias, hacia 1960.

del monasterio de Corias, desde el siglo XI a 1835, con una enumeración de fechas y acontecimientos memorables, y también de los rectores dominicos, de 1860 a 1960.

Por último, el libro se completa con el relato pormenorizado de todos los actos que se llevaron a cabo en noviembre de 1960 para celebrar el siglo de la presencia dominica en Corias. El alma de esta fiesta fue Fr. Jesús Martín Sánchez, rector en aquellas fechas del convento. Los actos duraron cuatro días, del 11 al 14 de noviembre, y su relato está entre las páginas 87 y 99.

Dominicos de Corias en el claustro del convento, delante de la araucaria, hacia 1962.

Fray Jesús Martín, rector de Corias (primero por la derecha), guía la visita de Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado, y su comitiva al convento de Corias, hacia 1960.

En 1960 el convento era Instituto Laboral desde hacia tres años. En 1957, la Escuela Apostólica, donde estudiaban el noviciado los dominicos, se trasladó a la Virgen del Camino de León. El Instituto, según se lee en el texto, respondía a “un nuevo apostolado exigido por una viva necesidad: elevar el nivel de toda la región, sobre todo de las clases humildes”. Desde esta fecha y hasta su cierre en 1981 el número de niños y jóvenes que pasaron por aquí fue enorme. Con este cambio de uso, el edificio tuvo que someterse a una reforma arquitectónica en los años 1959 y 1960, que dirigió el arquitecto José Gómez del Collado (Cangas del Narcea, 1910-1995).

Actuación musical de alumnos de Corias en el salón de actos del colegio, curso 1959-60.

La reforma incluyó edificaciones nuevas (como la ampliación del comedor) y la restauración de la iglesia, cuya cúpula se desmontó y reconstruyó íntegramente, añadiéndole una linterna nueva. En el libro se publican numerosas fotografías de todos estos trabajos. Al mismo Gómez del Collado se debió “la iniciativa y la realización” del libro que comentamos.

icon Corias Centenario, 1860-1960 (23.51 MB)

Dominicos Provincia de España – 150 años de la Restauración de la Provincia en Corias

Los días 13 y 14 de noviembre de 2010 los Dominicos de la Provincia de España celebraron los 150 años de la Restauración de la Provincia en Corias

Novicio del convento de los RR. PP. Dominicos de Corias con dos familiares, hacia 1920

En el siglo XIX se produce la máxima postración de la orden de Santo Domingo en España. La invasión francesa de 1808 supuso el saqueo, destrucción, robo de los conventos y expulsión y martirio de muchos de sus frailes. A pesar de la derrota napoleónica, la restauración de esta congregación religiosa no pudo ser completa. El trienio liberal de 1820 – 1823, con el proyecto de disolución de las órdenes religiosas, fue un obstáculo más. La política liberal antieclesiástica llegó a su punto culminante en los años 1835 – 1837 con la supresión de las comunidades religiosas y la incautación de sus bienes. Sólo quedó de los dominicos el convento de Ocaña como noviciado para las provincias ultramarinas.

La orden de Santo Domingo recibió del Estado en 1860 el monasterio de San Juan Bautista de Corias, que había pertenecido hasta la desamortización a los benedictinos. La razón ante el gobierno fue la necesidad de un colegio más para la formación de misioneros para Asia. La llegada de la orden a Corias fue el principio de la Restauración de la Provincia Dominicana de España. El padre Antonio Orge, Comisario Apostólico de los Dominicos en España, convocó a dominicos  exclaustrados que deseaban reanudar su vida religiosa y el 11 de noviembre de 1860 comenzó oficalmente a funcionar el convento y a recibir novicios que serían el futuro de la Provincia.

 
Sábado, 13 de noviembre de 2010
 
17:30 h.
Eucarístia
Iglesia de San Juan Bautista, en Corias
Preside: Fr. Javier Carballo, Prior Provincial.
 
19:00 h.
Acto Cultural
Teatro Toreno, en Cangas del Narcea 
 
Conferencia
Fr. Lázaro Sastre, O.P.
La Restauración de la Provincia en Corias
 
Testimonio
Fr. Jesús Martín, O.P.
La labor educativa dominicana en Corias

Domingo, 14 de noviembre de 2010

13:00 h.
Eucarístia
Iglesia de Santo Domingo, en Oviedo
Preside: Excmo. y Rvdmo. D. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo.