De un extremo a otro de España. Viaje al Sur por la Ruta de la Plata

Ruta Lagunas de Fasgueo (Valdeprado, León)

Saliendo de mi zona de confort en Cangas del Narcea, me apetece hacer una ruta larga que atraviese España de norte a sur. Esta vez no podrá acompañarme mi perrita Sena y tampoco podré describir todo lo que veo a mi paso, pues sería demasiado denso el artículo y demasiado largo. Es tan grande la historia y tan bonitos los paisajes de esta ruta, que solo podré concentrarme en detalles puntuales. Me concentraré en el sur, ese sur al que cantaba la italiana Rafaela Carrá con el estribillo: «para hacer bien el amor hay que venir al sur», y yo añadiría, que para vivir con alegría también hay que venir al sur, a disfrutar de esas noches claras y días azules que iluminan esa zona. En el sur, uno también se empapa de esa forma de ver la vida que tiene su gente, que celebra siempre que puede cualquier acontecimiento con alegría.

Sin más preámbulos, parto de Santa Eulalia, atravesando un pequeño túnel que orada las entrañas del puerto del Rañadoiro y sale al pueblo de Larón. Sigo esta sinuosa carretera y en Cerredo giro hacia la derecha, por la antigua carretera que llevaba el carbón de la mina Coto Cortés a la térmica de Anllares. Siguiendo esta carretera, a la altura de la Braña de Susañe dejo a mi derecha la espectacular ruta que lleva a la laguna de Fasgueo. Me sigo deslizando como una culebra por la carretera nacional que me comunica con la autovía denominada A6 a la altura de Bembibre. La llegada a esta autovía tranquiliza mi cuerpo, que está un poco alterado por el recorrido de montaña rusa que tenemos para salir de nuestra zona occidental asturiana.

Algo cambia cuando uno va en dirección hacia el sur. En este viaje cruzaré España de norte a sur y me concentraré en la provincia de Cádiz, más concretamente en la preciosa ciudad de Medina Sidonia. Desde aquí recorreré sus contornos, visitando los pueblos blancos de la sierra de Cádiz y parte de su costa.

Picos de Europa. Detalle: Puente de Cangas de Onís.

Todo este trayecto trascurre por la denominada Ruta Vía de la Plata, tantas veces transitada en la historia. Seguro que esta ruta mantiene en su esencia recuerdos de paisajes, conquistas, comercio, minería, arte, vida y muerte. Ruta de la Plata que vertebra todo el occidente peninsular (sur-norte, norte-sur). La actual autovía se desliza por este territorio interseccionando en muchos puntos  con la antigua calzada romana que unía Mérida con Astorga. Esto demuestra que esta comunicación siempre fue estratégica, desde los tiempos de Roma, para salvar grandes obstáculos naturales. Fue fundamental para el rápido movimiento de tropas, conquista territorial y control de materias primas. Vertebro desde épocas Romanas todo este eje occidental Cádiz (Gades), Sevilla (Híspalis), Mérida (Augusta Emérita), Cáceres (Castra Caecilia), León ( Legio VI y VII), Oviedo y Gijón. Esta ruta ha sido desde siempre un puente entre los continentes de Europa y África, y se podía añadir también el continente americano, ya que esta era la salida natural para comunicarse desde el interior de España con Sevilla y Cádiz, desde donde se embarcaba hacia América después del descubrimiento de Colón.

Sería demasiado denso enumerar los múltiples sucesos que acontecieron a lo largo de la historia por este camino o ruta por la que viajo, pero siendo asturiano y partiendo de la provincia donde se empezó la Reconquista, estoy obligado a rememorar tiempos convulsos. Iré fijándome en los lugares que significaron algo en el avance de los ejércitos cristianos, que necesitaron siete siglos para reconquistar estas tierras a los musulmanes.

Picos de Europa. Naranjo de Bulnes (Pico Urriellu)

También debo recordar la gesta  de aquel grupo de irreductibles que se opusieron en la batalla de Covadonga a una arrolladora fuerza musulmana, empezando el germen de la reconquista que duraría 770 años. Hay diferentes corrientes de como denominar este hecho, si batalla o si escaramuza. Fuera lo que fuera, con ese enfrentamiento por primera vez el ejército musulmán es vencido y tiene que retroceder. Covadonga es el lugar desde el que Pelayo dirigió la batalla contra los musulmanes que habían arruinado el reino visigodo. Fue el primer dique de contención que detuvo el avance musulmán, y esto fue antes que la notable batalla de Poitiers.

Ningún territorio ocupado por el Islam en los siglos VII y VIII fue capaz de expulsar a los invasores, excepto la península ibérica, y todo empezó aquí,  en Asturias. En una pequeña cueva del entorno de Cangas de Onís, D. Pelayo y un pequeño grupo de rebeldes se enfrentan a las tropas sarracenas, comandadas por Al Qama, en la denominada batalla de Covadonga, año 722. Pelayo infringe una completa derrota a los musulmanes, teniendo estos que retirarse como pudieron por los abruptos Picos de Europa, exponiéndose a todo género de emboscadas. Se cuenta que por Amuesa salieron a Cosgaya, y allí fue el remate final de las tropas que huían. El orgulloso ejército que quedaba de la batalla de Covadonga marchaba con el rabo entre las piernas y aquí terminó aniquilado por los asnos salvajes, como llamaron a aquellos asturianos las crónicas musulmanas. El General Al Qama y el obispo Oppas mueren en este episodio, más tarde Mumuza escapa de Gijón y también es sentenciado.

Plaza de España en Medina Sidonia (Cádiz)

Todo esto ocurrió entorno a un minúsculo núcleo de resistencia rural, que en aquel momento fue equivalente al enfrentamiento de Leónidas con sus 300 espartanos en la   batalla de las Termopilas;  pues estos asturianos también eran muy pocos y se enfrentaban a un poderoso poder invasor que se presentaba con una gran voluntad de dominación. No fue fácil la vida a partir de esta batalla. Desde ese mismo momento, este pequeño entorno de resistencia asturiana, fue año tras año defendiéndose de   las  denominadas aceifas musulmanas  que sembraban los campos de esclavitud y muerte, intentando doblegar esta incipiente resistencia Asturiana. Pero este pequeño reducto no solo consiguió sobrevivir, sino que fue minando este poder invasor durante 200 años, logrando desplazar las fronteras hacia el sur e  incorporando a los otros pueblos cristianos de la cornisa Cantábrica, repoblando las tierras llanas y  manteniendo a raya al enemigo musulmán.

Picos de Europa. Lago Enol, 1.070 m.

Con el último rey asturiano —Alfonso III–, la expansión del reino abarcaba ya desde el río Duero hasta el mar Cantábrico, desde las costas atlánticas de Galicia y Portugal hasta las sierras de Álava y Soria. Estos reyes astures se consideraban continuadores de los monarcas visigodos de Toledo y continuaron la recuperación de las tierras usurpadas por los musulmanes. Alfonso I, Alfonso II y los demás reyes asturianos, continuaron con mucho esfuerzo esta  reconquista; pero quien le dio un gran impulso fue Alfonso III el Magno, que infringió contundentes victorias al emirato cordobés expandiendo las fronteras cristianas. Llevó la frontera hasta el Duero, Coímbra, Zamora, Valladolid y tierra de Campos. Este rey emprendió una ambiciosa política de repoblación, consolidó la frontera sur del reino y las defensas de todo el territorio, fue un gran promotor de la cultura y de las artes,  también era un batallador incansable. Aquellos reyes se ponían al frente de las tropas que lideraban, vivían encima de un caballo y dentro de una armadura de malla, estaban siempre en  alerta a  cualquier incursión del enemigo por la frontera, y, cuando podían, avanzaban ellos incursionando la frontera enemiga. Una muestra de esto es una incursión, propia de una aventura excepcional, en la que Alfonso recorrió con su ejército asturiano la increíble distancia de 800 Km hacia el sur, empezando en León, desviándose hasta Toledo, para seguir hasta Zafra, siguió cabalgando y ondeo su bandera a poca distancia de Córdoba. Tenemos que imaginarnos como debían  de ser estas cabalgadas, vestidos con cotas de malla, sin aire acondicionado, con un peligro constante de ser atacados por estar en territorio enemigo y cabalgando nada menos que 800 km. Como para quejarme yo del viaje en mi coche con todas las comodidades actuales.

Grazalema (Cádiz).

Tras la primera batalla liderada por Pelayo en Covadonga, vinieron muchas más lideradas por los sucesivos reyes asturianos. Con el último de estos reyes, Alfonso III el Magno, se cumplen dos siglos de este episodio fundacional de Covadonga. En estos dos primeros siglos solo el reino cristiano de Asturias está resistiendo la embestida del islam y reivindicando la herencia de la corona goda. Los demás reinos vinieron después. En los siglos siguientes ocurrieron muchas cosas en España: la unificación de Castilla y Aragón, la toma de Granada, el descubrimiento de América, el siglo de Oro español, etc.; nada de todo esto ocurriría sin el esforzado impulso de aquel reino asturiano.

En el año 931 Ramiro II  se corona como rey de León y empieza otra etapa de la reconquista hacia el sur. Este rey continúa la expansión cristiana, siendo considerado un rey con mucho talento y energía. Sus enemigos musulmanes lo llamaban «el diablo» por lo feroz que era en el combate.

Esta ruta por la que transito hacia el sur, seguro que fue el primer teatro de operaciones del dominio musulmán entre los años 711 y 714. Del mismo modo que esta comunicación sirvió para los movimientos militares de los musulmanes en su invasión, también sirvió para las campañas de reconquista de los cristianos en su bajada desde el norte hacia el sur.

Con Fernando III se toma Mérida (1230), Zafra (1241) y Montemolín (1246). Con la ayuda de los caballeros de Santiago se toma Sevilla (1248) y finalmente Alfonso XI conquista Algeciras (1344), quedando todo este corredor occidental por donde discurre la vía Ruta de la Plata bajo el dominio cristiano.

Es increíble, a medida que avanzo por esta autovía y voy rememorando toda esta gesta, me imagino ver pasar hacia arriba apartándose de mi coche a los grandes ejércitos musulmanes, veo llanuras y tierras de color rojo en los taludes,—algún iluminado geólogo dirá que son arcillas con óxidos de hierro, tipo hematita, pero yo creo que es tierra normal que aún conserva parte de la sangre derramada en los siglos de enfrentamiento de esta reconquista hacia el sur–. Digo  sangre derramada, porque fue así, como muestra de esto se pueden recordar las cincuenta y seis campañas militares que dirigió Abi Amir Muhammad (más conocido como Almanzor) contra los reinos cristianos. Almanzor era conocido como uno de los caudillos más sádicos del Islam. Conquistó Zamora, y después de una gran matanza, entro en Córdoba con nueve mil cautivos que iban sujetos con cuerdas cada cincuenta hombres. Destruyó la ciudad de Santiago de Compostela, hizo añicos la ciudad de Barcelona, arrasó Pamplona y León. En Barcelona utilizó almajaneques (catapultas), con las que lanzaba cabezas de cristianos a un ritmo de mil por día contra la ciudad.  Después de traspasar los muros de resistencia, pasó a cuchillo a los hombres, esclavizó a las mujeres, a los niños, y, para finalizar, incendió todas las viviendas de la ciudad.

Almanzor nunca se atrevió a entrar en Asturias, anduvo arrasando los alrededores, pero procuraba no entrar en los intrincados valles asturianos, aquí sabía que las cosas se le podían poner mal. Bueno, esto último, una vez más lo recalco «porque me presta», como decimos por aquí. Estas invasiones no dejan dudas, no había bromas, o matabas o te mataban, te defendías o te eliminaban tu forma de vida. Algo raro está ocurriendo actualmente cuando en algunos círculos se está contando la historia del mundo con conceptos presentistas, trasformando la realidad de los hechos con criterios actuales. Lo que está claro, es que en aquella época, ninguna de las dos partes —tanto la cristiana como la musulmana–, andaban con florituras.

Ruinas romanas en Mérida (Badajoz).

Ya pasé Astorga y Salamanca de refilón, y viajo por la autovía A-66 dirección a Mérida. A la altura de Guijuelo me paro para desayunar. Este es un momento muy especial y lo hay que saborear con tiempo. Un buen café, acompañado de unas tostadas de pan con aceite y ese jamón que ofrecen por esta zona que es tan especial, yo diría que incluso es medicinal, deberían los médicos recetarlo para alegrar el día a la gente, y esto sería ideal pues entraría por la Seguridad Social y su precio saldría un poco más barato.

Sigo camino y me acerco a Mérida, patrimonio de la UNESCO. Aquí  no puedo entretenerme en historias, ya no lo hice en Astorga ni en Salamanca, pues sería larguísimo de contar. Mérida tiene más de 2000 años de antigüedad fue fundada por el emperador Octavio Augusto en el año 25 a. C. para acoger a los soldados que luchaban en el norte en las guerras Cántabras. ¡Qué manía tenían siempre todos los Imperios intentando someter a los que vivíamos en paz en nuestros verdes valles del norte!

Tumba de Cristóbal Colón en la Catedral de Sevilla (lado derecho del crucero).

Sigo la autovía en dirección a Sevilla, pero en este tramo tengo tiempo suficiente para rememorar en mi imaginación la definitiva batalla que marcó la aceleración de la decadencia musulmana y afianzó el triunfo de los reyes cristianos que consiguen controlar definitivamente los pasos de Castilla hacia Andalucía. Esta batalla es un punto de inflexión que neutralizó el peligro musulmán hacia España y hacia Europa.

La batalla ocurrió en Sierra Morena, en las inmediaciones de la localidad jienense de Santa Elena, la Batalla de las Navas de Tolosa. Aquí el ejércitos cristianos en el año 1212, infringieron un duro golpe al poder musulmán. Este enfrentamiento fue posiblemente el más numeroso librado hasta esa fecha en tierras españolas. Se considera que se enfrentaron cien mil musulmanes contra setenta mil cristianos. Hay que tener en cuenta que del lado cristiano participaban casi todos los reyes de España a los que se sumaban caballeros de León y Portugal. Algunos cruzados europeos se sumaron al principio pero, a la hora de la verdad, dejaron a los españoles solos ante el peligro. Bien…, pues en esta decisiva batalla, el ejército cristiano derrota al mayor ejercito musulmán que había aparecido hasta entonces en Europa. El enfrentamiento tuvo comienzos de fracaso para los cristianos, pero la carga de los tres reyes, el de Castilla, el de Aragón y el de Navarra, fue decisiva. Una vez más se ve como aquellos reyes se ponían al frente en los momentos críticos, arriesgando sus vidas. Como prueba ahí están las palabras que el rey Alfonso VIII le dice al arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, que estaba a su lado: «Arzobispo, vos y yo aquí muramos».  El rey Alfonso VIII se pone al frente de la caballería arrollando a las líneas moras. Posteriormente los cristianos traspasan las defensas musulmanas, creándose otros momentos decisivos para la batalla como la rotura de las cadenas que protegían al Miramamolín. La tradición dice que fue el rey Sancho VII de Navarra el primero en llegar y romper estas cadenas. El califa Muhammad  an –Nasir, conocido con el sobrenombre de Miramamolín, derrotado, se dice que huyó a toda prisa a lomos de lo primero que encontró, que era un burro. ¡Qué gente!, ¡qué personajes!; miremos hoy a nuestro alrededor e intentemos ver algún líder que exponga su vida con tanta decisión para  un bien común como lo hacía aquella gente, no penséis más…, no los hay. Esta batalla de las Navas de Tolosa fue una de las más sangrientas de la Edad Media, se estima que murieron 20.000 árabes y 12.000 cristianos.

Medina Sidonia (Cádiz)

Sigo la ruta por esta autovía que me lleva hacia el sur, escucho música de Manu Chao, y al frente ya diviso Sevilla. Aquí no se puede pasar tangente a la ciudad, aquí hay que atravesarla y sería una aberración pasar de largo y no visitarla. Para contar su historia habría que escribir muchas páginas, pero no hace falta, sólo con visitar sus calles y monumentos, la historia se cuenta sola.

Empezaré visitando su catedral, me acerco y ya veo sus enormes proporciones. Se dice que ocupa una superficie de dos hectáreas. Esto le da título de estar entre las catedrales más grandes de la cristiandad. En su interior las dimensiones también son espectaculares, el retablo mayor está considerado como el más grande de la cristiandad. Enfrente de este retablo uno se da cuenta que no se escatimó en nada, aquí todo fue hecho a lo grande. Viendo todo esto, me imagino el esfuerzo técnico y económico que se tuvo que hacer para conseguir esta belleza arquitectónica. Sigo disfrutando de todo lo que me ofrece y de repente veo un cortejo fúnebre de reyes que llevan al hombro un féretro que porta un personaje ilustre, cuando me acerco, veo que este personaje es ni más ni menos que Cristóbal Colón, Almirante del Mar Océano, descubridor del nuevo mundo y uno de los mejores marinos de su época. Un sevillano que encuentro me dice que estos restos fueron traídos de Cuba por el Ayuntamiento de Sevilla. Posteriormente estos restos fueron reclamados por el país caribeño, y se dice que Alfonso XII envió a Cuba una tumba muy recargada de florituras con los huesos de un perro mastín en su interior. Escucho el cuento y lo tomo con reservas. Evidentemente, Colón se quedó aquí en esta catedral, y hoy se puede visitar su espectacular mausoleo, que está cargado de una gran simbología.

Réplica de la Nao Victoria en el Guadalquivir. Detalle: mestizaje en la América española.

No me muevo ni unos pasos y veo una placa conmemorativa y una nota explicativa que dice:

«El 10 de agosto de 1519, se anunció en esta ciudad la partida de una expedición  formada por cinco barcos y 234 tripulantes, organizada y dirigida por Hernando de Magallanes. El 8 de septiembre de 1522 ancló en el mismo lugar de la partida, la nao Victoria en la que los 18 supervivientes habían completado, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano, la primera vuelta al mundo.
En Acción  de Gracias, acudieron a orar ante esta imagen de Santa María de la Antigua, que entonces estaba donde hoy vemos la reja y donde se sitúa esta placa conmemorativa de aquella hazaña

Estoy encantado, está claro que esta ciudad no me va a dejar indiferente. Bajo desde Asturias rememorando la reconquista y aquí todo me traslada a una aventura aún mayor, el descubrimiento del nuevo mundo. Cada paso que sigo dando por esta ciudad, está lleno de información de lo que fue esta aventura. Queda claro que Sevilla fue con el descubrimiento del nuevo mundo la ciudad más cosmopolita de aquella época y muchos de sus edificios así lo indican.

Playa de Bolonia (Tarifa, Cádiz)

Salgo de la catedral y doblando la esquina aparece la torre campanario de esta catedral, «La Giralda», este emblemático edificio de unos 800 años de antigüedad ha resistido conquistas, guerras, revoluciones y hasta terremotos. Ideada por musulmanes y reformada por cristianos, conserva la huella de ambas civilizaciones. Hago una pequeña visita a su campanario desde donde disfruto de  una panorámica de 360 grados de la ciudad de Sevilla. Abajo también veo calles llenas de bullicio y de un gran ambiente.

Salgo a la calle y rápido veo el edificio que contiene el Archivo General de Indias. Este edificio centraliza toda la documentación referente a la administración de los territorios del nuevo mundo, tiene una riqueza documental descomunal y es patrimonio de la humanidad. Conserva unos 43.000 legajos, que suman aproximadamente 80 millones de páginas y 8.000 mapas con dibujos de todo tipo. Muchos de estos mapas, sitúan geográficamente el mundo con el que chocaron aquellas carabelas en su ruta hacia las Indias.

Plaza de España en Sevilla.

Todo este contorno de la catedral no deja de contar historias, sigo andando y paso al lado de lo que fue la Casa de la Contratación de Sevilla. Este era un organismo creado por la monarquía española en 1503, para regular el comercio y la navegación entre España y América; tenía la función de dotar a los navegantes de los instrumentos necesarios y recoger de los mismos toda la información que tenían de las tierras que iban descubriendo. Esta información se iba plasmando en cartas geográficas. Los funcionarios de esta casa aparejaban las flotas, compraban mercancías, daban instrucciones a los navíos, fomentaban el trato con las Indias, estaban atentos a las necesidades de Ultramar y cuidaban el registro de todas las embarcaciones. Como se puede ver, esto en aquellos tiempos ya era un sistema de organización perfecto.

Un sevillano que me ve tan interesado en estas cosas, me dice algo inesperado, me dice que había una universidad donde se formaban a los pilotos que surcaban los mares, me da instrucciones y me dirige hacia el Palacio de San Telmo.

De nuevo me veo enfrente de un espectacular edificio que hoy es sede presidencial de la Junta de Andalucía. Este edificio barroco con cuatro torres, capilla y jardines, fue construido por orden real para formar a nuevos pilotos en el arte de la navegación. Aquí aprendían todo tipo de disciplinas relacionadas con la navegación: matemáticas, cosmografía, artillería, maniobras de navegación, dibujo, uso de instrumentos de navegación, uso de cartas de navegación, etc. Los alumnos adquirían estos conocimientos teóricos y posteriormente embarcaban en los navíos que surcaban  las rutas americanas para completar su formación.

Toros bravos en Medina Sidonia (Cádiz).

De este instituto salieron capitanes y pilotos que participaron activamente en el tráfico  de la Carrera de Indias. Esto de la Carrera de Indias es otra historia impresionante, pero no la contaré pues se hace la visita eterna. Solo puntualizaré que esta Carrera de Indias estaba organizada con la precisión de un reloj suizo, y abarcaba un conjunto  de rutas que unían Castilla con sus virreinatos americanos. Esta comunicación funcionó a la perfección conectando personas, mercancías, dinero, objetos, información y cultura entre continentes.

Catedral de Sevilla, templo católico de estilo gótico.

La flota de Indias por el Océano Atlántico se enlazaba con el Galeón de Manila, que conectaba Manila con Acapulco por el Océano Pacífico, cerrando un comercio global desde Sevilla o Cádiz hasta Asia, pasando por América. Esto, como dije, es otra historia impresionante que sería muy larga de contar. Solo añadiré que estos marinos españoles fueron los que hicieron la primera globalización del mundo. También añadiré que después de ver estos edificios que visito en la ciudad de Sevilla, donde se organizaba perfectamente con conocimiento, con rigor, con técnica la administración de este nuevo mundo,  llego a la conclusión de que alguien nos contó esta historia un poco distorsionada, dándonos una imagen de los españoles oscura y mal organizada, describiéndonos a los españoles de aquella época como personas incultas, impulsivas y violentas. Basta ver estas pruebas que encierran estos edificios sevillanos para contrarrestar esta maldita leyenda negra que nos persigue. Éramos los más punteros en organización y conocimiento de aquella época, teníamos la moneda más fuerte del mundo, el doblón de a ocho, moneda y patrón del comercio universal. Fuimos a América a hacer un Imperio generador, como decía el filósofo Gustavo Bueno, no como los ingleses que solo tenían una misión comercial, sometiendo y eliminando a sus pobladores, creando zonas sin mestizaje de ningún tipo. Como digo, alguien nos ha contado muy mal nuestra historia; o puede ser que esa historia fuera contada por otros que no debían de ser muy buenos amigos o tenían intereses ocultos para contarla así, tan distorsionada.

Es ya media mañana y apetece bajar paseando por las orillas del Guadalquivir. De repente me encuentro con la Torre del Oro y un barco de madera construido a escala natural de la nao Victoria. Una réplica a escala real de la nave que comandaba Juan Sebastián Elcano con la que concluyó la vuelta al mundo. Una vez más esta ciudad no quiere que disfrute el presente, me sigue trasladando a esa historia  que ahora me cuenta su caudaloso río, sus orillas todavía están llenas de grandes recuerdos, y el Guadalquivir los quiere contar. Me cuenta este río que antiguamente venían barcos y marineros que decían cosas impresionantes del nuevo mundo descubierto. Decían que había un Virreinato de la Nueva España que era la mayor potencia del mundo, su capital, Méjico, era una de las más grandes, más rica, más culta y más avanzada que había en América. Era superior a muchas naciones europeas y del resto del mundo. Esta entidad territorial tenía un comercio mundial que abarcaba desde Europa hasta las Islas Filipinas. Pero dice el Guadalquivir que antes de que llegaran los españoles, aquí había un imperio que le llamaban los aztecas, que sometía a sus vecinos de forma sanguinaria, haciendo  20.000 y 30.000 sacrificios humanos al año para sus dioses. Los nuestros cuando llegaron al mando de un tal Hernán Cortés, estaban acostumbrados a la violencia, pero cuando vieron estos rituales se asustaron mucho, decían que después de muertos, los cuerpos eran desmembrados, cocidos y comidos; las cabezas las llevaban  a un gran altar donde las colocaban. También me cuenta el Guadalquivir al pasar por Sevilla, que los españoles hace años descubrimos un nuevo mundo para la cultura occidental; que fuimos los primeros que circunnavegamos y dimos la vuelta al mundo descubriendo como era la forma de este planeta y como llegar a cualquier punto de él. Sigue contando este paseo sevillano que algunos de los nuestros que partieron de este río hacia ese mundo nuevo no se portaron muy bien, pero fueron una minoría, la gran mayoría hicieron cosas asombrosas, hicieron ciudades, palacios, monumentos, teatros, reales fábricas, factorías, fuertes, comunicaciones, astilleros y arsenales, casas de la moneda, acueductos, canales, hospitales, catedrales, iglesias, misiones, universidades, etc. Algunas de estas obras hoy son patrimonio de la humanidad. También crearon una población nueva, producto de mezclar este mundo de Sevilla y el que está al otro lado de este océano tan grande, y todos nos entendemos porque hablamos un mismo idioma. Se va callando el río con unas últimas palabras de pena, esa pena que a veces transmite el cante andaluz. Las palabras son de desolación, pues indican que otros que no fueron españoles, quisieron hacer lo mismo más al norte y eliminaron a todos los que vivían allí, acabaron con todos los indios y hoy en ese otro mundo no hay mestizos, no hay indios, sólo quedaron ellos.

Como no me fío de los recuerdos de un río, investigo y busco a alguien que los corrobore y si es posible que sea una persona objetiva, si puede ser que no sea un español. Encuentro a Charles Flectcher Lummis, periodista, historiador y escritor, formado en Harvard. Nacido en 1859 en Massachusetts. Este hombre observó lo que los españoles habían hecho en América y se esforzó en buscar la verdad rechazando las mentiras de la leyenda negra sobre la hispanidad. Lummis, como cualquier joven de su época, consideraba que los indios americanos eran sucios, salvajes y violentos (esto también nos lo quisieron dejar muy claro las películas de Hollywood). Cuando se trasladó como periodista a California y a Nuevo Méjico, se encuentra que los indios en esta zona eran educados, hospitalarios y hablaban español. El choque fue brutal. A partir de esta experiencia decidió conocer la verdad sobre la colonización española, alejándose de las falsas informaciones que le habían dado sus contemporáneos de esta conquista del nuevo mundo.

Escribe en 1823 su obra The Spanish Pioneers de donde sacaré algún fragmento de sus conclusiones:

Centro histórico de Tunja, municipio colombiano, capital del departamento de Boyacá, situado sobre la cordillera oriental de los Andes a 115 km al noreste de Bogotá.

«No se nos ha enseñado a apreciar lo asombroso que ha sido el que una nación mereciese una parte tan grande del honor de descubrir América. Sin embargo, cuando lo estudiamos a fondo es en extremo sorprendente. Jamestown, la primera población inglesa en la América del Norte no se fundó hasta el año 1607 y ya por aquel entonces estaban los españoles permanentemente establecidos en la Florida y Nuevo Méjico, y eran dueños absolutos de un vasto territorio más al sur. Habían ya descubierto, conquistado y casi colonizado la parte interior de América, desde el nordeste de Kansas, hasta Buenos Aires; desde el Atlántico hasta el Pacifico. Españoles fueron los primeros que vieron y sondearon el mayor de los golfos (Golfo de México), españoles los que descubrieron los dos ríos más caudalosos, españoles los primeros que supieron que había dos continentes en América , españoles los primeros que dieron la vuelta al mundo, y eran españoles los que se abrieron camino hasta las interiores reconditeces de nuestro país en las tierras que más al sur se hallaban, los que fundaron sus ciudades miles de millas tierra a dentro, mucho antes que el primer anglosajón desembarcase en nuestro suelo.

Cuando sepa el lector que el mejor libro de texto inglés, ni siquiera menciona el nombre del primer navegante que dio la vuelta al mundo, que fue un español y que el explorador que descubrió el Brasil otro español, el que descubrió California español también y los españoles que descubrieron y formaron colonias en lo que es ahora los Estados Unidos.

No solo fueron los españoles los primeros conquistadores del Nuevo Mundo y sus  primeros colonizadores, sino que también sus primeros civilizadores. Ellos construyen las primeras ciudades, abrieron las primera iglesias, escuelas y universidades, montaron las primeras imprentas y publicaron los primeros libros, escribieron los primeros diccionarios, historia y geografías, trajeron los primeros misioneros, y ya antes de que en Nueva Inglaterra hubiese un verdadero periódico ya ellos habían hecho un ensayo en México en el siglo XVII. Una de las cosas más asombrosas de los exploradores españoles casi tan notable como la misma exploración, es el espíritu humanitario progresivo que desde el principio hasta el fin caracterizó  a sus instituciones.

Zahora de la Sierra. Detalle: Olvera (Sierra de Cádiz)

Algunas historias que han perdurado, pintan a esa heroica nación como cruel para los indios, pero la verdad es que la conducta de España, en este particular debía de avergonzarnos;  la legislación española referente a las Indias, de todas partes es incomparablemente más extensa, más comprensiva, más sistemática, más humanitaria que la de Gran Bretaña, la de las colonias y la de los Estados Unidos, todas juntas. Aquellos primeros maestros enseñaron la lengua española y la religión cristiana a mil indígenas por cada uno de los que nosotros aleccionamos en el idioma y religión. Ha habido en América escuelas para indios desde el año 1524. Allá por 1575 casi un siglo antes de que hubiera imprenta en la América inglesa, se habían impreso en la ciudad de México muchos libros en doce dialectos indios y tres universidades españolas tenían casi un siglo de existencia cuando se fundó la de Harvard. Sorprende, por el número, la proporción de hombres educados en colegios que había entre los exploradores, la inteligencia y el heroísmo corrían parejos en los comienzos de la colonización del Nuevo Mundo

Yo añado a este pequeño extracto del libro  de Charles Fletcher una pequeña anotación para no olvidar. En 1584 los ingleses fracasaban estrepitosamente por dos veces al intentar organizar su primera colonia en América del Norte, en la isla de Roanoke. En esta fecha, hacia 81 años que los españoles habían fundado el primer hospital en América, el hospital de San Nicolás de Bari en Santo Domingo; Hacia 46 años que se había fundado la primera universidad en el convento de los Dominicos en Santo Domingo.

También podemos comparar fechas como el legendario viaje del Mayflower, el primer velero en el que los puritanos ingleses viajaban al Nuevo Mundo, viaje exaltado por Hollywood y mito de la conciencia colectiva anglosajona. Este viaje sucedía en el año 1620, nada menos que 128 años después del descubrimiento de América por los españoles; 98 años después de que Juan Sebastián Elcano, completara la vuelta al mundo. Podía seguir así, comparando fechas y logros, pero sería muy aburrido. Lo que deja claro toda esta historia es que los españoles en aquel momento estaban por encima de cualquier otra potencia del momento y también algo dirá para el humanismo que en las que eran colonias españolas hoy perdura un mestizaje mayoritario que no se ve precisamente en otros países  donde colonizaron otros. Es asombroso que un país con poca población, como era la española en aquellos tiempos, rodeado de enemigos, pudiera organizar algo tan grande y tener éxito. Una vez más todo esto me indica que esta historia negra nos la han contado mal o de forma interesada, y, por supuesto, tampoco hace falta contarla como historia rosa, basta ser objetivo y recabar como fueron realmente los acontecimientos.

Me doy cuenta que me estoy entreteniendo demasiado en cada lugar que visito y voy a dejar la mitad de Sevilla sin ver. Miro para el puente de Triana y no sé qué hacer, si ir a ver este barrio emblemático o ir hacia la Plaza de España, o también podría ir a comer los exquisitos platos que ofrecen por aquí. Mejor tomo la decisión de volver otro día para poder disfrutar de todo esto y me pongo rumbo a Cádiz, para llegar aún de día a Medina Sidonia.

De nuevo en la carretera dirección a la ciudad de Medina Sidonia. Aquí centraré mi estancia para visitar todos sus contornos. Este es un  enclave privilegiado por estar a 17 km de la costa, está muy bien comunicado con todo su contorno y se sitúa sobre la mayor elevación de todo el tercio occidental de la provincia de Cádiz. El punto más alto es el Cerro del Castillo, de unos 337 m. de altura.  Desde este punto se domina en un día claro vistas hacia Conil, Chiclana, San Fernando y Cádiz, esto le da el título de ser el Balcón de la Bahía de Cádiz. Pero también mira hacia la sierra, estando a pocos minutos de zonas emblemáticas como es el Parque Natural de los Alcornocales. Es una ciudad muy cuidada, galardonada con varios premios, como el de pueblo con más encanto de Andalucía en 2018, premio al embellecimiento de los pueblos andaluces y también ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural en el año 2001.

Medina Sidonia (Cádiz)

Recorro la autovía dejando a mi izquierda la laguna de Medina y un poco más adelante ya diviso Medina Sidonia, encaramándose por la montaña. Es indiscutible que pertenece a los pueblos blancos de Cádiz, tiene esa fisonomía que los caracteriza. Me desvío de la autovía (A-381) hacia mi derecha y me encamino a subir a esta población.

Medina Sidonia sumerge su historia hasta la edad del bronce, pasando sucesivamente por este enclave estratégico todo tipo de culturas: fenicios, romanos, visigodos, musulmanes, etc…. Alfonso X el Sabio, conquista esta ciudad el 22 de septiembre de 1264, pasando a ocupar en este momento la línea de frontera con el Reino Nazarí de Granada, pero yo aquí no me voy a entretener en contar los detalle como hice en Sevilla, llevaría mucho tiempo. Mejor contaré las maravillas actuales que ofrece esta ciudad y sus contornos, pero esto lo dejo para mañana pues estoy muy cansado del viaje.

El arco de la Pastora (siglo X) es una de las tres puertas del recinto amurallado del municipio de Medina Sidonia, (Cádiz).

Me levanto con energía nueva, me doy un desayuno en un establecimiento local que me impresiona con su oferta. Aquí no se andan con tonterías, me ponen un cafelito —como dicen por la zona– y lo acompañan de tostada de pan, aceite con tomate, lomo en manteca colorá, chicharrones, pringá y zurrapa. Increíble, después de esto será difícil que tenga ganas de comer a mediodía. Subo a la zona más alta de Medina, la zona del castillo y compruebo que sí, que desde aquí se ve la costa de la bahía de Cádiz, por lo tanto no me engañaron, esto es el balcón de la bahía. Me dejo caer por las calles empinadas de Medina visitando todo su casco histórico. Empiezo por la iglesia de Santa María la Mayor, la Coronada, sigo por el Arco de Belén, el museo etnográfico, el conjunto arqueológico romano y todo lo que vaya presentándose por delante. A la vez que visito todas estas zonas, paseo por sus calles estrechas y resplandecientes de color blanco, que dan alegría a esta mañana. Llego a la Plaza de España y es la hora de comer. Aunque desayuné muy bien, tengo que hacer un esfuerzo, pues dicen que por aquí se come muy bien y no lo puedo desaprovechar.

La iglesia de Santa María La Coronada en Medina Sidonia.

Pregunto en la calle que se puede comer en la zona y un vecino del pueblo me dice lo siguiente: «Quillo, aquí el monte se sienta a la mesa en forma de caza, de espárragos, de tagarninas, sin olvidar las carnes de vaca autóctona retinta y los excelentes pescados frescos de la cercana costa gaditana y de postres, no le digo más que está usted en la que fue la capital repostera del mundo Andalusí.» Le doy las gracias por el consejo a este señor y me voy más indeciso todavía, todo lo que dijo no lo puedo comer, es demasiado. Lo mejor es entrar en un local y que vayan poniendo.

¡Qué día estoy pasando por Medina!, es un día completo: historia, vistas, calles especiales, una gastronomía buenísima… y, por supuesto, me llama mucho la atención, una gente muy amable y acogedora que aún tienen la buena costumbre de saludar, aunque sea a un extraño. Desgraciadamente, estas buenas costumbres se están perdiendo en otros lugares que visito y es una pena. Desde el Parque el Caminillo veo esconderse el sol por las playas de Chiclana, y me dirijo a tomar unas copitas en la Plaza de España y a dormir. Mañana empezaré a visitar  otras zonas cercanas.

Playa La Barrosa en Chiclana (Cádiz)

Llevo varios días disfrutando del buen tiempo del sur en la provincia de Cádiz, he visitado todo lo que he podido cercano a mi cuartel general en Medina Sidonia, disfrutando de las playas de  Cádiz, de su mar color turquesa, de su comida, de los pueblos blancos y de la sierra. Para no extenderme, resumiré todo lo que visité partiendo de Medina Sidonia en varios días. Empecé por la costa en  la ciudad de Cádiz y fue una mañana muy agradable. Yo todavía no tuve la posibilidad de viajar a Cuba y visitar La Habana, y alguien me dijo que no me preocupara, que me viniera a Cádiz y estaría viendo La Habana. Me imagino que en la época colonial el desarrollo de la ciudad caribeña se hizo copiando planos de Cádiz. Bueno, como no estuve en Cuba, no puedo decir que se parecen, pero quien estuvo asegura que sus calles, edificios, plazas y el paseo marítimo se dan un aire, sobre todo este último, que parece un calco al malecón habanero. Todo esto debe de ser verdad, ya que algunas películas ambientadas en La Habana, han sido grabadas aquí en Cádiz.

En días sucesivos me bañé en las inmensas playas de Chiclana, tomando el sol en sus arenas doradas y blancas, en el Novo Sancti Petri, Roche… Visité las playas de Conil, y estuve en el Faro de Trafalgar, que esta bordeado por un paisaje espectacular de playas como la de Zahora o Los Caños de Meca, y, al fondo, hacia la tierra, se ve una densa naturaleza. Es el Parque Natural La Breña y Marismas del Barbate. Este parque remata su bosque en los acantilados que dan vista al Atlántico, en los días claros desde aquí se ve África. En este parque natural hice un recorrido por un paseo que va bordeando el mar, este paseo está dentro del parque natural y es una ruta que trascurre desde la playa de Hierbabuena en Barbate, hasta Caños de Meca, pasando por la Torre del Tajo.

Setenil de las Bodegas (Cádiz), forma parte de la ruta gaditana de los pueblos blancos.

Finalizo este recorrido costero en la mítica playa de Bolonia. Esta playa está situada junto a una villa costera de la época del imperio romano (ruinas de Baelo Claudia), que era en su tiempo uno de los centros comerciales romanos de la costa mediterránea. Este es un día especial, disfruto de una playa diferente, que además tiene algo de historia. Mañana visitaré Vejer de la Frontera, a 8 km de la playa El Palmar; este pueblo me dicen que es muy turístico y no puedo perdérmelo, también me acercaré a Barbate para comer un buen atún de almadraba.

No dejo de visitar el Parque Natural de los Alcornocales, este bosque de exuberante vegetación es un refugio de tranquilidad para mí. Paseando por sus senderos me entra la morriña, no me viene bien esta visita, los ríos y valles de los Alcornocales me recuerdan a Asturias y ya me empiezan a entrar ganas de volver.

Sigo visitando la montaña y me encuentro algunos de los 19 pueblos blancos de la sierra de Cádiz. Estos pueblos tienen una arquitectura muy singular que los diferencia. Normalmente, se divisan en el horizonte, resplandecientes, con sus casas blancas encaramándose por la colina. Sus calles son estrechas, con moderada pendiente; sus casas solariegas, con patios frescos y llenos de color. Todo se presenta con mucha limpieza, orden y colorido. Visité Arcos de la Frontera, El Bosque, Ubrique, Prado del Rey, Zahara de la Sierra, Algodonales, Olvera, Setenil de las Bodegas y no me dio tiempo a más.

El Sendero Torre del Tajo en el término municipal de Barbate (Cádiz).

Bajo de nuevo hacia la costa y me doy cuenta que dejé de visitar Jerez de la Frontera, que está a veinte minutos de Medina, pero esto lo dejo para otra vez que vuelva al sur. Utilizo el último día para despedirme del Atlántico, en los acantilados de Barbate, y giro la brújula para desandar el camino en dirección al norte, doy esta ruta por finalizada.

Ya subo de vuelta hacia el norte y una vez más me vienen a la mente la imagen de un numeroso ejército que me viene de frente, pasan los caballos rozándome el coche y siento el olor de los correajes de cuero que sujetan las sillas de montar. Esta vez son cristianos, me imagino a los soldados con un gesto encabronado, deseando toparse con los musulmanes para resarcirse de la aceifa musulmana del último verano.

Despedida del Océano Atlántico en la costa gaditana.

Paro a desayunar cerca de Mérida para saborear de nuevo ese jamón que se pega al plato y no se cae si se le da la vuelta. Siguiendo el viaje veo algún vestigio de toponimia árabe leyendo los carteles de los pueblos que paso: Alcuéscar, Fresno Alhándiga, Mozárbez, Miranda de Azán, etc. Va a ser verdad que los musulmanes estuvieron por aquí.

Me acerco al Puerto del Manzanal y todo el horizonte se me empieza a mover, ya unas montañas empiezan a cabalgar encima de otras y el suelo empieza a bailar. Dejo la uniformidad  de la autovía y en Bembibre retomo la carretera que de nuevo me lleva a casa. Esta vez voy por Caboalles, subo al Alto de la Collada (aquí recuerdo que tengo que hacer una ruta espectacular, que parte de este Collado a la Braña Buenverde). En Larón, vuelvo a sumergirme por el túnel que traspasa el Puerto del Rañadoiro y entro de lleno en la zona de Rengos. Esta es tierra conocida. Cruzo el puente de Santa Eulalia y escucho el murmullo del Narcea, ya sé que estoy de nuevo en casa. Esta ruta fue un poco intensa y cansada, así que para volver a normalizarme, mañana, tomaré un cacharro por Cangas.


De un extremo a otro de España


 

Cangas del Narcea: epítome de Asturias

JOSÉ MANUEL ECHEVER / Oviedo / 22/11/2019 

Pues eso, que esta semana en Asturias Paso a Paso nos dirigimos hacia Cangas del Narcea, el concejo más extenso de Asturias. Onofre Alonso nos propone la visita a una comarca con muchísimos lugares de interés. Por eso nos hemos hecho acompañar por Juaco López, director del Museo del Pueblo de Asturias, en Gijón. Nuestro invitado es natural de Cangas y, además, uno de los precursores del Tous pa Tous, Sociedad Canguesa de Amigos del País, dedicada a difundir información e historia de Cangas del Narcea.


AUDIO programa Asturias Paso a Paso – RADIO ASTURIAS (Cadena Ser)


Vista de Brañas de Arriba, en Cangas del Narcea / Cadena SER

A continuación van las soluciones a las pistas que te ofrecíamos.

Es un concejo situado en el interior de la región y tiene 823 km cuadrados. Tan extenso es, que en su interior cabrían los de Cangas de Onís, Siero, Cabrales y Mieres.

Tiene 12.500 habitantes, lo que lo sitúa en el puesto 14 entre los municipios más poblados de Asturias.

Limita con otros 5 concejos.

– NORTE: Tineo y Allande

– SUR: Degaña, Ibias y la comarca leonesa de Laciana

– ESTE: Somiedo

– NORESTE: Allande

Cueto de Arbas, pico más alto del concejo de Cangas del Narcea con 2007 m. / www.fuentesdelnarcea.org

El lugar más elevado de este concejo es el Cueto de Arbas de 2.007 metros de altura.

Estamos en el concejo de Asturias con más explotaciones de ganado bovino de Asturias (893). Esto se traduce en que es la que más cabezas de ganado vacuno tiene (25.255) y de las cuales 23.925 son de la raza autóctona «Asturiana de los Valles».

Este municipio tiene declaradas nada menos que 3 fiestas de Interés Turístico.

El Carmen, La Vendimia y La Magdalena

En una de estas fiestas se disparan unos 80.000 voladores en tan solo 6 minutos.

– La Descarga en las Fiestas del Carmen

En 2018 se le concedió a un pueblo de este concejo el galardón de Pueblo Ejemplar de Asturias.

Moal

Estamos en el concejo con el porcentaje de celiaquía más alto de toda España.

En este municipio podemos visitar, no solo el espacio más protegido y más extenso de todo el Principado, sino el robledal más grande de España y el mejor conservado de Europa.

Reserva Natural Integral de Muniellos

En un lugar de este concejo finalizó, en septiembre de 2019, una de las etapas de la Vuelta Ciclista a España.

Alto del Acebo

De aquí es oriundo un ilustre dramaturgo conocido como “El Solitario”. Estos paisajes fueron inspiración para algunas de sus obras más célebres, como «La casa de los siete balcones». Además, en su localidad natal existe un Centro de Interpretación que lleva su nombre, donde se puede conocer mucho más sobre su vida, obra y algunas otras peculiaridades de este pequeño pueblo de las montañas.

Alejandro CasonaBesullo

Estamos en Tierra de muchas cosas y entre otras de vinos; vinos con historia ya desde el siglo XI, con la fundación de un Monasterio en la zona que hoy en día es Parador Nacional de Turismo.

Vino de CangasMonasterio de Corias

En esta comarca existe una gran tradición alfarera. Las piezas realizadas, debido a su proceso de cocción tienen un acabado de color oscuro. Se conoce popularmente como cerámica negra.

Cerámica de Llamas del Mouro


Corros

Ruta por contorno de Corros

De nuevo me llama la montaña, así que aprovechando el buen tiempo preparo una ruta cercana a Cangas que me permita pasar un día especial, andando y saboreando los estupendos paisajes que nos ofrece este concejo.

Hoy escojo una ruta circular que me lleva por los contornos del pueblo de Corros, bordeando la falda del Cueto de Arbas.

Principio de ruta Pachalina-Miravalles-Villager

Principio de ruta Pachalina-Miravalles-Villager

En esta ruta me acompaño del Grupo de Montaña Piélago de Cangas del Narcea y una vez más intentaré destacar con fotografías los pequeños rincones que me ofrezca la ruta e iré recopilando también las pequeñas historias que surjan en el camino.

Parto de Santa Eulalia dirección al puerto de Leitariegos y en la zona denominada la Pachalina, me desvió de la carretera principal para empezar la ruta dirigiéndome a Miravalles. Empiezo a caminar y ya tengo de frente la sombra del Cueto de Arbas. Las vistas que veo al frente, me adelantan que la ruta va a ser emocionante, trasladándome a un entorno peculiar por la belleza de su paisaje natural.

Esta montaña del Cueto de Arbas de 2007 m. de altura, fue esculpida por el hielo, dejando heridas en sus laderas que recuerdan duros tiempos geológicos del pasado.

Vistas a la ruta contornos de Corros desde Brañas de Arriba

Vistas a la ruta contornos de Corros desde Brañas de Arriba

Este camino que ya empiezo a andar no posee grandes monumentos, ni arquitecturas sorprendentes. Se va hacia zonas humildes donde se pasaban inviernos muy duros y se hacían grandes esfuerzos para vivir en esta altitud tan exigente. Pero no nos engañemos, estas dificultades dieron gentes capaces de merecer hidalguías por ayudar a reinas que se encontraban en situaciones comprometidas; también dieron personajes carismáticos y tenaces que aún hoy marcan con tesón y fuerza la vida económica nacional e internacional.

En el pueblo de Trascastro nació Francisco Rodríguez García, este hombre convirtió una aventura empresarial láctea, en una referencia internacional con presencia en distintos países de Europa, de América y de Asia.

Monseñor Atilano Rodríguez, también nació en el pueblo de Trascastro y me imagino que algo tuvieron que ver estos lugares en su niñez, para que decidiera buscar las verdades teóricas de la fe en su vida. Hoy Monseñor Atilano Rodríguez <<desde este enlace se puede acceder a su biografía>> participa en las altas esferas de decisión dentro de la iglesia.

Corros

Corros

En el pueblo vecino del Puerto de Leitariegos nació José Cosmen Adelaida, probablemente el creador del mayor emporio societario que haya generado Asturias. <<Acceso desde este enlace al artículo De Leitariegos a China: los Cosmen, una dinastía empresarial centenaria>>.

Es curioso que en un contorno tan pequeño salga gente tan tenaz. Alguna influencia tuvo que tener nacer en un lugar tan lleno de contrastes, lleno de belleza, donde se alterna la luz clara del verano y la oscuridad de los fríos inviernos, todo esto acompañado de vez en cuando con una espesa niebla que ciega el horizonte y no deja ver más allá de un metro.

Sigo el camino pasando por los pueblos de Miravalles y Villager, llegando al pueblo de Trascastro. En este pueblo aún quedan construcciones de piedra bien tallada, con fachadas antiguas que permanecen puras y bien restauradas. Da la impresión que la modernidad mal entendida no llegó a este pueblo destrozando las construcciones antiguas, con materiales coloristas y poco naturales, aquí predomina en las construcciones la piedra natural y la losa en los tejados, esto es de agradecer.

Ladera hacia el Cueto del Fraile, Corros

Ladera hacia el Cueto del Fraile, Corros

Salgo del pueblo bajando hacia el río Naviego, donde paso el puente Siensecas que me comunica con la ladera que sube al pueblo de Corros; voy cogiendo altura y en el reguero de Porradiecho ya empiezo a introducirme en la vegetación de la zona. Este mundo en calma ya permite encontrarse con uno mismo a medida que se avanza por estos parajes silenciosos.

Dejo a mi izquierda el valle del rio Naviego y llego a la Peña de las Cruces, bastión o torre de entrada al pueblo de Corros. Un cartel de madera indica que este pueblo aún se mantiene vivo.

Río de Corros

Río de Corros

En este punto me encuentro con un ganadero que baja de ver las vacas del monte y atendiendo mi curiosidad, me explica algún secreto que desconozco de la zona. Me dice que debajo de esta peña de las Cruces hay una cueva que es propiedad particular de los osos para invernar. Me indica señalando hacia el monte del Gato, que este albergaba cantaderos de urogallos, aunque cree que actualmente con el cambio climático sería muy difícil dar con alguno.

Desde esta zona y mirando a la falda del Cueto de Arbas se ve perfectamente la pradería y las brañas de Villar de Arbas; este ganadero me dice que antiguamente el pueblo de Brañas de Arriba estaba situado en esta zona a la falda del Cueto, pero una tremenda avalancha de nieve arrasó el pueblo creando una gran mortandad. Tras ese desastre natural se decidió dejar abajo solo las brañas y colocar el pueblo donde está hoy, lejos de la amenaza del Cueto.

Pueblo de Corros

Pueblo de Corros

Dejo a este hombre que siga su camino y avanzo tomando una pequeña curva a la derecha del camino donde se presenta ante mí todo el espectáculo que vine buscando.

Empiezo por mi izquierda viendo el pueblo de Brañas de Arriba, el Puerto de Leitariegos, El Cueto de Arbas, las brañas de Villar de Arbas, el monte del Gato, el alto de Bustapiedra límite con León, el pronunciado valle erosivo del río de Corros, el Pico o Cueto del Fraile y en medio de todo esto, señoreando el contorno está el soleado y espectacular pueblo de Corros.

Andando por el pueblo, se absorbe con placer la silenciosa soledad de sus espacios sombríos y callados, espacios que en otros tiempos seguro que estuvieron repletos de vida.

Capilla de San Salvador de Corros

Capilla de San Salvador de Corros

Una capilla humilde y una piedra colocada en el camino que seguramente valía para jugar a los bolos, dejan intuir por un momento el calor y la vida que había en el pueblo en tiempos pasados, cuando todas las casas estaban habitadas.

Este pueblo vive enfrente del monte del Gato, zona protegida que hace de corredor de unión entre dos áreas de gran interés faunístico, el sur de Cangas del Narcea y la zona de Somiedo. Esto implica que todas las variedades de especies que se puedan encontrar en la mítica zona del Muniellos, también pueden tener presencia en este entorno del Cueto de Arbas, osos, lobos, rebecos, etc. La exuberante vegetación de este monte del Gato cobija y esconde toda esta fauna de las miradas fortuitas de los intrusos que se acercan a esta zona.

Monte del Gato

Monte del Gato

Esta fauna provocó ancestralmente una convivencia tensa entre el hombre y los depredadores que atentaban contra su única forma de vida que era la ganadería. El lobo por lo general era muy mal visto, este animal se consideraba dañino ya que atentaba con cierta frecuencia contra el ganado que subía al monte; sin embargo esas mismas personas tenían un cierto respeto por el oso, animal fuerte pero noble, capaz de provocar cierto miedo cuando se le ve, pero normalmente este animal es respetuoso con el hombre y con el ganado. Eso si las frutas y la miel lo superan y no se puede aguantar sin probar todo lo que ve y se le pone por delante. Todo esto lo cuenta mejor Pepe Santos el último vecino que vivió aquí solo muchos años y tuve el placer de conocer, lo cuenta en la web del Tous pa Tous en el siguiente enlace << Rutas, recorridos, lugares Pepe el de Corros>>

Llano de Cuesta Piedra (Chano de Custapiedra), zona donde nace el río de Corros

Llano de Cuesta Piedra (Chano de Custapiedra), zona donde nace el río de Corros

Desde este pueblo hay dos opciones de ruta, una para los más osados y aventureros subiendo cota hacia el nacimiento del rio de Corros en la zona de Custapiedra, siguiendo a Laguna Seca (chaguna seca), bordeando la falda del Pico de las Barrosas para seguir subiendo hacia el Pico del Fraile. Este es el punto más alto de la ruta y desde aquí se empieza a bajar hacia el Pico de la Corona, para unirse de nuevo con la ruta fácil a cotas inferiores, que parte del mismo pueblo de Corros por la ladera de la Corona en dirección al pueblo de Riomolín.

La mayoría del grupo opta por hacer la ruta corta y yo recorreré la que transcurre a cotas superiores en dirección al Pico del Fraile. Salgo por un camino que sube al llano de Cuesta Piedra o Custapiedra en dirección al nacimiento del río de Corros. Subo contemplando el pronunciado valle que esculpe el rio por mi izquierda y de repente se abre ante mí el que fue un pequeño circo de recepción glaciar. Aquí nace el río de Corros brotando de las entrañas de la tierra por pequeñas fisuras del terreno.

Laguna Seca (Chaguna seca) y el Cueto de Arbas

Laguna Seca (Chaguna seca) y el Cueto de Arbas

Este río empieza su andadura precipitándose con pequeñas cascadas desde gran altura para unirse al río Naviego que lo espera en su bajada desde las brañas de Villar de Arbas. Tras sumar los dos ríos sus caudales se dirigen aún impetuosos hacia el norte buscando zonas más tranquilas.

Sigo la ruta girando hacia la izquierda en dirección a la Camperona y llego al collado de Chaguna Seca (1639 m). Desde esta laguna y orientándome hacia el este veo la zona de Valdecuélebre y nace de nuevo imponente a la vista el Cueto de Arbas (2007 m), esta fotografía es obligada.

Giro 180 grados dirigiéndome hacia el oeste y empiezo a andar por la falda del pico de las Barrosas, bebiendo agua en la Fuente del Vaso que surge en el camino, en la caliza. Con esta agua cojo fuerzas para ascender al Cueto del Fraile o Pico del Fraile. Avanzando por la zona de la Chana (Chanada de la Fana), la retina ya va desnudando poco a poco la cima de este pico, hasta llegar a un montón de piedras que me sitúan a 1875 m de altura en el Pico del Fraile.

Zona de la Chana

Zona de la Chana

Desde este pico se dominan vistas hacia la zona de León, hacia la zona del Puerto de Leitariegos y hacia la zona de Chauchina donde nacen los ríos Narcea y Molino.

Desde este pico también se ve el Cueto de Arbas (2007 m), pero esto todavía se tiene que hacer de forma sumisa mirando hacia arriba ya que esta montaña empequeñece todo lo que está a su falda, el Cueto de Arbás es la montaña mítica de esta zona y posiblemente también lo sea a muchos kilómetros a la redonda.

Bien, me conformo en cota y estoy en el Pico del Fraile a 1875 m de altura, el punto más alto de la ruta de hoy. Me preparo para comer a esta altura, miro el horizonte y la retina se llena de luz, veo el cielo limpio, un retablo natural formado por una tierra sin contaminar. Aquí no se entiende la prisa, la belleza del entorno nos libera de la vida cotidiana. Desde aquí se tiene la sensación de estar por encima del bien y del mal, donde están las nubes, donde casi se toca el cielo.

Vistas desde el Cueto o Pico del Fraile (1875 m.)

Vistas desde el Cueto o Pico del Fraile (1875 m.)

Vaya! me vengo arriba y tengo que volver a la realidad para seguir contando lo que veo, así que miro hacia el monte del Gato y veo como la erosión originada por el río de Corros, modificó el modelado glaciar que tuvo esta zona en el pasado, presentando en la actualidad un valle estrecho en forma de V con gran pendiente.

Enfrente en el Cueto de Arbas este modelado glaciar se conserva mejor, presentando lagunas como la de Arbas que ocupa una excavación glaciar, también hay pequeñas áreas turbosas y depósitos morrénicos que son mudos testigos del retroceso glaciar.

Bajada por encima del mar de nubes, desde Peña Negra hacia la Corona

Bajada por encima del mar de nubes, desde Peña Negra hacia la Corona

Pero en conjunto se considera que toda esta zona hoy protegida con la figura de Reserva Natural Parcial del Cueto de Arbás, es una de las mejores representaciones del modelado glaciar de las montañas del Occidente Asturiano.

Bien, me siento a comer y me doy mi tiempo, ya que el lugar y las vistas lo merecen. Me pongo mirando hacia el puerto de Leitariegos que tiene una historia muy particular debido a su situación geográfica. Este puerto fue municipio independiente hasta 1921 que paso a pertenecer al de Cangas del Narcea.

Reponiendo fuerzas en la zona de los Chanos, enfrente están las brañas de Vegameoro

Reponiendo fuerzas en la zona de los Chanos, enfrente están las brañas de Vegameoro

La historia de este puerto y sus habitantes viene de lejos, de cuando los romanos tenían este paso estratégico para sacar el oro que extraían del occidente asturiano o de cuando la reina doña Urraca pasó por esta zona en el año 1112, peleando con las grandes nevadas invernales que caían en aquellas épocas. También tuvieron los habitantes del puerto otros privilegios concedidos por el rey Alfonso XI. Todo esto y mucho más está recogido muy bien en la página web del Tous pa Tous, para quien desee conocer mejor y con más detalles esta historia entrar en las siguientes paginas, <<Leitariegos en 1898, primer libro editado por el Tous pa Tous>>, <<ENTRE LA NIEVE. La vida invernal en El Puerto de Leitariegos (1903)>>, <<El Camín Real de L.leitariegos a su paso por el concejo de Cangas del Narcea>>

Bien comido y bien bebido, el cuerpo pide siesta, pero aún falta mucho camino hasta finalizar la ruta, por lo tanto sigo andando ladera abajo por Peña Negra para llegar a la Corona (1581 m.), desde aquí me comunico con el camino que va hacia Riomolín en dirección a la zona de los Chanos donde el resto de grupo que optó por la ruta corta me espera comiendo.

Valle del pueblo de Riomolín

Valle del pueblo de Riomolín

Me siento para que acaben de comer y de paso aprovecho para poder ver los valles, las laderas y los picos, que se amontonan en el horizonte, por encima de la chabola de Vallado.

Estos que me acompañan del Piélago son buenos montañeros, saben sacarle placer a cualquier momento, veo comida consistente y buen vino de Cangas, nada de barritas energéticas ni cositas coloreadas envueltas en plástico.

Tras esta pausa retomamos la ruta en dirección al pueblo de Riomolín. En este camino las aguas revientan por todas las partes, bajando ladera abajo y sumándose al Río Molino que serpentea a cotas inferiores en dirección al pueblo de Vegameoro. Seguimos hacia Riomolín y vemos como por el sur se cierra ante nosotros el valle, en la zona denominada de Las Fanas. Esta zona es de mucha pendiente y antiguamente el pueblo segaba la hierba carriza que nacía en esta inclinada ladera. Esta cosecha entrañaba bastante peligro ya que cualquier resbalón podía hacer que el segador se precipitara de forma violenta hacia cotas inferiores. Esto demuestra lo encajado que esta este pueblo entre dos laderas de pronunciada pendiente, talladas con fuerza por el río Molino. Este pueblo es otra fotografía obligada por su singularidad natural.

Bajada hacia Vegameoro desde Riomolín

Bajada hacia Vegameoro desde Riomolín

Pueblo de Vegameoro

Pueblo de Vegameoro

Bajamos por la carretera que trascurre al lado del río con vistas a un recortado valle con prados bien conservados y llegamos al pueblo de Vegameoro que está situado al lado de la unión de los dos ríos, el río Molino y el de Naviego. Este pueblo, esto es una opinión personal, es espectacular, tiene una construcción muy bien adaptada a la base de la montaña, las casas están bien cuidadas y restauradas y tiene una fotografía perfecta por el paisaje que tiene de fondo.

Cocina tradicional asturiana en la Chabola de Vallado

Cocina tradicional asturiana en la Chabola de Vallado

Desde Vegameoro ya solo nos resta subir en dirección a la Chabola de Vallado <<acceso desde este enlace a información de Chabola de Vallado>>, para acabar la ruta. Este bar fue antigua posada de arrieros, hoy esta regentada por Valentín que nos quitará la sed con cualquier refresco. Se puede visitar también la antigua cocina tradicional que tiene bien conservada o salir a la terraza que se sitúa al sur del bar, con vistas al camino andado en esta ruta.

Terraza en la Chabola con vistas a la ruta hecha

Terraza en la Chabola con vistas a la ruta hecha

Bar la Chabola

Bar la Chabola

Estando relajado en la terraza de la Chabola, reflexiono y una vez más me doy cuenta que por mucho que se describa una ruta de este tipo, es imposible transmitir con fidelidad la cantidad de matices que se ven en el camino.

De nuevo me inclino a hacer muchas fotografías que son más fieles y dan mejor idea del espectáculo natural que se anda por lo que dejo aquí este vídeo con una selección de fotos relacionadas.

RUTA CIRCULAR POR CONTORNOS DE CORROS

  • Opción 1.- Cotas altas Pico del Fraile, dificultad media—21 km.
  • Opción 2.- Cotas bajas hacia Riomolín, dificultad baja— 16 km.

Enrique R.G. Santolaya.

Indicador del sendero del Corralín

Ruta por el Corralín

El otoño es una estación especial para descubrir algún lugar con encanto, cerca de Cangas del Narcea. En esta estación los árboles abandonan su uniformidad verde, para dar paso al singular colorido que cada uno posee en función de la clase de árbol a la que pertenece.

Los tonos, los colores que tiñen el bosque en esta estación, abarcan todo el espectro visible que el ojo humano es capaz de percibir.

Ruta hecha en tiempo de castañas

Ruta hecha en tiempo de castañas

Aprovechando este mágico momento de la caída de la hoja, intentaré buscar algún rincón cerca de Cangas que trasmita este colorido otoñal, para fotografiarlo y trasladarlo a la sección de rutas, recorridos y lugares de la Web del Tous pa Tous, el apreciado lugar de encuentro digital, de todos los cangueses.

Hoy arranco el coche en Santa Eulalia y por supuesto voy equipado una vez más de viandas adecuadas para hacer una ruta de monte. Nunca se debe de llevar sándwich vegetales o cualquier cosa de estas que no saben ni aportan nada. Este tipo de comida nos puede provocar depresión, eliminando el placer de disfrutar del mágico momento que nos brinda la naturaleza. Hay que llevar lomo, jamón, chorizo, buen pan, etc. Cosas que nos den fuerzas, que tengan poco colesterol y que nos permitan desear que llegue la hora de comer en un entorno estupendo. Si hay que añadir algo vegetal se pone una manzana para el postre.

Con todo esto en la mochila, me dirijo al pueblo de Sisterna en el concejo de Ibias, límite con el de Degaña. Recorro 40 km. en coche, llevándome unos 39 minutos de tiempo desde Santa Eulalia.

Dejo el coche en Sisterna y ya empiezo la ruta dirigiéndome por una pista hacia el Corralín. Este pueblo está dentro de la Reserva de la Biosfera de Muniellos, fue abandonado por el último habitante en el año 1969 y como es de esperar en la actualidad tiene un entorno privilegiado, sin apenas alteración ambiental. El recorrido es del orden de 3 km. hasta el Corralín de Arriba y otros 3 Km. para la vuelta.

Paso por el lado derecho de un cementerio y me enfrento a un mirador, donde una señalización de madera indica el sendero que hay que coger para ir al pueblo del Corralín. Indicador del sendero del Corralín

Desde este mirador, mirando hacia el noroeste, se ve el pueblo y uno ya empieza a intuir que el paisaje que queda por delante no nos va a defraudar. Cambio la mirada hacia el Norte y veo el imponente tajo que los romanos hicieron a la montaña para extraer los tesoros de oro de esta zona.

Antes de bajar por la senda que indica el cartel de madera, me fijo en una hoja escrita con buena letra y en un castellano adulterado, donde se indican buenos consejos para ser prudentes con el medio que se va a visitar. Memorizo estos consejos y empiezo el recorrido.

A medida que desciendo la montaña, empiezo a considerar que va a ser muy difícil transmitir correctamente las sensaciones que provocan este paseo entre castaños centenarios, así que tomo la decisión de fotografiarlos y señalar estas fotografías al final del artículo, para que cada uno lo disfrute en imágenes y lo describa como quiera.

Alfombra otoñal

Es una maravilla este paseo en otoño, en la parte baja se cruza el rio Ibias, en un entorno muy agradable. Se pasa este río por medio de un puente de madera que me comunica con la otra vertiente del encajado valle.

Aquí ya empiezo a subir en dirección al Corralín, siguiendo la estrecha senda que se abre hacia el horizonte. Sigo andando sin más compañía que el murmullo del río Ibias y la suave música que producen mis zapatos al pisar las hojas recién caídas.

De repente y de forma brusca, aparecen señales que me indican, que los datos iniciales recogidos del lugar, están equivocados. El Corralín no está deshabitado desde 1969, actualmente aún vive alguien .

En la entrada de la vieja capilla del Corralin de Abajo escucho conversar a varias personas con una señora que les explica en un castellano-afrancesado como llegó a esta zona y se quedó a vivir aquí.

Le pido permiso para entrar a su casa y unirme a la conversación, nos presentamos y me dice que se llama Francine Marcelle y es una ciudadana francesa. Me deja sacar fotografías a la capilla, a sus gatos, a sus ocas y a su pequeño mundo del Corralín.

Francine Marcelle, ciudadana francesa

Fijándome en este entorno y en la persona que vive en él, llego a la conclusión de que estas dos versiones de vida coinciden en un denominador común. Son diferentes al resto de vida que las rodea. Por un lado está el rincón del Corralín que es un lugar inalterado y atemporal y por otro lado está Francine que es su habitante especial. Una mujer con un contraste de vida muy fuerte, con una forma de ver el mundo diferente al resto de las personas.

Yo ya sabía algo de su peculiar vida, pero ella me cuenta con más detalle por qué tuvo que venir a vivir a esta zona apartada y de forma tan espartana, sin ninguna comodidad.

Esta mujer comenta que nació con problemas de salud; tras varias intervenciones quirúrgicas le quedaron secuelas con serias complicaciones que le hacían la vida muy difícil.

Ante estos problemas, su médico le sugirió que buscara una zona limpia y poco alterada con mucho oxígeno y con la menor contaminación posible.

Retablo

Francine ante esta disyuntiva, estudió el problema y buscó zonas protegidas y poco habitadas, señalando la zona de Muniellos como posible candidata para empezar su vida en un entorno favorable.

Cuenta como vino con su perrita hasta Oviedo y después se trasladó andando hasta esta zona apartada del mundo. En este lugar encontró su bombona de oxígeno, los árboles de este apartado lugar llenan diariamente esa bombona, haciéndole a Francine la vida más fácil con su enfermedad.

Pero por otro lado el tener que vivir en una zona tan apartada e incomunicada le hace la vida diaria muy difícil. Francine no se queja, ella irradia bondad y alegría, está agradecida a esta exuberante naturaleza, por aliviarle sus problemas, aunque tenga que hacer esfuerzos importantes para poder vivir aquí

Esta vez aprovecho y grabo la historia entera contada por la propia Francine y la dejo en uno de los videos que acompaño a este artículo. Es mejor verla a ella hablar que a mí contarlo de forma escrita.

Sólo adelanto como dato curioso, que el primer día que llegó al pueblo, instaló su tienda de campaña junto a la antigua capilla y de noche se le acercó un lobo incrédulo meneando la cabeza para observarla. Uno se imagina el estupor que le produciría a aquel animal salvaje ver a Francine que lo miraba en la oscuridad, sin miedo, tranquila.

Le pregunto a Francine si no tuvo miedo de aquella situación y me contesta que ella el miedo lo tiene superado, que cuando se nace no se tiene miedo, eso se aprende al andar por la vida y ella ya lo ha desaprendido de nuevo.

Compañeros de Francine

Me sigue contando que ese mismo lobo la visitaba todas las noches siguientes y detrás de él se veían varias sombras negras de otros lobos. Supo después de un tiempo que esto no ocurría por casualidad ya que encima de donde puso la tienda había una lobera con cachorros pequeños.

Ella considera que el lobo al ver que no era peligrosa para sus cachorros, decidió seguir viviendo a su lado, sin molestarla. Normalmente tiene visitas constantes de estos animales, pero después de dejarse ver, deciden irse sin más.

Todo esto a mí no me extraña, ya que desde el primer momento que conocí a Francine, me di cuenta que estaba ante un ser especial. Es de ese tipo de persona que al hablar con ella da tranquilidad, a primera vista uno se da cuenta que su expresión es bondadosa. Francine tiene escritos los diez mandamientos dentro de la capilla del Corralín y yo creo que ella los cumple todos.

Realmente este tipo de personas ponen a uno contra el espejo de la vida y por lo menos a mí me hacen reflexionar un poco. También debo añadir que rápido vuelvo con gusto al complicado e imperfecto mundo que tenemos. Hay que tener mucha fuerza interna para enfrentarse a una situación límite como la que tiene esta mujer.

Pero cuidado, se puede tener una primera impresión equivocada de la situación, pensando que Francine es un poco excéntrica, nada más alejado de la realidad. Su situación es especial por circunstancias específicas de salud, esto provocó que tuviera que afrontar una actitud especial ante la vida. Pero esta mujer es una persona muy equilibrada, culta, organizada y bien conocedora del mundo que le rodea. Además tiene mucha sensibilidad y goza de una amplia cultura musical.

Después de visitar a Francine, sigo el recorrido iniciado, dirigiéndome hacia el Corralín de Arriba, donde me paro a comer, sentado en una terraza con vistas hacia el Sur, hacia la zona donde se encuentra la reserva de los Ancares. Como podéis imaginar este se convierte en otro momento espectacular del día.

Cuadro, bodegón con naturaleza viva. En primer plano se ven los componentes fundamentales que llevan los sándwiches vegetales

Recojo todos los bártulos y haciendo caso al escrito de Francine, no dejo nada tirado en el entorno y regreso por el camino andado, hacia el punto inicial donde deje el coche, en Sisterna.

En el recorrido de estos 3 km. de regreso se me acumulan los pensamientos, me hago preguntas internas, intento dar explicación a lo que desconozco y me doy cuenta que el haber conocido las circunstancias que rodean la vida de Francine, hace que algo golpee mi interior, haciéndome ver con preocupación cómo esta mujer tiene que pasar los inviernos tan fríos y duros en esta apartada zona.

Si se viene de visita a esta zona, creo yo que es interesante acercarle a Francine un detalle como puede ser bajarle el pan desde Sisterna o cualquier otra cosa práctica, ya que ella tiene un recorrido de 6 km. Para acceder al pueblo más cercano.

Puente sobre el río Ibias

Puente sobre el río Ibias

Bien sigo desandando el sendero y silencio las conversaciones internas que se producen en mi cerebro, engañándolo, haciéndole mirar de nuevo las postales otoñales que ofrece el camino de vuelta hacia Sisterna.

Debajo acompaño un video de fotografías del recorrido por la zona del Corralín y añado un video donde Francine se explica y nos deja ver un poco de su mundo.

Enrique R.G. ( Santolaya)

Ruta de montaña por Cangas del Narcea (De Santa Ana a La Viña)

Hoy toca de nuevo salir de ruta y crestear algunas montañas de Cangas del Narcea. Preparo una merienda rápida para comerla a media ruta en la capilla de Bordondio y salgo dirección al pueblo de Santa Ana (731 m) donde dejaré el coche para empezar a caminar en dirección a la sierra de Santa Isabel, pasaré por Santarbás (889 m) y seguiré bordeando los pueblos de Abanceña y Escrita para finalizar en el pueblo de La Viña en el río del Coto.

Una vez más fotografiaré todo lo que me llame la atención y aportaré detalles llamativos que me ofrezca la ruta. Espero que sea entretenida.

Grupo de montaña Piélago en la ermita de Santa Isabel

Empiezo la ruta en el alto de Santa Ana, antes de dirigirme a la sierra de Santa Isabel visito el mirador de Piñolo en la zona denominada de Bocherón, debajo del pueblo de Santa Ana. Desde este montículo se ve muy bien el valle del Narcea, todavía se conservan algunos muros derruidos que señalan el lugar donde se dice que estuvo ubicado el castillo del Conde don Piñolo; este lugar misterioso y extraño aún conserva su aspecto de fortaleza inexpugnable. Es muy interesante visitar este mirador ya que abre unas vistas hacia el valle con un dominio espectacular del Monasterio de Corias y de la villa de Cangas, todo esto coronado por el cordal de montañas que bordean este concejo por el sur; entre estas montañas una vez más destaca en el horizonte el pico Caniellas con su forma piramidal.

Vistas de Cangas desde la sierra de Santa Isabel

En esta peña histórica del Mirador Piñolo se considera que estuvo el castillo del Conde cofundador del Monasterio de Corias, cuya iglesia fundacional data del sigo XI, nada menos que en los años 1031-1043. Esta iglesia fue descubierta recientemente en las obras que se hicieron para restaurar el monasterio como Parador Nacional. En este monumento Nacional están enterrados los fundadores, condes Don Piñolo y su esposa Aldonza, también se considera que están enterrados el rey D. Bermudo I y su mujer; otra versión dice que el sepulcro real puedo ser un invento de la comunidad monástica en época medieval para acrecentar la gloria de los orígenes del monasterio.

Estando en este mirador y con un poco de imaginación, uno se puede trasladar a esas épocas convulsas donde los reyes astur-leoneses y las gentes de estas zonas apartadas, vivían vigilantes, controlando el terreno reconquistado desde estas estratégicas atalayas.

Este mirador hoy me sirve para hacer una fabulosa fotografía del valle de Cangas del Narcea con el Monasterio de Corias en primer plano.

Pastizales de Trones

Tras este paréntesis, retomo la subida al pueblo de Santa Ana y empiezo la ruta por un camino que parte a la izquierda de las primeras casas del pueblo y que me dirige a la ermita de Santa Isabel (875 m). Desde esta ermita hasta el alto de Santarbás (889 m) el camino se suaviza y transcurre entre pastizales y prados de altura, dejándome ver por mi izquierda vistas a Cangas, a la sierra del Acebo y por mi derecha se levantan desnudas las sierras de Iboyo y de La Pila.

Pueblo de Trones

Llego al Alto de Santarbás, este alto es un cruce de caminos que permite dirigirse hacia Cangas, hacia Trones y hacia la sierra de Abanceña; decido tomar dirección a Trones para coger agua en la fuente de Linares y vuelvo sobre mis pasos, para continuar la ruta ascendiendo hacia el pico Latrene (1.037 m) , desde aquí el camino llanea ondulante por el mar de pastizales que hay a ambos lados de la sierra, estos pastizales dibujan un contraste perfecto entre el verde de los campos y el oscuro de los grises de las montañas circundantes.

Besullo

En la zona de Peñas Altas me desvío a comer a la ermita de Bordondio, situada en medio del desierto verde de los pastizales del pueblo de Trones. Tras una buena merienda y una buena siesta a la sombra de los árboles de la ermita, retomo el camino hacia las Peñas Padrún (1.122 m); estas peñas cámbricas se alzan como dos mudos testigos de los grandes esfuerzos geológicos que levantaron estas montañas; en estas peñas hago mi tercera parada ya que la visibilidad desde este enclave es espectacular, girando 360 grados sobre las peñas nada se interpone entre mí y el horizonte, disfruto de una buena panorámica de las sierras de Iboyo y Cazarnosa, del río Arganza que corre libre por poco tiempo hasta el embalse de Pilotuerto, también se ven los pueblos de Besullo, Irrondo y Cerecedo de Besullo. Esto me recuerda que tengo que visitar en el pueblo de Cerecedo a Delfina de casa Cascarín. para que me cuente historias sobre la posguerra y como era la forma de vida en estos pueblos en tiempos muy difíciles. (Esto será otro artículo que titularé: “Supervivientes, Delfina la filandera de Cerecedo de Besullo”.

Perfil de la ruta desde Cerecedo de Besullo

Volviendo sobre las vistas de las Peñas Padrún lanzo una mirada infinita sobre el horizonte y veo la ruta andada. En esta parada me tomo mi tiempo saboreando la brisa y agradando la vista con el contraste de colores verdes, marrones, azules, blancos, pliegues, montañas, anticlinales, sinclinales, pueblos; solo falta el mar para ser completo este momento. Diviso el pueblo de Tineo, la fana de Genestaza, los molinos gigantes blancos que domestican el aire en la sierra de Los Lagos, en primer plano se ven los pueblos de Abanceña y Escrita, también se ven los límites de los pastizales de Escrita y Villar de Bergame. Como dato curioso creo recordar que en Villar de Bergame vive Olga; una mujer conocedora de las propiedades medicinales que tienen las hierbas del contorno, conocimientos que heredó de su suegra y que aplica para tratar con éxito la cura del herpes.

Panorámica desde Peñas Padrún

Bajando de las Peñas Padrún, antes de incorporarme a la ruta principal me desvío un poco por la pista que baja al pueblo de Las Avelleras y de repente se presenta ante mi una panorámica completa del valle de Las Montañas, aquí animales salvajes, ganado domesticado y hombres conviven desde tiempos inmemoriales en este valle húmedo. En esta zona, la naturaleza se ve poco alterada por la mano del hombre; bueno esto no es del todo cierto ya que al lado de San Félix de Las Montañas se ve un fabuloso tajo o corta artificial que nos recuerda tiempos pretéritos donde los romanos utilizaron toda su ingeniería para expoliar el oro de estas montañas.

Según los cálculos se movieron tres millones de metros cúbicos de montaña en esta zona. Para hacer esto sin maquinaria se necesita mucha mano de obra; no dejo de imaginar a nuestros antepasados transitando desde sus castros hacia esta mina para extraer el vil metal exigido por el imperio.

Pueblo de Escrita

Me queda la buena sensación que estos romanos no pudieron someter del todo a nuestros antepasados ya que por la fuerza se enfrentaron a caudillos astures indomables como Liranto en oriente, Gauzón en el centro y Asur en Occidente, que obligaron a las legiones de Augusto la amarga necesidad de pactar las paces. Parte de estos pactos permitirían a estos trabajadores de la zona ser libres y por lo tanto trabajar por una especie de sueldo. Bueno,… esto son especulaciones mías pensando que los asturianos siempre fuimos muy cojonudos.

Valle de Las Montañas

Para saber la realidad de la minería romana en la zona, hay que buscar referencias de varios autores latinos; entre ellos Silio Itálico, que cantó la Segunda Guerra Púnica entre los años 88 y 89 y asigna a Asturias un puesto prominente en la explotación del oro, describe al minero local como de tez amarillenta con gran parecido al oro.

Pero el gran divulgador de la riqueza aurífera de esta región fue Plinio el Viejo, éste señala que se extraían unas veinte mil libras romanas anuales, esto es, unos seis mil quinientos cuarenta kilos de oro y que en parte corresponden al solar de Asturias (esencialmente Asturias y León).

Explotación romana de oro en San Félix de las Montañas

Es difícil evaluar la incidencia de la minería del oro durante la romanización, pero teniendo en cuenta el numero de “cortas” conocidas y que la ley de los yacimientos primarios está comprendida, por término medio entre 0,5 y 3,5 gr/Tm, Sánchez Palencia infiere que se han movido unos setenta y cinco millones de metros cúbicos de materiales (por seiscientos setenta y cinco millones en todo el NO), lo que proporciona una cifra de doscientos treinta mil kilos para el oro extraído en Asturias durante la dominación romana.

Cuando se va de turismo a Italia y se visitan las grandes obras del imperio tenemos que recordar que gran parte de éstas se pagaron posiblemente con el oro que nos llevaron los romanos de Asturias, bueno,… esto también es una especulación mía.

Geológicamente, la explotación de San Félix se trata de un yacimiento primario donde se presentan diques de lamprófidos y de albititas que parecen formar parte del cortejo filoniano de rocas ígneas no aflorantes. En esta corta se presentan brechas de relleno de fisuras, de tonalidad blanquecina, constituidas por cantos de albita y cuarzo.

Braña de La Viña

Se nota que me gusta el tema pero no me enrollo más, ya que debo seguir camino en ruta hacia el pueblo de La Viña. Dejo el valle de Las Montañas y vuelvo sobre la ruta original bordeando el pastizal de Escrita por su parte más alta dirección a Vega de la Mula (1.137 m), continuando este camino me lleva hasta la braña de La Viña (1.007 m). Esta braña es posiblemente el enclave ganadero mas llamativo de la zona y tiene unas características muy peculiares que la diferencian de otras brañas. En las construcciones del conjunto ganadero alternan cuadras para guardar el ganado y hórreos para almacenar productos.

Conjunto de hórreos y brañas de La Viña

Bajando hacia la braña veo sombras que dejan imaginar entre los arbustos lejanas miradas de algún animal que me extraña y que posiblemente sea un corzo. Sigo bajando y ya la niebla se va disipando dejando ver el conjunto de hórreos y de brañas de La Viña. La braña está encaramada a 1.007 m de cota, sobre una pudinga carbonífera que está erosionada por ambos lados. Desde este montículo se domina hacia el sur la sierra de Peña Ventana, la sierra de Oballo y los abruptos perfiles que presenta el encajado y cerrado valle de La Viña.

Ganado en la braña

El conjunto ganadero está bien conservado, destaca un techo de uralita que hubiera sido preferible que fuera de losa como las demás del contorno (pero es mejor tener este techo a que este totalmente destruido). Los hórreos son muy llamativos y uno no está acostumbrado a ver estas construcciones fuera de los pueblos, situados en una braña de cuadras para el ganado, así que pregunto a un vecino cual es la función de estos hórreos en plena braña y me dice que antiguamente en la zona llana del monte se sembraba toda de trigo y de patatas y como el pueblo estaba tan lejos se almacenaban todos los productos en estos hórreos. También valen para albergar al brañero ya que dentro de los hórreos aún hay camas. Sintetizando, antiguamente se hacia vida en la braña, la mayoría del tiempo los vecinos de La Viña estaban trabajando en la zona alta y dormían en los hórreos.

Hórreo y braña

Tras disfrutar de este pequeño enclave ganadero empiezo la bajada hacia el pueblo de La Viña, esto se puede hacer por el camino que sale hacia la derecha de la braña, por una pista que suben los tractores o por el antiguo camino de la izquierda que baja bordeando el crestón de pudinga; aconsejo bajar por este camino viejo ya que esta menos alterado y es más espectacular.

Bajando este camino por fin llego al pueblo de La Viña con sus casas de entramados de madera, saco una fotografía y termino la ruta en la carretera del Coto donde me esperan para bajarme a Cangas.

Antes de marchar no se debe dejar de visitar los pueblos de Vega de Hórreo y Monasterio del Coto que están prácticamente al lado de este punto final de la ruta.

Contorno del pueblo de La Viña en el río del Coto

Atendiendo a los nombres actuales de la zona, Monasterio del Coto, La Viña, Vegalagar (Vega del Lagar)…, todo indica que esto fue un reducto benedictino del convento de Corias y el terreno fue zona de viña propiedad del mismo convento.

La zona de La Viña es escarpada, muy pendiente, con poco horizonte de tierra y abundante en suelo pizarroso, es propicia para la explotación de la vid. Aún se puede imaginar uno la disposición de las viñas viendo las escarpadas y pendientes terrazas de pared de piedra que todavía se conservan en las laderas del pueblo.

Hoy es una zona con un encanto especial ya que el pueblo se encuentra encaramado sobre la ladera y protegido del norte por una majestuosa y solitaria muralla natural de brecha y pudinga que hace de esta zona un paisaje especial y diferenciado.


Pueblo de La Viña

ITINERARIO: Santa Ana – Santarbás – Escrita – Braña de La Viña – La Viña.

DISTANCIA: 15 Km. a Braña de La Viña y 2,5 Km más de bajada al pueblo de la Viña.
DURACION: 5h.

DIFICULTAD: Baja. (Ruta con pendientes muy suaves, para todos los públicos)


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Las capillas, una ruta por montañas de Cangas del Narcea

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Entrambasaguas, Cangas del Narcea. Iglesia de la Virgen del Carmen.

Es posible que cada etapa de la vida de una persona quede definida por las preferencias que se van teniendo en cada momento de la misma, me explicaré: cuando uno es joven en la plenitud de la vida, lo que nos llena el espíritu, es el jaleo, la fiesta, el asfalto, la ciudad, las grandes concentraciones sociales… Recuerdo en tiempos de estudiante que si alguien me proponía escoger entre salir de fiesta por los chiringuitos de la zona antigua de Oviedo o una bonita ruta de montaña por los Picos de Europa, evidentemente esta segunda proposición me parecería absurda e indecente. Un montón de años encima, que me acercan al medio siglo, hace que pase a otra etapa de la vida y los términos se invierten, ahora la primera proposición no tiene sentido y por supuesto valoro infinitamente más lo que me aporta la ruta de montaña por los Picos de Europa.

Queda muy pijo añadir aquello de que es la vuelta al origen, a la naturaleza…, pero una cosa es cierta, estas preferencias totalmente contradictorias marcan dos etapas diferentes de la vida. Me imagino que la siguiente etapa que me espera será tomar un cafetito corto de café y pasear tranquilamente con algo de artrosis por las calles de Cangas.

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Casa de Ibo en el barrio de Entrambasaguas

Bien, como aún estoy en la segunda etapa, la de los cincuentones, todavía tengo fuerzas para disfrutar de lo que mas me gusta y es andar por nuestras montañas; fotografiaré y describiré lo que veo y espero que guste a quien lo lea o al menos le entretenga.

En este primer recorrido me llevaré como compañero a mi perro Boby que como no es buen conversador me permite concentrarme mejor en el camino, describiré lo que voy viendo y añadiré anécdotas e historias propias y de otros, que antes que yo ya escribieron sobre los lugares que voy visitando a ambos lados de la montaña.

La ruta que toca hoy es la más cercana a Cangas y es la denominada ruta de las capillas. Esta ruta va desde Cangas del Narcea por toda la Sierra del Pando, hasta la ermita de la Magdalena en Trasmonte de Arriba. Toda la ruta trascurre por el camino denominado la Carrilona que va por todo lo alto de la Sierra del Pando comunicando los pueblos que cuelgan de sus vertientes hacia el río Naviego y hacia el río Narcea. Antiguamente todos los pueblos de la sierra bajaban su ganado a las ferias de Cangas por este camino.

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Barrios de Santa Catalina y San Tirso

Inicio la ruta en Cangas del Narcea, atravesando el puente de piedra, pasando al lado de la iglesia de la Virgen del Carmen junto al «prao del molín». Todo este entorno es el escenario básico de la monumental fiesta del Carmen que Cangas celebra el 16 de julio. Sigo caminando dirección al barrio del Cascarín desde donde giro sobre mis pasos y veo una hermosa vista de Cangas con la unión de los dos ríos en el barrio de Entrambasaguas donde el río Narcea y el río Luiña se unen bajo el ya citado puente de piedra. Destaca como dato curioso, que Entrambasaguas, fue parroquia independiente del resto de la villa de Cangas hasta 1892. La iglesia de la Virgen del Carmen era la referencia de este barrio que durante siglos fue coto señorial del poderoso Monasterio de Corias; se conserva parte de su trazado medieval, el puente, conocido como «romano», pero de tradición medieval, fue reedificado en 1687, según señala una inscripción.

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Panorámica de Cangas del Narcea

Sigo subiendo dejando detrás de mí el Cascarín y empiezo a ver por mi izquierda el pueblo de Llamas y el barrio de Santa Catalina. En este punto empiezo a dejar el bullicio de Cangas y ya la voz de la soledad me acompaña confundida con la vaga niebla del amanecer; este toque mágico solo es alterado de cuando en cuando por el ladrido de Boby para demostrarme lo contento que está por sacarlo de casa.

Mi primera parada la hago en el denominado Teso del Viso, desde donde fotografío una bonita panorámica de Cangas. A partir de aquí la villa ya se esconde y como horizonte tengo la subida hacia la primera capilla de la ruta que es la de San Antonio. En este tramo del recorrido sale hacia mi derecha el camino que une la Carrilona con el pueblo de Santa Eulalia.

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Valle de Llano y Santa Eulalia de Cueras

Este pueblín aconsejo que se visite una vez finalizada la ruta y no lo digo porque sea mi pueblo, sino porque creo que es un entorno agradable, muy cercano a Cangas y con algunas características propias que lo hacen singular. Es un pequeño núcleo rural de trece vecinos, enclavado en un amplio valle formado por dos terrazas fluviales esculpidas por el río Narcea. Todas las casas tienen hórreos y paneras bien conservadas; destaca el palacio de los Uría, con su llamativa galería .

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‘Souvenirs’ típicos del pueblo de Santa Eulalia de Cueras

El templo parroquial puede catalogarse como perteneciente al Románico rural cangués. Hay noticias de esta iglesia figurando con el nombre de Santa Eulalia de Coires, en las falsas donaciones de 24 de octubre de 912 de Fruela II a la iglesia de Oviedo, recogidas en el Liber Testamentorum de dicha catedral, que mandó hacer el obispo don Pelayo a principios del siglo XII. Allí se incluye, entre otros, el siguiente texto: Similiter super flumen Narceia manasterium Sancte Mariae de Tevongo cum suos términos, et suas deganeas nominatis id est, ecclesiam Sancte Ceciliae en Villare, et ecclesiam Sancte Eulaliae de Coires, et ecclesiam Sancte Iuliani de Adrales ab omni integritate… La falsedad de esta documentación (J. F. Conde, 1971) sólo garantiza la existencia de los citados templos en la fecha que ésta fue mandada hacer (principios del siglo XII). Esta iglesia es conocida por contener en su interior un crucifijo de transición Románico Gótico del siglo XIII, una de las más interesantes muestras de la imaginería medieval de toda la provincia. Este Cristo formó parte del importante patrimonio que aportó el concejo de Cangas a la muestra de Orígenes celebrada en Oviedo en el año 1993. La pequeña población que componen el pueblo de Santa Eulalia, siempre ha estado abierta a cambios comunitarios importantes; hace años los vecinos afrontaron procesos de comunicación y concentración parcelaria que le dieron un trazado nuevo al pueblo, además también afrontaron la explotación comunitaria de una chacinera artesanal de embutidos denominada “Embutidos Santulaya”.

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Pintoresco paisaje de la Ermita de San Antonio

Bueno veo que me estoy perdiendo hablando del pueblín, así que retomaré la ruta donde la dejé, dirección hacia la primera capilla que es la de San Antonio (670 m); Esta capilla está muy bien conservada y pertenece a la casa de Correo de Sta. Eulalia. Tiene una leyenda de construcción relacionada con los lobos. Se dice que un miembro de esta casa era el correo de los pueblos de esta Sierra del Pando y en pleno invierno cuando volvía de repartir las cartas, se le aparecieron los lobos a la altura de esta ermita, el caballo se asustó y lo tiró al suelo dejándolo a merced de las fieras; por lo visto tuvo tiempo de subirse a un árbol desde donde imploró a San Antonio que si lo salvaba haría allí mismo una ermita. Por lo visto los lobos se cansaron de esperar a que bajara del árbol y se fueron a buscar el almuerzo a otro sitio, este hombre viendo como salvaba su vida fue consecuente con el ofrecimiento y construyó la capilla prometida. La romería de San Antonio se celebra el 13 de junio.

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Pueblos en el contorno de la ermita del Acebo

Sigo subiendo la sierra atravesando pastizales; antiguamente estas lomas estaban todas sembradas de trigo, es posible que debido a esto la denominaran con el nombre de Sierra del Pando (sierra del pan).

Estoy cogiendo altura y llego a la zona denominada como “Peña del Cáscaro” (933 m.) Esta altura ya me permite descubrir vistas más amplias a ambos lados del recorrido, los dos ríos, el Narcea a mi derecha y el Naviego a mi izquierda, imponen su ley al paisaje cincelando los dos valles que me acompañaran en toda la ruta. Hago una pequeña parada y giro sobre el camino andado divisando al fondo en el horizonte, el monasterio de Corias; hacia mi izquierda los pueblos de Santana, Santa Marina, Villar de Adralés, Amago y a mi derecha se ven todos los pueblos de la sierra del Acebo incluida la ermita del Acebo; este santuario de devociones profundas me mira con varios siglos de historia y me acompañará en gran parte del camino restante. (Ver: Por la Asturias de Occidente: El Acebo (1916)).

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Ermita de San Pelayo, Combarro

Sigo caminando y llego a la ermita de San Pelayo (993 m.). Esta ermita está construida al lado del camino principal en un pastizal que pertenece a la casa de Xuan Menéndez de Combarro. Está situada en un hermoso paraje desde donde se pueden divisar estupendas vistas hacia el río del Coto, Cibuyo, Otás y a la sierra del Acebo. La romería se celebra el 18 de Agosto.

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Romería en la ermita de San Pelayo

Continúo la ruta y a pocos metros de la ermita de San Pelayo, me desvío apartándome de la ruta principal por un camino que parte hacia la izquierda. Este camino me lleva hasta la ermita de San Cipriano (990 m.).

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Ermita de San Cipriano, Villategil

Esta capilla pertenece al pueblo de Villategil y la fiesta en honor a este santo se celebra el primer sábado de septiembre. Saco algunas fotografías a la capilla y sigo el camino bordeando el pastizal de Villategil para acceder a unas estupendas vistas de Moral, Limés, Cangas y la Sierra del Acebo.

Vuelvo sobre mis pasos y me incorporo de nuevo a la Carrilona para seguir la ruta original hacia la siguiente ermita. Recorro un paisaje ondulado, por el pico de la sierra dejando a ambas vertientes las vegas formadas por los ríos Narcea y Naviego.

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Perfil de la ruta visto desde el río Narcea

Estos dos ríos trucheros transcurren entre pequeñas poblaciones de casas de piedra y tejados de losa; cada una de estas casas tiene nombre y personalidad propia que las identifica, casa el Coxu, casa Gaitero, etc. Estos nombres la mayoría de las veces no coinciden en nada con los de los dueños que las habitan, ya que permanecen inalterables en el tiempo, durante generaciones, esto en parte es debido al sistema de herencia que desde tiempos ancestrales permitía seguir teniendo la propiedad al denominado Muirazo de la casa; este sistema hereditario consiste en que el primer hijo de la casa hereda de forma indivisible la hacienda, permitiendo trasladar en el tiempo de forma inalterada toda la propiedad.

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Vistas hacia el río del Coto

Hago un alto en el Pico del Cueto (1218 m.) Se trata de una peña que se alza sobre el camino en el límite de los terrenos de Combarro. Desde este punto se amplían las vistas sobre los dos valles: hacia el río Narcea se ven los pueblos de Combarro, Cibuyo, Pládano, Berguño, Otás, pueblos del río del Coto, Abanceña, Escrita…; en los días despejados se puede ver el Puerto del Palo de Pola de Allande y la zona de Tineo; mirando hacia el río de Naviego sigue vigilante la ermita del Acebo y se ven los pueblos de su entorno; hacia el valle se ve Fondos de Villa y los pueblos de la parroquia de Bimeda.

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Vistas hacia Bimeda

Sentado sobre este pico y mirando hacia Bimeda recuerdo algunos datos que Mario Gómez escribió en la antigua revista La Maniega; decía Mario Gómez que este pueblo fue habitado por los romanos, esto lo avalaba el descubrimiento de monedas romanas del siglo IV en el desmonte de la carretera que sube al puerto. También refiere Mario Gómez que en la historia de Bimeda figura como documento interesante una Paulina (Excomunión) publicada en la iglesia parroquial a petición del Señor de Omaña. Estas Paulinas o Excomuniones eran utilizadas por los señores contra los aldeanos que negaban la propiedad de las fincas que llevaban en arriendo. Me parece este un dato muy curioso que pasó en Bimeda en épocas muy lejanas y la describo aquí haciendo un alto en el camino. Dice así:

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Vistas desde la peña del Cuervo

Nos, el licenciado Geronimo Ladron de Guevara, provisor y vicario general de este obispado, hacemos saber a los vecinos moradores, estantes y ausentes de las iglesias de San Pedro de Bimeda en el concejo de Cangas de Tineo, como compareció la parte de D. Ares de Omaña diciendo que no sabe ni puede probar como se le ocultan muchos bienes raíces, por haberlos perdido los papeles y apeos que tenía de su hacienda, ni tampoco sabía de testigos para presentarlos en juicio, y para que los que lo supiesen o parte de ello declare ante el cura, damos la presente, por cuyo temor os amonestamos y mandamos, primero, segundo y tercio de excomunión, que siendo leída y publicada esta nuestra carta en un día, domingo o fiesta en la iglesia parroquial a la misa mayor y como de ella supieredes en cualquier manera de esta faltaseis días siguientes primeros que vos damos y asignamos por tres términos y canonicas moniciones y término perentorio que el derecho que a la persona o personas que así tomasteis lo volváis a restituir sobre el dicho y justo valor y precio, y siendo pasado el dicho término (lo que Dios no permita), ponemos y promulgamos sentencia de excomunión de las tales personas y por tales descomulgadas vos declaramos en estos escritos y por ellos y en caso que en estos seis días primeros siguientes la persona o personas que así lo tomaren o llevaren no lo dieren o restituyeren, como son obligados, mandamos a vos los dichos curas y clérigos, so pena de excomunión,

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Valle del río Narcea desde el pico del Cueto

que en las vuestras iglesias y parroquias diciendo los oficios divinos amonesteis a vuestros feligreses y parroquianos no hablen ni participen con las dichas personas directamente y los alejen y aparten de si como miembros apestados de la religión cristiana. Si por ventura (lo que Dios nuestro Señor no quiera) los sobredichos excomulgados, dentro de otros seis días, no haciendo la restitución se dejaren estar con gran peligro de sus animas como miembros del demonio, mandamos a vos dichos curas y clérigos que en vuestras iglesias, repicando las campanas, matando las candelas en agua bendita, digáis asi: malditos sean de Dios y de Santa María, de San Pedro y de San Pablo y de todos los santos y santas de la Corte del Cielo. Maldito sea el pan y el vino y el agua y todas las viandas y frutos que comieren y bebieren y la lumbre y la leña con que lo guisaren. Huerfanos se vean sus hijos y viudas sean sus mujeres y vengan sobre ellos todas las plagas y maldiciones que estan escritas en el salmo Deus lauden meam metacueris. Sumidos sean sobre la faz de la tierra como Sodoma, Gomorra, Datan y Arinon, y así como se mataron estas candelas, así sean muertas sus ánimas. Solo a Judas el traidor respondan todos los presentes amen.

Dice el cura de Bimeda, don José Flores, que, consecuente con la orden, dio cumplimiento el 20 de agosto de 1684 y que ante las terribles amenazas, no fue del todo malo el resultado, pues se le presentaron algunos vecinos diciendo que habían oído a otros que algunos bienes de Piñera, Bimeda, Valdefuentes, Villar de Bimeda pagaban renta a la casa de Omaña y hubo vecinos que entregaron algunos bienes que llevaban, aunque algunos de ellos no se amedrentaron y sostuvieron que los bienes eran suyos y muy suyos.
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Ermita de San Gervasio, braña de Rozadiella, Folguerajú

Tras este descanso sigo el camino y diviso la ermita de San Gervasio (1.282 m.). Esta ermita está situada en la denominada braña de Rozadiella perteneciente al pueblo de Folguerajú y cuya romería se celebra el 19 de junio. Desde esta braña observo como se eleva majestuoso en el horizonte el pico Caniellas (1.921 m); este pico ya me sigue de guía acompañándome en lo que me queda de ruta.

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Laguna de La Barraca

Camino arriba llego al punto más alto de la ruta, la peña del Cuervo donde se sitúa un punto geodésico que marca una cota de 1.309 m. En esta zona se aprecia lo que debió ser una labor de reconocimiento minero sobre algún filón probablemente de filoncillos discontinuos de cuarzo con estibina, encajados en terrenos precámbricos. Esta mineralización está constituida básicamente por minerales de antimonio y por lo visto los resultados de la exploración no debieron ser muy prometedores. Desde este punto geodésico cualquier dirección que escoja es buena para agasajar la vista y tranquilizar el corazón. Disfruto de panorámicas donde se mezclan encadenadas montañas y valles misteriosos.

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Paisaje del valle de Naviego

Sigo la ruta y empiezo a descender hacia una zona de pradera donde encuentro la Laguna de la Barraca (1239 m.) A mi derecha me acompañan vistas hacia la Sierra de Peña Ventana y hacia mi izquierda diviso claramente la carretera hacia el puerto de Leitariegos disfrutando de las panorámicas del pico Siero y las cumbres que bordean Genestoso.

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Palacio de Villajur en Regla de Naviego

Mirando hacia el horizonte veo picos agrestes, sierras y montes que sirven de frontera al valle de Naviego. Este valle resalta con el verdor especial que le imprimen sus abundantes praderas, además en esta zona se pueden ver casonas y palacios que son mudos testigos de la historia de esta zona; como la casona de Bimeda de estilo historicista (1884), palacio de los Queipo de Llano en San Pedro de Arbas (s. XVIII ), palacio de Miravalles (s. XIX) y el palacio de Villajur; esta última construcción señorial, está en Regla de Naviego y la veo con total nitided desde la sierra. Me cruzo con un vecino de la zona y me cuenta una historia curiosa sobre este palacio que resumo a continuación. El palacio tiene una parte que fue construida anteriormente a 1900, pero en esta fecha fue ampliado y reformado por Gumersindo Vicente Alonso, que era propietario de la cafetería Lisboa de Madrid.

Iglesia de San Manuel y San Benito de Madrid

Este hombre se casó con la sobrina y única heredera del acaudalado empresario catalán Manuel Caviggioli y su esposa Benita Maurici. Este matrimonio tenía tanto dinero que pagó de su bolsillo la construcción de la iglesia “San Manuel y San Benito”, situada enfrente del Parque del Retiro de Madrid. Murieron sin descendencia y heredó toda la fortuna su sobrina, la mujer de Gumersindo. Me dice mi informante que a partir de este matrimonio de Gumersindo y la rica heredera, el palacio rejuveneció y tuvo una época de gran esplendor, siendo el motor del valle, dando trabajo a la zona en los tiempos de escasez.

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Vacas de la raza asturiana de los valles en La Carrilona

Sigo mi camino dirección a la Magdalena y en el horizonte veo las cumbres más emblemáticas de la zona, veo el pico de Caniellas o Caniechas (1.921 m.) y el Cueto de Arbas (2.007 m.), diviso claramente el valle de Naviego y la carretera que sube al puerto de Leitariegos. Se cuenta que esta comunicación fue de origen romano y que sirvió para sacar el oro del occidente astur hacia Astorga.

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Vistas a los ríos Narcea y Muniellos

Dejo de llanear y el camino empieza a subir y a girar levemente hacia el este, adaptándose a la orografía de la sierra y al valle de Naviego. Mientras tanto el valle del Narcea se aleja de mi vista. Adentrándose por Posada de Rengos aparece el río Muniellos, afluente del Narcea, marcando el valle que conduce a Moal. En este punto de la ruta veo la exuberante vegetación de la reserva natural de Muniellos, este bosque espeso de robledales se hace inacabable a la vista y esta coronado por montañas que la mayoría de las veces son barridas por abundante niebla dándole un toque singular. (Ver: Cuando Muniellos era un aserradero).También veo en Vega de Rengos las huellas que deja la minería del oro negro que se esconde en el sinclinal carbonífero de Rengos.

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Visita del grupo de montaña Piélago a la ermita de San Luis del Monte

Antes de llegar a la laguna de Caldevilla de Rengos me desvío de la ruta por una pista que parte hacia la derecha para visitar la ermita de San Luis del Monte o San Chuis; esta ermita está situada en la zona denominada “El Navarín”. La romería se celebra la segunda quincena de agosto. Visitando esta ermita, de nuevo recuerdo un relato de Mario Gómez en la antigua revista La Maniega, donde describía los milagros que se le atribuían a este lugar y el siguiente proceso que desenmascaró la falsedad de dichos portentos. Por lo visto antiguamente la fiesta era el 19 de agosto y durante la misa brotaban flores entre las piedras de la pared y los resquicios de las puertas. Cuando la misa terminaba, las flores se marchitaban, se recogían y se utilizaban para curar todas las enfermedades. Este hecho milagroso tuvo gran repercusión en la época y fue conocido dentro y fuera de Asturias. Historiadores como Wadingo y Gonzalez Davila atestiguan el milagro; también lo ponderaba un cronista en un capítulo de la orden Franciscana, celebrado en Toledo en el año 1682. De tal manera corrió la fama del portento que como tal lo aceptó el papa Clemente VIII. Con tanta propaganda San Chuis empezó a ser un centro importante de peregrinos con el consiguiente beneficio económico para la zona. Debió de ser especialidad milagrosa de este santuario la curación de los males de oído, pues venían los enfermos de estas dolencias a hurgarse los oídos con un punzón asqueroso, portador de los poderes del Santo.

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Laguna de Caldevilla de Rengos

Los curas de Vega de Rengos, Larna, Posada y Gedrez tenían misas de a duro todo el año y esto era muy extraordinario, pues lo normal es que estas fueran de a real. Los aldeanos de Rengos hacían un gran negocio exportando fuera de Cangas unas bolsas llenas de flores procedentes del milagro de la ermita. Así las cosas y cuando esta ermita prometía ser algo así como Lourdes, un enconado y envidioso fraile Benedictino desmintió los milagros de San Chuis, consiguió el fraile en agosto de 1744 demostrar el fraude de dicho milagro ante escogidos jueces y notarios que nombro el obispo; este día, con los jueces y notarios presentes, no brotaron flores durante la misa y se acabó el negocio para la zona. A partir de este día la ermita de San Chuis empezó a perder prestigio de forma exponencial hasta quedar totalmente olvidada.

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Ermita de la Magdalena, Trasmonte de Arriba

Tras la visita a San Chuis, vuelvo sobre mis pasos subiendo dirección a la Carrilona y sigo la ruta hacia la última ermita. Paso al lado de la laguna de Caldevilla y ya no pierdo de vista el pico Caniellas, bordeo una zona de acebos (xardones) y doy vista a los pastizales de Trasmonte de Arriba. Aquí el camino empieza a descender hacia la pradera donde está situada la ermita de la Magdalena (1.141 m). Por fin llego a la última capilla de la sierra y merece la pena relajarse en esta zona pues el entorno está muy cuidado y dispone de una buena fuente. Al fondo se alza el pico Caniellas (1.921 m.), detrás de este pico esta el mítico hayedo de Monasterio de Hermo, donde nace el río Narcea. Este bosque le da una connotación particular al paisaje, sobre todo en otoño, creando colores especiales de las ramas cuando juegan con los rayos del sol, a la vez la hojarasca crea una alfombra en el suelo que tapa las huellas de los osos y los urogallos que pueblan esta mítica zona.

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Hayedo de Monasterio de Hermo

Volviendo a la ermita de la Magdalena, añadir que pertenece al pueblo de Trasmonte de Arriba, la romería de esta capilla se celebra el 22 de julio y hay un canto típico este día en honor de la santa que es el canto del ramu.

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Ruta de las ermitas o capillas en bicicleta

Esta ruta de las capillas se puede hacer desde Cangas a Trasmonte y al revés, las dos opciones necesitan de un amigo que nos comunique en coche; también es una ruta muy buena para hacerla en bicicleta ya que las pendientes son suaves. Yo como subo solo con mi perro Boby, no me queda más remedio que volver hacia Cangas desandando el camino. Me oriento hacia el norte dirección a Cangas y es todo bajada. Si antes me guiaban y me orientaban picos como el Caniellas y el Cueto de Arbas, ahora en la bajada las montañas pierden su protagonismo y dejan paso a picos de menor entidad. Bajando veo otras zonas que me pasaron desapercibidas en la subida, veo como el río Naviego se une al río Cibea en la zona de Las Mestas para formar el rio Luiña, que serpentea por la zona de Limés hasta unirse al Narcea en la villa de Cangas. Desde aquí ya parte solo el Narcea engrandecido por la suma de caudales, dirigiéndose hacia el Cantábrico, dejando atrás el furor de su corriente en las zonas altas y serenándose buscando terrenos más tranquilos en las zonas llanas de Pravia, junto al rio Nalón.

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Vistas desde el pico Caniellas

Para finalizar añadiré que quien haga esta ruta conseguirá tranquilizar el alma, elevará el espíritu y conseguirá restablecer el equilibrio interno del cuerpo; bueno esto puede ser un poco exagerado, dejémoslo en que eliminará toxinas y disfrutará de un paseo y unas vistas inmejorables.

ITINERARIO: Cangas del Narcea-Pico del Cuervo- Laguna de Caldevilla- Trasmonte.
DISTANCIA: 18 Km.
DURACION: 5h.

DIFICULTAD: Baja. (Ruta con pendientes muy suaves, para todos los públicos).


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Breve historia del molinero y el ‘bollu preñáu’ de Cangas del Narcea

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Molino de Veigapope

Si nos adentramos en los valles y riberas de nuestro concejo, vemos que todos tienen algo en común, en todos se escucha el agradable murmullo que produce el agua de algún río que tintinea al trascurrir nerviosa entre las piedras del cauce. Este agua riega las vegas haciéndolas ricas y fértiles, además de darles frescura y verdor. El color verde de estas vegas genera un contraste evidente en los meses de verano, entre el valle y las zonas altas circundantes que están totalmente secas y muestran un color más apagado.

Estos ríos se van escondiendo a medida que avanzamos hacia su guarida, celosos de su intimidad, y en su nacimiento solo dejan ver un pequeño reguero rodeado de una espesa vegetación; un ejemplo lo tenemos en el nacimiento del Narcea en Monasterio de Hermo.

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Molino en Sestorraso

Si uno es observador, también se da cuenta que siguiendo estas riberas, de cuando en cuando, nos asaltan grandes y pequeños molinos de agua. La mayoría de las veces están totalmente desvencijados y abandonados, aunque con sorpresa se ven algunos muy bien conservados. Estos molinos están unidos irremediablemente al río, al sonido del agua, a las peñas tapizadas de musgo, a los árboles de ribera y a los tonos verdes de la hierba regada de los prados. La primera sensación que experimentamos cuando divisamos uno de estos molinos, es que tenemos un encuentro mítico con un mini paisaje, donde los sonidos indescifrables del río nos llevan a creer que realmente existen en estas zonas seres misteriosos y mitológicos, como el Trasgu que se esconde debajo del molino y cambia de sitio objetos y piezas relacionadas con la molienda.

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Piedra francesa, molino de casa Queipo de Monasterio del Couto

Esta proliferación de ingenios hidráulicos es una muestra de la gran importancia que tuvieron en un pasado no muy lejano, ya que algún molino todavía funciona en la actualidad.

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Estacada del molino de Fariñas con una escala salmonera para comunicar la parte inferior y superior del río

Antiguamente, este concejo no se caracterizaba precisamente por estar bien comunicado con la Meseta ni con el centro de la región; esto provocó que durante muchos años fuera difícil el intercambio de productos y el comercio con otros centros de producción, lo que obligó a nuestros antepasados a tener que ingeniárselas para autoabastecerse. Las zonas rurales normalmente cerraban el círculo de sus necesidades produciendo todo lo que necesitaban en la unidad familiar; producían y elaboraban su propia carne, patatas, verdura, vestidos hechos con lana de oveja, herramientas fabricadas con madera de la zona y, como producto base y estrella, sembraban su propio trigo. Pero este último producto no bastaba solo con sembrarlo y recogerlo, ya que para poder elaborarlo en forma de pan, bollu preñáu, frixuelo y otros artículos de consumo, era necesario pasarlo por un proceso intermedio, que es la molienda para convertir el grano en harina (farina).

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Presa y pozo del ‘molín’ de casa Queipo de Monasterio del Couto. La construcción anexa era la minicentral hidroeléctrica del pueblo.

Para moler este trigo era necesario tener molinos en cada zona del concejo y esto explica que haya tantos ingenios hidráulicos al lado de nuestros ríos y regueiros. Para hacer funcionar estos artefactos era imprescindible tener un profesional que conociera perfectamente todo el sistema mecánico e hidráulico del molino; este antiguo profesional era el molinero.

Para escribir este artículo me acompañaré de este personaje, quien me llevará a descubrir todo el proceso que rodeaba su trabajo y la parte humana que lo acompañaba.

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Antiguo molino de uso particular en el río de Corros

Los molinos en Asturias no los mueve el viento, como aquellos que atacaron a nuestro loco y entrañable Don Quijote de la Mancha; los de Asturias los mueve el agua. El funcionamiento del sistema se basa en almacenar una cantidad de agua a una determinada altura respecto de la turbina del molino; esta altura suele ser de dos o tres metros. Esto permite disponer de una energía potencial que se trasformará en energía cinética y mecánica en la parte baja del molino.

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Molino de Agüera de Castanéu. Carro excéntrico para mover la pinera o ‘peneira’

La situación del molino es casi siempre la misma, cerca del río, a cotas superiores se hace una estacada o banzáu para retener y dirigir el agua hacia una presa que la conduce hacia el pozo de acumulación, situado junto al molino. Este pozo tiene dos finalidades, la primera y fundamental es crear una diferencia de altura entre el pozo y la zona baja del molino donde va situado el rodezno, una rueda horizontal que gira impulsada por la energía cinética que le transmite el agua, produciendo un momento de fuerza que hace girar los elementos mecánicos del molino. La segunda finalidad del pozo es acumular agua suficiente para que cuando se soliciten caudales importantes para moler, el molino no se quede sin agua.

El agua incide con cierta presión y velocidad sobre los canjilones del rodezno situado en la parte inferior del molino. Este agua genera un momento de fuerza que hace girar un eje vertical de madera que está unido a la muela superior (volandera o muela de arriba), que gira sobre otra inferior que permanece estática (muela de abajo o barranco); entre estas dos muelas se hace pasar el cereal para triturarlo y convertirlo en harina.

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Parte inferior del ojo del molino o infierno

En general, los molinos ofrecen una estampa de gran belleza, pues siempre están construidos en un entorno donde los árboles de ribera se mezclan con los agradables sonidos del agua; además, estas construcciones poseen una arquitectura poco agresiva con el medio, ya que el molino consta generalmente de dos plantas de dimensiones bastante reducidas. En la segunda planta están todos los utensilios de la molienda con un pequeño almacén y en la planta inferior es donde se produce todo el proceso hidráulico. Esta planta inferior se reconoce muy bien, ya que le da personalidad al molino con los típicos arcos de piedra; se la denomina como los ojos del molino o el infierno.

Los molinos pueden ser de una muela para uso particular o de varias muelas para moler el trigo de otros vecinos a cambio de una compensación económica o en especie, la maquila. Este último molino se convertía en una pequeña y próspera industria familiar, ya que la afluencia de clientes era muy grande porque todos los vecinos tenían que hacer el pan cada quince días aproximadamente; además también tenían que moler el maíz y otros cereales para el ganado.

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Picando la muela

Con esta pequeña industria se creó una nueva profesión artesana, la de molinero. Las tareas más frecuentes de éste eran limpiar periódicamente la presa que comunica el molino con la estacada del río, reparar las fugas de agua, mantenimiento de todos los elementos mecánicos del molino, engrase de cojinetes, picado de las muelas… El picado de las muelas era un trabajo de gran precisión para el que se requería mucha experiencia, pues de él dependía el buen resultado de la molienda. Otros trabajos son los siguientes: arrancar el molino; cargar la tolva o muxega con el grano; regular bien la velocidad de la muela actuando sobre el caudal de agua; conocer exactamente la aproximación que deben de tener las muelas para hacer una harina fina o más gruesa, etc.

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Herramientas de widia (wie diamant) para picar la muela

Aunque el molino en su conjunto parece una máquina simple y sencilla, tiene, como todas las cosas mecánicas, secretos fundamentales que hay que conocer tanto en su construcción como en su explotación, para que el resultado final sea un producto de calidad. La construcción del molino debe ser meticulosa y perfecta, las muelas deben estar bien picadas y equilibradas, el molinero debe tener experiencia y conocer los pequeños detalles para conseguir moler con éxito.

Hasta ahora hemos descrito al molino y al molinero de una forma técnica y objetiva, pero en la tradición popular queda abundante constancia de testimonios donde se describen de otra forma más entretenida.

Los molinos eran lugares en los que se concentraba la gente esperando la molienda de su grano,

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Estacada o ‘banzao’ del molino de Agüera de Castanéu

esto permitía comunicarse entre los pueblos vecinos que se contaban los chismes del momento; además, los mozos y las mozas utilizaban el viaje al molino para cortejar fuera del control de sus padres. Al estar situados en lugares escondidos y agazapados en las orillas fluviales, los molinos se convertían en objeto de murmuraciones y rumores sobre amoríos y otros tejemanejes más pecaminosos. Hay muchos dichos y canciones populares sobre esto:

Los molinos no son casas,
porque están por los regueros,
son cuartitos retirados
para los mozos solteros.
 
Si vienes a mi molino
solita te moleré,
si vienes a mi molino
yo no te maquilaré.
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Moderna turbina con dos salidas de agua del molino de Monasterio del Coto

Estas libertades del molino fueron mal vistas y criticadas por algún clérigo de la época, como Fray Toribio de Pumarada y Toyos (raro para los clérigos), natural de La Riera de Colunga, que en 1712 amenazaba con frases como: ir a dormir al molino, es como ir a la casa del diablo.

El molinero en la tradición popular no sale mejor parado que el molino, ya sea por envidia o por cachondeo, siempre se le consideraba de dudosa reputación a la hora de «maquilar» (cantidad cobrada en especie de cereal). El molinero solía conseguir unos ingresos considerables para la época y evidentemente, en tiempos de poca abundancia, en el único sitio donde no faltaba el pan era en casa del molinero. Esto provocaba la tendencia a pensar que la riqueza del molinero provenía de coger más grano del que le correspondía por la molienda.

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Pozo y presa del molino de Vegapope

El cancionero popular está lleno de cantares y dichos que confirman esta dudosa reputación del molinero:

La molinera trae corales
y el molinero corbatín,
no sé como da pa tanto
la tarabica del molín
 
Gasta la molinera ricos pendientes
del trigo que maquila a los clientes.
 
Cambiarás de molinero pero no de ladrón
 
Una clienta vio al molinero cambiar las ventanas del molino y le hizo la siguiente pregunta:
– Molineiro ¿para qué pones las ventanas, para que no entren los ladrones de afuera o para que no salgan los que hay dentro?.
 
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Pinera manual y pinera de molino

La verdad es que algo habría de cierto, ya que siguiendo con el refranero: cuando el río suena agua lleva… Pero los que conocimos a molineros de la zona podemos decir que lo que ganaban lo tenían bien merecido, ya que estaban de sol a sol moliendo, incluidos sábados y domingos; siempre estaban cubiertos de polvo de harina, que además respiraban provocándoles problemas pulmonares. Por otro lado, al estar constantemente en contacto con el agua, la humedad y el frío de las heladas les producían bastantes enfermedades reumáticas.

Hoy, el oficio de molinero está desapareciendo, pero todavía queda alguno en activo que lo presentaré al final de este artículo.

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Tolva o ‘muxega’ del molino de Veigapope, se puede ver la medida de volumen denominada ‘la cuarta’ es el cajón de madera que esta encima de la muela.

A continuación haré un breve recorrido por el proceso entero del trigo y sus productos, desde la siembra hasta el horno. Para desgranar como era este proceso, desde el cultivo hasta el horneado del pan, me dejaré asesorar por las mejores especialistas que hay en la materia, ya que lo vivieron en primera persona, y son esas abuelas que aún tenemos por los pueblos y que todavía poseen una mente muy brillante. No puedo anotar tantos detalles como me describen, pues si lo hiciera no haría un artículo, haría un libro; por lo tanto, simplificaré lo que me cuentan y lo escribiré con sus palabras de asturiano occidental o asturiano de Cangas, es decir, con asturiano d’aiquí.

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Presa del molino de Fariñas en el río Luiña.

El trigo (Triticum) constituyó la variedad de cereal más apreciado a lo largo de la Edad Media. Mal adaptado al clima de nuestra región, no llegó a alcanzar en esa época la importancia que tuvo la escanda. A partir del siglo XIII aparece sembrado en tierras dispersas en localidades del concejo de Cangas del Narcea: Rubial, Llamera, Carballo y Agüera. En los siglos siguientes su cultivo ya se generaliza por toda la zona.

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Segando el trigo

El trigo posee muchas variedades. Preguntando que variedades se sembraban en la zona, nadie me sabe contestar con rigor cuales eran, pero sí me las describen con el nombre popular con que eran reconocidas. Esencialmente había tres tipos de trigo con diferentes características: el primer tipo lo denominaban trigo «grande”, tenía el grano grande y solo se conseguía en las mejores tierras del pueblo; la harina que producía tenía un color muy blanco y se utilizaba para hacer muy buen pan; este trigo es posible que fuera el denominado Triticum Paledor. Otra variedad era el trigo “pequeno”, este también necesitaba sembrarse en las mejores tierras, la harina que salía de este trigo era la de mejor calidad y se reservaba para hacer productos muy finos, como los frixuelos y los dulces. El peor trigo lo denominaban parrucu y era el de peor calidad, teniendo que ser mezclado con el “grande” para conseguir un pan decente. El trigo parrucu provenía de las chombas de los montes del pueblo. Estas chombas eran trabajadas de forma diferente a las demás tierras de labor.

En los montes mancomunados de los pueblos se marcaba una proporción de terreno para cada vecino que lo denominaban chomba, que era cavada a mano con una azada (xadón); este trabajo se denominaba cavar borrones. Posteriormente, por el verano, todo el rastrojo del monte cavado se amontonaba y se prendía fuego en pequeños montones (borrón o borrones). Se sembraba el trigo dos años en estas zonas y después se dejaba descansar el terreno varios años.  A este sistema de agricultura se le llama barbecho, por eso estas zonas de monte eran conocidas como barbeitos. El trigo que salía del monte era de menor calidad, ya que crecía junto a otras hierbas que competían por los nutrientes del suelo, y esto hacía que el trigo fuera más pequeño, duro y sucio; este trigo del monte era el mencionado anteriormente como parrucu.

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Mayando a mano con ‘manales’ en El Fuejo, Cangas del Narcea, 1927. En la imagen se ven las ‘facinas’ de centeno y de trigo. Fotografía de Fritz Krüger. Col. Museo del Pueblo de Asturias

Bien, ya tenemos los tipos de trigo y de tierra, ya podemos pasar a sembrar. La siembra se hacía en el mes de noviembre y la siega se hacía en agosto. La siega se realizaba a mano, necesitando mucha mano de obra. Una vez más nos encontramos con una actividad agraria que une a los vecinos para ayudarse de forma colectiva; la siega, el acarreo del trigo a la era y la mayada se hacían juntando esfuerzos entre todos los vecinos.

La siega del trigo se hacía a mano haciendo pequeños montones (gabiechas); estos montones se ataban formando los manoyos, y estos manoyos se juntaban haciendo los típicos montones de trigo que había en las tierras, los llamaban medas. Después de secar el trigo unos días en la tierra se acarreaba a las eras de la casa, disponiéndolo en montones de forma triangular que se llamaban facinas; éstas se ven en algunas fotografías antiguas de mayadas. Las eras de trigo marcaban la riqueza de la casa, pues la casa que tenía muchas facinas en la era dejaba claro que disponía de mucha tierra y de mucho pan, por lo tanto era una casa pudiente.

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Mañores (Tineo), 1927.’Facinas’ de trigo en la era. Fotografía de Fritz Krüger. Col. Museo del Pueblo de Asturias.

Cuando el trigo estaba en todas las eras del pueblo se procedía a mayarlo. Esta operación consiste en separar el grano de la paja, generando dos productos: el grano se lleva al hórreo o la panera y con la paja se haci un nuevo montón que se llamaba colmeiro.

La mayada era una fiesta, todos los vecinos participaban de casa en casa, y como es natural en los intermedios y en las comidas no faltaban el jolgorio y buen humor; a esto último ayudaba bastante el que corriera de mano en mano abundantemente el vino de Cangas. (Ver: Una mayada en Rañeces en 1945)

Estando el trigo ya en la panera, el proceso sigue su curso bajando a moler el trigo al molino. Se bajaba cada quince días aproximadamente. El trigo iba metido en un recipiente especial, hecho de piel de oveja, que se denominaba fueche, con capacidad para unos 35 a 40 Kg.

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Mayando a máquina

Al molinero se le pagaba con dinero o en especie, la maquila. Ésta, como ya expliqué, consistía en coger una proporción del grano de trigo que se molía. Cada molinero tenía su norma en la cantidad a maquilar; la competencia hacía que el molinero fuera prudente y no cogiera demasiado porcentaje.

Lo que me siguen contando estas abuelas es la parte más agradable de todo el proceso y, por supuesto, es la merecida recompensa a tanto esfuerzo. Con el trigo molido en casa se procedía a hacer el pan y el bollo preñao, hacer la fornada. El día anterior al amasado se ponía la levadura, mezclada con harina y agua templada en un recipiente (fader el furmiento). Esta mezcla se deja toda la noche para que reaccionen los microorganismos unicelulares de la levadura (cheldar). La levadura no se compraba, se dejaba un poco de masa del horneado anterior y se tenía siempre en casa en un recipiente con sal por encima y tapado con una berza. Preguntando para que se ponía la berza no me dan una explicación muy científica.

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Moviendo la ‘fornada’ con el ‘rodabiel’ en un antiguo ‘forno’ de Bustelo

Al día siguiente se mezcla este furmiento con toda la masa de harina, agua y sal; se va amasando la fornada que se va a hacer y se deja cheldando, es decir, un tiempo tapada para que el CO2 que producen los hongos de la levadura hagan hinchar esta masa, creando los típicos ojos en la miga del pan. Después se corta esta masa en porciones que serán las futuras fogazas.

Lo que sigue es fácil de adivinar, se enciende el forno con leña. Cuando éste está bien caliente se sacan todas las cenizas con una escoba (el bascayo) que estaba hecha de xiniesta. A continuación se metían las fogazas en el forno con dos instrumentos de madera que son la pala y el rodabiel. Estas herramientas también tenían otras funciones, pues había la creencia, poco justificada, de que en los días de tormenta se debía poner en la era de la casa el rodabiel y la pala de madera haciendo una cruz para que alejaran los relámpagos de la casa. Si Benjamín Franklin supiera esto no se molestaría en hacer tantas tonterías para descubrir el pararrayos.

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Horneando las ‘fogazas’ y el bollo

Volviendo al tema, lo mejor de este día de fornada era hacer el bollu preñáu, preñáu del mejor colesterol de la zona, buen chorizo, buen tocino, etc. Desde luego todo este esfuerzo merecía la pena, se conseguía un pan de verdad, sin nada de esos polvitos mágicos que ahora se echan en todos los procesos industriales, además se comía un bollo preñao que nos hacía acercarnos un poco más hacia la muerte en forma de colesterol, pero ¿qué es la vida sin un poco de riesgo?

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Hogazas de pan de verdad (sin polvitos mágicos industriales)

A estas alturas del artículo es cuando me doy cuenta de la cantidad de trabajo, de medios, de profesionales y mano de obra que hacían falta para poder comer un buen pan, un buen bollo preñao o unos frixuelos. Yo recuerdo que aquel pan tenia la corteza y la miga de diferente color que el pan industrial que comemos hoy. Cada fornada de pan eran quince fogazas que duraban quince días; el último día el pan estaba perfecto para comer y eso que no llevaba ningún conservante, excepto la sal que tenía en la masa. Hoy compras esas barras de pan que te dan al precio de 2 por 1 y si lo dejas para la cena ya es chicle, y, por supuesto, ni se nos ocurre comerlo el día siguiente. Observando esto me asalta una pregunta: «¿realmente eso será pan? o ¿será un invento híbrido creado por algún químico de la Universidad de Oviedo?». Otra pregunta curiosa: «¿por qué hoy tenemos tantos celíacos, tanta intolerancia al gluten?». ¡Qué mal hizo la ciencia alterando algunos procesos naturales!

Para terminar presentaré algún molino importante del concejo de Cangas del Narcea. Empezaré presentando el que posiblemente fue el mejor molino de la zona, ya que su capacidad y tecnología superaba con creces a los demás. Este molino está en la villa de Cangas en el denominado Prao del Molín, pero su historia aparece en otro artículo de esta web del Tous pa Tous en la que se describe con todo detalle este molino: Historia del molín de la villa de Cangas del Narcea.

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Antonio Fernández Rodríguez enseñando el molino de casa Terrao en Agüera de Castañedo

Otros molinos importantes en la actualidad son el de Agüera de Castanéu, el de Fariñas, el de Monasterio del Couto y el de Veigapope.

El molino de Agüera de Castanéu está situado en la orilla del río Narcea, en el pueblo de su nombre. El edificio es bastante moderno ya que fue reformado hace pocos años. Posee dos piedras de moler francesas y todavía está activo moliendo para clientes de los concejos de Cangas e Ibias. Quien me lo enseña es Jesús Antonio Fernández Rodríguez y quien estaba al frente del molino en los años de esplendor era su suegro: Antonio Menéndez de casa Terrao de Agüera.

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Nilo González García enseñando el molino de Fariñas

Otro molino importante fue el de Fariñas, junto a Cangas y a orillas del río Luiña. Sus clientes eran todos los pueblos de la sierra del Acebo, de Limés y contornos. Este molino y su moderna estacada pueden verse caminando por el Paseo del Vino de Cangas del Narcea. El molino tiene dos muelas francesas y una toma de fuerza para enganchar una aventadora que servía para limpiar de impurezas el trigo. Quien me enseña el molino es Nilo González García, nieto del antiguo molinero Enrique García Tejón; este molinero era hermano del mítico gaitero José García Tejón «Fariñas». Hoy, este molino está parado, pero me dice Nilo que en sus buenos tiempos a su abuelo no le faltaba el trabajo, moliendo doce horas diarias.

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Aventadora para limpiar el trigo que venía de Castilla; molino de Fariñas

El molino dejaba buenos ingresos y de él se podía vivir cómodamente; como anécdota cuenta Nilo que cuando se arregló la estacada del molino se necesitaron siete trabajadores diarios para construirla y lo que recaudaba diariamente el molino era suficiente para pagar a estos siete jornales.

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Manuel Blanco ,de Casa Queipo de Monasterio del Coto, frente al molino de su propiedad

El molino de Monasterio del Couto está enclavado en un paraje espectacular al lado del río del Couto. En la actualidad este molino está inactivo. Quien me lo presenta es Manuel Blanco de casa Queipo de Monasterio, que en su día fue molinero como su padre Modesto Blanco. El molino fue construido por su abuelo. Consta de tres piedras, dos francesas y una más blanda del país. Tiene una peculiaridad que lo diferencia de los demás, y es que tiene una turbina moderna con dos salidas de agua para darle más fuerza a la muela. Los clientes de este molino eran los pueblos del Río del Couto, parte del concejo de Ibias, algún comerciante como el almacén del Cuco de la villa de Cangas, etc.

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Interior del molino de Monasterio del Coto

En 1933 el molino fue reformado por el abuelo, Manuel Blanco Uría, y en 1950 el padre, Modesto, molía sin interrupción. Era un gran negocio, había grandes colas de caballos esperando por la fornada; dice Manuel que la entrada del molino parecía una feria. El molinero comía, merendaba y cenaba en el molino y a veces era necesario moler de noche con luz artificial. Coincide este molinero en afirmar que el trigo que se producía aquí era mucho mejor que el que venía de Castilla. La forma de pago era como en los demás molinos, en dinero o, lo más habitual, en especie, la maquila; en este molino se quedaban con un kilogramo por cada diez molidos. Otras medidas habituales eran el choupin como unidad de volumen básico y la cuarta que llevaba cuatro choupines.

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José Martínez Fernández actual molinero de Vegapope

El molino tiene anexo una toma de fuerza para enganchar una mini central eléctrica que producía luz para el pueblo. Daba suficiente para tres bombillas por cada casa y cada bombilla era de 25 watios.

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José Martínez Menéndez anterior molinero de Vegapope

El siguiente molinero es el héroe de estos tiempos, pues esta aún al frente del molino y con gran éxito, ya que mucha gente vuelve a los sabores tradicionales. Este molino está enclavado en el pueblo de Veigapope, en un paraje de gran belleza al lado del río Narcea del que coge su agua y su fuerza. La historia de este molino se pierde en el tiempo. Por él pasaron los diferentes dueños (muirazos) de la casa del Molineiro de Veigapope. Nos dice el molinero actual que tiene escritos donde indican que el molino tiene una antigüedad de varios centenares de años. Este molinero se llama José Martínez Fernández y me comenta que la época de mayor funcionamiento del molino fue la de su padre José Martínez Menéndez.

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Molino de Vegapope moliendo

Los clientes de este molino eran de los pueblos colindantes: la Regla, Cibuyo, Llano, Santa Eulalia, Adralés… El molino consta de tres muelas francesas, una de las cuales funciona en la actualidad a pleno rendimiento. Hoy, muele trigo para la panadería Xiepe de Cangas, para la panadería Pan de Ibias, algún horno de Pola de Allande, particulares de Tineo, Valledor y del concejo de Cangas del Narcea. Comenta la mujer del molinero lo contenta que está escuchando de nuevo el ruido que producen las muelas y el agua al moler, ya que hace unos años este molino también estaba abocado a cerrar definitivamente.

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José Martínez moliendo en el molino de Vegapope

Le pregunto a José por qué en esta zona se utilizó mucho el trigo, mientras que en otros lugares de la región se utilizaba mayoritariamente la variedad de escanda, me dice que posiblemente en tiempos remotos se utilizó también la escanda, pero esta variedad se cambió por el trigo que conocemos debido a que es más productivo; además, la escanda tiene mucha piel, es más difícil de recoger y es más dura de moler.

Es muy agradable acabar este artículo acompañado del último mohicano, del último molinero en activo, de la imagen viva de una saga de profesionales que durante muchos años de historia fueron la clave de nuestra alimentación. El pan de pueblo, los frixuelos y el bollo preñáu no serían nada sin la experta mano del molinero.


Disfrutando historias y paisajes de los valles de Cangas del Narcea

Brañas del Narcea; vistas del nacimiento del río Narcea y del hayedo de Monasterio de Hermo. Foto Celso

No es exagerado opinar que nuestro concejo de Cangas del Narcea posee en cada rincón de su orografía, paisajes de gran belleza. A veces uno está tan acostumbrado a vivir en este entorno  que no nos paramos a valorarlo en su verdadera magnitud.

Cada pequeño lugar esconde un riachuelo o un bosque, que va cambiando y mudando sus habitantes en función de la altura donde está situado. También se dejan ver montañas, a veces desnudas, pegadas a frondosos valles que van cambiando de tonalidad con las diferentes estaciones del año; valles poblados por pequeños pueblos, que la mayoría de las veces dibujan un escenario de tejados continuos de pizarras naturales o en otras ocasiones  los cubre un rojo uniforme  de tejas gastadas y centenarias.

Grupo Piélago de ruta, pasando por las brañas de Xunqueras; espectacular valle que parte de Parada la Vieja y sube paralelo al vecino Concejo de Somiedo. Foto Celso

Nombres como Muniellos, Moal, Genestoso, Xunqueras, Cabril, Leitariegos, Cueto, Besullo, Valle de Cibea, Fuentes del Narcea y otras zonas que al visitarlas o perdernos en ellas, volvemos a encontrarnos con el reloj biológico que llevamos dentro. Sólo tenemos que observar que si hacemos  una pausa en nuestro viaje y nos paramos en alguno de estos lugares que he citado para escuchar los sonidos del agua y el viento, inmediatamente nos rodeará  una sensación de agradable bienestar;  cualquiera de estos sonidos nos da tranquilidad e incluso nos invita a dormir una relajante siesta.

Compárese esta situación con los sonidos agresivos, estresantes que producimos de forma artificial y que nos acompañan en la vida diaria: motores, sirenas, sistemas de comunicación de todo tipo…

Por otro lado también se suman a este bienestar y relajación los colores de esta exuberante naturaleza; ¿quién me puede decir que el azul, el blanco, el verde de nuestros prados, los ocres o amarillos de nuestros bosques en otoño, no son un placer para los sentidos?; sólo hay que compararlos una vez más con los colores artificiales exageradamente chillones del centro de una gran ciudad. Con esta comparación nos damos cuenta inmediatamente de la perfección y la maestría con que la naturaleza utiliza sus diseños.

Parte de los integrantes del grupo de montaña Piélago. Foto Celso

Con este artículo pretendo trasladar pequeñas instantáneas de alguna de estas zonas a aquellos que leen “el Tous pa Tous” y que por diversas circunstancias están fuera de Cangas; seguramente les agradará ver fotos y pequeños comentarios de nuestros pueblos y montañas.

Hoy visitaré montañas de Cangas con el grupo de montaña «Piélago»; después pasaré por la estación de esquí de Leitariegos y finalizaré bajando por el río de Cibea donde visitaré a Francisco Rodríguez Cadenas que me contará algo sobre la visita que hizo el  Premio Nobel de Medicina D. Santiago Ramón y Cajal a este valle.

Integrantes del Piélago en otoño por los bosques de la ruta Moal-Veiga del Tallo

Para hacer el artículo me acompaño en cada momento de otros cangueses que disfrutan tanto como yo, de cada pequeño pliegue de nuestro concejo. Pocos conocerán tan bien cada milímetro de la naturaleza de Cangas, como los integrantes  del grupo de montaña  “Piélago”. Este  tiene sobre su historia varios años de andadura y ha sido guiado de forma ejemplar por nombres como Varela, Marcelino, Alicia y actualmente Peláez, Delfín…

Espectacular bajada de algunos integrantes del grupo Piélago. Foto Celso

Se ha conseguido un grupo de montaña en  Cangas del Narcea  que por un módico, casi simbólico precio, permite visitar con una esmerada organización, lugares, paisajes, bosques, pueblos, montañas y lagos de nuestro concejo y otros limítrofes. El trato  y las personas que lo componen son inmejorables. Como en todos los grupos, siempre hay gente que destaca por alguna cualidad especial: los que cuando se corona la cumbre de la montaña sacan los mejores vinos y orujos (hechos en casa por supuesto); a estos también los acompañan las grandes reposteras del grupo que después de comer  reparten bizcochos, rosquillas y cafés con alguna mezcla desconocida. Menos mal que esto suele ocurrir después de coronar la montaña y sólo queda descender a cotas inferiores para ser recogidos por Evencio, Sini u otro conductor de Bus Narcea.

Grupo Piélago coronando el pico Arcos de Agua de 2.063 m (Bierzo-Omaña, León)

No puede faltar mencionar a los fotógrafos oficiales José Manuel (Morrosco), Celso y Víctor, que plasman cada salida con gran maestría en los álbumes fotográficos que se pueden ver en la página web del  “Piélago”.

De vuelta a casa en el autobús, nuestra querida y siempre alegre María Luisa y un corrillo infernal que la acompaña en la zona trasera del autobús,   comentan algún tema de forma jocosa, haciendo el viaje de vuelta más entretenido.

Acompaño fotografías comentadas de alguna de las zonas visitadas por el grupo en alguna de las salidas por nuestro concejo y  limítrofes.

Brañas de Campel o de Santa Coloma. Ruta de los Teixos – Santa Coloma- Lago. Foto Celso

Continuando con esta pequeña muestra de naturaleza, no puede faltar visitar un día de esquí en el puerto de Leitariegos.  Esta estación está enclavada en pleno puerto de Leitariegos; parte de la cota (1.513 m.) y los telesillas nos suben a una cota máxima de (1.830 m.). Desde aquí mirando hacia la zona de Asturias se ve próximo el Cueto de Arbas (2.002 m.) y mirando hacia la zona de León esta el Pico el Rapáu (1.889 m.).

Afluencia de gente a la estación de Leitariegos un jueves. Se puede ver el aparcamiento de la estación lleno; los fines de semana los coches se tienen que aparcar por la carretera hacia León y hacia Asturias. Los esquiadores llenan las casas de aldea de las dos vertientes.

Lo primero que me llama la atención, es la gran afluencia de gente que tiene esta estación, consiguiendo acercar 2.500 a 3.000 personas los fines de semana a practicar este deporte. Esto empieza a demostrar  que durante  cuatro o cinco meses, este es el verdadero turismo de interior en esta zona. Atendiendo a esta realidad sería muy interesante que las dos provincias, Asturias y León  se juntaran en un proyecto común para mejorar estas instalaciones, haciendo la estación más grande y subiéndola a una cota superior. Todo esto aseguraría  aun más esta afluencia de gente a los valles de Laciana y del Narcea.

En este día de esquí por la estación, me acompaño de cangueses  que disponen de  cierta maestría en este deporte, Rubén, Evencio, Pablo, Chapinas, Adrián, Alejandro, Avelino, Lara, Toni, Morodo, Manolo Penlés…, tanto es así que algunos son monitores de dicha estación.

Empezamos la mañana con bajadas desde 1.800 m. de cota por la pista Chagunachos viendo al frente el valle de Caboalles y las montañas nevadas que lo coronan; tras alguna peripecia extraña de algunos como yo, que todavía  tenemos mucho que aprender, seguimos hacia cotas  inferiores por la pista Autovía de Arbas, ésta nos deja en la zona baja donde empieza la estación a la cota (1.513 m).

Pista La Cueva, estación de esquí Leitariegos.

Después de varias bajadas, empieza a aparecer ya cierta inquietud de sensaciones más fuertes y nos dirigimos a pie dirección al Cueto de Arbas, para bajar  hacia el pequeño valle que bordea la Laguna de Arbas, ésta casi no se aprecia pues está helada  y totalmente cubierta de nieve en su superficie. Seguimos deslizándonos y sorteando los abedules que crecen encima de los prados del puerto,  llegando  a la zona baja donde de nuevo nos comunicamos con la estación.

Cangueses esquiando en Leitariegos

Después de una intensa mañana disfrutando del paisaje y del deporte de la nieve, nos trasladamos a comer a la antigua posada de arrieros “Venta la Chabola de Vallao”. Aquí Valentín y su madre Carmen nos tratan de forma exquisita; Carmen una vez más hace honor a su fama de cocinera con el excelente banquete que nos ofrece. Pasamos a los postres, dando buena cuenta del arroz con leche, de los florones y de los frixuelos; seguimos este agotador trabajo, probando alguno de los muchos licores que  hacen  de forma artesanal.

Vista de la estación de esquí Leitariegos

Mis compañeros, después de tan opípara comida ya no se atreven a alargar el día con otra actividad y se dirigen a Cangas. Yo, por el contrario me dirijo al valle de Cibea. Este valle esculpido por el río Cibea, presenta frondosos prados y bosques que unen esta zona con la mítica zona de Genestoso, resaltando unos paisajes dignos de visitar. Este río también alberga grandes casonas levantadas en su mayoría en el siglo XIX. Estas casonas fueron construidas por vecinos de este valle que hicieron fortuna en Madrid como  restauradores, hombres de negocios y funcionarios relevantes del Banco de España.

Valle de Cibea con los pueblos de Villarino, Regla, Sonande y Llamera; al fondo también se ve el pico El Fraile nevado.

Lo primero que me llama la atención es la casona que hay antes de llegar al pueblo de Vallao; está cerrada con un muro de piedra y rodeada de frondosos árboles. Los actuales propietarios de esta casa son los descendientes de Alfonso Martínez Álvarez, nacido en Monasterio de Hermo. Alfonso era dueño de un restaurante en Madrid y compró esta casa a los familiares de  Francisco Rodríguez Pérez, antiguo dueño de la casa y padre de la mujer de Luis Martínez Kleiser (1883-1971), Doctor en leyes, teniente de alcalde de Madrid, miembro de la Real Academia Española de la Lengua, propietario del periódico “El Narcea” y políticamente enfrentado a Félix Suárez-Inclán. Juaco López Álvarez lo explica con más detalles en “El Narcea” segunda época (1912-1915, en la Biblioteca Canguesa del Tous pa Tous.

Continúo bajando por la sinuosa carretera de Vallao a Cibea y ya veo los pueblos de Llamera y Sonande donde destacan alguna de estas casonas. Siguiendo el recorrido llego a  Santiago de Cibea y desde la carretera diviso el pueblo de Regla de Cibea, donde una vez más observo este tipo de edificaciones amplias y señoriales.

Casa construida en el siglo XIX en Regla de Cibea; aquí nació el abogado Felipe Álvarez Gancedo, entusiasta colaborador de Mario Gómez en el Tous pa Tous y presidente de la facina de Madrid en 1929.

Sigo bajando siguiendo el descenso del río Cibea y en un promontorio donde probablemente hubo un asentamiento castreño, se puede ver el palacio de los Miramomtes o de La Torre.  Estos lo vendieron a Juan Rodríguez García,  de casa de Ambrosio, hoy casa Xuana del pueblo de Sorrodiles. Este hombre hizo una considerable fortuna como agente de bolsa en Madrid.

Sorrodiles de Cibea; a la izquierda puede verse el palacio de los Miramontes o de la Torre y al fondo La Gobia nevada.

Esto me recuerda que tengo que ir a visitar a Francisco Rodríguez Cadenas, más conocido como Paco el de casa La Turria de Sorrodiles. Paco me recibe con su hermana Carolina en su casa  y tengo el placer de visitar su antiguo bar, hoy cerrado al público, pero que aun conserva intacto el encanto de las tabernas de pueblo en las que se vendía todo tipo de artículos; eran los grandes supermercados de estos pequeños pueblos.  Esta taberna parece un pequeño museo, con botellas de licores, que posiblemente pasen de los sesenta años de solera. Todavía funciona un organillo comprado en 1940 por el padre de Paco en Madrid y que servía para amenizar las veladas haciendo baile en el bar.

Francisco Rodríguez Cadenas y su hermana Carolina en la barra de su antiguo bar en Sorrodiles de Cibea.

Sentado con Paco  me trae Carolina una fotografía donde observo que están juntos personajes de gran relevancia. En primera línea están el premio Nobel de Medicina D. Santiago Ramón y Cajal (1852-1934);  D. Federico Rubio y Galí (1827-1902), cirujano fundador del Instituto Terapéutico Operatorio en el Hospital de la Princesa de Madrid, también fue representante por Sevilla en las cortes constituyentes, Diputado en 1871 y al año siguiente Senador.

Otro personaje importante de la fotografía es el conde de Romanones (1863-1950), político español, Presidente del Senado, Presidente del Congreso de los Diputados, varias veces ministro y tres veces Presidente del Consejo de Ministros con Alfonso XIII. Poseía intereses en la Compañía Española de Minas de mineral de hierro del Rif. Esta compañía fue atacada por un grupo de rifeños dando comienzo a la guerra de Marruecos.

Participantes en el Instituto Terapéutico Operatorio, hospital de la Princesa, Madrid. Unos aportaban sus conocimientos y otros apoyo económico. (1) Conde de Romanones; (2) Ambrosio Rodríguez (3) Federico Rubio Galí; (4) Santiago Ramón y Cajal

Entre los fotografiados y también en primera línea está D. Ambrosio Rodríguez Rodríguez (1852-1927)  médico cirujano de gran prestigio en su época. D. Ambrosio  nació en la denominada casa de Ambrosio, hoy de Xuana, del pueblo de Sorrodiles. Cuenta Paco que se presentó el maestro del pueblo a la familia para comunicarles la gran capacidad de estudio que  tenía Ambrosio y que si fuera posible  apoyar al niño, este podría conseguir una brillante carrera. Fue un familiar de Llamera, Domingo García Sierra, de casa García, quien  sufragó todos los gastos de los estudios de Ambrosio en Madrid. Domingo  García estaba casado con la propietaria de una cafetería restaurante muy bien situada en Madrid; ya en aquella época disponía de dieciocho camareros, siendo un negocio muy floreciente.

Ambrosio tuvo una vida profesional muy brillante, ejerciendo su profesión en Buenos Aires, Gijón  y Madrid. En Madrid fue médico personal de la reina y también de la familia de su amigo D. Santiago Ramón y Cajal. Cuenta como anécdota Paco, que se decía que la mujer de D. Santiago, anteponía la experiencia de Ambrosio a los conocimientos de su marido, cuando se trataba de diagnosticar a la familia.

Menciona Ramón y Cajal en “Recuerdos de mi vida”  a Ambrosio Rodríguez Rodríguez como compañero y contertulio de la peña del Café Suizo. En el Café Suizo  se reunían políticos, literatos y financieros para contrastar ideas y en un ambiente distendido, disertaban sobre temas importantes de la época.

Mención de Ramón y Cajal en “Recuerdos de mi vida”

La peña del Suizo continúa hoy completamente renovada. Buenas cosas dijera de los actuales contertulios, muchos de ellos catedráticos, si la discreción más elemental no me impusiera el silencio. Concretareme a citar a don Joaquín Decref, a Castro y Pulido, a Ambrosio Rodríguez, al doctor Isla, etc.

Allí elevamos un poco el espíritu, exponiendo y discutiendo con calor las doctrinas de filósofos antiguos y modernos, desde Platón y Epicuro a Schopenhauer y Herbert-Spencer; y rendimos veneración y entusiasmo hacia el evolucionismo y sus pontífices, Darwin y Haeckel, y abominamos de la soberbia satánica de Nietzsche. En el terreno literario, nuestra mesa proclamó el naturalismo contra el romanticismo, y al revés, según los oradores de turno y el humor del momento, también nuestra peña hizo un poco de política. 

Lo que son las cosas, hablando con Paco, me entero  que Ramón y Cajal visitó a su amigo D. Ambrosio en Cibea; en esta visita, mandaron al sobrino de D. Ambrosio ensillar una mula y un caballo para subir al Premio Nobel de visita al pueblo de Fuentes de Corbeiro. Este sobrino de D. Ambrosio era el padre de Paco y se llamaba Francisco Rodríguez Galán.

Subieron Francisco en una mula y Ramón y Cajal a caballo hasta Fuentes de Corbeiro, para visitar a Juan Cardo Frade de casa El Rubio. Este era agente de bolsa en el Banco de España en Madrid y llevaba los asuntos financieros de los dos doctores.

Paco deja volar su prodigiosa memoria y me relata otras anécdotas interesantes de la zona; también me cuenta como la guerra civil cambió el rumbo de su familia. El padre de Paco,  era oficial del Banco de España en Madrid. En el verano de 1936 vino de visita a Sorrodiles y ya no pudo reincorporarse a su trabajo en la capital al estallar la guerra civil. Con la ayuda de la familia de Cibea, se arreglaron como pudieron hasta que acabó la contienda. Una vez finalizada la guerra, su padre volvió a Madrid encontrando su residencia totalmente destrozada. Después de esto, decidió empezar casi de cero en Sorrodiles; sacó a sus hijos adelante, en principio con muchas penurias y después dada su gran capacidad de trabajo y gestión, consiguió encauzar su vida familiar. Sigo escuchado atentamente a Carolina y a Paco y me doy cuenta de lo privilegiados que somos algunas generaciones al no tener que vivir situaciones tan complicadas. Ojalá nunca más se desaten odios tan irracionales como los que traen las guerras.

Palacio de los Flórez Valdés en Carballo, Cangas del Narcea.

Me despido de Paco y de Carolina, agradeciéndoles la amabilidad que mostraron conmigo  estos entrañables hermanos y me dirijo carretera  abajo, hacia Carballo. Aquí saco una fotografía al palacio de los Flórez Valdés.  Este palacio fue reedificado en el siglo XVI  y está situado en un valle espectacular donde el río de Cibea riega una abundante pradería.

Doy la jornada por finalizada y ya otro día visitaré otra zona del concejo, donde seguramente disfrutaré de buenos paisajes, buena gastronomía y algo de historia.

Mientras tanto me dirijo a descansar al pueblo, donde daré buena cuenta de unos excelentes huesos de butiecho de Santulaya que me tienen preparados para cenar. Estos me los recetó  el médico y amigo Bernardino de la Llana, asegurándome que tienen muchas vitaminas y dan mucho ánimo y no seré yo quien vaya contra algo que esta científicamente demostrado.

La pequeña playa de Cangas: El río de Llano

Llano y el arenal

El pozo de Chanu / Llano es para varias generaciones de cangueses algo más que un lugar de baños. Es la representación por excelencia del verano. Enrique Rodríguez García (Santolaya) recuerda, en compañía de su vecino y amigo José Luis Ordás, aquellas tardes de verano de sol, agua, amigos y fiestas, en las que el río de Llano se llenaba de chavales y chavalas, y se pregunta a que esta esperando el Ayuntamiento de Cangas del Narcea para adecentar el camino de El Cascarín a Llano, y para acondicionar el río y hacer en Llano la playa fluvial que reclaman cangueses y turistas.


LA PEQUEÑA PLAYA DE CANGAS: EL RÍO DE LLANO

Por Enrique Rodríguez García (Santolaya). Mayo 2010
 

Capilla de San Antonio del Pando

Subiendo desde El Cascarín hacia el pueblo de Trasmonte por la sierra, nos encontramos con la capilla de San Antonio del Pando. Un poco antes de llegar a esta capilla, sale un camino hacia la derecha que cruza los prados denominados de Las Bragadas de Santa Eulalia, y al final de estos hay un pequeño promontorio que se llama La Cuesta.

Desde aquí se divisan de forma privilegiada los pueblos de Adralés, Amago, Penlés y Llano, así como el río Narcea.

Vista del río de Llano desde la cuesta (el Pando)

Paseando por esta zona del Pando me encontré con mi buen amigo y vecino José Luis Ordás, sentado con la mirada un poco perdida en el horizonte. Supuse que estaba dormitando, debido al calor húmedo que está presentando esta primavera; pero no era así, me dijo que estaba recordando y se quejaba melancólico de que los que nos acercamos a los cincuenta años estamos en terreno de nadie: ni somos ancianos, ni somos desgraciadamente demasiado jóvenes y según él, lo que demuestra esta teoría, es que el cerebro ya está amueblado con muchos recuerdos. No tuve más remedio que darle la razón a mi buen amigo Ordás. Le pregunté qué recuerdos pasaban por su mente y me dijo que se acordaba cuando tenía catorce años y era todavía un chaval imberbe, con un cóctel impresionante de hormonas en la sangre. En esta edad, según él, nada era difícil, si había que jugar un partido de fútbol tres horas seguidas, se hacía y el cuerpo recuperaba en diez minutos.

Vista del arenal del río de Llano

Mi amigo recordaba que cuando se acababan las clases en el colegio de El Reguerón a mediados de junio y empezaba el verano, había varias señales que indicaban claramente que se acercaba esta estación: la primera era que empezaba a oírse por encima de El Cascarín el inconfundible canto del cuco; otra señal era que ya empezaba a haber cerezas tempranas por Llamas, Santa Eulalia y Obanca; pero lo que mejor indicaba la llegada del verano era que ya comenzaba la gente a bañarse en el río de Llano.

Crecida del río Narcea a su paso por Llano

Me sumé a los recuerdos de Ordás y empezamos a hablar de aquellos años, que para nosotros, como es normal, son entrañables. Recordamos la cantidad de chavales y chavalas de Cangas que subían en bicicleta por la carretera y andando por El Cascarín a bañarse al río de Llano. Los dos pozos del río, el que está debajo del puente y el que está enfrente del arenal, estaban algunos días con el aforo lleno. El arenal, que cada año cambiaba de fisonomía debido a las crecidas del invierno, se llenaba de toallas con gente tomando el sol.

Puente de Llano. Por el ojo del puente se ve la zona de la estacada en ruinas

Me recuerda Ordás, como no podía ser de otra forma, lo guapas que estaban las mozas de Cangas estrenando bañador y tomando el sol en Llano. También recordamos lo temerarios que éramos algunos al tirarnos del puente abajo, unos de pies y otros, los más arriesgados o inconscientes, de cabeza. Esto se podía hacer porque un poco más abajo había un muro al que llamábamos “la estacada”, que represaba el agua para conducirla por terrenos de Santa Eulalia y Arayón hacia la central hidráulica que esta en Ambasaguas. Gracias a este muro, el nivel del río debajo del puente estaba más alto y permitía tirarse sin llegar al fondo.

Antiguo muro en ruinas que represaba el agua para la central hidroeléctrica de Cangas

Hoy, al no existir dicha presa, sería una temeridad tirarse desde este puente.

Seguía transcurriendo el verano y entre baño y baño se sentían los primeros voladores de las novenas del Carmen y por los valles de Santa Eulalia los chavales ya nos poníamos nerviosos. Esto indicaba claramente que estábamos a un paso de las fiestas del Carmen y una vez más había una señal inequívoca, era la llegada de los coches de choque. Cuando esto ocurría, el Carmen ya era inminente.

Fiestas del Carmen de Cangas del Narcea

Lo demás ya no hace falta describirlo, lo seguimos viviendo cada año: baile en la verbena, fuegos artificiales, baile por las calles y bares de Cangas, charangas, copas de todos los colores y sabores, descargas de día y de noche y una tremenda afonía al final de las fiestas, afonía que nunca se achaca al alcohol sino al hielo de la bebida. Esto último es curioso, pues es lo más inocuo que se mete uno para el cuerpo esos días de fiesta, aunque algo de realidad habrá al echarle la culpa al hielo; ya lo indica el dicho: “El agua, tanto líquida como sólida, solo es buena para las ranas y no siempre”.

Llegaba la Magdalena y marcaba el final de las fiestas, toda la explosión de bullicio, de vida, volvía a su ritmo normal. Los afortunados que marchaban de vacaciones desaparecían de Cangas y los que se quedaban volvían a tomar el sol y a bañarse en la pequeña playa de Cangas: el río de Llano. Y se seguían disfrutando otras fiestas del concejo, como Las Veigas en Besullo, San Ramón en Llano, la fiesta de La Regla,…

Con todo esto, llegábamos a septiembre y empezaba el calvario de las clases; de nuevo a aguantar a aquellos profesores de los que algo de sus enseñanzas nos ha quedado y les tenemos que agradecer.

Vista del río desde el puente

Nos damos cuenta mi amigo Ordás y yo, que en aquellos veranos de una u otra forma los baños en el río de Llano siempre estaban presentes.

Actualmente, el río de Llano ya no es lo mismo, ya no hay tanta afluencia de gente, hasta hace poco estaba muy sombrío, el sol no entraba debido a la excesiva vegetación que rodeaba el arenal.

El verano pasado se acercó a mí una pareja de turistas que se alojaban en la suntuosa casa de aldea de Cachón de Santa Eulalia. Me preguntaron si les indicaba alguna zona del río Narcea donde pudieran tomar el sol, bañarse y merendar; les indiqué el río de Llano y cuando los volví a ver al día siguiente, me dijeron que estuvieron muy bien, pero que era una lástima que esta zona no estuviera mejor acondicionada.

Es fácil pensar que si apostamos por el turismo, habrá que ofrecer al turista todas las posibilidades de ocio que se pueda. No basta con alojar al turista en una casa de aldea y entretenerlo con los manjares de la zona. Hay que ofrecerle actividades de todo tipo: esquí en Leitariegos, visita a Muniellos y otras zonas, rutas de montaña y en coche, fiestas, museos y, ¿por qué no? una zona para bañarse y tomar el sol en un entorno natural del río Narcea cerca de la villa de Cangas. Esto sería la pequeña playa fluvial de Llano.

A ver si algún político de nuestro Ayuntamiento se decide a convertir en un paseo el viejo camino de El Cascarín a Llano, y acondiciona el río para disfrute de cangueses y turistas.

Pozo debajo del puente de Llano

Para finalizar, ya que nos acercamos a las fiestas del Carmen 2010, mi amigo Ordás y yo deseamos que paséis buenas fiestas a todos los cangueses que se acerquen por estas fechas a disfrutar del Carmen y, por supuesto, después de las mismas, para entonar el cuerpo de la resaca, nada mejor que volver a echar un baño y tomar el sol en la pequeña playa de Cangas, el río de Llano. Un chapuzón en “el pozón”, debajo del puente, es mil veces mejor que el más prestigioso spa o balneario y, por supuesto, más barato, que no viene mal en estos tiempos de crisis.


La miel, Genestoso y el oso

Genestoso, Cangas del Narcea

Por Enrique Rodríguez García
Santolaya de Cueiras (Cangas del Narcea)

La siguiente historia transcurre en el pueblo de Genestoso, del concejo de Cangas del Narcea, lugar mítico por su belleza natural. Este pueblo está coronado por el pico del Cabril, de 1.923 m. de altura, montaña desde la que se ve la vertiente de Cangas del Narcea con el pueblo de Genestoso y la vertiente de Somiedo con Villar de Vildas y la braña de La Pornacal.

En Genestoso vive Juan, un chaval joven y emprendedor, que viendo la afluencia de turistas que tiene este pueblo, quiso sacarle partido y se decidió a producir miel para venderla a los visitantes. Para ello compró colmenas modernas que permiten mejorar la producción de miel. Las instaló al lado de la casa familiar, en una era protegida con una pared de mediana altura. Juan, ilusionado, colocó las colmenas, calculó todos los posibles gastos de producción y los futuros beneficios por la venta de la miel. Estos números le salían sobradamente inclinados hacia el lado de los beneficios, ingresos que le permitirían ayudar en los gastos familiares. La miel sería de un sabor dulce y de color oscuro debido a la flora que tienen estos parajes de Genestoso. Pensaba Juan que esta miel se vendería sola y competiría con cualquier otra miel de las que hay en el mercado; por lo cual podría venderla tres o cuatro euros más cara. Si además en el tarro especificaba que era de Genestoso, producida a 1.140 m. de altura, dentro de un paisaje natural protegido, debería subirla todavía un euro más. Él pensaba que los turistas que visitan la zona se la quitarían de las manos.

Resumiendo, Juan estaba cambiando el cuento de la lechera por el de la miel. Digo esto porque no contó con otro socio que estaba echando las mismas cuentas, pero con más ganancia, pues no pensaba invertir ni un euro en colmenas, ni una gota de sudor en trabajo. Este personaje, ladrón y desconsiderado, es un vago que duerme meses enteros, día y noche, en una cueva, y que vigila como Juan coloca las colmenas en la era, escondido enfrente del pueblo, por el camino que sube al Cabril.

Reguero La Posadina

Cuando las colmenas están repletas de miel las visita de noche el socio de Juan: un oso pardo de avanzada edad que baja de la zona denominada La Carrizosa, por el camino que está a la izquierda del reguero de La Posadina; cuando llega al pueblo penetra en la era destrozando las colmenas para darse un buen festín.

La miel debe ser muy buena, como proyectaba el dueño, pues el oso repite la visita a las colmenas una noche si y otra también. Juan, aburrido, intenta asustar al oso poniendo un pastor eléctrico alrededor de las colmenas, pero aunque parezca imposible este oso, que no tuvo acceso a estudios, reaccionó de forma inteligente al latigazo eléctrico del pastor. Una vez que se dio cuenta del cable eléctrico, furó por debajo del mismo hasta abrir un agujero para acceder a la era; otras veces tiraba la pared contra el cable del pastor, permitiéndole pasar a comer la miel sin el menor sobresalto.

A estas alturas de la situación Juan ya se pone nervioso y opta por el sistema directo. Cuando el perro de la casa ladre porque sienta llegar el oso, saldrá con una trompeta y la tocará muy fuerte para asustar al ladrón, y Juan piensa que haciendo esto varios días seguidos el oso no volverá jamás.

Pobre Juan, no se daba cuenta que él tenía que trabajar de día y de noche, tendría que estar de guardián de las colmenas, mientras que el oso por el día estaba folgado sin pegar golpe y podía permitirse estar de juerga toda la noche.

Vino la noche y, como todas, el oso entró en el colmenar, se escuchó el perro ladrar y Juan salió tocando la trompeta. Daba gusto ver aquel panorama, una noche preciosa, un paisaje emblemático, un paisano en calzoncillos tocando la trompeta al oso que estaba robando la miel.

El oso cuando vio a Juan en paños menores tocando la trompeta, ¿qué pensaría?, se asustó tanto que echó a correr por el monte de Esquilón y no paró hasta que llegó al monte de Regla de Cibea, bien lejos de Genestoso. Esto pasó varias noches, hasta que el oso se acostumbró a las sonatas de la trompeta de Juan. El oso bajaba decidido, entraba rápido en la era, cogía una colmena con las patas y la tiraba al camino; cuando Juan reaccionaba y salía con la trompeta, el oso cogía la colmena del camino y la llevaba a comer junto al río, arropado por la oscuridad de la noche.

Enrique Rodríguez con Juan, Perales y otros vecinos de Genestoso

Juan desesperado pidió consejo a su vecino Perales, un minero prejubilado de Castro de Limés que está casado en la casa de Gavilán de Genestoso. Le preguntó que podía hacer con el oso para que no volviera a robarle. Perales, que siempre fue astuto y prefiere negociar antes que enfrentarse, le dijo lo siguiente: «creo vecino, que sólo hay una solución y es que vayáis a medias el oso y tú en el negocio de la miel».

Juan siguió el consejo de Perales y así fue como solucionó el problema permitiendo al oso ir a medias en los beneficios de la miel. Puso la mitad de las colmenas, las más productivas, en el centro de la era y otras, las menos productivas, fuera de la era para que el oso las cogiera sin esforzarse y dejara las buenas. Esto dio resultado, el oso cumplió el contrato y no molestó más a las colmenas que estaban dentro de la era.

Por el verano venían turistas a Genestoso, visitaban el Pico del Cabril y al bajar pasaban por casa de Juan y le compraban miel. En una de esas excursiones, tomando un vino de Cangas en casa de Gavilán, tuve el privilegio de escuchar la siguiente conversación entre Juan y un andaluz que le quería comprar miel. El andaluz era un asiduo de la zona, era alto, desgarbado, con la barba de cinco días. Se presentó con el nombre de David, un abogado de Medina Sidonia (Cádiz) y en tiempo libre aprendiz de torero. Éste con acento andaluz le decía a Juan que quería diez litros de miel de la zona, pero se quejaba de que era el doble de cara que la que compraba en Andalucía. Juan le contestó, un poco desairado, que la miel que le vendía era el doble de buena que cualquier otra del mercado y si era el doble de cara era porque para producirla había que pagar los impuestos normales, más un excedente para mantener «fartos y gordos a los osos que tanto os gustan a los turistas venir a ver a Genestoso».

Así acabó la conversación y el problema de Juan con el oso de Genestoso, y aunque parezca ficción doy fe de que es tal como lo cuento.

Pepe el de Corros

El Cueto Arbas desde Laguna Seca

Por Enrique Rodríguez García

Santolaya de Cueiras (Cangas del Narcea)

En la falda del Cueto de Arbas, enfrente de Brañas de Arriba, pasa inadvertido el pueblo de Corros, pueblo que por su altura es azotado por el invierno y la nieve cada vez que la naturaleza desata los elementos por los contornos del puerto de Leitariegos.

Este pueblo de Corros, vecino del Monte del Gato, en sus buenos tiempos mantenía seis casas, que vivían de la ganadería. Sus dominios limitan con Trascastro, Gillón, Riomolín y la provincia de León; posee lugares naturales de verdadera belleza paisajística: el valle donde nace el río de Corros; la laguna denominada Chaguna Seca, desde la que se ve de forma privilegiada el Cueto de Arbas; el pico del Fraile que deja ver el valle del puerto de Leitariegos y el valle de Riomolín; el Pico de la Corona y el Monte del Gato, bastante conocido por albergar todo tipo de fauna en su interior, en el que destaca la visita de algún oso pardo.

Corros, Cangas del Narcea

El nombre del pueblo nos traslada a otros tiempos, en que los vaqueiros trashumantes subían por el verano a pastar los ganados a estas zonas altas y construían pequeñas cabañas de piedra que denominaban «corros». Es posible que posteriormente ya se quedaran en la zona todo el año, formando el pueblo tal como lo conocemos hoy.

En las décadas de los setenta y ochenta, la emigración del campo hacia la ciudad hizo que en este pueblo sólo quedara un vecino, quedando las demás casas para ser visitadas durante los fines de semana. Este vecino es conocido como Pepe el de Corros, su nombre real es José Santor Antón, de Casa de Santos, tiene casi ochenta años y la primera impresión que suele dar cuando se le visita no deja dudas de su fortaleza: se presenta erguido como una vara de avellano, tiene fuerte semblante, en pleno invierno casi nunca le hace falta chaqueta, tiene que hacer mucho frío para que lo note. Cuando Pepe siente algo de frío los demás ya estamos en proceso de congelación, él dice con humor: «es que la juventud hoy coméis muchas cosas raras y no valéis ni para…»

Pepe el de Corros y Enrique Rodríguez

Pepe denota en sus facciones y ojos azules que de mozo debió de ser un buen representante de la zona en las fiestas populares. En la conversación puede esperarse que al estar aislado en el pueblo, los temas que se puedan abordar sean escasos, sin embargo nada más lejos de la realidad; pues Pepe, como es muy sociable, siempre tiene visitas de todo tipo. Además, lee constantemente y con las nuevas tecnologías, móvil, emisora…, está enterado de todos los temas de actualidad.

Siempre me llamó la atención, que muchas veces que subí a visitarlo sabía más de lo que pasaba en Cangas y alrededores que yo.

Políticamente es reservado y muy diplomático, como él dice hay que vivir y respetar a todos: «yo tengo que llevarme bien hasta con los osos del Monte del Gato». Al final, Pepe deja ver que es un hombre de centro y respetuoso con todas las ideas.

Me decido a escribir estas líneas porque en una de tantas veces que lo visité, mantuvo una larga conversación conmigo en su cocina, comiendo buen jamón y tomando un buen vino de Cangas y, por supuesto, el chupito de hierbas hecho en casa, que según dice él cura todo: la barriga, el corazón, los ojos, etc. Solo es malo para la cabeza, si se abusa, pues con la presión atmosférica cambiando por la altura, la bajada de Corros puede entrañar alguna dificultad.

En aquella ocasión, Pepe me empezó a contar historias pasadas, relacionadas con la caza y el oso, que él vivió en primera persona, y consideré que tenían cierto valor por la peculiaridad de las mismas; indicaban fielmente como se vivía no hace tantos años en pleno contacto con la naturaleza.

Supe por otros vecinos que este hombre en sus tiempos mozos era un gran cazador, cazaba por el Monte del Gato, Pico del Fraile, Braña de Trascastro… , todos contornos del pueblo de Corros. Después vendía las pieles en la feria del sábado de Ramos donde peleteros de varios sitios venían a comprarlas ese día.

A algunas personas jóvenes y no tan jóvenes, esto puede parecernos que es una historia de los cazadores tramperos del Canadá, nada más lejos, esto se vivía no hace mucho en Cangas del Narcea.

Sentado en la cocina con Pepe, me empieza a hablar, con detalles meticulosos fruto de su proverbial memoria, como cazaba cuando tenía 20 años, donde se vendían las pieles y anécdotas que le ocurrieron. Intentaré describir aquí lo más significativo de lo que me cuenta entre trago y trago de vino.

Cuenta que todo lo que cazaba se vendía en la feria del sábado de Ramos, si quedaba algo se vendía posteriormente en la feria de La Cruz, en esta feria las pieles se pagaban menos. Muchas pieles se vendían en la zapatería de Casa Carchuelas de Cangas y otras veces venía un intermediario directamente desde Caboalles a comprarlas.

Las pieles que más se pagaban eran las de marta, aunque cazaba también gato montés, zorro…

Río Corros, afluente del río Naviego

Recuerda Pepe con añoranza la agilidad que da la juventud, pues una vez que estaba nevado, él y su vecino Aniceto, vieron un corzo que bajaba paralelo al río de Corros; Pepe se decidió a cazarlo vivo. El corzo y Pepe, los dos corriendo entre la nieve, bajaron desde el pueblo hasta el río que baja de la Braña de Trascastro, allí el corzo se rindió a la agilidad y resistencia de Pepe, que se abalanzó sobre él y lo cogió vivo; Aniceto no se lo podía creer, la dificultad de andar por la nieve era igual para los dos corredores.

Si algo no le gusta a Pepe es que le hablen de los lobos, siente gran respeto y desconfianza hacia este animal. Opina que es verdad el mito de que si un lobo te observa, se te ponen todos los pelos de punta y se tiene la sensación de que se despegan las ropas del cuerpo. Cuando le digo que eso no tiene lógica, que la explicación de esas sensaciones es el miedo, él me contesta con una pregunta: «¿Por qué no ocurre lo mismo con el oso que es un animal de mayor envergadura?»

Me cuenta como una vez estaba su hermana cuidando las cabras y vino una loba con cinco lobeznos pequeños, y sin respeto ninguno empezaron a matar a los cabritos con la hermana de Pepe presente: esta al ver la situación fue a salvar un cabrito, cogiéndolo con las manos; la loba al percatarse, se abalanzó sobre la niña, le quitó el cabrito de las manos y se lo ofreció a los lobeznos para que lo mataran. La niña, asustada, lo único que pudo hacer fue huir para no ser atacada.

Sin embargo a Pepe, cuando le hablas del oso le cambia la expresión, se queda más relajado, dice que está harto de encontrarse con él y tiene muchas anécdotas para contar. Siempre que se ven se asustan los dos, Pepe del oso y el oso de Pepe, y así conviven con cierto equilibrio de fuerzas que lleva a que se tengan el suficiente respeto para vivir juntos: el oso por el Monte del Gato y Pepe en el pueblo de Corros.

Cuenta como una vez los guardas forestales le preguntaron si viera el oso y si venía de la zona de Somiedo o de Muniellos. Pepe les contestó, con el buen humor que le caracteriza, que él cuando veía al oso nunca le pedía la documentación para saber de dónde venía; como es tan feo y habla tan poco, tiene miedo a que se enfade si lo molesta.

A pesar de la altura, los parajes de Corros cuentan con abundante vegetación y rincones naturales de verdadera belleza

Recuerda como una vez subían él y su vecino Aniceto de la fiesta de San Juliano y a media ladera, después de una noche de fiesta, Aniceto sintió la necesidad de vaciar las tripas escondiéndose entre unos matorrales. Pepe siguió andando y de repente se encontró cara a cara con un gran ejemplar que lo miraba fijamente; al verlo le dio una voz y el oso echo a correr asustado en dirección a los matorrales donde tranquilamente meditaba Aniceto, este al escuchar tan tremendo ruido solo le dio tiempo a subirse los pantalones y tirar piedras al oso mientras que corría precipitadamente delante de él para que no lo atropellara.

Otra vez me cuenta que estaba su padre, Pedro Santor, cortando mangos de avellano por el Monte del Gato para venderlos a los mineros de Villablino, cuando vio algo moverse encima del camino que baja de Corros hacia la braña de Trascastro; pensó que lo que se movía era un corzo que pastaba plácidamente. Se agachó y sigilosamente se acercó al borde de arriba del camino para coger el corzo por sorpresa y pegarle un golpe para cazarlo. Fue metiendo la mano por las matas hasta que tocó un brazo que era mucho más gordo que las cuatro patas juntas de un corzo, dándose cuenta Pedro del error, se tiró rápido hacia el camino y el oso asustado también se tiró, quedando los dos mirándose cara a cara; Pedro empezó a vocear y amenazando con la macheta que llevaba, consiguió que el oso se volviera y se marchara.

Dice Pepe que su padre llegó para casa sin ningún mango de avellano y no volvió nunca más a buscarlos al Monte del Gato.

Me sigue contando que siempre que se encuentra con el oso de frente, el animal es el que huye, salvo una vez que subía a ver unas vacas a Chaguna Seca y vio desde lejos un oso grande, un buen ejemplar descansando en un prado. Pepe por curiosidad se acercó por encima y le tiró una piedra a vueltas para ver que hacía; el oso al sentir la piedra se levantó y quedó mirándole fijamente; en ese momento los dos se echaron un pulso con los gestos y las miradas, Pepe lo describe muy bien, me dice: «Enrique, era como si me mirara con chulería y después de un tiempo decidiera irse, pero indicándome que se iba porque quería, no porque me tuviera miedo».

Pepe me siguió contando encuentros y desencuentros con el oso, me dijo que últimamente los osos invernaban poco, cree que es porque los inviernos vienen más cálidos. También me enseñó una cueva que está debajo del Teso del Chano, donde siempre invernaba algún oso.

Molino abandonado de Corros

Me siguió contando como en el pueblo, aunque estaba alto, antiguamente se sembraban patatas y trigo, muestra de ello es que había en el río de Corros seis molinos, de las casas del Sastre, Natalio, Andaluz, el Maestro, el Rubio y Santos. Actualmente sólo queda uno en ruinas, pues los demás los llevó una avalancha en una gran nevada.

Me despido de nuestro anfitrión y cuando llego al Teso del Chano miro hacia atrás y veo todavía a Pepe enfrente, junto al corral de la casa; veo ochenta años de trabajo y de vida sencilla, sin grandes complicaciones ni explicaciones filosóficas. Sigo bajando en dirección a Trascastro ensimismado, pensativo, dándome cuenta que en ningún momento miré el reloj, ni pensé en el móvil, ni tuve prisa por marchar de este mundo tranquilo de Pepe. Claro está que como todo lo bueno dura poco, llego a la carretera de Leitariegos y ya empieza el ajetreo, ya empieza otra forma de vida más complicada, ya el reloj empieza a ser importante.

Nota: Pepe el de Corros, José Santor Antón, de Casa de Santos falleció en 2016, seis años después de este reportaje, a los 84 años. ¡Que la tierra te sea leve, amigo!