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Ruta de montaña por Cangas del Narcea (De Santa Ana a La Viña)

Hoy toca de nuevo salir de ruta y crestear algunas montañas de Cangas del Narcea. Preparo una merienda rápida para comerla a media ruta en la capilla de Bordondio y salgo dirección al pueblo de Santa Ana (731 m) donde dejaré el coche para empezar a caminar en dirección a la sierra de Santa Isabel, pasaré por Santarbás (889 m) y seguiré bordeando los pueblos de Abanceña y Escrita para finalizar en el pueblo de La Viña en el río del Coto.

Una vez más fotografiaré todo lo que me llame la atención y aportaré detalles llamativos que me ofrezca la ruta. Espero que sea entretenida.

Grupo de montaña Piélago en la ermita de Santa Isabel

Empiezo la ruta en el alto de Santa Ana, antes de dirigirme a la sierra de Santa Isabel visito el mirador de Piñolo en la zona denominada de Bocherón, debajo del pueblo de Santa Ana. Desde este montículo se ve muy bien el valle del Narcea, todavía se conservan algunos muros derruidos que señalan el lugar donde se dice que estuvo ubicado el castillo del Conde don Piñolo; este lugar misterioso y extraño aún conserva su aspecto de fortaleza inexpugnable. Es muy interesante visitar este mirador ya que abre unas vistas hacia el valle con un dominio espectacular del Monasterio de Corias y de la villa de Cangas, todo esto coronado por el cordal de montañas que bordean este concejo por el sur; entre estas montañas una vez más destaca en el horizonte el pico Caniellas con su forma piramidal.

Vistas de Cangas desde la sierra de Santa Isabel

En esta peña histórica del Mirador Piñolo se considera que estuvo el castillo del Conde cofundador del Monasterio de Corias, cuya iglesia fundacional data del sigo XI, nada menos que en los años 1031-1043. Esta iglesia fue descubierta recientemente en las obras que se hicieron para restaurar el monasterio como Parador Nacional. En este monumento Nacional están enterrados los fundadores, condes Don Piñolo y su esposa Aldonza, también se considera que están enterrados el rey D. Bermudo I y su mujer; otra versión dice que el sepulcro real puedo ser un invento de la comunidad monástica en época medieval para acrecentar la gloria de los orígenes del monasterio.

Estando en este mirador y con un poco de imaginación, uno se puede trasladar a esas épocas convulsas donde los reyes astur-leoneses y las gentes de estas zonas apartadas, vivían vigilantes, controlando el terreno reconquistado desde estas estratégicas atalayas.

Este mirador hoy me sirve para hacer una fabulosa fotografía del valle de Cangas del Narcea con el Monasterio de Corias en primer plano.

Pastizales de Trones

Tras este paréntesis, retomo la subida al pueblo de Santa Ana y empiezo la ruta por un camino que parte a la izquierda de las primeras casas del pueblo y que me dirige a la ermita de Santa Isabel (875 m). Desde esta ermita hasta el alto de Santarbás (889 m) el camino se suaviza y transcurre entre pastizales y prados de altura, dejándome ver por mi izquierda vistas a Cangas, a la sierra del Acebo y por mi derecha se levantan desnudas las sierras de Iboyo y de La Pila.

Pueblo de Trones

Llego al Alto de Santarbás, este alto es un cruce de caminos que permite dirigirse hacia Cangas, hacia Trones y hacia la sierra de Abanceña; decido tomar dirección a Trones para coger agua en la fuente de Linares y vuelvo sobre mis pasos, para continuar la ruta ascendiendo hacia el pico Latrene (1.037 m) , desde aquí el camino llanea ondulante por el mar de pastizales que hay a ambos lados de la sierra, estos pastizales dibujan un contraste perfecto entre el verde de los campos y el oscuro de los grises de las montañas circundantes.

Besullo

En la zona de Peñas Altas me desvío a comer a la ermita de Bordondio, situada en medio del desierto verde de los pastizales del pueblo de Trones. Tras una buena merienda y una buena siesta a la sombra de los árboles de la ermita, retomo el camino hacia las Peñas Padrún (1.122 m); estas peñas cámbricas se alzan como dos mudos testigos de los grandes esfuerzos geológicos que levantaron estas montañas; en estas peñas hago mi tercera parada ya que la visibilidad desde este enclave es espectacular, girando 360 grados sobre las peñas nada se interpone entre mí y el horizonte, disfruto de una buena panorámica de las sierras de Iboyo y Cazarnosa, del río Arganza que corre libre por poco tiempo hasta el embalse de Pilotuerto, también se ven los pueblos de Besullo, Irrondo y Cerecedo de Besullo. Esto me recuerda que tengo que visitar en el pueblo de Cerecedo a Delfina de casa Cascarín. para que me cuente historias sobre la posguerra y como era la forma de vida en estos pueblos en tiempos muy difíciles. (Esto será otro artículo que titularé: “Supervivientes, Delfina la filandera de Cerecedo de Besullo”.

Perfil de la ruta desde Cerecedo de Besullo

Volviendo sobre las vistas de las Peñas Padrún lanzo una mirada infinita sobre el horizonte y veo la ruta andada. En esta parada me tomo mi tiempo saboreando la brisa y agradando la vista con el contraste de colores verdes, marrones, azules, blancos, pliegues, montañas, anticlinales, sinclinales, pueblos; solo falta el mar para ser completo este momento. Diviso el pueblo de Tineo, la fana de Genestaza, los molinos gigantes blancos que domestican el aire en la sierra de Los Lagos, en primer plano se ven los pueblos de Abanceña y Escrita, también se ven los límites de los pastizales de Escrita y Villar de Bergame. Como dato curioso creo recordar que en Villar de Bergame vive Olga; una mujer conocedora de las propiedades medicinales que tienen las hierbas del contorno, conocimientos que heredó de su suegra y que aplica para tratar con éxito la cura del herpes.

Panorámica desde Peñas Padrún

Bajando de las Peñas Padrún, antes de incorporarme a la ruta principal me desvío un poco por la pista que baja al pueblo de Las Avelleras y de repente se presenta ante mi una panorámica completa del valle de Las Montañas, aquí animales salvajes, ganado domesticado y hombres conviven desde tiempos inmemoriales en este valle húmedo. En esta zona, la naturaleza se ve poco alterada por la mano del hombre; bueno esto no es del todo cierto ya que al lado de San Félix de Las Montañas se ve un fabuloso tajo o corta artificial que nos recuerda tiempos pretéritos donde los romanos utilizaron toda su ingeniería para expoliar el oro de estas montañas.

Según los cálculos se movieron tres millones de metros cúbicos de montaña en esta zona. Para hacer esto sin maquinaria se necesita mucha mano de obra; no dejo de imaginar a nuestros antepasados transitando desde sus castros hacia esta mina para extraer el vil metal exigido por el imperio.

Pueblo de Escrita

Me queda la buena sensación que estos romanos no pudieron someter del todo a nuestros antepasados ya que por la fuerza se enfrentaron a caudillos astures indomables como Liranto en oriente, Gauzón en el centro y Asur en Occidente, que obligaron a las legiones de Augusto la amarga necesidad de pactar las paces. Parte de estos pactos permitirían a estos trabajadores de la zona ser libres y por lo tanto trabajar por una especie de sueldo. Bueno,… esto son especulaciones mías pensando que los asturianos siempre fuimos muy cojonudos.

Valle de Las Montañas

Para saber la realidad de la minería romana en la zona, hay que buscar referencias de varios autores latinos; entre ellos Silio Itálico, que cantó la Segunda Guerra Púnica entre los años 88 y 89 y asigna a Asturias un puesto prominente en la explotación del oro, describe al minero local como de tez amarillenta con gran parecido al oro.

Pero el gran divulgador de la riqueza aurífera de esta región fue Plinio el Viejo, éste señala que se extraían unas veinte mil libras romanas anuales, esto es, unos seis mil quinientos cuarenta kilos de oro y que en parte corresponden al solar de Asturias (esencialmente Asturias y León).

Explotación romana de oro en San Félix de las Montañas

Es difícil evaluar la incidencia de la minería del oro durante la romanización, pero teniendo en cuenta el numero de “cortas” conocidas y que la ley de los yacimientos primarios está comprendida, por término medio entre 0,5 y 3,5 gr/Tm, Sánchez Palencia infiere que se han movido unos setenta y cinco millones de metros cúbicos de materiales (por seiscientos setenta y cinco millones en todo el NO), lo que proporciona una cifra de doscientos treinta mil kilos para el oro extraído en Asturias durante la dominación romana.

Cuando se va de turismo a Italia y se visitan las grandes obras del imperio tenemos que recordar que gran parte de éstas se pagaron posiblemente con el oro que nos llevaron los romanos de Asturias, bueno,… esto también es una especulación mía.

Geológicamente, la explotación de San Félix se trata de un yacimiento primario donde se presentan diques de lamprófidos y de albititas que parecen formar parte del cortejo filoniano de rocas ígneas no aflorantes. En esta corta se presentan brechas de relleno de fisuras, de tonalidad blanquecina, constituidas por cantos de albita y cuarzo.

Braña de La Viña

Se nota que me gusta el tema pero no me enrollo más, ya que debo seguir camino en ruta hacia el pueblo de La Viña. Dejo el valle de Las Montañas y vuelvo sobre la ruta original bordeando el pastizal de Escrita por su parte más alta dirección a Vega de la Mula (1.137 m), continuando este camino me lleva hasta la braña de La Viña (1.007 m). Esta braña es posiblemente el enclave ganadero mas llamativo de la zona y tiene unas características muy peculiares que la diferencian de otras brañas. En las construcciones del conjunto ganadero alternan cuadras para guardar el ganado y hórreos para almacenar productos.

Conjunto de hórreos y brañas de La Viña

Bajando hacia la braña veo sombras que dejan imaginar entre los arbustos lejanas miradas de algún animal que me extraña y que posiblemente sea un corzo. Sigo bajando y ya la niebla se va disipando dejando ver el conjunto de hórreos y de brañas de La Viña. La braña está encaramada a 1.007 m de cota, sobre una pudinga carbonífera que está erosionada por ambos lados. Desde este montículo se domina hacia el sur la sierra de Peña Ventana, la sierra de Oballo y los abruptos perfiles que presenta el encajado y cerrado valle de La Viña.

Ganado en la braña

El conjunto ganadero está bien conservado, destaca un techo de uralita que hubiera sido preferible que fuera de losa como las demás del contorno (pero es mejor tener este techo a que este totalmente destruido). Los hórreos son muy llamativos y uno no está acostumbrado a ver estas construcciones fuera de los pueblos, situados en una braña de cuadras para el ganado, así que pregunto a un vecino cual es la función de estos hórreos en plena braña y me dice que antiguamente en la zona llana del monte se sembraba toda de trigo y de patatas y como el pueblo estaba tan lejos se almacenaban todos los productos en estos hórreos. También valen para albergar al brañero ya que dentro de los hórreos aún hay camas. Sintetizando, antiguamente se hacia vida en la braña, la mayoría del tiempo los vecinos de La Viña estaban trabajando en la zona alta y dormían en los hórreos.

Hórreo y braña

Tras disfrutar de este pequeño enclave ganadero empiezo la bajada hacia el pueblo de La Viña, esto se puede hacer por el camino que sale hacia la derecha de la braña, por una pista que suben los tractores o por el antiguo camino de la izquierda que baja bordeando el crestón de pudinga; aconsejo bajar por este camino viejo ya que esta menos alterado y es más espectacular.

Bajando este camino por fin llego al pueblo de La Viña con sus casas de entramados de madera, saco una fotografía y termino la ruta en la carretera del Coto donde me esperan para bajarme a Cangas.

Antes de marchar no se debe dejar de visitar los pueblos de Vega de Hórreo y Monasterio del Coto que están prácticamente al lado de este punto final de la ruta.

Contorno del pueblo de La Viña en el río del Coto

Atendiendo a los nombres actuales de la zona, Monasterio del Coto, La Viña, Vegalagar (Vega del Lagar)…, todo indica que esto fue un reducto benedictino del convento de Corias y el terreno fue zona de viña propiedad del mismo convento.

La zona de La Viña es escarpada, muy pendiente, con poco horizonte de tierra y abundante en suelo pizarroso, es propicia para la explotación de la vid. Aún se puede imaginar uno la disposición de las viñas viendo las escarpadas y pendientes terrazas de pared de piedra que todavía se conservan en las laderas del pueblo.

Hoy es una zona con un encanto especial ya que el pueblo se encuentra encaramado sobre la ladera y protegido del norte por una majestuosa y solitaria muralla natural de brecha y pudinga que hace de esta zona un paisaje especial y diferenciado.


Pueblo de La Viña

ITINERARIO: Santa Ana – Santarbás – Escrita – Braña de La Viña – La Viña.

DISTANCIA: 15 Km. a Braña de La Viña y 2,5 Km más de bajada al pueblo de la Viña.
DURACION: 5h.

DIFICULTAD: Baja. (Ruta con pendientes muy suaves, para todos los públicos)


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Memoria de los bosques de Cangas del Narcea, 1920

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Cortando un roble en el monte de Muniellos, 1964. Fotografía de Manuel Rodríguez Montes, ‘Carson’

La elaboración de vino y la explotación de madera fueron las principales actividades industriales de Cangas del Narcea hasta los años cuarenta del siglo pasado, cuando la minería del carbón comenzó a expandirse.

Desde mediados del siglo XVIII y hasta mediados del siglo XX, la madera es una materia prima muy necesaria y buscada. Se empleaba para la construcción de barcos, para la construcción de edificios y obras públicas, para traviesas de líneas de ferrocarril, para tonelería, etc. La madera de roble será una de las más empleadas para estos fines, pero había un problema: era escasa. Por eso los robledales del concejo de Cangas del Narcea, en especial el “famoso” monte de Muniellos, serán el punto de mira del Estado en el siglo XVIII y de muchas empresas madereras a partir de 1845.

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Encabezamiento comercial de la Sociedad Bosna Asturiana, 1920

La explotación industrial de madera se inició en Cangas del Narcea en 1766 en este monte de Muniellos, propiedad del conde de Toreno, por iniciativa de la Armada y con el fin de suministrar madera para la construcción de navíos de guerra en el Arsenal de El Ferrol. En la segunda mitad del siglo XIX se seguirá explotando intensamente por parte de empresas inglesas (Wilson, Misley & Sichel), catalanas (Crédito Mobiliario Barcelonés) y franco-belgas (Sociedad Minero-Forestal-Ferroviaria). En 1901, la Sociedad Bosna Asturiana, integrada por capital francés, vasco y asturiano y con domicilio en Gijón, adquiere el monte y lo explotará hasta los años veinte. Por último, la empresa “Muniellos S.A.”, fundada en 1952 por varios socios de Cangas, Allande y Gijón, sacará madera hasta 1973 en que el Estado compra este monte para su conservación como espacio natural.

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Vista de los montes de L’Artosa y La Veiga’l Tachu desde Pena Ventana, 2013

Muniellos no fue el único monte explotado masivamente en todo ese periodo de más de doscientos años. También se explotaron otros en su entorno: los montes de Monasterio del Couto, El Pueblo de Rengos, Las Montañas, Cabreiro, etc., así como Valdebois, en el concejo de Ibias, y Valledor, en Allande. En ellos cortarán madera algunas de las empresas que trabajaron en Muniellos y otras más que a menudo eran extranjeras o de otras partes de España. Las últimas de esta clase fueron la catalana «Robledor, S.A.» y la valenciana «Explotaciones Forestales Pumar S.A.» fundada por Salvador Vilarrasa Sicra.

En todos estos montes se extraía madera de faya (haya), abedul, xardón (acebo) y, sobre todo, roble. Muchos de los trabajadores eran vascos, cántabros, franceses, croatas o suizos, así como vecinos de los pueblos propietarios de los montes y de los alrededores. La madera se enviaba para Burdeos, Barcelona, Madrid, Jerez de la Frontera, Valencia, Sonseca (Toledo), Gijón, etc.

La «Memoria de los bosques de Cangas de Tineo» que presentamos en el Tous pa Tous fue escrita en 1920 por encargo de algún empresario o sociedad interesada en invertir en la explotación de madera. Se centra en los montes de Monasterio de Hermo, Monasterio del Coto y Monte Cabreriro, que es propiedad de los vecinos de Oubachu y La Veiga’l Tachu, y también en el de Valdebois / Valdebueyes, que era de la familia Ron. En ella se trata sobre su superficie, las especies de árboles, las condiciones para la compra de los derechos de explotación de la madera y su precio, y el estado de las comunicaciones para el transporte de la madera.

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Vista de los montes de Rengos y Muniellos desde Pena Ventana, 2013

El traslado de la madera será uno de los grandes problemas con los que se encontraron todas las empresas que quisieron explotar los montes de nuestro concejo. En esta memoria se mencionan tres posibles vías para sacar la madera: la futura línea de ferrocarril «Pravia-Cangas del Narcea-Villablino», que atravesaría por Monasterio de Hermo y que no llegó a hacerse; la carretera en construcción de Ventanueva a Ibias, por donde podría sacarse la madera del Monte Cabreiro y la de Valdebois, y el río Couto, por donde bajaría flotando la madera del monte de Monasterio del Couto hasta La Regla de Perandones; años más tarde, la empresa Robledor S.A. abrirá a su costa la actual carretera que atraviesa el Río del Couto, desde La Regla al Pozo de las Mujeres Muertas, para sacar madera de este monte y del Valledor (Allande).

La memoria está fechada en Oviedo el 12 de febrero de 1920 y no lleva ninguna firma. Procede de los restos del archivo del empresario y banquero José Tartiere Lenegre (Bilbao, 1848 – Lugones, Siero, 1927), que tenía adquirida la explotación de unos robles en el Monte Cabreiro. En ella se menciona al comerciante y negociante José María Díaz López «Penedela» (Penedela, Ibias, 1870 – Cangas del Narcea, 1934), que en esa fecha era el alcalde de Cangas del Narcea, y que proporcionó al autor de la memoria datos sobre las intenciones de los propietarios de los montes y los precios en los que estarían dispuestos a vender los derechos de explotación del arbolado.


Memoria de los bosques de Cangas de Tineo (Asturias), 1920


La Peña de los ladrones (Fontes de las Montañas)

Óleo sobre lienzo. Vincent Van Gogh, 1889

En las cercanías de Fontes de las Montañas se encuentra una peña conocida como La Peña de los Ladrones, que tiene una cueva en la que entra el ganado a «moscar» durante el verano. Los vecinos de Las Montañas cuentan acerca de ella un suceso que ocurrió hace muchos años y que dio lugar al nombre con que hoy se la conoce. Esta leyenda tiene gran arraigo en la parroquia de Las Montañas y también es conocida, bajo otras denominaciones, en distintos lugares de la Península Ibérica y, especialmente, en la tradición oral del norte de Europa (Suecia y Noruega) donde se documenta desde el siglo XVIII.

Lugar: Las Defradas de las Montañas, CANGAS DEL NARCEA.

Informante: Antonio Fernández Hernando, 64 años (1998).

Recopilador: Jesús Suárez López (Archivo de la Tradición Oral – Museo del Pueblo de Asturias).

Eso fue una pastora de ahí de Fuentes que taba col ganáu y secuestráronla unos ladrones p’ahí pa una peña que le llaman la Peña los Ladrones, ahí p’arriba de la braña d’este pueblo. Y luego tuviéronla ahí unos días sujeta, taba vigilada, nu-y dejaban marchar. Y ella tenía una cuerna de esas de cuerno que tenían antes los pastores que iban col ganáu… —eso fue muy habláu, cuando yo era chaval no había cuento más que ése— Y luego, pues había otra pastora del pueblo d’ella que un día pareció ahí col ganáu enfrente, del otro lao del río. Y entós tocóule ella la cuerna. Y decía:
 
—¡Tatareisina,
 vete pa casa
 y cuéntalo asina!
Siete ladrones me roban aquí,
comen ya beben ya rinse de mí.
La mia vaquina Ruda
 ta colgada al fumeirín,
ya la xatina ta nu caldeirín.
 
Entonces contestóule la otra:
—¿Qué dices, nena?
 
Dice:
—¡Que siete mil demonios te arranquen de ahí!
 
Entonces la otra comprendióle todo lo que decía y marchóse a casa y contólo a los vecinos. Y vinieron los de Fuentes ahí todos, y entonces expulsaron de ahí a los ladrones aquellos que la tenían allí sujeta. Y la peña quedó-y [el nombre de] la Peña de los Ladrones. Esto no fue fábula, ¿eh? Esto dicen que sucedió cierto y como se habla.

Bibliografía: Jesús Suárez López, «La pastora pide ayuda con la cuerna (AT 958): una leyenda-canción-cuento pan-europea», en Lyra Minima Oral: Los géneros breves de la literatura tradicional (Madrid: Universidad de Alcalá, 2001), págs. 459-471. // Jesús Suárez López, «La pastora pide ayuda cola cuerna: una lleenda asturiana y paneuropea», Asturies, memoria encesa d’un país, núm. 8 (1999), págs. 80-89.