Alejandro Casona y Luis Bagaría unidos por “La Sirena Varada”

Caricatura de Alejandro Casona realizada por Luis Bagaría (Barcelona, 1882 – La Habana, 1940)

El 23 de marzo de 1934 Alejandro Casona cumplía treinta y un años. Para algunos todavía seguía siendo Alejandro Rodríguez Álvarez, pero empezaba a estar claro que aquel joven nacido en Besullo (Cangas del Narcea, Asturias) sería muy pronto y para todos uno de los autores llamados a revolucionar el teatro español de su tiempo. Hijo de maestros, maestro él mismo, había hecho sus pinitos como poeta, había traducido algunos libros del francés y se encontraba a gusto en las tertulias literarias de Madrid. Un par de años atrás le habían concedido el Premio Nacional de Literatura por Flor de leyendas -adaptación de clásicos universales para jóvenes lectores- y para entonces ya era el director del Teatro del Pueblo de las Misiones Pedagógicas, que, como él mismo diría años después, eran “una farándula ambulante, sobria de decorados y ropajes, saludable de aire libre, primitiva y jovial de repertorio”.

Y añadiría en la “Nota preliminar” a su Retablo jovial: “Si alguna obra bella puedo enorgullecerme de haber hecho en mi vida, fue aquella; si algo serio he aprendido sobre pueblo y teatro, fue allí donde lo aprendí. Trescientas actuaciones al frente de un cuadro estudiantil y ante públicos de sabiduría, emoción y lenguaje primitivos son una educadora experiencia”. Los que contaban con experiencia y visión de futuro, como el fundador de las Misiones Pedagógicas Manuel Bartolomé Cossío, los que sabían, tenían claro que la España que estaba naciendo con la II República debía tener gente como Alejandro Casona para llevar la batuta, pero lo cierto es que por aquellas fechas en que cumplía treinta y un años Casona todavía no había hecho prácticamente nada en teatro y para el gran público era un desconocido. Hasta entonces el único estreno que tenía en su haber era la más bien fallida adaptación de El crimen de Lord Arturo, puesta en escena en Zaragoza en 1929. Sin embargo, antes de ganar el Premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid por La sirena varada en diciembre de 1933, la gente del medio ya sabía algo de este joven prometedor. De hecho, Margarita Xirgu, que sería la encargada de estrenar la obra en el teatro Español en marzo de 1934, ya tenía noticias del joven autor y de la obra desde tres o cuatro años atrás, pues después de escribirla en el Valle de Arán, donde estuvo destinado como maestro desde 1928, Casona se la había enviado al empresario teatral Adriá Gual y éste se la había puesto en las manos a la Xirgu.

El Tous pa Tous ofrece ahora una entrevista publicada en el diario Luz, de Madrid, aquel 23 de marzo de 1934 en que Alejandro Casona cumplía 31 años. El periódico fue uno de los que junto con El Sol y La Voz formó lo que se conoció como el trust azañista, orquestado por el empresario catalán Luis Miquel y el abogado y escritor mexicano Martín Luis Guzmán y nacido de las migajas que había dejado el desplome del grupo de El Sol, ideado en su momento por José María Urgoiti y José Ortega y Gasset. Para dar una idea del éxito que tuvo esta operación, basada, como todo lo que atañe al bienio progresista, en un elevado idealismo que se reveló poco operante, baste decir que Luz, aparecido por primera vez en enero de 1931, fue un periódico que duró menos de cuatro años, concretamente hasta el 7 de septiembre de 1934. Por su dirección pasó muy brevemente Félix Lorenzo y, desde septiembre de 1931, el periodista y escritor Luis Bello, muy vinculado a Manuel Azaña.

La entrevista se la hacían a Casona por el éxito que La sirena varada estaba manteniendo en el Teatro Español y tiene gran interés fundamentalmente por dos razones: la primera es que Mariano Esquivel, el periodista que entrevista al dramaturgo, deja que éste explique al público quién es y de dónde viene; y la segunda porque está ilustrada con una caricatura del gran dibujante Luis Bagaría (Barcelona, 1882 – La Habana, 1940), republicano por los cuatro costados que con sus retratos supo captar el alma más que el cuerpo de todos los políticos, escritores y artistas de su tiempo. Fue todo un personaje, definido con mucha sorna por el crítico Juan de la Encina: “Es varón de rara ignorancia; pero de una intuición, de una perspicacia y una vista que maravillan. Él, como saber, lo que se llama saber, no sabe gran cosa, y, sin embargo, lo sabe todo. Ya podéis echarle doctores sapientísimos. Conversará con ellos con el mismo aplomo y agudeza sobre todo lo humano y lo divino como si él fuera más sapientísimo doctor que todos ellos. Hay quien sospecha que Bagaría no ha cursado siquiera las primeras letras. Esto es algo exagerado. Porque si bien es cierto que no ha cursado siquiera las primeras letras castellanas, también es rigurosamente verdad que en letras catalanas, o extranjeras traducidas al catalán, él ha debido, a no dudarlo, hacer algunos estudios, pues muy a menudo se le ve citar autores de tanta monta como Sófocles, Ibsen, Joan  Maragall y hasta el Dr. Turró…” Feliz coincidencia esta que hizo converger en un periódico republicano a dos intelectuales convencidos de la bondad del nuevo régimen político que había venido a sustituir a la caduca monarquía. No fue esta la primera vez que Casona apareció en Luz con motivo de La sirena varada: el 12 de diciembre de 1933 se le hacía una entrevista en el mismo periódico con motivo de la concesión del Premio Lope de Vega; y pocos días antes de que se publicara la que nos ocupa ahora, el 19 de marzo de 1934, el crítico Juan Chabás había hecho la reseña del estreno de la obra. No era, por tanto, la primera vez que se hablaba de Casona y su sirena en Luz,  pero la entrevista es rara y valiosa y en ella podemos leer las palabras del joven Casona haciéndonos un favor a todos los cangueses al exagerar un poco su permanencia en el concejo. “He pasado mi niñez hasta los 15 años en Cangas del Narcea”, le dice al periodista, cuando lo cierto es que únicamente estuvo en Besullo hasta los cinco años. Luego vendrían Villaviciosa y Gijón, y antes de Murcia todavía Palencia. No es que en la entrevista se diga nada que no sepamos de Casona, pero esta página une a dos figuras muy relevantes dentro de la intelectualidad de la II República, como se sabe la nómina de intelectuales con mayor proyección y mejor producción de todo el siglo XX español. Aquí están, para que podamos leer las palabras de uno y ver el trabajo del otro, Casona y Bagaría, Bagaría y Casona, cuando todavía no podían sospechar ni de lejos que a la vuelta de poco más de dos años la Guerra Civil vendría a hacerlos coincidir en una experiencia en la que los acompañarían miles de españoles: el exilio.

icon 02 – LUZ, marzo 1934: Entrevista a Alejandro Casona

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