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El nombre de la ‘Plaza de La Refierta’ por Manuel Flórez de Uría

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Plaza de La Refierta (actual, Mario Gómez), hacia 1901, en la que aparece una diligencia y muchas losas que se estaban empleando para reformar la plaza y la escalera de La Fuente.

En este articulo, Manuel Flórez de Uría ofrece una explicación del nombre de la plaza de La Refierta, que a pesar de llamarse hoy oficialmente plaza de Mario Gómez, todavía sigue manteniendo su nombre antiguo.

Este nombre de La Refierta para referirse a esta plaza de la villa de Cangas del Narcea es muy antiguo, y está perfectamente documentado en los primeros años del siglo XVI. La palabra “refierta”, hoy en desuso y fuera del diccionario de la Real Academia Española, significaba: “oposición, contradicción, repugnancia”, y así aparece en el diccionario de 1817 de esta academia. Para Flórez de Uría ese nombre procede de un hecho histórico que sucedió allí en el siglo XIV y fue la oposición que el pueblo de Cangas proclamó de viva voz contra Enrique II de Castilla (1333-1379), que había asesinado a su hermanastro el rey Pedro I (1334-1369) en 1369. Aunque el autor no menciona ninguna fuente de información y en el artículo hay algún dato erróneo, como el citar al conde Marcel de Peñalba como presente en ese acto, cosa imposible porque ese titulo fue otorgado por Felipe IV a García de Valdés y Osorio en el siglo XVII, es una opinión sugerente que no podemos desdeñar.

La lucha entre estos dos hermanastros, hijos de Alfonso XI, provocó una guerra civil en el reino de Castilla y León entre 1366 y 1369. En Asturias hubo partidarios de los dos bandos. Los de don Enrique de Trastámara estaban sobre todo en el centro y oriente de la región, y los del rey Pedro I en el centro y occidente. Lo que cuenta Flórez de Uría es muy posible, porque el linaje de los Valdés, encabezado por Diego Menéndez de Valdés, señor de las Torres de San Cucao de Llanera, tomó partido por Pedro I y sus descendientes, y en la villa de Cangas esta familia ya era poderosa en aquel tiempo. En el siglo XV, los Valdés poseían dos casas en esta población: una en la calle Mayor, donde está el palacio de Marcel de Peñalba, y otra en la misma plaza de La Refierta, en el solar de la conocida hoy como Casa de la Reguerala. Sobre esta guerra y los partidarios de los dos bandos en Asturias ha escrito Juan Ignacio Ruiz de la Peña, en el tomo 5 de la Historia de Asturias, dedicado a la Baja Edad Media, editada por Ayalga Ediciones en 1977.

En el mismo articulo Flórez de Uría relata como los vecinos de la villa para evitar la venganza de Enrique II se pusieron bajo la protección de la Virgen del Carmen y ese mismo año comenzó a hacerse la procesión desde la capilla de Entrambasaguas a la iglesia parroquial de Cangas. Tampoco aquí cita fuentes históricas, y es extraño pensar que existiese en la parroquia de San Tirso, más tarde trasladada a Entrambasaguas, el culto a la Virgen del Carmen en el siglo XIV, cuando fue una devoción que se generalizó en el mundo católico a partir del siglo XVI y sobre todo en el XVII.

Manuel Flórez de Uría y su mujer en Cangas del Narcea, h. 1925. Colección de Adela Rodríguez Flórez de Uría

Manuel Flórez de Uría Sattar fue un prolífico periodista cangués nacido en 1864. Escribió en varios periódicos de Cangas del Narcea: El Narcea y El Distrito Cangués, fundó y dirigió La Verdad, y colaboró en periódicos de Oviedo, Gijón, Grado, Pravia y Madrid, en los que firmaba con su nombre o con el seudónimo de “Juan de Cangas”. Autor de dos obras lamentablemente perdidas: «Apuntes para la historia de Cangas de Tineo y su concejo» e «Historia del Regimiento de Voluntarios de Cangas de Tineo», basada en las memorias de su abuelo paterno, que había participado en aquel regimiento y fue uno de los pocos voluntarios que regresaron a Cangas al terminar la Guerra de la Independencia en 1814. En los años veinte fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia.

Flórez de Uría era maestro y procurador de los tribunales. Tuvo una vida política intensa. En 1902 era presidente del Comité Municipal Republicano de Cangas de Tineo (así aparece en Las Dominicales. Semanario Librepensador, Madrid, 15 de agosto de 1902). Más adelante perteneció a los comités locales del Partido Reformista y de su sucesor el Partido Republicano Liberal Demócrata, liderados los dos por el político asturiano Melquiades Álvarez. Durante muchos años fue concejal del Ayuntamiento de Cangas del Narcea.


EL NOMBRE DE LA “PLAZA DE LA REFIERTA”
 
Manuel Flórez de Uría

 

Los que tuerto li tienen o que la desirvieron,
d’Ella mercet ganaron si bien gela pidieron;
nunca repoyó Ella a los que la quisieron,
ni lis dio en refierta el mal que li fizieron.
 
Gonzalo de Berceo,
Los milagros de Nuestra Señora, siglo XIII

 

En los tiempos de Gonzalo de Berceo, cura de su pueblo natal, del que lleva el apellido, diócesis de Calahorra, próximo a San Millán de la Cogolla, se decía refierta por “respuesta”. Eso era término de uso corriente entre la gente culta, la del Mester de Clerecía, y de creer es que venía ya de muy antiguo.

 En Cangas del Narcea, antes Cangas de Tineo, existe una plaza llamada “Plaza de la Refierta”. ¿Por qué ese nombre? ¿Qué significa Refierta?. Esa pregunta, en la actualidad, no existe cangués que la conteste.

 Vamos a descorrer la cortina que los siglos echaron sobre el suceso memorable, digno de eterna loa, que originó el nombre dado a la entonces plaza principal de la villa de realengo “Cangas de Sierra”, más tarde “Cangas de Tineo” y hoy “Cangas del Narcea”.

 Corrían los últimos años de la lucha cruenta, terminada en fratricidio poco después, entre Don Pedro I de Castilla y de León [1334-1369] y su hermano el Bastardo Don Enrique de Trastámara [1333-1379], y la Junta General de Asturias convocó a la nobleza asturiana y a los procuradores o personeros de los concejos, así como de las “Cuatro Sacadas” y villas de realengo, para la Junta que se celebró en el Convento de Santa María de la Vega de Oviedo (hoy, fábrica nacional de fusiles). En las sesiones de esa Junta, la nobleza y los procuradores se declararon por el Rey legítimo, y tacharon de felón y desleal al Bastardo Don Enrique. Esta fue la hidalga contestación que dieron a los emisarios del Infante rebelde.

 Pero éste no desistió de su intento. Tomó el camino que tan popular le hizo y que con el tiempo le valió el sobrenombre de “Enrique el de las Mercedes”. Consumado el regicidio de Montiel [el 14 de marzo de 1369, en el que Enrique mató al rey Pedro I], su noticia llegó a estas villas envuelta con el perdón a los partidarios del Rey caído y la concesión de donaciones, encomiendas y privilegios para los altos dignatarios eclesiásticos, los monasterios, la nobleza y los concejos. El interés quebrantó en casi todos estos la fe y lealtad jurada al Rey legítimo, y casi en totalidad se pasaron al partido del Bastardo y abandonaron el de las hijas del Rey asesinado.

 Pero el Duque de Lancaster, príncipe inglés que casara con doña Constancia de Castilla, hija primera del Rey Don Pedro y Doña María de Padilla, hizo proclamar, allá en sus Estados de Inglaterra, Reina de Castilla y de León a su esposa, y a Castilla llegó la noticia de que reclutaba gente de armas para realizar en estos reinos un desembarco para reivindicar por las armas la Corona que correspondía a su esposa.

 Esa Corona, tinta en la aún humeante sangre de Montiel, la consideraba el Bastardo tan poco segura sobre su frente, que, para reafirmarla, resolvió pedir el juramento de fidelidad a los municipios que no se habían declarado hasta entonces ostensiblemente de su partido, uno de los cuales era el de Cangas de Sierra.

 Los Comisarios Reales llegaron a Cangas en los primeros días del mes de julio del año 13.., y convocada la municipalidad en la Plaza de la Villa y el pueblo a son de clarín, atabal y voz de pregonero, la comisión dice por boca de su presidente Don…, conde Marcel de Peñalba, que preguntó en voz alta: “¿Reconocéis, vos, Corregidor e Alcalde Mayor, e vosotros regidores perpetuos, ansi como vosotros hijosdalgo e pecheros, por vuestro Rey e Señor natural al Rey Nuestro Señor Don Enrique, y le juráis fidelidad y pleitesía?”. Y el Corregidor, en nombre del Regimiento (Ayuntamiento) y de hijosdalgo y pecheros, contestó en voz alta y fuerte: “¡No! questa villa es y será fiel al señor Rey Don Pedro y las señoras sus fijas, e esto os refiertamos e sostendremos en todas formas, así la Virgen Santa María nos socorra”. Y el pueblo a coro dijo: “Amen”.

 Los comisionados salieron el mismo día de la villa y se acogieron al Coto de Corias, en como monasterio se les amparó y escoltó luego por el territorio de su coto abadengo hasta introducirlos por el de Barzana de la Cabuerna, que también era de dichos monjes benedictinos, hasta tierras de Tineo.

 A los pocos días, el 16 de dichos mes y año, en la parroquia cercana de San Tirso se celebraba la fiesta de la Virgen del Carmen, en la primitiva ermita de Entrambasaguas (sobre el mismo solar se alza desde el siglo XVI la ermita actual), por primera vez, concurriendo en corporación la Municipalidad con las solemnidades rituales de la época, asistió a la misa solemne, se trajo la imagen de la Virgen del Carmen en procesión solemne, entre músicas y cantos, a la iglesia parroquial de Cangas (la antigua, emplazada entonces en la plaza de la Oliva), implorando la protección de la Virgen que les amparara y protegiera contra la saña real.

 De entonces data ese nombre de “Refierta” dado a la plaza, y también la costumbre de que las fiestas del Carmen, aunque propias de la feligresía de San Tirso, más tarde llamada de Entrambasaguas, fueran consideradas por Cangas como suyas propias; la costumbre de celebrarlas mixtas entre ambas parroquias (hoy es una sola), trayendo la imagen procesionalmente el día 16 de julio, todos los años, a la Iglesia Colegial, y volviéndola a la tarde en igual forma a la ermita, y de entonces y hasta el día, el entusiasmo (algo idolátrico e irracional) de los cangueses a la Virgen del Carmen. Dándose el caso raro de que personas de gran cultura, de ideas extremadas por lo avanzado, incrédulas, materialistas, acaso, indiferentes en religión, que no practican culto ritual alguno, asisten reverentes a esos festejos, se descubren al paso de esa imagen y, desde donde quiera que están, contribuyen con esplendidas dadivas para el esplendor de sus festejos. A un cangués, que oye indiferente, acaso, blasfemias y burlas sangrientas contra Dios, la Virgen y los Santos, que no le mienten irrespetuosamente de la Virgen del Carmen de Entrambasaguas. Puede ser, y con frecuencia es, peligroso.

El Sereno

Sereno

El día 15 de marzo de 1976 aparece esta noticia en prensa: «El vigilante nocturno ha entrado en acción». Esta noticia tiene detrás de sí mucha más importancia de lo que a simple vista aparenta; es el principio del fin del cuerpo de Serenos del Comercio y Vecindad, vulgo «el sereno».

Como nieto, hijo, sobrino y primo de serenos, esta noticia me afectó profundamente y cambió la vida y forma de vivir de muchas personas, y las noches ya no fueron las mismas. Pero ¿qué era un sereno?

Básicamente, para todos era una persona con gorra y chuzo, que te abría el portal de casa cuando llegabas y estaba cerrado. Para mí es complicado de explicar, pero un sereno era muchas más cosas: controlaba el acceso a las viviendas de personas desconocidas, vigilaba los coches estacionados, avisaba al médico, estaba al tanto de los comercios y, en general, de cualquier situación no habitual que surgiera. Adjunto el título de sereno de mi abuelo, del año 1922, que lo firma el entonces alcalde de Madrid, el conde de Valle de Suchil. No me consta que en aquella época llevaran pito y me confirman que no llevaban el chuzo con la punta de lanza que se suele ver en las fotos. Si llevaban un farol, porque no debemos olvidar que durante la Guerra Civil Madrid estaba a oscuras, y llevaban unas cerillas bastante largas para que se iluminaran los vecinos hasta subir a su piso. Tampoco cantaban la hora ni el tiempo.

En aquellos años, la vida del sereno fue muy difícil porque, recordemos, los serenos de Madrid nunca cobraron un céntimo del ayuntamiento. Sus ingresos provenían exclusivamente de las propinas que recibían por abrir los portales y los «recibos» que algunos vecinos y comerciantes pagaban todos los meses; estos recibos eran los únicos ingresos fijos de los serenos, porque las propinas eran aleatorias, y pensemos lo que fueron los tiempos de guerra, de penuria general posteriores y que durante un tiempo si andabas por la noche sin un pase podías ser detenido. Esto obligó a los serenos a buscar además otros trabajos, con sus correspondientes permisos y, por supuesto, riesgos.

Insignia de los Serenos de Comercio y Vecindad de Madrid.

En el 1934, mi abuelo, ante la conflictividad que existe en Madrid, solicita una licencia de armas y lleva pistola; la licencia es renovada en época de guerra (adjunto licencias). Por supuesto, el arma y el uniforme eran comprados por los propios serenos. El Ayuntamiento de Madrid solo les daba la chapa con el número, que era muy ancha, se cosía muy mal a la gorra y se caía muy fácilmente; al final muy pocos la llevaban. Una chapa de estas estuvo en un museo sin clasificar, porque no sabían lo que significaba SCV (Sereno del Comercio y Vecindario), pensaban que la «V» era de vigilancia.

El uniforme completo era gorra de plato gris con rayas amarillas, abrigo o guardapolvos, (invierno o verano), chuzo y peto llavero. Este último era de cuero muy oscuro, se ataba con tiras laterales y llevaba dos o tres filas para llevar las llaves; pensemos en el tamaño de aquellas llaves, de aquellos portalones con grandes puertas de hoja de madera, motivo fundamental por el cual ningún vecino se llevaba la llave del portal cuando salía de casa.

Mas tarde, con el cambio de aquellas preciosas puertas por otras de aluminio y el cambio de las grandes cerraduras a otras más pequeñas, se redujo el tamaño de las llaves; hay fotos de serenos que llevan las llaves en un aro grande.

Lo que nunca cambió fue el sistema de llamarles. Llegabas al portal y dabas unas palmadas, y al cabo de un momento oías la voz: «VA», acompañada de un golpe de chuzo por la acera, y mientras venía también daba algún golpe para que supieras por donde iba. El sereno siempre entraba en el portal el primero, por si había algo raro, encendía la luz, miraba detrás de la puerta que abría, daba las buenas noches y hacia algún comentario. NUNCA ponía la mano para pedir dinero, si le daban propina bien y si no también. Esperaba a que empezara a subir el vecino y volvía a cerrar el portal. Así lo vi hacer a mi abuelo, a mi padre y al sereno de mi calle, que se llamaba Ginés y era de Segovia.

De Segovia era también otro sereno que salió en prensa, ya que avisó a los vecinos que la casa temblaba, salieron corriendo y cayó la casa y no pilló a nadie dentro. Recuerdo un comentario en mi casa: «Para una vez que salimos en los periódicos, no es de Cangas».

El sereno José Fernández Fernández de Casa Santiago, Llamas de Ambasaguas (Cangas del Narcea)

CANGAS… CANGAS DEL NARCEA, hablar en Madrid de serenos es hablar de Asturias, y más concretamente de Cangas del Narcea.

Como estos recuerdos los voy a mandar al Tous pa Tous reviso la revista La Maniega de los años 20-30, y, por ejemplo, la primera portada es…»Un sereno» y viendo los listados de socios en Madrid aparece mi abuelo. Analizo las profesiones de los socios en la capital de España y en el 1930, a pesar de la fama que tienen los cangueses de trabajar en bares y demás, incluyendo los que pueden ser bodegas y cualquier tipo de hostelería, son 107 socios los que trabajan en este ramo, una cantidad respetable, pero de oficio sereno aparecen: 153.

Y a todo esto, ¿cómo se conseguía una plaza de sereno?. Normalmente se compraba, se heredaba o se dejaba a un familiar. Los precios llegaban a ser muy altos. He visto dos «documentos» de préstamo de 1910, en los que las casas de los serenos se hacían fiadoras de este dinero, por valor de 90.000 y 105.000 pts., y me hablaron de una de 120.000 pts. Ojo, del año 1910.

El precio venía marcado por la calidad de la plaza o demarcación y por las propinas que se obtenían. No era lo mismo una plaza en el barrio de Salamanca, de muy alto poder adquisitivo, que en barrios más humildes. De hecho había plazas que no daban lo suficiente para vivir, y el sereno se buscaba otra ocupación. He conocido algunos que ayudaban en algún bar, bien de la plaza o de familiares o conocidos; otros ayudaban en establecimientos en la carga y descarga de mercancía, casi siempre por la mañana a continuación de su jornada laboral, y algunos trabajaban de guardas en talleres u oficinas que cerraban por la tarde, no se nos olvide que tenían licencia de armas.

Un hecho curioso, el recuerdo del primer sereno que tuvo coche en Madrid. Al parecer se llamaba Constante, era un hombre muy corpulento y le llamaban “Constantón”, vivía en la calle Jesús del Valle y su demarcación estaba por la ribera del río Manzanares; su mujer parece ser que era de Rocabo. El coche le fue confiscado durante la Guerra Civil. He revisado los socios de La Maniega, pero no le he localizado; vivía a cincuenta metros del actual domicilio de Esperanza Aguirre.

Otro hecho curioso. Celedonio Fernández, de casa La Paxaruca de Corias, fue sereno en Cangas del Narcea de 1940 a 1947; el cargo parece ser que era agente municipal nocturno y cobraba del ayuntamiento. En 1947 viene a Madrid donde se convierte en sereno, pasando en 1975 a vigilante nocturno y poniendo en su D.N.I. de profesión: V.N.M., que significaba VIGILANTE NOCTURNO MUNICIPAL. Esta información me la proporcionó su hijo Celedonio Fernández. No sé si se conocerán mas personas que fueran serenos en Madrid y en Cangas del Narcea.

Este tema no le he podido verificar con algún D.N.I., pero si tengo el carnet identificativo de un sereno que pone VIGILANTE NOCTURNO «A EXTINGUIR», y un D.N.I. que pone solo VIGILANTE NOCTURNO. A pesar de esto, estoy seguro de la veracidad del dato del D.N.I. comentado por Celedonio.

Recuerdo a un sereno de la zona de Legazpi (Los Mataderos) que en 1965 trabajaba acompañado por una jauría de perros, debido al peligro de la zona con los camiones y mercancías. Cuando había un problema, o necesitaban ayuda, golpeaban con el chuzo repetidamente el suelo, estos golpes significaban que había un problema, y rápidamente se acercaban los serenos de las plazas limítrofes para ayudar.

Cuando fallecía un sereno, para avisar a todos los demás (recordemos que había muchas familias emparentadas, amistades y serenos de la misma parroquia) la mejor manera de comunicar su fallecimiento era recorrer Madrid con un coche, taxi, entregando esquelas a los serenos con la consigna de «que circule», garantizando que por la mañana prácticamente todos los serenos estaban enterados. Entonces había pocos teléfonos. He asistido a entierros de serenos en los que se ponían autobuses para acudir al cementerio.

Esto me lleva al horario de trabajo de los serenos. El horario era de 22.00 a 7.30 h. en invierno y de 22.30 a 7.30 h. en verano, de manera que cuando se cambió la hora a la actual, con dos horas de diferencia solares, los serenos cerraban los portales de día. Hubo chistes sobre el tema. El sereno llegaba un poco antes de la hora, e iba dando con el chuzo en los portales para que los porteros fueran cerrando los mismos. Si las puertas eran de dos hojas el portero cerraba una y el sereno la otra. Interesaba que a las 22.00 h. estuvieran cerrados los portales para que tuvieran más trabajo; por la mañana se iban directamente y no dejaban el portal abierto a menos que se le pidiera expresamente.

El día a día de un sereno que no tuviera otra ocupación, era más o menos el siguiente: llegaban a casa a las 8.30 h., según la distancia, y se solían acostar a dormir hasta más o menos las 13.30 h., que se levantaban y comían; luego sobremesa y un paseo, y a media tarde se acostaban otro rato; cena y vuelta a la calle a ocupar la plaza. Así todos los días del año, sin vacaciones y sin seguridad social. Un ejemplo: cuando empecé a trabajar en 1965 pude poner a mis padres como beneficiarios míos, solo a efectos de seguridad social, pero no a mis hermanos más pequeños: eran empleados del Ayuntamiento y tenían certificado de pobreza. A primeros de mes, los serenos iban a cobrar los recibos a los vecinos y comercios, se iban a media mañana y volvían directos a comer; no había paseo y echaban casi toda la tarde. Cuando enfermaban tenían que poner un suplente. Yo solo recuerdo una vez a mi padre malo, se avisó y pusieron un suplente. Durante ese tiempo, el sereno no sólo no ingresaba nada (las propinas eran para el sereno suplente), sino que el titular tenía que pagar un sueldo fijo al suplente.

Los recibos, como dije, eran para los abonados que daban una cantidad fija. Después de todos los que rellené no he conseguido encontrar ninguno. Pasé por la papelería Salazar, en la que se vendían; los recuerdan perfectamente, venián en bloques de 500, rebuscaron por si acaso, pero no encontraron ninguno. El texto era mas o menos el siguiente: “El sereno del Comercio y Vecindad de calle, plaza, etc. … he recibido de Dº, Dª, nombre comercio, etc. … la cantidad de … pts. … cts. En Madrid, a … de … de 19..”. Guardo los listados de mi abuelo, con las correcciones de altas y bajas y los importes.

Ya que he mentado a los suplentes, tengo el informe previo de mi padre para ser suplente, el título de suplente y por último el de titular de la plaza, en el que cambia el nº de sereno. No tengo claro si el número era por plaza, sereno, titular; por ejemplo: mi abuelo en 1922 tiene el nº 102; mi padre de suplente, el día que es nombrado en 1945, tiene el nº 408; posteriormente sigue de suplente en 1949 y se le asigna el nº 575, número que mantiene al pasar a titular en 1961.

De lo que más carnéts tengo es del Montepío y, sin embargo, es de lo que menos recuerdos tengo. Sé que se suprimió, pero no tengo ni un solo documento sobre este asunto.

Carnet de Identidad emitido por la Sociedad de Socorros Mutuos y Montepío de los Serenos de Comercio y Vecindad de Madrid a favor de José Martínez Fernández de Casa Celestón, Rañeces, parroquia de San Cristobal de Entreviñas (Cangas del Narcea). Expedido en mayo de 1932.

Durante un tiempo se rellenaban unos informes diarios, en los que se daba parte de todas las incidencias, farolas fundidas, bancos deteriorados, tapas de alcantarillas mal y cegadas, fuentes y bocas de riego estropeadas, etc., así como cualquier actuación extraordinaria, accidente, pendencia, robo, etc. Los informes los rellenaban los serenos y se los entregaban al que era jefe de grupo (este cargo era rotatorio), que lo llevaba a la alcaldía. De esta manera el Ayuntamiento de Madrid tenía a diario una información muy completa del estado de la Villa, así como de todas las anomalías sucedidas por la noche y además GRATIS.

Me dicen, que el jefe pasaba antes de empezar la jornada por la alcaldía para recoger las instrucciones del día; también se le entregaba una lista con las matrículas de los coches denunciados como robados, para que los serenos revisaran si había alguno en su demarcación y dieran parte de ello. De los que se recobraron, a algunos serenos les dieron una gratificación; quiero aclarar que fueron los propietarios, nunca el Ayuntamiento.

Y aquí un recuerdo, dos días al año mi padre me avisaba que esa noche pasaban las ovejas por la calle Serrano (Cañada Real) de Madrid, una de subida y otra de bajada, podían estar pasando cuatro o cinco horas, no había ninguna publicidad y no era el circo en que se ha convertido ahora. Los serenos también iban al fútbol, casi exclusivamente los días que jugaban el Oviedo y el Gijón en Madrid. Como iban a ver a los equipo asturiano, iban tanto al Metropolitano como al Bernabéu, y luego, toda la tarde de charla.

También en Madrid se celebraba la fiesta de los Asturianos, el 28 de junio (cambiaba la fecha), era en los Viveros de la Villa. Para los Asturianos era la fiesta del bollo y para los madrileños era la fiesta de los serenos. Ese día iban con sus mejores galas, y era una celebración muy señalada para ellos, era el día que más vecinos y paisanos saludaban y se ponían al tanto de todo lo que pasaba.

Hay un tema que no quiero que se olvide. Son los famosos «paseos» que se daban en Madrid durante la Guerra Civil, y no caemos en la cuenta de ¿quien abría el portal?, por supuesto los serenos y veían la cara a los paseantes pero nunca dijeron nada, les iba la vida en ello. Al día siguiente, a la hora de comer, iban a ver si «sus» paseados estaban en las «fotos». También hablaban de las patrullas que iban por las noches, controlando todo lo que pasaba en Madrid, incluidos los serenos, teniendo que dar «novedades» a cualquier grupo que las pidiera, a veces sin saber que era ese grupo. «Por si acaso». Recuerdo a un sereno que contó que paró a un grupo de camuflados y que lo llevaron detenido. Estas conversaciones y algunas otras, las oí en los bares cercanos a la Estación del Norte, dónde muchos de los bares eran de cangueses (hoy también), y en ellos se reunían serenos y mozos de cuerda de la estación; los mozos de estación eran casi todos de Cangas.

Portada de ‘La Maniega. Boletín del Tous pa Tous’ dedicada a los serenos

Y hablando de esos tiempos, por lo menos hicieron una huelga, coincidiendo con una general del año 1934, y la noche anterior le decían a los vecinos: «Mañana huelga revolucionaria».

Las largas horas de la noche pasadas en soledad, con agua, nieve y heladas, hicieron que estos hombres, vigilantes de nuestros sueños, sean dignos del mayor de nuestros respetos y agradecimiento, y de alguna placa o detalle que les recuerde y que yo sepa no existe en Madrid.

En el año 1970, los serenos pueden apuntarse como autónomos a la Seguridad Social y algunos, básicamente por la edad, deciden darse de alta pagando los correspondientes «cupones». Mas tarde, en 1974, tienen que afiliarse a un sindicato, concretamente al de Actividades Diversas, que en aquella época dirigía Juan García Carrés, y poco después llegaría el decreto de disolución del cuerpo de «Serenos del Comercio y Vecindad» y su incorporación a la plantilla del Ayuntamiento como «Vigilantes nocturnos a extinguir», lo cual llevó a otra situación en cierto modo mas compleja.

Para terminar… He escrito un breve resumen de lo que fue y significó el sereno en Madrid, he aportado todos los documentos que poseo del tema y alguno que me han prestado desinteresadamente. Quisiera que esto sirva de recuerdo a lo que fue una parte muy importante de nuestra vida y de la del concejo de Cangas del Narcea, que llenó Madrid de serenos, y que cuando he hablado sobre ellos con la gente que los conoció, nadie nunca habló mal de los serenos de Cangas en Madrid.


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Trabajo realizado por José Javier Collar Martínez, hijo y nieto de serenos. Mi madre Dolores Martínez Álvarez, que es hija, viuda y hermana de serenos, aportó la documentación y me recordó muchos asuntos relacionados con esta profesión.


Industria y Comercio en Cangas del Narcea, 1887 – 1903

DONACIÓN DE UNA DOCUMENTACIÓN AL ARCHIVO MUNICIPAL DE CANGAS DEL NARCEA

La memoria se conserva en nuestro cerebro y, sobre todo, en el papel. La memoria del cerebro es bastante limitada en el tiempo, poca gente es capaz de decir los nombres de sus bisabuelos y mucho menos de narrar acontecimientos que sucedieron antes de su nacimiento. En cambio, el papel soporta mejor el paso del tiempo y es el que mantiene la memoria del pasado y el que nos cuenta lo que vivieron y experimentaron nuestros antecesores.

Todo esto viene al caso por una documentación relacionada con Cangas del Narcea, que días atrás el Tous pa Tous ha ofrecido en donación al Ayuntamiento de Cangas del Narcea con destino al archivo municipal.

En Madrid, en la biblioteca de Manuel Gurdiel Sierra (Cangas del Narcea, 1941 – Madrid, 2014), profesor de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid, había documentación con información sobre el cobro de la Contribución Territorial e Industrial en Cangas del Narcea a fines del siglo XIX y primeros años del XX, que él había recogido en el desván de una casa de su propiedad en Cangas del Narcea.

Esta documentación tiene mucho interés para la historia social y económica de Cangas del Narcea, en especial los datos sobre la contribución industrial en los que se enumeran todas las personas que ejercían una actividad relacionada con la industria, el comercio, la venta de vino, el transporte, “artes y oficios” (confiteros, panaderos, sastres, barberos, hojalateros, zapateros, relojeros, alpargatero, herreros, etc.), “profesiones del orden judicial” (abogados, procuradores, escribanos, notarios, etc.), “profesiones del orden civil” (veterinarios, farmacéuticos, etc.), prestamistas, administradores de grandes propietarios y dueños de minas que había en esos años (Véase en documentos adjuntos la Contribución Industrial de los años 1898, 1901 y 1903).

El valor de esta documentación se acrecienta al saber que en el Archivo Municipal de Cangas del Narcea, que es donde debería haber una copia de toda esta información, no se conserva nada. La razón: fue destruida en su totalidad.

La época de fines del siglo XIX y primeros años del XX fue de grandes transformaciones en el concejo. Hasta ese momento todo el comercio se hacía en las ferias anuales y en el mercado de los sábados. Será en las últimas décadas del siglo XIX cuando comienzan a establecerse los primeros comercios fijos de ropa y alimentación, así como establecimientos de productos nuevos: ferreterías, cafés, confiterías, farmacias o tiendas de ultramarinos. En esta documentación aparecen los nombres de las primeras personas que establecieron estos negocios en Cangas del Narcea, que en la mayor parte de los casos procedían de fuera de la villa, como José Pallarés Nomdedeu, dueño de la única ferretería, que era de León; Darío Oliveros, propietario de una tienda de ultramarinos, de Luarca; José López Miranda, el primer confitero de la villa, era de Presa (Castropol) y venía de Madrid; los farmacéuticos Antonio Sal de Rellan y Apolinar Castro Isern eran de Ibias y León, respectivamente; Manuel Muñiz, “vinos por mayor”, era de Llamas del Mouro.

Lógicamente, la mayor parte de los comercios y “tiendas de vino” estaban en la villa. En el concejo había muy pocos; en 1898 solo había los siguientes, casi todos localizados en la carretera La Espina-Ponferrada y en la subida al Puerto de Leitariegos:

San Julián Rafael Arias Tienda de vinos
Vallado Valentín Flórez Tienda de vinos
Villadecanes Manuel Blanco Figón
Corias Laureano Montoto Figón
Corias Claudia Ordás Valle Figón
El Puelo Josefa Pérez Figón
El Otero Andrés Sierra Figón
Besullo Ramiro García Café económico

 

Tres años después, en 1901, ya habían aumentado los comercios repartidos por el concejo:

Bruelles Crisanta Ávila Mercería
Sillaso José Cuesta Mercería
Ventanueva Saturnino Martínez Mercería
Besullo Santos Victoria Mercería
San Julián Rafael Arias Tienda de vinos
Vallado Valentín Flórez Tienda de vinos
Villadecanes Manuel Blanco Tienda de vinos
Corias Hermenegilda Ayalde Figón
Corias Joaquín Muñiz Figón
Corias Laureano Montoto Figón
Corias Claudia Ordás Valle Figón
El Puelo Josefa Pérez Figón
El Otero Andrés Sierra Figón
El Fuejo Segunda Rodríguez Figón
Besullo Ramiro García Café económico

En esas fechas la actividad industrial de Cangas del Narcea se reducía casi exclusivamente a molinos hidráulicos harineros. Había muchos molinos de pequeño tamaño, una sola muela y propiedad de varios vecinos, que a menudo no funcionaban durante el verano por falta de agua. Estos molinos no pagaban contribución industrial. Sí la pagaban unos pocos que tenían dos o más muelas, que trabajaban gran parte del año, porque aprovechaban el agua de los ríos Luiña, Narcea, etc., y que cobraban su servicio en grano (la conocida como “maquila”). El número de molinos que pagaba contribución en aquellos años oscilaba entre siete y nueve, y eran el de Anselmo González del Valle en Cangas del Narcea, Veigalabá (Corias), L’Otriello, Cibuyo, Veiga de Pope, Portiella, Bimeda y Las Mestas.

Además de estos molinos hidráulicos, todos los años que abarca esta documentación aparece en la contribución industrial una “tundosa”, que estaba en Sandamías (parroquia de Abanceña) y era propiedad de Manuel Martínez. Esta era una máquina hidráulica que se empleaba en la industria lanera y cuya existencia en nuestro concejo desconocíamos completamente. Se usaba en el proceso de terminación de las telas de lana y su objeto era dejar completamente lisa la superficie de la tela, eliminando los pelos y nudos sueltos provenientes del proceso de hilado y de tejido en el telar. La máquina consiste en una serie de cuchillas que cortan el pelo de las telas de tres maneras: al ras de la superficie, dejando una cierta altura (para emparejar el pelo) o a distintas alturas para generar un dibujo. En general, con una misma máquina se puede realizar cualquiera de las tres modalidades regulando las posiciones de las cuchillas de corte. La tela entra siempre abierta al ancho y el corte de los hilos se realiza con una cuchilla fija y otra cuchilla helicoidal, que actúan a modo de tijera.

En 1900 aparece la fábrica de electricidad, “fuerza 44’45 kw hora”, de Cosmen, Arango y Suárez, que estaba en Arayón, junto a la villa de Cangas del Narcea, y en 1903 se anota una “fábrica de cerveza”, propiedad de Rafael Fernández, y la instalación fabril de la empresa “Bosna Asturiana” en el monte de Muniellos, integrada por una fábrica de electricidad y un aserradero con “máquina de machihembrar”, “sierra de cinta” y “tres sierras circulares”.

En cuanto a minas de carbón, hay datos de 1901 y 1902. En el primer año había cuatro concesiones, aunque no sabemos si en esa fecha se explotaba alguna. Las de 1902 eran la siguientes:

Mina Encarnación Víctor Fernández Carbajal Gijón
Mina Manuela Víctor Fernández Carbajal Gijón
Mina La Esperanza Víctor Barreaux París
Mina Antigua Sociedad Hullera Española Gijón
Mina Deseada Severiano Peláez Riego Cangas de Tineo

 

En la documentación mencionada tenemos que destacar la presencia del “Padrón de cédulas personales de 1890-1891”, que es una clase de documento del que no se conserva ningún ejemplo en nuestro archivo municipal. En este padrón se relacionan todas las personas que estaban obligadas a obtener esta cédula que era imprescindible para la realización de transacciones económicas, actos administrativos, etc. La cédula personal comenzó a expedirse en 1854 y es el antecedente del actual documento nacional de identidad, que es de 1944; ahora bien, “la cédula personal no fue concebida como un documento de identificación sino como un comprobante personal de haber pagado un determinado impuesto directo, fijado por niveles de renta y que —eventualmente— podía o debía utilizarse como documento identificador”. Era un impuesto-documento.

El padrón esta formado por más de diez mil personas. La primera es José López Miranda, vecino de la calle Mayor, 40 años de edad, casado, confitero, clase de cédula 9, importe 2,50 pesetas, y la última es Josefa Garrido, vecina de Ciella [parroquia de Agüera del Coutu], 44 años, casada, clase de cédula 11, importe 50 céntimos.

En el concejo de Cangas del Narcea se pagaban cinco clases de cédulas según el nivel de ingresos. En 1890 había seis personas que pagaban la 7ª clase (10 pts.); veinte pagaban la 8ª clase (5 pts.); a 1.510 personas les correspondía la 9ª clase (2,50 pts.); 840 eran de la 10ª clase (1 pts.) y 7.629 eran de la 11ª clase (50 cénts.). En total eran 10.005 los cangueses obligados a sacar la cédula personal.

Por último, este conjunto documental se completa con documentación de otros concejos limítrofes, que pertenecían a la Administración Subalterna de Hacienda de Cangas de Tineo, y otros más lejanos, que están aquí porque el recaudador de contribuciones era natural de Cangas.

A la vista de estos documentos, “El Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País” animó a Manuel Gurdiel Sierra a hacer una donación al Archivo Municipal de Cangas del Narcea, a lo que él accedió con la condición de que “El Tous pa Tous” hiciese todas las gestiones con el Ayuntamiento. Lamentablemente, Manuel falleció en octubre del año pasado y no pudo realizar esta entrega. Ahora, sus dos hijas y herederas: Benigna Kopp-Gurdiel y Elisa Gurdiel Wedel, quieren efectuar la donación al Archivo Municipal de Cangas del Narcea para su conservación y consulta pública. El ofrecimiento al Ayuntamiento se ha presentado por escrito el pasado 22 de diciembre de 2015.

“El Tous pa Tous” ya ha trasladado la documentación de Madrid a Cangas del Narcea y la ha clasificado sumariamente para su entrega. La documentación ocupa cuatro cajas de archivo y es la siguiente:

  • Reparto de la Contribución Territorial (riqueza rústica y riqueza urbana) e Industrial de Cangas de Tineo de los años económicos: 1887-1888, 1888-1889 (Cangas de Tineo, Degaña, Leitariegos e Ibias), 1889-1890, 1890-1891, 1897-1898, 1898-1899, 1899-1900, 1900, 1901, 1902 y 1903.
  • Padrón de Cédulas Personales de Cangas de Tineo para el año económico de 1890-1891.Contribución Urbana de Leitariegos de los años 1899-1900, 1901 y 1903.
  • Contribución Territorial (rústica y urbana) de Degaña, 1902.
  • Contribución Territorial (rústica y urbana) e Industrial de Ibias de los años 1897-1898, 1898-1899, 1899-1900, 1900, 1901 y 1902.
  • Documentación de la Administración Subalterna de Hacienda de Pravia, 1890.
  • Documentación de la Administración Subalterna de Hacienda de Laredo (Santander). Cuenta de caudales de los años 1890 y 1891.

    DESCARGAS (tres ejemplos de Contribución Industrial de Cangas):