El cacho o cachu

Definición

Bebiendo vino por el cacho o cachu

El cacho¹ o cachu² es un recipiente, generalmente de madera, similar a una escudilla o bol, modificado y tratado para hacer agradable la ingesta de vino por él. Aunque los cachos pueden ser de diferentes dimensiones, se podría considerar como tamaño medio el de 18x7cm. y una capacidad aproximada de 500 cl. Como curiosidad cítese que la colección de cachos del Museo del Vino de Cangas supera las dos docenas y en la mayoría de ellos la altura varía entre los 5 y los 8 cm, mientras que varía mucho más su diámetro, que oscila desde los 12 hasta los 22 cm. El cacho se utiliza para beber vino, generalmente de manera compartida, en bodegas tradicionales del suroccidente de Asturias, coincidiendo, prácticamente al cien por cien, el territorio donde se utiliza con la zona de producción de vino D.O.P. (Denominación de Origen Protegida) Cangas.

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¹ En castellano se podría decir escudilla (DRAE) Vasija ancha y de forma de una media esfera, que se usa comúnmente para servir en ella la sopa y el caldo.
² En asturiano escudiel.la, la: sust. Cacíu [fondu y semiesféricu que s’emplega pa echar nél la comida, la bebida]; Cacíu, el: sust. Recipiente [de cristal, de barru, de metal pa cocinar, pa comer, pa beber per él]
Etimología

Según García Arias³ la procedencia mas plausible de la palabra cacho es del latín «cap(u)la», vaso con asa, siendo la acepción del occidente, donde el cacho es mas utilizado, cachu (Ej. “caciu pa beber vinu”). Según el estudio antropológico del apellido “Cacho”, de Ana Mª Cano, la primera referencia documentada es del siglo XII. En 1192 un tal Petro Cacho figura como testigo de una venta. Como curiosidad, este documento coincide, en el tiempo con la época de fuerte impulso a la plantación de vides en el Monasterio Benedictino de Corias, entre 1136 y 1196, durante el mandato de los abades Juna II y Pedro Peláez. Pero no se ha documentado ninguna relación entre el apellido del testigo y su vinculación al monasterio ni con el vino.

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³ La etimoloxía del términu cachu (DALLA: 6 Escudiella, cacíu [de madera, de barru de forma cóncava]. 7 Cacíu [de madera, de barru de forma cóncava enllenu de daqué]. 8 Cantidá [de daqué que lleva un cacíu de madera, de barru de forma cóncava Pue consultar: X. Ll. García Arias, Propuestes Etimolóxiques 1975-2000. Uviéu, ALLA, 2000 (px. 94, s.v. gaxapu) y X. Ll. García Arias, Propuestes Etimolóxiques (2). Uviéu, ALLA, 2007 (px. 117).

Origen

Cacho o cachu en el exterior del Museo del Vino de Cangas

El uso de este recipiente, de enorme singularidad, puede que se remonte a dos mil años atrás, puesto que como escribía Estabón allá por el año 15, «los habitantes de las montañas cantábricas bebían en vasos de madera como los celtas y los galos». No obstante, aquí deberíamos de hacer un paréntesis para dilucidar cuando apareció el cacho como objeto distinto del cuenco o quizá, como evolución de éste. Efectivamente, más que una separación radical fue una necesaria adaptación evolutiva para hacer más agradable la ingesta de vino. En este sentido no podemos ir más allá de la diferenciación etimológica del siglo XII, que al darle nombre propio, lo diferencia claramente del resto de recipientes.

Diferencias con recipientes similares

Cacho y cuenco

Las diferencias entre un cacho y el resto de recipientes similares son esencialmente tres:

  • El torneado y tallado. Los cachos deben ser lo más delgado posible, sobre todo el borde o labio. Se dice que un cacho tiene que ser tan fino como para que la primera vez que se le eche vino, lo rezume por los poros. Como ventaja, es menos pesado y el fino labio hace más agradable la ingesta de vino. La desventaja es la propensión a agrietarse.
  • La utilización del cacho es otra diferencia con el resto de recipientes. Los tratamientos, pero sobre todo el adelgazamiento permite que sea mas agradable la ingesta de vino por él, pero lo inhabilitan para otros usos que no sea el de beber si exceptuamos su uso como recipiente para atestar o rellenar depósitos, barricas, garrafones, etc.
  • La necesidad de un tratamiento específico para su utilización. El cacho debe ser tratado después de su fabricación y antes de ser utilizado para beber. El tratamiento mas generalizado consiste en introducir el cacho en el deposito donde el vino fermenta con las lías durante el tiempo que dura la fermentación alcohólica. También se puede hervir en vino durante media hora, finalizada la cocción, debemos ponerlo a enfriar boca abajo y en una superficie plana, pues al estar la madera blanda, si no lo hacemos así tiende a deformarse. Estos cachos suelen coger un poco menos de color que los cocidos durante la fermentación. El tercer tratamiento posible es sumergirlo en vino, a ser posible del último de la prensa porque tinta más. Este último tratamiento no es recomendable porque no cumple con una de las condiciones por las que se trata el cacho, la desinfección. Además, según de qué madera esté fabricado, sufre más deformación al secarse que con los anteriores tratamientos.
Tratamientos

El hecho de que el cacho esté entre los hollejos (magayo) durante la fermentación del vino, le aporta una serie de características y mejoras. Le quita el desagradable sabor a madera, lo desinfecta, reduce el riesgo de rajado, le aporta un color peculiar realzando los veteados según las maderas, minimizando también la proliferación de hongos y de carcoma. Por ultimo, el tratamiento que habitualmente utilizan los artesanos y comerciantes para que no les raje antes de su venta, dadas las condiciones de humedad y temperatura adversas a las que está sometido el cacho en comercios y escaparates, consiste en untarlos con materia grasa (tradicionalmente grasa de animales domésticos derretida sin sal), aceite (de girasol que no de oliva), sebo o similares. También se suelen dar los tratamientos que se utilizan para preservar otras maderas como frotarlo con aceite de linaza de doble cocción o de palisandro, incluso con cera derretida de abejas. Los cachos tratados así por los artesanos para su venta, son principalmente como objetos decorativos, no son bienvenidos para su posterior tratamiento y uso culinario, pues las grasas y aceites dejarían sabor tanto en el vino de la cocción como en el cacho. A lo sumo podrían usarse para uso culinario aquellos a los que se les hayan aplicado grasas y aceites solo en el exterior, teniendo garantías de que tales productos sean sanitariamente inocuos. Estos tratamientos tampoco deben quitar el sabor a madera. En cualquier caso, bodegueros y artesanos coinciden en que tales grases y aceites suelen devenir rancios y siempre aportarían sabores no deseables al vino, por ello no hemos incluido estos tratamientos en los cachos que van a ser utilizados para la ingesta de vino y sí para los que van a ser utilizados como recuerdos o elementos decorativos.

Materia prima: la madera

Cunqueiro elaborando un cacho

Las maderas para la fabricación de cachos deben de ser cortadas en el menguante de diciembre y si ésta es de aliso, mejor de lo solano que de lo umbrío, teniendo también en cuenta que, en cuanto al rajado del cacho, son más estables las maderas de los árboles mas viejos.

Las maderas más utilizadas para su fabricación por su abundancia y facilidad de tallado son el abedul y el aliso (humeiro), pero también se pueden fabricar de nogal negro, manzano, peral, cerezo, castaño de raíz, fresno, etc. Este es un resumen de las maderas más utilizadas y sus peculiaridades básicas:

  • BOG: madera dura, apta para hacerlos muy finos, pero de poco diámetro.
  • ABEDUL: buena, fácil de trabajar, es abundante y la mas utilizada.
  • ALISO O HUMEIRO: abundante, fácil de trabajar, de calidad media.
  • NOGAL NEGRO: muy buena, pero escasa y cara.
  • ARCE O PLÁGANO: la mejor en general, pero demasiado dura.
  • FRESNO: buena, pero muy dura y difícil de trabajar.
  • HAYA: se trabaja bien pero es de las que mas raja.
  • CASTAÑO: de difícil curación, tiende a rajar, mediocre.
  • MOSTAJO O SERVAL DE LOS CAZADORES: la preferida de algunos artesanos.

Entre estas maderas no se menciona el roble, tan adecuado para la fabricación de contenedores para el vino, pero inadecuado para la elaboración de cachos por la disposición de sus fibras.

Tradición

Sin duda en mayor o menor medida las causas que propiciaron y propician que la utilización del cacho perdure en el tiempo son:

  • Ahorra el gasto en vasos u otro tipo de recipientes para la bodega.
  • Con un solo recipiente pueden beber varias personas.
  • No hace falta lavarlo. (En el interior de las bodegas tradicionales es habitual que no dispongan de agua corriente)
  • Su coste es muy económico incluso gratuito para los habitantes de la zona rural por la abundancia de madera.
  • En las bodegas, además de darse las condiciones adecuada para su uso, también se dan las condiciones de humedad y temperatura para que perviva sin rajar y sin que lo ataque la carcoma.
  • Resulta agradable la ingesta de vino por él.
Propiedades que aporta al vino

Cacho o cachu de vino

El cacho aporta peculiaridades al vino diferentes a las del cristal. Así está recogido en multitud documentos de nuestra historia vitivinícola. Por una lado, al echar el vino en el cacho se produce un cierto chispear del vino nuevo de Cangas, chispeo que no es más que una liberación del carbónico retenido de la fermentación y una oxigenación. Esta liberación del carbónico es mas rápida que la que se produce en la copa o vaso y ese chisporroteo libera a su vez los aromas y sabores del vino rápida e intensamente. Por otro, parece que el dulzor de la madera de los cachos tratados, contrarresta el exceso de acidez que pudieran tener nuestros caldos tradicionales Y finalmente, cuando bebemos vino en el cacho, perdemos la conciencia o cierto sentido de la medida, en incluso de culpabilidad, al no poder calcular, ni medir, ni aproximar la cantidad de vino consumida pues hay que recordar que el cacho se utiliza para beber vino de manera compartida.

Futuro

Capilla de Santiso, Cangas del Narcea

El cacho es un utensilio que está totalmente arraigado en nuestra sociedad. Como elemento inseparable de nuestra cultura vitivinícola, su implantación social está relacionada, sobre todo, con actividades lúdico-festivas donde está presente el vino. En el barrio de Santiso, barrio de bodegas tradicionales en Cangas del Narcea, se celebra cada 28 de enero una fiesta en honor a su patrón, San Tirso, en donde, además de usarse en las bodegas para beber, el cacho constituye el presente simbólico con el que se obsequia al pregonero.

Peña El Cachu

Nuestro cacho cede su apelativo, además de a una cuadrilla de cazadores, a la peña “El Cachu”, una de nuestras más emblemáticas peñas de la pólvora encargadas del sonoro rezo de voladores a nuestra carmelita virgen de Ambasaguas. También lo podemos ver en el anagrama de la asociación de productores y elaboradores del vino de Cangas, APROVICAN, y como no podía ser de otra manera, es el logotipo del Museo del Vino de Cangas.

Logo del Museo del Vino de Cangas

Los habitantes de las “tierras del cacho” hemos padecido durante siglos unas muy deficientes comunicaciones que ha propiciado una sociedad minifundista, autosuficiente, y anclada en usos y costumbres de tiempos pretéritos, lo que conlleva que no tengamos que recuperar las tradiciones porque nunca las hemos perdido, y cada día ponemos y mantenemos nuestro empeño en conservarlas.

Imágenes

Joaquín Fernández Díaz
Museo del Vino de Cangas del Narcea (Asturias)

Presidente de la Asociación de Museos del Vino de España


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Una villa que cambia de nombre

Luis Bello en la revista ‘Nuevo Mundo’, mayo de 1928

Luis Bello Trompeta fue un escritor, periodista y pedagogo español que nació en Alba de Tormes (Salamanca) el día 6 de diciembre de 1872 y falleció en Madrid el 6 de noviembre de 1935. Algunos historiadores consideran a Luis Bello como uno de los integrantes de la generación del 98. Otros lo consideran heredero de Costa y de Giner de los Ríos. También mantiene indudables y sólidas vinculaciones con la generación del 14 (Ortega y Gasset, Azaña, Ciges Aparicio, etc., no en vano Luis Bello aparece entre los firmantes del manifiesto o programa de la Liga de Educación Política). Defendía una instrucción pública, con maestros bien formados y abiertos a la escuela moderna, algo que aún no era frecuente. Intervino en la política de su tiempo, siendo diputado entre 1916 y 1917 y después en las primeras Cortes republicanas (1931-1933). Desde este posicionamiento, entre 1922 y 1929, recorrió las escuelas de varias ciudades y pueblos españoles, llevando a las páginas de El Sol unos artículos que conformaron cuatro volúmenes, editados por Magisterio Español, bajo el título Viaje por las escuelas de España, siendo el primer tomo el que recoge sus impresiones acerca de la Asturias de aquel entonces.

No fue este viaje por las escuelas de Asturias su primer contacto con el Principado. Luis Bello ya había hecho estudios primarios durante algún tiempo en una escuela de Luarca —recuerda solamente «una habitación oscura que olía a vacas y a paja húmeda, y en la puerta, una doble fila de zuecos que dejábamos al entrar».

Los artículos que integran el citado primer tomo fueron publicados en el diario El Sol durante el año 1922 y su éxito le llevó en 1926 a recoger estas crónicas en un primer volumen dividido en cuatro viajes correspondientes a otras tantas zonas geográficas visitadas: alrededores de Madrid, la Sierra madrileña, Castilla y León y Asturias.

El viaje por Asturias es el cuarto itinerario. El paisaje de la montaña astur-leonesa del Puerto de Leitariegos se hace casi solemne y el concejo de Cangas de Tineo ocupa buena parte de su viaje. En su relato hace referencia a la feria de los maestros babianos en Cangas de Tineo, destaca la obra de los indianos y hace alusión a mecenas y fundadores de escuelas en nuestro concejo. Por su interés, todo ello será desarrollado más adelante en esta página web del Tous pa Tous.

Lo que nos ocupa en este artículo es otro legado que Luis Bello nos dejó publicado en las páginas del semanario Nuevo Mundo, una de las revistas ilustradas más importantes de España en el primer tercio del siglo XX. En ella colaboraban autores de la talla de Miguel de Unamuno, José Sánchez Rojas, Ramiro de Maeztu, Emilio Bobadilla o Mariano de Cavia. En el número 1.743 de 17 de junio de 1927 y bajo el antetítulo “Paisajes del norte” se publicaba la siguiente crónica periodística sobre el cambio de nombre de nuestro villa y concejo. Las imágenes que publicamos son las mismas que aparecen en la publicación original.


Una villa que cambia de nombre

Cangas de Tineo – Cangas del Narcea

Una vista general de Cangas de Tineo

En nuestros tiempos, de conformidad y aceptación, querer cambiar ya es algo. Cangas de Tineo, por lo menos, quiere cambiar de nombre. Parece que se originan confusiones de toda especie, sobre todo en los servicios postales, entre Tineo y Cangas de Tineo. Para nosotros siempre será la misma, llámese Cangas de Tineo o Cangas del Narcea. Su valle será uno de los más bellos de Asturias, y la vida entre sus verdes montañas una de las más plácidas que puede llevar un europeo de 1926. Quizá llueva un poco más de lo conveniente; quizá exagere algo la fecundidad de la madre Tierra que llena de verdín—según algunos viajeros—hasta, el pan en el mantel y las sábanas en el lecho. Pero Cangas, agreste y civilizada, tiene una sencillez y una ingenuidad montañesa, cuyo atractivo está no sólo en las cualidades del paisaje, tan colorido y tan pintoresco, sino en la sociabilidad y trato amable del paisanaje. El humorismo astur, que empieza en las Brañas, hasta llegar a su Universidad, que es Oviedo, sirve para no hacer monótona y excesivamente blanda y dulce la vida local.

Cangas no quiere ser confundida con Tineo. Seguramente hay algo más que una razón de utilidad práctica para carteros, factores y consignatarios. Es que se siente fuerte y le parece que en cierto modo, por llamarse como se llama, está todavía dentro de la protección y potestad de la villa vecina. Los dos pueblos han seguido trayectoria distinta; Tineo contaba, hace cerca de un siglo, cuando tomaba sus datos D. Pascual Madoz, 1.252 almas. Hoy no llega a 1.700 habitantes, con Canoriego, Llaneza y Mañores. Cangas tenía 1.050 almas en la misma fecha, y hoy pasa de tres mil. Tiene algún derecho a sentirse independiente, aunque sea en cuestión tan nimia como esta cuestión de puro nombre.

Los escritores locales han empezado a tratar el tema y es de suponer que lo agotarán, apelando, en primer término, a la Historia, y en segundo a la Estadística. Yo he leído en La Voz de Asturias un trabajo de D. Claudio Zardaín, escrito desde Salamanca, explicando por qué lleva ese nombre Cangas de Tineo. En la explicación va ya implícita una toma de posiciones favorable a Tineo. Si Cangas se llama así, por algo será, y el Sr. Zardaín da las razones históricas. Pero, además, se trata de suprimir el Juzgado de Primera Instancia, y este no es para Tineo un golpe en el amor propio, sino en sus intereses; por lo cual está bien que se defienda. «Tineo no ha desmerecido nunca ni en su concepto ni en su territorio». Si su población no ha crecido es porque conserva apego a las tradiciones y no ha variado los fundamentos de su vida campestre. Tineo no se ha visto invadida por las industrias que descaracterizan a tantas villas asturianas. No es la «Aldea perdida».

Como estos debates históricos tienen siempre para todo español un interés familiar, no seré yo quien los eche a un lado diciendo que sólo nos importan el presente y el porvenir, Cangas se llamaba antes Cangas de Sierra. «A mediados del siglo XIII — 1255 —, el Rey Alfonso el Sabio hizo merced a los pobladores de la su villa de Cangas de Sierra…» Nunca fué llamada de Tineo en documentos de ese siglo. Pero ya en el siguiente descubren los eruditos asturianos Arbás y el padre Carballo, consultados por Zardaín, la preponderancia de Tineo, centro militar—castro romano, seguramente—, castillo y ciudadela. Castillo conservado por los Reyes, «en premio a la fidelidad de los tinentenses a la Monar- quía cuando la rebelión del conde de Gijón». Tineo ganó terreno con la grandeza de Diego García de Tineo, «poderoso caballero del siglo XIV, casado en primer matrimonio con una hija del Adelantado Pedro Suárez de Quiñones, señor de Cangas y Tineo». Aquí empieza su valimiento y su preponderancia en la región; y agrega Zardaín que la capital hubo de ser Tineo y que algo significa la partícula «de», llamándose Cangas de Tineo en el sentido gramatical de la preposición «de», que denota posesión o pertenencia.

Los argumentos históricos son fuertes, y todavía los refuerza el escritor asturiano con otros fundados en la Heráldica. «En las armas de Tineo y Cangas—llamados concejos partidos—correspondía medio león hacia la cabeza a Tineo y la mitad inferior a Cangas». Y Vigil, historiando el señorío de los Armillan, da a Cangas «un león rampante de azur en campo de plata y a Tineo un león de oro en campo de gules». Todo ello tiene bastante solidez y convence al profano.

Pero Cangas no quiere atenerse a las leyes de D. Pedro Suárez de Quiñones ni aceptar el segundo puesto por razón tan poco seria como el matrimonio de Diego García de Tineo. Escudos y blasones andan ya por toda España deslucidos. Y en suma, no se trata sino de que cada cual viva tranquilamente y con las mayores facilidades posibles. Llámese cada uno como le convenga, sin suplantación de personalidad. Tineo es en la historia San Pedro de Tineo, y ha preferido abreviar el nombre. Cangas, para evitar confusiones, prefiere ser Cangas del Narcea. Y este nombre sí que está bien elegido. El Narcea es su río patrimonial desde que baja de los riscos de Arbas. Bajo el hermoso puente de Ambasaguas, de traza tan característica, se unen al Narcea las del Naviego; pero el primero es quien domina y da nombre a la corriente común hasta desembocar en el Cantábrico más allá de Pravia. La evocación del río en el nombre de la villa es una idea feliz porque las cosas valen más cuando se definen mejor y no es indiferente el nombre —como sabrán los clásicos—a la suerte de los pueblos y de las personas. Cada confirmación de las ciudades históricas obedece a una inquietud o a un propósito respetable. Cuando desechó Oslo un nombre que consideraba extranjero para volver a su tradición genuina, obedecía a un sentimiento actual de nacionalismo. A San Petersburgo lo hemos visto cambiar con dos evoluciones que no sabemos si habrán encontrado ya la forma definitiva. Bien puede permitirse Cangas una variante en el apellido. Y, sobre todo, bien puede hacerlo si con ello logra atraer la atención de cuantos no conocen uno de los rincones más hermosos y menos visitados de España.

Luis BELLO

Castrosín, Cangas del Narcea (Asturias)

Este Power Point titulado “CASTROSÍN, CANGAS DEL NARCEA (ASTURIAS)” ha sido finalista del II PREMIO JOVEN TOUS PA TOUS-CANGAS DEL NARCEA. Una buena idea de su joven autor, el cangués Manuel Ángel Rodríguez Menéndez, de quince años, en el que resalta la buena vecindad que reina en este pueblo del concejo de Cangas del Narcea.

Este trabajo ha conseguido el tercer premio de esta edición dotado con 300 euros y diploma y que se ha compartido ex aequo entre dos participantes.


Castrosín, Cangas del Narcea (Asturias)


DESCARGA ppt: Castrosín

 

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Bolo vaqueiro

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Clara Martínez Peláez autora del ppt ‘Bolo vaqueiro’.

La joven canguesa de quince años, Clara Martínez Peláez, nos muestra en este Power Point finalista del II PREMIO JOVEN TOUS PA TOUS-CANGAS DEL NARCEA, diferentes detalles de uno de los juegos autóctonos más tradicional del suroccidente asturiano y la comarca de Laciana, “el juego de los bolos”.

Clara con este trabajo ha conseguido el tercer premio de esta edición dotado con 300 euros y diploma y que se ha compartido ex aequo entre dos participantes.


 


DESCARGA ppt: Bolo Vaqueiro
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Pelayo, un perro callejero

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Sara Llano Arce autora del cuento ‘Pelayo, un perro callejero’

Con el cuento titulado “PELAYO, UN PERRO CALLEJERO”, la joven canguesa de veintidós años, Sara Llano Arce, ha sido finalista del II PREMIO JOVEN TOUS PA TOUS-CANGAS DEL NARCEA obteniendo el segundo premio dotado de 400 euros y diploma.


Un cuento realizado a base de colores, recortes e imaginación, con dibujos bien elaborados, donde el perro protagonista recorre diversos lugares del concejo y la villa de Cangas del Narcea.

A continuación presentamos el trabajo premiado para que todo el que lo desee lo pueda leer y descargar.

Pelayo, un perro callejero

DESCARGA pdf: Pelayo, un perro callejro
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Acta fallo jurado II Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea

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Sara LLano (izda) y Clara Martínez en la entrega de premios recogiendo sus diplomas.

En Cangas del Narcea a 24 de mayo de 2015

Reunidos los miembros de El Payar del Tous pa Tous, Sociedad Canguesa de Amantes del País: Alfonso López Alfonso, Victorino López Mendivil, Benito Álvarez Pereda, Dionisio Morodo Magadán, actuando como secretario Manuel Álvarez Pereda y como presidente Juaco López Álvarez, para deliberar sobre los trabajos presentados al II Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea 2015 toman el acuerdo siguiente:

1. Declarar desierto el primer Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea 2015 por estimar que no concurren los méritos necesarios para la concesión del mismo en las candidaturas presentadas.

2. Otorgar el segundo Premio Joven Tous pa Tous–Cangas del Narcea 2015 a Sara Llano Arce por el trabajo “Pelayo un perro callejero”, un cuento realizado a base de colores, recortes e imaginación, con dibujos bien elaborados, donde el perro protagonista recorre diversos lugares del concejo y la villa de Cangas del Narcea.

3. Otorgar el tercer Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea 2015 ex aequo a:

Clara Martínez Peláez por el Power Point “Bolo vaqueiro”, donde se describen diferentes detalles de uno de los juegos autóctonos más tradicional del suroccidente asturiano y la comarca de Laciana, “el juego de los bolos”.

Manuel Ángel Rodríguez Menéndez por el Power Point “Castrosín, Cangas del Narcea (Asturias)”, una buena idea a través de la cual su autor resalta la buena vecindad que reina en este pueblo del concejo de Cangas del Narcea.