Diario de un viticultor de Cangas del Narcea, 1902–1907, de José Gómez López-Braña
El testimonio que presentamos hoy en la web del «TOUS PA TOUS» es excepcional en la historia de la viticultura asturiana e incluso española. Es un diario escrito, entre el 10 de agosto de 1902 y el 1 de junio de 1907, por José Gómez López-Braña, en el que anota todas las vicisitudes del cultivo de sus viñas y de la elaboración y venta de vino. Es un documento muy rico para conocer en todos sus detalles las labores y preocupaciones de un viticultor en esas fechas. El diario es propiedad de la familia Álvarez Pereda, de Cangas del Narcea, y está escrito en un cuaderno que lleva el número 13, es decir, nuestro diarista había comenzado a escribir sus notas bastantes años antes, seguramente alrededor de 1880.
José Gómez López-Braña nació el 12 de junio de 1850 en el pueblo de L’Enxertal, parroquia de San Martín del Valledor (Allande). Su padre era José Gómez Álvarez (L’Enxertal, 1819), “cirujano” que había obtenido el título en 1841 en el Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos de Madrid. Con 14 años, Gómez López-Braña ya vivía en la villa de Cangas del Narcea con su tío Benito Gómez Álvarez y la hija de éste Manuela Gómez Arteaga. Su tío fue una persona muy importante en su vida. Benito Gómez (1817 – 1891) había nacido también en L’Enxertal, era médico y desde 1858 residía en Cangas del Narcea.
José Gómez estudió medicina en Madrid y al finalizar la carrera en 1874 volvió a Cangas del Narcea. Se casó con su prima Manuela y tuvo cuatro hijos: Mario (fundador del «TOUS PA TOUS» y de la revista La Maniega), Manuel, María y Benito, que murió en 1894 con 13 años de edad. A fines del siglo XIX, Manuela Gómez era una asidua de las veladas musicales que realizaban aficionados de la villa, en la que sobresalía por su voz. En una crónica publicada en El Occidente de Asturias, el 23 de julio de 1886, dice:
En el entreacto ha cantado la señora Dª. Manuela Gómez el «Aria Final de Sonámbula» acompañada perfectamente al piano por la Srta. Lola Arango. Cantó la señora de Gómez, no como pudiera hacerlo una aficionada, sino con la seguridad y la escuela de una artista. Su voz es fresca, dulce, de bastante extensión y agradable timbre. El público lo ha reconocido así, aplaudiéndola con entusiasmo.
José Gómez obtuvo en 1886 la plaza de médico titular del Ayuntamiento de Cangas del Narcea, que conservó hasta 1906. Tenía una buena biblioteca de medicina, agricultura, historia, etc. En política era liberal, partidario del diputado del distrito de Cangas del Narcea Félix Suárez-Inclán, y como tal sufrió el ataque de sus opositores, los conservadores de Luis Martínez Kleiser, que en su periódico El Narcea, de 13 de marzo de 1914, llegaron a escribir lo siguiente sobre Gómez y sus correligionarios:
El partido en que figuran como jefes o primeras cabezas don Nicolás de Ron, don Francisco García del Valle, don José Gómez L. Braña, don Luis González y Pérez, don Alfredo de Ron, don Justo Castaño y otras personas por el estilo, silva estrepitosamente a los sacerdotes que pasean por nuestras calles o se dirigen a su iglesia. ¡Es asombroso! ¡Es estupendo!
Aparte de su profesión de medico, ejerció otras actividades. Hacia 1880 abrió una tienda en la planta baja de su casa de la plaza de La Refierta (actual plaza de Mario Gómez), el conocido como Comercio del Médico. En él se vendían toda clase novedades, genero de fantasía, puntillas, encajes, rasos, terciopelos… El alma de la empresa era su mujer, que era la que atendía el negocio. Fue uno de los primeros comercios de la villa.
Fue profesor de agricultura en un Colegio de Segunda Enseñanza que existió en la villa a fines del siglo XIX, y sobre todo dedicó su tiempo a la viña y el vino, que eran labores muy familiares para él, porque las había conocido desde la infancia en su casa de L’Enxertal. Era propietario de varias viñas: la viña de Gamones, en términos del pueblo de Moral, parroquia de Limés, que heredó de su tío y suegro, y que este había comprado en 1885 a Ceferino García del Valle Nera; la viña de Valdemarea, cerca de Santiso; una viña en Las Escolinas, y la viña que él bautizó como La Manuela, en la Vega del Obispo, en Limés, con una superficie de 28 hombres de cava y mil cien plantas, que compró en septiembre de 1904 a Antonio Álvarez Agudín. Tenía dos bodegas: una en Santiso y otra en la villa de Cangas, en la casa de don Lorenzo de Llano, en la calle de La Fuente, y en 1907 estaba construyendo una bodega en Limés. A fines del siglo XIX era uno de los principales cosecheros de vino de Cangas y embotellaba con la marca “Bodega del Médico”. En 1893 fue la primera persona que detectó la presencia de la filoxera en los viñedos del concejo, plaga que en 1894 ya estará completamente extendida, y fue él el que anunció públicamente su existencia. También fue el primero que estableció en Asturias un vivero de cepas americanas, que eran resistentes a la filoxera.
El diario de José Gómez constituye un extraordinario documento sobre la viticultura de Cangas del Narcea en los primeros años del siglo XX, de gran interés no solo para Asturias. Lo que aquí se narra es una historia vivida por muchos viticultores europeos tras la llegada de la filoxera, pero que muy pocos tuvieron la magnífica idea de dejarla plasmada por escrito. En sus páginas, el autor describe con todo detalle las condiciones climáticas que se van produciendo a lo largo del ciclo vegetativo de la planta. Cuenta como esto afecta a las distintas variedades, tanto a nuestras viejas variedades tradicionales (Albarín blanco, Carrasquín…) como a las que en aquella época estaban siendo introducidas en la zona (Alicante, Cabernet…). Describe así mismo los injertos, las podas, los abonados, el modo en el que se llevaba a cabo la reconstitución del viñedo tras la Filoxera, la desconfianza que mostraban algunos viticultores al principio y como poco a poco iban siguiendo el ejemplo. Podrá descubrir quién lo lea, que la viticultura de Cangas estaba en aquella época tan avanzada como podía estarlo la de Rioja o la de cualquiera de las zonas vitícolas más importantes de España o del resto de Europa.
La lectura de estas páginas nos permite además asomarnos a la vida cotidiana, al carácter y a las preocupaciones de su autor. Podemos, por ejemplo, llegar a percibir la inquietud que siente porque el día señalado para vendimiar comienza a llover por la mañana y durante varias jornadas seguidas se ve obligado a anotar en su diario, cada vez con mayor preocupación por el deterioro de la cosecha, “continúa lloviendo”. También es patente el gran disgusto que supuso para él una fuerte helada que arrasó los viñedos la noche del 18 de mayo de 1903, o la alegría con la que anotaba a veces en su diario: “hermoso día”, “espléndido, soleado” o el orgullo que sentía por la perfección con la que acababa de ser plantada alguna de sus viñas, a pesar del elevado coste. Podemos incluso imaginar que lo acompañamos en alguna de sus muchas visitas a los viñedos, y que escuchamos las interesantísimas descripciones botánicas que recoge en su diario sobre la flor de la vid, o ser testigos de cómo selecciona las mejores y primeras uvas maduras de su viña para enviar como regalo a alguno de sus más preciados amigos, reconocer entre las personas que cita a alguno de nuestros antepasado, o ser partícipes de felices acontecimientos familiares, como el ascenso de uno de sus hijos, el nacimiento de algún sobrino, etc.
El diario es una muestra del conocimiento que tenía José Gómez de la viticultura y la vinicultura, como resultado de sus lecturas, observaciones y experiencias prácticas. En el siguiente enlace se puede consultar y descargar en formato pdf:
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