Primeros aviones sobre el cielo y la tierra de Cangas del Narcea
En los últimos días del mes de octubre de 1927, Mario Gómez, el fundador del Tous pa Tous y de la revista La Maniega, estaba en su casa de L.lumés/Limés extrayendo noticias de unas cartas escritas por un cangués a otro residente en Madrid a fines del siglo XVIII e inicios del XIX, que le había dejado María Agüelles, una vecina y amiga de Cangas. Las noticias eran para documentar la historia moderna de Los Siglos de Cangas de Tineo. Los datos que le parecían de interés los anotaba en una libreta. Uno de esos días escribió:
Mientras tomo estas notas en Limés, el día 27 de octubre de 1927, cruza por este horizonte un aeroplano. Creo es el primero que se ve en este país y no hay que decir la expectación que aquí despierta.
Nada más sabemos de ese posible primer paso de un avión por el cielo de Cangas del Narcea en 1927, hecho que sucedió treinta años después de la invención de estos aparatos.
Cinco años más tarde volverá a pasar otro aeroplano por encima del concejo, que, además, por una avería, se vio obligado a aterrizar en el pueblo de Riotorno, convirtiéndose con toda probabilidad en el primer avión en pisar suelo cangués. La noticia la recoge la revista La Maniega en su número de septiembre-octubre de 1932:
En la tarde del 23 de agosto una avioneta, que desde Madrid se dirigía a Gijón para tomar parte en la Fiesta de Aviación que había de tener lugar en la citada villa al siguiente día, sufrió una avería de consideración, que la obligó a aterrizar en Ríotorno. No es para describir la enorme impresión y admiración de los vecinos de aquellos pueblos al ver aquel enorme pajarón volar sobre ellos y posarse en una tierra de labrantío un tanto pendiente. Al tomar tierra la avioneta se rompió la hélice, debido a la pendiente del terreno, y sus ocupantes, el aviador Sr. Ortiz Muñoz y su acompañante el parachutista señor Gersol, se vieron obligados a trasladarse a Cangas y desde aquí a Gijón, con el fin de buscar las piezas necesarias para la reparación de la aeronave.
De regreso de Gijón, según se dice, no encontraron de la avioneta más que el armazón y poco más, todo lo cual, en unión de alguna otra cosa, había desaparecido. Por fin, después de ocho días de viajes y de reparaciones, en la tarde del día 29 [de agosto] salió de los términos de Ríotorno, tripulada por dicho señor Ortiz.
El piloto era el comandante y profesor de aviación Juan Ortiz Muñoz, que en 1927 era jefe del Grupo de Caza de la Escuadra de Instrucción en Cuatro Vientos (Madrid), y el parachutista o paracaidista era Cristóbal Gersol, de Getafe, conocido como “El diablo rojo”. Los dos iban a Gijón a hacer una exhibición aérea, contratados por la comisión municipal de fiestas. Por los diarios de Gijón, La Prensa, El Comercio y El Noroeste, sabemos que llegaron a esta ciudad el lunes 29 de agosto de 1932. En La Prensa del día siguiente se leía que Ortiz y Gersol:
Habían salido por la mañana de Cangas del Narcea y aterrizaron en Pumarín, dando unas vueltas sobre la población. Por la tarde volvió a elevarse y por necesidad tuvo que aterrizar el aparato en la playa, frente a las primeras casas de la calle Ezcurdia, pero tan forzosamente tomó tierra que rozó una barra de hierro de las que sostienen las maromas para los bañistas y la avioneta sufrió ligeras averías, teniendo que ser trasladada al Piles. Seguramente que se fijará hoy el plan a seguir en estas exhibiciones interesantes.
La exhibición aérea consistió en hacer acrobacias con el avión sobre la playa y en ver el arrojo del paracaidista, que se subía a un ala y se lanzaba “al espacio desde una gran altura”. El espectáculo, según los periodistas, “gustó grandemente por sus extraordinarias hazañas” y fue presenciado por millares de personas.