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La casa de los Llano: El último palacio que se construyó en Cangas del Narcea

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Palacio de los Llano en la calle de La Fuente, hacia 1910.

La casa es siempre un reflejo de sus moradores. Su forma, tamaño, construcción, decoración y distribución interior son un reflejo de las personas que viven dentro, de su riqueza, de sus ideas, de su higiene o de su cultura.

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Casas que había en 1771 y que se derribaron para construir el palacio de los Llano en 1780-1785.

En la Edad Moderna el palacio era la casa de las familias más poderosas. En Cangas del Narcea estaban los palacios del conde de Toreno en la villa y en La Muriella, el del conde de Peñalba, el de Omaña, los de los Sierra en Llamas del Mouro y Xarcelei, los de Ardaliz y San Pedro de Árbas, etc. Todas estas construcciones, edificadas entre el siglo XVI y la primera mitad del siglo XVIII, tienen en común la presencia en su fachada de una o dos torres, para rememorar las viejas torres medievales que eran las viviendas de los señores en la Edad Media, que es la época a la que se remonta el origen de todos estos linajes.

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Palacio de los Llano en 1884.

A partir del siglo XVIII, este modelo de palacio con torre pasa completamente de moda y es sustituido por una arquitectura nueva, más funcional y diáfana, de diseño cúbico y con grandes aleros en voladizo, cuyos criterios estéticos acabarán siendo impuestos por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fundada en Madrid, en 1752, que a partir de esta fecha supervisará los proyectos arquitectónicos que se llevaron a cabo en España. Es el llamado academicismo y a este estilo arquitectónico pertenece el último palacio que se construyó en Cangas del Narcea: el de los Llano, levantado en la calle de La Fuente entre 1780 y 1785.

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Palacio de los Llano en 1925.

Esta monumental casa es un bloque rectangular que tiene planta baja y dos pisos. El piso primero se abre a la calle con balcones redondeados y rejas de hierro forjado, y el último, mediante ventanas y balcones a paño con el muro. Todos los huecos de la fachada son iguales y agrupados en rigurosa simetría: tres huecos en centro y otros, más apartados, hacia las esquinas, en un ritmo así: b-aaa-b. En cambio, debido al violento cambio de rasante de la calle de La Fuente, no se pudo mantener la estructura tripartita de puertas, abriendo solo dos: la central y la del lado izquierdo.

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Fachada del palacio de los Llano a la calle Burgos.

En la fachada sur, que da a la calle Burgos, el piso superior tiene un gran corredor. La casa carece de torres, pero en el centro de su fachada principal, encima del balcón central, luce el escudo de armas de la familia, labrado en piedra de gran calidad, con las armas de Castrillón o Villamil, y Valdés-Flórez.

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Fachada del palacio de los Llano a la calle de la Fuente.

Desde su fachada principal, la casa tenía unas magnificas vistas sobre el río Narcea y el valle de Cangas, que hoy ha perdido por la construcción de nuevos edificios.

Los Llano son un linaje muy antiguo en Cangas del Narcea, que tenía su casa en el barrio de Ambasaguas. Su viejo palacio, con una torre, todavía se conserva en un estado ruinoso, detrás de la iglesia de ese barrio, y el escudo que había en su fachada está desde 1955 en el hotel Truita, en la fachada que mira a la calle Diz Tirado.

En la segunda mitad del siglo XVIII, el mayorazgo de esta familia, Antonio de Llano Flórez, se casó con Catalina Villamil y Ron Álvarez de Castrillón y Casariego, natural de San Juan de Prendonés (concejo de El Franco), y esta unión cambió el destino de la familia Llano.

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Escudo con las armas de Llano y Flórez de la casa de los Llano de Ambasaguas, hoy en el hotel Truita.

Catalina heredó en 1770 una considerable fortuna de su tío materno Blas Sarmiento Castrillón y Casariego, con la que esta familia construyó su casa principal en la villa de Cangas, dejando en un segundo lugar la vieja casa de Ambasaguas, que era donde había vivido hasta entonces.

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Escudo de la casa de los Llano en la calle de la Fuente, según Armando Graña.

Blas Sarmiento  era natural del lugar de Mourio, en San Juan de Prendonés (El Franco), hijo de Blas López Casariego Castrillón y María Álvarez Castrillón, y de joven se había marchado a América (o a Indias, como entonces se decía). En México se casó con María Manuela Sarmiento Sánchez de Milla, heredera en esa tierra del mayorazgo fundado en 1586 por el capitán Juan Sarmiento y su mujer Isabel Vélez Raicón, de la que tomó el apellido. Tuvieron un hijo, pero tanto la esposa como el vástago murieron, quedando viudo y sin herederos forzosos. Blas Sarmiento era alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición, que era un cargo honorífico reservado para miembros de la nobleza. De México se trasladó a Manila, capital de Filipinas, donde falleció en 1770. Las herederas de su fortuna fueron su hermana Tomasa Álvarez Castrillón de Casariego y su sobrina Catalina Villamil. También dejó dinero para reparar la iglesia de su pueblo natal, comprar alhajas de plata (lámpara, incensario, vinajera) y una custodia de oro para la misma iglesia, y fundar y mantener una escuela de gramática en San Juan de Prendonés. En 1817, José Alfonso Argüelles, vecino de Cangas del Narcea, calculaba que el dinero que había recibido Catalina Villamil de su tío «llegará a catorce mil ducados o algo más», o sea, a la abultada cifra de unos 154.000 reales.

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Escudo en la fachada del palacio de los Llano.

Con esta fortuna Antonio de Llano y Catalina Villamil compraron a la casa de Ardaliz las viviendas que había en el solar donde se erige el palacio. Se halla junto al antiguo Hospital (fundado en el siglo XVI), circunstancia que aprovecharon los Llano para abrir una tribuna a la capilla del hospital, que aún se conserva. Es muy probable que el proyecto de este palacio lo hiciese el arquitecto Manuel González Reguera (Candás, 1731 – Oviedo, 1798), el mejor arquitecto de su tiempo y el más destacado representante del academicismo en Asturias. Este arquitecto estuvo en Cangas por aquellos años, trabajando para el conde de Toreno y para la casa de Miramontes, y es casi seguro que Antonio de Llano Flórez también recurriera a él, un arquitecto de gran prestigio, cuando hacia 1780 decidió levantar un palacio para su renovado linaje.

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Balcón del palacio de los Llano.

Además, ciertos detalles arquitectónicos del edificio (como las molduras de las repisas de los balcones y la limpieza de líneas de la fachada a la calle de la Fuente) así parecen indicarlo.

Este fue el último palacio que se construyó en la villa de Cangas del Narcea. En el siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad, se seguirán construyendo grandes casas para una sola familia, pero tanto sus promotores como el modelo de casa serán muy diferentes. El mejor ejemplo de esta nueva sociedad y arquitectura era la desaparecida casa de don Eleuterio García Cuesta o casa de María Angustias, levantada en 1889 en la calle Mayor.