Un intento para introducir el vino de Cangas en Madrid en 1870
Las cartas son una fuente de información muy importante para conocer los entresijos del pasado. Gracias a una breve correspondencia, mantenida entre abril y diciembre de 1870, entre unos comerciantes de vinos de Madrid y Severiano Rodríguez-Peláez Riego, vamos a poder conocer algunas cosas relacionadas con el vino de Cangas en el siglo XIX y, sobre todo, los problemas que tenía este vino para comercializarse en Madrid. Tenemos la suerte de contar con las cartas escritas por los comerciantes y con los borradores de las cartas que les envió Severiano Rodríguez-Peláez desde la villa de Cangas del Narcea.
Los comerciantes eran Pérez y Casariego Hermanos, oriundos de Asturias, probablemente de Tapia de Casariego, que tenían dos tiendas en Madrid: una en el nº 10 de la Puerta del Sol y otra en el nº 1 de la calle Preciados. Comerciaban con “tabacos habanos”, y con vinos y licores nacionales y extranjeros. Se anunciaban en el diario El Imparcial con el reclamo de “abundante surtido de vinos y licores de todas clases […] recomendables por su pureza y esmerada elaboración”. El hecho de anunciarse en este periódico, que se subtitula “Diario liberal de la mañana”, es un signo claro que los hermanos Pérez y Casariego eran liberales, circunstancia que se corrobora con la donación de media pipa de vino que hacen a la “Suscripción para el socorro de los heridos del Ejercito de la Nación en la Guerra contra los carlistas”. Su socio José Pérez y Casariego era miembro en 1874 del Círculo de la Unión Mercantil.Severiano Rodríguez-Peláez (1830 – 1905) era el administrador de los bienes del conde de Toreno en Cangas del Narcea, y como tal llevaba las viñas del conde y vendía su vino; el conde era uno de los mayores cosecheros de vino del concejo. Fue alcalde en varios mandatos y una persona muy influyente durante toda la segunda mitad del siglo XIX en el concejo de Cangas del Narcea.
Tanto los vinateros de Madrid como el administrador del conde estaban muy interesados en vender este vino en la capital de España, sin embargo el asunto no era facil. Por una parte, estaban los inconvenientes relacionados con el transporte del vino: la escasez de envases (barriles y pipas); el efecto negativo del calor sobre el vino y la lejanía del punto de destino, lo que encarecía considerablemente el porte. El transporte del vino en 1870 tenía que realizarse en carro hasta el puerto de Luarca, aquí se embarcaba el vino hasta Santander y desde esta ciudad se enviaba por tren hasta Madrid; otra alternativa era sacarlo por el puerto de Leitariegos (donde todavía no estaba terminada la carretera) hasta la estación de ferrocarril de Astorga, que se había inaugurado en 1866. Por otra parte, estaban los problemas relacionados con el gusto: los vinateros madrileños querían un vino de Cangas más añejo que el que se consumía habitualmente, con un color más claro y un sabor menos áspero; conseguir esto era difícil, porque los cangueses solo consumían vino del año y sus preferencias se inclinaban por vinos tintos de color muy fuerte. Por último, a los comerciantes madrileños, el precio del vino les resultaba caro ya en origen.
Para solventar alguno de estos problemas, los comerciantes llegaron a sugerir a Rodríguez-Peláez cambios en el modo de elaborar el vino, que consistían en “pisar la uva sin el palo ó escobajo y echar poca parte de casca en la tinaja o cocedero”, para que el color del vino fuese “más claro y cristalino”.
Conozcamos, carta a carta, la historia de este intento de vender vino de Cangas en Madrid en 1870.
En el mes de abril de 1870 Ricardo M. Piedra, de Luarca, primo de los hermanos Pérez y Casariego, escribe a Severiano Peláez y Riego:
Muy Sr. mío: habiendo estado en esta su casa D. José Mª Pérez y Casariego con intención de pasar a Cangas y no habiendo podido detenerse por llamarle con urgencia a Madrid, me dejó el encargo de que yo o persona de mi confianza viese el vino y le mandase una cantidad para conocerlo. He creído mejor dirigirme a Usted para que del mejor haga el favor de llenar y cerrar bien el adjunto barril, ponerme la cuenta al precio que Usted pueda arreglarlo y mandare satisfacer a Usted. Como yo no tengo otro envase a propósito, si Usted tuviese y quisiese, puede llenarlo también y bien cerrado remitirlo a La Espina o Bodenaya [Salas] por el portador.
23 de abril de 1870, Severiano Peláez le contesta desde Cangas del Narcea lo siguiente:
Muy Sr. mío: por el carretero portador del barril se lo devuelvo lleno de vino de la bodega del Sr. Conde [de Toreno]. No le remito mayor cantidad porque los envases o pipotes que tenía están por Madrid, de donde aún no los devolvieron.
Siento que al Sr. Pérez Casariego no le hayan permitido sus ocupaciones llegar aquí, donde podría enterarse con más exactitud de la calidad y circunstancia del vino de este país, que ya debe conocer porque le remití al Sr. Ibargoitia [administrador del conde de Toreno en Madrid] otros dos […] que se recogió con objeto de que lo ensayase dicho Sr. Esta ya [es] estación poco a propósito para trasladarlo, porque a este vino, se advierte, le desmejora mucho el calor.
Dicho barril llevó 15 canadas y tres cuartillos [60 litros], que al precio de 6 céntimos cuartillo [0,434 litros] que se esta vendiendo, importa 97 reales 14 maravedíes.
13 de mayo, carta de Pérez y Casariego Hermanos desde Madrid a Severiano Peláez:
Muy Sr. nuestro: hoy recibimos el barrilito de vino que por mediación de nuestro primo D. Ricardo nos remitió y respecto a su clase nada podemos decirle por ser lo que deseábamos. Lo único, si le diremos, es que su precio es algo exagerado, pues no es lo mismo la venta por arrobas a la venta al detalle y sobre todo cuando el objeto a que se dedique es para la reventa. Por esta razón estimaríamos a Usted nos dijera el precio a que podrá arreglarse lo más bajo, para que en su vista ordenáramos las arrobas que debía remitirnos. Por de pronto, e ínterin Usted se sirve contestarnos, salvando la conveniencia del precio, puede separar unas 60 arrobas [753 litros], pues tan luego como tengamos conocimiento de su precio ordenaremos manden dos pipas para que sea envasado.[…]
PD. Sírvase Usted decirnos como se llama el terreno que produce el vino o la propiedad.
19 de mayo, carta de Severiano Peláez desde Cangas del Narcea:
Muy señor mío: celebro que el vino de este país les haya gustado y mucho me alegraría se consiguiera buena aceptación. Respecto al precio, no puedo menos de convenir en que no es nada arreglado a los 6 cuartos, atendido lo corto de la medida ordinaria de este país, pero lo cierto es que a este mismo [precio] se esta expendiendo, pudiendo únicamente rebajárselo, llevándolo por mayor, dos maravedíes en cuartillo, que acaso baje más adelante, pero por ahora no me es posible hacerle otra rebaja, pudiendo en todo caso entenderse con el Sr. Ibargoitia de quien depende como administrador subalterno del Exmo. Sr. conde de Toreno.
Siento mucho, que en el caso de convenirles este vino, no hubiesen pasado por aquí, porque hubiéramos hablado de su fabricación, en la que se pudieran introducir muchas mejoras, empezando por dejarle sazonar más, y cuidar en la vendimia y apartar en ella alguno [racimo] verde y podrido, que en algunos años […] mucho. Por lo demás [el vino] no tiene preparación alguna, siendo pura y simplemente el jugo del racimo.
Si la cosecha del próximo año es regular y el tiempo es favorable, merece hacer un viaje, pudiendo asegurarle que generalmente agrada mucho a todos los forasteros como vino de mesa.
No les apruebo el que se hubiesen demorado para la traslación [del vino] para época tan avanzada, pues el calor no lo sufre mucho y fácilmente se les podía perder, siendo en mi concepto la mejor [época para el traslado del vino] luego que se hace o cuando más en marzo.
Las viñas en que se coge se llaman Montesa y S. Tirso (Cangas de Tineo).
Caso de que ustedes se decidan llevar la cantidad que indican, espero me avisen luego para escoger el mejor [vino] y no tocar en él.
19 de agosto, carta de Severiano Peláez a Manuel de Ibargoitia, administrador del conde de Toreno en Madrid:
Muy Sr. mío y de todo mi aprecio: en mayo pasado recibí una carta de los Hermanos Pérez y Casariego en la que al mismo tiempo que me indicaban haber recibido una pequeña cantidad de vino que les había remitido su primo D. Ricardo Piedra, tomado en esta bodega, me encargaban les separase como unas sesenta arrobas, arreglándoles el precio. Como en aquella ocasión se vendía a seis cuartos, la rebaja que les hacía era la de dos maravedises en cuartillo, más después, en 28 de junio, fue preciso bajarlo en 5 cuartos, a causa de que los demás lo bajaran, y para que continuase la venta se puso también en los 5. Recientemente se ha vuelto a poner a seis cuartos y es posible se sostenga el precio.
Al contestarles a la dicha carta les indicaba que la época para su traslación no era muy apropósito, a causa de los calores, lo que afectaba mucho a este vino y que fácilmente se les podría perder. Nada me volvieron a escribir sobre el particular y así quisiera se viese Usted con ellos a fin de que digan si se les ha de reservar alguno o si optan a esperar a la próxima cosecha, en cuyo caso sería conveniente lo trasladaran luego que se hiciese.
30 de septiembre, carta de Pérez y Casariego Hermanos, desde Madrid:
Muy Sr. nuestro: hace ya muchos días encargamos a nuestro primo D. Ricardo pidiese a Usted una pipa de vino como el que nos mandará de muestra. Como vemos que nada dice, suplicamos a Usted compre una pipa de 30 arrobas [376 litros] y la mande llenar, remitiéndola por el próximo carretero que haya. El importe le será entregado a D. Manuel Ibargoita o a quien Usted ordene.
Si en la presente vendimia pudiese preparar unas 60 o 100 arrobas del modo que le indicamos, desde luego quedarían por nuestra cuenta. El método es pisar la uva sin el palo ó escobajo y echar poca parte de casca en la tinaja o cocedero, para que el color sea más claro y cristalino.
3 de octubre, carta de Severiano Peláez desde Cangas del Narcea:
Muy Srs. míos: ya no me es posible remitirles la cantidad de vino que me piden de la calidad que desean, pues, en la inseguridad de si Ustedes lo llevarían, puse a la venta el de mejor calidad, mediante a que el más inferior no corría y del que aún me resta que vender bastante cantidad, y en tal caso remitirles cosa que no les servirá sería engañarles.
Su señor primo D. Ricardo me pidió habrá como cosa de quince días, por medio de otra persona, un barril de unas seis arrobas [75 litros] para remitirles, pero como no se hubiese remitido vasija a propósito, ni se hubiese encontrado aquí, dejé de mandárselo y fue lo que me decidió a despachar el que tenía de buen despacho.
El vino de la última cosecha está ya recogido hace ya más de doce días y en la semana próxima se trasladará de las tinas donde fermenta a las cubas. Si Ustedes quieren que prepare dos pipas para remitir, lo haré en la seguridad de que el que destine para Ustedes será mejor que el del año anterior, pues de no ser así tampoco lo mandaría, porque yo quiero que se acredite y consiga aceptación fuera de aquí.
Ya se que cuanto menos escobajo y pellejo lleve a la tina, [el vino] sale más decolorado, cosa que aquí no agrada a los consumidores, pero si Ustedes me lo avisaran oportunamente y aun, a pesar del mayor trabajo que esta operación motiva, habría preparado unas 100 arrobas [1.256 litros] en esta forma.
Sin más aviso, voy a llenar dos pipas del mejor. Si Ustedes me avisan para que les remita una o las dos lo haré, sino nada se pierde. Caso de que lleven el casco, les advierto que costaron a […] reales, y lo mismo que me costará adquirir otra de igual calidad, para [que] si les parecen caros que lo remitan.
6 de octubre, carta de Pérez y Casariego Hermanos, desde Madrid:
Muy señor nuestro: a la vista su grata 3 de octubre por la que vemos concluyó el vino añejo bueno, lo que sentimos. Como el vino de este año no podríamos venderlo hasta pasados 6 u ocho meses, quisiéramos suplicarle tratase de proporcionarnos, comprando a algún cosechero de esa, una pipa de buen vino del año anterior, sin perjuicio de que pueda mandar las dos pipas que habla en su citada.
El vino de esa nos prometemos adquirirá un buen nombre, pero para ello es preciso que sean elaborados en buenas condiciones y que sean vinos hechos. Si, para que un vino sea hecho es preciso que por lo menos tenga dos años. El pequeño barril que mandó se puso a la venta antes de tiempo y sin embargo no dejo de gustar.
Si el vino añejo lo hallase puede mandarlo por el carretero, pero las dos pipas mándelas a Luarca para que sean embarcadas en dicho puerto para Santander. Si hubiese carros que pudiesen llevar las pipas a la estación más inmediata, por la línea de Astorga a Ponferrada, podrían mandarse por este punto, por el que seria probable se obtuviera alguna ventaja en el transporte.
Las pipas, si tienen la cabida de 28 a 30 cántaras [por la cántara castellana equivalen de 451 a 484 litros], no son baratas, pero tampoco son caras.
Creemos que con lo dicho podría hacer lo necesario sin más consulta.
11 de octubre, carta de Severiano Peláez desde Cangas del Narcea:
Muy señores nuestros: no es posible adquirir pipa alguna de vino viejo, o sea del año anterior, porque no hay ninguno, pues aquí si alguno queda de un año a otro es a causa de no haberlo podido vender (como me sucede a mi) por su mala calidad, y algunos otros con parte del vino de la cosecha del 68 al que no podemos darle salida.
Únicamente descubrí una pipa que [su propietario] no la cederá por entero y el dueño de ella, según se me explicó, no dará la mitad bajo de ocho cuartos cuartillo [0,434 litros], lo que Ustedes resolverán.
Este año es muy bueno el vino y si a Ustedes les conviene no tendrán [otro] remedio sino añejarlo por su cuenta, aquí o en esa, porque de otro modo difícilmente pueden contar con hallarlo cuando les convenga, no siendo dentro del año, tropezándose además con el inconveniente de que si la mudanza se efectúa en época de calor se puede fácilmente perder.
14 de octubre, carta de Pérez y Casariego Hermanos desde Madrid:
Muy Sr. nuestro: contestando a su grata 11 del corriente, le diremos que, si bien es muy caro el vino de que nos habla, como carecemos por completo de él, bueno será que compre la media pipa y la remita por tierra por el punto donde pueda hallarse más economía.
El vino que debe mandarnos para enero, sería bueno no lo tuviese mucho tiempo con la casca ó pellejo, pues de este modo se conseguirían dos cosas: la 1ª que no fuera tan cubierto de color y la 2ª que sería menos áspero.
Esta carta no tuvo contestación por parte de Severiano Pélaez y el 7 de noviembre de 1870 vuelven a escribirle Pérez y Casariego Hermanos para decirle que como no habían tenido respuesta a su última carta, volvían a reproducírsela por si acaso se había extraviado.
1 de diciembre, carta de Severiano Peláez desde Cangas del Narcea:
Muy Señores míos: el 24 del último mes salió de aquí para esa la media pipa, que, según aviso de Ustedes, estaba preparada y contenía 22 cantaras próximamente, y por un ordinario de los de aquí, una botella llena del mismo vino que contenía la otra vasija que salió, según me informaron, el 26, pues como haya tenido que ausentarme por algunos días lo dejé todo arreglado a mi salida. Espero, pues, me avisen el haberlas recibido para yo satisfacer su conducción y ponerles la cuenta de su costo.
No sabemos más de esta operación, porque no tenemos más cartas. Es probable que la relación entre el administrador del conde de Toreno y los comerciantes de vino de Madrid no continuase, porque en 1870 las circunstancias del vino de Cangas todavía no favorecían su comercialización tan lejos de su lugar de origen.
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