Reseña biográfica de Ignacio Álvarez Castelao (Cangas del Narcea, 1910 – Oviedo, 1984)
RESEÑA BIOGRÁFICA (ESCRITA POR FERNANDO NANCLARES Y PUBLICADA POR LA GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA)
ÁLVAREZ CASTELAO, Ignacio, Arquitecto. Nació en Cangas del Narcea el 31 de marzo de 1910. Es el arquitecto asturiano de mayor relieve desde la postguerra. Tanto por la calidad de su obra, como por su compromiso ético en el ejercicio profesional, ha llegado a convertirse en figura ejemplar para las jóvenes generaciones. Su variada producción arquitectónica se ha ido configurando, progresivamente, como una obra singular, ajena a las veleidades del consumo y atenta, en todo caso, al desarrollo que, en el ámbito europeo ha seguido la arquitectura moderna a partir de las vanguardias del periodo entre-guerras.
En el año 1926 se traslada a Madrid, donde iniciará los estudios de Ingeniero de Caminos y, finalmente, optará por el ingreso en la Escuela de Arquitectura. Durante estos años recibe lecciones de dibujo de José Ramón Zaragoza, pintor asturiano. Obtiene el título de arquitecto el 14 de agosto de 1936, que deberá sustituir, finalizada la Guerra Civil, por otro de 14 de febrero de 1940. Desde entonces ejerce su profesión en Oviedo. Obtuvo, por oposición, en mayo de 1941, el título de Arquitecto de Hacienda, desempeñando su cargo en la Delegación de Oviedo, hasta 1962 que es nombrado inspector regional.
Se formó, como arquitecto, en el clima de la vanguardia española de los años treinta, que optó por un acercamiento a las corrientes europeas del momento («Movimiento Moderno») frente a la tradicional tendencia aislacionista de la cultura arquitectónica española. En este contexto tuvo la oportunidad de conocer las primeras aplicaciones del hormigón armado en la edificación, muy vinculadas precisamente a la nueva estética. Este conocimiento y, sobre todo, la práctica adquirida durante nuestra Guerra Civil, en la que, como oficial del Cuerpo de Ingenieros del Ejército Nacional, proyectó y construyó numerosos puentes y fortificaciones, le proporcionó el dominio de las técnicas constructivas, que será una constante a lo largo de su obra.
El compromiso adquirido con su profesión, en estos años de formación, le impidió alinearse con el estilo y los modos de producción de la arquitectura «nacional» de postguerra. Su actitud crítica frente a la tendencia oficial, le privará de participar en los grandes encargos, típicos de esa época, y contribuirá a la formación de su personalidad de profesional aislado, en relación íntima con sus propias convicciones.
Son obras significativas de este momento la Casa Noceda, en la calle Uría esquina González del Valle, en Oviedo (1940), y la Iglesia Parroquial de San Juan de Nieva (1944). En la primera demuestra su conocimiento de los tipos edificatorios instalados por la arquitectura europea de entre-guerras. La solución «expresionista» de la esquina en rotonda es prueba de ello, aunque el resto de elementos que intervienen en la composición, distribución de huecos, revestimiento, color, etc., son de un rigor clasicista, que contradice lo anterior. Asimismo, en San Juan de Nieva, la audaz bóveda parabólica que da forma a la nave, indicativa de la sólida preparación técnica del arquitecto, no guarda relación con la ornamentación de la portada. Estas obras de juventud, junto con los edificios de viviendas que proyectó en aquellos años, nos muestran al arquitecto en busca de un lenguaje personal, tan lejos de la moda oficial como del «estilo internacional», por otra parte imposible en el contexto del país. Tendrá que esperar a que finalice la Segunda Guerra Mundial para tomar de nuevo contacto con la arquitectura europea a través de publicaciones especializadas y, sobre todo, mediante los continuados viajes y asistencia a congresos, que le permiten conocer, entre otros, al arquitecto finlandés Alvar Aalto, uno de los grandes maestros europeos. A partir de este momento, en los años 50, Castelao emprende con gran seguridad una obra arquitectónica que hecha siempre desde el aislamiento típico del artesano amante de su oficio, alcanza unas cotas de calidad inusuales, precisamente en los años del desarrollo español en que la arquitectura se integró en los procesos consumistas. En cuanto a edificios de viviendas va desde los bloques de la calle Cervantes «Serruchu» (1956) y «Serruchín» (1958), obras decididamente incorporadas a una figuración moderna, hasta sus últimas obras para la Inmobiliaria Arango, o las de González Besada y Guillermo Estrada, en Oviedo, de un gran rigor constructivo y formal. Lo mismo cabe decir de sus proyectos de Poblados Obreros en La Hermida, Navia, Soto de Ribera, Ibias y Grandas de Salime, obras todas de los años 60 en las que por tratarse de construcciones aisladas, cuya ordenación urbanística proyecta el mismo arquitecto, resulta más perceptible su fidelidad a los principios del Movimiento Moderno; construidas en bloques aislados, sobre «pilotis», en ellas Castelao puede aplicar principios urbanísticos de los C.I.A.M. Basado en las mismas ideas, realizó en 1959, un proyecto de Ordenación para el Polígono de Llamaquique, en Oviedo, no construido.
A partir de los años 60, una vez consolidada su imagen de arquitecto extraordinariamente dotado, recibe numerosos encargos de distintas instituciones. Hay que destacar, entre los edificios de este tipo, la Delegación de Hacienda de Oviedo, en el antiguo Convento de Santa Clara (1960), obra muy comprometida y polémica, que el arquitecto resolvió con gran economía de medios, sin concesiones historicistas. Esta obra, junto con la reforma del antiguo Convento de San Vicente, para sede de la Facultad de Filosofía y Letras (1965) demuestra la confianza que el autor deposita en el lenguaje arquitectónico moderno, como capaz de integrarse en un marco histórico, equiparando su diginidad a la del lenguaje clásico. Son, asimismo, obras muy notables de este período la Facultad de Ciencias Geológicas y Biológicas (1965), el colegio de los P.P. Jesuitas (1973) y la Facultad de Medicina (1974), en Oviedo, y la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (1979), en Gijón. Estas últimas edificaciones, de gran envergadura, dan pie a que el arquitecto demuestre su maestría en el manejo de programas complejos y a la brillante puesta en práctica de tecnologías sofisticadas (grandes estructuras de hormigón armado, prefabricados, etc.).
Citemos finalmente, como muestra de la constante preocupación de Castelao por los problemas constructivos y tecnológicos, la creación del forjado cerámico «MIT», en 1942, la malla espacial que utilizó para la cubierta de la Gasolinera de La Tenderina, en Oviedo (1958), invención suya que dio lugar a la patente del «Nudo Castelao»; las estructuras prefabricadas empleadas en un conjunto de Viviendas Experimentales en Madrid (1957); la estructura espacial de hormigón en el proyecto para la Facultad de Biológicas de León (1973) y la estructura postensada en el sótano del edificio Valtra (1979).
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