Brunete en ruinas, por Pepe Gómez

Antes de la guerra civil española, Brunete contaba con 1.451 habitantes, y en 1939 sólo quedaban 230. Todo el caserío se había perdido, incluso el cementerio se encontraba destrozado. La iglesia parroquial era el único resto de valor que se mantenía en pie.

Así lo reflejó el arquitecto cangués José Gómez del Collado (1910-1995), en un dibujo que se utilizó para ilustrar un artículo de los arquitectos encargados de la reconstrucción de este pueblo madrileño, J. Menéndez Pidal y J. Quijada, publicado en la revista «Reconstrucción» nº 2, mayo de 1940, editada por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones.


 

Los dibujos de las celdas del juzgado de Cangas del Narcea

Aviones militares dibujados en el calabozo de la planta superior de los juzgados de Cangas del Narcea

Este artículo es una síntesis del trabajo de catalogación de los dibujos de las celdas del juzgado de Cangas del Narcea, realizado para la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias, incluidos en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias por resolución de 16 de enero de 2015 de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Dichos dibujos constituyen un testimonio relevante de un aspecto destacado del conflicto bélico en nuestra región, siendo realizados por presos republicanos durante la Guerra Civil (1936-1939) y la posguerra.

Las cárceles fueron lugar de residencia de pintores, escultores, dibujantes, escritores, artesanos, maestros de escuela, etc. Allí llevaron a cabo una importante actividad artística y cultural, hoy día poco valorada y estudiada. Junto a ellos estaba el campesino, el trabajador, el hombre de la calle, sin formación académica, artística ni profesional, cuya presencia también se deja ver en estas celdas ya que a causa de su desesperanza y horror (fusilamientos, palizas, hambre, suciedad, enfermedades y sobre todo frustración) dejaron escenas y mensajes trágicos que conmueven la sensibilidad de quien los lee y estudia. Los creadores no pretendían hacer dibujos bellos sino testimoniales, denunciando unos hechos y unas situaciones concretas. Buscaron en la expresión y en el dibujo un medio de salida hacia delante, de liberación personal, denunciando sus temores y el miedo al que estaban sometidos. Recrearon aspectos no solo militares sino de la vida cotidiana, como el amor y el trabajo. Son numerosas las caricaturas que ponían de manifiesto el lado humorístico de sus autores y las escenas de cabaret. Por tanto, con temáticas diferentes, ofrecían un testimonio de cómo era la vida en las cárceles durante la guerra y después de ella.

Los dibujos de la cárcel del Juzgado de Cangas del Narcea se encuentran en tres celdas: una en el piso inferior y dos en el superior, aunque los dibujos de una de ellas son de los años cincuenta del siglo pasado. No obstante, son dibujos destacados si tenemos en cuenta que el conflicto bélico no influyó demasiado en Cangas, pero sí la posguerra, ya que en estos lugares las partidas de guerrilleros republicanos se seguirían resistiendo y eran encarcelados.

El edificio del Juzgado fue diseñado por el arquitecto provincial Andrés Coello en 1861. Pero no fue hasta 1878 cuando, con un proyecto reformado por el arquitecto Javier Aguirre Iturralde (San Sebastián, 1853-1909), se reanuda la construcción que concluirá en 1892 (los planos están publicados en esta misma web del Tous pa Tous). Los calabozos se encuentran en la parte trasera del edificio y se distribuyen en dos plantas. En la inferior, a la que se accede por una puerta desde la entrada principal, se abren varias celdas en torno a un pasillo central: unas están reformadas con un nuevo enlucido, otra alberga el archivo del Juzgado de Cangas del Narcea, descolocado y en mal estado de conservación, y en otra están los dibujos. Esta última es una celda de planta rectangular, de 2,35 x 4,16 m aproximadamente (9,7 m2 ) y de considerable altura. Cuenta con un vano de iluminación y el techo es plano. Es una celda construida con mampostería de piedra irregular, revocada y enlucida. Su estado de conservación es muy deficiente ya que presenta desconchados en el enlucido, grandes suciedades, humedades, filtraciones de agua y agrietamientos en el muro.

Por su parte, en la planta superior, a la que se accede por una escalera de madera en forma de caracol, hay varias celdas más, aunque solo dos de ellas presentan dibujos. Las demás están tapiadas y cerradas por una puerta de madera.

Los dibujos más abundantes son los realizados entre 1937-1939. Entre ellos destacan varios retratos, uno del General Franco, y varios mapas de geografía de España y algunas de sus provincias (Madrid y el Litoral Cantábrico), con sus límites, principales ríos, vías de ferrocarril y, en algunos casos, la distancia de los principales núcleos de población con la capital de España. Hay también dibujos de posguerra, que tienen menos entidad; la mayor parte son esbozos que representan escenas de cabaret, animales e inscripciones con nombre de presos y núcleos de población.

TÉCNICA

Técnicamente los dibujos son muy sencillos, en blanco y negro, realizados con lápiz aplicado directamente sobre el soporte, en este caso el revoque y enlucido del muro. No hay ninguna evidencia de dibujo preparatorio previo. El muro es algo rugoso, lo que condiciona las características de los trazos del lápiz. Parece que algunas inscripciones y dibujos se realizaron con balas, como se dice en algunas de ellas («Aún me quedan balas para dibujar»).

TEMÁTICA

Los dibujos muestran una temática diversa, pero en su mayor parte está ligada a la guerra (calendarios, retratos de generales, soldados, tanques, escenas de combate aéreo, etcétera). Pero también hay otros temas, como mapas geográficos, representaciones de casas tradicionales asturianas, macetas con flores, caricaturas y retratos, bicicletas, barcos, animales (gatos y gallos), trenes con vagonetas de carbón y alguna escena erótica.

Los calendarios son abundantes en la celda del piso inferior. El más destacado es el de diciembre de 1937 y de la primera semana de enero de 1938. También hay otro de mayo de 1938; otro de abril del mismo año y a su lado otro sin fechar. En ellos aparecen los días de la semana (de lunes a domingo), en letra redonda y la inicial en mayúsculas, aunque también pueden aparecer abreviados, con la inicial, como en los calendarios de 1938. En todos ellos, el preso tachaba los días que iban pasando desde su ingreso en prisión y en uno de 1938, se dice «días condenado esta pena muerte».

Son muy destacadas las escenas de combates aéreos. Se conservan dos en el calabozo inferior y otra en el superior. Las del calabozo inferior son escenas bidimensionales donde se muestran aviones italianos o españoles. Afortunadamente, conocemos al autor que dibujó dos escenas del calabozo inferior: «Jesús Capuchas o Capuchis», cuya firma aparece al lado de la mayor parte de los aviones, condenado a muerte en diciembre de 1937. Pero la escena más destacada es la del calabozo superior, en la que destaca el avión situado en escorzo, lo que confiere profundidad y originalidad al conjunto. Fue realizado, sin duda, por un preso con formación artística.

Retrato del General Franco dibujado en el calabozo de la planta superior de los juzgados de Cangas del Narcea

Se conservan algunos retratos figurativos. En el calabozo superior se conservan dos retratos: uno del General Franco dentro de un mapa de España compuesto por líneas curvas de cierto expresionismo y otro en la pared lateral, de un general, acaso Emilio Mola o Gonzalo Queipo de Llano. Ambos son retratos de busto, donde destaca la captación realista del retratado, situados frontalmente hacia el espectador, tratados con hieratismo, sobre un fondo plano de tonalidad amorronada. Visten traje de general sin los símbolos y emblemas de su rango. Estéticamente, destacan por el buen tratamiento y ejecución en el dibujo, caracterizado por el empleo de negro con amplios matices de grises, realizado con lápiz sobre fondo de color.

Son frecuentes las caricaturas: un hombre fumando en el calabozo inferior y dos hombres en un calabozo superior, datada en 1958. En ambas escenas, los personajes están representados de perfil con sus rasgos fisonómicos exagerados. Ponen de manifiesto que el humor aún seguía vivo y punzante, a pesar de los difíciles momentos que les tocaba vivir a los presos. Son imágenes directas que reflejan las inquietudes y preocupaciones de los presos.

Aparecen también trenes transportando carbón. Uno lleva diez vagonetas cargadas de carbón, simbolizado con un triangulo negro. En la parte inferior, pequeños círculos oscuros representan las ruedas. El tren sale de una bocamina y es conducido por un burro situado de perfil. También hay algún dibujo de coches y bicicletas. En el calabozo de la planta superior hay una bicicleta fechada en «1951», firmada por «LUIS EL BHE», con una dedicatoria que dice lo siguiente: «Entré el 18 de octubre / y salgo el día que me lo manden». Es una representación realista de una bicicleta con cuadro, sillín, ruedas con radios y manillar. Finalmente, hay alguna representación de barcos civiles e incluso otro pirata. En el calabozo inferior hay dos civiles: uno dentro del Mapa del Litoral Cantábrico y otro en una de las paredes. Los camarotes están señalados bien por círculos o por ventanas cuadrangulares. Ambos llevan bandera en la popa y en uno de ellos se intuyen el ancla y el bote.

Mapa del Litoral Cantábrico en el calabozo de la planta inferior de los juzgados de Cangas del Narcea

Destacados son los mapas de geografía. Se conservan tres en el calabozo inferior: Mapa de la provincia de Madrid, Mapa del Litoral Cantábrico (provincias de Lugo, Asturias, Cantabria y Vizcaya) y Mapa de España. Los dos primeros están rodeados por una moldura a modo de enmarque, doble en las esquinas. Ambos son de 1937, estando el primero de ellos fechado en su remate: «13 de agosto de 1937». En el Mapa de la provincia de Madrid figuran, en letra redonda, los núcleos de población más destacados y en algunos casos la distancia en kilómetros con la capital, así como, la identidad de algunos accidentes geográficos y la línea de ferrocarril. Los límites provinciales están delimitados por una línea de cruces, figurando Madrid en el centro de la composición. En el mapa están identificadas todas las provincias limítrofes con sus respectivos nombres, siguiendo este esquema: letra redonda en minúscula, excepto las iniciales, y con provincia en abreviatura (por ejemplo, Prov. de Segovia). En la provincia de Madrid figuran los principales ríos y poblaciones. A su lado está el Mapa del Litoral Cantábrico que ejemplifica las poblaciones y accidentes geográficos más destacados de las provincias de Oviedo, Santander y Vizcaya: ríos, puertos de montaña, faros, red de comunicaciones, capitales de provincias y principales núcleos de población. También ejemplifica algunos lugares de las provincias limítrofes con esta: Lugo y León. Los principales faros están representados con un triangulo, sobre una base de color negro, del que salen líneas discontinuas, a modo de destellos de luz. Comienzan en el occidente, con el de Tapia de Casariego, y concluye con el de Santander. También están las principales poblaciones costeras. En el corazón del mapa de Asturias están Oviedo, capital de la provincia, y la carretera que la comunica con los otros dos enclaves urbanos de la provincia: Gijón y Avilés, así como la carretera hacia Ribadesella y los Picos de Europa, señalizados con un triangulo en blanco. También es destacada la carretera Oviedo-Pajares que transita hacia Busdongo (León). Por su parte, en la provincia de Santander figuran los faros de San Vicente de la Barquera y Santander capital. Concluye con el Nervión y Bilbao. En la parte inferior una leyenda con la extensión en kilómetros y habitantes de las provincias de Oviedo y Santander. En la parte superior hay un símbolo que acaso se podría identificar con el transbordador del Nervión (Vizcaya), diseñado por el arquitecto vizcaíno Alberto de Palacio y Elissague, terminado en 1893 (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006).

Finalmente, el Mapa de España ejemplifica las provincias españolas con sus capitales y unas cifras que acaso hagan referencia a la extensión en kilómetros de cada una de ellas. También muestra los países limítrofes (Francia y Portugal), y la zona norte de África. Está dentro de una hornacina compuesta con motivos artísticos heredados del pasado clásico y moderno, enmarcada por una columna entorchada con veintiuna espiras en cuyo capitel fusiona los órdenes clásicos. La hornacina esta rematada por una moldura que imita las peinetas y rocallas del último barroco. Es un mapa bastante fiel a lo que es la distribución geográfica del país.

Gato negro dibujado en el calabozo de la planta superior de los juzgados de Cangas del Narcea

Otros temas son los extraídos del mundo de la naturaleza, de la flora y de la fauna. Destaca la Maceta con flores del calabozo inferior, compuesta por una maceta de la que sobresalen algunas ramas con hojas, terminadas en flor. La maceta está sombreada, lo que le confiere volumetría. En los calabozos superiores se conservan algunas representaciones figurativas de animales, como un gallo, acaso realizado por un tal Faustino Fidalgo, y un gato negro que por su forma se podría identificar como el símbolo anarquista ya que se muestra con la espalda arqueada y sacando las uñas. Estilísticamente, destaca por el buen tratamiento y ejecución en el dibujo, de colores apagados, en este caso el negro sin demasiados matices de grises, realizado todo ello con lápiz de grafito. Al carecer de sombras y matices, el dibujo no muestra volumetría.

Finalmente tenemos que aludir a las escenas eróticas, de cabaret y desnudos. Están dibujadas en una celda del piso superior. Una hace referencia a una mujer desnuda corriendo, sin manos y pies. El autor captó solamente las líneas que definen las principales partes del cuerpo sin insistir en detalles: piernas, brazos, senos y cabeza. Es una representación plana, bidimensional, sobre un fondo plano, blanco. No hay profundidad ni volumetría. Parece que recuerda lejanamente las representaciones femeninas de la época clásica de Picasso. Al lado de ella, una mujer representada en menor escala y en ropa interior, como otra mujer de la pared de enfrente.

AUTORÍA DE LOS DIBUJOS

En cuanto a la autoría de los dibujos se constatan distintas manos: en primer lugar, la intervención de «Jesús Capuchas o Capuchis» que así firma en varias ocasiones dibujos de aviones y escenas de combate aéreo. Estuvo preso en los calabozos de Cangas del Narcea en 1937. Aparentemente, parece que solo dibujaba y, en ocasiones, esbozaba escenas de combates aéreos. Conocía los tipos de avión, lo que hace suponer que tenía conocimientos de aeronáutica. Plantea unas composiciones bidimensionales sobre un fondo plano y sin gradación tonal. Sus aviones se caracterizan por el empleo del negro en contraste del blanco de la pared, aplicado con lápiz. Son aviones italianos o españoles por el triple círculo dibujado en sus alas, acaso perfilado con monedas.

En segundo lugar, la intervención de un maestro de escuela o de una persona con formación académica. El análisis grafológico de los dibujos demuestra que sabía escribir, conocía la gramática y la ortografía (no cometía faltas), y tenía amplios conocimientos de geografía (líneas de ferrocarril, ríos y poblaciones y su distancia con la capital de España, los faros de la costa cantábrica, superficie de las provincias y las principales vías de comunicación). Esto se ve en el Mapa de la Provincia de Madrid y el Mapa del Litoral Cantábrico.

En cambio, en el Mapa de España se ve la intervención de un artesano o carpintero. El mapa está dibujado en una hornacina con una columna de fuste entorchado con un capitel que imita los órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio. El remate está inspirado en las antiguas peinetas del último barroco, compuesta por motivos que imitan las tornapuntas y rocallas de ese periodo. Para los datos geográficos no se descarta la intervención del maestro que dibujó los otros dos mapas de la misma celda.

Junto a ellos, se ve la intervención de algunos presos sin formación artística que apenas sabiendo manejar el lápiz hacían composiciones ingenuas, esbozos, cuya temática era muy diversa, desde motivos militares, hasta las escenas eróticas. Se han distinguido tanques, coches, trenes con vagonetas de carbón, casas asturianas con corredor, soldados, anímales, caricaturas y retratos. Son representaciones con poco valor artístico. Son bidimensionales, sin profundidad y perspectiva. Carecen de gradación tonal y, por tanto, de volumen. Lo único que les interesaba era dejar constancia o recordar a través de un simple dibujo a algún amigo o familiar suyo que seguramente no volverían a ver.

El pintor gallego José Otero Abeledo, ‘Laxeiro’ (Lalín, 1908 – Vigo, 1996)

Llegados a este punto hay que hacer referencia a la intervención de un preso con formación artística destacada como se ve en los dibujos del Combate aéreo y Retrato del General Franco, en la celda superior. Son los dibujos de mayor entidad de toda la cárcel ya que en uno de ellos, Combate aéreo, está presente la tridimensionalidad, lograda con la disposición en escorzo de los aviones y la volumetría mediante la gradación tonal. Nos hemos planteado a modo de hipótesis que ambas composiciones sean del pintor gallego José Otero Abeledo, «Laxeiro» (Lalín, Pontevedra, 1908 – Vigo, 1996), según parece preso en estos calabozos de Cangas del Narcea en 1937. Si estuvo preso parece que fue por muy poco tiempo ya que durante los tres años de contienda sabemos que estuvo en unas oficinas militares de Oviedo, donde realizó dibujos y algunos óleos de temática intrascendente sobre paisajes asturianos. Por entonces, su formación académica ya estaba completada, primero en Cuba y después en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid. Aunque no hay constancia de que estos dibujos sean suyos, lo complicado de la composición del Combate aéreo y la volumetría del Retrato del General Franco testimonia que si no son de su mano, lo son de una persona con formación académica.

Durante su larga vida trabajó y expuso en diferentes ciudades de Europa y América Latina. Con trece años (1921), emigró a La Habana para reunirse con su padre. Allí estudió dibujo en el Centro Gallego. En su obra muestra un pleno dominio de las sombras y el manejo del lápiz. En 1925 regresó a su lugar natal y en 1931 fue pensionado por el Ayuntamiento de Lalín para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y en 1932 por de la Diputación de Pontevedra. Allí conoció las experiencias republicanas y el ambiente político previo a la redacción del frustrado Estatuto de Autonomía de Galicia. Acabada la Guerra, en 1940 se estableció en Pontevedra y su obra tuvo una especial referencia a la etapa clásica de Picasso con una gama cromática de los negros y tierras, tomada de la obra de Gutiérrez Solana que conoció durante sus estancias en Madrid. Entre 1951 y 1970 permaneció en Buenos Aires. Finalmente, en las dos últimas décadas del siglo XX, recibió varios homenajes. En 1981, Atlántica le dedicó una antológica con más de trescientos cuadros. En 1983, la ciudad de Vigo le dedicó un museo monográfico. La VIII Bienal de Pontevedra de 1985, le concede la Medalla de Honor y exhibe una antológica de su obra y en 1996, el Centro Cultural Conde Duque le dedicaron una retrospectiva antes de su muerte (Sobre Laxeiro, VV. AA., Colección Laxeiro, 1995; ÍD., Laxeiro, 1996; ÍD., Laxeiro, o monancial da vida. Fondos da Colección Caixa Galicia, 2005; GARRIDO MORENO y SAN ILDEFONSO RODRÍGUEZ, O primeiro Laxeiro. 1908-1942, 2008).

ESTADO DE CONSERVACIÓN DE LOS DIBUJOS

El estado de conservación de los dibujos es bastante deficiente. Los mapas de la celda inferior son los que más han sufrido, han perdido la mayor parte de los nombres y el Mapa de España la mitad derecha por completo y los nombres y cifras escritos en su parte izquierda apenas se intuyen; lo mismo sucede con el Mapa del Litoral Cantábrico y el Mapa de la provincia de Madrid.

Las causas de ello son bastante diversas, principalmente derivadas de los agentes de deterioro de su ubicación. En primer lugar, se aprecia una acumulación de suciedad en la superficie, aún mayor en los surcos incisos a posteriori, sobre todo en las que presenta mayor profundidad. Las manchas de humedad resultan evidentes. El revoque se encuentra descohesionado y las filtraciones de agua por la ventana han sido constantes. Las del calabozo superior se han perdido en parte por la aplicación de un nuevo enlucido.

LOS DIBUJOS

En las celdas del edificio de los juzgados de la villa de Cangas del Narcea se conserva una serie de dibujos y grafitos realizados durante la guerra civil y la posguerra por presos allí detenidos. Se trata de representaciones que muestran una temática diversa pero en su mayor parte ligada a la propia guerra civil (calendarios de 1937-1938, retratos de generales, soldados, tanques, escenas de combates aéreos), que tienen un alto valor histórico y cultural, por cuanto son testimonio de la vida cotidiana de los presos de este período.

CONCLUSIÓN

En conclusión podemos decir que resulta evidente la importancia de dicho conjunto. En primer lugar, por su variedad cronológica ya que son dibujos de la Guerra Civil y de la posguerra; por su variedad temática, desde las escenas vinculadas a la guerra hasta los temas de la vida cotidiana; por su valor histórico y cultural, y por la calidad artística de algunos dibujos. Finalmente, las inscripciones aportan información sobre la vida diaria de los presos, su identidad, sus pensamientos, preocupaciones y aspiraciones.


Plano de la villa de Cangas del Narcea, 1916

Detalle del plano de la villa de Cangas del Narcea, 1916, según Jose E. Valdés

Este plano de la villa de Cangas del Narcea pertenece al “Proyecto de abastecimiento de aguas de la villa de Cangas de Tineo”, que se conserva en nuestro Archivo Municipal. El proyecto fue encargado y llevado a cabo durante la alcaldía de José Mª Díaz López, Penedela. El plano y el proyecto están firmados en Oviedo, a 24 de diciembre de 1916, por el ingeniero José E. Valdés. La escala del plano es de 1:2500.

El plano muestra el estado de la villa después de la reforma interior promovida por el alcalde Joaquín Rodríguez Martínez en 1910, que supuso el trazado de las calles Diz Tirado, Suárez Cantón y Joaquín Rodríguez, que unirán la calle Mayor y el Mercao con la carretera La Espina-Ponferrada, y antes de la siguiente gran reforma urbana, acaecida en los años treinta y cincuenta del siglo XX, que traerá consigo el derribo del convento de las monjas dominicas, varias casonas de la calle de la Iglesia y el viejo edificio del Ayuntamiento, y supondrá la apertura de la calle Ibo Menéndez Solar y el ensanche de la actual calle de Rafael F. Uría, así como las nuevas calles de Tres Peces y Dos Amigos. 

icon Plano de la villa de Cangas, 1916 (508.24 kB)

icon Detalle plano de la villa de Cangas, 1916 (353.79 kB)

Planos de la iglesia nueva o colegiata de la villa de Cangas del Narcea, 1642

Fachada principal de la iglesia nueva de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642

Con motivo del pleito entablado entre la casa de Omaña y la de los Queipo de Llano por el traslado de la parroquialidad de la vieja iglesia de Cangas del Narcea a la nueva construida con el dinero enviado por don Fernando de Llano Valdés (Cangas de Tineo, 1575 – Madrid, 1639), el maestro de obras del nuevo templo, Diego Ibáñez Pacheco, dibujó la planta, sección y alzados de las dos construcciones protagonistas de este enfrentamiento. En el caso de la iglesia nueva, Ibáñez Pacheco envió unas copias de los dibujos del proyecto original realizado por el arquitecto Bartolomé Fernandez Lechuga. El proyecto se modificará durante la construcción del edificio, de modo que en los planos no aparecen la sacristía ni las capillas laterales que se levantaron en 1642 y que hoy conocemos.

Dibujo de la puerta colateral de la iglesia nueva de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642

Fernandez Lechuga era natural de Baeza (Jaén), trabajó mucho y bien en Galicia y el 31 de diciembre de 1637 fue nombrado por el rey maestro mayor de las obras de La Alhambra de Granada; falleció en 1645. Ibáñez Pacheco era de Noja, en Cantabria, y fue uno de los muchos canteros y maestros de obras de esa provincia que en los siglos XVII y XVIII trabajaron en Asturias y Galicia; murió entre 1666 y 1668. Los dibujos de la iglesia nueva se conservan, junto a los de la iglesia vieja, en el Archivo General de Simancas, Patronato Eclesiástico, legajo 253.

Plantas de las iglesias vieja y nueva de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642

 

Sección de la nave, cúpula y linterna de la iglesia nueva de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642

La nueva iglesia empezó a construirse a mediados de 1639 y se consagró el 4 de septiembre de 1642. Es un magnifico edificio de proporciones monumentales, construido con abundante piedra de sillería. En su época, y si excluimos la catedral y algunos templos monásticos, como los de Corias y San Vicente de Oviedo, fue, sin duda, uno de los mejores edificios religiosos asturianos solo superado por la colegiata de Salas.

Alzado exterior de la parte de atrás de la iglesia nueva de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642

Bartolomé Fernandez Lechuga concibió un templo de orden toscano, con una sola nave y capillas-nicho abiertas entre contrafuertes, crucero muy desarrollado en anchura y triple cabecera de perfiles rectos; las cubiertas, abovedadas en su totalidad, con cúpula cerrando el tramo central del crucero. Sin embargo, las capillas-hornacina de la nave no llegaron a ejecutarse, dejando sitio a autenticas capillas laterales. Para completar esta noticia véase en nuestra Biblioteca Canguesa el documentado artículo de Javier González Santos, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo: “La iglesia de Santa María Magdalena de Cangas del Narcea”.

Planos de la iglesia vieja de la villa de Cangas del Narcea, 1642

Plantas de las iglesias vieja y nueva de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

En el mes de abril de 1642, gracias al pleito entablado con motivo del traslado de la parroquialidad de la vieja iglesia de Cangas del Narcea a la nueva construida con el dinero de don Fernando de Llano Valdés (Cangas de Tineo, 1575 – Madrid, 1639), el maestro de obras del templo nuevo, Diego Ibáñez Pacheco, levantó la planta, sección y alzados de aquella iglesia vieja de la parroquia de Cangas del Narcea.

Alzado exterior de la iglesia vieja de Cangas de Tineo que comprende una puerta lateral, portal, puerta principal y portal, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

Ibáñez Pacheco era natural de Noja, en Cantabria, y fue uno de los muchos canteros y maestros de obras de esa provincia que en los siglos XVII y XVIII trabajaron en Asturias y Galicia; morirá en Viveiro (Lugo) entre 1666 y 1668. Estos dibujos se conservan, junto al pleito, en el Archivo General de Simancas, Patronato Eclesiástico, legajo 253.

La iglesia vieja de la villa de Cangas del Narcea era un edificio humilde, de estilo románico tardío, que se había construido en el siglo XIII cuando se fundó la villa, a partir de la concesión de la carta puebla otorgada por el rey Alfonso X en 1255. Estaba situada en La Oliva, exactamente en el espacio que hoy está libre entre el palacio de los Omaña y la actual iglesia parroquial.

Sección de la iglesia vieja de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

Tenía tres ábsides: la capilla mayor dedicada a Santa María Magdalena y dos laterales con altares a San Bartolomé y San Miguel, y un pórtico a su alrededor. La fachada principal miraba al oeste, hacia el río, y la trasera daba a la calle de la Iglesia (actual Rafael Fernández Uría).

Alzado del campanario y trasera de la parte exterior de la iglesia vieja de Cangas de Tineo, según Diego Ibáñez Pacheco, 20 de abril de 1642.

 Era una iglesia de patronato real, en la que los señores de Cangas, sobre todo los Omaña, gozaban de unos privilegios que ellos mismos se habían otorgado. En 1642 se encontraba en un estado ruinoso y ese mismo año fue derruida. Para completar esta noticia véase en nuestra Biblioteca Canguesa el artículo de Javier González Santos: “La iglesia de Santa María Magdalena de Cangas del Narcea”.

El concejo de Cangas del Narcea en el mapa de Asturias de Francisco Coello, 1870

Detalle del “Mapa de Oviedo o Principado de Asturias”, realizado por el ingeniero militar Francisco Coello (Jaen, 1822 – Madrid, 1898) y publicado en Madrid en 1870, en el que aparece el concejo de Cangas del Narcea. Este mapa pertenece al Atlas de España y sus posesiones de ultramar que se comenzó a editar en 1847 y fue la obra cartográfica más importante del siglo XIX español. Se realizó como complemento del Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), dirigido por Pascual Madoz. El mapa tiene una escala de 1/200.000.

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icon El concejo de Cangas del Narcea en el mapa de Asturias de Francisco Coello, 1870 (4.05 MB)


Planos de la travesía de Cangas de Tineo en la Ctra. de Ouviaño a Cangas y del Puente de Los Peñones

Sección longitudinal (vista desde aguas arriba) del Puente de Los Peñones (Puente Nuevo)

Planos de la travesía de Cangas de Tineo en la carretera de Ouviaño a Cangas de Tineo y del Puente de los Peñones a la liquidación de las obras (Ministerio de Educación, Archivo General de la Administración, Caja 24/4839).

A finales del siglo XIX la red de carreteras de Asturias se articulaba mediante tres ejes hacia la Meseta (Luarca-Ponferrada, Gijón-Adanero y Ribadesella-Sahagún), unidos por una carretera transversal que pasaba por Oviedo. A estos ejes debían confluir el resto de las carreteras. En 1883, el proyecto de la carretera Ouviaño-Cangas de Tineo, que pasaba por Ibias, el puerto del Connio y Ventanueva, se interrumpía al llegar a Cangas en la llamada “Casa de las Mulas”. Una travesía debía enlazarla con la de Luarca–Ponferrada.

Surgió la polémica entre dos posibles soluciones: la primera corría por la margen izquierda del Narcea hasta un estrechamiento del río, en el lugar de El Fuejo, donde se construiría un puente de piedra; continuaría por una calle nueva, atravesando el Campo de la Vega, que era donde se celebraba el mercado de ganado, hasta enlazar en El Corral (hoy Plaza de Asturias) con la carretera de Luarca-Ponferrada. La segunda, trazada a petición de los mayores contribuyentes del concejo, cruzaría el río Narcea “frente al barrio de Ambasaguas” mediante un puente de hierro y el “Naviego” (o río Luiña) en Santa Catalina por un puente de piedra; continuaría hasta la plaza del Conde de Toreno y mediante una calle nueva enlazaría con la carretera Luarca-Ponferrada, así pasaría por el centro de la villa favoreciendo al comercio local. Se presentaron proyectos con ambas soluciones. Los sesenta mayores contribuyentes y siete de los diez concejales del Ayuntamiento de Cangas de Tineo votaron a favor de la segunda opción, y la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos se inclinó por la primera por ser más corta y más barata. Por supuesto, la Dirección General de Obras Públicas aprobó esta última más acorde con la tendencia de trazar las travesías evitando el centro urbano.  Se ejecutó entre 1887 y 1901.

El puente es sin duda uno de los elementos patrimoniales más interesantes de la villa de Cangas del Narcea. Responde a un modelo creado en el siglo XVIII y generalizado en el siglo XIX, que marcó un importante hito en la historia de estas construcciones: bóveda escarzana con arranque por encima del nivel de máximas crecidas, sillares bien escuadrados y cuidado diseño. Si lo comparamos con el puente de Ambasaguas vemos el avance constructivo en dos aspectos: pasamos por él sin cuesta, pues el tablero es recto; el río dispone de más espacio, así, incluso en las grandes crecidas, el peligro de socavación del puente y de inundación de las márgenes es menor. No obstante, a finales del siglo XX se construyó un puente nuevo al su lado para evitar los dos problemas que surgieron ante el aumento del tráfico: las curvas a la entrada y la salida, y el estrechamiento de la calzada. Afortunadamente lo respetaron, quizás porque da servicio a la carretera de Besullo, permitiéndonos disfrutar en Cangas del Narcea de una variada tipología de puentes y de un ejemplar con sus elementos originales.

 

Bibliografía:

STEINMAN, David y WATSON, Sara (1979): Puentes y sus constructores. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Turner.

BÚRDALO, S. Y DELGADO, C. (1987): “Puentes del siglo XIX”, en Revista del MOPU, nº 345, pp. 136-165.

PÉREZ RODRÍGUEZ, Mercedes: “Cangas del Narcea de puente en puente”, La Maniega, números 132 y 133 correspondientes a noviembre-diciembre de 2002 y enero-febrero de 2003.

PÉREZ RODRÍGUEZ, Mercedes y FLÓREZ de la SIERRA, David (2004): Puentes en la villa de Cangas del Narcea.

 

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icon Planos travesía de Cangas y puente de Los Peñones (1901) (3.98 MB) 

Plano de la villa de Cangas del Narcea en 1870

Plano de la villa de Cangas del Narcea en 1870

El primer plano impreso de la villa de Cangas del Narcea que conocemos se publicó en Madrid en 1870 en el “Mapa de Oviedo o Principado de Asturias” perteneciente al “Atlas de España y sus posesiones de ultramar”, de Francisco Coello (Jaen, 1822 – Madrid, 1898), ingeniero militar. Este mapa fue el último de los publicados en esta obra que comenzó a salir en 1847 y que se editó como complemento del gran Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850), dirigido por Pascual Madoz. El mapa de Asturias incluye los planos de las ciudades y villas más importantes de la región (Oviedo, Gijón, Avilés,  Pola de Siero, Villaviciosa, Pola de Laviana, etc.), entre los que se halla el de nuestra villa de Cangas del Narcea. En la mayoría de los casos estos planos fueron los primeros que se realizaron y publicaron de estas localidades, como ocurre en el caso de Cangas. 

El plano de Cangas del Narcea y del resto de las villas asturianas los hizo Martín Ferreiro (Madrid, 1830 – 1896), que fue un estrecho colaborador de Coello en la realización del Atlas de España. Ferreiro sabemos que estuvo en Cangas en 1850, porque en ese año le dedicó un plano de la villa, hecho de su propia mano, a Francisco Tamés Hevia. Martín Ferreiro era geógrafo y cartógrafo, trabajaba en el Deposito Hidrográfico de la Marina, que era el organismo de la Armada encargado de levantar y conservar las cartas náuticas, y fue uno de los fundadores en 1876 de la Sociedad Geográfica de Madrid, que más tarde se convertiría en la Real Sociedad Geográfica, donde ocupó el cargo de secretario, siendo presidente Francisco Coello. 

El plano está publicado a un tamaño muy pequeño y aunque en la web del Tous pa Tous puede verse muy ampliado resulta difícil la lectura de algunos de los textos que incluye. Lleva una cartela en la que se mencionan plazas y edificios importantes de la villa, donde hay un error, pues dice que el convento es de Agustinas Descalzas, cuando en realidad es de Dominicas. Para facilitar su lectura y comprensión mencionamos a continuación muchos de los rótulos que contiene este plano. 

Dentro de los límites de la villa, que se señalan con una línea discontinua, aparecen mencionados: 

Calle de la Iglesia
Cementerio
Mercado (en la Plaza Mayor, junto a la iglesia parroquial)
La Viniella
Mercado Viejo (delante del palacio del conde de Toreno; se llamaba viejo porque en 1805 el mercado se trasladó a la Plaza Mayor, junto a la iglesia parroquial)
 
Las Huertas
Vestigios de carbón de piedra (en La Cogolla)
 
Huerta y casa de Omaña
Casa del conde de Peñalba
Casa de D. José Uría
Palacio y huerta del conde de Toreno
Lagar (del conde de Toreno)
Casa de Morodo
 
Escuela Pública
Teatro o Estudio
Cuartel de la Guardia Civil 

Molino (junto al río Naviego o Luiña) 

En los alrededores de la villa aparecen citados los lugares, edificios, carreteras y caminos siguientes:

Llanos de Obanca
Peñón del Corral
Cerro de La Cogolla
Cerro del Cascarín
Falda de la Sierra de Santa Isabel
 
Feligresía de Sta. María del Carmen de Ambasaguas
Cementerio (en Ambasaguas)
 
Casas del Corral
Ermita de N. S. de las Nieves (en El Corral)
Cárcel en construcción (en El Corral)
Paseo de la Vega
Jardín
Picadero 

Casas del Fuejo 

Jardín del conde de Velarde 

Castañar (en Obanca y El Fuejo)
Viñedos
Presa y acequia (en El Corral y Obanca)
 
Carretera de Luarca en construcción
Camino de Santa Marina de Obanca
Camino del Barrio de Curriellos
Camino de Curriellos y Rañeces
Carretera de Ponferrada en construcción
Camino de Regla
Camino de Cueras

Dibujo de la villa de Cangas del Narcea en 1771

Dibujo de la villa de Cangas, 1771

Presentamos en esta nueva sección de Mapas, planos y dibujos de Memoria Canguesa un documento excepcional para nuestra historia: el “Diseño de la villa de Cangas y lugar de Entrambasaguas con sus arrabales, vega y río” hecho en 1771, que pertenece a los fondos del Archivo General de Simancas. Este dibujo fue encargado por el Ayuntamiento de Cangas y enviado el 31 de agosto de ese año a la Secretaría de Marina como prueba documental de una reclamación sobre el almacenamiento de madera procedente del monte de Muniellos que la Marina estaba realizando en la villa. El dibujo mide 49 x 128 centímetros y su autor fue probablemente el pintor ovetense Francisco Reiter (1736 – 1813), que estaba especializado en esta clase de dibujos y fue un protegido del conde de Toreno, Joaquín José Queipo de Llano, al que retrató en 1790 y que participará activamente en esta disputa contra la Marina.

El monte de Muniellos comenzó a explotarse en 1768 para proporcionar madera con destino a la construcción de navíos en el Arsenal de El Ferrol. La madera se cortaba en invierno, se bajaba por carretera hasta Cangas, aquí se almacenaba y en verano se llevaba por el río hasta el puerto de San Esteban de Pravia. En un primer momento los encargados de la saca de madera tuvieron la intención de depositar la madera en la orilla izquierda del río Narcea, justo enfrente del barrio de Entrambasaguas. El Ayuntamiento de Cangas consideró que ese lugar podía ocasionar problemas graves, porque si había una riada el agua podría ir contra el barrio y poner en peligro las casas, “que se hayan cimentadas a la orilla del mismo río”, y también el puente de piedra y los dos únicos molinos que había en la villa. El Ayuntamiento propuso como sitio más apropiado el espacioso campo de La Veiga, pero para ello había que construir un puente de piedra o madera, justo en el mismo lugar donde a fines del siglo XIX se levantará el Puente Nuevo. Esta propuesta fue rechazada por los responsables de la Marina por su elevado coste, y como solución propusieron para almacenar la madera “el cantil de El Fuejo”.

El dibujo fue realizado con gran detalle y en él puede observarse el aspecto de todas las calles y plazas que existían en la villa en 1771, así como el de los barrios circundantes: El Corral, Entrambasaguas y El Fuejo. Asimismo, aparecen dibujadas, también con gran precisión, las construcciones que formaban la villa: las casas, los palacios (especialmente los de Omaña, Marcel de Peñalba y Toreno), los edificios religiosos (iglesias, capilla del Hospital y convento de dominicas), el puente de piedra y los molinos.

Plano ideal del pueblo de El Puelo y sus inmediaciones en 1811

Plano ideal del pueblo de El Puelo y sus inmediaciones (Principado de Asturias) en 1811

El Puelo, Cangas del Narcea, fue escenario durante la Guerra de la Independencia de uno de los choques que fueron desgastando al ejército francés y minando el ánimo de sus tropas hasta frustrar del todo sus pretensiones invasoras. La batalla de El Puelo tuvo lugar el 18 de marzo de 1811 en las inmediaciones de esta localidad perteneciente al concejo de Cangas del Narcea. El combate se gestó en el retroceso de las tropas asturianas hacia el Occidente. Las guarniciones, que hasta ese momento mantenían a los franceses detenidos en torno a la línea de los ríos Nalón y Narcea, se retiraron para fortificar algunos puntos ante la previsión de un ataque francés. El enemigo aprovechó esta circunstancia para explorar los territorios al oeste de los cauces fluviales que hasta ese momento les habían frenado.

Los ejércitos españoles, al mando de los comandantes generales Losada y Porlier, les esperaron apostados en las alturas de El Puelo, una población elevada sobre un cordal entre los ríos Arganza y Narcea, en el camino que iba de Tineo a Cangas de Tineo (hoy del Narcea). Los planes de Losada y Porlier tuvieron éxito, y sus tropas hicieron retroceder de nuevo a los franceses, pero no sin antes sufrir lo indecible ante el acoso del ejército francés mandado por el general Valletaux. Sus 1.500 hombres tomaron las casas de El Puelo y, en dos columnas, consiguieron inicialmente poner en retirada a los españoles. Pero la intervención de los Húsares de Cantabria, que mandaba Porlier, contuvo el avance francés.

Según el relato firmado por Losada, los soldados de Porlier «no solamente contuvieron a los enemigos, sino que arrollaron varias veces su caballería, les hicieron replegarse, les causaron pérdida notable y se portaron con tanta serenidad y valentía que nuestra Infantería, a su abrigo, se retiró por más de una legua muy poco a poco y sin experimentar casi daño alguno. He dado las gracias derramando lágrimas a aquel trozo de valientes héroes». La defensa de Porlier decantó del lado español este episodio central de la guerra que se libró en Asturias, uno de tantos choques de desgaste que en este caso terminó con las tropas francesas en su lugar de origen, detenidas al este de la línea Nalón-Narcea.

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Un proyecto de tranvía de vapor de Muniellos a Cornellana de 1903, en la Biblioteca digital del Tous pa Tous

Desde 1883 a los años cincuenta del siglo XX, es decir durante más de setenta años, una de las mayores aspiraciones de los cangueses fue llegar a escuchar el ruido de la locomotora del ferrocarril por el valle del río Narcea. No lo consiguieron, ni ellos ni varias de las empresas que acometieron la explotación del monte de Muniellos, que en todo este tiempo fueron, junto a los ayuntamientos del occidente de Asturias, las que llevaron la iniciativa para construir una vía férrea.

Una de las empresas que más luchó por conseguir el ansiado ferrocarril fue la Sociedad General de Explotaciones Forestales y Mineras “Bosna Asturiana”, constituida en Gijón en 1902, con capital asturiano, vasco y francés. El presidente era el banquero gijonés Manuel Velasco Heredia. La Bosna, como era conocida comúnmente, tenía entre sus objetivos la explotación de minerales y madera en la cuenca alta del río Narcea. Para ello compró al conde de Toreno el monte de Muniellos y adquirió los derechos de explotación de otros montes próximos.

El proyecto de explotación de la Bosna incluía la construcción de un tranvía de vapor de Muniellos a Cornellana, con un ramal a Salas, que se uniría a la concesión de Cornellana a San Esteban de Pravia que tenía la Sociedad Vasco Asturiana. El objetivo principal de la Bosna con este tranvía era transportar madera y minerales desde el concejo de Cangas del Narcea al puerto de mar de San Esteban. El proyecto de esta línea lo redactó en 1903 el ingeniero Ruperto Velasco Heredia, director gerente de la Bosna. En él se analizan las características del territorio por el que transcurría la línea; se describe su trazado, que tendría 82,782 km. y las estaciones siguientes: Bosna (Muniellos), Ventanueva, La Regla, Cangas del Narcea, La Florida, Bebares, Arbodas, Soto de los Infantes y Cornellana; se presenta una estimación del trafico de la línea, tanto del movimiento de mercancías como de pasajeros, y al final incluye un mapa con todo el trazado.

El mencionado proyecto se publicó con el título de “Concesión del tranvía de vapor de Muniellos (Bosna) a Cornellana por el valle del Narcea, con ramal de Cornellana á Salas” (Gijón, 1903). Es una publicación muy rara, que a partir de ahora podrá consultarse en la Biblioteca digital del Tous pa Tous. El ejemplar digitalizado pertenece a Tomás del Campo Díaz-Laviada, de Gijón, descendiente de Manuel Velasco Heredia.