El arte ‘cangués’ produce vértigo

AlNorte, la Semana Nacional de Arte Contemporáneo de Asturias, es un encuentro generacional anual que organiza actividades en torno al Arte Actual (becas, exposiciones, talleres de artistas, cursos, conciertos…) en distintas localidades asturianas. En el evento, fundado en 2002, han participado centenares de protagonistas del Arte Español Actual, con la colaboración de numerosas entidades públicas y privadas (galerías, museos, escuelas de arte, talleres, asociaciones vecinales, colegios, Universidad, colectivos de artistas…). La idea y dirección es de Ángel Antonio Rodríguez y la organización corre a cargo del diario EL COMERCIO.

El jurado de las XII Becas AlNorte, formado por la directora del Museo Barjola Lydia Santamarina, los galeristas Amador Fernández, Nuria Franco y Gema Llamazares, el artista Ramón Rodríguez y por la dirección de AlNorte, decidió el pasado miércoles conceder cuatro becas para organizar y desarrollar sus exposiciones en cuatro salas de Avilés, Gijón y Oviedo que se anunciarán en los próximos días, cuando los miembros del jurado y la organización hayan estudiado la ubicación más idónea para cada proyecto.

Entre los becados se encuentra el proyecto «El arte produce vértigo», de Francisco Jesús Redondo Losada, natural de Cangas del Narcea y residente en Gijón, con formación en diseño y grabado en las Escuelas de Arte de Avilés y de Oviedo, apuesta por una contundente instalación de registros escenográficos para representar el vértigo del creador y proponer una reflexión colectiva en torno al arte. Su trabajo, que interactúa con el público, equilibra lo escultórico, lo conceptual y lo metafórico, sumando estímulos.

Redondo (Cangas del Narcea, 1968) propone para AlNorte 2013 una gran estructura de madera colgante que alude a los cajones y embalajes contenedores de las obras de arte, imitando su construcción y su simbología, y funcionando como pasarela para interactuar con el público. La instalación se basa fundamentalmente en esa pieza, marcada por textos y pictogramas, que utilizará tensores de acero anclados al techo y al esqueleto de la estructura de la sala para establecer un camino de ida y vuelta, elevándose sobre un cristal negro y brillante que reflejará la imagen de los espectadores y subrayará, en clave reflexiva e intimista, la idea de ‘vértigo’ en relación con la metáfora de la creación artística. Con un interesante fondo teórico y una atractiva solución formal, la obra alude a diversos adjetivos relacionados con la definición de arte y explora las relaciones íntimas del artista con su taller, en ese momento clave de la búsqueda de la emoción contemplativa, proponiendo también un enfrentamiento con el miedo escénico propio y ajeno.

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