Alfredo, sereno

El sereno cangués Alfredo García Martínez

Alfredo García Martínez nació en abril de 1923 en Cangas del Narcea y viajó a la capital para ser sereno, y lo fue durante 38 años. Prácticamente todos los serenos de Madrid venían de este concejo del suroccidente asturiano. Esto se debe a que las plazas de sereno las adjudicaba la Sociedad de Serenos de Madrid y los primeros venían de Cangas. El efecto llamada hizo el resto. Hermanos, primos, familiares y conocidos del concejo cangués pusieron rumbo a Madrid para ganarse la vida en las noches de la gran ciudad. Así en 1952 Alfredo empezó a trabajar de sereno en la calle Serrano y 14 años más tarde, en 1966, fue destinado al barrio Costa Fleming coincidiendo con la época más agitada de vida nocturna en sus calles.

El sereno cangués Alfredo García Martínez con unos vecinos del barrio madrileño Costa Fleming

A mediados de los años 50 los marines americanos de la base de Torrejón de Ardoz, se establecieron en modernos y sofisticados apartamentos entre el estadio Santiago Bernabéu y la Plaza de Castilla. La calle Doctor Fleming atraviesa el barrio que los vecinos bautizaron como Corea por la “invasión” de los soldados recién llegados de la guerra de ese país. Toda la zona pronto se convirtió en un hervidero de nuevas formas de vida nocturna. Los dólares, el whisky y la prostitución marcaron la calle Doctor Fleming, y aunque el régimen intentó acabar con ello, finalmente prefirió mirar hacia otro lado y mantenerlo controlado en una especie de zona cero al margen derecho de la Castellana para que no se propagara como la pólvora hacia otros lugares de Madrid.

El término Costa Fleming lo acuñó por primera vez el periodista y escritor Raúl del Pozo guiado por la relajación de costumbres y horarios. La Costa Fleming se convirtió en la zona más golfa de Madrid en la década de los 60. Muchas personalidades de la farándula se dejaban ver por aquí. Artistas, cineastas, escritores y músicos habitaban la costa en la que todo el mundo parecía estar de vacaciones. Bares y discotecas eran testigos de juergas hasta el amanecer y bacanales que inspiraron en 1973 la novela de Ángel Palomino y tres años más tarde, en 1976 la película de Jose M. Forqué: Madrid, Costa Fleming.

Alfredo García Martínez, sereno de Cangas del Narcea

Por ello resulta fácil imaginar la joven Costa Fleming de los 70. Con sus farras hasta el amanecer, el epicentro del Madrid más noctámbulo y golfo. Alfredo testigo de todo y sereno. Las fiestas yeyés con famosos, toreros, escritores, cantantes y políticos. Ex-marines americanos de Corea (hoy el edificio de Castellana 200) propensos a los puños cuando bebían de más. Amantes de una noche, borrachos de vuelta a casa, marqueses y perdedores, ilustres y derrotados. Alfredo ha sido el confidente de todos en su ronda nocturna, acudiendo a la llamada de las palmadas de los vecinos.

El sereno cangués Alfredo García Martínez

Con semblante sereno, gorra, gabardina, chuzo y silbato. De su cinturón colgaban las llaves de los portales y comercios de las calles Doctor Fleming, Félix Boix, Juan Hurtado de Mendoza y Joaquín Bau. Ha resuelto peleas de forma amigable, ha impedido asaltos y robos, incluso llegó a impedir un secuestro. Valiente, íntegro, cercano y amable. Ha acompañado a los vecinos del barrio en las madrugadas, ha velado por su seguridad, espantando a ladrones y atracadores, prestando auxilio a todo aquel que lo necesitara. Como decía el vecino ilustre, Paco Umbral en un artículo que reproducimos a continuación: “Alfredo, en la transvigilia del alba, humedece el chuzo de nostalgia de Cangas, a ver qué vida, pero aguanta bien en Madrid, que ya tiene los hijos grandes. Es el que sube a la casa de la suicida y el que le echa un ojo a la adolescente drogada y pelona que duerme en la acera”.

Sus hijos Jesús y Alfredo, que continúan trabajando hoy por este barrio madrileño, cuentan que su padre era reservado y muy discreto: “Al llegar a casa a veces nos contaba cómo había ido la noche, pero nunca daba nombres ni detalles”. No fueron pocas las noches en las que se convirtió en el héroe particular de algún vecino, pero Alfredo nunca fue de honores ni reconocimientos, un simple gracias le bastaba. Declinó una entrevista para Le Monde, un homenaje en el Ayuntamiento de Madrid, incluso algunos periodistas quisieron hacer la ronda con él, pero Alfredo era un tipo reservado que le gustaba la noche y la soledad. Amaba su trabajo, tanto que al desaparecer oficialmente la profesión de sereno en Madrid, prefirió continuar por su cuenta cobrando la voluntad. Amaba su trabajo, tanto que se jubiló con 82 años, un 11 de febrero del 2006 y sólo un año después falleció. No fue el último sereno de Madrid, parece que ese honor se lo tenía reservado a uno de sus paisanos asturianos. Parece como si Alfredo en su serenidad y discreción, tampoco quisiera ese honor para él.

El sábado 21 de diciembre de 1985 el diario EL PAÍS publicaba el siguiente artículo de Francisco Umbral bajo el título:

 

Alfredo, sereno

Alfredo es Alfredo, sereno. Tiene 62 años y representa 41. Se conoce que eso de la noche y el nocturnaje prueba bien para la cosa de la edad. Alfredo es de Cangas, a pocos kilómetros de Oviedo, y lleva treinta y tantos años de sereno en Madrid. Cuando quitaron el oficio, Alfredo siguió en lo suyo, como un navegante solitario de La verbena de la Paloma, cobrando la voluntad, más un recibito mensual de quinientas pesetas. Alfredo tiene gorra de visera, cara de sereno, un diente de oro, como tantos asturianos —¿un mimetismo del indiano aforrado en oros?—, y una parla tranquila y desganada. Es un sereno que serena.

Alfredo es un sereno que serena la noche. Cuando quitaron los serenos, digo/decía, él siguió en su barrio bien/bian, ignorante de la ley mientras la ley no venga en bable, como si hubiera leído a Hans Magnus Enzensberger, a Baudrillard, a todos los brillantes ácratas europeos de última hora. Dice HME: “Si se cumplieran estrictamente los reglamentos de tráfico, se pararía el tráfico”. Y me dice Alfredo:

—Si yo me voy de aquí, a ver qué pasa en el barrio.

De modo que ha estado muchos años de sereno único de Madrid, entre medieval y asturianín, funcionario de sí mismo, y ahora le parece una coña que vuelvan los serenos: “Unos serenos sin chuzo ni llaves ni nada, unos serenos con un spray, como las señoritas, sólo para la zona centro, como las señoritas, y autónomos. Para autónomo, yo, y eso que tengo carné del Ayuntamiento”. Alfredo, en fin, es un profesional de la noche que profesa un cierto escepticismo bable por los serenos de oposición que puedan venir.

—El personal elige y paga lo que le satisface, don Francisco.

Lo que digo, un ácrata francoprusiano, un autogestionario de la noche que lleva quince años en el mismo barrio y que ha visto a los que hacen sus necesidades entre los jardines, a los japonesitos apaisados y las Nancy Reagan de Wyoming, con trajes de noche, que vuelven del tablao de madrugá, tras haber vivido “una auténtica noche madrileña” montada para ellos solos.

Alfredo, en la transvigilia del alba, humedece el chuzo de nostalgia de Cangas, a ver qué vida, pero aguanta bien en Madrid, que ya tiene los hijos grandes. Es el que sube a la casa de la suicida y el que le echa un ojo a la adolescente drogada y pelona que duerme en la acera. “No creo yo que eso de los nuevos serenos vaya a resultar”. Es un autogestionario de la noche, sólo servil en lo justo. Es un solitario que hace su obra cuando los demás duermen. Casi como un escritor.

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Leitariegos ya existía; “Trofeo Federación Astur – Leonesa de esquí” en Leitariegos organizado por el Ayuntamiento de Cangas del Narcea en 1970

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Slalom Gigante celebrado en Leitariegos, en la zona asturiana

El domingo 19 de abril de 1970, organizado por el Ayuntamiento de Cangas del Narcea y SOFECA, se celebraba en El Puerto de Leitariegos el «II Trofeo Federación Astur – Leonesa de esquí». La prueba, que consistió en un Slalom Gigante en las categorías masculina y femenina, se celebró en la zona asturiana, todavía no existía la estación de esquí en la zona de León, hay que reseñar que el primer remonte en esta zona se inauguró en 1973.

Fueron muchos los aficionados al deporte blanco los que se dieron cita en Leitariegos y en el aspecto deportivo, con una participación de cincuenta esquiadores entre mujeres y hombres, la prueba resultó brillante y espectacular. Según las crónicas de entonces, el escenario, magnífico, aunque bastante descuidado como para poder ser una estación invernal. “Desde luego, el paraje magnífico, grandioso. Pero, por el momento, sólo es eso, paraje… con muchas posibilidades”, publicaba la HOJA DEL LUNES de Oviedo al día siguiente.

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Los ganadores Tely Lana y Alfredo Figueiras junto a otra partcipante

Aunque las condiciones climatológicas de entonces, con fuertes corrientes de frío y abundante nieve eran favorables, del estado deplorable del Puerto de Leitariegos para la práctica del esquí pudieron tomar nota en esa jornada los delegados de Información y Turismo de Asturias y León, los alcaldes de Cangas del Narcea y Villablino y también el delegado de Educación Física y Deportes de Asturias. Incluso, en representación del gobernador civil de Oviedo, asistió el subjefe del Movimiento, el señor Sancho Miñano.

Sin embargo, fue una preciosa jornada de deporte de invierno en plena primavera. Aunque, como muchas veces hemos oído, Leitariegos queda un poco lejos, allí estaban esquiadores de toda Asturias, de León y también gallegos. Y ellas y ellos, con su técnica y sus intrépidos descensos, consiguieron que el resto de los asistentes olvidasen las inclemencias del tiempo, lo peor con mucho de la jornada, ya que aunque la temperatura no fue muy fría, sí hubo fuertes ráfagas de viento y copos de nieve en abundancia.

En la categoría femenina la mejor fue Tely Lana del Club Alpino Peña Ubiña de Pajares (Asturias) y en la masculina Alfredo Figueiras del CAU de Oviedo.

CLASIFICACIÓN CATEGORÍA FEMENINA

1 Tely Lana 32” 7 Peña Ubiña, Pajares (Asturias
2 Esther Lorenzana

37” 1

CAU Oviedo
3 Gemma Suárez Valgrande 37” 3 Peña Ubiña, Pajares (Asturias)
4 Elisa Villa Otero 43” 5 CC. Mierense, Mieres
5 Carmen María Gonzalez 53” 0 Ensidesa, Gijón

 

CLASIFICACIÓN CATEGORÍA MASCULINA

1 Alfredo Figueiras 28” 5 CAU Oviedo
2 Juan M. Jiménez 29” 2 Peña Ubiña, Pajares (Asturias)
3 Pelayo Suárez 29” 4 Grupo Covadonga, Gijón
4 Leopoldo Figueiras 29” 4 CAU Oviedo
5 Juan Álvarez Uría 31” 2 Torrecerredo, Gijón
6 Jaime Vigón 31” 3 CAU Oviedo
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Portada del periódico la ‘HOJA DEL LUNES’ al día siguiente de la prueba

Al día siguiente, el periódico la HOJA DEL LUNES de Oviedo, llevaba este acontecimiento a su portada bajo el titular: “LEITARIEGOS NECESITA SER PROMOCIONADO”.

La Diputación de León y el Ayuntamiento de Villablino se ve que tomaron buena nota de lo que allí aconteció porque tres años después, se inauguraba en la zona leonesa de Leitariegos el primer remonte para la práctica del esquí. Ese primer remonte fue el origen de la estación invernal que hoy conocemos. En Asturias, 45 años después, seguimos igual: el paraje magnífico, grandioso pero, por el momento, sólo es eso, paraje… con muchas posibilidades… ¿Hasta cuándo?

Desde el Ayuntamiento de Cangas del Narcea no sólo no se hizo nada por promocionar Leitariegos para la práctica de los deportes de invierno, sino que se bloqueó durante cuatro años el inicio de las obras de ampliación de la actual estación invernal con un absurdo conflicto de deslindes entre Asturias y León en el Puerto de Leitariegos. Hasta que el Ministerio de Administraciones Públicas, emitió una Orden con fecha 27 de marzo de 2003, devolviendo a la provincia leonesa un total de 16,41 hectáreas que desde Asturias se habían venido invadiendo durante las últimas décadas del siglo pasado. La Orden aprobada por el ministro Javier Arenas confirmó que Asturias había provocado una invasión de terreno de 174 metros lineales sobre la provincia leonesa en la zona sobre la que se proyectó la ampliación de la estación. Una vez ratificada que la propiedad de los terrenos en los que se iban a llevar a cabo las obras correspondía al Ayuntamiento de Villablino desde el de Cangas del Narcea no pudieron seguir impidiendo el inicio de las obras.

La ley de Parques Naturales y sus instrumentos de gestión fueron otra de las piedras en el camino para poder al menos intentar la ampliación de la estación de esquí de Leitariegos hacia el Principado de Asturias. El nuevo Instrumento de Gestión Integrado (IGI) del Parque Natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, aprobado hace ya algo más de un año, abre la posibilidad de poder ampliar la estación de esquí de Leitariegos hacia su vertiente asturiana, en el concejo de Cangas del Narcea.

Ahora ha llegado nuestro momento. Como sociedad civil debemos movilizarnos y en este caso debemos recoger el guante de nuestros vecinos del valle de Laciana y gritar con ellos: ¡LEITARIEGOS EXISTE!. O lo conseguimos ahora, o tendremos que esperar otros 45 años.

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Discurso del IX Conde de Toreno en la ceremonia de distinción como Grande de España en 1899

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Retrato del aristócrata y politico español José María Queipo de Llano (1786-1843), VII conde de Toreno, Grande de España y Presidente del Consejo de Ministros de España. Museo del Prado.

Hace ya mucho tiempo que los títulos nobiliarios no suponen ningún privilegio en España. Su valor reside en saber que uno ha sido reconocido con una de las mayores distinciones que puede otorgar el Rey y que, en la mayoría de los casos, ese honor se extenderá a toda su descendencia hasta que se extinga. El último de los privilegios fue abolido por el rey emérito Juan Carlos I en 1984 y permitía a los Grandes de España —que es la máxima dignidad en la nobleza española— obtener el pasaporte diplomático.

En tiempos de Alfonso XIII, los Grandes de España incluso podían formar parte del Senado. Otros privilegios permitían a los caballeros cubrirse en presencia del Rey y a las damas, tomar asiento. En la actualidad, la única distinción que conlleva un título nobiliario es recibir el tratamiento de excelencia, en el caso de los Grandes de España, y de ilustrísima, en los demás títulos.

El título nobiliario del condado de Toreno comenzó a otorgarse por el rey Felipe IV en 1657. El monarca reconoció al asturiano Álvaro Queipo de Llano y Valdés (Cangas de Tineo, 1599 – Málaga 1662) como señor de la villa leonesa de Toreno y de sus alrededores, y de este modo comenzó la saga hereditaria de los Queipo de Llano. Don Álvaro, era también alférez mayor del Principado de Asturias y de la villa de Cangas de Tineo (hoy Cangas del Narcea), donde poseía el solar de su linaje. Pero, fue el séptimo conde de Toreno, José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia (Oviedo, 1786 – París, 1843), quien llevó el título hasta el máximo exponente nobiliario dentro del país: la «Grandeza de España», en 1838.

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D. Alvaro Queipo de Llano Fernández de Córdoba y Gayoso (Madrid, 1864-1938), IX conde de Toreno, 1899

En 1899, el nieto de éste último, D. Alvaro Queipo de Llano Fernández de Córdoba y Gayoso (Madrid, 1864-1938), noveno conde de Toreno, que desde el año de 1890 llevaba ese título, recibió la distinción de «Grande de España» en una ceremonia ante la reina María Cristina, regente de España en nombre de su hijo menor de edad Alfonso XIII.

Era costumbre en el rito de cubrirse ante S.M. que los Grandes de España leyeran un discurso en el que resumían los servicios prestados a la patria y al trono por sus antepasados.

Este es el discurso leído entonces por el noveno conde de Toreno:

«Señora: Al tener el honor de cubrirme ante V.M. y manifestar mi profundo agradecimiento por tan alta distinción, cúmpleme señalar brevemente el origen y antigüedad de mi casa y los servicios prestados en diversos tiempos por mis antecesores.

La casa de los Queipo, a la que pertenezco, tiene desde tiempo muy remoto su solar en la villa de Cangas de Tineo, del Principado de Asturias, y ha sido ilustrada en todas épocas por hombres eminentes, en lo religioso, en lo político o en lo militar, debiendo hacer especial mención de D. Suero Queipo de Llano, heroico defensor de la citada villa de Cangas contra el Conde de Luna (1461); D. Fernando, Obispo de Teruel y de León, presidente del Consejo Supremo de Castilla y Arzobispo de Granada, y Don Álvaro, a quién por sus extraordinarios méritos concedió S.M. el Rey Felipe IV el título de Conde de Toreno (1657).

Muy largo sería enumerar los hechos en que mis antepasados tomaron una parte activa e importante; pero no dejaré de citar a mi ilustre abuelo D. José María, que siendo aún muy joven, fue comisionado por la Junta General del Principado de Asturias para ir a Inglaterra, con el objeto de demandar auxilios y estudiar las bases de una alianza contra los invasores ejércitos de Napoleón; diputado después en la Cortes de Cádiz, ministro de Hacienda y Estado, presidente del Consejo de Ministros, embajador en París y autor de la Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, que mereció por su gran talento e indudables servicios, que S.M. la Reina Gobernadora le confiriese la Grandeza de España de primera clase (1838).

Nada he de decir del último conde de Toreno, mi antecesor, porque seguramente está en la memoria de todos el recuerdo de sus grandes cualidades y de los excepcionales servicios que prestó desde los más altos puestos, a las instituciones y a su país.

Hechas estas manifestaciones, sólo me resta afirmar una vez más, en este momento, el decidido propósito de que mi lealtad al Trono de V.M. y de vuestro augusto hijo el Rey D. Alfonso XIII, supere, si fuese posible, a la que siempre tuvieron a sus Reyes mis antecesores.»


La viticultura heroica de Cangas de Narcea

Viñedos en montaña de la bodega Viticultores Heroicos Asturianos

Viticultura de montaña es aquella con unas condiciones de medio ambiente y trabajo de la viña singulares, como unas circunstancias orográficas que impiden la mecanización, una altitud mínima de 500 metros sobre el nivel del mar y en zona de montaña no en meseta, cultivos en pendiente con un desnivel mínimo del 30 por ciento, de tamaño pequeño y con parcelas en terraza.

Valle de Aosta (Italia), Douro (Portugal), Renania-Palatinato (Alemania) y el Cantón de Valais (Suiza) son algunos de los territorios de la llamada también viticultura heroica, y que en España está representada al menos por Ribeira Sacra , en Galicia, y la zona de Cangas del Narcea, en Asturias.

Sí, viñas y, por supuesto, vino en Asturias. La vid está presente en esta región desde hace más de mil años, y centrada su presencia en la zona occidental, en el entorno de los profundos valles que marcan el camino de los ríos Navia y Narcea. La eclosión del viñedo en Asturias vino de la mano de los monjes benedictinos, tras la fundación del Monasterio de San Juan Bautista (Corias, Cangas de Narcea), en el año 1032 y durante ocho siglos se mantuvo tal, y masiva por momentos, presencia, hasta la llegada de la filoxera a finales del siglo XIX.

A principios del XX se recuperaron especies autóctonas, aparecieron otras foráneas y el cultivo y consumo de vino volvió a resurgir, aunque no con idéntica fuerza y no por muchos años. Hacia 1945 se empiezan a abandonar las viñas, en parte por la misma razón que ahora resurgen: imposibilidad de mecanizar las labores por dedicarse a viñedo los terrenos con mayor pendiente. Las cifras que hemos rescatado de hectáreas plantadas de cepas nos aproximan al desastre: 5.493 hectáreas en 1858; 1.878 en 1903, 507 en 1975, y 146 hectáreas en 1989.

Las vides se encuentran en un desnivel mínimo del 30 por ciento

¿Era el fin o el principio? Era el principio, gracias al trabajo de investigación de personas como una científica del CSIC, María del Carmen Martínez, a partir de 1986 con la recuperación de variedades de uva como albarín blanco, verdejo negro, albarín negro y carrasquín. Y de grupos de personas como la Asociación de Productores de Vinos de Cangas (Aprovican), nacida en 1997 con el fin de proteger el patrimonio vitivinícola de la zona de Cangas del Narcea. Y, al fin, de los organismos públicos que, a partir de 2001, empiezan a implicarse en la protección de los viñedos, con el reconocimiento como Denominación de Vinos de la Tierra de Cangas, calificados desde finales de 2008 como Denominación de Origen Protegida.

Ahora, por supuesto, la principal labor está en manos de las bodegas, y de los vinos que elaboran, blancos, tintos y rosados. Y a las cinco (Antonio Álvarez, Chacón Buelta, Monasterio de Corias, Muriella y Vides y Vino de Asturias) que han provocado un importante salto de calidad, sobre todo en lo que respecta a los blancos y con la uva albarín como protagonista, se les ha añadido una sexta: Vitheras (Viticultores Heroicos Asturianos).

Su historia «se remonta al siglo XVI, en concreto al año 1556 en los que se tiene el documento más antiguo que habla sobre la existencia de los viñedos de la familia y de su comercialización». Esa misma viña, según explican sus responsables, «es la que está en producción ahora y replantándose hasta llegar a las siete hectáreas». Todo queda en manos de nuevas generaciones y, en el caso que nos ocupa «es la última de la casa de Don Juan»: Carlos Ron Martínez, Laura Ron Martínez, Miguel Lomba Martínez y Pablo Lomba Martínez han tomado el testigo de sus abuelos, «que, durante sus 80 años de vida, han cuidado las vides de estos valles afilados del rio Cibea», próximos a Cangas de Narcea.

Nacida en el verano de 2014, «la bodega ha elaborado un vino blanco, ya con el premio de una medalla de oro en el concurso internacional de viticultura heroica del Cervim (Centro de Investigación, Estudio, Salvaguarda, Coordinación y Valorización de la Viticultura de Montaña), y un vino rosado, que ha sido el primero de Asturias. Los objetivos de Vitheras son «la recuperación del paisaje vitícola de la zona y la industria vinícola de la región, la reactivación económica del área y elaborar un producto a la altura de una gastronomía con gran fama nacional e internacional como la asturiana».

Vitheras blanco 2014

  1. Nuevas vidas que se aproximan al mundo del vino. Nuevas tierras de albarín, una uva que hecha vino se muestra franca, fresca, muy pegada al terruño y que, al recibir un toque de moscatel, obtiene mayor presencia, dulzura, incluso un toque de elegancia. Así es este Vitheras que acaba de nacer y ya ostenta carácter y personalidad.
  2. Puntos: 92. Precio: 25-30 euros. Añada: 2014. Variedad: albarín blanco con un pequeño porcentaje de moscatel. Bodega: Vitheras. Cangas de Narcea (Asturias). Tel: 917 080 450/676 921 948. www.vitheras.es

Publicado en el diario ABC, 06/11/2015

Coplas de Aguinaldo, Xedré 2004. Por Alonso López

Aguinaldeiros 2004

Coplas compuestas en 2004 por Alonso López, de casa l’Indiano de Xedré, que se recitaron para pedir el aguinaldo por todas las casas de los pueblos de la parroquia de Santa María de Xedré (Xedré, Xalón y Piedrafita). En ellas, en sencillos versos y tono festivo, se van nombrando todas las casas de los pueblos y sus barrios, así como algunas de las profesiones o cualidades de sus vecinos. Haciéndoles saber al mismo tiempo, a todos los parroquianos, lo que estaban haciendo los aguinaldeiros, que no era otra cosa que recuperar la antigua costumbre de pedir el aguinaldo hace tiempo perdida.

Más información sobre esta tradición:

 


AGUILANDO 2004

Alonso López
(Casa l’Indiano, Xedré)
Pa Xedré

Venimos pedir a un pueblu
que ta nun vatse encantao,
pueblu repleto de flores
ya que tien mui bon ganao.
 
La casa de Campinón
ía bon sitio pa entamar,
pasando pola de Carlos,
la de Grabelón pa xantar.
 
Este ía un pueblu a lo grande
con casas que a la vista tan:
Campín, Santiaguín, Bartuelín
Grabelín ya Funsequín,
las más grandes del tsugar.
 
Gústanos muitu la fiesta,
cumer, cantar ya beitsar.
N’esto Paulón ía’l primeiro
ya Alejos nun vei detrás.
 
Tenemos tamién xente seria,
vecinos con autoridá.
Falamos del Escultor,
de Lángara ya dalgunu más.
– ¡Ai , pero me cago’n ros!
La cousa ta en-Carril-ada.
 
Pegadas al regueirón
tenemos a Pepe’i Guerra,
tamién la casa de Isaac.
Hai unus cuantus mui listos.
 
Personas mui perparadas:
ta Pereira el cantautor,
ya’l nuesu …… Xuacón,
el más sabio del tsugar.
 
Cerca de la Fonte Vitsa
un Marrón puede que tengas,
porque hai un Coronel
que te quier poner Cadenas.
 
La de Outrietsus mui antigua,
la de Luisa la más nueva del local.
Na Mata ta Belarmina,
ya na Casona houbu un bar.
 
Nel pueblu hai Boticariu.
Madreñeiru tamién hai.
Tenemos hasta un Marqués
que da abolengo al tsugar.
 
Ya hailos con bon olfato
pa los rastros ya cazar,
Si Galán, si Zapatinos,
Romai, el Xastre, Catachi,
ya na memoria El Chacal.
 
El pueblu ía Dinamita
cun xente tan especial.
Peruchu ya Sevillano
son vecinos del Barrial.
 
Un pueblu cun dous buleras
¡Onde se viu outru tal!
Abello apunta los tantos.
Teófilo ya Da Silva,
cuidaivos de nun queimar.
 
Pegao a casa Casais
al Barrio Nuevo veis dar.
Visitar a los Manulus,
El Pequeño, Casanova,
zona vip residencial.
 
Pero hai outrus vecinos
que vienen por temporadas:
Ronces, Kiko ya L’ Indiano
qu’inda-tsys tira’l tsugar.
 
Ya tamos ya terminando,
el picu’l pueblu ta’l chegar.
Con Tino, Antón ya Dela,
ya tamién la casa Esteban
marchamos pa outru tsugar.
 
Este pueblu ía Xedré,
por si daquién ta al dudar,
reviviendo L’AGUINALDO
nas fiestas de Navidá.
 
¡Vamos, Vamos guinaldeiros
a pedir a outru tsugar!
Pa Piedrafita

Ya seguimos na parroquia
de Sta. Mª de Xedré,
vámonos pa Piedrafita,
tenemos cita col Rei.
 
Enchegando a este pueblu,
dinos el jefe local:
– Chegais tarde rapacinos,
el rei aiquí ya nun ta.
 
Que garróu un Machao na mano,
foi pa Toledo a cazar,
nun avión cun Comandante,
ya Sumil qu’iba detrás.
 
Encarganun lus de Santos
una gran fiesta real.
Montero nu picu’l pueblu
nun paraba de beitsar.
 
Este tuvía ía un pueblu
que tien muita mucedá;
ta Begoña ya ta el Mario,
ta Luciano ya Pilar.
 
Hasta siempre San Cristobal.
Carranchín te deixu yá.
¡Vamos, vamos guilandeiros
a pedir a outru tsugar.
Pa Xalón

Subiendu mui bien arriba
un chano veis alcuntrar.
Este ía un pueblu solano,
óu Las Nieves touparás.
 
Yá vamos dalgo cansaos,
gastaos de tanto beitsar.
Zapateiro ponnos suelas,
p’así poder continuar.
 
Canta una Cantoneiro
qu’el baitse hai qu’animar,
qu’en quei Pardón ou del Tsargo
tenémosla que formar.
 
Al ver la casa Farrín,
recuerdo a quien ya nun ta.
Los de Eusevio ya Rosendo
son parientes de verdá.
 
– ¡Óu vais, óu vais… muchachos!
Dinos Mingo al saludar.
– Vamos hasta casa Pacho
que dicen qu’ía mui Formal.
 
Ya cun Mualu ya’l Conde
ciarramos este cantar.

————

Gracias polas cortesías.
L’aguinaldo vei marchar,
deseando a esta parroquia
salú ya prosperidá.
 
De güei nun anu nus veamos
ya que nu haiga nuvedá.
¡Vamos, vamos guinaldeiros
qu’aiquí ya nun faemos ná.

 

 


Superviventes; Delfina, la filandera de Cerecedo de Besullo

Delfina filando

Durante el período de autarquía desde el final de la guerra civil hasta los años cincuenta, España vivió una crisis permanente, caracterizada por una larga y profunda depresión económica, provocada por el aislamiento internacional. Ante estas condiciones las políticas económicas que se siguieron buscaban el autoabastecerse de productos nacionales sin recurrir a las importaciones de terceros países que nos tenían aislados.

Esto provocó que en los mercados faltaran la mayoría de los productos básicos. Cuando se habla con gente de aquella época todos coinciden que fue una época dura que aún teniendo dinero, no había productos en el mercado para poder comprarlos.

Esta situación nacional, provocó a nivel local, en los pueblos, otro tipo de autarquía ya que los vecinos de los pueblos intentaban autoabastecerse sin más recursos que los que la naturaleza les ponía a mano. Esta situación creó una generación de hombres y mujeres que tuvieron que vivir condiciones muy precarias, de forma espartana, con muchísimo esfuerzo y una gran imaginación para autoabastecerse del medio natural que los rodeaba.

Esquilando la oveja

Hoy se ven programas en televisión con títulos tan sugerentes, como supervivientes o supervivientes desnudos en la selva; en estos programas suelen salir personajes más o menos creíbles que intuyo tienen un equipo de cámaras al lado para grabarlos y, como es lógico suponer, ante cualquier problema que tengan los protagonistas les ayudarán con buena comunicación, con fuego, con comida, etc.

Lavando la lana

Hay otros supervivientes reales que pasaron los tiempos malos después de la guerra y que sin apoyo de ningún tipo han salido adelante produciendo su comida, sus vestidos y sus herramientas de trabajo; utilizando la imaginación y los conocimientos ancestrales para autoabastecerse de la naturaleza que los rodeaba. Este es el caso de Delfina la hilandera de casa Cascarín de Cerecedo de Besullo. Esta mujer tiene 82 años, nació en casa Xuan Díaz de Fuentes de las Montañas y se casó para el pueblo de Cerecedo.

Delfina pertenece a la generación de la posguerra y le tocó lidiar la vida con mucho esfuerzo y precariedad para salir adelante. Me cuenta Delfina como tuvo que trabajar desde niña en todas las labores de la casa, me cuenta los miedos que le provocaba la guerra en su infancia cuando venían al pueblo a llevar gente, me imagino que de ambos bandos ya que ella como era pequeña no se acuerda quiénes eran.

Preparación de la lana

Cuando le señalo a Delfina la crisis actual, ella esboza una sarcástica sonrisa y añade que si tuviéramos que vivir ahora la crisis que ella vivió, seguro que la mitad nos suicidaríamos ya que según ella, no sabemos producir nada con nuestras manos, solo sabemos consumir.

Me relata los precarios medios que se disponían para poder vivir y la mayoría se producían en la unidad familiar con productos del contorno. Las herramientas para trabajar se hacían de madera; arados, rastrillos (engazas), cestas, etc. Las verduras y las frutas se conseguían de la huerta; la carne para todo el año era de la matanza donde se trasformaba el cerdo en todo tipo de embutidos y del que se aprovechaba todo, hasta la sangre para hacer fixuelas. La grasa derretida de este animal se utilizaba para sustituir el aceite de oliva que no había en el mercado; hasta los cuernos de las vacas se reutilizaban. La lana de las ovejas y la piel de las cabras eran utilizadas para crear prendas de vestir tras sufrir una serie de procesos de transformación artesanal muy imaginativos.

Haciendo un colchón

Delfina es especialista en estos procesos de elaboración de ahí el sobrenombre de filandera de Cerecedo; esta filandera me cuenta con detalle todo el proceso artesanal de la lana, desde el esquilado de la oveja hasta la confección de las prendas de vestir según la moda del momento.

Todo empieza con el esquilado de la oveja (tosquilar), le sigue el lavado de la lana, el escarpinado (abrir la lana), el hilado (filar), torcer y devanar (presentarla en ovillos) y finalmente tejerla y golpearla en un pisón hidráulico para darle resistencia.

Con los procesos anteriores ya se podía disponer de material para confeccionar todo tipo de mantas, calcetines, colchones, carpinos, chaquetas, vestidos, etc.

Diferentes colores de la lana teñidos con elementos naturales

Todo lo anterior demuestra la dureza y el trabajo que tuvieron que soportar para sobrevivir las gentes de la generación de la posguerra. Utilizando unos medios muy limitados, consiguieron adaptarse y aprovechar de forma sostenible todo lo que la naturaleza del contorno les brindaba.

Utensilios para devanar y teñir la lana

Sophie Landrin, periodista de “Le Monde“, intentando describir la ciudad del futuro señala que la arquitectura de las futuras ciudades deben tomar la forma de los materiales de la naturaleza y serán ciudades biomiméticas; serán remansos repletos de vegetación, se abandonará lo superfluo y se alcanzará la autarquía. Resalta que es necesario luchar contra la sociedad de consumo frenético que impulsado por la publicidad nos ha hecho creer que lo superfluo es indispensable llenando nuestra basura de cosas innecesarias.

Bien, pues estos intelectuales de nueva generación, no están descubriendo nada nuevo, ya que la generación de Delfina ya experimentó con éxito algo parecido viviendo de forma sostenible con la naturaleza que los rodeaba.

Por otro lado, pienso al ver la claridad mental, la inteligencia y el estado de ánimo que tiene Delfina, pues aún trabaja la huerta, tiene gallinas, hace su propia comida y mantiene su casa totalmente impecable a la edad de 82 año, como después de tanto trabajo y penurias se puede estar al cien por cien de resistencia en esta edad tan avanzada.

Productos hechos con lana

Hay tres posibles explicaciones. La primera es evidente que puede ser Mendeliana y achacar esta virtud a una genética excepcional. La segunda puede ser Darwiniana seleccionando la vida a los más fuertes para sobrevivir y creo que la más acertada es la tercera posibilidad, que es que personas como Delfina han vivido como verdaderos supervivientes en un medio hostil, consumiendo lo mínimo, trabajando y haciendo ejercicio constantemente desde pequeños, comiendo productos elaborados por ellos mismos sin pesticidas ni colorantes. Toda la forma de vida anterior contrasta totalmente con la forma de vida de las actuales generaciones, sentadas ante una consola, haciendo ejercicio físico por medio de videojuegos y consumiendo un exceso de calorías que llevan a crear niños con obesidad.

Es admirable ver con que sabiduría utilizaba la generación de Delfina los medios para subsistir. Producían y consumían todo lo que necesitaban, cerrando el ciclo de forma sostenible con el medio ambiente. Los desperdicios se aprovechaban para alimentar los cerdos y animales de la casa produciendo la carne que se consumía para todo el año y los orgánicos se utilizaban para abonar la tierra cerrando el ciclo de producción y consumo. Los recipientes eran reutilizables, jarras de barro, cestos de madera, no se necesitaban las nefastas bolsas de plástico actuales. Las herramientas y el calzado estaban hechos de madera. Para confeccionar las prendas de vestir se aprovechaba la lana de las ovejas y la piel de las cabras, hoy esta lana se tira. Como se puede ver, todo era elaborado con conocimientos ancestrales que irremediablemente perderemos.

Madreñeiro

En el mundo actual de las telecomunicaciones, de las grandes obras de ingeniería, de los grandes adelantos en medicina donde un especialista introduce una cámara microscópica por una vena para acceder al corazón e implantar un elemento mecánico que modifique el flujo sanguíneo; con todo este conocimiento si llega a ocurrir un holocausto social, económico o de otro tipo, que nos obligue a vivir de nuevo en los tiempos de Delfina, lo más probable es que la mayoría no sepamos sobrevivir.

Si nos quitan los supermercados llenos de productos elaborados y posiblemente bastante adulterados; si nos quitan las tiendas de ropa Zara, Mango, Cortefiel, etc., la mayoría no sabría con que vestir, como poner un botón, como plantar un tomate y algunos tendrían la duda razonable de si la leche sale de la vaca o de la nevera.

Bien, esta vez no me enrollaré más y dejaré que la propia Delfina lo cuente en el vídeo que acompaño, seguro que con el entusiasmo que le pone esta activa mujer de 82 años, es más entretenido que lo que yo pueda escribir y se aprovechan mejor los matices y los pequeños detalles de la conversación que mantuve con ella en su casa de Cerecedo de Besullo.



 

La tumba de un exiliado cangués en Caulnes (Francia)

Los hijos de Juan Blanco Martínez ante la tumba de su padre en el cementerio de Caulnes (Francia)

Juan Blanco Martínez era un famoso ferreiro de Cangas del Narcea. Vivía en el Barrio Nuevo y a parte de ser un virtuoso en su oficio, era conocido por hacer las mejores trompas del concejo. Era socio de “El Tous pa Tous”. Con 60 años, él, que casi no había salido de Cangas, tuvo que marchar en agosto de 1936 con sus hijos Manuel y Consuelo para escapar de la entrada del ejercito de Franco.

Su hijo Manuel había emigrado con 14 años a la Argentina. Allí trabajó muy duro e hizo un pequeño capital. En aquella república americana, como les sucedió a otros muchos emigrantes asturianos en ultramar, se hizo republicano. A comienzos de 1931, tras la muerte de su madrastra y tía, Engracia Pérez, regresó a España. Le dijo a su padre que con el dinero que él traía podía dejar de trabajar. Al padre aquello le pareció casi un insulto y siguió trabajando en la fragua. Manuel construyó una casa en el Barrio Nuevo, justo enfrente del puente roto, y se metió en política. Se presentó en las elecciones municipales de abril 1931 con el partido republicano y salió elegido concejal. En 1936 tuvo que exiliarse a Francia, y con él se fueron su padre y su hermana Consuelo. Acabaron en Caulnes, un pueblo de la región de Bretaña, situado cerca de las ciudades de Saint Malo y Rennes, en el que vivían unas mil ochocientas personas.

Señalización del pueblo de Caulnes (Francia)

Pero tampoco aquí las cosas fueron fáciles para los tres. En 1939 comenzaba la Segunda Guerra Mundial y la pequeña población de Caulnes estaría ocupada por el ejercito alemán desde junio de 1940 hasta agosto de 1944. En este tiempo, en 1942, moría allí Juan Blanco Martínez.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, los dos hermanos se marcharon para Argentina, donde tenían hermanos y sobrinos, y donde Consuelo ya había estado en 1931 y 1932. En los años sesenta regresaron a Cangas del Narcea a su casa del Barrio Nuevo. La casa estaba habitada por una familia que se había hecho con ella y a la que tuvieron que desalojar. En la vivienda solo quedaba un aparador en la cocina, que estaba encajado en un hueco de la pared, el resto de los muebles y ajuar que ellos habían dejado había desaparecido. En esa casa murieron los dos muy viejos, primero Consuelo, el 28 de abril de 1986, con 85 años y diez días después Manuel, con 95 años. Los dos reposan en el cementerio de Cangas, en Arayón. A él se le conocía como Lin el Ferreiro. En su última estancia en Cangas, Manuel volvió a encender la fragua de su padre y fabricó trompas que regalaba a amigos y conocidos.

En la fotografía que publicamos aparecen los dos hermanos el día del entierro de su padre en el cementerio de Caulnes. En la base de la cruz, escrito en francés, se lee:

Cementerio de Caulnes (Francia). Lugar donde la tumba de Juan Blanco ha desaparecido.

Ici
repose
Juan Blanco Martínez
né en Espagne
1866-1942
offert par tes amis de
Caulnes
Les enfants ne t’oublient
pas

La traducción es: “Aquí reposa Juan Blanco Martínez, nació en España, 1866-1942, ofrecido por sus amigos de Caulnes. Los hijos no te olvidan”.

Una amiga, Consuelo Hernández Valenzuela, que vive en Saint-Ouen-des-Alleux, no muy lejos de Caulnes, ha tenido la amabilidad de ir hasta este pueblo a buscar la tumba de Juan Blanco Martínez. Pero la tumba ya no está. Ha sido levantada. En unas fotos que me envía se ve el lugar vacío. La memoria es perecedera. La del exilio español es todavía más fugaz. Nos queda sólo esta fotografía que perteneció a otros exiliados, los hermanos Joaquín y Gumersindo Díaz Morodo “Borí”; este último también murió en Francia, en Salsigne, cerca de Carcasona, y su tumba tampoco se conserva.


Marcelino Peláez Barreiro (Ounón, 1869 – Mar del Plata, Argentina, 1953)

Chafán de la plazoleta entre las calles Don Ibo y Las Huertas, con la placa a la memoria de Marcelino Peláez

Publicamos aquí una breve biografía escrita por nuestra compañera Mercedes Pérez Rodríguez con motivo del homenaje a Marcelino Peláez y leída por ella misma en el acto a la memoria de este emigrante cangués. En una de las esquinas de la plazoleta existente en Cangas del Narcea, entre las calles maestro Don Ibo y Las Huertas, el Tous pa Tous descubrió una placa de bronce a su memoria. Días después, hemos sabido que el Ayuntamiento de Cangas del Narcea, a petición del Tous pa Tous y por decreto de alcaldía de 24 de septiembre de 2015, acordó incoar expediente para dar el nombre de “Marcelino Peláez Barreiro” a la citada plazoleta.


Marcelino Peláez Barreiro (Ounón, 1869 – Mar del Plata, Argentina, 1953)

Desde mediados del siglo XIX y hasta 1930, cincuenta millones de europeos emigraron a ultramar. Unos 350.000 eran jóvenes asturianos, la mayoría entre 15 y 17 años.

Unos pocos se enriquecieron y algunos de ellos favorecieron a su tierra natal bien por altruismo bien por interés social o económico.

Marcelino Peláez emigró a Argentina donde sus comienzos debieron de ser muy duros. Por Amalia Fernández, hija de un administrador suyo, sabemos que tenía un almacén de Ramos Generales en San Agustín, a unos 100 Km de Mar de Plata. Estos comercios vendían de todo, generaban mucho dinero y no estaban exentos de peligros porque tanto los gauchos como los indígenas eran “gente muy brava”. Marcelino Peláez invirtió en tierras sobre las que gestionó la fundación de núcleos de población como Mechongué.

Los indianos o “americanos”, edificaron palacetes y panteones para uso propio y financiaron obras públicas como traídas de agua, casinos, iglesias, hospitales, asilos, boleras, lavaderos, y favorecieron especialmente la educación de los jóvenes, construyendo escuelas, dotándolas de materiales didácticos y comedores escolares, incentivando a los maestros y premiando a los mejores estudiantes.

La construcción de una escuela era una tarea que implicaba al Estado, al Ayuntamiento, a los vecinos y a los emigrantes. La intervención de los emigrantes adoptó varias fórmulas:

  • Las sociedades de instrucción, cuyo ejemplo es la Sociedad de los Naturales de Boal, nacida en La Habana en 1911, que construyó a sus expensas más de veinte escuelas en el concejo de Boal.
  • La colecta, en la que además de participar los emigrantes enriquecidos lo pudieron hacer otros menos favorecidos por la fortuna.
  • La individual, en la que un “americano” financiaba la escuela; destaco a Pepín Rodríguez, uno de los propietarios de la fábrica de tabaco “Romeo y Julieta”, de La Habana, quien constituyó una fundación que no solo construyó el edificio sino que también se preocupó del proyecto didáctico, de la dotación de materiales y profesorado.

Se calcula que unas doscientas noventa y cuatro escuelas asturianas se beneficiaron del capital de los emigrantes.

Pese a lo dicho, encontrar capital para estos fines no era tarea fácil, como señalaba Carlos Graña Valdés en carta abierta en La Maniega en diciembre de 1928, “el número de personas que se desprenden de cantidades de dinero para ayudar a sus aldeas a construir sus edificios se cuenta por los dedos”.

¿Qué hace tan peculiar el caso de Marcelino Peláez? El hecho de que no solo costeó la escuela de su pueblo natal, Ounón, como hicieron muchos “americanos”, sino que también colaboró en la construcción de la escuela de otros pueblos, donando 1.000 pesetas para todas las escuelas que se construyesen en cualquier pueblo del concejo y 25.000 para las escuelas graduadas de la villa. Es el único caso en Asturias.

Apreciemos la importancia de esa cantidad si la comparamos con otras, así para la construcción de la escuela de Naviego el Ayuntamiento puso 1.975 pesetas, la Sociedad Cangas del Narcea de Buenos Aires 1.250 pesetas y la mayoría de las donaciones solía ser de 50 pesetas.

Los pueblos beneficiados por Marcelino Peláez fueron Porley, Villar de Lantero, Santa Marina, San Pedro de Culiema, Bergame, Naviego, Linares del Acebo, Agüera del Couto, Carballo, Bimeda, Llano (con 2.000 pesetas), Santa Marina, San Cristóbal, Araniego, Carballedo, Acio y Caldevilla de Acio, etc. Disponía el concejo de Cangas del Narcea en 1931 de cincuenta y cinco escuelas, más once que estaban en construcción y esperaban llegar a las noventa en cuatro años.

Marcelino Peláez Barreiro detectó el problema de la escasa instrucción, del analfabetismo; según La Maniega en abril de 1929 en Ounón de 34 habitantes, 21 eran analfabetos, y quiso remediar esta penosa situación favoreciendo la construcción de escuelas. ¿Qué pensaría de la situación actual, cuando la despoblación aboca a muchas de estas escuelas rurales al cierre y aún presentan dificultades para impartir una enseñanza de calidad en igualdad de condiciones para todos los alumnos?

La generosidad de Marcelino Peláez no se limitó al terreno educativo, también donó importantes cantidades al Hospital Asilo de Cangas, a los pobres de Ounón y contribuyó a pagar el plano de la villa en 1930. Y sin alardear de ello, numerosos testimonios lo califican de hombre modesto; el médico Manuel Gómez en 1930 alaba su discreción: “su mano izquierda no sabe lo que la derecha hace”.

Podemos preguntarnos si tanto altruismo fue correspondido por los cangueses. Desde el Ayuntamiento de Cangas del Narcea parten dos muestras de agradecimiento:

  • Una el 9 de julio de 1930, la Corporación presidida por Joaquín Rodríguez-Arango, acordó ofrecer a Marcelino Peláez Barreiro un álbum artístico como expresión de agradecimiento de todo el concejo. Firman en él el alcalde, los concejales, y muchos maestros y escolares. Este entrañable y sencillo homenaje, costeado por suscripción popular y conservado por sus descendientes, puede verse reproducido en la Web del Tous pa Tous.
  • El otro tuvo lugar durante el pleno del 14 de mayo de 1932, cuando se hace público el agradecimiento y se acuerda dar el nombre de Marcelino Peláez a la mejor de las calles que se abran en el centro de la villa tras el derribo del convento de dominicas. Este acuerdo nunca se llevó a cabo porque la memoria de los pueblos y de sus representantes suele ser débil.

El Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País descubre hoy esta placa, un monumento público que refresca la memoria del pueblo mostrando sus valores, y ha solicitado al Ayuntamiento que a esta pequeña plaza se le dé el nombre del “benefactor de las escuelas de Cangas del Narcea”, del apodado por Gumersindo Díaz Morodo “Borí” como “sembrador de cultura”, de Marcelino Peláez Barreiro.

La DOP Cangas concede la distinción “Uva Verde” al Tous pa Tous

Juan Manuel Redondo presidente de la DOP Cangas y Benito Álvarez tesorero del Tous pa Tous

Con motivo de la pasada Fiesta de la Vendimia de Cangas, la Denominación de Origen Protegida Cangas (DOP Cangas) quiso agradecer la labor desempeñada por nuestra asociación en beneficio del Vino de Cangas en cuanto a las labores de recuperación de información y documentación contribuyendo con ello al mayor conocimiento del producto y a la difusión de la cultura del vino de nuestra tierra. Por ello, su junta directiva ha concedido al Tous pa Tous la distinción “UVA VERDE”.

Este galardón reconoce el trabajo realizado hasta la fecha y nos anima a continuar con la labor de estudio y recuperación de información sobre el vino de Cangas. Por ello, y en muestras de agradecimiento a toda la junta directiva de la DOP Cangas y a su presidente, Juan Manuel Redondo, hoy mismo y sin más preámbulos, subimos a nuestra web un nuevo artículo con información muy interesante sobre el Vino de Cangas en 1884:

Aprovechamos la ocasión para enviar desde aquí nuestro reconocimiento al “Artesano mayor de la DOP”, Santiago Monteserín, y enviar nuestra felicitación a su familia.


Los Vinos de Cangas y Candamo en 1884; Respuestas a un interrogatorio sobre el vino en España realizado por el Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio

Vendimia en Las Barzaniel.las (parroquia de L.lumés / Limés) en 1963, en las que aparecen muchas vendimiadoras con sus cestos y unos pocos hombres que eran los carreixones que cargaban los goxos llenos de uva. Colección Antonio Menéndez.

Desde mediados del siglo XIX el Ministerio de Fomento, del que dependía la política agrícola española, tenía entres sus objetivos recabar información sobre el estado de la agricultura y en especial sobre el ramo del vino, que era la principal fuente de riqueza del país. Para este cometido se organizó en Madrid en 1857 la Exposición General de Agricultura y en 1877 la Exposición Vinícola Nacional. A las dos exposiciones acudió una representación de los vinos de Cangas y de ello informaremos en otra noticia del Tous pa Tous.

En los años setenta y comienzos de los ochenta del siglo XIX, la industria del vino española estaba en expansión gracias a la desgracia de los vinicultores franceses, que casi habían paralizado la elaboración de vino debido a la destrucción de su viñedo por la filoxera, que procedente de los Estados Unidos de América se detectó por primera vez en Francia en 1863. Esta circunstancia se invertiría hacia 1885, al extenderse la filoxera en España (donde se confirmó su presencia en 1878) y comenzar el viñedo francés a producir, una vez superada la crisis.

Difusión de la Filoxera en el noroeste peninsular: 1872-1909. Fuente: Cuad. de Geogr. ● 77 ● 101 – 136 ● València 2005

En 1884 el Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio, previendo los cambios que se avecinaban en el mercado del vino europeo, constituyó una “Comisión encargada de formular el programa para la información que ha de abrirse con el fin de estudiar los medios de facilitar la exportación de nuestros vinos”. Con tal fin se envió a Ayuntamientos, productores y comerciantes un interrogatorio con numerosas preguntas agrupadas en tres apartados: estadística, comercial y técnica. Se trataba de recabar noticias sobre la producción de vino, clases, superficie del viñedo, productividad, características del vino, precios, marcas, mercado del vino, exportación, fabricación de licores, etc. Las respuestas a este interrogatorio se conservan en el Archivo del Ministerio de Agricultura, en Madrid, y son una valiosa fuente de información para conocer el estado en que se encontraba la industria del vino en 1884.

Tratamiento de una viña con sulfuro de carbono mezclado con agua mediante una bomba a presión de tipo manual (Año 1895). Fuente: Cuad. de Geogr. ● 77 ● 101 – 136 ● València 2005

En Asturias solo respondieron a este interrogatorio dos ayuntamientos: Cangas del Narcea y Candamo, cuyas respuestas publicamos aquí. En su transcripción tenemos que agradecer la colaboración de Carolina Pelaz, del Museo del Vino de Cangas.

Las respuestas enviadas desde Cangas las firma Salvador Martínez (Cangas del Narcea, 1830 – 1889), que figura como alcalde, pero que en realidad era primer teniente alcalde, y que sí será alcalde entre 1887 y hasta su fallecimiento el 2 de diciembre de 1889. Salvador Martínez Valle era propietario de viñas y viticultor. Recomendamos su atenta lectura, porque ofrece una importante información para conocer el estado del viñedo y la producción del vino en Cangas del Narcea en 1884, antes de la llegada de la filoxera en 1894. En aquella fecha el problema era la plaga de oidium, que procedente también de América había dañado considerablemente el viñedo de Candamo y el de Cangas, y que se combatía desde hacia pocos años con azufre.

El interrogatorio se enviaba acompañado con la siguiente carta:

Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio

Dictamen de la Comisión encargada de formular el programa para la información que ha de abrirse con el fin de estudiar los medios de facilitar la exportación de nuestros vinos.

La Comisión que suscribe, nombrada con fecha 21 de abril próximo pasado para formular el programa de la información que ha de abrirse con objeto de estudiar los medios de facilitar la exportación de nuestros vinos, ha examinado con el interés que requiere asunto de tal importancia, y divide la información en tres partes: Estadística, Comercial y Técnica.

Las estadísticas de nuestra producción vinícola no han llegado a hacerse con la detención que requiere la primera riqueza de nuestra Península, y sólo se han podido reunir datos y noticias semioficiales y particulares que acusan tal diferencia como la que encontramos entre los 33 millones de hectolitros que se calculan en 1858, y los 30 millones de 1877. Pero de todos modos, de cualquiera de estos datos que partamos, está en el ánimo de todos que la plantación de vides y producción de vinos ha aumentado desde aquella fecha y va aumentando cada año más.

Cubierto el consumo interior, tenemos un excedente de producción que dedicamos a la exportación, a la fabricación de alcoholes y vinagres y a la cría de vinos añejos; pero de todo ello nada debe llamar más la atención, ni merece mayor estudio, que lo que se refiere al comercio con el exterior.

En el año 1850 salieron de España 621.000 hectolitros, aumentando, con poca discontinuación, hasta el año 1873, que exportamos 2.643.000 hectolitros; de aquí fue bajando hasta el año 1876, como para tomar fuerza para una prodigiosa y progresiva subida, alcanzando en 1882 la cifra de 7.671.000 hectolitros, valorados en 333.200.000 pesetas; pero ya en 1883 empieza a descender en 106.720 hectolitros, valorados en 7.258.414 pesetas.

En este ramo de exportación, España necesita sumar, no restar, y la baja sufrida en 1883, unido a la gran cantidad de viñedos que se están plantando en España, a que la plaga filoxérica disminuye en Francia y la producción de vinos aumenta, a que nuestra rival Italia está haciendo esfuerzos privados y aun oficiales para conseguir mayor exportación, y a que Portugal en el año último ha aumentado la venta de sus vino en Inglaterra, disminuyendo la nuestra de los de Jerez, ha alarmado justamente a los vinicultores españoles, y temen, con sobrada razón, que si no salimos de nuestro letargo y emprendemos una campaña pronta y eficaz, vamos a lamentar serios males en la riqueza general de España.

Pero el Consejo Superior de Agricultura, Industria y Comercio, que no perdona ninguno de los medios que están a su alcance para colocar a España a la cabeza del proceso agrícola, no puede mostrarse indiferente en la lucha entablada entre los productores vinícolas de distintas naciones, y se propone ayudar a los nuestros en la empresa, que no le arredra, de procurar y utilizar los medios de mejorar la producción de vinos españoles y aumentar su exportación.

Para ello es preciso recurrir a las Corporaciones, a los productores y a los comerciantes de distintas provincias de España en demanda de ayuda, y pidiéndoles noticias, datos, estudios y deducciones que le guíen acertadamente en el penoso trabajo que emprende, porque el gran peligro nos amenaza de cerca.

Tengan confianza nuestros vinicultores, que las noticias que hoy se piden han de ser exclusivamente para el estudio práctico que el Consejo se propone llevar a cabo, a fin de que la exportación de vinos españoles no decaiga, aumentándola cuanto podamos, y que no demos lugar a que otras naciones, que no cuentan con los recursos de la nuestra, nos avancen en la carrera emprendida, establezcan su comercio, acostumbren aquellos paladares a sus vinos y que los nuestros se vean desatendidos.

En esta lucha, afortunadamente, hoy vamos delante; pero no debemos reposar, porque nuestros rivales son poderosos y ponen toda su fuerza para adelantarse a nosotros; por lo tanto, esta Comisión, haciéndose eco del unánime interés que tiene el Consejo, se propone no descansar, acudiendo con igual empeño al Gobierno, a los comerciantes y a los vinicultores para que, juntos todos, redoblemos nuestros esfuerzos, a fin de dar a nuestros vinos las condiciones que exigen los mercados consumidores, aumentar la exportación a los mercados abiertos y buscar otros nuevos adonde colocar el sobrante de nuestra producción.

Este pensamiento, que hoy con tanto interés acoge el Consejo, será mañana, con constancia y trabajo, una realidad que ha de convertirse en riqueza para el país y de prosperidad para la patria.

Resta tan sólo presentar el interrogatorio que han de informar las Corporaciones competentes, dejando, para cuando se reúnan estos datos, el presentar al Consejo los problemas que se han de discutir en el Congreso de Vinicultores.

El Consejo, con mayor ilustración, acordará lo más acertado.

Madrid, 1.º de mayo de 1884.
Acisclo Miranda.- Adolfo Bayo.- R.T. Muñoz de Luna.-
Juan Maisonnave.- Enrique Serrano Fatigati.

Aprobado en sesión de Consejo pleno, el día 19 de mayo de 1884.


icon Respuestas al interrogatorio sobre el Vino de Cangas en 1884 (126.51 kB)


icon Respuestas al interrogatorio sobre el Vino de Candamo en 1884 (3.57 MB)


En el homenaje a Marcelino Peláez; Sobre los “americanos”, un artículo de Borí de 1923

Retrato de Marcelino Peláez Barreiro (Ounón, 1869 – Mar del Plata, 1953)

El sábado, 10 de octubre de 2015, el Tous pa Tous descubrió una placa dedicada a la memoria de Marcelino Peláez Barreiro (Ounón, 1869 – Mar del Plata, 1953), que fue el “americano” o emigrante a América, que enriquecido allí, más ayudó a sus vecinos construyendo la escuela de su pueblo de nacimiento y dando generosas donaciones a numerosos pueblos del concejo para construir casas-escuelas y al hospital asilo de Cangas del Narcea. Aunque en los años treinta se le reconoció su generosidad, algunos de los acuerdos que tomó el Ayuntamiento para mostrar su agradecimiento no se llevó a efecto y hoy su actuación no la recuerda nadie. Por eso, el Tous pa Tous ha tomado la iniciativa de colocar esta placa en la calle Maestro Don Ibo, así como la de solicitar al actual Ayuntamiento que ponga su nombre a la plazoleta que está entre esta calle y Las Huertas.

Marcelino Peláez perteneció a ese grupo social conocido como “americanos” o “indianos”, que tuvo desde mediados del siglo XIX y hasta los años sesenta del pasado una gran relevancia en la vida social y económica de Asturias. Personas que dieron mucho dinero a sus pueblos para escuelas, carreteras, fuentes, etc., a las que se les pedía continuamente ayuda, a las que se las “chantajeaba” emocionalmente y a las que a menudo se las ensalzaba, pero también se las despreciaba.

Indianos en el pueblo, hacia 1915. El primero de pie es Gumersindo Díaz Morodo, ‘Borí’, corresponsal en Cangas de varias revistas de la colonia asturiana en Cuba.

Hemos encontrado un artículo de Gumersindo Díaz Morodo “Borí”, publicado en La Voz de Asturias el 15 de julio de 1923, en el que precisamente trata sin tapujos sobre los “americanos” y la poca consideración que recibían de sus coterráneos. Él conocía y apreciaba mucho a este colectivo. Su padre había sido un “americano”, tenía tres hermanos emigrados en Cuba y Estados Unidos de América, y él mismo había estado unos años en La Habana. Además, tenía muchos amigos emigrantes. El aprecio era reciproco, y por eso Borí fue corresponsal de Cangas del Narcea en las revistas Asturias y El Progreso de Asturias, editadas en La Habana, y representante en nuestro concejo de las dos sociedades de emigrantes de Cangas del Narcea que existían en La Habana. Él se encargaba de repartir el dinero que mandaban estas sociedades para hacer donativos a personas necesitadas, a escuelas, al asilo, etc., y él se encargaba también de informar a estas sociedades de las situaciones que precisaban de su socorro.

En esta misma web hemos publicado un articulo que Borí le dedicó a Marcelino Peláez en la revista Asturias en 1921 y que tituló: “Sembrador de cultura”.


HABLANDO DE CANGAS
LOS “AMERICANOS”

Borí

Largos años de convivencia con los cangueses que van y vienen de América me dan a conocer la triste realidad de que tanto en Cangas como en su concejo no se “conoce”, no se aprecia ni se estima como se merece al elemento “americano”.

El concepto que del “americano” tienen formado estas gentes es tan erróneo y tan… tanto, que daría grima si no provocase carcajadas. Para la mayoría, el “americano” es un “primo”, en toda la acepción de la palabra, y como a tal “primo” solo se ve en él al individuo a quien se puede explotar y engañar cándidamente. El título de “americano” es señuelo para esa mayoría de dejarse engañar y explotar.

Si se trata de un emigrante de aldea, apenas regresa a su pueblo –y como a todo “americano” se le supone repleto de oro- llueven sobre él peticiones de dinero, peticiones en muchos casos dirigidas por convecinos que están en mucha mejor situación económica que el emigrante que regresa. Le piden por pedir, suponiendo que podrán quedarse bonitamente con el dinero que tantos trabajos y sudores habrá costado al emigrante. Si éste accede a esas peticiones, a tantos como crea favorecer, tantos enemigos se creará. Si se niega, entonces se procurará perseguirle y vejarle, hasta obligarle a marcharse nuevamente, para con “los suyos”, como los desengañados dicen.

Se dan también los casos de “americanos” que guiados por su amor al rincón en que nacieron regresan con intención de instalarse definitivamente en el pueblo natal. Apenas llegados, observan el abandono en que se halla todo lo que depende de la administración pública, y principalmente lo que se refiere a la enseñanza primaria, pues la experiencia les demostró que el analfabetismo es la mayor calamidad que puede afligir y aflige a los pueblos. Sus miradas y sus pensamientos se dirigen, pues, a la escuela. Si disponen de suficiente dinero, ofrecerán una cantidad, siempre bastante respetable, para la construcción de un edificio escolar, y no se fijan en que desde el momento del ofrecimiento empieza su calvario. A los mismos a quienes quieren favorecer les parecerá poco el donativo del “americano”, y pretenderán que él cargue con todo y acaso también con las contribuciones del pueblo. Y si despreciando este africanismo rural acude en demanda de apoyo al elemento oficial, le saldrá al paso, cuando no la persecución, una montaña de balduque de expedientes que le abrumará por completo. En fin, que entre todos procurarán cansarle y aburrirle, y le obligarán a renunciar a sus altruistas proyectos y a marcharse de nuevo con sus energía y su dinero a crear vida y cultura en pueblos extraños.

Así es la realidad de las relaciones que el concejo sostiene con el “americano”. En beneficio de todos, de la prosperidad y cultura de la comarca, se hace necesario un radical cambio en el modo de tratar al “americano”. Es preciso ver en el “americano” –aparte del creador de vida en el concejo con los muchos miles de pesetas que anualmente se envían de América- no al ser a quien se procure explotar, sino al portador de progreso y cultura, al hombre de sensibilidad extremada por el dolor, que responde siempre en remedio de calamidades cuando del hogar patrio se le llama. El “americano” tiene más de espiritualista que de materialista, y le duele y ofende, con dolor y ofensa que no olvida, esas continuas pretensiones de engañarle y de atacarle a los bolsillos que ve en la inmensa mayoría de sus paisanos… y familiares.

El Ayuntamiento cangués debiera ser el primero en procurar establecer lazos de no mentida fraternidad con las colonias canguesas de América. Solo en Cuba existen dos agrupaciones integradas por naturales del concejo. ¿Por qué el Ayuntamiento no ha de ponerse en relación continua y “oficial” con esos hijos ausentes, ofreciéndoseles en todo y protegiéndoles al regreso de inicuas persecuciones y castigando cualquier intento de engaño o explotación en que se quisiera hacerles victimas? Y hasta creo que no estaría mal que uno de los principales números de fiestas del verano estuviera dedicado exclusivamente a los “americanos”, cual hacen ya otros concejos asturianos que comprenden mejor que nosotros lo que el “americano” es y significa en todos los ordenes de la vida provincial.


(La Voz de Asturias, 15 de julio de 1923).


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Álbum de Homenaje a Marcelino Peláez en 1931

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Detalle de la placa que va en la cubierta del álbum

En 9 de julio de 1930, el Ayuntamiento de Cangas del Narcea, presidido por Joaquín Rodríguez-Arango, acordó ofrecer a Marcelino Peláez Barreiro (Ounón, 1869 – Mar del Plata, Argentina, 1953) un álbum como expresión de agradecimiento de todo el concejo por su colaboración en la construcción de casas-escuela, pues “desde hace varios años viene concediendo un donativo de 1.000 pesetas para cada casa-escuela que se construya en este concejo y que levantó a sus expensas un buen edificio escolar en Onón, pueblo de su nacimiento”.

Con tal fin, el ayuntamiento abrió una suscripción popular. Los donativos podían entregarse en las confiterías de Milagros Rodríguez y Joaquín López Manso, y en los comercios de Vicente Oliveros, Evaristo Morodo, y Morodo y López. Se recaudaron 600 pesetas. La relación de donantes puede verse en los números 27 a 35 de la revista La Maniega de 1930 y 1931. Fueron muy numerosas las donaciones de maestros y padres de alumnos de los pueblos favorecidos por la generosidad de Marcelino Peláez: Cangas del Narcea, Cibuyo, La Regla, Pousada de Rengos, San Pedro de Arbas, Villacibrán, Carballo, Villategil, Gedrez, Santa Marina, Carballéu, Pousada de Besullo, Las Montañas, Bimeda, Biescas, Acio y Caldevilla, Sillaso, Mieldes, Leitariegos, Naviego, Porley, Vallado, Valleciello, San Pedro Coliema, etc.

El álbum fue obra de Tomás F. Bataller (Madrid, 1891-Oviedo, 1962), artista especializado en dibujar diplomas, títulos y esta clase de álbumes honoríficos. En las primeras páginas aparece el retrato de Marcelino Peláez y dibujos de su casa natal y la escuela de Ounón, así como de una vista de la iglesia de Cangas del Narcea y el palacio de Omaña desde el río. A continuación aparecen las firmas del alcalde (Mario de Llano) y los concejales de la corporación el 14 de abril de 1931, de los miembros de la comisión que se encargó de la suscripción popular y de los maestros de las escuelas que él ayudó a construir y de algunos niños de cada escuela.

El álbum lo conservan sus descendientes en Cangas del Narcea.

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Un sereno de vanguardia en 1930

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Manuel Fernández, de Cangas del Narcea, sereno de Madrid que prestaba sus servicios en bicicleta

De manera que ¿es usted el Ramón Gómez de la Serna de la vigilancia nocturna?—le pregunto al sereno que presta sus servicios en la calle de Castelló, en el trozo comprendido entre Goya y Hermosilla.

—¿Cómo ha dicho usted?—me pregunta a su vez el aludido, que añade— Hablemos de buena fe si es que le parece.
El hijo de Cangas—porque es de un pueblecito situado cerca de Cangas de Tineo—no ha entendido mi intención o no ha querido entenderla.
Hombre original, de vanguardia y superrealista, es un poco desconfiado como todos los genios y cree yo no sé qué cosas respecto a mí y a mis intenciones.
Y yo lo admiro sinceramente. El hecho de emplear una bicicleta para prestar su servicio es de una novedad extraordinaria.
—¡El chuzo! ¡No sea usted atrasado!—me responde—. Eso casi pertenece a otra generación. ¿Para qué quiere el chuzo el hombre que desempeña su cargo en bicicleta y pronto lo desempeñará en aeroplano, cuando todas las casas sean rascacielos y le llame a uno cualquier vecino desde un vigésimo piso, pongo por caso? Estaría bonito que uno fuese a perder el tiempo y hacérselo perder a la parroquia. ¿Sabe usted inglés?
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Manuel Fernández, en su domicilio de Madrid cuidando de su bicicleta

—Yo no. ¿Y usted?—le respondo un poco aterrado. —Yo tampoco; pero lo sabré.

—¿Por qué me pregunta usted que si sé inglés? —Porque me han dicho que hay un refrán, que traducido al español quiere decir que el tiempo es algo así como cuproníquel.
—Sí, señor. Exacto.
—A ese refrán responde la idea que he tenido de utilizar la bicicleta para mi trabajo. ¡Y quién sabe si pronto tendré que recurrir al automóvil!
Es un orientador—pienso y se lo digo á Alfonsito que en aquel momento pensaba lo mismo.
—Hay que renovarse—prosigue diciéndome el sereno de vanguardia, que no sé si será lector de La Gaceta Literaria y por consiguiente admirador de los escritores que creen que hay que cambiar todo lo existente… hasta el sentido común—. Hay que renovarse no con palabras sino con hechos. ¿Cree usted que está bien que un sereno haga esperar a sus parroquianos? Tan rápida como su llamada debe ser su presencia en el sitio adonde se le requiere. Y no digamos nada cuando hay que avisar al médico, o hay que ir a la farmacia o prestar alguno de los servicios urgentes para los que nos llaman. ¿Comprende usted?
—Sí, señor.
— ¿Va usted viendo las ventajas que se obtienen con el empleo de la bicicleta para la vigilancia nocturna y para el desempeño de nuestra dificilísima y a veces salvadora misión? ¡En cuántas ocasiones la rapidez con que acude uno al lugar donde se le manda, evita una desgracia irreparable, y en cuántas ocasiones ha sido mi bicicleta—esta bicicleta que cuido como a mí mismo—la providencia de muchos de mis vecinosl
—Tiene usted razón—respondo, completamente convencido, y pregunto:
—¿Cómo se llama usted?
—Manuel Fernández.
¿Es usted irlandés? Lo digo por el apellido.
—¡Ji, ji, ji! Aunque, hablando en serio, le digo que ojalá fuera yo de uno de esos países extraños.
—¿SÍ?
—Como se lo estoy afirmando.
—No le entiendo.
—¿No ha oído usted nunca hablar del Polo Norte?
—Muchas veces.
—¿Y no sabe usted que allí, en el Polo Norte, cada noche dura seis meses?
—Eso dicen los que lo han visto.

—Pues figúrese usted la suerte que tiene el que sea sereno en el Polo. ¡Una noche de seis meses! ¡Y abriendo las puertas! Para hacerse millonario en poco menos de un año.


Publicado en la revista semanal madrileña CRÓNICA, 2 de febrero de 1930.


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La placa del Tous pa Tous a Marcelino Peláez se colocará en la villa de Cangas

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Ounón / Onón, 1920

El paisaje del concejo de Cangas del Narcea de hoy no tiene nada que ver con el de hace noventa años. Un ejemplo lo tenemos en Ounón / Onón. Mientras en el año 1920 era un pueblo habitado y cultivado, hoy es un territorio deshabitado y selvático. La fotografía de 1920 pertenece al fondo de “El Progreso de Asturias”, de La Habana, que se conserva en el Museo del Pueblo de Asturias. De todas las construcciones que se ven detrás de la escuela, solo queda en pie la panera que está junto a ella.

El pasado mes de junio, se desplazaron a Onón algunos socios del Tous pa Tous con la finalidad de ver el mejor sitio para colocar la placa de Marcelino Peláez. Allí el único sitio posible es la escuela. El pueblo de Onón antiguo, que es donde se levanta la escuela, está completamente abandonado y solo viven vecinos en la carretera, en el nuevo Onón que se hizo a partir de 1950 con la apertura de esta vía.

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Ounón / Onón, 2015

La escuela se construyó enfrente de Casa Peláez, de la que hoy solo queda en pie una panera, el resto de los edificios: casa, lagarón y hórreo, están todos en ruinas y cubiertos por la vegetación.

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Escuela de Ounón / Onón, 2015

Está claro que la placa allí no la va a ver mucha gente, casi podríamos decir que ni poca gente. No obstante, desde el primer momento y para ser consecuentes con los principios de nuestra asociación, seguimos pensando que deberíamos colocarla allí, considerando que podría ser una manera de revalorizar aquel sitio. Un modo muy modesto, pero que no deja de tener un alto valor simbólico.

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Ounón / Onón, 2015

Durante el verano le estuvimos dando vueltas a este asunto y valorando otros lugares donde colocar la placa. Entre otras opciones, se pensó que en la calle Maestro don Ibo, en la villa Cangas, no sería un disparate, porque en 1932 el Ayuntamiento tomó el acuerdo de dedicar a Marcelino Peláez una de las calles que se abrirían en el solar del convento de dominicas que se iba a derribar poco después. Sin embargo, ese acuerdo nunca se llevó a la práctica y Marcelino Peláez se quedó sin calle. En ese solar se hicieron dos calles: la Alcalde Díaz Penedela y la Maestro don Ibo. Por eso colocar la placa ahí tendría sentido. Además, Marcelino Peláez pagó la construcción de la escuela de Onón y dio dinero para otras muchas más en el concejo, y todo eso se hizo en la época del maestro don Ibo Menéndez Solar.

Finalmente, no sólo se ha decidido colocar la placa en este lugar, sino que además desde el Tous pa Tous se ha pedido al Ayuntamiento de Cangas del Narcea lo siguiente:

AL AYUNTAMIENTO DE CANGAS DEL NARCEA

La asociación “El Tous pa Tous”, de Cangas del Narcea, inscrita en el Registro de Asociaciones del Principado de Asturias con el nº 2.989 de la Sección Primera por Resolución de fecha 12 de mayo de 2009, tiene entre sus fines la promoción de la cultura y los intereses del concejo de Cangas del Narcea.

Una de las actividades de ésta asociación es la colocación de placas dedicadas a la memoria de personas relevantes relacionadas con el mencionado concejo; y así, en los últimos años, ya ha colocado cinco placas, en otros tanto edificios de la villa de Cangas del Narcea y del pueblo de Limés, dedicadas al padre Luis Alfonso de Carballo, Gaspar Melchor de Jovellanos, Åke W:son Munthe, Gumersindo Díaz Morodo “Borí” y Mario Gómez Gómez.

La próxima placa estará dedicada a don Marcelino Peláez Barreiro (Onón, 1869 – Mar del Plata, Argentina, 1953), emigrante a Argentina que construyó y dotó a sus expensas la escuela de Onón en 1920, y ofreció mil pesetas o más (que en aquel tiempo era mucho dinero) a todos los pueblos del concejo que levantasen una casa escuela. Este ofrecimiento lo cumplió repetidas veces y donó dinero para las escuelas de Porley, Villar de Lantero, Santa Marina, San Pedro de Culiema, Bergame, Naviego, Linares del Acebo, Agüera del Couto, Carballo, Bimeda, Llano, Santa Marina, San Cristóbal, Araniego, Carballedo, Acio y Caldevilla de Acio, etc…

Para darse cuenta de la verdadera dimensión de este extraordinario personaje cangués nada mejor que remitirnos a un artículo publicado en el año 1921 por el citado Gumersindo Díaz Morodo “Borí” en la revista “Asturias” de La Habana (Cuba):

“Voy a remediar una injusticia; que injusticia y muy grande implicaría silenciar determinados actos dignos del mayor encomio. Voy a hablaros de un “americano” como vosotros, de un alma altruista que desde hace años está haciendo en beneficio del concejo más, mucho más que hicieron en un siglo todos los politicastros que padecimos. Voy, en fin, a descubriros a un sembrador de cultura: don Marcelino Peláez, nacido en el pueblo de Onón.
¿No os suena ese nombre, verdad? No es extraño que para la mayor parte de vosotros sea desconocido. Muy niño emigró a la Argentina don Marcelino, lanzado a la ventura sin más bagaje que sus arrestos de luchador. Y en lucha estuvo años y más años; e indudablemente en el largo período de emigración palparía miserias y más miserias, presenciaría incontables tragedias y padecería no poco, aleccionándose diariamente en los propios dolores y en los dolores ajenos.
Venció a la adversidad, y derrochando energías consiguió labrarse una regular fortuna. Y hastiado de tanto bregar, buscando algo del merecido descanso, retornó al nativo solar, sin suponer que aquí también tendría mucho que luchar, lucha acaso peor que en las pampas argentinas; lucha contra el abandono, la rutina y la incultura. Vio que en su pueblo continuaba todo igual, en estancamiento mortal; que si hacía cuarenta años, cuando emigró, la escuela en que aprendió las primeras letras se hallaba instalada en infecta cuadra, en el mismo o aun peor local continuaba. Tendió la vista en derredor, y en todos los pueblos del concejo se le presentó el mismo cuadro de desolación: el mismo abandono y la misma incultura. Los niños de hoy, los emigrantes de mañana, continuarían la triste historia de rodar por las Américas sin conocer las más rudimentarias nociones de instrucción, condenados así a una vida de esclavos, como si sobre todos pesase una maldición.
Vio claramente la causa del mal, y no vaciló. Se dirigió al Ayuntamiento y expuso su proyecto, un bello proyecto suyo. Anunció que se proponía construir en su pueblo un edificio para escuela, y que daría una subvención de mil o más pesetas a cada uno de los pueblos del concejo que quisieran levantar casa escolar.
El caciquismo que entonces padecíamos acogió con indiferencia los proyectos del señor Peláez. No les convenía a estos politicastros que se construyesen escuelas. La escuela implica instrucción, cultura, y de terminarse con el analfabetismo, se terminaba también con el reinado del caciquismo.
Ante esta hipócrita y encubierta oposición caciquil -oposición que más tarde quedó vergonzosamente demostrada-, tampoco se arredró don Marcelino, que tiene temple de acero, como buen serrano. En su pueblo, y al lado de su humilde hogar, empezó la construcción de un elegante y adecuado edificio para escuela, inaugurado recientemente, y de cuya obra podéis formar idea por las fotografías que acompañan a esta crónica. Al mismo tiempo concedía importantes subvenciones a los pueblos que se comprometían a levantar edificio escolar, gastándose en todo esto no pocos miles de duros.
Así es don Marcelino: un apóstol de la instrucción, un sembrador de cultura. Vosotros, los cangueses que por las Américas os halláis, ¿no os creéis en el deber de solidarizaros con esta obra del señor Peláez? Nadie mejor que vosotros sabe -pues la experiencia os lo enseñó- que sólo en la instrucción se hallan las armas capaces de vencer en la lucha por la vida. Si por las actuales circunstancias de crisis económica no podéis por el momento demostrar vuestra solidaridad en forma material, es decir, contribuyendo a extender el apostolado de don Marcelino, podéis, sí, demostrarle vuestra adhesión espiritual, con el alma y el corazón. Que dondequiera que exista una agrupación canguesa figure en cuadro de honor el nombre de don Marcelino Peláez.”

La opinión de Gumersindo Díaz Morodo “Borí” era compartida por otros muchas personalidades canguesas de su tiempo, como el reputado maestro don Ibo Menéndez Solar.

Hasta tal punto que el Pleno del Ayuntamiento de Cangas del Narcea, en su sesión del día 14 de mayo de 1932, acordó por unanimidad poner el nombre de Marcelino Peláez Barreiro a la mejor de las calles que se abriese en el ensanche originado con la entonces reciente demolición del antiguo convento de las Dominicas situado en la calle Mayor. El acuerdo dice literalmente lo siguiente:

«El Sr. Alcalde leyó la siguiente mención: “Al Ayuntamiento de Cangas del Narcea. Mario de Llano González, alcalde presidente de este Ilustrísimo Ayuntamiento, al dar cuenta a la Corporación de una carta recibida por D. José Villa Suárez, de Don Marcelino Peláez Barreiro en la que ofrece 25.000 pesetas para la construcción de las escuelas graduadas de esta villa, así como otras varias subvenciones para otras nuevas escuelas del concejo, siguiendo en su cariño por el mismo y con amor a la instrucción, se cree en el deber, lo que hace con sumo gusto, de proponer a la misma lo siguiente:
1º. Que conste en acta la gratitud de este concejo, representado por su Ayuntamiento, a D. Marcelino Peláez Barreiro, mandándole oficio en que conste este acuerdo.
2º. Que siendo merecedor a que figure su nombre en el rotulo de una calle, como recuerdo a su buena obra y ejemplo de ella, se cambie el que hoy tiene la Plaza del Mercado o Toreno por el de D. Marcelino Peláez, dándole también cuenta de ello.
Cangas del Narcea, 13 de mayo de 1932. Mario de Llano”.
Conformes todos los presente con el fondo de la proposición leída, se discutió el punto de cual había de ser la calle dedicada al Sr. Peláez, acordándose por unanimidad que lo sea la mejor de las que se abran en el ensanche originado con la demolición del antiguo convento.»

Este acuerdo, tomado hace ya más de ochenta y tres años, nunca se ejecutó, y en la actualidad don Marcelino Peláez Barreiro no tiene ninguna calle ni plaza con su nombre. Desde “El Tous pa Tous” seguimos pensando que esta persona es merecedora de ella para recordar su generosidad a favor de la educación y la instrucción pública de los habitantes del concejo de Cangas del Narcea en los años veinte y treinta del siglo pasado, periodo en el que se construyeron gran número de escuelas, debiendo sumarse a este fomento de la enseñanza las importantes donaciones que también hizo al Hospital Asilo de Cangas del Narcea.

Por ello, para remediar el olvido que cayó sobre don Marcelino Peláez Barreiro, así como la injusticia que se cometió con este filántropo, “El Tous pa Tous” va a colocar el próximo 10 de octubre una placa de bronce a su memoria en la fachada lateral derecha del edificio de la calle Maestro Don Ibo, en cuya planta baja se ubica el negocio “La Cabaña”, siendo dicha calle la vía más importante de las que se hicieron en el solar del antiguo convento de las Dominicas.

Pero considerando que ese Ayuntamiento también debería de hacer algo para remediar su desmemoria, cumpliendo así con el referido acuerdo plenario adoptado por unanimidad de todos los miembros de la Corporación municipal de 1932, es por lo que “El Tous pa Tous” interesa que a la plazoleta existente entre las calles Maestro Don Ibo y Las Huertas (precisamente en la que se colocará la placa en su recuerdo, cuya plazoleta también está en terrenos en su día ocupados por el convento de las Dominicas y además siempre ha sido un espacio público innominado) se le dé el nombre de Marcelino Peláez Barreiro.

Por todo lo cual SOLICITA de ese Ayuntamiento que, teniendo por presentado éste escrito, se sirva admitirlo y, en su virtud, dicte Resolución otorgando el nombre de “Marcelino Peláez Barreiro” a la plazoleta existente entre las calles Maestro Don Ibo y Las Huertas de la villa de Cangas del Narcea.


Recuerdo a una maestra

Grupo de maestros de Cangas del Narcea en 1961. Lola está detrás de la única niña que aparece en la fotografía, su sobrina Casilda Flórez Menéndez.

El sábado 26 de septiembre, a las 11 h., se enterraba en Cangas del Narcea a Dolores Menéndez Martínez, “Lola”, que fue maestra durante muchos años en Cangas y su concejo, dejando un gran recuerdo entre sus numerosos alumnos por su entrega y vocación en la labor de enseñar.

Lola nació en Casa el Calvo de Santa Catalina el 26 de diciembre de 1924 y murió en Oviedo el 24 de septiembre de 2015. Estuvo en las escuelas de Riodeporcos (Ibias) y Linares de Allande, en El Otero, Adralés y El Reguerón en Cangas del Narcea, y se jubiló en El Resbalón en Lugones.

Mujer optimista, gran lectora y portadora de mucha fuerza, estuvo en el mes de mayo pasado, con 90 años de edad, en Dublín visitando a sus sobrinos nietos Esther y Miguel, y el día del Carmen vio la última Descarga desde su casa de Santa Catalina.


CARTA A LOLA
Esther Flórez Solarana

Lola en Dublín, mayo de 2015

El destino es así, y a veces no nos queda más remedio que aceptar que los caminos se tienen que separar; aceptar que no existen infinitas autopistas rectas. Pero antes de soltar tu mano y seguir caminando quiero decir en voz alta esa palabra que tanto nos cuesta pronunciar: gracias.

Gracias a ti, que has dado tu vida a los demás sin importar el cómo ni el por qué. Gracias por enseñarnos a vivir por nosotros mismos, pero sobre todo por nosotras mismas. Gracias por enseñarnos que la vida no es una, pues mientras abras un libro podrás robar millones de aventuras y hacerlas tuya. Gracias por enseñarnos que la justicia es posible, siempre y cuando se luche por ella. Gracias por enseñarnos a no creer lo primero que dicen las noticias, por querer saber más. Gracias por enseñar en el aula que dos más dos son cuatro, pero que en la vida dos más dos pueden ser cinco, quince o veinticinco, ya que en la vida todo es posible si trabajamos por conseguirlo.

Lola con sus sobrinos nietos en Dublín, mayo de 2015

Gracias por enseñarme el poder de la palabra, el enigma de las matemáticas y la belleza de la vida. Gracias por enseñarme a jugar, por enseñarme a soñar. Gracias por enseñarme a ser yo. En fin, gracias por enseñar, por ser catedrática en la Universidad de la vida.

Puede que mis palabras sepan a poco, por ello permíteme que robe unas letras al más grande, al que conquistó tu alma cuando aún eras una niña.

“Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba; porque o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza, su buen escudero”.

Lola, gracias por habernos hecho formar parte de ti, de tus añoranzas, de tus aventuras, de tus anécdotas, en definitiva, de tu historia.

Hasta siempre.


Banda de música de Cangas del Narcea

Los primeros datos documentales conocidos de una agrupación musical o Sociedad Filarmónica en Cangas del Narcea datan de 1854. Estas agrupaciones estaban, más o menos, subvencionadas por el Ayuntamiento y llegaron a contar con más de treinta músicos.

Banda Municipal de Música (1904 – 1967)

Banda Municipal en el patio de las escuelas en la calle Mayor, director José Castro, 1908. Algunos componentes: Antón Arce, Arturo Pertierra, El Meca, Nicolás Reitán, Benito Castelao, Vicentillo, Pedro el Sacristán, Benigno Torgas, Rafael el Carralo, Pucheras, Jaime Graña.

En el año 1904, siendo alcalde José Pallarés, el Ayuntamiento de Cangas nombra por primera vez un profesor para dirigir la “Banda Municipal de Cangas”; el cargo fue ocupado por Bonifacio Pérez Ablanedo de manera interina. Se adquieren instrumentos, atriles, métodos de estudio, etc., se redacta un reglamento y ordenanzas, y se alquila un local para ensayar. Esta banda municipal dio su primer concierto público en 1906.

En febrero de 1907, estando al frente de la alcaldía Nicolás de Ron Flórez-Valdés, otorgan la plaza oficial de director a José de Castro, con un sueldo anual de 1.500 pesetas, quien desempeña este puesto hasta 1911.

De 1912 a 1919 la dirección corrió a cargo de distintos músicos: Benigno Díaz, Bonifacio Pérez y Lorenzo Menéndez; durante esta época la banda fue desapareciendo paulatinamente, actuando en alguna ocasión en que se reunían los músicos a tal fin.

La reorganización de la banda comienza en 1925, siendo alcalde Porfirio Ordás, nombrando para el cargo a Lorenzo Menéndez Alonso, insigne director cangués. Aquí comienza una de las épocas más gloriosas del Banda Municipal de Música de Cangas, que duró hasta 1947 (con el paréntesis de la Guerra Civil), año del fallecimiento de don Lorenzo. En esta etapa de nuestra agrupación, las actuaciones fueron numerosas en la misma villa de Cangas, en varios pueblos del concejo, en Allande, Tineo, Salas, Grado, Oviedo y en todos los actos oficiales que la requerían. Los componentes oscilaban entre veintiséis y treinta y un músicos.

Al fallecimiento de don Lorenzo tomó las riendas de la banda el músico Justo Uría, y después estuvo en manos de Luis Tornillo, hasta 1950.

A partir de este año el director fue Manuel Salinero Rueda, de Herencia (Ciudad Real). En este tiempo del señor Salinero, la banda tuvo una época brillante: ofreció su primer concierto en el Teatro Toreno para presentar al nuevo director, participó en el desfile del día de América en Oviedo, y realizó numerosas salidas dentro y fuera de la provincia. Este director cesó a finales de 1954.

En 1950, siendo alcalde José María López Morodo, se formó el “Patronato Protector de la Banda Municipal de Música” para ayudar a sanear y hacer frente a los gastos ocasionados por la compra de varios instrumentos, llegando a tener un gran número de socios.

En el parque de Cangas, delante de el quiosco, años 60, director Juan José Urain. Benjamín, Mariano, Vicente, Pepe Cotorro, Juan José Urain, Lulo, Jose Pablo, Julio, Juan la Bombera, Luli, Marcial, Raúl, Pepe Ríos, Pipo Rancaño, José M. Hidalgo, Ángel Gancedo, Chapinas.

En el año 1955, bajo el mandato en la alcaldía de Manuel Álvarez Cosmen, se nombra director a Juan Ors Asensi, de Alicante (casado con una canguesa), que fallece repentinamente el 24 de agosto del mismo año, dirigiendo la banda en la localidad de Caboalles de Abajo (León). A pesar de su corta estancia entre nosotros, fue una persona muy querida por todos los cangueses, y muy en especial por los músicos que tocaban con él.

En 1956 se hizo cargo de la dirección de la banda municipal Juan José Urain Macazaga, natural de Deba (Guipúzcoa), que había aprobado la oposición nacional al “Cuerpo de Directores de Bandas de Música” y éste era su primer destino. Estuvo al frente de la agrupación hasta 1967, fecha en que desapareció la Banda Municipal de Música debido, entre otras cosas, a una ley del gobierno que obligaba a los ayuntamientos a incluir en sus plantillas a los músicos que la integraban, con el sobregasto que ello suponía para las arcas municipales, que fue imposible de asumir. Por esta fecha era alcalde José Flórez Sierra.

Directores y músicos de la Banda Municipal de Música (1904 – 1967)

Directores:

Bonifacio Pérez Ablanedo, José Castro, Lorenzo Menéndez Alonso, Luis G. Tornillo, Manuel Salinero Rueda, Juan Ors Asensi y Juan José Urain Macazaga.

Músicos (con los nombres conocidos en Cangas):

Patio del Ayuntamiento, año 1952, director Manuel Salinero. Benjamín el Serrano, Layo, Vicente el Nenín, José Reguerón, Pepe el Sastre, Suso, Pepe Ríos, El Pinche, Caneo, Justo, Manuel Salinero, Lolo Gloria, Kiko, Cándido Fuertes, Noni Sipleta, Cándido Membiela, Neto, Quique Caneo, Tito, Pepín Ríos, Raúl Arbas y Manolín el Roxo.

Antón Arce, Arturo Pertierra, El Meca, Nicolás Reitán, Benigno Díaz López, Pedro el Sacristán, Benigno Torgas, Rafael el Carralo, Pucheras, Vicentillo, Jaime Graña, Benito Castelao, Ignacio Castelao, Cañita, Pepón del Aire, Santiago Pepenitos, Talo Marinero, Pepe Lola, Abilio el Ruxio, Quin de Colón, Pepe Natalio, Chano Caneo, Cándido Reitán, Pepe don Matías, Manolo Carolo, Jesús el Pinche, Felipe el Jopo, Justo Uría, Bolívar, Domingo Otero, Luis Queipo, Manolín de Santana, Pepe la Osa, Juacona, Catalín, Sandalio Gurdiel, Antonín de Zoila, Lili el Carralo, Pepín el Pesqueiro, Senén Uría, Joaquín Arias, Pepe Cureba, Benigno Ríos, Manuel Ríos, Talo, Rodrigo Juacona, Tano Juacona, Gil Juacona, Gerardo Tejón, Luis Tejón, Caneo, Ñan, Sotero, José Mª el Pinche, Noé Pachón, Sabino, César Generosa, Antón de Pepe el Madreñero, Lulo de Pepe el Madreñero, Pepe Ríos, Antón el Ruxo, Benjamín el Serrano, Pepe Corolo, Manín Pachón, Layo, Negrito, Pepe el Sastre, Agustín de Corias, Manolín Arbás, Raúl Arbás, Antonín de Siro, Felipe el Jopo (hijo), Vicente el Nenín, Kiko Juacona, Lolo Gloria, Cándido el Mesón, Neto, Suso Mourán, José Reguerón, Gión, Marino, Óscar de Mohina, Tito, Manolín Latas, Pepín Ríos, Manolín el Roxo, Chapinas, César Ceide, David Reitán, Falinge, Parreño, Juaco el Patalico, Carlista, Pepe Gancedo, Falo el Carralo, Luis Casielles, Noni Sipleta, Manolito Salinero, Pepín el Serrano, Manolín Parreto, Pepe Parreto, Raúl Queipo, Marcial Queipo, Ignacio Esquisabel, Lulo el Bicho, Benito Carolo, Pepe Garabata, Juan la Bombera, Julio Gancedo, Ángel Gancedo, José Pablo, Secundino Barela, Pepe Piluco, Mariano, José Manuel Hidalgo, Paquito Extremeño, Vicente Arbolente, Ángel Precioso, Pepe Rueda, Pipo Rancaño, Julio Queipo, Víctor Gión (hijo), Pepe Iglesias, Pepe Cotorro, Jamín Capador, Mauro Corolo y Luli Corolo.

Advertencia: Faltan los nombres de algunos componentes de la primera Banda Municipal de Música. Asimismo, ruego disculpas si he omitido algún otro nombre, no es mi intención, pero la falta de listados o documentación oficial antigua no da para más.

Álbum de fotos de la banda municipal de música (1904 – 1967)


Banda de Música de Cangas del Narcea; Asociación Canguesa de Amigos de la Música (ACAM)

Instrumentos adquiridos por la Asociación Canguesa Amigos de la Música (ACAM) el 19 de abril de 1989 por un importe de 5.178.825 pesetas sufragadas por la empresa ALSA

En 1987, veinte años después de la desaparición de la banda municipal, un grupo de cangueses encabezado por José Cosmen, Cándido Álvarez Membiela, Secundino Cosmen, Ángel Luis Álvarez, Manuel Cosmen, José Uría, David A. Membiela, Fernando Graña, José Pablo, Pepe Gayón y José Pérez “Serranín”, se reúne para intentar recuperar para Cangas la tan añorada y recordada Banda de Música, pues siempre habían quedado en el corazón las actuaciones en las plazoletas, las procesiones y, como no, los bailes en El Paseo durante el verano.

En ese encuentro, entre otros acuerdos, se designa a Cándido Álvarez Membiela como secretario para que empiece de inmediato con todo el papeleo, pues la parte económica, que era lo más difícil de solucionar, la resolvería el grupo ALSA. A finales de ese mismo año de 1987, estaba constituida legalmente la Asociación Canguesa Amigos de la Música (ACAM), con estatutos y reglamento aprobados por el Gobierno Civil. La primera Junta Directiva tuvo como presidente a Secundino Cosmen y como secretario a Cándido Álvarez Membiela.

Se contrata al profesor Manuel Sánchez Cantón para dar clases de solfeo y de algunos instrumentos a los más de 140 alumnos inscritos, que deseaban pertenecer o al menos intentar ser componente de esa nueva banda de música que ya empezaba a ver alguna luz después de muchos años.

El alto número de jóvenes matriculados sorprendió muy gratamente a la Junta Directiva, pues el esfuerzo y el empeño para la recuperación de la banda había tenido una respuesta agradable y desbordante.

Banda de música en el patio del ayuntamiento en 1990. Director Gonzalo Casielles.

A principios de 1989 se contrata como director a Gonzalo Casielles. Nos ofrece en su presentación, a modo de tarjeta navideña, un pequeño concierto, el 31 de diciembre de ese mismo año, en el patio del Ayuntamiento (o palacio del conde de Toreno), que nos llenó de una inmensa alegría a todos los allí presentes. Cuando Gonzalo Casielles acepta la propuesta de ACAM estaba ejerciendo como profesor de trompeta en el Conservatorio de Avilés. Estuvo al frente de la banda hasta 1996.

Juan Manuel Díaz “Lito”, catedrático del Conservatorio Superior de Música “Eduardo M. Torner” de Oviedo, fue el sustituto del Sr. Casielles. Se hizo cargo de la batuta de dirección desde 1997 hasta octubre de 2014. La llegada de “Lito” fue clave para la creación de la Escuela de Música de la Asociación, que lleva impartiendo clases de solfeo y de instrumento a varios cientos de jóvenes.

En octubre de 2014 continúa en la dirección de la banda Marcos Malnero, que cursó estudios en el Conservatorio de Música “Eduardo M. Torner” donde obtuvo los títulos de piano, trombón, solfeo y teoría; actualmente es profesor de trombón del Conservatorio de Avilés.

Desde la creación de esta nueva Banda de Música de Cangas del Narcea, esta formación ha realizado numerosas actuaciones, destacaremos las siguientes: los Festivales de Bandas del Principado de Asturias; desfile del Día de Asturias en Gijón; desfile del Día de América en Oviedo; concierto del Día de Asturias en los actos de La Morgal organizados por el Gobierno del Principado de Asturias; conciertos en Mieres, Avilés, Salas, Tineo, Belmonte, Pola de Allande, Pola de Siero, La Felguera, Benavente (Zamora) y La Pobla Larga (Valencia); conciertos de Música en la calle en Oviedo y Avilés; concierto en el Auditorio “Príncipe Felipe” de Oviedo; tres conciertos en L’Absie (Francia); concierto en el Parque del Retiro en Madrid; concierto de la grabación de un documental para el Canal Internacional del TVE; procesiones, desfiles y conciertos en el propio concejo de Cangas del Narcea, tanto en la calle como en el Teatro Toreno. El primer presidente de la asociación ACAM, Secundino Cosmen Adelaida, continuó ejerciendo dicho cargo hasta su fallecimiento en junio de 2000. En esa fecha, la Junta Directiva nombra presidente a José María Flórez de Uría, que estaba ejerciendo el cargo de vicepresidente, y permanecerá en la presidencia hasta marzo de 2004.

El 26 de marzo de 2004 es nombrado presidente Ángel Luis Álvarez López, que desde 1990 había desempeñado los cargos de secretario y vicepresidente de ACAM; continuó como presidente hasta octubre de 2014.

Desde esta fecha, la presidenta es Alicia Arias Fernández, que ejercía con anterioridad el cargo de vicepresidenta. La banda de música, siempre muy vinculada con la villa de Cangas y en especial durante los festejos del Carmen, está integrada por esforzados y buenos músicos. Consideramos importante rendirles un pequeño, pero muy merecido homenaje, citando los nombres de quienes durante más de cien años nos han hecho disfrutar con sus actuaciones.

Directores y músicos de la Banda de Música de Cangas del Narcea; ACAM (1989 – 2006)

Banda de música en el patio del ayuntamiento en 1993. Director Gonzalo Casielles.

Directores:

Gonzalo Casielles, Juan Manuel Díaz “Lito” y Marcos Malnero.

Músicos:

Marta Arbás, Caraduje, David Crespo, David Membiela, Mónica, Felipe, Jorge, Mª José, Chema, Melinda, Ana, Óscar, Belén, Luis Fernando, David Uría, Luis Pasamonte, Rubén Uría, Silvia, Marcelino, Alicia, Dani Uría, Olaya, Felipe Sierra, María Luiña, Rocío, Pepe La Espina, Laura, Aroa, Pablo, Alejandro, José Antonio, Luis, Abel Freire, Jaime, Iván Granados, Rosalía, Isaira, José Luis, Marta, Benito Sierra, Natalia, Adán, Merce, Gemma, Toni Freire, Akira, Ángeles, Juan Pedro, Mario, Eli, Elpidio, Andrés, Joaquín Cachón, Dani, Sara, Eva, Jesús, Emilia, Sandra, Roberto Cristo, Germán, Roberto Cuervo, Montse, Tit, Noelia Fernández, María Luisa, Isabel, Silvia García, Rosalía Uría, Jesús Roney, Raquel, Anabel, Antonio, Noelia, Alejandro, Beto, Tino, Julio, Tania, Aliva, Adrián, Villa, Verónica, Marcos, María Fernández, Diana, Jeny, Lorena, Pablo, Almudena, Diana Adralés, Abrahan, Dani Carceda, Julio Gancedo, Claudia, María, Regina, Mateo, Emilio, Lanchares, Nélida Magadán y sus hijas Nélida y Tania Menéndez.

Álbum de fotos de la banda municipal de música; ACAM (1989 – 2013)


Curiosidades

  • Existen familias que estuvieron abuelos, padres y cuatro hijos (familia Juacona); padre, tres hijos y un tío (familia Carolo); de padres e hijos varias (Reitán, Carolo); tres hermanos (Gancedo), tres hermanos y un hijo (familia Ríos).
  • Gonzalo Casielles es hijo del músico Luis Casielles.
  • Don Lorenzo Menéndez estuvo dos veces de director.
  • Manolito Salinero era hijo del director Manuel Salinero.
  • Músicos que ejercieron de director por ausencia o falta de él: Benigno Díaz López, Justo Uría, Nicolás Reitán y Domingo Otero.
  • El grupo de músicos que formaron la orquesta “Nopal”, todos ellos fueron componentes de la banda.
  • Los principales componentes del grupo “Los Son de Arriba”, también pertenecieron a nuestra banda.
  • Músicos de la Banda, como Belén, Roberto Cuervo, Pablo, Dani clarinete, son hoy profesores de Conservatorio o están en orquestas sinfónicas por Europa u ofreciendo conciertos de solistas.
  • El músico Julio Gancedo es el único que perteneció a la Banda Municipal y a la de ACAM.
  • Varios componentes de la actual banda llevan en ella desde su fundación: David Membiela, Alicia, Titi, Ana, Caraduje, Rubén, Marisa y Tino.
  • Destacar la labor de Cándido Álvarez Membiela, gracias a su empeño, esfuerzo, trabajo, pasión y ganas, hoy podemos disfrutar de nuestra banda.

Pero yo no hice nada

El periodista cangués Tano Ramos durante una entrevista con motivo de la presentación de su libro `El caso Casas Viejas`

Bajo el título que nos ocupa, “Pero yo no hice nada”, incorporamos a la biblioteca digital del Tous pa Tous un relato que el periodista cangués, Tano Ramos, narra a partir de unos documentos que encontró sobre la historia de Ramón “el de la calle de Abajo”, de sus últimos meses de vida, como si el propio Ramón le hablase.

TANO RAMOS GARCÍA nació en Cangas del Narcea en 1958. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, inició su actividad periodística como reportero de agencias en Madrid y, en 1986, comenzó a trabajar para la agencia EFE en Oviedo. Al año siguiente se incorporó a la redacción del periódico LA VOZ DE ASTURIAS, de Oviedo, donde permaneció cuatro años. Volvió entonces a la agencia Efe como corresponsal y, desde 1997, trabaja en DIARIO DE CÁDIZ. En 2011 obtuvo el prestigioso Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias convocado por Tusquets Editores por El caso Casas Viejas, en donde reconstruye el levantamiento anarquista de Casas Viejas (Cádiz) en 1933 y la respuesta militar que este hecho provocó, que trajo la muerte de catorce campesinos y puso en serios aprietos al Gobierno de Manuel Azaña.


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Últimos salmos en Besullo

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Dina Rodríguez (Besullo, 1933-2014), la última descendiente de los primeros pastores evangélicos de Asturias.

El fallecimiento de Dina Rodríguez convierte en memoria a la última comunidad protestante de la Asturias rural. La localidad del suroccidente astur fue un pequeño reducto de libertad y tolerancia religiosa durante más de siglo y medio, y su iglesia-escuela de ‘Casa Xuacón’ sirvió para dar a conocer el reformismo del cristianismo evangélico y formar a generaciones de estudiantes de la que salieron la primera farmacéutica de España, Marina Rodríguez, los lingüistas y bibliotecarios Caridad, Juan y Lorenzo Rodríguez-Castellano y el dramaturgo Alejandro Casona.

En Besullo ya nadie recitará más salmos. Ni pasará las páginas de la vieja Biblia de 1870 que la Sociedad Bíblica Evangélica hizo llegar a Casa Xuacón hace siglo y medio. Dina Rodríguez, la última protestante de Besullo, ya descansa desde enero de 2014 en el cementerio de su fe, una huerta invadida por los helechos y con otras dos únicas lápidas, la de su hermano Manuel y la de su prima Ana María. El protestantismo en este rincón del suroccidente asturiano ya es historia.

Una historia mínima, pequeña, pero que ejemplifica la posibilidad de que la convivencia entre distintos y el respeto a los credos e ideas ajenas es capaz de sortear la intolerancia y la ignorancia de los fanatismos. Porque Besullo fue desde el último tercio del siglo XIX un pequeño reducto de libertad y convivencia religiosa, en el que católicos y protestantes se convencieron de que sus rezos se dirigían a un mismo Dios y que de poco servía el humo de las hogueras de tantos torquemadas.

Dos postales de aquel Besullo: la capilla evangélica se levanta contigua a la iglesia católica de San Martín y los más mayores aún recuerdan que Daniel Rodríguez, último pastor protestante hasta 1984 y padre de Dina, compartía partida de cartas y café con gotas con los curas de sotana y alzacuello.

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Protestantes de Besullo

Los Rodríguez de Besullo fueron los pioneros en traer al Suroccidente asturiano el mensaje de la segunda reforma protestante, un movimiento que dejó atrás los rescoldos del dogmatismo luterano para abrirse a los nuevos tiempos. No dejó noticia alguna el colportor Georges Brown, Jorgito el Inglés en su relato ‘La Biblia en España’, que distribuyese alguno de sus ejemplares por las tierras de Cangas y de Tineo.

La versión de la Biblia realizada por Cipriano de Valera, editada en 1870 por la Sociedad Bíblica, fue la que envió desde Madrid Manuel Rodríguez, tras abrazar la fe luterana, a su cuñado Antonio Rodríguez. Ahí nace la primera congregación protestante de Besullo, que se extiende también a la vecina localidad canguesa de Pumar. Superando trabas continuas, pese a la declaración de libertad religiosa recogida en la Constitución de 1869, la comunidad evangélica da sus primeros pasos y suma a varias familias que encuentran en el reformismo protestante y en la lectura directa de los textos bíblicos lo que el catolicismo negaba.

Fe y educación

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Versión de la Biblia realizada por Cipriano de Valera, editada en 1870 por la Sociedad Bíblica

Combatir el analfabetismo y la ignorancia fue el primer objetivo de aquellos primeros protestantes de Besullo. Aprender a leer y a escribir era la única fórmula para acceder directamente a los textos bíblicos, sin intermediarios ni exégetas. La capilla de Casa Xuacón se convirtió también en colegio, donde los hijos de las familias evangélicas, pero también las de las católicas, acudían a recibir las primeras letras. Después, los más adelantados tuvieron la oportunidad de asistir a las aulas de colegios protestantes ‘El Porvenir’, fundado por el médico alemán Federico Fliedner, y el ‘Instituto Internacional de Señoritas’ que creara el matrimonio estadounidense Gulick.

En estos centros se impartía una educación alejada de los dogmatismos del cristianismo trabucaire y allí se formaron hombres y mujeres de ciencias y letras. Marina Rodríguez se licenció en la Universidad Central de Madrid en 1900 como la primera farmacéutica española; Lorenzo Rodríguez-Castellano se convirtió en una referencia de la biblioteconomía y de la filología, al igual que sus hermanos Caridad y Juan, dedicados a la investigación y a la enseñanza de la literatura española en varias universidades estadounidenses. Alejandro Casona, de primer apellido Rodríguez, era hijo de un protestante de Besullo que abrazó el catolicismo. Sin embargo, Casona mantuvo vivo el contacto con la comunidad evangelista en sus habituales visitas al pueblo paterno.

No es casual que muchos progresistas españoles, alérgicos al adoctrinamiento católico escolar, buscaron en los colegios protestantes otros tipo de enseñanza: los hijos de Pablo Iglesias se formaron en ‘El Porvenir’, mientras que el ovetense Indalecio Prieto estudió en el colegio protestante de Bilbao.

El alemán de Besullo

Federico Fliedner tuvo un papel esencial en la consolidación de la comunidad protestante de Besullo. Desde que tuvo conocimiento de su existencia se volcó en prestar todo tipo de ayudas y dio a conocer el nombre de Besullo por Europa con los informes enviados a sus amigos en las Hojas de España. En una de las primeras comunicaciones relataba que “en el centro de la costa norte de España está el reino de Asturias y no lejos de su límite occidental, la cabeza de partido Cangas de Tineo. A unas horas de distancia, en medio de las montañas, en el apacible pueblo de Besullo hay una pequeña congregación”.

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Manuel Rodríguez en el cementerio protestante de Besullo donde hoy está enterrado junto a su hermana Dina y una prima, entre otros.

Fliedner, médico y misionero reformista alemán, la visitaba asiduamente y conocía la realidad de los habitantes de las zonas rurales. “Muy triste era la situación en los montes de Asturias, y también en la aldea de Besullo… morían las personas de agotamiento y hambre, y cuando además una gran nevada cubrió montes y valles, haciendo imposible toda comunicación, la necesidad apremiante partía el alma…”, anota en una de sus Hojas de España distribuida entre las federaciones protestantes europeas.

Fliedner y el matrimonio Gulick vieron en Besullo no sólo un territorio de misión. De aquella pequeña comunidad salieron varios pastores que extendieron la fe evangélica por otras regiones de España. Uno de los más nombrados fue Daniel Rodríguez, que pronto destacó y fue enviado a estudiar teología en L’Oratorie de Ginebra. En 1897 fue ordenado pastor, siendo destinado a la iglesia de Jesús de la calle Calatrava de Madrid, una de los primeros templos protestantes españoles. Dos años más tarde fue nombrado pastor de Reus para posteriormente ejercer en diferentes ciudades de Francia, incluso en el frente de la Primera Guerra Mundial con el ejército galo.

La procedencia canguesa marcó la trayectoria de Daniel Rodríguez en sus diferentes destinos y la publicación Le Christianisme au XXe lo define como “pastor sumamente consagrado, concienzudo y modesto, que sin ruido, sin alarde, realizó una obra espiritual profunda. De temperamento robusto, lleno de energía y de celo visitaba mucho a sus feligreses y recorriendo las montañas (…) sabia penetrar libremente en todos los hogares y ganarse la simpatía de los aldeanos”.

Besullo fue también un ejemplo de convivencia cívica. Alejandro Rodríguez, protestante, se convirtió en alcalde de la localidad durante la II República y destacó por impulsar instalaciones públicas, como la escuela o la carretera con Cangas del Narcea, entre otras muchas. Una convivencia vecinal que perduró en la dura postguerra, pese a las imposiciones del nacional-catolicismo de la dictadura franquista.

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Manuel y Dina Rodríguez en la escuela-capilla de Casa Xuacón

El declive de la comunidad evangélica de Besullo se produjo en los años 50 del siglo pasado, parejo al éxodo rural hacia las cabezas de comarca y las zonas industriales. Pese a todo, los Rodríguez, los Castellano, los Brixiel, los Ferreiro y otras familias mantuvieron viva la pequeña congregación durante el siglo XX, hasta que en 1984 la muerte del pastor Daniel Rodríguez, padre de Dina, dejó limitada la actividad a una celebración litúrgica anual a la que acudían miembros de iglesias de Oviedo, Gijón y Avilés.

La escuela-capilla de humildes cruces de madera, pupitres envejecidos y carteles con citas evangélicas, y el cementerio custodiado por una sebe descuidada son ya las únicas huellas del Besullo protestante. Manuel y Dina Rodríguez fueron sus custodios en los últimos veinte años. También cuidaron de los textos religiosos heredados de sus mayores, como esa Biblia de 1870. Hasta hace muy poco, el pasado 6 de enero, aún los vecinos oían entonar a Dina los salmos aprendidos de los suyos. Fueron los últimos salmos de Besullo. Hoy sólo quedan tres lápidas, las piedras y la memoria.


Artículo publicado en Asturias24, mayo, 2014. Autor: Rafael Ardura Suárez (Carrespientes/Mieres, 1961) es licenciado en Historia y se dedica a la enseñanza desde hace treinta años.


Ruta de montaña por Cangas del Narcea (De Santa Ana a La Viña)

Hoy toca de nuevo salir de ruta y crestear algunas montañas de Cangas del Narcea. Preparo una merienda rápida para comerla a media ruta en la capilla de Bordondio y salgo dirección al pueblo de Santa Ana (731 m) donde dejaré el coche para empezar a caminar en dirección a la sierra de Santa Isabel, pasaré por Santarbás (889 m) y seguiré bordeando los pueblos de Abanceña y Escrita para finalizar en el pueblo de La Viña en el río del Coto.

Una vez más fotografiaré todo lo que me llame la atención y aportaré detalles llamativos que me ofrezca la ruta. Espero que sea entretenida.

Grupo de montaña Piélago en la ermita de Santa Isabel

Empiezo la ruta en el alto de Santa Ana, antes de dirigirme a la sierra de Santa Isabel visito el mirador de Piñolo en la zona denominada de Bocherón, debajo del pueblo de Santa Ana. Desde este montículo se ve muy bien el valle del Narcea, todavía se conservan algunos muros derruidos que señalan el lugar donde se dice que estuvo ubicado el castillo del Conde don Piñolo; este lugar misterioso y extraño aún conserva su aspecto de fortaleza inexpugnable. Es muy interesante visitar este mirador ya que abre unas vistas hacia el valle con un dominio espectacular del Monasterio de Corias y de la villa de Cangas, todo esto coronado por el cordal de montañas que bordean este concejo por el sur; entre estas montañas una vez más destaca en el horizonte el pico Caniellas con su forma piramidal.

Vistas de Cangas desde la sierra de Santa Isabel

En esta peña histórica del Mirador Piñolo se considera que estuvo el castillo del Conde cofundador del Monasterio de Corias, cuya iglesia fundacional data del sigo XI, nada menos que en los años 1031-1043. Esta iglesia fue descubierta recientemente en las obras que se hicieron para restaurar el monasterio como Parador Nacional. En este monumento Nacional están enterrados los fundadores, condes Don Piñolo y su esposa Aldonza, también se considera que están enterrados el rey D. Bermudo I y su mujer; otra versión dice que el sepulcro real puedo ser un invento de la comunidad monástica en época medieval para acrecentar la gloria de los orígenes del monasterio.

Estando en este mirador y con un poco de imaginación, uno se puede trasladar a esas épocas convulsas donde los reyes astur-leoneses y las gentes de estas zonas apartadas, vivían vigilantes, controlando el terreno reconquistado desde estas estratégicas atalayas.

Este mirador hoy me sirve para hacer una fabulosa fotografía del valle de Cangas del Narcea con el Monasterio de Corias en primer plano.

Pastizales de Trones

Tras este paréntesis, retomo la subida al pueblo de Santa Ana y empiezo la ruta por un camino que parte a la izquierda de las primeras casas del pueblo y que me dirige a la ermita de Santa Isabel (875 m). Desde esta ermita hasta el alto de Santarbás (889 m) el camino se suaviza y transcurre entre pastizales y prados de altura, dejándome ver por mi izquierda vistas a Cangas, a la sierra del Acebo y por mi derecha se levantan desnudas las sierras de Iboyo y de La Pila.

Pueblo de Trones

Llego al Alto de Santarbás, este alto es un cruce de caminos que permite dirigirse hacia Cangas, hacia Trones y hacia la sierra de Abanceña; decido tomar dirección a Trones para coger agua en la fuente de Linares y vuelvo sobre mis pasos, para continuar la ruta ascendiendo hacia el pico Latrene (1.037 m) , desde aquí el camino llanea ondulante por el mar de pastizales que hay a ambos lados de la sierra, estos pastizales dibujan un contraste perfecto entre el verde de los campos y el oscuro de los grises de las montañas circundantes.

Besullo

En la zona de Peñas Altas me desvío a comer a la ermita de Bordondio, situada en medio del desierto verde de los pastizales del pueblo de Trones. Tras una buena merienda y una buena siesta a la sombra de los árboles de la ermita, retomo el camino hacia las Peñas Padrún (1.122 m); estas peñas cámbricas se alzan como dos mudos testigos de los grandes esfuerzos geológicos que levantaron estas montañas; en estas peñas hago mi tercera parada ya que la visibilidad desde este enclave es espectacular, girando 360 grados sobre las peñas nada se interpone entre mí y el horizonte, disfruto de una buena panorámica de las sierras de Iboyo y Cazarnosa, del río Arganza que corre libre por poco tiempo hasta el embalse de Pilotuerto, también se ven los pueblos de Besullo, Irrondo y Cerecedo de Besullo. Esto me recuerda que tengo que visitar en el pueblo de Cerecedo a Delfina de casa Cascarín. para que me cuente historias sobre la posguerra y como era la forma de vida en estos pueblos en tiempos muy difíciles. (Esto será otro artículo que titularé: “Supervivientes, Delfina la filandera de Cerecedo de Besullo”.

Perfil de la ruta desde Cerecedo de Besullo

Volviendo sobre las vistas de las Peñas Padrún lanzo una mirada infinita sobre el horizonte y veo la ruta andada. En esta parada me tomo mi tiempo saboreando la brisa y agradando la vista con el contraste de colores verdes, marrones, azules, blancos, pliegues, montañas, anticlinales, sinclinales, pueblos; solo falta el mar para ser completo este momento. Diviso el pueblo de Tineo, la fana de Genestaza, los molinos gigantes blancos que domestican el aire en la sierra de Los Lagos, en primer plano se ven los pueblos de Abanceña y Escrita, también se ven los límites de los pastizales de Escrita y Villar de Bergame. Como dato curioso creo recordar que en Villar de Bergame vive Olga; una mujer conocedora de las propiedades medicinales que tienen las hierbas del contorno, conocimientos que heredó de su suegra y que aplica para tratar con éxito la cura del herpes.

Panorámica desde Peñas Padrún

Bajando de las Peñas Padrún, antes de incorporarme a la ruta principal me desvío un poco por la pista que baja al pueblo de Las Avelleras y de repente se presenta ante mi una panorámica completa del valle de Las Montañas, aquí animales salvajes, ganado domesticado y hombres conviven desde tiempos inmemoriales en este valle húmedo. En esta zona, la naturaleza se ve poco alterada por la mano del hombre; bueno esto no es del todo cierto ya que al lado de San Félix de Las Montañas se ve un fabuloso tajo o corta artificial que nos recuerda tiempos pretéritos donde los romanos utilizaron toda su ingeniería para expoliar el oro de estas montañas.

Según los cálculos se movieron tres millones de metros cúbicos de montaña en esta zona. Para hacer esto sin maquinaria se necesita mucha mano de obra; no dejo de imaginar a nuestros antepasados transitando desde sus castros hacia esta mina para extraer el vil metal exigido por el imperio.

Pueblo de Escrita

Me queda la buena sensación que estos romanos no pudieron someter del todo a nuestros antepasados ya que por la fuerza se enfrentaron a caudillos astures indomables como Liranto en oriente, Gauzón en el centro y Asur en Occidente, que obligaron a las legiones de Augusto la amarga necesidad de pactar las paces. Parte de estos pactos permitirían a estos trabajadores de la zona ser libres y por lo tanto trabajar por una especie de sueldo. Bueno,… esto son especulaciones mías pensando que los asturianos siempre fuimos muy cojonudos.

Valle de Las Montañas

Para saber la realidad de la minería romana en la zona, hay que buscar referencias de varios autores latinos; entre ellos Silio Itálico, que cantó la Segunda Guerra Púnica entre los años 88 y 89 y asigna a Asturias un puesto prominente en la explotación del oro, describe al minero local como de tez amarillenta con gran parecido al oro.

Pero el gran divulgador de la riqueza aurífera de esta región fue Plinio el Viejo, éste señala que se extraían unas veinte mil libras romanas anuales, esto es, unos seis mil quinientos cuarenta kilos de oro y que en parte corresponden al solar de Asturias (esencialmente Asturias y León).

Explotación romana de oro en San Félix de las Montañas

Es difícil evaluar la incidencia de la minería del oro durante la romanización, pero teniendo en cuenta el numero de “cortas” conocidas y que la ley de los yacimientos primarios está comprendida, por término medio entre 0,5 y 3,5 gr/Tm, Sánchez Palencia infiere que se han movido unos setenta y cinco millones de metros cúbicos de materiales (por seiscientos setenta y cinco millones en todo el NO), lo que proporciona una cifra de doscientos treinta mil kilos para el oro extraído en Asturias durante la dominación romana.

Cuando se va de turismo a Italia y se visitan las grandes obras del imperio tenemos que recordar que gran parte de éstas se pagaron posiblemente con el oro que nos llevaron los romanos de Asturias, bueno,… esto también es una especulación mía.

Geológicamente, la explotación de San Félix se trata de un yacimiento primario donde se presentan diques de lamprófidos y de albititas que parecen formar parte del cortejo filoniano de rocas ígneas no aflorantes. En esta corta se presentan brechas de relleno de fisuras, de tonalidad blanquecina, constituidas por cantos de albita y cuarzo.

Braña de La Viña

Se nota que me gusta el tema pero no me enrollo más, ya que debo seguir camino en ruta hacia el pueblo de La Viña. Dejo el valle de Las Montañas y vuelvo sobre la ruta original bordeando el pastizal de Escrita por su parte más alta dirección a Vega de la Mula (1.137 m), continuando este camino me lleva hasta la braña de La Viña (1.007 m). Esta braña es posiblemente el enclave ganadero mas llamativo de la zona y tiene unas características muy peculiares que la diferencian de otras brañas. En las construcciones del conjunto ganadero alternan cuadras para guardar el ganado y hórreos para almacenar productos.

Conjunto de hórreos y brañas de La Viña

Bajando hacia la braña veo sombras que dejan imaginar entre los arbustos lejanas miradas de algún animal que me extraña y que posiblemente sea un corzo. Sigo bajando y ya la niebla se va disipando dejando ver el conjunto de hórreos y de brañas de La Viña. La braña está encaramada a 1.007 m de cota, sobre una pudinga carbonífera que está erosionada por ambos lados. Desde este montículo se domina hacia el sur la sierra de Peña Ventana, la sierra de Oballo y los abruptos perfiles que presenta el encajado y cerrado valle de La Viña.

Ganado en la braña

El conjunto ganadero está bien conservado, destaca un techo de uralita que hubiera sido preferible que fuera de losa como las demás del contorno (pero es mejor tener este techo a que este totalmente destruido). Los hórreos son muy llamativos y uno no está acostumbrado a ver estas construcciones fuera de los pueblos, situados en una braña de cuadras para el ganado, así que pregunto a un vecino cual es la función de estos hórreos en plena braña y me dice que antiguamente en la zona llana del monte se sembraba toda de trigo y de patatas y como el pueblo estaba tan lejos se almacenaban todos los productos en estos hórreos. También valen para albergar al brañero ya que dentro de los hórreos aún hay camas. Sintetizando, antiguamente se hacia vida en la braña, la mayoría del tiempo los vecinos de La Viña estaban trabajando en la zona alta y dormían en los hórreos.

Hórreo y braña

Tras disfrutar de este pequeño enclave ganadero empiezo la bajada hacia el pueblo de La Viña, esto se puede hacer por el camino que sale hacia la derecha de la braña, por una pista que suben los tractores o por el antiguo camino de la izquierda que baja bordeando el crestón de pudinga; aconsejo bajar por este camino viejo ya que esta menos alterado y es más espectacular.

Bajando este camino por fin llego al pueblo de La Viña con sus casas de entramados de madera, saco una fotografía y termino la ruta en la carretera del Coto donde me esperan para bajarme a Cangas.

Antes de marchar no se debe dejar de visitar los pueblos de Vega de Hórreo y Monasterio del Coto que están prácticamente al lado de este punto final de la ruta.

Contorno del pueblo de La Viña en el río del Coto

Atendiendo a los nombres actuales de la zona, Monasterio del Coto, La Viña, Vegalagar (Vega del Lagar)…, todo indica que esto fue un reducto benedictino del convento de Corias y el terreno fue zona de viña propiedad del mismo convento.

La zona de La Viña es escarpada, muy pendiente, con poco horizonte de tierra y abundante en suelo pizarroso, es propicia para la explotación de la vid. Aún se puede imaginar uno la disposición de las viñas viendo las escarpadas y pendientes terrazas de pared de piedra que todavía se conservan en las laderas del pueblo.

Hoy es una zona con un encanto especial ya que el pueblo se encuentra encaramado sobre la ladera y protegido del norte por una majestuosa y solitaria muralla natural de brecha y pudinga que hace de esta zona un paisaje especial y diferenciado.


Pueblo de La Viña

ITINERARIO: Santa Ana – Santarbás – Escrita – Braña de La Viña – La Viña.

DISTANCIA: 15 Km. a Braña de La Viña y 2,5 Km más de bajada al pueblo de la Viña.
DURACION: 5h.

DIFICULTAD: Baja. (Ruta con pendientes muy suaves, para todos los públicos)


Leitariegos acoge la presentación de un libro del Siglo XIX hasta ahora inédito

El Puerto de Leitariegos, Cangas del Narcea. Octubre de 1977. Fotografía de José Ramón Lueje. Colección: Museo del Pueblo de Asturias (depósito de Pedro Lueje).

Algo más de cien años ha permanecido inédito el texto que el secretario del ayuntamiento de Leitariegos/Brañas, José Rodríguez Riesco envió a Bellmunt y Canella para su conocida obra sobre los concejos de Asturias.

Lo acaba de recuperar la asociación Tous pa Tous de Cangas del Narcea porque aporta numerosos datos sobre la vida cotidiana de un concejo que fue absorbido por Cangas en 1924. También incluye menciones a documentos que desaparecieron con la anexión y que muestran las constantes tensiones con el ayuntamiento vecino y la nobleza leonesa.

La existencia del concejo de Leitariegos está ligada al paso por el Puerto. En el siglo XIV el Rey concedió a sus vecinos el privilegio de no pagar impuestos ni ir a la guerra a cambio de ayudar a quienes tuviesen dificultades para franquearlo.

En su texto, José Rodríguez Riesco denuncia que la retirada del privilegio conduciría directamente a la despoblación. Por aquel entonces se construía la actual carretera que comunica Asturias con León y las autoridades consideraron que ya no era necesaria la ayuda de los vecinos.

El privilegio real permitió a Leitariegos/Brañas alcanzar una población que a finales del XIX, cuando Riesco escribía, rondaba los 350 vecinos, hoy son solo 60.


Noticia publicada en: www.rtpa.es

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José Avello Flórez, Cangas del Narcea y la identidad

Pepe Avello

Pepe Avello a la sombra del tejo de Regla de Cibea en 2014

En la vida, las personas nos movemos en dominios culturales donde actuamos de manera diferente y nos relacionamos con personas también diferentes. José Avello Flórez (Cangas del Narcea, 1943-Madrid, 2015) tuvo una vida rica en dominios: la universidad, el mundo literario, África, Argentina, Madrid, las amistades de esos lugares, las empresas, la familia,… y Cangas del Narcea, que fue su primer dominio y que va a ser al único al que me voy a referir aquí.

Me cuesta hablar de Pepe, porque todavía no me he hecho a la idea de que no estando aquí, en Cangas, no esté en Madrid, en su casa de la calle General Oráa, o de viaje. Nos veíamos poco, en semana santa o en verano, y tampoco hablábamos mucho por teléfono. Pero siempre que apretaba en los contactos del móvil “Pepe Avello”, siempre salía su voz, siempre estaba ahí para facilitarte cualquier cosa que le pedías, fuera lo que fuera.

Pepe era de esa clase de personas que logra que la vida sea más fácil para los demás y que consigue  que la Tierra sea un lugar agradable en el que vivir. Algunas de sus cualidades: gran lector, espléndido conversador y una de las pocas personas que conozco que todavía recomendaba libros y lecturas, hecho que agradezco mucho. También era un buen escritor. Autor de dos novelas: La subversión de Beti García (1984), que fue finalista del Premio Nadal en 1983, y Jugadores de billar (2001), que obtuvo el Premio de la Crítica de Asturias 2001, el Premio Villa de Madrid de Narrativa “Ramón Gómez de la Serna” 2002 y fue finalista del Premio Nacional de Narrativa 2001.

Fue desde muy joven un tipo despierto y observador. En 1960, a los 17 años, ganó el primer premio del Certamen “La realidad económica de España”, organizado por el Frente de Juventudes y al que habían concurrido un buen número de estudiantes de bachiller. Cursaba sexto de bachillerato en el Colegio del Corazón de María, de Gijón. Y el domingo 5 de junio de ese año apareció en el diario Voluntad, editado en esa ciudad, una entrevista que le hizo Daniel Arbesú. Algunas de las preguntas y respuestas de esa entrevista son las siguientes:

– ¿Cuándo has comenzado a preocuparte por la ciencia económica?

– Este curso, ya que tenemos diversas lecciones de economía en la Formación del Espíritu Nacional.

¿Qué es lo que más te inquieta?

– El bienestar de España. Un lógico afán de superación. Por eso titulé mi trabajo con el nombre de “Ansia”. Me gusta la economía por su gran condición humana.

[…]

¿Lees mucho?

– Mucho. Leer es una de mis aficiones.

– ¿Cuáles son esas aficiones?

– Aparte de la lectura, el estudio, el deporte y viajar.

[…]

¿Serán esos tus estudios universitarios?

– Mi ilusión es cursar las carreras de Derecho y Filosofía y Letras.

¿Qué te incitó a presentarte a este certamen juvenil sobre economía?

– El tema y su interés principalmente, y de manera subsidiaria la importancia del premio que me servirá de ayuda para mi próximo viaje al extranjero.

¿Qué viaje es ese?

– Está condicionado a que apruebe dentro de unos días la reválida. Si es así, iré a pasar tres meses por Inglaterra, a un campo de trabajo, y luego a Bélgica, Alemania, Suiza y Francia, para volver a España a cursar el Preuniversitario.

¿Es éste tu primer viaje largo?

– No. Ya el año pasado estuve por el verano en un campo de trabajo, en el Valle de Arán. Fue magnifico aquello; una estupenda convivencia con jóvenes extranjeros de nuestra misma edad. Aprendí mucho allí. El valor del trabajo y de la diversión, el esparcimiento.

[…]

Como economista en ciernes ¿qué crees tú que le falta a esa ciencia?

– Un poco de filosofía en su aplicación humana. Para mí, economía individual, más economía social, dan la perfecta amalgama de lo económico.

– ¿Cómo ves la economía española?

– Al año de la estabilización, ya se están dando los primeros beneficios. La economía actual es como una cuesta empinada, casi vertical, que todos los pueblos tratan de superar.

En esta entrevista ya están esbozados algunos de los intereses que mantendrá durante toda su vida: la lectura, el estudio, el viaje, las relaciones de amistad… Por otro lado, al inicio de la entrevista queda claro que él es natural de Cangas del Narcea.

Pepe, además, era pariente mío. Su padre, Nino, y mi padre, Pepe, eran primos carnales. Sus madres, Mercedes y Flora, eran hermanas e hijas de Manuel Morodo González, natural de Tremao del Couto, y Ramona Álvarez Antón, del Barrio Nuevo y oriunda de Adralés. Él era carpintero y comerciante, y hacia 1870 se estableció en el barrio de El Corral, formando parte de los nuevos pobladores que llegaron a esta villa de Cangas del Narcea a fines del siglo XIX procedentes de pueblos del entorno, de otros concejos próximos o de otras provincias españolas. Eran comerciantes, farmacéuticos, confiteros, médicos, funcionarios, emigrantes retornados de América, fondistas, relojeros, sastres, ebanistas, mamposteros, impresores, herreros, pirotécnicos, etc.

Todas estas personas formaron una sociedad nueva y variada, en una villa que era cabeza de distrito electoral y que estaba más relacionada con Madrid y Laciana que con Oviedo. Una población que tenía una fuerte personalidad, basada, entre otras muchas cosas, en su distancia de la capital de Asturias.

Cuando nació Pepe en 1943 aquella sociedad de sus abuelos ya languidecía. La guerra civil había supuesto un golpe muy duro, sobre todo para algunas familias, y se imponía el silencio. En aquel tiempo, la villa se preparaba para recibir otra nueva oleada de inmigrantes que llegaría a partir de los años cincuenta con la expansión de la minería.

En la villa de Cangas existía una numerosa clase popular en la que sobresalían personajes con una gran personalidad e inteligencia natural. Todavía no había llegado la televisión y predominaba una cultura oral que se desarrollaba en bodegas, tahonas, zapaterías…

“En esos años cincuenta y sesenta –escribe Pepe- aún perduraba en Cangas una cultura oral muy viva y en las barberías, en los talleres de zapatero, en las reboticas y, por supuesto, en las bodegas y en los cafés, se organizaban tertulias espontáneas en las que se cultivaba el arte de la conversación, el sentido del humor y el ingenio. Solían narrarse “historias de Cangas”, anécdotas y “cuentiquinos”, con sus personajes célebres y celebrados, y con sus dichos y expresiones peculiares que quedaban luego en la memoria colectiva durante años”.

En aquellas tertulias se expresaban razonamientos y comentarios, y se contaban historias y situaciones, a veces “inventadas o exageradas”, verdaderamente curiosas e ingeniosas. Como aquella que le ocurrió a una moza de Cangas, que había tenido durante la guerra un novio moro y pasado un tiempo recibió una carta suya. Abrió la carta y no entendió aquello. Se la enseñó a Lito Paneiro, uno de aquellos personajes sobresalientes, y le dijo: -“Esto es música, hay que llevársela a don Lorenzo”. Fueron en comitiva a casa de don Lorenzo, director de la banda de música, y éste les dijo: -“Esto no es música, es árabe”, y la carta nunca se leyó.

Muchas veces oí de pequeño a mi tía Matilde referirse a la “mona de Paneiro”, y siempre pensé que era una leyenda o una exageración. Hasta que leí en El Progreso de Asturias, de La Habana, una “Crónica canguesa” escrita por Gumersindo Díaz Morodo, Borí, en la que daba la noticia de que:

“Pasados doce años en la Argentina, se encuentra nuevamente entre nosotros el popular cangués Pepe Paneiro, siendo portador de una auténtica mona que hace las delicias de la tropa menuda canguesa” (10 de julio de 1923).

Así era Cangas. Una villa no solo peculiar en sus tertulias de bodega, sino en sus manifestaciones más públicas y conocidas, como La Descarga del 16 de julio, que es una de nuestras señas de identidad ¿Puede haber algo más estrambótico que la Descarga? La misma asociación que la organiza era bastante peculiar: una Sociedad de Artesanos de Nuestra Señora del Carmen, fundada en 1903, en la que no había ningún artesano, y que hasta hace unas décadas era una simbiosis entre asociación profana y cofradía religiosa.

A Pepe le fascinaba La Descarga. En su primera novela, La subversión de Beti García (1984), aparece mencionada en las primeras páginas y en 2013, refiriéndose a esta novela, declaraba en una entrevista: “La Descarga era una cosa mítica. Entonces yo dije, pues nada, le doy yo el origen. Y el origen es la celebración de uno mismo”. En la novela se cuenta como un emigrante en Argentina, Baltasar García, envía anónimamente a su pueblo (que es un imaginario Cangas) una cantidad elevada de dinero para invertir en varias cosas. Una de ellas es comprar diez mil pesetas “en cohetería de explosión” y lanzarla al aire el día 16 de julio a las ocho de la tarde y en “un lapso no mayor de seis minutos”. El Ayuntamiento así lo hizo:

“En las ferias, en las romerías de junio, en las bodegas, se murmuraba con asombro de lo que sería la descarga. Muchos decían que se incendiaría el cielo, otros que saltarían todos los cristales de Ambasaguas, que enloquecería el ganado, que se romperían las nubes y llovería a cántaros, que era imposible. Pero lo que fascinaba a todos por igual era que se quemasen diez mil pesetas sin motivo. Aquel dispendio innecesario de casi el valor de una aldea con todas sus fincas, excitaba a la gentes y las hacía participar por primera vez en sus vidas de un sentimiento nuevo y no identificado: el del lujo. Quemar diez mil pesetas les provocaba una sensación contradictoria de congoja y libertad: lo que más les abrumaba era que no servía para nada”.

Con este donativo de Baltasar García –se dice en La subversión de Beti García– “se iniciaba una larga tradición de despilfarro que llega hasta nuestros días, cada vez con más magnificencia, logrando ser en el transcurso de los años la más emocionante y autentica señal de identidad de nuestro pueblo”.

Sobre La Descarga volvió a escribir Pepe, no como escritor de ficción, sino como sociólogo de la cultura. Según él, el ruido y la embriaguez tienen en la fiesta la función de unir a los participantes y superar la segregación social y generacional que caracteriza a la fiesta tradicional: “El paroxismo del ruido es, desde luego, la Descarga del Carmen, que asume todas las emociones individuales y privadas en una sola emoción compartida y resume en esa emoción el sentimiento de pertenencia de toda la comunidad canguesa”.

En ese mundo de Cangas, rodeado de amigos, pasando más tiempo en la calle que en casa, escuchando a tipos curiosos y observando La Descarga todos los 16 de julio, pasó su infancia y primera juventud Pepe Avello. Como era un joven despierto y observador, se impregnó de ese ambiente y supo disfrutar de él enormemente. Con esa sociedad se sentirá estrechamente identificado hasta el final de su vida y esa sociedad aparecerá (imaginada, idealizada, tergiversada) en su literatura, especialmente en La subversión de Beti García. La infancia canguesa era uno de sus referentes vitales y a ella achacaba muchos de sus sentimientos.

En 1990 participó en el jurado del Premio “Memorial Benito Álvarez Castelao”, convocado por la Sociedad de Artesanos para estudios sobre la descarga y las fiestas del Carmen. El premio lo obtuvimos José María González Azcárate y yo. Creo que fuimos los únicos que nos presentamos. Para el libro, que titulamos “La explosión de la fiesta. Los festejos del Carmen en la villa de Cangas del Narcea” le pedimos a Pepe un prólogo. Nos dijo que sí y nos envió uno que no era precisamente una faena de alivio: 17 folios, cargados de ideas, que tituló “El contenido de la fiesta: el ruido y la embriaguez”. Como el libro tardó cinco años en publicarse, volvió a retomar el asunto y a rehacer el prólogo, centrándose en un tema que le interesaba especialmente en ese momento: la identidad. El prólogo definitivo se tituló: “Identidad cultural y fiestas populares”. Pepe se sentía muy identificado con Cangas, pero esa identidad había que matizarla. Su identidad no era excluyente. Cuando él estaba escribiendo esas páginas, en 1991 y 1992, otra vez Europa estaba en guerra y otra vez más la identidad excluyente asesinaba a miles de personas, esta vez en Yugoslavia.

“El fantasma de la identidad social y cultural recorre España (y Europa) en este final de siglo, sustituyendo como problema colectivo a aquel otro fantasma anunciado por Marx y Engels, ahora viejo y decrépito. Son fantasmas opuestos. El fantasma de Marx era universalista y pretendía acabar con todas las diferencias. El fantasma de la identidad nacional, por el contrario, trata de mantenerlas, cuando no de instituirlas. Ambos degeneran con facilidad en el horror y tienen la propensión histórica de convertirse en graves enfermedades”.

A Pepe le horrorizaban la división de “nosotros” y “ellos”, los “fanáticos cultivadores de las diferencias, que ensombrecen cuanto tocan” o “las colectividades que a toda costa se quieren a sí mismas diferentes”, pero no negaba, lógicamente, el sentimiento de identidad, porque él mismo padecía de ese sentimiento en alto grado. Pepe sabía que la identidad cultural, como las generaciones, se renueva continuamente e incorpora materiales y formas incesantes que con el tiempo adquirirán, en la memoria futura de la gente, nueva dignidad y nobleza. “Porque la nobleza no reside en los objetos ni en los usos, sino en los sentimientos de las personas”.

Para Pepe la identidad se afianzaba en dos hechos: el primero, un territorio, que es lo verdaderamente estable y quizás lo que, en última instancia, más contribuye a modelar el carácter de una comunidad, y el segundo, la pertenencia a un grupo en el que se establecen los límites de su individualidad, es decir, lo que cada uno debe al grupo (porque es el grupo el que le da su identidad) y lo que se debe a sí mismo como persona singular. Esto es lo que marca el carácter de la gente y configura su mentalidad: la visión compartida de la realidad, el sistema de creencias y saberes que la dota de sentido, la jerarquía de valores. Todo ello configura una mentalidad colectiva, una cultura, y es ahí donde se alberga la identidad. La identidad de Pepe, como él mismo expresó, se forjó en su infancia en Cangas del Narcea:

“Creo que el lugar que realmente determina de dónde eres es el lugar donde tienes los amigos de la infancia, tus iguales, los pares, y eso a mí me sucedió en Cangas. Y es en esa convivencia, con los amigos más o menos de tu edad, donde se aprenden las cosas más importantes de la vida, todo lo que son las emociones y los sentimientos sociales, es decir, qué es la lealtad, qué es la codicia, qué es la amistad, qué es la ambición, la dignidad…”.

Esta idea la expresó repetidas veces. El prólogo a Glosario cangués termina:

“Nuestra identidad y nuestros nombres no provienen de un documento oficial, sino de una memoria comunitaria, familiar e infantil que nos abarca”.

Pepe solía decir que el mundo es muy grande y que todos lo teníamos que ver desde algún sitio. Él, estuviera donde estuviera, lo veía desde Cangas, su amigo argentino Héctor Tizón desde Jujuy y el gallego Álvaro Cunqueiro desde Mondoñedo.

Uno de los últimos libros que me recomendó fue Los días en ‘La Noche’ (2012), una recopilación de todos los artículos que Cunqueiro publicó en el diario La Noche, de Santiago de Compostela, entre 1959 y 1962. Estaba entusiasmado con la lectura de estos artículos cortos, y creo que estaba entusiasmado porque se veía muy identificado con esos textos en los que Cunqueiro, desde Mondoñedo y rodeado por sus vecinos, habla de todo el mundo, de todos los escritores, de todas las situaciones y de todos los sentimientos humanos. Solo un ejemplo de lo que digo, cogido al azar. En el artículo “Las hoces y el pan” comienza hablando de una novela del escritor alemán Teodoro Storm, pasa a hablar del mercado de hoces para la siega que se hacía en la plaza de Mondoñedo y de los ferreiros de Ferreira Vella que las fabricaban en un mazo. Y dice: “En mi casa de Riotorto tuvimos una criada de Ferreira Vella, una rapaceta quieta, los ojos verdes quietos, una sombra quieta. A los diez días se despidió: – ¡Non me acostumbro! Non sei dormir sin oír los golpes del mazo!”, y acaba el artículo mencionando al escritor francés Louis Aragon.

Cunqueiro, como Pepe, querían comprender su mundo inmediato y el mundo entero, y para eso ascendían hasta las alturas para ver desde lo más alto. Su afán, su objetivo, era entenderlo todo. Así termina la autobiografía que escribió para La Nueva España en 2011:

Durante los últimos 20 años participo activamente en una tertulia de buenos amigos en la que nos reunimos para leer a los clásicos y comentarlos: Homero, Cervantes, Montaigne, Dante, Herodoto, un autor cada año; ahora estamos leyendo a Plutarco, y resulta fascinante comprobar cómo a los antiguos les preocupaban básicamente los mismos problemas que a nosotros y con qué prudencia y sabiduría los abordaron. Pero también tenían vicios y pasiones; como ahora, la crueldad y la bondad siguen en combate en la vida de los hombres y de las sociedades casi de la misma forma. A menudo suelo recordar lo que tantas veces le oí decir a Rompelosas, de Las Escolinas, en mi juventud canguesa. Cuando alguien le reprochaba lo que bebía, Rompelosas solía contestar: “Todos los paxarinos comen trigo y sólo pagan los gorriones”. Describe bastante bien lo que nos pasa. Pero nunca llovió que no escampara.

En los últimos años, por ese ansia por entender, disfrutó mucho con la lectura de las “Crónicas Canguesas” de Gumersindo Díaz Morodo, Borí, escritas en las revistas Asturias y El Progreso de Asturias, de La Habana, entre 1914 y 1928, y que se publicaron en el libro Alrededor de mi casa (2009). En ellas encontró noticias que le sirvieron para conocer (comprender) mejor Cangas e incluso la historia de su propia familia.

Ya me he alargado bastante. Voy a acabar mencionando un texto en el que se resume la relación de Pepe Avello con Cangas: la canción del “Tous pa Tous”, cuya letra escribió él y a la que puso música Gerardo Menéndez, y que se escuchó el día del entierro de Pepe en el cementerio de Cangas del Narcea, en Arayón, como última despedida y homenaje. En esta canción hay nostalgia “por marchar y volver viejo”; hay buenos deseos para los cangueses que están fuera y la esperanza del reencuentro: “que nun nos falte de nada / cuando volvamos a venos”; en ella se hace referencia a la necesaria ayuda mutua que garantiza la supervivencia: “recuerda el tous pa tous…pa tous / los de cangas y el concejo / pa que el yo sea un nosotros / allí donde nos hallemos / que la neblina es muy honda…muy honda / más allá de Leitariegos”, y termina mencionando la infancia en una Cangas protectora, en donde Pepe fue feliz y donde se formó su identidad: “habitantes de la infancia…/que nunca acaba…cantemos/ la canción del tous pa tous/en donde quiera que estemos,/si necesitas ayuda…ayuda/si tas solo, si tas lejos…”. El mismo Pepe en una de sus entrevistas dijo: “La infancia es un mundo más o menos ordenado. Lo otro es el salvaje oeste, donde cada uno hace lo que quiere”.

Todos estos sentimientos, por supuesto, no son exclusivos de los cangueses, ni de nadie, son comunes a todos los seres humanos y a todos los tiempos. Lo que pasa es que Cangas, como dijo Pepe en una de sus entrevistas, “es el lugar de donde yo soy”.

Juaco López Álvarez


Texto preparado para leer el día 23 de abril de 2015 en la Librería Treito, de Cangas del Narcea, en un homenaje a Pepe Avello.

Las fuentes de información para escribir este artículo han sido las siguiente: la entrevista “José Avello, escritor” por Javier Morán en La Nueva España, 2011; la entrevista “José Avello: la ambición y el sosiego” por Cristóbal Ruitiña y Alfonso López Alfonso en Clarín, n º 109, enero-febrero de 2014, págs. 33-39, y la entrevista realizada por estos mismos en La Maniega, nº 197, payares-avientu de 2013. Los prólogos escritos por Pepe Avello en Juaco López Álvarez y José Mª González Azcárate, La explosión de la fiesta. Los festejos del Carmen en la villa de Cangas del Narcea, 1997 y Paco Chichapán, Glosario cangués, 2003.


Leitariegos en 1898, primer libro editado por el Tous pa Tous

Portada del primer libro editado por el Tous pa Tous

Presentamos en El Puerto de Leitariegos el libro “Leitariegos en 1898” de José Rodríguez Riesco. Este es el primer libro que edita el Tous pa Tous y esperamos que no sea el último.

En 1898 José Rodríguez Riesco (Brañas d’Arriba, 1868 – Zarréu/Cerredo, 1933), conocido como el Marqués de Brañas, secretario del Juzgado y del Ayuntamiento de Leitariegos, escribió un largo artículo sobre la historia y la vida de este pequeño concejo suroccidental con destino a la obra Asturias, que dirigían Octavio Bellmunt y Fermín Canella. De este texto sólo se publicó un resumen en 1900 y muchos de los datos, noticias, cantos… que él recopiló permanecieron inéditos hasta ahora.

José Rodríguez Riesco, 1898. Col. Tablado Machado.

El manuscrito original se conservó en la biblioteca de la Comisión Provincial de Monumentos de Asturias debido a que en él se copiaba la confirmación de Carlos V del Privilegio de Leitariegos que en 1326 concedió a sus vecinos Alfonso XI con el fin de mantener poblado aquel inhóspito lugar y auxiliar a las personas que circulasen por este puerto que unía el occidente de Asturias con Castilla y Galicia.

El texto de Rodríguez Riesco recoge información de documentos que hoy están perdidos y es un testimonio de la difícil vida en un concejo rural formado por cuatro pueblos situados entre los 805 y 1.525 metros de altitud. El destino de los habitantes de este territorio estará inexorablemente unido a aquel privilegio medieval que se mantuvo vigente hasta el siglo XIX. En 1924, el concejo de Leitariegos desaparecerá, integrándose en el de Cangas del Narcea.


Leitariegos en 1898

El cacho o cachu

Definición

Bebiendo vino por el cacho o cachu

El cacho¹ o cachu² es un recipiente, generalmente de madera, similar a una escudilla o bol, modificado y tratado para hacer agradable la ingesta de vino por él. Aunque los cachos pueden ser de diferentes dimensiones, se podría considerar como tamaño medio el de 18x7cm. y una capacidad aproximada de 500 cl. Como curiosidad cítese que la colección de cachos del Museo del Vino de Cangas supera las dos docenas y en la mayoría de ellos la altura varía entre los 5 y los 8 cm, mientras que varía mucho más su diámetro, que oscila desde los 12 hasta los 22 cm. El cacho se utiliza para beber vino, generalmente de manera compartida, en bodegas tradicionales del suroccidente de Asturias, coincidiendo, prácticamente al cien por cien, el territorio donde se utiliza con la zona de producción de vino D.O.P. (Denominación de Origen Protegida) Cangas.

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¹ En castellano se podría decir escudilla (DRAE) Vasija ancha y de forma de una media esfera, que se usa comúnmente para servir en ella la sopa y el caldo.
² En asturiano escudiel.la, la: sust. Cacíu [fondu y semiesféricu que s’emplega pa echar nél la comida, la bebida]; Cacíu, el: sust. Recipiente [de cristal, de barru, de metal pa cocinar, pa comer, pa beber per él]
Etimología

Según García Arias³ la procedencia mas plausible de la palabra cacho es del latín «cap(u)la», vaso con asa, siendo la acepción del occidente, donde el cacho es mas utilizado, cachu (Ej. “caciu pa beber vinu”). Según el estudio antropológico del apellido “Cacho”, de Ana Mª Cano, la primera referencia documentada es del siglo XII. En 1192 un tal Petro Cacho figura como testigo de una venta. Como curiosidad, este documento coincide, en el tiempo con la época de fuerte impulso a la plantación de vides en el Monasterio Benedictino de Corias, entre 1136 y 1196, durante el mandato de los abades Juna II y Pedro Peláez. Pero no se ha documentado ninguna relación entre el apellido del testigo y su vinculación al monasterio ni con el vino.

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³ La etimoloxía del términu cachu (DALLA: 6 Escudiella, cacíu [de madera, de barru de forma cóncava]. 7 Cacíu [de madera, de barru de forma cóncava enllenu de daqué]. 8 Cantidá [de daqué que lleva un cacíu de madera, de barru de forma cóncava Pue consultar: X. Ll. García Arias, Propuestes Etimolóxiques 1975-2000. Uviéu, ALLA, 2000 (px. 94, s.v. gaxapu) y X. Ll. García Arias, Propuestes Etimolóxiques (2). Uviéu, ALLA, 2007 (px. 117).

Origen

Cacho o cachu en el exterior del Museo del Vino de Cangas

El uso de este recipiente, de enorme singularidad, puede que se remonte a dos mil años atrás, puesto que como escribía Estabón allá por el año 15, «los habitantes de las montañas cantábricas bebían en vasos de madera como los celtas y los galos». No obstante, aquí deberíamos de hacer un paréntesis para dilucidar cuando apareció el cacho como objeto distinto del cuenco o quizá, como evolución de éste. Efectivamente, más que una separación radical fue una necesaria adaptación evolutiva para hacer más agradable la ingesta de vino. En este sentido no podemos ir más allá de la diferenciación etimológica del siglo XII, que al darle nombre propio, lo diferencia claramente del resto de recipientes.

Diferencias con recipientes similares

Cacho y cuenco

Las diferencias entre un cacho y el resto de recipientes similares son esencialmente tres:

  • El torneado y tallado. Los cachos deben ser lo más delgado posible, sobre todo el borde o labio. Se dice que un cacho tiene que ser tan fino como para que la primera vez que se le eche vino, lo rezume por los poros. Como ventaja, es menos pesado y el fino labio hace más agradable la ingesta de vino. La desventaja es la propensión a agrietarse.
  • La utilización del cacho es otra diferencia con el resto de recipientes. Los tratamientos, pero sobre todo el adelgazamiento permite que sea mas agradable la ingesta de vino por él, pero lo inhabilitan para otros usos que no sea el de beber si exceptuamos su uso como recipiente para atestar o rellenar depósitos, barricas, garrafones, etc.
  • La necesidad de un tratamiento específico para su utilización. El cacho debe ser tratado después de su fabricación y antes de ser utilizado para beber. El tratamiento mas generalizado consiste en introducir el cacho en el deposito donde el vino fermenta con las lías durante el tiempo que dura la fermentación alcohólica. También se puede hervir en vino durante media hora, finalizada la cocción, debemos ponerlo a enfriar boca abajo y en una superficie plana, pues al estar la madera blanda, si no lo hacemos así tiende a deformarse. Estos cachos suelen coger un poco menos de color que los cocidos durante la fermentación. El tercer tratamiento posible es sumergirlo en vino, a ser posible del último de la prensa porque tinta más. Este último tratamiento no es recomendable porque no cumple con una de las condiciones por las que se trata el cacho, la desinfección. Además, según de qué madera esté fabricado, sufre más deformación al secarse que con los anteriores tratamientos.
Tratamientos

El hecho de que el cacho esté entre los hollejos (magayo) durante la fermentación del vino, le aporta una serie de características y mejoras. Le quita el desagradable sabor a madera, lo desinfecta, reduce el riesgo de rajado, le aporta un color peculiar realzando los veteados según las maderas, minimizando también la proliferación de hongos y de carcoma. Por ultimo, el tratamiento que habitualmente utilizan los artesanos y comerciantes para que no les raje antes de su venta, dadas las condiciones de humedad y temperatura adversas a las que está sometido el cacho en comercios y escaparates, consiste en untarlos con materia grasa (tradicionalmente grasa de animales domésticos derretida sin sal), aceite (de girasol que no de oliva), sebo o similares. También se suelen dar los tratamientos que se utilizan para preservar otras maderas como frotarlo con aceite de linaza de doble cocción o de palisandro, incluso con cera derretida de abejas. Los cachos tratados así por los artesanos para su venta, son principalmente como objetos decorativos, no son bienvenidos para su posterior tratamiento y uso culinario, pues las grasas y aceites dejarían sabor tanto en el vino de la cocción como en el cacho. A lo sumo podrían usarse para uso culinario aquellos a los que se les hayan aplicado grasas y aceites solo en el exterior, teniendo garantías de que tales productos sean sanitariamente inocuos. Estos tratamientos tampoco deben quitar el sabor a madera. En cualquier caso, bodegueros y artesanos coinciden en que tales grases y aceites suelen devenir rancios y siempre aportarían sabores no deseables al vino, por ello no hemos incluido estos tratamientos en los cachos que van a ser utilizados para la ingesta de vino y sí para los que van a ser utilizados como recuerdos o elementos decorativos.

Materia prima: la madera

Cunqueiro elaborando un cacho

Las maderas para la fabricación de cachos deben de ser cortadas en el menguante de diciembre y si ésta es de aliso, mejor de lo solano que de lo umbrío, teniendo también en cuenta que, en cuanto al rajado del cacho, son más estables las maderas de los árboles mas viejos.

Las maderas más utilizadas para su fabricación por su abundancia y facilidad de tallado son el abedul y el aliso (humeiro), pero también se pueden fabricar de nogal negro, manzano, peral, cerezo, castaño de raíz, fresno, etc. Este es un resumen de las maderas más utilizadas y sus peculiaridades básicas:

  • BOG: madera dura, apta para hacerlos muy finos, pero de poco diámetro.
  • ABEDUL: buena, fácil de trabajar, es abundante y la mas utilizada.
  • ALISO O HUMEIRO: abundante, fácil de trabajar, de calidad media.
  • NOGAL NEGRO: muy buena, pero escasa y cara.
  • ARCE O PLÁGANO: la mejor en general, pero demasiado dura.
  • FRESNO: buena, pero muy dura y difícil de trabajar.
  • HAYA: se trabaja bien pero es de las que mas raja.
  • CASTAÑO: de difícil curación, tiende a rajar, mediocre.
  • MOSTAJO O SERVAL DE LOS CAZADORES: la preferida de algunos artesanos.

Entre estas maderas no se menciona el roble, tan adecuado para la fabricación de contenedores para el vino, pero inadecuado para la elaboración de cachos por la disposición de sus fibras.

Tradición

Sin duda en mayor o menor medida las causas que propiciaron y propician que la utilización del cacho perdure en el tiempo son:

  • Ahorra el gasto en vasos u otro tipo de recipientes para la bodega.
  • Con un solo recipiente pueden beber varias personas.
  • No hace falta lavarlo. (En el interior de las bodegas tradicionales es habitual que no dispongan de agua corriente)
  • Su coste es muy económico incluso gratuito para los habitantes de la zona rural por la abundancia de madera.
  • En las bodegas, además de darse las condiciones adecuada para su uso, también se dan las condiciones de humedad y temperatura para que perviva sin rajar y sin que lo ataque la carcoma.
  • Resulta agradable la ingesta de vino por él.
Propiedades que aporta al vino

Cacho o cachu de vino

El cacho aporta peculiaridades al vino diferentes a las del cristal. Así está recogido en multitud documentos de nuestra historia vitivinícola. Por una lado, al echar el vino en el cacho se produce un cierto chispear del vino nuevo de Cangas, chispeo que no es más que una liberación del carbónico retenido de la fermentación y una oxigenación. Esta liberación del carbónico es mas rápida que la que se produce en la copa o vaso y ese chisporroteo libera a su vez los aromas y sabores del vino rápida e intensamente. Por otro, parece que el dulzor de la madera de los cachos tratados, contrarresta el exceso de acidez que pudieran tener nuestros caldos tradicionales Y finalmente, cuando bebemos vino en el cacho, perdemos la conciencia o cierto sentido de la medida, en incluso de culpabilidad, al no poder calcular, ni medir, ni aproximar la cantidad de vino consumida pues hay que recordar que el cacho se utiliza para beber vino de manera compartida.

Futuro

Capilla de Santiso, Cangas del Narcea

El cacho es un utensilio que está totalmente arraigado en nuestra sociedad. Como elemento inseparable de nuestra cultura vitivinícola, su implantación social está relacionada, sobre todo, con actividades lúdico-festivas donde está presente el vino. En el barrio de Santiso, barrio de bodegas tradicionales en Cangas del Narcea, se celebra cada 28 de enero una fiesta en honor a su patrón, San Tirso, en donde, además de usarse en las bodegas para beber, el cacho constituye el presente simbólico con el que se obsequia al pregonero.

Peña El Cachu

Nuestro cacho cede su apelativo, además de a una cuadrilla de cazadores, a la peña “El Cachu”, una de nuestras más emblemáticas peñas de la pólvora encargadas del sonoro rezo de voladores a nuestra carmelita virgen de Ambasaguas. También lo podemos ver en el anagrama de la asociación de productores y elaboradores del vino de Cangas, APROVICAN, y como no podía ser de otra manera, es el logotipo del Museo del Vino de Cangas.

Logo del Museo del Vino de Cangas

Los habitantes de las “tierras del cacho” hemos padecido durante siglos unas muy deficientes comunicaciones que ha propiciado una sociedad minifundista, autosuficiente, y anclada en usos y costumbres de tiempos pretéritos, lo que conlleva que no tengamos que recuperar las tradiciones porque nunca las hemos perdido, y cada día ponemos y mantenemos nuestro empeño en conservarlas.

Imágenes

Joaquín Fernández Díaz
Museo del Vino de Cangas del Narcea (Asturias)

Presidente de la Asociación de Museos del Vino de España


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Una villa que cambia de nombre

Luis Bello en la revista ‘Nuevo Mundo’, mayo de 1928

Luis Bello Trompeta fue un escritor, periodista y pedagogo español que nació en Alba de Tormes (Salamanca) el día 6 de diciembre de 1872 y falleció en Madrid el 6 de noviembre de 1935. Algunos historiadores consideran a Luis Bello como uno de los integrantes de la generación del 98. Otros lo consideran heredero de Costa y de Giner de los Ríos. También mantiene indudables y sólidas vinculaciones con la generación del 14 (Ortega y Gasset, Azaña, Ciges Aparicio, etc., no en vano Luis Bello aparece entre los firmantes del manifiesto o programa de la Liga de Educación Política). Defendía una instrucción pública, con maestros bien formados y abiertos a la escuela moderna, algo que aún no era frecuente. Intervino en la política de su tiempo, siendo diputado entre 1916 y 1917 y después en las primeras Cortes republicanas (1931-1933). Desde este posicionamiento, entre 1922 y 1929, recorrió las escuelas de varias ciudades y pueblos españoles, llevando a las páginas de El Sol unos artículos que conformaron cuatro volúmenes, editados por Magisterio Español, bajo el título Viaje por las escuelas de España, siendo el primer tomo el que recoge sus impresiones acerca de la Asturias de aquel entonces.

No fue este viaje por las escuelas de Asturias su primer contacto con el Principado. Luis Bello ya había hecho estudios primarios durante algún tiempo en una escuela de Luarca —recuerda solamente «una habitación oscura que olía a vacas y a paja húmeda, y en la puerta, una doble fila de zuecos que dejábamos al entrar».

Los artículos que integran el citado primer tomo fueron publicados en el diario El Sol durante el año 1922 y su éxito le llevó en 1926 a recoger estas crónicas en un primer volumen dividido en cuatro viajes correspondientes a otras tantas zonas geográficas visitadas: alrededores de Madrid, la Sierra madrileña, Castilla y León y Asturias.

El viaje por Asturias es el cuarto itinerario. El paisaje de la montaña astur-leonesa del Puerto de Leitariegos se hace casi solemne y el concejo de Cangas de Tineo ocupa buena parte de su viaje. En su relato hace referencia a la feria de los maestros babianos en Cangas de Tineo, destaca la obra de los indianos y hace alusión a mecenas y fundadores de escuelas en nuestro concejo. Por su interés, todo ello será desarrollado más adelante en esta página web del Tous pa Tous.

Lo que nos ocupa en este artículo es otro legado que Luis Bello nos dejó publicado en las páginas del semanario Nuevo Mundo, una de las revistas ilustradas más importantes de España en el primer tercio del siglo XX. En ella colaboraban autores de la talla de Miguel de Unamuno, José Sánchez Rojas, Ramiro de Maeztu, Emilio Bobadilla o Mariano de Cavia. En el número 1.743 de 17 de junio de 1927 y bajo el antetítulo “Paisajes del norte” se publicaba la siguiente crónica periodística sobre el cambio de nombre de nuestro villa y concejo. Las imágenes que publicamos son las mismas que aparecen en la publicación original.


Una villa que cambia de nombre

Cangas de Tineo – Cangas del Narcea

Una vista general de Cangas de Tineo

En nuestros tiempos, de conformidad y aceptación, querer cambiar ya es algo. Cangas de Tineo, por lo menos, quiere cambiar de nombre. Parece que se originan confusiones de toda especie, sobre todo en los servicios postales, entre Tineo y Cangas de Tineo. Para nosotros siempre será la misma, llámese Cangas de Tineo o Cangas del Narcea. Su valle será uno de los más bellos de Asturias, y la vida entre sus verdes montañas una de las más plácidas que puede llevar un europeo de 1926. Quizá llueva un poco más de lo conveniente; quizá exagere algo la fecundidad de la madre Tierra que llena de verdín—según algunos viajeros—hasta, el pan en el mantel y las sábanas en el lecho. Pero Cangas, agreste y civilizada, tiene una sencillez y una ingenuidad montañesa, cuyo atractivo está no sólo en las cualidades del paisaje, tan colorido y tan pintoresco, sino en la sociabilidad y trato amable del paisanaje. El humorismo astur, que empieza en las Brañas, hasta llegar a su Universidad, que es Oviedo, sirve para no hacer monótona y excesivamente blanda y dulce la vida local.

Cangas no quiere ser confundida con Tineo. Seguramente hay algo más que una razón de utilidad práctica para carteros, factores y consignatarios. Es que se siente fuerte y le parece que en cierto modo, por llamarse como se llama, está todavía dentro de la protección y potestad de la villa vecina. Los dos pueblos han seguido trayectoria distinta; Tineo contaba, hace cerca de un siglo, cuando tomaba sus datos D. Pascual Madoz, 1.252 almas. Hoy no llega a 1.700 habitantes, con Canoriego, Llaneza y Mañores. Cangas tenía 1.050 almas en la misma fecha, y hoy pasa de tres mil. Tiene algún derecho a sentirse independiente, aunque sea en cuestión tan nimia como esta cuestión de puro nombre.

Los escritores locales han empezado a tratar el tema y es de suponer que lo agotarán, apelando, en primer término, a la Historia, y en segundo a la Estadística. Yo he leído en La Voz de Asturias un trabajo de D. Claudio Zardaín, escrito desde Salamanca, explicando por qué lleva ese nombre Cangas de Tineo. En la explicación va ya implícita una toma de posiciones favorable a Tineo. Si Cangas se llama así, por algo será, y el Sr. Zardaín da las razones históricas. Pero, además, se trata de suprimir el Juzgado de Primera Instancia, y este no es para Tineo un golpe en el amor propio, sino en sus intereses; por lo cual está bien que se defienda. «Tineo no ha desmerecido nunca ni en su concepto ni en su territorio». Si su población no ha crecido es porque conserva apego a las tradiciones y no ha variado los fundamentos de su vida campestre. Tineo no se ha visto invadida por las industrias que descaracterizan a tantas villas asturianas. No es la «Aldea perdida».

Como estos debates históricos tienen siempre para todo español un interés familiar, no seré yo quien los eche a un lado diciendo que sólo nos importan el presente y el porvenir, Cangas se llamaba antes Cangas de Sierra. «A mediados del siglo XIII — 1255 —, el Rey Alfonso el Sabio hizo merced a los pobladores de la su villa de Cangas de Sierra…» Nunca fué llamada de Tineo en documentos de ese siglo. Pero ya en el siguiente descubren los eruditos asturianos Arbás y el padre Carballo, consultados por Zardaín, la preponderancia de Tineo, centro militar—castro romano, seguramente—, castillo y ciudadela. Castillo conservado por los Reyes, «en premio a la fidelidad de los tinentenses a la Monar- quía cuando la rebelión del conde de Gijón». Tineo ganó terreno con la grandeza de Diego García de Tineo, «poderoso caballero del siglo XIV, casado en primer matrimonio con una hija del Adelantado Pedro Suárez de Quiñones, señor de Cangas y Tineo». Aquí empieza su valimiento y su preponderancia en la región; y agrega Zardaín que la capital hubo de ser Tineo y que algo significa la partícula «de», llamándose Cangas de Tineo en el sentido gramatical de la preposición «de», que denota posesión o pertenencia.

Los argumentos históricos son fuertes, y todavía los refuerza el escritor asturiano con otros fundados en la Heráldica. «En las armas de Tineo y Cangas—llamados concejos partidos—correspondía medio león hacia la cabeza a Tineo y la mitad inferior a Cangas». Y Vigil, historiando el señorío de los Armillan, da a Cangas «un león rampante de azur en campo de plata y a Tineo un león de oro en campo de gules». Todo ello tiene bastante solidez y convence al profano.

Pero Cangas no quiere atenerse a las leyes de D. Pedro Suárez de Quiñones ni aceptar el segundo puesto por razón tan poco seria como el matrimonio de Diego García de Tineo. Escudos y blasones andan ya por toda España deslucidos. Y en suma, no se trata sino de que cada cual viva tranquilamente y con las mayores facilidades posibles. Llámese cada uno como le convenga, sin suplantación de personalidad. Tineo es en la historia San Pedro de Tineo, y ha preferido abreviar el nombre. Cangas, para evitar confusiones, prefiere ser Cangas del Narcea. Y este nombre sí que está bien elegido. El Narcea es su río patrimonial desde que baja de los riscos de Arbas. Bajo el hermoso puente de Ambasaguas, de traza tan característica, se unen al Narcea las del Naviego; pero el primero es quien domina y da nombre a la corriente común hasta desembocar en el Cantábrico más allá de Pravia. La evocación del río en el nombre de la villa es una idea feliz porque las cosas valen más cuando se definen mejor y no es indiferente el nombre —como sabrán los clásicos—a la suerte de los pueblos y de las personas. Cada confirmación de las ciudades históricas obedece a una inquietud o a un propósito respetable. Cuando desechó Oslo un nombre que consideraba extranjero para volver a su tradición genuina, obedecía a un sentimiento actual de nacionalismo. A San Petersburgo lo hemos visto cambiar con dos evoluciones que no sabemos si habrán encontrado ya la forma definitiva. Bien puede permitirse Cangas una variante en el apellido. Y, sobre todo, bien puede hacerlo si con ello logra atraer la atención de cuantos no conocen uno de los rincones más hermosos y menos visitados de España.

Luis BELLO