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Acta del fallo del jurado del Premio Joven 2013

altReunidos el pasado 24 de mayo los miembros de El Payar del Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País: Alfonso López Alfonso, Victorino López Mendivil, Mercedes Pérez Rodríguez (que se abstiene en la votación de la categoría de 13 a 17 años), Benito Álvarez Pereda, Jesús Feito Calzón, Dionisio Morodo Magadán, actuando como secretario Manuel Álvarez Pereda y como presidente Juaco López Álvarez, para deliberar sobre los  seis trabajos presentados al Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea 2013 toman el acuerdo siguiente:

  1. Declarar desierto el Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea 2013 para las edades de 18 a 22 años por estimar que no concurren los méritos necesarios para la concesión del mismo en las candidaturas presentadas.
  2. Declarar finalistas del Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea 2013 a:
    • Jairo Burgos Nicieza por el audiovisual «Corto sobre la juventud en Cangas», con el que se propone un acercamiento a la actual juventud canguesa, a sus opiniones, a su visión de la sociedad coetánea y sus aspiraciones.
    • Paula González González y Lorena Rodríguez Álvarez por el audiovisual «Con alma de gigante», que ofrece una emotiva mirada de unos de los ingredientes más queridos de las fiestas del Carmen y La Magdalena: los gigantones, a la vez que un homenaje a las personas que han hecho posible que esta costumbre se haya mantenido en las últimas décadas.
  3. Otorgar el Primer Premio del Premio Joven Tous pa Tous–Cangas del Narcea 2013 a Ignacio Marqués Fernández por el cómic «El retorno de Andrés», una historia del regreso de un emigrante para morir en Cangas del Narcea con un guión y un dibujo bien elaborados.

 

En Cangas del Narcea a 24 de mayo de 2013

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La realidad y el deseo de Venancio García Pereira

El Muséu del Pueblu d’Asturiesalt, en su incansable labor por mantener a buen recaudo nuestro patrimonio cultural y nuestra historia, acaba de publicar Cuadros y escenas criollas de Villaguay (Argentina), escritos por el médico Venancio García Pereira en 1894. Desde el punto de vista intelectual, el libro, inédito hasta ahora, fue el pretexto para el contacto entre las dos orillas de un océano, y por tanto sale a la luz en edición de Juaco López Álvarez, director del Muséu del Pueblu d’Asturies, con la ayuda de Raúl Jaluf, responsable del Museo Histórico Municipal de Santa Rosa de Villaguay, y con textos explicativos del propio Juaco López y de Manuela Chiesa, investigadora, y Miguel Ángel Federik, abogado y poeta, ambos de ese municipio argentino de la provincia de Entre Ríos.

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Página del manuscrito de ‘Cuadros y escenas criollas de Villaguay’ de 1894

Detrás de cada hallazgo suele haber una pequeña novela, a menudo digna de contar. Juaco López visitaba en la infancia la casa de los padrinos de un hermano suyo en el barrio de El Corral, en Cangas del Narcea. Años más tarde, ya adulto y responsable del museo, recibe una llamada de unos anticuarios por un lote procedente de Cangas del Narcea. En el lote descubre unos cuantos papeles de aquellas personas que visitaba en la infancia, ya fallecidas, y entre ellos algo más: «Los documentos que más llamaron mi atención fueron dos novelas manuscritas en unos cuadernos, fechadas en Madrid en 1876, y otros tres cuadernos más pequeños con escritos realizados en Villaguay en 1894, todos ellos firmados por Venancio García Pereira».

¿Y quién fue este hombre? Venancio García Pereira nació en el seno de una familia conservadora y profundamente religiosa en el barrio de El Corral, de la por entonces Cangas de Tineo, en 1857. En 1873, después de cursar los estudios secundarios, marchó a Madrid a estudiar Medicina, carrera que acabaría en Santiago de Compostela en 1879. Aficionado a la literatura, dejó escritas algunas novelas y empezadas otras, todo, salvo lo que se incluye en los apéndices de este libro, rigurosamente inédito. En Galicia casó con Efigenia, y en 1885, con 29 años y sin su mujer, que no lo acompañó y con la que después no tuvo ningún contacto, se fue a la República Argentina, donde durante una década, mientras se lo permitió una salud quebrantada prematuramente, ejerció de médico en Villaguay. Murió en Buenos Aires el 1 de mayo de 1896.

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Venancio García Pereira en Paraná, 1890

A Villaguay, en pleno monte de Montiel, en el corazón de la provincia de Entre Ríos, llegó Venancio para quedarse, algo sumamente extraño entre los emigrantes de su tiempo, a los que más bien movía el deseo de ganar dinero y volver a su patria. Impulsado por cierto idealismo romántico y quizá algo bohemio, un médico español, con posibilidades de ganarse bien la vida cerca de casa, se fue a un pueblo remoto, con una farmacia, un café y poco más de mil habitantes. Uno de esos pueblos que tienen algo de la mítica salvaje del western, con parroquianos procedentes de mil lugares en busca de una nueva vida y a los que nunca se les pregunta por su pasado; un pueblo con calles en construcción, casas a medio hacer y un reducido cuartucho donde se aloja la redacción del periódico local recién inaugurado. Venancio, un tipo bien original, tiene además la peculiaridad de que en este cuaderno habla de lo que le rodea. Por sus correspondencias se puede reconstruir parte de la vida de algunos emigrantes, pero estos Cuadros y escenas criollas son un texto raro para la época en España. Este médico, con la incansable curiosidad del niño, la paciencia del entomólogo y la precisión del buen novelista -Émile Zola es el único escritor que cita- se interesa por el territorio en que se ha instalado y por las gentes que lo habitan. Los observa, muchas veces desde la barrera, porque las cacerías o las domas de caballos son peligrosas para quien no está acostumbrado a ellas; anota lo que hacen, pone especial atención en el lenguaje -el cuaderno está salpicado por una cantidad considerable de palabras argentinas que el autor explica en nota-, viaja con ellos, describe el paisaje, explora el campo, aprende; y con ellos disfruta de alguna farra y asiste a un velatorio que le llama la atención por su carácter festivo. Como buen médico, se desquicia con sus supersticiones, en concreto con aquellas en que entran en juego los curanderos o la higiene poco recomendable -se comen los piojos porque creen que los libra del mal de ojo-, y como buen filántropo atiende a los pobres y aguanta estoicamente que casi todo el mundo le deba dinero por sus servicios: «Hace nueve años que trabajo y mucho; no soy rico, hay muchos que me deben la vida y casi todos dinero, y tengo dos amigos». Como explica Juaco López, en los Cuadros y escenas criollas Venancio «se paseará por todos los distritos rurales de Villaguay, describiendo el monte, el río Gualeguay, las lagunas, los árboles y arbustos, los animales, las aves, los peces, los insectos, así como las costumbres del país: el consumo de mate, la vida en la pulpería con sus juegos y carreras de caballos, los apartes o recogida y selección del ganado, las hierras u operación de señalar y marcar el ganado, la caza y la pesca». Y también la sociedad de Santa Rosa de Villaguay, entre la que se movió cotidianamente y con la que parecía tener una relación ambigua, mezcla de resentimiento y atracción.

La vida de todo hombre es un enorme interrogante, un enigma sin resolver, un cúmulo de contradicciones. La de éste, desde luego, no es ninguna excepción. Un hombre conservador y muy religioso escoge como profesión la medicina. Quiere el tópico decimonónico que en cada pueblo español haya dos bandos enfrentados: el del cura y los conservadores, por un lado, y el del médico o el boticario y los liberales, por otro, pero claro, éste, como todos los tópicos, solamente es verdad a medias, y Venancio tiene algo de los dos bandos. Sus ideas sobre la enseñanza no son las de la Institución Libre de Enseñanza, pero su espíritu responsable y ecuánime no quita su parte de culpa a los sacerdotes: «La caridad evangélica y la humildad cristiana son letra muerta para estos traficantes de conciencias que jamás bautizarán ni casarán a un individuo, por pobre que este sea, si antes no se agenció del dinero suficiente para entregarlo al cura por el sacramento que descarada y cínicamente le vende».

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Placa de bronce dedicada en 1929 a Venancio García (1857 – 1896) en el Hospital de Villaguay

Un médico se fue a un pueblo pequeño y exótico al otro lado del mundo, lejos de casa, dejando en Galicia a la mujer de buena familia con la que se había casado, pero, como se deduce de alguna carta reproducida en la introducción, lo hizo con ciertas aspiraciones. Lo más probable es que esas aspiraciones no fueran profesionales. Puede que más bien fueran literarias, una manera romántica de cargarse de experiencias y tener cosas sobre las que escribir, un poco a lo Lord Byron. Pero cómo saberlo. Además, el cuaderno en el que escribió estos Cuadros y escenas criollas -el título es del editor, tomado del cuaderno- está dedicado a su cuñado, y en esa dedicatoria manifiesta que su único objetivo es procurarle un rato de distracción. Sin embargo, el último capítulo, titulado «Por las Raíces«, donde narra un viaje por el distrito de ese nombre, comienza: «No se alarmen inútilmente mis lectores», lo que indica que en su subconsciente anidaba el deseo de tener algún lector más que su cuñado. Por último, como se deduce de una carta que Gerónima Arteaga de Montiel le envía a Dolores García, hermana de Venancio, tras el fallecimiento de éste, el médico seguramente fue un gran filántropo. Se comportó con profesionalidad y diligencia en su trabajo, atendió a los pobres y en aquel pueblo le están agradecidos -una placa en su honor da fe de ello-. Y también acogió a un niño huérfano. Pero hay una duda en el aire, y la primera en plasmar esa duda es su propia hermana, que lo había acompañado algún tiempo en Villaguay, había estado con él, se había ocupado de sus asuntos tras su muerte y debería conocer bien esos pormenores. No obstante, pregunta, y la pregunta que hace no es muy tranquilizadora: ¿No será ese niño hijo de mi hermano? La respuesta, por el contrario, le permitió vivir tranquila.

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Casa comenzada a construir por Venancio García en Villaguay en 1895, que él no vio terminada

Todos somos hojas arrastradas por el viento, y mientras nos arrastra creemos que siempre lo hará hacía adelante, en una carrera imparable y constante en la que la realidad irá acoplándose como un fino guante de piel a nuestros deseos, pero no es así. Bien contada, cualquier vida es un interesante relato, aunque algunas tienen ingredientes más propicios que otras para captar la atención del lector. La de Venancio García Pereira, con sus certezas y sus incertidumbres, sus búsquedas y sus hallazgos, sus luces y sus sombras, sus inquietudes, su amor por la naturaleza, su atención a los más necesitados, su incesante espíritu aventurero, su casa a medio construir en Villaguay, quizá metáfora de su existencia, y su temprana muerte, es de las que merecen ser contadas. Y en este libro se cuenta con la misma precisión y el mismo garbo con que él explicó las costumbres de los habitantes de «esa exigua parcela del mundo».

Víctor San Juan (Madrid, 1919 – Cangas del Narcea, 1997)

VICTOR SAN JUAN, Memoria viva

[Prólogo del libro Víctor San Juan, Del corazón al lienzo, publicado en 2006]

Víctor San Juan, en una fotografía de estudio de 1951

 Elisa Rodríguez, con la autoridad –penosa- que es la de ser viuda de Víctor San Juan (Madrid, 1919 – Cangas del Narcea, 1997), mandome pergeñar a modo de prólogo para un libro –este libro-, que quiere ser un compendio de la vida profesional del amigo entrañable y del artista excepcional. Elisa debe saber que cumplo su mandato con el gozo y pesadumbre que supone la vida y el recuerdo de quien se nos fue, y debe conocer también el honor que me confiere al entregarme esta suave intervención de la obra.

Hablar –escribir- de arte, en cualquiera de sus facetas, es comprometido y delicado para el profano y hasta puede perjudicar al autor si no se acierta a encontrar el rigor con el que se expresa; y es también una acrobacia para quien –como yo ahora- se atreve a irrumpir en el terreno vedado de la pintura, sin las debidas “acreditaciones”, pero, con todo, me atrevo al encargo.

Conocí a Víctor en una de sus muchas exposiciones, allá en la Asturias del alma hace más de un cuarto de siglo y no me conformé con visitar la exposición atentamente y hablar un poco con su autor lo suficiente para escribir una crónica periodística, no. Tuve que volver una y otra vez para admirar la maestría de unos trazos, la sensibilidad del artista en cada cuadro, las luces halladas entre la niebla, aquellos cielos sin fronteras, las nubes sobre la Cordillera y el pico Naranjo –para mi siempre el Naranjo de Bulnes- en fin, para saborear unos paisajes de ensueño y unos bodegones llenos de vida. Al mismo tiempo, tuve la feliz ocasión de conocer al hombre y desde entonces nuestra amistad fue firme y mi admiración por el hombre y por el artista, sin límites.

 Víctor tuvo ocasión de exponer en Madrid, Santander, La Coruña, Barcelona, León, Badajoz, Bilbao, Zaragoza, todas las ciudades de Asturias, Europa y América. Un rosario de exposiciones y otro de críticas favorables, administrativas y justas.

Víctor San Juan, madrileño de nacencia pero asturiano por voluntad y por amor, envía cual palomas mensajeras, desde las riberas de su Narcea hacia el infinito a sus alados pinceles orientados por la flecha exacta de su intuición, de su arte y de su inteligencia; y del infinito cielo vuelven portando en sus picos la fuerza cromática del macizo central, vértice del Picu Tesoro, que marca el límite entre Asturias, Cantabria y León, del Picu Urriellu o del Pico Moprechu y las nubes sobre la cordillera. No son paisajes exclusivos, no son fotografías de aquellas tierras, no; en cada lienzo vibra el nervio del artista y allí están sus pinceles y sus colores, y sus luces y su voluntad, y su arte y su empeño, en llevar hasta nosotros tanta belleza, la que conocemos y la que él ve en cada rincón que lleva a la tela.

Víctor lleva a sus cuadros la maravilla de la Garganta de Cares, la profundidad del Valle de Somiedo; las delicadas figuras de unos gallos de pelea; el tipismo de los tejados de Tazones, de los hórreos y de las paneras; los puertos pesqueros inconfundibles de Luarca, Cudillero, Lastres, Avilés, Gijón, etc…; el Fontán de Oviedo… y lluvia suave de Almurfe y las brumas marinas acariciando las arenas playeras; y las barcas blancas y azules de los esforzados pescadores con sus redes y con sus ilusiones. Todo ello queda brillantemente expresado en los óleos y las acuarelas de Víctor San Juan, con trazos seguros formando un conjunto poético propio de su extraordinaria sensibilidad, porque Víctor es también un poeta que lleva el enamoramiento de sus pinceles a sus lienzos transformándolos en ventanales para disfrutar y sentir profundamente de aquellas figuras, de aquellos objetos y de aquellos paisajes, sus montes, sus puertos, sus valles, las calles recoletas y antañosas que nos transportan justo hasta el corazón de tanta poesía y tanta belleza. Así es la transparencia y la luminosidad que nos ofrece en cada una de sus obras, porque Víctor veía la realidad de cada cosa y la asimilaba, le daba vida y movimiento y la ofrecía a la contemplación callada admirativa, expresados con su tónica prodigiosa.

Perspectiva en Corias (Cangas del Narcea) Apunte, óleo sobre tabla. 1981 41 x 34 cm

Víctor quedó prendado de Asturias desde que llegó al Principado de la mano de su madre y luego sería Elisa quien le enamoraría, junto con todo el hermosísimo astur, para siempre. Vivió y murió entre los claroscuros de su Cangas del Narcea y supo atrapar la luz del sol, tantas veces tibio y huidizo y la vitalidad del espíritu, plasmándolas en sus lienzos, con plenitud, serenidad y equilibrio propios de esa incomparable Asturias, donde España comenzó a ser y donde aun puede saborearse la quietud de los siglos, contemplando el tipismo de su cielo y de su mar, de sus rincones urbanos y rurales, llenos de misticismo y de misterio.

Víctor San Juan –velazqueño- pudo quizá sentirse algo influido por Sorolla, que busca con pasión los distintos matices de los verdes astures; Víctor los encontró y los aprehendió para ofrecerlos restallantes.

“Si un pintor desea ver la belleza que le cautiva, tiene la facultad de crearla…” dijo Da Vinci. Víctor no sólo deseó ver el color entre las brumas asturianas, cántabras o gallegas, sino que una vez visto se dejó llevar por tanta emoción y ayudado de su imaginación, inteligencia y deseos de trabajar sin fatiga y sin descanso consiguió llevar esa emoción y sensibilidad a cada una de sus obras, que sorprenden por sus perspectivas, por la luz hábilmente distribuida, y por el “verdor” húmedo de sus campos, el azul fundiendo cielo y mar y las nubes protegiendo amorosamente esos pinchazos que hablan con el cielo. Y siluetas humanas, bodegones y retratos, que todo forma parte del magnífico equipaje de este singular y cautivador pintor.

Creo que, sobre todo, Víctor nos regala Asturias, una Asturias que supone una permanente tentación y que nos hechiza…

Y así fue desde 1949 en que expuso por primera vez en una galería de la Gran Vía madrileña hasta…  1997 en que se nos fue con sus pinceles, sus lienzos, su saber y su sonrisa… y con el amor que le empujaba, que le empujo siempre, al arte, al trabajo, a la familia, a Asturias, un amor leal que le atrapó e inundó de dicha su corazón.

Muchos años, muchos –pocos para él y para el arte- de asturianía, de expresividad, de remansada sensibilidad, le debemos a quien fue un gran artista y un gran hombre que, seguro, ahora estará pintando ángeles y arcángeles para agradecer a Dios las luces que en un día lejano puso en su mente y en su alma, proyectándole hacia las claras esferas del arte supremo.

¡Gracias por todo, Víctor!

Ramiro García de Ledesma
 La Coruña, Octubre 2004

*     *     *     *     *

Portada del libro recopilación de parte de las obras que el pintor cangués Victor San Juan ha realizado a lo largo de su vida.

Elisa Rodríguez, la viuda de Víctor San Juan, posee una amplia colección de obras del pintor, la cual está conservando con la idea de hacer una exposición permanente en el Centro Cultural o en el Parador de Cangas del Narcea. Vive con la esperanza de que finalmente ésta pueda llevarse a cabo con la colaboración de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Cangas del Narcea. Dicha exposición permanente servirá al pueblo como bien cultural de la villa y promoción turística de la zona.

Ver enlace: www.victorsanjuanpintor.es

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Federico Granell muestra su diversidad creativa en Gijón

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Love is blue, Oleo s/ lienzo 162 x 195 cm

Un conjunto de 27 cuadros, 5 esculturas y un vídeo del artista Federico Granell, se ha instalado en la galería Gema Llamazares manifestando la diversidad conceptual de una obra que del dibujo y la pintura ha pasado a la tridimensionalidad, al objeto, y el vídeo, conjugando colores y descripciones con la voz y el movimiento en un espectáculo que alcanza los sentidos.

Es la muestra más completa de las ofrecidas hasta ahora desde que, tras licenciarse en Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, en 1999, especialidad de Diseño y Audiovisuales, iniciase su actividad expositiva, primero en Cangas del Narcea, Asturias, donde nació el año 1974, y después en espacios españoles, también en París, México, República Dominicana y Roma, con pintura y fotografía; una pintura en la que la luz suele ser protagonista, tanto en espacios de la naturaleza como en ámbitos urbanos, con una técnica exquisita.

Federico Granell ha sido becario en Roma y Milán, y ha ampliado estudios en Londres donde profundizó en las técnicas del grabado, en el dibujo y el modelado, para después abrirse al audiovisual. Esta voluntad de seguir aprendiendo, de experimentar y explorar se manifiesta en la exposición que, con el título de ‘Love is blue’ muestra en la galería Gema Llamazares, de Gijón, hasta el 15 de junio de 2013.

Los vaqueiros de alzada en Xinestosu (y una súplica de los vaqueiros al rey Carlos III en 1776)

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BRAÑAS DE VAQUEIROS EN CANGAS DEL NARCEA

 

Brañas de Saldepuesto, Cangas del Narcea. Foto: Fernando M. Herrero Azcárate

Las alturas de las montañas del concejo de Cangas del Narcea hoy están completamente deshabitadas. Durante parte del año pastan en ellas muchas vacas, pero no se oye la voz de casi nadie, porque los dueños de ese ganado solo suben a vigilarlo de vez en cuando. Antiguamente no era así y en el verano las brañas y los pastos altos estaban repletos de personas, que pasaban allí varios meses guardando y cuidando el ganado. Además, a los vecinos del concejo se sumaban los vaqueiros de alzada que procedentes de Tineo, Villayón y, sobre todo, Valdés ocupaban brañas en términos de las parroquias de Las Montañas, Xarceléi, Santianes, Teinás, Villacibrán, Gillón, Monesteriu d’Ermu, Xinestosu o Leitariegos.

Brañas de vaqueiros eran Saldepuesto, Oul.ladas, La Feltrosa, Braniego, Xunqueras, Los Cadavales, Chanos o Valdecuélebre. También las de Burramil, Queixeira, Bujuvil, L’Acebal y Pantravieso, que en 1877 eran propiedad de Manuela de Llano y Merás, señora de la casa de Santianes de Porley, y ocupaban vaqueiros de los pueblos de Ablanedo y Candanosa, del concejo de Valdés. Y según Juan Uría Riu algunos pueblos de nuestro concejo habrían sido en su origen brañas de vaqueiros, como Castil del Moure, Brendimiana/Brañameana o El Cabanal, todos en la parroquia de L.linares del Acebo, o La Braña d’Ordial en Xarceléi.

Algunas de estas brañas eran muy grandes, como La Feltrosa y Xunqueras. En 1826, según el Diccionario Geográfico-estadístico de España, de Sebastián Miñano, la primera, situada en términos de Gillón, tenía en verano 60 vecinos y 275 habitantes, y la de Xunqueras, en la parroquia de Teinás, 40 vecinos; sobre esta última escribe lo siguiente:

Brañas de Saldepuesto, Cangas del Narcea. Foto: Fernando M. Herrero Azcárate

Esta braña se halla a la falda del puerto de Serrantina; se compone de varias chozas hechas de tapines, en donde en el verano habitan más de 40 vecinos con sus ganados que se mantienen en sus abundantes pastos, y en el invierno se retiran a la marina. No trabajan ni cultivan cosa alguna, pagan algún diezmo de manteca, queso y jatos, y contribuyen con pagas reales en el tercio de setiembre.

En Cangas del Narcea, los vaqueiros dejaron un folclore muy rico, que cada día está más olvidado. Adolfo García Martínez, que es en la actualidad el mejor conocedor de este grupo, nos ha recitado dos coplas referidas a brañas vaqueras de nuestro concejo:

Las vaqueras de Braniego
dan el l.leite a los galanes
ya van diciendo pa Buseco
que lo maman los tenrales.
 
Vaquerina de Xunqueras
si acabaste la farina
cue la vaca ya’l gochu
ya veite pa la marina.
 

Los vaqueiros son un grupo étnico que se trasladaba desde la marina hasta la cordillera en busca de pasto para su ganado. En invierno ocupaban pueblos bajos, situados en Gijón, Siero, Las Regueras, Llanera, Salas, Cudillero, Valdés, Tineo o Navia, y en verano residían en Somiedo, Cangas del Narcea, Tineo o Torrestío y Lumajo ya en la provincia de León. Además de criar ganado, los vaqueiros se dedicaban a la arriería y con sus caballos o machos transportaban mercancías de León y Castilla a Asturias. Su modo de vida diferente hizo que se convirtieran en un grupo aparte del resto de los campesinos.

Braña La Feltrosa (Gillón, Cangas del Narcea)

Debido a la competencia por el aprovechamiento de los pastos, la convivencia entre los vecinos de los pueblos y los vaqueiros no era siempre amable, y eran frecuentes las quejas de los primeros por el número tan elevado de cabezas que traían los vaqueiros y porque el ganado de estos entraba a pastar en sus tierras. Esto dio pie a numerosos pleitos y también a disputas que a menudo acababan a palos.

Los vaqueiros pasaban en el concejo de Cangas del Narcea unos cuatro o cinco meses al año. Ocupaban terrenos que arrendaban al monasterio de Corias o a grandes terratenientes, como las casas del conde de Toreno, Miramontes, Carballo o Santianes de Porley. En las brañas vivían en unas cabañas muy pobres. En 1752, en las respuestas generales que dan las parroquias del Coto de Cangas al catastro del marqués de La Ensenada sobre las casas y otras construcciones, se dice: “no regulan ninguna [renta] a los vaqueros por las chozas de su residencia, por consistir la fábrica de ellas en la unión de rozo de árgoma o escoba, que aun para la defensa del temporal necesita reedificarse cada mes”.  Y en las respuestas que sobre lo mismo da el concejo de Cangas del Narcea se dice: “sin que incluyan por casa, ni aun de ganado, las que los vaqueros de alzada tienen en las brañas de su residencia, por consistir la fábrica de ellas en la unión de rozo de árgoma o escoba”. Entrado el siglo XIX, las cabañas de estas brañas seguían siendo muy pobres, y en 1826 las de Xunqueras, como señala Miñano, eran “chozas hechas de tapines”.

Con el tiempo, las cabañas de los vaqueiros se fabricarán con piedra. Hasta no hace muchos años todavía existían en pie un par de cabañas en la braña de Saldepuesto, que eran unas construcciones de planta rectangular y cubierta a dos aguas con pequeñas losas. En ese lugar pueden verse las piedras de los restos de las numerosas viviendas que hubo allí, igual que sucede en las brañas de Braniego o La Feltrosa. La única de estas brañas en las que aún se mantienen las viviendas en buen estado es en la de Chanos (parroquia de Teinás), donde hasta hace pocos años todavía traían dos vaqueiros su ganado a pasar el verano, uno de Folgueras del Río (Tineo) y el otro de Argumoso (Valdés).

En 1927 se publicó en La Maniega (nº 6) un artículo titulado “Visitando una braña de vaqueiros” y firmado en Madrid por “Paco”, en el que describe el ambiente del interior de una cabaña de una braña de la que no da el nombre y que el autor había visitado el verano anterior. El mobiliario era de una gran probreza:

Por fin llego, echo pie a tierra, dejando en libertad al pollín para que se fartase bien de la fresca hierba que pisábamos. Me dirigí a una cabana; antes de llamar se abrió la puerta para dar paso a un hombre ya viejo, de baja estatura, pero de recia construcción; me hizo pasar a la pobre habitación, haciéndome sentar en el único asiento que allí tenía, pues todo su mobiliario consistía en un camastro con jergón de fueya, tapado con dos ordinarias mantas de lana y un cobertor; un tayuelo, encima del cual había una escudiecha y una cuchara de madera, utensilio que usaba para sus comidas. 

Conocida es la afabilidad de los vaqueiros, pues éstos no quedan contentos hasta que no fartan a uno de todo aquello que hallan a mano. Ofreciume primero una cazolada de cheite caliente y un trozo de pan más negro que su cogote, que ya es decir; aquello me supo a gloria; no hubiera yo cambiado aquello por el más suculento manjar que me pudieran presentar. Quiso hacerme probar unas papas de maíz que estaban en una mugrienta bolsa colgada de un palo metido en la pared.

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LOS VECINOS DE XINESTOSU CONTRA LOS VAQUEIROS EN EL SIGLO XVIII

 

Genestoso / Xinestosu, Cangas del Narcea.

En el siglo XVIII los vecinos de Xinestosu pleitearon con los vaqueiros para limitar su presencia en sus pastos. Desde “tiempo inmemorial” y durante varios meses de verano venían a este pueblo cuatro familias de vaqueiros procedentes del concejo de Valdés, en concreto de las brañas de Rioseco, parroquia de La Montaña, y Busindre, de Paredes. Allí, en una braña situada junto al camino que va al pueblo de Orallo, en Laciana (León), tenían sus cabañas para recogerse las familias y “alrededor de ellas, sin abrigo alguno, vivían los ganados”. A comienzos del siglo XVIII venían a este pueblo los vaqueiros: Antonio Corral, Pedro Jaquete, Alonso Guerrero y Francisco Antón.

En 1729 los vecinos de Xinestosu presentaron una queja porque una de esas familias se había desdoblado y a la cabaña que era del fallecido Antonio Corral iban dos hijos con sus respectivas familias. Los vecinos se oponían a la presencia de  uno de estos hijos y solicitaban que se fuese cuanto antes. Las razones que daban para su denuncia eran las siguientes:

[…] y aviándose muerto el dicho Antonio Corral dejó por sus hijos a Luis Corral, su hijo mayor, que esta fatuo, y el segundo que se llama Juan tomó estado de matrimonio y se recogió en dicha casa, y después de algunos años lo tomó el dicho Esteban, y se vino a dicho lugar con su mujer, recogiéndose ambos hermanos en dicha cabaña con ambas familias, y por este medio pretende [Esteban] avecindarse en el lugar y con el de ser hijo y heredero de dicho su padre, sin que él ni más hijos que de él hubiesen quedado tengan derecho alguno ni bienes, más que un pradico de medio carro de yerba y el derecho de pastar en los términos abertales de dicho lugar un solo hijo que habite dicha cabaña desde principios de mayo hasta principios de octubre de cada año; con la obligación de pagar los tributos reales, según su caudal, en todo el año como otro vecino, sin que tengan derecho alguno a roturar, ni abonar ningunos prados, ni heredades, ni pastar, ni cortar en los montes y abertales, más que un sucesor de cada uno de cuatro que tienen cabañas en dicho lugar y todos de crecida familia, y de permitírsele al dicho Esteban Corral esta mansión […] serán con el tiempo tantos que arruinarán y destruirán [a] los vecinos, que les será preciso desamparar el lugar, por tanto y para obviar este inconveniente

No sabemos cuál fue el resultado de este pleito, pero nos sirve para conocer la tensa convivencia que existía entre los vaqueiros y los vecinos de Xinestosu.

Convenio entre vecinos de Parada la Viecha y vaqueiros para aprovechar el pasto de las brañas de Burramilo, Cubilledo y Branaqueseira en 1543.

Cuarenta años después de aquella denuncia, los vecinos volvieron a demandar a los vaqueiros. Esta vez el motivo fue impedir el aprovechamiento y uso de los pastos comunes por lo vaqueiros de alzada. Su objetivo era expulsar a estos vecinos incómodos, que solo venían durante cinco meses al año, traían mucho ganado y no participaban de los trabajos comunales. Al parecer, otro objetivo oculto era deshacerse de ellos para alquilar los pastos en esos mismos meses de verano a los pastores de ovejas merinas, que procedentes de Extremadura o Castilla, pastaban en las proximidades de Xinestosu.

Este pleito llegó a la Real Audiencia de Asturias y allí, en 1771, se dictó una sentencia por la que se mandaba “que no se les permitiese a dichos vaqueiros el aprovechamiento de pastos comunes no viviendo como vecinos la mayor parte del año en dicho lugar de Genestoso”. La sentencia establecía como condición que durante ese tiempo tenía que vivir allí el cabeza de familia, residiendo en este lugar desde el verano hasta “el cumplimiento del Precepto Pascual”, es decir, hasta finales del mes de marzo o abril. Esto era algo imposible de llevar a cabo por los vaqueiros y contra la sentencia alegaron la elevada altitud de Xinestosu, la imposibilidad de residir allí “en tiempo crudo de nieves, yelos y aguas”, la mala calidad de sus refugios y la falta de alimento para el ganado. Pero todo esto no sirvió de nada.

A los vaqueiros de Xinestosu los apoyaron los dueños de las casas de Miramontes y de Carballo, que con su expulsión salían perjudicados, porque los vaqueiros llevaban en arrendamiento tierras suyas. E incluso la Junta General del Principado hizo una declaración en 1776 contra esta sentencia, que redactó el conde de Peñalba, en la que mencionaba el beneficio que traían consigo los vaqueiros “en los parajes que habitan” por “el abono que reciben aquellos terrenos con sus ganados” y por “ser unos continuos trajinantes de que se sigue al provecho a los lugares inmediatos a su habitación con los vinos que de los reinos de Castilla conducen, producto grande de la Real Hacienda y de los arbitrios impuestos sobre este licor”.

A pesar de todo, los vecinos de Xinestosu se salieron con la suya y los vaqueiros tuvieron que dejar de ir los meses de verano a aquel término. En 1817, el señor de la casa de Miramontes, José Alfonso Argüelles, hijo de José Alfonso Pertierra, que había defendido a los vaqueiros en 1771, escribió en una noticia histórico-geográfica de la parroquia de Cibea y su hijuela de Xinestosu sobre estos vaqueiros, los vecinos y los jueces de la Real Audiencia:

Y contiguo al camino de esta subida [de Orallo, en Laciana] estaba dicha braña, contra cuyos vaqueros, inquilinos y renteros de las dos casas atrás dichas, movieron pleito los vecinos de Genestoso por los años de mil setecientos y setenta, siendo los principales agentes y motores del pleito Cayetano Calvín y Francisco Gavilán, vecinos de Genestoso, con poder de los demás, alegando les consumían los pastos para sus ganados, que no eran vecinos los vaqueros, ni hacían funciones de serlo, y que solo subsistían en dicha braña el tiempo preciso y que les era útil para ellos, sin rendir utilidad alguna al pueblo de Genestoso. Logró este lugar la protección del Fiscal de la Real Audiencia de Oviedo y de su Oidor Decano, ambos amigos de jamones y manteca, y alegó el Fiscal que la propiedad de Miramontes y Carballo era intrusión contra la libertad y subsistencia de los pueblos, de quienes eran los pastos y pertenecían al vinculo regio. Se sentenció que viviendo los vaqueros en la braña la mayor parte del año, con funciones completas de vecinos, siguiesen en la braña, pero por lo riguroso les fue imposible y los persiguieron los vecinos hasta expelerlos.

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SÚPLICA DE LOS VAQUEIROS AL REY CARLOS III EN 1776

 

Representación de Manuel Redruello, vaqueiro, al rey Carlos III, 1776

Con motivo de aquella sentencia, dictada en 1771 por la Real Audiencia de Asturias, los vaqueiros vieron peligrar su sistema de vida y su propia existencia, porque si la actitud de los vecinos de Xinestosu se extendía a otros pueblos en los que ellos pasaban el verano y se repetía la misma sentencia, al final ellos no podrían subir con sus ganados a los pastos de altura. Y esto era una situación que amenazaba el “modo de vida y sustentarse” de todo el grupo, porque en el verano no podían alimentar su ganado con el pasto que tenían en las brañas o pueblos de la marina. Los vaqueiros no podían vivir sin “habitación de invierno y de verano”.

Esta situación les obligó a presentar una representación o súplica al rey Carlos III para exponerle el problema y buscar su intercesión. Este escrito, desconocido hasta ahora y que presenta el TOUS PA TOUS por primera vez, muestra las ideas que los vaqueiros de alzada tenían sobre sí mismos y sobre los aldeanos o xaldos, cómo veían ellos su propia vida y cómo interpretaban la inquina de los vecinos de los pueblos con los que tenían que convivir.

No creemos que la emulación que experimentamos provenga de nuestro modo de vivir, que no es envidiable, sino de los efectos y esquilmos que nos produce, los que apetecen nuestros vecinos, aunque no se mueven a imitarnos en el trabajo y afán. Solo quieren hacer compatibles su regalo y abundancia con la ociosidad y quietud.

Esta representación dirigida a Carlos III es un testimonio excepcional, en el que se tocan los grandes temas que hay alrededor de los vaqueiros de alzada. El documento procede del archivo de la Casa de Miramontes y lo reproducimos íntegramente a continuación: 

Señor

Manuel  Redruello,  vaquero de los que llaman del alzada en el Principado de Asturias, por sí y a nombre de los demás vaqueros de alzada que habitan y pueblan en tiempo de verano las mayores alturas y quebradas peñas del dicho Principado y especialmente de los que avecindamos con nuestras familias, por el referido tiempo, en el lugar de Genestoso, hijuela de la parroquia de Cibea, en el concejo de Cangas de Tineo, con tanta más confianza, cuanto mayor es su infelicidad y más lamentable su suerte y la de los demás sus compañeros, llega A. L. R. P. de V. M.  y con el más profundo respeto representa:

Que esta clase y porción de vasallos, por una vaga aunque heredada tradición o concepto obscuro de su origen y establecimiento en aquella provincia, experimentan   el sumo desprecio de aquellos naturales, sus convecinos, negándose a concurrir y alternar con ellos hasta en los templos, pues por evitar (a lo que parece) mayores escándalos y alborotos se les señala el ínfimo lugar en las iglesias para que desde él limitadamente puedan adorar a Dios y asistir a los divinos oficios, sobre cuyo particular está lleno el archivo eclesiástico de pleitos seguidos con el mayor tesón y ardimiento, y en la actualidad los hay pendientes. Este abatimiento lo han sufrido los suplicantes reduciéndose y acomodándose a tan ínfima condición, porque al fin han podido lograr su subsistencia a costa de una continua transmigración con sus familias, ganados y ajuares, en la forma que se expresará, pero ya no pueden continuar en su tolerancia porque se les impide y pone embarazos a su modo de vivir y sustentarse en el referido Principado desde su estancia. Es así, Señor, que nuestro ejercicio es la trajinería, conduciendo con caballos los abastos y géneros de otras provincias a la de Asturias, y nuestras mujeres entre tanto quedan en las alturas de los montes cuidando y apacentando un corto número de ganados vacunos y lanares. En tiempo de ivierno habitan en las montañas fronteras a el mar, donde su inmediación hace se experimente un clima menos riguroso. Allí hacen su mayor residencia, tienen sus casas donde se albergan con sus ganados y praderías para apacentarlos; por lo mismo, esta morada constituye su vecindario y feligresía, y en ella se les exigen las contribuciones reales y el Pecho Personal, así para el reemplazo de el ejercito como para el Servicio del Milicias, lo que se acredita de el testimonio que acompaña esta humilde representación. Pero en tiempo de verano faltan enteramente los pastos y se ven precisados a dejar yermas estas casas, cargando todos sus muebles y familia para conducir los ganados ocho, diez o más leguas, y buscarles el alimento en las más remotas brañas, que habiendo estado cubiertas de nieve producen en este tiempo hierbas frescas entre aquellas peñas, donde tenemos unas pequeñas chozas o, con más propiedad, nidos para que nuestras familias duerman a techo; no puede extenderse ni pasar tan incómoda mansión de cuatro meses, porque o vuelven las nieves o baten los vientos en aquellas alturas, de suerte que es forzoso dejarlas y restituirse a las habitaciones de ivierno. Así, nos llaman con propiedad vaqueros de alzada, porque andamos con el ganado vacuno en un continuo y progresivo alzamiento de casa o transmigración.

No creemos que la emulación que experimentamos provenga de nuestro modo de vivir, que no es envidiable, sino de los efectos y esquilmos que nos produce, los que apetecen nuestros vecinos, aunque no se mueven a imitarnos en el trabajo y afán. Solo quieren hacer compatibles su regalo y abundancia con la ociosidad y quietud. De este principio nace el empeño que han tomado los de el lugar de Genestoso de expelernos de las brañas pertenecientes al dicho lugar, donde siempre algunos de nosotros hicimos nuestra mansión de verano, y en prueba poseemos algunas porciones de prados que nuestros mayores nos dejaron con carga de Aniversario. Han seguido a este fin un largo pleito en vuestra Real Audiencia de Asturias sobre el despojarnos de esta posesión particular, apoyada de la general costumbre que va expuesta, admitida y hasta ahora no reclamada por otro lugar o vecindario alguno del Principado. Y sin embargo que hicimos nuestra defensa justificándola por notorio, y acreditando también las muchas y graves extorsiones que habíamos sufrido, aquel tribunal nos condenó por sentencia de vista y revista a que no pudiésemos aprovechar los referidos pastos, ni continuar nuestra antigua costumbre y posesión, no viviendo, ni habiendo en ellos vecindad la mayor parte del año; cuya providencia, ya por evitar nuestra entera ruina, nos allanabamos a cumplir deteniéndonos en nuestras miserables chozas, expuestos a la inclemencia y rigor de los tiempos, hasta verificar la residencia de más de los seis meses. Pero vuestro Fiscal que reside en aquella Audiencia ha tomado la voz de los vecinos contra nosotros con tanto empeño, que ha pedido y a su instancia se ha mandado, que esta morada haya de ser con la cabeza de familia, y afianzándola, y no solo esto, sino que se haya de cumplir en ella con el Precepto Pascual; siendo así que de nuestra habitación de ivierno a ésta de verano hay la distancia de once leguas, en una y otra no podemos cumplir y sin ambas no podemos vivir. En el ivierno es imposible permanecer en las brañas y alturas de Genestoso porque se cubren de nieves, en el verano nos es forzoso dejar las de Valdés porque perecerían nuestros ganados faltándoles el pasto; luego, los efectos de estas Providencias serán el privarnos de aquel suelo y extrañarnos de la provincia, no solo a nosotros los que pastamos el verano en Genestoso, sino a todos los demás vaqueros de alzada, nuestros compañeros, que pastan por esta dicha estación en las demás brañas del Principado, pues por lo proveído se extenderá a ellos el rigor que nosotros ya experimentamos, porque se verifica la misma razón, y si algunos quedasen será a costa de gratificar a los respectivos vecindarios porque no reclamen, como si tuviesen acción a contradecir y defender este aprovechamiento de sus términos, lo que por tanto tiempo han callado y lo han permitido. Ellos tienen sus casas en los valles y abrigos de los montes, y aunque en el  verano lleven sus ganados a las alturas, sobran en ellos los pastos para todos, a no ser que quieran utilizarse arrendándolos a extraños. Últimamente, Señor, no hay Ley en estos Reinos, según nos aseguran, que prescriba tales requisitos en asuntos de pastos, y aunque vuestra Audiencia y su Fiscal hayan contraído a el suelo de Asturias las doctrinas de autores que escribieron en otras provincias, donde el modo de población y el clima son diferentes, no deben a la verdad adaptarse, porque la incapacidad de habitarse aquellas alturas por nos de cuatro meses, excluye la circunstancia de que hayan de pasar de seis. En esta atención

A. V. M. humildemente suplicamos, que extienda su Real Clemencia a estos miserables vasallos, mandando que la Audiencia remita los autos que acreditarán toda nuestra narrativa y que informe a mayor abundamiento la Diputación del Principado si es así cierta la costumbre y nuestro modo de vivir, y en vista de todo libertarnos de la nueva servidumbre que se nos impone, suspendiendo entre tanto los efectos de las expresadas sentencias y resoluciones en su ejecución tomadas, para que continuemos nuestras antiguas posesiones, usos y costumbres. Así lo esperamos de vuestro paternal amor y Real protección.

Dios Nuestro Señor guie la C. R. P. de V. M. los muchos años que le pedimos y estos Reinos necesitan.

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La Asociación Cultural Santiso y Llamas considera injustificable y apresurada la respuesta que la Consejería ha dado a la petición del “Tous pa Tous”

Ruta del río, Muniellos, Cangas del Narcea

La Asociación Cultural Santiso y Llamas considera injustificable y apresurada la respuesta que la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos ha dado a la petición del TOUS P@ TOUS sobre la mejora de la gestión y los cambios que habrían de producirse en torno a la reserva de la biosfera de Muniellos.

Consideran un error de bulto tras el fiasco del Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Fuentes del Narcea no reconsiderar las posibilidades de adecuación de la gestión de Muniellos a un desarrollo turístico sostenible, máxime, a sabiendas que es ahora al tener que elaborar un nuevo Plan Rector de Uso y Gestión del Parque de Fuentes (en el que esta incluido Muniellos) el momento oportuno para incorporar los cambios necesarios. 

Según el presidente de la Asociación Cultural Santiso Llamas, Joaquín Fernández, la consejera debe de analizar la comarca en su conjunto y saber que en los últimos 20 años hemos perdido casi un 40% de población, la minería se está reduciendo, la declaración del parque no aportó nada mas que restricciones, y ahora que parece que el turismo junto con la apertura del Parador de Corias pueden ser un pequeño balón de oxigeno para la comarca, con esta decisión de no incrementar las visitas a Muniellos, cercena de un plumazo el desarrollo turístico de la zona y la viabilidad del Parador.

Fernández le recuerda a la consejera que el espacio protegido recibe un 12% menos de visitas de las permitidas, por lo que además de optimizar en numero de entradas, al igual que le aconseja el TOUS P@ TOUS debería valorar la posibilidad de autorizar una entrada especial al lugar de Tablizas para que un número mayor de visitantes pudiese recorrer un espacio acotado y durante un tiempo limitado y en este sentido Joaquín Fernández también cree que Muniellos debería contar con un servicio de visitas guiadas más completo que el que existe en la actualidad, que abarcase tanto la visita de largo recorrido, como las visitas al entorno de Tablizas.

Desde la Asociación instan a todos los miembros que formen los órganos de gestión del Parque que no dejen pasar esta oportunidad e incorporen la propuesta en la redacción del nuevo Plan Rector de uso y Gestión.

La Asociación Cultural Santiso y Llamas con esta declaración  se suma al cada vez mayor número de  colectivos que instan a la consejería a hacer los cambios necesarios para la mejora de la gestión y aprovechamiento sostenible de los recursos turísticos de la reserva de la biosfera de Muniellos y de su entorno.

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Respuesta a nuestra solicitud de revisión de la gestión del monte de Muniellos

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Visitantes en la Reserva de Muniellos un día de lluvia en noviembre de 2011. Fotografía de J. Morrosco.

El pasado día 6 de febrero de 2013 el Tous pa Tous presentaba un escrito a la Consejera de Agroganadería y Recursos Autóctonos del Principado de Asturias en el que solicitaba que su consejería reconsiderase y modificase, después de más de treinta años, el sistema de acceso de visitantes al monte de Muniellos, así como la información que se ofrece a éstos, y que para ello encargase el estudio técnico pertinente y entablase un dialogo con los agentes locales implicados (ayuntamientos, asociaciones, vecinos, centro de desarrollo rural, empresarios, etc.), con el fin de conocer sus opiniones y aspiraciones en relación con este asunto.

Las razones que exponía el Tous pa Tous para esta solicitud eran que en estos treinta años habían cambiado muchas cosas en el monte de Muniellos y en la sociedad canguesa, y que ese monte, declarado Reserva Natural Integral, es uno de los mayores recursos turístico y educativo que existe en el concejo y en Asturias, y que esos recursos están infrautilizados: el sistema de visitas guiadas es insuficiente; el monte está excesivamente cerrado a las visitas; no se hacen sobre Muniellos cursos, ni reuniones, ni congresos, ni jornadas educativas o científicas; la entrada al monte puede cambiarse sin causar ningún perjuicio a este espacio natural, que todos estamos interesados en conservar, y estos cambios sí pueden beneficiar la actividad turística, educativa, el empleo, etc.

Además, las carencias enumeradas ponen de manifiesto el incumplimiento que se está llevando a cabo por parte de la administración regional del I Plan Rector de Uso y Gestión de la Reserva Natural Integral de Muniellos, aprobado en 2007, que establece entre sus objetivos “el desarrollo de programas de investigación científica y aplicada” y, sobre todo, el “fomentar el interés social en la conservación de la naturaleza mediante el desarrollo de actividades educativas y de interpretación, tanto en el interior de la Reserva como en su entorno”.

El Tous pa Tous consideraba en su escrito que estos cambios se hiciesen a partir del intercambio de opiniones e información entre todos los agentes sociales implicados e interesados (asociaciones de ecologistas, turismo rural y hostelería, ayuntamientos, vecinos, funcionarios, biólogos, oficinas de desarrollo local y rural, etc.).

La semana pasada llegó la respuesta de la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos a la solicitud del Tous pa Tous, la firma la Jefa del Servicio de Medio Natural y tiene fecha de 18 de marzo de 2013, dice lo siguiente:

“En respuesta a su atenta de 6 de febrero de 2013, en la que solicita la toma en consideración de un cambio en el sistema de visitas y entradas a la Reserva de Muniellos.

Nos complace informarle que actualmente ya se está estudiando la posibilidad de modificar el número máximo diario de visitantes a la Reserva, pero dicho cambio debe de hacerse teniendo presente que se trata de una Reserva Natural Integral, donde el uso público debe ser compatible con la conservación del mismo.

Atentamente»

Evidentemente, nuestra solicitud no pedía solo una modificación del número de visitantes diarios, sino un cambio más profundo en la actual gestión de la Reserva Natural Integral de Muniellos, que cumpla las directrices del I Plan Rector de Uso y Gestión, y una mayor implicación de la administración regional.

El Santo Cristo de El Acebo. Una escultura ignorada de Juan Menéndez del Valle

Fig. 1. Relieve del Calvario del retablo de Linares.

Este artículo forma parte de la memoria histórico-artística sobre el santuario de Nuestra Señora de El Acebo (Cangas del Narcea), realizada por el autor a petición de la Consejería de Cultura y Deporte del Principado de Asturias para la declaración del santuario como Bien de Interés Cultural, de la que próximamente haremos un breve resumen para la web del Tous pa Tous.

Santo Cristo es una imagen hasta ahora ignorada y desconocida, de la que ni siquiera el padre fray Alberto Colunga (Noreña, 1879 – Caleruega, Burgos, 1962) en su Historia del santuario, publicada por primera vez en Madrid en 1909, da noticia alguna. Es, sin duda, la pieza más sobresaliente de la producción del escultor y pintor Juan Menéndez del Valle. Se la atribuimos a este escultor tras compararla con el relieve del Calvario con la Virgen y san Juan (fig. 1) del retablo mayor de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Linares de El Acebo (antiguo retablo mayor del santuario), obra del año 1600 perfectamente documentada de Menéndez del Valle (COLUNGA, Historia del santuario, 1909, pág. 23).

Fig. 2. Santo Cristo de El Acebo.

Menéndez del Valle fue uno de los artistas asturianos más destacados del primer cuarto del siglo XVII, momento en que Asturias se estaba empezando a recuperar de la crisis socio-económica que la asoló desde finales de la Baja Edad Media. Su actividad se documenta entre 1598-1621. Era natural del concejo de Llanera y vecino de Oviedo. Él fue el que inició y apadrinó la carrera artística del escultor gijonés Luis Fernández de la Vega (Llantones, Gijón, 1601 – Oviedo, 1675), el principal representante del naturalismo barroco castellano en la mitad norte peninsular, tras el casamiento de este con su hija, Isabel Menéndez, en 1616. Su obra documentada es muy escasa y de ella solo se conservan sus trabajos para el santuario de El Acebo: los retablos colaterales de San José y San Miguel y el de la capilla de Santa Ana (GONZÁLEZ SANTOS, Los comienzos de la escultura naturalista en Asturias, 1997, págs. 27-30, figs. págs. 28-29), contratados en Oviedo en 1598. Fue un artista que estableció abundantes mancomunidades con otros maestros de su generación, como Juan de Torres (doc. entre 1587-1615), Francisco González (1583-1627) y Toribio Suárez (doc. 1600-1628), por las que los maestros se comprometían a realizar conjuntamente una serie de obras. El estilo de Menéndez del Valle se caracteriza por una lejana influencia del último Renacimiento (manierismo), ejemplificado en el retablo mayor de la catedral de Astorga, realizado por Gaspar Becerra (1520-1568) a partir de 1550, con unas figuras algo desproporcionadas, inexpresivas, frías y, sobre todo, robustas, de clara influencia romanista.

Fig. 3. Detalle del Santo Cristo de El Acebo.

El Santo Cristo está en la sacristía del santuario de El Acebo (figs. 2-3). Es una talla un poco menor que el natural (sobre 110 cm aprox.), realizada en madera y policromada, que a nuestro juicio fue esculpida el mismo año que este escultor hizo los retablos de la ermita, para ornamentar la capilla del Santo Cristo, abierta en el lado del evangelio del crucero, y acaso junto a un pequeño retablo (no conservado), semejante a los colaterales, para colocar la imagen con decoro. Este conjunto, retablo e imagen, fue sustituido hacia 1650 por otro de mayor tamaño, realizado por Pedro Sánchez de Agrela (San Pedro de Mor, Lugo, h. 1610 – Cudillero, 1661), donde se venera un Crucificado que ejemplifica el estilo naturalista implantado en Cangas del Narcea en el segundo tercio del siglo XVII por Sánchez de Agrela y su taller.

Fig. 4. Cristo de Prada (o de Velarde) de la catedral de Oviedo.

Para labrar la imagen, Menéndez del Valle se inspiró en el Cristo de Prada (o de Velarde) venerado en una de las capillas del costado meridional de la catedral de Oviedo, fundada a mediados del siglo XVI por Antonio Vázquez de Prada, abad de Tuñón, quien también donó el Crucificado (fig. 4). Antonio era hijo de don Andrés Vázquez de Prada y Rubio, capitán del emperador Carlos V en la batalla de Pavía (1525), caballero de la orden de Santiago en 1528 y fundador de la casa de Prada en 1544. El sobrenombre de Velarde le viene de cuando la casa de Prada recayó en aquella, ya a mediados del siglo XVIII. El Cristo de Prada es una imagen manierista que se relaciona con el Cristo de las Injurias de la catedral de Zamora, obra del círculo de Gaspar Becerra (Baeza, Jaén, h. 1520 – Madrid, 1570). No obstante, últimamente también se viene vinculando con el escultor Arnao Palla.

Fig. 5. Cristo crucificado del relieve de San Francisco del retablo de Linares.

La imagen del Cristo de El Acebo, aunque no es tan estilizada como aquella, justifica la influencia que tuvo este modelo en los escultores asturianos del cambio de siglo: el rostro sereno, noble y apacible, con un mechón de cabello cayendo sobre su hombro derecho; una anatomía robusta, insistiendo en los músculos del abdomen; la disposición estirada de los dedos índice y corazón de las manos, y los pliegues suaves, clasicistas, del paño femoral. No obstante, Menéndez del Valle supo dotar a su imagen de una personalidad propia.

Fig. 6. Detalle del Crucificado del relieve de San Francisco del retablo de Linares.

Suyo es el tratamiento alargado de la barba, el trenzado de la corona de espinas y, sobre todo, el rizo del cabello sobre su oreja izquierda que repite exactamente en el Cristo de Linares y en el del relieve de San Francisco de Asís del mismo retablo (figs. 5-6).

La imagen de El Acebo está policromada. Presenta desconchados en las rodillas, piernas, abdomen y brazos. Destacan las tonalidades mortecinas en las magulladuras de las rodillas, pies, manos y rostro, y evidentes goterones de sangre que emanan de las heridas producidas por los clavos, corona de espinas y lanzada. Carece de postizos, cuyo uso por estas fechas en Asturias aún no estaba generalizado. La policromía es sin duda la original, acaso realizada por el mismo Menéndez del Valle.

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El Santo Cristo de El Acebo. Una escultura ignorada de Juan Menéndez del Valle

Fig. 1. Relieve del Calvario del retablo de Linares.

Este artículo forma parte de la memoria histórico-artística sobre el santuario de Nuestra Señora de El Acebo (Cangas del Narcea), realizada por el autor a petición de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias para la declaración del santuario como Bien de Interés Cultural, de la que haremos un breve resumen para la web del Tous pa Tous.

El Santo Cristo de El Acebo es una imagen hasta ahora desconocida, de la que ni siquiera el padre fray Alberto Colunga (Noreña, 1879 – Caleruega, Burgos, 1962) en su Historia del santuario, publicada por primera vez en Madrid en 1909, da noticia alguna. Es, sin duda, la pieza más sobresaliente de la producción del escultor y pintor Juan Menéndez del Valle. Se la atribuimos a este escultor tras compararla con el relieve del Calvario con la Virgen y san Juan (fig. 1) del retablo mayor de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Linares de El Acebo (antiguo retablo mayor del santuario), obra del año 1600 perfectamente documentada de Menéndez del Valle (COLUNGA, Historia del santuario, 1909, pág. 23).

Fig. 2. Santo Cristo de El Acebo.

Menéndez del Valle fue uno de los artistas asturianos más destacados del primer cuarto del siglo XVII, momento en que Asturias se estaba empezando a recuperar de la crisis socio-económica que la asoló desde finales de la Baja Edad Media. Su actividad se documenta entre 1598-1621. Era natural del concejo de Llanera y vecino de Oviedo. Él fue el que inició y apadrinó la carrera artística del escultor gijonés Luis Fernández de la Vega (Llantones, Gijón, 1601 – Oviedo, 1675), el principal representante del naturalismo barroco castellano en la mitad norte peninsular, tras el casamiento de este con su hija, Isabel Menéndez, en 1616. Su obra documentada es muy escasa y de ella solo se conservan sus trabajos para el santuario de El Acebo: los retablos colaterales de San José y San Miguel y el de la capilla de Santa Ana (GONZÁLEZ SANTOS, Los comienzos de la escultura naturalista en Asturias, 1997, págs. 27-30, figs. págs. 28-29), contratados en Oviedo en 1598. Fue un artista que estableció abundantes mancomunidades con otros maestros de su generación, como Juan de Torres (doc. entre 1587-1615), Francisco González (1583-1627) y Toribio Suárez (doc. 1600-1628), por las que los maestros se comprometían a realizar conjuntamente una serie de obras. El estilo de Menéndez del Valle se caracteriza por una lejana influencia del último Renacimiento (manierismo), ejemplificado en el retablo mayor de la catedral de Astorga, realizado por Gaspar Becerra (1520-1568) a partir de 1550, con unas figuras algo desproporcionadas, inexpresivas, frías y, sobre todo, robustas, de clara influencia romanista.

Fig. 3. Detalle del Santo Cristo de El Acebo.

El Santo Cristo está en la sacristía del santuario de El Acebo (figs. 2-3). Es una talla un poco menor que el natural (sobre 110 cm aprox.), realizada en madera y policromada, que a nuestro juicio fue esculpida el mismo año que este escultor hizo los retablos de la ermita, para ornamentar la capilla del Santo Cristo, abierta en el lado del evangelio del crucero, y acaso junto a un pequeño retablo (no conservado), semejante a los colaterales, para colocar la imagen con decoro. Este conjunto, retablo e imagen, fue sustituido hacia 1650 por otro de mayor tamaño, realizado por Pedro Sánchez de Agrela (San Pedro de Mor, Lugo, h. 1610 – Cudillero, 1661), donde se venera un Crucificado que ejemplifica el estilo naturalista implantado en Cangas del Narcea en el segundo tercio del siglo XVII por Sánchez de Agrela y su taller.

Fig. 4. Cristo de Prada (o de Velarde) de la catedral de Oviedo.

Para labrar la imagen, Menéndez del Valle se inspiró en el Cristo de Prada (o de Velarde) venerado en una de las capillas del costado meridional de la catedral de Oviedo, fundada a mediados del siglo XVI por Antonio Vázquez de Prada, abad de Tuñón, quien también donó el Crucificado (fig. 4). Antonio era hijo de don Andrés Vázquez de Prada y Rubio, capitán del emperador Carlos V en la batalla de Pavía (1525), caballero de la orden de Santiago en 1528 y fundador de la casa de Prada en 1544. El sobrenombre de Velarde le viene de cuando la casa de Prada recayó en aquella, ya a mediados del siglo XVIII. El Cristo de Prada es una imagen manierista que se relaciona con el Cristo de las Injurias de la catedral de Zamora, obra del círculo de Gaspar Becerra (Baeza, Jaén, h. 1520 – Madrid, 1570). No obstante, últimamente también se viene vinculando con el escultor Arnao Palla.

Fig. 5. Cristo crucificado del relieve de San Francisco del retablo de Linares.

La imagen del Cristo de El Acebo, aunque no es tan estilizada como aquella, justifica la influencia que tuvo este modelo en los escultores asturianos del cambio de siglo: el rostro sereno, noble y apacible, con un mechón de cabello cayendo sobre su hombro derecho; una anatomía robusta, insistiendo en los músculos del abdomen; la disposición estirada de los dedos índice y corazón de las manos, y los pliegues suaves, clasicistas, del paño femoral. No obstante, Menéndez del Valle supo dotar a su imagen de una personalidad propia.

Fig. 6. Detalle del Crucificado del relieve de San Francisco del retablo de Linares.

Suyo es el tratamiento alargado de la barba, el trenzado de la corona de espinas y, sobre todo, el rizo del cabello sobre su oreja izquierda que repite exactamente en el Cristo de Linares y en el del relieve de San Francisco de Asís del mismo retablo (figs. 5-6).

La imagen de El Acebo está policromada. Presenta desconchados en las rodillas, piernas, abdomen y brazos. Destacan las tonalidades mortecinas en las magulladuras de las rodillas, pies, manos y rostro, y evidentes goterones de sangre que emanan de las heridas producidas por los clavos, corona de espinas y lanzada. Carece de postizos, cuyo uso por estas fechas en Asturias aún no estaba generalizado. La policromía es sin duda la original, acaso realizada por el mismo Menéndez del Valle.

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Narcea Esquí Club: «Nos subimos al cajón»

José Miguel Fernández Villabrille medalla de plata en el Slalom Gigante de Fuentes de Invierno

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Gran bajada de Miguel en Fuentes de Invierno, flamante subcampeón de Asturias. Foto Narcea Esquí Club

El pasado sábado día 23 de marzo de 2013 se celebró en la Estación Invernal de Fuentes de Invierno la final regional de esquí de los Juegos Deportivos del Principado de Asturias. La prueba se disputó en la modalidad de Slalom Gigante a una manga para todas las categorías: benjamines, alevines, infantiles y cadetes.

Los de Cangas del Narcea estuvimos representandos por las jovencísimas promesas del Narcea Esquí Club subiendo al cajón para recoger la medalla de plata en la categoría de alevines José Miguel Fernández Villabrille (Bar La Himera). Miguel, que a sus diez años es el nuevo subcampeón de Asturias de la categoría, realizó un descenso impecable y ha sido impresionante ver a la velocidad que pasaba las puertas pese a las adversas condiciones climatologías durante la prueba.

En damas hay que destacar el meritorio 5º puesto de Inés Rodríguez Llano, también en la categoría de alevines, que se quedó a tan sólo cuatro décimas de subirse al cajón.

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Miguel ocupando el segundo puesto en el podium levanta orgulloso su trofeo. Foto Narcea Esquí Club

Destacar la actuación del resto de participantes del equipo que aunque esta vez no pudieron saborear las mieles del triunfo, visto el nivel que han demostrado no tardarán en alcanzar la gloria del esquí alpino en el panorama regional. Por categorías los miembros del Narcea Esquí Club que han participado son:

GIGANTE HOMBRES ALEVINES

  • Miguel Fernández Villabrille (2º Subcampeón de Asturias)
  • Andrés Pérez Barrero (6º)
  • Juan Pérez Barrero (8º)

GIGANTE DAMAS ALEVINES

  • Inés Rodríguez Llano (5ª)

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Los entrenadores con parte del equipo que disputó en Fuentes de Invierno los Juegos Deportivos del Principado de Asturias de 2013. Foto Narcea Esquí Club

GIGANTE HOMBRES INFANTILES

  • Juan Rodríguez de la Fuente (10º)
  • Martín Zuazua Rodríguez (14º)
  • Isaac Otero Cachón (15º)
  • Jorge Rubio Fernández (16º)

GIGANTE DAMAS INFANTILES

  • Carlota Alba Linde (9ª)
  • Jenny Collar Lago (11ª)
  • María Álvarez Sierra (12ª)

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Juan en Leitariegos pulverizando todas las marcas. Foto Narcea Esquí Club (J.R. Puerto)

Por otro lado, el fin de semana anterior, concretamente el domingo 17 de marzo de 2013, se celebró en la Estación de Esquí de Leitariegos la V Carrera Social – Slalom Gigante del Narcea Esquí Club en la que cabe detacar la actuación de Juan Rodríguez de la Fuente que pulverizó todos los registros en las dos mangas disputadas, proclamándose campeón absoluto de la prueba. Juan, a sus doce años, se mostró intratable en los dos descensos cronometrados. Con un tiempo total de 1′ 15» 28 fue capaz de vencer a las categorías superiores, cadetes y adultos, mejorando en casi dos segundos los tiempos del segundo y tercer clasificado.

El Misterio de la Serpiente, un cómic de María José Perrón con Cangas del Narcea como protagonista

Página nº 11 del cómic ‘El Misterio de la Serpiente’

En Cangas del Narcea el verano se presentaba tranquilo para Alberto y Ana, que pasaban unos días en la casa de sus abuelos. Pero la aparición de unos manuscritos antiguos les sacará del letargo. Analizar y descifrar qué misterio esconden les llevará a recorrer las calles, monumentos, plazas y lugares emblemáticos de la villa… aunque no son los únicos interesados en averiguarlo. ¿Qué esconden los documentos? ¿Serán capaces de descifrar estos jóvenes el Misterio de la Serpiente? ¿Por qué hay otras personas interesadas en poseer los manuscritos? Estos interrogantes son los que plantea María José Perrón en el cómic titulado “El Misterio de la Serpiente”, autora del guión original y de las ilustraciones.

La autora está buscando colaboración para publicar este cómic, cuya motivación principal a la hora de crearlo ha sido rendir un homenaje a Cangas y sus gentes. Los interesados en recibir más información o en contactar con María José puede enviarnos un mensaje a EL TOUS P@ TOUS.

Página nº 13 del cómic ‘El Misterio de la Serpiente’

Página nº 16 del cómic ‘El Misterio de la Serpiente’

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Notas para el estudio de una Cangas inexistente

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Dársena imaginaria de Ambasaguas

Río navegable y ferrocarril fueron los hitos de cualquier modelo de industrialización decimonónica. La revolución industrial británica empleó estos dos tipos de transporte para construir en gran medida la utopía liberal. La insaciable codicia de sus mercaderes, respaldada por una cínica monarquía parlamentaria, tejió un imperio colonial, mientras su propio territorio, una unánime llanura, facilitaba el trazado de una multitud de canales navegables y ferrocarriles. La velocidad y economía del transporte facilitó la revolución industrial.

Aquí la geografía no ayudó. Asturias es un país ribereño y arrugado, que fluye hacia el norte, donde la energía del agua modeló su singular geometría. A pesar de todo se intentó la canalización del Nalón y una intricada red de ferrocarriles mineros, con poca cohesión entre sí, tramó el centro de la región fijando los mimbres de la actual conurbación.

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Muelle con gabarras y ferrocarril imaginarios bajo el palacio de Oumaña

Obviamente Cangas del Narcea sería distinta si el río Narcea fuera navegable. Quizás no tanto si hubiese tenido una línea de ferrocarril: para que éste fuese el motor de una economía sostenida en el tiempo debería involucrarse en una red urbana pujante, y eso la minería por sí misma no lo produce; además, se necesita cuando menos un hinterland dinámico.

Lo destruido y lo no construido definen en gran medida el ser profundo de una ciudad. Italo Calvino escribió de las ciudades y el deseo, de las ciudades y los sueños. Cangas parece alejarse poco a poco y sin remedio de su propio ser, de su íntima ‘ciudad ideal’. La sociedad canguesa debe evitarlo. Urge la redacción de un eficaz catálogo urbanístico que recoja lo que debe mantenerse y un planeamiento urbano y rural afinado, acorde con la singularidad canguesa.

Se presentan dos imágenes de esa Cangas irreal, y también utópica: la dársena de Ambasaguas y, bajo el palacio de Oumaña, un muelle con gabarras y un ferrocarril para transportar la madera y el carbón que nunca llegó. Sirvan estos sencillos dibujos para fabular el pasado, pensar el presente y proyectar el futuro de una Cangas que debe salir del mejor de los sueños posibles.

Juan PEDRAYES OBAYA
Dr. Arquitecto
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Sobre imágenes y cronistas

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Cangas del Narcea, 1974. Tarjeta postal de Ediciones Arribas titulada ‘la pasarela’ con el puente colgante recién construido ya que fue inaugurado en 1973

Cuando abro el correo electrónico me es grato encontrar uno que me enlaza con la Web del Tous pa Tous, generalmente contiene información sobre los aspectos más variados del concejo de Cangas del Narcea. Hace días me sorprendió uno de opinión titulado “Cronista accidental” criticando la elección de la pasarela colgante como una de las imágenes de la villa.

¿Qué entendemos por la “imagen” de una villa? Al menos algo que la identifica y la diferencia de otras villas, que es fácil de reconocer y de recordar y que guarda relación con su pasado, su presente o los proyectos de futuro. A este concepto de “imagen” se pueden ajustar una vista general, una parcial, un elemento singular o uno repetitivo. Sin duda incluso hasta un pequeño pueblo puede tener varias imágenes que lo identifiquen, sin que unas excluyan a otras.

¿Qué criterios podemos seguir para calificar a un elemento como “imagen de un lugar”? ¿Puede la antigüedad ser un criterio fiable? Ya que partimos de un elemento singular, tomemos algunos ejemplos reconocidos e incluso algunos de ellos polémicos en cuanto a su estética: la Torre Eiffel, 1889; Puente de la Torre de Londres, 1894; la Casa de la Ópera de Sidney, inaugurada en 1973; el Elogio al Horizonte, Gijón, 1989; el Museo Guggenheim en Bilbao, 1997; las Torres Kio o Puerta de Europa en Madrid, 1996; el Ojo de Londres o Noria del Milenium, 1999. Muchas generaciones vivieron en estas ciudades sin conocer estos edificios o esculturas y sin embargo a día de hoy cuando las vemos identificamos enseguida la ciudad donde se asientan.

¿Podemos tomar como criterio la identidad, es decir su diferenciación respecto a otros del mismo tipo, la facilidad de reconocimiento y recuerdo y/o la relación con la historia y con la gente del lugar?

La pasarela colgante de Cangas, nos guste o no, tiene identidad porque es una obra original, única, sustentada en una idea previa de José Gómez del Collado, quien lo ideó pensando en dos hombres grandes situados uno en la plaza de la Oliva y otro en El Fuejo, de espaldas, con dos largas cuerdas sujetas con sus manos y tensadas en sus hombros; de esas cuerdas cuelga la pasarela, los hombres soportarán mayor o menor peso y así se inclinarán menos o más por la tensión.

Su forma es fácil de reconocer, de recordar y desde su construcción se reproduce en postales y fotografías. El puente con la Basílica de Santa María Magdalena al fondo aparece en cuanto buscamos en cualquier medio fotos sobre Cangas, y pocos visitantes se escapan a la tentación de fotografiarse en él.

La pasarela colgante responde a un momento histórico de crecimiento demográfico en Cangas del Narcea, acompañado de una necesidad de habitación para muchas familias; todo un barrio dispuso de un acceso peatonal al centro de la villa con todas las implicaciones que ello conlleva.

Contribuye al magnífico muestrario de puentes que existen en Cangas del Narcea, uno de los valores patrimoniales de la villa. Los puentes unen y, excepto cuando los poderosos establecen peaje o pontazgo, ganan en popularidad a otros edificios que materializan el poder de unos pocos sobre otros.

Respecto a la profesión de «cronista accidental», personalmente prefiero “cronista del suroccidente”; no puedo olvidar mi frustración al investigar en las hemerotecas sobre épocas no muy lejanas y no encontrar nada sobre Cangas del Narcea, como si no existiese. Estos cronistas son leídos desde muy lejos por esos «cangueses por el mundo» (eufemismo de emigrantes), por los que vivimos en Cangas y serán fuente histórica en el futuro. La crítica constructiva siempre es buena y necesaria, tanto como el reconocimiento de una buena labor. En el caso concreto del artículo sobre el puente colgante es muy relevante la entrevista a Orlando Vecino, una persona que hace algo más de cuarenta años trabajó a pie de obra en la construcción del puente, todo un testimonio.

Espero que esta pasarela, casi transparente desde lejos y con una potente geometría vista de cerca, siga siendo tan fotografiada, tan visitada por los turistas y tan útil para los transeúntes por muchos años, a pesar de las dificultades de mantenimiento. Y que nuestros cronistas lo cuenten.

Mercedes Pérez Rodríguez
Cangas del Narcea, 12 de marzo de 2013
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La casa de los Llano: El último palacio que se construyó en Cangas del Narcea

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Palacio de los Llano en la calle de La Fuente, hacia 1910.

La casa es siempre un reflejo de sus moradores. Su forma, tamaño, construcción, decoración y distribución interior son un reflejo de las personas que viven dentro, de su riqueza, de sus ideas, de su higiene o de su cultura.

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Casas que había en 1771 y que se derribaron para construir el palacio de los Llano en 1780-1785.

En la Edad Moderna el palacio era la casa de las familias más poderosas. En Cangas del Narcea estaban los palacios del conde de Toreno en la villa y en La Muriella, el del conde de Peñalba, el de Omaña, los de los Sierra en Llamas del Mouro y Xarcelei, los de Ardaliz y San Pedro de Árbas, etc. Todas estas construcciones, edificadas entre el siglo XVI y la primera mitad del siglo XVIII, tienen en común la presencia en su fachada de una o dos torres, para rememorar las viejas torres medievales que eran las viviendas de los señores en la Edad Media, que es la época a la que se remonta el origen de todos estos linajes.

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Palacio de los Llano en 1884.

A partir del siglo XVIII, este modelo de palacio con torre pasa completamente de moda y es sustituido por una arquitectura nueva, más funcional y diáfana, de diseño cúbico y con grandes aleros en voladizo, cuyos criterios estéticos acabarán siendo impuestos por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fundada en Madrid, en 1752, que a partir de esta fecha supervisará los proyectos arquitectónicos que se llevaron a cabo en España. Es el llamado academicismo y a este estilo arquitectónico pertenece el último palacio que se construyó en Cangas del Narcea: el de los Llano, levantado en la calle de La Fuente entre 1780 y 1785.

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Palacio de los Llano en 1925.

Esta monumental casa es un bloque rectangular que tiene planta baja y dos pisos. El piso primero se abre a la calle con balcones redondeados y rejas de hierro forjado, y el último, mediante ventanas y balcones a paño con el muro. Todos los huecos de la fachada son iguales y agrupados en rigurosa simetría: tres huecos en centro y otros, más apartados, hacia las esquinas, en un ritmo así: b-aaa-b. En cambio, debido al violento cambio de rasante de la calle de La Fuente, no se pudo mantener la estructura tripartita de puertas, abriendo solo dos: la central y la del lado izquierdo.

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Fachada del palacio de los Llano a la calle Burgos.

En la fachada sur, que da a la calle Burgos, el piso superior tiene un gran corredor. La casa carece de torres, pero en el centro de su fachada principal, encima del balcón central, luce el escudo de armas de la familia, labrado en piedra de gran calidad, con las armas de Castrillón o Villamil, y Valdés-Flórez.

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Fachada del palacio de los Llano a la calle de la Fuente.

Desde su fachada principal, la casa tenía unas magnificas vistas sobre el río Narcea y el valle de Cangas, que hoy ha perdido por la construcción de nuevos edificios.

Los Llano son un linaje muy antiguo en Cangas del Narcea, que tenía su casa en el barrio de Ambasaguas. Su viejo palacio, con una torre, todavía se conserva en un estado ruinoso, detrás de la iglesia de ese barrio, y el escudo que había en su fachada está desde 1955 en el hotel Truita, en la fachada que mira a la calle Diz Tirado.

En la segunda mitad del siglo XVIII, el mayorazgo de esta familia, Antonio de Llano Flórez, se casó con Catalina Villamil y Ron Álvarez de Castrillón y Casariego, natural de San Juan de Prendonés (concejo de El Franco), y esta unión cambió el destino de la familia Llano.

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Escudo con las armas de Llano y Flórez de la casa de los Llano de Ambasaguas, hoy en el hotel Truita.

Catalina heredó en 1770 una considerable fortuna de su tío materno Blas Sarmiento Castrillón y Casariego, con la que esta familia construyó su casa principal en la villa de Cangas, dejando en un segundo lugar la vieja casa de Ambasaguas, que era donde había vivido hasta entonces.

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Escudo de la casa de los Llano en la calle de la Fuente, según Armando Graña.

Blas Sarmiento  era natural del lugar de Mourio, en San Juan de Prendonés (El Franco), hijo de Blas López Casariego Castrillón y María Álvarez Castrillón, y de joven se había marchado a América (o a Indias, como entonces se decía). En México se casó con María Manuela Sarmiento Sánchez de Milla, heredera en esa tierra del mayorazgo fundado en 1586 por el capitán Juan Sarmiento y su mujer Isabel Vélez Raicón, de la que tomó el apellido. Tuvieron un hijo, pero tanto la esposa como el vástago murieron, quedando viudo y sin herederos forzosos. Blas Sarmiento era alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición, que era un cargo honorífico reservado para miembros de la nobleza. De México se trasladó a Manila, capital de Filipinas, donde falleció en 1770. Las herederas de su fortuna fueron su hermana Tomasa Álvarez Castrillón de Casariego y su sobrina Catalina Villamil. También dejó dinero para reparar la iglesia de su pueblo natal, comprar alhajas de plata (lámpara, incensario, vinajera) y una custodia de oro para la misma iglesia, y fundar y mantener una escuela de gramática en San Juan de Prendonés. En 1817, José Alfonso Argüelles, vecino de Cangas del Narcea, calculaba que el dinero que había recibido Catalina Villamil de su tío «llegará a catorce mil ducados o algo más», o sea, a la abultada cifra de unos 154.000 reales.

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Escudo en la fachada del palacio de los Llano.

Con esta fortuna Antonio de Llano y Catalina Villamil compraron a la casa de Ardaliz las viviendas que había en el solar donde se erige el palacio. Se halla junto al antiguo Hospital (fundado en el siglo XVI), circunstancia que aprovecharon los Llano para abrir una tribuna a la capilla del hospital, que aún se conserva. Es muy probable que el proyecto de este palacio lo hiciese el arquitecto Manuel González Reguera (Candás, 1731 – Oviedo, 1798), el mejor arquitecto de su tiempo y el más destacado representante del academicismo en Asturias. Este arquitecto estuvo en Cangas por aquellos años, trabajando para el conde de Toreno y para la casa de Miramontes, y es casi seguro que Antonio de Llano Flórez también recurriera a él, un arquitecto de gran prestigio, cuando hacia 1780 decidió levantar un palacio para su renovado linaje.

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Balcón del palacio de los Llano.

Además, ciertos detalles arquitectónicos del edificio (como las molduras de las repisas de los balcones y la limpieza de líneas de la fachada a la calle de la Fuente) así parecen indicarlo.

Este fue el último palacio que se construyó en la villa de Cangas del Narcea. En el siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad, se seguirán construyendo grandes casas para una sola familia, pero tanto sus promotores como el modelo de casa serán muy diferentes. El mejor ejemplo de esta nueva sociedad y arquitectura era la desaparecida casa de don Eleuterio García Cuesta o casa de María Angustias, levantada en 1889 en la calle Mayor.

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L.lingua asturiana na web del Tous pa Tous

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RODRÍGUEZ-CASTELLANO, Lorenzo, ‘Aspectos del bable occidental’, IDEA, Oviedo, 1954.

Dende’l TOUS PA TOUS, ya comu nun podía ser d’outra forma, nun se quier esqueicer d’un bon estaxu de la nuesa cultura comu ía la l.lingua asturiana, con un enfoutu bien especial na fala del concechu de Cangas.

Entama, destamiente, una seición na súa web au se vei dir ricuyendo, pouquinín a pouquinín, tolos trabayos de material l.lingüísticu feitos deica güei, con idea de sofitar ya dar muita más sonadía al asturianu ya, asina, menguar tolo que se pueda’l poucu valir social ya’l desapegu de las alministraciones, que tán l.levando la nuesa l.lingua a desaniciar dafeito.

Hai intención, amás, de que los socios del TOUS PA TOUS tengan un sitiu au puedan enviar las súas aportaciones, pa medrar l’archivu de esti tesouru nuesu, meyorando asina la conocencia de la l.lingua asturiana ya faendo más fácil l’estudiu d’el.la ya de la fala del occidente de Asturias.

DIR A:

Cronista accidental

Vista parcial de Cangas del Narcea en 1971. Aún no existía el puente colgante.

Espero siempre con gran interés la columna periodística que en el diario ABC plasma un par de veces a la semana y con certera visión de una actualidad alejada a los tópicos políticos del momento, el periodista y escritor sevillano-gaditano Antonio Burgos. En sus últimos artículos, glosa la figura de una nueva profesión, el “tertulianés”. No voy a entrar en definiciones cuando él la ha referido de forma magistral.

Ustedes se preguntarán: ¿a qué viene todo esto?

– Pues siguiendo la misma línea, incorporo otra nueva profesión: la de “cronista accidental”.

¿Qué define a la nueva figura?

– Sin entrar a valorar su posible calidad narrativa, informativa o de opinión creo que es preferible ponerles un ejemplo:

Esta mañana, como todas, desayuno con la reseña de las noticias que recoge en su web el Tous pa Tous referidas a la actualidad canguesa. Paso a citar una de ellas: “Hay muy pocas imágenes que sirvan para definir Cangas del Narcea más certeramente que el puente colgante. Un volador, un «cacho» de vino y pocas más…”

Me parece asombrosa la capacidad de síntesis que pueden tener algunos, sobre aspectos históricos, artísticos, humanos, paisajísticos etc. de una comarca que reúne y acrisola todo esto de manera notable para anteponer una actuación reciente y de cierto interés logístico, a la casi milenaria historia de la comarca. Pasé mi infancia y juventud como muchas otras generaciones sin la presencia de tal actuación arquitectónica por lo que con toda precaución, pediría a determinados “cronistas accidentales”, tuvieran más respeto a la historia, paisajes y paisanajes y no banalizaran sobre circunstancias que les pudieran sobrepasar.

G.M.L. Madrid
27 de febrero de 2013

Alejandro Casona en Chile en 1959: el éxito de ‘La casa de los siete balcones’

Antonio Fernández Insuela, Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Oviedo, demuestra una vez más su gran interés por la figura de Alejandro Casona (Bisuyu / Besullo, 1903 – Madrid, 1965) en el artículo «Alejandro Casona en Chile en 1959: el éxito de La casa de los siete balcones«, recientemente publicado en Un libro para Ramón (Homenaje a José Ramón Saiz Viadero), volumen colectivo coordinado por el profesor José Manuel González Herrán y que Ediciones Tantín, de Santander, ha tenido la amabilidad de permitir su difusión desde el Tous pa Tous.



Un reportaje de 1950 en el monasterio de Corias

Publicamos aquí las únicas imágenes del concejo de Cangas del Narcea que existen en el archivo histórico de NO-DO, Noticiarios y Documentales cinematográficos (1943 – 1981), y pertenecientes a las colecciones especiales de la Filmoteca Española. Dichas imágenes corresponden al monasterio de Corias y son muy breves, tan solo 30 segundos. Nº 369A de fecha 30-01-1950.


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El periódico La Verdad (1903) en la web del Tous pa Tous

Cabecera de ‘La Verdad’, primera época, nº 2, 14 de febrero de 1903.

La Verdad fue un periódico de vida muy corta, como tantos otros en la historia de la prensa canguesa. Nació el 7 de febrero de 1903 y murió en el mes de mayo o junio de ese mismo año. Se tiraba en la Imprenta La Económica, de Oviedo, porque en Cangas del Narcea en aquel tiempo no había imprenta, y se vendía por la calle los sábados, día de mercado. Además, en tan corto periodo de tiempo tuvo dos épocas. En la primera, que duró los meses de febrero y marzo, los editores estaban dados de alta en Cangas del Narcea y en la segunda, tuvieron que matricularse en Oviedo. La razón de esta vida tan corta y azarosa fue la persecución política que sufrió La Verdad por parte del Ayuntamiento de Cangas del Narcea. Lo curioso es que el periódico ponía debajo de la cabecera: “Este semanario no es político”, declaración que no era muy sincera como puede comprobar cualquiera leyendo su contenido.

Lamentablemente no conocemos los dieciséis números que se publicaron de este periódico (ocho en la primera época y otros ocho en la segunda) y solo hemos podido digitalizar nueve, gracias a la colaboración de los socios del «Tous pa Tous» Mario Gómez Marcos y Eladio Regueral Martínez.

Desde la desaparición de El Eco de Occidente en los últimos años del siglo XIX, no había habido otro periódico en Cangas del Narcea. La razón es que no hacía falta porque no había lucha política; desde 1898 todos los grupos apoyaban al mismo diputado a Cortes, el liberal monárquico Félix Suárez-Inclán. Pero en 1903 la situación cambió, volvieron a resurgir las divisiones y los enfrentamientos políticos, y con ellos retornaron los periódicos a la calle: La Verdad en 1903 y El Narcea en 1905.

Los promotores de la primera época de La Verdad fueron José Pallarés Nomdedeu y Manuel Flórez de Uría y Sattar. El primero era comerciante, había sido alcalde entre 1898 y 1902 y participó en la fundación del periódico para luchar contra el nuevo alcalde: Nicolás de Ron Flórez-Valdés; Pallarés volverá a ocupar la alcaldía entre 1904 y 1906. Manuel Flórez de Uría era procurador de los tribunales y apoderado en Cangas del Narcea de la “Bosna Asturiana”, que era la empresa propietaria del monte de Muniellos; profesaba ideas republicanas. En 1903 los dos eran concejales. Sus nombres no figuraban en el periódico, ejerciendo como director nominal Luis González Ballesteros. La persecución que van a sufrir, sobre todo por el teniente alcalde Joaquín Rodríguez Martínez, la relatan en dos artículos publicados el 7 y el 15 de marzo de 1903 con el mismo título: «Brutal atropello».

Cabecera de La Verdad, segunda época, nº 1, 11 de abril de 1903.

La segunda época de La Verdad comienza el 11 de abril de 1903, y en el periódico aparecen como director y jefe de redacción: Manuel Flórez de Uría, y como administrador y redactor: José Mª Díaz López «Penedela». En la portada del primer número cuentan las razones de la publicación y las vicisitudes de la primera época del periódico:

Es ya una verdadera necesidad de toda población de alguna importancia el que en su recinto se publique uno o más periódicos, y Cangas de Tineo, su concejo y su partido judicial no deberían ser de peor condición que cualquiera otra de las villas de España en que ya existen publicaciones de esa clase, que velen por sus intereses y miren por su adelantamiento y progreso.

Por esta razón ya hubo en Cangas de Tineo, y por varias veces, quien arrostrara los trabajos o inconvenientes que supone y trae consigo la fundación de un periódico, aunque sea semanal; pero después de una lucha más o menos larga y de peripecias sin número ni cuento, todos esos generosos intentos y propósitos levantados tuvieron que ceder a la realidad, y esta era que el concejo no leía el periódico o por no saber hacerlo (¡esto sí que es triste!) o por apatía, por la proverbial pereza española. Y los que leían, los intelectuales del concejo (curas y maestros) y de la villa, no se interesaban por su progreso, por su arraigo, porque si el periódico era incoloro no tenía interés; si defendía un ideal político eran sus adversarios los del bando opuesto. Y en estas condiciones, faltos de base, faltos de oxigeno, murió un periódico tras otro periódico y Cangas de Tineo quedó en esta materia a la altura del Riff o del Congo.

Y en estas circunstancias surgió en la mente de dos personalidades de aquel concejo la idea de fundar un periódico que tirado en esta ciudad [de Oviedo], pues allí no hay tipografía ni cosa que lo valga, llegase a Cangas de Tineo los sábados, cuya fecha respectiva llevaría cada número, y ser repartido en dicha villa. Y para llevar a efecto esta idea, teniendo en cuenta que a ninguno de sus progenitores era de interés dar su nombre, bastándoles conseguir el fin lícito y honrado que se proponían, resolvieron ocultarse tras el de un individuo cualquiera que sin responsabilidad ninguna pudiera llevar el nombre del periódico, tan solo el nombre, puesto que ellos se encargaban de redactarlo, pagarlo y responder de su contenido con su firma. Y buscaron este individuo, especie de muestra del periódico y nada más, y a serlo se prestó de buen grado D. Luis G. Ballesteros, persona que por su edad, por su estado, por sus condiciones y posición social venía pintiparado al papel que se le asignaba.

Y con estas condiciones, redactado por don Jose Pallarés Nomdedeu y don Manuel Flórez de Uría apareció un semanario titulado La Verdad en Cangas de Tineo con fecha 7 de Febrero del corriente año. Y se publicó ese primer número, y un segundo, en que colaboraron los dos fundadores; y antes del tercero el Sr. Pallarés se retiró, y siguió solo el Sr. Flórez de Uría; publicó el tercer número, que por su valentía fue multado, denunciado y secuestrado; se dio a luz un cuarto número que duplicó la tirada del semanario; vino un quinto, que también fue denunciado, y un sexto que corrió la misma suerte, y un séptimo y un octavo que pudieron colar, pero este último ya con una tirada de mil ejemplares. ¿Qué tal? No se puede demostrar de manera más cumplida el hambre y sed que puede sentir un pueblo de que en su recinto exista una publicación periodística.

Pero esa serie de multas y el propósito conocido de continuarlas, justificaron la necesidad de matar La Verdad de Cangas de Tineo y así se anunció en su último número, correspondiente al sábado 28 del pasado mes de Marzo.

Vista de Cangas del Narcea desde El Cascarín, hacia 1905. Colección Suárez-Cantón

La Verdad de esta segunda época durará lo mismo que la primera y dos meses después cerraba el periódico definitivamente.

Nueve años más tarde, el mismo Manuel Flórez de Uría contará la historia de La Verdad en un extenso artículo que dedicó a la prensa canguesa y que publicó con el seudónimo de «Juan de Cangas» el 3 de marzo de 1912 en La Justicia, un semanario republicano que se editaba en la villa de Grao. A continuación reproducimos la parte de este artículo que Flórez de Uría dedicó a La Verdad y a su propia persona:

Los hombres de la situación inclanista [partidarios del liberal Félix Suárez Inclán], tras diez años de casi continua dominación y sin oposición seria de conservadores ni republicanos, se habían dividido en fracciones y éstas chocaban entre sí, lo que dio por resultado, con el triunfo de una de ellas, la derrota de la capitaneada por D. José Pallarés y la caída de éste de la alcaldía. Entonces surgió un nuevo periódico: La Verdad.  Este periódico, valiente y mordaz, que no respetó caciques, de los que se burló en todos los números de una tirada creciente cada día, hasta alcanzar la extraordinaria cifra de 1.200 ejemplares, repartidos en el concejo, la nación y en América, donde quiera que había cangueses; y que todo su editorial era obra de un sólo hombre, pues la colaboración era casi nula, por miedo á los caciques, y cuyo hombre fue el concejal republicano D. Manuel Flórez de Uría, que demostró una entereza y suficiencia tales que llegó á ser la pesadilla de sus contrarios, que por todos los medios, algunos bien indignos, trataron de destruir a La Verdad y a su dueño, pues contra éste hasta se intentó el atentado personal, aunque con resultados contraproducentes.

Como en Cangas ya no había imprenta disponible, La Verdad se tiraba en Oviedo y se repartía en Cangas los sábados, día de mercado, y desde los primeros números se le impusieron multas de hasta ciento veinticinco pesetas; se le secuestró tiradas enteras sin llegar los paquetes a manos de su dueño, pues la policía los recogía del coche correo, o se le prohibía la publicación, denunciando el contenido al Juzgado.

Así y todo, cada número, aunque sólo fuese uno ó dos ejemplares, conseguía llegar  a cada pueblo del concejo, y la labor del periódico se iba haciendo.

Para ver de evitar tales tropelías, se suspendió La Verdad, periódico de Cangas, y se creó en Oviedo un periódico del mismo nombre, con domicilio legal en Oviedo y allí inscripto en los padrones de la contribución industrial, dirigido por D. Manuel Flórez de Uría, y dedicado exclusivamente a tratar y defender los intereses del concejo de Cangas de Tineo. Y así vivió el periódico, hasta que, visto por los caciques locales el incremento que La Verdad tomaba, determinaron darle el golpe de gracia recogiendo los números de la Administración de Correos o en poder de los peatones y carteros del concejo, cosa fácil, pues esos cargos eran desempeñados casi todos (y algunos lo están aún hoy) por concejales afectos a aquella situación política; y esto hizo que el director de La Verdad, cansado de imponerse sacrificios y de luchar sin fruto, diese un manifiesto a los suscriptores (que esta vez llegó a su destino) en que, relatando el calvario que por ellos había recorrido, les anunciaba la suspensión del periódico.

Este semanario tuvo la honra de que cambiasen con él los más de los periódicos de Asturias y muchos de España y América española, y de que abriesen campañas en su defensa e insertasen sus trabajos y artículos, entre otros, El Correo y El Progreso, de Asturias; El Liberal y El Evangelio, de Madrid, y El Heraldo, de La Habana.


La Verdad (1903)

icon La Verdad, febrero-mayo 1903


 

Desde Zhejiang al Monasterio de Corias en busca del vino selecto: ¡los chinos sí que saben!

Importadores chinos de Zhejiang de visita en Cangas del Narcea a las viñas de la Bodega Monasterio de Corias

Una de las razones de la existencia de figuras de calidad, en este caso el Vino de Calidad de Cangas, que ampara nuestras elaboraciones tradicionales, es la salvaguarda de su origen, de sus productores y elaboradores y por ende de las zonas donde la actividad se desarrolla.

En un país de tradición milenaria como es China, esto lo entienden y así el importador chino de Zhejiang se ha fijado en nuestra zona, en la Bodegas Monasterio de Corias, para llevar a su mercado una pequeña partida de botellas de vino de la gama más alta de la bodega que permita a sus consumidores conocer de primera mano lo que estamos realizando en la zona.

Previamente el importador realizó una visita a Cangas con objeto de conocer el origen del vino que llegará a su mercado, después de una intensa jornada donde pudieron conocer las instalaciones de la bodega y alguno de los viñedos donde se produce la uva que después se integrará en el vino que los consumidores chinos pudieron empezar a degustar coincidiendo con el nuevo año chino.

Visita a Cangas de importadores chinos con objeto de conocer el origen del vino

Los mayores expertos del mundo del vino y la gastronomía reunidos días atrás en Barcelona, llegaban a la conclusión que la tendencia del vino se encamina hacia la recuperación de las variedades propias, menos graduación alcohólica, menos presencia de la madera que enmascara y uniforma los vinos, en definitiva vinos más delicados, sin trampas ni disfraces, todo eso lo tenemos en la zona, gracias al trabajo de nuestros viticultores en esas viñas de montaña y al trabajo realizado en bodega durante los últimos años. Filosofía que los consumidores chinos buscan y hasta Asturias, hasta Cangas han llegado y llevado el fruto de una tradición que se remonta varios siglos atrás.

Enlace a la fuente de la noticia: AsturiasMundial

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Reivindicación de la palabra ‘fana’

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Fana en la calle Clarín de Cangas del Narcea. 22 de enero de 2013.

La fana ocurrida en la calle Clarín de Cangas del Narcea y el terrible trastorno que ha traído consigo para vecinos y Ayuntamiento, ha convertido este asunto en noticia frecuente en los periódicos regionales durante las últimas semanas. En alguna información de los primeros días aparecía la palabra fana para denominar a esta fana, pero enseguida fue sustituida en los titulares y en los artículos por la palabra argayu o argayo. Las dos palabras, fana y argayu, significan en la lengua asturiana lo mismo: desprendimiento de tierras o desprendimiento del terreno. La primera es la que se emplea en todo el occidente asturiano y la segunda es la habitual en el centro de la región.

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Fana de Genestaza desde La Azorera (Tineo). Septiembre de 2012. Foto: Juan Díaz

En Cangas del Narcea empleamos la palabra fana para denominar a esos desprendimientos tan comunes cuando llueve y también para referirnos a un terraplén o terreno muy pendiente; todavía muchos recordarán la Fana del Reguerón y la Fana de Santiso, que hasta los años setenta eran los lugares donde se tiraba la basura de la villa que tenía como último destino el río. Hay fanas muy famosas por su gran tamaño, como la Fana de Genestaza / Xinistaza (Tineo), “la mayor y más asombrosa de toda Asturias”, en palabras de Guillermo Schulz escritas en 1858.

La palabra fana es muy antigua; según el filólogo Xosé Lluis García Arias es probable que proceda de una palabra “de origen céltico presente en irlandés fán ‘oblicuo, en declive, pendiente’, testimoniada también en galo”. También existe el verbo esfanar.

Es verdad que el empleo de una u otra palabra puede ser irrelevante al lado del suceso que ha ocasionado su empleo, sin embargo, también es cierto que el arrinconamiento y la suplantación de la palabra fana en los medios de comunicación tiene que hacernos reflexionar sobre el lugar que ocupa nuestra cultura.

Adios Eduardito, hasta siempre

Eduardito el 11 de junio de 2011 ofreciendo un cachu vino al presidente del Tous pa Tous en el acto a la memoria del padre Luis Alfonso de Carballo.

Ayer por la noche, lunes 18 de febrero de 2013, nos sobresaltábamos con la noticia del fallecimiento a los 62 años de nuestro socio Eduardo González Ordás. Este suceso, que a buen seguro ha conmovido a todos los cangueses, supone la pérdida prematura de un cangués notablemente alegre y entusiasta que desde su bodega en el barrio de Ambasaguas, ‘La bodega de Eduardito’, ha sido todo un símbolo de la fiesta popular canguesa.

Si cruzamos el puente
paso a pasito,
enseguida encontramos
la [bodega] de Eduardito.
¡Ay qué bodeguina!
¡Ay qué bien acompangan
vino y cecina!
(Manolo Román «Cachinos de Cangas»)

Por todo ello EL TOUS PA TOUS está de luto y triste pero, decidido a continuar trabajando para que los cangueses como él, sientan el carácter de hermandad que envuelve nuestro nombre, abarcándonos a todos.

Desde aquí queremos dar el pésame a toda su familia por esta irreparable pérdida y en especial enviamos nuestro cariño y consideración a su esposa Josefina y a su hija.

D.E.P. Eduardito.

‘Viticultura heroica’ en Cangas del Narcea

Se han presentado en Cangas del Narcea las conclusiones de un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, que ha confirmado que también en los terrenos de montaña y escarpados pueden darse viñedos, y por tanto se puede producir vino. Este es un vino diferente pero apto para el consumo, variedades singulares cultivadas en condiciones particulares que generan vinos excepcionales.

Únicamente el 5% de la viticultura mundial se realiza de esta forma, la denominada ‘viticultura heroica’.

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El crimen del Rodical (1905)

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El asesino le dio a su víctima con un hacha un fuerte golpe que por ser mortal de necesidad le privó de la vida a los pocos minutos

En 1905 apareció el cadáver de Justo Ubierna, un transportista de Cangas de Tineo (actual Cangas del Narcea), cosido a hachazos y con todo el dinero que llevaba encima intacto, en el bolsillo de los pantalones. El asesinato de Justo, que había obtenido fortuna tras emparentar con una importante familia de transportistas, conmocionó a la sociedad canguesa de principios del siglo XX.

José Claret Quert (Suria, Barcelona, 1837 – Cangas del Narcea, 1912), alcalde interino de Cangas de Tineo entre el 1 de enero y el 18 de febrero de 1894, vivía en el barrio de El Corral de Cangas de Tineo y se dedicaba a la mensajería. Por aquella época había contratado a Justo Ubierna Segura para que le ayudara en su trabajo.

Transcurrido algún tiempo, durante el cual Justo, por su diligencia y honradez, se había ganado el aprecio y consideración de Claret, a la par que el afecto y cariño de una hija de éste llamada Cándida, entró, por su matrimonio con ésta, el 4 de octubre de 1903 a formar parte de aquella familia constituyendo en el acto sociedad con su suegro para continuar la explotación del negocio a la que Claret venía dedicándose.

Las excelentes aptitudes de Justo, así como su laboriosidad y honradez, fueron factores importantísimos que contribuyeron poderosamente a acrecentar con pingües beneficios aquella sociedad, que algún tiempo después se disolvió, por motivos que desconocemos.

Lo cierto es que de ser socios, Claret y Justo pasaron a ser competencia, y por las rivalidades del oficio se fueron enfriando las relaciones de parentesco llegando incluso al odio por parte de Claret, su mujer e hijos solteros hacia el otrora estimado y apreciado colaborador. A medida que iban en auge los negocios de Justo, sufrían serios quebrantos los de la familia Claret.

Y como mal consejero es el odio engendrado por la envidia y la codicia, Balbina Azcárate Tejón, esposa de Claret, y sus hijos Gonzalo, Josefa y Avelino Claret Azcárate, desarraigando de su corazón hasta el último átomo de los pocos sentimientos que en él albergaban, según el fiscal del caso, deciden y decretan la muerte del desgraciado Justo Ubierna, sin que ni siquiera la relación de parentesco que les unía a los hijos de éste fuese suficiente para contenerles en sus criminales propósitos.

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Noticia del veredicto final publicada en el diario ‘El Popular de Gijón’, domingo 7 de octubre de 1906

Faltos de valor para ejecutar por sí mismos sus criminales designios, buscaron un aliado entre uno de sus empleados. El elegido fue el joven Jesús Agudín Soto, apodado el Sardón de 17 años. A sus inductores les era muy fácil influir y apoderarse de su voluntad. A parte de la juventud y de la dependencia en que se hallaba respecto a ellos, el ser requerido, entre éstos, por dos mujeres relativamente jóvenes, solteras y de posición social más elevada que él, le hicieron concebir la idea de que además del precio ofrecido pudiera recibir otro galardón más estimado para él.

El caso es que finalmente, el Sardón fue condenado a casi 18 años de cárcel mientras que la familia Claret, ante la indignación de muchos, fue absuelta.



FUENTES: