alt

Nombres de vacas III – El libro de aparcería de ganado de la casa de Miramontes, 1813 – 1826

alt

Vacas en la sierra de Arbolente, al fondo el Río del Couto.

Una de las fuentes de información más útil para conocer la historia de la ganadería en Asturias son los libros de aparcería o “comuña”, en los que los propietarios registraban las cuentas del ganado que daban a medias a campesinos. Nosotros tenemos uno de la casa de Miramontes, que perteneció a José Alfonso Argüelles y que comprende anotaciones desde 1813 a 1826. Este señor residía en la villa de Cangas del Narcea, pero la casa solar de su familia era la de Miramontes, la conocida como La Torre de Sorrodiles, en la parroquia de Cibea, donde vivía en aquel tiempo un casero. Sus propiedades estaban repartidas por Cibea, Xinestosu / Genestoso y el Partido de Sierra, y fuera de nuestro concejo por Valdés, Pravia, Laciana (León) y Valdeorras (Ourense). En el libro anota cada año las cuentas de las cabezas de ganado que tenía dadas en aparcería con varios campesinos: Vicente Martínez “el Colaso”; Manuel Menéndez, de Villarino de Cibea; Francisco Frade, del Térano de Cibea; Feliciano de Alba, de Genestoso; Francisco Gancedo “el Requel”, de Villarino de Cibea; Juan Martínez “el Indiano de Villanueva”; Diego Rodríguez, de Miramontes (casero de José Alfonso Argüelles), y “Joaquín, hijo de Pedro de Llamas”.

En aparcería tenía cabras, yeguas y, sobre todo, ganado vacuno: becerras, magüetas, vacas y bueyes. Los campesinos aprovechaban la leche, la fuerza de los animales para tirar del carro o aperos, y sus excrementos para hacer “cuitu” y abonar las tierras. Las crías de las vacas quedaban a medias entre el propietario y el llevador, y si se vendían se repartían el dinero. En el libro también aparecen los tratos que hacía con estos campesinos: “Hoy, 13 de marzo de 1826, compré o tomé una vaca y una novilla de dos años a Manuel Flórez, de Genestoso. Y se las dejé de aparcería. La vaca fue en trece duros y es mía sola, y las crías de a medias. Y la novilla en seis duros y lo que pase cuando se venda de los seis duros de a medias y las crías también de a medias”.

A veces se perdía toda la ganancia por muerte del animal. Se anotan cuatro causas de muerte: “se la comió el lobo” (se anota en tres casos); “lo comió el oso” (“Año de 1821. Un buey de a medias, de los dos que tenía el año de 20, pues el otro lo comió el oso”); “el mal bravo”, que es la causa más frecuente (“Murió una becerra de año del mal bravo y me dio la mitad del pellejo, hoy 7 de marzo de 26”) y una vaca que murió “derribada”. Cuando la muerte acontecía por las dos últimas causas se aprovechaba el pellejo del animal, que era para el propietario si la res era toda de él o se repartía a medias si la propiedad era compartida.

No todos los animales aparecen en este libro con nombres que los identifiquen. Los bueyes nunca se mencionan por su nombre; tampoco es habitual mencionar los de las becerras o las magüetas. Aparecen los nombres de dos novillos: Moreno (un novillo de dos años) y Pulido (“un novillo negro de tres años llamado el Pulido”). En cambio, las vacas madres son las que casi siempre se anotan con un nombre propio.

Los nombres que aparecen son los siguientes:

  • Abrila
  • Bragada
  • Cachorra, Calva, Castaña, Corala
  • Figuera
  • Garbosa
  • Lloura
  • Mariella, Melandra
  • Negra
  • Parda, Parrada, Pecha, Perusa, Peruya, Pinta, Prieta, Pulida
  • Rabona, Rana, Roja
alt

Una referencia histórica a los vinos de Cangas

alt

Tabla informativa de los principales vinos franceses y extranjeros

Francisco Suárez es un gijonés, ferviente defensor de los vinos de Asturias, que incluso posee un pequeño viñedo en el valle de Candamo. Este valle, al igual que la zona de Cangas del Narcea, cuenta con una antigua tradición vitivinícola desde tiempos medievales, sin embargo es menos conocida y por eso Francisco lo destaca en su interesante blog sobre viticultura y enología en Asturias: www.verdejoastur.blogspot.com.

Este verano Francisco visitó la región vinícola de Burdeos (Bordeaux) y en una de las bodegas encontró una reproducción de un cartel sobre vinos franceses y extranjeros de hacia 1880. Su sorpresa fue grande al descubrir que uno de los escasos vinos españoles mencionados era el denominado “Tineo”, del que se destacaban sus propiedades medicinales.

Adjunto a estas líneas la imagen del cartel que nos ha enviado Francisco, que se titula: “Tabla informativa de los principales vinos franceses y extranjeros”, y un detalle de la referencia al vino de Cangas en la que se puede leer:

Tineo

Vins trés chargés en couleur, chauds toniques, trés parfumés ayant méme un peu la saveur médicale. Ces vins sont plutót considérés comme rémede que comme boisson.

Espagne

Y cuya traducción es:

[Cangas de] Tineo

Vinos de color muy intenso, tonos cálidos, muy fragantes, incluso con un poco de sabor medicinal. Estos vinos están considerados más como remedio curativo que como bebida.

España

alt

Detalle de la referencia al vino de Cangas denominado ‘Tineo’

Las propiedades medicinales de estos caldos también las destacaba la Comisión Calificadora de la Exposición Provincial Asturiana de 1875 en cuyo informe sobre los vinos de Cangas señalaba sus facultades tónicas y un exceso de tártaro, que indudablemente contenían, en comparación con los vinos ordinarios, circunstancias higiénicas que aconsejaban su uso a las personas debilitadas y enfermas. (Ver: El vino de Cangas en la Exposición Provincial Asturiana de 1875)

En cuanto a la datación del cartel encontrado por el amigo Francisco Suárez, en el cual no se observa fecha alguna, como ya he mencionado bien podría haber sido elaborado hacia 1880, época en la que precisamente técnicos franceses de la zona de Burdeos vinieron a trabajar a Cangas contratados por Anselmo González del Valle. (Ver: La modernización del vino de Cangas, 1878 – 1901)

50º Rally Príncipe de Asturias (Cangas del Narcea, 2013)

Resumen de la 50 edición del Rally Príncipe de Asturias 2013 celebrado en Cangas del Narcea (Asturias)

La espectacularidad y la dureza de esta edición del Rally Principe de Asturias, cuyos tramos cronometrados se corrieron en Cangas del Narcea, quedó de manifiesto en el hecho de que 15 de los 67 equipos que tomaron la salida en Oviedo no pudieron terminar la competición. Toda la información relacionada con la prueba está disponible en web oficial: www.rallyprincesa.com.


www.fotofilete.com

alt

El puerto de Leitariegos (canción asturiana)

alt

José González ‘El Presi’ y Emiliano Acosta actuando en el cine de La Hueria de Carrocera (San Martín del Rey Aurelio) h. 1954. Fotografía de la Asociación Cultural ‘Amigos del Valle de la Güeria’

Incluida en el “Catálogo de discos de 78 rpm en la Biblioteca Nacional de España”, nº 5811

  • Grabación sonora: El puerto de Leitariegos (canción asturiana).
  • Autor: Ulpiano Vigil Escalera (m. 1967)
  • Intérprete: José González “Presi” (1908-1983) con Emiliano Acosta a la guitarra.
  • Editor: Fábrica de Discos Columbia. Juan Inurrieta. San Sebastián.
  • Fecha: 1954



El paisaje del viñedo en los concejos de Cangas del Narcea, Degaña e Ibias (2012)

Parrales de camino. Camino de abajo o del Molino en Seroiro (Ibias)

El etnógrafo Luis Vicente Elías Pastor y Margarita Contreras Villaseñor han sido los encargados de realizar este completo estudio, conscientes de que el suroccidente asturiano es depositario de una formidable riqueza medioambiental generada por sus espacios naturales y que alberga además un paisaje de viñedo único.

Se trata de un gran trabajo de recopilación de documentación e información en el que se analizan aspectos tan diversos como la imagen del viñedo a lo largo de la historia, los elementos que han condicionado el paisaje, patrimonio asociado a la actividad vitivinícola, o las tipologías de viñedo. Para su investigación han contado con la ayuda de las personas que trabajan de forma cotidiana en el campo, conociendo los procesos que se realizan actualmente y aquellos otros que dejaron de hacerse, pero que han podido tener cierta afección sobre el paisaje.

Según palabras de los propios autores “no es un estudio de las formaciones ni de las variedades, tampoco de los tipos de cultivos ni de los rituales agrarios; es un análisis de cómo todos estos elementos generan un paisaje. Es por lo tanto un estudio antropológico que tiene como finalidad integrar los viñedos tradicionales como elementos de patrimonio cultural.”



 

El paisaje del viñedo en los concejos de Cangas del Narcea, Degaña e Ibias (2012)
alt

Un equipo del CSIC promueve el occidente asturiano como destino enoturístico

Impulsa la recuperación de la viticultura heroica en el Principado

alt

Viñedos en las proximidades de Limés (Cangas del Narcea). Foto: MERA

El Equipo de Investigación de Viticultura del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha constituido un equipo interdisciplinar para potenciar el desarrollo sostenible y consolidar el occidente asturiano como destino enoturístico de referencia “poniendo en valor la viticultura como elemento indispensable de la cultura, el paisaje y la tradición”.

Según indican desde el organismo en nota de prensa, la recuperación de la viticultura heroica en Asturias promovida en los últimos años por el CSIC “ha potenciado el despegue de un sector vinícola competitivo y el desarrollo sostenible de la zona occidente como destino enoturístico de referencia nacional e internacional ligado a la cultura, el paisaje, la tradición y la conservación del patrimonio”.

De este modo, el Grupo de Viticultura del CSIC ha creado un equipo interdisciplinar de trabajo integrado por nueve instituciones y entidades que contribuyen a la puesta en valor de la viticultura heroica desde diferentes ámbitos: científico, económico, cultural, social y desarrollo rural.

Representa un 5% a nivel mundial

Y es que, esta viticultura solo representa un 5% a nivel mundial por sus características vinculadas a zonas de montaña, altitud superior a los 700 metros, en fuerte pendiente y en pequeñas islas, explican desde el CSIC.

Actualmente, más de 100 hectáreas de terreno se dedican al cultivo de variedades de vid únicas y autóctonas de la zona de Cangas del Narcea (albarín blanco, albarín tinto, verdejo negro y carrasquín), recuperadas por los investigadores del CSIC y que, desde hace seis años, se comercializan en exclusiva para los viticultores de Asturias.

El CSIC había iniciado los trabajos de investigación en 1986, cuando la viticultura de montaña había desaparecido, para determinar, localizar, conservar y potenciar las variedades autóctonas que, mediante un sistema de selección clonal, fueron reproducidas e introducidas de nuevo en el mercado. “Esta labor propició, asimismo, la profesionalización y modernización del sector bodeguero, que elabora vinos amparados por el Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida ‘Vino de la Tierra de Cangas’, integrante del grupo interdisciplinar que se centra en conseguir la denominación de origen”, apuntan desde el equipo de investigación.

alt

Aquel monasterio de Corias, hoy parador nacional

Monasterio de San Juan Bautista de Courias / Corias (Cangas del Narcea), 1955. Foto Mely. Col. Juaco López Álvarez.

Casi siempre tengo que repetirlo dos veces: «Corias de Asturias, cerca de Cangas del Narcea, no Coria de Cáceres». En Corias hay un vetusto monasterio que acaba de convertirse en parador nacional; se encuentra a escasos kilómetros de Cangas del Narcea y a muy pocos metros del río Narcea. En él estuve entre 1954 y 1957 cursando los tres primeros años de latín, cuando era una escuela apostólica o seminario regentado por los dominicos de la provincia de España. Volví a visitarlo a principios de los años ochenta con dos compañeros de seminario, el vallisoletano Jesús Alcalde, profesor en la madrileña facultad de Ciencias de la Información, y Jesús Torbado, periodista leonés y novelista, que había sido galardonado con el premio Planeta en 1976.

El monasterio estaba entonces prácticamente deshabitado; solo había en él tres frailes dominicos; uno de ellos, el padre Felipe Lanz Yoldi, nos había puesto clases de francés y de literatura. Evocamos el barullo de los más de 300 seminaristas alborotando por los claustros y los tres campos de fútbol. Y, sobre todo, el guirigay que se formaba al bajar unas escaleras de madera añeja con los pasamanos bruñidos por miles de manos como las nuestras. Hubo un momento embarazoso con el padre Felipe Lanz. Me preguntó al lado de una de las arcadas de los claustros a qué me dedicaba y le dije que era periodista y redactor-jefe de la revista «Mundo Negro». «Supongo, me dijo, que no serás como ese ingrato de Torbado, que ha puesto a los dominicos a caer de un burro después de que le ayudaran tanto, después de abandonar el convento». Torbado estaba a mi lado, pero el padre Felipe no lo reconoció; el novelista se limitó a dar una calada más honda a un cigarrillo.

Visitamos la iglesia con su majestuoso altar barroco, con bajorrelieves que cuentan la historia del monasterio, levantado en el siglo XI y ocupado por monjes benedictinos. Dicen las crónicas que entre los siglos XII y XIII alcanzó su máximo esplendor con inmensas posesiones de los monjes en la mayor parte del occidente de Asturias e incluso de la vecina provincia de León. Nosotros entonces no teníamos más que algunas nociones vagas del castillo de Piñolo. Aún se encontraba en la iglesia un antiguo órgano de tubos, donde dos de los hermanos Castaño -Pepe Domingo y otro, de cuyo nombre no logro acordarme- aprendieron a tocar alguna cantata de Bach.

Parador de turismo Monasterio de Corias (Monumento Histórico-Artístico Nacional) inaugurado el 15 de julio de 2013 por la Reina Doña Sofía.

Corias era entonces un pequeño pueblo con escasa actividad. Los domingos iba mucha gente de Cangas del Narcea a oír misa en la iglesia del monasterio. Los seminaristas salíamos juntos de tanto en tanto a dar un paseo junto al río Narcea, festoneado de castaños y avellanos. Una vez al año, íbamos durante el verano en varios camiones al puerto de Leitariegos. Durante el trayecto animábamos al conductor a acelerar y le recordábamos chillonamente que con el vino se engrasan las bielas, según la canción de marras. Había en Leitariegos una gran laguna, en la que nos bañábamos antes de comer al aire libre y de la que muchos salíamos con las piernas peladas de insaciables sanguijuelas.

El paraje de Corias era magnífico y espectacular para un chico de la llanura zamorana como yo. Allí vi por primera vez arar a una mujer con unas vacas rojizas y menudas. Los carros eran pequeños y tenían ruedas de madera, como los sanabreses. En los prados abundaban los almiares de heno. Había entonces en los montes adyacentes muchos cerezos y manzanos y algunas viñas con cepas raquíticas, en comparación con las que había visto en Pajares de la Lampreana.

Supongo que ahora el antiguo monasterio de Corias atraerá a muchos asturianos y leoneses. Quienes vayan, podrán disfrutar, sobre todo en la época estival, de las aguas frescas del río Narcea, donde abundan las truchas, los salmones y las anguilas. Había en este río un remanso que llamaban El Chandeu. Jesús Alcalde y Jesús Torbado se bañaron en él. Después nos dirigimos a Tineo. Degustamos en Villanueva de Sorribas unas truchas exquisitas recién pescadas en el mismo río Narcea, que discurre por allí más angosto y turbulento, pero con aguas limpísimas.

¡Quién nos iba a decir que nuestra vieja escuela apostólica se iba a convertir en un parador nacional! Primero fueron los castillos semiderruidos, como el castillo de la Mota en Benavente, cuando Manuel Fraga Iribarne fue ministro de Información y Turismo. Ahora le toca el turno a los seminarios, conventos y monasterios, que se convierten en hoteles, como pasó hace años con el seminario verbita de Coreses, o en parador nacional, como el monasterio de Corias. Quienes puedan y quieran, que lo saboreen.

Publicado en: La Opinión de Zamora
Viernes, 2 de agosto de 2013

El Santo Cristo de la sacristía de la iglesia de Noceda de Rengos

Una imagen del escultor madrileño Juan Sánchez Barba en Cangas del Narcea

Juan Sánchez Barba (taller de), Santo Cristo de Noceda de Rengos.

En la sacristía de la iglesia parroquial de San Esteban de Noceda de Rengos, se halla una excelente representación del Crucificado relacionado con el escultor madrileño Juan Sánchez Barba (Madrid, 1602 – Madrid, 1670) que fue uno de los escultores más significativos del tercio central del siglo XVII en Madrid. Formó parte de una importante generación de artistas integrada por los escultores Manuel Pereira (1588-1683), Domingo de la Rioja (doc. 1635-1656), José Rates Dalmau († 1684) y los ensambladores Pedro de la Torre (h. 1596-1677), Sebastián Herrera Barnuevo (1619-1671) y Sebastián de Benavente.

Juan Sánchez Barba nació en Madrid en 1602 en el seno de una familia originaria de Sonseca (Toledo). Era hijo de Sebastián y María Sánchez. Su formación escultórica acaeció en el obrador de su cuñado, el escultor Antonio Herrera Barnuevo, con el que vivió en su casa apartir de 1615. Tras su periodo de formación, con 22 años, Sánchez Barba ya se titula escultor pero no será hasta el 18 de mayo de 1634 cuando contrate su primera obra escultórica como maestro independiente. Ello afirma su permanencia el taller de su cuñado durante varios años. Se trata del Cristo y trono de la Virgen para el Hospital de San Antón Martín de Madrid. A partir de entonces, Sánchez Barba tuvo una fructífera carrera, ya que un año después se comprometió a esculpir cinco figuras para la ermita de San Jerónimo en los jardines del palacio del Buen Retiro de Madrid.

Juan Sánchez Barba, Cristo de la Agonía, 1650, oratorio del Caballero de Gracia, Madrid.

Sánchez Barba nunca profesó el oficio de ensamblador (constructor de retablos) sino solo el de escultor. Para la arquitectura de los retablos llegó a colaborar con algunos de los ensambladores más revelantes del segundo tercio del siglo XVII en Madrid como Pedro de la Torre, Sebastián Herrera Barnuevo y Juan de Ocaña. Fructífera fue su relación con Pedro de la Torre ya que realizó las desaparecidas esculturas del retablo de la capilla del beato Simón de Rojas en la iglesia de la Santísima Trinidad de Madrid que Pedro de la Torre ajustó en 1652, y las desaparecidas imágenes del retablo de la capilla del Santo Cristo de la Salud sita en la iglesia del Hospital de Antón Martín. Junto al ensamblador Sebastián de Benavente realizó en el retablo mayor de la antigua iglesia del convento de carmelitas calzados de Madrid (hoy, parroquia del Carmen y San Luis). Sánchez Barba realizó las imágenes de la Virgen del Carmen y una Inmaculada Concepción, entre 1656-1657. También con Benavente colaboró en el retablo de la cofradía de San José de ensambladores y carpinteros de Maderas Finas sita en la iglesia del convento de Santo Tomás de Madrid (desaparecido). Finalmente, trabajó con el ensamblador Juan de Ocaña con las desaparecidas imágenes de San Pedro Nolasco y San Pascual Bailón, para los retablos colaterales de la iglesia del convento madrileño de la Merced, y las imágenes de San Pedro y San Pablo (desaparecidas) del retablo mayor de la iglesia de Santa Cruz de Madrid.

Detalle del Cristo de la Agonía

El estilo de Sánchez Barba se caracteriza por la captación de un realismo de raigambre barroca y sobre todo por la plasmación de la expresión humana del dolor presente en los Crucificados y Yacentes, en los que Sánchez Barba fue un verdadero maestro. Su fama radica en la excepcional imagen del Cristo de la Agonía que esculpió para la comunidad de Padres Agonizantes de Madrid, en 1650, y que hoy podemos contemplar en todo su esplendor en el oratorio del Caballero de Gracia de la misma ciudad. Aunque sin documentar, fue atribuida a Juan Sánchez Barba por Elías Tormo en 1927 [Las iglesias del antiguo Madrid, 1927, reed. Madrid, 1972, pág. 149. La publicación más reciente sobre Juan Sánchez Barba se la debemos a Juan Luis BLANCO MOZO, «Juan Sánchez Barba (1602-1673) escultor», Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, vol. XV, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2003, pág. 83. No obstante, no debemos pasar por alto las publicaciones de Martín González y Cruz Valdovinos que también me han servido de base para la elaboración de esta biografía].

Detalle del Santo Cristo de Noceda de Rengos

El Santo Cristo de Noceda de Rengos es un bulto redondo del tercer cuarto del siglo XVII, labrado en madera y compuesto por tres piezas: bloque principal (cabeza, tronco y extremidades inferiores), más los dos brazos, ensamblados a aquel; encarnado, policromado y con postizos. Mide 75 cm aprox. de altura y su estado de conservación es bastante deficiente, con abundante suciedad, lo que le resta calidad y la hace pasar desapercibida. Es una clara derivación, en menor tamaño, del Cristo de la Agonía de Sánchez Barba. Si no es una obra autógrafa, sí se podría vincular con algún escultor de su círculo o de su taller y en donde el modelo del maestro estaba perfectamente extendido. En esta representación se muestra a un Cristo sujeto a una cruz de leño vivo mediante tres clavos y sin el complemento del supedáneo. En el rostro queda reflejado el dolor y expresividad de un agonizante mediante la boca entreabierta y la mirada dirigida hacia el cielo. El dolor experimentado hace que su cuerpo se agite. De este modo, el tronco gira ligeramente hacia la izquierda en contraposición al movimiento de la cabeza que lo hace hacia la derecha y hacia arriba. El tratamiento mórbido del tórax y el abdomen hundido, las venas y tendones hinchados del antebrazo y los huesos de los pies son primorosos. El rostro expresivo va enmarcado por unos cabellos que como el Cristo de la Agonía le caen por los hombros. También es digno de mención el movimiento y agitación del paño femoral, sujeto mediante soga. Característico y una de las señas de identidad del estilo de Sánchez Barba es la forma de trabajar el entrecejo que es una mera continuación de las cuencas superciliares.

Otro detalle que contribuye a incrementar el sentido de realidad es el complemento mediante postizos como los ojos vidriados y la corona de espinas de sarmientos (hoy día, perdida).

Seis fotos de la fiesta del Acebo en 1949

Se acerca la fiesta del Acebo y hay que ir preparando el ambiente. El Acebo es uno de los lugares más visitados del concejo, tanto por lo atractivo del lugar y el paisaje que se contempla desde aquella altura como por la devoción religiosa. Es también uno de los lugares donde más fotografías se han hecho en el concejo de Cangas del Narcea. ¿Qué cangués no tiene una fotografía en el Acebo?

Las fotos que presentamos hoy en la web del Tous pa Tous fueron hechas el 8 de septiembre de 1949 por Victorino López Rodríguez, gran aficionado a la fotografía, y muestran escenas habituales de ese día de fiesta: una vista general del santuario con mucha gente, las tiendas y las caballerías sobre las que llegaban las personas que no iban a pie; la procesión de la Virgen; las meriendas y el regreso a Cangas.

Historia del santuario de Nuestra Señora del Acebo

Vista exterior de la iglesia del santuario de El Acebo

Esta historia del santuario de Nuestra Señora del Acebo es un resumen de la memoria sobre el santuario hecha a petición de la Consejería de Cultura y Deporte del Principado de Asturias para tramitar su declaración como Bien de Interés Cultural, ya que pese a ser un santuario de considerable valor y fervor religioso, hasta ahora, solo cuenta con una protección ambiental.

Fray Alberto Colunga en su Historia del santuario (1909 y reeditada en 1925) escribe sobre el origen del nombre Acebo, según la leyenda y la historia. Según la primera, el nombre procede del acebo en que la imagen de la Virgen se habría aparecido a unos pastores que vivían por el entorno; sin embargo, la historia no recoge este suceso, y el nombre deriva de la sierra de los Acebales, de la que El Acebo es una prolongación. La primera advocación del santuario fue la de Nuestra Señora de las Virtudes, y después de los milagros que sucedieron en él a partir 1575 se convirtió en uno de los santuarios marianos asturianos de mayor devoción tras el de Nuestra Señora de Covadonga.

Desde los tiempos del jesuita Luis Alfonso de Carballo (Entrambasaguas, Cangas del Narcea, 1571 – Villargarcía de Campos, Valladolid, 1635) se sabe de la existencia de una pequeña ermita, situada en la cima del monte del Acebo, «sin memoria de su primera fundación», como así dice Carballo, y de la que deja constancia en su obra póstuma Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, terminada en 1613 y publicada en Madrid en 1695. Esta primera ermita era sumamente pobre y de construcción popular; se erigía en un territorio de pastores, estaba cubierta con armadura madera y en su interior estaba la imagen de Nuestra Señora, la que hoy día se venera en el retablo mayor, la que vio y describió el propio Carballo y ante la cual sucedieron los primeros milagros, así como una cruz de palo.

Vista exterior de la iglesia del santuario de El Acebo

Milagrosamente, por intercesión de la Virgen de El Acebo se curaron numerosas personas enfermas de los huesos, enfermedades sin remedio humano, y mujeres estériles consiguieron concebir hijos. Con estos sucesos, la Virgen de El Acebo ganó en veneración y aquella ermita olvidada, visitada ocasionalmente por los pastores que vivían en sus inmediaciones se quedó pequeña para acoger a los nuevos devotos que año tras año se iban sumando en peregrinación en busca de un nuevo milagro que les remediase de alguna enfermedad de la que no había remedio humano. En 1590 ya estaba terminada y abierta al público la nueva ermita en cuya construcción se habla de un hecho milagroso, como así narra Colunga en su Historia del santuario:

«Cuando estaban reunidos los materiales para comenzar la obra, amanecieron un día transportados a lo alto de la montaña. Los directores de la obra bajaron de nuevo los materiales y guardarlos durante la noche, pero a la mañana siguiente sucedió lo mismo, aparecieron de nuevo en la cumbre y los guardias que se habían acostado sobre las vigas y maderas dormían tranquilos en la cima del monte sin haber advertido cosa alguna hasta la tercera vez se repitió el prodigio que indicaba bien claramente ser voluntad de la Santísima Virgen que en lo más encumbrado de la montaña se le edificase su morada y así contra los primeros propósitos se hubo de construir el nuevo santuario en el mismo sitio que ocupaba la antigua ermita».

Vista del interior de la iglesia del santuario de El Acebo desde la tribuna

No obstante, la historia no recoge este prodigio y dice que «creciendo la devoción y las limosnas, se edificó un templo harto bueno, con su torre y colaterales, y muy proveída la sacristía de ornamentos y recados para los Oficios Divinos, y siete lámparas de plata» (CARVALLO, Antigüedades y cosas memorables, pág. 467). Su construcción coincidió con la reforma de la iglesia del monasterio de Corias (Cangas del Narcea), cuyos planos fueron trazados por uno de los grandes maestros de la arquitectura clasicista de la mitad norte peninsular, Juan del Rivero Rada (1540-1600), maestro mayor de la catedral de Salamanca, que fueron interpretados por Domingo de Argos y sus oficiales Juan del Alsar y Domingo de Biloña, que fueron los que también edificaron la ermita de El Acebo.

Retablo de la capilla dedicada al Santo Cristo

Arquitectónicamente, El Acebo es un santuario de montaña, que se caracteriza por la poca elevación de los muros y bóvedas para evitar los percances ocasionados por los fenómenos meteorológicos. La ermita es una derivación popular de la iglesia del monasterio de Corias y representa el modelo de templo quinientista asturiano: nave única con tribuna a los pies, crucero a cuyos lados se abren dos capillas (dedicadas al Santo Cristo y Santa Ana) y cabecera de testero recto, lo que proporciona una visión monofocal hacia el ábside. Como en el templo de Corias, se combina una cierta centralización (ábside, crucero, capillas y cabecera) y una longitudinalidad representada por la nave. El santuario se terminó de construir en 1609. En ese año se concluyeron las casas de novenas y del capellán. El arquitecto fue Juan del Alsar, vecino de Villaverde, en la Merindad de Trasmiera (Cantabria), que había trabajado con Argos en Corias y en la ermita.

El patronato de este nuevo santuario lo ejercía el obispo de Oviedo y aunque al monasterio de Corias creía pertenecerle su administración, lo cierto es que no era así. Llegó incluso a pleitear ante la Real Chancillería de Valladolid contra el prelado por tal motivo. Litigio que perdieron los monjes en 1613, cuando una sentencia de esta chancillería declaró al obispo único patrono del santuario, tanto en lo espiritual como en lo temporal. Junto al obispo estaba el mayordomo, que era el sacerdote de una parroquia cercana, cuya función era organizar el culto, y el sacristán que se encargaba de mantenerlo limpio y con decoro, lavaba la ropa de la imagen y reponía el vino y las hostias para la celebración de la misa; en 1690 fue sustituido por el capellán.

Desde los orígenes del santuario, allá por el siglo XIII, se veneraba la imagen de Nuestra Señora, cuya primera advocación fue la Nuestra Señora de las Virtudes, y su fiesta (la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre) se viene celebrando, al menos, desde la construcción de la nueva ermita, como muestra el relieve inferior del retablo de la capilla de Santa Ana, esculpido en 1598, donde se representa La Natividad de la Virgen. Con la incorporación en 1706 de la «Hermandad de Nuestra Señora de El Acebo», cuyo primer Hermano Mayor (presidente) fue el obispo de Jaén don Benito de Omaña, miembro de una de las familias más poderosas del concejo, colegial mayor de Santa Cruz de Valladolid, catedrático en esa Universidad y de la de Granada, pasando después a Roma como auditor del Tribunal de La Rota en 1701, a la Archicofradía de la Santísima Resurrección de la iglesia de Santiago de los Españoles en Roma, el santuario ya celebraba las festividades del Jueves y Viernes Santo, el Domingo de Resurrección, el Corpus Christi y las Cuarenta Horas. La refundación de la cofradía fue decisiva ya que aparte de aportar limosnas, potenció el culto a la Virgen y al Santísimo Sacramento. En algún momento llegó a tener inscritos más de 22.000 cofrades, entre los que figuran artistas y gente noble. En 1713, al pasar su administración a depender del mayordomo del santuario se fue paulatinamente extinguiendo, hecho que se consumó en el siglo XIX.

Retablos de los altares colaterales de San Miguel y San José y de la capilla de Santa Ana

Entre 1598-1600 se realizaron los primeros retablos, lo que coincidió con una ligera recuperación económica y social de Asturias, sumergida, desde finales de la baja Edad Media, en una profunda crisis económica. En la realización de los retablos intervinieron algunos de los pintores asturianos que entraron en el mundo del retablo y de la imaginería, pintando frescos y falsos retablos. Esto llevó a Javier González Santos a denominarlos como «pintores-tallistas». Entre ellos estaban Juan Menéndez del Valle y Juan de Torres que en 1598 contrataron con los administradores del santuario tres retablos: dos para los altares colaterales de San Miguel y San José, y otro para la capilla de Santa Ana según la traza dispuesta, acaso de Domingo de Argos (GONZÁLEZ SANTOS, Los Comienzos de la escultura naturalista en Asturias, 1997, pág. 28). Poco después, en 1600, Menéndez del Valle hizo y pintó el primer retablo mayor, vendido en 1592 a la iglesia de Linares de El Acebo (COLUNGA, Historia del santuario, pág. 23), y la imagen del Santo Cristo para su capilla que se renovó en la década de 1650 con la hechura de un retablo y una nueva imagen. El artífice fue Pedro Sánchez de Agrela (San Pedro de Mor, Lugo, h. 1610 – Cudillero, 1661), autor material del retablo mayor de la colegiata de la villa de Cangas del Narcea, avecindado en dicha villa, al menos, desde 1642. La imagen es una interpretación fría del modelo naturalista de Gregorio Fernández que Sánchez de Agrela conoció indirectamente a través de uno de sus discípulos en Valladolid, el gijonés Luis Fernández de la Vega (Llantones, Gijón, 1601 – Oviedo, 1675).

Retablo mayor

Seguidamente, y coincidiendo con uno de los momentos de mayores ingresos del santuario, gracias a los censos y limosnas, se renovaron los acomodos del presbiterio. En la visita de 1687 se ordenó que Manuel de Ron (Pixán, Cangas del Narcea, h. 1645-1732), maestro ensamblador, hiciese una planta de un retablo que fuese «la obra más primorosa que hacerse pueda» para la capilla mayor de dicho santuario (COLUNGA, Ob. cit., págs. 22-24). Con ello, los administradores pretendían embellecer la ermita, acoger con decoro y suntuosidad la imagen de la Virgen y, como no, modernizarla, adaptándola al gusto artístico del momento, de un barroco decorativo que se implantó en Cangas del Narcea con la construcción, entre 1677-1679, de los retablos mayor y colaterales del monasterio de Corias, por el arquitecto Francisco González y el escultor Pedro del Valle, vecinos de la villa de Villafranca del Bierzo (León), que previamente habían trabajado en las catedrales de Santiago de Compostela, Lugo y Astorga. Ron aprendió el arte de la escultura en la fábrica de Corias y antes del retablo de El Acebo no se le conoce obra importante, solo alguna intervención en algún retablo y labores de carpintería, como los cajones que hizo en 1683 para la sacristía del santuario. Fue el retablo de El Acebo lo que le dio fama y prestigio y a partir de entonces le sobrevinieron los encargos. No obstante, su elección se fundamenta en que era un maestro que conocía el barroco decorativo, cuatro años atrás había trabajado en el santuario, haciendo los cajones de madera para la sacristía, con ello se le condonarían parte de las deudas que su padre Juan de Ron tenía contraídas con el santuario y de esta forma los administradores desembolsarían menos dinero. El retablo se comenzó en 1688 y ya estaba terminado cuatro años más tarde. El ensamblaje lo hizo Francisco Arias (doc. 1678-1693), un maestro casi ignorado del círculo de Fernández de la Vega que había trabajado como oficial en los retablos de Corias y del monasterio de San Pelayo de Oviedo. Su coste fue de 10.400 reales, cantidad declarada por el escultor Tomás de Solís, vecino de Oviedo, quien hizo la tasación. La policromía se concertó en 1700, con el dorador Juan Menéndez Acellana, vecino de la villa de Cangas, que la terminó en 1709 y recibió 13.500 reales (COLUNGA, Ob. cit., págs. 22-24). Por tanto, el retablo supuso un desembolso de 23.900 reales.

Siguiendo con la renovación de la ermita, en 1712 se hizo el púlpito [APCN: Libro de cuentas del Santuario de El Acebo (1680-1723), fol. 168v]. El maestro fue Antonio García de Agüera (doc. entre 1692-1725), vecino del barrio de El Corral, arrabal de la villa de Cangas del Narcea. Este maestro fue junto a Manuel de Ron uno de los más destacados escultores del Taller de Corias. Aunque profesó la arquitectura y la escultura, fue la carpintería la que más ingresos le proporcionó. Aparte del púlpito renovó toda la carpintería de la casa de novenas, incendiada en 1703. Entre 1714-1716 se reformó el camarín de Nuestra Señora; se hizo la ventana del presbiterio y las escaleras de acceso. Los maestros principales fueron el escultor Pedro Rodríguez Berguño (doc. entre 1705-1744), el platero Gregorio Pinos, ambos de Corias, y el dorador Francisco de Uría y Llano (doc. 1712-1764), de Cangas. Finalmente, por la misma época que la renovación del presbiterio se hizo la reja, trabajada por el rejero Juan Orejo que recibió 8.000 reales (COLUNGA, Ob. cit., pág. 18). En 1721 se compró una nueva imagen de la Virgen, conocida como «la Excusadora», para excusar y no sacar la imagen titular en las procesiones de Jueves Santo y Domingo de Resurrección. Su coste fue de 30 reales, 15 por hacerla y 15 por pintarla.

Entre 1725 y 1780 se registra un parón en la actividad del santuario, ocasionada por un decrecimiento en su economía, consecuencia de la pérdida de censos, rentas y aportación de limosnas, sobre todo de la cofradía. En esos años se hicieron obras de mantenimiento y entre 1784-1790 se reformó la mayor parte de la ermita y de la casa de novenas. Se detectaron algunas quiebras considerables en el presbiterio y se declaró en ruina la casa de novenas. La reedificación estaba terminada en 1790 y costó 27.906 reales que tras autorizarse la venta de algunas alhajas, recaudación de limosnas y productos de las arcas, el santuario se benefició de 23.150 reales. El resto lo puso el obispo de Oviedo. Como hecho significativo y para conmemorar la reforma se pintó la parte exterior del arco de triunfo con un fresco con cortinajes y cartelas, con inscripciones alusivas a la Virgen, ornamentadas con tornapuntas y motivos arrocallados del barroco tardío.

Interior de la iglesia del santuario de El Acebo en la actualidad

En el siglo XIX la economía del santuario fue muy menguada y tras el cese de los réditos de los censos, granos y especies, el santuario solo se mantenía con las limosnas, a lo que se sumo la venta en 1868 del terreno que rodea al santuario, incluyendo la casa de novenas y la ermita. A partir de entonces, el santuario no tuvo capellán propio y su atención y la de los devotos pasó a depender del párroco de Linares de El Acebo, don Florencio Fernández Bada. El terreno fue recuperado en 1875 por una Real Orden en la que se declaró parte integrante del culto del santuario.

Como hecho significativo, en 1828 se volvió a policromar el retablo mayor y se recompusieron todas las imágenes que estaban inservibles; en 1863 se fundió la campana pequeña de la torre cuyo recibo dio el maestro campanero Miguel del Mazo y ya en el último tercio del siglo XIX se pavimentó de nuevo el interior de la ermita, lo que supuso la pérdida de las lápidas sepulcrales de aquellos que eligieron el santuario como su lugar de enterramiento, como los Miramontes de Sorrodiles; comenzaron las obras de la cerca exterior y se reconstruyó completamente la casa de novenas.

El siglo XX fue en lo patrimonial muy negativo: se derribó el pórtico de la ermita y la casa de novenas antigua fue sustituida por la actual en 1982. A partir de esta fecha, el santuario adquirió la fisonomía que muestra hoy en día. Mantuvo, en cambio, su gran arraigo en la zona y festividad, patrona del concejo y fiesta local, celebrada cada año el 8 de setiembre. Previamente a ella, se inicia la novena. En la fiesta, los fieles presentan algunas ofrendas, se celebra una misa y la imagen de la Excusadora sale en procesión en torno al recinto del santuario.

Estado anterior del interior de la iglesia del santuario del Acebo con las pinturas murales desaparecidas.

La última pérdida patrimonial de la ermita ocurrió en 2012, cuando se desplomó el fresco del arco de triunfo, emitiéndose por ello una denuncia al Ayuntamiento de Cangas del Narcea. Se han perdido unas de las pinturas murales asturianas más significativas del último barroco.

Esto es a grandes rasgos la historia del santuario, la cual no se podría concluir sin, al menos, decir algo sobre la devoción a la Virgen. Previamente a los primeros milagros, la ermita era visitada por pastores que vivían en sus inmediaciones, pero a partir de 1575 fue aumentando la devoción, las limosnas fueron cada vez mayores y se edificó un templo nuevo. La devoción ocasionó la donación de alhajas, como la custodia regalada en 1711 por don Benito de Omaña, en la que se declara esclavo de Nuestra Señora de El Acebo (actualmente, en el Museo de la Iglesia de Oviedo), o la corona de plata sobredorada que dio en 1716 Santiago Valdés, residente en Madrid y natural de Santiago de Sierra (Cangas del Narcea). La devoción hacia la Virgen del Acebo llegó a América gracias al beneplácito de los emigrados, como don Francisco Queipo de Llano, natural de Curriellos (Cangas del Narcea) y residente en Lima (Perú), que en 1730 envió 3.004 reales de limosna, y muchas alhajas de la Virgen llevaban el nombre de algunos de estos emigrados.

alt

Historia del santuario de Nuestra Señora del Acebo

alt

Vista exterior de la iglesia del santuario de El Acebo

Esta historia del santuario de Nuestra Señora del Acebo es un resumen de la memoria sobre el santuario hecha a petición de la Consejería de Cultura y Deporte del Principado de Asturias para tramitar su declaración como Bien de Interés Cultural, ya que pese a ser un santuario de considerable valor y fervor religioso, hasta ahora, solo cuenta con una protección ambiental.

Fray Alberto Colunga en su Historia del santuario (1909 y reeditada en 1925) escribe sobre el origen del nombre Acebo, según la leyenda y la historia. Según la primera, el nombre procede del acebo en que la imagen de la Virgen se habría aparecido a unos pastores que vivían por el entorno; sin embargo, la historia no recoge este suceso, y el nombre deriva de la sierra de los Acebales, de la que El Acebo es una prolongación. La primera advocación del santuario fue la de Nuestra Señora de las Virtudes, y después de los milagros que sucedieron en él a partir 1575 se convirtió en uno de los santuarios marianos asturianos de mayor devoción tras el de Nuestra Señora de Covadonga.

Desde los tiempos del jesuita Luis Alfonso de Carballo (Entrambasaguas, Cangas del Narcea, 1571 – Villargarcía de Campos, Valladolid, 1635) se sabe de la existencia de una pequeña ermita, situada en la cima del monte del Acebo, «sin memoria de su primera fundación», como así dice Carballo, y de la que deja constancia en su obra póstuma Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, terminada en 1613 y publicada en Madrid en 1695. Esta primera ermita era sumamente pobre y de construcción popular; se erigía en un territorio de pastores, estaba cubierta con armadura madera y en su interior estaba la imagen de Nuestra Señora, la que hoy día se venera en el retablo mayor, la que vio y describió el propio Carballo y ante la cual sucedieron los primeros milagros, así como una cruz de palo.

Vista exterior de la iglesia del santuario de El Acebo

Milagrosamente, por intercesión de la Virgen de El Acebo se curaron numerosas personas enfermas de los huesos, enfermedades sin remedio humano, y mujeres estériles consiguieron concebir hijos. Con estos sucesos, la Virgen de El Acebo ganó en veneración y aquella ermita olvidada, visitada ocasionalmente por los pastores que vivían en sus inmediaciones se quedó pequeña para acoger a los nuevos devotos que año tras año se iban sumando en peregrinación en busca de un nuevo milagro que les remediase de alguna enfermedad de la que no había remedio humano. En 1590 ya estaba terminada y abierta al público la nueva ermita en cuya construcción se habla de un hecho milagroso, como así narra Colunga en su Historia del santuario:

«Cuando estaban reunidos los materiales para comenzar la obra, amanecieron un día transportados a lo alto de la montaña. Los directores de la obra bajaron de nuevo los materiales y guardarlos durante la noche, pero a la mañana siguiente sucedió lo mismo, aparecieron de nuevo en la cumbre y los guardias que se habían acostado sobre las vigas y maderas dormían tranquilos en la cima del monte sin haber advertido cosa alguna hasta la tercera vez se repitió el prodigio que indicaba bien claramente ser voluntad de la Santísima Virgen que en lo más encumbrado de la montaña se le edificase su morada y así contra los primeros propósitos se hubo de construir el nuevo santuario en el mismo sitio que ocupaba la antigua ermita».

Vista del interior de la iglesia del santuario de El Acebo desde la tribuna

No obstante, la historia no recoge este prodigio y dice que «creciendo la devoción y las limosnas, se edificó un templo harto bueno, con su torre y colaterales, y muy proveída la sacristía de ornamentos y recados para los Oficios Divinos, y siete lámparas de plata» (CARVALLO, Antigüedades y cosas memorables, pág. 467). Su construcción coincidió con la reforma de la iglesia del monasterio de Corias (Cangas del Narcea), cuyos planos fueron trazados por uno de los grandes maestros de la arquitectura clasicista de la mitad norte peninsular, Juan del Rivero Rada (1540-1600), maestro mayor de la catedral de Salamanca, que fueron interpretados por Domingo de Argos y sus oficiales Juan del Alsar y Domingo de Biloña, que fueron los que también edificaron la ermita de El Acebo.

Retablo de la capilla dedicada al Santo Cristo

Arquitectónicamente, El Acebo es un santuario de montaña, que se caracteriza por la poca elevación de los muros y bóvedas para evitar los percances ocasionados por los fenómenos meteorológicos. La ermita es una derivación popular de la iglesia del monasterio de Corias y representa el modelo de templo quinientista asturiano: nave única con tribuna a los pies, crucero a cuyos lados se abren dos capillas (dedicadas al Santo Cristo y Santa Ana) y cabecera de testero recto, lo que proporciona una visión monofocal hacia el ábside. Como en el templo de Corias, se combina una cierta centralización (ábside, crucero, capillas y cabecera) y una longitudinalidad representada por la nave. El santuario se terminó de construir en 1609. En ese año se concluyeron las casas de novenas y del capellán. El arquitecto fue Juan del Alsar, vecino de Villaverde, en la Merindad de Trasmiera (Cantabria), que había trabajado con Argos en Corias y en la ermita.

El patronato de este nuevo santuario lo ejercía el obispo de Oviedo y aunque al monasterio de Corias creía pertenecerle su administración, lo cierto es que no era así. Llegó incluso a pleitear ante la Real Chancillería de Valladolid contra el prelado por tal motivo. Litigio que perdieron los monjes en 1613, cuando una sentencia de esta chancillería declaró al obispo único patrono del santuario, tanto en lo espiritual como en lo temporal. Junto al obispo estaba el mayordomo, que era el sacerdote de una parroquia cercana, cuya función era organizar el culto, y el sacristán que se encargaba de mantenerlo limpio y con decoro, lavaba la ropa de la imagen y reponía el vino y las hostias para la celebración de la misa; en 1690 fue sustituido por el capellán.

Desde los orígenes del santuario, allá por el siglo XIII, se veneraba la imagen de Nuestra Señora, cuya primera advocación fue la Nuestra Señora de las Virtudes, y su fiesta (la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre) se viene celebrando, al menos, desde la construcción de la nueva ermita, como muestra el relieve inferior del retablo de la capilla de Santa Ana, esculpido en 1598, donde se representa La Natividad de la Virgen. Con la incorporación en 1706 de la «Hermandad de Nuestra Señora de El Acebo», cuyo primer Hermano Mayor (presidente) fue el obispo de Jaén don Benito de Omaña, miembro de una de las familias más poderosas del concejo, colegial mayor de Santa Cruz de Valladolid, catedrático en esa Universidad y de la de Granada, pasando después a Roma como auditor del Tribunal de La Rota en 1701, a la Archicofradía de la Santísima Resurrección de la iglesia de Santiago de los Españoles en Roma, el santuario ya celebraba las festividades del Jueves y Viernes Santo, el Domingo de Resurrección, el Corpus Christi y las Cuarenta Horas. La refundación de la cofradía fue decisiva ya que aparte de aportar limosnas, potenció el culto a la Virgen y al Santísimo Sacramento. En algún momento llegó a tener inscritos más de 22.000 cofrades, entre los que figuran artistas y gente noble. En 1713, al pasar su administración a depender del mayordomo del santuario se fue paulatinamente extinguiendo, hecho que se consumó en el siglo XIX.

alt

Retablos de los altares colaterales de San Miguel y San José y de la capilla de Santa Ana

Entre 1598-1600 se realizaron los primeros retablos, lo que coincidió con una ligera recuperación económica y social de Asturias, sumergida, desde finales de la baja Edad Media, en una profunda crisis económica. En la realización de los retablos intervinieron algunos de los pintores asturianos que entraron en el mundo del retablo y de la imaginería, pintando frescos y falsos retablos. Esto llevó a Javier González Santos a denominarlos como «pintores-tallistas». Entre ellos estaban Juan Menéndez del Valle y Juan de Torres que en 1598 contrataron con los administradores del santuario tres retablos: dos para los altares colaterales de San Miguel y San José, y otro para la capilla de Santa Ana según la traza dispuesta, acaso de Domingo de Argos (GONZÁLEZ SANTOS, Los Comienzos de la escultura naturalista en Asturias, 1997, pág. 28). Poco después, en 1600, Menéndez del Valle hizo y pintó el primer retablo mayor, vendido en 1592 a la iglesia de Linares de El Acebo (COLUNGA, Historia del santuario, pág. 23), y la imagen del Santo Cristo para su capilla que se renovó en la década de 1650 con la hechura de un retablo y una nueva imagen. El artífice fue Pedro Sánchez de Agrela (San Pedro de Mor, Lugo, h. 1610 – Cudillero, 1661), autor material del retablo mayor de la colegiata de la villa de Cangas del Narcea, avecindado en dicha villa, al menos, desde 1642. La imagen es una interpretación fría del modelo naturalista de Gregorio Fernández que Sánchez de Agrela conoció indirectamente a través de uno de sus discípulos en Valladolid, el gijonés Luis Fernández de la Vega (Llantones, Gijón, 1601 – Oviedo, 1675).

alt

Retablo mayor

Seguidamente, y coincidiendo con uno de los momentos de mayores ingresos del santuario, gracias a los censos y limosnas, se renovaron los acomodos del presbiterio. En la visita de 1687 se ordenó que Manuel de Ron (Pixán, Cangas del Narcea, h. 1645-1732), maestro ensamblador, hiciese una planta de un retablo que fuese «la obra más primorosa que hacerse pueda» para la capilla mayor de dicho santuario (COLUNGA, Ob. cit., págs. 22-24). Con ello, los administradores pretendían embellecer la ermita, acoger con decoro y suntuosidad la imagen de la Virgen y, como no, modernizarla, adaptándola al gusto artístico del momento, de un barroco decorativo que se implantó en Cangas del Narcea con la construcción, entre 1677-1679, de los retablos mayor y colaterales del monasterio de Corias, por el arquitecto Francisco González y el escultor Pedro del Valle, vecinos de la villa de Villafranca del Bierzo (León), que previamente habían trabajado en las catedrales de Santiago de Compostela, Lugo y Astorga. Ron aprendió el arte de la escultura en la fábrica de Corias y antes del retablo de El Acebo no se le conoce obra importante, solo alguna intervención en algún retablo y labores de carpintería, como los cajones que hizo en 1683 para la sacristía del santuario. Fue el retablo de El Acebo lo que le dio fama y prestigio y a partir de entonces le sobrevinieron los encargos. No obstante, su elección se fundamenta en que era un maestro que conocía el barroco decorativo, cuatro años atrás había trabajado en el santuario, haciendo los cajones de madera para la sacristía, con ello se le condonarían parte de las deudas que su padre Juan de Ron tenía contraídas con el santuario y de esta forma los administradores desembolsarían menos dinero. El retablo se comenzó en 1688 y ya estaba terminado cuatro años más tarde. El ensamblaje lo hizo Francisco Arias (doc. 1678-1693), un maestro casi ignorado del círculo de Fernández de la Vega que había trabajado como oficial en los retablos de Corias y del monasterio de San Pelayo de Oviedo. Su coste fue de 10.400 reales, cantidad declarada por el escultor Tomás de Solís, vecino de Oviedo, quien hizo la tasación. La policromía se concertó en 1700, con el dorador Juan Menéndez Acellana, vecino de la villa de Cangas, que la terminó en 1709 y recibió 13.500 reales (COLUNGA, Ob. cit., págs. 22-24). Por tanto, el retablo supuso un desembolso de 23.900 reales.

Siguiendo con la renovación de la ermita, en 1712 se hizo el púlpito [APCN: Libro de cuentas del Santuario de El Acebo (1680-1723), fol. 168v]. El maestro fue Antonio García de Agüera (doc. entre 1692-1725), vecino del barrio de El Corral, arrabal de la villa de Cangas del Narcea. Este maestro fue junto a Manuel de Ron uno de los más destacados escultores del Taller de Corias. Aunque profesó la arquitectura y la escultura, fue la carpintería la que más ingresos le proporcionó. Aparte del púlpito renovó toda la carpintería de la casa de novenas, incendiada en 1703. Entre 1714-1716 se reformó el camarín de Nuestra Señora; se hizo la ventana del presbiterio y las escaleras de acceso. Los maestros principales fueron el escultor Pedro Rodríguez Berguño (doc. entre 1705-1744), el platero Gregorio Pinos, ambos de Corias, y el dorador Francisco de Uría y Llano (doc. 1712-1764), de Cangas. Finalmente, por la misma época que la renovación del presbiterio se hizo la reja, trabajada por el rejero Juan Orejo que recibió 8.000 reales (COLUNGA, Ob. cit., pág. 18). En 1721 se compró una nueva imagen de la Virgen, conocida como «la Excusadora», para excusar y no sacar la imagen titular en las procesiones de Jueves Santo y Domingo de Resurrección. Su coste fue de 30 reales, 15 por hacerla y 15 por pintarla.

Entre 1725 y 1780 se registra un parón en la actividad del santuario, ocasionada por un decrecimiento en su economía, consecuencia de la pérdida de censos, rentas y aportación de limosnas, sobre todo de la cofradía. En esos años se hicieron obras de mantenimiento y entre 1784-1790 se reformó la mayor parte de la ermita y de la casa de novenas. Se detectaron algunas quiebras considerables en el presbiterio y se declaró en ruina la casa de novenas. La reedificación estaba terminada en 1790 y costó 27.906 reales que tras autorizarse la venta de algunas alhajas, recaudación de limosnas y productos de las arcas, el santuario se benefició de 23.150 reales. El resto lo puso el obispo de Oviedo. Como hecho significativo y para conmemorar la reforma se pintó la parte exterior del arco de triunfo con un fresco con cortinajes y cartelas, con inscripciones alusivas a la Virgen, ornamentadas con tornapuntas y motivos arrocallados del barroco tardío.

alt

Interior de la iglesia del santuario de El Acebo en la actualidad

En el siglo XIX la economía del santuario fue muy menguada y tras el cese de los réditos de los censos, granos y especies, el santuario solo se mantenía con las limosnas, a lo que se sumo la venta en 1868 del terreno que rodea al santuario, incluyendo la casa de novenas y la ermita. A partir de entonces, el santuario no tuvo capellán propio y su atención y la de los devotos pasó a depender del párroco de Linares de El Acebo, don Florencio Fernández Bada. El terreno fue recuperado en 1875 por una Real Orden en la que se declaró parte integrante del culto del santuario.

Como hecho significativo, en 1828 se volvió a policromar el retablo mayor y se recompusieron todas las imágenes que estaban inservibles; en 1863 se fundió la campana pequeña de la torre cuyo recibo dio el maestro campanero Miguel del Mazo y ya en el último tercio del siglo XIX se pavimentó de nuevo el interior de la ermita, lo que supuso la pérdida de las lápidas sepulcrales de aquellos que eligieron el santuario como su lugar de enterramiento, como los Miramontes de Sorrodiles; comenzaron las obras de la cerca exterior y se reconstruyó completamente la casa de novenas.

El siglo XX fue en lo patrimonial muy negativo: se derribó el pórtico de la ermita y la casa de novenas antigua fue sustituida por la actual en 1982. A partir de esta fecha, el santuario adquirió la fisonomía que muestra hoy en día. Mantuvo, en cambio, su gran arraigo en la zona y festividad, patrona del concejo y fiesta local, celebrada cada año el 8 de setiembre. Previamente a ella, se inicia la novena. En la fiesta, los fieles presentan algunas ofrendas, se celebra una misa y la imagen de la Excusadora sale en procesión en torno al recinto del santuario.

Estado anterior del interior de la iglesia del santuario del Acebo con las pinturas murales desaparecidas.

La última pérdida patrimonial de la ermita ocurrió en 2012, cuando se desplomó el fresco del arco de triunfo, emitiéndose por ello una denuncia al Ayuntamiento de Cangas del Narcea. Se han perdido unas de las pinturas murales asturianas más significativas del último barroco.

Esto es a grandes rasgos la historia del santuario, la cual no se podría concluir sin, al menos, decir algo sobre la devoción a la Virgen. Previamente a los primeros milagros, la ermita era visitada por pastores que vivían en sus inmediaciones, pero a partir de 1575 fue aumentando la devoción, las limosnas fueron cada vez mayores y se edificó un templo nuevo. La devoción ocasionó la donación de alhajas, como la custodia regalada en 1711 por don Benito de Omaña, en la que se declara esclavo de Nuestra Señora de El Acebo (actualmente, en el Museo de la Iglesia de Oviedo), o la corona de plata sobredorada que dio en 1716 Santiago Valdés, residente en Madrid y natural de Santiago de Sierra (Cangas del Narcea). La devoción hacia la Virgen del Acebo llegó a América gracias al beneplácito de los emigrados, como don Francisco Queipo de Llano, natural de Curriellos (Cangas del Narcea) y residente en Lima (Perú), que en 1730 envió 3.004 reales de limosna, y muchas alhajas de la Virgen llevaban el nombre de algunos de estos emigrados.

alt

Preámbulo leído por el presidente del Tous pa Tous en la entrega del Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea el 14 de junio de 2013

Presidente y secretario del Tous pa Tous en un momento del acto de entrega de premios.

El Tous pa Tous es una sociedad que tiene como fines primordiales fomentar y difundir el conocimiento de Cangas del Narcea, y promover la relación y ayuda entre los cangueses allá donde estén.

El conocimiento es imprescindible para desarrollar cualquier actividad humana. En el Tous pa Tous creemos honestamente que una comunidad que quiera prosperar y cultivar su autoestima, tiene que conocer su pasado y también las claves de la realidad presente. Este conocimiento debe abarcar todos los ámbitos de la vida: la historia, el arte, la antropología, la naturaleza, la economía, la ciencia, la literatura, la emigración, el paisaje, la arquitectura, etc., y tiene que moverse entre lo local y lo general, pues el conocimiento del entorno local, sin duda, es un recurso didáctico muy útil para entender cosas más generales.

El Tous pa Tous tiene su lugar de encuentro y su escaparate al mundo en Internet. Podemos decir que la sociedad es un resultado de este nuevo medio de comunicación y de relacionarse. En los últimos tres años hemos ido colgando “conocimiento de Cangas del Narcea” en nuestra página web y difundiéndolo a través de Facebook y Twitter. Somos una asociación de 430 miembros, que pagan una cuota anual de 10 euros, pero nuestra web no está reservada sólo a los socios y, por el contrario, casi toda la información está disponible libremente para todo el mundo.

La web del Tous pa Tous la consulta mucha gente; muchos no son cangueses. En este momento, cualquier interesado en algún asunto relacionado con nuestro concejo recala en la web del Tous pa Tous, y cada vez son más numerosas las personas e instituciones que se ponen en contacto con nosotros para pedirnos más información o para que les enviemos fotografías de las que tenemos en nuestra web con mayor resolución. En las dos últimas semanas, para no remontarnos más atrás, una profesora de la Universidad de Oviedo nos ha solicitado datos e imágenes de Leitariegos; Paradores de Turismo de España nos ha pedido lo mismo del monasterio de Courias;  APESA (Asociación de Profesionales y Empresarios Autónomos del Suroccidente Asturiano)  ha recurrido a nosotros para obtener fotos de comercios de Cangas, y la Biblioteca Nacional de España ya tiene en su web, en la sección de Hemerotecas Regionales y Locales, un enlace con la Hemeroteca Canguesa de la web del Tous pa Tous.

De todos modos, somos muy conscientes de que el Tous pa Tous no llega por igual a todas las personas y grupos humanos que constituimos la sociedad canguesa. En esta sociedad hay muchas divisiones posibles, con intereses y necesidades diferentes, y también, por supuesto, con sus antagonismos. Están los vecinos de la villa y los vecinos de los pueblos del concejo. Los hombres y las mujeres. Los jóvenes, los adultos y los ancianos. Los que trabajan, los parados, los prejubilados y los jubilados. Los que viven en Cangas del Narcea y los que vivimos fuera. Los que disfrutan con las fiestas del Carmen y los que marchan esos días porque no las soportan. Los que sólo beben vino de Cangas y los que no lo prueban y prefieren un Rioja o un Ribera del Duero, etc. Entre todos éstos hay dos grupos fundamentales para nosotros por diversos motivos: los vecinos de los pueblos del concejo y los jóvenes.

El primer grupo es vital para la supervivencia del territorio, pero su vida sigue siendo difícil y, año tras año, aumenta el envejecimiento de esta población y el abandono de las casas. La conexión a Internet en el concejo es cada día mejor, pero hasta hace muy poco era complicada y cara, y ese era un gran escollo para que la web del Tous pa Tous llegase a todos los ríos y sierras del concejo. Esperemos que esto se resuelva cuanto antes.

Un momento del acto de entrega de premios con los jóvenes finalistas en primer plano. Foto: MERA.

Los jóvenes siempre son el futuro, no hay otro futuro en la sociedad humana, y por eso es tan importante la educación y la transmisión de conocimiento en ese sector de la población. Su vinculación al Tous pa Tous es también una necesidad de supervivencia si queremos que nuestro proyecto tenga continuidad. Estuvimos pensando varias maneras de llegar a los jóvenes y mantuvimos conversaciones con maestros y profesores. Al final, para difundir el Tous pa Tous entre los jóvenes y también para poder conocer mejor a la juventud actual y su relación con el concejo, optamos por organizar este Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea. Lo dividimos en dos tramos de edad: 13 – 17 años y 18 – 22 años, y para hacerlo lo más atractivo posible lo convocamos con un formato libre y con un único asunto: Cangas del Narcea, que podía tratarse de la manera que se quisiera. Se presentaron seis trabajos: un texto literario, dos audiovisuales, un cartel, un cómic y un montaje visual. Consideramos que para ser el primer año ha sido un éxito y por eso habrá otras convocatorias en los próximos años.

Para concluir, damos las gracias a todos los jóvenes que han participado en el Premio Joven Tous pa Tous-Cangas del Narcea 2013, y felicitamos a los tres finalistas. Muchas gracias.

alt

Afrinda ‘de los nenos’

altHay días raros. Días cambiantes. Contradictorios. Días como el de hoy, que comienzan con una niebla baja que cubre por completo el valle del río Ibias, y que aclaran como por arte de magia al dejarse engullir por el túnel del Rañadoiro. Hay días raros y hay nombres inusuales. Nombres como el de Afrinda. “No sé de dónde lo sacó mi padre. Mi madre quería llamarme Florentina. Mucho más bonito. Yo no sé de dónde salió lo de Afrinda…”

Hay días raros, hay nombres inusuales y hay conspiraciones cósmicas que detienen la marcha en Vega de Rengos —La Veiga— y ponen en mi camino un rostro arrugado como un mapa, un cuerpo etéreo —pura piel sobre hueso— y una sonrisa triste que da la bienvenida e invita a quedarse. Afrinda. “¿Quiere ver la capilla de San Antonio? Pues yo la acompaño”. Inútil negarse. Y, la verdad, tampoco quiero prescindir de disfrutar de su compañía.

altYo nací en 1931. En Santa Coloma, en Allande. Me casé y tuve tres hijos. Vivíamos bien en La Pola. Mi marido trabajaba en la construcción. Pero entonces fue cuando lo de las minas en Cangas. Y mi marido ganaba bastante, pero le dijeron que podía ganar la mitad más aquí. Y nos vinimos allá arriba (San Martín de los Eiros). Eran los años 50. Pero la mina no le sentó bien. La casa donde vivíamos ni era casa ni nada. Era un cuchitril. Pasábamos mucho frío. Y mi marido enfermó de los pulmones. En la mina había mucha humedad y a él no le vino bien. Y murió. Murió con treinta y pocos años. Y me dejó sola con tres nenos pequeños.

La dureza de aquellos días se adivina en sus manos cálidas y fuertes, desproporcionadamente grandes para un cuerpo tan frágil, unos dedos maltratados por la artrosis, por el trabajo, por una vida de miseria y sufrimiento.

alt…tres nenos pequeños. Y allí arriba hacía mucho frío. No se podía vivir. Y los nenos no podían ir a la escuela, porque había grietas en la escuela y el maestro se negó a entrar.

San Martín de los Eiros desapareció completamente hace años engullido literalmente por las galerías de las minas que horadaron despiadadamente su subsuelo. Es un pueblo fantasma del que sólo resta una panera en pie.

…entonces nos vinimos para aquí —la casa rectoral de La Veiga—. El señor cura vivía aquí y nosotros teníamos un cuarto de renta en la parte de abajo. Fueron tiempos duros. Tenía dos hijos y una hija. La hija se empeñó el padre en llamarla como yo. Afrinda. Vive en Málaga. Otro hijo murió también en la mina. Y luego está el que vive en Corias. Viene a verme todos los días. Pasa y te enseño la casa. Estoy de renta. Pero no quiero ir a vivir a un piso.

altLa casa está razonablemente ordenada y limpia. Los suelos son de tablones de castaño. Una casa rectoral, ahora ya colonizada por completo por Afrinda, sus gatos y sus humildes pertenencias.

Mi hijo tuvo que poner cristales en la galería porque no había. Aquí no paso frío. Tengo la cocina de carbón. Y mira, tengo la radio. Por la mañana la pongo y no la quito en todo el día.

La radio está desintonizada. Emite un runrún continuo en el que no se distinguen más que ruidos.

Me hace mucha compañía. A mí me gusta que venga gente. Mira. Tengo lavadora. Y cuarto de baño. Aquí vienen todos los niños del pueblo. Les gusta mucho venir. Por eso la llaman ‘la casa de los nenos’. A mí no me molestan. Me gusta que vengan.

altLa verdad es que ahora hay poca gente por aquí. En verano no están los nenos de la escuela. Mira. Antes el campo de la capilla estaba limpio y rozadito. Daba gusto verlo. Ahora nada. Las ramas de los árboles van a tirar la capilla. Y las imágenes se las llevaron para la iglesia para que no las roben. Los tiempos han cambiado mucho. Y no siempre para mejor. Yo estoy viuda. Enviudé muy joven. Mi marido enfermó de la mina…

Y Afrinda repite su tragedia vital porque el sufrimiento le ha quedado grabado a fuego en el corazón. Y en su cuerpecillo frágil y vigoroso a la vez, late un corazón roto que sólo se cura de vez en cuando con la compañía de los nenos y la conversación que actúa como válvula de escape de su añejo dolor.

Hay días raros y hay nombres inusuales como Afrinda.

Afrinda ‘de los nenos’.

____________________________

Publicado el 03/07/2013 por María del Roxo en su blog: EL LEJANO OESTE, Ibias y otros territorios

alt

Las fiestas del Carmen y La Magdalena en 1913

El programa de festejos para las fiestas de la Virgen del Carmen de Cangas del Narcea en 1913 lo hemos tomado del semanal El Narcea, nº 385 del 4 de julio de ese año.

alt

Procesión de la Virgen del Carmen en la calle de la Iglesia (hoy, calle de don Rafael F. Uría), hacia 1913. Fotografía de Benjamín R. Membiela. Col.: Juaco López Álvarez

Programa de los principales festejos que, en honor de Nta. Sra. del Carmen de Entrambas-Aguas, se celebrarán en esta villa, durante los siguientes días del mes actual: 

DIA 13. De 5 a 7 de la tarde, habrá  música en el Paseo de Dámaso Arango, y, a las 9 de la noche,  función de zarzuela en el Teatro.

DIA 14. A las 4 de la tarde, harán un recorrido por la población los Gigantes y Cabezudos, acompañados de gaitas y tambores. Por la noche, teatro. 

DIA 15. A las 12, repique general de campanas en la iglesia parroquial y en la de Entrambas-Aguas, disparo de multitud de gruesos palenques y la Banda Municipal, acompañando a los Gigantes y Cabezudos, recorrerá la capital. A las nueve de la noche, bonita verbena en Entrambas-Aguas, durante la cual habrá nutridas descargas de cohetes y se quemarán preciosos fuegos artificiales, La Banda Municipal, alternando con los organillos y las gaitas y atambores, amenizará la verbena. Se anuncia que la iluminación será bonitísima. 

DIA 16. Al amanecer, alegre diana por gaitas y atambores. A las 8 de la mañana, solemne Misa en la iglesia de Emtrambas-Aguas. Acto seguido, saldrá la Virgen procesionalmente, por las calles de costumbre, para la Colegiata parroquial, donde se celebrará con toda solemnidad el Sacrificio Incruento. Predicará un elocuente orador sagrado. A las 11, paseo en el campo de La Vega y reparto de limosnas a los pobres; con asistencia de la Banda Municipal. A las 4 de la tarde, regresará procesionalmente la Virgen a la iglesia de Entrambas-Aguas y, a su entrada en el templo, tendrá lugar la tradicional e imponente descarga de palenques. Seguidamente,  paseo en el Campo de la Vega, donde, por la noche, habrá iluminación. 

DIA 17. Por la mañana, paseo y música en el barrio de «El Corral», y, por la tarde, paseo, cucañas, y carreras de cintas a caballo, en el Campo de la Vega. Función de teatro, por la noche. 

DIA 18. Por la tarde, concurso de bailes regionales en el Campo de la Vega, con premio a la pareja que mejor lo haga, carreras en sacos, cucañas acuáticas, paseo y música. Por la noche, teatro. 

DIA 19. A las 10 de la mañana, partido de foot-ball en el Campo de la Vega, y música. A las nueve de la noche, iluminación a la Veneciana en la calle Mayor y concurso de balcones, adjudicándose un premio de 25 pesetas al que aparezca mejor engalanado. La Banda Municipal tocará en la Plazuela del Centro. 

DIA 20. De 3 a 5 de la tarde, paseo en el Campo de la Vega y Tómbola a beneficio de los festejos. Por la noche, iluminación eléctrica en el Paseo de Dámaso Arango. La Banda Municipal asistirá a estos actos.

 

En el nº 388 del periódico El Narcea, de 25 de julio de 1913, se publicaba una breve reseña del colofón a las fiestas de ese año por parte de la Sociedad de Artesanos: 

Epílogo de las fiestas

Campo de La Vega, Cangas del Narcea. Merienda de la Sociedad de Artesanos celebrada el primer domingo después de El Carmen de 1913. Col. Familia Álvarez Pereda

En la tarde del domingo último celebró la Sociedad de Artesanos de «El Carmen» la merienda que todos los años acostumbra a celebrar el primer día festivo siguiente al de la Virgen Carmelitana.

A la hora de las cinco, próximamente, nutrida descarga de gruesos voladores reunió en el hermoso campo de la Vega a la mayoría de los individuos que componen la dicha Sociedad; y media hora más tarde, dando oídos a las alegres notas de una pieza tocada en el organillo del popular Manolín, sentáronse los comensales alrededor de las amplias mesas donde sería servida la merienda.

Buena, buena en verdad fue ésta; propia para satisfacer a los más afamados gastrónomos, tanto por lo escogido de los manjares, como por la condimentación de los mismos. Los dueños del «Café Madrid», encargados de dar el banquete, cumplieron a la perfección su cometido.

Durante el acto de merendar reinó franca alegría entre los socios concurrentes, disparándose numerosos palenques y dejó el organillo oír sus canciones. A la hora de los brindis pronunciáronse algunos breves y sencillos discursos, que valieron a quienes los pronunciaron muchos aplausos.

alt

Extracto del acta del año 1913 de la Sociedad de Artesanos con la distribución de gastos para los festejos de ese año

Terminado el banquete, los asistentes a él, formando grupo, dirigiéronse al barrio de Entrambas-Aguas, y, allí, delante del templo de Ntra. Sra. del Carmen, entonaron con afinación el Ave María.

Este final de fiesta, nuevo entre los de la Sociedad, causó honda emoción en los corazones de los socios; hasta el punto de que algunos de ellos, entre los que recordamos a D. Porfirio Ordás, no pudieron resistirse al deseo de pronunciar frases alusivas a lo realizado; frases que los oyentes recibieron con claras muestras de satisfacción.

Una última descarga de gordos cohetes dispersó a los congregados, ya entrada la noche.

Y hasta otro año.Nosotros miramos con predilección a esa Sociedad, que es elemento indispensable para la realización de los festejos en honor de la Virgen del Carmelo.

 

En el nº 389 del semanal El Narcea, de 1 de agosto de 1913, encontramos la crónica a las fiestas en honor de nuestra patrona, La Magdalena, cuya celebración contrasta de forma llamativa con los fastuosos festejos celebrados tan solo días antes en honor a la Virgen del Carmen. Tal y como podemos leer en la crónica: “No hubo fiesta profana y la mayor parte de los vecinos de esta parroquia trabajaron”. 

La fiesta de la Magdalena

Desde hace unos años, los jóvenes don Cesar de Llano y D. Jaime Graña, vienen, con el producto de la cuestación que hacen el día 21, víspera del de la fiesta, entre los vecinos más próximos a la iglesia parroquial de esta población, haciendo la verbena en obsequio a nuestra Patrona.

La que hicieron el presente año fue verdaderamente grandiosa; arcos, bonitísima iluminación, abundantes cohetes, muchos y variados fuegos de artificio y globos; siendo amenizada por la Banda municipal, el organillo de Xángalo y por la gaita y el tambor. Estuvo muy concurrida y animada.

Bien, muy bien por dichos dos jóvenes.

En el día de la Santa recorrió ésta procesionalmente las calles de costumbre, sin música y sin cohetes y con escaso concurso de fieles.

La Misa fue solemnísima y magistralmente cantada con acompañamiento de armonium.

Al ofertorio, pronunció un elocuente y magnífico sermón, haciendo el panegírico de Sta. Mª Magdalena, el ilustrado Regente de la parroquia D. Benjamín Fernández Díaz.

No hubo fiesta profana y la mayor parte de los vecinos de esta parroquia trabajaron.

Triste, muy triste es tener que decir que los cangueses hacemos muy poco en obsequio de nuestra Patrona.

 

alt

Medalla de Oro de Artesanos a la peña Barriga Hubiera en su 50º aniversario

alt

Peña Barriga Hubiera en El Cascarín hacia 1990

La Sociedad de Artesanos de Cangas del Narcea concede la Medalla de Oro 2013 a la peña Barriga Hubiera con motivo de su 50º aniversario y en reconocimiento al apoyo prestado a lo largo de todos estos años para el disparo de la centenaria Descarga en honor a la Virgen del Carmen.

El acto de entrega de la medalla de oro tuvo lugar, como viene siendo habitual todos los años, el pasado 7 de julio, primer día de novenas a la carmelitana de Ambasaguas.

Por otro lado informar que ya está disponible el programa de fiestas de El Carmen y La Magdalena 2013. El que desee descargarlo lo puede hacer en el siguiente enlace:

icon Programa de fiestas: El Carmen y La Magdalena 2013 (10.57 MB)

El TOUS P@ TOUS en la Biblioteca Nacional de España

Periodicomanía es un portal elaborado por la Biblioteca Nacional de España que ofrece información seleccionada sobre publicaciones periódicas presentes en Internet con el objetivo de servir de apoyo a las fuentes de información impresas. Agrupa recursos sobre todo tipo de publicaciones periódicas (prensa, publicaciones oficiales, revistas científicas). Los recursos incluyen una breve presentación extractada de su propia página y se mantienen permanentemente actualizados.

La Biblioteca Nacional de España desde octubre de 2012 ha seleccionado la página web del TOUS P@ TOUS, Sociedad Canguesa de Amantes del País atendiendo a los siguientes criterios:

  • La solvencia o prestigio de la autoría o entidad responsable.
  • La especialización, exhaustividad y actualización de información en cuanto al contenido.
  • Las posibilidades de navegación: jerárquica, índices o búsqueda (alfabética, cronológica o temática)
  • La cercanía geográfica, lingüística y cultural.
  • La accesibilidad a contenidos de libre acceso en su totalidad o parcialmente.

Tous pa Tous. Prensa histórica en Periodicomanía aparece enlazado a la etiqueta “Asturias” junto a la Hemeroteca de Gijón y la Biblioteca Virtual del Principado de Asturias: Asturias archivo en Periodicomanía.

La Biblioteca Nacional de España es la institución depositaria de nuestro saber, donde se ha conservado, identificado y transmitido la cultura española. Conscientes, precisamente, del valor que para la cultura española tiene este organismo, nos sentimos orgullosos que a través de la web del TOUS P@ TOUS, Cangas del Narcea haya encontrado su hueco en esta entidad esencial para el desarrollo y avance de nuestro país.

Nuevo estudio sobre el retablo mayor de la iglesia del monasterio de Corias

En el número 19 de la revista LIÑO, editada por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, nuestro colaborador Pelayo Fernández Fernández ha publicado un extenso y documentado estudio sobre el retablo mayor de la iglesia del monasterio de Corias, que es el retablo barroco más importante de su tiempo en Asturias. La primera noticia sobre el hallazgo de los autores de este retablo y su fecha exacta de construcción la publicó Pelayo Fernández en esta web del Tous pa Tous en diciembre de 2009 bajo el título: El retablo mayor del monasterio de Corias (1677-1678).

En este nuevo trabajo su autor habla de una de las obras más características de la retablística barroca en la zona noroccidental de España. De marcado carácter castellano, en ella conviven las influencias de la retablística madrileña, vallisoletana y gallega. En el artículo nuestro colababorador analiza el contrato de obra entre la congregación benedictina de Corias y el arquitecto Francisco González y el escultor Pedro del Valle, vecinos de Villafranca del Bierzo, que en el transcurso de su tesis doctoral ha tenido la fortuna de localizar. Ello supone el punto final a las especulaciones que sobre el retablo de Corias se venían manteniendo desde el último cuarto del siglo pasado. En el último apartado analiza los retablos colaterales, obra del mismo taller.

Desde hoy ya puede consultarse este nuevo artículo en nuestra biblioteca digital.

El retablo mayor del antiguo monasterio benedictino de San Juan Bautista de Corias (Cangas del Narcea, Asturias), primicia del barroco decorativo en una zona noroccidental de España
alt

Historia de los escudos de las torres del palacio de los condes de Toreno

alt

Escudo de la torre norte del palacio de los condes de Toreno en Cangas del Narcea

El palacio de los condes de Toreno en el Mercáu, en Cangas del Narcea, no pasa inadvertido a nadie, y eso es por su ubicación y porque su arquitectura fue concebida para llamar la atención y mostrar a todos los que lo veían que allí vivía gente poderosa. Se comenzó a construir a fines del siglo XVII y se concluyó en 1701. Es un edificio de estilo barroco y su arquitecto fue el avilesino Juan García de la Barrera.

alt

Torre norte del palacio de los condes de Toreno en Cangas del Narcea

Paradójicamente, la grandeza del edificio contrasta con el estado de los dos grandes escudos de armas que hay en la fachada principal, colocados en lo más alto de las dos torres de la casa. Siempre me llamó la atención el estado penoso de esos escudos. ¿Por qué en una de las torres solo estaba el cerco del escudo con los soportes o animales imaginarios, pero faltaban las armas? ¿Tal vez nunca las habían colocado? Además, en las fotografías antiguas que conocemos del palacio (que pueden verse en esta web del Tous pa Tous) no aparece ninguno de los escudos de armas, y solo a partir de 1960 aparece uno en la torre norte. ¿Qué sucedió en realidad?

alt

El Mercáu dominado por el palacio de los condes de Toreno (sin escudos) y lleno de carromatos, hacia 1907. Fotografía de Eduardo Méndez Villamil. Col. Manuel García Feito.

Una carta del administrador de los bienes del conde de Toreno en Cangas del Narcea, Severiano Rodríguez-Peláez (1830 – 1905),  dirigida a Álvaro Queipo de Llano y Fernández de Córdoba, conde de Toreno, el 12 de diciembre de 1904, y que hemos encontrado recientemente en la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, en Toledo, nos aclara la mala fortuna de estos dos escudos:

“Esta [carta] principalmente tiene por objeto participarle la mala noticia de que esta noche, cosa de las dos, también se vino abajo la parte del escudo de la torre de la izquierda, entrando; por el mal estado que ya se observaba en él, no nos llamó la atención tanto como cuando ocurrió el de la otra torre que no presentaba ningún estado de ruina y que sucedió en 3 de marzo de 1887, según participé oportunamente a sus Señor padre y que hoy he vuelto a recordar reconociendo la correspondencia, y de cuyo suceso se enteró minuciosamente en los meses de verano del mismo año que pasó por aquí.

[Esta noche] No ocurrió, dada la hora, ninguna desgracia, pero parece milagroso que un bloque de piedra tan grande no hubiese causado desperfectos en el balcón y que no se hubiese hecho todo pedazos, siendo como era una piedra sumamente blanda, pues enterito lo recogimos hoy para casa y como no eran suficientes ocho personas para traerlo fue necesario preparar una yunta de vacas que lo arrastrasen”.

alt

Estado del escudo de la torre sur, cuyas armas cayeron en 1887

Ahora ya sabemos que pasó. Las torres tenían cada uno su escudo, pero por algún fallo en su colocación cayeron al suelo: uno, el de la torre sur, en 1887 (185 años después de colocarse) y el otro, el de la torre norte, en 1904 (202 años después de concluirse el palacio). Si hubieran estado embutidos en el muro, como es habitual en muchos de estos escudos, hoy seguirían ahí, pero el arquitecto siguiendo el gusto de la heráldica barroca quiso destacarlos, haciendo que sobresaliesen del muro, para darles más aparatosidad y volumen, y esa fue la causa de su perdición.

alt

Cuarteles del escudo de armas de la torre norte

El escudo que cayó en 1887 debió hacerse añicos y desconocemos las armas que tendría; solo se conservan los soportes, que son dos leones rampantes, las guarniciones y los timbres, con la corona y el extremo superior de la cruz de la orden militar de Santiago a la que pertenecieron los dos primeros condes de Toreno.

El otro escudo se conservó en el patio del palacio hasta que volvió a ponerse en su sitio hacia 1960, cuando el edificio ya era sede del Ayuntamiento de Cangas del Narcea. El escudo está roto por un lado, como consecuencia de aquella caída, y en él hay cuatro cuarteles que pertenecen a los apellidos de los condes de Toreno que remataron la construcción de este palacio, que fueron: Fernando Queipo de Llano y Valdés y Emilia de Doriga y Malleza.

alt

Dibujo de escudo con las armas de los Queipo de Llano y los Valdés, hacia 1700

El matrimonio de Fernando fue muy ventajoso para los Toreno, porque doña Emilia era la mayorazga de la casa de Malleza, y con esa unión la familia aumentó considerablemente sus propiedades en el concejo de Salas y en Oviedo, incorporando además al mayorazgo de los Toreno los palacios de La Granja, en Malleza (Salas), y el de la plaza de Porlier en Oviedo.

alt

Dibujo del escudo de armas de la casa de Malleza, hacia 1700

Los cuatro cuarteles del escudo son los siguientes: a la derecha están los del marido, arriba, Queipo de Llano y abajo, Valdés, y a la izquierda los de la esposa: arriba, Malleza y abajo, Doriga. En el cuartel de los Malleza estaba labrado el lema de la casa, que aún se conserva en parte: VIRTUS ET FORTITUDO VERE NOBILITAS EST (virtud y fortaleza, es la nobleza verdadera). En el timbre luce la corona condal y las armas están sostenidas por dos leones rampantes, todo entre un mar de follaje y hojarasca típico del gusto barroco.

¿Quién pudo ser el escultor que labró estos monumentales escudos? Según Pelayo Fernández, el estilo que tienen es propio del Taller de Corias, ya que muestran hojas de acanto cartilaginosas recorridas por cuentas de perlas y remates en forma de flor. Estos motivos son habituales en los primeros retablos del Taller de Corias hasta 1710, cuando se sustituyen por otros motivos florales, y aparecen en ese periodo en todos los retablos de este Taller (las capillas de la nave de la iglesia del monasterio de Courias, L.lumés, Xinestosu, L.larón, Larna, etc.). En cuanto al autor, no hay duda que es Antonio López de la Moneda, natural de Zanfoga (Lugo) y vecino de Corias desde 1677 hasta su muerte en 1724, o Manuel de Ron y Llano (Pixán, h. 1645 – Cangas del Narcea, 1732). El primer maestro vino a trabajar en el retablo mayor del monasterio de Corias en 1677 y, una vez terminado, viendo las posibilidades del mercado, se asentó definitivamente en Corias donde formó escuela e hizo más de 25 retablos. En cuanto a Manuel de Ron, es contemporáneo del anterior y además sabemos que labró un escudo para la iglesia de San Félix de Mirallo (Tineo).

En el palacio de los condes de Toreno, en la fachada sur que mira al parque, hay otros dos escudos de armas que proceden de la casa antigua de los condes, que estaba en el mismo Mercáu y que fue derribada para construir el actual palacio; pero esos escudos son otra historia.

alt

Corto sobre la juventud en Cangas

alt

Jairo Burgos autor del audiovisual ‘Corto sobre la juventud de Cangas’

Jairo Burgos Nicieza nos muestra en este audiovisual, finalista del PREMIO JOVEN TOUS PA TOUS – CANGAS DEL NARCEA 2013, distintos puntos de vista de algunos jóvenes sobre la villa de Cangas y su problemática. Se trata de un acercamiento a la actual juventud canguesa para conocer un poco mejor sus opiniones, su visión de la sociedad contemporánea, y sus retos y aspiraciones de cara a un futuro incierto en la actual coyuntura de crisis económica.


Huevazo

Victorino Alonso, despedido a ‘huevazos’ en Cangas del Narcea. Multimedia LNE.

Hablaba Unamuno de escritores ovíparos y vivíparos. Los primeros eran aquellos que publicaban libros largamente empollados a lo largo del tiempo. En el caso del huevazo a don Victorino, sucede algo similar, pues se trata de una indignación creciente que encontró su ocasión pintiparada en el momento en el que el empresario minero abandonaba los juzgados de Cangas. Es inevitable preguntarse la casuística que nos llevó al actual estado de cosas. Escribí no hace mucho lo sorprendente que resultaba que, a estas alturas, haya concejos en el suroccidente asturiano en manos de este empresario leonés. Y en Cangas se sabe muy bien hasta dónde llega el poder de tan ínclito y poderoso ciudadano. La subvención como cebo y reclamo. Tan pronto desaparecen las ayudas públicas a tan modélico personaje, la ruina la sufren los trabajadores y toda la cadena social que depende de sus sueldos. Un hombre que tiene como destino las subvenciones. Una masa social indignada y desvalida. Mientras tanto, el gobiernín socialista ni sabe ni contesta.

Luis Arias Argüelles-Meres (†). Publicado en LNE 
Viernes, 21 de junio de 2013
alt

Con alma de gigante

alt

Paula González y Lorena Rodríguez, autoras del audiovisual

Este audiovisual ha sido finalista del PREMIO JOVEN TOUS PA TOUS – CANGAS DEL NARCEA 2013. Sus autoras, las jóvenes canguesas Paula González González y Lorena Rodríguez Álvarez, de diecisite y dieciseis años respectivamente, ofrecen una conmovedora visión de uno de los ingredientes más queridos de las fiestas del Carmen y La Magdalena de Cangas del Narcea: los gigantones, a la vez que brindan un emotivo homenaje a las personas que han hecho posible que esta costumbre se haya mantenido en las últimas décadas.

Con alma de gigante

alt

El retorno de Andrés

alt

Ignacio Marqués Fernández autor del cómic ‘El retorno de Andrés’

Con el cómic titulado “EL RETORNO DE ANDRÉS”, el joven de diecisiete años Ignacio Marqués Fernández resultó ganador del PREMIO JOVEN TOUS PA TOUS CANGAS DEL NARCEA 2013.

Este cómic, con un guion y dibujos bien elaborados, narra la vuelta a Cangas del Narcea de un emigrante cangués en Argentina llamado Andrés. Tras una serie de sueños en los que se le aparece una dama (paralelismo con La Dama del Alba) vuelve a su tierra en los días del Carmen y se reencuentra con su pasado y sus amigos. Precisamente, el protagonista está leyendo la mencionada obra escrita por Alejandro Casona, que es un drama fantástico en la que la Muerte personificada es el personaje principal.

A continuación presentamos el trabajo premiado para que todo el que lo desee lo pueda leer y descargar.

El retorno de Andrés
DESCARGA: icon El retorno de Andrés
alt

Las bodas en Leitariegos en 1898

alt

Boda en la iglesia de Cibea, hacia 1920, con los novios, convidados y cantadoras con los panderos encintados. Col. Josefina González, de casa Alfonsa, Las Cuadriel.las de Vil.lalái.

[En 1898, Rodríguez Riesco envió una larga monografía sobre el concejo de Leitariegos al médico Octavio Bellmunt, de Gijón, con destino a la obra Asturias, que estaban editando este doctor y Fermín Canella desde diciembre de 1894. En el tomo tercero de esta obra solo apareció un breve resumen de ese texto, que puede leerse en nuestra Biblioteca Canguesa: icon Leitariegos, 1900 (3.07 MB) . El escrito completo ofrece mucha información desconocida y es muy interesante para conocer aquel concejo que se integró en el de Cangas del Narcea en 1925. Damos a conocer aquí la parte en que relata cómo eran las bodas y los tratos matrimoniales a fines del siglo XIX. El autor había nacido en 1853 en Brañas de Arriba y era maestro, y en aquel año de 1898 ejercía de secretario del Juzgado y del Ayuntamiento de Leitariegos. Juaco López Álvarez]


LAS BODAS EN LEITARIEGOS EN 1898
José Rodríguez Riesco

Nada más de común tienen las fiestas en Leitariegos, pero algo más de simbólico y emblemático tienen las bodas. No hemos de decir que en dichas alturas las bodas se contraen por interés o por amor, porque generalmente existen ambas cosas según las condiciones de los individuos, según se puede apreciar, si bien generalmente con tendencia a lo primero como más favorable. Se busca en primer lugar el mus y buena moza. Mas si no se encuentra ésta se decide por aquel y, al contrario, si no se encuentra dinero se elige una buena moza. No digamos que suelen gastar largas relaciones amorosas, porque éstas, la que más, dura medio año.

Se juzga igual y divierten sin excepcionar a ninguna, mas al llegar la época de tener que contraer matrimonio los mayorazgos, bien porque ellos lo propongan, bien por indicación de los padres, cuando van teniendo de los veinte y cinco a los treinta y cinco [años], pues de más jóvenes no suelen casarse, procuran buscar un embustero, los que no tienen la habilidad, memoria o influencia para el negocio que de por sí van habilitando, y ataviándose de sus mejores prendas, buen  mulo o caballo bien enjaezado (si tienen que salir del pueblo) se dirigen pretendiente y embustero, pero de noche, que es cuando suelen efectuarse estas aventuras para no ser vistos y uno en pos de otro discurren lo necesario para el trance supremo. Casos se han dado de salir a ello y no saber ni por asomo a dónde se iban a dirigir. El embustero habla y propone, que es el que no tiene vergüenza, y después de ser bien obsequiadas [las mozas] con tortillas, frisuelos y vino que llevan los pretendientes a veces surte efecto y otras queda pendiente, pero atrás o alante se deciden luego.

La mayoría paran por cuestión del dote, que es de sumo interés pues, como suelen decir, la casa de fulano (niegan todas las deudas) se merece tanto y cuanto y como tienen la boca grande para esto, es donde generalmente oscilan todos los reparos, pues una casa regular no se conforma de ocho mil reales abajo. La menor de 500 a 1.000 pesetas y las principales suelen llegar a los dos mil duros, que siempre se van dando a plazos de mil reales al año hasta solventarlo; además del ajuar de boda los hay que lo hacen de presentes, que es lo más lucido, así como poner onzas de oro o monedas de a cinco duros de arras en vez de duros o pesetas. Las arras suelen regalarse a la novia, pues es cuestión del padrino y siempre se buscan los más ricos. Se han dado casos de parar las bodas por causa de la vaca de la chueca, de si la había de llevar o no, aunque ya se perdió esta costumbre que antes prevalecía mucho, mas si pueden sacar un buen prado o tierra de dote esto sí lo hacen.

Generalmente se suelen casar parientes con parientes, costumbre de la que se ha usado mucho y en tal manera que hay pueblos como El Puerto que todos son parientes, unos vecinos de otros, y todos pues se apellidan Cosmen de primero o segundo apellido, pero apellido noble como se demostraron en  hijosdalgo y armas pintar cuyas Reales Cédulas tienen y conservan, sucediendo otro tanto en Braña de Arriba con los Rodríguez, Sierras y Tablados, y en Trascastro con los Rodríguez y Garcías y otros.

 Los mayorazgos o primogénitos son los que son troncarios y se casan en casa; los hijos restantes, si no van para casas de mayorazgas, todos se ausentan a Madrid y otros puntos, aunque siempre atienden y entran en casa.

En cuestión de pretensiones, corren velozmente por el pueblo y concejo las noticias pues nunca falta de la casa quien lo diga, cuando no se alaba la novia, a fin ya de alardear de tal o ya para que llegue otro [pretendiente] de más importancia, que suelen trocar sin escrúpulo porque aquí el que más tiene mejor vive.

alt

Página del manuscrito de José Rodríguez Riesco sobre Leitariegos, 1898.

Llega el día de la boda y con anticipación, los convidados (que son todos los mozos del pueblo y las mozas) y, además, otros amigos y parientes, el cura y los sastres de la boda, se suelen preparar para la misma, siendo convidado igualmente ahora el Juez o su delegado que asista, que no se perdona una. Los mozos encargan la pólvora, el padrino los puros y la madrina las bollas. Las mozas del lugar y las de los pueblos por donde ha de pasar, ocho días antes se juntan todas las tardes para ensayar las seguidillas que les han de cantar, las cuales confeccionan para cada boda las suyas. Procuran obtener un buen día de sol, pues tienen mal presagio si llueve en el día de la boda de una, pues dicen que llora. Grandes variaciones deben de sufrir las enamoradas parejas, pues regularmente como desde el cura hasta el sacristán todos son casamenteros, unos dicen que va bien, otros que mal, otros que tiene mal genio, otros que no; algunos los desguían y dicen que mejor lo haría con fulano o bien a él con otra fulana, lo cual los ponen a la muerte pues les dan en qué pensar.

El día de la boda, temprano, se anuncia por los convidados con sendas descargas de pólvora, cada uno con el arma que puede adquirir o bien con voladores; hechos que se presentan incesantemente como si fuesen a montería, no siendo la primera vez que algunos por usar malas armas y cargar mucho para que suene se llevan los dedos de las manos sin que nadie se queje ni acuda a la autoridad. Todo el día se oye: ¡Viva la novia! ¡Viva la boda! Las mozas bien compuestas con panderos encintados y castañuelas, dos delante cantan, las demás responden, principiando a hacerlo al salir los novios de la iglesia, ellas delante y la gente del pueblo no convidada, que toda concurre aun en el día de mayor ocupación. Detrás siguen los novios y padrinos y luego el cura, juez y demás acompañamiento. Todos majestuosamente van acompasados, sin que puedan pasar delante de las cantadoras, y el padrino va repartiendo cigarros puros a todos. Es condición previa que si la boda sale del pueblo o viene de afuera, cada convidado ha de llevar buena caballería y bien aparejada y cuantos más mayor bombo. El novio ha de llevar dos, la suya y la de la novia, sucediendo en estos casos que con los continuos disparos se espanten las caballerías no acostumbradas y tiren los jinetes, que si son hembras, en el entusiasmo general, por verlas manejarse a las hábiles y llorar a las temerosas, haciendo los disparos por entre los caballos. Es pues esto una pura alegría para los convidados y un pesar para las que no saben cabalgar que siempre enseñan lo reservado.

El tiroteo es continuo y el canto melodioso y triste, que en la mayoría de las ocasiones hace prorrumpir a los desposados en amargo llanto y conmueve a los circundantes. Entre las muchas y generales que cantan allá van las siguientes:

Los buenos días les damos

a los novios y padrinos,

que todos juntos parecen

los serafines divinos[1].

Padrinos más elegantes

ni madrina más salada

aunque del cielo bajase

un pintor que los pintara.

Salga, salga la su suegra

a recibir la sua nuera,

a quererla y estimarla

como si hija suya fuera.

La enhorabuena les damos

en la puerta del Sagrario

a los novios y padrinos

y demás acompañados

El señor novio y la novia

bien se aconsejaron antes,

que llamaron a la boda

padrinos muy arrogantes.

Convídala, caballero,

con una jarra de plata,

que buena muchacha llevas

para gobernar la casa.

¡Qué mocedad tan florida,

qué acompañamiento grande,

qué padrinos tan hermosos,

qué novios tan elegantes!

Qué buena dicha ha tenido

madrugar el señor novio,

porque de la mejor huerta

se cogió el mejor repollo.

El señor padrino de hoy

es arrogante caballero,

ya nos vamos acercando

vayan soltando el dinero.

Padrinos tan elegantes

y novios de igual presencia,

al presentarse en la calle

hacen al sol competencia.

El padrino de esta boda

se ha portado bien del todo

que para casar los novios

ha puesto las arras de oro.

Y la señora madrina

también ha de regalar,

si han de ser dos sean cuatro

y sabremos dispensar.

La luna le dice al sol:

-No prosigas tu carrera,

que los novios y padrinos

los resplandores te llevan.

Y la señora madrina

lo hizo con arroganza

que para casar la novia

anillos puso de plata.

El padrino de esta boda

puede soltar el bolsillo,

para soltar la propina

de esas monedas de a cinco.

Contesta el sol a la luna:

-Detente y sale más tarde

que los novios y padrinos

alumbran toda la calle.

La novia que hoy se casó

viene muy aborrecida,

por Dios al novio pedimos

que le haga buena vida.

De esas monedas de a cinco

somos desinteresadas,

que a recibir cuatro duros

ya estamos acostumbradas.

Casada, ya estás casada

por los libros de San Pedro,

quiera Dios te haga dichosa

y los ángeles del cielo.

La novia que hoy se casó

fue pretendida de tantos,

el galán que la llevó

dio limosnas a los Santos.

La madrina de esta boda

quiera Dios que de hoy en quince

sea su primer pregón

y que a nosotras nos brinde.

Casada que hoy le pusieron

el yugo del matrimonio

quiera Dios que no te pese

ni tampoco al señor novio.

Por encima tu tejado

ya baja el sol a alumbrarte

y toda las tus amigas

venimos acompañarte.

Adiós te decimos todas

y a Dios tenemos pedido

que seas feliz, dichosa

al lado de tu marido.

El sol baja por su trecho,

la luna queda en su trono,

al ver gente tan lucida

de parte del señor novio.

Al pasear por la calle

y al revolver de la esquina

ya se divisa el palacio

donde ha de habitar la novia.

La despedida les damos,

disimulen nuestros yerros

que el que no tiene saber

no se ve libre de ellos.

Por el jardín del amor

el novio se ha paseado

y  del más alto rosal

una rosa se ha alcanzado.

Abran las puertas, señores,

ábranlas de par en par,

que a esta nueva casadina

venimos a acompañar.

Adiós te decimos todas

con bastante sentimiento,

quedamos pidiendo a Dios

que las nuestras sean luego.

Es esa que lleva al lado,

esa nacarada rosa,

que en la puerta de la iglesia

se la dieron por  esposa.

Salgan las de la cocina

a recibir la casada,

si nos permiten licencia

venimos a acompañarla.

 FIN

La novia y la madrina

son dos flores muy preciosas

de diamantes engarzadas

y perlecitas hermosas.

Abran las puertas señores,

ábranlas con alegría,

que aquí está la casada

y la señora madrina.

Después que acaban de cantar, o mejor dicho, cuando piden la propina a los padrinos (que la tienen que dar de tres a 25 pesetas, y la madrina una hogaza de trigo y en dinero de una a 5 pesetas, según clase) les dan las gracias o callan, cantando también.

alt

Grabado del cuadro -Una boda de aldea- en Monasterio de Hermo, de Luis Álvarez Catalá, fines del siglo XIX.

Llegan a la puerta [de la casa] del novio; las puertas están abiertas de par en par y sale la suegra a buscar la nuera, que abraza y besa e introduce en compañía de todos al mejor sitio de la cocina o sala con lloros y suspiros, gritos de alegría, enhorabuena, etcétera. De antemano se tienen preparadas a la entrada fuentes con ricas mantecas del día y pan de trigo y vino blanco, y la madrina y el padrino o encargada reparten grandes rechas [rebanadas de pan] cargadas de miel o azúcar a todos los concurrentes de la boda y a todos los del pueblo, grandes y pequeños, sin que quede alguno, salvo las disidentes que sin darse por aludidas se escurren si puede ser. Sigue la algazara. Comida asombrosa a medio día, baile animado, cena de igual calibre y baile hasta el amanecer al cual concurren todos los mozos de los pueblos aunque disten dos leguas. Si hace mucho sol y es verano forman merienda campestre y en un carro la llevan al hermoso campo de Vistauril donde al lado de la gaita pasan el día alegremente.

Si viene la novia de otra parroquia o pueblo, además del canto dicho, salen a despedirla igualmente; por los pueblos que pasan salen a recibirlos con igual o variado son, pues en cada pueblo usan el suyo y los padrinos tienen que dar iguales propinas o pasar por donde no haya pueblos.

Tales son las bodas en Leitariegos, que si bien nunca pintaron mal hay dotes ofrecidas de muchos años que aún no se han pagado ni pagarán. Las que mejor suelen pintar, según se dice, son las de los propios pueblos, aunque no se distancia mucho para buscarlas.

 


[1] Por supuesto, en cada boda cantan, además de éstas, otras particulares alusivas a los casados, con descripción de nombres, apellidos y demás que les haya pasado y nobleza, etcétera.

alt

Las bodas en Leitariegos en 1898

Boda en la iglesia de Cibea, hacia 1920, con los novios, convidados y cantadoras con los panderos encintados. Col. Josefina González, de casa Alfonsa, Las Cuadriel.las de Vil.lalái.

[En 1898, Rodríguez Riesco envió una larga monografía sobre el concejo de Leitariegos al médico Octavio Bellmunt, de Gijón, con destino a la obra Asturias, que estaban editando este doctor y Fermín Canella desde diciembre de 1894. En el tomo tercero de esta obra solo apareció un breve resumen de ese texto, que puede leerse en nuestra Biblioteca Canguesa:

Rodríguez Riesco, José: Leitariegos (1900). En: Tous pa Tous. Sociedad Canguesa de Amantes del País, ed. facsímil, 2009.

El escrito completo ofrece mucha información desconocida y es muy interesante para conocer aquel concejo que se integró en el de Cangas del Narcea en 1925. En las próximas semanas publicaremos el escrito completo en la web del Tous pa Tous, hoy sólo vamos a dar a conocer la parte en que relata cómo eran las bodas y los tratos matrimoniales a fines del siglo XIX. El autor había nacido en 1853 en Brañas de Arriba y era maestro, y en aquel año de 1898 ejercía de secretario del Juzgado y del Ayuntamiento de Leitariegos. Juaco López Álvarez]

 

LAS BODAS EN LEITARIEGOS EN 1898
José Rodríguez Riesco

Nada más de común tienen las fiestas en Leitariegos, pero algo más de simbólico y emblemático tienen las bodas. No hemos de decir que en dichas alturas las bodas se contraen por interés o por amor, porque generalmente existen ambas cosas según las condiciones de los individuos, según se puede apreciar, si bien generalmente con tendencia a lo primero como más favorable. Se busca en primer lugar el mus y buena moza. Mas si no se encuentra ésta se decide por aquel y, al contrario, si no se encuentra dinero se elige una buena moza. No digamos que suelen gastar largas relaciones amorosas, porque éstas, la que más, dura medio año.

Se juzga igual y divierten sin excepcionar a ninguna, mas al llegar la época de tener que contraer matrimonio los mayorazgos, bien porque ellos lo propongan, bien por indicación de los padres, cuando van teniendo de los veinte y cinco a los treinta y cinco [años], pues de más jóvenes no suelen casarse, procuran buscar un embustero, los que no tienen la habilidad, memoria o influencia para el negocio que de por sí van habilitando, y ataviándose de sus mejores prendas, buen  mulo o caballo bien enjaezado (si tienen que salir del pueblo) se dirigen pretendiente y embustero, pero de noche, que es cuando suelen efectuarse estas aventuras para no ser vistos y uno en pos de otro discurren lo necesario para el trance supremo. Casos se han dado de salir a ello y no saber ni por asomo a dónde se iban a dirigir. El embustero habla y propone, que es el que no tiene vergüenza, y después de ser bien obsequiadas [las mozas] con tortillas, frisuelos y vino que llevan los pretendientes a veces surte efecto y otras queda pendiente, pero atrás o alante se deciden luego.

La mayoría paran por cuestión del dote, que es de sumo interés pues, como suelen decir, la casa de fulano (niegan todas las deudas) se merece tanto y cuanto y como tienen la boca grande para esto, es donde generalmente oscilan todos los reparos, pues una casa regular no se conforma de ocho mil reales abajo. La menor de 500 a 1.000 pesetas y las principales suelen llegar a los dos mil duros, que siempre se van dando a plazos de mil reales al año hasta solventarlo; además del ajuar de boda los hay que lo hacen de presentes, que es lo más lucido, así como poner onzas de oro o monedas de a cinco duros de arras en vez de duros o pesetas. Las arras suelen regalarse a la novia, pues es cuestión del padrino y siempre se buscan los más ricos. Se han dado casos de parar las bodas por causa de la vaca de la chueca, de si la había de llevar o no, aunque ya se perdió esta costumbre que antes prevalecía mucho, mas si pueden sacar un buen prado o tierra de dote esto sí lo hacen.

Generalmente se suelen casar parientes con parientes, costumbre de la que se ha usado mucho y en tal manera que hay pueblos como El Puerto que todos son parientes, unos vecinos de otros, y todos pues se apellidan Cosmen de primero o segundo apellido, pero apellido noble como se demostraron en  hijosdalgo y armas pintar cuyas Reales Cédulas tienen y conservan, sucediendo otro tanto en Braña de Arriba con los Rodríguez, Sierras y Tablados, y en Trascastro con los Rodríguez y Garcías y otros.

 Los mayorazgos o primogénitos son los que son troncarios y se casan en casa; los hijos restantes, si no van para casas de mayorazgas, todos se ausentan a Madrid y otros puntos, aunque siempre atienden y entran en casa.

En cuestión de pretensiones, corren velozmente por el pueblo y concejo las noticias pues nunca falta de la casa quien lo diga, cuando no se alaba la novia, a fin ya de alardear de tal o ya para que llegue otro [pretendiente] de más importancia, que suelen trocar sin escrúpulo porque aquí el que más tiene mejor vive.

Página del manuscrito de José Rodríguez Riesco sobre Leitariegos, 1898.

Llega el día de la boda y con anticipación, los convidados (que son todos los mozos del pueblo y las mozas) y, además, otros amigos y parientes, el cura y los sastres de la boda, se suelen preparar para la misma, siendo convidado igualmente ahora el Juez o su delegado que asista, que no se perdona una. Los mozos encargan la pólvora, el padrino los puros y la madrina las bollas. Las mozas del lugar y las de los pueblos por donde ha de pasar, ocho días antes se juntan todas las tardes para ensayar las seguidillas que les han de cantar, las cuales confeccionan para cada boda las suyas. Procuran obtener un buen día de sol, pues tienen mal presagio si llueve en el día de la boda de una, pues dicen que llora. Grandes variaciones deben de sufrir las enamoradas parejas, pues regularmente como desde el cura hasta el sacristán todos son casamenteros, unos dicen que va bien, otros que mal, otros que tiene mal genio, otros que no; algunos los desguían y dicen que mejor lo haría con fulano o bien a él con otra fulana, lo cual los ponen a la muerte pues les dan en qué pensar.

El día de la boda, temprano, se anuncia por los convidados con sendas descargas de pólvora, cada uno con el arma que puede adquirir o bien con voladores; hechos que se presentan incesantemente como si fuesen a montería, no siendo la primera vez que algunos por usar malas armas y cargar mucho para que suene se llevan los dedos de las manos sin que nadie se queje ni acuda a la autoridad. Todo el día se oye: ¡Viva la novia! ¡Viva la boda! Las mozas bien compuestas con panderos encintados y castañuelas, dos delante cantan, las demás responden, principiando a hacerlo al salir los novios de la iglesia, ellas delante y la gente del pueblo no convidada, que toda concurre aun en el día de mayor ocupación. Detrás siguen los novios y padrinos y luego el cura, juez y demás acompañamiento. Todos majestuosamente van acompasados, sin que puedan pasar delante de las cantadoras, y el padrino va repartiendo cigarros puros a todos. Es condición previa que si la boda sale del pueblo o viene de afuera, cada convidado ha de llevar buena caballería y bien aparejada y cuantos más mayor bombo. El novio ha de llevar dos, la suya y la de la novia, sucediendo en estos casos que con los continuos disparos se espanten las caballerías no acostumbradas y tiren los jinetes, que si son hembras, en el entusiasmo general, por verlas manejarse a las hábiles y llorar a las temerosas, haciendo los disparos por entre los caballos. Es pues esto una pura alegría para los convidados y un pesar para las que no saben cabalgar que siempre enseñan lo reservado.

El tiroteo es continuo y el canto melodioso y triste, que en la mayoría de las ocasiones hace prorrumpir a los desposados en amargo llanto y conmueve a los circundantes. Entre las muchas y generales que cantan allá van las siguientes:

Los buenos días les damos

a los novios y padrinos,

que todos juntos parecen

los serafines divinos[1].

Padrinos más elegantes

ni madrina más salada

aunque del cielo bajase

un pintor que los pintara.

Salga, salga la su suegra

a recibir la sua nuera,

a quererla y estimarla

como si hija suya fuera.

La enhorabuena les damos

en la puerta del Sagrario

a los novios y padrinos

y demás acompañados

El señor novio y la novia

bien se aconsejaron antes,

que llamaron a la boda

padrinos muy arrogantes.

Convídala, caballero,

con una jarra de plata,

que buena muchacha llevas

para gobernar la casa.

¡Qué mocedad tan florida,

qué acompañamiento grande,

qué padrinos tan hermosos,

qué novios tan elegantes!

Qué buena dicha ha tenido

madrugar el señor novio,

porque de la mejor huerta

se cogió el mejor repollo.

El señor padrino de hoy

es arrogante caballero,

ya nos vamos acercando

vayan soltando el dinero.

Padrinos tan elegantes

y novios de igual presencia,

al presentarse en la calle

hacen al sol competencia.

El padrino de esta boda

se ha portado bien del todo

que para casar los novios

ha puesto las arras de oro.

Y la señora madrina

también ha de regalar,

si han de ser dos sean cuatro

y sabremos dispensar.

La luna le dice al sol:

-No prosigas tu carrera,

que los novios y padrinos

los resplandores te llevan.

Y la señora madrina

lo hizo con arroganza

que para casar la novia

anillos puso de plata.

El padrino de esta boda

puede soltar el bolsillo,

para soltar la propina

de esas monedas de a cinco.

Contesta el sol a la luna:

-Detente y sale más tarde

que los novios y padrinos

alumbran toda la calle.

La novia que hoy se casó

viene muy aborrecida,

por Dios al novio pedimos

que le haga buena vida.

De esas monedas de a cinco

somos desinteresadas,

que a recibir cuatro duros

ya estamos acostumbradas.

Casada, ya estás casada

por los libros de San Pedro,

quiera Dios te haga dichosa

y los ángeles del cielo.

 

La novia que hoy se casó

fue pretendida de tantos,

el galán que la llevó

dio limosnas a los Santos.

La madrina de esta boda

quiera Dios que de hoy en quince

sea su primer pregón

y que a nosotras nos brinde.

Casada que hoy le pusieron

el yugo del matrimonio

quiera Dios que no te pese

ni tampoco al señor novio.

Por encima tu tejado

ya baja el sol a alumbrarte

y toda las tus amigas

venimos acompañarte.

Adiós te decimos todas

y a Dios tenemos pedido

que seas feliz, dichosa

al lado de tu marido.

El sol baja por su trecho,

la luna queda en su trono,

al ver gente tan lucida

de parte del señor novio.

Al pasear por la calle

y al revolver de la esquina

ya se divisa el palacio

donde ha de habitar la novia.

La despedida les damos,

disimulen nuestros yerros

que el que no tiene saber

no se ve libre de ellos.

Por el jardín del amor

el novio se ha paseado

y  del más alto rosal

una rosa se ha alcanzado.

Abran las puertas, señores,

ábranlas de par en par,

que a esta nueva casadina

venimos a acompañar.

Adiós te decimos todas

con bastante sentimiento,

quedamos pidiendo a Dios

que las nuestras sean luego.

Es esa que lleva al lado,

esa nacarada rosa,

que en la puerta de la iglesia

se la dieron por  esposa.

Salgan las de la cocina

a recibir la casada,

si nos permiten licencia

venimos a acompañarla.

 FIN

La novia y la madrina

son dos flores muy preciosas

de diamantes engarzadas

y perlecitas hermosas.

 

Abran las puertas señores,

ábranlas con alegría,

que aquí está la casada

y la señora madrina.

Después que acaban de cantar, o mejor dicho, cuando piden la propina a los padrinos (que la tienen que dar de tres a 25 pesetas, y la madrina una hogaza de trigo y en dinero de una a 5 pesetas, según clase) les dan las gracias o callan, cantando también.

Grabado del cuadro -Una boda de aldea- en Monasterio de Hermo, de Luis Álvarez Catalá, fines del siglo XIX.

Llegan a la puerta [de la casa] del novio; las puertas están abiertas de par en par y sale la suegra a buscar la nuera, que abraza y besa e introduce en compañía de todos al mejor sitio de la cocina o sala con lloros y suspiros, gritos de alegría, enhorabuena, etcétera. De antemano se tienen preparadas a la entrada fuentes con ricas mantecas del día y pan de trigo y vino blanco, y la madrina y el padrino o encargada reparten grandes rechas [rebanadas de pan] cargadas de miel o azúcar a todos los concurrentes de la boda y a todos los del pueblo, grandes y pequeños, sin que quede alguno, salvo las disidentes que sin darse por aludidas se escurren si puede ser. Sigue la algazara. Comida asombrosa a medio día, baile animado, cena de igual calibre y baile hasta el amanecer al cual concurren todos los mozos de los pueblos aunque disten dos leguas. Si hace mucho sol y es verano forman merienda campestre y en un carro la llevan al hermoso campo de Vistauril donde al lado de la gaita pasan el día alegremente.

Si viene la novia de otra parroquia o pueblo, además del canto dicho, salen a despedirla igualmente; por los pueblos que pasan salen a recibirlos con igual o variado son, pues en cada pueblo usan el suyo y los padrinos tienen que dar iguales propinas o pasar por donde no haya pueblos.

Tales son las bodas en Leitariegos, que si bien nunca pintaron mal hay dotes ofrecidas de muchos años que aún no se han pagado ni pagarán. Las que mejor suelen pintar, según se dice, son las de los propios pueblos, aunque no se distancia mucho para buscarlas.


[1] Por supuesto, en cada boda cantan, además de éstas, otras particulares alusivas a los casados, con descripción de nombres, apellidos y demás que les haya pasado y nobleza, etcétera.